Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 31
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
El Paisaje: creación y contemplación
The landscape: creation and contemplation
Francisco Covarrubias Villa. Instituto Politécnico Nacional.
Ma. Guadalupe Cruz Navarro. Instituto Politécnico Nacional.
Resumen
El paisaje es un constructo subjetivo territorial constituido con referentes
artísticos y es un objeto de arte en el que se alude un territorio. La percepción
de lo bello es una facultad humana desplegada por la incorporación de
referentes a la conciencia, los cuales provienen de la sociedad en la que el
sujeto se constituye, de ahí que la apropiación del territorio y el eventual
establecimiento de una experiencia estética con él, estén determinados por la
estructura de la conciencia del sujeto. La obra de arte es la realización de la
idea de lo bello en lo concreto y la expresión máxima de la experiencia estética
lograda por la forma artística de la conciencia, en tanto que la experiencia
paisajística contemplativa es posible en las formas de conciencia empírica,
mágico-religiosa y teórica pero sin alcanzar su plenitud como arte. La
apropiación paisajística contemplativa está siendo envilecida por la conversión
de los territorios bellos en mercancía, preestableciendo de manera
estandarizada los sentimientos y las emociones generadas por el consumo del
producto.
Abstract
The landscape is a subjective territorial construct constituted with artistic
referents and is an object of art in which one alludes a territory. The perception
of the beautiful is a human faculty deployed by the incorporation of referents to
the conscience, which come from the society in which the subject is constituted,
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 32
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
of there that the appropriation of the territory and the eventual establishment of
an aesthetic experience with him, are determined by the structure of the
conscience of the subject. The work of art is the realization of the idea of the
beautiful in the concrete and the maximum expression of the aesthetic
experience achieved by the artistic form of the conscience, while the landscape
contemplative experience is possible in the forms of conscience empirical,
magic-religious and theoretical but without achieve her fullness as art. The
landscape contemplative appropriation is debase by the conversion of the
beautiful territories in merchandise, pre-establishing of standardized way the
feelings and the emotions generated by the consumption of the product.
Palabras clave: apropiación paisajística, experiencia paisajística, lo bello,
estructura de la conciencia, territorio
Keywords: landscape appropriation, landscape experience, the beautiful,
structure of the conscience, territory
1. Introducción
La reflexión teórica del paisaje ha de sustentarse en el concepto de lo bello
cuya naturaleza es estética y subjetiva. Objetivamente existe el territorio en la
exterioridad del sujeto, más el paisaje es un constructo subjetivo producto de la
contemplación del territorio o un objeto artístico en el que la idea del artista se
concreta. Es ahí donde se ubica el objetivo del presente trabajo: construir una
teorización del paisaje basada en el concepto de lo bello formulado desde la
filosofía.
El método seguido constó de las siguientes etapas: i) Delimitación del objeto de
investigación. ii) Diseño del esquema de investigación. iii) Identificación,
análisis y fichado de fuentes de información. iv) Elaboración del esquema de
exposición. v) Codificación del fichero electrónico y. vi) Redacción de
resultados.
Se analizaron, por una parte, textos de la teoría clásica de lo bello, de la
transición a la teoría kantiana, de la teoría kantiana y de la teoría hegeliana y,
por la otra, obras que se ocupan en la teorización del paisaje. Se concluyó que
la apropiación del territorio ha ido cambiando históricamente, que la
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 33
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
apropiación paisajística se realiza de manera contemplativa o artística, que la
experiencia paisajística contemplativa puede realizarse desde las cuatro formas
de la conciencia, que el paisaje es un constructo subjetivo artístico y que las
experiencias se realizan de manera unilateral y exclusiva.
2. Lo bello natural y la idea de lo bello
Según Hegel el arte es la idea de lo bello realizada en lo concreto, es decir, el
absoluto. Lo bello natural es la primera idea de lo bello construida por el
espíritu, la primera manifestación de la idea, el primer ensayo del espíritu
subjetivo; dicho de otra forma, la primera idea de lo bello creada por la
humanidad (Hegel, 2008: 119). Lo bello aparece como dado en la exterioridad
del sujeto constituyendo una cualidad de algunos objetos: cascadas, arroyos, el
cosmos, los minerales y los seres vivos.
“La vida es bella en la naturaleza, porque es la esencia, la idea
realizada en su forma primera. Sin embargo, la belleza natural es
todavía enteramente exterior, no tiene conciencia de sí; no es bella
sino para la inteligencia que la ve y la contempla” (Hegel, 2008: 120).
La naturaleza no es en sí ni para sí bella dado que no posee conciencia;
requiere del hombre para ser concebida como tal. Ella no puede concebirse a
sí misma como bella sino que requiere de un ser distinto a ella que sea el
depositario de la belleza y la proyecte en ella. “La Naturaleza nunca será más
que lo otro del espíritu y el espíritu sólo se realizará verdaderamente en el
espíritu objetivo, en la historia humana, el arte, la religión y la filosofía”
(Hyppolite, 1998: 219).
Hegel sostiene que la belleza natural es finita y totalmente exterior al sujeto, de
ahí que aparezca como reflejo de la belleza del espíritu más no como su
realización (Hegel, 2008: 75-76). Surge la pregunta: ¿antes de la creación
histórica del modo artístico de apropiación de lo real no se realizaba
apropiación estética alguna? O planteado de manera hegeliana: cuándo el
espíritu desplegado no ha alcanzado aún el absoluto y, por lo tanto no es arte,
¿cómo puede proyectar belleza en la naturaleza si aún no se sabe bello? ¿De
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 34
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
dónde proviene, entonces, la belleza proyectada por la conciencia en los
objetos exteriores? ¿No tendría que provenir del arte?
Hegel concibe el despliegue del espíritu como devenir histórico de constitución
de la idea. Antes del arte sí había apropiación estética de lo bello natural como
resultado de un desarrollo incipiente de la idea de lo bello concebida como
existencia en la exterioridad en sí. La facultad de captación de lo bello tiene
carácter histórico-social; los referentes generados en el arte se han incorporado
a la conciencia y son proyectados tanto en los objetos naturales como en las
obras de arte (Zimmer, 2008: 41), por lo que la apropiación paisajística es
producto de una experiencia estética dado que participan referentes artísticos
de manera dominante en el proceso.
Dice Hegel que “la belleza de la forma en la naturaleza se presenta
sucesivamente; 1°) como regularidad; 2°) como simetría y conformidad a una
ley (Gesetzmässigkeit); 3°) como armonía” (Hegel, 2008: 124), pero a Kant a
quien se debe la construcción teórica más acabada del juicio del gusto. Para él
la captación de lo bello natural sólo es posible en espíritus ya cultivados para lo
bello (Kant, 1876: 128).
Según Kant el juicio estético incluye lo bello y lo sublime (Kant, 1876: 32).
Mientras que lo bello natural corresponde a la forma del objeto, lo sublime se
encuentra en un objeto sin forma (Kant, 1876: 76). “Lo bello procura placer
(pleasure), lo sublime, delectación (delight)...” (Roger, 2013: 111). Lo sublime
es una disposición del espíritu que da a la representación de la naturaleza ese
carácter (Kant, 1876: 78), “…lo que agrada inmediatamente por oposición al
interés de los sentidos” (Kant, 1876: 97).
Bénard, prologuista de la Estética de Hegel, critica a Kant el quedarse en la
subjetividad a la hora de tratar lo bello y lo sublime y celebra en Hegel el haber
accedido al objeto al identificar en el arte el bello absoluto (Bénard, 2008: 13).
Kant se refiere a los objetos sublimes como activadores del sentimiento
sublime y no como poseedores de sublimidad. Abunda en especificaciones:
“Lo sublime conmueve, lo bello encanta. […] Robles elevados y
umbrías solitarias en un bosque sagrado son sublimes; tallos de
flores, pequeños zarzales y árboles dispuestos en figuras, son bellos.
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 35
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
La noche es sublime, el día es bello. La noche es sublime, el día es
bello” (Kant, 1876: 291).
Mientras que Hegel lleva la belleza a la cosa (la obra de arte), Roger lleva la
sublimidad (Roger, 2013: 110). Dentro de la lógica hegeliana es totalmente
coherente la síntesis de la subjetividad y la objetividad de lo bello absoluto en el
arte, en tanto concreción de lo ideal realizado pero, la sublimidad es un
sentimiento provocado exclusivamente por lo natural y de ningún modo un
constructo del espíritu. La participación del espíritu se limita a convertir la
sensación en sentimiento pero no es constructor de lo que genera el
sentimiento. Kant aclara:
“...lo sublime de la naturaleza, no se llama así más que
impropiamente, y que, hablando con propiedad, no debe atribuirse
más que a un estado del espíritu, o más bien a los principios que lo
producen en la naturaleza humana. La aprensión de un objeto
además informe y discordante, no es más que la ocasión que
produce el sentimiento de este estado, y por consiguiente, el objeto
se emplea para un fin subjetivo, pero por sí mismo y por su forma, no
tiene finalidad alguna, (es en cierto modo species finalis acepta, non
data). Es porque nuestra exposición de los juicios sobre lo sublime
de la naturaleza, es al mismo tiempo su deducción” (Kant, 1876:
108).
El sentimiento sublime no es generado por el arte ni por ninguna de las
producciones humanas, es generado por la naturaleza salvaje (Kant, 1876: 83-
84), sin embargo, “...no es necesario buscar lo sublime en las cosas de la
naturaleza, sino solamente en nuestras ideas; en cuanto a la cuestión de saber
en qué ideas reside, debemos reservarlo para la deducción” (Kant, 1876: 81).
La magnitud posee una fuerte presencia en la sublimidad. “La estimación de la
magnitud por conceptos numéricos (o por sus signos algébricos), es
matemática; la que se hace por la sola intuición (a la simple vista) es estética”
(Kant, 1876: 82).
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 36
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
“Elevados peñascos suspendidos en el aire y como amenazando,
nubes tempestuosas reuniéndose en la atmósfera en medio de los
relámpagos y el trueno, volcanes desencadenando todo su poder de
destrucción, huracanes sembrando tras ellos la devastación, el
inmenso Océano agitado por la tormenta, la catarata de un gran río,
etc., son cosas que reducen a una insignificante pequeñez nuestro
poder de resistencia, comparado con el de tales potencias. Mas el
aspecto de ellos tiene tanto más atractivo, cuanto es más terrible,
puesto que nos hallamos seguros, y llamamos voluntariamente estas
cosas sublimes, porque elevan las fuerzas del alma por [en]cima de
su medianía ordinaria, y porque nos hacen descubrir en nosotros
mismos un poder de resistencia de tal especie, que nos da el valor
de medir nuestras fuerzas con la omnipotencia aparente de la
naturaleza” (Kant, 1876: 91).
3. La captación del territorio bello
Si se considera que el hombre nace con la facultad de captar lo bello, esto
significa que lo bello es cualidad de lo real y que existe con independencia de
la conciencia; si se afirma que el hombre nace con la facultad de sentir lo bello,
el sentimiento afirma al sujeto no al objeto, independientemente de que lo bello
sea constructo subjetivo, captación de lo existente en el exterior o proyección
del contenido de la conciencia en lo exterior.
La facultad humana de sentir lo bello se realiza de conformidad con los
referentes que históricamente le aporta la sociedad en la que el sujeto se
constituye. De este modo, todas las prácticas humanas están bañadas por la
totalidad de los referentes que constituyen la conciencia de los sujetos, entre
ellos, los referentes artísticos, aún en los casos de sujetos constituidos en
sociedades en las que no existía aún la consciencia de la individualidad
(Labriola, 1973: 353).
Como afirma Marx:
“El hombre produce universalmente [...] incluso libre de la necesidad
física y sólo produce realmente liberado de ella; [...] el hombre
reproduce la naturaleza entera [...] sabe producir según la medida de
cualquier especie y sabe siempre imponer al objeto la medida que le
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 37
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
es inherente; por ello el hombre crea también según las leyes de la
belleza” (Marx, 1988: 112).
La presencia de referentes artísticos en toda práctica humana no
necesariamente la convierte en experiencia estética, del mismo modo que la
presencia de referentes empíricos en una experiencia religiosa la torna
empírica. A esto se debe que la experiencia estética, a pesar de realizarse con
la participación de referentes empíricos, religiosos y teóricos sea estética si
bien, no necesariamente desemboca en la producción de una obra de arte y se
queda en el plano meramente contemplativo. La experiencia estética es la
anulación de la presencia del yo en la extasiación por sí; el sujeto se olvida de
sí y se torna emoción sin más.
A pesar de la inconmensurabilidad existente entre los modos de apropiación de
lo real, las formas de la conciencia operan cambios que manifiestan la
incorporación de nuevos referentes en común. Así sucedió en el siglo XVII con
la incorporación de la idea de la existencia de lo real con independencia de la
conciencia en el arte y en la ciencia. Heisenberg lo expresa claramente:
“No puede tampoco ser fortuito el hecho de que precisamente en la
misma época [siglo XVII] las artes figurativas comiencen a tomar a la
Naturaleza como objeto de representación, prescindiendo de los
temas religiosos. Idéntica tendencia se manifiesta en el dominio
científico cuando se considera a la Naturaleza como independiente,
no sólo de Dios, sino también del hombre, constituyéndose el ideal
de una descripción o una explicación ‘objetiva’ de la Naturaleza”
(1985: 5).
Unida a la idea de independencia de la naturaleza con respecto a Dios y al
hombre aparece la concepción de representación veraz en la ciencia y en el
arte de lo real, despojados de las jerarquías expresadas en el orden, el tamaño
y la disposición de los componentes (Maderuelo, 2008: 67-68).
Gracias a los trabajos realizados por Maderuelo (2008: 69-70) hoy se sabe que,
en el caso de la pintura paisajística, se transitó a ella durante el proceso de
confección de mapas a los que se le fueron agregando íconos identitarios del
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 38
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
territorio, hasta convertir al territorio en el personaje central del cuadro. La
incipiente división capitalista del trabajo durante el siglo XVI permitió que la
elaboración de mapas correspondiera a los pintores y que éstos
paulatinamente fueran dejando de atender las exigencias de los geógrafos
(Maderuelo, 2008: 57).
Roger sostiene que no hay belleza natural y que la percepción estética de la
naturaleza es mediada por una “artealización” (Roger, 2013: 177) en la que,
como decía Oscar Wilde: “la vida siempre imita al arte”. “La valoración estética
de la montaña, de los bosques, de los desiertos, es algo posible gracias a todo
un arsenal de esquemas artísticos que informan nuestra mirada, es decir,
gracias al producto de los artistas” (López, 2011: 96).
El paisaje en la pintura se sirve de imágenes percibidas por la vista. La
objetividad visual es un supuesto generalizado del conocimiento ordinario, pero
para Platón las sensaciones de por sí no sólo no son verdaderas sino que
impiden el acceso a la verdad. Ver un territorio, ver una pintura, ver una
fotografía, ver un filme o ver un escrito es ver, es decir, se trata del uso del
mismo sentido. En todos los casos se trata de un constructo de la conciencia;
de la apertura de una ventana que proyecta lo interior hacia fuera y por la que
se interioriza lo exterior a partir de lo contenido adentro: “el contenido adquiere
la forma del continente”. Aparentemente, la diferencia está en que en la lectura
se interiorizan las ideas expresadas en el texto y en los demás casos se
interiorizan figuras preestablecidas. Concebidos de manera corpuscular finita,
los objetos poseen una forma que puede ser captada por la vista, pero que es
construida como figura de pensamiento de conformidad con la estructura de la
conciencia, fundiendo la captación con los referentes prexistentes en ella.
En la lectura de un texto paisajístico se construye la figura de pensamiento con
los referentes paisajísticos y no paisajísticos preexistentes en la conciencia sin
captación de forma alguna, por lo que la figura de pensamiento podría no
coincidir en nada con la construida por otro sujeto, dependiendo del universo
de referentes contenidos en sus conciencias. En el caso de captación visual de
formas el constructo puede diferir enormemente entre dos sujetos dependiendo
de los referentes que sus conciencias tengan en común. La forma sólo es
pensable desde concepciones corpusculares finitas. Es decir, desde una
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 39
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
concepción de lo real como continuum absoluto no aristotélico, las formas
resultas impensables por la inexistencia del adentro y el afuera. La forma es el
paisaje; si se abre su puerta y se entra no se está ya en él sino la pendiente, el
bosque, la maleza, etc.
Inconsciente de esta cuestión, Martínez de Pisón considera que
“Esta forma permite el acceso al sistema que la genera a través de la
investigación, de la reflexión y de la intuición, pues la misma
existencia del paisaje señala que, en el espacio terrestre, todo
sistema adquiere una forma y toda forma responde a un sistema.
(Las apariencias posibles de caos indican, tal vez, sólo
desconocimiento de un cierto orden)” (Martínez, 2009: 42-43).
Por supuesto que Martínez de Pisón tampoco concibe que el supuesto orden
no es más que desconocimiento del caos imperante y que se confunde el
instrumento del pensamiento (orden y ley) con el objeto al cual se aplica.
La pintura paisajística transita de la imitación a la representación de la idea y
de ahí a la conversión de la idea en pintura. Se trata de la liberación de la
imitación y de la representación alcanzando el absoluto (Schelling, 1999: 278).
La pintura paisajística aporta los referentes que hacen posible la contemplación
estética plena del territorio que lo torna paisaje. Es hasta la pintura paisajística
que nace la contemplación paisajística; es hasta entonces que se realiza de
manera plena.
Contemplar un territorio como pintura paisajística implica una experiencia
estética que produce sentimientos placenteros. En la experiencia contemplativa
estética no hay necesidad de expresar de manera oral o escrita los
sentimientos desatados, dado que se trata de una experiencia íntima no
orientada a la comunicación que concluye en sí misma. Como dice Demócrito:
“Los mayores gozos se engendran de la contemplación” (Demócrito, 2009:
170).
La apropiación paisajística captura al territorio como unidad formal
prescindiendo de los objetos que lo configuran (Gazapo, 2010: 14). El paisaje
no es todo lo que está en un territorio; es una forma total constituida por las
formas de los objetos concretos existentes en un territorio; es un continuum de
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 40
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
formas no de cosas ni la extensión de la forma de un objeto. El paisaje es el
objeto estéticamente construido; el fragmento territorial convertido en objeto
estético despojado de deseo, de interés por participar en la construcción del
territorio y dejando libre e independiente al objeto (Hegel, 2008: 118), “como
finalidad sin fin” (Zimmer, 2008: 39).
4. Creación y contemplación
Dice Kant:
“En esta nueva definición de la palabra sensación, la entendemos
como una representación objetiva de los sentidos; y para no correr
nunca el riesgo de ser mal comprendidos, designaremos bajo el
nombre, por lo demás muy en uso, de sentimiento, lo que debe
siempre quedar puramente de subjetivo, y no constituir ninguna
especie de representación del objeto. El color verde de las praderas,
en tanto que percepción de un objeto del sentido de la vista, se
refiere a la sensación objetiva; y lo que hay de agradable en esta
percepción, a la sensación subjetiva, por la cual no se representa
ningún objeto, esto es, al sentimiento en el cual el objeto es
considerado como objeto de satisfacción (lo que no constituye un
conocimiento)” (Kant, 1876: 42).
La experiencia estética se identifica porque en ella intervienen las facultades
del alma descritas por Kant: “...las facultades o capacidades del alma pueden
reducirse a tres, [...] y son: la facultad de conocer, la de sentir y la de querer”
(1876: 18-19), es decir, que el individuo tenga “conocimiento” (referentes
estéticos), que haya desarrollado la capacidad para “sentir” lo bello, lo estético
y que tenga disposición o “quiera” sentir placer. La experiencia estética
requiere imaginación para representar objetivamente las formas de los objetos
por la sensación en un estado emocional determinado. A diferencia de ésta, la
experiencia paisajística contemplativa sólo implica imaginación como un tipo de
memoria porque de ella resulta la selección de objetos sensibles que le
resultan agradables al sentido. “Por esto no se dice simplemente de lo
agradable que agrada, sino que nos proporciona placer” (Gazapo, 2010: 42).
“Lo agradable es lo que gusta a los sentidos en la sensación” (Kant, 1876: 41).
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 41
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
La sensación surge en un primer momento en el que el sujeto se relaciona con
el objeto, es decir, en una relación inmediata.
Una experiencia estética creativa sólo la puede tener el sujeto que posee una
forma de conciencia artística, es decir, aquel sujeto que posee
mayoritariamente referentes estéticos en su conciencia que le permiten
desarrollar la sensibilidad a los objetos representados intuitivamente. En
concreto, la experiencia paisajística contemplativa es de carácter estético. A
esto se debe lo planteado por Díaz:
“El científico goza el placer estético que le produce un experimento
bien diseñado, al que califica de ‘elegante’, y el artista o el crítico bien
saben que la reflexión y la contrastación no están excluidas del arte;
de hecho, le son circunstanciales” (Díaz, 2002: 133).
Según Freud el principio del placer vive en el nivel de conciencia del Ello, (pre-
consciente) (científico gozando del placer estético), luego con el Yo
(consciente) que cumple los deseos (de “calificar” el experimento).
Lo bello no es determinado en el objeto sino en los sentimientos y emociones
generadas en el sujeto. Relativamente son pocas y diversas las teorías
filosóficas y científicas que se han ocupado en indagar sobre la afectividad. En
ellas, los filósofos y científicos que las crearon han dejado diversos legados con
perspectivas diversas como la de la filosofía clásica (Aristóteles), las
psicológicas (Freud-Psicoanálisis y Pavlov, Skinner, Watson-Conductismo), las
cognitivistas (Magda Arnold, Minsky), las fenomenológicas (Descartes, Kant).
Respecto de los fenómenos de la afectividad hay muchas hipótesis, opiniones y
concepciones a las que se ha llegado, sin embargo, por el grado de
complejidad del tema, lo turbio que resulta el tema a la razón y los diferentes
enfoques con los que se investiga, muchas de ellas presentan vacíos, por lo
que para algunos críticos, adolecen de “veracidad” y “cientificidad”, porque
consideran que los argumentos carecen de objetividad y abunda en ellos la
subjetividad.
Lo bello genera sentimientos y emociones. Las emociones
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 42
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
“...llenan funciones adaptativas básicas directamente relacionadas
con la sobrevivencia mediante dos mecanismos: comunicar a otros
nuestras intenciones o curso de acción probable e incrementar el
propio potencial de adaptación al medio” (Díaz, 2002: 235).
Sin embargo, históricamente hablando, filósofos y estudiosos de la naturaleza
le han atribuido a ésta cualidades por las cuales la consideran poseedora de
“belleza”. Una de esas cualidades es la armonía, la cual se aprecia al ver cómo
todos los objetos naturales que conforman el cosmos funcionan ordenada y
armónicamente sin necesidad de las leyes establecidas por el hombre. Así
sucedió con Einstein:
“Con el paso de los años el mundo de Einstein se vio conformado,
aparte de por sus lecturas autodidactas, por el interés de su madre
en la música clásica y por el éxito del tío Jakob como inventor. Como
resultado de esas influencias el joven Einstein había llegado a
concebir el mundo natural como una sinfonía sublime o una
inteligente invención: era hermoso y funcionaba también
precisamente porque todas sus partes trabajaba en perfecta
armonía” (Guillén, 2011: 230-231).
La belleza también ha sido asociada o tiene que ver con la magnitud del objeto
o con la dimensión de un territorio: “La magnanimidad supone siempre lo
grande, como la belleza, que sólo se encuentra en un cuerpo grande; porque
los hombres pequeños pueden ser elegantes y bien hechos pero no bellos”
(Aristóteles, 2003: 138).
Por otra parte, hay autores que sostienen que la belleza es cualidad del sujeto
y que ésta se encuentra depositada en la conciencia.
“Si los brutos, por lo tanto, son incapaces de conocer y gozar la
belleza, por ser brutos y no tener más que sentidos [...] se sigue que
tampoco el hombre puede concebir o gozar la belleza con esos
mismos sentidos; toda la belleza de que goza lo es por vía más
noble, y con la ayuda de lo que en él es más noble, por su espíritu y
razón” (Cassirer, 1982: 240-241).
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 43
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
Para conocer y gozar de la belleza se requiere que en la conciencia del sujeto
haya predominantemente referentes estéticos, de modo tal que, “...lo que ve un
observador resulta afectado por su conocimiento y su experiencia” (Chalmers,
2001: 43). Los observadores ven la misma cosa, porque ven por el sentido (por
los ojos), pero en su experiencia perceptiva, no miran lo mismo, porque “ven”
con el bloque de pensamiento (ideas, referentes) que poseen y el cual
determina la forma de su conciencia. La forma de conciencia es determinada
por el tipo de referentes que predominan en ella.
Lo bello puede ser concebido como relación sujeto-objeto. De Crouzas inició la
construcción de esta concepción, la cual fue continuada por Diderot y concluida
por Kant. Dice de Crousaz:
“Distingo dos tipos de percepciones; llamo a unas «ideas» y a las
otras «sentimientos». Cuando pienso en un círculo, en un triángulo,
en dos decenas, en tres decenas, en 5, en 8, en un «pájaro», en una
«casa», formo ideas. Pero, cuando me sitúo cerca del fuego, o
cuando huelo una flor, las percepciones de sabor, calor, olor que me
afectan y que me embargan, son de las que llamo «sentimientos» y
no únicamente ideas” (1999: 57-58).
Las percepciones clasificadas de esta forma, pueden implicar un proceso
fisiológico objetivo, pero también otro de carácter psicológico subjetivo. Las
percepciones objetivas implican procesos cognitivos y son totalmente
conscientes; las segundas sólo son “sentidas” y no pensadas. La selección que
hace un individuo de los objetos que le resultan agradables está determinada
por el contenido de su conciencia. El agrado puede ser consciente o
inconsciente.
“Los objetos que motivan una impresión agradable en nuestros
sentidos por su proporción con nuestros órganos entrañan, en esa
misma proporción, una belleza real; el sentimiento que deriva de ello
difiere de esta proporción, como todos nuestros sentimientos se
diferencian de su causa. El placer del sentimiento es un efecto de la
Belleza y la Belleza depende de la proporción de la causa que actúa,
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 44
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
con las disposiciones del sujeto que recibe su acción” (De Crousaz,
1999: 152).
De esta manera,
“Se ha llamado Bello a aquello que agradaba a los ojos y a los oídos,
y lo que los otros sentidos encontraban de agradable en sus objetos
recibió el nombre de Bueno. Se dice un bello sonido, una bella
sinfonía, un hermoso brillo, un bello colorido, etc. Pero se dice que
una carne tiene buen gusto, que un perfume tiene buen olor, se dice
también buen calor, fresco bueno. También se dice un buen fuego y
bello (fuego), y se dice también buena y bella comida, según se
quiera expresar la relación de esos objetos con uno u otro de
nuestros sentidos” (De Crousaz, 1999: 148).
Sin embargo, uno es el proceso de nombrar bello a un objeto y otra cosa es
vivir una experiencia con lo bello de ese objeto, la cual que se puede dar en
dos dimensiones: i) la creativa y ii) la contemplativa. El placer estético lo
experimenta el creador de una obra de arte y en cierta medida el contemplador
que tiene referentes estéticos en su conciencia. Éste último puede
experimentar placer al contemplar una obra de arte porque le resulta
agradable, es decir, gusta a sus sentidos. El sentimiento de placer se da en la
sensación que experimenta el sujeto cuando se contacta con el objeto.
De Crousaz intenta encontrar las raíces del placer estético en el análisis del
concepto de belleza, a pesar de que los modos de apropiación de lo real son
inconmensurables:
“Las consecuencias que extrae Crousaz de todo ello es que existe
una belleza independiente del sentimiento y de que, por su lado,
nuestra razón posee principios especulativos que nos ayudan a
decidir —sin apasionamientos— respecto a lo bello. Y él mismo
plantea una serie de interrogantes retóricamente dirigidos en ese
sentido: ¿Cuáles son tales principios que contienen la primera regla
de lo bello? ¿Qué ideas de nuestro espíritu consultamos para juzgar?
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 45
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
¿Qué hallamos en esas ideas y qué retiene nuestra atención cuando
encontramos algo bello y a qué responde?” (De la Calle, 1999: 40).
Lo bello es una categoría (referente) estética que sólo existe en el sujeto; la
belleza es una cualidad que deposita el observador en la naturaleza y se da
hasta que el sujeto se relaciona con el objeto. Los objetos poseen formas en sí,
pero las cualidades (belleza, fealdad, etc.), son cualidades que el sujeto
atribuye y representa en los objetos al momento de relacionarse con ellos. En
una experiencia contemplativa el sujeto puede sentir o no una emoción en esa
relación, lo cual dependerá de la cantidad y tipo de referentes estéticos que
posea, es decir, despojarlo de una forma (la emoción y la sublimación están en
lo sensible y la forma en el entendimiento). Sólo así se puede hablar de sentir
un objeto. Para una experiencia estética contemplativa se requiere objetivar lo
representado con los referentes estéticos por medio del sentimiento. Lo bello
es un ideal que el sujeto construye con referentes estéticos, por lo que en una
experiencia paisajística el sujeto encontrará “tan bello” un territorio en su
contemplación, como referentes estéticos contenga en su conciencia.
Diderot sostiene la inexistencia de lo bello absoluto. Dice: “...aunque no exista
lo bello absoluto, hay dos clases de belleza en relación a nosotros: un bello real
y un bello percibido” (1981: 58-59). Avanza en precisión:
“La noción de grande, sublime y elevado no tiene sentido en aquellas
ocasiones en las que no se deja de emplear la denominación de
bellos. Si se revisa de esta manera todos los seres a los que se llama
bellos, uno excluiría la grandeza, el otro la utilidad, y un tercero la
simetría, alguno incluso la apariencia de orden y simetría: tal sería el
caso de la pintura de una tormenta, de una tempestad o de un caos.
Y será necesario acordar que la única cualidad común, mediante la
cual todos estos seres se convienen, es la noción de relaciones”
(Diderot, 1981: 66-67).
En Diderot lo bello es percibido sólo hasta que se establece una relación
sujeto-objeto porque, aunque lo bello existiera por sí mismo, faltaría quien lo
percibiera (sujeto). La literatura, la música y las artes plásticas son obras de
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 46
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
arte. ¿Éstas poseen intelección sólo para los sujetos en los que su conciencia
predominan los referentes artísticos? Para el que contempla, la obra no posee
contenido intelectual porque son creaciones realizadas bajo la forma de
conciencia artística, la cual opera con el modo de apropiación artístico y este
aplica el criterio de creatividad. Dice Dubos: “La literatura, la música y las artes
plásticas no deben su popularidad a su contenido intelectual sino a su calidad
emocional, a su manejo del amor, los celos, el odio y otras pasiones” (1996:
151).
En Kant aparece de manera clara la concepción de lo bello como relación.
Dice:
“En la estética trascendental hemos demostrado suficientemente que
todo cuanto intuye en el espacio o en el tiempo, y en consecuencia
todos los objetos de una experiencia posible para nosotros, no son
sino fenómenos, es decir, meras representaciones que, tal como se
representan: como entes externos o series de cambios, no tienen
una existencia fundada en sí fuera de nuestros pensamientos.
Denomino idealismo trascendental esta doctrina” (2008: 312).
La apropiación estética se realiza con la sensibilidad y el entendimiento. La
sensibilidad le proporciona la intuición en el espacio y en el tiempo de la forma
del fenómeno (objetos representados de una experiencia), y el entendimiento
no “piensa” con conceptos sino con la pura intuición empírica. Por tanto, un
sujeto que se pone en contacto con un territorio, por medio de su entendimiento
intuye en ese espacio y en ese momento un “paisaje” y además que es “bello”,
es decir, un territorio es visto por los ojos y representado por el entendimiento
como “paisaje bello” y existe porque es intuido por el sujeto en la relación
sensible que establece con el territorio.
Kant sostiene que, “...cuando se trata de saber si una cosa es bella, no se
busca si existe por sí misma, o si alguno se halla interesado quizá en su
existencia, sino solamente se juzga de ella en una simple contemplación
(intuición o reflexión)” (Kant, 1876: 40). La atención del sujeto y la selección
que hace el sujeto de los objetos “bellos” (territorio, pintura, novela, película,
escultura) está determinada por la correspondencia que existe entre el ideal
fabricado en su conciencia y el objeto contemplado, y por el sentimiento de
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 47
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
placer que experimenta el sujeto. El sentimiento producido en el sujeto se
puede manifestar de manera corporal.
El hombre ve paisaje en un territorio y la belleza está en el sujeto porque nace
con la capacidad de percibir lo bello, el cual no requiere de ser conocido, sino
que sólo se siente. Por eso en una experiencia paisajística el sujeto hace una
selección de lo que le gusta en una relación de agrado, representando los
objetos en su relación con los sentidos. Este gusto lo determina el juicio
estético realizado en el entendimiento pero despojado de conceptos y, como no
hay ningún interés cognitivo, su imaginación no se ve limitada y por tanto se
deja llevar por el placer. Sólo así el sujeto alcanza a percibir lo bello en un
territorio, manifestándose en la emoción que surge de manera inexplicable en
el sujeto.
El modelo supremo, el prototipo del gusto es una idea que cada sujeto alberga
en sí mismo (Kant, 1876: 65). En la relación sujeto-territorio, el espacio expresa
su estructura al sujeto que lo ve como paisaje. En cambio en “las bellas artes
exigen, pues, el concurso de la imaginación, del entendimiento, del alma y del
gusto” (Kant, 1876: 145). La experiencia estética de un “artista” en la creación
de una obra de arte implica una sensibilidad diferente a la que experimenta el
“observador” de dicha obra; la diferencia recae en que la emoción que
experimenta cada uno es totalmente diferente.
Dice Milani: “En esta perspectiva del mirar el paisaje en sí, el ser humano, el
observador, se convierte en artista ya desde el momento en que acepta la
naturaleza en un proyecto de visión y anulación en ella” (2008: 58-59). Pero
guardemos las proporciones. En el arte el creador se expresa en la obra; ésta
es una primera relación. Después, el espectador se relaciona con la obra y
encuentra en ella lo que está en su conciencia y que puede corresponder
parcialmente con lo expresado por su creador por la posesión de referentes en
común. Al contemplar un territorio, activa los referentes aprendidos en la
contemplación de la obra de arte como si éste lo fuera también pero, el artista,
en cambio, posee la capacidad para convertir lo bello ideal en objeto concreto.
Pero el territorio es apropiado por los sujetos dependiendo de la forma de
conciencia poseída por cada uno, lo que explica que unos piensen en
desarrollos urbanos, agrícolas, turísticos o ganaderos, otros en investigación de
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 48
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
especies biológicas que lo pueblan y las relaciones que establecen, otros en
fotografía o pintura y otros en contemplarlo simplemente. Dado que lo que
predomina es la conciencia empírica, se facilita la uniformización de hábitos y
gustos para la venta de mercancías y es así que el territorio es vendido como
paisaje.
La versión turística del paisaje es la mayormente existente en las conciencias
de los sujetos. Como dice Roger:
“En realidad, lo que se le vende al cliente no es, [...] más que una
mercancía adulterada, un paisaje de pacotilla [...]. A veces hace falta
mucho valor y ascesis para rechazar este neo-colonialismo turístico y
volver al país, en lo que pueda tener de más pobre a nuestros ojos:
de alguna manera, barbarizarse y purgarse la mirada, a riesgo de
caer en la ceguera, para intentar ver o, al menos, entrever otro
paisaje, sabiendo en todo caso que siempre necesitaremos un
modelo, exótico o indígena, para convertir en paisaje ese país”
(2013: 131-132).
Surge la pregunta de si la construcción social del paisaje puede realizarse con
criterios estéticos. La obra de arte es producto de un sujeto individual en el que
se condensa de manera concreta una sociedad y su historia. Es arte porque es
producto de la organización estética de referentes poseídos por el autor. Es un
producto humano. Originariamente la naturaleza no es humana pero
actualmente sí es un producto humano. Si está conformada por el hombre
¿puede ser bella en sí?, es decir, ¿puede estar estéticamente organizada como
lo está un cuadro o un poema?
El hombre percibe sensorialmente los objetos del entorno con sus sentidos; la
codificación y representación que hace de lo que percibe, la realiza con su
entendimiento y con su imaginación, imprimiendo así formas
desmaterializadas. Desde que nace sostiene relaciones de diverso tipo con el
territorio, es decir, establece diversas relaciones hombre-naturaleza y sujeto-
objeto. El hombre en sus primeros años de vida es experiencia empírica,
después experiencia mágico-religiosa, luego experiencia artística y finalmente
experiencia teórica. Toda experiencia implica contacto con el mundo, por lo que
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 49
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
en la relación que establece el sujeto con el territorio se da una proyección del
contenido de su conciencia (práctico-utilitaria, mágico-religiosa, artística o
teórica), que determina el significado del territorio.
“Cualquier porción del territorio puede conectarse con la
interpretación simbólica de una unidad seleccionada del territorio y
remite al significado y el sentido que sus habitantes dan a una parte
del territorio en que habitan en la medida que constituye el escenario
de la vida cotidiana” (Álvarez, 2015: 460).
La emoción es un fenómeno que se lleva a cabo en la conciencia del sujeto.
Para ser identificada es necesario tomar en cuenta que conlleva dos
experiencias: una interior que distingue la emoción generada por el
sentimiento, por la valoración (del objeto percibido) y por el placer que
experimenta el sujeto; la otra es exterior y observable por otros sujetos. Por
ejemplo, si un padre ama intensamente a su hijo y lo encuentra después de no
verlo algunos meses, el padre se alegrará al verlo manifestándose la emoción
en llanto, ansiedad, alteración en la frecuencia cardiaca, etc. Analizando estos
dos tipos de experiencias se puede interpretar que la emoción que sintió el
padre fue de alegría al ver a hijo por el amor que le tiene.
La emoción
“...es una compleja reacción de un organismo a un estímulo, que
incluye su evaluación y valoración subjetivas, la estimulación
fisiológica preparatoria para la acción, así como los impulsos y actos
destinados a reaccionar ante el estímulo” (Díaz, 2002: 2385).
En la experiencia paisajística no hay una intención práctica ni cognitiva,
tampoco hay un interés de “relacionarse” con algo en particular, por lo que se
puede considerar que se trata de un fenómeno subjetivo e inconsciente.
Tomando los referentes de Freud (niveles de conciencia Yo, Ello y SuperYo),
se puede considerar que el fenómeno de la experiencia paisajística
contemplativa se da en el pre-consciente (en el Ello) del sujeto que socio-
culturalmente aprendió algunos referentes artísticos, pero que éstos no
predominan en su conciencia. En este nivel viven los deseos que son regidos
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 50
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
por el principio de placer; ahí se almacenan también referentes de los cuales el
sujeto está consciente, pero que no los tiene presentes de inmediato. Sin
embargo, aunque quien experimenta la experiencia estética pueda darle
significado a las emociones, se puede considerar que ésta se lleva a cabo en el
Yo (consciente), dado que allí habita la atención inmediata regida por el
principio de la realidad, pues es con ella que se comunica y contacta con el
mundo.
El mundo se le presenta al sujeto como cosmos. “En suma, el mundo puede
ser llamado kosmos, palabra intraducible que combinaba las ideas de orden,
correspondencia y belleza. Se dice que fue Pitágoras el primero que lo llamó de
esa manera” (Guthrie, 2011: 47). En algunas culturas, incluso en algunas
corrientes de pensamiento se habla de mundo, cosmos, universo y naturaleza,
incluso, son utilizados como sinónimos. En este contexto es más propio hablar
de cosmos porque es hablar de un “sistema” en el que todos sus componentes
(objetos que existen naturalmente) se relacionan y funcionan en orden y en
armonía. Al ser contemplado un territorio “natural” así, tiene las condiciones
básicas objetuales para que un sujeto pueda tener una experiencia paisajística
en el proceso de la contemplación.
“No hay paisaje sin hombre porque la ubicuidad humana ha llevado
nuestra huella hasta casi todos los lugares, y porque únicamente la
mirada del hombre cualifica como «paisaje», vuelve paisaje lo que
naturalmente era sólo territorio. Y no hay hombre sin paisaje porque
estamos hechos de él, en reciprocidad vital” (Martínez, 2007: 336).
5. LA APROPIACIÓN PAISAJÍSTICA
El hombre se relaciona con la naturaleza o con el territorio según sea el
contenido de su conciencia; así, el ser humano que tiene una experiencia
paisajística contemplativa, es aquel que colocado frente a la naturaleza, se
contacta con la energía física del territorio, la cifra y, como respuesta, se
maravilla con lo mirado por sus ojos sin dar nombre a lo contemplado; entra
inconsciente e involuntariamente en un estado espiritual en el que sólo
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 51
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
experimenta una emoción alejado de imágenes, ideas y pensamientos ya que
éstos interfieren en la magia de la contemplación.
Es un estado similar como el experimentado en una experiencia religiosa: al
estar frente a imágenes religiosas, por ejemplo, se las contempla y de manera
inconsciente e involuntaria brota la emoción ante la presencia divina. “Los
diversos sentimientos de placer o de pena, dependen menos de la naturaleza
de las cosas exteriores que los excitan, que de la sensibilidad particular de
cada hombre” (Kant, 1876: 290). Tanto en la experiencia paisajística como en
la religiosa intervienen las cosas exteriores al sujeto como motivadores del
sentimiento, pero de una manera leve e inmediata pues es más lo que está en
el sujeto que contempla que lo poseído por el objeto contemplado. En la
primera experiencia es la naturaleza o el territorio el motivador y, en la
segunda, la fe en un ser divino. También interviene la capacidad del sujeto para
“sentir”, la cual está determinada por las características biológicas de los
órganos sensoriales y por los referentes que predominen en la conciencia del
sujeto con los cuales construye el “ideal”.
Si el sujeto no se coloca fuera de un territorio no puede contemplarlo, no puede
ver paisaje en ese territorio, no puede adquirir la forma de paisaje al ver su
estructura. Dice Martínez de Pisón:
“Los paisajes son las configuraciones de los espacios geográficos,
que, además de ejercer funciones territoriales básicas, son capaces
de tener intensas influencias morales y culturales. Enfocamos los
paisajes como realidades inmediatas, pues enmarcan nuestras vidas
y mantienen con nosotros un efecto de correspondencia. Esta
relación puede tener sólo un sentido territorial utilitario, pero también
posee habitualmente una correspondencia cultural y hasta puede
llegar a incluirse en perspectivas ideológicas” (2007: 327).
En una experiencia estética paisajística los sentidos del sujeto le representan al
territorio en una pintura, en una obra literaria, en el cine, en la fotografía y, por
supuesto, en un territorio dotado de valor estético; sin embargo, en una
experiencia paisajística contemplativa los sentidos del sujeto no alcanzan a
proporcionar los elementos para que éste atribuya un valor estético al territorio
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 52
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
observado, sino sólo un valor humano, natural, inmediato. Sin embargo,
mientras predomina entre los investigadores la consciencia del carácter socio-
antropológico, geográfico y ecosistémico del paisaje, en tanto que su dimensión
estética está ausente. Así se observa, por ejemplo, en los planteamientos de
Martínez de Pisón (2009: 14, 36).
En la relación del sujeto con el territorio se genera una emoción por el
significado que éste le atribuye. El tiempo de duración de la emoción es corto y
si se extiende en duración se torna estado de ánimo. Con base en el estado de
ánimo o emoción que despierta el objeto en el sujeto, la experiencia se torna
negativa (desagradable) o positiva (agradable). La emoción surge como
respuesta a la experiencia vivida, pero también influyen factores como el clima,
la enfermedad, el cansancio, el sueño, etc., por eso la emoción es subjetiva.
Pero ¿por qué si un mismo territorio es contemplado por diferentes personas
desata diferentes emociones? La respuesta tal vez sea que la diferencia recae
en la estructura biológica de cada sujeto y en el cúmulo de referentes
contenidos en su conciencia aprendidos socialmente. La emoción se expresa
en llanto, sonrisa, asombro, temor, etc.
Dice Nogué:
“El paisaje es, en buena medida, una construcción social y cultural,
siempre anclada —eso sí— en un substrato material, físico. No es
una entelequia mental. El paisaje es, a la vez una realidad física y la
representación que culturalmente nos hacemos de ella; la fisonomía
externa y visible de una determinada porción de la superficie terrestre
y la percepción individual y social que genera; un tangible geográfico
y su interpretación intangible” (2011: 30).
Esta es una afirmación de la concepción socio-antropológica de “ver” paisaje
en un territorio “tangible” por ser percibido por los sentidos que posee el sujeto,
e “intangible” por la interpretación que el sujeto hace de lo tangible con la figura
de pensamiento que construye. Dado que en la experiencia paisajística
contemplativa influye el contenido natural biológico (órganos sensoriales) que
posee el sujeto y la forma de configurar lo percibido (con referentes que posee
en su conciencia), se puede considerar que implica procesos subjetivos y
objetivos, ya que existe la percepción de un objeto concreto (proceso objetivo)
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 53
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
que estimula una emoción (proceso subjetivo). Con fines socio-explicativos se
puede afirmar que se dan procesos subjetivos y objetivos, pero no como
vivencia porque, en el segundo caso, el sujeto no configura lo percibido, sino
que sólo lo siente. Como afirma Schiller:
“Mientras el hombre, en su primer estado físico, escoge el mundo
sensible por modo meramente pasivo, limitándose a sentirlo, forma
todavía un todo con el mundo; y por lo mismo que él es simplemente
mundo, no hay en realidad mundo para él. Sólo cuando, en el estado
estético, coloca al mundo fuera, es decir, lo contempla, sólo entonces
separa de él su personalidad, y entonces le aparece un mundo,
precisamente porque ha dejado de formar un todo con él” (1941: 131-
132).
Santibáñez lo plantea así:
“Los procesos subjetivos son procesos reales, producto del
metabolismo neuronal, pero no de neuronas abstraídas de sus
configuraciones anatómicas, de sus interacciones, de sus niveles
excitorioinhibitorios, de sus interacciones con conjuntos neuronales
que tienen acumulada información abstraída a lo largo de la
experiencia. Estos conjuntos neuronales son capaces de configurar
el mundo interno, el medio subjetivo. Este medio es virtual, de
percepciones sensoriales y subjetivas, de imágenes complejas, de
pensamientos, etc.” (2002: 70).
Aunque el hombre posee la capacidad innata de pensar y aunque
“aparentemente” posee voluntad propia, la experiencia muestra cómo en la
gran mayoría de sus actos no cuestiona lo que socialmente está establecido,
cómo se establece (educación), por qué se establece (intereses del sistema
político), por medio de quiénes se establece (institucionalización) y menos
porqué él piensa de tal o cual forma (cultura encarnada en su conciencia). No
hay forma de que el sujeto se dé cuenta de cómo la conciencia social se va
encarnando en su conciencia individual desde que nace, es decir, no cuenta
con los referentes que le permitan pensar este tipo de fenómenos sociales,
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 54
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
porque el aparato educativo lo ha educado para que piense lo que al Estado
conviene, creando un imaginario social que día a día se va alimentando de
discursos y prácticas sociales diversas generadoras de imágenes que el sujeto
interioriza y con las cuales tiene una dinámica de vida, incluida la
representación del uso y apropiación del territorio.
Dice Castoriadis:
“El individuo social [...] es capaz de pensar, pero de pensar en los
marcos instituidos. También es capaz de volición, de activación
consciente de sus mecanismos motores, igualmente en el mismo
marco. Pero, por regla general, no es capaz de cuestionar estos
marcos, ni por lo tanto, capaz de cuestionarse a sí mismo. Y es el
caso en casi todas las sociedades, en casi todas las épocas” (2004:
190-191).
Hoy día, grandes extensiones de territorio poseedores de belleza natural
cambian su uso y se convierten en propiedad privada orientada a la prestación
de servicios turísticos. El Estado en tanto promotor de los intereses privados,
contribuye en la gestación de una cultura “turística” que sugiere, induce e
inculca la necesidad de visitar y ver “paisaje” en esos territorios transformados,
a ver bellos los objetos instalados por la empresa en el territorio.
El lenguaje es uno de los medios principales para inyectar referentes en la
conciencia de los sujetos. Así, hoy día los sujetos han aprendido el vocablo
paisaje asociado a un territorio (geofísica, estética) o a un fenómeno producto
social y cultural (socio-antropológico), sin considerar que el vocablo tiene una
polisemia. Existen grupos sociales que se integran con un fin en común como
las comunidades epistémicas, las religiosas y las artísticas, las cuales
construyen un lenguaje para comunicarse entre sus integrantes, es decir, dado
que tienen un fin en común, es necesario un lenguaje en común. Los geógrafos
investigadores del paisaje que lograron concebir al hombre como parte de la
naturaleza, gestaron la posibilidad de que a mediados del siglo XX se iniciaran
estudios de las relaciones hombre-naturaleza.
Dice Castoriadis que “el ser humano es un ser capaz de encontrar su placer en
un estado de la representación, y que prefiere, por ejemplo, su imagen de
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 55
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
persona que no pesa más que cincuenta y cinco kilos a comer cuatro tabletas
de chocolate” (2004: 117). Pero, el único ser humano capaz de experimentar el
máximo placer en una representación es el artista, porque es él el que crea la
obra de arte. En el proceso de creación el artista hace una representación del
contenido de su conciencia, esta energía psíquica se guía a la parte motora,
por ejemplo, al pintar un cuadro, tocar el piano, hacer una escultura, etc. La
representación ya como obra de arte, convierte esa energía en placer orgánico
al ser contemplada por “otros”, porque la representación interna pasa a ser
pública. No es lo mismo crear que contemplar una obra de arte, porque el tipo
de relación que el sujeto establece, la valoración y el significado que se le
otorga, son diferentes, incluida la respuesta emocional.
La emoción se expresa exteriormente, es decir, como manifestación de esa
emoción:
“...todos los seres humanos, sin importar su historia o medio cultural
producen, reconocen y tienen palabras equivalentes para referirse a
seis emociones básicas: la ira, la alegría, la tristeza, la sorpresa, el
desdén y el miedo. Esta evidencia implica que tales emociones están
biológicamente determinadas y son un bagaje genético de la especie
humana” (Díaz, 2002: 232).
Indudablemente, toda emoción implica un proceso fisiológico porque desde el
momento en que el sujeto percibe por sus sentidos (ojo, nariz, oído, boca y
tacto), envía una señal al cerebro como encargado de decodificar lo percibido,
para luego enviar una señal como respuesta (explicación conductista). Lo
complejo de este proceso está en identificar con qué percibe el sujeto y en qué
condiciones está su conciencia respecto a los referentes apropiados.
Son muchos los estudios que hacen notar la necesidad de dar un valor humano
e histórico al paisaje, sin embargo, no se ha logrado establecer y describir de
manera conjunta los diferentes enfoques desde los que se han realizado esos
estudios del “paisaje”, es decir, no se ha logrado establecer una “Teoría del
paisaje” que abarque los 4 enfoques identificados: i) Socio-Antropológico, ii)
Ecosistémico, iii) Geofísico, y iv) Estético. Con una teoría así, se lograría
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 56
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
instruir a los sujetos en las diferentes perspectivas que se tiene del paisaje y se
educaría estéticamente al hombre.
En la sociedad moderna no se educa estéticamente a todo hombre. Al niño
desde edad temprana se le educa a ver territorio y no paisaje, a ver objetos y
no naturaleza, se le inculcan las características, los usos, los fines y las formas
que conforman un “paisaje”, es decir, se cosifica el territorio y se da el nombre
de paisaje como cualidad, sin considerar que con esos referentes también se
cosifica al hombre transformándolo en cosa. Con estos referentes, al niño
socio-culturalmente se le limita su creatividad e imaginación, impidiendo la
conexión natural hombre-territorio; no se induce el desarrolla de su capacidad
contemplativa, sensitiva; esa capacidad de emocionarse con el escenario
natural en su unidad “territorio-paisaje”. La consecuencia de este fenómeno
social es el niño carente de “mirada” estética, de un sujeto que ve paisajes
conceptuados. Es el hombre que ve “recursos naturales” y no naturaleza, casi
imposibilitado para lograr una experiencia paisajística contemplativa en el
territorio que habita y que de manera “natural” está en él.
6. CONCLUSIONES
La investigación llevó a las siguientes conclusiones:
i) Los modos de apropiación del territorio se han ido generando históricamente,
manteniéndose todos los modos creados en cada etapa de desarrollo social. El
primer modo de apropiación creado es el empírico, luego apareció el mágico-
religioso, después el artístico y por último el teórico.
ii) La apropiación paisajística se realiza de dos maneras: 1) Como relación
contemplativa y 2) como arte. La relación contemplativa alcanza su plenitud
cuando la experiencia contemplativa de pintura paisajística se convierte en
modo de contemplar el territorio. Antes, la experiencia estética contemplativa
se realiza exclusivamente con la activación de sentimientos placenteros sin
contar con un ideal de lo bello concretado en un objeto, la obra de arte.
iii) La experiencia paisajística contemplativa puede realizarse desde las cuatro
formas de la conciencia. La intensidad, la complejidad y el placer alcanzado en
ella, depende de la estructura de la conciencia y de los referentes artísticos
activados en la contemplación.
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 57
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
iv) El paisaje es un constructo subjetivo constituido con referentes artísticos
generadores de sentimientos placenteros.
v) Las experiencias estéticas contemplativas, práctico-utilitarias, mágico-
religiosas y teórico-cognitivas se establecen de manera unilateral y exclusiva.
La experiencia contemplativa paisajística desaparece cuando se incorporan
criterios propios de otro tipo de experiencia.
7. REFERENCIAS
L Álvarez Munárriz (2015): Categorías clave de la Antropología. Sevilla:
Signatura.
Aristóteles (2003): Ética nicomaquea. Buenos Aires: Losada.
C Bénard (2008): “La estética de Hegel”. En GWF Hegel, Estética I. Buenos
Aires: Losada.
E Cassirer (1982): Antropología filosófica. Introducción a una filosofía de la
cultura. México: Fondo de Cultura Económica.
C Castoriadis (2004): Sujeto y verdad en el mundo histórico-social. Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica.
AF Chalmers (2001): ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Una valoración de la
naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos. México: Siglo XXI.
JP De Crousaz (1999 [1715]): Tratado de lo bello. Valencia: Universitat de
Valéncia.
R De la Calle (1999): “Introducción. Jean-Pierre de Crousaz: Entre el
compromiso con la tradición y el ingreso en la modernidad”. En JP De Crousaz,
Tratado de lo bello. Valencia: Universitat de Valéncia.
Demócrito (2009): “Fragmentos filosóficos de Demócrito. Pensamientos de
Demócrates”. En JD García-Bacca, Los presocráticos. México: Fondo de
Cultura Económica.
R Descartes (2010): Meditaciones metafísicas. México: Porrúa.
JL Díaz (2002): El ábaco, la lira y la rosa. Las regiones del conocimiento.
México: Fondo de Cultura Económica.
D Diderot (1981): Investigaciones filosóficas sobre el origen y naturaleza de lo
bello. Buenos Aires: Aguilar.
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 58
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
RJ Dubos (1996): Los sueños de la razón. México: Fondo de Cultura
Económica.
D Gazapo de Aguilera y C Lapayese Luque (2010). “¿Desde dónde... se
construye el paisaje?”, en Arquitectura, Urbanismo, Sostenibilidad, 7.Valdivia:
Universidad Austral de Chile, páginas de la 012 a la 015; recuperado el 27 de
febrero de 2015, de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281722846003
M Guillen (2011): Cinco ecuaciones que cambiaron el mundo. México:
Debolsillo.
WKC Guthrie (2011): Los filósofos griegos. México: Fondo de Cultura
Económica.
GWF Hegel (2008): Estética I. Buenos Aires: Losada.
WK Heisenberg (1985): La imagen de la naturaleza en la física actual.
Barcelona: Ediciones Orbis.
J Hyppolite (1998): Génesis y estructura de la «fenomenología del espíritu» de
Hegel. Barcelona: Península.
I Kant (1876): Crítica del juicio seguida de las observaciones sobre el
asentimiento de lo bello y lo sublime. Madrid: Librerías de Francisco Iravedra,
Antonio Novo.
I Kant (2008): Crítica de la razón pura. Buenos Aires: Ediciones Libertador.
A Labriola (1973): La concepción materialista de la historia. La Habana:
Editorial de las Ciencias Sociales.
F López Silvestre (2011): “¿Es el paisaje simple reconocimiento? Sobre mis
problemas de atención en Barbizon”. En VV. AA. Teoría y paisaje: reflexiones
desde miradas interdisciplinarias (Dir. T Luna e I Valverde). Barcelona:
Observatorio del Paisaje de Cataluña y Universidad Pompeu Fabra.
J Maderuelo (2008): “Maneras de ver el mundo. De la cartografía al paisaje”.
En VV. AA. Paisaje y territorio (Dir. J Maderuelo). Madrid: Abada.
E Martínez de Pisón (2007): “Epílogo. Paisaje, cultura y territorio”. En VV. AA.
La construcción social del paisaje (Ed. J Nogué). Madrid: Biblioteca Nueva.
E Martínez de Pisón (2010): “Saber ver el paisaje”, en Estudios Geográficos,
269. Madrid: Instituto de Economía, Geografía y Demografía. Centro de
Ciencias Humanas y Sociales, páginas 395 a 414; recuperado el 13 de octubre
de 2014 de
Comunicación y música: mensajes, manifestaciones y negocios Universidad de La Laguna, diciembre de 2018
ISBN-13: 978-84-16458-93-6/ D.L.: TF-799-2018 / DOI del libro: 10.4185/cac144 Página | 59
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/18SLCS/libro-colectivo-2018.html
http://estudiosgeograficos.revistas.csic.es/index.php/estudiosgeograficos/article
/viewFile/316/316
DOI: 10.3989/astgeogr.201013
E Martínez de Pisón (2009): Miradas sobre el paisaje. Madrid: Biblioteca
Nueva.
K Marx (1988): Manuscritos: economía y filosofía. Madrid: Alianza Editorial.
R Milani (2008): “Estética y crítica del paisaje”. En VV. AA. El paisaje en la
cultura contemporánea (Coord. J Nogué). Madrid: Biblioteca Nueva.
J Nogué (2011): “Paisaje y comunicación: el resurgir de las geografías
emocionales”. En VV. AA. Teoría y paisaje: reflexiones desde miradas
interdisciplinarias (Dir. T Luna e I Valverde). Barcelona: Observatorio del
Paisaje de Cataluña y Universidad Pompeu Fabra.
A Roger (2013): Breve tratado del paisaje. Madrid: Biblioteca Nueva.
G Santibáñez Hidalgo (2002): “Dialéctica de los Procesos Subjetivos”, en
Revista Psicología, 1. Santiago: Universidad de Chile, páginas 065 a 090;
recuperado el 3 de marzo de 2015 de
http://revistaliteratura.uchile.cl/index.php/RDP/article/viewFile/17210/17927
F Schelling (1999): Filosofía del arte. Madrid: Tecnos.
F Schiller (1941 [1876]): La educación estética del hombre. Buenos Aires:
Espasa-Calpe.
J Zimmer (2008): “La dimensión ética de la estética del paisaje”. En VV. AA. El
paisaje en la cultura contemporánea (Coord. J Nogué). Madrid: Biblioteca
Nueva.
*La investigación de la que este trabajo es producto fue financiada por el
Instituto Politécnico Nacional, por medio de los proyectos SIP 20171703: La
experiencia paisajística contemplativa, SIP 20170704: La apropiación
paisajística del territorio y SIP 20180090: Idea de lo bello y estética del paisaje.
Top Related