Estefanía de Caícedo y sus fuentes literarias Carmen Hsu
Universität Bielefeld
N o escapa la atención del más distraído lector de Cervantes la importancia que
en su obra reviste el tema de la dama cortesana, desde "El licenciado Vidriera"
y "El vizcaíno fingido" hasta Los trabajos de Persiles y Sigismundo. La culminación
de dicho tema se da, sin duda, en "El casamiento engañoso", con el relato que el
alférez Campuzano hace de su matrimonio con doña Estefanía de Caicedo y la
consiguiente expiación de la sífilis que le abona la entrada al fantástico mundo del
coloquio perruno. Hasta el presente, se ha considerado esta novela como un reflejo
de las experiencias familiares del mismo autor1 o una representación viva del Valladolid
de principios del siglo XVII en que, según Pinheiro, eran tantas las cortesanas, que
constituyeron una de las siete maravillas de la ciudad. 2
N o se pretende negar que, al componer esta obra, Cervantes tiene muy presente
una realidad social de su tiempo que de hecho le toca muy de cerca. Sin embargo,
queda todavía bastante por aclarar acerca de una posible génesis literaria de la novela,
ya que, por medio de Estefanía, el autor elabora a sabiendas una figura literaria muy
de actualidad. Como un ser social que emulaba a la hetaira helénica, la cortesana
hizo sus primeras apariciones en la Roma de finales del siglo X V y es, junto con
los humanistas, quizá uno de los personajes más emblemáticos del Renacimiento.
Es asimismo una figura literaria característica de la época que elige en conjunto su
representación bajo el aspecto superior de la cortesana elegante y refinada, que en
Italia llaman cortigiana onesta?
La península ibérica no fue una excepción ante el rápido crecimiento de este fenómeno
social. La cortesana, conocida aquí como buscona, es también figura representante
de la elegancia y el buen gusto, maestra en el arte de recibir con gentileza y de
mostrarse igual o superior a los hombres a la hora de redactar un billete amoroso,
que era el máximo ritual literario de la galantería de la época . 4 Como depositaría
del arte de bien escribir y de las buenas maneras, la cortesana realiza desde su estrado
el mismo papel que la monja en su locutorio. Falta la auténtica voz femenina de
una Louise Labe o una Verónica Franco, pero no un protagonismo colectivo aquí
llamado dama servida, que ha sido de hecho un personaje aceptado por la sociedad
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española de los Austrias. 5 Como foco de una literatura propia, el arquetipo de la
cortesana se halla en la lírica y, con relieve aún mayor, en el teatro y la novela.
La misma Celestina, la Carajicomedia, La Lozana andaluza (por citar sólo obras
cumbres) son claves para la configuración de una literatura que cabría llamar cortesanesca
en su alineación con los escritos en torno a las figuras del caballero, la alcahueta,
el pastor o el picaro. 6
Cervantes demuestra tener un conocimiento exhaustivo de esta literatura de la
cortesana, que, como punto de referencia, le sirve a la hora de elaborar el personaje
de Estefanía que permanece, en conjunto, fiel a la caracterización típica de la dama
servida. Como requiere su profesión, la protagonista cervantina ha creado una imagen
que arroga la clase y la autoridad, 7 ya que "el precio de su labor" 8 —en palabras
de una antecesora andaluza suya Lozana—depende decisivamente de su
autopresentación, que comienza con el propio nombre. Se llama doña Estefanía de
Caicedo. Es sabido que Estefanía era nombre aristocrático: así se llama una hija natural
de Alfonso VII en La desdichada Estefanía (1604), comedia histórica de Lope, y
así se nombra también la madre del noble toledano protagonista de La fuerza de
la sangre? En cuanto al apellido, Caicedo apunta probablemente a un inexistente
origen v izcaíno , 1 0 que alega los dos atributos más apreciados de la sociedad española
de su tiempo: la antigüedad nobiliaria y la limpieza de sangre. 1 1
Estefanía no es extremadamente hermosa pero el éxito de su profesión no depende
enteramente de la belleza, sino de muchos otros factores según la ciencia cortesanesca,
que aparecerá canonizada en La escuela de Celestina (1620) de Salas Barbadil lo: 1 2
"Razón de estado de amor / con eminencia professo, / que más que bellos semblantes,
/ almas políticas precio" (I, 20). Es decir, el arte de la cortesana, como un verdadero
arte de seducir, demanda mucho más que la belleza física. Consiste principalmente
en enamorar "con sutil entendimiento" o con "las artes ingeniosas" (I, 20) que abarcan
el baile, la música, el canto, el arte de conversar, la limpieza y aliño, la cultura
de los dientes y las manos, el uso de sortijas y guantes y el arte de fingir. U n rostro
no particularmente bello se suple fácilmente con una voz atractiva. Este es el caso
de nuestra protagonista. Campuzano reconoce la magia que sobre él ejerce la voz
de Estefanía: "no era hermosa en extremo; pero éralo de suerte que podía enamorar
comunicada, porque tenía un tono de habla tan suave que se entraba por los oídos
en el alma" ( 2 2 4 ) . 1 3 Se trata de una cualidad individual, exclusiva de Estefanía, cuyo
atractivo no se centra tanto en una hermosura extraordinaria, sino más bien en algo
más espiritual. 1 4
Es sabido que una dama servida mantiene su status mientras puede pasar inadvertida,
ya que la clandestinidad o discreción no sólo asegura una apariencia de honestidad
que distrae la atención de la justicia, sino que es lo que la distingue de una cantonera 1 5
o mujer pública. Esta dificultad de señalarla con el dedo constituye también uno
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de sus mayores atractivos porque comunica una disponibilidad ambigua e invita a
la vez el necesario ritual de los galanteos. La escena del primer encuentro de Estefanía
con el alférez es emblemática porque demuestra cómo la profesional seduce a su
futuro marido sin necesidad de pronunciar palabra alguna. 1 6 Su aparición en la posada
de la Solana es una presentación muy cuidadosamente calculada. Cuando sale, lleva
el rostro velado como mujer honesta, sabiendo que el manto no sólo crea una imagen
de recato y virtud, sino que también es una excelente arma de seducir. D e hecho,
es una imagen discreta pero con un fuerte efecto erót ico . 1 7 Lo que apenas se deja
vislumbrar (el rostro velado) ha sido suficiente para incitar la curiosidad del alférez:
"se sentó en una silla junto a mí, derribado el manto hasta la barba, sin dejar ver
el rostro más de aquello que concedía la raridad del manto; y aunque le supliqué
que por cortesía me hiciese merced de descubrirse, no fue posible acabarlo con ella,
cosa que me encendió más el deseo" (223). El manto que oculta pero no esconde,
provoca interés con su aire de misterio intrigante. 1 8 Las súplicas de Campuzano, quien
no perdió ripio, son de esperar, pero Estefanía no se rinde a estos ruegos insistentes,
ya que sabe muy bien que "eso es gustoso, lo que mal se alcanza." 1 9
Ducha en el arte de seducir, sabe que no debe desesperar del todo a su pretendiente
y lo importante es mantener viva su esperanza. 2 0 Para conseguir tal objetivo, descubre
entonces "una muy blanca mano, con muy buenas sortijas" (223). Es decir, al quitarse
un guante y dejar a la vista una blanca mano alentada de joyas, Estefanía revela
lo suficiente para así encarecerse más, alimentando la pasión de Campuzano. El efecto
de aquella blanca mano alhajada es irresistible y embriagador:2 1 el ya picado Campuzano
volvió a rogar que se descubriese. En ese momento, la dama velada rompe al fin
el silencio y dice: "No seáis importuno; casa tengo; haced a un paje que me siga,
que aunque yo soy más hornada de lo que promete esta respuesta, todavía, a trueco
de ver si responde vuestra discreción a vuestra gallardía, holgaré de que me veáis"
(224). Estas palabras—solemnes al parecer, pero llenas de equívocos—representan
el típico juego lingüístico que la cortesana utiliza para diferenciarse de la mujer pública.
Reiteran su negativa a descubrirse en público pero prometen la posibilidad de ser
tratada a puerta cerrada. Con el tono cortés y obsequiador, versan únicamente sobre
la honra, la discreción, la gallardía, la promesa y evaden degradantes referencias
monetarias que caracterizan el amor prostibulario, tales como el precio y el pago.
Estefanía no admite solicitudes imprudentes, pero concede audiencia en casa a quien
la pretenda con discreción y gent i leza . 2 2
La adaptación cervantina de la materia cortesanesca no se logra, sin embargo, en
virtud de un esquema literario aplicado con uniformidad. Si la caracterización
acostumbrada sigue válida para Estefanía en cierto nivel indiscutible, hay que insistir
en que aquélla viene a quedar destruida en otro nivel que es el que más importa.
La caracterización heredada limita ahora su función a trazar el mapa psicológico de
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las necesidades humanas de una profesional llamada Estefanía de Caicedo. El más
claro signo literario de esta voluntad de transformación se perfila en su matrimonio
con el soldado. Si bien se reelabora allí un tema harto recurrente de la literatura
cortesanesca—el tema del matrimonio engañoso que las cortesanas estafadoras urden
para evadir la persecución de la jus t i c ia—, 2 3 el casamiento de Estefanía es un caso
aparte. Recordemos de nuevo a Salas Barbadillo, cuya comedia El sagaz Estacio,
marido examinado (1620) representa una excelente síntesis de dicho tópico aunque
es una obra posterior a la novela cervantina. Allí, Salas Barbadillo moldea, con
su doña Marcela, el paradigma de la cortesana engañosa en busca de un marido
complaciente para burlarse de la sociedad que la rodea Para ella, el matrimonio representa
un contrato, una "religión áspera y estrecha" que es "más fuerza que natural deseo"
(I, 77), ya que le sirve más bien de una fachada de honestidad que la abriga de
la amenaza judicial y así le asegura el provecho . 2 4 Para encontrar "un hombre hecho
de pies a cabeza en el molde de Diego Moreno" (I, 7 8 ) , 2 5 ella y sus enamorados
forman una especie de tribunal para examinar a los aspirantes. El candidato favorecido
es Estacio, debido a sus muchos méritos, entre los cuales figura "el haber sido amamantado
por una cabra y el haberse dejado maltratar de palabra y obra por su primera mujer
a la que él mismo buscaba amantes" (Asensio 411) . Una vez celebrada la boda,
salta la sorpresa: Estacio cierra la puerta a los galanes de Marcela, amenaza a los
recalcitrantes con escopeta y manifiesta que ha obrado así para cumplir un voto de
casarse con una pecadora y redimirla de su mala vida. Con este tono moralizante,
se acaba la comedia.
La novela de Cervantes no puede ser más distinta. El foco se concentra sobre
una pareja protagonista (Campuzano y Estefanía) sin la multitud de cabos sueltos
que con fines cómicos o de simple interés escénico se enredaban en la comedia,
donde no hay más que personajes secundarios. Queda abandonada la pintura de la
vida cortesana perfilada a gusto del público de los corrales. Está ausente la intriga
del examen del marido, que sólo era una oportunidad para sacar a las tablas el cuadro
de las ardides de la cortesana. El marido que ha elegido no tiene nada de Diego
Moreno. Estefanía rompe con las reglas dictadas en los manuales de su profesión.
Aunque la unión cortesana-soldado es un emparejamiento tópico de la comedia clásica,
en la literatura española el soldado entra en la lista de los clientes menos deseados
y que deben ser evitados a toda costa. Según el arte de la cortesanía, el militar representa
el tipo de hombre violento que en el momento de su furia, hará "rasguñillos" y pagas
en el rostro de su a m i g a . 2 6 Además, siendo una mujer del mundo, debería saber
muy bien que tener a un alférez como marido no le proporcionaría una vida lujosa, 2 7
aunque sí sin preocupaciones económicas. Desaparece también la actitud desdeñadora
de la típica cortesana estafadora ante el sistema patriarcal y judicial de la época.
En cambio, la confesada intención de Estefanía de casarse es de índole muy distinta:
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"busco marido a quien entregarme y a quien tener obediencia; a quien, juntamente
con la enmienda de mi vida, le entregaré una increíble solicitud de regalarle y servirle"
(225). Con casi las mismas palabras, vuelve a subrayar este deseo hacia el final de
su discurso: "yo busco marido que me ampare, me mande y me honre pero no galán
que me sirva y me vitupere" (226). A través de estas palabras, se atisba una mujer
cansada ya de su vida de constantes búsquedas y deseosa de refugiarse en la estabilidad
y seguridad de una vida familiar, que muy probablemente jamás ha t en ido . 2 8
Su ofrecimiento matrimonial es un discurso que, basado sobre una estrategia lingüística
muy bien premeditada, comunica no sólo un fuerte deseo de casarse , 2 9 sino también
la valoración de la mujer deseada por la sociedad de la época: una perfecta casada
con dote. Siendo buena conocedora de la psicología masculina, se presenta como
una candidata ideal para la perfecta casada que canoniza fray Luis de León: ensalza
su habilidad culinaria y sus buenas cualidades para la administración de la casa:
no tiene príncipe cocinero más goloso ni que mejor sepa dar el punto
a los guisados que le sé dar yo, cuando mostrando ser casera, me
quiero poner a ello. Sé ser mayordomo en casa, moza en la cocina
y señora en la sala; en efecto, sé mandar y sé hacer que me obedezcan.
N o desperdicio nada, y allego mucho; mi real no vale menos, sino
mucho más cuando se gasta por mi orden. La ropa blanca que tengo,
que es mucha y buena, no se sacó de tiendas ni lenceros; estos pulgares
y los de mis criadas la hilaron. Y si pudiera tejerse en casa, se tejiera.
(225)
Para ganarse la entrada en el competitivo mercado del matrimonio, ella sabe que
la belleza física es lo que menos importa. 3 0 N o olvida la importancia del dinero.
Destaca que su situación económica es más que cómoda: "con todo esto vale el
menaje de mi casa, bien validos, dos mil y quinientos escudos; y éstos, en cosas
que, puestas en almoneda, lo que se tardare en ponerlas se tardará en convertirse
en dineros" (225). En una época en que la dote valía como el único factor decisivo
con que se abre paso al mercado del matrimonio, Estefanía sabe muy bien que sólo
una dote generosa le ofrecerá a ella o a cualquier mujer de su tiempo la posibilidad
de casarse. Entiende perfectamente que la fuerza de su presunta hacienda será la
única arma eficaz para llegar al corazón de un hombre como Campuzano.
Además, sin pretender ocultar su pasado, confiesa, con una valentía admirable,
que "simplicidad sería si yo quisiera venderme a vuesa merced por santa. Pecadora
he sido, y aun ahora lo soy; pero no de manera que los vecinos me murmuren ni
los apartados me noten" (225). Con el tono prudente que la caracteriza, Estefanía
insiste en que a pesar de haber llevado una vida equívoca, ella no deja de ser una
mujer discreta y digna de respeto . 3 1 Prosigue con el mismo recato y se presenta
como una mercancía en venta, valiosa aunque usada: "Si vuesa merced gustare de
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aceptar la prenda que le ofrece, aquí estoy moliente y corriente, sujeta a todo aquello
que vuesa merced ordenare, sin andar en venta" (226). El ofrecimiento resulta irresistible
para Campuzano, ya que en cuatro días se celebra la b o d a . 3 2
Estefanía cumplió su promesa y sobresale en su papel de la perfecta casada. Con
un sentido de entrega completa, ella mima a su marido como a un rey y aún hará
que el alférez mismo recuerde después con nostalgia aquellos días felices:
Seis días gocé del pan de la boda, espaciándome en casa como el
yerno ruin en la del suegro rico. Pisé ricas alfombras, ajé sábanas de
holanda, alúmbreme con candeleros de plata; almorzaba en la cama,
levantábame a las once, comía a las doce, y a las dos sesteaba en
el estrado; bailábanme doña Estefanía y la moza el agua delante... El
rato que doña Estefanía faltaba de mi lado, la habían de hallar en
la cocina, toda solícita en ordenar guisados que me despertasen el gusto
y me avivasen el apetito. Mis camisas, cuellos y pañuelos eran un
nuevo Aranjuez de flores, según olían, bañados en el agua de ángeles
y de azahar que sobre ellos se derramaba. (227-28)
Los empeños de Estefanía no son un encubrimiento de las prácticas inmorales
con las apariencias burguesas que se halla en el tópico de la cortesana engañosa,
porque si su intención de casarse hubiera sido la de robo, ninguna necesidad habría
de esforzarse tanto en jugar a la perfecta casada. 3 3 La entrega con que desempeña
su papel de esposa ideal demuestra su voluntad y confirma la razón fundamental
de que su intención de contraer matrimonio podría haber sido algo más que una
cobertura conveniente para eludir la persecución de la justicia o una estafa deshonesta
para despojar a Campuzano . 3 4
Sin embargo, basado sobre fraudes e intercambio material, el matrimonio de Estefanía
con Campuzano entra por una senda de preocupada seriedad. Este episodio, que arroja
luz sobre una triste faceta de la realidad española de la época, que negaba literalmente
el casamiento a mujeres sin dote, constituye en el fondo un ataque contra ciertas
prácticas del matrimonio al uso. Estefanía confiesa que no ha podido contar con
la protección de su familia y tiene que valerse por sí misma, ya que "ni de mis
padres ni de otro pariente heredé hacienda alguna" (225). El destino de nuestra buscadora
de imposibles no podría ser otro más que el de fracasos y frustraciones, ya que una
mujer económicamente descalificada como ella está delimitada forzosamente a dos
fines: la religión o la prostitución. 3 5 Esta realidad social la atestigua también una
carta anónima a Felipe IV en 1621, que dice "está tan introducido, en nuestra España
el dar los padres toda la hacienda a una hija por cassarla auentajadamente, que dejan
a las demás sin dote, obligadas a que sean monjas por fuerca, o a que sean malas
mugeres y perdidas." 3 6 La historia de Estefanía hace una revalorización del matrimonio
al uso, que en el fondo no es menos engañoso. Basado sobre el interés y la dote,
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el matrimonio se ha convertido en la "legitimación del cálculo más ego ís ta" 3 7 de
aquella sociedad, dejando excluidos factores de más quilates como el amor, la libre
elección y la honest idad. 3 8
En esta novela, Cervantes sugiere, por medio de su retrato de doña Estefanía de
Caicedo, una reevaluación de los prejuicios comunes contra el personaje de la dama
servida. La mentira de Estefanía en cuanto a su hacienda en nada iguala las burlas,
estafas codiciosas y aún maldades diabólicas que contra la entera sociedad española
lanzan las cortesanas de otros autores. 3 9 Al evitar representar a la protagonista como
una simple encarnación de la maldad, Cervantes elabora aquí una caracterización
más compleja y original de ella. A pesar de los pecados que nuestra protagonista
misma ha confesado, en la novela está ausente el matiz moralista y didáctico que
caracteriza la narrativa de la época. Estamos ante un mundo semejante al de Persiles,
en que "[pjarece que el bien y el mal distan tan poco el uno del otro, que son como
dos líneas concurrentes, que aunque parten de apartados y diferentes principios, acaban
en un punto ." 4 0 El problema que aquí se plantea deja de ser una simple cuestión
del bien y el mal o la del engaño y la verdad, sino que es algo mucho más complejo
que lo que instruye la lección de catecismo de entonces . 4 1
La novela de Cervantes no está encaminada a degradar ni ensalzar la figura de
la cortesana, sino más bien a ofrecer una historia de materia humana, examinada
con una sensibilidad fina, muy apartada de la moralidad convencional. 4 2 Tanto Estefanía
como Campuzano dejan de ser estereotipos, limitados por la fórmula literaria, y son
individuos de una complejidad psicológica original. Los esfuerzos de Estefanía en
jugar a la perfecta casada no sólo revelan su desesperación por intentar ganarse la
voluntad y el afecto de Campuzano y asimismo por redimirse con el matrimonio, 4 3
sino que también comunican una voluntad entrañable que no se halla ni en la obra
de Salas Barbadillo ni en la de otros autores sobre la cortesana. Es esta firme voluntad
de ser dueña de su vida, la que tanto caracteriza a los personajes cervantinos . 4 4 A
pesar de sus flaquezas o defectos, Estefanía es un personaje sin malicia y con méritos.
Como su marido, ella no es perfecta, pero no es tampoco un ser demoníaco. Podrá
haber sido calculadora y engañosa, pero también lo ha sido Campuzano . 4 5 Ella no
aparece ni mejor ni peor que cualquier otro personaje en la novela.
N o estamos ante un libro de cortesanas convencional, en la que los sentimientos
humanos son accidentales. La novela cervantina revela, con inteligencia y simpatía,
facetas humanas que terminan por disolverse en un océano de ambigüedades. D e
nuevo, el autor del Quijote muestra su originalidad al no afincarse dogmáticamente
en ningún molde estético e histórico . 4 6 Humaniza un tipo literario de moda como
es el de la dama servida y presenta un personaje que tiene tanta alma, tanta personalidad
que trasciende los límites del juego artístico. 4 7
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NOTAS
1 Al estudiar acerca de una posible génesis de la novela, Amezúa y Mayo comenta que no necesitaba Cervantes pasear sus calles, acercarse a sus corrillos y mentideros e introducirse
en sus casas para acopiar los elementos que aquélla requiriese. Por inmensa que sea nuestra piedad hacia su figura, por más que queramos cerrar los ojos ante sus infortunios familiares, ahí están con su descamada realidad, con su implacable, pero veraz testimonio, los documentos allegados por los cervantistas, en los que aparecen donaciones, contratos y escrituras harto sospechosas para el buen nombre y honestidad de sus hermanas doña Andrea y doña Magdalena y de su sobrina doña Costanza de Ovando, que no pueden tener más que una y lamentable explicación, la de que ellas también pertenecieron a aquel linaje de mujeres que llenaban su vida en algo más que en las ganancias legítimas de sus esposos o hermanos. (Cervantes: Creador de la novela corta española 381) Véanse también Amezúa y Mayo, El casamiento engañoso 211; Astrana Marín 110; Lokos
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124-25. Para los documentos de donaciones y contratos sospechosos para el buen nombre de las mujeres de la familia Cervantes, véanse Pérez Pastor, Documentos cervantinos y Pérez Pastor, Cervantes en Valladolid.
2 Bartolomé Pinheiro da Veiga, "La corte de Felipe III," Viajes de extranjeros por España y Portugal 131. El viajero portugués añade que las cortesanas vallisoletanas y las mantuanas "se hacen cruda guerra... Las madrileñas llaman a las de Valladolid cazoleras, que es como llamarlas sucias y cocineras, ellas llaman a las madrileñas ballenatos, porque cuando hablan de su Manzanares, les levantan que un día que el rio iba crecido, y llevaba acaso una albarda, acudieron todas diciendo que era un tiburón o ballena" (131). Véase también Amezúa y Mayo, Cervantes 378.
3 Bassanese descifra el oxímoron: la honestidad no se refiere aquí a una virtud ética, sino a la dignidad, la clase y la riqueza de la cortesana ("Prívate Lives and Public Lies" 296). Véanse también Hsu, Courtesans in the Literature of Spanish Golden Age; Márquez Villanueva, Lope: Vida y valores 143-267. Para más información sobre la cortigiana onesta, véanse los estudios clásicos de Lawner; Masson.
4 Recordemos a Celia, cortesana culta y refinada, en El condenado por desconfiado, sobre cuya capacidad intelectual y poética pondera un personaje masculino Octavio: "con una octava o soneto, / que con picaresco estilo / suele hacer de cuando en cuando, / trae a mil hombres perdidos; / y por parecer discretos, / alaban el artificio, / el lenguaje y los concetos" (I, 79). En el entremés "El Vizcaíno fingido", el mismo Cervantes borda también el tema en la figura de Cristina, que es "la que sabe de memoria, / a los Fraso y a Diana, I y al Caballero del Febo I con Olivante de Laura; I la que seis veces al mes / al gran Don Quijote pasa" (166).
5 La sociedad en aquel tiempo mantenía una actitud tolerante hacia la clase de las Estefanía de Caicedo. El conocido proceso a las hermanas, sobrina e hija de Cervantes en 1605 en Valladolid es un testimonio elocuente de dicha tolerancia social hacia la prostitución clandestina. El caso se inició por una circunstancia que no tenía nada que ver con la prostitución: el asesinato de don Gaspar de Ezpeleta, caballero del hábito de Santiago. Antes de este crimen sangriento, todo el mundo ya sabía y callaba que "en este quarto donde el dicho Miguel de Cervantes y su hija, hermanas y sobrina viven, hay algunas conversaciones de gentes, que entran en ella de noche y de día algunos cavalleros... mas de que en ello hay escándalo e murmuración; y especialmente entra un Simón Méndez, portugués, que es público e notorio que está amancebado con la dicha doña Isabel, hija del dicho Miguel de Cervantes" (Pérez Pastor, Cervantes en Valladolid 251-52). Como apunte anecdótico que ilustra dicha lenidad de la autoridad de la época hacia las damas servidas, véase el informe del alcalde Madrid, don Sebastián de Carvajal, al presidente del Consejo en 1621 (Junta de reformación 88-93). Véanse también los diarios de viajeros extranjeros y la Fastiginia de Pinheiro da Veiga.
6 Véase Hsu. 7 Bassanese 296-97. 8 El tema ha sido elaborado ya por Delicado en el mamotreto XXI de La Lozana andaluza,
en que Valijero explica que las cortesanas "mudan los nombres con cognombres altivos y de grand sonido..., y ansí discurren mostrando por sus apellidos el precio de su labor" (276-77). El apropiarse de un nombre de resonancia clásica o aristocrática forma parte de la imagen publicitaria de estas profesionales. Excepto las favoridas o cortigiana onesta, la mayoría de ellas cambian con intervalos regulares su nombre y casa para "parecer fruta nueva" (XXXIV, 173). Castillo Solórzano recoge también dicho tópico en Las harpías en Madrid, donde el tomarse apellido representa "una de las importantes circunstancias" para las que deseen triunfar en la corte filipina (51).
9 Márquez Villanueva, "Novela contra fábula" 616. El hispanista señala también que como la selección del nombre, la del apellido "Caicedo" "se debe a la conocida afición de aquellas mujeres a arrogarse una inexistente y campanuda nobleza" ("Novela contra fábula" 616).
1 0 Jaramillo Mejía revela en su Antioquia bajo los Austrias que los Caicedos, naturales
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de Berantevilla, eran una de las familias nobles vizcaínas que habían pasado a las Indias a principios del siglo XVII.
1 1 Herrero García 249-56. Maurice Mohlo propone una decodificación patronímica (cae cedo) que refleja la condición rameril de ella (85). Véase también Johnson 12-13.
1 2 Titulada de Comedia de la escuela de Celestina y el hidalgo presumido, la obra de Salas Barbadillo demuestra un conocimiento exhaustivo de la existente literatura de la cortesana en que la vida y la profesión de ésta aparecen canonizadas, en tono festivo, como ciencia y arte.
1 3 Instruye asimismo la cátedra maestra Celestina: "Cantar bien es grande hechizo, / y es vn notable remiendo, / para el rostro de vna fea, / que suple muchos defectos" (I, 21).
1 4 Rodríguez-Luis 42. 1 5 La mujer cantonera es otro nombre que se empleaba para llamar a la mujer pública.
Se dijo así porque las cantoneras andaba siempre de cantón (esquena) en cantón para estar a la vista y solicitar a los que pasaban (Diccionario de autoridades). Véase también Alonso Hernández 173.
1 6 Cervantes reelabora allí el arte de seducir, tema sumamente conocido de la época. Como muestras ejemplares, La Lozana andaluza, Sei giornate de Aretino, el romance "Una cortesana vieja / a una muchacha de Burgos" (Romancero general) y el discurso magistral de Teodora a la joven Fortuna en el Galán Castrucho de Lope.
1 7 La función del manto era doble. Por un lado le facilitaba la mayor libertad del movimiento, porque con él por fiador, podía la muyer presentarse en público sin ser conocida. Era también "imán atractivo de los hombres", por el otro lado, porque excitaba curiosidad y provocaba deseos. En torno al manto se ha creado también una literatura extensa. Entre los que se han inspirado del tema, se encuentran Quevedo, Tirso y Lope. Véanse también Monreal; Stor.
1 8 No es de extrañar que Celestina en su universidad del amor recomienda el uso del velo o guantes como imán atractivo de los hombres: "Tal vez la nube despidan / del guante, y cálcenle luego, / siendo relámpago breue, / con su fugitiuo incendio. / Porque mendigue su vista / el arrogante mocuelo / con el ruego, y con la quexa, / y aun trayga dorado el ruego" (I, 22).
19 Vega, "Galán Castrucho" III, 57. 2 0 Una de las reglas capitales en la ciencia de la cortesana que la sabia maestra Celestina
enseña a sus discipulas: "Del equíuoso os valed / en los fauores primeros, / que vn amante assi animado / teme y fía a vn mismo tiempo. / Liberal se sacrifica / entre esperancas y miedos, / que son magníficas mas / las dádiuas de el respeto. / Desesperarle del todo / nunca fue consejo cuerdo, / que es padrino la esperanca / para amorosos empleos" (I, 23).
21 Las blancas manos de la cortesana han inspirado creaciones a diversos autores de la época. Un ejemplo es la décima de Alonso Maluenda, alabando la boca y las manos de una dama cortesana: "Blanca haze al terso crystal / de tus manos el amor, / y en tu boca con primor / veo marfil y coral. / Y assi para darte igual / alabanca mis humanos / versos dizen chauacanos, / que interés nunca prouoca / para que pida a tu boca, / que no toman tus manos" (Bureo de las musas del Turia 169).
2 2 El alcalde Madrid Sebastián de Carvajal distingue también las cantoneras o tusonas del género de mujeres como Estefanía. Aclara que éstas "se differencian de las cantoneras en que las vnas se offrecen al interés y las otras, pretendidas y rogadas, admiten a algunos" (Juntas de reformación 91).
2 3 Han bordado dicho tema diversos autores como Sebastián de Horozco, Pinheiro da Veiga, Salas Barbadillo, Tirso, Alonso Maluenda, Quevedo y Cervantes. Pinheiro da Veiga nos prodiga en su Fastiginia copiosos ejemplos. El viajero portugués cita un irónico proverbio de moda en el Vallaolid de principios del siglo XVII: "no hay mejor ventura que tener mujer hermosa, y sin poner nada de casa, tener por tributarias las ajenas y la mujer alegre, que, por calléis, os hace mil mimos" (184-85). Véase Hsu 184-85.
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2 4 Se queja del agobio de andarse escondiendo por el "negro miedo de la justicia" que no sólo ofende la honra, sino que perjudica el provecho: "cuando pienso que estoy enterrada en la noche del olvido, el sol de la justicia me descubre, cuyos rayos me dejan con un gentil dolor de cabeza, ya en la afrenta de la honra, ya en el menoscabo de la bolsa; por esto busco yo un esposo que no sea marido entero, sino un lefio, un árbol digo, que me defienda con su sombra contra la fuerza deste sol, que yo le habilitaré para ello poniéndole las ramas sobre la cabeza" (I, 78-79).
2 5 El tema de Diego Moreno o del marido complaciente, de origen popular y muy vinculado a la figura de la cortesana estafadora, ha hecho correr la tinta a autores de calibre como Sebastián de Horozco, Mateo Alemán, Lope y Quevedo.
26 Véase el romance 1078: "Pues de los soldados / harto te he ya dicho, / y si no en mi cara / lo verás escrito; / donde manifiestan / estos rasguflillos / su término, y pagas, / cuáles son, y han sido". En el romance 851, parecido razonamiento vuelve a aparecer: "A soldados y estudiantes, / con sus ventajas y cursos, / por Flandes y Salamanca, / nunca admitas en tu estudio. / Que si quieres letras, y armas, / hallarlo has todo junto, / todas las veces que vieres / en tus manos un escudo". En La escuela de Celestina de Salas Barbadillo, la cátedra maestra aconseja también: "En jomadas y en prissiones / se pierde entonces la hazienda, / ganada en otras jomadas, / pues fuistes postas en ellas. / Por eso procurareis / siempre que el amante sea poco ostentatiuo de armas, / que el se tema, y no le teman. / Aborreced los vinosos / si deseays viuir quietas, / que en las manos trae a Marte, / el que a Baco en la cabeca. / Que los que gastan vinazo / como él es fuego, desprecian / por ser más noble elemento / el viuir sobre la tierra" (II, 54-55).
27 Lloris ha notado que el verdadero móvil de doña Estefanía es el mismo Campuzano, pero no sus presuntas riquezas (20).
28 Rupp 378. 2 9 Acerca de esta desesperación de Estefanía en casarse y establecerse, un personaje en
El anzuelo de Fenisa de Lope de Vega comenta que "ninguna cosa estas mujeres / buscan ni intentan, más que el casamiento" y explica que "debe ser la causa el escarmiento / de sus livianos gustos y placeres; / y cuanto aquesto no les dé codicia, / el librarse también de la justicia. / Fuera desto, el temor que al tiempo tienen, / viendo que ya se acaba la hermosura, / y que si a verse con amigas vienen, / no tienen cama o posesión segura" (III, 519).
3 0 Barrionuevo lo confirma también en sus Avisos: "Una hija de la marquesa de Granópoli, fea por extremo y corcobada, hereda a Falces, que no tiene hijos, todo lo de Mondéjar, y el duque del Infantado trata de casarla con un pariente de su casa, y en cuatro días le han salido más novios que pelos tiene la cabeza. No hay más hermosura que la riqueza" (11 de octubre de 1656).
31 Parecida estrategia lingüística la aconseja también la alcahueta Teodora a su joven discípula Fortuna: "Dile discretamente cómo vives / con la necesidad que no mereces" {Galán Castrucho III, 57).
32 Así confiesa a su amigo licenciado Peralta: "Yo, que tenía entonces el juicio, no en la cabeza, sino en los carcañares, haciéndoseme el deleite en aquel punto mayor de lo que en la imaginación le pintaba y ofreciéndoseme tan a la vista la cantidad de hacienda, que ya la contemplaba en dineros convertida" (226). Barrionuevo confirma también: "La grandeza y la riqueza es la mayor hermosura que puede tener una mujer, y la pildora con capa de oro, aunque amarga, se traga. ¡Oh, lo que puede este pajizo metal!" (12 de diciembre de 1656).
33 Es cierto que cuando se da cuenta de que su marido se ha enterado del enredo, Estefanía desaparece con cuanto en el baúl había, menos un vestido de camino. El vestido de camino, el escogido para viajar, era una prenda lucida y rica, de colores vistosos. Hecho de "terciopelos y rasos, y los chapeos con cordones de oro y plata," uno de éstos cuesta cuanto uno tiene (Torquemada V, 350). Un rápido vistazo a la carta de pago y recibo de parte de la dote
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de doña Isabel, hija natural de Cervantes, otorgada por su esposo Luis de Molina el 5 de diciembre de 1608 en Madrid, nos ofrece una conjetura de su valor: un vestido de terciopelo negro con su basquina de raso apresado costaba mil reales en aquel tiempo (Pérez Pastor, Documentos cervantinos 150). El hecho de que Estefanía no se ha llevado esta prenda de valor, por un lado, pone en tela de juicio la intención de despojar al alférez. Por el otro, revela también una complejidad psicológica, a la que Cervantes no nos ha permitido el directo acceso porque todo lo que se sabe de ella—lo que dice, hace o piensa—nos llega a través del soldado. Márquez Villanueva sugiere que ella no "tiene corazón para dejar desnudo al esposo de unos días felices y por eso no se lleva lo único que el baúl contenía de algún valor" ("Novela contra fábula 619). Véase también Amezúa y Mayo, El casamiento engañoso y El coloquio de los perros 396.
3 4 M. Lloris ha ilustrado que Estefanía no se había casado con el alférez con la idea de despojarle, sino que el despojo, dentro de sus planes, cuenta sólo como la menos deseable de la alternativas. Si su intención hubiera sido el expolio, ninguna necesidad hubiera tenido de colocarse a sí misma en una situación tan embarazosa y difícil como a la que se da lugar en la historia. Doña Estefanía pudo haber desaparecido el primer día de matrimonio, llevándose consigo las presuntas riquezas de Campuzano (16-17). Véase también El Saffar 30-33.
3 5 Estefanía pertenece a aquel grupo de mujeres de familia desvalida, entre las cuales se hallan también la Lozana de Delicado, la picara Justina y las dos hermanas harpías de Castillo Solórzano, Feliciana y Luisa. Véase Shepard 370-71.
3 6 La Junta de reformación 237. Véase también "La junta grande de reformación a las ciudades voto en cortes" (1622) en la misma colección, en especial pp. 387-88; Lokos 123.
3 7 Márquez Villanueva, "Erasmos y Cervantes, una vez más" 134. 3 8 Dicha preocupación está también puesta de manifiesto en la carta anónima de 1621:
recomienda moderación de la dote para reducir el propósito del matrimonio "a la conseruación del verdadero amor que es justo aya entre los casados, porque así como no le ay mayor quél que en este estado se contrae, tanpoco ay igual aborrecimiento si vna vez toma raizes entre casados" (La Junta de reformación 240).
3 9 Un ejemplo paradigmático del tipo de la cortesana engañosa y diabólica es Nise, la gallarda dama de Ñapóles, en "La fuerza del amor" de Zayas y Sotomayor. La autora mantuana la caracteriza como "una mujer que ya no estimaba su fama ni temía caer en más baxeza que en la que estaba" y que roba a maridos de las mujeres honestas (354-55). En El criticón, Gracián compara la cortesana a "una Circe en el zurcir y una sirena en el encantar" que no sólo les pesca a todos el dinero, las joyas, los vestidos, la libertad y la honra", sino que además "convierte los hombres en bestias" (156).
4 0 Persiles y Sigismundo IV.12: 464. 4 1 Véase Cabrera; Profeti 201-05; Schwartz Lerner. 4 2 Márquez Villanueva observa con acierto que "la ejemplaridad moral [de esta novela]
no se entenderá como ninguna doctrina específica, sino una sensibilidad ética aplicada al problema humano, muy lejos de la lección de catecismo que entonces se entendía por tal" ("Novela contra fábula" 623).
4 3 Lloris 17. 4 4 Lo que se destaca en Estefanía, como en otros personajes cervantinos, es esa característica
"fidelidad a sí misma como persona,... [el] deseo inagotable de escoger su propio destino, sin verse restringida por los grillos de cualquier mandamiento a priori" (Larsen 23). Véase también Agostini de del Río 69.
4 5 Peralta observa que "entre vuesa merced [Campuzano] y la señora Estefanía, pata es la traviesa" (233). Campuzano confiesa también: "quise engañar y fui engañado, porque me hirieron por mis propios filos" (234). Véase El Saffar 28.
"6 Castro 235. 4 7 Agostini de del Río 277-78.
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