62 Casino de Madrid

Suena raro, pero es así. Con estetítulo, tan llamativo, y con imá-genes que lo ilustran, el perió-d i c o d a c u e n t a d e l a g r a n

afluencia, tanto de las convocantes, -unas 20.000 defensoras del voto feme-nino, Vote for Women-, como de losasistentes a la “manifestación mons-truo”, que congregó a más de medio mi-llón de personas. La manifestación secelebró, con un día estupendo, de unmodo impecable, dirigiéndose hastaHyde Park, en donde estaban situadaslas tribunas. El problema de ordensurgió cuando las oradoras iniciaron susdiscursos para pedir al gobierno queconcediera “sin más dilaciones” el votoelectoral a las mujeres. “Desgraciada-mente”, dice la información, “el ordenadmirable que había reinado hasta ese

momento, se turbó porla intransigencia de nu-merosos grupos decontramanifestantesque armaron un verda-dero escándalo, dandopruebas de una intole-rancia indigna de unpueblo tan culto y tanverdaderamente liberalcomo el pueblo inglés”.

La intransigencia esreprobable en cual-

quier caso; y los extre-mismos son cada vezmás injustificables. Que la mujer tienelos mismos derechos humanos, socialesy políticos que el hombre es algo quenadie puede discutir. Pero a la inversa,tampoco. Y los méritos, las capacidades

y las aptitudes de una y otro son losúnicos que deben contar a la hora deelegir.

Miguel F.

Efectivamente. Fue en la sesióndel 13 de junio del año 1908cuando el señor Moret intro-dujo la innovación de que los

oradores del Congreso pronunciaransus discursos desde la tribuna de los Se-cretarios. La iniciativa, por cierto, fuemuy bien acogida y ese momento re-

producido fielmente justo desde que elilustre jefe del partido liberal, ocupa latribuna para dar ejemplo: “Preside la se-sión el señor Aparicio, primer vicepre-sidente del Congreso. A su derechaestán los diputados “Azorín” y don Na-talio Rivas y en su mesita adjunta elMayor del Congreso, don Antonio Ga-moneda. A la cabecera del banco minis-terial se halla el señor Maura. A su con-tinuación, el señor La Cierva. El bancosuperior está ocupado por los siete in-dividuos que forman la Comisión delproyecto de Administración Local.Todos los políticos están conformes enreconocer que es una de las comisionesmás lúcidas y brillantes que se registranen nuestra historia parlamentaria”.

El Parlamento es el lugar, por anto-nomasia, donde los políticos deben

hablar. Y hablar con respeto y con-vencer con razones, no sólo con lafuerza de la mayoría numérica. En elCongreso se consagraron grandes ora-dores políticos que expusieron con bri-llantez sus programas; pero ¿cuántos di-putados pasaron años y años en suescaño sin que se llegase a oír su vozuna sola vez?

N. de R.

Manifestaciones monstruo de las sufragistas en Londres

CM NUESTRA HISTORIA

Se usa por primera vez latribuna en el Congreso

H A C E C I E N A Ñ O S

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