Enseñanzas del Papa Francisco. No.41
El 19 de enero, En su homilía, dijo:
“Jesús es llamado el Cordero:
es el Cordero que quita el pecado del mundo. Uno
puede pensar: ¿Cómo puede un cordero débil quitar todos
los pecados, tantos males?
Con amor. Con suavidad.
Jesús nunca ha dejado de ser un cordero: suave, amable, lleno de amor, cerca de los
pequeños, cerca de los pobres… Ha tenido la fuerza necesaria para tomar sobre sí
todos nuestros pecados”.
“Él ha venido para perdonar, para dar paz al mundo, pero en primer lugar al corazón. Tal vez alguno de nosotros tiene un dolor en su corazón , tal vez tiene un corazón
oscuro, tal vez se sienta un poco triste por una
falla... Él ha venido a quitar todo esto, Él nos da la
paz, perdona todo”.
“Muchas veces nos olvidamos de la
confianza en el Señor: ésta es la clave del éxito
en la vida. ¡La confianza en el
Señor, encomendémonos al Señor!” Y esta, “es
una apuesta que tenemos que hacer: confiar en Él, porque nunca decepciona.
¡Nunca, nunca! Escuchad bien,
chicos y chicas, que iniciáis la vida:
Jesús nunca decepciona”.
El 20 de enero dijo: La fe es el tesoro más precioso que vuestras
familias os han confiado y que estáis l lamados a transmitir a vuestros hijos”. “Es importante volver
a descubrir el mensaje del Evangelio y acogerlo con profundidad en la conciencia propia y en las
cosas concretas de la vida diaria, atestiguando con valor el amor de Dios en todos
los ambientes, incluido el trabajo”.
La Palabra de Dios es viva y por eso viene y dice aquello que quiere decir:
no aquello que yo espero que diga o aquello que yo quiero que diga”. Es una Palabra
“libre”. Y es también “sorpresa, porque nuestro Dios
es el Dios de las sorpresas”. Es “novedad”.
“El Evangelio es novedad. La Revelación es novedad.
Nuestro Dios es un Dios que siempre hace las cosas nuevas
y pide de nosotros docil idad a su novedad. En el Evangelio, Jesús es claro en esto, es muy claro:
vino nuevo en odres nuevas. El vino lo trae Dios, pero debe ser recibido con apertura a la novedad.
Y esto se llama docil idad.
Podemos preguntarnos: ¿soy dócil a la Palabra de Dios o hago siempre aquello que yo creo sea la
Palabra de Dios? ¿O hago pasar la Palabra de Dios por un alambique y al final es otra cosa con respecto a aquello que Dios quiere hacer?”
Si hago esto, “termino como el pedazo de tela nuevo sobre el vestido viejo,
y el remendón es peor”; y “aquello de adecuarse a la Palabra de Dios para poder recibirla” es “toda una
actitud ascética”.
“Cuando quiero tomar la electricidad de la fuente eléctrica, si el aparato que tengo no
es adecuado, busco un adaptador. Debemos buscar
siempre adaptarnos, adecuarnos a esta novedad de la Palabra de Dios, estar
abiertos a la novedad.
Saúl, precisamente el elegido de Dios, ungido de Dios, había olvidado que Dios es
sorpresa y novedad. Había olvidado, se había cerrado en sus
pensamientos, en sus esquemas, y así razonó humanamente”.
En el tiempo de Saúl, cuando uno vencía una
batalla tomaba el botín y con parte de él se
cumplía el sacrificio. “Estos animales tan
bellos –afirma Saúl– serán para el Señor”. Pero, Saúl
“razonó con su pensamiento, con su
corazón, cerrado en sus costumbres”, mientras
“nuestro Dios, no es un Dios de costumbre: es un
Dios de sorpresas”.
Saúl “no obedeció a la Palabra de Dios, no fue dócil a la Palabra de Dios”.
Y Samuel le reprochaba justamente esto, “le hace sentir que no ha obedecido, no ha sido siervo, ha sido señor, él.
Se ha adueñado de la Palabra de Dios”.
“La rebelión, no obedecer a la Palabra de Dios el Santo es pecado de adivinación”. “La obstinación, la no docilidad a hacer lo que tú quieres y no aquello
que quiere Dios, es pecado de idolatría”. Y esto, “nos hace pensar”
sobre “qué cosa es la l ibertad cristiana, qué cosa es la obediencia cristiana”.
“La liberad cristiana y la obediencia cristiana son docilidad a la Palabra de Dios, es tener
aquel coraje de convertirse en odres nuevos, para este vino nuevo que viene continuamente. Este valor de discernir siempre: discernir, digo, no relativizar. Discernir siempre qué cosa hace el Espíritu en mi corazón, qué cosa quiere el Espíritu en mi corazón, a dónde me lleva el
Espíritu en mi corazón
“Y obedecer. Discernir y obedecer.
Pidamos hoy la gracia de la docilidad a la Palabra de Dios, a esta Palabra que es viva y
eficaz, que discierne los sentimientos y los pensamientos del corazón”.
El 21 de enero en la Misa matutina de
Santa Marta dijo: “la relación del Señor con su pueblo es una
relación personal”“siempre, de persona
a persona”.Él, “es el Señor y el
pueblo tiene un nombre”,
“no es un diálogo entre el poderoso y la
masa”. Es un diálogo “personal”.
“Y en un pueblo, cada uno tiene su lugar. El Señor jamás habla a la gente así, a la masa,
jamás. Habla siempre personalmente, con los
nombres. Y elige personalmente.
El relato de la creación es una figura que hace ver esto:
es el mismo Señor que con sus manos artesanalmente hace al hombre y le da un
nombre: 'Tú te llamas Adán'.
Y así comienza aquella relación entre Dios y la persona”.
Y hay otra cosa, una relación entre Dios y nosotros pequeños:
Dios, es grande, y nosotros pequeños. Cuando debe elegir a las personas, también
a su pueblo, Dios siempre elige a los pequeños”.
Dios, elige a su pueblo porque es “el más pequeño”, tiene “menos poder” que los
otros pueblos. Precisamente hay un “diálogo entre Dios
y la pequeñez humana”. También la Virgen dirá:
“El Señor ha mirado mi humildad”. El Señor “ha elegido a los pequeños”.
El profeta Samuel está ante el más grande de los hijos de Jesé y piensa que sea “su consagrado, porque
era un hombre alto, grande”.
Pero el Señor, le dice “No te fijes en su aspecto
ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he
descartado, porque aquello que ve el hombre
no cuenta”.
De hecho, “el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El Señor
elige según sus criterios”. Y elige
“a los débiles y a los dóciles, para confundir a
los poderosos de la tierra”.
Al final, por lo tanto, “el Señor escoge a David,
el más pequeño”, que “no contaba para su
padre”. “No estaba en casa”,
estaba “cuidando las ovejas”.
El mismo David también “ fue elegido”:
El 26 de junio, el Papa Francisco dijo: “Todos nosotros con el Bautismo hemos sido
elegidos por el Señor. Todos somos elegidos.
Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y nos mira.
Hay un diálogo, porque el Señor ama así.
“También David luego se volvió rey y se equivocó. Quizás
cometió tantas equivocaciones, pero la Biblia nos cuenta dos errores fuertes,
dos errores de aquellos grandes.
¿Qué hizo David? Se humilló. Volvió a su
pequeñez y dijo: ‘Soy un pecador’.
Y pidió perdón e hizo penitencia”.
“La fidelidad cristiana, nuestra fidelidad,
es simplemente custodiar nuestra
pequeñez, para que pueda
dialogar con el Señor. Custodiar nuestra
pequeñez. Por esto la humildad,
la docilidad, son muy importantes en
la vida del cristiano, porque es una custodia
de la pequeñez, a la cual el Señor gusta
mirar”.
“Y siempre existirá el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza del Señor. Que el
Señor nos dé, por intercesión de San David –también por la intercesión de la Virgen que cantaba alegre a Dios, porque había mirado
su humildad– el Señor nos de la gracia de custodiar ante Él nuestra pequeñez”.
El 22 de enero, ante miles de fieles en la plaza San Pedro dijo:
San Pablo dice a los de Corinto: “¿Acaso está dividido Cristo?’”
“Ciertamente Cristo no ha sido dividido. Pero debemos reconocer sinceramente, con dolor,
que nuestras comunidades continúan a vivir divisiones que son de escándalo.
¡La división entre nosotros cristianos es un escándalo! No hay otra palabra: ¡un
escándalo! “Cada uno de ustedes
– escribía el Apóstol – dice:
‘Yo soy de Pablo’, ‘Yo en cambio soy de Apolo’, ‘Y yo de Cefa’, ‘Y yo de
Cristo’”.
También aquellos que profesaban a Cristo
como su cabeza no son aplaudidos por Pablo,
porque usaban el nombre de Cristo para
separarse de los otros al interior de la
comunidad cristiana. ¡Pero el nombre de
Cristo crea comunión y unidad, no división! Él ha venido para hacer
comunión entre nosotros, no para
dividirnos.
El Bautismo y la Cruz son elementos centrales del discipulado cristiano que
tenemos en común. Las divisiones en cambio debilitan la credibilidad y la eficacia de nuestro
compromiso de evangelización y arriesgan con vaciar la Cruz de su potencia”.
"Pese al sufrimiento de las divis iones, que
lamentablemente todavía permanecen, acogemos,
las palabras de Pablo como una invitación a
alegrarnos sinceramente de las gracias concedidas por
Dios a otros cristianos. Tenemos el mismo Bautismo, el mismo
Espíritu Santo que nos ha dado las gracias, reconozcamos y alegrémonos”.
Parte de lo que dijo el 23 de enero , en ocasión de la 48 jornada mundial de las comunicaciones
sociales: “Hoy vivimos en un mundo que se va haciendo
cada vez más ‘pequeño’ Sin embargo, en la humanidad aún quedan divisiones, a veces muy marcadas. A nivel global vemos la escandalosa
distancia entre el lujo de los más ricos y la miseria de los más pobres. A menudo basta caminar por una ciudad para ver el contraste entre la gente
que vive en las aceras y la luz resplandeciente de las tiendas”.
“Nos hemos acostumbrado tanto a ello que ya no nos l lama la atención. El mundo sufre numerosas formas de exclusión, marginación y pobreza; así como de conflictos en los que se mezclan causas
económicas, políticas, ideológicas y también, desgraciadamente, religiosas”.
“La cultura del encuentro requiere que estemos dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir de
los otros. Los medios de comunicación pueden ayudarnos en esta tarea, especialmente hoy,
cuando las redes de la comunicación humana han alcanzado niveles de desarrollo inauditos. En
particular, Internet puede ofrecer mayores posibil idades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios”.
“Jesús no quiere cristianos egoístas, que sigan el propio ‘yo’, que no hablan con Dios, ni cristianos
débiles, cristianos que no tienen voluntad, cristianos a control remoto, incapaces de
creatividad, que buscan siempre conectarse con la voluntad de otro, y no son libres. ¡Jesús nos
quiere libres!”.
El mundo de la comunicación, puede ayudarnos a crecer o, por el contrario, a desorientarnos.
El deseo de conexión digital puede terminar por aislarnos de nuestro prójimo, de las personas que
tenemos al lado. Sin olvidar que quienes no acceden a estos medios
de comunicación social –por tantos motivos-, corren el riesgo de quedar excluidos”.
No basta, “pasar por las ‘calles’ digitales, es decir s implemente estar conectados:
es necesario que la conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro.
No podemos vivir solos, encerrados en nosotros mismos. Necesitamos amar y ser amados.
Necesitamos ternura.
“La red digital puede ser un lugar rico en humanidad:
no una red de cables, sino de personas humanas. La neutralidad de los medios de comunicación es
aparente: sólo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de
referencia.
Y las calles del mundo son el lugar donde la gente vive, donde es accesible efectiva y
afectivamente. Entre estas calles también se encuentran las digitales, pobladas de humanidad, a menudo herida: hombres y mujeres que buscan
una salvación o una esperanza. Gracias también a las redes, el mensaje cristiano
puede viajar ‘hasta los confines de la tierra’”.
“abrir las puertas de las iglesias significa abrirlas asimismo en el mundo digital,
tanto para que la gente entre, en cualquier condición de vida en la que se encuentre,
como para que el Evangelio pueda cruzar el umbral del templo y salir al encuentro de todos”.
“la imagen del buen samaritano que venda las
heridas del hombre apaleado, versando sobre
ellas aceite y vino, nos sirva como guía.
Que nuestra comunicación sea aceite perfumado para el dolor y vino bueno para
la alegría.
Que nuestra luminosidad no provenga de trucos o efectos especiales, sino de acercarnos, con
amor y con ternura, a quien encontramos herido en el camino. No tengan miedo de
hacerse ciudadanos del mundo digital”.
El interés y la presencia de la Iglesia en el mundo de la comunicación son importantes para dialogar con el hombre de hoy y l levarlo al encuentro con
Cristo: una Iglesia que acompaña en el camino sabe ponerse en camino con todos.
En este contexto, la revolución de los medios de comunicación y de la información constituye un
desafío grande y apasionante que requiere energías renovadas y una imaginación nueva para
transmitir a los demás la belleza de Dios”.
El 24 de enero dijo en su homilía: No es fácil construir el diálogo con los
demás, especialmente si el rencor divide como "un muro", pero el cristiano debe
buscar siempre el camino de reconciliación, con humildad, humillación y docilidad, porque eso es lo que ha enseñado Jesús.
“Para dialogar es necesaria la docilidad, s in gritar.
Es necesario pensar que también la otra persona tiene más que yo. Para dialogar, es necesario
hacer lo que hoy hemos pedido en la oración, al inicio de la Misa:
darse todo a todos”.
“Humildad, docil idad, darse todo a todos y también
todos sabemos que para hacer esto es necesario tragarse tantas cosas. Pero, debemos hacerlo,
porque la paz se consigue así: con la humildad,
la humillación, buscando siempre ver en el otro la imagen de Dios”.
“Dialogar es difíci l”, pero peor del intentar
construir un puente con un adversario es dejar crecer
en el corazón el rencor hacia él. De esta manera,
nos quedamos “aislados en este caldo
amargo de nuestro resentimiento”.
Un cristiano, en cambio, tiene como modelo a
David, que vence el odio con “un acto de humildad”.
“Humillarse, y siempre hacer el puente, siempre. Siempre. Y esto es ser cristiano. No es fácil. No es
fácil. Jesús lo hizo: se humilló hasta el f inal, nos hizo ver el camino.”
“Y es necesario que no pase tanto tiempo: cuando existe el problema, lo más pronto posible,
en el momento en el que se pueda hacer, después que la tormenta ha pasado, acercarse al diálogo, porque el tiempo hace crecer el muro, así como
hace crecer la mala hierba que impide el crecimiento del grano. Y cuando los muros crecen es muy difícil la reconcil iación: ¡es muy difícil!”.
No es un problema si “alguna vez los platos vuelan” –
“en familia, en las comunidades, entre los vecinos” –.
Lo importante es “buscar la paz lo más pronto posible”, con una palabra, un gesto. Un puente antes que un muro, como aquel que por tantos
años dividió Berlín. Porque “también, en nuestro corazón hay la posibil idad de convertirse en
Berlín con el Muro con los demás”.
“Yo tengo miedo de estos muros, de estos muros que crecen cada día y favorecen los resentimientos.
También el odio. Pensemos en este joven David: habría perfectamente podido vengarse, habría
podido echar al rey y eligió el camino del diálogo, con la humildad,
la mansedumbre, la dulzura. Hoy, podemos pedir a San Francisco de Sales, Doctor de la dulzura, que dé a todos nosotros la gracia de hacer puentes con los
demás, jamás muros”.
El 25 de enero dijo: La familia, es para los cristianos la Iglesia
doméstica, cuya salud y prosperidad “es una condición para
la salud y la prosperidad de la Iglesia y de la sociedad misma".
“La presencia de las mujeres en el hogar resulta más necesario que nunca, para la transmisión a las futuras generaciones los sólidos principios morales
y la misma transmisión de la fe”.
La presencia materna de María "indicará el camino a seguir con el fin de profundizar en el sentido y
el papel de la mujer en la sociedad” y su fidelidad al Señor.
El 26 de enero dijo en sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical :
Cristo empezó su labor evangelizadora en Galilea, la tierra de los gentiles y zona de frontera
“despreciada por los judíos observantes”, “para enseñarnos que nadie está excluido de la
salvación de Dios”.
“los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y aldeas de Galilea”. La misión de Cristo,
“no parte de Jerusalén, es decir del centro religioso, social y político, sino de una zona
periférica, despreciada por los judíos más observantes, con motivo de la presencia en
aquella región de diversas poblaciones; por ello el profeta Isaías la indica como ‘Galilea de los
gentiles’”.
“Es una tierra de frontera, una zona de tránsito donde se encuentran personas diferentes por raza,
cultura y religión. Galilea se convierte así en el lugar simbólico para la apertura del Evangelio a
todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se parece al
mundo de hoy: comprendida por diversas culturas,
necesidad de confrontación y de encuentro”.
“también nosotros estamos inmersos cada día en una ‘Galilea de los gentiles’,
y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de construir recintos para
estar más seguros, más protegidos.
Pero Jesús nos enseña que la Buena Noticia no
está reservada a una parte de la humanidad, hay que comunicarla a
todos. Es un buen anuncio
destinado a cuantos lo esperan, pero también a quienes, tal vez, ya no esperan, y ni siquiera
tienen la fuerza de buscar y de pedir”.
Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que nadie está excluido de la salvación de Dios, más bien, que Dios prefiere partir desde la periferia, de los
últimos, para alcanzar a todos. Nos enseña un método, su método, que expresa el
contenido, es decir la misericordia del Padre”.
En ese sentido, “cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el
Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este
l lamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a
todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”.
Además de iniciar su misión desde un lugar descentrado, Cristo llama a “hombres que se dirían
‘de bajo perfil ’”,pues “para elegir a sus primeros discípulos y futuros
apóstoles, no se dirige a las escuelas de los escribas y doctores de la Ley, sino a las personas
humildes y sencil las, que se preparan con empeño a la l legada del Reino de Dios.
Jesús va a llamarlos all í donde trabajan, en la ribera del lago: son
pescadores. Los l lama, y ellos lo siguen
inmediatamente. Dejan las redes y van con Él: su vida
se convertirá en una aventura extraordinaria y
fascinante”.
“¡el Señor llama también hoy!”, pasando
“por los caminos de nuestra vida cotidiana”. “También hoy, en este
momento, aquí, el Señor,
pasa por la plaza. Nos l lama a ir con Él, a
trabajar con Él por el Reino de Dios,
en las ‘Galileas’ de nuestros tiempos.
Cada uno de ustedes piense: el Señor pasa
hoy, el Señor me mira, ¡me está mirando!
¿Qué me dice el Señor?”
Tienen que ser valientes e ir con Jesús si los l lama y les dice “sígueme”. “Él no decepciona jamás.
¡Dejemos alcanzarnos por su mirada, por su voz, y sigámoslo! ‘Para que la alegría del Evangelio l legue hasta a los confines de la tierra y ninguna periferia
se prive de su luz’”.
En twitter dijo: No nos limitemos a decir que somos
cristianos. Debemos vivir la fe, no sólo con las palabras,
sino también con obras.
Si vivimos la fe en la vida diaria, el trabajo se convierte en una oportunidad para transmitir la alegría de ser cristianos.
Como María, conservemos la luz encendida en Navidad, y llevémosla a todas partes, en la vida
cotidiana.
Es fácil recurrir a Dios para pedirle, todos lo hacemos.
¿Cuándo aprenderemos también a darle gracias y adorarle?
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Servicio Gratuito. Que Dios te llene de bendiciones.
Y que permanezcamos unidos en el amor a Jesús.
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