Trabajo de fin de Grado de Ingeniería Geológica.
Estudio por computación de ambientes que generan dispersión de la señal de GPR
Joana Solà Ballester - 2017
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Treball realitzat per:
Joana Solà Ballester
Dirigit per:
Dra. Vega Pérez-Gracia
Grau en:
Enginyeria Geològica
Barcelona, 16 de Juny de 2016
Departament de Resistència de Materials i Estructures
a l’Enginyeria
TR
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L D
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Estudio por computación de
ambientes que generan dispersión
de la señal de GPR
Trabajo de fin de Grado de Ingeniería Geológica.
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ÍNDICE
1. Estado del arte.
a. GPR aplicado a detección de rieras y geología superficial.
b. GPR en ciudades.
c. GPR para detección de agua.
d. Conductivímetro en geología somera para detectar agua.
e. Dispersión señal GPR (scattering).
f. Antecedentes del estudio.
2. Marco de estudio y objetivos.
3. Teoría.
a. GPR (Ground Penetrating Radar).
b. Conductivímetro.
c. HVSR (Horizontal-to-Vertical Spectral Ratio).
4. Equipos: GPR y sismógrafo.
5. Contexto geográfico y geológico.
6. Estudios de campo.
a. Estudio inicial Parque Cervantes.
b. Segundo estudio Parque Cervantes.
c. Estudios adicionales.
7. Resultados.
a. Estudio inicial Parque Cervantes
b. Segundo estudio Parque Cervantes
c. Estudios adicionales
8. Conclusiones.
9. Bibliografía
ANEXO: DATOS DE CAMPO.
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1. ESTADO DEL ARTE.
El georradar o GPR (siglas de Ground Penetrating Radar) es un método de prospección
relativamente moderno. La primera patente en referencia al radar se remonta al año 1904, y
fue obtenida por Christian Hülsmeyer. En 1910, Leimbach y Levi usaron por primera vez esta
tecnología para la localización de objetos enterrados (Kozlovsky et al. 1989). Se trataba de
una primera versión de la tecnología, consistente en un sistema de antenas en superficie que
trabajaban con una señal de onda continua.
Unos años más tarde, en 1926, Hülsenbeck patentó un sistema de radar basado en la emisión
de las ondas electromagnéticas en breves intervalos de tiempo (pulsos), en contraposición a
una señal de onda continua. Este cambio supuso una mejora significativa de la resolución en
profundidad.
En 1929, W. Stern realizó el primer sondeo con GPR de la historia: la finalidad era
determinar la profundidad de un glaciar utilizando el sistema inventado por Hülsenbeck;
dicho sistema sigue siendo usado hoy en día.
A partir de entonces, no se le dio mucho uso al radar hasta el inicio de la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945). Con la intención de desarrollar las posibles aplicaciones militares del
georradar, el ejército británico realizó diversas operaciones y estudios durante dicho período.
Las décadas posteriores a la guerra se realizaron unos importantes estudios pioneros relativos
a la detección de agua (El Said, 1953) y hielo (Waite y Schmidt, 1961, Walford, 1964) con
georradar. Durante los años sesenta aumentó considerablemente el uso del GPR en estudios
de glaciología, y en los siguientes diez años los usos y aplicaciones de la tecnología GPR
fueron aumentando: detección de carbón, sal, etc.
Durante los años setenta, los esfuerzos se dirigieron a mejorar la calidad de las imágenes
obtenidas. Fue especialmente relevante la influencia del programa Apollo, que hizo patente la
necesidad de una mejora en la resolución obtenida y de la emisión-recepción de la señal. Fue
también entonces (1970) cuando se fundó la Geophysical Survey Systems para cubrir la
reciente necesidad del GPR. En 1974 se pusieron a la venta los primeros instrumentos de la
GSSI y durante los años ochenta nacieron otras compañías que actuaron como competencia
en el mismo sector desarrollando y manufacturando radares, la llamada PulseEkko.
Además, durante este período se produjeron otros avances notables relativos al georradar:
Aplicaciones como la prospección de carreteras (Ulriksen, 1982) o la localización de túneles
con fines militares (Owen, 1980), o una nueva técnica de GPR en pozos de la Swedish
Geological Survey para tomar datos sobre residuos nucleares (Olsson et al., 1987), mejorando
la adquisición de datos de la época.
Fue a partir de los noventa cuando el GPR avanzó más rápido, siendo entonces cuando se
desarrollaron las primeras aplicaciones del método en el ámbito de la ingeniería civil y otros,
como por ejemplo la arqueología (Goodman, 1994) y ciencias ambientales (Bergmann et al.
1998) o incluso ciencia forense (Daniels, 1996).
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a. GPR aplicado a detección de rieras y geología superficial.
El uso del GPR (y conductivímetro) para estudios estratigráficos y localización de objetos
enterrados fue usado desde antes de los años noventa, pero se desconocía hasta qué punto éste
era útil o cuáles eran sus limitaciones. En 1993, Dominic realizó un estudio prospectando una
zona sobre la que se tenían datos geofísicos previos con tal de probar los resultados del GPR,
relativos a la resolución en profundidad y la identificación de estratos. Se determinó que el
georradar es especialmente efectivo a la hora de detectar los puntos de frontera entre zonas
saturadas y no saturadas, y de suelos consolidados y no consolidados, además de cómo el
contenido en arcilla determina la profundidad a la que penetra la señal del radar (Dominic et
al., 1995).
La conductividad hidráulica de acuíferos y flujos de agua subterránea depende de la litología
del terreno y de su estructura estratigráfica. Debido a la gran variación de granulometrías,
materiales y potencias de los estratos que normalmente conforman los depósitos hidrológicos
suele ser difícil hacer un estudio de los parámetros hidráulicos de éstos. Para ello, se usan
métodos de prospección unidimensionales (piezómetros, catas, etc.), dando éstos información
directa para calcular los parámetros hidrológicos, juntamente con métodos que cubren más
extensión (GPR, conductímetros y sismógrafos) pero que sólo proporcionan información
indirecta que se puede relacionar de forma cualitativa (y a veces cuantitativa) con dichos
parámetros (Heigold et al. 1979; Kosinski and Kelly 1981; Urish 1981; Ponzini et al. 1984;
Frohlich et al. 1996).
Los estudios geofísicos (GPR y conductímetro) pueden ofrecer datos adicionales para la
elaboración de modelos de agua subterránea y transporte de productos contaminantes, y han
sido utilizados recientemente en la caracterización de flujo hidráulico subterráneo a pesar de
que el procesado de datos y la interpretación de los resultados no sean de precisión absoluta.
Para obtener más fiabilidad, Bowlin en 2005 hizo un estudio de una gran superficie para
estudiar la relación existente entre las características del flujo subsuperficial existente y los
atributos geofísicos de un acuífero fluvial. Para ello, elaboraron una red bidimensional de
prospecciones con GPR y conductivímetro para recabar datos y elaborar así un modelo
geológico que les permitió ver la estructura interna del acuífero, detectando entre otras cosas
la presencia de un paleocanal y algunas de sus características como a qué profundidad se
hallaba, qué materiales lo conformaban, y su relación con el flujo de agua actual (Bowlin et
al. 2005).
Así pues, en los años recientes el georradar se ha utilizado a menudo para la obtención de
datos hidrológicos en el caso de acuíferos o paleocanales, siendo éstos usados en adición a
datos obtenidos por métodos tradicionales (sondeos, piezómetros, ensayos de bombeo, etc.).
La ventaja que presenta el GPR frente a éstos últimos es que ofrece datos en un área de
terreno (en lugar de en un punto), y que se trata de un método rápido y poco costoso.
Entre los múltiples usos dados relacionados con la detección de rieras y estructuras
geológicas, podemos destacar la obtención de imágenes de un acuífero durante la ejecución
de un ensayo de bombeo (Endres et al., 2000); la ubicación y caracterización de antiguos
vertederos de residuos (Orlando et al, 2001);
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b. GPR en ciudades.
En el caso de ciudades con una densidad de población elevada (como es el caso de
Barcelona), las prospecciones en general se hacen más complicadas y caras debido a la
presencia de terreno edificado y/o asfaltado, circulación de vehículos y gente, etc., lo cual
convierte al GPR en un método muy adecuado para la investigación del subsuelo en zonas
pobladas. Las ventajas de las que dispone el GPR frente a otros métodos de prospección (es
un método no destructivo, es rápido y fácil de usar, etc.) se magnifican en el caso de las
ciudades, donde por ejemplo el hecho de poder prospectar el suelo sin comportar una
excavación o levantamiento del pavimento es un requisito.
Es importante usar la información obtenida con GPR como adicional o complementaria de
los datos que se hayan obtenido mediante sondeos previos, aunque éstos sean menos de los
que resultarían óptimos debido a las condiciones limitantes de una gran ciudad.
Generalmente, es interesante tener datos sísmicos para realzar así la información obtenida
con GPR.
Algunos ejemplos de aplicaciones del GPR en ciudades son: Uso como sistema de
monitorización de vertederos en Inglaterra para detectar fugas y fisuras en la pared
impermeabilizante del vertedero y así evitar los costes y molestias causadas por la ejecución
de sondeos (Splajt et al., 2003); El estudio diagnóstico de grietas en el pavimento para su
mantenimiento y reparación de carreteras en Polonia (Krysinski et al., 2013); La
identificación de paleocanales mediante el análisis de la ratio señal/ruido (Signal to Noise
Ratio, SNR) para elaborar un mapa de microzonaciones sísmicas de Barcelona (Santos-
Assunçao et al., 2015).
c. GPR para detección de agua.
Los primeros usos de ondas de radio para detectar agua subterránea se dieron en los años
cincuenta (El Said, 1953), aunque fue a partir de la década de los setenta cuando se dieron los
primeros usos del georradar en el ámbito de la hidrogeología propiamente dicha.
A partir de los ochenta, se produjeron avances significativos en el uso de métodos
electromagnéticos en el ámbito de la obtención de datos sobre el contenido de agua, lo cual
permitió que muchos procesos que sólo podían medirse de forma cualitativa pudieran
finalmente cuantificarse. En cuanto se determinó cómo el agua afecta a la señal del radar, el
GPR se reveló como una importante herramienta para detectar la presencia de agua
subterránea. El agua, especialmente la salada, atenúa la señal de una forma muy
característica, y por tanto esta atenuación puede utilizarse para delimitar zonas donde el agua
se encuentre encerrada en el subsuelo, habitualmente en barreras de materiales finos (Van
Overmeeren, 1998).
En la década de los ochenta, los únicos métodos electromagnéticos considerados aplicables a
la medida del contenido de agua eran la reflectometría y termogravimetría (Gardner, 1986),
pero en 2002, se incluyeron cinco nuevas técnicas para el análisis de suelos, entre ellas el
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GPR (Topp et al., 2002), aunque el propio autor reconocía que la tecnología no era lo
suficientemente avanzada todavía como para obtener resultados fiables en el campo de la
hidrología en 2003.
En cuanto se tuvo claro que la propagación de la señal GPR está ligada al contenido de agua
del terreno prospectado, surgieron nuevos usos de éste: desde determinar la estructura
geológica del subsuelo hasta las propiedades del material que lo conforma, pasando por
detectar las distintas propiedades estratigráficas del terreno.
A partir de entonces, se aumentó considerablemente su uso en estudios hidrogeológicos hasta
nuestros días, siendo una herramienta ampliamente usada en el campo de la geología en
general y de la hidrología en general.
Los usos del GPR en detección de agua han sido incontables, desde la cuantificación del
contenido de agua en un determinado suelo (Grote et al., 2003, Lunt et al., 2005), la salinidad
de dicha agua (Hagrey et al., 2000), hasta la caracterización del flujo del agua durante la
irrigación del terreno en zonas agrícolas (Galagedara et al., 2005), entre muchos otros.
d. Conductivímetro en geología somera para detectar agua.
Desde siempre, la utilización de métodos eléctricos (como el conductímetro) en conjunción a
la del georradar ha sido muy habitual, puesto que las propiedades electromagnéticas del suelo
determinan en gran medida el comportamiento de las ondas del radar. Así pues, el
conductivímetro ha tenido múltiples aplicaciones: estudios de ecología, agricultura,
arqueología, y finalmente en geología y más concretamente la hidrogeología.
En 1985, se desarrolló un modelo dieléctrico semiempírico para suelos, cubriendo el rango de
frecuencias entre 1,4 y 18 GHz. Éste modelo relacionaba las expresiones de las partes real e
imaginaria de la constante dieléctrica de un medio sólido con la constante dieléctrica del agua
(a una temperatura y frecuencia determinadas) según la textura, densidad y volumen de
humedad del suelo. Este modelo era válido también para el rango de 0,3-1,3 GHz, pero no
funcionaba para casos donde la humedad fuera alta, por lo que se mejoró en 1995 para tener
un modelo válido en todo tipo de suelos y humedades (Peplinski et al., 1995).
Aprovechando la gran diferencia de magnitud entre la conductividad del agua respecto a la
del suelo, el conductivímetro se ha probado especialmente eficaz para estudios hidrológicos:
la detección y estudio de acuíferos, o incluso el análisis de concentración y distribución de
contaminantes como, por ejemplo, en el estudio de la presencia de residuos de una refinería
de petróleo en Romania utilizando las anomalías geoeléctricas del suelo (Chitea et al., 2009).
Otras aplicaciones relacionadas con la geología son la identificación de las estructuras
geológicas que conforman el terreno: En 2010, se hizo un estudio para determinar de entre
diversos métodos geofísicos cuál era el más adecuado para la identificación de cuevas
creadas a partir de karstificación en la cueva de Horshoe Chimney, Texas, concluyendo que
los métodos eléctricos eran unos de los más eficaces (Brown et al., 2011).
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e. Dispersión señal GPR (scattering).
El fenómeno de dispersión de las señales (o scattering) aparece cuando en el medio existen
elementos cuya superficie efectiva tiene un tamaño similar a la longitud de onda de la señal
que se propaga e incide sobre ellos (figura 1). En estos casos se produce una reflexión de
parte de la energía en cada una de estas superficies, de manera que la dirección de la energía
reflejada resulta ser aleatoria, en función de cada una de estas superficies efectivas. De este
modo se introduce un ruido en los registros, procedente de la energía que se refleja
parcialmente.
Figura 1. Esquema que muestra la reflexión “limpia” (arriba) en contraposición con la dispersión por scattering
(fuente: Santos-Assunçao, 2015).
Cuando se emplea el georradar y se obtiene un radargrama, en él podemos hallar dos tipos de
información: las ondas reflejadas/refractadas “limpiamente”, y unas señales no deseadas, el
llamado ruido. El fenómeno de dispersión se observa en los registros de GPR como un
aumento del ruido aleatorio que queda registrado en cada A-scan o traza, siendo parte del
ruido superpuesto a la señal producida por reflexiones. Según el origen del ruido, hay tres
tipos:
- Jitter: Se trata de una desviación de la señal de reloj, se caracteriza por un desfase
periódico de la señal. Se soluciona mediante stacking (la superposición de señales
paralelas).
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- Clutter: Reflexiones indeseadas, tanto externas al suelo (la señal se refleja con un
elemento que se halla por encima del instrumento) como internas (la señal se refleja
en clastos o interfases no previstas). Es la limitación más importante en GPR. Un tipo
de clutter es el llamado scattering o dispersión, que resulta de interés en nuestro caso
concreto pues lo utilizamos como indicador de que hay cierto tipo de sedimentos
asociados a zonas de riera.
El flujo de agua de las rieras comporta un transporte y acumulación de sedimentos en
forma de cuencas sedimentarias, de forma parecida a como los ríos forman cuencas
aluviales, pero a pequeña escala. Al reflejarse las ondas del GPR en los clastos duros
y de pequeño tamaño que se acumulan en la cuenca, se produce el llamado efecto
niebla: producen reflexiones indeseadas en todas direcciones, lo cual se ve como un
ruido en el radargrama (scattering).
- Ruido electrónico: Producido por ondas irrelevantes del propio instrumental, se
soluciona con stacking y filtros pasa banda.
Cuando una onda electromagnética emitida por el georradar pasa por un tipo de suelo
determinado, se produce una reducción significativa de la amplitud de la señal. Este
fenómeno se llama atenuación, y ocurre especialmente en frecuencias altas y en suelos más
conductivos. En el radargrama, esta atenuación se ve como un emborronamiento de la
imagen, que se intensifica a medida que aumenta la profundidad. La atenuación aumenta de
manera aproximadamente lineal con la frecuencia de las ondas que la sufren (Irving y Knight,
2003). Debido a la atenuación, la forma de las reflexiones recibidas posteriormente se
muestra más ancha que las recibidas en primer lugar, lo cual nos da una alteración no deseada
de la imagen llamada dispersión de onda (wavelet dispersion).
Normalmente, interesa procesar los radargramas para eliminar la dispersión y mejorar la
resolución y detalle para el posterior análisis de los datos.
A pesar de que la atenuación y dispersión de la señal GPR pueda parecer un inconveniente,
estudios recientes han utilizado dichas características como una herramienta más para
diversos fines: el scattering de una prospección resultó ser indicador de la presencia de
cambios laterales de facies y de diferencias de densidad y contenido de agua en un estudio
geológico en Bishop Tuff, California (Grimm et al., 2006); Se demostró que la atenuación de
la señal GPR es un buen parámetro para caracterizar la distribución y saturación de
contaminantes líquidos no acuosos (LNAPL) en un suelo contaminado por éstos (N. J.
Cassidy, 2007); La diferencia de amplitud en el scattering se probó válida para la distinción
entre zonas limpias y contaminadas en el balasto de unas vías de tren (Al Qadi et al., 2008).
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f. Antecedentes del estudio.
La realización de un mapa de rieras de la zona de Barcelona es un proyecto que lleva
haciéndose desde hace siglos (la primera cartografía de la que disponemos está fechada del
año 1492). Desde entonces, se han realizado múltiples intentos, siendo el más reciente el año
2000. Por supuesto, la antigüedad de las primeras cartografías las hace poco precisas, pero
son un buen punto de partida para determinar las zonas de interés donde podrían hallarse las
zonas de riera.
Tanto en este proyecto como en sus antecesores, se ha aplicado la tecnología actual,
incluyendo el GPR, el conductivímetro y otros, a la identificación y ubicación de antiguas
zonas de riera, hoy en día movidas o invisibilizadas debido a la acción antrópica y/o climática
y estacional, en los puntos de interés determinados a partir de la cartografía antigua (figura
2).
Figura 2. Mapa de la ciudad de Barcelona al que se le han superpuesto todas las cartografías previas de zonas de
riera, desde 1492 hasta 2000.
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Numerosos torrentes de agua y paleocanales cruzan la ciudad de Barcelona, hecho que le ha
proporcionado una geología llena de microzonificaciones y cambios laterales de facies. Estos
cambios continuados producen un efecto considerable en las propiedades del suelo, por lo
que se realizó un estudio en 2012 para comprobar cuan representativa era la elección de
puntos en estudios previos y si la había mucha desviación en los mapeados realizados a partir
de dichos puntos. Para ello se utilizaron datos sísmicos, y prospecciones con GPR en tres
puntos separados de la ciudad, con la intención de detectar zonas de riera, caracterizadas por
scattering a causa de la granulometría heterogénea que suelen presentar estas zonas (Salinas
et al., 2012).
Los sondeos hechos en Barcelona dieron a conocer la existencia de diferentes granulometrías
correspondientes a diferentes geoestructuras en el terreno. Con numerosos perfiles cubriendo
más de 20km, se demostró que la relación entre longitud de onda de la señal y tamaño del
grano del suelo aumentaba el ruido de la señal y, por tanto, el análisis de dicho ruido podía
proporcionar información para determinar la existencia de cambios en la geología. Mediante
diferentes pruebas, medidas, simulaciones y modelos se comprobó esta hipótesis, y se
determinó que el análisis del ruido del GPR era un método válido para la detección de
paleocanales y rieras, pues se demostró la correlación existente entre éstas y la gran cantidad
de scattering (Santos-Assunçao et al., 2014).
En 2015, se hizo un análisis del ruido de los radargramas con la intención de determinar los
cambios en las características del suelo. Para ello se tomaron dos perfiles con GPR, cruzando
la ciudad de Barcelona para demostrar cómo las diferencias significativas entre la amplitud
del ruido permiten clasificar zonas según el ruido producido, asociado al backscattering
generado a causa de ciertas características del suelo típicas de zonas de riera o paleocanales
(Santos-Assunçao et al., 2015). Actualmente, la investigación se está centrando en la
elaboración de una cartografía más precisa de las rieras de Barcelona, siendo éste el siguiente
objetivo para el conocimiento del subsuelo de nuestra ciudad.
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2. MARCO DE ESTUDIO Y OBJETIVOS.
Las zonas de costa han presentado siempre problemas para la prospección mediante GPR: por
un lado, suelen ser zonas con una alta densidad de población y por tanto altamente
urbanizadas, lo cual dificulta cualquier campaña de prospección. Al encontrarse cerca del
mar, la salinidad de éste afecta a ciertos parámetros del terreno, haciéndolos variables e
incluso estacionales. La presencia de sal, debido a su alta conductividad, comporta una
pérdida de señal del radar, y se pueden encontrar elementos subterráneos, tanto naturales
como antrópicos, que causan diversas problemáticas.
Así pues, no cabe duda que la localización de zonas de riera en un área de costa y además
urbana como es la ciudad de Barcelona siempre ha sido una tarea complicada. Aparte de las
dificultades que presenta una zona de costa, las rieras, por su inherente carácter estacional y
semipermanente, eran difíciles de situar de forma exacta en un mapa.
Desde hace siglos, se trató de realizar una cartografía de dichas rieras utilizando las técnicas
de la época, mas como era de esperar sus resultados son de exactitud dudosa; No sólo por lo
poco precisas que puedan ser cartografías tan antiguas como del siglo XV, sino que también
cabe esperar que las rieras hayan cambiado su situación debido a diversos factores: cambios
estacionales, climáticos, de las características del terreno a causa de la urbanización de la
ciudad, etc.
Por ello, este trabajo se centra en la utilización de la prospección geofísica, concretamente el
GPR y el conductímetro, para ubicar exactamente las zonas por donde circulaban
antiguamente las rieras en el mapa actual, y comparar los resultados con las antiguas
cartografías.
Considerando este trabajo la continuación de las tesis y trabajos finales de ciclo anteriores
basados en este tema (Santos-Assunçao, Munuera, Salinas, etc), la elaboración de este trabajo
se ha basado en los radargramas obtenidos en trabajos previos (el llamado estudio inicial)
más la información que se ha tomado específicamente para el desarrollo de este proyecto,
tanto datos GPR como datos de conductividad (si es posible), y se les ha sometido a diversos
procesados con software especializado para determinar si dichos parámetros presentan
correlación alguna y si explican algunos de esos posibles cambios (estacionales, urbanísticos,
etc.).
Para ello, vamos a usar una metodología relativamente reciente, basada en el análisis del
ruido (interferencias) de las señales GPR, tradicionalmente considerado “inútil” o
“problemático”, pero definitivamente de utilidad en nuestro caso al ser característico de los
paleocanales.
Así, los objetivos a cumplir e hipótesis que pretendemos comprobar con este proyecto son las
siguientes:
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- Analizar los datos GPR ya existentes, tomados en estudios previos por Santos-
Assunçao en 2015, y seleccionar así las zonas de interés que se estudiarán en nuestro
proyecto.
- Tomar datos con GPR y conductivímetro (si es posible), analizar estos datos
obtenidos y compararlos con los datos de 2015.
- Determinar si existe algún parámetro o parámetros que permitan observar cambios
estacionales.
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3. MÉTODO: TEORÍA GPR Y CONDUCTIVÍMETRO.
a. Teoría GPR (Ground Penetrating Radar).
El georradar o GPR (de las siglas en inglés Ground Penetrating Radar) es un método de
prospección geofísica no destructivo basado en la transmisión de ondas electromagnéticas de
alta frecuencia a través de un material para obtener un perfil del interior de dicho material en
base a las ondas reflejadas por los objetos que allí se hallan. Se puede utilizar para prospectar
diversos materiales: desde suelos y rocas, pasando por hormigón hasta agua y hielo.
Su funcionamiento consiste, básicamente, en la emisión de ondas electromagnéticas de alta
frecuencia a través de un medio a prospectar (en el caso que nos ocupa el suelo). Las ondas
viajan a través del medio y tras encontrarse con un objeto enterrado, se reflejan, refractan o
dispersan dependiendo de la naturaleza de dicho objeto, siendo recibidas las reflexiones por
un sensor en la superficie. Éste calcula el tiempo transcurrido entre la emisión y la recepción
para obtener la velocidad de propagación de la onda (v), y procesa los dados obtenidos
tratándolos informáticamente para obtener una imagen del subsuelo, llamada radargrama. La
interpretación de los radargramas debe hacerse a mano, y dicho análisis depende en gran
medida de la experiencia y habilidad de aquel que realiza la interpretación.
El georradar detecta la forma, tamaño o extensión y la profundidad a la que se halla un objeto
enterrado en el subsuelo, por lo que es ampliamente utilizado en diversos sectores, entre ellos
la geología y la ingeniería civil, aunque también tiene aplicaciones en el campo de la
arqueología, estudios ambientales, ciencia forense, etc. Una de sus ventajas es, como ya se ha
mencionado, que es un método de prospección no destructivo, cosa muy valiosa en esas
disciplinas, pero además se trata de un método rápido, fácil de utilizar y de coste
relativamente bajo.
Con GPR podemos detectar objetos enterrados (cañerías, objetos de interés arqueológico,
etc.) o bien definir la estructura del subsuelo (estratos, granulometrías, estructuras geológicas,
etc.) ya que las ondas electromagnéticas emitidas viajan a diferente velocidad a través de
éstos.
La velocidad de propagación de las ondas en un medio (v) depende de las propiedades
electromagnéticas de dicho medio:
- Permitividad eléctrica relativa (εr).
- Permitividad magnética relativa (µr).
- Factor de pérdida (P), que se relaciona directamente con la conductividad eléctrica
(σ), la frecuencia (f) y la permitividad eléctrica total (ε) según la fórmula 1. La
permitividad eléctrica se obtiene multiplicando la relativa por la permitividad eléctrica
de dicho material en el vacío (ε0).
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Material ε σ (mS/m) v (m/ns) P (dB/m)
Aire 1 0 0.3 0
Agua pura 80 0.01 0.033 0.002
Agua dulce 80 0.5 0.033 0.1
Agua salada 80 3000 0.01 1000
Arena seca 3-5 0.01 0.11 0.01
Arena saturada 20-30 0.1-10 0.06 0.03-0.3
Caliza 4-8 0.5-2 0.12 0.4-1
Esquisto 5-15 1-100 0.09 1-100
Limo 5-30 1-100 0.07 1-100
Arcilla 5-40 2-1000 0.06 1-300
Granito 4-6 0.01-1 0.13 0.01-1
Sal 5-6 0.01-1 0.13 0.01-1
Hielo 3-4 0.01 0.16 0.01 Tabla 1. Valores de permitividad eléctrica total, conductividad eléctrica, velocidad de propagación y factor de
pérdida en diferentes materiales (Conyers y Goodman, 1997).
Las señales emitidas por el GPR traviesan materiales de grano grueso (gravas, gravilla) sin
ninguna interferencia, por lo que son el mejor material posible. Los materiales de grano fino
(arcillas, limos) o el agua, especialmente salada, producen una atenuación de la señal muy
característica. Estas variaciones se deben a la diferencia entre las propiedades
electromagnéticas del objeto respecto a las del medio en el que se halla enterrado.
(1)
La permitividad eléctrica total (ε) es el parámetro que definimos como la capacidad de
permitir el paso de las ondas electromagnéticas y depende de las características del material
(densidad, porosidad, etc.). Es por ello que el GPR puede usarse para distinguir distintos
materiales que conforman el subsuelo.
Para que el GPR funcione de forma óptima, es importante que el factor de pérdida (P) sea
mínimo. Cuanto mayor sea la diferencia entre permitividades de dos medios distintos, mayor
será el coeficiente de reflexión y mejor será la resolución.
El coeficiente de reflexión es el parámetro que nos indica cómo se comportará la onda
cuando se encuentre con un objeto. Se trata de una relación entre las permitividades eléctricas
de los dos materiales (fórmula 2).
(2)
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Interfases Coeficiente de reflexión (R)
Agua-Aire -1
Agua-Arcilla 0.05 - 0.1
Agua-Arcilla/Limo 0.1 - 0.2
Agua-Arena 0.3 - 0.4
Agua-Caliza 0.5
Arcilla-Arcilla/Limo 0.1
Arcilla-Arena 0.1
Arena-Caliza 0.2
Arcilla-Caliza 0.3
Arena-Granito 0.4
Tabla 2. Intervalos de valores típicos del coeficiente de reflexión entre las interfases más habituales (Conyers y
Goodman, 1997).
El GPR emite las ondas en forma cónica con base elíptica, siendo ésta más definida cuando
mayor sea la permitividad. Los puntos interiores de dicho cono son invisibles al GPR; sólo
los puntos externos son detectables (figura x). La profundidad de penetración (D) está
relacionada con el radio de la base de este cono (A) según la fórmula 3, tal y como podemos
ver en la figura siguiente:
(3)
Figura 3. Esquema que muestra la geometría de la señal GPR y como se relaciona ésta con sus correspondientes
parámetros (fórmula 3) (fuente: Conyers y Goodman, 1998).
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El parámetro que determina la resolución que tendrá el GPR es la frecuencia de las ondas (f),
tal y como se puede apreciar en la fórmula 4. Cuanto mayor frecuencia, menor será la
resolución y viceversa. La frecuencia adecuada para distinguir entre dos elementos se elige
tomando una longitud de onda (λ) como mínimo igual a la distancia entre dichos elementos.
(4)
Con todos estos parámetros, obtenemos el valor de la ventana de tiempo (Tw), que es el valor
del eje de ordenadas en un radargrama. La ventana de tiempo se calcula con la profundidad
(d), la velocidad de propagación (v) y una constante de valor 1.3 tal y como podemos ver en
la fórmula 5 (aunque también es aceptable 1 como valor simplificado).
(5)
La profundidad que alcanza la señal dentro del suelo depende directamente de la frecuencia
de las ondas electromagnéticas. Las antenas de frecuencias más bajas (20-250 MHz) alcanzan
mayores profundidades, pero solamente muestran objetos de gran tamaño. Por ello, suelen
usarse en trabajos relacionados con hidrología, geología y glaciología. Por el contrario, las
antenas de frecuencias más elevadas tienen menor poder de penetración, pero por otro lado
detectan objetos de menos tamaño; es por eso que suelen utilizarse en ingeniería civil o NDT
(Non Destructive Testing) (Web EuroGPR, 2015).
Figura 4. Esquema que muestra como la intensidad de la señal disminuye a medida que aumenta la profundidad,
hecho que explica la menor resolución a mayor penetración (Tuneu, 2011).
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Tabla 3. Relación entre la frecuencia a la que emite la señal y la profundidad que alcanza esta, juntamente con el
tamaño aproximado del objetivo de la prospección. (fuente: Web EuroGPR, consultado en mayo de 2017).
El ancho de banda de la frecuencia central de las ondas es de f ± f/2 (donde f es la frecuencia),
y con la expresión 6 podemos determinar el intervalo de muestreo.
(6)
Además, dado que el instrumento utilizado en este proyecto consta de antena biestática, hay
que tener en cuenta la separación entre antenas (S). Tal y como podemos ver en la fórmula 7,
la separación entre transmisor y receptor es proporcional a la reflectividad e implica una
menor resolución.
(7)
Existen diversos métodos para tomar datos con georradar, pero en geofísica se utilizan
habitualmente estos dos:
- Common Mid Point (CMP): Las antenas emisora y receptora se colocan a la misma
distancia de un punto central (figura 5).
Figura 5. Esquema que muestra la disposición de las antenas emisoras y receptoras en el método CMP
(Conyers y Goodman, 1997).
Frecuencia de la antena
emisora (MHz)
Profundidad aproximada
de la imagen (m)
Tamaño aproximado del
objetivo (m)
1500 0.3 0.03
1000 1 0.1
500 2 0.2
250 3 0.3
100 5 0.5
50 10 1
20 20 2
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- Constant Off-Set (COS): Las antenas emisora y receptora están colocadas a una
distancia fija, y se van moviendo sobre el terreno a prospectar. Ambas están unidas en
una misma estructura, por lo que se mueven en conjunto (figura 6). Es el método que
se ha usado en el caso que nos ocupa.
Figura 6. Esquema que representa el funcionamiento y distribución de las antenas en el método COS (Conyers y
Goodman, 1997).
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b. Teoría conductivímetro.
Un conductímetro o conductivímetro es un instrumento que mide la conductividad eléctrica
en un medio a partir de la resistencia que opone dicho medio al paso del corriente eléctrico.
Suele usarse para soluciones líquidas, pero también se usa en suelos. Fue el primer método
geofísico usado en arqueología.
La conductividad eléctrica (σ) se define como la capacidad de un material para dejar pasar el
corriente eléctrico a través de él. Este parámetro se correlaciona con diversas propiedades
fisicoquímicas inherentes a cada material:
- Tamaño de grano y textura del suelo (diferencia de conductividad eléctrica notable
entre arenas y arcillas).
- Contenido de agua y capacidad de almacenamiento de ésta.
- Presencia y contenido de materia orgánica y capacidad de intercambio catiónico.
- Concentración de iones y salinidad.
Figura 7. Valores de conductividad para diferentes tipos de suelo (Barbosa y Overstreet, 2011).
La conductividad del suelo es siempre baja (a excepción de rocas con contenido metálico, de
agua o salinidad elevada), pero tiene una cierta variación según el material que lo conforma;
estos valores de conductividad diferente pueden usarse para localizar puntos de interés u
objetos enterrados.
Para medir la conductividad eléctrica, se introducen electrodos en el suelo y se hace circular
corriente eléctrico a través del suelo, midiendo la diferencia de voltaje entre ambos puntos
(obteniendo así la resistividad del suelo). Hay dos tipos de sensores:
- Sensores de contacto, se requiere contacto entre los electrodos y el suelo,
normalmente dos o tres pares: El primer par proporciona corriente, y los otros dos
miden la diferencia de potencial entre ellos para calcular la conductividad eléctrica.
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Existen diversos modelos que proporcionan la medida de conductividad eléctrica a
diferentes profundidades, somero (del orden de 30 cm) y profunda (más de 1m).
Figura 8. Esquema que nos presenta las líneas de campo eléctrico en un conductímetro con contacto
(Barbosa y Overstreet, 2011).
- Sensores sin contacto, funcionan según el principio de la inducción electromagnética
y por tanto sin estar en contacto directo con el suelo. Dicho método se basa en el
cambio de impedancia entre los pares de bobinas situadas por encima de la superficie.
Normalmente, los sensores sin contacto constan de dos o más pares de bobinas,
eléctricamente conectadas y con una separación determinada. La bobina transmisora
genera un campo electromagnético de frecuencia determinada, que genera un flujo de
corriente eléctrica a través de los materiales conductores que se hallan en el subsuelo.
Este flujo (llamado edgy currents) genera otro campo magnético secundario, que la
bobina receptora percibe. La magnitud del campo secundario depende del tipo y
distribución del material conductivo.
Figura 9. Fotografía de un investigador utilizando un sensor sin contacto para medir la conductividad eléctrica
del suelo (Barbosa y Overstreet, 2011).
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Una aproximación descubierta en los primeros usos del conductímetro pero que aún se aplixa
hoy en día, es que la profundidad de penetración de este método equivale aproximadamente a
la separación entre electrodos (Garrison 2003).
La resistencia, medida en ohms, es el cociente entre voltaje (V) e intensidad (I), tal y como
expresa la Ley de Ohm (fórmula 8).
(8)
La resistividad (ρ) es la inversa de la conductividad, y se relaciona con la resistencia (R) al
corriente eléctrico del suelo: La resistividad es un tipo específico de resistencia,
concretamente corresponde a la resistencia al flujo de corriente en una porción de material de
un metro de longitud y de superficie un metro cuadrado.
Además, en una prospección eléctrica lo que se calcula es la resistividad aparente (ρa),
correspondiente al medio no homogéneo que es el suelo y que se corrige con un factor
geométrico particular para cada tipo de configuración de electrodos. La más popular es la
configuración Wenner, cuyo factor de corrección es 2πa (donde a es la separación entre
electrodos).
Si tenemos esto en cuenta y lo aplicamos a la Ley de Ohm (fórmula 8), obtenemos la
igualdad siguiente (fórmula 9).
(9)
Cuan más alta es la resistencia de un material, más aislante es este (cristal, silicatos, agua
destilada…). Debido a la alta conductividad del agua dulce, la presencia de ésta es una de las
mayores influencias en la conductividad del terreno. A continuación, podemos ver las
resistividades de algunos materiales (figura 10).
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Figura 10. Resistividades de materiales comunes (fuente: Garrison, 2003).
Tal y como se ha mencionado, existen diversos tipos de dispositivos para medir la
conductividad del suelo, siendo los más habituales en prospección geofísica las matrices de
cuatro electrodos. En la figura siguiente, podemos ver un esquema de cuatro tipos de
configuraciones de cuatro electrodos, siendo la primera (dispositivo Wenner) tal vez la más
habitual en estos estudios.
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Figura 12. Esquemas de dispositivos de resistividad: a) Dispositivo Wenner, b) Dispositivo doublé-dipole, c)
Dispositivo twin electrode, d) Dispositivo Schlumberger (fuente: Garrison, 2003).
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c. Teoría HVSR (Horizontal-to-Vertical Spectral Ratio).
El ruido sísmico de fondo es el nombre con que se conoce a las vibraciones superficiales del
suelo, inducido por las olas del mar, el movimiento del viento, o la actividad antrópica. Se
trata de vibraciones cuya frecuencia (menos de 1Hz) y amplitud (del orden de 0.1-10 μm/s)
son muy bajas, por lo que son imperceptibles para el ser humano o para los primeros
sismómetros del siglo XIX (C. Davison, 1924) pero pueden medirse sin problema con los
métodos más modernos, entre los cuales se halla el HSVR.
Figura 13. Gráfico que muestra el máximo (en verde) y el mínimo (en azul) espectro de ruido de fondo en un
área sin fuentes de ruido, ausencia de viento y en base rocosa llana (fuente: J. Peterson, 1993).
El HVSR (siglas de Horizontal-to-Vertical Spectral Ratio, a veces llamado H/V) es un
método sísmico de prospección geofísica. Consiste en la toma de datos del ruido de ambiente
sísmico del subsuelo mediante un sismómetro de tres componentes.
Se trata de un método sísmico pasivo: no necesita de una fuente sísmica externa artificial
(una explosión, un golpe con martillo…) como sí lo requieren otros métodos sísmicos
(refracción, reflexión, etc.). Su funcionamiento se basa en la medición de tres componentes
del ruido sísmico de fondo; una vertical, y dos horizontales (norte-sur y este-oeste).
El ruido de fondo puede usarse para estimar la frecuencia de resonancia de un sitio, que a su
vez puede tratarse matemáticamente para obtener información del subsuelo: grosor de un
estrato, morfología del substrato rocoso, etc. También se utiliza para estudios de
microzonación sísmica, localización de fallas, y otros estudios relacionados con sismología.
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Las fórmulas que relacionan la frecuencia de resonancia con los datos obtenidos con el
sismógrafo varían según el número de estratos sedimentarios que encontramos por encima del
substrato rocoso: la fórmula 10 sería la correlación en el caso de haber dos capas (figura 14).
(Vs es la velocidad media de las ondas S en m/s, H es el grosor de la capa en metros, y frn es
la frecuencia de resonancia sísmica, en Hz).
(10)
Figura 14. Modelo conceptual del suelo para el método HVSR, donde se considera Vs2ρ2 ≥2Vs1ρ1 (fuente: J.
W. Lane et al., 2008).
Para el caso n=0, la fórmula se simplifica y obtenemos así la frecuencia fundamental (la más
baja de una onda periódica), tal y como podemos ver en la fórmula 11.
(11)
La correlación entre frecuencia de resonancia y el grosor del suelo es la siguiente, donde a y
b son valores empíricos, determinados con una regresión no-lineal usando datos de puntos
donde el grosor H es conocido mediante sondeos u otros métodos.
(12)
En el caso que nos ocupa se sabe que, si se toman datos sísmicos de una zona, éstos pueden
dar resultados anómalos en determinadas zonas: las zonas de riera producen una distorsión de
la señal, dando así una respuesta sísmica que no está en consonancia con otro punto, aunque
sea cercano, situado fuera de la riera.
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4. EQUIPOS: GPR Y SISMÓGRAFO.
Para el estudio del Parque Cervantes, se realizó la prospección GPR con una antena biestática
apantallada de frecuencia central 100 MHz, de marca GSSI. Las antenas biestáticas constan
de una antena transmisora y una receptora programadas para emitir señal cada cierta
distancia, de manera que el mismo dispositivo emite y recibe los pulsos electromagnéticos.
Se utilizó la antena de 100 MHz porque era la antena de menor frecuencia disponible, y por
tanto la que permitía mayor profundidad de prospección.
Además, era apantallada, es decir que consta de una capa superior que absorbe la imagen
disipada por arriba para que la energía no interfiera con las medidas tomadas.
Para saber cuánta distancia nos hemos desplazado para que el radar pueda emitir la señal, el
instrumento consta de una rueda con un medidor que se calibró previamente recorriendo 10m
de ida y vuelta.
Figura 15. Fotografía de la antena utilizada en campo.
El instrumento tiene una correa para que los usuarios tiren de ella y puedan así tomar los
datos del terreno que hay debajo. La velocidad a la que se toman los datos debe ser lo
suficientemente lenta para la toma de datos sea correcta. Una velocidad de paso normal es
suficiente, pero si por cualquier motivo vamos demasiado deprisa, el sensor lo notificará con
una señal sonora.
El tiempo de registro que programamos fue de 300ns, lo que equivale a unos 15 m de
profundidad.
El sismógrafo que utilizamos para el estudio sísmico del parque era un sismógrafo de tres
canales marca Tromino. Consta de un cuerpo pequeño, soportado por tres patas
intercambiables según el tipo de terreno donde queremos realizar la medición (asfalto u
hormigón, o suelo blando).
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Figura 16. Fotografía del sismógrafo HSVR usado en campo.
Las características más importantes de nuestro sismógrafo incluyen:
- Rango de frecuencias: 0.1-1024 Hz.
- Vibración máxima: 1.5 mm/s.
- Conversor de analógico a digital, 24 bits.
- Dimensiones: 10x14x7.7cm.
- Peso: 1.1 kg.
El proceso de toma de medidas con este instrumento es lento. Para tomar datos en un punto,
debemos encender el aparato y dejarlo funcionar durante largo rato (en nuestro caso, 6
minutos por punto, aunque lo habitual es dejarlo bastante más). Eso hace que no se pueden
tomar incontables puntos, y que se tenga en cuenta datos provenientes de otras fuentes para
decidir los puntos en que se tomarán datos sísmicos. En nuestro caso, nos basamos en las
zonas que identificamos como riera por los estudios con georradar de 2015, y se tomaron
datos en puntos dentro de la zona de riera y algunos fuera de ellas, para realizar una
comparación.
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5. CONTEXTO GEOGRÁFICO Y GEOLÓGICO.
La zona donde se realizó el estudio corresponde a diferentes tramos del parque Cervantes,
situado en la ciudad de Barcelona.
Barcelona (Cataluña) es la segunda ciudad más grande de España (más de 1,6 millones de
habitantes en el año 2016), y se encuentra situada en el litoral NE de la península Ibérica,
bañada por el mar Mediterráneo (figura 17). Barcelona se halla limitada por los ríos
Llobregat (al suroeste) y Besós (noreste), por lo que se encuentra encima de una llanura fruto
del conjunto de deltas fluviales. Por el lado oeste, la ciudad está limitada por la Sierra de
Collserola (parte de la Sierra Litoral Catalana) y el mar Mediterráneo al este.
La planicie limitada por estas unidades geomorfológicas tiene una superficie de
aproximadamente 65m2, y forma una ladera suave que desciende suavemente desde los
relieves montañosos de la Sierra de Collserola (su punto más alto es el Tibidabo, con 512m
de altura) hasta el mar. En esta llanura encontramos algunas colinas de poca altitud, como la
colina de la Rovira (267m de altitud) entre otros. Al SE se halla el macizo de Montjuic, un
poco más bajo (189m).
Figura 17. Localización de Barcelona en la península Ibérica (fuente: Wikimedia Maps, Junio 2017).
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29
El suelo sobre el que se asienta la ciudad consta básicamente de dos tipos de material:
- Por un lado, el substrato rocoso está conformado por materiales graníticos y
metamórficos del Paleozoico. La serie estratigráfica está completa, formada por
alternancia de pizarras y greses del Ordovícico, pizarras negras del Siluriano, calizas
nodulares con niveles de pizarras en el techo del Devoniano y niveles de liditas,
greses y conglomerados del Carbonífero. Dicho material aflora en las zonas
montañosas anteriormente citadas, y ocasionalmente en algunos puntos de la parte
más llana, y en algunas partes el granito se halla muy alterado.
- El llano de Barcelona, por otro lado, consta además de una capa de material del
Cuaternario. Esta capa alcanza como máximo los 25m de grosor, aunque es bastante
variable según la localización. Esta formación cuaternaria está formada por la
repetición cíclica de la serie geológica llamada popularmente Formación Triciclo, ya
que consta de tres materiales que se repiten tres veces:
1) Arcilla roja con ocasionales lentejones detríticos de base erosiva y con
paleocanales.
2) Limos amarillos en contacto con la arcilla. Frecuentes nódulos de caliza.
3) Costra caliza de estructura zonal (llamada localmente tortorá). Este nivel tiene
un grosor de unos 20-30 centímetros hasta un metro.
Figura 18. Mapa geológico de la ciudad de Barcelona (fuente: ICGC, 2017).
Además, podemos añadir que al norte (más allá del río Besós) la geología es sobretodo
granítico, y al sur (pasado el río Llobregat) el suelo está formado por materiales calcáreos. La
sierra de Collserola por su parte la conforman básicamente pizarras, formadas debido a la
intrusión granítica producida durante la orogenia hercínica (hace aproximadamente 300
millones de años) y falladas y con cierto relieve ondulado debido a los esfuerzos producidos
durante la orogenia alpina.
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30
El parque Cervantes está situado en la parte alta de la ciudad, en el barrio de Pedralbes
(distrito de Les Corts). El parque tiene una forma prácticamente triangular, delimitada por la
avenida Diagonal y la carretera B-20, cerca de la frontera con Hopsitalet de Llobregat y
Esplugues de Llobregat, tal y como podemos ver en el mapa siguiente.
Fue inaugurado en el año 1965 y tiene una extensión de 87 665 m2 (J. Monné i Faura, 1992).
Está ubicado en la zona donde antes se encontraba el torrente Estela, que transportaba el agua
que descendía desde la cima de Sant Pere Màrtir.
Figura 19. Mapa más detallado de la ciudad, donde podemos ver con una marca roja la ubicación del parque
Cervantes dentro de Barcelona (Fuente: Wikimedia Maps, 2017).
Figura 20. Mapa del Parque Cervantes, donde se puede observar su forma triangular y su ubicación (ICGC,
2017).
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31
En la figura 21, en la que se ha superpuesto la ortofoto del parque con el mapa geológico de
la ciudad, podemos ver que en el parque Cervantes el suelo está formado por los materiales
cuaternarios del llano de Barcelona, es decir, se encuentra encima de un terreno formado por
la mencionada Formación Triciclo (arcillas rojas, limos amarillos con nódulos, y costra de
caliza zonal).
Figura 21ª. Ortofoto del Parque Cervantes superpuesta con el mapa geológico de Barcelona. Leyenda completa
en el anexo (fuente: ICGC, 2017).
Figura 21b. Leyenda del mapa geológico anterior (ICGC, 2017).
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6. ESTUDIOS DE CAMPO.
Para la realización de este trabajo, se ha analizado los radargramas obtenidos en julio de 2015
en el parque Cervantes de Barcelona tras ser sometidos a una mejora mediante software
especializado (ReflexW) con el fin de aumentar su resolución.
Una vez obtenidos los radargramas limpios, se analizaron las zonas de interés (es decir,
aquellas donde el ruido identificado nos indicaba la existencia de paleocanales) y se marcó en
un mapa para comparar con las cartografías de rieras existentes previamente.
Después, se realizó una segunda toma de datos en mayo de 2017. Esta vez, se tomaron sólo
datos GPR de las zonas marcadas como relevantes en el análisis de los primeros radargramas.
Previamente, se tomaron puntos de referencia en el parque para ubicar la situación de los
perfiles con mayor precisión, además de para poder situar los árboles, cuyas raíces pueden
interferir en los resultados, en el mapa.
No fue posible la utilización del conductivímetro para tomar datos eléctricos del suelo, pero
se empleó en su lugar un sismógrafo para obtener datos sísmicos y así, poder estudiar la
relación entre ellos y los datos del georradar.
Una vez obtenidos los datos, se trataron con ReflexW y se procedió a analizarlos de la misma
manera que los primeros, comparando así la evolución del terreno en un período de casi dos
años.
Figura 22. Ampliación del mapa con cartografías antiguas de rieras visto en la figura 2, para que se pueda ver
mejor cuáles afectan el Parque Cervantes.
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a. Estudio inicial Parque Cervantes.
El primer estudio del parque Cervantes se realizó en julio de 2015. Se realizaron diversos
perfiles, resiguiendo los dos lados más largos del triángulo que forma el parque. Tal y como
se puede ver en el mapa siguiente, se empezó por el lado del parque más cercano a la avenida
Diagonal, dividiéndolo en cinco tramos (perfiles del P17 al P21). El punto inicial fue la
esquina con la calle Manuel Ballbé.
A continuación, se tomó un perfil más largo, que comprendía la totalidad del lado opuesto del
parque, paralelo a la B-20.
Figura 23. Mapa de la zona de estudio donde se puede ver la ubicación de los perfiles, las coordenadas de sus
puntos de inicio y fin, y su longitud en metros.
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Perfil Coordenadas inicio (x, y) Coordenadas finales (x, y) Longitud
P17 425491.0, 4581768.5 425318.1, 4581707.0 184.5 m
P18 425318.1, 4581707.0 425240.5, 4581713.3 78.2 m
P19 425240.5, 4581713.3 425227.4, 4581674.8 40.7 m
P20 425227.4, 4581674.8 425089.2, 4581651.0 145.1 m
P21 425089.2, 4581651.0 424978.2, 4581615.1 116.8 m
P22 424978.2, 4581615.1 425303.5, 4582135.1 618.7 m Tabla 5. Datos de los perfiles tomados en julio de 2015.
Para analizar los radargramas, fue necesario emplear un software especializado llamado
ReflexW, que permite visualizar los ficheros para editarlos, mejorarlos, o guardarlos en otro
formato más manejable. Lo primero que se hizo fue aplicar una serie de filtros (Gain –
Energy Decay, 2D – Running Average y Stack) con el objetivo de mejorar la resolución para
facilitar así su análisis visual. Una vez aclarados los archivos, se procedió al análisis
propiamente dicho, buscando los puntos del radargrama cuyo ruido indica la posibilidad de
tratarse de antiguas zonas de riera.
Para determinar estas zonas de interés, es importante fijarse en el ruido, pues la gran cantidad
de dispersión es característica de zonas de riera y paleocanales. Además, en estos
radargramas pueden verse algunas tuberías y demás servicios, o incluso el contacto de las
capas del Cuaternario con el substrato rocoso del Paleozoico en algunos casos.
Figura 24. Fotografía de campo de la toma de datos de 3 de julio de 2015.
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b. Segundo estudio Parque Cervantes.
Unos días antes de tomar los datos con GPR (el 19 de mayo de 2017), se visitó la zona de
estudio para identificar puntos de referencia y posibles puntos problemáticos, como por
ejemplo árboles (las raíces de los árboles grandes interfieren con la señal) o tuberías y otros
servicios.
Se decidió tomar dos perfiles, uno en el lado del Parque Cervantes paralelo a la avenida
Diagonal (la llamamos zona 1), y un segundo en el lado paralelo a la carretera B-20
(bautizada como zona 2).
Figura 25. Mapa hecho con Autocad del Parque Cervantes en dónde se ha marcado las dos zonas. En amarillo la
llamada zona 1, y en negro la llamada zona 2.
• Zona 1.
Tramo paralelo a la avenida Diagonal. Se tomó como punto inicial una farola cercana a una
fuente de agua potable (P1) y como punto final otra farola, situada en el vértice del triángulo
(P3). Como este tramo era de longitud considerable (108 m), se tomó otra farola intermedia
como punto medio (P2, a 54,5m).
A continuación, se adjunta un esquema que muestra la distribución de los puntos y los árboles
de gran tamaño que ahí se encuentran. Todos los puntos aquí indicados fueron señalizados
con espray de pintura en campo.
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Figura 26. Referencia de los puntos en la zona 1. P1, P2 y P3 son los puntos de referencia, mientras que los
puntos señalizados con T son árboles de tamaño considerable cercanos a la traza del perfil.
No. Nombre Distancia (m) Descripción
1 Punto inicial 0.00 Farola 1 - (P1)
2 Punto medio 54.50 Farola 2 - (P2)
3 Punto final 108.0 Farola 3 - (P3)
Tabla 6. Detalles de los puntos de referencia tomados en la zona 1.
• Zona 2.
La segunda zona empezaba en el tramo final del lado del parque paralelo a la carretera B-20
(como se puede ver en el mapa de la figura 25). Se empezó en una pequeña área circular con
diversos árboles, y se prosiguió hasta salir del parque en el último tramo.
Al igual que en la primera zona, se tomaron como puntos de referencia principales unas
farolas, pero al haber más distribuidas en el recorrido, se marcaron todas por la posible
interferencia de los servicios eléctricos en las prospecciones. A continuación, se muestra un
esquema de los puntos referenciados, y una tabla con sus detalles correspondientes.
Figura 27. Referencia de los puntos en la zona 2. P1, P6 y P11 son los puntos de referencia, mientras que los
puntos señalizados con T son árboles de tamaño considerable cercanos a la traza del perfil.
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No. Nombre Distancia (m) Descripción
1 Punto inicial 0.00 Farola 1 - (P1)
2 Punto medio 120.10 Farola 6 - (P6)
3 Punto final 255.20 Farola 11 - (P11)
Tabla 7. Detalles de los puntos de referencia tomados en la zona 2.
Todas las medidas se tomaron con una cinta métrica de 30m, propiedad del Laboratorio de
Topografía de la UPC.
Figura 28. Fotografías tomadas en campo durante la elección de puntos de referencia el 19 de mayo de 2017.
Unos días más tarde, el 22 de mayo de 2017, se realizó la toma de datos GPR en el parque
Cervantes. Se utilizó un sistema de GPR biestático de 100 MHz, con un tiempo de registro de
300ns (así pues, penetrando hasta 15m de profundidad).
Se realizaron cinco perfiles, empezando en la zona 2, que dividimos en dos tramos y
finalizando en la zona 1, que se hizo en un solo perfil. Se tomaron además dos perfiles extras,
uno entre la zona 1 y la 2 y un segundo perfil extra, de la zona 1 a la salida del parque.
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Figura 29. Mapa de la zona de estudio donde se puede ver la ubicación de los perfiles y su longitud en metros.
Figura 30. Fotografía tomada en campo del proceso de toma de datos con GPR.
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c. Estudios adicionales.
Debido a la indisponibilidad del conductivímetro debido a una avería, además de los estudios
con georradar se decidió tomar datos sísmicos mediante un sismógrafo portátil Tromino. La
idea era analizar la sísmica del subsuelo en zonas de riera y compararlas con las normales
para determinar si existe alguna relación.
Para ello, se tomaron 20 medidas con el sismógrafo (más dos de prueba para aprender cómo
funcionaba el dispositivo, número 8 y 9) en puntos distintos de nuestro perfil, tanto en zonas
marcadas como potenciales zonas de riera como en zonas donde el GPR no dio ningún
indicio de presencia de ésta.
Figura 31. Mapa del Parque Cervantes donde se han marcado los puntos en que se tomaron datos sísmicos.
Se tomaron 8 medidas en la zona 1, tratando de situarlos en puntos fácilmente reconocibles
para su posterior ubicación en el mapa, y a la vez procurando situar algunos dentro y algunos
fuera de las zonas de riera identificadas en los radargramas de 2015 (ver Resultados). De la
misma forma, se tomaron 12 medidas en la zona 2, algunas dentro del parque y algunas en la
calle inmediatamente exterior.
Debido a la alta precisión con la que trabaja el sismógrafo, no podíamos situarlo encima de la
hierba ni estar cerca del aparato durante los 6 minutos que duraba el proceso de medición
(estos movimientos provocan interferencias). Así pues, seguimos el recorrido de los perfiles y
tomamos datos en los puntos marcados en la figura 31.
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Figura 32. Fotografía tomada en campo mientras se configuraba el sismógrafo, concretamente en el punto 13
marcado en el mapa de la figura 30.
Figura 33. Fotografía tomada en campo mientras se configuraba el sismógrafo, concretamente en el punto 19
marcado en el mapa de la figura 30.
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7. RESULTADOS.
a. Estudio inicial Parque Cervantes.
Después de la recogida de datos y de procesarlos y mejorar su nitidez informáticamente
mediante la aplicación de filtros, se procedió a la interpretación de los datos que aporta
cada perfil. A continuación, se presenta la interpretación de cada perfil, identificando
las posibles zonas de interés que en ellos se visualizan.
Para ver los radargramas enteros limpios, véase el anexo.
• Perfil 17.
Tomando como referencia el eje horizontal, podemos ver como hay zonas de interés
en los intervalos de 5-15m (1), de 92-122m (2) y de 150-170m (3). A unos 9m de
profundidad (aproximadamente 155ns), se puede intuir el contacto con el substrato
rocoso. Además, podemos ver tuberías en 42-44m.
Podemos ver una zona que ciertamente llama la atención en 175-180m (4). Es
probablemente la riera activa actual, que se ha desplazado tras dejar el terreno
alterado en (3).
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Figura 34. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 17. En rojo están remarcados los segmentos
remarcables explicados en el texto.
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• Perfil 18.
En este caso el contacto rocoso no se ve tan claro como en el anterior. El siguiente
perfil corresponde a una zona confusa, con mucho scattering, por lo que resulta difícil
realizar una interpretación. Si comprobamos el mapa, vemos que este perfil
corresponde a la zona cerca de la entrada del Parque Cervantes, por lo que el suelo
puede haber sido alterado artificialmente y por tanto no obtener información
remarcable de este radargrama en concreto.
Figura 35. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 18. Debido a la dispersión, no se veía nada lo
suficientemente claro como para remarcarlo.
• Perfil 19.
De 0 a 30m hay una zona de hipérbole con gran cantidad de dispersión. En general,
todo el perfil contiene mucho ruido, y si se compara con las cartografías antiguas se
comprueba que coincide con antiguas zonas de riera. Dado que este perfil es la
continuación inmediata del anterior, y que aquí aumenta considerablemente el
scattering, consideramos prácticamente todo el tramo como zona de interés.
Figura 36. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 19. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
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• Perfil 20.
Desde el principio hasta los 10m podemos ver una hipérbole, continuación de la
correspondiente al perfil anterior (1). De 35m-70m hay otra hipérbole que nos indica
una zona a estudiar (2). En el punto 90-92m hay un aumento de la dispersión y
ausencia de reflexión (3); este hecho se asocia habitualmente con la presencia de
sedimentos.
Además, podemos ver tuberías en el punto 106-108m.
Figura 37. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 20. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
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• Perfil 21.
Las zonas interesantes se encuentran en las franjas correspondientes a 0-10m (1) y a
90-100m (2). Este segmento contiene una gran cantidad de ruido.
Además, podemos identificar tuberías encima de (1), de 3-5m aproximadamente.
Figura 38. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 21. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
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• Perfil 22.
Es un perfil mucho más largo que los anteriores (su longitud es casi igual a la suma de
los otros), y además es aproximadamente paralelo a los demás, por lo que nos sirve
para ver si hay continuación de las zonas identificadas en los otros perfiles.
Para empezar, de 50-80m encontramos una dispersión que podemos identificar como
zona de riera (1); si lo comparamos con la cartografía, coincide con algunos de los
mapas más antiguos.
De 110-125m encontramos otra zona de interés (2), al igual que de 260-285m (3). De
aproximadamente 295-305m encontramos una señal que nos indica una distorsión
superficial en el pavimento (4).
Casi al final del tramo (580-600m) podemos ver otra zona de dispersión (5), pero esta
se encuentra disimulada por una irregularidad en la superficie: el desnivel de la acera.
Aparte, podemos identificar claramente la ubicación de tuberías o similar en las
distancias 90m y 380m, aunque éstas últimas están algo distorsionadas por
encontrarse debajo de la acera.
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Figura 39. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 22. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
Tras analizar todos los radargramas, hemos situado en el mapa las zonas de interés (en la
figura siguiente, en azul), y a continuación se ha superpuesto con la cartografía de rieras para
comprobar si ésta coincide con los datos encontrados para ratificar la interpretación realizada.
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Figura 40. Mapa de los perfiles del primer estudio del Parque Cervantes, dónde se ha marcado en azul las zonas
de interés descritas.
Figura 41. Mapa de los perfiles del primer estudio del Parque Cervantes, donde podemos ver la concordancia
entre zonas de riera detectadas con GPR y las cartografiadas antiguamente.
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b. Segundo estudio Parque Cervantes.
• Perfil 14.
Empezamos por el “final” de la zona 2 porque era el más cercano a la UPC, de donde
veníamos con el instrumental. Aunque al principio de perfil tenemos una zona de
interferencia (debida al pavimento de la acera), podemos ver una zona de interés en el tramo
de 78-94m (1). De 93-109m tenemos un cambio en la superficie debido al pavimento (2), y se
puede ver otra zona de riera en el tramo final del perfil, en el intervalo 110-120m (3).
Figura 42. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 14. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
• Perfil 15.
El perfil 15 se tomó desde el punto P6 hasta el punto P1 (ver el esquema de la figura 26). Tal
y como se puede ver en las imágenes siguientes, encontramos una zona con gran cantidad de
reflexión. En algunos puntos, como en 10-20m (1) o en 90-100m (2) encontramos zonas de
riera.
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Figura 43. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 15. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
• Perfil 16.
Este perfil corresponde al tramo entre la zona 1 y la zona 2 que marcamos en el mapa de la
figura 24. En este perfil encontramos gran cantidad de ruido, en el primer tramo de 32-48m
(1) pero sobretodo en la parte final, de 75-100m (2) y de 130-140m (3).
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Figura 44. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 16. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
• Perfil 17.
Este perfil se hizo resiguiendo la zona 1 al completo (desde el punto P3 al P1, ver figura 25).
Podemos encontrar una posible zona de riera inactiva de los 10-20m (1), junto a una
hipérbole que puede indicarnos la presencia de la riera actualmente activa, de 42-50m (2).
De 80-86m tenemos otro intervalo con cantidad de ruido considerable (3).
Además, a los 22m podemos ver lo que probablemente es una tubería de poco diámetro.
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Figura 45. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 17. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
• Perfil 18.
Un tramo extra tomado de camino de vuelta a la Universidad Politécnica de Cataluña. Este
tramo comprende el espacio comprendido entre la salida del Parque Cervantes y la acera de la
Avenida Diagonal, tal y como se puede ver en los mapas con la ubicación de los perfiles.
Hay un tramo considerable con gran cantidad de ruido de 50-60m (1), y luego podemos
apreciar dos zonas más en 85-100m (2) y en 100-110m (3). También podemos observar
algunas tuberías y servicios en 2m, en 36m y en 135m aproximadamente.
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Figura 46. Fragmentos del radargrama correspondiente al perfil 18. En rojo están remarcados los
segmentos remarcables explicados en el texto.
Tras analizar todos los radargramas que se tomaron en 2017, situamos las zonas que podrían
corresponderse con rieras y se ubicaron en el mapa siguiente (figura 47). Además, se ha
superpuesto con el mapa de rieras y las zonas de interés identificadas en 2015 (figura 41) para
comparar su variación.
Figura 47. Mapa del Parque Cervantes en el que se han marcado las zonas de riera detectadas en 2015 (azul) y
las detectadas en 2017 (verde). Se puede apreciar que coinciden notablemente.
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Así pues, podemos ver como las zonas de riera detectadas a partir de los radargramas de 2015
coinciden en gran medida con las detectadas en los radargramas de 2017. Además, si vemos
el mapa de la figura 48, se puede ver como las supuestas zonas de riera que hemos
identificado están cerca de las rieras de las antiguas cartografías.
Figura 48. Mapa de la figura 47 al que se le han superpuesto las cartografías antiguas de rieras de Barcelona con
el fin de comparar éstas con las rieras detectadas mediante GPR.
Tal y como podemos ver en el mapa de la figura 48, las rieras cartografiadas antiguamente
coinciden de forma bastante exacta con las zonas de riera detectados mediante la prospección
GPR realizada, tanto en 2015 como en 2017.
Las rieras marcadas en amarillo (Anónimo, 1720) y las azules (Anónimo, 1713) son las que
mejor coinciden con los resultados de la prospección, seguidas por las granates (Ventanyol,
2000), aunque cabe destacar un desplazamiento del orden de decenas de metros de los
resultados respecto a los antiguos planos.
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c. Estudios adicionales.
Los datos del sismógrafo fueron analizados con un programa de MatLab e interpretados por
el profesor Oriol Casellas.
En las primeras ocho mediciones (10-18) se puede ver una secuencia continua. Si además
cogemos el valor en los puntos previos tomados como prueba (8 y 9), nos encontramos con
una progresión en aumento desde valores de aproximadamente 0.21 Hz hasta alcanzar el
máximo en el punto 16 (unos 0.25 Hz). En el punto 17 hay una pequeña disminución de este
valor (0.2424 Hz), pero vuelve a recuperarse en el punto 18 (0.25 Hz) (gráfico de la figura
49).
Este comportamiento es típico en zonas de riera, donde el suelo es ligeramente más blando en
el centro respecto los bordes; que la serie no sea decreciente hacia el final nos indica que
probablemente no se ha detectado el final de la riera.
El punto 11 no aparece debido a que se cometió un error en el momento de tomar la medida,
de manera que ésta no se grabó.
Punto Valor de frecuencia
(Hz)
8 0,2192
9 0,2162
10 0,2222
12 0,2222
13 0,2286
14 0,2353
15 0,2462
16 0,25
17 0,2424
18 0,25
Tabla 8. Valores de las frecuencias en Hz para cada punto donde se tomaron medidas con el sismógrafo.
Figura 49. Gráfico que muestra la secuencia creciente de los valores en estos puntos.
0,21920,2162
0,2222 0,2222
0,2286
0,2353
0,24620,25
0,2424
0,25
0,19
0,2
0,21
0,22
0,23
0,24
0,25
0,26
8 9 10 12 13 14 15 16 17 18
Valores de frecuencia (Hz) en cada punto
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Figura 51. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 8 (tomado como prueba, cercano al punto P1 de
la zona 1). La frecuencia en este punto es de 0.2192 Hz.
Figura 52. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 18. La frecuencia en este punto es de 0.25 Hz.
En los puntos 19 y 20 aparece también la forma clásica con una sola frecuencia de resonancia
(figuras 53 y 54). Si lo comparamos con los puntos anteriores, podemos deducir que estos
puntos se hallan en el cauce de una riera.
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Figura 53. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 19. La frecuencia en este punto es de 0.2462Hz.
Figura 54. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 20. La frecuencia en este punto es de 0.254 Hz.
En contraposición a estas zonas con secuencias claramente definidas, los puntos 21 y 22
presentan unas gráficas con más de un pico de resonancia con amplificaciones similares
(figuras 55 y 56). Esto es característico de ciertas zonas de transición, y también se da en
algunas rieras. En estos puntos concretamente, los picos predominantes son de 0.22Hz, lo que
nos indica que están fuera de la zona de riera.
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Figura 55. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 21. Este punto presenta una acumulación de
picos, típica de ciertas zonas de transición.
Figura 56. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 22. Al igual que el punto 21, este punto
presenta una acumulación de picos, típica de ciertas zonas de transición.
Los puntos 25, 26 y 27 también presentan dicha acumulación de picos (figuras 57, 58 y 59).
En cambio, no presentan un pico predominante claro, por lo que es probable que se
encuentren en los límites de una o más rieras.
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Figura 57. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 25.
Figura 58. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 26.
Figura 59. Amplitud de la frecuencia de la ratio H/V en el punto 27.
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Los puntos 23 y 24, por otro lado, presentan un solo pico de resonancia con unos valores de
frecuencia predominante bajos, lo que nos indica que se hallan fuera de la riera y no
interaccionan con ellas.
El punto 28 es prácticamente un solo pico exterior a la riera, aunque se puede apreciar
ligeramente la aparición del pico de 0.26 Hz.
Los puntos 29 y 30 tienen un solo pico y corresponden claramente a fuera de riera.
Los gráficos resultado del HVSR completos para cada punto pueden encontrarse en el anexo.
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8. CONCLUSIONES.
La caracterización del subsuelo de grandes ciudades como Barcelona es un proyecto
complejo y de gran envergadura que debe hacerse progresivamente. Este trabajo, junto con
otras tesis previas, es sólo una pequeña contribución a este proyecto global que sería hacer un
mapa preciso de las microzonaciones de la ciudad.
Tener un conocimiento extenso de las características del subsuelo es importante, no
solamente por el mero hecho de conocer la geología de nuestra ciudad, sino también por
aplicaciones prácticas variadas, como por ejemplo para conocer el comportamiento del suelo
o los materiales que lo conforman, datos útiles en ingeniería civil y construcción de obra
pública en general (la presencia de rieras genera aumentos de presión en el subsuelo). La
ubicación de rieras activas también puede ser interesante para estudios hidrológicos y
ambientales, muy habituales en zonas de costa.
En los perfiles de GPR, el scattering que históricamente se había considerado molesto y que
interfería para la obtención de datos, recientemente se ha probado como una fuente más de
información, y podemos servirnos de él para determinar la presencia de zonas constituidas
por suelos sedimentarios de grano fino, característicos de las rieras, que forman
acumulaciones de sedimentos similares a una pequeña cuenca aluvial.
La respuesta del suelo a vibraciones cambia según el material que lo constituye, y queda
afectada por la presencia de rieras subterráneas y de suelo afectado por el paso de antiguas
rieras. Esos depósitos típicos de riera producen una respuesta muy característica en el H/V,
como la que hemos podido observar en los puntos recalcados en la sección Resultados. Esta
respuesta se debe a las características de las cuencas sedimentarias creadas por los canales;
suelen ser más blandas en el centro y endurecerse en los bordes, por lo que una secuencia de
valores como la vista en el gráfico de la figura 49 son indicadores de que estos puntos se
hallan encima de una antigua riera.
Así pues, podemos determinar que los métodos de prospección geofísica utilizados en este
estudio, el GPR y el HVSR, pueden utilizarse conjuntamente para la detección de rieras que
en la actualidad se han desplazado.
Se eligieron las zonas a prospectar teniendo en cuenta la cartografía histórica de rieras de la
ciudad, para poder elegir así zonas que en principio tenían posibilidades de darnos resultados
relevantes. Después de superponer las zonas identificadas como posibles paleocanales con la
cartografía antigua, hemos comprobado que los datos obtenidos a través de la prospección
con georradar se corresponden notablemente con los datos históricos de los mapas antiguos
de las rieras de Barcelona. Las diferencias nos muestran también que se han desplazado, y en
algunos casos hemos podido incluso identificar los puntos donde se encuentra la riera activa
actualmente.
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En el mapa siguiente se han ubicado los puntos donde obtuvimos datos sísmicos, separados
entre los que se corresponden con el trazado de una riera (en rojo) y los que no han dado
indicios de ello (rojo), junto a las zonas de rieras potenciales detectadas en GPR y la
cartografía antigua para comparar los resultados obtenidos.
Figura 60. Mapa definitivo con los resultados de campo.
Como podemos ver en el mapa (figura 60) los resultados obtenidos con GPR son coherentes
con los datos obtenidos con el método sísmico.
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La combinación de todos los datos recabados (GPR, sísmicos, cartografía) nos permiten
realizar una interpolación y elaborar un trazado aproximado de la ubicación de las rieras en el
Parque Cervantes.
Figura 61. Posible trazado de rieras, teniendo en cuenta los datos. Se ha hecho pasar la traza por las zonas
identificadas como posibles rieras y evitando los puntos que en H/V dieron resultados negativos (rojos).
Para la finalización del proyecto global, todavía queda mucho por hacer. Una línea de trabajo
interesante en un futuro sería, por ejemplo, el uso de métodos eléctricos para determinar si
éstos son aplicables en la caracterización de paleocanales y rieras, objetivo que pretendía
realizarse en este proyecto pero que resultó imposible debido a problemas técnicos del
instrumental necesario.
Una vez obtenida más información, sería interesante la obtención de datos directos mediante
sondeos. Para ello, deberían elegirse las zonas a prospectar tomando como base los datos y
conclusiones de éste y los proyectos predecesores.
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9. BIBLIOGRAFÍA
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