El sistema de reclutamiento militar en el Cantón de Córdoba durante el régimen huertista, 1913-1914. Tesis. Facultad de Historia. Universidad Veracruzana. Mayo de 2010.
Adrián Ramírez Martínez
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U N I V E R S I D A D V E R A C R U Z A N A
FACULTAD DE HISTORIA
EL SISTEMA DE RECLUTAMIENTO MILITAR EN EL CANTÓN DE CÓRDOBA DURANTE EL RÉGIMEN HUERTISTA, 1913-1914.
TESIS
Que para obtener el Título de: Licenciado en Historia
P R E S E N T A: ADRIÁN RAMÍREZ MARTÍNEZ
A S E S O R: DR. GERARDO A. GALINDO PELÁEZ
Xalapa-Equez., Ver. Mayo de 2010
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I N T R O D U C C I Ó NI N T R O D U C C I Ó NI N T R O D U C C I Ó NI N T R O D U C C I Ó N
l estudio histórico del ejército y más delimitadamente el servicio militar en México,
es una temática de la que aún falta mucho por investigar, conocer y difundir, por ello
el interés de estudiar algunos antecedentes de la institución armada actualmente presidida
por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y perteneciente al Estado Mexicano.4
Si analizamos la historia de diversos países modernos, nos daremos cuenta del papel que
han jugado las fuerzas armadas en la construcción y mantenimiento del poder político. En
México el ejército ha contribuido al establecimiento y consolidación del gobierno nacional
en diversas etapas de su historia, como su intervención en el establecimiento de la
República.
En el campo de la historiografía, los principales trabajos realizados hasta el momento por
diversos investigadores nacionales y extranjeros se han encargado de analizar las
disposiciones legislativas, la correspondencia entre gobierno federal y jefes del ejército con
los estados y poblaciones locales, además de las noticias publicadas en diversos periódicos
de la época. Entre los puntos abordados destacan por ejemplo los sistemas de sorteo y de
leva5, así como el número y características de los diversos cuerpos armados; dichos
aspectos contribuyeron esencialmente para la elección y delimitación del presente tema. La
estructura del trabajo contiene parte de esa información y de manera más específica la
hallada en el Archivo Municipal de Córdoba y en el Archivo General del Estado de
Veracruz, además de un variado material historiográfico. 4 Muy ligados a los proyectos de acción cívico-militar, en México existen mecanismos de control sociopolítico con participación del aparato militar, tal es el caso del Servicio Militar Nacional. Boils, Guillermo. Los militares y la política en México. 1915-1974, El caballito, UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1975, p. 15. 5 “Leva: Enganche de gente para el servicio del ejército”. Diccionario de la Lengua Española, Océano, México, 1987.
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La presente investigación representa una contribución para la historia nacional, regional
y local, ubicada en un breve período histórico-político del siglo XX, febrero de 1913 a
julio de 1914, desarrollado en los años de la dictadura de Victoriano Huerta, la cual fue
una etapa crítica dentro del proceso de la Revolución Mexicana y que por tanto es
importante para la comprensión del movimiento. En esta temporalidad y espacio destacó la
figura gobernante del jefe político del cantón y del gobernador militar del estado.
Lo expuesto en este trabajo permite comprender las normas de la actual legislación
concerniente al servicio militar en favor de la seguridad nacional, la cual ha sufrido
variados cambios a través de los siglos si mencionamos como referencia su importante
participación desde el siglo XVIII, pero con el similar objetivo de salvaguardar la
integridad territorial y el orden institucional, en tanto las modificaciones logradas se han
venido dando conforme a la época y necesidades del país.
El estado de paz que en la actualidad ha mantenido México con el extranjero, ha
permitido desde nuestro punto de vista el desuso de mecanismos coercitivos para
implementar el reclutamiento militar, la leva ha dejado de ser usada en nuestra sociedad y
no ha sido abordada en los dictámenes del gobierno, mientras tanto los sorteos para asignar
la realización del servicio militar han perdurado hasta nuestros días a través de dos
lineamientos popularizados: la “bola blanca y bola negra”, los cuales son practicados
pacíficamente con carácter de orden público a varones mexicanos que cuentan con mayoría
de edad a partir de los dieciocho años para disponer por azar sobre quienes están obligados
a colaborar periódicamente en actividades de labor comunitaria, campañas de
alfabetización para el caso de la primera bola, o el simple acto de presencia en lugares
citados como parte del servicio para el caso de la segunda bola, todo bajo la dirección de la
SEDENA y aprobado por el ejecutivo federal y las leyes civiles. El servicio militar
señalado como deber dentro de la actual Carta Magna, es también un requisito para la
contratación de los ciudadanos en diversos puestos laborales, cuya mayoría integra el
proletariado, lo cual ha influido para liberarlo voluntariamente sin necesidad del
sometimiento practicado en siglos pasados, obteniendo la cartilla del servicio militar
nacional y un registro para ser requerido dentro del ejército mexicano en caso de guerra.
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Al encontrar información sobre la Guardia Nacional, tanto en el inventario del Archivo
General del Estado de Veracruz (AGEV en adelante) como en el Archivo Histórico
Municipal de Córdoba (AHMC en adelante), surgió el interés por realizar un trabajo que se
ocupara de las fuerzas militares en el Cantón de Córdoba, de manera concreta su estructura
y organización; el contenido de la legislación impuesta desde el gobierno de Benito Juárez
hasta finales del gobierno de Victoriano Huerta a diversos tipos de habitantes para
emprender acciones militares, y sobre todo estudiar la forma en que eran integrados a las
filas del ejército. De los archivos mencionados anteriormente, el AGEV fue el que
proporcionó más información para la redacción del trabajo a través del fondo documental
de la Secretaría de Gobernación, además del Diario Oficial de la Federación, la Gaceta del
Estado y otras obras bibliográficas que posee. En el archivo se pudo seguir la
comunicación escrita y telegráfica realizada entre los diferentes niveles de gobierno sobre
el proceso de reemplazos militares mediante el sorteo, conectados con las Secretarías de
Gobernación, de Guerra y de Gobierno del Estado de Veracruz y la Jefatura Política del
Cantón, además de la correspondencia entre familias de los sorteados con funcionarios de
las mencionadas dependencias.
El Archivo Histórico Municipal de Córdoba aportó material sobre las disposiciones
establecidas por el ejecutivo estatal a todos los cantones adheridos, además del censo
poblacional de 1910 hecho a nivel nacional, del censo poblacional de 1913 elaborado por
el gobierno estatal para el cálculo de la cuota de reemplazos del ejército con sorteos y la
publicidad anónima dada a conocer a los habitantes para incitarlos a un alistamiento
voluntario como un “acto patriótico”.
La consulta llegó también al acervo bibliotecario del Archivo General de la Nación
donde se consultó específicamente el Diario Oficial de la Federación de 1869, año en que
se publicó por decreto una importante ley y un reglamento de reclutamiento los cuales
fueron fundamentales para la segunda mitad del siglo XIX y los años siguientes. Otros
lugares de consulta fueron la biblioteca municipal de Córdoba y las pertenecientes a la
Universidad Veracruzana: biblioteca USBI-Xalapa, biblioteca de la Unidad de
Humanidades, biblioteca del Instituto de Antropología, biblioteca del Instituto de
Investigaciones Histórico-Sociales y la biblioteca Gonzalo Aguirre Beltrán.
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La búsqueda de información documental obtenida con respecto al tema de investigación
en su tiempo y espacio, demuestra la participación del cantón de Córdoba a favor del
gobierno federal y estatal en actividades militares: el reclutamiento obligatorio de la
población vecina del estado con sorteos, la salida y llegada de contingentes para su traslado
al puerto de Veracruz principalmente o al norte del país.6 Para esto es importante
mencionar las peticiones del gobierno de Huerta bajo el pretexto de “pacificar” al país a
toda costa, quien recordó a los gobernadores de los estados el deber de apresurarse a
entregar su cuota de reclutas como parte de su política militarista, en tanto que en la ciudad
de México se requirió de la participación de diversos tipos de gente productiva e
improductiva. El contar con hombres fue una necesidad constante y uno de los más
grandes problemas enfrentados. Así pues, en el estado de Veracruz se pedía a los cantones
dotaciones de hombres cada vez mayores y consecutivas para su protección interna, pero
también contra la invasión norteamericana en 1914 a través del método del sorteo.
Mediante el presente estudio se pretende contribuir al mejor conocimiento de la realidad
histórica de nuestro país, permitiendo ampliar la comprensión de la etapa revolucionaria;
sin embargo, pocos son los estudios históricos relacionados con fuerzas armadas en el
estado de Veracruz, la mayoría de los que estudian el reclutamiento se inclinan a las
prácticas realizadas en la ciudad de México. La complejidad se agudiza con la delimitación
de una división territorial más pequeña como el cantón de Córdoba, por consiguiente se
optó por la elaboración de un trabajo principalmente de archivo con el respaldo de la
bibliografía encontrada.
Respecto al balance bibliográfico de la investigación, algunos de sus autores han
trabajado historia militar en México de manera general, otros más específica. Las
publicaciones pertenecen a diversos centros de Investigación como la UNAM, el Colegio
de México, la Universidad Veracruzana, el INAH e instituciones no educativas
6 El término cantón fue usado para referirse a la división territorial y administrativa que conformaron las Intendencias de la Nueva España, así como de los departamentos y estados del siglo XIX y primera década del siglo XX. Fue hasta 1915 cuando se estableció el municipio como base de la división territorial de los estados y como institución constitucional.
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pertenecientes al gobierno, como son el caso del Senado de la República y la Secretaría de
gobernación.
Un trabajo escrito en forma de ensayo político y que aborda el tema del ejército se titula
El ejército mexicano, de Jorge Lozoya. La obra se basa en varias fuentes bibliográficas y
su estudio ve con detalle al ejército no con una imagen tradicional de influencia extranjera,
sino escrito y analizado de acuerdo a la interpretación de los mismos mexicanos. En el
capítulo II, plantea la estructura del ejército maderista y la postura que tomó Madero frente
al ejército; la participación nacional de Carranza en contra de Huerta, la forma como fue
creado el ejército constitucionalista, además de su estructura y funcionamiento.
El objetivo de Arturo Langle en su obra El militarismo de Victoriano Huerta, es
acercarse a los medios que utilizó este personaje para pretender establecer un régimen
militar; así pues, hubo instrumentos públicos pero manipulados por el gobierno, como la
prensa con sus publicaciones exageradas y mensajes patrióticos para inculcar el servicio
militar en la mayoría de la población varonil de casi todo el territorio nacional. Las
incorporaciones aparentemente voluntarias y dadas a conocer por los periódicos se fueron
haciendo cada vez más obligatorias con el sometimiento a una disciplina militar más
intensa e ineludible. La obra fue importante para conocer las duras políticas puestas en
práctica por el régimen huertista.
Una obra que presenta el origen y establecimiento de las fuerzas armadas es Documentos
históricos constitucionales de las fuerzas armadas mexicanas, editada por el Senado de la
República. La obra se divide en tres tomos y comprende entre sus páginas la época de la
Revolución, desde el gobierno de Porfirio Díaz hasta mediados de 1960. Dentro de ella se
puede localizar fragmentos de ordenanzas del siglo XIX y XX, declaradas para
reglamentar a las fuerzas armadas del país en su estructura y funcionamiento.
La obra bajo el título Origen del ejército constitucionalista de Francisco Urquizo, aborda
en uno de sus capítulos la contienda sostenida entre carrancistas y huertistas, las
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diferencias entre las operaciones implementadas entre ambos bandos, su origen y
composición socio-económica, así como las condiciones que llevaron a cabo los primeros a
triunfar sobre el ejército federal.
La revolución mexicana. Los años constitucionalistas, de Charles Cumberland, estudia el
período entre los años de 1913 a 1920. Según el autor este período fue el más crítico de la
lucha revolucionaria, en tanto analiza de manera amplia la situación de México. En su
capítulo titulado “El papel de los ejércitos”, comenta las constantes peticiones hechas por
Huerta a los gobernadores de los estados, las cuales exigían urgentemente la entrega
mensual de reclutas para el ejército pues se sufría una escasez notable de elementos, sin
embargo las evidencias muestran que las exigencias recomendaban entregar hombres lo
más pronto posible, es decir, en menos de un mes.
El trabajo se ha estructurado en tres capítulos para su mejor estudio. En el capítulo I
exponemos el contexto histórico del Porfiriato y del Maderismo como antecedentes
inmediatos. Dentro del primero señalamos la estructura y organización de las diversas
fuerzas armadas existentes y las operaciones de leva. También consideramos importante
los cuerpos revolucionarios surgidos del movimiento de Madero, los aumentos de los
efectivos reclutados y la ligera modificación a los estatutos sobre el abastecimiento de
tropas por medio del sorteo para refuerzo del ejército establecido.
En la segunda parte del capítulo incluimos las medidas impuestas por la política
militarista e intolerante del gobierno de Victoriano Huerta hacia grupos opositores desde
su llegada a la presidencia interina. En el estudio explicamos brevemente algunas de las
características de su política; los recursos humanos, políticos y autoritarios, utilizados
estratégicamente para intentar lograr el establecimiento del tan anhelado proyecto de
reclutamiento militar voluntario y obligatorio en varios sectores de la población mexicana.
Incluimos también la estructura, organización y funcionamiento de los ejércitos federal y
constitucionalista, en los cuales mencionamos las diferencias entre ambos grupos. La leva
forma parte de este capítulo y describimos la forma tradicional de su funcionamiento en
una gran parte de habitantes, que sin tener problema alguno con el gobierno, eran
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secuestrados de sus hogares o los lugares públicos e incorporados a las filas del ejército por
tiempo indefinido, lo cual provocó un miedo y rencor contra las autoridades que aplicaban
tal método desmesuradamente.
En el capítulo II iniciamos con una descripción sobre la situación geográfica del cantón
de Córdoba y de la ciudad del mismo nombre, igualmente hacemos alusión al desarrollo
económico basado en la economía de plantación, a los asuntos políticos relacionados con
la inestabilidad propiciada por los grupos revolucionarios y a la detallada información del
índice poblacional de 1910, todo ello fueron factores que contribuyeron a dar mayor
importancia a la temática central, tomando en consideración que el cantón de Córdoba
estuvo bajo el control del régimen. Otros puntos importantes son el número de habitantes
del cantón en 1913, cuya información sirvió al gobierno para imponer una determinada
cuota de reemplazos; al respecto estudiamos la cuota de reemplazos asignada al estado de
Veracruz y la cuota del cantón entre 1913 y 1914.
En el capítulo III abordamos las órdenes de Huerta a los gobernadores, a través de la
Secretaría de Guerra para entregar lo más pronto posible su cuota de reemplazos, y las
órdenes del gobernador del estado a los jefes políticos mediante telegramas y documentos
oficiales; los lineamientos establecidos en la ley de 1869 para el sistema de reemplazos en
los estados, además de las características y el número de los consignados mediante sorteo
en el cantón entre 1913 y 1914. Explicamos el uso predominante del sorteo y algunas
consecuencias negativas que repercutieron en los grupos familiares, especialmente en
aquellos con un estilo de vida no acomodada. Para la aplicación del dicho método fue
notorio el apoyo brindado por el gobierno de Veracruz. Las operaciones de reclutamiento
realizadas por la autoridad regional y local se vieron auxiliadas con los meticulosos pasos
establecidos en el reglamento estatal de reemplazos elaborado en 1900, el cual especificó
el tiempo y forma del proceso del sorteo dentro de los dieciocho cantones del estado, los
individuos requeridos para el servicio y los exceptuados del mismo. Mostramos algunas
situaciones consideradas como irregulares en el proceso de selección y consignación por el
autoritarismo e intransparencia del jefe político cantonal, quien se caracterizó por
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mantenerse fiel al régimen establecido. De igual forma, incluimos varios casos de
peticiones de reemplazo, elaboradas por diversas familias al jefe político o al gobierno del
estado, ante la consignación indebida de personas responsables y únicas de la manutención
familiar, también por lesiones físicas o bien acusados de robo, que desde sus puntos de
vista no ameritaba la consignación al ejército.
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C A P Í T U L O IC A P Í T U L O IC A P Í T U L O IC A P Í T U L O I LA ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO DEL EJÉRCITO
FEDERAL
1.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS
l ejército fue una institución importante para la protección, orden y estabilidad
general tanto del espacio territorial como para quienes detentaron el poder político y
económico desde las postrimerías del régimen colonial. Las primeras fuerzas armadas de la
Nueva España provenían de la metrópoli en un número reducido con la única función de
aniquilar las rebeliones indias de la frontera norte, así como defender las fortificaciones de
Veracruz, Campeche y Acapulco contra los ataques de corsarios.
En 1762 el ejército sufrió modificaciones cuando la Corona española decidió dar mayor
protección a sus colonias americanas ante la invasión británica a La Habana en ese mismo
año. En la Nueva España el objetivo consistió en formar los primeros regimientos con
hombres americanos. El proyecto empezó a tener resultados hasta 1767 con la Real
Ordenanza de Milicias Provinciales creada el 30 de mayo de ese mismo año la cual
estipuló el reclutamiento mediante el enganche de reclutadores, levas y sorteos en blancos,
mestizos y castizos con trabajo, sin familia y con buen físico. La leva comenzó a ser un
método de reclutamiento reconocido en los reglamentos militares desde 1775, pero fue
hasta 1794 cuando empezó a aplicarse a los grupos sociales improductivos y perniciosos
ante la necesidad de soldados y por la oposición de los colonos al servicio. Los habitantes
vivieron el sistema militar de los diversos gobiernos a través del paso de los años, fueron
adoptando el problema social como algo común y parte de su vida cotidiana.
Resulta pertinente abordar el sistema de reclutamiento militar como una de las tareas
realizadas para el funcionamiento del ejército nacional en diversas etapas de la historia de
México. Su devenir nos muestra el desarrollo y las consecuencias que ello provocó en los
diversos puntos del país donde se aplicó, especialmente las repercusiones que trajo consigo
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para una población mayoritariamente campesina, pobre y desprotegida por la ley, a merced
de los grupos privilegiados que tenían en sus manos las riendas de la nación.
El conocimiento del funcionamiento de los mecanismos de operación del ejército
mexicano nos permitirá entender la función que ha tenido desde los primeros tiempos y su
papel decisivo en la conformación de la vida institucional del país hasta nuestros días.
No obstante con lo anterior, nuestro objeto de estudio se ubica temporalmente en el
período comprendido entre el derrocamiento de Francisco I. Madero por parte del general
Victoriano Huerta en febrero de 1913 y la posterior derrota de dicho régimen de facto por
parte de las fuerzas constitucionalistas de Venustiano Carranza en el verano de 1914.
Durante el régimen de Victoriano Huerta el uso de la leva y el sorteo como medios para la
operación del ejército se generalizó, llegando a abarcar amplios sectores sociales. El
empleo de estos mecanismos por parte del régimen huertista estuvo basado en la necesidad
de fuerzas que tuvo dicho régimen a fin de combatir a sus enemigos zapatistas y
constitucionalistas como en la emergencia que supuso la toma del puerto de Veracruz por
parte de las tropas norteamericanas en abril de 1914 y el riesgo de una ocupación general
de todo el territorio nacional.
La participación directa de la población como recurso humano en el proceso de
reestructuración militar fue esencial para el funcionamiento del ejército federal, de esa
manera se buscó su participación voluntaria o forzada. Los grupos políticos imperantes
encararon el problema de la leva sin lograr que terminara. Sin embargo la resistencia de la
población y el paulatino pero creciente apoyo de ésta a la causa constitucionalista
impidieron lograr los fines que perseguían.
La violencia y el autoritarismo con que siempre se ejerció el mecanismo de la leva la
convirtió en una institución odiosa para la mayoría de la población, pese a ello durante la
mayor parte del siglo XIX siguió siendo el recurso más inmediato con que los diversos
gobiernos nacionales pretendieron hacerse del monopolio de la fuerza militar. A lo largo
de la centuria decimonónica los diversos gobiernos de una u otra facción recurrieron a ella
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ya fuera para hacerse del poder político o para combatir a sus enemigos o a las tropas
extranjeras que ocuparon nuestro país en ese período, con las consecuentes afectaciones a
amplios sectores que padecieron sus implicaciones económicas y sociales. Un ejemplo de
lo anterior lo encontramos en las disposiciones que Benito Juárez decretó en enero de
1857, al inicio de la llamada “Guerra de Reforma” a fin de contar con los elementos
humanos para combatir al llamado “Grupo conservador” que se oponía a su gobierno,
empleando para ello a los llamados “vagos” y desempleados, expidiendo la ley penal
respectiva.7
7 Barrón Echauri Mónica, La Revolución sale a escena, expedientes digitales del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, México, 2009. http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=exp-historia-iconografica-articulo
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1.1.1 El Porfiriato
En el régimen de Porfirio Díaz, que abarcó el período comprendido entre 1876-1911, el
ejército federal fue una institución importante para la realización de las tareas de
vigilancia, la conservación del statu quo y el sostenimiento de la llamada “Paz Porfiriana”,
basada en el férreo uso de la fuerza para el sostenimiento del régimen. Esta política se
tradujo en numerosos beneficios para los grupos de poder regionales que, una vez que
condensaron la pertenencia a un gobierno fuerte encabezado por Díaz, se dedicaron a
disfrutar de los beneficios de la política cuya divisas principales fueron “Orden y
Progreso”. No obstante lo anterior una de las acciones implementadas por Porfirio Díaz a
lo largo de su mandato, fue la de disminuir el peso y la importancia de ese mismo ejército,
pues por las experiencias pasadas sabía los riesgos que acarreaba mantener una abultada
nómina militar, capaz de arrebatarle el poder por la fuerza.
Durante el Porfiriato algunos miembros de las clases acomodadas se abstuvieron de
participar en el ejército pues algunos jóvenes ricos e hijos de terratenientes no veían en el
mando de las tropas un buen porvenir económico o social, sin embargo su participación
estuvo constreñida a los mandos más altos de la oficialidad como por ejemplo el estado
mayor presidencial o los selectos lugares destinados a los generales de división, mientras el
requerimiento de hombres para ocupar los puestos de soldado raso tuvieron que cubrirse,
como habitualmente se hizo durante el siglo XIX, principalmente con los estratos medios y
bajos de las ciudades y pueblos y con los vagos y delincuentes que siguieron siendo la
carne de cañón que el régimen empleó para sofocar las diversas rebeliones que se
sucedieron a lo largo de todo el territorio nacional en los más de treinta años que
permaneció Díaz en el poder. El servicio de las armas fue temido entre los hombres
jóvenes y viejos, debido a las graves consecuencias económicas y sociales que acarreaba,
por lo que era odiado entre la población.
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Según afirma Francisco Bulnes, el número de delincuentes acreedores a arresto o multa
eran suficientes para reemplazar las bajas anuales del pequeño ejército.8 Estos reemplazos
cumplieron el servicio forzado con una duración de cinco años y los comprometieron por
dictamen en otros servicios por tiempo indefinido como “soldados rasos”, es decir el sector
más bajo del cuerpo militar y a quien se le encargaban las tareas más duras. En
comparación del preparado y amplio número de jefes y oficiales federales, el
menospreciado soldado raso representaba todo lo contrario en la que la mayoría del grupo
militar estaba contra su voluntad reclutados con violencia y tratados como esclavos, otra
parte se componía de sujetos elegidos mediante un proceso de “sorteo”, o bien extraídos
rápidamente de las cárceles por diversos jefes políticos y jueces que aprobaban las políticas
del régimen.
En 1898 el periódico gobiernista “El Mundo”, argumentó lo costoso del enganche de
voluntarios, en tanto avaló la organización militar forzada, dentro de ella la formación de
la Guardia Nacional con reclutas de leva en bandidos y otros infractores para “deshacerse
de sus inmoralidades y perjuicios”.9
En 1891 la revuelta encabezada por Cruz Chávez en Tomóchic, Chihuahua tuvo entre sus
causas la imposición y autoritarismo del gobierno, la explotación laboral del pueblo y la
represión con el uso de la leva, así como el aislamiento y la ignorancia del pueblo. El
origen del conflicto se dio cuando Joaquín Chávez, un hombre de la región, nombró
presidente municipal a su pariente Juan Ignacio Chávez. El descontento entre campesinos
se agudizó con la explotación laboral de bajos salarios mediante amenaza de la leva y con
el falso robo del transporte de la plata. Los habitantes siguieron la religiosidad de una
muchacha llamada Teresita, conocida como la “Santa de Cabora” desobedeciendo las
órdenes del cura párroco para que abandonasen dichas creencias. La doctrina que
transmitió fue interpretada por Cruz Chávez como arma para la defensa y la resistencia del
pueblo a la autoridad. El gobierno de Porfirio Díaz no podía permitir un desacato de esa
magnitud a su gobierno por lo que decidió enviar un nutrido contingente de fuerzas 8 Bulnes Francisco, El verdadero Díaz y la Revolución, Editora Nacional, México, 1960, pp. 300-301. 9 García Granados Ricardo, Historia de México. Desde la restauración de la República en 1867 hasta la caída de Huerta, tomo I, Jus, Serie: Historia de México, México, 1956, pp. 388-289.
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federales para reprimir a la población de ese lugar.10 Los acontecimientos que se suscitaron
a raíz de esa rebelión y la posterior represión del régimen fueron narrados por Heriberto
Frías en la obra Tomóchic que se convirtió en un testigo presencial de los hechos ya que él
mismo se había enganchado voluntariamente en la leva que se formó para la represión de
los tomochitecos, viviendo las vicisitudes de la tropa y de las circunstancias de su
funcionamiento.
Otra obra literaria que nos ofrece un testimonio acerca de la leva es la escrita por el
general revolucionario Francisco Urquizo titulada Tropa Vieja11, mostrando la
consignación de campesinos al ejército mediante levas como escarmiento por acciones de
sublevación contra patrones y por su afición al alcohol, un vicio que fue duramente
criticado y penalizado durante el Porfiriato, pues según los ideólogos positivistas del
régimen provocaba la degradación moral de los individuos, por lo que quienes caían en él
no tenían ya posibilidad de redención y por lo tanto debían acabar sus días apartados del
conjunto social. La novela está centrada en un personaje de nombre Espiridión Sifuentes,
un mozo de hacienda originario del norte quien a los dieciocho años fue levantado por la
leva y sujeto a la rígida disciplina militar, a las vejaciones y crueldades dentro de los
cuarteles del Porfiriato en Monterrey durante un servicio obligatorio de cinco años.
El proceso de reclutamiento realizado por los gobernadores y jefes políticos estuvo
amparado en diversas disposiciones federales y estatales por lo que a pesar de la
arbitrariedad con que se manejaba las diversas autoridades encargadas de llevarlo a cabo
siempre esgrimieron como justificación a las instancias legales. De esta manera, los
diversos gobernadores aportaban hombres cogidos por la leva para satisfacer las peticiones
del gobierno central, sin importar las consecuencias que ello ocasionaba y las protestas de
los afectados y sus familiares directos. En algunos sucesos aislados cuando sus efectivos
de protección eran insuficientes para controlar las agitaciones, los gobernadores preferían
10 Katz Friedrich, Francisco Villa, vol. 1, Era, México, 2000, pp. 36-38. 11 Urquizo Francisco, Tropa vieja, SEDENA, Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, México, 1984.
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no aportar individuos al gobierno federal y en tales circunstancias cuidaban de no dar los
hombres cazados por la policía.12
Entre 1901 y 1902 Bernardo Reyes, uno de los generales de división más destacados del
Porfiriato, intentó reorganizar la estructura y administración del ejército, dando forma a un
nuevo ejército nacional compuesto por todos los sectores del país: se redujo el papeleo, se
aumentaron los sueldos a sargentos, cabos y estudiantes del Colegio Militar, se alfabetizó a
más del 50% de la tropa, se nombró una comisión para investigar el problema del
reclutamiento, se creó la Segunda Reserva que sería organizada en cada estado para formar
una Guardia Nacional. El proyecto de Reyes criticó la leva en apoyo de quienes ocupaban
los puestos inferiores del ejército mediante este sistema, pensó que el servicio voluntario
podría acabar con la leva. El mismo Reyes reprochó la acción de algunos jefes políticos
quienes seleccionaban a supuestos o reales delincuentes y vagos que eran enviados a las
unidades militares en cuerdas, o sea, amarrados por parejas y en filas.13 A pesar de tan
buenos propósitos el proyecto reyista, no pudo prolongarse durante mucho tiempo pues
debido a las divisiones políticas al interior de la elite gobernante, éste fue separado de su
cargo de secretario de defensa y volvió a Nuevo León como gobernador. La principal
oposición que tuvo esa reorganización del ejército, provino del grupo conocido como los
científicos, quienes veían en la Segunda Reserva una amenaza al mismo régimen pues en
su opinión se creaba un ejército paralelo que podía ser utilizado por Reyes para organizar
un golpe de estado y hacerse del poder político nacional.
En tanto, el problema de la leva se agudizaba año con año y afectaba a diversas familias,
pero su uso siguió siendo uno de los grandes negocios de los jefes políticos, pues cualquier
pretexto señalado por su persona hacia quien cometiera alguna falta, era suficiente para que
el supuesto agresor fuera aprehendido, consignado o deportado.
12 Bulnes, op. cit., p. 301. 13 En 1885 Bernardo Reyes escribió una monografía que atacó el sistema de reclutamiento de soldados extraídos de prisión; según Reyes, el soldado debía servir en el ejército por patriotismo. Propuso el servicio militar obligatorio en varones de entre 18 y 21 años de edad, para después pasar a la Guardia Nacional o reserva. Niemeyer Ev. Jr. El General Bernardo Reyes, Universidad de Nuevo León, México, 1966, p. 91.
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Numerosos son los testimonios de individuos que sufrieron dichas arbitrariedades y que
posteriormente fueron integrados al ejército mediante el uso de la leva, un ejemplo es el
del General revolucionario Calixto Contreras, originario de San Pedro de Ocuila,
Cuencamé Durango. En 1905 el hacendado Laureano López Negrete, propietario de la
Hacienda de Sombreretillo de Campa y colindante con la propiedad de los indígenas de
Ocuila, despojó de sus tierras a los indígenas de Santiago y San Pedro de Ocuila
amparándose en las maniobras de las compañías deslindadoras, pero todos los habitantes
de la comunidad protestaron por el atropello. Calixto Contreras solicitó el apoyo de
Severino Ceniceros para que los defendiera del despojo, quien se desempeñaba como
secretario en el Juzgado de Letras de Cuencamé, este acto de rebeldía hacia los hacendados
costó para que Calixto fuera acusado y condenado por los delitos de sedición y motín,
obligándolo a prestar servicio forzoso de leva como castigo en el ejército federal durante
cuatro años, posteriormente Calixto escapó de la leva y regresó a su pueblo natal.
Contreras logró entrevistarse con Francisco I. Madero en San Luis Potosí para apoyar su
Plan de lucha entre 1910 y 1912, y a la División del Norte entre 1913 y 1916.14 En otro
caso, en 1906 Emiliano Zapata asistió a una junta de campesinos en Cuautla, para discutir
la forma de defender frente a los hacendados vecinos las tierras del pueblo. Su rebeldía lo
condenó a la leva, en 1908 Zapata quedó incorporado al 9° Regimiento de Caballería en
Cuernavaca, de donde salió a los seis meses por disposición del gobernador del estado,
quien le perdonó el servicio.
El margen promedio de edades tomadas en consideración dentro de las levas para la
Guardia Nacional era entre 16 y 40 años, con castigo de graves multas a quien no lo
hiciera, o incluso, en los momentos más difíciles la pena capital por considerarse traidor de
la patria. Algunas haciendas como Mazaquiahuac y El Rosario, ubicadas en el municipio
de Tlaxco, distrito de Morelos, buscaron la manera de impedir el saqueo de peones
argumentando su presencia en las mismas como mano de obra, pero en su calidad de
paternalistas, es decir, la obligación moral de proteger a sus propios trabajadores del 14 Naranjo Francisco, Diccionario biográfico Revolucionario, INEHRM, México, 1985, pp. 54, 57; véase además: Avitia Hernández Antonio, Los llaneros alzados. Biografía del General Calixto Contreras, Ediciones de la Comisión de Reinhumación y Homenaje, Gobierno del Estado de Durango, México, 1989, pp. 5-10.
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peligro de abandonar sus casas, su familia y morir en batalla, no pudieron impedir el
saqueo de hombres.15
En los cantones de Veracruz durante el Porfiriato hubo del mismo modo la práctica de
sorteos por los jefes políticos, con la presentación de registros llamados actas de sorteo y
debidamente membretadas con el sello del cantón, las actas que eran en sí el principal
comprobante de la consignación al ejército (Véase anexo fotográfico Nº 1). Dicha práctica
se basó en la ley federal expedida por el Congreso de la Unión el 28 de mayo de 1869 y en
el reglamento de reemplazos del estado de Veracruz creado por Teodoro A. Dehesa el 20
de junio de 1900 los cuales abordaremos en el capítulo II y III (Véase anexo fotográfico Nº
2). En la última década del Porfiriato el número de sorteos practicados en el Cantón de
Córdoba resultó ser reducido y en fechas distantes, por lo cual es muy probable que antes y
durante ese lapso se hubiese dependido sobre todo de la leva. En el período aludido hubo
casos ajenos a Córdoba en el que los enviados a la comandancia militar a través del sorteo
fueron rechazados y devueltos a su lugar de origen, considerados inútiles por no reunir los
requisitos físicos necesarios para desempeñar el servicio.
Los comerciantes, pequeños propietarios y profesionistas eran extorsionados para que
sus hijos, padres o hermanos no fueran consignados. Cada mes los jefes políticos
efectuaban un sorteo para designar a los hombres que cubrirían las vacantes del ejército
federal, ya que había una altísima tasa de deserciones y bajas por enfermedad y muerte.
Ángel Fernández considera que el proceso de sorteo conforme a la ley de 1869 y al
reglamento de 1900 no sucedía en realidad, el criterio básico de elección era la capacidad
que la familia afectada tenía para pagar un soborno y evitar la consignación de sus
familiares. Cada cantón proporcionaba de 10 a 15 hombres mensuales, es decir, que entre
los cuatro cantones sureños de Acayucan, Minatitlán, los Tuxtlas y Cosamaloapan,
enviaban cada 30 días a unos 60 hombres consignados al ejército. Los hombres eran
aprehendidos de inmediato y llevados a la cárcel para luego trasladarlos en amarras a los
15 Herbert J. Nickel, Paternalismo y economía moral en las haciendas mexicanas del Porfiriato, Gobierno del Estado de Puebla, Universidad Iberoamericana, México, 1989, pp.83-84.
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cuarteles de Juchitán Oaxaca, el puerto de Veracruz y Santa Cruz de Bravo Quintana Roo
donde los obligaban a combatir en la guerra contra los mayas, mientras que las esposas,
madres e hijas solicitaban la clemencia de las autoridades en diversas cartas y telegramas.16
En contraste, otro cuerpo de seguridad del Porfiriato y para el cual se estipulaba que su
reclutamiento debía ser voluntario fue el llamado “Cuerpo de Rurales”, conformado por
jefes, oficiales y policías, pero también por carpinteros, zapateros, jornaleros, sirvientes,
guerrilleros, bandoleros, campesinos, artesanos y obreros, atraídos por la necesidad de
conseguir trabajo. Todos eran mexicanos y pertenecientes a la clase baja, con el deber de
cuidar los centros mineros, fábricas, haciendas, ferrocarriles y ayudar a trasladar los
reclutas forzados del ejército. El requisito de 25 a 50 años edad para ser miembro del grupo
no fue tomado en cuenta, al mismo tiempo la situación de inestabilidad militar impidió
realizar una formal selección de los que pretendían unirse.17 Las quejas de particulares o
publicaciones de la prensa liberal por el uso de la leva u otro sistema forzado no tuvieron
presencia en la integración de los rurales, puesto que la voluntad predominó en el servicio,
aunque también llegaron a desertar.
Conforme pasó el tiempo, el gobierno de Porfirio Díaz enfrentó numerosas dificultades
para seguir detentando el poder político del país. Una grave crisis económica, sequías y la
edad del propio presidente, así como sus promesas de llevar al país al ejercicio pleno de la
democracia propiciaron el surgimiento de diversas inquietudes políticas y sociales que
convergieron en la sucesión presidencial de 1910. Pese a haber declarado su disposición
para permitir elecciones libres Díaz incumplió sus propias promesas y no permitió que
Francisco I. Madero un rico terrateniente del norte del país que se había lanzado en
campaña por la presidencia prosiguiera con su labor proselitista, encarcelándolo y llevando
a cabo unas elecciones fraudulentas que le dieron, una vez mas, el triunfo absoluto.
16 Fernández Ángel Gabriel, “Acayucan, cuna de la Revolución”, en Veracruzanos.info, Acayucan, Ver., 30 de septiembre del 2009. 17 Franco Teresa, “El Ejército Federal”, en Así fue la Revolución Mexicana. Crisis del Porfiriato, vol. 1, Senado de la República, México, 1985, pp. 148, 150; véase además: Vanderwood Paul, Los rurales mexicanos, FCE, México, 1982, p. 51.
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Madero, quien contaba con amplio respaldo social, huyó de la prisión y desde los
Estados Unidos proclamó el llamado Plan de San Luís por el cual convocaba a todos los
mexicanos a lanzarse a la rebelión armada para derrocar al anciano dictador, fijando la
fecha del 20 de noviembre de 1910 para dicha insurrección.
En los días previos a esa fecha tanto el gobierno federal como el de Veracruz tomaron
precauciones a modo de poder controlar el previsto levantamiento armado y disminuir el
pánico entre las familias de la zona centro. El gobierno del estado puso en alerta a sus jefes
políticos para que dispusieran mayor vigilancia y evitaran alteraciones al orden, para lo
cual invirtió en la compra de armamento y organizó fuerzas auxiliares en los cantones.18
La necesidad de reclutamiento militar obligó al gobierno a otorgar concesiones para el
ingreso a las armas, disminuyendo en seis meses la duración del servicio. La Secretaría de
Guerra publicó una convocatoria solicitando soldados voluntarios, ofreciendo un enganche
por seis meses y un peso diario de sueldo. En Papantla el jefe político reclutó indígenas
para defensa de la población, pero Dehesa recomendó hacer una selección de los hombres
solteros más útiles y aptos.19 En tanto la incorporación de indígenas a las fuerzas federales
no dio buenos resultados, muchos se alistaban voluntariamente con los revolucionarios
mostrando mayor atracción, por ejemplo, les permitían conservar sus dialectos maternos,
era una situación no ocurrida en el ejército gobiernista. Los rebeldes maderistas poco a
poco tomaron la superioridad numérica con voluntarios en los inicios de 1911 durante el
transcurso del proceso revolucionario.
En enero de 1911 y habiendo pasado el momento en que se creyó controlar el
levantamiento maderista con 5.000 federales en el estado de Chihuahua, principal foco de
la agitación revolucionaria, el gobierno tomó medidas para aumentar los efectivos y
mejorar las condiciones de los reclutas del ejército.
18 Blázquez Carmen, (comp.) Veracruz. Textos de su historia, tomo II, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México, 1988, pp. 244-245. 19 García Morales Soledad y Corzo Ramírez Ricardo, Sumaria Historia de Veracruz. Porfiriato y Revolución Mexicana. La reconstrucción, 1915-1950, vol. 3, Colección V Centenario, Gobierno del Estado de Veracruz, México, 1990, p. 52.
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El 1° de marzo de 1911 se redujo el período de enganche de cinco a tres años y el
reenganche a dos años. A mediados de abril del mismo año se hizo un llamado al pueblo
para alistarse en el ejército, el cual ofreció elevar la paga del soldado raso en más del
doble, es decir, hasta un peso diario. El aumento benefició también a cabos y sargentos, se
buscaba elevar así la moral de las tropas y lograr un reclutamiento voluntario, sin embargo
no se suspendió la cuerda de forzados en la que había criminales e indigentes.20
En mayo de 1911, al saberse que Díaz había aceptado presentar su renuncia, ante el
empuje de los ejércitos maderistas y la ineficacia del ejército federal para poder derrotarlos
muchos poblados decidieron incorporarse a los alzados.21 Finalmente, mediante los
Tratados de Ciudad Juárez Porfirio Díaz decidió presentar su renuncia, sin embargo toda la
estructura administrativa, política y militar apenas sufrió algunos cambios. De acuerdo con
las ideas de Jorge Lozoya, al caer el gobierno de Díaz la organización del ejército federal
sobrevivió en el Maderismo y quedaron intactos sus cuadros oficiales.22 La clase media
como principal sector integrante de los cuadros oficiales no desapareció, al igual que la
forma del crecimiento de las tropas y el sistema de reclutamiento.
20 Portilla Gil de Partearroyo Santiago, Una sociedad en armas. Insurrección antirreleccionista en México. 1910-1911, COLMEX, México, 1995, p. 403-404. Las fuerzas rebeldes tuvieron mayores logros para el reclutamiento que las fuerzas porfiristas desde principios de 1911; éstos últimos quizá el refuerzo más importante obtenido fue con voluntarios civiles de Parral, Ciudad Juárez, Ensenada, Tijuana y Torreón entre otros, con el financiamiento de los ricos. Idem. 21 Garciadiego Javier, Introducción histórica a la Revolución Mexicana, COLMEX, México, 2006, p. 35. 22 Lozoya Jorge A. El ejército mexicano, COLMEX, México, 1984, p. 37.
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1.1.2 El Gobierno Maderista
Después del triunfo de Francisco I. Madero en la Convención Antirreeleccionista que se
reunió el 15 de abril de 1910 en la ciudad de México, en la que se postuló como candidato
a la presidencia prometió que una vez en el poder, sustituiría a la leva por la enseñanza
militar obligatoria como parte de las diversas reformas en beneficio de los campesinos.23
Una vez en la presidencia, Madero emprendió decretos generadores del abastecimiento
de tropas por medio del sorteo. Desde el inicio de ese gobierno, el encargado del Despacho
de Guerra, general brigadier José González Salas, estudió el problema militar que
enfrentaría Madero. Llegó a la conclusión de que era imprescindible retomar el apoyo de
ley para establecer el servicio militar obligatorio, elaborado en París un año antes por el
general Bernardo Reyes. Tal propuesta fue presentada al Consejo de Ministros, el 24 de
noviembre de 1911, y de inmediato se expidió el decreto para poner en marcha el plan de
reclutamiento a partir del 1º de marzo del año siguiente. El objetivo a dos años fue duplicar
la fuerza, con 30.000 nuevos soldados federales, y siete años aumentarla en 150.000.24
El decreto Nº 421 sobre el alistamiento de tropas del 24 de noviembre de 1911, dado a
pocos días de haber asumido Madero la presidencia, dispuso utilizar el sorteo y el
enganche voluntario como marcaba la ley de 1869 y la Ordenanza General del Ejército. El
decreto permitía el uso de los dos métodos en aquellos que por circunstancias de sus actos
no tuvieran suspendidos sus derechos de ciudadano, a lo cual añadió siete artículos.
Conforme a nuestra interpretación del decreto, el art. 1º señaló el reemplazo de las bajas
del ejército en todo el territorio nacional, cada año en fecha y lugar designado por el poder
ejecutivo. El número de reemplazos por entregar equivaldría al uno por millar del censo
poblacional de cada lugar. El art. 2º hizo el llamado a gobernadores, autoridad del Distrito
Federal y jefes políticos para utilizar el sorteo. El art. 3º delimitó la edad de los
23 Tiempo antes del estallido de la revolución el propio Madero en su libro La Sucesión Presidencial en 1910, había escrito que todos los males aquejadotes del país se debían al militarismo. Boils, op. cit., p. 56. 24 Pineda Gómez Francisco, “Democracia y racismo”, en La Revolución del Sur 1912-1914, ERA, México, 2005, p. 65.
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reemplazos, es decir, de 18 y 22 años cumplidos al momento del sorteo, los cuales debían
ser mexicanos, solteros y poseer buena conducta; los aceptados prestarían servicio dos
años en el ejército permanente y tres en la reserva. Con el art. 4º el sorteo sería realizado el
primero de diciembre de cada año, la incorporación a sus unidades militares sería el
primero de enero del año siguiente. El art. 5º admitió a quien deseara prestar el servicio
voluntario, en tanto contaran con las condiciones mentales, físicas y morales indicadas. En
el art. 6º los sorteados podían presentar un reemplazo, es decir, un individuo para servir en
su lugar, solamente si éste último recibía la aprobación militar al reunir las cualidades
físicas y demás para quedarse; este último tipo de reemplazos y los voluntarios podían
admitirse hasta de 45 años de edad.25
La Prusia de Bismarck fue el modelo que se tomó para alcanzar la organización militar,
cuya pieza principal era el reclutamiento.26 Aquél proyecto muy polémico, fue criticado
incluso por algunos partidarios de Madero, pues recordaba a la dictadura porfirista recién
derrotada. El diario Nueva Era -órgano del régimen, fundado por Gustavo A. Madero y
dirigido sucesivamente por Serapio Rendón, Juan Sánchez Azcona y Querido Moheno- se
empeñó en defender el servicio militar obligatorio, alegando las bondades universalistas de
la democracia y argumentando lo siguiente:
“Deben participar [en el ejército] todos los ciudadanos hábiles. ¿No creen los impugnadores [del servicio militar] que cuando un derecho u obligación es igual para todos, es democrático? ¿O entonces, qué es lo que entienden ustedes por democracia?”.27
El 6 de enero de 1912 se elaboró el Reglamento Provisional para el Sorteo y
Reclutamiento de Tropas, con la misión de cumplir con lo establecido en el artículo 7° del
decreto Nº 421. Para efectuar las operaciones se ordenó la creación de una Oficina Central
25 Secretaría de Gobernación. Recopilación de leyes, decretos, reglamentos y otras disposiciones de interés general dictadas por los Poderes Legislativo y Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos. 1912, Edición Oficial, Talleres Gráficos de la Nación, México, 1927, pp. 395-397. El decreto fue publicado en el Diario Oficial hasta el 25 de enero de 1912. 26 En 1862 el gobierno prusiano y el parlamento de Berlín se hallaban enfrentados a causa del proyecto de reforma del ejército elaborado por el Ministerio de la Guerra, y que consistía en la ampliación del periodo de servicio militar obligatorio y en la abolición de los Landwehr, una milicia compuesta por ciudadanos. 27 Pineda, “Democracia…”, en La Revolución del Sur…, op. cit., pp. 65-66.
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de Reclutamiento en la Secretaría de Guerra; una Comisión de Reclutamiento en cada una
de las capitales de los estados y en el Distrito Federal; por último, una Junta Municipal de
Reclutamiento en las municipalidades. La primera propuso la distribución total del
contingente entre las entidades federativas, de acuerdo al número de hombres en cada
población y recabó datos estadísticos sobre los mismos en las entidades. La segunda
dirigió las operaciones de sorteo y repartió el contingente reunido en cada estado entre las
municipalidades. La tercera fue comisionada del empadronamiento de jóvenes en edad
apropiada para el servicio, la verificación del sorteo, además de la notificación de
resultados y formación de la lista del contingente de la municipalidad. En este gobierno las
actas de sorteo fueron similares a las hechas en el Porfiriato.28
El reglamento del sorteo establecía cosas bien distintas de la igualdad universal que se
divulgaba. El reglamento anunció entre sus puntos: “Los que tengan algún defecto físico
de aspecto ridículo o monstruoso” gozarían de la exención del servicio militar, igual que
los hijos de propietarios rurales, siempre que la propiedad fuera de “importancia y ocupara
a varios trabajadores”. También tendrían esa consideración “los sordos, idiotas o
monomaníacos”, “los hijos de propietarios de fábricas y establecimientos industriales que
dieran ocupación a un número considerable de obreros y los hijos de propietarios de casas
importantes de comercio”; así como también “los individuos que estuviesen en posesión de
bienes raíces, establecimientos industriales o casas de comercio, si viven de la explotación
de ellas”. Por otra parte, los hijos de los hacendados no estaban obligados a servir
militarmente para la defensa de la propiedad, no por incapacidad sino porque se les
consideraba sobrecapacitados; eran de los jóvenes que según escribió Madero, “poseen
grandes conocimientos que los ponen en condiciones de labrarse muy pronto una fortuna,
puesto que poseen la maleabilidad”. Madero consideró que la ley del servicio militar
obligatorio era necesaria para consolidar la democracia.29
28 Secretaría de Gobernación. Recopilación de leyes, decretos…, op. cit., pp. 384-395. El reglamento fue publicado en el Diario Oficial hasta el 20 de enero de 1912. 29 Pineda, “Democracia…”, en La Revolución del Sur…, op. cit., p. 66.
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La creación del reglamento provisional generó un apoyo incondicional entre algunos
políticos. El 15 de enero de 1912 el gobernador de Morelos, Ambrosio Figueroa, escribió a
Madero dándole a conocer su agradable opinión sobre la nueva reglamentación militar.
Figueroa señaló como errónea la forma en que se reclutaba “gente sin moralidad, sin
principios y sin aspiraciones, inconscientes de los deberes que tenían para la patria”.30
En cambio a otros políticos no satisfizo las modificaciones del reglamento, por ejemplo,
el 16 de enero de 1913 reaccionó así el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza,
quien expresó a Madero el efecto negativo al aplicar el sistema de abastecimiento militar
en la población pobre del estado:
“Respecto a lo que me dice usted del reclutamiento del ejército, tal como trata de hacerse, de conformidad con el Reglamento Provisional, manifiesto a usted que aún cuando no estoy conforme con él, porque soy enemigo del servicio militar obligatorio, en cumplimiento de mi deber como Gobernador ayudaré dentro de la órbita de mis facultades a que se proceda con entera sujeción a él. Es oportuno manifestar… que al extenderse en los habitantes del estado la noticia de estar obligada una gran parte de los jóvenes a servir forzosamente en el ejército, muchos de éstos que sean pobres, comprendidos en la ley de Reclutamiento, se saldrán del estado... Estando seguros, como lo estamos ya, de que no puede haber otra Revolución, creo que sería más prudente que reformara usted el Reglamento de Reclutamiento de que vengo ocupándome, sustituyendo el servicio obligatorio por el de alistamiento voluntario en el ejército, bastaría que se les pagara a los soldados un buen sueldo...”31
Ahora bien, ante las reformas militares de Madero las solicitudes para autorizar el
alistamiento voluntario no estuvieron ausentes. En mayo de 1912 un grupo de tres mujeres
se dirigieron a Madero por medio de una carta en la que notificaron la decisión de formar
un cuerpo de voluntarias en la capital del país, en lo cual pidieron su ayuda mediante
30 Archivo General de la Nación (AGN). Archivo de la Secretaría Particular del Presidente Francisco I. Madero, caja 31, exp. 862, fojas: 23873-74; véase además: Suárez del Solar María de los Ángeles, Francisco I. Madero. Antología, INEHRM, México, 1987, p. 93. 31 Fabela Isidro, Documentos históricos de la revolución mexicana. Revolución y régimen constitucionalista, vol. 2, tomo I, Jus, México, 1968, pp. 17-19; véase además: www.bibilioteca.tv/ Quinientos años de México en Documentos, Siglo XX, 1910-1919. Revolución y Régimen Constitucionalista. Documento 228. Carta de don Venustiano Carranza a don Francisco I. Madero.
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instrucción y armas para defender el puesto indicado contra los revolucionarios ladrones,
violadores y demás quienes incendiaban casi todo en cuanto a su paso se atravesaba.32
Entre las facultades del presidente concedidas por el Congreso de la Unión, estuvieron
asentadas en el decreto Nº 428 del 2 de mayo de 1912. En el mencionado decreto el
Congreso facultó a Madero para elevar el efectivo del ejército permanente a 60.000
hombres, igualmente para introducir en la Ley Orgánica del Ejército Nacional las reformas
consideradamente necesarias.33
Los revolucionarios que se enfrentaron a Madero, desconociéndolo como presidente por
atentar contra el Plan de San Luis, hicieron el 9 de marzo de 1912 un acta notarial en pro
de lucha por el triunfo de los ideales del mismo plan y encabezados por Pascual Orozco
(hijo). En representación de la Junta Revolucionaria declararon en la cláusula Nº 21 lo
siguiente: Acusaron de anticonstitucional la militarización del país y contraria a los
principios democráticos, por tanto derogaron la disposición del servicio militar obligatorio
expedida por el gobierno maderista, que según sus argumentos arrancaba hijos a las viudas,
y padres a los inocentes para servir de apoyo a las ambiciones de cualquier déspota. Los
ciudadanos estaban obligados a servir a su patria en guerra extranjera, pero bajo lo
preceptuado en la Constitución. El ejército federal continuaría en pie, pero se reclutaría con
voluntarios bien retribuidos y alimentados, y su efectivo en pie de paz no excedería de
veinticinco mil hombres de las tres armas.34
De acuerdo con este mismo documento, los Estados de la Federación cumplirán con el
deber que les impone la Constitución de organizar y sostener la guardia nacional, y ésta se
formará en cada estado con las fuerzas revolucionarias pertenecientes a cada uno de ellos
32 AGN. Archivo de la Secretaría Particular del Presidente Madero, caja 64, doc: 2382; véase además: Suárez del Solar, op. cit., p. 100. 33 Secretaría de Gobernación. Recopilación de leyes, decretos…, op. cit., p. 403. El decreto fue publicado en el Diario Oficial hasta el 15 de mayo de 1912. 34 Plan de la Empacadora, en el que se desconoce a Madero y se implantan medidas encaminadas a resolver los problemas obrero y agrario. Por Pascual Orozco J. Inés Salazar Emilio P. Campa. Marzo 25, 1912. www.biblioteca.tv/ Quinientos años de México en Documentos, Siglo XX, 1910-1919; véase además: Altamirano Graziella y Villa Guadalupe, La Revolución Mexicana. Textos de su Historia, tomo III, SEP., Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México, 1985, p. 137.
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debidamente seleccionadas; manteniendo cada estado en servicio activo tan sólo el número
indispensable para constituir el respectivo pie veterano de ellas, sin ser gravoso para el
erario local. La instrucción de las guardias nacionales para tener uniformidad eficiente será
impartida por la Federación; y tanto el reclutamiento como la organización de ellas se
determinarán en la ley orgánica respectiva. El excedente que quede de las fuerzas
revolucionarias tras la organización de la Guardia Nacional en cada estado, se licenciará
paulatinamente después de que tome posesión el Presidente Constitucional elegido
libremente por el pueblo.35
En 1912 el doctor Rafael Cepeda, gobernador de San Luis Potosí, pidió a Madero la
remoción de un Juez de Distrito que con amparos a los que llevaban a las filas contra su
voluntad obstruía el reclutamiento de jóvenes para el ejército, a lo cual Madero le
respondió:
Me permito manifestarle que yo no deseo que obliguen a ninguno a entrar al ejército contra su voluntad, y si en este sentido es en lo que el juez de distrito estorba, amparando a los que llevan a las filas contra su voluntad, no está justificada la remoción... Yo deseo que los jueces de distrito sean personas de carácter independiente; no queremos que sean hostiles a los gobernadores, especialmente cuando son tan excelentes, tan patriotas y prudentes como usted; pero tampoco deseo que sean incondicionales, pues entonces ya la justicia federal perdería toda su independencia.36
Madero intentó reformar el ejército en octubre de 1912 mediante la introducción del
servicio militar obligatorio sin violencia. Él pensaba que los soldados procedentes de todas
las clases sociales que cumplieran con su servicio, no deberían ser tratados como juguetes
por los oficiales, como hasta entonces lo habían sido los soldados reclutados de los
sectores más pobres de la sociedad.37 Eso nos lleva a entender que la práctica de la leva en
su gobierno seguía dándose sin alcanzar hasta el momento su erradicación. En la práctica
35 Ibid., cláusula: 22-24. 36 AGN. Archivo de la Secretaría Particular del Presidente Madero, caja 4, exp. 82-1, foja 2475 y caja 57, libro copiador del F.I.M. No. 2, foja 274; véase además: Suárez del Solar, op. cit., p. 52; y Krauze Enrique, Madero Vivo, número 196, México, marzo de 1993, p. 13. 37 Bazant Jan, Breve historia de México. De Hidalgo a Cárdenas (1805-1940), Ediciones Coyoacán, No. 24, México, 1998, p. 124.
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la nueva campaña de reclutamiento de rurales en varios puntos del país se dio no sólo con
voluntarios como ocurrió en el Porfiriato.
Casi contradictoriamente a las propuestas dirigidas hacia el ejército y en la filosofía del
mismo Madero, una importante cantidad de sujetos encarcelados y libres con delitos graves
se convirtieron en policías rurales sin prestar atención a su calidad y clase social, e incluso
se abrió las puertas a los ex revolucionarios, en esa condición las normas de reclutamiento
eran muy poco estrictas, mientras el castigo a la deserción consistía en prestar servicio en
el ejército regular.
Bernardo Ibarrola, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dice que
una ley del servicio militar obligatorio que se quería crear durante el gobierno de Madero a
finales de 1913 serviría prácticamente para acabar con la leva por medio de la cual todavía
se militarizaba a la población, quien al oír de la leva se escondía o se iban a los cerros. La
ley también tenía como propósito ciudadanizar el servicio militar. Ibarrola señaló que
Madero y los maderistas en su idea de hacer modificaciones, hicieron primero una ley que
modificaba la forma de reclutamiento, es decir la ley establecida en el decreto Nº 421 del
24 de noviembre de 1911 la cual ya expusimos, y luego entregaron al Congreso un
proyecto de ley para crear un nuevo servicio militar obligatorio considerado muy
completo, pero el Congreso ya no tuvo tiempo para discutirla pues esto ocurrió en
diciembre de 1912, el 13 de febrero del año siguiente estalló el cuartelazo y el proyecto no
volvió a presentarse.38
38 “Analiza catedrático Ley del Servicio Militar en tiempos de Madero”, NOTIMEX, Noticias de Cultura del 2 de diciembre de 2009.
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1.2 EL DESARROLLO DEL EJÉRCITO EN EL RÉGIMEN DE VICTORIANO HUERTA
El débil gobierno de Francisco I. Madero no pudo sobrevivir a sus múltiples opositores.
Por un lado se encontraban sus antiguos correligionarios que se habían lanzado junto con
él mediante el Plan de San Luís y quienes lo acusaban de incumplir con lo estipulado en
ese documento, por el otro estaban los miembros de la clase política y militar del Porfiriato
que no había sido desplazada del poder por el gobierno maderista y desde cuyas posiciones
conspiraban para su derrocamiento. Finalmente éste tuvo lugar a manos del general
Victoriano Huerta, un militar cuya carrera había atravesado por todas las escalas de la
estructura militar en el período porfirista y quien traicionando la confianza que Madero
había puesto en él se hizo del poder, ordenando el asesinato de aquél, en febrero de 1913.
A pesar de contar con el apoyo del embajador norteamericano y de algunos sectores
sociales que se veían favorecidos con su llegada, el régimen enfrentó desde sus inicios la
férrea oposición del gobernador de Coahuila Venustiano Carranza quien en marzo de 1913
proclamó el Plan de Guadalupe, mediante el cual desconocía al régimen de Huerta y
llamaba a la insurrección de toda la población para desplazarlo del poder.
En cuanto al sistema de reclutamiento durante este período, podemos decir que estuvo
bajo los criterios personales del mismo Victoriano Huerta y respaldado por la reorganizada
XXVI Legislatura del Congreso de la Unión, algunos gobernadores y jueces, además de los
jefes políticos. Huerta gobernó bajo el respaldo de sus decretos personales, pero por
encima de la autonomía del Congreso, de la Constitución y demás leyes incompatibles con
su política de reestructuración militar.
Para ampliar su dominio sobre las fuerzas armadas, Huerta se concedió por su propia
autoridad facultades extraordinarias en el Ramo de Guerra, las cuales fueron aceptadas por
un Congreso sometido y cuando éste fue disuelto por sus órdenes, expidió otros más de
forma personal. Por lo anterior se generó rápidamente la implantación de un proyecto de
reorganización militar con las mismas tendencias depuradoras de los socialmente
indeseables y que abarcaba a diversos sectores de la sociedad, con todos los medios de
sometimiento posibles para tratar de reorganizar y reforzar en un número nunca antes visto
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la base del ejército regular, o sea las infanterías (Véase anexo fotográfico Nº 3). El
fortalecimiento llegó además a las caballerías, artillerías y fuerzas auxiliares, éstas últimas
con la característica de afamadas, centralizadas y casi veneradas en el Porfiriato, o sea, la
Policía Rural, llamados Exploradores más adelante.
A fin de contrarrestar la ofensiva militar carrancista, en el norte, centro y sur del país
fueron necesarios con urgencia miles de hombres en el ejército. En el Distrito Federal se
aplicó principalmente un selecto alistamiento e instrucción militar de hombres
aparentemente voluntarios que integraron al llamado Cuerpo de Voluntarios, por ejemplo:
empleados federales y privados, ministros, obreros, barrenderos, maestros y alumnos de
preparatoria. El Cuerpos de Voluntarios se organizó para combatir la toma norteamericana
de Veracruz en 1914 (Véase anexo fotográfico Nº 4) y proteger la seguridad urbana-rural
amenazada por la violencia emprendida de grupos malhechores y opositores, por tanto, la
función de éste último grupo tuvo similitud a la de los rurales.
La prensa gobiernista quiso con sus notas que la población viera la instrucción militar y
defensa del puerto de Veracruz no como una imposición, sino como una acción voluntaria,
patriótica y necesaria para la conservación de la soberanía nacional. La prensa controlada,
entre ellos El Imparcial, El País, y otros, intervinieron para procurar el convencimiento de
la población con fotografías y comentarios patrióticos en puntos estratégicos del país. De
acuerdo a las notas publicadas por la prensa, en la ciudad de México surgió el
nacionalismo en amplios sectores de la población.
Huerta comprendió que tanto para dilatar su autoridad como a fin de garantizar una paz
nacional no bastaba el apoyo del ejército, requería también la colaboración de los
gobernadores y de la maquinaria político-administrativa dirigida por ellos.39 El proyecto
contó con la intervención de Manuel Mondragón, sustituido posteriormente por Aureliano
Blanquet, ambos con el cargo de Secretarios de Guerra y Marina (Véase anexo fotográfico
39 Valadés José, Historia general de la Revolución Mexicana. La violencia como sistema, SEP-Cultura, Gernika, México, 1985, p. 16.
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Nº 5).40 Así pues, con los mencionados nombramientos recibió un apoyo casi unánime de
militares con alto rango. Los generales que se convirtieron en gobernadores por encargo de
Huerta aceptaron la autoridad del poder central, entre ellos el representante de Veracruz,
Eduardo M. Cáuz.41 De la misma manera los jefes políticos fueron pieza clave para
gobernar. Del lado contrario a la política regente estaba el pueblo crítico conformado por
campesinos, obreros, mineros, pequeños agricultores e intelectuales de la clase media.
A pesar de no contar con testimonios sobre el papel de la prensa en el cantón de Córdoba
en este período es seguro que los diarios locales reprodujeran el papel de los rotativos
estatales y nacionales en cuanto a la campaña en defensa del país auspiciada desde el poder
central. Pese a lo anterior sí contamos con testimonios documentales que nos hablan de la
existencia de oradores que trataron de inflamar los sentimientos patrióticos a fin de lograr
un alistamiento militar masivo. De esta manera los mensajes de oradores se distribuyeron
en varios puntos del país y sobre todo en las poblaciones dominadas con un importante
número de habitantes como era el cantón de Córdoba, cuyos pronunciamientos
antinorteamericanos y difundidos ahí en los días críticos de la invasión estuvieron a cargo
de un orador nombrado Joaquín G. Calatayud, por ejemplo:
“¡A las armas cordobeses! ¡Matar! Sí, arrojar a los buitres, a esa maldita carne yanqui que tan cobardemente mancha con su planta nuestro bendito suelo mexicano. La justicia y Dios están de nuestra parte. Imitemos al ejemplo de nuestros antepasados defendiendo nuestra patria hasta vencer o morir. Matar como se pueda al yanqui. ¡Este será nuestro lema! ¡Viva México!”42
El contacto directo con la fuente documental no mostró que en el cantón de Córdoba
hubiera indicios de gente convencida por esta propaganda, la cual pidiera su inmediata 40 Por Decreto del 13 de mayo de 1981 a la Secretaría de Guerra y Marina le correspondió: atender el ejército permanente, la marina de guerra y mercante; Guardia Nacional al servicio de la Federación; legislación militar, entre otros asuntos. Fuente: Índice consecutivo de Grupos Documentales del AGN, Documentación de la Administración Pública: 1821-1910, 140 Guerra y Marina, Procedencia Institucional. 41 Entre 1913 y 1914 el Estado de Veracruz contó con una diversidad de gobernadores provisionales y uno constitucional asignado a Antonio Pérez Rivera. Cándido Aguilar afirma que Cáuz abandonó su puesto hasta el 22 de agosto de 1914, mientras continuó proclamando y decretando. Corzo, (coord.) Nunca un desleal: Cándido Aguilar 1889-1960, COLMEX, Gobierno del Estado de Veracruz, México, 1986, p. 47. 42 Archivo Histórico Municipal de Córdoba (AHMC). 1914, vol. 339, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, “Expediente relativo a la intervención americana”, 21 de abril de 1914, f. s/n.
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incorporación al ejército o algún cuerpo de seguridad pública local. Como dice Alan
Knight, la lealtad a la nación no sirvió para conseguir el reclutamiento en masa.43 En
cambio, en la mayoría de los estados fueron más comunes el tradicional reclutamiento
forzado y enganche con engaños.
Desde principios hasta finales del régimen hubo carencia de soldados en los
contingentes. A comienzos de marzo Manuel Mondragón, Secretario de Guerra, esperaba
que las fuerzas se incrementaran hacia fines de abril a ochenta mil, pero el número fue
imposible de lograr pese a los intensos reclutamientos y del aumento en los haberes o
salario de la tropa. De acuerdo con Meyer, la militarización de los estados no pudo
establecerse al mismo nivel como la del Distrito Federal.
Con esfuerzo y promesas Huerta procuró mantener estable el número pequeño de
hombres reclutados, los cuales difícilmente se obtenían para la defensa de la capital y
contra los constitucionalistas principalmente.44
De acuerdo con la situación del ejército, se obtuvo un número de elementos muy menor
al propuesto en los decretos y al elevado número dado a conocer por la prensa manipulada.
Richard Cumberland muestra los informes del gobierno y observa que en marzo, abril y
mayo el reclutamiento federal alcanzó la dimensión de 15.000 a 20.000 hombres al mes,
advirtiendo la exageración de la mayor parte de la información provenida del gobierno
sobre las fuerzas federales y la falta de información sobre las fuerzas revolucionarias.
Similarmente opina que los grandes números dados a conocer en sus fuerzas,
representaban aproximadamente las cifras a lo cual Huerta pensaba alcanzar para
consolidar su gobierno con empleo de la fuerza.45
Para el mes de junio de 1913 Huerta aseguró contar con 69.049 elementos, mientras que
para septiembre afirmó su incremento a la cantidad de 91.785. Para dirigir a una fuerza de
43 Knight Alan, La Revolución Mexicana. Del Porfiriato al nuevo Régimen Constitucional, vol. 2. Contrarrevolución y reconstrucción, Grijalbo, México, 1996. p. 631. 44 “A fines de marzo, las fuerzas de los rebeldes en el noroeste alcanzaban los ocho mil hombres, mientras que el gobierno apenas contaba con la cuarta parte de esa cifra.”, Meyer, Michael, Huerta, un retrato político, Domes, México, 1983, p. 99. 45 Cumberland Charles, La Revolución Mexicana. Los años constitucionalistas, FCE, México, 1983, p. 43.
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tales dimensiones se requería un mayor número de cuadros de mando. Para ese mismo año
Huerta aseguró disponer de fuerzas adicionales del orden, dependientes de la Secretaría de
Gobernación. Habló de 10.000 policías rurales, 4.000 gendarmes o policías urbanos, y
16.200 hombres de las fuerzas regionales de los estados, que en conjunto arrojó un total de
30.200 hombres, sin embargo la marina no fue tomada en cuenta para el procedimiento. A
mediados de marzo de 1914 Huerta afirmó tener un ejército de dimensiones colosales para
restablecer la paz social compuesto por un total de 228.337 elementos .46
En 1914 Huerta habló de 250.000 personas, más 31 regimientos rurales con un personal
de 12.400 hombres, más 31.000 hombres de las milicias regionales de las armas de
Infantería y Caballería, cuya misión era dar garantías a los habitantes de las diversas
entidades federativas. Un cálculo aritmético arrojaba un sistema militar y policiaco de
293.400 elementos.47 En un telegrama dirigido por el gobernador Cáuz al secretario de
gobernación a finales de 1913, éste informó sobre el total de sus fuerzas auxiliares en el
estado -Cuerpos Rurales: 26, policía urbana: 40, policía rural: 819-.48
Interpretando nuevamente a Cumberland, el gobierno central logró interceptar la
correspondencia del bando constitucionalista y así conoció de sus planes, sin embargo el
mismo autor señala el poco esfuerzo realizado para contener sus movimientos con la
organización de comandancias de zona, en tanto el reclutamiento huertista siempre
presentó dificultades sobre todo a principios de 1914. Para mejorar la situación los
gobiernos estatales recibieron órdenes de aportar un determinado número de hombres a las
fuerzas regulares, con lo cual quedó en sus manos la elección del método para reunirlos.49
Para complementar las ideas expuestas por Cumberland, un error más del gobierno fue el
objetivo de aplastar al enemigo con multitudes de reclutas sacados de los estados y
46 Ramírez Rancaño Mario, “La República castrense de Victoriano Huerta”, en Terrazas y Basante Marcela, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Documento 359, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2005, vol. 30, pp. 10, 19. 47 Ibid., p. 20. 48 Archivo General del Estado de Veracruz (AGEV). Fondo: Sría. de Gobernación (SG.), sección: gobernación y justicia (GJ.), serie: milicia y contingentes, 1913, caja 50, Nº 20. “Fuerzas auxiliares”, Xalapa, 26 de diciembre de 1913, f. s/n. 49 Cumberland, op. cit., p. 113.
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enviados a la muerte sin una preparación militar, independientemente de otras tácticas no
bien planeadas por quienes estaban al frente de las tropas.50
1.2.1 La estructura de las fuerzas militares federales y constitucionalistas
De acuerdo con Arturo Langle se trató de convencer a varios sectores del país, excepto
los convertidos en revolucionarios, para unirse a las filas del ejército gobiernista,
incentivados por aumentos salariales. Los convencidos se dirigieron al gobierno con
manifestaciones y desplegados que pedían su inmediata preparación militar, esto según
comentado por la prensa.51 Si bien muchas veces noticias como éstas, tendieron a
mostrarse intencionalmente con gran exageración. La actitud se fue incrementando sobre
todo con la invasión de 1914, pero no toda noticia de los alistados voluntarios se apegaba a
la completa realidad. En cambio, no destacó el convencimiento del campesino dentro de la
militarización voluntaria con mensajes patrióticos.52
José Meléndez afirma que se establecieron oficinas de reclutamiento en las cuales se
inscribieron muchos ingenuos no enviados a Veracruz, sino al norte del país.53 En el
cantón de Córdoba durante la invasión norteamericana se dio a conocer a los habitantes
varias invitaciones para inscribirse en las oficinas de reclutamiento de la cabecera
municipal con sede en la ciudad de Córdoba, esto como parte complementaria de los
mensajes nacionalistas:
50 “Al estallar la revolución constitucionalista, el ejército federal (regulares e irregulares) contaba quizá con 40 000 o 50 000 hombres…, el secretario de guerra Manuel Mondragón declaró en marzo que el ejército contaba con 61 mil hombres [Periódico El país, 10 de marzo de 1913]. Algunos meses más tarde, el general Félix Díaz dijo que el número de las fuerzas federales ascendía a 70 mil hombres. Ambas cantidades, sin embargo, son bastante exageradas.”, Meyer, op. cit., p. 97. 51 Langle Arturo, El militarismo de Victoriano Huerta, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, México, 1976, p. 55. 52 Según Huerta, no consideró necesario hacerla llegar al campesino si dominaba a los demás círculos; además, una parte de los campesinos ubicados a los alrededores de la ciudad de México simpatizaban con el zapatismo, mientras que los del norte se habían unido a la bola. Ibid., p. 58. 53 Meléndez José, Historia de la Revolución Mexicana, tomo I, Talleres Gráficos de la Nación, Ediciones Águilas, México, 1936, p. 164.
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“Las oficinas de reclutamiento quedan instaladas en los bajos del Palacio Municipal, Obrería Mayor, para que los que sientan en su pecho un noble orgullo de buenos mexicanos, acudan presurosamente a inscribir sus nombres; bien entendidos de que, por este sólo hecho, se reputarán [distinguirán] soldados de la patria y quedarán sometidos sin objeción en reparo a la Ordenanza General del Ejército.”54
En el país miles de reclutas forzados engrosaron las filas en áreas dominadas por Huerta,
dichos lugares se convirtieron de repente en símbolos del honor nacional de México.55
Córdoba fue enaltecido con su pasado histórico valeroso en la batalla librada el 21 de mayo
de 1821 en contra del régimen español, por tanto fue un punto importante para ser tomada
en cuenta y pretender la realización del alistamiento voluntario de sus habitantes.56
En la lucha armada de los opositores grupos armados del país, es decir gobiernistas y
carrancistas, fue notoria las cualidades distintivas de cada uno de ellos con marcadas
diferencias tanto en su número, estructura y organización. Francisco Urquizo dio una
interpretación en la que según él, por el lado de los huertistas se desarrolló un ejército
disciplinado, fuerte, bien armado, profesional, en el cual las clases pudientes y
conservadoras también tuvieron participación; en cambio, los ejércitos constitucionalistas
contaron con elementos importantes: hombres libres, jóvenes y entusiastas, trabajadores
del campo y mineros, así como los proletarios. Agregó que se enfrentaron soldados
improvisados del pueblo contra varios militares profesionales y encastados, pobres contra
ricos.57
Como ya hemos señalado anteriormente, en 1913 los estados de Sonora y Coahuila se
rebelaron contra el gobierno bajo la bandera del Plan de Guadalupe proclamado por
Venustiano Carranza, en tanto Sonora contó con las fuerzas irregulares que guarnecían el
estado integradas por dos cuerpos de caballería, tres batallones irregulares y una fuerza
auxiliar conformada por indios yaquis, mientras su reclutamiento fue rápido en campaña
54 AHMC. 1914, vol. 339, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, “…intervención americana”, 22 de abril de 1914, f. s/n. 55 Cumberland, op. cit., p. 122. 56 AHMC. 1914, vol. 339, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, “…intervención americana”, 22 de abril de 1914, f. s/n. 57 Urquizo, Origen del ejército constitucionalista, Biblioteca del INEHRM, México, 1964, p. 19.
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contra los federales que ocupaban las plazas de la línea fronteriza con los Estados
Unidos.58
El Constitucionalismo tuvo líderes representantes de la pequeña burguesía como Álvaro
Obregón y Lucio Blanco, o sea, rancheros, bandoleros, maestros rurales, y campesinos
como fue el caso de Francisco Villa y Emiliano Zapata, pero también a una fracción
terrateniente como el mismo Carranza. Sus ejércitos tenían la característica de ser
heterogéneos en su composición social: rancheros, obreros de minas y ferrocarriles,
bandoleros, además del sector de los intelectuales y dirigentes del movimiento: empleados
públicos, profesionistas y los mencionados maestros rurales. Guillermo Boils rectifica las
presentes ideas al afirmar el origen popular de las tropas revolucionarias, integradas en su
mayoría por trabajadores del campo y en menor grado por hombres de ciudad.59
Según Francisco Urquizo en los puestos de jefes y oficiales del ejército constitucionalista
hubo gente joven, voluntaria y resistente al trabajo pesado en la tropa. En cambio el mando
del ejército federal lo conformaron hombres maduros y más aún los ancianos. Los oficiales
federales contaban con preparación, mientras la tropa se conformó con individuos
extraídos del campo sin tener una carrera militar, además de rebeldes en prisión, presos
comunes, presos políticos, peones inocentes, delincuentes indultados y extraídos de las
cárceles como se volverá comentar más adelante, para ser utilizados como reemplazos
militares casi siempre a la fuerza por algunos jefes políticos mediante levas y sorteos,
aunque también hubo voluntarios, pero la mayoría con frecuencia no estaba hecha para la
guerra:
“Mal alimentados con atole, chile y frijoles; carne prieta, débil y triste, que iban a matar gente sin saber por qué y que los hacían entrar al combate a cinturonazos; que lo mismo podían morir por las balas del enemigo que tenían enfrente, que por las balas de sus compañeros ante un paredón cualquiera; gente que constantemente oía de sus cabos y sargentos las leyes penales como diarias letanías: ‘cometes éste o el otro delito y…¡pena de muerte, pena de muerte, pena de muerte…! Indios tristes, ensombrecidos, indiferentes, que lo mismo les daba morir que matar.”60
58 Ibid., p. 21. 59 Boils, op. cit., p. 56. 60 Urquizo, Origen del ejército…, op. cit., pp. 19, 20.
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Por otra parte Friedrich Katz nos presenta la situación de Francisco Villa quien reunió
sus fuerzas armadas en la División del Norte, pues contó con hombres voluntarios sin
instituir el servicio obligatorio. En la búsqueda de refuerzos, inteligentemente buscó la
manera de convencer a los campesinos de unirse a sus fuerzas, quienes al principio
mostraron resistencia.61 La táctica consistió en reclutar individuos con pocos parientes y
con pocas raíces en sus comunidades de origen, sobre todo muchachos de entre catorce y
dieciséis años sin familia propia: esposa e hijos. El factor importante para lograr lo
mencionado junto con el respeto a su autoridad, disciplina y sin formas de traición, fue la
personalidad del Centauro del Norte, es decir, no era altanero, buscaba establecer lazos
personales y popularidad entre sus hombres, en tanto éstos percibieran la preocupación de
Villa por su bienestar. Villa atendía el asunto de la paga, reparto de botines, incentivos,
préstamos y promesas de tierras; otro aspecto utilizado para lograr el convencimiento fue
permitir el acompañamiento de las mujeres, su presencia al lado del hombre reducía la
probabilidad de deserción.62 La figura de Villa tuvo entre la población una relevancia
mayor a la de Carranza.
Con respecto al zapatismo apunta F. Katz que fue un movimiento de las comunidades de
Morelos apoyado por los trabajadores de las haciendas, pero en menor grado por las clases
medias y la clase obrera urbana del estado. En comparación el villismo era una
organización multiclasista: trabajadores agrícolas, mineros, ferrocarrileros, trabajadores
industriales, sectores de la clase media, hacendados revolucionarios y provenientes de
otros estados.63 Las jefaturas del movimiento campesino, tanto villistas y zapatistas,
pensaron en la necesidad de desaparecer el ejército y dejar en su lugar la agrupación de
milicias populares.
61 La fama le permitió reunir su ejército no solamente con gente del Estado de Chihuahua, sino también de varios puntos del país. Entre los “voluntarios” se encontraban soldados federales que habían sido capturados en batalla y tenido la opción de aliarse o morir. Independiente de salvar su vida, aceptaban también el ingreso por la mejor condición de vida y paga que la recibida en el ejército federal. También había mercenarios y voluntarios extranjeros en sus grupos. Katz, Francisco…, op. cit., vol. 1, pp. 339-340. La División del Norte sobre todo a partir de 1914 estuvo conformada también por vaqueros, personas sin ocupación fija y mineros. 62 Ibid., pp. 334-335. La participación de la mujer se dejó notar en el levantamiento maderista, pero disminuyó con el constitucionalismo en 1913-1914. 63 Katz, Francisco…, op. cit., vol. 2, pp. 15-16.
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1.2.2 La presencia de la leva
En los estados de la república controlados por gobiernos afines a Victoriano Huerta se
hizo uso de la leva para aportar el contingente de sangre reglamentario para cubrir la cuota
de reemplazos. Como se había acostumbrado en estos casos, este método se empleaba ante
la falta de otras alternativas para surtir personal al ejército pero en ello se mezclaban otro
tipo de intereses, pues dicha práctica se prestó a la elección discrecional y a las
conveniencias políticas del momento por parte de las autoridades locales; ello motivó a un
rechazo generalizado de la población ante tales acciones pues el secuestro de individuos
por la fuerza fue común en muchas localidades provocando un impacto negativo a las
labores del campo y el rechazo de campesinos, obreros y pequeños comerciantes. El
mismo Huerta describió en sus memorias el secuestro de hombres extraídos de sus hogares
para que los generales los dieran de carnada a la Revolución.64
El gobierno huertista se percató de los escasos voluntarios dados de alta en el ejército,
por ello ordenó a la policía aprovechar todas las oportunidades para reclutar a individuos
por la fuerza, aprovechando las reuniones masivas sobre todo en la ciudad de México. Las
ceremonias oficiales y fiestas populares se convirtieron así en las ocasiones más propicias
para dicho proceder, por lo que personas de clase humilde y desprotegida fueron el blanco
favorito de las huestes estatales y empezó a darse el fenómeno de la desaparición masiva
de individuos. La gente era apresada en el mercado, en los cafés o restaurantes, en los
paseos vespertinos, es decir, en cualquier lugar y de forma arbitraria. Como reitera Silva
Herzog, la leva del gobierno estuvo a la orden del día tanto en la capital de la República
como en otras ciudades y poblados. Ningún individuo mal vestido estuvo a salvo de ser
aprehendido aún cuando no cometiera algún delito. Muchos reclutas no volvieron a sus
hogares y murieron como carne de cañón.65 Un episodio dramático tuvo lugar la noche del
31 de diciembre de 1913 cuando la población de la capital de la República se reunía
gozosa en las calles y plazas para festejar la llegada del año nuevo, inesperadamente se
64 Huerta Victoriano, Memorias de Victoriano Huerta, Vértice, México, 1957, p. 74. 65 Silva Herzog Jesús, Breve historia de la Revolución Mexicana. La etapa constitucionalista a la lucha de facciones, colec. Nº 17, FCE, México, 1993, p. 74.
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presentaron los soldados huertistas y cerraron el paso a los transeúntes, procedieron a
aprehender a los jóvenes aptos para la guerra.66
El sistema de reclutamiento masivo de la leva siguió dirigiéndose a presos y viciosos a
quienes se detenía a plena luz del día, en otros casos se llevó a cabo durante la noche en
forma más discreta. (Véase anexo fotográfico Nº 6). A los prisioneros les fue otorgada la
facilidad de salir de prisión con la opción innegable de incorporarse al ejército. Muchos sin
tener otra elección aceptaban de mala gana el salir con la próxima ‘cuerda’; otros
comprendiendo los peligros del servicio se negaban a recibir el indulto de algunos jueces
controlados o adeptos al gobierno; sin embargo, es verdad que no contaban las decisiones
personales de los cautivos, sino las del aparato gubernamental deseoso de poseer carne de
cañón para combatir a sus enemigos. Excepcionalmente hubo jueces que según Huerta se
opusieron a entregar a los presos al ejército y se convirtieron en una verdadera molestia,
pero hubo otros que le dieron la razón en apoyo de su propaganda de militarización.67 El
reclutamiento asimismo aplicó de forma más específica a individuos sin cultura, con
apariencia ridícula, ebrios, espectadores de diversiones poco benéficas, sospechosos de
pensar y actuar contra el régimen, así también como a los soldados desertores con ideales
revolucionarios. Michael Meyer anota que en el otoño e invierno de 1913 “cientos de miles
de analfabetas” fueron recogidos de las calles, provenían de los barrios bajos de las
grandes ciudades y zonas agrícolas del centro del país. En conclusión la deslealtad y
vagabundez eran el blanco principal de la leva. Para ello nos ejemplifica los 1000 reclutas
reunidos en un día en la ciudad de México. Quienes salían de las corridas de toros, cines y
cantinas a altas horas de la noche, contribuyeron también en ése y otros importantes
números.68
Las consecuencias que la leva provocaba en la sociedad no se hicieron esperar. Así en
1914 fueron reclutados en el estado de Colima muchos individuos que eran cabezas de
familia esto provocó que a los hogares les faltara el sostenimiento económico. Además de 66 Valadés, Historia general de la Revolución Mexicana. La violencia…, op. cit., p. 242. 67 Huerta, op. cit., p. 134. 68 Meyer, op. cit., pp.109-110.
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ello la población sufrió la entrada de los ejércitos constitucionalistas que también se
llevaron a hombres con la leva para sus propias fuerzas. A pesar de que entre 1910 y 1915
en el estado de Colima no se libraron batallas formales, fue tanto el impacto de estas
acciones que se generalizó la inestabilidad familiar con el reclutamiento de los hombres
que eran el sostén económico de los hogares que ello empujó cada vez más a un mayor
número de mujeres a ganarse la vida mediante el ejercicio de la prostitución.69
El régimen huertista ante la crisis económica y el “insuficiente” nuevo reclutamiento en
las ciudades, incursionó igualmente en los territorios indígenas del sur y centro de México
para imponerles la tarea de contrarrestar los triunfos militares de Álvaro Obregón y
Francisco Villa en Torreón y Chihuahua entre 1913 y 1914. Los vagones de los trenes y
cargados con indios mayas partían de Yucatán rumbo al norte del país como igualmente
ocurrió con un importante número de veracruzanos de la Huasteca, lo cual ocasionó
levantamientos entre los indígenas.70
Otro caso fue el del estado de Morelos en donde el gobierno llevó a cabo una guerra sin
cuartel contra las guerrillas de Emiliano Zapata, pero las acciones de guerra no sólo
comprendieron el combate armado, sino también el secuestro forzoso de sus habitantes
para enrolarlos en el ejército federal y de esta manera restarle individuos que
supuestamente podrían apoyar al zapatismo. Sólo en los meses de mayo y junio de 1913
salieron de Morelos dos mil novecientos sesenta y tres hombres consignados al servicio de
las armas y que llegaron a la ciudad de México en la siguiente forma: 400 el día 12 de
mayo, 243 el día 26, 300 el primero de junio, 45 el día 5, 1075 el día 22, y 1000 más el 28
del mismo junio. Quienes eran sospechosos de simpatizar con Zapata se les redujo a
prisión, sufrieron humillaciones y fueron obligados a salir de su tierra natal. Entre esas
69 López Razgado María Irma, Las Meretrices de Colima durante el Porfiriato y la Revolución 1876-1917, Tesis de Maestría en Historia Regional, Universidad de Colima, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Colima, 2002, pp. 15, 41-42. 70 Los gobernadores preferían enviar reclutas a territorios desconocidos y hostiles, según explica Knight. Entre los reclutas se encontraban adolescentes de 15 años y otros sujetos problemáticos., Ibid., pp. 629-630.
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familias se contó a la de la señora Guadalupe S. de Espejo, madre política del general
Zapata.71
Al mismo tiempo que los familiares del general Zapata, llegaron a México 200 vecinos
de Morelos, consignados al servicio de las armas; 500 más llegaron el día 11; 280 el 14 y
300 el 28. En total, mil doscientos ochenta hombres, contingente de sangre que Morelos
proporcionó forzadamente en un solo mes. Puebla también dio su contingente: de
Tepetlaxco fueron sacados 125 indígenas a quienes se internó en el cuartel de la Canoa.72
La actividad agrícola del estado se paralizó al igual que la actividad comercial, en tanto
propició el enardecimiento del pueblo morelense.
En 1914 el gobernador Huertista de Aguascalientes, Miguel Ruelas, siguiendo las
órdenes superiores exigió a las distintas municipalidades del estado más contingentes de
hombres para que fuesen incorporados al servicio de las armas. Algunas personas gozaban
de protección ya que sus nombres eran deliberadamente sacados del padrón, previo
acuerdo de las autoridades municipales y el jefe político, de forma que participaban en el
“sorteo” que se realizaba para reclutar miembros sólo aquellos individuos que
intencionadamente se les hacía aparecer.73
El 24 de abril de 1914 una publicación del periódico El Renovador, criticó el sistema de
reclutamiento forzado en esos días, en relación con la invasión norteamericana y
argumentó lo siguiente:
“…los procedimientos para la leva se hicieron más brutales, los atropellos de todo género se multiplicaron, los asesinados en medio de las tinieblas hicieron el pan de cada día en la capital, en fin, estaba a punto de convertirse en un verdadero infierno.”74
71 Magaña Gildardo, “Otra vez la campaña de terror” en Emiliano Zapata y el agrarismo en México, Primera edición cibernética, tomo III, capítulo VI, noviembre del 2009. 72 Magaña, “Treinta mil japoneses para Morelos”, en Emiliano…, op. cit., 2009. 73 Ramírez Hurtado Luciano, Epitafio del régimen huertista, Investigación y Ciencia de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2005. 74 Colección INEHRM. Caja 11, exp. 7, escrito por Blas Urrea, “La Revolución es Revolución”, en el Periódico EL Renovador, Nº 12, México, 24 de abril de 1914. Nota: el documento estuvo dirigido al pueblo mexicano e informó que tanto Estados Unidos como algunas potencias solicitaron al presidente Huerta, de una manera formal y con un plazo de 72 horas, abandonar la regencia del país.
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Un testigo presencial de la leva, víctima entre los tantos ciudadanos modestos que
sufrieron la misma situación en la ciudad de México, dio su testimonio de la forma como
funcionaba el sistema y los lugares donde más era aplicado:
“El reclutamiento del soldado se hace por leva: se toma a los conscriptos de las prisiones, de las Inspecciones de Policía, de donde se puede. Solamente que ahora se opera en masa por la necesidad de los grandes números: de los curiosos que acuden al incendio de El Palacio de Hierro, un gran almacén de ropa de la capital, salen más de mil reclutas; a setecientos ascienden los que se recogen a la salida de una función de toros, que por ser inaugural atrae numerosa concurrencia; y las batidas se repiten sin cesar en las puertas de los teatros, cinematógrafos y cantinas, en la vía pública, en dondequiera que promete abundante colecta. De allí van directamente al cuartel a vestir el uniforme y cargar el arma y sin demora son incorporados a su batallón y enviados a la campaña.”75
En otro ejemplo, los obreros textiles de Puebla y Veracruz eran arrestados al amanecer
tras haber cumplido su jornada laboral por la noche acusados de vagabundos; sin embargo,
la leva asimismo llegó a practicarse por momentos en pleno día. En la ciudad de México
los mensajeros desaparecían de las calles; los limpiabotas de la ciudad de Veracruz eran
blanco fácil de los cazadores de hombres que impedían volver a saber de ellos. La capital
del estado de Veracruz también fue el lugar concurrido para sacar personal:
“los pobres elegían padecer y morir en sus miserables agujeros antes que acudir al Hospital General de donde la leva sacaba muchos hombres”. En Guanajuato se reclutaban a 200 hombres por día a fines de 1913, lo que provocó resentimiento contra el gobernador.76
Los elementos del bando revolucionario también corrían el peligro de que en caso de
perder algún enfrentamiento pudieran ser tomados prisioneros, obligados a engrosar las
filas del enemigo y forzados a tomar participación en las hostilidades.
75 Silva, Breve historia…, op. cit., p. 74. “Los últimos días de diciembre de 1913 Huerta mandó que la fuerza armada sitiara la plaza de toros de la ciudad de México y que al terminar la corrida cogiera a todos los individuos cuyas edades pudieran ser calculadas entre los 20 y 30 años; y que los detenidos fuesen conducidos en el acto a los cuarteles, a fin de que se les rapara, uniformara y adiestrara para el servicio de las armas.” Valadés, Historia general de la Revolución Mexicana. La violencia…, op. cit., p. 242. 76 Knight, op. cit., vol. 2, p. 629.
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Los soldados del régimen que sufrían la derrota y que emprendían retirada dándose a la
fuga, eran buscados por las fuerzas del gobierno para reinstalarlos a otro grupo armado.77
Es relevante mencionar que los constantes reemplazos se debían a la dura política del
gobierno y sus afirmaciones de un reducido número de elementos disponibles para las
bajas en campaña por razones de heridas, enfermedades y muerte, también porque
verdaderamente los respectivos contingentes tendían a desertar.
En el estado de Veracruz se reclutaba hombres extraídos de las haciendas con ayuda del
cuerpo de exploradores para seguridad de las mismas fincas donde trabajaban, así los
nuevos reclutas pasaban a formar parte de este cuerpo. Por ejemplo en la circular N. 17 de
la Secretaría del Gobierno del Estado de Veracruz el Secretario de Estado y del Despacho
de Gobernación dijo al gobernador lo siguiente:
“…se sirva hacer saber a los hacendados de aquella región que desde esta fecha, por acuerdo del señor Presidente de la República, cada hacendado debe contribuir con 10 hombres armados y municionados para el cuidado de su propia finca quedando al servicio exclusivo de ella, con obligación de defender los intereses de la misma, uniéndose en caso de ataque de partidas de importancia, con los elementos de las distintas haciendas para formar cuerpos de defensa de todos los intereses de la región. De los 10 hombres que tiene obligación de proporcionar cada hacienda, se destinarán exclusivamente 2 con el carácter de exploradores, a fin de que den parte inmediato por conducto de los administradores o propietarios, de bandoleros que se aproximen, a la autoridad más próxima indicando el número de ellos con objeto de que dicha autoridad proporcione los elementos indispensables para ayudar a la defensa de la hacienda de que se trata…”78
La política de Huerta provocó un deterioro en la calidad del ejército con hombres no
pertenecientes a la carrera de las armas, afectó a la economía de plantación y propició la
reducción de la fuerza de trabajo en zonas rurales y urbanas.79 En Aguascalientes los
obreros de los talleres del ferrocarril abandonaron sus trabajos para evadir el reclutamiento
federal, mientras los empresarios se quejaban porque perdían su mano de obra. Muchos 77 Fabela, Documentos históricos..., Relaciones Internacionales en la revolución y régimen constitucionalista y la cuestión petrolera. 1913-1919, 1970, tomo I, Jus, bajo la dirección de Josefina E. de Fabela, México, 1970, pp. 16-17. 78 Gaceta Oficial del Estado de Veracruz, tomo XXXII, Jalapa-Equez., 1913. N. 104, p. 4. 28 de agosto de 1913. 79 El algodón se pudría en los campos, el café se desgranaba en las plantas, la caña de azúcar permanecía sin cosechar en las grandes plantaciones de la costa del Golfo. Meyer, op. cit., p. 199.
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hombres contraían matrimonio o se escondían en los bosques y pantanos para evitar el
reclutamiento.80
La forma incorrecta de operar de los federales contribuyó a sus frecuentes y desastrosas
derrotas. Los generales enviaban pequeñas columnas sin una verdadera preparación para
enfrentar al fuerte enemigo. La posibilidad de recibir apoyo inmediato de otras columnas
era casi nula, por lo cual eran exterminadas al poco tiempo de su arribo al sitio del
enfrentamiento; sin cambiar la táctica de ataque, nuevamente se enviaba otra columna
sufriendo la misma situación. Las divisiones territoriales de los estados eran la fuente
nutritiva del abastecimiento militar (Véase anexo fotográfico Nº 7). En pocas palabras se
enviaban centenares de hombres al sacrificio sin causar daño al bando revolucionario, lo
cual era bien conocido por Huerta:
“Era una matanza por tandas [ciclos], era el sacrificio en detall. Las columnas de auxilio siempre estuvieron organizadas con precipitación… De los reemplazos que llegaban a los cuarteles, o bien de los barrios bajos o de los mercados, se tomaban 500 o 1000 hombres. Se les embarcaba en los trenes militares y se les vestía en el mismo tren, en camino para el lugar del combate. Muchas veces estos hombres combatieron antes de que bajaran de los trenes cuando los rebeldes asaltaban los convoyes militares. Por esto es que se dio el caso con alguna frecuencia, de que los soldados no supieran ni manejar el arma ante el enemigo... Diariamente se sacrificaban en los pueblos que dominaban mis gobernantes, centenares de víctimas acusadas de anti-huertistas! ” 81
En conclusión, las operaciones distintivas de la leva en nuestro período de estudio,
consistieron en reunir a cualquier hombre que sirviera para las armas. Aunque las
características de estos métodos provenían de tiempo atrás, durante el período
comprendido entre 1913 y 1914 se hicieron más funestas pues el país vio aparecer una
creciente militarización en todos los órdenes de la vida cotidiana. Por un lado el ejército
federal y por el otro las tropas constitucionalistas que lo combatían provocaron serias
alteraciones en la vida de la sociedad, que inerme asistía a una carnicería atroz que privó al
país no sólo de los mejores brazos para su sostenimiento sino también paralizó todas las
actividades económicas y productivas, lo que ocasionó una severa crisis alimentaria y
social cuyas consecuencias negativas tardarían mucho en desaparecer. 80 Knight, op. cit., vol. 2, p. 629. 81 Huerta, op. cit., pp. 86, 100. Detall era la oficina de archivo, partes y papeleo de un cuerpo militar de tropa.
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C A P Í T U L O C A P Í T U L O C A P Í T U L O C A P Í T U L O IIIIIIII LA SITUACIÓN GENERAL DEL CANTÓN DE CÓRDOBA Y
LA IMPOSICIÓN DE LAS POLÍTICAS MILITARES
2.1 LA SITUACIÓN GEOGRÁFICA, ECONÓMICA, POLÍTICA Y SOCIAL DEL CANTÓN DE CÓRDOBA, 1900-1914
l cantón de Córdoba fue uno de los dieciocho cantones integrantes del estado de
Veracruz. De acuerdo con Enrique Herrera en su obra el Cantón de Córdoba, el
territorio se situó en la zona central-occidental del estado entre los 18º 46´ y 19º 7´ de
latitud norte y los 1º 47´ y 2º 34´ de longitud oriental de México; limitado al norte por la
barranca y río de Chichiquila que separaban al cantón de Córdoba del estado de Puebla, al
este colindaba con el cantón de Huatusco, al oriente estaba separado del cantón de
Veracruz, por el poniente y al sur limitó con el cantón de Orizaba (Véase anexo fotográfico
Nº 8). Ubicado en la vertiente del este de la Sierra Madre Oriental, sus tierras comenzaron
en las llanuras de la costa del Golfo de México y entre sus territorios más destacados se
encontraban Paso del Macho, Hacienda de Ojo de Agua Grande, Hacienda del Potrero,
ciudad de Córdoba, Fortín, Paso del Toro, Puente de Jamapa, Coscomatepec y la cima del
Matlaquiahuitl.82
En la última década del siglo XIX la extensión territorial del cantón de Córdoba era de
1938 km2 aproximadamente. El gobierno administrativo estaba dividido en quince
municipalidades: Alpatlahua, Amatlán, Calcahualco, Chocamán, Córdoba (Cabecera
Municipal), Coscomatepec, Cuichapa, Ixhuatlán, Paso del Macho, entre otras. Las
municipalidades tuvieron en representación una sola ciudad principal (Córdoba); se
dividieron en congregaciones, vigilados bajo la autoridad de un sub-regidor y del teniente
82 Herrera Enrique, Cantón de Córdoba, vol. 1, La Prensa, México, 1959, pp. 11-13.
E
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de justicia, esto desde la gestión del Porfiriato.83 La categoría de haciendas, ranchos y
rancherías dependió de su extensión territorial y proporción de habitantes.
CUADRO 1. División del cantón de Córdoba basado en su extensión territorial y en el censo de 1910. Municipalidad Ciudad Congregación Hacienda Rancho
Córdoba (Cabecera) O t r a s : Alpatlahua Amatlán Calcahualco Coscomatepec Cuichapa Chocamán Ixhuatlán Paso del Macho San Lorenzo San Juan de la Punta Santiago Huatusco Temascal o Camarón Tepatlaxco Tomatlán Total: 15
Córdoba Total: 1
Buena Vista Barreal Ejido Fortín Gallego Monte Blanco Palotal Palma Tapia Tecama Tlacotengo Total: 11
Toxpan Trinidad Grande Zapoapita Capilla San Francisco Total: 5
Las Tinajas Acatengo Bajío Lagunilla Loma La Luz Ojo de Agua La Palma San Aparicio San Benito San Buenaventura San Cayetano San Isidro San Matías San Pedro San Rafael San Ramón Santa Isabel Santa Margarita Santa Rosa Total: 20
*Fuente: AHMC. 1910, vol. 323, exp. Nº 3 del ramo: censos. “Que contiene la relación detallada del censo general del Cantón”, f. s/n. Se encuentra estructurado con mayor detalle y con datos numéricos en el censo de 1910, tomo 1, División Territorial del Estado de Veracruz.
La ciudad de Córdoba formaba a fines del siglo XIX la figura de un cuadrilongo formado
por 5 calles principales, cortadas por un mayor número de calles transversales. La mayor
parte de las casas eran de un solo piso y todas estaban cubiertas de madera y teja. Las
calles eran rectas pero accidentadas, amplias, empedradas y con banquetas a los lados;
algunas de ellas estaban cruzadas por un ferrocarril de tracción animal (Véase anexo
fotográfico Nº 9). La plaza de la Constitución era descrita como hermosa, ocupada en parte
por un jardín público. Entre los edificios de la ciudad se encontraba la parroquia, el colegio
83 Ibid., pp. 17-18.
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preparatorio y el mercado. La ciudad estaba ligada con Veracruz y México mediante el
Ferrocarril Mexicano, y de ella partía el Ferrocarril Agrícola a Tuxtepec.
La calidad de las tierras, la abundancia de lluvias y la estratégica ubicación propiciaron
que desde los tiempos coloniales fuera sede de numerosas haciendas azucareras y de otros
cultivos lo que a su vez promovió el surgimiento de una élite económicamente poderosa
conformada por españoles, y sus descendientes que controlaron el gobierno de la ciudad y
de la región desde el virreinato y hasta el siglo XIX.
Durante el Porfiriato la región sufrió varias transformaciones con la llegada del
ferrocarril y la mecanización y ensanchamiento de las haciendas productoras de azúcar lo
que dio origen a una cierta prosperidad reflejada en el mejoramiento urbano de la
población y su infraestructura.
Las haciendas sumidas en litigios de enajenación por deudas y abandono fue otro asunto
presente en el Córdoba durante el Porfiriato. Los límites municipales fueron sujetos de
disputas por apropiación de tierras o por evasión de contribuciones; los ranchos pasaron a
nuevas manos por quiebra o por muerte de los dueños; algunos terratenientes se negaron a
desocupar las tierras municipales y otros se apropiaron por la vía de los hechos de nuevas
porciones. Uno de los problemas presentados en el desarrollo de la producción agrícola fue
la usura, para aminorar su afectación se estableció en 1868 un banco de avío por iniciativa
de José María Mena Sosa, nos referimos al Banco Agrícola Industrial, fue una institución
crediticia de fomento que dejó de operar en 1885.84
En contraparte, a finales del Porfiriato la comunicación y servicios en la ciudad formaron
parte de la atención e inversión pública, presentando así mejorías principalmente en la
ciudad de Córdoba: electricidad, construcciones, operación del tren urbano y Ferrocarril
Mexicano, aumento en los medios educativos, talleres de imprenta, periódicos, fotógrafos
locales, clubes sociales, espectáculos y artes; según palabras de Ana Delgado, fue el
84 Ibid., pp. 51-53.
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“contraste de los rasgos populares que caracterizaron al porfirismo”.85 El problema de uso
del agua siguió presente en el Porfiriato el cual se venía dando desde tiempos de la colonia.
En 1901 el problema de la introducción del agua potable llegó a reflejarse en un alegato sin
resolución por varios años atrás sobre los derechos que en el pasado el virreinato dio a
Córdoba con la concesión de las aguas del Metlác, que al final un integrante del
ayuntamiento de Córdoba no pudo comprobar, en tanto el ayuntamiento cordobés de 1897
había solicitado al gobierno federal hacer uso de esas aguas.86
El alumbrado público era un elemento indispensable en una sociedad moderna. La
compañía particular denominada “Empresa Cordobesa de Luz y Fuerza Motriz” realizó un
contrato con el ayuntamiento de Córdoba en 1903 para dar un mayor y mejor servicio de
alumbrado principalmente en los edificios públicos. Anteriormente la “Compañía Luz
Eléctrica de Córdoba” brindó un servicio menor de alumbrado, pero por motivos de
insolvencia económica para dar mantenimiento a su equipo deteriorado no pudo seguir
funcionando. En conclusión, asuntos como el agua y el alumbrado tuvieron algo en común
y fue que las administraciones de los ayuntamientos no lograban dar solución a los
problemas presentados, los cuales eran heredados a las administraciones sucesoras.87
Los informes del munícipe Adalberto J. Porte Petit en 1902, dan muestras de las
prevenciones que tuvo el ayuntamiento contra enfermedades epidémicas como la fiebre
amarilla. 1902 fue un año libre de epidemias gracias a las medidas implantadas para
controlar los contagios que hubiesen podido ocasionar los individuos provenientes de tierra
caliente cercanos a lugares infestados y enfermos de vómito. El ayuntamiento ordenó
instalar todos los días a la llegada de los trenes, gentes que impidieran la entrada de
sospechosos de enfermedades a la ciudad. Las medidas contra el vómito tuvieron efectos
positivos, sin embargo los viajeros palúdicos procedentes de las zonas que atravesaba el
ferrocarril del pacífico, Córdoba-Tierra Blanca, no lograron ser controlados: fue imposible
albergar un gran número de enfermos por falta de locales, lo cual ocasionó la diseminación 85 Ibid., p. 56. 86 Ibid., p. 53. 87 Ibid., pp. 53-54
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de enfermos y algunos cadáveres por las calles.88 Las enfermedades presentes en el cantón
todavía hasta 1914 fueron la tuberculosis, gripa, reumatismo, tumores, enajenación mental,
enfermedades del pie, traumatismo, epilepsia, paludismo, accidentes venéreos, anemia,
sífilis, congestión del hígado, etc.
Córdoba se caracterizó por ser productor agrícola, su comercio principal era los
productos del campo. Entre las producciones agrícolas en 1889 se encontraba el arroz,
café, caña dulce, azúcar, panocha, aguardiente, cebada, chile seco, frijol, haba, maíz, paja
de cebada, papas, purga de jalapa, tabaco, frutas, legumbres y ahuahutle.89 La tierra
permitió a los capitalistas en Veracruz, Orizaba, Xalapa y más aún en Córdoba, dedicarse
sobre todo al cultivo e industria de la caña de azúcar con una vasta producción en las
fincas.
Al finalizar el siglo XIX Córdoba fue convirtiéndose en uno de los asentamientos
urbanos más importantes de Veracruz con un desarrollo agroindustrial y comercial. El
mejoramiento de las comunicaciones en el Porfiriato a través del Ferrocarril Mexicano,
convirtió a la ciudad en una de las rutas comerciales más importantes durante ese período.
A principios del siglo XX la producción y demanda del café se incrementó de manera
significativa, al igual que el cultivo de cítricos, plátano y mango.90 En tanto ya en la
primera mitad del siglo las cosechas de tabaco desaparecieron del suelo cordobés.
.
En 1913 las instituciones de crédito existentes en el municipio de Córdoba fueron el
Banco de Londres y México, el Banco Nacional y el Banco Mercantil de Veracruz. Los
establecimientos industriales y fabriles fueron las fábricas de fideos, de chocolate, de velas,
de ladrillos y de aguas gaseosas, mientras que los productos de exportación fueron el
plátano, mango y naranja.91
88 Ibid., pp. 54-55. 89 Ibid., p. 33. 90 Ibid., pp. 43, 56, 47. 91 AHMC. 1913, vol. 335, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: fomento, geografía y estadística. “Diversas noticias y datos referentes a estos ramos”, Córdoba, 16 de abril de 1913, f. s/n.
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Por el cantón pasaban cuatro líneas telegráficas que iban de Veracruz a México y era la
Federal, la comercial, la del Ferrocarril Mexicano y del cable submarino. En el cantón
existía una pequeña red telefónica debido a los esfuerzos del Jefe Político Carlos Porragas
y la cooperación de los municipios respectivos. Los pueblos pertenecientes al cantón
estaban ligados por hilos telegráficos y telefónicos: Camarón, Paso del Macho, Atoyac,
San Juan de la Punta, San Lorenzo, Amatlán, Cuichapa, Fortín, Cosamaloapan y
Córdoba.92
Entre finales del siglo XIX y principios del XX el transporte junto con la reocupación de
las tierras, la diversidad productiva y la propiedad terrateniente, caracterizaron al
“capitalismo agrícola cordobés” como lo llama Ana Delgado. La prosperidad señalada
durante el Porfiriato se vio afectada por las agitaciones agrarias, generando con ello una
crisis de crecimiento económico.93
Las crónicas del ingeniero norteamericano John Buse, relataron su testimonio sobre una
parte de la ciudad de Córdoba durante su estancia en 1902 cuando llegó a darle
mantenimiento a los carros del ferrocarril Córdoba-Huatusco. Describió los paseos a la
plaza de armas antes de cenar como una costumbre entre sus habitantes. La gente se
sentaba alrededor en grupos o sobre las calzadas para admirar la belleza de las flores y a
las hermosas señoritas que se paseaban por toda la plaza en grupos por las tardes los
domingos. La cárcel estaba situada en la cabecera de la plaza donde guardias fuertemente
armados patrullaban los edificios. Entre los prisioneros había hombres que estaban
cumpliendo su condena por pequeñas faltas. Las condiciones del edificio eran deplorables,
mientras que los presidiarios en sus celdas mendigaban y gritaban por unos centavos y
cigarros.
De acuerdo con el mismo Buse, en el mercado público de Córdoba durante los días
laborales no había tantos negocios instalados como en domingo, el cual era el día de plaza.
En las calles adyacentes al mercado había muchas pulquerías. Los hombres de las clases
92 Herrera, op. cit., pp. 39-41. 93 Delgado, op. cit., , pp. 48, 51.
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más bajas iban allí y se llenaban de pulque mientras sus mujeres realizaban las compras en
la plaza. Los domingos la gente del pueblo se reunía en enormes multitudes toda vestida de
gala. Las pulquerías, restaurantes y puestos de tortas de los cuales había muchos, estaban
localizados en las calles adyacentes a los negocios. A medida que avanzaba el día los
efectos del pulque se hacían cada vez más evidentes. La policía tenía el deber de encerrar
en la cárcel a los amigos que venían demasiado alborotados o estaban postrados en las
banquetas y calles. Había tres bebidas típicas, todas muy intoxicantes si se bebían en
exceso, el pulque, el mezcal y el tequila. Las condiciones anti-higiénicas y enfermedades
contagiosas fueron comunes, Buse dio cuenta que hubo muchas personas afectadas por la
fiebre amarilla en Córdoba y sus alrededores durante su estancia, en tanto advirtió que
hubo muchos funerales en esos días.94
Como puede observarse por las crónicas de Buse, la prosperidad no alcanzó a todos los
sectores sociales. Otros testimonios nos hablan de que la explotación de peones, saqueos e
impunidad de autoridades locales, acoso y expropiación territorial a comunidades
indígenas fueron comunes a la vida social de la zona. Por otro lado existió un sistema
constante de “enganchamiento” de individuos “vagos o malvivientes” para servir como
mano de obra semiesclava en las plantaciones tabacaleras de Valle Nacional también
conocido como el “Valle de la Muerte” por las condiciones infrahumanas en que
sobrevivían los que allá eran conducidos, los cuales encontraban una muerte segura a causa
del paludismo, la malaria y las extenuantes jornadas de trabajo95. John Kenneth Turner en
su libro México bárbaro, aborda el gran porcentaje de mortandad en pocos meses de
personas de diferente sexo, edades, oficios y conductas que llegan al Valle por la fuerza,
con engaños o comprados.96 Otro destino de los infelices enganchados era hacia las
94 Vergara Carlos, “Córdoba en 1902. Crónica de John J. Buse, ingeniero norteamericano de El Huatusquito”, Magazine veracruzano, año 11, núm. 128, México, febrero de 2009, pp. 6-19. 95 Delgado Ana, (coord.) Córdoba. Imágenes de su historia, UV, Ayuntamiento Constitucional de Córdoba 1998-2000, 2000, pp. 55-56. El enganchamiento consistía en la consignación de trabajadores mediante la fuerza para trabajar en las plantaciones. Knight, op. cit., vol. 1 Porfiristas, liberales y campesinos, p. 47. 96 Según Kenneth, a los hombres los hacían trabajan con azotes y dejaban morir de hambre. Diversos jefes políticos en lugar de enviar a los delincuentes a cumplir sus sentencias en la cárcel, los vendía como esclavos en Valle Nacional. Kenneth Turner John, México bárbaro, Editores Unidos Mexicanos, México, 1988, pp. 53, 57.
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haciendas henequeneras de Yucatán, que por la crudeza del trabajo llegaron a considerarse
lugares de muerte.97 Como dice Turner, dos tercios de los esclavos yaquis morían durante
el primer año después de su llegada a la región. Los hacendados de Yucatán conseguían
astutamente que los hombres libres contrajeran deudas con ellos para obligarlos a pagar
con servicios forzados y maltratos.98
Ricardo Corzo señala que los trabajadores de la región de Córdoba cumplían la jornada
laboral de 12 horas diarias para ganar 50 centavos, en medio de maltratos de capataces y la
contribución forzada al jefe político de 21 centavos mensuales.99 Hubo aumentos en la
producción agrícola y reestructuración de la gran propiedad a favor de terratenientes y
empresarios, pero también miseria en los campos de cultivo por las mencionadas
expropiaciones.
El 5 de septiembre de 1885 un personaje de nombre Faustino Mora encabezó una
rebelión agraria comunal en San Lorenzo, cantón de Córdoba, en tiempos del gobernador
Juan de la Luz Enríquez como la reacción social que generó la política de privatización de
la tierra comunal implantada por los gobernadores de Veracruz. El gobernador utilizó la
fuerza para reprimir a los miembros de las comunidades agrarias que no compartían la
visión del proyecto modernizador del fraccionamiento de la propiedad. Las tropas se
trasladaron rápidamente hacia los puntos donde se hallaban los insurrectos para
desalentarlos. En el conflicto hubo la muerte de más de diez vecinos españoles, la muerte
del tesorero municipal luego de ser incendiado con petróleo y la ejecución de los hombres
capturados, incluido Mora.100
Las contradicciones sociales que vivió la etapa porfirista tuvieron como consecuencias el
surgimiento de una oposición política, que como ya lo mencionamos en el anterior
capítulo, se dio a lo último con el fin de ese régimen y la llegada al poder de Francisco I.
97 La servidumbre por deudas era un hecho en Yucatán durante el régimen de Díaz, esto se debía a una tradición local profundamente arraigada que se intensificaba por el aislamiento de la península del resto de México. Bazant, op. cit., p. 116. 98 Kenneth, op. cit., p. 14. 99 Corzo, (coord.) Nunca un desleal..., op. cit., p. 16. 100 Delgado, op. cit., pp. 49-50.
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Madero.101 Para los fines de nuestra investigación se hace necesario revisar los principales
acontecimientos de esa etapa revolucionaria en el estado de Veracruz y más concretamente
en la región de Córdoba para poder entender los alcances de la militarización que vivió la
población en esa época y contextualizar así el impacto de la leva implementada por el
gobierno de Huerta.
La agitación política en el estado de Veracruz se vio agudizada en 1910 con la presencia
de Francisco I. Madero, quien en mayo recorrió la zona central: Veracruz, Xalapa,
Córdoba y Orizaba, sitios con importantes partidarios a su ideología, tales como Gabriel
Gavira en Orizaba, Enrique Colmenares en Paso del Macho, Camerino Z. Mendoza y
Rafael Tapia cerca de Orizaba, mientras Cándido Aguilar en las cercanías de Atoyac y
Córdoba, y otros hombres destacados.102 El grupo que realizó casi toda la lucha social en el
estado, provenía de la pequeña burguesía, entre ellos, artesanos como Tapia, contadores
como Heriberto Jara, carpinteros como Gavira y rancheros como Aguilar.103
Camerino Mendoza realizó un movimiento en Santa Rosa, hoy ciudad Mendoza, el cual
fracasó por la aprehensión de los principales Sub-Jefes y que en Río Blanco se había
enfrentado con los soldados hasta agotarse el escaso parque. Gabriel Gavira, Jefe de la
Revolución en Veracruz, ocupó la secretaría y presidencia del “Club Liberal
Antirreeleccionista de Orizaba”, que fue en 1909 el primer club fundado en la Republica.
Entre otros cargos ocupó la presidencia del Club antirreeleccionista “Ignacio de la Llave”,
además de aceptar la jefatura del movimiento revolucionario en Orizaba el 6 de noviembre
de 1910.
En los días previos al 20 noviembre de 1910 el gobierno de Veracruz tomó precauciones
a modo de poder controlar el previsto levantamiento armado y disminuir el pánico entre las
familias de la zona centro. En Orizaba existía alarma entre las autoridades del lugar, por
101 Blázquez Carmen, Breve historia de Veracruz, FCE, COLMEX, México, 2000, p. 181. 102 “La población indígena que habitaba la región no fue arrastrada a la lucha de 1910 en pro de ideales propios ni guiada por líderes étnicos, sino por mestizos, que aprovecharon su ascendencia sobre la población nativa para conservar sus posiciones adquiridas durante la administración porfirista.” García y Corzo, Sumaria…, op. cit., p. 50. 103 Koth Karl, “Madero, Dehesa y el cientificismo: el problema de la sucesión gubernamental en Veracruz, 1911-1913”, en Historia Mexicana, COLMEX, Vol. XLVL, Nº 2, 182, México, 1996, p. 418.
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ejemplo el Jefe Político Miguel Gómez comunicó al gobernador Dehesa referente a la toma
de medidas represivas en contra de cualquier sublevación. En la Huasteca surgieron
rumores de posibles levantamientos indígenas que inquietaban a la autoridad, mientras en
el Golfo se temía la aparición de un motín en los campamentos petroleros.104 Así pues en el
informe gubernamental de Teodoro A. Dehesa en 1911, expresó la amenaza al orden
público a manos de agitadores quienes probablemente se levantarían entre el 18 y 30 de
noviembre de ese año contra los poderes del gobierno. El gobierno del estado puso en
alerta a sus jefes políticos para presentar vigilancia y evitar alteraciones al orden
establecido, para lo cual invirtió en la compra de armamento y en la organización de
fuerzas auxiliares en diversas poblaciones:
“El Cuerpo de Seguridad Pública que por dichas circunstancia especiales tuvo que entrar en mayor actividad, contaba con un personal de 261 guardas, bastante para los efectivos de su ministerio en tiempos normales, pero insuficiente para un servicio de guerra, en que los destacamentos cantonales tenían que aumentar su efectivo. Por esa causa acordé que se diera de alta el mayor número de guardas, consiguiendo que se descubrieran cerca de cien nuevas plazas… También se han asignado gratificaciones extraordinarias a los individuos que forman los destacamentos de ciertos cantones…”105
La necesidad de reclutamiento militar obligó al gobierno a otorgar concesiones para
ingreso a las armas, disminuyendo a seis meses la duración del servicio. La Secretaría de
Guerra publicó una convocatoria solicitando soldados voluntarios para el servicio y
ofreciendo un enganche por seis meses y un peso diario de sueldo. En Papantla el jefe
político reclutó indígenas para defensa de la población, pero Dehesa recomendó hacer una
selección de los hombres solteros más útiles y aptos.106 En tanto la incorporación de
indígenas a las fuerzas federales no dio buenos resultados, muchos se alistaban
voluntariamente con los revolucionarios mostrando mayor atracción, por ejemplo, les
permitían conservar sus dialectos maternos, situación no ocurrida en el ejército gobiernista.
104 García y Corzo, Sumaria…, op. cit., p. 47. En la Huasteca el comercio se encontraba cerrado y algunas casas comerciales y particulares habían sido saqueadas, las arcas sin fondos y destruidas las vías de comunicación, en tanto que su aislamiento geográfico hizo difícil su total protección. Ibid., p. 51. 105 Blázquez, Veracruz…, op. cit., pp. 244-245. 106 García y Corzo, Sumaria…, op. cit., p. 52.
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Gabriel Gavira dio su primer intento de levantamiento armado el 20 de noviembre de
1910 en Orizaba con treinta indígenas mal armados, pero la superioridad del batallón
enemigo lo obligó a replegarse. Los ideales de Gavira con el paso del tiempo tomaron
mayor fuerza, logrando realizar acciones importantes en el aparato burocrático de varios
municipios del estado. En 1911 Camerino y Gavira tomaron Altotonga, Xico, Teocelo,
Cosautlán, Huatusco y Atoyac. En Huatusco, Orizaba y Córdoba, Gavira colaboró con el
pueblo en la realización de plebiscitos para nombrar sus alcaldes cantonales, en sustitución
de las Jefaturas Políticas. En Córdoba se nombró como Alcalde Cantonal a un sastre de
apellido Osorio. En Orizaba destituyó al Secretario de la Jefatura, al Inspector de Policía y
a casi todos los malos oficiales y gendarmes.107 El día 16 de julio de 1911 dejó el mando
de sus fuerzas a Cándido Aguilar, que era el segundo al mando hasta el momento.
El 15 de febrero de 1913, días antes del asesinato de Madero, Gavira había recibido la
comisión por parte de éste para reclutar fuerzas voluntarias en el estado, en los lugares
donde tuviera influencia y así enviarlas a la capital del país, para lo cual comenzó su tarea
en el puerto de Veracruz, pero el crimen de Madero paralizó la reunión de gente en otros
lugares como Xalapa, donde el mandatario estatal mantuvo prudencia ante lo ocurrido.108
La presencia del maderismo en Veracruz tuvo notables repercusiones en la sucesión de la
gubernatura estatal. Posterior a la salida de Dehesa el 14 de junio de 1911, iniciaron las
demandas, negociaciones, altercados y enfrentamientos entre los civiles y militares
apropiados del poder y quienes defendían la causa revolucionaria.109 La lucha se vio
influenciada por el cambio de la política maderista, de una revolucionaria a una
conservadora. La opción de gobernadores era guiada principalmente por la lucha en
restaurar los principios de la política porfirista, mientras Dehesa continuó influyendo en la
política de Veracruz con una actitud anticientífica. Entre mayo de 1911 y febrero de 1913
las facciones enfrentadas se integraron por líderes revolucionarios maderistas, dehesistas y
107 Gavira Gabriel, Gabriel Gavira. Su actuación político-militar revolucionaria, Editora del Gobierno de Veracruz, Xalapa-Equez., 1982, pp. 40-45. Según palabras de Gavira, logró destituir también a los Alcaides de las cárceles, tachados de odiosos. Idid., p. 55. 108 Ibid., p. 77. 109 Corzo y otros, “El maderismo en Veracruz.”, en Blázquez, Veracruz…, op. cit., p. 269.
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científicos. Entre los candidatos surgieron los nombres de León Aillaud apoyado por los
revolucionarios incluido Madero, y Emilio Leycegui apoyado por la legislatura centralista.
La designación de los gobernadores interinos y funcionarios municipales provocó
descontento y violencia en la población, como fue el nombramiento del dehesista
Francisco Delgado para la gubernatura. El 24 de junio de 1911 Aillaud fue nombrado
gobernador provisional, pero al final de su remoción en diciembre de ese año fue señalado
de conservador al haber recibido apoyo de la legislatura y de los jefes políticos de la
transición del régimen, mientras el poder interino quedó en manos de Manuel Alegre el 12
de diciembre de 1911. La inestabilidad llegó al norte del estado con la inconformidad y
amenazas revolucionarias contra Madero por negar el principio del sufragio efectivo a
Aillaud. A finales de enero de 1912 se realizaron elecciones para gobernador interino, los
candidatos fueron Gavira y Francisco Lagos Cházaro, un hacendado seguido por las élites.
Los resultados mostraron a Gavira como ganador, pero la legislatura decidió dar el triunfo
a Lagos Cházaro como gobernador constitucional, mientras la inestabilidad social seguía
rondando en el estado. En la siguiente campaña electoral caracterizada por el desorden y
acusada de corrupción, el candidato del Partido Católico, Antonio Pérez Rivera, financió
su campaña con dinero ilegal según acusaciones de sus opositores, la cual ganó
fraudulentamente y asumió la gubernatura constitucional.110 Según Kart Koth, Madero
optó por abandonar las urnas y manipular el resultado de las elecciones de gobernador en
Veracruz. No intentó buscar otro gobernador que no fuera Aillaud para mediar entre
revolucionarios y burgueses. Recurrió a la manipulación, al uso de jefes políticos para
imponer candidatos y manejar las elecciones.111 En el régimen maderista las acusaciones
de mala conducta por parte de algunos jefes políticos fueron reales.112
110 Koth, op. cit., pp. 398-411. 111 Ibid., pp. 419-420. 112 En una carta el gobernador Carranza intervino en la defensa del jefe político del territorio de Tepic Mariano Ruiz frente a Madero, para desmentir las falsas acusaciones contra su persona por parte de sus opositores, en la que destacó su apreciable personalidad. Fabela, Documentos históricos..., Revolución y régimen constitucionalista, op. cit., p. 20.
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En diciembre de 1911 Gavira decidió separarse de Madero mediante levantamientos,
ante su falta de iniciativa por actuar correctamente en el estado. Al levantamiento de
Gavira consolidado en 1912, se sumaron los orozquistas y zapatistas. Los alzados
conformaban contingentes que iban de los 20 a los 200 hombres; atacaban los lugares
desprovistos de destacamentos permanentes; atemorizaban a la población rural y a los
mismos jefes políticos; además de irrumpir en haciendas y ranchos, liberar a prisioneros de
las cárceles y atacar trenes, líneas de telégrafos y teléfonos. La fuerza emanada impactó en
las regiones del norte, centro y sur del estado, así como en los estados circunvecinos.113
En febrero de 1913 se levantaron en armas los obreros de la zona industrial de Santa
Rosa, concebido como el lugar donde surgió el primer levantamiento revolucionario de
Veracruz contra Victoriano Huerta. Los obreros de la zona habían mostrado descontento
por el asesinato de Madero. El ánimo de los trabajadores se vio enaltecido en cierta forma
por la actitud propagandista del ex Comandante de rurales maderistas Camerino Mendoza
contra el gobierno usurpador. La situación se transformó en un enfrentamiento armado
contra fuerzas gobiernistas del general Gaudencio González de la Llave, el cual concluyó
en marzo del mismo año con la derrota del rebelde, sus aliados y el restablecimiento del
orden público.
En el mes de abril surgieron levantamientos en la Huasteca veracruzana, encabezados por
los jefes Blanco, Aburto y Licona, y de los cabecillas Abundio Grijalva y Santiago Gaspar
con apoyo de 250 indios de la región, quienes asecharon los poblados de Chicontepec,
Santa Cruz de Juárez, Ixhuatlán, Huehuetla y Tenango de Doria; así pues, con éste grupo
armado se suscitó diversos enfrentamientos.
En el sureste del estado, cercano a los Tuxtlas, surgió en junio un grupo revolucionario
encabezado por los jefes Hilario C. Salas y Miguel Alemán, quienes lograron obtener con
el tiempo un control de aquella zona, en especial el poblado de Catemaco; así se dio un
enfrentamiento sólo de unas cuantas horas a causa de la fuerte defensa del gobierno
integrada por voluntarios. Efectivamente puede decirse que para fines de junio de 1913 el
gobierno de Huerta en la región norte del estado, se vio en problemas con las rebeliones
113 Corzo, (coord.) Nunca un desleal…, op. cit., pp. 30-31, 33.
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que no aceptaban sus políticas, pero en menor grado en el resto de la entidad veracruzana,
a excepción de los Tuxtlas con el brote de un nuevo levantamiento revolucionario.114
A fines de 1913 ya destacaba el General Cándido Aguilar como figura importante dentro
de las fuerzas constitucionalistas. Aguilar recibió ordenes de Venustiano Carranza para
organizar revolucionarios de la Huasteca en el llamado “Cuerpo del Ejército de Oriente” e
instituirse con las tropas de los estados de Veracruz, Puebla y Tlaxcala; fundar la Primera
División de ese Cuerpo de Ejército bajo el mando del General Aguilar, quien logró realizar
y triunfar con diversas operaciones militares en la Huasteca bajo el apoyo de sus jefes
subalternos Gabriel Gavira, Amado Azuara, Francisco Mariel, obteniendo mayor fuerza
para el control de la zona norte del estado y avanzar sobre el puerto de Tuxpan, Cazones,
Tecolutla, Gutiérrez Zamora y Papantla, entre otros.115 Según expresa Miguel Sánchez, un
grupo importante de fuerzas federales localizadas en Chicontepec, Huejutla y Tantoyuca, a
mediados de abril de 1914 se retiraron a Tampico para su defensa contra los
estadounidenses.116
Más adelante en 1914 se buscó la organización de una “Segunda División de Oriente” a
cargo del General Gilberto Camacho por órdenes de Venustiano Carranza; no obstante, se
vio en problemas ante la traición de sus subordinados y emprendió la retirada a las faldas
del Pico de Orizaba para buscar una pronta reorganización militar y en la cual abrió
diversos enfrentamientos en el rancho Colorado, en las cercanías de Orizaba. El 23 de
febrero de 1914 el General Camacho atacó sin éxito la plaza de San Juan Coscomatepec,
cercano a Córdoba. Toda esta movilización política, social y militar provocó que el
régimen de Huerta buscara por todos los medios hacerse de tropa para combatir a los
desafectos a su gobierno y ello motivó a que redoblara los esfuerzos tendientes a dicho fin.
114 Sánchez Lamego Miguel, Historia militar de la revolución constitucionalista. Primera parte: El nacimiento de la revolución y las primeras operaciones militares, vol. 1, Biblioteca del INEHRM, México, 1956, p. 321. 115 Para obtener un mayor control del estado, Aguilar dividió a Veracruz en comandancias militares que integraron la División de Oriente: Los Cantones de Ozuluama y Tantoyuca; Chicontepec y Tuxpan; Jalancingo y Xalapa; Coatepec y Huatusco; Córdoba y Orizaba; Veracruz, Cosamaloapan y Acayucan, por último el Cantón de los Tuxtlas. Zilli Juan, “Los veracruzanos y el huertismo”, en Blázquez, Veracruz…, op. cit., p. 288. 116 Sánchez, Historia militar..., op. cit., pp. 343-348. Tampico y Tuxpan representaban puntos centrales del comercio petrolero internacional y fuente de recursos financieros del gobierno.
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2.1.1 Los censos de 1910
El primer censo de población del México moderno se realizó el 20 de octubre de 1895, el
segundo censo fue realizado el 28 de octubre de 1900, mientras que el 27 de octubre de
1910 se efectúo el tercer censo, precisamente un mes antes de iniciar la Revolución
Mexicana.
Los censos eran principalmente instrumentos de conteo poblacional, en tanto que el
censo levantado el 27 de octubre de 1910 a cargo del Director General de Estadística,
Antonio Peñafiel, tuvo una metodología característica la cual consistió en la realización de
un autoempadronamiento, pues a las familias se les entregaba una célula que debían llenar.
En el autoempadronamiento no se requería contar con el tipo de entrevistador, ya que sólo
distribuían los formularios y los recogían. En las manzanas cuyos habitantes habían sido
empadronados se pegaban unas etiquetas para señalar que ya habían sido registradas.
El censo de 1910 fue el último en hacerse en la etapa del Porfiriato, en tanto los datos se
presentaron por primera vez por tamaño de localidad, lo que permitió saber que 71 de cada
cien personas residía en localidades de hasta 2 500 habitantes. Éste dio a conocer los
siguientes datos: nacimientos registrados, 484 mil 764; defunciones registradas, 504 mil
22. En el censo se contó poco más de 15 millones 160 mil habitantes y sirvió como registro
histórico para saber cómo eran las condiciones de la población antes del levantamiento
armado. En esos años morían más personas de las que nacían, a pesar de que aún no
estallaba la Revolución. El movimiento revolucionario provocó que de 1911 a 1921 se
detuviera prácticamente todo trabajo estadístico en el país, por lo cual fue hasta 1921
cuando se levantó el siguiente censo de población.117
El tipo de censo practicado en 1910 fue estrictamente "de facto" o “de hecho”, es decir,
se registraron a los individuos en el lugar en que se encontraban presentes al momento del
censo. La temática censal fue la siguiente: edad, sexo, lugar de nacimiento, residencia,
117 http://www.inegi.org.mx/; véase además: “125 años de estadística en México”, en http://www.desdelared.com.mx/2009/notas/090623-libro-inegi.html
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Idioma o lengua hablada, instrucción elemental, religión, ocupación principal, defectos
físicos y mentales.
El censo de 1910, el más reciente para el período de Huerta, mostró que dentro del estado
de Veracruz el cantón de Córdoba contaba para ese entonces con un total de 91.122
habitantes mientras la población total del estado era de 1.132,859, así la población cantonal
de Córdoba equivalía al 8.04% del total en el estado, es decir, ocupó el cuarto lugar con
mas habitantes por debajo de Veracruz, Orizaba y Xalapa.118
Leonardo Pasquel consideró pequeña la cantidad de habitantes en el estado, por tanto
colocó a Veracruz como una entidad poco habitada pero con poblaciones importantes,
entre ellas Veracruz, Xalapa, Orizaba, Córdoba, Coatepec, Tuxpan, Misantla, Tlacotalpan,
Cosamaloapan, Papantla, San Andrés Tuxpan y Coatzacoalcos.119 Observamos además que
la población en su mayoría estaba concentrada en la zona centro del estado. La población
total estuvo conformada principalmente por hombres con una diferencia de 4.833 sobre las
mujeres. Los cantones que estuvieron habitados en su mayoría por hombres fueron
Córdoba, Jalacingo, Minatitlán, Veracruz y otros, por tanto ello pudo haber ocasionado un
mayor rigor en cuanto a las continuas órdenes para cumplir con la cuota de reemplazos, no
descartando por supuesto el uso de la mismas disposiciones en los cantones restantes, pues
era una política de impacto nacional.
La cabecera municipal del cantón de Córdoba, es decir la ciudad de Córdoba, contaba
con la cantidad de 10.295 pobladores, equivalente al 11.29% de la reunida en todo el
cantón, mientras que en comparación con todas las cabeceras municipales del estado la
cabecera de Córdoba ocupó en esos años el quinto lugar como el más poblado, por debajo
de las cabeceras de Veracruz, Orizaba, Xalapa y Acayucan.
118 El cantón de Córdoba tuvo desde el Porfiriato una presencia notable en los censos, dado que recibió a mucha población inmigrante, gracias a la cosecha de café y caña de azúcar, pero dicha población en su mayoría era flotante, pues sólo permanecía en la región en la época de cosecha. 119 Pasquel Leonardo, La Revolución en el Estado de Veracruz, tomo I, Biblioteca de INEHRM, México, 1972, p. 21.
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CUADRO 2. Censo de 1910. Estado de Veracruz.
P o b l a c i ó n P o b l a c i ó n
Cantones Hombres Mujeres Total Cabeceras Hombres Mujeres Total cantonales
Acayucan 20.824 23.627 44.451 Acayucan 5.718 8.577 14.295 Córdoba 45.918 45.204 91.122 Córdoba 4.723 5.572 10.295 Coatepec 24.931 25.209 50.140 Coatepec 4.122 4.699 8.821 Cosamapoapan 19.432 18.934 38.366 Cosamaloapan 2.630 2.744 5.374 Chicontepec 36.991 37.314 74.305 Chicontepec 1.449 1.543 2.992 Hustusco 17.433 17.584 35.017 Huatusco 3.473 4.015 7.488 Jalapa 45.702 46.547 92.249 Jalapa 10.407 13.233 23.640 Jalacingo 35.623 34.290 69.913 Jalacingo 1.439 1.474 2.913 Los Tuxtlas 23.938 24.885 48.823 San Andrés Tuxtla 4.626 5.506 10.132 Minatitlán 24.028 22.212 46.270 Minatitlán 810 955 1.765 Misantla 15.945 14.599 30.544 Misantla 1.679 1.834 3.513 Orizaba 48.913 50.906 99.819 Orizaba 16.898 18.365 35.263 Ozuluama 21.021 19.912 10.933 Ozuluama 1.556 1.295 2.851 Papantla 31.046 30.577 64.623 Papantla 2.635 2.830 5.465 Tantoyuca 35.142 33.974 69.116 Tantoyuca 1.847 2.066 3.913 Tuxpan 32.246 33.979 66.225 Tuxpan 2.928 4.813 7.741 Veracruz 74.801 68.007 142.808 Veracruz 26.060 22.573 48.633 Zongolica 14.912 16.223 31.135 Zongolica 611 692 1.303 Totales 568.846 564.013 1.132,859 Totales 93.611 102.786 196.397 *Fuente: AGEV. Censo de 1910, p. 7.
Sin embargo, en otro expediente que la Jefatura Política del Cantón de Córdoba elaboró,
se encuentra un censo de principios de noviembre de 1910 y muestra unas cantidades casi
similares a las anteriormente anotadas: 90.905 en todo el cantón --45.855 hombres y
45.050 mujeres--; en la municipalidad de Córdoba un total de 23.313 --11.404 hombres y
11.909 mujeres--; en la cabecera municipal una cantidad de 10.005 --4.607 hombres y
5.398 mujeres--.120 No obstante, los informes de ambos expedientes coinciden con el total
de la población en el estado, es decir, 1.132,859 habitantes, ello nos lleva a la conclusión
de que los censos eran no del todo confiables, teniendo en cuenta que las cifras estaban en
continuo movimiento por efecto de los nacimientos, muertes o cambios de domicilio por
ejemplo.
120 AHMC. 1910, vol. 323, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 3, “Que contiene la relación detallada del censo general del Cantón”, 06 de noviembre de 1910, f. s/n.
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Entre otros datos notamos que entre las 15 municipalidades adheridas al cantón de
Córdoba, la mayor concentración poblacional se dio principalmente en la municipalidad de
Córdoba. La cabecera municipal también contó con un gran número de personas el cual era
un poco más de la mitad de lo que tenía la municipalidad. Las cantidades manejadas en los
censos cantonales estaban construidas con la información emanada de las municipalidades,
y estas últimas con la información de sus ciudades, cabeceras, congregaciones, haciendas,
ranchos y rancherías.
CUADRO 3. Resumen general CUADRO 4. Cabecera cantonal por municipalidades o municipios. (Cabecera de la municipalidad de Córdoba).
P o b l a c i ó n P o b l a c i ó n
Municipalid ades Casas Hombres Mujeres Total Ciudad Cuartel Casas Hombres Mujeres Total Alpatlahua 510 1.416 1.373 2.789 Córdoba Cuartel 1 75 628 471 1.099 Amatlán 2.195 6.447 6.04 12.487 " Cuartel 2 64 308 380 688 Calcahualco 968 1.943 1.909 3.852 " Cuartel 3 60 299 384 683 Coscomatepec 1.802 4.258 4.6 8.858 " Cuartel 4 136 474 532 1.006 Córdoba 3.686 11.404 11.909 23.313 " Cuartel 5 109 687 913 1.600 Cuichapa 585 1.544 1.568 3.112 " Cuartel 6 85 449 572 1.021 Chocamán 557 1.498 1.558 3.056 " Cuartel 7 20 132 181 313 Ixhuatlán 1.148 2.944 2.935 5.879 " Cuartel 8 246 704 845 1.549 Paso del Macho 845 2.586 2.231 4.817 " Cuartel 9 159 524 649 1.173 San Lorenzo 1.018 2.856 2.756 5.612 " Cuartel 10 116 402 471 873 San Juan de la Punta 727 2.388 2.131 4.519 Total 4.607 5.398 10.005 Santiago Huatusco 470 1.344 1.265 2.609 Temaxcal 202 538 512 1.05
Tepatlaxco 1.088 3.46 2.927 6.387
Tomatlán 504 1.229 1.336 2.565
Total 45.855 45.05 90.905
*Fuente: AHMC. 1910, vol. 323, exp. Nº 3, “Que contiene la relación detallada del censo general del Cantón”, 06 de noviembre de 1910, f. s/n.
En el censo federal la población por edades quedó clasificada en nueve grupos, en los
cuales aquellos entre 20 y 40 años alcanzaron las cifras más elevadas del conteo, esto
como ejemplo de la información detallada que se incluía en los censos. La edad de 20 a 40
años estaba catalogada por los reglamentos militares como la edad propicia para ingresar al
ejército en calidad de reemplazo.
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CUADRO 5. Población por edades en el estado de Veracruz en 1910.
1 9 1 0
Edades Hombres Mujeres Total Hasta de un año 32.427 30.307 62.734 De más de 1 a 2 años 20.578 19.482 39.760 De más de 2 a 5 años 57.718 55.609 113.327 De más de 5 a 10 años 88.892 83.462 172.354 De más de 10 a 20 años 118.854 123.665 242.519 DE más de 20 a 40 años 168.425 171.571 339.996 De más de 40 a 60 años 62.847 62.072 124.919 De más de 60 años 18.976 17.343 36.319 Se ignora 429 502 931
Total 568.846 564.013 1.132,859
*Fuente: AGEV. Censo de 1910, p. 8.
En el uso del contenido de los censos y su poca confiabilidad, destacó la utilidad para
brindar beneficio al desempeño del ejército, así en nuestra opinión el ejército debía
apoyarse de cualquier medio para emprender rápidamente la militarización nacional, lo
cierto es que no había tiempo de verificar la autenticidad de las cifras marcadas en los
censos. En primer lugar afirmamos que la pretensión del gobierno de aumentar las plazas
de los batallones, estaría dirigida aún más a lugares con un gran número poblacional, por
tanto ello podría realizarse conforme a los resultados de las gráficas de los censos. El
contenido de los censos fue la pauta para la realización de empadronamientos, y éstos para
el reclutamiento de sujetos en el servicio militar.
El censo podría ser útil además para saber más de los territorios donde los gobernadores
y jefes políticos establecían su control y brindarles de esa forma mayor atención en asuntos
generales; dar una mayor seguridad armada a los lugares fuertemente poblados y con una
importante contribución monetaria, agrícola y ganadera para el régimen. Los censos y
padrones fueron elaborados en el cantón por personal de las municipalidades y
previamente asignados, quienes debían visitar casa por casa para tomar los datos, que en el
momento indicado y con un margen de tolerancia debían entregar en los informes
requeridos por el gobierno federal.
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Desde 1908 la Dirección General de Estadística inició los trabajos para la ejecución del
censo de 1910, girando instrucciones sobre los trabajos preparatorios del censo a los
gobernadores de las Entidades Federativas, o bien enviándoles los modelos de la
documentación censal: libreta de empadronadores, cédulas para habitantes de paso, boletas
de casas y concentraciones de casa, así como las instrucciones para la ejecución del censo
de 1910. El 2 de julio de 1908 se completó la documentación con el envío de los modelos
para la 2ª, 3ª, y 4ª concentración de cédulas de habitantes; cubiertas para boletas de casas,
cubiertas para cédulas de familia y etiquetas para legajos.
Uno de los puntos de las instrucciones en que se insistió más fue el relativo a la
organización de Juntas Centrales del Censo, en la capital de cada entidad del país y las
Juntas Locales en cada cabecera de Distrito, Departamento, Partido o Cantón, con la
recomendación de que tales juntas estuvieran presididas por los jefes políticos, o por
personas de mayor categoría política o administrativa del lugar. Se llegaron a constituir,
Juntas Locales Municipales. Las Juntas tenían a su cargo la vigilancia y el desarrollo de los
trabajos censales y de acuerdo a sus propias facultades, extendieron nombramientos a los
Jefes de Cuartel, Jefes de Sección o de Demarcación, para que previa preparación sobre la
materia, dieran comienzo los trabajos censales.
Entre los trabajos del tercer censo destaca la división territorial que deberían de hacer las
autoridades políticas. De acuerdo a las instrucciones cada localidad se dividiría en cuatro o
más secciones o cuarteles numerados progresivamente; dentro de cada uno de esos
espacios geográficos, las manzanas que los conforman quedarían señaladas con
numeración progresiva, además de numerarse sus cuatro lados. Tales operaciones
quedaron terminadas el 1º de septiembre de 1910; su objetivo fue facilitar el reparto de
cédulas del censo para que cada empadronador pudiera encargarse de un número regular de
casas. Un procedimiento parecido fue aplicado a las localidades del medio rural, con estos
trabajos se facilitó el conocimiento del número de personas que deberían participar en el
empadronamiento a las órdenes de los jefes de Cuartel, Sección o Demarcación y a la vez
indicaban la distribución de su trabajo. Una vez terminada la división territorial, se
incorporan mediante nombramiento los inspectores, jefes de manzana y empadronadores.
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Una vez nombrados los jefes de manzana, inspectores y empadronadores, se les instruyó
sobre sus funciones, y como la división territorial ya había terminado, se repartió a los
empadronadores en los hogares existentes en cada casa. El número de individuos que
integraban cada hogar y un índice de casa o moradas colectivas que hubieran encontrado
en el espacio que tenían asignado.
Del empadronador al jefe de manzana, al inspector, al jefe de cuartel y al presidente de la
junta local de los censos, fue pasando la información de la población total, los hombres y
las mujeres, para integrarse a un resumen que abarcaría a los poblados, los municipios, los
cantones y el estado. En todas las entidades se aplicó la misma normatividad, a fin de
obtener resultados bajo el mismo procedimiento.121
2.1.2 El censo de 1913
En un principio, el censo de población tuvo por objeto principal atender necesidades del
estado referentes a las obligaciones militares, tributarias y de trabajo de los habitantes de
un país. En el sistema de reclutamiento con sorteo la información estadística de los censos
poblacionales era muy importante para el proceso de incorporación de individuos al
ejército, mientras que para la leva este tipo de información no tenía una utilidad relevante.
Los censos de población y los censos militares eran instrumentos legales que debían ser
realizados con la participación de las autoridades políticas de los diversos niveles tanto
federal, estatal y local, y sin descartar la ayuda de la población misma con la aportación de
datos verídicos, así los censos contribuyeron en cierta forma al ejercicio de los decretos
sobre el aumento de las tropas en su objetivo de lograr la modernización del aparato militar
en defensa de la nación.
Los censos comunes y detallados eran hechos cada diez años como el realizado en 1910,
pero impedían conocer cifras exactas de la población en períodos más cortos. En la 121 Medel López Hilario, Tercer Censo de Población (1910) de los Estados Unidos Mexicanos. Resumen por Entidades Federativas, Investigador del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana, México, 1999, [s.p.]. http://medel.tripod.com/hml/CDR3.html
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problemática de rezago de información prácticamente era poco útil para el año de 1913,
teniendo en cuenta que el número de la masa poblacional en el país había empezado a
sufrir un cambio con el movimiento revolucionario iniciado en 1910 y que para 1913
todavía seguía presente, por lo cual hubo que utilizar primeramente la aún vigente ley
federal de reemplazos del 28 de mayo de 1869, en cuyo artículo 1º se tenía ordenado
realizar otros censos en todos los estados del país por cada año y utilizarlos para calcular el
número de individuos que formarían parte del ejército regular y de las fuerzas auxiliares al
servicio del gobierno:
En el artículo 1º de la ley quedó asentado lo siguiente: “Para la formación de las tropas militares, la cual especificó que para reemplazar las bajas del ejército, los estados, el Distrito Federal y el territorio de Baja California entregarían, cada año en el tiempo y lugar de su territorio designado por el ejecutivo, un contingente del número de hombres correspondiente al uno por millar del censo de su población.”122
La ley de 1869 abordó entre otras cuestiones la señalización del empleo de sorteos y
enganche voluntario, además del tiempo de servicio militar. La ley contó con un
reglamento sobre el modo de reemplazar las bajas del ejército creado el 10 de junio de
1869, con el fin de dar cumplimiento a los artículos 1º y 3º de la ley mencionada, mientras
tanto dicho reglamento se conformó por ocho artículos con un contenido mucho más
específico, sin embargo ambas disposiciones federales requerían la utilización de
reglamentos estatales para un mejor ejercicio en el proceso de reclutamiento o reemplazo,
utilizando como base el sorteo y el alistamiento voluntario.
Por su parte el artículo 1º del reglamento federal había considerado en su momento que
el censo de población estimado para el número de reemplazos, sería el mismo censo que se
utilizaba para el nombramiento de representantes en el Congreso de la Unión.123 No
obstante en el estado de Veracruz este tipo censo fue sustituido a partir de 1900 con la
elaboración de otros censos y sin considerar algunos datos: edad, sexo, lugar de
nacimiento, residencia, idioma, entre otros, sino únicamente su número total.
122 Dublán Manuel y Lozano José María, “Ley del congreso fijando la manera de reemplazar las bajas del ejército”, en Legislación Mexicana, tomo X, colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la Independencia de la República, Imprenta del Comercio de Dublán y Chávez, México, 1878, p. 604. 123 Dublán y Lozano, “Reglamento de la ley sobre el modo de reemplazar las bajas del ejército”, en Legislación Mexicana, tomo X, p. 656.
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El reglamento federal creado durante la presidencia de Benito Juárez, señaló entre sus
otros artículos las condiciones físicas de los reemplazos para ser admitidos en el ejército,
su destino y tiempo de entrega, mientras el reglamento de reemplazos estatal del 20 de
junio de 1900 tomó la responsabilidad del padrón de varones, la realización de sorteos, la
elaboración de actas y su publicación, el reemplazo de los sorteados y las apelaciones por
derecho de excepción.
Durante la gubernatura de Eduardo M. Cáuz la Secretaría de Gobernación mediante la
Secretaría de Gobierno del estado de Veracruz publicó en diciembre de 1913 un censo
sobre los habitantes en el estado sin clasificación por sexo y edades, cuyos resultados
presentaron diferencias lógicas en las cantidades de población con respecto al censo de
1910, así el censo de 1913 fue utilizado para calcular los contingentes de “fuerzas
auxiliares” adheridos al ejército federal y requeridos para su reforzamiento. La falta de una
cláusula específica y detallada sobre la forma de ejercer estos censos anuales, muestra
indicios de poca confiabilidad en cuanto a la veracidad de los resultados poco explícitos.
El gobierno federal daba a entender a los gobiernos estatales la pronta ejecución de los
censos. Los censos, padrones, sorteos y consignaciones tenían como tolerancia un mes
aproximadamente para realizarse. Las disposiciones legislativas daban a entender que sin
la realización de cualquiera de los elementos mencionados el reclutamiento militar
difícilmente sería alcanzado.
Aunque las disposiciones sobre el reclutamiento de tropas no señalaron el tipo de censo
que debía realizarse, es probable la utilización del censo de hecho o de “facto” En esta
modalidad de censo como ya se mencionó anteriormente se enumeraban todas las personas
que se encontraban en la vivienda, a la fecha y hora que se había señalado para el censo,
sea que residieran o no en dicha unidad de habitación. Este método presentaba dificultades
para tratar a las personas que pasaban eventualmente la noche en el hogar, así como a las
que estaban ausentes por trabajar de noche.
En la rapidez del proceso podían darse errores de conteo con repercusiones en el
incremento de la cuota de reemplazos; por ejemplo, una persona residente que era
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registrada en el censo, pero que por motivos de trabajo u otra situación viajaba a otro lugar
el mismo día corría la posibilidad de ser nuevamente contabilizado, pues no se llevaba un
registro riguroso de sus datos personales, sino sólo de su número total.
En los resultados del censo de 1913 el cantón de Córdoba tuvo 96.905 habitantes y ocupó
el tercer lugar con mayor población por debajo del cantón de Veracruz y Orizaba, pero
mayor al cantón de Xalapa. Posiblemente con esos resultados el cantón de Córdoba fue
puesto en la mira del gobierno como un lugar fundamental para el suministro de recursos
humanos por parte del estado al servicio de la causa antirrevolucionaria. La cercanía de
Córdoba con el puerto de Veracruz y la gran concentración poblacional en la parte central
del estado contribuyó al insistente recordatorio de su “deber para con la salvaguarda de la
nación”, ejemplos de ello fueron las proclamas patrióticas y la entrega rápida de
reemplazos.
CUADRO 6. Población del estado de Veracruz por cantones en 1913. * Total de habitantes: 1.162,133
*Fuente: AGEV. Fondo: Sría. de Gobernación, sección: gobernación y justicia, serie: milicia y contingentes, 1913, caja 50, Nº 20. “Fuerzas auxiliares”, Xalapa, 22 de diciembre de 1913, f. s/n.
En 1914 al parecer Xalapa superó a Córdoba en número, pues no encontramos censos
correspondientes a ese año, pero sí el número de reemplazos asignados los cuales
respaldan ésta afirmación, ya que por regla un elemento de reemplazo militar equivalía a
mil habitantes o como bien el reglamento: uno por millar. A lo dicho por nosotros,
Cantón Habitantes Cantón Habitantes Acayucan 46.559 Minatitlán 35.803 Coatepec 55.413 Orizaba 104.819 Córdoba 96.905 Ozuluama 46.166 Cosamaloapan 32.816 Papantla 63.148 Chicontepec 71.134 Tantoyuca 61.179 Huatusco 40.584 Tuxpan 64.582 Jalacingo 76.781 Los Tuxtlas 51.084 Jalapa 93.087 Veracruz 152.296 Minatitlán 38.474 Zongolica 31.323
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notamos que si entre más eran los habitantes, más era el número de reemplazos por aportar,
cuyo factor era de gran importancia para el gobierno.
El cantón de Córdoba entre los años 1913 y 1914 contó con una de las poblaciones de
mayor número en el estado y fue desde años atrás uno de los lugares más transitables del
estado hacia puerto de Veracruz para la gente proveniente de diferentes regiones del país
como la zona centro, occidente y sureste, por ejemplo el paso hacia lugares de Oaxaca:
“Jefatura Política, Cantón de Córdoba. Hónreme en participar a usted que ayer pasaron por esta ciudad [Córdoba], rumbo a San Jerónimo -Oaxaca- y procedentes de México 30 hombres voluntarios y 4 federales al mando del Teniente Bibín Mijano.”124
La ciudad de Córdoba fue un lugar de salida y llegada provisional de las tropas del
gobierno con destino a diferentes rumbos del estado y fuera de él, no obstante, con los
conflictos armados suscitados en 1914 el paso por la ciudad fue aún mayor.
2.1.3 La cuota de reemplazos
El cantón de Córdoba tuvo una participación importante con la aportación de su cuota de
reemplazos para el ejército federal. Esta situación provino de la política impuesta y al final
fracasada de Huerta y por la facilidad de comunicaciones en las que se encontraba la
región. Con una situación de guerra civil y posteriormente de confrontación con los
Estados Unidos fue evidente la manipulación que el gobierno huertista hizo de conceptos
como la “conservación de orden” y la “defensa de la soberanía” para justificar tales
reclutamientos en una política que al final podríamos decir que se amparó en el lema “el
fin justifica los medios” para conservar el poder a toda costa.125
124 AGEV. SG., GJ., serie: Sría. de Guerra y Marina, 1913-1914, caja 34, tomo I, “Relativo a los que existan en varios puntos del Estado”, Córdoba, 26 de abril de 1913, f. s/n. 125 La expresión fue creada por las ideas de Nicolás Maquiavelo, se entiende que cualquier ideal de las instituciones e individuos gobernantes, por ejemplo alcanzar el poder político sin importar los medios, está por encima de los preceptos éticos y morales.
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La Secretaría de Gobernación conforme a los datos recabados en el censo de Veracruz en
1913, asignó al estado 1.162 reemplazos desde mediados de 1913, fraccionados entre sus
dieciocho cantones.
CUADRO 7. Cuota de reemplazos asignados al estado de Veracruz en 1913. * Total de reemplazos: 1.162
*Fuente: AGEV. Fondo: Sría. de Gobernación, sección: gobernación y justicia, serie: milicia y contingentes, 1913, caja 50, Nº 20. “Fuerzas auxiliares”, Xalapa, 22 de diciembre de 1913, f. s/n.
Los 97 reemplazos para Córdoba en términos de porcentaje equivalió en teoría al 8.3%
de los 1.162 reemplazos, pues conforme a los resultados obtenidos con las actas de sorteo,
notamos un margen superior de reemplazos, mientras los 96.905 habitantes del cantón
también representó 8.3% de la población estatal en 1913.
En desventaja para quienes no aceptaban el servicio y que notamos en la tabla, el número
de reemplazos no era calculado sólo sobre el total de los hombres sino también de las
mujeres, así la determinación fue generalizada en la idea breve del artículo 1º de la ley de
1869. El tipo de tabla cuyo propósito fue conocer solamente el número global de la
población y asignar una cuota, no reunió datos clasificados con una información
demográfica que pudiera mostrar la evolución de la población en un año tan conflictivo
como 1913. En este contexto del siglo XX el número de mujeres superó al de los hombres
en algunos poblados a excepción del cantón de Córdoba, de esa manera la gran cantidad de
mujeres repercutió en la asignación de una alta cuota de reemplazos con hombres en los
estados. El número total de hombres y mujeres se sumaban, del resultado obtenido una
Cantón Habit. Reempl. Cantón Habit. Reempl. Acayucan Coatepec Córdoba Cosamaloapan Chicontepec Huatusco Jalacingo Jalapa Minatitlán
46.559 55.413 96.905 32.816 71.134 40.584 76.781 93.087 38.474
47 55 97 33 71 41 77 93 38
Minatitlán Orizaba Ozuluama Papantla Tantoyuca Tuxpan Los Tuxtlas Veracruz Zongolica
35.803 104.819 46.166 63.148 61.179 64.582 51.084 152.296 31.323
36 105 46 63 61 65 51 152 31
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fracción, o sea, uno por millar, equivalía a la cantidad de hombres que debía entregarse. La
cifra era inapelable sin posibilidad de reducirla, pero sí de aumentarla imprevistamente.
La cantidad de 1.162 reemplazos que debía aportar el estado se señaló a partir de julio de
1913 hasta julio de 1914 a beneficio del ejército permanente y auxiliar. Para éste último
por ejemplo, se ordenó organizar dos Regimientos, uno de Infantería y otro de Caballería
(500 hombres cada uno), teniendo en cuenta el número de sus habitantes en proporción del
uno por millar, aunque no siempre se respetó tal punto sobre todo a finales del régimen
huertista. Según informes de telegramas dirigidos por el Despacho de Gobernación al
gobernador del estado y con circulares a los jefes políticos de los cantones, el
establecimiento de la fuerza auxiliar para la entidad federativa con gente propia de allí,
estaría dedicada exclusivamente a sus necesidades interiores con un servicio de seis meses
a partir de enero de 1914.126
A la mencionada cantidad se estableció una cuota extra de 600 hombres a mediados de
1914, calculado sobre el ½ por millar de habitantes. Con ello se generó un incremento
notable de sorteos al ya presentado desde principios del año en curso.
CUADRO 8. Cuota extraordinaria de reemplazos asignados al estado de Veracruz en 1914. *Total de reemplazos extraordinarios: 600 *Total de cuota a Córdoba entre 1913-1914: 147
*Fuente: AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1914, caja 32, exp. 1. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Xalapa, 16 de junio de 1914, f. s/n. En la tabla se anota la cuota de hombres impuesta por la Secretaría de Gobernación.
Aunque no se encuentra localizado un censo en 1914, podría calcularse que el número
total de habitantes en el estado a mediados del año pudo haber sido alrededor de 1.200,000
126 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 50, Nº 20. “Fuerzas auxiliares”, Xalapa, 23 de diciembre de 1913, f. s/n.
Cantón Reempl. Cantón Reempl. Acayucan Coatepec Cosamaloapan Córdoba Huatusco Jalacingo Jalapa
25 40 40 50 30 50 75
Minatitlán Misantla Orizaba Papantla Los Tuxtlas Veracruz Zongolica
30 30 75 40 25 70 20
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y en el cantón de Córdoba 100.000 aproximadamente. En junio de 1914, a unos cuantos
días de la salida de Huerta del país, ya no se logró dictar la nueva cuota regular
correspondiente a 1914, por ello hasta el final del régimen se mantuvo ambas cuotas,
también los sorteos y las levas.
Una vez obtenido el número de habitantes y la cuota de los cantones veracruzanos, el
siguiente paso era saber quiénes tendrían posibilidad de cubrir el número, para ello las
municipalidades tenían que presentar un padrón de sus vecinos de determinada edad y sin
pertenencia al grupo de exceptuados para así el jefe político poder sortearlos, si bien los
vecinos del estado ya tenían la obligación constitucional de inscribirse en el padrón de su
correspondiente municipalidad, pero también en el reglamento de reemplazos de 1900
creado por Teodoro A. Dehesa:
“Para que el expresado sorteo se verifique, los ayuntamientos de las cabeceras del cantón y de los municipios foráneos remitirán a las jefaturas políticas, en los últimos quince días del mes de junio de cada año, un padrón de los varones de 18 a 40 años que habiten en el respectivo Municipio.”Art. 2º 127
Como puede notarse, a partir de 1900 la edad de entre 18 y 35 años sufrió una
modificación como en un principio había considerado el art. 3º del reglamento de la ley de
1869. En el cambio se abrió las puertas del servicio a los vecinos de edad más madura y
con ello un incremento de reemplazos, aún así insuficiente para el gobierno. En los oficios
dirigidos a las congregaciones por parte de la autoridad superior en 1913, se encontraron
los requerimientos para entregar el padrón general y en el que por indicación las mujeres,
niños y extranjeros eran incluidos. La autoridad civil del estado hizo un claro señalamiento
a los cantones sobre el número de hombres que les correspondía entregar:
“Dígase por telegrama a los jefes políticos de los cantones del estado, que a la mayor brevedad se sirvan proporcionar el número de reemplazos que le corresponda a razón de
127 AHMC. 1900, vol. 122, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: leyes, decretos y circulares del Estado de Veracruz. “Reglamento para reemplazar las bajas del ejército por medio del sorteo”, 20 de junio de 1900, f. s/n. Aunque como se comentó, la extracción de individuos sobrepasó la cantidad y calidad establecida.
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medio al millar del número de habitantes de sus respectivos cantones, hasta completar 600 hombres señalados en asignación extraordinaria a este gobierno como contingente para el ejército…”128
Si bien el despacho presidencial se ocupaba cotidianamente de los problemas del
reclutamiento, reorganización militar, moral, asignación de personal a cuerpos oficiales y
reforzamiento de tipos especiales de unidades de combate, ningún asunto militar era de
importancia superior a la adquisición de armas y municiones.129 Una reflexión personal
sería que Huerta no atendió de la misma manera todos los elementos que integraban a la
estructura del ejército, pues tal vez creía que poseyendo una gran cantidad de pertrechos
militares aunados a tropa suficiente reclutada forzadamente, podría vencer a cualquier
grupo opositor que se interpusiera en su gobierno.
128 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1914, caja 32, exp. 1. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Xalapa, 16 de junio de 1914, f. s/n. 129 Meyer, op. cit., p. 115.
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C A P Í T U L O C A P Í T U L O C A P Í T U L O C A P Í T U L O IIIIIIIIIIII OPERACIONES DE RECLUTAMIENTO EN EL CANTÓN DE
CÓRDOBA, 1913-1914
3.1 LA INTERVENCIÓN DE LOS JEFES POLÍTICOS
n el proceso de consignación de individuos a las armas, el gobernador y los jefes
políticos ejercían su autoridad de mando previamente justificada en el cumplimiento
de su deber. Los jefes políticos generaban una serie de rechazos en algunos sectores de la
población que gobernaban. Entre las quejas más recurrentes estaban la recaudación de altos
impuestos a comunidades rurales, la explotación laboral y económica a sus vecinos,
factores relacionados frecuentemente con rencores y venganzas personales u otros intereses
y con la función de poner fin a cualquier agitación política desagradable para la élite
gobernante.130 La característica negativa de dichos funcionarios tuvo sus antecedentes más
cercanos en los años del Porfiriato, con un desenvolvimiento casi similar hasta el
huertismo.
En el cantón de Córdoba los jefes políticos que desempeñaron su administración entre
1913 y 1914, tuvieron la tarea de supervisar y resolver los asuntos económicos, políticos y
sociales con amplias facultades en los mismos. Soledad García en su tesis nos explica
quienes eran los jefes políticos militares en Veracruz y su papel político, económico y
social desempeñado desde principios del México independiente hasta finales del Porfiriato,
pero que conforme a las evidencias encontradas, su presencia también destacó en el
huertismo.131
130 García R. op. cit., tomo I, p. 389. 131 García Morales Soledad, Jefes políticos y regiones veracruzanas. 1880-1900, Tesis de Doctorado en Historia, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, División de Estudios de Postgrado, México, 2000, pp. I, III, 453.
E
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Las jefaturas políticas en México como bien afirma Anne Staples, eran herencia de la
Constitución de Cádiz en 1812, piezas claves para la centralización del poder a lo largo del
siglo XIX y que permitieron al gobierno de Porfirio Díaz mantener un amplio control
político y social bajo sus manos. Un control dirigido a gobernar pequeñas regiones y
municipios integrados por una población heterogénea compuesta por obreros,
comerciantes, hacendados, industriales, etc. Los jefes políticos además de haber tenido su
origen en la Constitución de Cádiz, en la Constitución Política del Estado de Veracruz del
3 de junio de 1825 surgieron con el nombre de jefes de cantón. En la Constitución Política
de 1857 estos gobiernos regionales comenzaron a llamarse también jefes políticos y
dependieron igualmente de las órdenes gobernador, nombrados por él y con una duración
de dos años, pero después de transcurridos dos años de la promulgación de la Constitución
de 1857 pasaron al sistema de elección popular con posibilidad de reelegirse.132
El 29 de junio de 1861 entro en vigor la Ley Orgánica para la Administración Interior
del Estado Libre y Soberano de Veracruz, la cual ratificó la organización territorial y se
colocó a los cantones a cargo de los jefes políticos, los ayuntamientos bajo el gobierno de
los alcaldes, mientras que las congregaciones y rancherías a cargo de los subregidores.133
Posteriormente la Ley Orgánica para la Administración Interior del Estado y Soberano de
Veracruz de 1873, decretada por el gobernador Francisco Landero y Cos, dispuso que los
jefes políticos dejarían de ser electos por la población para ser designados directamente por
el gobernador. La Ley Orgánica vigente estipuló que para ocupar el cargo de jefe político,
éste debía ser ciudadano veracruzano en pleno ejercicio de sus derechos, saber leer y
escribir, tener veinticinco años cumplidos y ser natural o vecino del estado con dos años de
residencia como mínimo hasta el día de la elección. La ley fue base fundamental en la cual
se rigieron los jefes políticos de la República Restaurada y Porfiriato.134
En Córdoba durante el gobierno de Victoriano Huerta podemos encontrar varias
características que pueden ejemplificar la autoridad ejercida por los jefes políticos sobre 132 Ibid., p. 19. 133 Ibid., pp. 11-12. 134 Ibid., pp. 19-21.
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todos los asuntos importantes de su jurisdicción como fue el caso de los sorteos militares,
los cuales no eran efectuados en la vía pública ni con la presencia de los candidatos
registrados en el padrón como era costumbre en los tiempos del régimen colonial y como
lo establecía la ley, sin embargo como observación, no sólo debemos hacer recaer las
presuntas irregularidades y consecuencias del proceso de sorteo en la figura del jefe
político, sino también señalar que las leyes y reglamentos vigentes en esa época nunca
consideraron la realización de los sorteos en la vía pública, tal vez por la inconformidad o
pánico que eso pudiera ocasionar en los habitantes, lo cierto es que sin la participación de
los jefes políticos no podría entenderse el sistema de reclutamiento militar.
En el período de estudio que nos ocupa, la documentación revisada nos permite
acercarnos al desempeño de lo jefes políticos cordobeses y nos muestra la magnitud de su
injerencia en todos los aspectos de la vida social del cantón, esto como parte de sus
diversas atribuciones que por ley les correspondía, por ejemplo: policía, salubridad,
gobierno, educación, reparto de tierras, hacienda pública, fomento, beneficencia,
comunicaciones, vigilancia para el cumplimiento de las sentencias de los tribunales y
ocupación de reos para los trabajos de mejoras y ornatos de las poblaciones. Los jefes
políticos Miguel Limón Uriarte, José Arago y Ernesto López Real, tuvieron intervención
directa en diversos programas de la administración pública y como parte de sus funciones
legales. Por ejemplo, una actividad de tipo económica en la que participó el jefe político
Miguel Limón Uriarte el 17 de febrero de 1913 fue dar al gobernador el informe rendido
por la Junta de Caridad de la ciudad en donde mostró el presupuesto de beneficencia
destinado para 1913 con una cantidad de $20.000.00 pesos.135
En otro caso el 11 de febrero de 1913 la jefatura política intervino directamente por
petición del ayuntamiento de Córdoba en el caso del señor Tomás Espejo a quien prohibió
continuar arrojando al arroyo sus desperdicios, para lo cual el siguiente jefe político, José
135 AHMC. 1913, vol. 337, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 2 del ramo: presupuesto de la R. Junta de Caridad. “El documento expresado que regirá en el presente año”, f. s/n.
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Arago, ordenó a la policía de su mando cuidar el cumplimiento de la disposición.136 El 4 de
marzo de 1913 José Arago había recibido el cargo de la jefatura política por orden del
gobernador del estado, ante la renuncia de su antecesor Miguel Limón Uriarte.
Un ejemplo mas lo muestra la administración que la jefatura política hacía en relación a
la salud pública. El 22 de marzo de 1913 el jefe político recibió las noticias por parte del
alcalde municipal de Córdoba que expresaban el movimiento de enfermos localizados en el
hospital de la ciudad como parte de un control férreo de la administración.137 Entre otros
asuntos tomó órdenes superiores de proporcionar datos sobre estadísticas mensuales de la
delincuencia profesional, disposiciones o convocatorias para el reclutamiento de la
población rural-urbana, disposiciones y estadísticas sobre montes de piedad y casas de
empeño, parques y diversiones populares, beneficencia, noticias sobre el número de
obreros en los hospitales y clases de enfermedades, con la finalidad de dar fomento al
desarrollo alcanzado por el departamento de trabajo, de acuerdo con el desenvolvimiento
adquirido en las cuestiones sociales y ofrecer a las clases ilustradas el estudio de los
datos.138
El 1º de enero de 1913 el gobierno del estado dispuso a la jefatura política que anunciara
a los ayuntamientos y recomendara la más amplia publicidad de la condonación de
recargos concedidos por el gobernador a los contribuyentes que pagaran sus cuotas durante
el mes.139 Los municipios por su parte hicieron llegar al jefe político los extractos de
matrícula de los establecimientos de instrucción pública dependientes del municipio y las
cuentas de la tesorería municipal correspondiente a los meses de enero a septiembre de
1913 glosadas por la comisión de hacienda.
136 AHMC. 1913, vol. 337, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: mociones. “Diversas mociones presentadas por los capitulares”, Córdoba, 7 de abril de 1913, f. s/n. 137 AHMC. 1913, vol. 334, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, ramo: hospitales. “las noticias mensuales referentes al movimiento de enfermos en el hospital general”, f. s/n. 138 AHMC. 1913, vol. 335, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: fomento, geografía y estadística. “Diversas noticias y datos referentes a estos ramos”, f. s/n. 139 AHMC. 1913, vol. 335, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 2 del ramo: hacienda municipal. “La autoridad de la superioridad para condonar los recargos de contribuciones municipales”, f. s/n.
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José Arago a cargo de la jefatura política se comprometió a impartir castigos con multas
a personas o empresas que hacían uso irregular de las tomas de suministro de agua o daños
a las tuberías de agua:
Tengo la honra de manifestarle que ya se dictan las órdenes conducentes a la testamentarias de los señores Francisco Antonio Berlín Suárez y al Ferrocarril Urbano de esta ciudad a fin de imponerles el castigo a que se han hecho acreedores con motivo de estar surtiéndose de agua sin pagar la cuota correspondiente.140
El 20 de mayo de 1913 la jefatura política del cantón aceptó en conformidad la decisión
del Ayuntamiento de Córdoba respecto al nombramiento del alcaide de la cárcel y su
respectivo sueldo de $ 1.020.00 con base en el presupuesto municipal. En otro asunto
relacionado el 22 de mayo de 1913 el ayuntamiento de Córdoba acordó la separación del
alcaide de la cárcel de varones y el nombramiento de un sustituto ante lo manifestado por
la jefatura política del cantón quien sugirió la sustitución en el cargo.141
El 21 de junio de 1913 el regidor y encargado de los ramos de mercado y rastro del
ayuntamiento de Córdoba, Francisco Gómez Martel, tuvo un altercado con la jefatura
política del cantón. La vendedora de nombre Petra Conde recibió orden del regidor de no
ocupar un determinado lugar de la plaza porque interceptaba el paso peatonal, sin embargo
el gendarme del lugar se opuso manifestando que el jefe político había autorizado por
escrito a la señora para instalarse en el lugar. En la tarde del mismo día se presentó ante el
regidor la señora Conde, quien acostumbraba vender en un lugar del mercado,
manifestando que el gendarme le había ordenado desocupar el lugar de venta, entonces el
regidor le otorgó un permiso, con todo el jefe político extendió un nuevo permiso anulando
el primero. El munícipe sintió lesionados sus facultades y obligaciones, criticó la falta de
140 AHMC. 1913, vol. 336, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 2 del ramo: aguas. “Documento relativo al uso fraudulento de agua de por varios propietarios”, Córdoba, 7 de abril de 1913, f. s/n. 141 AHMC. 1913, vol. 334, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, “Copiador del ayuntamiento de Córdoba”, f. s/n.
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respeto a sus decisiones y señaló la falta de atribución de responsabilidades a su cargo
como munícipe.142
En lo relativo a seguridad pública el gobernador dispuso al jefe político José Arago el
prevenir a todas las autoridades del cantón, que tan pronto como se presentaran algunos
revoltosos y bandoleros, dieran aviso inmediato vía telégrafo a la primera autoridad
política de la jefatura y al jefe militar más cercano del estado o de la federación a fin de
que atendiera prontamente para restablecer el orden y tranquilidad pública.143
El 22 de agosto de 1913 Ernesto López Real había recibido el cargo de la jefatura
política por orden del gobernador, en sustitución del trabajo desempeñado por el señor José
Arago.
La jefatura política a cargo de Ernesto López Real y la administración sucesora,
recibieron en el transcurso de 1914 la relación que expresó lo recaudado en la tesorería
municipal de la ciudad por diversiones y rifas entre los meses de enero y noviembre de
1914, en la que destacaron las diversiones: música ambulante con un cilindro y funciones
de circo; las rifas mientras tanto fueron de yeguas, relojes, anillos de oro y venados.144
Entre otras cuestiones que se encargó López Real de resolver fue la queja presentada por
el Regidor Amado Talavera, respecto a la clausura el 25 de noviembre de 1913 del
expendio de carnes, establecido en la colonia de la estación del Ferrocarril Mexicano en
propiedad del señor Teodoro Bañuelos, en virtud de no haber cumplido con lo dispuesto en
el artículo 145 del Código Sanitario del Estado relativo a las condiciones higiénicas por lo
cual la autoridad cantonal dispuso al principio la clausura del expendio, no obstante el
individuo señalado recibió un plazo de ocho días para limpiar su expendio de carnes y le
fue suspendida la clausura sin sanciones económicas.145
142 AHMC. 1913, vol. 334, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, “Copiador del ayuntamiento de Córdoba”, f. s/n. 143 AHMC. 1913, vol. 337, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 2 del ramo: leyes, decretos y circulares. “Diversos documentos relativos de agosto a diciembre”, f. s/n. 144 AHMC. 1913, vol. 336, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: diversiones y rifas. “Las noticias mensuales de este ramo”, f. s/n. 145 AHMC. 1913, vol. 336, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 3 del ramo: diversos. “Documentos relativos a las quejas presentadas por el Regidor Amado Talavera, respecto al expendio de carne que tiene establecido en la estación del Ferrocarril Mexicano el C. Teodoro Bañuelos”, f. s/n.
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Ernesto López Real recibió instrucciones para solicitar a sus respectivos alcaldes el
informe de noticias mensuales y obligatorias de 1914 para hacerlas llegar a la Secretaría de
la Dirección General de Estadística, tales como la reproducción y venta de ganado,
movimiento de enfermos en los hospitales, noticias de precios corrientes y de
vacunaciones, así como los resúmenes trimestrales de las campañas de vacunación en caso
de considerarse urgentes para beneficio de las estadísticas.146
La figura del gobernador del estado, el jefe político del cantón y los alcaldes municipales
tuvieron la asignación de despertar el espíritu militar y los sentimientos de ciudadanía.147
Los jefes políticos de Córdoba continuaron siendo esenciales para el gobierno entre los
años 1913 y 1914, sin su presencia posiblemente no se hubiera logrado administrar las
municipalidades y poblados adheridos al cantón como en sí lograron hacerlo.
La lucha de poderes entre la autoridad cantonal y municipal fue constante, la postura que
ambos mantuvieron al defender sus facultades y el respeto a sus decisiones llevó al
desarrollo de ligeras discusiones, una pregunta reflexiva por contestar sería ¿Cuáles eran
los límites de autoridad de un jefe político?, la respuesta sencilla sería decir que el margen
de su facultades estaban controlados por el presidente y el gobernador, quienes por tanto
podían decidir si era pertinente o no que el jefe político continuara en el cargo, lo cierto es
que los jefes políticos tuvieron en su persona el deber de dar una resolución rápida y
correcta a diversos asuntos que en su mayoría fueron complicados. En la resolución de
litigios económicos, Ernesto López fue el que más estuvo activo pero sin notarse la toma
de decisiones radicales, en cambio en seguridad pública fue más severo.
Las fuentes nos muestran que por órdenes del reglamento de 1900 y del jefe político eran
colocadas las listas con los nombres de los individuos sorteados en la tabla de avisos de la
jefatura, ubicado en los bajos del palacio municipal de la cabecera municipal. El dar
solamente la información de los elegidos con el uso de las listas sin comunicarlo en voz
146 AHMC. 1914, vol. 339, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: leyes, decretos y circulares. “Diversos documentos relativos”, f. s/n. 147 AHMC. 1914, vol. 339, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: leyes, decretos y circulares. “Diversos documentos relativos”, f. s/n.
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pública a la población reunida en la plaza de armas, permitió que el proceso fuera oculto y
sorpresivo para los habitantes, posiblemente fue un mecanismo importante para reducir las
huidas masivas hechas al momento del sorteo, pero también ante la falta de transparencia
del proceso podría pensarse en un acto con tintes fraudulentos para completar la cuota de
reemplazos.
Los jefes políticos tenían en sus manos la posibilidad de salvar del proceso a amigos,
familiares y colaboradores, o con sobornos condenar arbitrariamente a sus enemigos,
prisioneros y peor aún a hombres desconocidos con un estilo de vida pobre, incluso por
razones inventadas tales como la falta de respeto hacia el patrón y la autoridad o faltar a las
órdenes de los mismos; obviamente las circunstancias provocarían al momento su arresto y
consignación a algún regimiento con el inventado pretexto también de haber salido
sorteado legalmente.
Como ya hemos visto la autoridad de los jefes políticos sobrepasó al de los alcaldes de
los ayuntamientos en asuntos locales y podría decirse que representó la tercera figura
gobernante del país. Dichas autoridades debían hacer participar a sus habitantes en el
reclutamiento, sin embargo, decidían comúnmente y en forma cubierta el destino de los
consignados sin que individuo alguno pudiera impugnar su autoridad conferida por el
poder ejecutivo estatal y federal, asimismo por la Constitución Política del Estado de
Veracruz.
Como ya señalamos los jefes políticos cordobeses tuvieron la obligación de cubrir las
bajas del ejército, además de supervisar los cuerpos de seguridad, ejecutar las leyes y
órdenes del gobierno, vigilar la buena inversión de los fondos, establecer la instrucción y
salud públicas, cuidar las sentencias impuestas a reos, etc. Una tarea importante fue
elaborar por orden de Teodoro A. Dehesa, el registro de la población en los cantones de
acuerdo a informes que los alcaldes municipales enviaran sobre el número de sus
habitantes, nacimientos, matrimonios y muertes, para enviar anualmente esta información,
así como de diversos ramos al gobernador, por ejemplo: levantaron información sobre la
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población que estaba obligada a pagar impuestos personales por razón de su edad y
trabajo.148
En el huertismo el gobernador Eduardo Cáuz junto con la mayoría de los jefes políticos
del estado tuvieron la responsabilidad de formar reemplazos, pero también de crear
Cuerpos de Voluntarios y de Exploradores bajo los mismos lineamientos utilizados para el
ejército. Por último, observamos que el gobierno cantonal a pesar de haber tenido la gran
responsabilidad de contribuir con el gobierno federal en la recaudación de hombres para el
ejército en los momentos críticos de la lucha revolucionaria, no descuidó las actividades
comunes de su función pública. Los problemas y resoluciones de los asuntos cotidianos del
cantón siguieron en forma normal. La dependencia de la autoridad cantonal sobre la
autoridad estatal siguió vigente al mismo tiempo que la coordinación para mantener en pie
al régimen huertista.
148 Ibid., op. cit., p. 455.
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3.2 LOS LLAMADOS EN EL CANTÓN DE CÓRDOBA PARA EL SE RVICIO DE LAS ARMAS
Durante el gobierno de Victoriano Huerta una gran parte de la población del país sufrió
los estragos de la guerra civil llevada a cabo por su gobierno en contra de los grupos que se
le opusieron. Una de las manifestaciones más agudas de este sufrimiento lo constituyó el
servicio militar forzado que el dictador impuso mediante leyes respaldadas por autoridades
leales a su gobierno en los ámbitos federales y estatales.
La crítica situación política y militar en la que se vio envuelto el gobierno huertista,
orilló a la multiplicación de los esfuerzos por incrementar el número de efectivos militares
a cualquier costo y se exigió repetidamente a los estados cumplir con la “cuota de
reemplazos” para el reforzamiento de las fuerzas del ejército regular y auxiliar, tanto para
aquellas fuerzas que permanecían en sus estados de origen como también para las que
salían a otros estados del país:
“La Secretaría de Guerra en oficio por su Departamento de Estado Mayor… el día 13 del mes actual [marzo] comunica que el C. Presidente Interino de la República ha tenido a bien disponer que por conducto de esta Secretaría [Secretaría de Estado y del Despacho de Gobernación] de mi cargo, se encarezca a los gobernadores de los estados, la necesidad de que entreguen el contingente de individuos que cada uno de ellos tenga asignado para cubrir las bajas del ejército…Rúbrica-Manuel Mondragón.”149
El estado de Veracruz, una de las entidades federativas que estuvo bajo el dominio del
régimen en los primeros tiempos, no fue la excepción pues sus autoridades acudieron a los
requerimientos de hombres para el ejército, aunque el gobierno federal no pareció sentirse
satisfecho con dicha respuesta. Las autoridades del cantón de Córdoba acataron las órdenes
sobre la entrega regular e irregular de reemplazos con el sistema de sorteo, también
aplicado a algunos prisioneros competentes para el servicio. Los hombres fueron extraídos
para su envío principalmente con destino a la comandancia militar de Veracruz y otras
zonas militares tal como solicitaba la ley y los avisos, por ejemplo:
149 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 26, tomo IV. “Relativo al que proporciona el Estado...”, México, 24 de marzo de 1913, f. s/n.
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“Dígase en respuesta [al Departamento de Estado Mayor] que este gobierno ha estado entregando con toda regularidad a la Comandancia Militar de Veracruz, del jefe de las armas en esta plaza y del jefe de la 9° zona militar en San Jerónimo Oaxaca, los reemplazos que remiten los diferentes cantones del estado por cuenta del contingente señalado del mismo para cubrir las bajas del ejército, según avisos que con toda oportunidad se han dado en cada caso a la Secretaría de Guerra y Marina la que… ha contestado de enterado, pero en vista de lo expuesto en esta nota, ya se recomienda nuevamente a los jefes políticos de los cantones de esta Entidad Federativa [Veracruz], la mayor eficacia en la revisión y entrega del mayor número de reemplazos que les sea posible para el contingente de referencia, en virtud de la necesidad que tiene el gobierno federal de un número de hombres competentes para ese servicio…”150
El llamado de la Secretaría de Guerra también estuvo dirigido a los cantones
veracruzanos a través de las Secretaría de Gobierno del Estado, siendo estos los que
cubrían la cuota de reemplazos. La Secretaría de Guerra validó el uso del sorteo con el
reglamento de 1900, el cual especificaba diversos puntos no señalados en la ley de 1869,
así la disposición estatal fue parte medular en la selección y consignación de los
reemplazos:
“El secretario de estado y del despacho de gobernación del ejecutivo federal del 24 de marzo último dijo al C. gobernador lo que sigue: La Sría. de Guerra. Lo que he transcrito a usted por acuerdo del C. Gobernador y para su conocimiento recomendándole toda eficacia en la remisión y entrega del mayor número de reemplazos que le sea posible como contingente de ese cantón, en cuenta del que corresponde al estado en virtud de la necesidad que tiene el gobierno federal de un número competente de hombres para el servicio de las armas, en el concepto de que esa jefatura continuará vigilando sus procedimientos sobre el particular, a lo que previene el reglamento expedido por este gobierno del 20 de junio de 1900 para cubrir las bajas del ejército por medio del sorteo, el cual continúa vigente…El Subsecretario de Gobierno al Jefe Político del Cantón de… [Sin especificación del Cantón].”151
Dentro de la legislación federal no se precisó con exactitud la sanción que deberían
merecer los gobernadores de los estados en caso de no cumplir en tiempo y forma con el
contenido marcado en la ley de reemplazos, sino sólo indicó al final en su art. 8º que se
daría cuenta al Congreso de la Unión para los efectos a que hubiera lugar.152 Desde
principios de 1913 el jefe político del cantón de Córdoba José Arago y su sucesor Ernesto 150 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 26, tomo IV. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Xalapa, 01 de abril de 1913, f. s/n. 151 Idem. 152 Dublán y Lozano, “Reglamento de la ley…”, op. cit., p. 657.
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López Real, se caracterizaron por cumplir fielmente con las órdenes recibidas en ese
sentido.153
Para 1914 la situación militar del gobierno de Huerta se hacía cada vez más insostenible
y ello se reflejó en las exigencias que las autoridades locales recibieron para implementar
un “reclutamiento inmediato”. La petición extraordinaria no exigía un número de
individuos determinado, pero ordenaba aportar “lo más que se pudiera” lo cual significaba
que los estados debían entregar una proporción mayor a cien hombres en poco tiempo,
haciendo caso omiso en ocasiones a las cuotas y método anteriormente observados. A
pesar de las graves consecuencias sociales que una orden de esta naturaleza provocaba en
la población, la Jefatura Política del Cantón se limitó a cumplir con lo ordenado por las
autoridades superiores, sin embargo se puede observar que existió una creciente dificultad
para entregar prontamente el personal con las características requeridas, pues en ocasiones
la autoridad respectiva hacía llegar al cantón avisos imprevistos para entregar en unos
cuantos días a sus sorteados.154
Como se observa en las fuentes del gobierno federal, estatal y cantonal, Córdoba aportó
reemplazos en casi todo el transcurso del régimen desde marzo de 1913 hasta mediados de
1914, aunque entre abril y junio de 1913 no hay registro de sorteos, pero sí peticiones de
reemplazos de la Secretaría de Guerra acorde al reglamento de 1900. El cantón procuró
enviar reclutas conforme a lo establecido: buena salud, sin defectos físicos, con edad entre
18 y 40 años, en tanto no recibió devolución de reemplazos por incumplir los requisitos
señalados, aunque desde 1914 por recomendación superior ya no tomó en gran
consideración la altura mínima de 1.65 cm. como lo estableció el artículo 3° del
reglamento de 1869. Ya en los primeros meses de 1914 las autoridades responsables de
efectuar los sorteos y quienes se encargaban de recibir a los reemplazos sorteados en la
153 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 26, tomo. IV. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Córdoba, 09 de abril de 1913, f. s/n; AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 30, “Relativo al que proporciona el Estado…”, México, 05 de junio de 1913, f. s/n. 154 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 26, tomo IV. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Xalapa, 01 de abril de 1913, f. s/n.
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capital del estado, manifestaron más interés en las facultades físicas y mentales que en las
ocupaciones laborales normalmente desempeñadas.
Ante los problemas de falta de soldados, la inestabilidad interna y el conflicto con los
Estados Unidos, el mismo Huerta especificó a los gobernadores el número constante de
reemplazos que debían entregar a las fuerzas regulares, dejando en las manos de esos
gobiernos la forma de ejercer los sorteos y con la indicación de olvidar algunas
condiciones estrictas de reclutamiento para su pronta realización, como las que ya
comentamos con anterioridad.
En el proceso de aportación de personal reclutado, tanto de los contingentes formados
dentro de la jurisdicción del cantón de Córdoba, como de los contingentes externos
provenientes de otros cantones circunvecinos para su traslado a un destino en particular,
hubo casos en los cuales no llegó a trasladarse completamente el número de individuos
seleccionados por causas justificadas como lo eran las enfermedades contagiosas por
ejemplo:
Gobernación. Fueron puestos a disposición del C. General Comandante Militar de Veracruz 29 individuos de los 30 que por conducto del Alcalde Municipal de Coscomatepec, recibí como contingente del cantón de Huatusco, faltando uno [Miguel Camarillo] que hubo necesidad de internarlo en el lazareto por estar atacado de viruela. E. López Real. Al C. Secretario General de Gobierno-Jalapa.155
Este tipo de excepciones daban pie a otro problema mayor que era el de los fugados.
Según los informes incluidos, el enfermo internado aprovechó las condiciones inseguras
del lazareto y se fugó en la madrugada del día 30 del mismo mes, pero la autoridad del
cantón dio órdenes para su aprehensión y reubicación en su puesto, sin mencionar las
sanciones a las que debía hacerse acreedor.
155 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1914, caja 32, exp. 3. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Córdoba, 23 de junio de 1914, f. s/n. Lazareto: Establecimiento sanitario para aislar a los infectados o sospechosos de enfermedades contagiosas. Microsoft Enciclopedia. Encarta 2008. Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
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En el mismo año de 1914 el gobierno federal en una nueva disposición ordenó
extraoficialmente a los gobernadores, entregar un elevado número de individuos sin
importar las excepciones señaladas. Al cantón de Córdoba llegó la orden entre abril y junio
por vía telegráfica y en ella se solicitó incluir en el reclutamiento a prisioneros
sentenciados y procesados, delincuentes y asesinos físicamente aptos para el servicio. La
orden y ejercicio tuvo en un momento las características de los sistemas de leva y de
sorteo, es decir, el origen y conductas eran propios del primero, pero el registro con la
presencia de actas era propio del segundo. Al respecto, se solicitó a los jueces su inmediata
liberación y ponerlos en manos del jefe político para su envío a la Comandancia de
Veracruz, mientras tanto, los médicos militares encargados de la supervisión física-mental
de los reemplazos y de elaborar sus informes clínicos, fueron puestos a un lado para no
interrumpir los constantes reclutamientos difícilmente logrados. En otras palabras y basado
en los informes de archivo, la presencia de los médicos casi desapareció notoriamente en
los trámites burocráticos del estado, situación que argumentamos líneas abajo.
La presión en la población de Córdoba y en los gobiernos regionales para hacerlos
colaborar con el ejército estuvo siempre presente, pero más aún a partir de principios de
1914:
“Telégrafos Federales. N. 1. Correspondencia particular. Secretario de Gobierno del estado de Veracruz. Jefe Político de Córdoba, urge deben entregarse todos los presos menos los absolutamente impedidos… J. M. Camacho [Secretario de Gobierno del Estado]”.156 “… Sírvase usted ordenar que los presos a que se refiere su mensaje cifrado relativo, queden a donde estén destinados en los cuerpos de esa localidad. Lo que transcribe a usted para su conocimiento manifestándole que esos presos existen en Orizaba, Córdoba y Huatusco, y puede disponer de ellos, pues ya se da aviso en este sentido a los jefes políticos respectivos. El Secretario de Guerra al Gral. Eduardo M. Cáuz.”157
156 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1914, caja 31, exp. 2. “Relativo al que proporciona el Estado…”, 20 de abril de 1914, f. s/n. 157 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1914, caja 31, exp.2. “Relativo al que proporciona el Estado…”, 27 de abril de 1914, f. s/n.
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En un comunicado telegráfico del jefe político de Córdoba, se informó sobre el número
de diez y siete sentenciados y procesados disponibles en la cárcel de la ciudad para ser
destinados al contingente de Veracruz en calidad de reemplazos.158
La acción de incorporar presos a las filas fue criticada por los grupos opositores, ante
ello, el gobierno respondió que la política adoptada no era general, sino con base en una
selección se procedía atendiendo los merecimientos de los casos en lo individual.159 El
gobierno en parte tenía razón, la selección y atención de los asuntos referentes al servicio
llegaban a atenderse en su momento, pero la cuestión es que no siempre se aplicaba por
igual para todos los hombres.
3.2.1 Los sorteos, una práctica oficial y obligatoria
La práctica del reclutamiento militar fue comúnmente un servicio impuesto y justificado
por las dañinas deserciones y escasos alistamientos voluntarios de la población dedicada a
las actividades del campo, comercio y con el compromiso de mantener a la familia; esta
problemática presente desde el dominio español, siguió ocurriendo en los años del
huertismo.
Entre 1901 y mediados de 1914 el sistema de sorteo establecido por la ley y en el
reglamento federal de 1869 operó complementariamente con el reglamento de reemplazos
expedido en 1900, ambos ya mencionados. La creación del reglamento local obedeció a lo
dispuesto en el artículo 2° de la ley de 1869, por lo que el gobernador porfirista Teodoro A.
Dehesa lo atribuyó como una de sus facultades concedidas:
“…los gobernadores de los estados… emplearán el medio del sorteo, quedando facultados para reglamentar el modo de hacerlo. La legislatura de cada estado podrá sustituir el sorteo
158 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1914, caja 32, exp. 1. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Córdoba, 24 de junio de 1914, f. s/n. 159 Meyer, op. cit., p. 110; véase además: AGN/RSG; asuntos varios, diversas secretarías, gobierno del Distrito Federal, 1913-1914, El general Comandante Militar de México a la Secretaría de Gobernación, 8 de mayo de 1914; Secretaría de Guerra y Marina a la Secretaría de Gobernación, 30 de mayo de 1914.
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con el enganche de soldados voluntarios, siempre que sea eficaz para el cumplimiento de esta ley.”160
Como se puede notar, las disposiciones federales recibieron una mayor atención en el
estado de Veracruz con la creación de la disposición legislativa de Dehesa y aplicado por
los gobernadores sucesores. El dictamen aludido y las circulares publicadas mas adelante
por el gobernador Eduardo Cáuz se caracterizaron como complementos de las leyes
federales y por operar regularmente conforme a la condición poblacional del estado.
Por su parte, en el reglamento local de 1900 establecido para reemplazar las bajas del
ejército en los dieciocho cantones del estado, fue precisado también el sorteo como método
de reclutamiento:
“Art. 1°. Mientras el Congreso de la Unión expide la ley orgánica del artículo 5° de la Constitución General de la República, reformado en 10 de junio de 1898, el contingente de hombres con que ha de contribuir el estado para cubrir las bajas del ejército se integrará por medio de sorteo.”161
El 31 de marzo de 1898 se modificó el artículo 5° de la Constitución Federal de 1857,
permitiéndose así el servicio personal cuando fuera impuesto como pena por la autoridad
judicial. En cuanto a la prestación de servicios que debían hacer los ciudadanos en
beneficio del país, sólo podrían llevarlos a cabo en los términos establecidos por las leyes y
concernientes a la obligación de ayudar en las armas.162 No obstante, Teodoro A. Dehesa
esperó una tercera modificación al artículo pero no se presentó en los años posteriores,
según parece no hacía falta pues el servicio de las armas con sorteo estaba oficialmente
permitido en la ley de 1869 y en otros decretos del ejecutivo federal respaldados por el
Congreso de la Unión.
Con la finalidad de dar mayor comprensión y continuidad al tema anterior, hemos
abordado alternadamente aquí la parte legislativa federal y estatal con el objetivo de
160 Dublán y Lozano, “Ley del congreso…”, op. cit., p. 604. 161 AHMC. 1900, vol. 122, Secretaría del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: leyes, decretos y circulares del Estado de Veracruz. “Reglamento para reemplazar las bajas…”, 20 de junio de 1900, f. s/n. 162 García R. op. cit., tomo I, p. 388.
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destacar sus semejanzas y reducidas variaciones, pues la legislación jugó un importante
papel al dar sustento a la práctica de la conscripción forzada a través del sorteo.
El artículo 2º del reglamento local indicó la elaboración anual de padrones con
información de los ayuntamientos y municipios, alusivos a los varones de 18 a 40 años. En
cambio, el artículo 3° estableció que en tiempo de paz y de acuerdo al último padrón
proporcionado por los municipios, los jefes políticos debían escoger en sus respectivos
cantones a los individuos requeridos para ser sorteados, tomando en consideración que en
tiempo de paz los exceptuados no prestarían servicio militar según el art. 8º del mismo
reglamento el cual mencionó a quienes se dedicaran a las labores económicas, políticas y
sociales más destacables y por consiguiente benéficas para el lugar donde residieran, tales
como los teóricos o practicantes de ciencia, los encargados de mantener a la familia como
único sostén, los que tuvieran alguna discapacidad física que los hiciera ineficientes para
tomar las armas, los funcionarios de gobierno federal, estatal o municipal, los médicos
activos y farmacéuticos con botica abierta, los ministros religiosos, los hijos de padres
ciegos, ancianos o de madre viuda no casada hasta el momento. Éste último artículo hizo
hincapié en que solamente valdría la excepción en caso de paz, sin embargo durante la
prolongada inestabilidad política y militar desarrollada desde 1910 hubo una minoría de
personas que recibieron las excepciones solicitadas.
En la familia había posibilidad de salir sorteado el padre en edad madura y los hijos con
mayoría de edad quienes ya eran considerados ciudadanos, con ello hubo padres que
abogaron por liberar a sus hijos, o madres que suplicaron por sus maridos. La Constitución
Política del Estado Libre y Soberano de Veracruz de 1873, pero reformada en 1902, señaló
que la ciudadanía se alcanzaba cuando los varones cumplían la edad de dieciocho años y
vivían casados, mientras que los solteros adquirían la ciudadanía hasta los veintiuno
años.163
Mientras tanto la elección de la calidad y condiciones de los reemplazos siguió siendo
competencia del gobierno federal de acuerdo al artículo 3° de la ley de 1869 el cual fijó un
163 Córdoba Cervantes Luis Antonio, La evolución del derecho constitucional en el Estado de Veracruz-Llave, tomo II, Talleres del Diario Presente, Xalapa-Equez. Ver., 1968, p. 96.
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tiempo de servicio de cinco años como mínimo, y exceptuados de él en lo sucesivo quienes
lo realizaran por sí mismos o por algún individuo sustituto.164 Si analizamos este punto
entendemos que muy posiblemente el gobierno buscaba hacerle ver a la población que era
más conveniente para ella realizar un servicio voluntario en vez de un servicio de cinco
años.
En un principio las principales cualidades instauradas de los sorteados de acuerdo al
reglamento estatal debían respetarse tales como el buen físico, la condición mental, etc.
Por lo que antes de integrarlos a su respectivo contingente eran enviados a Xalapa para una
vez ubicados en esa plaza distribuirlos a sus destinos finales, apegándose a los artículos 2º
y 4º del reglamento de la ley federal también, el reglamento local ordenó que en las
capitales de los estados del país fueran entregados los reemplazos correspondientes al jefe
comisionado por el Ministerio de Guerra para recibirlos.165 Una vez allí eran evaluados por
un médico asignado, en caso de encontrarles defectos internos y externos eran deportados a
su lugar de origen para emprender un nuevo sorteo, en consecuencia eso ocasionaba
pérdida de tiempo, dinero y desventaja ante el creciente ejército rebelde:
“Jefatura Política, Cantón de Córdoba. Tengo el honor de acusar a usted recibo de su atento oficio en el que se sirve insertarme el que dirigió el C. Secretario de Estado y del Despacho de Guerra y Marina, relativamente a que deben ser reconocidos por un médico los reemplazos que envió al ejército este cantón y en respuesta tengo el honor de manifestar a usted, que ya he ordenado al C. Médico Cantonal de esta ciudad, cumpla con la recomendación que se sirve hacer el C. Gobernador. El Jefe Político José Arago al C. Secretario General de Gobierno.”166
En cada sorteo practicado en el régimen, como los hallados en el cantón de Córdoba el
18 de abril de 1914 donde se dieron setenta y cuatro sorteados en el mismo día, se
registraban los nombres y apellidos de cinco individuos “supuestamente aptos” de los
cuales salía elegido uno por decisión secreta del jefe político y consignado al ejército
conforme al artículo 5º del reglamento de 1900. Nos atrevemos afirmar la expresión de 164 Dublán y Lozano, “Ley del congreso…”, op. cit., p. 604. Los sorteos por norma, sólo debían omitirse en circunstancias especiales como las mencionadas, aunque en la práctica sería difícil afirmar el completo apego a las normatividades. 165 Ibid., p. 656. 166 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 26, tomo IV. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Córdoba, 10 de abril de 1913, f. s/n.
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“supuestamente aptos”, pues no se daba un informe más detallado sobre los datos de los
individuos anotados en las actas de sorteo, tales como profesión, edad, estado civil,
características físicas, etc. además de que no lo exigía la ley y el gobierno. Por otra parte,
la exceptuación más común encontrada en los reemplazos por sorteo era su responsabilidad
de manutención familiar mencionado en el artículo 8º del reglamento estatal.
Una vez concluido el proceso y para llevar el control de los sorteos, se levantaba un acta
por individuo seleccionado con el informe de su nombre completo y el de los otros cuatro
partícipes que no corrieron con la suerte para el servicio, pero sin especificar el nombre del
municipio, ciudad, congregación rancho o domicilio habitacional de su procedencia,
mientras el contenido de todas las actas de sorteo quedó asentada de la siguiente forma, en
tanto que argumentaban estar apegados a los preceptos de la ley federal y al reglamento del
estado de Veracruz:
“Jefatura Política del Cantón de Córdoba. En la heroica ciudad de Córdoba, a los dos días del mes de agosto de 1913, instalados en el local de esta oficina el C. José Arago, Jefe Político del Cantón y el secretario que suscribe, con objeto de practicar un sorteo, conforme a lo prevenido en la ley de 28 de mayo de 1869 y su reglamento de 10 de junio del mismo año y el de 20 de junio de 1900, expedido por el ejecutivo del estado, para cubrir el contingente con que debe contribuir esta Entidad Federativa para reemplazar las bajas del ejército, fueron insaculados en el padrón respectivo los ciudadanos: Nicanor Peralta, Félix Ruiz, Francisco Noriega, Francisco Villalobos y Rosendo Romero, todos vecinos de este cantón y exentos de las excepciones que establece el artículo 8° del último reglamento citado: se procedió al acto con las solemnidades debidas, resultando sorteado el ciudadano Nicanor Peralta, quién será remitido y entregado al jefe del batallón residente en Veracruz conforme a las disposiciones legales. Y para constancia, se levanta la presente de la cual se remitirá una copia a la Secretaría de Gobierno del Estado y otra, se fijará en la tabla de avisos de esta jefatura, para los efectos del artículo 7° del reglamento referido. José Arago-jefe político.”167
Los sorteos y actas que de acuerdo al art. 4º del reglamento local deberían ser verificados
y firmados por el jefe político y por secretario de la jefatura, iban siempre acompañadas de
un oficio anexo dirigido a la Secretaría de Gobierno del Estado en el que se especificó en
forma de lista el nombre completo de los elegidos por sorteo, de manera que se hacía saber
167 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 28, tomo IX. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Córdoba, 04 de agosto de 1913, f. s/n.
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primero al gobernador y éste a su vez informaba a la Secretaría de Guerra y Marina de su
contribución puntual de reemplazos (Véase anexo fotográfico Nº 10).
Encontramos que las actas de sorteo casi siempre iban firmadas solamente por la
autoridad del jefe político, en tanto la publicación de las actas fue hecha de acuerdo al art.
7º del reglamento referido: “Las actas de que habla el art. 4º serán puestas en parte visible,
en la cabecera municipal y se publicarán en el Periódico Oficial del estado, a cuyo efecto el
jefe político las remitirán en copia a la Secretaría de Gobierno”.168
Debido al decreto Nº 476 de 21 de abril de 1914 y dictaminado por Huerta, a principios
de junio de ese año se modificó el contenido de los documentos anexos que comúnmente
acompañaron las actas de sorteo en el depósito de reemplazos y se optó en adelante por
anexos más sencillos con la mención breve de los datos: procedencia, autoridad
consignadora, cuerpo militar al que era destinado y fecha de consignación, con el fin de
ahorrar tiempo y simplificar la documentación y contabilidad militar, según lo dispuesto
por el ejecutivo federal como una de las distintas facultades de Huerta en el decreto 438.
En el reformado procedimiento las comandancias militares continuaron reenviando a la
Jefatura Política, Secretaría de Gobierno del Estado y Secretaría de Guerra, la información
de los consignados para confirmar su completo y correcto envío. En el decreto 476
permaneció asentado la siguiente fracción:
“El depósito de reemplazos conservará ese ejemplar para entregarlo juntamente con el individuo al cuerpo a que éste sea destinado. Los reemplazos serán justificados con dicho ejemplar y por medio de una relación nominal hecha por triplicado. Un tanto de esta relación quedará en el mencionado depósito, otro tanto se entregará en el departamento respectivo y el tercero, al verificarse la confronta en la Oficina de Hacienda correspondiente; suprimiéndose por lo tanto las tres filiaciones que se hacían en los mencionados depósitos de reemplazos.”169
Con apoyo del ya mencionado decreto 428 del 2 de mayo de 1912, el decreto Nº 437 del
9 de mayo de 1913 fue el primero en el régimen otorgado por Huerta que anunció el
168 AHMC. 1900, vol. 122, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: leyes, decretos y circulares del Estado de Veracruz. “Reglamento para reemplazar las bajas… ”, f. s/n. 169 Diario Oficial de la Federación. Tomo CXXXII. Nº 6. México. 7 de mayo de 1914. pp. 42-43.
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reclutamiento mediante el sorteo y sumado al exiguo enganche de voluntarios, sin embargo
las evidencias muestran que el requerimiento de reemplazos con sorteos acorde al
reglamento de 1900 empezó a darse en el cantón desde abril de 1913, y más aún el registro
de actas de sorteo desde marzo del mismo año, es decir, ya se venía ejerciendo el sistema
se selección y consignación militar desde dos meses antes de que entrara en vigor la
legislación federal sobre el reclutamiento. Antes de mayo no había una legislación oficial
dictada por Huerta y específica del método para cubrir las bajas; no obstante desde un
principio la Secretaría de Guerra autorizó a Veracruz el uso de su reglamento, pero aún así
no se descarta el apoyo de la leva con presos indultados y vagos para abastecer los
primeros contingentes de la región y del estado; en tanto éste último método era más
rápido, menos costoso, no generaba una documentación formal como el sorteo y por tanto
era muy difícil tener la contabilidad exacta de los consignados a las armas, pero además
era menos eficiente en cuanto a calidad de los reclutas. Los pasados por leva eran quienes
más combatían con la tropa sin ideales, con escasa moral y sin una completa voluntad, eran
en breve soldados improvisados.
En una administración anterior que desempeñó Ernesto López Real en 1912 como jefe
político del cantón de Córdoba, un grupo descontento de particulares lo señalaron como el
causante de la consignación de varios sentenciados con destino al ejército y en el que
sobresalió un reo de nombre José Aguilar, sin embargo por falta de información no pudo
conocerse la conclusión de su proceso en el ejército.170
A partir de julio de 1913 las actas provenientes de los cantones y enviadas a la Secretaría
de Gobierno para notificación del gobernador provisional Eduardo Cáuz y del secretario
Blanquet fueron numerosas. De las primeras contribuciones parciales se generaron
incrementos más constantes y numerosos sobre todo en 1914 ante los problemas
diplomáticos con Estados Unidos y la ocupación del puerto de Veracruz por parte de su
armada en el mismo año.
170 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 26, tomo III. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Córdoba, 28 de abril de 1913, f. s/n.
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El total de los 397 reemplazos otorgados a la autoridad estatal por parte del cantón no se
reunió solamente en julio de cada año como marcó el reglamento de 1900, para ser preciso
en 1913 o 1914 (cuadro 9). La aportación superó a los 147 establecidos y al uno por millar
de su población, producto del incremento notorio de sorteos en febrero de 1914 sin el
funcionamiento acorde al censo de 1913 o con base a un cálculo hecho al incremento
poblacional dado en el transcurso de esos meses; de tal forma no se le dio total utilidad al
artículo 2° del reglamento local.
La documentación administrativa existente demostró que en el proceso de reclutamiento
en el cantón estudiado, la administración civil de la jefatura política, gobierno estatal o
federal no llevaron un registro contable por mes y año de quienes iban entrando a algún
regimiento, sino esa fue una tarea propia de la administración militar. En correspondencia
con el art. 5º, desde el día en que quedaran admitidos los reemplazos, se les pasaría revista
y recibiría el haber correspondiente, el vestuario, 25 centavos diarios para su subsistencia y
el gasto común que les correspondiera, pero además, el art. 6º del reglamento federal
dispuso que al incorporar los reclutas al cuerpo militar destinado, serían tomados sus datos
con la fecha en que fueran admitidos al servicio y se entregaría al mismo cuerpo los
documentos de revista de cada recluta.171 Prueba de ello era cuando el gobierno estatal
solicitaba información precisa sobre un consignado, por ejemplo, su nombre completo, el
lugar de procedencia, edad, estado de salud al momento de su ingreso y razón por la cual
estaba prestando el servicio de las armas.
El estado de Veracruz tuvo la indiscutible obligación de aportar hombres al ejército con
gente de los cantones y cooperar de esta manera con el gobierno federal, en tanto la orden
por decreto de contribuir cada año y en meses señalados con el número específico de
depósito de reemplazos no fue aplicada totalmente por el gobierno federal hacia los
estados, es decir, la contribución se hizo casi en el margen de los doce meses del año:
171 Dublán y Lozano, “Reglamento de la ley…”, op. cit., p. 657.
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“Los gobernadores…, harán la entrega de los reemplazos en los meses de julio, agosto y septiembre de cada año…remitiendo al fin de ese plazo el estado de los que les correspondan dar y de los que hubieren entregado.” Art. 7° del reglamento de la ley de 28 de mayo de 1869.172
Claro es que casi nadie buscaba de manera voluntaria un lugar dentro de un contingente
de sangre salvo con objetivo de liberar a un familiar cercano, con la norma impuesta de
quedar en su lugar un individuo como sustituto y con las condiciones físicas apropiadas. La
autoridad civil y militar vio la necesidad de obtener hombres por la fuerza para tratar de
alcanzar el número requerido, es así que el método del sorteo reunió las cualidades.
En julio de 1913 se remitieron formalmente en el cantón de Córdoba las primeras seis
actas de sorteo, de esta manera quedó cubierto una parte de las bajas del ejército por cuenta
del que al estado correspondía dar para ser enviados al Comandante Militar de Veracruz o
remitidos en menor grado al 19° Batallón en Córdoba por conducto del jefe político:
“Jefatura Política, Cantón de Córdoba. Se remitieron 6 actas de sorteo de los individuos aptos para cubrir las bajas del ejército: Juan Quirazco, Pascasio Arriola, Enrique Talavera, Pedro Isarrarás, Ricardo García y José Hernández, enviados al comandante militar de Veracruz. José Arago-Jefe Político-Rúbrica.”173
En agosto de 1913, el último mes de la administración del jefe político José Arago, se
presentaron diez actas con los nombres de quienes corrieron con la suerte de salir
sorteados.174 Con la administración de Ernesto López Real desde finales de agosto, el
número de sorteos se intensificó sobretodo a partir de febrero del siguiente año.
En los sorteos del 14 de mayo de 1914 originalmente salieron 31 individuos
seleccionados; sin embargo, se remitieron únicamente 22 a causa de 9 deserciones. En el
mes de julio de 1914 estando residente la Comandancia Militar de Veracruz en Córdoba,
López Real recibió y remitió reemplazos procedentes de los cantones de Huatusco,
Cosamaloapan, Veracruz y los Tuxtlas a la comandancia. 172 Idem. 173 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 29. “Relativo al que proporciona el Estado…”, Córdoba, 23 de julio de 1913, f. s/n. 174 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 28, tomo IX, Córdoba, “Relativo al que proporciona el Estado…”, Córdoba, 04 de agosto de 1913, f. s/n.
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CUADRO 9. Actas de sorteo en el cantón de Córdoba entre 1913 y 1914. 1913 Sorteados Destino 1914 Sorteados Destino
Marz-21 Jul-23 Agos-04 Sep-02 Sep-03 Sep-28 Oct-04 Oct-21 Nov-22
10 6 10 3 1 7 3 2 4
Comand. Milit. de Ver. Idid. Idid. Ibid. Ibid. Ibid. Ibid. Batallón Quijano Nº 27 en Córdoba. Comand. Milit. de Ver.
Feb-22 Feb-22 Feb-24 Feb-25 Marz-31 Abr-01 Abr-04 Abr-18 May-14 Jun-09 Jun-16 Jun-23 Jul-04 Jul-11
6 25 18 10 16 11 10 74 22 9 1 56 55 38
27 Batallón en Córdoba Comand. Milit. de Ver. Ibid. Ibid. Ibid. Ibid. Ibid. Ibid. 19 Batallón en Córdoba Comand. Milit. de Ver. Ibid. Ibid. Ibid. en Córdoba. Ibid. en Córdoba.
Total de reemplazos registrados: 397 Nota: En otros procesos algunos sorteados fueron consignados al 15° Batallón residente en Orizaba.
*Elaboración propia. Fuente de apoyo: AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, cajas: 26-30 de 1913, cajas: 30-32 de 1914. “Relativo al que proporciona el estado al ejército nacional”, f. s/n. CUADRO 10. Tabla comparativa de los sorteos practicados en el cantón de Córdoba entre los años
1913 y 1914.
0
20
40
60
80
100
Cantidad proporcional de
reemplazos
Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Agos Sep Oct Nov Dic
1913
1914
La puesta en práctica de un gran número de sorteos con sus respectivas actas en diversas
fechas de 1913 y 1914, comprueba los efectos de la política del gobierno por crear un
Estado de gobierno fuerte con la intercesión del ejército en parte no profesional y el
objetivo de incrementar a las tropas a través de sus decretos.
Total: 397 Sorteados *Elaboración propia con base en el contenido del cuadro 9.
59
10 6 10 11 5 4 16
95
22
66
93
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La actitud característica del reglamento de 1900, de la ley de 1869 y de los decretos de
Huerta fue no otorgar exenciones en el sorteo para quienes participaran en él previamente y
que por suerte no salían elegidos, sino solamente para quienes lo realizaban en el tiempo
establecido por voluntad propia o quienes ingresaban como sustitutos. Había gran
posibilidad de entrar en cualquier momento al ejército; si no eran elegidos en el primer
sorteo, en los siguientes sí podían resultarlo. La falta de un punto como el expuesto, con
posibilidad de ayudar a los habitantes a restringir su incorporación al ejército e interpretado
por tanto en mayores garantías, generó abusos e irregularidades en las consignaciones
movidas por los comunes intereses del jefe político quien dominaba en la región.
Observamos que en tres actas de sorteo emanadas en el cantón con fecha 2 de septiembre
de 1913, varios individuos corrieron con la suerte de salir sorteados como lo expresaron las
autoridades, sobre todo porque se registraron los nombres de tres sujetos en las tres actas.
En la primera se nombra a Enrique Amador, Inés Jiménez, Enrique Vázquez, Florentino
Hernández y Bartolo Rivera, de éstos cinco salió elegido Enrique Amador. En la segunda
se tomó a Inés Jiménez, Enrique Vázquez, Florentino Hernández, Bartolo Rivera y Camilo
González, en la cual se eligió a Inés Jiménez. En la tercera nuevamente apareció Enrique
Vázquez, Inés Jiménez, Francisco González, Bartolo Huerta y Jesús Arguello y salió
sorteado Enrique Vázquez.
Las actas del sistema de sorteo aportaban información muy limitada de los reemplazos,
pero además la población difícilmente tenía acceso a ellas y sin un conocimiento detallado
de la forma de su elaboración.
Entre otras cuestiones que podríamos comentar sobre la importancia de las actas de
sorteo, es que con el uso de éstas el gobierno pretendió manipular el reclutamiento de
varios hombres. A nuestro criterio, los sorteos y sus actas presentados en el cantón de
Córdoba lograron encubrir con su presencia el desarrollo drástico de la leva que aún seguía
presentándose, no obstante cuando la gente argumentaba el rapto injustificado de sus
allegados, la autoridad por su parte afirmaba ser un proceso propio del sorteo, apegado las
leyes vigentes y sin hacer mención de la leva.
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3.3 LA POBLACIÓN FRENTE AL PROCESO DE RECLUTAMIENTO
En la implementación de la militarización a través de cualquier método forzado o incluso
voluntario, podemos deducir una serie de efectos negativos en la economía de los estados y
cantones, traducida en una reducción de la fuerza laboral en las zonas rurales y ciudades.
El gobierno conocedor de los efectos negativos del proyecto militarista, formuló cláusulas
que de antemano pudieran socorrer tal vez al hombre de alma incorrupta, pero
desamparado o en condiciones deplorables, física e intelectualmente.
Los estatutos militares y civiles, como es el caso del art. 6º del reglamento de 1900,
permitieron legalmente a los recién sorteados conseguir el reemplazo o más claramente la
sustitución de unos individuos por otros, siempre y cuando éstos últimos contaran con los
requisitos previos.175 Los requisitos de los sustitutos eran prácticamente los mismos por los
cuales eran sometidos los sorteados: tener una conducta y físico, ser evaluados y aprobados
por un médico asignado para pertenecer con todas de la ley al ejército. El recluta o los
familiares del mismo debían presentar por escrito una solicitud que diera argumentos
válidos sobre el por qué de su necesaria liberación. Este proceso que permitía presentar
reclamaciones por razones de enfermedad o por pertenecer al grupo de los exceptuados
como lo marcó el art. 8º, fue establecido en el art. 9° del reglamento del estado:
“Las reclamaciones por excepciones al servicio militar a que se refiere el artículo anterior [8º], podrán intentarse hasta un mes después de dadas a conocer las actas de sorteo en la cabecera municipal: se harán en papel simple y con la justificación correspondiente ante el jefe político del cantón, quien tiene la facultad para resolverlas, siendo apelables sus decisiones ante el gobierno del estado.”176
En el servicio militar las solicitudes más comunes que pretendían obtener excepciones
inmediatas para los consignados fueron la manutención familiar y otras no detalladas en el
artículo 8º, es decir, enfermedad por lesiones físicas e internas a su ingreso y posibles
abusos de autoridades en el proceso de reclutamiento, no obstante dentro de la
175 AHMC. 1900, vol. 122, Sría. del H. Ayuntamiento de Córdoba, exp. Nº 1 del ramo: leyes, decretos y circulares del Estado de Veracruz. “Reglamento para reemplazar las bajas… ”, f. s/n. 176 Idem.
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documentación de archivo no hallamos casos de médicos y religiosos que hubiesen estado
dentro del sorteo. Además notamos que al ser permitidas las solicitudes de reemplazos un
mes después de la consignación a las filas, los hombres registrados en el padrón
poblacional difícilmente podían evadir el sorteo. Según el art. 10º, en caso se ser dado de
baja el individuo excepcionado, el reemplazo sería utilizado para cubrir su mismo lugar en
el contingente.177 Aunque la disposición no precisó si el excepcionado presentaría el
sustituto por su propia cuenta o si la autoridad correspondiente se encargaría de buscar a un
nuevo elemento, el individuo tenía la necesidad pero también la obligación de presentar un
sustituto para así tener más posibilidad de recibir su baja y regresar a su hogar en un
tiempo no definido.
Los involucrados y sobre todo los familiares tenían muy poco conocimiento de los
principales lineamientos que de cierta forma imponía o libraban del sometimiento militar
mediante el servicio, efectivamente la exigencia de sus derechos se debía sobre todo a las
circunstancias difíciles en las que se encontraran ambas partes. La realidad era que cuando
ingresaban al batallón, la autoridad competente no les hacía saber sus derechos por
motivos de conveniencia, sino sólo sus obligaciones, por así convenir a la autoridad pues
trataba de evitar lo menos posible su salida del cuartel.
Un punto importante del proceso de reclutamiento fue que el número de actas de sorteo
elaboradas por la autoridad cantonal contenían el registro de hombres provenientes
principalmente de las municipalidades y congregaciones del cantón, pero en menor
proporción el número de residentes en la cabecera y de la ciudad de Córdoba, tal vez
porque el gobierno intervino para no afectar gravemente el desarrollo de la cabecera y
dirigió con menor apoyo el crecimiento económico y social de las municipalidades, pero
que en realidad recayó en éstas últimas una gran fuerza una gran presión para aportar
hombres a las fuerzas armadas. Las evidencias muestran la generación de reclamos por la
elección de los reemplazos ubicados sobre todo en las orillas de la división territorial, en
poblados donde la mayoría desempeñaba labores agrícolas y quienes no eran tomados muy
177 Idem.
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en cuenta en asuntos del bienestar social, político y económico del país. En cambio fue
muy difícil encontrar en la región el enrolamiento de las armas mediante el sorteo de
miembros activos ligados a grupos acomodados tanto económica y políticamente, sin
embargo ello habría de ocurrir cuando se implementaba el sistema de levas, pues como
bien sabemos en este sistema se capturaban hombres sin basarse en reglas o condiciones de
reclutamiento. En la leva el nombre, origen y ocupación de los apresados se descubrían
cuando estaban integrados al contingente, con una gran dificultad para anular la
conscripción o permitir el ingreso de un sustituto en un sistema militar claramente ilegal y
defectuoso como la leva, el cual no contemplaba la sustitución de los reclutas.
Las solicitudes de liberación presentadas y registradas se hicieron por escrito con las
justificaciones correspondientes y dirigidas a la autoridad local, o sea el jefe político, quien
era la autoridad facultada por los estatutos militares y civiles para resolver ese tipo de
asuntos; buscaban en su comportamiento personal acciones delictivas que hubieran
cometido antes o durante su estancia en el cuartel y utilizadas como buena excusa para
impedir su liberación, tales como robo, crímenes o indisciplina. Las conductas irregulares
eran de cierta forma favorables para el gobierno, pero que esperaban ser anuladas en busca
de su rehabilitación social con el rigor y disciplina del ejército, situación que
verdaderamente no ocurrió.
En última instancia, ante la negativa de la autoridad cantonal para otorgar la liberación,
los inconformes recurrieron al gobierno del estado en busca de apelaciones legales,
individuales y definitivas; sin embargo varios de los afectados no obtuvieron su petición
por falta de elementos a su favor, tal como las pruebas de su inocencia o incapacidad física
para estar en el ejército, en contraparte, cuando habían las pruebas suficientes, éstas se
veían opacadas por los argumentos de la autoridad incriminatoria que emanaban sobretodo
del jefe político, así sus palabras tenían mayor credibilidad ante el gobernador que las
expresadas por los hombres acusados o de quienes los defendían.
En el proceso de reclutamiento no fue extraño que algunas personas presentaran quejas
en contra de comandantes militares por verse relacionados en la autorización de
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reemplazos o en el total deslindamiento del servicio a cambio de sumas de dinero las
cuales fueron casi nulas de comprobar, pero sí comunes desde la última década del
Porfiriato:
“Señor gobernador…yo Dolores Pulido, esposa de Pascual Vázquez,… sabiendo palpablemente que a usted no se le hará difícil concederme esta súplica que os voy a explicar a usted, que mi marido Pascual Vázquez prestó su servicio al gobierno 4 meses 30 días, su coronel es el Señor Constantino Galán y este señor lo presentó con el señor General G. de la Llave y yo… fui a Orizaba en el mes de junio del que cursa a solicitar su baja a causa de que dos niños que tengo estaban de gravedad y viendo el teniente Coronel Manuel Velásquez que yo le hice esta súplica me concedió y le dijo a mi marido… que le concedía separarse del cuerpo siempre que le diera el dinero por el reemplazo y yo tuve que vender un poco de café para darle al señor lo que nos pidió; le entregó al Teniente y al entregarle este dinero le pidió su baja no un recibo aunque fuera particular y le contestó diciéndole de que no era posible darle su baja ni el recibo porque estaban de salida para Puebla, que al regreso le darían su baja y yo doy a usted mi queja, porque se que lo aprendieron por desertor es lo que se, así que suplico a usted… que pongan en entera libertad a mi marido y también digo a usted que el domingo lo tomaron preso en Gusmantla y el lunes lo remitieron para Córdoba y no tuvo ni calificación de consiguiente que el viernes lo remitieron para Veracruz, así es que el fue sin saber cual es su delito...”178
La autoridad militar de Orizaba señaló al final la falsedad de que Vázquez haya
solicitado su baja, ofrecido reemplazo y entregado cantidad alguna de dinero con el fin de
obtener este último, pues lo ocurrido fue que habiendo pedido permiso para venir a esa
ciudad para visitar a su familia le fue concedida tal gracia y no regresó a incorporarse al
cuerpo al que pertenecía en tanto lo consideraron desertor.179 Como lo reseñó Gabriel
Gavira, en 1913 el “sanguinario” general Gaudencio de la Llave había cometido actos de
infamia en contra de Camerino Mendoza, de sus hermanos y de otros, al los cuales privó
de la vida en Santa Rosa junto con el alcalde Esther López por haber sido electo por los
obreros180.
178 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y destacamentos, 1913, caja 43, exp. 79. Nº 16. “Queja contra autoridades”, Córdoba, 18 de agosto de 1913, f. s/n. 179 Como muestra de la posible compra de libertades, en 1909 una señora de nombre Teresa Salazar de 80 años pidió la liberación de Manuel Vela, su único hijo y sostén económico, que según ella entraron a su casa a altas horas de la noche y sin razón justificada lo tomaron preso, mientras el secretario de la Alcaldía de Camarón, Cantón de Córdoba, pidió a la quejosa $ 200 para su libertad quien en la necesidad aportó la cantidad señalada, sin embargo, transcurrieron cuatro meses sin tener de vuelta a su hijo o el dinero. AGEV. SG., GJ., serie: milicia, 1909, caja 214, exp. 59. “Quejas”, Xalapa, 12 de febrero de 1909, f. s/n. 180 Gavira Gabriel, Gabriel Gavira. Su actuación político-militar revolucionaria, Editora del Gobierno de Veracruz, Xalapa-Equez., 1982, p. 81.
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La compra de la libertad o permisos a los reemplazos para ausentarse temporalmente de
sus deberes no estaban permitidos ni establecidos por los códigos militares de Huerta; a
pesar de ello, los permisos llegaron a concederse muy pocas veces por la autoridad
superior militar y dependía del comportamiento presentado por el recluta. En momentos de
tensión militar y sobre todo a finales del régimen la disponibilidad de recursos humanos
estuvo por encima del ofrecimiento de recursos monetarios.
El 6 de agosto de 1913 Roque Perroni, comerciante y alcalde municipal de San Juan de
la Punta, cantón de Córdoba, viajó a Orizaba siendo allí aprehendido por el jefe de las
armas de aquel lugar y remitido a Veracruz donde se le embarcó con destino a Quintana
Roo, sin lograr su inmediata liberación por no estar sujeto al gobierno de Veracruz sino al
de Quintana Roo y a la Secretaría de Guerra (Véase anexo fotográfico Nº 12). Así por las
características de lo ocurrido sabemos que se trató del fenómeno de la leva y como otros
tantos individuos quienes muy posiblemente la padecieron drásticamente:
“La señora Isaura Portas de Perroni… dice a esta Alcaldía Municipal [de San Juan de la Punta] lo siguiente: Tengo el honor de manifestar que mi esposo el señor Roque Perroni… prestó al Capitán 1° de infantería de las fuerzas irregulares del señor Gaudencio González de la Llave, Carlos L. de la Vega, la suma de $ 51.00 plata para que pudiese pagar los haberes de la tropa que en fecha tenía a su mando, según recibo que le expidió a mi esposo el cual obra en mi poder y no obstante las gestiones que mi esposo hiciera directamente con la Comandancia Militar de Veracruz aún no se ha logrado obtener la devolución de la cantidad antes citada, la Comandancia Militar de Veracruz lo remitió a Quintana Roo y encontrándome demasiada apurada de numerario para cubrir los compromisos de mis casas comerciales y poder sostener el crédito que tiene mi esposo en todos los establecimientos que hasta la presente nos han venido favoreciendo con su confianza, a usted señor Alcalde Municipal de este lugar suplico que por los conductos regulares gestione me sea devuelta la cantidad que mi esposo facilitó de buena voluntad para el socorro diario de las fuerzas del gobierno, pues como usted sabe, además de los compromisos que mi esposo tiene, tengo que velar por la manutención y educación de mis tres pequeños hijitos, así como del anciano padre de mi esposo.” 181
En relación con este caso, uno de sus descendientes de nombre José Antonio Fernández
Perroni residente en Córdoba, oralmente nos afirmó el otorgamiento de la liberación dada a
181 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y destacamentos, 1913, caja 43, Nº 30. “Quejas…”, San Juan de la Punta, 24 de septiembre de 1913, f. s/n. No se señaló si la deuda económica del individuo fue verdadera o falsa.
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su abuelo tiempo después, pero sin saber con exactitud la fecha de la concesión pero que
según él pudo haber sido en 1914, habiendo alcanzado su abuelo una vida de 80 años y
habiendo muerto en Acatlán Oaxaca; mientras Agustín Perroni Portas, también familiar y
último hijo de Roque Perroni, no pudo proporcionarnos datos nuevos sobre la situación de
su padre, muy posiblemente por motivos de su avanzada edad que le impidió hacer un
recordatorio claro de las vivencias contadas por su padre.182 Tras la firma de los Tratados
de Teoloyucan el 13 de agosto de 1914, una parte de los miembros de las fuerzas armadas
federales que se disolvieron, se unió a las filas de los carrancistas, villistas y zapatistas, en
tanto otros retornaron a sus hogares, por lo que el destino final de muchos de ellos nos es
desconocido.
En forma similar se presentaron quejas de empleados de gobierno contra el jefe político
de la región, que por razones carentes de lógica y exageradas del funcionario sintieron su
arbitrariedad. Gerardo Álavez Román procedente de Córdoba quien se desempeñaba como
jefe de la Oficina Telegráfica del Gobierno del Estado fue recluido en el Cuartel de la
Canoa, ubicado en la capital de la República como depósito de reemplazos por el jefe
político del cantón; según el argumento del individuo y dirigido al gobernador del estado, a
través de la Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra y Marina para su intercesión, el
jefe político exigió le mostrara determinados autógrafos de telegramas, pero se negó
terminantemente a darle a conocérselos porque así se lo impedía el deber en el cargo que
ocupaba; para castigar su negativa el jefe político se valió del pretexto de un disgusto
insignificante entre empleados de la oficina remitiéndolo culpablemente al cuartel en la
capital en calidad de reemplazo. En contradicción el jefe político desmintió la versión,
182 Entrevistas a Antonio Fernández Perroni, 06 de noviembre de 2008, y Agustín Perroni Portas, 25 de noviembre de 2008. Para complementar lo señalado, el señor Roque emparentó con figuras del ámbito militar, contrajo matrimonio con la hermana del Teniente Coronel Antonio Portas Domínguez, uno de los miembros que firmaron el Plan de Guadalupe, y quienes firmaron el manifiesto dirigido a la nación el 28 de diciembre de 1910 contra Díaz.
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argumentó simplemente que el individuo había sido remitido por cometer una estafa y al
pretender huir de la justicia, además de estar involucrado en el robo a una zapatería.183
A pesar de las diversas acciones puestas en práctica por el gobierno con consecuencias
desfavorables para el cantón, las inconformidades no llegaron a proporciones extremas
como movilizaciones o paros laborales. El rechazo no se mostró hacia las disposiciones
legales, sino a quienes las aplicaban arbitrariamente.
En el cantón de Córdoba vemos la indispensable participación del jefe político, quien
bajo la supervisión del gobierno del estado y de la Secretaría de Guerra, se encargó de
llevar a cabo la ejecución de los reemplazos en una importante cantidad de individuos a
través del sorteo y otro tanto con la leva. En la colaboración entre la autoridad del gobierno
federal, estatal y cantonal, las diversas dependencias civiles y militares controlaron la
entrada y salida de elementos al ejército. Entre sus defectos podría distinguirse el exceso
de autoridad atribuida al jefe político, quien a pesar de estar sujeto al gobernador no daba
un informe detallado de los reemplazos y más sobre su actividad productiva. La mayoría
de sus irregularidades al final descartadas, se daban a conocer cuando familiares de los
consignados solicitaban ayuda al gobernador para obtener su liberación por causa
justificada –trabajo y enfermedad- y que el jefe político varias veces pasaba por alto a
causa de su autoritarismo y la presión por conseguir más hombres.
Si bien la reforma de 1902 a la Constitución del Estado de Veracruz señaló la aplicación
de sanciones económicas para los jefes políticos que incurrieran en sus deberes, en el
Cantón de Córdoba no se vio aplicada ninguna multa como castigo a los jefes políticos, ni
mucho menos la multa relativa a una proporción no mayor a la mitad del sueldo
mensual.184
183 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y quejas, 1913, caja 57, exp. 59. “Quejas”, México, 23 de julio de 1914, f. s/n. No hay referencia de su liberación, en tanto que predominó más el argumento expuesto por el jefe político. 184 Sección X, art. 82, frac. 19. Córdoba, La evolución del derecho…, tomo II, p. 109.
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Dentro del huertismo la figura del gobernador Eduardo M. Cáuz es considerada por
Leonardo Pasquel como un hombre correcto y honorable, conducido con prudencia y sin
dar muestras de arbitrariedad, aunque severo y sencillo. El general recibía a toda la gente,
además de no mostrarse cruel ni sanguinario.185 Sin embargo su actitud se ve contradecida
por el comentario breve de Knight al afirmar que al asumir el gobierno de Veracruz, Cáuz
arrasó con las jefaturas políticas del estado.186 Además recordemos que el general Cáuz fue
puesto por la mano de Huerta en la gubernatura en sustitución de Antonio Pérez Rivera.
En el estado de Veracruz debemos señalar conforme a las evidencias mostradas en los
expedientes, la clara distancia entre la figura del gobernador y la población, por ello, sería
un error afirmar la existencia de un contacto directo o personalizado entre las partes
agraviadas y la autoridad del ejecutivo estatal, más aún no es posible señalar su
acercamiento al cantón para supervisar el proceso de reclutamiento y escuchar la voz del
pueblo relativo al asunto, independientemente de no ser ésta su función. En esas
circunstancias vale la pena reflexionar el nivel de aceptación y aprecio que pudo haber
tenido la población sin privilegios a la figura política aludida, tal vez totalmente contrario o
igual a la desestimación que tuvieron hacia la figura del jefe político del cantón de
Córdoba José Arago. Tal es así que los jefes políticos son parte importante de la historia
regional y local de México en cuestiones relacionados con el ejército.
185 Pasquel, op. cit., tomo II, p. 77. 186 Knight, op. cit., vol. 2, p. 641.
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3.3.1 Las peticiones populares ante los reemplazos milita res
Desde agosto de 1913 poco después de haber entrado en uso oficial los sorteos en el
régimen, los individuos desprotegidos de la región que requirieron de un reemplazo giraron
oficios exponiendo su situación al Secretario General de Gobierno del Estado J. M.
Camacho, quien asumía el papel de portavoz del gobernador; en tanto con el transcurso de
sus gestiones los jefes políticos José Arago y Ernesto López Real explicaron las razones
por las cuales debía o no otorgárseles el permiso a las peticiones de reemplazo solicitadas:
“Jefatura Política Cantón de Córdoba, solicitud que dirigió al C. Gobernador del Estado el soldado del 19° Batallón de Infantería Manuel Lozano para ser reemplazado. Suplico a usted se sirva informar al señor gobernador que no es conveniente le conceda la gracia que solicitó Lozano, por haber sido uno de los bandoleros más terribles que merodeó por el Municipio de Amatlán de este cantón por cuyo motivo se le aprehendió y se le consignó al servicio de las armas. El jefe político José Arago al C. Secretario General de Gobierno.”187
El servicio de las armas mediante el uso del sorteo recayó en individuos honestos y
también en aquellos con un estilo de vida pernicioso. Los casos encontrados confirman la
situación de que cuando los reclutas sorteados con antecedentes criminales y de
bandolerismo intentaban anular la conscripción basados en el derecho de reemplazo, las
solicitudes presentadas eran denegadas para la mayoría ellos aunque presentaran buen
comportamiento dentro de las filas; de tal manera que en estos casos el pertenecer al
ejército se convertía en una forma de purgar las faltas cometidas contra la sociedad y
gobierno, un medio casi idóneo para cumplir un castigo y un servicio compensatorio al
gobierno. Por otra parte hubo peticiones de liberación por motivos de edad avanzada y
manutención de los padres u otros familiares dependientes del recluta, que por lo tanto se
atendieron dando casi siempre una respuesta benéfica, sobre todo si habían tenido un buen
comportamiento antes y durante el tiempo de permanencia en las filas, o sea, sin malos
antecedentes y un buen desempeño de las tareas encomendadas por los mandos superiores
187 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, 1913, caja 29. “Contingentes”, Córdoba, 15 de agosto de 1913, f. s/n.
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del ejército, aunque la aprobación del gobernador Eduardo Cáuz no les fue dada al
momento y también por motivos de un retardo en la correspondencia escrita:
“Félix de V. Domínguez originario y vecino de Tomatlán, mayor de edad de 80 años, impedido, pobre de solemnidad, enfermo: Ante usted con el mayor respeto y humildad comparezco y expongo que hace dos días por disposición de esta autoridad quizá obedeciendo a otra superior, fueron remitidos de este pueblo algunos individuos destinados al servicio de las armas para Veracruz; entre los dichos se llevaron a un hijo mío, que es el único que me sostiene, es el único amparo para mí y mi esposa, que los dos estamos bastante avanzados y siendo este hijo nuestro único amparo, a usted dignísimo gobernador recurro esperanzado en que los sentimientos compasivos que adornan su respetable representación se duelan de las penas que me aquejan y se digne conceder la devolución de mi hijo Leopoldo Domínguez de 19 años de edad, es soltero y jornalero: bien señor gobernador me permito inferirle esta molestia, siendo sumamente pobre… J. M. Camacho Al C. Jefe Político del Cantón de Veracruz.”188
Para resolver cualquier solicitud que expresaba los motivos de la liberación, se hacía
primeramente una investigación para comprobar lo dicho y otorgar la requerida exención,
según dispusiera el gobernador:
“En contestación a la atenta nota, en la que se sirva usted insertar el curso que el C. Félix de V. Domínguez, vecino de Tomatlán, dirigió al C. Gobernador relativo a la consignación al servicio de las armas de su hijo Leopoldo Domínguez, tengo la honra de informar a usted que efectivamente el peticionario es pobre y se mantiene implorando la caridad, pero según datos de esta jefatura, el mencionado Leopoldo Domínguez no ha atendido al sostenimiento de su anciano padre, siendo por otra parte, nocivo al lugar de donde fue consignado al ejército. El Jefe Político al C. Secretario de Gobierno.”189
Por las circunstancias presentadas, pudo haberse presentado casos en que en una familia
el padre e hijos al estar consignados al ejército, la madre pudo haberse hecho cargo de sus
hijos menores y del oficio del marido, o bien, llegaron a poner en venta sus bienes
materiales para mantenerse económicamente en espera de un posible regreso de los
miembros consignados, sin embargo no lograban saber la fecha específica del retorno del
individuo a su hogar.
188 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y destacamentos, 1914, caja 43, exp. 79, Nº 4. “Solicitud de reemplazo”, Xalapa, 03 de enero de 1914, f. s/n. 189 AGEV. SG., GJ., serie milicia y destacamentos, 1914, caja 43, exp. 79, Nº 4. “Solicitud…”, Córdoba, 15 de enero de 1914, f. s/n.
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A pesar de la urgente necesidad de hombres en las filas, no se desechó por completo la
importancia de cuidar la estabilidad moral y económica familiar de varias regiones, la cual
interesadamente contribuía con el desarrollo general, pero en el caso del cantón de
Córdoba no es posible afirmar con totalidad esta idea a falta de elementos, pues no
hayamos evidencias de que la autoridad cantonal tomara una postura defensiva sobre la
prosperidad de la región. En los momentos de inestabilidad política presentes a nivel
nacional, pareciera que en el cantón de Córdoba lo económico pasó a segundo plano con
respecto a lo militar.
Del mismo modo se presentaron procesos cuyos solicitantes pidieron un reemplazo por
motivos de salud que claramente los hacía inservibles para desempeñar un rígido trabajo
dentro del ejército. El 7 de enero de 1914 Félix Ixtla un vecino de Ixhuatlán quien fue
elegido por sorteo, solicitó su baja por medio de reemplazo ya que se encontraba en el
servicio sin un brazo, por lo que el recluta justificó su debida solicitud de acuerdo al
reglamento de 1900 y en su responsabilidad familiar:
“C. Gobernador del Estado. Félix Ixtla, vecino de Ixhuatlán del cantón de Córdoba, ante usted con el debido respeto expongo: que habiendo sido designado para el servicio de las armas como contingente de aquel cantón, fui traído a esta Capital y destinado al Primer Batallón de Infantería del Estado, donde actualmente me encuentro presentando mis servicios, pero como estoy baldado [tullido] de un brazo y por lo mismo inútil para el servicio y comprendido en las excepciones del reglamento respectivo [art. 8º]… A usted, ciudadano Gobernador, atenta y respetuosamente suplico, que en atención a lo expuesto, y a la necesidad en que me encuentro para sostener a mi numerosa familia, se sirva concederme mi baja mediante un reemplazo útil que estoy dispuesto a presentar, si usted se digna concederme esa gracia...”190
A excepción del proceso complicado de Félix Ixtla por las circunstancias planteadas, la
mayoría de otros procesos cuando rogaban por la libertad no exponían dentro de sus
argumentos la mención de los artículos oficiales que daban mayor posibilidad a su
petición, más aún al parecer el pueblo no tenía conocimiento del contenido de la principal
190 AGEV. SG., GJ., serie milicia y destacamentos, 1914, caja 43, exp. 79, Nº 4. “Solicitud…”, Xalapa, 07 de febrero de 1914. Por la forma en que se expresó el individuo, la perdida del brazo fue antes de su reclutamiento, aunque no lo especificó directamente, f. s/n.
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ley de reclutamiento hasta ese momento vigente, o sea la de 1869. Sin embargo la petición
de Félix Ixtla fue denegada ya que López Real informó a J. M. Camacho vía telegrama
sobre la condición del individuo quien antes de ser remitido presentaba mala conducta, por
lo cual su actitud lo llevó al sorteo. Posteriormente el coronel inspector jefe de la brigada
de Veracruz remitió al secretario de gobierno del estado un certificado del médico cantonal
el cual verificó que el soldado Félix Ixtla y otro de nombre Calixto Chama eran inútiles
para el servicio, con el objetivo de informar al gobernador y conseguir la baja de los
individuos. Según el médico, el afectado de apellido Ixtla tenía “anquilosada” la mano
derecha y por tal motivo certificó su inutilidad en el servicio de las armas; sin embargo por
razones desconocidas, el gobernador tomó la decisión final de continuar prestando el
servicio por tiempo indefinido, mientras al otro de apellido Chama autorizó causar la
baja.191
Situaciones como éstas nos llevan a reflexionar sobre la gran presión y objetivo
propuesto por el gobierno del estado en aplicar las disposiciones del gobierno federal para
apoyo del ejército y a la vez sancionar drásticamente la mala conducta y de los hombres,
además vemos que la legalidad empezó a ser usaba en los momentos más convenientes,
pero puesta a un lado cuando se convertía en un obstáculo, como fue el caso de Félix Ixtla
quien por ley en su condición de discapacitado debía abandonar inmediatamente su puesto,
mientras que las leyes militares hasta el momento vigentes nunca estipularon el servicio
para quienes presentaran conductas irregulares.
El 22 de febrero de 1914 un caso casi contrario lo presentaron los soldados José y
Melesio Anaya, José María Aguilar y Miguel Corona, soldados del Batallón denominado
“Fieles de Jalapa” y vecinos del cantón de Córdoba. Ese batallón era el cuerpo militar a
donde iba gran parte de los reclutas a prestar sus servicios. Los elementos expusieron la
petición al gobernador para recibir su autorización de ser reemplazados con la necesidad de
mantener a sus respectivas familias (Véase anexo fotográfico Nº 11).
191 AGEV. SG., GJ., serie: milicia, 1914, caja 51, tomo III. “Fuerzas auxiliares”, Xalapa, 21 de febrero de 1914, f. s/n.
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El señalamiento claro y constante de dejar totalmente desposeída a la familia en caso de
irse al ejército, fue casi el principal argumento, previamente corroborado a favor del
afectado que podría salvarlo y ponerlo en libertad:
“Que por circunstancias muy especiales siendo el sostén de nuestras respectivas familias y sin que pese sobre nosotros nota alguna que la sociedad pudiera señalarnos como nocivos, pretendemos se nos conceda la gracia de ser reemplazos en el servicio de las armas por otras personas, que sustituyéndonos reúnan las condiciones que al efecto requiere la ordenanza militar.”192
Con el resultado de la averiguación de su conducta y por acuerdo del gobernador se
aprobó a principios del mes siguiente sus bajas del batallón a cambio de un reemplazo útil
cada uno y reconocido por un médico, pero al igual que en otros casos no se supo los
nombres de quienes tomarían oficialmente su lugar como reemplazo, no obstante la
mayoría de los sustitutos tenían la característica de parentesco directo o consanguíneo con
el sorteado.
Por la época de crisis diplomática con Estados Unidos en esos momentos, el gobierno
estatal tenía la precisa indicación de dar mayor prioridad a las entradas de civiles al ejército
que a sus salidas. Aunque encontramos muy poca información relativa al proceso de
liberación de los reemplazos, cabe la posibilidad de que los reclutas liberamos mediante un
reemplazo no hayan sido separados de su batallón al momento del ingreso de su sustituto
quien debía cubrir el tiempo restante del servicio, también que el sustituto haya estado en
servicio activo por un tiempo mayor al acordado.
El 24 de febrero de 1914 se presentó una situación notable en que el soldado del Primer
Regimiento de Infantería “Supremos Poderes” Eutimio Reyes fue aprehendido en Córdoba
y remitido a la capital del estado como reemplazo por medio del sorteo. En el mes de mayo
solicitó permiso al comandante militar de México para presentar un sustituto, por lo cual la
autoridad de la Jefatura Política del Cantón y el gobierno del estado investigaron sobre su
192 AGEV. SG., GJ., serie: milicia y destacamentos, 1914, caja 43, exp. 79. Nº 18. “Solicitud…”, Cuartel de San José, 22 de febrero de 1914, f. s/n.
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conducta para autorizar o no lo solicitado. En la investigación no observaron buena
conducta del individuo; sin embargo, la Jefatura Política aceptó con la condición de que
Reyes no volviera por el cantón, previo consentimiento del gobernador.193 Al respecto,
pareciera ser que la autoridad cantonal fue más tolerante con los hombres apresados con
procedencia ajena al cantón de Córdoba. Fenómenos como éstos surgieron y se
desarrollaron en una época que seguirá dando sentido a la historia de nuestro México
actual.
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l finalizar la presente investigación podemos decir que los sistemas de reclutamiento
desarrollados por el ejército federal durante el Porfiriato fueron un medio necesario
para garantizar su funcionamiento y como uno de los apoyos para el sostenimiento del
régimen. Estos procesos venían desarrollándose desde el régimen colonial y prosiguieron a
lo largo del siglo XIX. La población sufrió profundamente el sistema de leva y sorteo pues
dichos mecanismos de reclutamiento se convirtieron en agravios a su vida económica y
social. El advenimiento del régimen maderista no modificó sustancialmente esa situación y
el reclutamiento forzoso continuó siendo la columna vertebral de los reemplazos en la
milicia nacional.
El cantón de Córdoba, uno de los dieciocho del estado de Veracruz tuvo un desarrollo
económico y social significativo a finales del siglo XIX y principios del XX, los censos de
1910 y el realizado en 1913 para calcular la cuota de reemplazos militares en esa
demarcación, muestran el crecimiento poblacional en un período político conflictivo. Ello
benefició al ejercicio de las disposiciones sobre la aportación de hombres al ejército
federal, primeramente por la cuota regular y extraordinaria de reemplazos asignada y por
otra la aportación de reemplazos con sorteo dada durante el transcurso de esos años.
Los jefes políticos participaron de forma importante en el proceso del incremento de las
fuerzas del ejército federal que se estableció a nivel nacional. En el cantón de Córdoba
estas autoridades se convirtieron en los principales impulsores de ese sistema realizando
las diversas acciones que la ley contemplaba para ese fin entre las que destacaron el
proporcionar a las autoridades estatales y federales información continua sobre el número
de la población bajo su control para que de ese modo pudiera establecerse la cuota de
reemplazos, realizaban los sorteos y se encargaban de llevar a cabo todo el proceso, lo que
les proporcionó un enorme peso en las desiciones que sobre el particular se tomaban a
A
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nivel local y los convirtió en autoridades temidas y odiadas por su discrecionalidad en la
toma de decisiones que afectaban a la población sujeta al sistema de leva.
Entre 1913 y 1914 el régimen de Victoriano Huerta reforzó la demanda de brazos para
las fuerzas armadas y presionó a las autoridades de todos los niveles para que emplearan
todos los medios posibles a fin de mantener al ejército federal con la suficiente fuerza para
contender con los diversos grupos revolucionarios que se le oponían. Por lo tanto la
presión aumentó sobre las autoridades de todos los niveles como proveedoras de los
reemplazos y la población apta para ese objetivo. En el período que nos ocupa, las fuentes
documentales consultadas nos hablan de que la población del cantón de Córdoba que
estaba afectada por el reclutamiento, recurrió a las peticiones y súplicas ante la autoridad
estatal para evitar su ingreso en el ejército, o en el caso de estar ya en los cuarteles, ser
dados de baja por la gracia concedida de la autoridad o por carecer de las cualidades
necesarias para desempeñarse en el ejército. Las deserciones en el ejército y “la baja
moral” fueron otras de las manifestaciones de resistencia ante la arbitrariedad de las
autoridades.
Diversas estrategias fueron desarrolladas por los individuos para resistir la obligación de
pertenecer al ejército. Entre estas se encontraban las menciones a la precariedad de su
situación económica, familiar o de salud; los argumentos de toda índole fueron utilizados
para evadir dicha situación. Ante ello, las autoridades respondieron con prácticas
burocráticas y dilatorias pues, en un período de fuerte demanda de sangre para el ejército
no se podían permitir la sustracción de individuos útiles.
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Anexo 1. Decreto N° 437 del 1° de mayo de 1913 .
Secretaría de Guerra y Marina Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra y Marina. México. El Presidente Interino de la República se ha servido dirigirme el decreto que sigue: “Victoriano Huerta, Presidente Constitucional Interino de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed: Que en uso de las facultades concedidas al ejecutivo por el Congreso de la Unión, en decreto número 428 de 2 de mayo de 1912 y considerando:
I. Que es indispensable reglamentar la forma de alistamiento en el ejército, para cubrir el efectivo de las nuevas unidades de que está compuesto.
II. Que la ley de 28 de mayo de 1869, determinada como medios de reclutamiento del sorteo y el enganche voluntario, y entre las condiciones de admisión al servicio de las armas, la de no estar suspendido en el ejercicio de los derechos de ciudadano.
III. Que mientras se expida la Ley del Servicio Militar Obligatorio, sufre el ejército graves perjuicios a causa de la forma actual de alistamiento; he tenido a bien decretar lo que sigue:
Art. 1°. Todos los mexicanos tienen obligación de prestar el servicio de las armas. Art. 2°. Para cubrir el contingente con que los Estados, el Distrito Federal y los territorios deben contribuir para llenar las plazas del ejército o reemplazar sus bajas, se aprovecharán en primer lugar los individuos que voluntariamente soliciten ser dados de alta, y si el número de alistados no fuere suficiente, la primera autoridad política y en su defecto, el Alcalde Municipal o el Presidente del Ayuntamiento, o las comisiones de reclutamiento designadas por la Secretaría de Guerra conforme a los reglamentos que se expidan, harán sorteos cada vez que fuere necesario entre los vecinos del lugar que reúnan los requisitos señalados en el artículo siguiente; y los que resulten designados por la suerte, deberán prestar sus servicios durante tres años en el ejército permanente y tres en la reserva del mismo. Art. 3°. La obligación de servir en el ejército, excepto en el caso de guerra extranjera que se extiende a todos los mexicanos capaces, de hecho, de empuñar las armas en defensa de la patria, solamente afecta a los mexicanos mayores de dieciocho años y menores de cuarenta y cinco, que no sean jefes de familia o único sostén de ella, a no ser que el sueldo, jornal u honorario al ser sorteado, fuere mayor que el asignado a la tropa.
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La instrucción militar será obligatoria para todos los mexicanos, y los que no ingresen al servicio, la recibirán en la forma que determinen los reglamentos respectivos. Art. 4°. Los designados para prestar el servicio de las armas, deben en general, prestar el servicio personalmente, pero se les puede permitir que presenten reemplazo para que sirva en su lugar, siempre que llene las condiciones necesarias para el servicio. Art. 5°. El mexicano que haya prestado sus servicios en el ejército por sí o por medio de reemplazo por todo el tiempo que indica esta ley, queda exceptuado de nuevo sorteo, pero subsistiendo en todo caso la obligación de servir en el evento de guerra extranjera y la de concurrir a los períodos de instrucción que se fijen para las reservas en los reglamentos que expida la Secretaría de Guerra. Art. 6° El Ejecutivo de la Unión, por conducto de la Secretaría de Guerra, reglamentará esta ley, determinando el contingente que deba entrar al servicio, la forma y época de los sorteos, las condiciones que deben satisfacer los voluntarios y los reemplazos, la forma y época en que han de darse de baja los contingentes que sirven actualmente. También reglamentará la manera de dar instrucción a la reserva del ejército activo y a los mexicanos que no han entrado al servicio. ARTÍCULO TRANSITORIO Quedan derogados todas las circulares, decretos y demás disposiciones que sean contrarias a los preceptos de esta ley, que comenzará a regir el día primero de junio del corriente año. Por tanto, mando que se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento. Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo Federal, en México, a primero de mayo de mil novecientos trece- V. Huerta- Rúbrica- Al General de División Manuel Mondragón, Secretario de Estado y del Despacho de Guerra y Marina.”
Y lo comunico a usted para su conocimiento y demás fines.
Libertad y Constitución. México 06 de mayo de 1913 P.O.D.S. El Subsecretario M.M. Velázquez.194
194 Diario Oficial de la Federación. Tomo CXXVI. Nº 8. México. 9 de mayo de 1913. pp. 100-101.
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Anexo 2. Prevenciones del 12 de julio de 1913. Sección Oficial Poder Ejecutivo Secretaría de Guerra y Marina Secretaría de Estado y del Despacho de Guerra y Marina En vista de la situación actual del país y para dar cumplimiento a lo prevenido en el artículo 6° del decreto N° 437 de fecha 1° de mayo del presente año, mientras se puede implantar detallada y definidamente el Reglamento para el Sorteo y Operaciones de Reclutamiento respectivas, el ciudadano Presidente Interino de la República ha tenido a bien disponer se observen las siguientes prevenciones para el sorteo: Art 1° El contingente que los estados y territorios deben proporcionar para el ejército federal por ahora, como mínimo, será de cinco hombres por millar de la población total, tomando como base para calcularlo el número de representantes al Congreso de la Unión que estas entidades tengan. Art. 2° Para integrar el contingente a que se refiere el artículo anterior, se dispondrá en primer lugar de los presentados voluntarios y si el número de éstos no fuese suficiente, se designará el resto entre los vecinos del estado por medio del sorteo. Art. 3° Los voluntarios y sorteados tendrán una edad comprendida entre dieciocho y cuarenta y cinco años y además llenarán las condiciones siguientes:
A) Ser mexicano por nacimiento o naturalización. B) No padecer enfermedades crónicas, contagiosas ni imperfección orgánica que
impida el manejo de las armas. C) No tener defecto físico de aspecto monstruoso o ridículo. D) No ser sordo, idiota o maniático.
Art. 4° Los gobernadores de los estados, del Distrito Federal y los jefes políticos de los territorios, dictarán los disposiciones convenientes para que las autoridades políticas, hagan el sorteo con equidad y en el menor plazo de tiempo posible cada vez que sea necesario así como para conducir los reclutas y entregarlos a la autoridad militar que se nombre.195 Art. 5° Los voluntarios y los que resulten designados por la suerte, presentarán sus servicios durante tres años en el ejército activo, y tres en su reserva. Art. 6° Los individuos que en el sorteo hubieren resultado designados para ingresar al ejército y se perjudiquen por tal motivo en sus intereses, pueden presentar un reemplazo
195 Diario Oficial de la Federación. Tomo CXXVII. Nº 17. México. 19 de julio de 1913. p. 178. En los decretos posteriores la cantidad de cinco por millar disminuyó a uno por millar, también se cambió el calculo del número de representantes existentes en el Congreso por la implementación de los censos y padrones.
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siempre que éste llene las condiciones señaladas en el artículo 3° de estas prevenciones y sea admitido por la autoridad que haya hecho el sorteo. Art. 7° Quedan exceptuados del sorteo de las armas:
A) Los jefes de familia siempre que comprueben que son su único sostén y que el jornal u honorarios de que gozan es mayor que el que van a disfrutar en el servicio de las armas.
B) Los individuos que hayan prestado sus servicios en el ejército por sí o por medio de reemplazo, por todo el tiempo señalado en el artículo 5° de estas prevenciones.
Art. 8° A los individuos designados para ingresar al servicio activo, se les abonarán $ 0.50 diarios, desde la fecha en que emprendan su marcha para su incorporación hasta que causen alta en el cuerpo a que se destinen, y de esta fecha en adelante percibirán el haber que les corresponda. Art. 9° Los individuos que desertaren después de haber sido designados por el sorteo para ingresar al ejército, serán juzgados como desertores en servicio activo, conforme a las leyes militares. Art. 10° La Secretaría de Guerra cuando lo juzgue conveniente nombrará comisiones de reclutamiento compuesta de un jefe, un oficial y dos ordenanzas, para inspeccionar las operaciones de sorteo y reclutamiento.
Artículo Transitorio Estas prevenciones comenzarán a surtir sus efectos desde la fecha de su publicación.
Libertad y Constitución México 12 de julio de 1913-A. Blanquet.
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AAAA NNNN EEEE XXXX OOOO FFFF OOOO TTTT OOOO GGGG RRRR ÁÁÁÁ FFFF IIII CCCC OOOO 1.- Membrete de la Jefatura Política del Cantón de Córdoba. *Fuente: AGEV. Fondo: Sría de Gob. Secc: Gob. y just. Serie: milicia y Contingentes, 1913-1914, caja: 30, “Contingentes federales”. 2.- Retrato de Teodoro A. Dehesa-Joan Bernalet. *Fuente: Museo de arte del Estado de Veracruz, 2001.
3.- Fuerzas del Ejército Federal Huertista *Fuente: Benítez Juárez Mirna Alicia, Historia de México I, México, 1998, p. 204.
Chihuahua Guaymas
Torreón Monterrey
Mazatlán Tampico San Luís Potosí
Mérida Guadalajara Querétaro Xalapa Manzanillo Veracruz San Juan Bautista Córdoba
Oaxaca Tuxtla Gutiérrez
Zonas de concentración y residencia del ejército federal
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4.- Invasión norteamericana en 1914. 5.- Manuel Mondragón, Victoriano Huerta, *Fuente: Vázquez J. Félix Díaz y Aureliano Blanquet. Gran Historia de México Ilustrada, 2002, p. 132. *Fuente: Vázquez J. Gran Historia de México Ilustrada, 2002, p. 124.
6.- Acción del método de leva en 1913 y 1914, 7.- Columna de soldados federales. ciudad de México. *Fuente: Silva Herzog J. Huerta el usurpador, Mexicanos, Cuadernos Mexicanos, SEP, CONASUPO, *Fuente: Vázquez J. Año 1, Nº 40, México, [s. f.]. Gran Historia de México Ilustrada, 2002, p. 133.
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CANTÓN DE CÓRDOBA DIVISIÓN POLÍTICA
8.- Cantón de Córdoba. *Fuente: García S. Jefes políticos y regiones veracruzanas. 1880-1900, 2000, 397. 9.- Plano de la Ciudad de Córdoba, 1895. *Fuente: AHMC. –Sin clasificación-
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10.- Membrete de la Secretaria de Estado 11.- El regreso del hijo pródigo o la vuelta y del Despacho de Guerra y Marina. del soldado- Ignacio Rosas. *Fuente: AGEV. SG., GJ., serie: milicia y contingentes, *Fuente: Museo de arte del Estado de 1913, caja 26, tomo 4, Veracruz, 2001. “Relativo al que proporciona el estado al ejército nacional”.
12.- Roque Perroni. Fotografía perteneciente a Agustín Perroni Portas, 2008.
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