B II. C 5
ENTRE EL OLVIDO Y LA DESESPERANZA
EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA
Alejandro del Pozo Marín
Doctor en Pau i Conflictes i màster en Assistència Humanitària per la Universitat
d’Uppsala (Suècia).
Las imágenes de los conflictos armados africanos proporcionadas por los medios
de comunicación han contribuido a radicalizar los estereotipos de la población
africana como salvaje y vulnerable. Por ello, son muy frecuentes las asociaciones
de los victimarios con bárbaros irracionales y de las víctimas con población pasiva
y sin capacidades. En esta línea, es práctica habitual justificar la violencia a partir
de las diferencias étnicas o religiosas, calificando a las mismas como causa
principal del horror. La pobreza imperante y la falta de oportunidades, junto con la
corrupción, terminarían de explicar, bajo esta perspectiva, el alto nivel de violencia
que nos ofrecen algunas imágenes.
Liberia es un ejemplo destacado. Es un país destruido y con una población
sometida a una fuerte presión psicológica, tras 14 años de violencia armada.1 Sin
embargo, los argumentos señalados antes son a todas luces insuficientes para
1 Más de 200.000 muertos, que suponen más del 6% de los aproximadamente tres millones de liberianos. A mediados de los años noventa, un 87% de la población se había quedado sin hogar. Se estima más de 1.300.000 personas se convirtieron en desplazados internos en trece condados de Liberia, la mitad de ellos desde la zona norte a la capital, Monrovia (en unos meses, Monrovia pasó de 300.000 habitantes a más de un millón) Además, cerca de un millón de personas se convirtieron en refugiados en países fronterizos (Guinea-Conakri (416.000 refugiados), Costa de Marfil (367.000), Ghana (20.000), Sierra Leona (12.000), Nigeria (6.000)). En 1996, un millón y medio de liberianos se hacinaban en el 5% del territorio liberiano. De ellos, se estimó que más de medio millón se encontraban en zonas de combate. Centro de Investigaciones para la Paz, “Liberia”, en www.cip.fuhem.es/observatorio/indicadores/paises/liberia.htm
explicar lo sucedido. Al igual que sucede en otros conflictos armados africanos, la
violencia en Liberia sólo puede entenderse como una compleja conjunción de
factores. Muchos de ellos son externos, es decir, son ajenos a los propios
liberianos, y para nada pueden explicarse a partir de las consideraciones étnicas
que pretenden simplificar la violencia y los conflictos armados. Entrarían aquí los
intereses de los Gobiernos, compañías y ciudadanos de otros países, o las redes
internacionales, clandestinas o legales, de las armas, los diamantes, la madera y
otros recursos. Y sus relaciones con los señores de la guerra. Así, quedan al
descubierto las razones político-económicas que siempre subyacen en cada
guerra.
Aunque no es el propósito de estas líneas presentar conclusiones definitivas, sí se
pretende reflexionar sobre el factor étnico en los conflictos armados en general y
Liberia en particular. El punto de partida es que estas consideraciones, aunque
importantes, son secundarias, ya que tienen más relación con las herramientas
empleadas para la violencia y con sus consecuencias, que con las causas de la
misma. Para ello, conviene comprender las relaciones entre los actores primarios
y secundarios, conocer sus intereses en el conflicto armado y comprobar cómo
estos actores mudan sus lealtades en función de los intereses del momento,
pasando por encima de factores históricos o identitarios (etnia o religión). Este
análisis debería contribuir a deslegitimar el conflicto liberiano como un conflicto
étnico, como ha sido calificado a menudo. Para ello, empezaremos por repasar los
orígenes del estado liberiano.
¿Dónde está Liberia?
En lo que a la situación actual se refiere, los orígenes de Liberia se remontan a
1824, cuando muchos esclavos negros que trabajaban en las plantaciones del sur
de Estados Unidos (EEUU) fueron liberados y marcharon a establecerse en una
región que en 1847 se convirtió en el estado liberiano. Como es de suponer,
cuando estos antiguos esclavos llegaron a la región, ya existían en ella otros
pobladores, al menos de 16 grupos étnicos diferentes o “tribus”.2 Desde que
llegaron y hasta 1980,los antiguos esclavos américo-liberianos (llamados congos
por la población de entonces) dominaron en todas las esferas de poder. Pasando
de víctimas a verdugos, los américo-liberianos tomaron como nuevos esclavos a la
población que vivía allí antes que ellos.3
Como suele suceder, el regalo de la libertad no fue totalmente gratuito ni
desinteresado. La sociedad filantrópica estadounidense American Colonization
Society y el Gobierno de EEUU, financiaron la expedición de los esclavos
liberados y brindaron protección diplomática al True Wing Party de los américo-
liberianos, que estuvo en el poder entre 1870 y 1980. Como indica Vicenç Fisas,
“este tutelaje colonial acaba teniendo siempre un precio”.4
A partir de 1940, se experimentó una tímida apertura que fue asimilada por la
población liberiana como una mejora de sus derechos y libertades ciudadanas.
Los regímenes anteriores habían excluido a los no descendientes de los américo-
liberianos, lo que significaba excluir al 98% de la población. Los mandatos de
William Tumban (1944-71) y William Tolbert (1971-80), no hicieron, sin embargo,
2 En realidad, este agrupamiento lo realizó el True Wing Party de William Tumban (1944-71), a partir de la basta diversidad étnica, religiosa y lingüística. El agrupamiento se hizo en tres grandes grupos en función de la lengua: los mel (gola y kisi), los kwa (bassa, belle, dei, grebo, krahn y kro) y los mende (bandi, dahn, kpelle, lome, mandingo, mano, mende vai). El concepto empleado de “tribu” destaca los claros tintes coloniales del régimen liberiano. RUIZ-GIMENEZ ARRIETA, Itziar, Las Buenas Intenciones. Intervención humanitaria en África, Icaria, Barcelona, 2003, p.27. 3 Los nuevos explotadores exportaron esclavos a la colonia española de Guinea Ecuatorial en la década de los 1950s. 4 Por citar el ejemplo más notable, desde 1926 y hasta hace algunos años, el poder en Liberia lo representaba la transnacional estadounidense Firestone Tire and Rubber Co., que tenía en el país la mayor plantación de caucho del mundo, hasta el punto que Liberia era también conocida como la “República Firestone”. Desarrollaba sus labores en una superficie de 400.000 hectáreas regaladas por el gobierno liberiano por el plazo de un siglo como pago por los servicios prestados por EEUU. Firestone fue un Estado dentro de un Estado, y su estructura social ha sido durante décadas la principal infraestructura del país. FISAS, Vicenç, “Liberia, fincas privadas y bandidos”, El País, 21 de mayo de 1996; ORTIZ LLEDÓ, Carolina, “La
más que frustrar estas esperanzas. Las políticas de “puertas abiertas” llevadas a
cabo por estos dos dirigentes, especialmente hacia las empresas de EEUU que
explotaban las riquezas naturales del país (caucho, madera, minerales,...),
llevaron a que el 90% de los activos del país dependieran de capital extranjero.
Aunque el país gozaba de una relativa estabilidad social5, la recesión económica y
la caída drástica de los precios del hierro y caucho durante el gobierno de Tolbert,
favorecieron la aparición y fortalecimiento de algunos grupos de oposición.
En 1980, Samuel Doe y Thomas Quiwonkpa dieron un golpe de estado con
hombres de los grupos étnicos mano, gio y krahn, en lo que significó el final de
más de 130 años de poder de los américo-liberianos en el país. El cambio de
poder fue percibido por la gran mayoría de la población como el comienzo de una
nueva era en la que los derechos individuales y colectivos estaban garantizados.
De nuevo, se frustraron las esperanzas, ya que Samuel Doe limitó los privilegios
ciudadanos al grupo étnico minoritario al que pertenecía: los krahn, a través de
ventajas económicas y educativas y una política de reclutamiento para el ejército y
la policía favorable a este grupo.6 Los dos líderes golpistas terminaron por
enfrentarse entre sí, y más de 4.000 seguidores de Quiwonkpa, de la etnia gio,
fueron masacrados por las gubernamentales Fuerzas Armadas Liberianas (FAL)
de Doe, por lo que algunos mano y gio desertaron del ejército.
En diciembre de 1989, Charles Taylor y Prince Johnson lideraron a un grupo de
cerca de 150 personas con el propósito de derrocar a Samuel Doe. Su grupo, el
Frente Nacional Patriótico de Liberia (FNPL), consistía aparentemente en
miembros de los dos grupos étnicos que más sufrieron la represión de Doe. Tal
era el descontento que, en un año, Taylor controló cerca del 80% del país. En ese
desintegración de Liberia”, Centro de Investigación para la Paz, 1996, en www.cip.fuhem.es/observatorio/informes/libe.htm. 5 Por ejemplo, el índice de mortalidad era bajísimo, comparado con otros ejemplos africanos: 13,7%. 6 MIALL, Hugh, RAMSBOTHAM, Oliver y Tom WOODHOUSE, Contemporary Conflict Resolution, Cambridge: Polity Press, 1999, p.131.
momento, eran dos los actores principales de conflicto: El FNPL de los gio y los
mano, y el FAL de Doe y los krahn. En 1995, ya eran al menos ocho las facciones
mayores que luchaban al mismo tiempo por el poder, en numerosos episodios de
escalada del conflicto, en especial entre 1989 y 1997, cuando Taylor fue elegido
presidente de Liberia. A pesar de que, desde 2003 Taylor no continúa al frente de
Liberia, los enfrentamientos y la inestabilidad no han terminado. Aparentemente,
debido a odios ancestrales entre grupos étnicos. Al menos, ese fue el mensaje
difundido por los medios de comunicación, a pesar de que el odio inter-étnico sólo
empezó a ser común a partir del régimen represivo de Doe. Sin embargo, justificar
el conflicto liberiano exclusivamente bajo razones étnicas es aportar un análisis
simplista de lo sucedido en Liberia. Peor aún, no contribuye a identificar las
causas verdaderas del problema y afrontar correctamente sus soluciones.
Los conflictos identitarios
Aunque los criterios para definir qué es un conflicto armado son dispares y
dependen de quién realiza la clasificación, uno de los estudios más conocidos
señala que, en 1999, comenzaron o continuaban alrededor de 38 conflictos
armados. De estos, 19 estaban clasificados como conflicto “étnico”, “religioso” o
“rebelión separatista étnica”, entre ellos, el que nos ocupa.7 Sin embargo, está
demostrado que la diferencia cultural no es condición necesaria ni suficiente para
el conflicto violento.8 Ni siquiera en el caso de la religión, a pesar de que “el hecho
religioso está fuertemente enraizado en la vida de las personas y de los pueblos
(...) y [a que] la religión libera sentimientos muy intensos porque está vinculada al
7 TORTOSA, José M., “Guerras por la identidad: de la diferencia a la violencia”, en AGUIRRE, Mariano, Teresa Filesi y Mabel González (eds.), Globalización y Sistema Internacional. Anuario CIP 2000. Icaria, Barcelona, 2000, pp.102-103. Estudio a partir de www.historyguy.com y el Departamento de Estudios para la Paz de la Universidad de Uppsala, Suecia. 8 Ernest Gellner afirmaba que lo asombroso de los conflictos culturales no era su frecuencia, sino su escasez. El número de grupos étnicos, naciones y lenguas que podrían reivindicar sus derechos es mucho mayor que el de los que realmente lo hacen (un escaso 10% del total). TORTOSA, José M., Op. Cit., p.106.
sentido de la vida y de la muerte, y a sus vínculos comunitarios de pertenencia
colectiva”9. El historiador G.Kherer asegura que no está comprobada la existencia
de un solo caso en el que la religión y un conflicto puramente religioso fuesen la
causa única de una guerra.10 Entonces, ¿Por qué ese interés en resaltar la
identidad (religión, nación o etnia), en conflictos armados con múltiples factores
legitimadores?
La percepción de los conflictos como exclusivamente identitarios responde en
ocasiones a análisis simplistas que no recogen la complejidad que suele rodear a
los conflictos armados. También es una forma de justificar el alto nivel de violencia
desatada, confundiendo las causas con las consecuencias. Es cierto que los
conflictos identitarios han contribuido a la agudización de las consecuencias de los
conflictos. No en cuanto a la intensidad de la lucha, ni al número de muertes, ni a
las muertes por cada 1000 habitantes, ya que las estadísticas parecen corroborar
que las cifras no han variado de manera significativa entre el periodo de la Guerra
Fría y los periodos posteriores a la misma.11 Pero sí se muestra una diferencia en
las formas de hacer la lucha, la identificación de los combatientes y el carácter de
las víctimas.12 En las guerras “modernas”, la población civil se ha convertido en
objetivo de guerra. Pero las causas suelen ser de otra naturaleza. Suelen estar
más relacionadas con lo que se ha denominado “economía política de la guerra”.
Aunque esta teoría no puede explicar todos los contextos de forma exhaustiva,
quienes la respaldan explican cómo la guerra, aunque irracional en términos
macroeconómicos, puede beneficiar a determinados actores, y cómo el colapso
del Estado se supera a través de nuevas formas de poder (los señores de la
9 ALEMANY, Jesús M., “El rostro religioso de los conflictos armados”, en Mariano Aguirre y Mabel González, De Nueva York a Kabul. Anuario CIP 2002. Icaria, Barcelona, 2002, p.119. 10 ALEMANY, Jesús M., Op. Cit, pp.117-8. 11 TORTOSA, José M., Op. Cit., p.102. 12 En la primera Guerra Mundial, el número de víctimas civiles con respecto al total de víctimas fue del 5-10%. En la Segunda Guerra Mundial, este porcentaje aumentó hasta el 50%. Desde tiempos de la guerra de Vietnam hasta hoy día, el número de civiles muertos en conflictos armados con respecto del total, representa el 90-95%, y, de ellos, el 90% de la cifra resultante son mujeres o niños. Anuario SIPRI (2003)
guerra) y de economía (a partir de redes clientelares, muchas veces
clandestinas)13
Pese a que la diversidad cultural y social debería ser entendida como positiva y
necesaria, en muchos análisis se la considera el caldo de cultivo de los conflictos
armados identitarios. Pero la etnia, al igual que otros muchos rasgos identitarios
de la persona, es una construcción histórica o social, y un concepto cambiante,
dinámico. En muchas ocasiones, esta invención es interesada e instrumentalizada
para conseguir unos objetivos determinados.
Se trata de identificar al “otro”. Si no hay “otro”, no existe enemigo. Y en
ocasiones se necesita un enemigo para poder llevar a cabo un plan determinado
que, en principio, poco tendrá que ver con la etnia o la religión. Por eso tenemos
que inventar, aunque sea parcialmente, al “otro”. Precisamente para conseguir una
mayor cohesión e identidad del “nosotros”. ¿Y cómo identificar al otro? A través de
los rasgos identitarios más relevantes para la persona, sea la lengua, la religión, el
color de la piel o el apellido. Y la diferencia entre “nosotros” y “ellos” deberá dejar
bien claro que el Bien queda en nuestro lado y el Mal y su amenaza en el lado
contrario.14
Y así, con una buena política de propaganda de demonización del contrario, los
conflictos pueden llegar a ser tan violentos como se quiera. En situaciones
extremas, la afirmación de lo propio puede hacerse a costa de la humillación o
eliminación simbólica o real de “lo otro”. Y si se combinan otros factores, como el
miedo y la amenaza, los niveles de violencia desatada pueden llegar a ser
13 Tal es el caso de autores como Keen, Duffield y De Waal. Para saber más, véase PÉREZ DE ARMIÑO, Karlos (dir.), Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, Icaria-Hegoa, Barcelona, 2001 14 Se necesita a un “otro”, por ejemplo, para achacarle todos los males que padece una sociedad determinada. Este mecanismo, conocido como el “chivo expiatorio”, ya fue empleado por Hítler contra los judíos. Ello le permitió considerar que no había sitio para dos pueblos en un solo territorio. Para este párrafo, ver TORTOSA, José M., Op. Cit., p.107-9.
inhumanos. Los procesos de instrucción que utilizan muchos ejércitos y grupos
guerrilleros están basados en elementos identitarios y contienen un alto nivel de
prácticas deshumanizadoras destinadas a extremar la violencia. Si a estas
prácticas se le añade el efecto de las drogas, como ocurrió en el caso de Liberia,
las consecuencias pueden llegar a ser demoledoras. Y los señores de la guerra lo
saben.
En el caso de Liberia, una lectura superficial y simplista del conflicto lo identificaría
abiertamente bajo explicaciones étnicas: en 1980, Samuel Doe terminó con más
de 130 años de dominación américo-liberiana en el país. Doe favoreció a los krahn
y reprimió a los gio y los mano. Taylor se proclamó libertador de los grupos
oprimidos y combatió a los krahn. Se inició por ambos lados una matanza con
criterio étnico: los gio y los mano del FNPL mataban a los krahn del FAL y
viceversa. Parece evidente que Doe primero y Taylor después, supieron jugar la
baza étnica con una propaganda de demonización del adversario y para ello
utilizaron todos los instrumentos a su alcance, desde las herramientas más
simples hasta el empleo, al igual que en otros contextos como Ruanda, Bosnia o
Somalia, de la radio para alentar el odio étnico y religioso.15
Aún en el caso de que pudiéramos explicar el conflicto liberiano bajo razones
étnicas, Miall, Ramsbothan y Woodhouse describen cómo un conflicto que ha sido
iniciado como político-ideológico, o con razones étnico-nacionalistas, puede
derivar en un conflicto puramente faccional.16 A partir de mediados de los noventa,
por ejemplo, estos autores están de acuerdo en que “la violencia ya no era inter-
étnica, sino de facciones, y conducida por la caza de la economía general”. A
través de dos mecanismos: la explotación de los importantes recursos naturales
15 FISAS, Vicenç, Op. Cit. Como ejemplo, en septiembre de 1990, la tortura hasta morir de Doe fue filmada en vídeo y distribuida libremente por varios países. 16 MIALL, Hugh, RAMSBOTHAM, Oliver y Tom WOODHOUSE, Op. Cit.
del país (y de los países vecinos, como en el caso de Sierra Leona), y el robo y el
vandalismo que todas las facciones demostraron hacia la población civil.
No podemos afirmar que existan evidencias para calificar el conflicto liberiano
como étnico. Al menos, no antes de conocer los ingredientes necesarios para una
guerra larga y sangrienta. Por un lado, el Estado es muy débil y sus estructuras
demasiado vulnerables. La población es muy pobre, mientras el país es
inmensamente rico: En Liberia hay diamantes, oro, mineral de hierro (cuyos
desechos de extracción han contaminado los ríos) e importantes recursos
forestales, como el caucho y la madera. Además de sufrir un fuerte legado
colonial, Liberia ha experimentado una política agresiva de Planes de Ajuste
Estructural y una presencia importante de multinacionales. Existe mucho interés
por parte de países extranjeros, en especial en la Comunidad Económica del
África Occidental (ECOWAS, en sus siglas en inglés), aunque el país no cuenta
nada en el Sistema Internacional y está excluido del mismo y olvidado. El Estado
liberiano inició su colapso cuando EEUU le retiró su contrato de mantenimiento
tras el fin de la Guerra Fría y su pérdida de interés en Liberia, lo que, sumado a la
caída del precio internacional del caucho y hierro, sumió al país en una crisis.
Estos factores fomentaron la proliferación de los señores de la guerra y la
economía que los mantiene: las batallas sobre el control de los recursos naturales
y las redes internacionales clandestinas de armas y diamantes, en las que Liberia
ha jugado un rol clave en los últimos años. Todo esto, llevó al colapso del Estado.
El futuro también está hipotecado, desde que los niños han sido reclutados
(muchas veces de manera forzada) como combatientes por todas las facciones.
Además, también deben considerarse factores socio-psicológicos, ya que en
Liberia, los miedos acumulados por las matanzas (étnicas o no), alimentan las
ansias de venganza contra lo que se percibe como el causante de las atrocidades
o “el enemigo”.
Incluso en el terreno personal, los motivos por los cuáles la población civil apoyó y
combatió en las facciones son muy diversos y van más allá del factor étnico. En el
caso del FNPL, Itziar Ruiz-Giménez rescata estudios antropológicos que explican
las razones que motivaron a sus miembros a combatir. Es cierto que este grupo
contó con miembros de las etnias mano y gio, que habían sido seriamente
reprimidas por Doe y que combatieron para defender sus aldeas, familiares o
vidas o para vengar la muerte o violación sexual de seres cercanos o buscar un
futuro tras haber quedado huérfanos. Sin embargo, los civiles que se sumaron al
FNPL también lo hicieron por las promesas de Taylor de becas educativas o
trabajo para cuando consiguiera el poder; o para solucionar disputas por la tierra;
o por ideales revolucionarios; o, simplemente, con el fin de enriquecerse o buscar
una mejor vida. Por otro lado, también hubo (un 15%) quien estuvo obligado a
enrolarse en el FNPL, en particular los jóvenes, escogidos por ser más fácilmente
manipulables, en especial tras consumir drogas.17 También influyó
significativamente la violencia cultural acumulada por la creciente influencia de los
medios de comunicación occidentales.18
Con el fin de profundizar en las relaciones entre las distintas facciones armadas y
desmitificar el cariz étnico de la guerra, paso a analizar las relaciones entre los
distintos actores –principales y secundarios– del conflicto armado. Mientras un
análisis superficial del conflicto resaltaría el factor étnico, una mirada más
profunda en los intereses de los actores y sus relaciones de poder, descubre la
complejidad del entramado. Aunque no van a detallarse aquí todas las facciones
armadas que han aparecido en Liberia19, sí nos centraremos en las más
significativas. Es importante notar cómo muchas veces, combatientes de la misma
17 RUIZ-GIMENEZ, Itziar, Op. Cit, pp.48-49. 18 FISAS, Vicenç, Op. Cit; ORTIZ LLEDÓ, Carolina, Op. Cit. 19 No se hablará aquí de otras facciones mayores como la Lofa Defence Force (liderada por Francois Massaquoi), el Central Revolutionary Council (Tom Woewiyu) o el Movement for Justice in Africa (Amos Sawyer), ni de otras muchas facciones armadas menores que surgieron en Liberia.
etnia se han enfrentado entre sí, y cómo las lealtades han cambiado en función de
los intereses del momento.
Se matan facciones, no etnias
En un primer momento, las tropas del FNPL de Taylor se enfrentaron a las
Fuerzas Armadas de Liberia (FAL) y, posteriormente, al Gobierno de Unidad
Nacional establecido tras el asesinato del presidente Doe en 1990. En general, ya
vimos que los soldados del FNPL provenían de las etnias gio y mano, reprimidas
durante los años anteriores. Pero también estaba formado por exiliados políticos
del régimen de Doe, antiguos soldados del FAL, guerrilleros de Burkina Faso y
disidentes leoneses, entre otros. El FNPL basó su economía de guerra en los
recursos de madera, caucho y minerales. En julio de 1990, siete meses después
de los primeros combates, el FNPL se dividió en dos grupos, el FNPL de Charles
Taylor, y el FNPL independiente (IFNPL) de Prince Johnson. A pesar de que los
dos grupos estaban formados por miembros de los mismos grupos étnicos, se
enfrentaron entre sí. Los motivos de las diferencias aparentaron ser ideológicos,
ya que Prince Johnson se opuso a los flirteos de Taylor con la Libia de Gadhafi por
el suministro de armas, además de que ambos líderes presentaban
incompatibilidades de caracteres y de formas de lucha por el poder. El IFNPL,
siempre contrario a Taylor, se desintegró a finales de 1992.
Ese mismo año, se constituyó el ULIMO (Movimiento Unido Independiente de
Liberia, en sus siglas es inglés), liderado por Raleigh Seekie y formado por
antiguos partidarios de Doe de las etnias krahn y mandingo y exiliados en Guinea
y Sierra Leona. A comienzos de 1994, el ULIMO también se dividió en dos
facciones. Por un lado, el ULIMO-J, formado por krahn de la antigua FAL, pero
también por miembros de las etnias kpelle, kisi, bassa y kro. Su líder, Roosevelt
Johnson, contaba con 9.000 efectivos. Por el otro, los 10.000 hombres del ULIMO-
K, formado básicamente por mandingos bajo las órdenes de Alhaji Kromah. Los
mandingos fueron en un principio contrarios a Taylor20, aunque terminaron
uniéndose a él contra el ULIMO-J, basando su lucha por el control de la zona de
influencia rica en minerales (diamantes y oro) en los condados de Lofa y Bomi. El
6 de abril de 1995, el ULIMO-K y el FNPL intentaron detener a Roosevelt Johnson,
acusándolo de asesinato, lo que desencadeno una feroz contienda.
Por otro lado, en 1993 apareció una nueva facción: el Liberia Peace Council.
Liderado por George Boiley, consistía en 5.000 hombres de las etnias krahn, gio,
mano y mandingo, que lucharon contra Taylor y le arrebataron territorios. Estuvo
financiado por las FAL y apoyado por el Grupo de Vigilancia del Alto el Fuego
(ECOMOG, en sus siglas en inglés).
El ECOMOG fue enviado por el ECOWAS en agosto de 1990. En principio, su
misión era la de terminar con el conflicto liberiano y proteger a la población civil, en
lo que se denomina, en formato de Naciones Unidas, una “operación de
mantenimiento de la paz”.21 Por intereses particulares, sólo participaron los países
anglófonos del ECOWAS (con excepción de Guinea, también interesada como
veremos), liderados por Nigeria. Los países francófonos, por su lado, o no
quisieron participar (Togo, Malí) o condenaron la intervención (Burkina Faso,
Costa de Marfil) Pese a que el ECOMOG debía ser neutral y a favor de la
población civil, su neutralidad estuvo en entredicho, ya que las actividades del
ECOMOG fueron claramente favorables al Gobierno y, sus acciones, represivas
con la población civil. Dados los claros vínculos que les unían, Taylor llegó a
acusar al ULIMO de ser el “escuadrón de la muerte del ECOMOG”.
20 Ya que Taylor apoyó al Lofa Defense Force, un grupo que combatía, en principio, a la población mandinga del ULIMO a medidos de los noventa. 21 En teoría, porque para que una operación sea percibida como tal, se requiere el consentimiento de todas las partes en conflicto (Taylor siempre se opuso), que exista un alto el fuego que supervisar y que la fuerza se emplee defensivamente y de forma imparcial. Ninguna de estas características fue cumplida. Por ello, Itziar Ruiz-Giménez afirma que el ECOMOG respondió más a una operación de imposición de la paz, convirtiéndose en la primera intervención de la posguerra fría. RUIZ-GIMENEZ, Itziar, Op. Cit., pp. 54-7
El ECOMOG comenzó sus andadas permaneciendo impasible frente al asesinato
de Samuel Doe por las fuerzas de Prince Johnson ante sus ojos. Los “cascos
blancos” del ECOMOG participaron en el saqueo de algunas ciudades, vendieron
armas y munición a las facciones que combatían a Taylor22, bombardearon
aéreamente Monrovia (con napalm y bombas de racimo) y los puertos de
Buchanan y Greenville, para interrumpir el comercio que abastecía a Taylor.
También bombardearon repetidas veces hospitales e incluso los convoyes
humanitarios de la organización internacional humanitaria Médicos Sin Fronteras,
claramente identificados como tales.23 El ECOMOG impuso un embargo
humanitario sobre las zonas controladas por el FNPL. En general, todas las
facciones se apropiaron de los recursos de las agencias humanitarias para su
propio abastecimiento. También en 2003, cuando arrasaron las oficinas de las
Naciones Unidas y de varias ONG (incluso capturaron a observadores de la ONU
y a trabajadores humanitarios). Sin embargo, al tratarse el ECOMOG de una
fuerza de pacificación regional, sus violaciones y abusos de poder fueron más
cuestionadas y no hicieron más que aumentar la popularidad de Taylor.
Taylor continuó con su economía política de guerra tras ser elegido Presidente en
1997 y controlar los mecanismos del Estado. Continuó jugando un rol clave en las
redes internacionales de armas y diamantes y financió grupos armados que se
convirtieron en opositores a los gobiernos de los países vecinos, lo que provocó
una enemistad de estos con Taylor, incluso en el caso de antiguos aliados, como
Costa de Marfil. A partir de 2000, y especialmente en 2003, el grupo Liberianos
Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD) se rebeló contra Taylor. El
LURD consiguió hombres y financiación de Guinea-Conakry y reclutó a sus
combatientes (también, en muchos casos, de manera forzada) entre los refugiados
liberianos de ese país. Controló los territorios del nordeste del país y, en junio de
22 Lo que queda claramente reflejado en los informes de Amnistía Internacional. 23 Médicos Sin Fronteras, Escenarios en Crisis. Citado en FISAS, Vicenç, Op. Cit.
2003 se dirigió a Monrovia. Por otro lado, también apareció el Movimiento
Democrático de Liberación (MODEL), que combatió desde el sur de Liberia,
recibiendo apoyo de Costa de Marfil, como respuesta al apoyo que brindó Taylor a
los rebeldes MPIGO y MJP que participaron en los enfrentamientos contra el
Gobierno marfileño en el oeste del país entre 2002 y 2003.24
Actores secundarios
El conflicto liberiano no puede entenderse sin sus actores secundarios. Estos
actores, extranjeros en su totalidad, ayudan a comprender los entramados de la
economía política de la guerra y a desenmascarar las contribuciones externas a la
misma, más allá de los argumentos étnicos.
Como partidarios de Taylor, se encuentran, entre otros, Libia, Francia y algunos
países francófonos del ECOWAS, como Costa de Marfil y Burkina Faso. Entre sus
detractores, los países anglófonos, con Sierra Leona y Nigeria a la cabeza. El
Gobierno Interino de Unidad Nacional, establecido tras el asesinato de Doe (y
contrario a Taylor), fue apoyado por Nigeria, Ghana, Guinea, Sierra Leona y
Gambia (en especial, a través del ECOMOG), y por la Comunidad Internacional.
Sin embargo, las alianzas y lealtades variaron en función de los intereses, y
antiguos aliados de Taylor se convirtieron en opositores, y viceversa, como
sucedió en los casos de Costa de Marfil y Nigeria. Entender el porqué de las
alianzas ayuda a comprender el porqué de la guerra.
Costa de Marfil y Burkina Faso fueron aliadas de la Liberia de William Tolbert, que
fue asesinado por Doe en el golpe que dio en 1980. Su hijo Adolphos, era yerno
del famoso presidente de Costa de Marfil Houphouët-Boigny, y también fue
24 Las prácticas de saqueo y las violaciones practicadas por el LURD y el MODEL han sido ampliamente documentadas por algunas ONG como Human Rights Watch.
asesinado por Doe, a pesar de sus promesas de no hacerlo. Su otro yerno era
Blaise Compaore, presidente de Burkina Faso. Estos dos países fueron firmes
partidarios de Taylor y obstruyeron significativamente las discusiones sobre la
crisis liberiana en el Consejo de Seguridad de la ONU. Como ya se mencionó,
Costa de Marfil frenó su apoyó cuando la inestabilidad regional desatada por la
crisis liberiana afectó a su territorio en 2002. Antes, Costa de Marfil intercambió
créditos y material de equipo a Taylor por concesiones de explotaciones minerales
y recursos forestales, mientras que Burkina Faso colaboró con cerca de 700
hombres para el FNPL.
Libia, Costa de Marfil y Burkina Faso formaron parte del entramado para abastecer
de armamento al FNPL.25 Libia, principal fuente de armamentos con destino
Liberia, ha demostrado muchas veces su carácter intrusivo en los asuntos internos
de otros países, especialmente en contextos de interés de EEUU. Además, la
Liberia de Doe cooperó con la CIA estadounidense en las relaciones de esta
última con los grupos de oposición libios contra Gadhafi en 1986.
Francia, por su lado, apoyó de manera indirecta la rebelión del FNPL, como apoyo
a los países francófonos y como freno a la hegemonía regional de la anglófona
Nigeria. Distintas compañías francesas suministraron armas y asistencia militar al
FNPL a cambio de madera, a través de Burkina Faso. El francés Werner Mehler
suministró armas y municiones de Rumania a Taylor y la empresa Sollac le
compró minerales.26 Ciudadanos franceses y libaneses residentes en Costa de
Marfil, ayudaron al FNPL con créditos importantes y acceso a equipos, a cambio
de concesiones de minas y productos forestales.27
25 Es bien conocido cómo las armas pasaron de Libia a Burkina Faso en avión, luego a Costa de Marfil y, desde allí, por tierra hasta Liberia y Sierra Leona. LUMPE, Lora, Tráfico de Armas. El mercado negro mundial de armas ligeras. Intermón-Oxfam, Barcelona, 2004, p.23. 26 ORTIZ LLEDÓ, Carolina, Op. Cit. 27 ORTIZ LLEDÓ, Carolina, Op. Cit. Además, el FNPL recibía 10,000 dólares al mes de la compañía británica African Mining Consortium por el transporte de minerales a través de ferrocarril. William H. Twaddell, embajador estadounidense, declaró que entre 1990 y 1994, Taylor podía haber obtenido 75
Por el lado contrario, el gobierno de Ibrahim Babangida en Nigeria fue un aliado
cercano a Samuel Doe. Tenían en común negocios de exportación de hierro y
blanqueo de dinero. Las protestas de la población musulmana nigeriana contra los
ataques a la etnia mandingo (también musulmana), le sirvieron de excusa al
gobierno nigeriano para liderar el ECOMOG y convertirlo incluso en una facción
más de oposición a Taylor. Nigeria tuvo más de 600 muertos e invirtió más de 1
billón de dólares en el ECOMOG28, lo que aumento la impopularidad de
Babangida, que incluso incentivó económicamente a otros países para que
participaran. Sin embargo, las relaciones mejoraron con el General Sani Abacha
como presidente, quien compartió con Taylor intereses en los recursos naturales
liberianos. No fue hasta ese momento cuando no se obtuvieron esperanzas serias
de paz para Liberia. Ambos líderes se encontraron en 1995 en Abuja (Nigeria),
para firmar el decimotercero acuerdo para regular el conflicto liberiano.
El carácter fuertemente anti-Taylor demostrado por Sierra Leona se comprende
fácilmente a partir de las relaciones del líder del FNPL con el grupo rebelde Frente
Unido Revolucionario (RUF, en sus siglas en inglés) de Sierra Leona. Este país
había aprobado previamente la intervención del ECOMOG en Liberia, lo que no
gustó a Taylor, por lo que apoyó la rebelión en Sierra Leona de 1991 y reconoció
como nuevo gobernador del país al líder del RUF, Foday Sankoh. Liberia apoyó al
millones de dólares anuales como pago de impuestos por las exportaciones liberianas: Diamantes (300 millones al año), madera (53), caucho (27) y oro (1). RUIZ-GIMENEZ, Itziar, Op. Cit. Por otro lado, Greenpeace-España denunció las consecuencias del consumo de madera en España procedente de Liberia. Sin embargo, el negocio de la madera liberiana sigue estando en el punto de mira de transnacionales como LAMCO (EEUU-Suecia), Bridgestone (Japón) y Oriental Timber Company (Malasia). WRM (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales), Boletín nº 33, abril de 2000, disponible en www.wrm.org.uy/boletín/33/Liberia.htm 28 El ECOMOG estuvo formado, a principios de los noventa, por soldados de Nigeria (8000 soldados), Guinea (1000), Ghana (900) y Sierra Leona (700). ORTIZ LLEDÓ, Carolina, Op. Cit. A partir del Acuerdo de Cotonou (1993) se incorporaron soldados de Tanzania, Uganda y Zimbabwe.
RUF con armas y soporte logístico a cambio de diamantes leoneses.29 Sierra
Leona, apoyada por Guinea y Nigeria, organizó el nacimiento del anti-Taylor
ULIMO, con el objetivo de combatir tanto al RUF como a la oposición guineana y
al FNPL. Paradójicamente, Guinea facilitó el suministro de armas al ULIMO-K, que
acabaría colaborando con Taylor en la confrontación de abril de 1996.
EEUU no se implicó en los asuntos de Liberia hasta 2003, cuando exigió a Taylor
que cediera el poder y dejara el país. Aunque EEUU siempre estuvo interesado en
Liberia, principalmente debido a la herencia colonial y a la participación de Libia en
el conflicto, la expectación despertada por la Guerra del Golfo impidió toda forma
de participación. EEUU se limitó a proteger su embajada y a no salir de ella,
aunque disponía de 3,000 marines desplegados en Liberia, muchos de ellos a
bordo de varios buques anclados cerca de la costa en estado de alerta.30 Sin
embargo, entre 1980 y 1988, EEUU invirtió más de 500 millones de dólares y armó
al ejército liberiano y entrenó a sus tropas en Israel, convirtiendo a Liberia en el
principal receptor de ayuda norteamericana en el África subsahariana. Durante las
primeras etapas de la guerra civil, entre 1990 y 1994, proporcionó otros 100
millones. En junio de 2003, Washington amenazó a Taylor desplegando buques de
guerra con más de 2300 marines, lo que contribuyó a su salida.
Por su parte, la ONU limitó sus actividades en Liberia a una resolución en la que
se apoyaba al ECOWAS, se condenaba al FPNL y se establecía un embargo de
armas y el envío de la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en Liberia
(UNOMIL)31, que no llegó hasta 1993 y que nunca se preocupó de informar de las
graves violaciones de derechos humanos y del alto el fuego en Liberia. Sin
embargo, en 2003 la ONU centró muchos de sus esfuerzos en Liberia, a través de
29 Lo que motivo sanciones de la ONU en 2001, prohibiendo la exportación de diamantes y un embargo de armas. 30 ARMADA, Alfonso, “La fiesta es linchar al enemigo”, El País, 16 de mayo de 1996. 31 Resolución del Consejo de Seguridad 788, de noviembre de 1992, sobre el embargo de armas en Liberia; Resolución 866, de septiembre de 1993, sobre el envío de observadores internacionales. El primer caso fue interpretado por diversos analistas como un apoyo a la intervención del ECOMOG.
6 informes del Secretario General al Consejo de Seguridad32 y 5 resoluciones33.
En agosto de 2003, tras dos meses de combates, la fuerza internacional de paz
(con mandato de la ONU) intervino en Liberia
Conclusiones y (des)esperanzas
Charles Taylor es un señor de la guerra que ha centrado desde el principio su
interés en establecer redes clientelares que le permitan continuar en el poder, bien
sea en el terreno político (mudando lealtades en función de los intereses del
momento), bien en el económico (continúa siendo una pieza clave en las redes
internacionales clandestinas de armas y diamantes) Impuso una política
mercenaria, tanto en su propio país como en los países vecinos, convirtiendo a
Liberia en factor de desestabilización regional. En el FNPL han participado
opositores gubernamentales de varios países, como Sierra Leona, Gambia y
Ghana y Taylor contribuyó, directa o indirectamente a desestabilizar Sierra Leona
(1992), Gambia (1994) y Costa de Marfil (2002). Taylor empleó una economía
política de guerra tanto cuando estuvo en la oposición como en el Gobierno.34 En
julio de 2003, Taylor volvió a hacer caso omiso del embargo de armas de la ONU y
viajó a Libia para comprar armas.35 El Tribunal Internacional para Sierra Leona,
apoyado por la ONU, realizó una acusación formal contra Taylor el 4 de junio de
2003, por su apoyo al RUF en este país. En verano de 2003, Taylor fue obligado a
exiliarse en Nigeria, en un duro golpe al Derecho Internacional. Sin embargo,
como afirmó el enviado especial de la ONU para Liberia, Jacques Klein, “Charles
Taylor, con un teléfono móvil, es casi tan peligroso como un gobierno en el exilio,
32 Informes 227 (fecha 26-02), 466 (22-04), 582 (02-06), 793 (05-08), 875 (11-09) y 1175 (15-12) 33 Resoluciones 1458 (fecha 28-01), 1478 (06-05), 1497 (01-08), 1509 (19-09) y 1521 (22-12) 34 Taylor ganó las elecciones a la presidencia en 1997, tras una campaña intimidatoria, que estuvo, sin embargo, respaldada por la población que percibía la oportunidad como el fin del conflicto armado. 35 El cargamento fue interceptado por las fuerzas del ECOMOG poco después. SOSA, Rodrigo, “Liberia, la llama de un conflicto regional”, en Papeles de Cuestiones Internacionales, nº 83, otoño de 2003.
potencialmente bastante peligroso”.36 Taylor consiguió lo que quería –ser
presidente– a pesar de la oposición de la Comunidad Internacional y, en especial,
del ECOWAS. Incluso negoció con la otrora enemiga Nigeria cuando percibió que
la necesitaba para conseguir el poder, en una muestra más del cambio de
lealtades que caracterizan a los señores de la guerra. Y para conseguir sus
objetivos manipuló el concepto de etnicidad, al igual que lo hizo Samuel Doe
cuando gobernó.
Pero no fue sólo Taylor. Todas y cada una de las facciones que combatieron en
Liberia y/o continúan haciéndolo, violaron los derechos de la población liberiana y
únicamente se preocuparon por sus intereses particulares de poder económico y
político. Y la Opinión Pública internacional se ha fijado sólo en las numerosas
atrocidades cometidas, dejando que las causas del conflicto y sus posibles
alternativas cayeran en el olvido. Es decir, se conocen las consecuencias de la
guerra, pero no sus causas. Algunos intereses particulares, los vicios de los
medios de comunicación y el morbo de los espectadores favorecen esta
costumbre.
Liberia necesita numerosas acciones urgentes. La población combatiente37
necesita tener unas mínimas oportunidades para que accedan a procesos de
desmovilización y desarme. Hasta que no se termine con la violencia armada, no
se podrán iniciar los procesos de reconciliación y respeto mutuo, necesarios para
una Liberia en paz. La población tiene muy interiorizada la violencia, el odio y el
miedo38. Se debe trabajar en torno a una cultura de paz que reduzca las
36 El País, 21 de agosto de 2003. 37 En Liberia, han habido un mínimo de 60,00037 combatientes, de los que el 75% tenía menos de 25 años, y el 10% menos de 15. Sin embargo, según Itziar Ruiz-Giménez, estas cifras, barajadas por diversas fuentes, son erróneas, al no contabilizar a personas que, aunque no combatieron de manera permanente, tomaron las armas en alguna ocasión. RUIZ-GIMENEZ, Itziar, Op. Cit., p.49. 38 Algunas organizaciones humanitarias han manifestado cuán complicado es trabajar en proyectos de larga duración cuando la población siente incertidumbre y miedo sobre qué sucederá al día siguiente.
tensiones, aparte todo deseo de venganza, produzca un cambio en las
percepciones y estereotipos del “otro” y en las actitudes hostiles contra él y facilite
la solidaridad, la participación y el desarrollo compartido.
Los repetidos intentos de fin de conflicto a través de acuerdos y elecciones libres y
justas han fracasado. En las negociaciones, se deben escoger correctamente a los
mediadores39 y no dejar el futuro del país en manos de los señores de la guerra,
ya que son un gran obstáculo para la paz. Resultaron beneficiados del caos
reinante en Liberia y continúan gozando de grandes privilegios, lucrándose con el
comercio clandestino. No deberían formar parte de un supuesto gobierno estable,
ya que simbolizan la destrucción y el miedo y no pueden despertar confianza en la
población. Sin embargo, estos personajes no van a quedar nada satisfechos con
una disminución de sus privilegios económicos y políticos.40
Pero sí se pueden limitar sus movimientos. Los señores de la guerra basan su
fuente de ingresos en el comercio clandestino, el saqueo y el blanqueo de dinero.
A Liberia llegan grandes cantidades de armas desde Europa y Oriente Medio, y en
Monrovia se comercializa gran parte de los diamantes leoneses y liberianos. Estas
prácticas están altamente favorecidas por los vacíos legales existentes, y por la
existencia de paraísos fiscales, bancarios o judiciales. No es difícil, ya que existe
un mínimo de 77 en el mundo, representados por países o por ciudades
autónomas.41 Regular estos mercados y someterlos a control e inspección limitaría
39 ECOWAS intentó siempre un rol líder de mediador en los esfuerzos por desescalar el conflicto, y presentó varias propuestas. Intentó formalizar un Comité Permanente de Mediación (SMC, formado por Gambia, Ghana, Nigeria y Togo) en mayo de 1990, que no funcionó debido a la división interna del ECOWAS. Pero nunca fue un interlocutor válido, dado que el ECOMOG, su brazo armado, nunca fue una fuerza neutral (ni lo fueron los países miembros), ya que colaboró activamente con todas las facciones armadas opuestas a Taylor. 40 Suele suceder que los señores de la guerra acaben siendo incluidos en los nuevos gobiernos. En el caso de Afganistán, por ejemplo, el presidente Karzai nombró a Rashid Dostum, uno de los señores de la guerra más temidos como viceministro de defensa. “Karzai incluye en su Gobierno a uno de los ‘señores de la guerra’”, El País, 26 de diciembre de 2001. 41 19 en Europa, 25 en América y Caribe, 23 en Asia-Oceanía, 6 en Próximo Oriente y el Golfo Pérsico y 4 en África. “L’Atlas du Monde Diplomatique”, Le Monde Diplomatique, París, enero de 2003, p.35.
mucho los movimientos de los señores de la guerra. Y el desarrollo mismo de las
guerras.42
Concluyendo, es muy frecuente identificar las causas de los conflictos armados en
factores internos y sus soluciones a partir de la diplomacia internacional. Tanto las
relaciones de poder como las posibles soluciones se han manejado siempre a
través de los gobiernos regionales y los líderes guerrilleros. Sin embargo, sería
recomendable añadir justo lo contrario: Por un lado, es importante, también,
presentar las soluciones y alternativas a partir de la propia población43 y, por el
otro, conocer las razones y responsabilidades externas que favorecen el estallido
y la duración de los conflictos armados africanos.
En el primer caso, los acuerdos de paz siempre dejaron fuera a los grupos de
ciudadanos, como ONG, activistas pacifistas, periodistas independientes,... y los
grupos civiles fueron progresivamente marginados en el proceso de paz, llevando
las alternativas a partir de patrones militares. Y no faltaron propuestas.44 Si no se
considera a la propia población en las alternativas a la violencia, difícilmente las
soluciones propuestas llegarán a ser sostenibles y duraderas.
42 Según Greg Campbell, “Liberia proporciona un puerto seguro a cualquiera que desee mantener su aeronave al abrigo de cualquier vigilancia, y en un solo día se puede obtener allí una licencia empresarial sin necesidad de mencionar en absoluto a directivos, propietarios y accionistas. Una vez que el aeroplano se ha registrado en Liberia, éste puede tener su base en otro país y se puede utilizar en cualquier lugar del mundo, con frecuencia sin dejar apenas rastro de sus viajes”. CAMPBELL, Greg, Diamantes Sangrientos. Las piedras de la guerra, Paidós, Barcelona, 2003, p.89; o, según Lora Lumpe, “Liberia fue bandera de conveniencia para las empresas de transporte aéreo de carga gracias a la laxitud de sus leyes e impuestos”, LUMPE, Lora, Op. Cit., p.178; Para conocer más sobre las redes internacionales de diamantes y armas, respectivamente, se recomienda leer estos dos libros. 43 Al igual que en otros contextos conocidos, como Filipinas, Colombia y Burundi, en Liberia han habido algunos ejemplos de cómo la población se auto-organiza para establecer políticas de afrontamiento a la violencia: Algunas comunidades han formado equipos comunales de vigilancia para protegerse contra los grupos armados que amenazan sus comunidades. MIALL, Hugh, RAMSBOTHAM, Oliver y Tom WOODHOUSE, Op. Cit., p.133, a partir de estudios de CAIRNS, E., A Safer Future: Reducing the Human Cost of War, Oxford Publications, Oxford, 1997, pp.85-6. 44 Entre otras, las redes de mujeres y el Comité Liberiano Inter-Confesional por la Mediación (IFMC) –el Consejo Nacional Musulmán y el Consejo liberiano de Iglesias intentaron mediar entre las facciones, con un rol de facilitadores.
En el segundo, es importante resaltar los factores externos de los conflictos, para
poder limitarlos y pedir responsabilidades. Sin embargo, los argumentos étnicos,
religiosos o nacionalistas ocultan estos factores. En Liberia, se han enfrentado
miembros de distintas etnias, pero también dentro de los mismos grupos: Los
krahn combatieron entre sí, al igual que los gio, los mano y los mandingo, entre
otros. Aunque el factor étnico (al igual que la clase social o la religión) es muy
importante y es necesario tenerlo presente, es más un instrumento para la
violencia que una causa para la misma. Justificar la transformación violenta de los
conflictos con pretextos étnicos o religiosos es una práctica común que muchas
veces distorsiona la realidad y que corresponden a análisis simplistas de los
conflictos armados. Eso sí, los argumentos étnicos, religiosos y nacionalistas son
muchas veces instrumentalizados para polarizar a las sociedades o justificar
intervenciones, como hizo la ECOWAS cuando calificó el conflicto liberiano como
étnico. En estos casos, los conflictos armados se justifican por sí solos, se
simplifican y se consideran como “naturales”, destacando lo poco que podemos
hacer frente a tanta locura desatada.
¿Y por qué es importante identificar bien las causas de la violencia armada?
Cuando presentamos un conflicto armado bajo motivaciones políticas y
económicas, siempre quedan al descubierto los intereses particulares que
determinados grupos –internos o externos– tienen al respecto. En estos casos, la
Opinión Publica internacional y la movilización de la ciudadanía mundial y su
denuncia, en especial de los “factores externos”, resultan determinantes. Sin
embargo, calificar un conflicto armado como religioso o étnico, desmoviliza a las
sociedades.
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