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  • H E R M EN EU TIC A Y SE M IO T IC A : IN TELIG EN C IA NARRATIVA Y RA CIONALIDAD N A RRA TO LO G ICA

    Alain Saudan (G. R. S. L.)

    I. En la problemtica general de las relaciones entre la hermenutica y las ciencias humanas, existe una convergencia muy especfica, que une a Paul Ricoeur y a A. J. Grcimas: la hermenutica y la semitica. La obra de P. Ricoeur, como se sabe, es esencialmente dilogo" prctico de una actitud de confrontacin cuya necesidad se afirma tericamente en muchas ocasiones, a tal punto que es, podra decirse, casi constitutiva de su empresa.

    Este encuentro de opiniones que busca convertir en aliados a los adversarios , toma frecuentemente la forma ms precisa, ya que la filosofa se nutre necesariamente de campos distintos a ella, de un dilogo entre la ciencia y la filosofa. La confrontacin hermenutica- ciencias humanas, por otra parte, se ha hecho inevitable en la medida en que estas ltimas tratan del problema del sentido, lo que no hizo sino desviarla, en cierta medida, a fines de formalizaci>n. En este texto se puede sealar el encuentro particularmente significativo entre P. Ricoeur y A. J. Greimas; no est por dems recordar aqu que dos obras esenciales de este ltimo llevan el ttulo: Du Sens.1

    Si este dilogo se inscribe pcfectamentc en la dimensin general de la corriente del pensamiento de P. Ricoeur, tambin se basa en los motivos que conducen evidentemente a la especificidad de los dos proyectos.A) Las condiciones que permiten esta confrontacin residen, en prim er lugar, en algunos principios fundamentales del pensamiento de

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  • P. Ricocur y en la evolucin que ste ha tenido. Se recordarn aqu algunos de dichos principios, bien conocidos: la superacin de una cierta fenomenologa concebida como demasiado idealista; la resolucin de la oposicin tradicional entre explicar" y comprender , considerada en lo sucesivo como caduca. El inters concedido al estudio de la narratividad a travs del reconocimiento de la importancia del lenguaje y, ms particularmente, de la dimensin constitutiva de la experiencia humana del relato mismo, tanto en el plano individual como en el colectivo, se sigue confirmando en los ltimos estudios de P. Ricoeur sobre la identidad narrativa.2 El cambio de estatuto de la nocin de referencia concebida como relevante no slo fuera del texto sino tambin rcintroducida en el relato mismo. U na concepcin de la lectura que no hace ms que buscar la sola subjetividad del autor, indagada a travs del anlisis del texto, pero alejada de un mundo hacia el cual conduce el texto mismo. De ahora en adelante podemos comprobar que todos estos puntos van en sentiddo de evolucin de la relacin subjetivismo-objetivismo; que la verdad de un texto no ha de buscarse solamente en su relacin con la realidad exterior o con la subjetividad del autor, sino en su exigencia interna, que resulta de las reglas de su construccin. La verdad del imaginario est en funcin de su coherencia. Al anunciar estos principios, se comprende el carcter inevitable del encuentro con la semitica, paso que se sabe, tiene un sentido inmanente en el texto, objeto posible de un procedimiento metdico y riguroso.

    B) Pero a estas primeras condiciones de posibilidad conviene agregar el desarrollo del pensamiento de A. J. Greimas, que ser un tema ms amplio al cual P. Ricoeur es particularmente sensible y que aclara el conjunto de su trabajo. Evidentemente se puede lamentar que la obra de A. J. Greimas no contenga ninguna referencia explcita al trabajo de P. Ricoeur, pero tal silencio se debe a la diferencia de estatuto de las dos empresas: la una filosfica, que exhibe sus presupuestos, y la otra de carcter cientfico, que se limita a sus postulados metodolgicos.

    C) Si tal encuentro es tericamente posible para ambas partes, lo que se ha verificado prcticamente a travs de cierto nmero de textos y debates, puede parecer tambin muy deseable y significativo, particularmente en el contexto ideolgico actual. En una poca en efecto, en que la muerte de lo que se ha llamado frecuentemente de una manera apresurada cstructuralismo ha sido afirmada, al menos en

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  • Francia, con la misma fuerza y ausencia de rigor con las que su triunfo haba sido previamente proclamado, la lectura atenta y benvola de P. Ricoeur hace que el proyecto greimasiano acabe felizmente con el vocabulario de la imprecacin o de la condenacin ; esto es, de la liquidacin. Sobre este aspecto, si Ricoeur ha retornado al mundo de la accin segn su expresin de Tiempo y Narracin? del de los hombres pacientes y actuantes , surgido en cierto modo del mundo del texto, es uno de los que insisten en la importancia del tipo de anlisis como el de A. J. Greimas, importancia que no es solamente histrica o arqueolgica. Reitera la afirmacin segn la cual la investigacin del sentido es inseparable de una prctica rigurosa. Exigencia que no es siempre visible en el panorama filosfico contemporneo.

    Se presentar aqu la prueba de compatibilidad de las dos empresas, la que, sin embargo, no tiene sentido sino a condicin de mantener su especificidad. Esta autonoma respectiva no deja, por lo tanto, de suscitar cucstionamientos recprocos que no siempre encuentran respuestas. Conviene agregar tambin que tal tolerancia no es el resultado, segn se sospecha, de todos los procesos hermcnuticos, ni del conjunto de las ciencias humanas; tiene indiscutiblemente un carcter original que emana quiz de la superacin de ciertas oposiciones iniciales. Estas caractersticas garantizan la riqueza permanente en la problemtica actual a travs de mltiples interrogantes que sern evocadas.

    II. La semitica puede ser definida como una teora general de la significacin que busca captar el sentido con la ayuda de un procedimiento objetivo. El sentido que nos rodea, en el cual existimos, y que nos parece dado, es de hecho el resultado de una produccin. Nunca lo captamos a l mismo, en tanto tal, sino que lo aprehendemos por los efectos, engendrados por una operacin de catcgorizacin, que articula ese sentido, el cual se produce en diferentes niveles: asi, ms all del nivel ms superficial, discursivo, de un relato que rene personajes, actores humanos, evolucionando en tiempos y lugares determinados, el modelo greimasiano distingue el nivel narrativo, el del esquema ac- tancial que rene a los actantes en tres ejes: Dcstnador-Destinatario, Sujeto-Objeto, Adyuvante-Antisujcto. Esta estructura formal se encuentra en todos los relatos y rebasa el nivel antropomorfo de la produccin del sentido. Pero el anlisis greimasiano descubre un tercer nivel ms profundo, semionarraiivo, el de las estructuras elementales

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  • de la significacin, a travs de las oposiciones lgicas del famoso cuadrado semitico (blanco-no blanco, negro-no negro).

    Lo que llamamos sentido, se produce pues, en distintos niveles de significacin de un texto; aparece en diferentes lugares segn la naturaleza de ste, y las estructuras de superficie son concebidas como la manifestacin y la transformacin de esas oposiciones semnticas iniciales. Uno de los problemas esenciales de la semitica, objeto privilegiado en los anlisis de Ricoeur, es pues, el de las relaciones entre la superficie y la profundidad" del relato, ligado a la capacidad de tal propuesta de articular esos diferentes niveles y de instaurar una justa jerarqua. La confrontacin A. J. Grcimas-Ricoeur ser motivo de ciertas crticas dirigidas al modelo greimasiano sobre este punto central, que obedecer a respuestas posibles sugeridas por la semitica, la cual a su vez interrogar la propuesta de P. Ricoeur. El conjunto constituye pues, un esclarecimiento parcial de las relaciones hermenutica-semitica. Por lo que respecta a la obra de P. Ricoeur, tendremos esencialmente una mencin de los anlisis de Tiempo y N arracin (T . II ) .III. Las observaciones crticas de Tiempo y Narracin recuperan y completan en efecto otros anlisis anteriores que frecuentemente no hacen ms que confirmarlos. De la misma manera, la actitud sigue siendo siempre benvola porque no se trata de destruir el modelo greimasiano sino de actualizar las condiciones de su intelegibilidad .Al reconocer, por otra parte, la capacidad de progresin de la empresa semitica, las observaciones de P. Ricoeur manifiestan una cierta evolucin segn su juicio, quiz paralela a la de A. J. Greimas. Tal advertencia no es meramente histrica y anecdtica, pues aclara el destino del modelo semitico y de su encuentro con la hermenutica.A pesar de las transformaciones constatadas y aprobadas, las crticas siguen siendo, sin embargo, de la misma naturaleza.I) Los anlisis de Tiempo y Narracin muestran dos grandes momentos en la obra de A. J. Greimas. El primer modelo es el de la Semntica estructural, donde se expresara la ambicin de hacer derivar las aspectos diacrnicos del relato tal como los contamos o lo recibimos, de una estructura inicial subyacente a toda manifestacin. J . < t

    La dificultad radicara pues, en la coexistencia de un modelo acrnico216

  • y del tiempo narrativo del cual debera dar cuenta. Las crticas formuladas aqu podran ser calificadas de epistemolgicas y ontolgicas.

    a) Epistemolgicas, en primer lugar, en la medida en que llevan a la confirmacin del modelo greimasiano v en particular del esquema actancial. Ya que es imposible que, a nivel de superficie, se pueda ofrecer una descripcin exhaustiva de diferentes tipos de acciones humanas que se encuentran en los relatos, la semitica busca un principio de construccin a un nivel ms profundo. La sintaxis del enunciado ms elemental, nos puede servir de punto de partida. Como lo seal Tesnire, la frase ms simple, ya es un pequeo drama que implica un proceso (verbo) de los actores (nombres) y de las circunstancias (adverbios). La extrapolacin del enunciado elemental al discurso, en virtud del principio de homologa, permite pues la constitucin de un modelo terico formal, prcticamente axiomtico, fundado solamente sobre la sintaxis. Pero a este tipo de proceso deductivo se agrega otro, inductivo, que se apoya esencialmente en los anlisis del cuento ruso de Propp, en los cuales se inspira A. J. Greimas, transformndolos substancialmentc. El esquema actancial aparece entonces como una mezcla de deductivo y de inductivo : de donde su calificacin de laborioso , a pesar de ser simple y elegante .

    b) Estas crticas epistemolgicas referentes al carcter complejo de la empresa, son completadas por las observaciones de carcter ontolgico que hablan sobre la relacin con el objeto estudiado. El modelo greimasiano no dar cuenta verdaderamente del relato. Todas las transformaciones que parecen en el relato concebido en el nivel sintagmtico como proceso (establecimiento de un contrato-ruptura de contrato-restauracin) podran estar unidas a un nivel ms profundo, de manera paradigmtica, como una combinatoria de conjun- ciones-disjunciones, a las cuales seran asimiladas y a las cuales se reduciran. (As, por ejemplo, el contrato es una conjuncin entre la tarea y la aceptacin, la ruptura, una disjuncin entre la interdiccin y la violacin). Todo se reduce pues a identidades por conjuntarse y a las oposiciones por disjuntarse. Se asiste as a una amplia empresa de desviacin de la diacronia , alteracin no slo criticable epistemolgicamente, sino tambin ontolgicamente reductora, ya que no da cuenta del relato y de la temporalidad que lo constituye, sino muy imperfectamente. Si uno se atiene a ese modelo, o a su presentacin, el juicio podra ser severo. La verdad de esta descripcin sera la de una proyeccin ideal de una operacin eminentemente tempo-

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  • ralizante . No sera ms que una reconstruccin reductora y artificial, a un nivel acrnico, de una realidad narrativa esencialmente diacrnica, aprehcnsible en la superficie del mismo relato. Doble ilusin reductora, de la diacronia, de la superficie a la profundidad.

    c) El segundo modelo (el que aparece esencialmente en Du Sens I y II y en Maupassant) es objeto de un anlisis todava ms detallado, pero de crticas que son fundamentalmente de la misma naturaleza. P. Ricoeur en efecto, se sirve de los progresos realizados por la semitica, en un modelo presentado como ms radical y enriquecido en la medida en que transporta, dice, a los constreimientos elementales de la significacin , pero que compensa este paso progresivo hacia lo elemental por un nuevo despliegue hacia lo complejo, y toma en cuenta el pasaje de las estructuras profundas a las estructuras de superficie. Este ascenso hacia la superficie, denominado recorrido generativo, se realiza por diferentes niveles, que constituyen el objeto de anlisis profundo por parte de P. Ricoeur. La distincin de estos diferentes niveles de significacin permite el enriquecimiento progresivo del modelo. Recordemos brevemente aqu algunas aportaciones particularmente significativas: la introduccin de la narrativizacin de la gramtica fundamental por la dinamizacin del cuadrado semitico, la transformacin de las relaciones iniciales en operaciones, la interpretacin de la nocin de operacin inicial en trminos de hacer, el reconocimiento de las modalidades en el origen de ese hacer (querer, poder, saber). La actualizacin del carcter polmico de la relacin entre dos programas y dos actantcs que permite la constitucin de la performancia, continuacin sintagmtica de carcter sintctico, inseparable de una confrontacin entre dos sujetos que lleva a la dominacin de uno de los dos y la atribucin a uno de ellos de! objeto valor del cual el otro queda privado. El estudio ejemplar realizado por Grcimas de Dos amigos de Maupassant, introduce las categoras aspectuales como la duratividad, la incoatividad, la transi- tividad y la tensin desde el nivel de las estructuras profundas. El cuadrado semitico no es puramente lgico: ya est axiologizado, puesto que la oposicin vida-muerte funciona en las estructuras elementales de significaccin. Esta serie de aadiduras al modelo inicial expresa pues, un movimiento hacia la dinamizacin del conjunto de las estructuras iniciales, hacia la narrativizacin a travs del ascenso hacia las estructuras de superficie. Desde este punto de vista, la empresa parecera volverse cada vez ms adecuada al objeto que se propone estudiar, a la captacin del sentido en los diferentes niveles

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  • donde se puede producir. Pero podemos, en realidad, descubrir aqu el mismo tipo de crticas que han sido formuladas anteriormente: el modelo no siempre sera adecuado a su objeto. No atendera siempre a la narratividad propiamente dicha, carencia visible en un estudio insuficiente de la figuratividad del texto. Por otra parte, siempre sera epistemolgicamente mixto pues si consigue de alguna manera ascender hacia la superficie, al reconocer la dimensin temporal y cronolgica, sera con la condicin de recurrir a agregadas y a elementos no exclusivamente semticos. El anlisis de P. Ricoeur seala as cada uno de los niveles, la introduccin de conceptos o de problemticas heterogneas. Podra decirse que sucede, como si su mirada fuera alentadora, y a la vez admirativa por el refinamiento y la virtuosidad de la construccin semitica y, al mismo tiempo, no est privada de una cierta malicia. La sancin del conjunto podra ser traducida en trminos familiares en expresiones como: como le haba dicho a usted o bien un esfuerzo ms seor semiotista. Cada progreso" que ha sido verificado, hacia la narratividad, la superficie y la diacronia, si bien hace ms complejo y refina el modelo; por una parte, recurre a elementos extraos a la semitica misma; y, por otra, parece ser guiado por una especie de finalidad tcita que sera contenida en un saber del relato, no semtco, que el semiotista intentara reencontrar progresivamente con la ayuda de sus propios medios, en vista de un fin que le rebasa. Los mejoramientos comprobados en el perfeccionamiento del modelo greimasiano no haran pues, ms que confirm ar su insuficiencia primera. Para dar cuenta de su objeto, lo que cada vez hace fielmente - -n o obstante sin conseguirlo- tendra que negarse a s mismo parcialmente, ya se confirmara el hecho de que es animado por una motivacin no especficamente semitica. Exigira as, su propia superacin y descubrira tambin una ausencia de verdadera autonoma.IV. La mencin, aunque rpida, de algunos de los anlisis de P. Ricoeur, suscita reflexiones de tres rdenes, simples indicaciones de investigaciones posibles.

    1 ) Los primeros son relativos a la evolucin, reconocida por la filosofa de la empresa semitica y a la significacin que se le puede atribuir. El hecho de que cierto camino ha sido recorrido, no autoriza considerar que el modelo semitco no haya alcanzado su estado final y acabado? El procedimiento puede parecer cmodo, pasar de la hiptesis a priori invcrificablc, reclamar una paciencia y una confianza

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  • que pareceran excesivas. Observamos que la misma semitica se define todava como una investigacin, una teora siempre en vas de construccin, que no est ms que en sus principios, no fijada a un esquema cannico. De esta manera, y sin poner en duda sus postulados fundamentales, est en su derecho, capaz de mejorar substancialmente sus instrumentos de anlisis y sus procedimientos de descubrimiento. Para motivar esta postura, sera preciso, en primer lugar, distinguir el sentido de ciertas investigaciones actuales de la semitica para mostrar en que, bajo el efecto de ciertas crticas externas o del hecho de su evolucin interna, perfecciona sus procedimientos de anlisis reuniendo tal vez as ciertas preocupaciones de P. Ricoeur. As el famoso cuadrado semitico, a cuya evocacin se limita uno, demasiado a menudo, cuando se requiere describir la contribucin greimasiana, es objeto de reflexin por parte de los semiotistas mismos. Al aadirle precisin y complejidad sobrepasa la acusacin de un binarismo obstinado, y se considera como instrumento de anlisis, til en cuanto que facilita la manera de escribir cmo se construye la significacin. As mismo el modelo Proppiano, en el cual se inspir A. J. Greimas, ha jugado un papel histrico innegable, pero podra ser considerado actualmente como uno entre otros y la semitica podra liberarse de l, sin contradecirse necesariamente. En las investigaciones semiticas actuales, el nfasis, en lo sucesivo, se pondr en el paso de las estructuras profundas a las estructuras de superficie, tambin en las de la figuratividad en las que se estudian y distinguen diferentes niveles (describiendo un nivel figurativo profundo ). De igual manera se habla de superficie y de profundidad en el nivel narrativo mismo donde, el paso entre los dos se realiza por conversin, mientras que el nivel discursivo propiamente dicho recurre a otro procedimiento, el de la convocacin a partir de la instancia de la enunciacin. La nocin de sujeto es tomada en cuenta por esta operacin de discursivizacin : si ciertos procedimientos de conversin ponen en evidencia instancias vacas, que por tanto hay que llenar, el pasaje entre los diferentes niveles es concebido en trminos de aumento y enriquecimiento. En cuanto a la nocin de referente, es introducida tambin en la reflexin semitica, aun si no se la concibe en trminos de causa sino de efectc. Se podra sealar tambin como muestra del trabajo actual, el desarrollo de nuevos campos de estudio, accin, pasin, manipulacin, construccin del sujeto y del objeto tico y as mismo esttico, tomando en cuenta objetos que aparentemente estn reservados a los investigadores ms pragmticos . Su simple enumeracin casi ni ha tenido sentido pero su evocacin indica, sin embargo, el espritu de apertura que caracteriza a la semitica. De

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  • este modo, la serie de reproches que se han hecho quiz sean de la hermenutica pueden perder su virulencia, tal como sucede con una parte de las observaciones criticas de Tiempo y Narracin, relativas al modo de escribir la Historia que han sido tomadas en cuenta por los historiadores mismos , y actualmente ya no deberan ser fuente de conflictos o de debates.

    2) El segundo gran tipo de crticas, ms especficamente epistemolgicas, inciden en el carcter compuesto, inductivo y deductivo, lgico-pragmtico del modelo. El que provenga de la actividad de bricolage, puede provocar una desaprobacin radical, a lo que rehsa P. Ricoeur: pero tambin simplemente puede incitar a lograr su propio perfeccionamiento o profundizacin. Una ciencia que empieza a formarse, puede evitar orgenes mixtos o impuros? Si toda ciencia se instituye en un gesto de ruptura en relacin a la no-ciencia que la precede necesariamente, esta operacin no est jams, por otra parte, verdaderamente acabada. El espritu cientfico, recordaba Bachelard, no cesa de formarse y de reformarse, de conquistar y de reconquistar su propia legitimidad o validez. La semitica se suscribe enteramente a esta exigencia. Con justicia, el prstamo de procesos que la hacen diferente de otras, podra leerse como un fenmeno pasajero. (Prstamo cuya existencia efectiva tendra que verificarse. El marco limitado de esta reflexin no lo permite). Quedara la prueba de que la semitica no sigue prisionera.

    Tal proposicin, evidentemente, no puede parecer creble, sino a condicin de recordar que el proyecto cientfico de la semitica es definido contra todo positivismo. Si bien propone un modelo de descripcin (por reconstruccin) de la realidad, no trata de hipostasiarla, sino que limita su carcter de legitimidad, segn el alcance de su opc- racionalidad y eficacia. En materia de estudio del lenguaje y del sentido, la semitica se quiere exigente y ser una escuela de rigor: punto de disputa teolgica, y cuntos falsos problemas se han planteado a propsito del cuadrado semitico, presentado como una especie de cuadrado mgico , tendra que encontrarse a toda costa, tal cual, cannico, performado en toda clase de texto! La formulacin adecuada no es del orden del eso es , sino de todo va bien o sucede como si . El valor del modelo y su significacin le viene de su carcter productivo de saber y no de su desvo de la para-filosofa exaltante o escandalosa. Este rechazo hacia todo positivismo y cientificismo permite, de esta manera, evocar un problema real, pero que hay que relativi-

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  • zar, justamente en funcin de su consideracin, el reduccionmo que le sera propio. Toda empresa cientfica puede ahorrarse este momento reduccionista ? No debe tratar as una o varias partes en lugar del todo del fenmeno en cuestin, para poder explicarlo objetiva y progresivamente? De esta manera, el privilegio aparente otorgado en el anlisis de la acrona, es cuestin de eleccin filosfica, ontolgica o ms simplemente, una decisin de tipo metodolgico? En consecuencia, si se sostiene una postura de tal naturaleza, no es legtimo verificar, a la vez, su superacin quiz inevitable desde el punto de vista del filsofo (lo real en s no es, ciertamente, alcanzarlo por tal procedim iento), sino igualmente su legitimidad. Desde este punto de vista, puede ser que desde ahora el dilogo hermenutico-semitico parezca perfectamente posible; por poco que se distingan claramente los dos dominios, lo que no prohbe al filsofo, y esta vez tampoco al semio- tista, no competente en la materia, intentar pensar su articulacin. Pero el establecimiento de esta compatibilidad es un punto significativo, puesto que no es efectiva para todas las clases de hermenuticas ni para todas las investigaciones de carcter cientfico.3) La tercera clase de observaciones abarcara las relaciones, segn palabras de P. Ricoeur, entre inteligencia narrativa y racionalidad na- rratolgica, tal como las ha definido.A) En primer lugar, es conveniente responder a las criticas al verificar el carcter efectivo de estos prstamos, analizando precisamente cada uno de los lugares donde intervienen, mostrando su aspecto pasajero y heurstico. Este anlisis sobrepasa las dimensiones de la reflexin presente.a) Pero por lo tanto, es legtimo cuestionarse sobre la naturaleza de otra competencia, anterior, manifestada en las huecos del modelo semitico. Se define positivamente, como inteligencia narrativa que surge de la prc-comprchcnsin de la pre-figuracin, situada en el nivel de Mimesis I y de las estructuras prc-narrativas de la experiencia.Esta comprehcnsin remite ms particularmente al anlisis de Tiempo y Narracdn,* de las relaciones entre Mimesis I y Mimesis II. Mimesis II, arte de la configuracin de la narracin, se articula en base a Mimesis I, que define a la vez sus condiciones de posibilidad y de finalidad. Todo nuestro arte de narrar se esfuerza, refinndose progresivamente, por dar cuenta de este mtodo que primero aprehendemos fuera de la misma narracin, es decir, en una comprehcnsin pre-

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  • narrativa. Al reconocer, de hecho, la existencia de esta pre-compre- hensin o constreimiento tcito del hacer, la semitica tomaria de ahi una parte de sus conceptos pero ocultara esta operacin, al negar la pertinencia de su descripcin y al afirmar su insuficiencia. Definir el estatuto y la extensin de esta inteligencia narrativa inicial es, pues, particularmente significativo para una evaluacin de la semitica, puesto que su autonoma y especificidad estn en juego. Esta inteligencia podra estar ubicada en lugares muy diversos, y en niveles de significacin diferentes. El propio P. Ricoeur seala en Tiempo y narracin que la enumeracin que el propone no es una proposicin y que las clases en un orden progresivo , son ms bien descritas que deducidas. Podra decirse someramente que parecen ser de orden cultural o estructural, ambos dominios pueden intei penetrarse. Tendran as una capacidad de identificar la accin por sus rasgas estructurales, una fenomenologa implcita del hacer, que nos permitira distinguir la accin general de un simple movimiento fsico. Tambin hay que tener en cuenta los recursos simblicos del campo prctico .

    La accin que est siempre simblicamente mediatizada", la referencia a la tradicin como determinante de nuestra capacidad de reconocer narraciones es igualmente esencial. La pregunta se plantea, en tal caso, del fundamento real de sus diversas competencias y de su estatuto en trminos de conocimiento. Cul es este saber inmanente, por decirlo as, del relato que ellas manifiestan? Cul es la naturaleza de la transformacin que se efecta a partir de estas presuposiciones iniciales que dan lugar a la narracin misma? Si sabemos qu es la narracin, ante todo conocimiento terico que podamos tener, ante toda racionalidad narratolgica, toda composicin de una historia verdadera surgira en efecto, de este campo pre-terico.

    b) El primer tipo de respuesta pasible, la referencia a la Tradicin, casi no ocasiona dificultades, incluso para un semiotista. Nuestra capacidad de identificar historias como el producirlas, tiene una herencia cultural; y esto parece indiscutible para la semitica que, contrariamente a lo que se cree, es menos una investigacin de la identidad, a todo precio, que aprehensin de diferencias, incluso las de naturaleza cultural. Falta que se discuta ah un nivel de superficie del cual pueda preguntarse si es, en ltima instancia, verdaderamente pertinente, mientras que otro tipo de fundamento es mencionado en Tiempo y narracin, que estara construido por una intelegibilidad prc-racional, cuyo origen es quizs ms difcil de definir.

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  • c) Habra as en la vida historias que exigen ser contadas, tanto a nivel individual como a nivel colectivo. Pero esta exigencia de la narracin est verdaderamente inscrita en la vida? No sera un efecto de la cultura? El ejemplo del psicoanlisis invocado por Ricoeur es significativo. La vida misma aspira a ser contada? Acaso no vivimos en una sociedad que nos empuja a contamos como si no pudiramos constituirnos verdaderamente mas que por la narracin que nos hacemos de nosotros mismos? A partir de ello, se aadira el primer tipo de respuestas de orden cultural y por lo tanto un nivel de superficie.O, entonces, se tendra que ver la falla de una estructura de la vida, una capacidad de catcgorizacin del mundo por nuestro espritu, que sera del orden del esquematismo kantiano, se estara tentado a decir que este tipo de respuesta se sita incontestablemente en el campo de una instancia filosfica, pero su verdad no proviene ya ms de la hiptesis que de la verificacin de hechos?B) La pregunta sobre la naturaleza de esta competencia podra constituir ya una relativizacin de las crticas dirigidas a la semitica, pero otro punto de anlisis puede ser evocado tambin. En efecto, la tesis sostenida por P. Ricoeur es que conviene afirm ar a la vez una continuidad entre Mimesis I y Mimesis II, pero tambin una discontinuidad, en la medida en que Mimesis II no es una simple imitacin, sino una transformacin de Mimesis I. Al anlisis narratolgico se le acusa de no tomar en cuenta este tipo de relaciones complejas contando con todos los recursos. Pero el corte epistemolgico que introduce est entre la vida y la narracin o entre la narracin y la descripcin de carcter cientfico que est elaborado o al menos propuesto por la semitica? Que nosotras contemos historias para imitar la vida, que tengamos disposicin para hacerlo, como dijo Aristteles, o por cualquier otro motivo, eso no perjudica al semiotista. El objeto consciente o inconsciente que perseguimos al realizar tal operacin, no encaja tampoco en su campo de estudio.

    Desde el punto de vista, Mimesis II encuentra su justificacin en Mimesis I, importa poco o no constituye un obstculo. Pero su proceso especfico consiste en la descripcin objetiva de Mimesis II.

    Tal precisin ocasiona una doble consecuencia:a) Querer hacer trabajo de ciencia, no se ajusta, aqu como en otra parte, a la creacin de un meta-lenguaje? Esto ltimo todava est en

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  • vas de constitucin de donde quiz proviene la impropiedad pasajera de ciertos trminos; pero, no se trata ah de un constreimiento inevitable de la semitica, que como para todo proceso objetivo, le impone romper necesariamente con una aproximacin que todava est inmersa a i su objeto? Aqu el trmino de imitacin parece no convenir. Si la narracin imita en cierta manera la vida, la descripcin de sta no es del orden de la imitacin sino de la construccin, de la traduccin a otro lenguaje. Cmo volver a preguntar sobre este saber pre-narrativo que sera el origen de las narraciones? Dos preguntas pueden plantearse aqu: Cules son los caracteres de este tipo de prc- conocimiento? Slo es un conocimiento? O una hiptesis filosfica, la interpretacin inevitable de una situacin anterior a la narracin, conjunto de respuestas que el ser humano forjara para dar sentido a su actividad narrativa fundado all su motivacin? Esto podra ser una tarea hermenutica eminente, necesaria a todo ser humano, pero en qu medida podra aspirar a alcanzar la objetividad? O bien se puede ver all un objeto virtual de conocimiento para la misma semitica? Esta podra ser considerada aqu como un rival o el complemento de otros procesos. Se puede ver all los indicios de ciertos temas recientes de los anlisis greimasianos o en la evocacin de una misma conjuncin an parcial entre semitica y pragmtica. As ia alternativa estara aqu entre el reconocimiento de una etapa cxistcncial que precede necesariamente a toda actividad de conocimiento objetivo, que surgira de una interpretacin significativa pero no cientfica, y la posibilidad de inscribir progresivamente los fragmentos de racionalidad en esc mundo pre-narrativo.5 Est claro que esta segunda hiptesis descansa sobre el postulado de la legitimidad, de la extensin de las experiencias textuales del universo fuera del texto, puesto que aqu se abandona el dominio de los actos en papel". En la primera hiptesis, la semitica reconocera la existencia de un mundo que permanecera extrao, pero esta limitacin, en la medida en que est claramente explicitada, no quebrantara en nada su legitimidad. Habra lugar as para otros procesos, puesto que la autonoma de esta semitica sera admitida. Autonoma que no impide de ninguna manera, que pase al estado semitico, desde otros enfoques que pueden inscribirse en la investigacin del sentido. Tanto inevitables como necesarias, no podran pretender, ni siquiera probablemente constituirse en ciencia, incluso no lo desearan. De esta manera, se constata aqu una distincin pero tambin una compatibilidad entre los diferentes tipos de investigacin.

    b) La segunda consecuencia se refiere a la llamada renuncia del sc-225

  • miotista a la aprehensin de la realidad misma. No estudia ms que un objeto narrado que ha sido dividido en la realidad, en cierto modo aislado y construido. Su recorrido generativo es del orden del simulacro, si bien no tiene la pretensin de decir cmo pasan las cosas en la realidad, ni siquiera propone un ejemplo de modelo de anlisis que permitira escribir historias. En consecuencia, si se sita a nivel de la aprehensin del sentido, esto es incontestablemente parcial, incluso si est objetivamente fundado. De esta m anera se podra descubrir la posible ausencia de una recuperacin a otro nivel y luego una apertura hacia la hermenutica. N ada lo prohbe, en todo caso, a condicin de que se tenga conciencia de emprender un proceso de otra naturaleza.

    V. El objeto de estas observaciones era verificar la compatibilidad de la hermenutica de P. Ricoeur y la semitica de A. J. Greimas. Al momento de concluir, la primera impresin es la de no haber tenido que introducir un estudio de las relaciones entre estos dos sistemas. A menudo se han deformado las posiciones o se han radicalizado las crticas y slo se elige no retener ms que ciertos elementos de confrontacin. Sin embargo, de aqu se puede sacar una leccin.

    Si la semitica se distingue de todo positivismo, no puede, con justicia, rechazar una investigacin hermenutica, puesto que no puede de hecho alcanzar lo real. Lo que denomina real no es sino un efecto de sentido producido en y por el texto. El mismo destino est reservado a la nocin de verdad que se reemplaza por la de veridiccin. Si se abandona este terreno, relativamente seguro para ella, deja de ser competente. Slo una investigacin semitica de tipo cientfica, cuya ambicin sera aprehender la realidad misma, podra hacer aqu la confrontacin imposible. Esta modestia terica, sin embargo, no deja de plantear problemas o recordar algunas observaciones:

    el rechazo de toda ontologia, evidentemente puede ser sancionado de distinta manera. Negativamente se podra leer la indicacin, de que toda aproximacin ontolgica sera considerada como mtica, ejercicio de pura subjetividad, y de hecho, tcitamente condenada. No es esta la posicin de A. J. Greimas, quien vera ah una afirmacin de tipo filosfica a la cual se niega. Tam bin se puede leer positivamente la indicacin necesaria de una recuperacin de la experiencia del anlisis semitico a un nivel interpretativo. Hay que reconocer que A. J. Greimas no llegara ms que a pronunciar la superacin inevitable de la semitica, al menos como semiotista;

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  • pero este paso de un nivel a otro, no est, con justicia, prohibido por poco que se sostenga que los instrumentos de anlisis y los procedimientos de descubrimiento, son en cada caso diferentes. A partir de esto, la hermenutica puede incorporarse aqu a esta racionalidad semitica.

    Si el salto de la semitica a la hermenutica es legtimo, es a condicin, no obstante, de que la hermenutica misma reconozca la necesidad de un trnsito por la semitica. He ah una de las grandes aportaciones del anlisis de P. Ricoeur, que admite el papel, eminentemente positivo, jugado por la semitica en la aprehensin del sentido. Por lo tanto, la tarea especfica del filsofo es pensar la articulacin de la ciencia y de los mundos que la preceden y suceden, pero en la cual el semiotista, en calidad de tal, no puede participar. De aqu la necesidad de delimitar bien las condiciones del dilogo. El establecimiento de estos lmites es el caso a la vez del filsofo y del semiotista. La prudencia del segundo, que conduce a rechazar toda afirmacin filosfica y ontolgica -sobre la cual insiste constantemente A. J. Grcimas , y por ello a reducir su objeto de estudio, no debe, por tanto, disimular que el filsofo, a su vez puede interrogarlo sobre su gesto fundador, por esencia reductor. Desde este punto de vista, est claro que la decisin de hacer trabajo de ciencia es ms bien de naturaleza filosfica. A nivel muy general, entonces es necesario ver en todo proceso objetivamente una mutilacin de la realidad en el sentido en que lo afirm an ciertos debates contemporneos? Esta no es la tesis de P. Ricoeur, con respecto a la de A. J. Grcimas, puesto que las ventajas de este conocimiento cientfico del sentido son reconocidas. El herme- ncuta est aqu ms comprometido que otros, pero falta que postule un lugar necesario entre metodologa y ontologia, incluso si esta ontologia no reconstruye jams la tierra prometida, al reconocer en la ciencia una vista parcial de la realidad, que se podra calificar de parcial, en el caso de que sta se considerara totalizante y positivista. La divergencia es aqu total entre el hermencuta que afirma la necesidad de este lugar metodolgico-ontolgico, y el semiotista que niega todo categricamente. Se podra aqu reunir la oposicin que encuentra P. Ricoeur en la obra de G adam er: Verdad y mtodo, que quiere superar, incluso si est evidementemente bien fundada en formas muy diferentes. El cambio mencionado por Gadam er se encuentra entre la prctica de la actitud metodolgica, que ocasionan la prdida de la densidad ontolgica de la realidad estudiada y la actitud de verdad que se inclina hacia el reconocimiento de la objetividad de la ciencia.

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  • Ricoeur proclama su voluntad de superar esta antinomia. Mientras que Greimas se abstiene de manera precisa y a la vez modesta. Precisa en la medida en que persiste en la actitud metodolgica, pero modesta y en consecuencia no apremiante para quien quisiera continuarla, ya que nada lo prohbe, debido a su no positivismo, intentar despus reencontrar la real a partir de la investigacin del horizonte que le compete. Buen nmero de ilusiones c ingenuidades, sin embargo, ya han sido disipadas.

    Un recorrido finaliza. Se trata muy a menudo, debido en parte a la amplitud del sujeto, de indicaciones de investigacin. Por tanto, se impone una enseanza elemental. Sera un perjuicio, incluso en los tiempos actuales, que la leccin de la investigacin greimasiana sea rechazada, junto con todos los excesos de la corriente estructuralista. P. Ricoeur nos invita, sin hacer concesiones, a no ser cmplices de una posible tentacin de liquidacin. Si el sentido y su bsqueda son los que nos hacen pensar y vivir, su aprehensin, en toda su amplitud y su verdad exige rigor, ms rigor y siempre rigor.

    Trs. Alicia Soto Palomino,Hilario Macario de la Cruz

    (Seminario de Semitica U. V.)

    NOTAS* A. J. Greimas. Du Sens I. Essais Semiotiques. Ed. Du Seuil, Par, 1970. (H ay traduccin al espaol, En torno al sentido, en Edit. Fragua, M adrid, 1985. Nota

  • BIBLIOGRAFIATextos de P. Ricoeur consagrados al anlisis de la obra de

    A. J. Greimas, esencialmente:Le recit de Fiction en Narfatwitc, Centre de Phnomenologque de C.

    N. R. S., Paris, 1980. pp. 25-45.Temps et Recit T. I, Ed. Du Seuil, Paris, 1983, pp. 85-129.Temps et Recit T. II, Ed. Du Seuil, Paris, 1984, pp. 49-91.La Grammaire Narrative de Greimas en Documents de recherches du

    Groupe de Recherches smio-linguistique de lInstitut de la Langue Francaise, EHESS-CNRS, Paris, 1980, pp. 15 (N. de T. Hay traduccin al espaol en Semiosis Nm. 12-13, CILL, U. V. Xalapa, Ver., pp. 7-42).

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