1. El da D. El secreto de su xito est en su portentosa
capacidad para dotar de carne y sangre, de vida, a las criaturas
histricas que pueblan sus libros. El puntilloso rigor del
documentalista se convierte, por arte de Beevor, en brillante
narracin donde no se sabe qu admirar ms, si su solvencia histrica o
la irresistible adiccin literaria que suscita. Ahora, el genial
escritor vuelve a maravillarnos con su narracin de El Da D. Tras
largos aos de trabajo
2. en archivos que sus predecesores no pudieron consultar (ms
de treinta, en media docena de pases), ha escrito lo que nos parece
una obra total sobre la experiencia de la guerra: los preparativos
de la invasin de Normanda por las fuerzas aliadas, la disciplinada
resistencia de los soldados alemanes, el enfrentamiento, terrible,
en las cabezas de playa, el penoso avance en territorio francs con
batallas tan fieras como las que se libraban en el frente oriental,
el calvario de los civiles franceses masacrados por
3. ambos bandos, las miserables disensiones entre los jefes
militares o la visin, casi insoportable, de la exaccin ms terrible
de la guerra: los heridos, los desnudos y los muertos. Antony
Beevor ha alcanzado justa fama universal con sus libros de historia
del siglo XX, entre los que sobresalen los best sellers
Stalingrado; Berln y La Guerra Civil espaola, traducidos a ms de
treinta idiomas. Para este libro ha manejado documentacin de ms de
30 archivos de media docena de pases, hasta ahora no
consultados.
4. Lo mejor del libro es que la maestra de Beevor consigue
transformar un material sorprendentemente complejo en una historia
apasionante, describiendo brillantemente esta campaa. Las
detalladas descripciones del ir y venir en ambos frentes nunca
dejan confuso al lector. Esta es una de las marcas de la habilidad
de Beevor, que ya demostr en otras obras como Stalingrado, La
batalla de Creta, La Guerra Civil espaola y Berln: la cada, 1945
(Chris Patten, Financial Times). Beevor es un
5. maestro del arte de dar nueva luz temas ya conocidos. Ha
reunido una gran cantidad de nuevas fuentes, voces y ancdotas
inditas para crear una saga tan vvida como sus anteriores
narraciones de Stalingrado y Berln: la cada, 1945. El relato del Da
D es espectacular.
6. Antony Beevor El da D La batalla de Normanda ePUB v1.0
Ozzeman 15.08.12
7. Ttulo original: D-Day. The Battle for Normandy Antony
Beevor, 2009 Traduccin: Tefilo de Lozoya y Juan Rabasseda
Diseo/retoque portada: Jaime Fernndez/Ozzeman Editor original:
Ozzeman (v1.0) ePub base v2.0
8. Para Miles, mi viejo amigo
9. Como actores que aguardan entre bastidores en Europa ya
vemos las luces que iluminan el escenario y omos el comienzo de la
colosal obertura. A los que entremos en el momento de mximo
estruendo nos resultar difcil escuchar nuestros pensamientos,
difcil valorar hasta qu punto nuestra conducta se debe al miedo o a
la furia. KEITH DOUGLAS (1920-1944), The Complete Poems, Londres,
2000, p. 125.
10. Glosario BCRA Bureau Central de Renseignements et d'Action,
servicio de operaciones especiales y secretas del general De
Gaulle, dirigido por el coronel Andr Dewavrin, conocido por su
nombre de guerra, Passy. Bocage Vasta zona rural de Normanda
consistente en pequeos campos rodeados de enormes setos, plantados
en terraplenes, entre los cuales a menudo hay profundas
veredas.
11. DUKW Vehculo anfibio de transporte americano, fabricado por
General Motors. FFI Forces Francaises de l'Intrieur. La organizacin
de la Resistencia parecida a una formacin militar, a las rdenes del
general Koenig en Londres. Fifi En argot, un miembro de las FFI.
FTP Francs-tireurs et Partisans. La seccin de la Resistencia
dirigida por los comunistas de Francia. Hiwi Abreviacin del trmino
alemn Hilfsfreiwillige o voluntario. Eran
12. principalmente prisioneros de guerra soviticos que se haban
visto obligados a elegir entre morir de hambre en un campo de
concentracin o servir en el ejrcito alemn como auxiliares. Unos
pocos se convirtieron en leales seguidores de sus amos alemanes.
Los que capturaron los aliados fueron entregados a Stalin. Algunos
acabaron fusilados, pero la mayora muri en los campos de trabajos
forzados. Jager El equivalente en el ejrcito alemn de la infantera
ligera o cazadores. Jedburgh Equipos americanos,
13. britnicos y franceses formados por tres hombres, dos
oficiales y un operador de radio. Fueron lanzados en Francia en
paracadas antes de la batalla de Normanda y durante sta. Su misin
era entrenar y asesorar a los grupos de la Resistencia. Kbelwagen
Fabricado por Volkswagen, era el equivalente del jeep utilizado por
la Wehrmacht, pero un poco ms grande y ms pesado. Landser El
equivalente alemn de un recluta o soldado raso, aunque normalmente
indica que tena
14. experiencia en el frente como soldado de infantera. LCT
Landing Craft Tank, lancha de desembarco, tanques. Lancha de
desembarco de carros de combate y otros vehculos utilizadas en las
operaciones anfibias. LST Landing Ship Tank, buque de desembarco,
tanques. Naves que permitan el transporte y el desembarco
directamente en las playas de vehculos blindados y tropas en las
operaciones anfibias. Luftlande Como, por ejemplo, 91.
15. Luftlande-Division: divisin aerotransportada alemana,
adiestrada para aterrizar con planeadores en apoyo del lanzamiento
de unidades de Fallschirmjager o paracaidistas. OB West
Oberbefehlshaber West, o Alto Mando Oeste. Se designaba as al
cuartel general del mariscal Gerd von Rundstedt (y ms tarde del
mariscal Von Kluge) en Saint-Germain-en-Laye, justo a las afueras
de Pars. OKH Oberkommando des Heeres, alto mando del ejrcito,
responsable en la prctica del frente oriental.
16. OKW Oberkommando der Wehrmacht, alto mando de la Wehrmacht,
responsable de los dems teatros de la guerra, especialmente del OB
West durante la batalla de Normanda. ORA Organisation de Rsistance
de l'Arme. El ala ms conservadora de la Resistencia, creada por los
miembros del ejrcito francs autorizado por el armisticio, que
establecieron sus propios grupos tras la reocupacin por los
alemanes de la zona desmilitarizada en noviembre de 1942. OSS
Office of Strategic Services,
17. Oficina de Servicios Estratgicos, el equivalente americano
del SOE. Ost-Battalion Ostruppen Batalln formado por Osttruppen.
Tropas del este, antiguos soldados del Ejrcito Rojo capturados por
los alemanes, en su mayora pertenecientes a la ROA del general
Vlasov, que sirvieron en Francia, vistiendo el uniforme alemn, a
las rdenes de oficiales y suboficiales germanos. Panzerfaust
Sencillo y eficaz lanzagranadas antitanque que se llevaba al
hombro. Fue producido de manera masiva para la infantera
alemana.
18. Peep Jeep en argot. PIAT Projector Infantry Anti-Tank. Un
equivalente britnico de la bazooka, pero de inferior calidad. ROA
Rosskaya Osvoboditel'naya Armiya, Ejrcito Ruso de liberacin. Esta
unidad militar fue formada con antiguos soldados del Ejrcito Rojo
por el general Andrei Vlasov. SAS Special Air Service (Servicios
Areos Especiales). Estas fuerzas especiales britnicas fueron
organizadas en dos brigadas para la invasin de
19. Europa, pero incluan unidades y subunidades francesas y de
otras nacionalidades. SHAEF Supreme Headquarters Allied
Expeditionary Force: Cuartel General Supremo de la Fuerza
Expedicionaria Aliada. SOE Special Operations Executive: Direccin
de Operaciones Especiales. Esta organizacin fue creada por
Churchill en 1940 para promover los movimientos de resistencia en
la Europa ocupada.
20. NOTA ACLARATORIA Cuando se habla de regimientos en el
texto, debe recordarse que las referencias a un regimiento britnico
o canadiense implican un nico batalln. Por otro lado, los
regimientos americanos y alemanes solan comprender tres batallones
y tenan el tamao de una brigada. Para una tabla comparativa de los
rangos militares de los ejrcitos americano, britnico y alemn, as
como de la Waffen-SS, vase
21. www.antonybeevor.com
22. 1 La decisin Southwick House es un grandioso edificio de
estilo regencia, con una fachada de estuco y una entrada porticada.
A unos ocho kilmetros al sur, la base naval de Portsmouth y los
fondeaderos que se extendan ms all aparecan repletos de naves de
distintos tamaos y tipos: grisceos buques de
23. guerra, barcos de transporte y centenares de lanchas de
desembarco, todos ellos amarrados unos a otros. El Da D se haba
fijado para el lunes, 5 de junio, y las labores de carga ya haban
dado comienzo. En tiempos de paz, Southwick habra podido ser
perfectamente el escenario de una de las fiestas de Agatha
Christie, pero la Marina Real britnica haba tomado posesin de la
mansin en 1940. Sus hermosos jardines de antao y el bosque con los
que stos limitaban se vean asolados ahora por la presencia de un
sinfn de barracones para soldados, tiendas de campaa y caminos
24. de ceniza. Era el cuartel general del almirante sir Bertram
Ramsay, comandante en jefe de las fuerzas navales para la invasin
de Europa, as como el puesto de mando avanzado del SHAEF (Supreme
Headquarters Alied Expeditionary Force, Cuartel General Supremo de
las Fuerzas Expedicionarias Aliadas). Las bateras antiareas
situadas en las estribaciones de Portsdown tenan la misin de
defender la zona, as como un arsenal naval a los pies de la montaa,
de posibles ataques de la Luftwaffe. El sur de Inglaterra haba
sufrido una ola de calor y la consecuente sequa. El
25. 29 de mayo se haban alcanzado elevadas temperaturas,
inusuales en esa poca del ao, pero el equipo meteorolgico al
servicio del cuartel general del general Dwight D. Eisenhower
enseguida empezara a inquietarse. El grupo estaba bajo las rdenes
del Dr. James Stagg, un escocs alto y flaco, de rostro severo y con
un acicalado bigote. Stagg, el mximo experto en meteorologa del pas
en la vida civil, acababa de ser nombrado capitn de grupo de la RAF
con el fin de que gozara de la autoridad necesaria en un ambiente
militar poco acostumbrado a los intrusos.
26. Desde abril, Eisenhower haba estado probando a Stagg y a su
equipo exigindoles previsiones meteorolgicas para tres das que
deban consignarse todos los lunes para ser contrastadas
posteriormente con la realidad. El jueves 1 de junio, un da antes
del fijado para que los buques de guerra zarparan de Scapa Flow, en
el noroeste de Escocia, las estaciones meteorolgicas indicaron que
se estaban formando reas de depresin al norte del Atlntico. La
marejada en el canal de la Mancha poda mandar a pique las lanchas
de desembarco, por no hablar del pernicioso efecto que habra
podido
27. tener en los soldados apiados a bordo de ellas. Las nubes
bajas y la mala visibilidad suponan otra gran amenaza, pues las
operaciones de desembarco dependan de la habilidad de las fuerzas
areas y navales aliadas para hacer destruir la artillera y las
posiciones defensivas de los alemanes en la costa. El embarque de
los ciento treinta mil efectivos que formaban la primera tanda de
la operacin haba comenzado y deba concluirse en dos das. Stagg
sufra en sus carnes la falta de acuerdo entre los departamentos
meteorolgicos de britnicos y estadounidenses. Ambos reciban
los
28. mismos informes de las estaciones meteorolgicas, pero los
anlisis que hacan de estos datos uno y otro departamento
sencillamente no coincidan. Incapaz de admitir una cosa as, se vio
obligado a decir al general de divisin Harold R. Bull, jefe
auxiliar del Estado Mayor de Eisenhower, que la situacin es
compleja y difcil. Por amor de Dios, Stagg!, exclam iracundo Bull.
Resulvalo maana por la maana antes de presentarse a la reunin con
el comandante supremo. El general Eisenhower est preocupadsimo.
Stagg regres a su barracn, donde
29. despleg los mapas y volvi a consultar a los otros
departamentos.1 Para Eisenhower haba otras razones que provocaban
ese nerviosismo previo al Da D. Aunque aparentemente tranquilo, con
aquella sonrisa franca con la que se diriga y miraba a todo el
mundo, independientemente de su rango militar, el general fumaba
por entonces hasta cuatro cajetillas diarias de Camel. Encenda un
cigarrillo, dejaba que se consumiera en un cenicero, se levantaba
de un salto, daba vueltas y encenda otro. Ese estado de nerviosismo
tampoco se vea favorecido por la constante ingestin de tazas de
caf.2
30. Posponer la invasin conllevaba un sinfn de riesgos. No se
poda encerrar a los ciento setenta y cinco mil soldados de las dos
primeras tandas de fuerzas invasoras en sus buques y lanchas de
desembarco, en medio de la marejada, sin que perdieran su espritu
de combate. A los acorazados y a los convoyes que estaban a punto
de bordear la costa britnica para adentrarse en el canal de la
Mancha no se les podra hacer dar la vuelta ms de una vez sin que se
vieran obligados a repostar. Y la posibilidad de que los aviones de
reconocimiento alemanes los localizaran habra aumentado
31. peligrosamente. Mantener el secreto de la operacin haba
sido en todo momento la principal preocupacin. Buena parte de la
costa meridional de Inglaterra estaba literalmente cubierta de
campamentos militares de forma alargada, llamados salchichas, en
los que las tropas de la invasin permanecan supuestamente aisladas
y sin contacto con el mundo exterior. Sin embargo, numerosos
soldados haban conseguido pasar al otro lado de las alambradas para
tomar una ltima copa en el pub o encontrarse con sus novias y
esposas. La posibilidad de que, por una razn u otra, se
32. produjeran infiltraciones era muy elevada. Un general
estadounidense de las fuerzas areas haba sido enviado a casa de
forma deshonrosa por haber revelado la fecha de la Operacin
Overlord en el curso de una fiesta en el Claridge. Y ahora haba
surgido el temor de que en Fleet Street pudiera notarse la ausencia
de los periodistas britnicos que haban sido invitados para acompaar
a las fuerzas invasoras. Toda Gran Bretaa saba que la llegada del
Da D era inminente, y tambin lo saban los alemanes, pero deba
evitarse a toda costa que el enemigo se enterara de su fecha
precisa
33. y de dnde tendra lugar el ataque. Desde el 17 de abril se
haba impuesto una estricta censura en las comunicaciones de los
diplomticos extranjeros, y las salidas y entradas al pas estaban
sometidas a rgidos controles. Por fortuna, los servicios de
seguridad britnicos haban capturado a todos los agentes de Berln
que operaban en Gran Bretaa. La mayora de estos agentes haban sido
engaados para que transmitieran informacin errnea a sus
supervisores. Este sistema llamado doble equis, controlado por el
Comit XX, tena por objetivo provocar mucho ruido y
34. confusin como uno de los aspectos fundamentales de la
llamada Operacin Fortitude (Fortaleza). Fortitude fue la medida de
diversin ms ambiciosa de la historia de la guerra, un proyecto de
mayor envergadura incluso que la maskirovka que por aquel entonces
preparaba el Ejrcito Rojo para ocultar el verdadero objetivo de la
Operacin Bagration, la ofensiva militar de Stalin para rodear y
aplastar en verano de 1944 el Grupo de Ejrcitos Centro de la
Wehrmacht en Bielorrusia. La Operacin Fortitude tena varias
facetas. Fortitude Norte, con formaciones falsas en Escocia creadas
a
35. partir de un 4. Ejrcito Britnico, finga estar preparando un
ataque contra Noruega para mantener en este pas a las divisiones
alemanas destacadas en l. Fortitude Sur, la de mayor envergadura,
tena por objetivo hacer creer al enemigo que cualquier desembarco
en Normanda era una medida de diversin a gran escala para atraer a
las reservas alemanas y alejarlas del paso de Calais. La verdadera
invasin se supona que iba a tener lugar durante la segunda quincena
de julio entre Boulogne y el estuario del Somme. Un hipottico I
Grupo de Ejrcito de los Estados Unidos a las rdenes del George
S.
36. Patton, el general ms temido por los alemanes, se jactaba
de contar con once divisiones en el sureste de Inglaterra. Una
serie de aviones de cartn piedra y de tanques hinchables, adems de
doscientas cincuenta lanchas de desembarco falsas, contribuan a
crear ese espejismo. Se haban creado formaciones inventadas, como
la 2.a Divisin Aerotransportada britnica, junto con otras reales.
Para aumentar el efecto de ese espejismo, dos cuarteles generales
militares ficticios emitan constantemente mensajes por radio.3 Uno
de los principales agentes dobles que trabaj para los servicios
de
37. inteligencia britnicos en el marco de la Operacin Fortitude
Sur fue un cataln, Juan Pujol, cuyo nombre en clave era Garbo.
Junto con su agente de los servicios de seguridad, construy una red
de veintisiete subagentes totalmente inventados y bombarde la
central de inteligencia alemana en Madrid con informaciones
minuciosamente preparadas por Londres. Unos quinientos mensajes
fueron emitidos por radio en los meses anteriores al Da D. Esos
comunicados ofrecan una serie de detalles que poco a poco iban
tejiendo el entramado con el que el Comit de la
38. Doble Equis quera persuadir a los alemanes de que el gran
ataque iba a tener lugar ms adelante en el paso de Calais.4 Tambin
se idearon otras tretas con el fin de impedir que los alemanes
desplazaran a Normanda tropas procedentes de otros lugares de
Francia. La Operacin Ironside tena por objeto dar la sensacin de
que dos semanas despus de los primeros desembarcos se lanzara una
segunda invasin en la costa occidental francesa directamente desde
los Estados Unidos y las Azores.5 Para que los alemanes siguieran
realizando conjeturas al respecto, y para
39. impedir que desplazaran a Normanda la 11.a Divisin
Acorazada, que se encontraba cerca de Burdeos, una agente destinada
en Gran Bretaa, que estaba debidamente controlada, llamada Bronx,
envi el siguiente mensaje cifrado a su supervisor alemn en el Banco
Espirito Santo de Lisboa: Envoyez vite cinquante libres. J'ai
besoin pour mon dentiste. Esto significaba que en torno al 15 de
junio se llevar a cabo una operacin de desembarco en el golfo de
Vizcaya. La Luftwaffe, que evidentemente tema un desembarco en
Bretaa, orden la destruccin inmediata de cuatro
40. aerdromos situados cerca de la costa.6 Otro plan de
diversin, la Operacin Copperhead, se puso en marcha a finales de
mayo cuando un actor que guardaba un extraordinario parecido con el
general Montgomery, visit Gibraltar y Argel, dando a entender que
se preparaba un ataque contra la costa del Mediterrneo. Bletchley
Park, el complejo secreto situado a unos noventa kilmetros al
noroeste de Londres dedicado a descifrar las comunicaciones
enemigas codificadas, adopt a partir del 22 de mayo un nuevo
sistema de observacin para la Operacin Overlord. Sus
41. expertos estaban preparados para descifrar cualquier cosa
importante en el momento en que tuvieran noticia de ella. Gracias a
esas interceptaciones Ultra, tambin eran capaces de comprobar el
xito de la desinformacin elaborada por el Plan Fortitude y
transmitida por los principales agentes de la Doble Equis, a saber,
el citado Pujol, Dusko Popov (alias Triciclo) y Romn Garby-
Czerniawksi. El 22 de abril se descifr en Bletchley un comunicado
alemn que identificaba al 4. Ejrcito, con su cuartel general cerca
de Edimburgo y dos de sus cuerpos en Stirling y Dundee. Otros
mensajes ponan de manifiesto que
42. los alemanes crean que la Divisin Lowland se estaba
equipando para lanzar un ataque contra Noruega.7 Las
decodificaciones Ultra revelaron en mayo que los alemanes haban
realizado ejercicios de maniobras anti-invasin, basados en el
supuesto de que los desembarcos aliados iban a tener lugar entre
Ostende y Boulogne. Finalmente, el 2 de junio, Bletchley consider
que tena los suficientes datos para emitir el siguiente comunicado:
Las pruebas ms recientes indican que el enemigo supone que los
aliados ya han finalizado todos los preparativos. Espera que un
primer
43. desembarco tenga lugar en Normanda o en Bretaa, y que a
continuacin se materialice el grueso de la operacin en el paso de
Calais. Pareca que los alemanes haban mordido el anzuelo creyndose
a pies juntillas la informacin difundida por la Operacin
Fortitude.8 A primera hora del 2 de junio Eisenhower se subi a una
caravana, oculta en el parque de Southwick bajo redes de camuflaje.
La llamaba mi carromato de circo, y cuando no estaba en una
conferencia o visitando a las
44. tropas, intentaba relajarse leyendo novelas del oeste y
fumando echado en su camastro.9 A las diez de la maana de ese
viernes, en la biblioteca de Southwick House, Stagg present a
Eisenhower y a los dems comandantes en jefe all reunidos los ltimos
partes meteorolgicos. Debido a las continuas diferencias entre sus
colegas, en particular los superoptimistas meteorlogos americanos
del SHAEF, tuvo que adoptar una actitud deifica en sus
manifestaciones. Stagg saba perfectamente que en la reunin de la
tarde deba dar una opinin firme sobre
45. el empeoramiento de las condiciones climatolgicas durante
el fin de semana. La decisin de seguir adelante segn lo previsto o
posponer el comienzo de la operacin deba tomarse de inmediato. En
el curso de aquella reunin, el comandante en jefe del aire, el
mariscal sir Trafford Leigh-Mallory, traz un plan para establecer
un cinturn de rutas bombardeadas a travs de ciudades y pueblos que
permita evitar o impedir el movimiento de las formaciones enemigas.
Pregunt si tena libertad de accin, visto el nmero de bajas de
civiles que se produciran. Eisenhower manifest su
46. aprobacin por considerarlo una necesidad operacional. Se
decidi el lanzamiento de panfletos entre la poblacin francesa para
advertirla de lo que se avecinaba.10 La suerte que pudiera correr
la poblacin civil francesa era una ms de las muchas inquietudes.
Como comandante supremo, Eisenhower tena que mantener un equilibrio
entre las rivalidades polticas y personales, sin dejar de imponer
su autoridad dentro de la alianza. Caa bien al mariscal de campo
sir Alan Brooke, jefe del Estado
47. Mayor Imperial, y al general sir Bernard Montgomery,
comandante en jefe del XXI Grupo de Ejrcito, pero ninguno de estos
dos militares britnicos lo tena en alta consideracin como soldado.
No cabe duda de que Ike est dispuesto a hacer todo lo posible para
que britnicos y americanos mantengan unas relaciones fluidas
escribira Brooke en su diario, pero tampoco cabe la menor duda de
que no sabe nada de estrategia y de que no es muy adecuado para el
cargo de comandante supremo por lo que se refiere a la direccin de
la guerra. Al concluir la contienda, Monty hara uno de sus
caractersticos
48. comentarios lacnicos y mordaces a propsito de Eisenhower:
Un buen to, pero no un soldado.11 Ni que decir tiene que esas
opiniones eran absolutamente injustas. Eisenhower demostr poseer un
buen criterio en todas las decisiones clave relacionadas con el
desembarco de Normanda, y sus habilidades diplomticas lograron
mantener unida una frgil coalicin. Esto solo ya supuso una notable
hazaa. Ms tarde el propio Brooke reconocera que la lente del
nacionalismo distorsiona la perspectiva del paisaje estratgico.12 Y
con nadie, ni siquiera con el general George C.
49. Patton, resultaba tan difcil relacionarse como con Monty,
que trataba a su comandante supremo con poqusimo respeto. En su
primera entrevista llam la atencin a su superior por fumar en su
presencia. Eisenhower era un hombre demasiado grande para tomar a
mal ese tipo de cosas, pero muchos de sus subordinados americanos
pensaron que habra debido mostrarse ms duro con el britnico. El
general Montgomery, pese a sus innumerables cualidades como soldado
de gran profesionalidad y excelente preparador de tropas, sufra un
narcisismo exacerbado, fruto
50. seguramente de algn tipo de complejo de inferioridad. En
febrero, hablando de su clebre boina, haba hecho el siguiente
comentario al secretario privado del rey Jorge VI: Mi gorra vale
por tres divisiones. Los hombres pueden verla a lo lejos. Y
exclaman, "All est Monty", y entonces son capaces de luchar contra
cualquiera.13 Puede decirse que su autoestima resultaba incluso
cmica, y los americanos no eran los nicos que pensaban que su
reputacin haba sido hinchada por una prensa britnica que lo
adoraba. Monty observara Basil Liddell Hart, probablemente goce
de
51. mucha ms popularidad entre los civiles que entre los
soldados.14 Montgomery tena un talento de actor extraordinario que
normalmente transmita seguridad a sus hombres, aunque no siempre
obtena una respuesta apasionada. En febrero, cuando comunic a los
soldados del cuerpo de infantera ligera de Durham que iban a formar
parte de la primera oleada invasora, se oyeron fuertes murmullos de
queja. Acababan de regresar de combatir en el Mediterrneo, y se les
haba concedido slo un breve permiso para visitar a los suyos.
Consideraban que otras divisiones que no haban
52. salido nunca de las islas Britnicas deban ir en su lugar.
Otra vez esos malditos Durhams, fue el comentario con el que
reaccion el general. Siempre tienen que ser ellos, esos malditos
Durhams.15 Cuando Montgomery abandon el lugar, se supona que todos
los soldados deban dirigirse a la carretera para saludarlo al
pasar, pero nadie se movi. Esta circunstancia provoc mucho enfado y
bochorno entre los oficiales de graduacin superior. Monty haba
tomado la determinacin de que las tropas de veteranos sirvieran de
estmulo a las
53. divisiones que no haban entrado en combate, pero esta idea
fue recibida con enojo por la mayor parte de sus hombres del
desierto. Haban estado luchando durante cuatro aos en tierras
extranjeras y consideraban que ahora les tocaba combatir a otros,
especialmente a los soldados de aquellas divisiones que todava no
haban sido enviadas a ninguno de los escenarios del conflicto
armado. Varios regimientos del antiguo 8. Ejrcito no haban tenido
la oportunidad de reencontrarse con los suyos en los ltimos seis
aos, y uno o dos de ellos haban estado fuera de Gran Bretaa incluso
ms tiempo. Su enojo y
54. su resentimiento estaban fuertemente influenciados por los
de sus esposas y novias. La 1.a Divisin de los Estados Unidos,
llamada la Gran Uno Rojo, tambin mostr su descontent cuando fue
elegida para abrir camino en el ataque a una playa, pero su
experiencia era imprescindible para la empresa. Un importante
informe de evaluacin emitido el 8 de mayo haba considerado
inadecuadas a prcticamente todas las dems formaciones americanas
destinadas a la invasin.16 Los oficiales estadounidenses de mayor
rango eran incitados a la accin, y las ltimas
55. semanas de adiestramiento intensivo no fueron
desaprovechadas. Eisenhower se sinti animado ante el espectacular
progreso de los hombres, y en su interior, agradecido por la
decisin de posponer la invasin de comienzos de mayo a principios de
junio. Haba otros asuntos que provocaban tensiones en la estructura
de mandos aliada. El segundo de Eisenhower, el jefe del Aire,
mariscal sir Arthur Tedder, aborreca a Montgomery, pero a su vez no
era en absoluto del agrado de Winston Churchill. El general
Ornar
56. Bradley, comandante en jefe del 1.er Ejrcito de los Estados
Unidos, perteneciente a una familia humilde de granjeros de Misuri,
no tena un aspecto muy marcial que digamos, con su expresin de
palurdo y con sus gafas propiedad del Estado. Pero Bradley era
pragmtico, ecunime, aparentemente poco ambicioso, algo torpe, poco
dado a extravagancias y a ostentaciones, y nunca sacaba a nadie de
quicio.17 Era, adems, un comandante astuto, movido por la necesidad
de ver hechas las cosas que haba que hacer. En apariencia era
respetuoso con Montgomery, pero no habra podido ser ms distinto de
l.
57. Bradley se llevaba muy bien con Eisenhower, pero no
comparta la tolerancia que mostraba su jefe con aquella bomba de
relojera que era George Patton. De hecho, apenas poda ocultar la
fuerte desconfianza que le suscitaba aquel excntrico soldado de
caballera sureo. Patton, un hombre temeroso de Dios, clebre por sus
blasfemias, disfrutaba dirigindose a sus soldados en trminos
provocativos: Ahora quiero que recordis, les dijo en una ocasin,
que no ha habido nunca ningn cabrn que haya ganado una guerra
muriendo por su pas. Las guerras se ganan haciendo que los otros
putos
58. cabrones mueran por su pas. No cabe duda de que sin el
apoyo de Eisenhower en los momentos crticos, Patton jams habra
tenido la oportunidad de forjarse un nombre en la campaa que estaba
por iniciarse. La habilidad de Eisenhower para mantener unido un
equipo tan disparatado supuso un logro extraordinario. La disputa
ms reciente, fruto de los nervios provocados por el Da D, la
protagoniz el jefe del Aire, mariscal Leigh-Mallory. Leigh-Mallory,
que pona a todo el mundo hecho una furia18 y consigui incluso sacar
de quicio a Eisenhower, de repente se
59. mostr convencido de que las dos divisiones
aerotransportadas americanas que deban ser lanzadas en la pennsula
de Cotentin se enfrentaban a una matanza. Insisti una y otra vez en
que se cancelara esta accin vital de la Operacin Overlord, cuya
finalidad era proteger el flanco occidental. Eisenhower le dijo que
presentara por escrito todo lo que le preocupaba. As lo hizo, y,
tras considerar detenidamente sus propuestas, Eisenhower las rechaz
con pleno apoyo de Montgomery. Eisenhower, a pesar de su
nerviosismo y de sus abrumadoras responsabilidades, supo
adoptar
60. inteligentemente una actitud filosfica. Haba sido elegido
para tomar las decisiones finales, de modo que deba tomarlas y
asumir las consecuencias. Como bien saba, casi haba llegado la hora
de pronunciarse sobre el asunto ms grave. El destino de muchos
miles de vidas de soldados dependa de su decisin. Sin decrselo ni
siquiera a sus ms estrechos colaboradores, Eisenhower prepar un
escueto comunicado para ser utilizado en el caso de que la operacin
fracasara. Los desembarcos en la zona Cherburgo-Le Havre no han
podido consolidarse, y he retirado las tropas. Mi decisin de
61. atacar en ese momento y en ese lugar se ha basado en la
mejor informacin de la que he dispuesto. Las tropas de tierra, mar
y aire han mostrado todo el coraje y la entrega que caba esperar.
Si hay que echar la culpa del fracaso de la empresa a alguien, es
exclusivamente a m.19 Aunque ni Eisenhower ni Bradley pudieran
reconocerlo, de las cinco playas en las que iba a llevarse a cabo
el desembarco, la que ms dificultades iba a presentar sera Omaha.
Un equipo britnico de los COPP (Combined Operations Beach
Reconnaissance and Assault Pilotage Parties, Grupos de Operaciones
Especiales de
62. Reconocimiento y Asalto de Playas) haba llevado a cabo un
minucioso reconocimiento de este objetivo de la 1.a y la 29.a
Divisin de Infantera de los Estados Unidos. En la segunda quincena
de enero, el submarino de bolsillo X-20 haba sido conducido hasta
las inmediaciones de la costa de Normanda por un arrastrero armado.
El general Bradley haba solicitado que, tras examinar las playas en
las que iban a desembarcar las tropas britnicas y canadienses, los
COPP tambin hicieran un reconocimiento de Omaha para comprobar que
el terreno tena firmeza suficiente para el movimiento de los
63. tanques. El capitn Scott-Bowden, zapador, y el sargento
Bruce Ogden- Smith, de la Seccin de Embarcaciones Especiales, se
desplazaron a nado hasta la costa armados nicamente con un cuchillo
y una pistola automtica del 45. Tambin llevaban una barrena de mano
de casi medio metro de longitud y una bandolera con recipientes en
los que depositar las muestras de suelo que fueran recogiendo. El
mar estaba inslitamente en calma, y a punto estuvieron de ser
descubiertos por los centinelas alemanes. Al da siguiente de su
regreso, Scott- Bowden fue llamado a Londres por un
64. contraalmirante. Lleg a Norfolk House, en St. James's
Square, justo despus de la hora del almuerzo. All, en un comedor
alargado, con las paredes llenas de mapas cubiertos por cortinas,
se encontr frente a seis almirantes y cinco generales, entre ellos
el propio Bradley. ste lo someti a un minucioso interrogatorio
acerca de la capacidad de resistencia de la playa. Seor, espero que
no le importe lo que voy a decir, dijo Scott-Bowden al general
americano cuando ya estaba a punto de abandonar la reunin, pero esa
playa representa de hecho un adversario formidable y por fuerza ser
escenario de un gran nmero
65. de bajas. Bradley, poniendo una mano sobre el hombro del
zapador britnico, murmur: Lo s, muchacho, lo s. Omaha era
simplemente la nica playa donde era posible desembarcar entre el
sector britnico, a la izquierda, y la playa Utah, a la derecha.20
En cuanto las tropas invasoras empezaron a embarcar, la poblacin
civil sali a la calle para despedirlas. Cuando nos fuimos,
escribira un joven ingeniero americano que haba sido alojado en
casa de una familia inglesa, lloraron como si fueran nuestros
padres. Fue muy conmovedor para todos nosotros. Pareca como si
la
66. gente en general supiera muy bien lo que estaba
ocurriendo.21 El secreto result, naturalmente, imposible de
mantener. Cuando pasamos por Southampton, recordara un soldado de
caballera britnico perteneciente a un regimiento de las fuerzas
blindadas, la gente nos dio una maravillosa bienvenida. Cada vez
que nos detenamos nos ofrecan pastelillos y tazas de t, para
consternacin de la polica militar que escoltaba a la columna y que
haba recibido la orden estricta de impedir cualquier tipo de
contacto entre la poblacin civil y los soldados.22
67. La mayora de las tropas fueron trasladadas en camiones del
ejrcito, pero algunas unidades britnicas hicieron el camino a pie,
marchando al son de los clavos de sus botas que marcaban el paso al
golpear en el asfalto de la carretera. Los ancianos, que observaban
la escena desde sus jardines a menudo con lgrimas en los ojos, no
podan dejar de recordar a los hombres de la generacin anterior,
marchando hacia las trincheras en Flandes. Los cascos eran de forma
similar a los de entonces, pero los uniformes eran distintos. Y los
soldados ya no llevaban puttees. En su lugar,
68. usaban polainas de lona que hacan conjunto con el cinturn,
el arns, las cartucheras y la mochila. El rifle y la bayoneta
tambin haban cambiado, pero no lo bastante para marcar una
diferencia significativa. Los soldados se haban dado cuenta de que
el Da D deba de estar cerca cuando les fueron concedidos permisos
de veinticuatro horas. Para los menos entusiastas aquella medida
representaba una ltima oportunidad de desaparecer o de
emborracharse. Se haban producido muchos casos de ausencia de
soldados en las semanas previas a la invasin, pero los de desercin
pura y dura haban
69. sido relativamente pocos. La mayora haba regresado a su
puesto para estar con sus compaeros cuando comenz la invasin. Ni
siquiera los oficiales ms pragmticos quisieron perder a esos
hombres envindolos a prisin. Dejaron que cada cual se redimiera en
el campo de batalla. Los soldados notaron que los oficiales se
haban vuelto de repente mucho ms solcitos con sus hombres. Se
proyectaban pelculas en los campamentos cerrados. Las raciones de
cerveza eran ms generosas, y por los altavoces sonaba msica
bailable. Los ms cnicos pronosticaban que aquel
70. cambio repentino de los oficiales de intendencia, ahora tan
esplndidos, era una seal de mal agero. El poeta Keith Douglas, por
aquel entonces un capitn de veinticuatro aos del escuadrn de
caballera de los Rangers de Sherwood, hara el siguiente comentario
en una carta dirigida a Edmund Blunden, el poeta de la Gran Guerra:
He sido cebado para la matanza, y ahora estoy simplemente a la
espera de que sta comience. Douglas era uno de los hombres que
senta la llegada inminente de la muerte y hablaba de ello con sus
amigos ms ntimos. Resulta sorprendente comprobar cuntos de
71. ellos acabaran teniendo razn, y por algn motivo semejante
pensamiento se convirti en una profeca irremediable. Douglas asisti
a una procesin religiosa el ltimo domingo. Luego dio un paseo con
el capelln del regimiento, que recordara que el joven poeta se haba
resignado a una muerte inminente y que no estaba deprimido por esa
idea.23 En opinin de un oficial compaero suyo, su fatalismo se deba
a la sensacin de que haba agotado su racin de buena suerte en la
guerra del desierto. Prcticamente todos detestaban aquella larga
espera y deseaban que lo
72. peor pasara pronto. Todos estn nerviosos y fingen que estn
tranquilos, comentara un soldado de infantera estadounidense. Las
fanfarronadas son de ayuda, aadira.24 Muchos pensaban en sus
novias. Algunos se haban casado a toda prisa para asegurar a sus
mujeres una pensin de viudedad si ocurra lo peor. Un soldado
americano guard toda su paga y la envi a un joyero para que su
prometida inglesa pudiera elegir un anillo para la boda que
celebraran en cuanto regresara. Era un momento de intensas
emociones personales. Las mujeres que han venido a ver partir a sus
hombres, comentara un periodista
73. poco antes del Da D, casi siempre caminan hasta el final
del andn siguiendo al tren en su marcha para despedirse con una
primorosa sonrisa.25 Unos pocos hombres sucumbieron a la tensin.
Una noche, recordaba un integrante de la 1.a Divisin de Infantera
de los Estados Unidos, uno de los soldados se coloc dos bandoleras
de municin, se colg sus granadas de mano, cogi un fusil y se larg.
Nadie vio cmo lo haca, pero cuando se dieron cuenta de lo sucedido,
se form un grupo de bsqueda. El grupo de bsqueda dio con l. El
74. individuo en cuestin se neg a entregarse, y lo mataron.
Nunca llegamos a saber si lo que quera era morir en la playa o si
se trataba de un espa. Fuera lo que fuere, cometi una soberbia
tontera. Dej de ser un hombre que poda morir para convertirse en un
hombre muerto.26 Tal vez tuviera una premonicin de lo que les
esperaba en Omaha. Mientras se cargaban los tanques en las lanchas
de desembarco y los hombres iban subiendo a bordo en aquella tarde
del viernes, el capitn de grupo Stagg
75. discuta de nuevo sobre la seguridad de las redes fijas de
comunicacin con los otros centros meteorolgicos. Tena que presentar
un informe definitivo en la reunin convocada para las nueve y media
de la noche, pero an no se haba llegado a un acuerdo. De no haber
sido por el peligro potencial que se corra, todo aquel asunto habra
parecido una verdadera ridiculez. En menos de media hora esperaban
de m que presentara al general Eisenhower un previsin meteorolgica
"consensuada" para los cinco das siguientes que cubriera las horas
del lanzamiento de la mayor operacin militar de la historia:
ni
76. siquiera dos de los expertos que asistan a la reunin podan
llegar a un acuerdo sobre el tiempo que iba a hacer durante las
prximas veinticuatro horas.27 Estuvieron discutiendo y discutiendo
hasta que se agot el tiempo. Stagg fue a toda prisa a la biblioteca
de la casa principal para presentar un informe a todos los jefazos
de la Operacin Overlord. Y bien, Stagg dijo Eisenhower , qu
noticias nos trae esta vez? Stagg sinti la necesidad de seguir su
propio instinto y pas por alto las opiniones ms optimistas de sus
colegas americanos de Bushey Parle.
77. Las condiciones climatolgicas, desde las islas Britnicas
hasta Terranova, han cambiado considerablemente estos ltimos das, y
ahora no son nada halageas contest. Mientras iba dando detalles de
la situacin, unos cuantos altos oficiales contemplaban por la
ventana la hermosa puesta de sol un tanto aturdidos. [1] Despus de
formularle una serie de preguntas relacionadas con el tiempo y el
lanzamiento de los aerotransportados, Eisenhower intent indagar ms
acerca de la situacin previsible para los das 6 y 7 de junio. Segn
Tedder, se produjo
78. una pausa significativa. Si respondo a esto, seor contest
Stagg, estar haciendo conjeturas, no ejerciendo las funciones de su
asesor meteorolgico.28 Stagg y su homlogo americano, el coronel
D.N. Yates, se retiraron, y al poco rato sali de la sala el general
Bull para comunicarles que no habra ningn cambio de planes para las
siguientes veinticuatro horas. Cuando regresaban a la tienda de
campaa en la que dorman, los dos meteorlogos se enteraron de que
los primeros barcos ya haban levado anclas. Stagg no pudo evitar
recordar el chiste macabro que le hizo el
79. teniente general sir Frederick Morgan, principal encargado
de la planificacin de la Operacin Overlord en un primer momento:
Buena suerte, Stagg. Ojal no nos hable usted ms que de pequeas
depresiones! Pero recuerde que lo colgaremos de la primera farola
que encontremos si no interpreta correctamente los presagios.29 A
primera hora de la maana siguiente, sbado 3 de junio, las noticias
no podan ser peores. La estacin meteorolgica de Blacksod Point, en
Irlanda occidental, acababa de informar de un rpido descenso de los
barmetros y de la presencia de vientos de fuerza
80. seis. Stagg sinti una especie de nusea fsica al ver los
mapas meteorolgicos y el modo en que los equipos de expertos seguan
analizando los mismos datos de distintas maneras. Aquella noche, a
las nueve y media, fueron convocados l y Yates. Los dos hombres se
personaron en la biblioteca, en cuyas estanteras no haba ni un solo
libro. Se dispusieron unas sillas del comedor formando arcos
concntricos: las de la primera fila, para los comandantes en jefe,
y las de atrs, para sus jefes del Estado Mayor y altos oficiales
subordinados. Eisenhower, el general Walter Bedell Smith, su jefe
del Estado
81. Mayor, y Tedder tomaron asiento de cara al auditorio.
Caballeros empez diciendo Stagg. Los temores que mis colegas y yo
abrigbamos ayer en lo concerniente al tiempo para los prximos tres
o cuatro das se han visto confirmados.30 A continuacin, pas a
explicarlos pormenores de sus previsiones. Ofreci un lgubre retrato
de mares agitados, vientos de tormenta de fuerza seis y nubes
bajas. Durante todo ese recitar, escribira Stagg ms tarde, el
general Eisenhower permaneci inmvil en su asiento, con la cabeza
ligeramente inclinada hacia un lado, apoyndola en
82. una mano, y la mirada fija, clavada en m. Por un momento
todos los all reunidos parecan aturdidos. No es de extraar que
Eisenhower se viera obligado a recomendar un aplazamiento
provisional. No fue una buena noche para Eisenhower. Su asistente,
el comandante Harry Butcher, le hizo saber ms tarde que Associated
Press haba emitido la siguiente noticia: Las fuerzas de Eisenhower
estn desembarcando en Francia. Aunque la agencia de informacin dej
de difundirlo al cabo de veintitrs minutos, el comunicado haba sido
recogido por CBS y Radio
83. Mosc. Lanz una especie de gruido, comenta Buttcher en su
diario.31 Cuando Stagg abandon la reunin y se dirigi a su tienda a
eso de la medianoche, tras or que iba a posponerse provisionalmente
el comienzo de la operacin, le result extrao levantar la vista
entre los rboles y comprobar que el cielo estaba prcticamente
despejado, y a su alrededor todo estaba tranquilo y en silencio.32
Stagg ni siquiera intent dormir. Se pas toda la madrugada
escribiendo notas detalladas de lo que se haba hablado. Las
previsiones no eran mejores, a pesar de que el cielo
84. siguiera estando despejado y apenas hubiera viento. A las
cuatro y cuarto de la madrugada del domingo 4 de junio; en el curso
de una nueva reunin, Eisenhower tom la decisin de mantener las
veinticuatro horas de aplazamiento provisional de la operacin que
haban sido acordadas la noche anterior. Sin el pleno apoyo de las
fuerzas areas, los riesgos eran excesivos. Se dio la orden de que
regresaran los convoyes. Los destructores zarparon de inmediato
navegando a toda mquina para reunir las lanchas de desembarco con
las que no poda establecerse contacto por radio
85. y conducirlas de nuevo a puerto. Stagg, que se haba
acostado exhausto en su tienda de campaa, se sinti desconcertado
cuando despert y comprob que el cielo segua despejado y apenas haca
viento. No saba cmo mirar a la cara a los dems oficiales durante el
desayuno. Pero ms tarde sinti cierto alivio cuando aument la
nubosidad por el oeste y comenz a arreciar el viento. Aquel domingo
fue un da de infinitas cuestiones. Era realmente imposible mantener
encerrados en sus embarcaciones a los miles y miles de hombres de
la fase inicial de la
86. invasin? Y qu hacer con todos los buques que haban zarpado
y que ahora haban recibido la orden de regresar? Iban a tener que
repostar combustible. Y si el mal tiempo se prolongaba, las mareas
no actuaran como estaba previsto. En efecto, si las condiciones
meteorolgicas no mejoraban en cuarenta y ocho horas, la Operacin
Overlord debera ser aplazada dos semanas. Sera difcil mantener el
secreto, y las repercusiones de todo ello en la moral de los
hombres podran ser nefastas.
87. 2 Con la Cruz de Lorena a cuestas Eisenhower no era en
absoluto el nico que se senta abrumado por la envergadura de la
campaa que estaban a punto de lanzar. Churchill, que siempre haba
mostrado sus dudas
88. respecto al plan de invasin a travs del canal de la Mancha,
estaba entrando en un estado nervioso de optimismo irracional,
mientras que el mariscal de campo sir Alan Brooke escriba en su
diario que se tena una sensacin de vaco en el estmago. Cuesta mucho
trabajo creer que en pocas horas empezar la invasin a travs del
canal. Me siento muy inquieto ante esta operacin. En el mejor de
los casos el resultado quedar muy, muy lejos de las expectativas de
la mayor parte de la gente, esto es, de aquellos que no tienen ni
idea de las dificultades que entraa. En el peor de los casos quiz
acabe
89. siendo el desastre ms espantoso de toda la guerra.1 Los
britnicos, comentara un destacado oficial americano de plana mayor,
tenan mucho ms miedo al fracaso.2 Y no era de extraar despus de tan
largos aos de guerra, con los amargos recuerdos de Dunkerque y la
desafortunada incursin de Dieppe. Pero, independientemente de las
razones que los movieran, estuvieron acertados cuando se negaron a
invadir antes el continente. Era necesaria una superioridad
realmente abrumadora, y el ejrcito estadounidense haba recibido
varias duras lecciones en el norte de
90. frica, Sicilia e Italia. En una ocasin Churchill coment que
los americanos siempre tomaban la decisin acertada, aunque despus
de haberlo probado todo. Aun cuando esta observacin de tono jocoso
tal vez contuviera un elemento de verdad, lo cierto es que
infravaloraba el hecho de que los americanos aprendan las lecciones
con mayor rapidez que sus autoproclamados maestros del ejrcito
britnico. No tenan miedo a escuchar el parecer de brillantes
hombres del mundo de las finanzas que ahora vestan uniforme y,
sobre todo, no teman los experimentos.
91. Los britnicos demostraron su genialidad en numerosos
campos, desde el informtico, que ayud a descifrar los mensajes
interceptados por Ultra, hasta el armamentstico, entre cuyas
novedades figuraron los tanques anfibios y los barredores de minas
del general de divisin Percy Hobart. Pero la jerarqua de su ejrcito
segua siendo fundamentalmente conservadora. El hecho de que esos
tanques especiales fueran bautizados con el nombre de Hobbart's
funnies (gracias de Hobbart) pona de relieve esa inimitable
combinacin de frivolidad y escepticismo britnicos. El culto al
92. aficionado de modales caballerosos, que tanto detestaba
Montgomery, seguira siendo un importante hndicap. No debe
sorprender que los oficiales americanos consideraran a sus homlogos
britnicos demasiado educados y faltos de la necesaria
implacabilidad, sobre todo en lo concerniente a la destitucin de
mandos incompetentes. El propio Churchill era un gran aficionado de
modales caballerosos, pero nadie poda acusarlo de carecer de
energa. Se tomaba un apasionado inters por las operaciones
militares, de hecho demasiado apasionado, a juicio de sus asesores
militares. Una marea de
93. ideas, en su mayora totalmente impracticables, qued
plasmada en memorandos que producan en Whitehall gruidos y
suspiros. El general Pug Ismay, asesor militar de Churchill, tuvo
que soportar la ltima inspiracin del primer ministro en aquel
momento histricamente simblico. Churchill quera desarrollar una
especie de "Dunkerque al revs" en la Operacin Overlord, con pequeas
embarcaciones [civiles] desembarcando a soldados de infantera que
siguieran y complementaran a las tropas de asalto unas vez
despejadas las playas.3 La obsesin del primer ministro por
94. estar cerca del centro de accin lo haba llevado a insistir
en que tena que zarpar con la flota invasora. Quera observar el
bombardeo de la costa desde el puente del crucero britnico Belfast.
No se lo advirti a Brooke, a sabiendas de que ste lo habra
desaprobado, e intent justificar su exigencia aduciendo que
ostentaba tambin el cargo de ministro de Defensa. Por fortuna, el
rey intervino, y en una carta fechada el 2 de junio le dijo:
Querido Winston, es mi deseo instarte una vez ms a que abandones tu
idea de zarpar el Da D. Por favor considera mi posicin. Soy ms
joven que t, soy marino y, como rey, soy el
95. jefe de los tres ejrcitos. Nada me gustara ms que zarpar
con ellos, pero he accedido a no hacerlo; te parece justo que t
hagas precisamente aquello que tanto me habra gustado hacer?.4
Churchill, en una reaccin picajosa5 al ver sus deseos frustrados,
orden que su tren privado, en calidad de cuartel general mvil,
estuviera cerca de Eisenhower. Brooke anotara el siguiente
comentario en su diario: Mientras tanto Winston se ha subido a su
tren y se dedica a visitar la zona de Portsmouth. Se est
convirtiendo en un verdadero pelmazo!.6 Hubo un momento estupendo
la vspera del Da
96. D. Lleg la noticia de que las fuerzas aliadas al mando del
general Mark Clark estaban entrando en Roma. Pero Churchill iba a
tener que volcar toda su atencin en un problema casi insoluble. El
general Charles de Gaulle, el lder de la Francia Libre que
utilizaba la Cruz de Lorena como smbolo personal, haba llegado a
Londres aquella misma maana. Los nervios propios de las horas
previas al Da D combinados con las complicaciones polticas y el
egocentrismo patritico de De Gaulle iban a desembocar en una bronca
explosiva. El problema central de las
97. relaciones con De Gaulle era fruto de los recelos de
Roosevelt. El presidente de los Estados Unidos consideraba al
militar galo un dictador en potencia. Esta idea se haba visto
estimulada por las opiniones del almirante Leahy, antiguo embajador
estadounidense en la Vichy del mariscal Ptain, as como por las de
diversas personalidades francesas en Washington, entre otras Jean
Monnet, considerado posteriormente el padre fundador de la unidad
europea. Roosevelt lleg a sentir tanta aversin por la poltica de
los franceses que en febrero sugiri un cambio de planes para las
zonas de ocupacin
98. aliada en la Alemania de posguerra. Quera que los Estados
Unidos se quedaran con la mitad norte del pas, para poder
reabastecerse por Hamburgo y no a travs de Francia. Tal como yo
entiendo, escribira Churchill en respuesta, su propuesta se debe a
una aversin a emprender una labor policial en Francia y al temor de
que eso pudiera suponer el estacionamiento de fuerzas
estadounidenses en ese pas durante un largo perodo de tiempo.7
Roosevelt y, en menor medida, Churchill se negaban a reconocer los
problemas de lo que el propio De Gaulle calificaba de un
gobierno
99. insurreccional.8 El general francs no trataba simplemente
de asegurar su propia posicin. Necesitaba mantener unidas las
facciones rivales para salvar su pas del caos, o tal vez incluso de
una guerra civil, tras la liberacin. Pero el orgulloso y
displicente De Gaulle, a menudo para desesperacin de sus propios
partidarios, pareca disfrutar de una manera casi perversa mordiendo
las manos americanas y britnicas que le daban de comer. Tena una
visin absolutamente francocntrica de todo. Ello supona un absoluto
desdn por cualquier realidad inconveniente, en especial por todo lo
que pudiera
100. socavar la gloria de Francia. Slo De Gaulle habra podido
escribir una historia del ejrcito francs sin hacer mencin alguna de
la batalla de Waterloo.9 Durante la primavera, Churchill haba hecho
todo lo posible por suavizar la postura de Roosevelt, consciente de
que los aliados tenan que colaborar con De Gaulle. Anim al
presidente estadounidense a reunirse con el general francs.
Seguramente le haga mucho bien recibir de usted un trato paternal,
escribira, y, de hecho, creo que sera de gran ayuda en todos los
sentidos.10 Roosevelt accedi a reunirse con De
101. Gaulle, pero insisti en que ste deba ser quien solicitara
la entrevista. Cursar una invitacin oficial habra supuesto
reconocerlo como el verdadero lder de Francia. El presidente
americano se mantena firme en su idea de que los ejrcitos aliados
no estaban invadiendo Francia para colocar a De Gaulle en el poder.
No puedo, por ahora, escribira, reconocer ningn gobierno de Francia
hasta que el pueblo francs tenga la oportunidad de elegirlo
libremente.11 Pero como durante algn tiempo iba a ser imposible
celebrar unas elecciones, ello habra supuesto que la administracin
de las zonas liberadas
102. corriera a cargo del AMGOT (Alied Military Government of
Occupied Territories, esto es, la Administracin Militar Aliada de
los Territorios Ocupados). Este acrnimo representaba una verdadera
afrenta tanto para De Gaulle como para el Comit Francais de
Liberation Nationale (CFLN) establecido en Argel. El 3 de junio, un
da antes de que De Gaulle volara a Gran Bretaa, el CFLN se
autoproclam Gouvernement Provisoire de la Rpublique Francaise. El
anuncio en cuestin fue inmediatamente considerado por Roosevelt
una
103. provocacin deliberada. El presidente americano ya haba
prohibido a Eisenhower mantener cualquier tipo de contacto con la
Administracin francesa provisional.12 A Eisenhower slo se le
permita colaborar con el general Pierre Koenig, al que De Gaulle
haba nombrado jefe de la Resistencia, las llamadas Forces
Francaises de l'Intrieur, o FFL. Pero, aun as, se dijo a Eisenhower
que no confiara a Koenig los detalles de la invasin, pues ste habra
tenido que informar de ello a sus jefes polticos. Tantas
contradicciones dieron lugar a una situacin sumamente
embarazosa,
104. como reconocera el propio Eisenhower en un informe enviado
a Washington. El general Koenig se siente profundamente dolido por
el hecho de que se le niegue incluso la informacin ms genrica de
las prximas operaciones, aun cuando en ellas se utilizarn unidades
navales, areas y aerotransportadas francesas, y adems se espera
mucho de la actuacin de la Resistencia francesa.13 Mientras tanto,
Churchill haba instado a Roosevelt a aceptar un acuerdo de
colaboracin14 con el comit francs, sobre todo porque los aliados
necesitaban que la Resistencia
105. trabajara para la invasin. Tambin haba contribuido a
convencer a los americanos de que enviaran a Inglaterra la 2.a
Divisin Blindada de los franceses (la llamada 2me DB, por Divisin
Blind), a la que haban armado y equipado en el norte de frica. A
las rdenes del general Philippe Leclerc, formara parte ms tarde del
3.er Ejrcito de Patton durante la campaa de Normanda. Sin embargo,
para sorpresa y resignacin de los oficiales britnicos, una de las
primeras ceremonias que organiz la divisin de Leclerc a su llegada
a Yorkshire fue una misa oficial en honor de Juana de Arco,
106. a la que los ingleses haban quemado en la hoguera unos
quinientos aos antes.15 Por otro lado, se advirti a las tropas
aliadas que no ofendieran la sensibilidad de los franceses cuando
desembarcaran. En un panfleto se les peda que evitaran hacer
referencia alguna a la humillante derrota sufrida por Francia en
1940. Gracias a los chistes sobre el "Alegre Pagu", etctera, aada,
se ha difundido la falsa creencia de que los franceses son un
pueblo alegre, frivolo, sin moral y con pocas convicciones. Y esto
es especialmente falso en el momento actual. Pero es muy improbable
que los
107. comunicados oficiales tuvieran mucho efecto en unos
hombres obsesionados por las excitantes especulaciones acerca de
las mademoiselles francesas.16 El gabinete de guerra de Churchill
se dio cuenta de que haba que invitar al lder francs a Gran Bretaa
para informarle acerca del Da D. A pesar de todos los defectos y
disparates de De Gaulle, escribira el primer ministro a Roosevelt,
ltimamente ha mostrado indicios de querer colaborar con nosotros y,
a fin de cuentas, es muy difcil mantener a los franceses al
108. margen de la liberacin de Francia.17 El presidente
americano, no obstante, haba insistido en que en aras de la
seguridad, De Gaulle deba permanecer en el Reino Unido hasta que se
efecten los desembarcos de la Operacin Overlord.18 La falta de
seguridad de la Francia Libre no se deba a la infiltracin de espas
de Vichy en la red gaullista, sino a los primitivos sistemas de
codificacin franceses. La exasperacin que reinaba en el SOE
(Special Operations Executive, esto es, Direccin de Operaciones
Especiales), sobre todo tras la masiva
109. infiltracin de agentes de la Gestapo en la Resistencia que
se haba producido un ao antes, llev al principal criptgrafo del
SOE, Leo Marks, a presentarse en la sede de los gaullistas en Duke
Streeet, en el centro de Londres. All pidi a los oficiales
codificadores que prepararan el mensaje cifrado que quisieran.
Cuando se lo entregaron, lo rompi en mil pedazos para su asombro,
en sus propias narices. Esto no hizo que los britnicos se
granjearan las simpatas de los franceses, escribira el historiador
oficial con cierta amargura.19 Pero el orgullo galo segua
impidiendo que la Francia Libre optara por utilizar
110. sistemas de codificacin britnicos o estadounidenses. Justo
antes del Da D, C, el jefe de los Servicios Secretos de
Inteligencia, recomend al primer ministro britnico que se
prohibiera a los franceses mandar mensajes por radio, y que slo se
les permitiera hacerlo por lneas de comunicacin terrestres que
fueran seguras.20 Churchill mand dos aviones York de pasajeros a
Argel para traer a De Gaulle y su squito. Pero el general francs se
mostraba reacio a ir a Inglaterra, porque Roosevelt no estaba
dispuesto a hablar de la posibilidad de establecer un gobierno
civil francs. El
111. da 2 de junio el representante de Churchill, Duff Cooper,
estuvo discutiendo durante una hora con De Gaulle sobre este
asunto, intentando convencerlo de que depusiera esa peligrosa
actitud suya de llevar las cosas hasta el lmite. Si se negaba a
acompaarlo, le dijo, estara siguindole el juego a Roosevelt. Deba
estar presente en Inglaterra en calidad de lder militar. Y sobre
todo, le advirti Duff Cooper, perdera finalmente la consideracin
del primer ministro britnico, que llegara a la conclusin de que el
francs era un hombre imposible de tratar.21 De Gaulle
112. slo accedi a viajar a la maana siguiente, cuando los dos
Yorks ya estaban aguardndolo en el aerdromo, listos para emprender
la primera etapa del viaje. Segn De Gaulle, primero volaron hasta
Casablanca, pero Duff Cooper escribi esos das en su diario que su
primer destino fue Rabat, en el Marruecos francs, y que cenaron a
bordo del avin, en lo que califica de una situacin bastante
embarazosa, y que ms tarde estuvieron paseando juntos durante una
hora, hablando de todo tipo de cosas excepto, para m gran
satisfaccin, la situacin presente. Tras volar durante la noche, el
avin
113. que transport a De Gaulle desde Rabat a Inglaterra aterriz
en Northolt a las seis en punto de la maana del da 4 de junio. A
pesar del secretismo con el que se orden que se llevara a cabo ese
viaje, Duff Cooper se vio sorprendido a su llegada por la presencia
de una nutrida guardia de honor en perfecta formacin y una banda de
la RAF que interpret la Marsellesa cuando bajaron del avin. Una
carta de bienvenida al ms puro estilo churchilliano fue entregada a
De Gaulle. Querido general De Gaulle, deca. Bienvenido a estas
tierras! Estn a punto de ocurrir importantsimos
114. acontecimientos militares. A continuacin el primer
ministro britnico lo invitaba a reunirse con l en su tren privado.
Si pudiera estar aqu a eso de la una y media de la tarde, me
encantara invitarlo a almorzar para luego dirigirnos al cuartel
general de Eisenhower.22 Duff Cooper qued perplejo cuando tuvo
noticia del cuartel general mvil improvisado por Churchill en su
tren, que al final encontraron aparcado en una pequea estacin
ferroviaria prxima a Portsmouth. A su juicio, aquello era una idea
completamente absurda. Su desnimo fue an mayor cuando vio al
115. mariscal de campo Smuts, un sudafricano decididamente
francfobo, entre los integrantes del squito que acompaaba a
Churchill. Luego el primer ministro britnico inici la conversacin
con De Gaulle dicindole que lo haba trado a Inglaterra para que
pronunciara un discurso por radio. Para empeorar las cosas, en
ningn momento hizo referencia a la discusin sobre las cuestiones
civiles de Francia, el asunto que ms interesaba a De Gaulle. El
general galo mont en clera cuando Anthony Eden, ministro de Asuntos
Exteriores, recondujo la conversacin a los temas de poltica,
116. que bsicamente se reducan a uno, a saber, la continuada
negativa de Roosevelt a reconocer a De Gaulle y su gobierno
provisional. El resentimiento de ste era an mayor debido al papel
moneda de los aliados, que haba sido impreso en los Estados Unidos
y que circulaba entre los soldados. Dijo que esa divisa, que
consideraba unefausse monnaie, no era reconocida por el gobierno de
la Repblica bajo ningn concepto.23 Era un punto importante en el
que, al parecer, no haban pensado ni las autoridades americanas ni
las britnicas. Si ningn gobierno estaba dispuesto a reconocer
aquellos billetes
117. de aspecto ms bien insignificante los soldados
estadounidenses los comparaban con cupones para cigarros, carecan
por completo de valor. Churchill se puso hecho una fiera y pregunt
cmo iban los britnicos a actuar al margen de los estadounidenses.
Vamos a liberar Europa, pero eso es porque los americanos estn con
nosotros. As que esto debe quedar claro: cada vez que tengamos que
decidir entre Europa y el mar abierto, siempre elegiremos el mar
abierto. Cada vez que tenga que elegir entre usted y Roosevelt,
siempre elegir a
118. Roosevelt. De Gaulle acept con desgana que las cosas
tuvieran que ser as. Los nimos se calmaron cuando se sentaron a la
mesa. Churchill alz su copa: Por De Gaulle, que nunca acept la
derrota!.24 Y De Gaulle respondi alzando la suya y brindando: Por
Gran Bretaa, por la victoria, por Europa!. A continuacin, Churchill
acompa a De Gaulle hasta Southwick House. All Eisenhower y Bedell
Smith hicieron un breve resumen del plan de la Operacin Overlord al
lder francs. El general americano estuvo encantador y ocult la
angustia que lo invada en
119. aquellos momentos a causa del tiempo. Sin embargo, antes
de que De Gaulle marchara, le mostr una copia del anuncio que iba a
hacer al pueblo francs el Da D. Aunque haba suavizado el tono
perentorio de Roosevelt, su discurso no reconoca bajo ningn
concepto la autoridad del gobierno provisional. Efectivamente,
incluso adverta a los franceses que obedecieran las rdenes de los
mandos aliados hasta que los propios franceses elijan a sus
representantes y su gobierno. Para De Gaulle aquello confirmaba sus
peores temores de una ocupacin anglosajona de Francia. No
120. obstante, supo controlarse y se limit a decir que deseaba
sugerir ciertos cambios en el mensaje del general Eisenhower.25
Este accedi a considerar sus sugerencias, pues tal vez an habra
tiempo para introducir algn cambio. De vuelta en Londres, De Gaulle
se enter de que las modificaciones que haba solicitado no iban a
poderse aprobar a tiempo porque era necesario el visto bueno de los
jefes del Estado Mayor conjunto. A raz de este hecho, De Gaulle se
neg a dirigirse por radio a los franceses a travs de la BBC a la
maana siguiente detrs de Eisenhower
121. y los lderes de otros pases ocupados. Tambin anunci que
haba ordenado a los oficiales de enlace franceses destinados a
divisiones britnicas y americanas no acompaar a esas tropas por no
haberse llegado a acuerdo alguno en materia de administracin civil.
Cuando Churchill recibi esas noticias en el curso de una reunin del
gabinete de guerra, se puso hecho una furia. Aquella misma noche
Edn y el emisario de De Gaulle, Pierre Vinot, se vieron obligados a
realizar un sinfn de viajes diplomticos entre los dos encolerizados
lderes con el fin de reparar el dao causado. De Gaulle
122. mostr toda su ira a Vinot y le dijo que Churchill era un
gnster. Luego Vinot se reuni con Churchill, que acus al general
francs de traicin en plena batalla. Quera meterlo en un avin y
enviarlo de vuelta a Argel encadenado, si es necesario. A pesar de
todos esos momentos de intenso dramatismo, el acontecimiento ms
importante de aquella noche del domingo, 4 de junio, tuvo lugar en
la biblioteca de Southwick House. Por la tarde, Stagg y sus colegas
haban observado que la borrasca que se
123. aproximaba por el Atlntico haba alcanzado unos niveles
mayores de concentracin, pero que tambin avanzaba con menor
velocidad. Esto significaba que el mal tiempo dejaba un margen
suficiente para proceder con la invasin. A las nueve y media de la
noche empez la reunin de los mandos, en la que se solicit la
presencia de Stagg. Pocos de los presentes se sentan optimistas. La
lluvia y el viento golpeaban contra las ventanas, y todos podan
imaginarse en qu condiciones se encontraban las decenas de miles de
soldados que permanecan en las lanchas de desembarco y las
naves
124. ancladas a lo largo de la costa. Caballeros dijo Stagg,
desde que present el pronstico meteorolgico ayer por la noche se ha
producido una rpida e inesperada evolucin en el norte del
Atlntico.26 Iba a haber una breve mejora a partir del lunes por la
tarde. No es que fuera a hacer un tiempo ideal, vena a decir su
mensaje, pero sera lo suficientemente bueno. A continuacin le
formularon numerosas preguntas al respecto y se abri un intenso
debate. Aclaremos un punto dijo el almirante Ramsay. Si la Operacin
Overlord comienza el martes, debo
125. emitir un comunicado provisional a mis hombres antes de
media hora. Pero si se ponen de nuevo en marcha, y luego tienen que
dar otra vez media vuelta, no puede ni plantearse que continen el
mircoles. Leigh Mallory expres una vez ms su preocupacin por la
visibilidad de sus bombarderos, pero Eisenhower se volvi hacia
Montgomery, que vesta su caracterstico uniforme no convencional, el
jersey beige y los pantalones de pana abombachados. Ve alguna razn
para que no comencemos el martes? No contest el general
britnico
126. de manera enftica con su voz nasal. Yo dira: Adelante!
Fuera de la sala, en el vestbulo, unos oficiales del Estado Mayor
esperaban con fajos de rdenes listas para ser firmadas por sus
jefes. Se haban preparado dos juegos distintos para las dos
alternativas. En la madrugada del lunes, 5 de junio, se conocieron
ms datos que venan a confirmar una mejora del tiempo. En la reunin
celebrada por la maana, Stagg pudo presentarse ante aquella
audiencia intimidatoria con una actitud de mayor confianza y
segundad. La tensin reinante empez a disminuir,
127. y el comandante supremo y sus colegas comenzaron a parecer
otros hombres, escribira ms tarde. Eisenhower recuper su sonrisa.
Se discutieron nuevos particulares, pero todos estaban impacientes
por marchar, y la sala no tard en quedar vaca. Haba mucho que hacer
para que los cinco mil barcos de casi una docena de pases distintos
volvieran a zarpar y tomaran las rutas martimas preestablecidas. En
formacin de columna, una flotilla de dragaminas de la Marina Real
ira delante de ellos para abrir un amplio canal que condujera
directamente a las playas. El almirante Ramsay estaba
128. particularmente preocupado por la tripulacin de esas
vulnerables embarcaciones. Todos teman que se produjeran muchsimas
bajas. Una vez tomada la gran decisin, Eisenhower se dirigi al
muelle de South Parade de Portsmouth para ver embarcar a las ltimas
tropas. Hablar con los soldados siempre le levanta el nimo, anot su
ayudante, Harry Butcher, en su diario.27 A la hora del almuerzo
regresaron a la caravana de Eisenhower en Southwick Park, donde se
distrajeron jugando a Hounds and Fox y luego a las damas. Butcher
ya lo haba dispuesto todo para que el
129. comandante supremo, acompaado de unos periodistas, se
dirigiera aquella tarde al aerdromo de Greenham Common para visitar
a los hombres de la 101.a Divisin Aerotransportada de los Estados
Unidos. Estos soldados deban despegar a las once de la noche para
llevar a cabo la misin que Leigh- Mallory haba pronosticado que
acabara en desastre. A diferencia de la infantera y de otros
cuerpos que haban permanecido aislados por murallas de alambre de
espino, las tropas aerotransportadas
130. fueron conducidas directamente a los aerdromos desde los
que deban despegar. La 82.a haba permanecido estacionada en las
inmediaciones de Nottingham, mientras que la 101.a haba sido
distribuida por los condados que rodean el oeste de Londres.
Durante cinco das haban estado acuartelados en hangares en los que
se instalaron camas plegables dispuestas en hileras separadas por
pequeos pasillos. All se dedicaron a montar y desmontar y a
engrasar sus armas personales una y otra vez, as como a afilar sus
bayonetas. Algunos haban comprado cuchillos de asalto en Londres, y
otros
131. se haban equipado con navajas de afeitar.28 Haban
aprendido a matar a un hombre en silencio rajando la yugular y la
caja larngea. Su adiestramiento como soldados de una divisin
aerotransportada no slo haba sido riguroso desde el punto de vista
fsico. Algunos de ellos haban sido obligados a arrastrarse entre
vsceras y sangre de cerdo como parte de su endurecimiento.29 Para
que sus mentes no sufrieran los estragos de aquella espera agnica
provocada por el aplazamiento de la operacin, los oficiales
instalaron varios gramfonos de los que se oan
132. canciones como Walk Alone o That Old Black Magic.
Instalaron asimismo proyectores para pasar pelculas, sobre todo de
Bob Hope. Muchos paracaidistas tambin se dedicaron a escuchar el
programa de Axis Sally [2] en Radio Berln, Home, Sweet Home (Hogar,
dulce hogar), en el que se emita buena msica entre falsos mensajes
de carcter propagandstico. No obstante, incluso cuando poco antes
del Da D esta locutora proclam en repetidas ocasiones que los
alemanes estaban esperndolos, la mayora de los hombres se tomaron a
broma sus palabras.
133. Haba tambin puestos de la Cruz Roja con caf y donuts
atendidos por jvenes voluntarias americanas. En muchos casos stas
regalaban a escondidas a los soldados su racin de cigarrillos. La
comida que se les daba, en la que no faltaban la carne, las patatas
fritas y los helados, era un lujo que inevitablemente dio pie a la
aparicin de ms chistes negros sobre soldados cebados para la
matanza. En la zona de Nottingham, los de la 82.a Aerotransportada
haban comenzado a apreciar el fish and chips de los britnicos y a
entablar buenas amistades con la poblacin local. Tambin se
134. emocionaron al ver la gran cantidad de gente que sala a
despedirlos, mucha con lgrimas en los ojos, cuando los convoyes de
camiones llevaban a los paracaidistas a los aerdromos
correspondientes. Muchos hombres intentaban no pensar en lo que
estaba por venir lanzndose frenticamente al juego, al principio con
la divisa de la invasin de aspecto harto dudoso, y ms tarde con los
dlares que ahorraban y con libras esterlinas. Jugaban a dados y a
la veintiuna. Un tipo que gan dos mil quinientos dlares, cifra
considerable para la poca, sigui jugando
135. deliberadamente sin parar hasta perderlo todo. Le pareca
que si guardaba aquel dinero las parcas decretaran su muerte.30
Algunos paracaidistas examinaban sus equipos principales y de
reserva para comprobar que todo estuviera en orden. Otros escriban
la ltima carta a su familia o a su prometida por si moran en la
empresa. Varios soldados sacaron fotografas personales de sus
billeteras y las pegaron en el interior del casco. Todos los
documentos y efectos personales de la vida civil fueron recogidos y
guardados hasta su regreso. Los capellanes celebraron
servicios
136. religiosos en una esquina del hangar, y los catlicos
tuvieron la oportunidad de confesarse. En esos momentos de reflexin
personal, los discursos de nimo de algunos mandos de los
regimientos no habran podido resultar ms chocantes. El coronel Jump
(Salto) Johnson, al mando del 501. Regimiento de Infantera
Paracaidista, se plant en el hangar montado en su jeep y se subi a
la plataforma de calistenia. Johnson, que se haba ganado su apodo
por su constante deseo de saltar de cualquier artefacto que volara
por los aires, llevaba un revolver con la empuadura
137. de ncar a cada lado de la cintura. Los dos mil hombres de
su regimiento se reunieron a su alrededor. Se perciba en el
ambiente una curiosa sensacin; el entusiasmo y los nervios por la
batalla, sealara un paracaidista.31 Tras una breve arenga para
levantar la pasin marcial de sus hombres, Johnson de pronto se
agach y se sac de la bota un gran cuchillo, blandindolo sobre su
cabeza. Antes de ver el amanecer de un nuevo da, dijo alzando la
voz, quiero clavar este cuchillo en el corazn del nazi ms mezquino,
sucio y asqueroso de toda Europa. Se oy un clamoroso grito de
entusiasmo, y los hombres levantaron
138. sus cuchillos en respuesta. El general Maxwell Taylor
advirti a sus hombres de la 101.a Aerotransportada que combatir de
noche dara lugar a una gran confusin. Iba a resultarles difcil
distinguir a los de su propio bando del enemigo. Por esa razn
deberan combatir con cuchillos y granadas por la noche, y recurrir
a las armas de fuego nicamente cuando ya hubiera amanecido. Segn
uno de esos hombres, tambin dijo que si se hacan prisioneros, stos
representaran un estorbo para llevar a cabo nuestra misin. Tenamos
que deshacernos de los prisioneros de la manera que
139. considerramos ms conveniente.32 El general de brigada Slim
Jim Gavin, de la 82.a Aerotransportada, tal vez fuera el ms
comedido en su alocucin. Soldados, dijo, lo que vais a vivir los
prximos das no lo cambiarais ni por un milln de dlares, pero
tampoco os gustara repetirlo con mucha frecuencia. Para la mayora
de vosotros ser la primera vez que entris en combate. Recordad que
estis all para matar, o los que moriris seris vosotros.33 Gavin
caus una gran impresin entre sus hombres. Uno de ellos dijo que,
despus de aquel breve discurso pronunciado en tono pausado,
140. creo que lo hubiramos seguido hasta el infierno. Otro
comandante opt por adoptar tcticas de choque. A sus hombres,
mientras permanecan en formacin ante l, les dijo lo siguiente:
Mirad a vuestra derecha y a vuestra izquierda. Slo uno de vosotros
seguir vivo despus de la primera semana en Normanda.34 No cabe duda
del alto nivel de motivacin que reinaba entre la inmensa mayora de
los soldados de las divisiones aerotransportadas americanas. La
manera ms efectiva de imponer disciplina que tuvieron durante un
tiempo los oficiales fue amenazar a
141. los soldados con impedirles su participacin en los
lanzamientos de la invasin. Los rituales de la vspera de la batalla
incluyeron el afeitado de cabezas para facilitar a los mdicos el
trabajo en caso de herida en esa parte del cuerpo, pero varios
hombres decidieron dejarse una franja central de pelo al estilo
mohicano. Ello contribuira a la idea que tenan los alemanes,
influenciados por las pelculas de gnsteres de Hollywood y que luego
extendieron los medios propagandsticos de la
142. Wehrmacht, de que los soldados de las unidades
aerotransportadas americanas eran reclutados en los penales ms
peligrosos de los Estados Unidos y procedan de la belste
Untermenschentum amerikanischer Slums (la peor especie de
infrahumanos de los suburbios americanos).35 Se pintaron, adems, la
cara de negro, sobre todo con el holln de las estufas, aunque
algunos utilizaron betn, y otros aadieron rayas de pintura blanca,
en una especie de competicin a ver quin consegua que su cara
pareciera ms feroz. Sus trajes de paracaidista llevaban
143. el emblema de su divisin en el hombro izquierdo y la
bandera de los Estados Unidos en el derecho. Un soldado, que haba
recibido de un colaborador de la Cruz Roja dos cartones de
cigarrillos Pall Mall de ms, se meti uno en cada pernera. Pero para
los que se vieron obligados a saltar sobre zonas anegadas, la opcin
de ese escondite debi de provocarles un disgusto aadido. Los
soldados se ajustaban al mximo las botas, las correas y los
tirantes, como si stos formaran una especie de armadura que les
sirviera de proteccin en el combate que estaba a punto de
producirse. Los paracaidistas tambin
144. fueron a por ms municin: iban cargados hasta los topes. Su
mayor temor era encontrarse con el enemigo y tener el fusil
descargado. Llevaban cartucheras colgadas cruzando el pecho al
estilo Pancho Villa, cantimploras llenas hasta el borde y sacos con
calcetines y mudas de repuesto. Los cascos de camuflaje con red
tenan fijado en su parte posterior un botiqun que contena vendas,
ocho pastillas de sulfamidas y un par de dosis de morfina
inyectable, una primera contra el dolor, y una segunda para pasar a
la eternidad.36 Los bolsillos y las rioneras estaban
145. llenos a rebosar, no slo con los ciento cincuenta
cartuchos de balas del calibre 30, sino tambin con barras de
chocolate de la racin D de combate, que tenan una textura parecida
a la del cemento poco antes de fraguar, y con una granada Gammon de
fabricacin britnica, que contena casi medio kilo de explosivo C2 en
una especie de calcetn de algodn. Esta bomba improvisada poda
resultar absolutamente efectiva incluso contra vehculos blindados
(los paracaidistas la llamaban su artillera de mano), pero su
popularidad se deba tambin a otras razones. Con una pequea cantidad
de ese
146. explosivo de ignicin rpida podan calentarse en el interior
del hoyo de proteccin una taza de caf o su racin K de combate sin
formar ni pizca de humo. Las placas de identificacin iban pegadas
para que no hicieran ruido al golpearse unas con otras. En un
neceser colgado del cuello llevaban, adems de cigarrillos y
encendedores, otros artculos de primera necesidad, como un kit de
afeitado y de higiene corporal, pastillas para purificar el agua,
veinticuatro hojas de papel higinico, un libro de frases hechas en
francs y un equipo de fuga consistente en un mapa
147. impreso en un pauelo de seda, una pequea sierra para
metales, una brjula y dinero en efectivo. La abundancia de todo
este equipamiento asombraba a los humildes muchachos de origen
rural, acostumbrados a improvisar y a arreglrselas de la mejor
manera posible en casa. En el primer puesto de esa lista de
artculos de pequeo tamao figuraban el instrumental para cavar
trincheras y el arma personal del soldado, normalmente una carabina
con un afuste, desmontado en parte, metido en una bolsa llamada el
estuche del violn, que llevaban atada con unas correas cruzando el
pecho.
148. Otros hombres iban armados con una metralleta Thompson.
Las bazucas se llevaban desmontadas en sus dos mitades. Junto con
varias granaderas con explosivos antitanque, iban depositadas en
bolsas atadas a las perneras que se balancearan durante el
descenso. Slo estas bolsas solan pesar unos cuarenta kilos. Los
paracaidistas tenan sus propias supersticiones. Varios de ellos
tambin vaticinaron su muerte. Un soldado recordara a un muchacho de
cabello liso muy rubio llamado Johnny. Estaba all, de pie, con la
mirada clavada en el vaco. Me acerqu a l y
149. le dije: "Qu ocurre, Johnny?". El respondi: "No creo que
salga vivo de sta". Yo le dije: "Tranquilo, todo ir bien". Le di
unas palmadas porque pareca realmente aturdido. Al final, fue uno
de los primeros hombres que cayeron en Normanda.37 Cuando
Eisenhower lleg a Greenham Common en su Cadillac oficial, seguido
por una pequea comitiva de periodistas y fotgrafos, intercambi unas
palabras con los paracaidistas de la 101.a Aerotransportada del
general Maxwell Taylor poco antes de que subieran a sus
150. aviones. Debi de ser realmente difcil no recordar el
horrible presagio de Leigh-Mallory de que casi todos aquellos
hombres iban a perder la vida. No obstante, la naturalidad y la
cordialidad que [Eisenhower] mostr en su trato con los soldados38
sorprenderan incluso a su ayudante. Un texano ofreci al comandante
supremo un trabajo de vaquero para cuando acabara la guerra. Ms
tarde Eisenhower pregunt a los oficiales si entre sus hombres haba
alguno de Kansas. Esperaba que hubiera alguien de su ciudad natal,
Abilene. Se mand llamar a un soldado llamado Oyler para
151. que se entrevistara con l. Cmo te llamas, soldado? pregunt
el general. Oyler no responda, pareca haberse quedado helado en
presencia de Eisenhower. Sus amigos tuvieron que gritar su nombre
para refrescarle la memoria. Eisenhower le pregunt de dnde era.
Wellington, Kansas contest. Oh! Eso est al sur de Wichita! exclam
el comandante supremo, que a continuacin le pregunt por su
formacin, su hoja de servicios y si tena novia en Inglaterra. Oyler
fue relajndose y contestando
152. a todas sus preguntas acerca del adiestramiento recibido y
si crea que los dems miembros de su pelotn estaban preparados para
entrar en combate. Ya sabes, Oyler, que los alemanes nos han hecho
pasar un verdadero infierno durante cinco aos, y ya ha llegado la
hora de que lo paguen. A continuacin el general le pregunt si tena
miedo, a lo que Oyler le dijo que s. Es natural. Sera de locos no
tenerlo. Pero el truco consiste en tirar para adelante. Si te
paras, si empiezas a pensar, pierdes el objetivo. Te
153. desconcentras. Podras convertirte en una baja. Lo ideal,
lo perfecto, es seguir para adelante.39 Poder seguir para adelante,
en ese momento, era el principal problema de los paracaidistas.
Iban tan cargados de equipamiento, que se dirigan andando como
patos a los aviones que los aguardaban alineados en la pista area.
Los equipos de tierra de sus Skytrains C-47 (los britnicos los
llamaban Dakotas) haban trabajado muy duro. Todos los aviones de la
invasin fueron pintados en el ltimo
154. momento con rayas negras y blancas en las alas y el
fuselaje para que los barcos aliados pudieran identificarlos con
menos dificultades. Algunos paracaidistas se impresionaron al
verlos. Quedamos endiabladamente sorprendidos cuando vimos aquellas
rayas tan anchas pintadas en las alas y tambin en el fuselaje.
Pensamos que en el aire pareceran patos a la espera de que
cualquier artillero intentara probar suerte con ellos.40 El peligro
del fuego amigo era una de las principales preocupaciones de los
aliados, especialmente de las fuerzas aerotransportadas. Durante la
invasin
155. de Sicilia en julio de 1943, la artillera antiarea de la
Marina estadounidense haba disparado tanto contra los aviones de
transporte americanos como contra los que remolcaban planeadores.
En su desesperado afn por escapar del fuego, los pilotos de los
remolcadores haban soltado los planeadores, dejando que se
estrellaran en el mar. En el desastre se perdieron ms de doce
aparatos. Esta vez, con el fin de evitar los vuelos sobre las
flotas de la invasin, las rutas establecidas para los lanzamientos
en la pennsula de Cotentin conduciran a las dos divisiones
aerotransportadas hacia el oeste, dibujando una curva, para
156. luego alcanzar su objetivo sobrevolando las Islas
Anglonormandas. Muchos de aquellos C-47, llamados albatros por los
paracaidistas, tenan nombres y smbolos pintados en la punta del
aparato. Uno, por ejemplo, tena dibujado un diablo sosteniendo una
bandeja en la que apareca una chica sentada en baador, con la
siguiente leyenda: El cielo puede esperar (Heaven can Wait). Otro
avin tena un nombre no tan alentador: Miss Carriage [3] Los
paracaidistas tardaron cuarenta minutos en subir a los aviones,
pues debido al enorme peso que cargaban
157. necesitaron ayuda para subir las escalerillas, casi como
si fueran caballeros con armadura que intentaran montar a lomos de
sus caballos. Y una vez a bordo, un buen nmero de ellos tuvo que
bregar al poco tiempo contra un problema aadido: la necesidad de
orinar fruto de los nervios. Los pilotos de los escuadrones de
transporte comenzaron a preocuparse cada vez ms por el exceso de
peso. Cada avin deba transportar a un grupo de entre diecisis y
dieciocho hombres totalmente equipados, de modo que insistieron en
pesarlos. Cuando supieron el peso total que tenan que
transportar,
158. su preocupacin fue an mayor. El primero en montar era un
sargento que se colocaba en la parte delantera del avin, mientras
que el comandante del pelotn era el ltimo en hacerlo, pues sera el
encargado de abrir la marcha. El sargento, que al final cerrara el
grupo, era el que daba el empujn decisivo y se aseguraba de que
todos hubieran saltado y ninguno se quedara paralizado. Un soldado
pregunt al sargento si era cierto que tena la orden de disparar a
quien se negara a saltar. "Eso es lo que me han ordenado",
respondi. Lo dijo con tanta delicadeza que todo el mundo se qued
callado.41
159. El 505. Regimiento de Infantera Paracaidista de la 82.a
Divisin Aerotransportada fue vctima de un terrible y desgraciado
accidente durante las operaciones de carga. Una granada Gammon
explot dentro de un avin, matando a varios soldados y provocando un
incendio. Los supervivientes fueron trasladados a un destacamento
complementario. No estaba permitido que nada retrasara el horario
programado para el despegue de los aviones aquella noche. Los C-47,
cargados hasta los topes, empezaron a rodar lentamente con los
motores gruendo por la pista de
160. Greenham Common, en una secuencia aparentemente
interminable. El general Eisenhower permaneca all de pie, segn
parece con lgrimas en los ojos, saludando a los aviones de los
paracaidistas de la 101.a Divisin Aerotransportada que levantaban
el vuelo. Aquella problemtica noche con De Gaulle, Churchill tambin
pensaba en su poderoso aliado del este. Haba intentado convencer a
Stalin de que hiciera coincidir con la invasin de Normanda la
ofensiva que haba
161. programado lanzar en verano. El 14 de abril le haba
transmitido el siguiente mensaje: Le pedimos que nos informe, para
poder hacer nuestros propios clculos, sobre la envergadura de su
proyecto.42 Un ao antes Stalin haba empezado a poner en duda que
los aliados occidentales lanzaran alguna vez la invasin del norte
de Europa, una iniciativa que venan prometiendo desde 1942.
Churchill siempre se haba mostrado favorable por una estrategia
indirecta, o perifrica, en el Mediterrneo, para evitar que se
produjera otro bao de sangre en
162. Francia semejante al que haba acabado con los jvenes de su
generacin. Al final, su decisin de posponer la invasin resultara
acertada, pero por otras razones. Los ejrcitos angloamericanos
simplemente no haban estado preparados, ni desde el punto de vista
material, ni en lo concerniente al adiestramiento de sus hombres,
para emprender una operacin de esas caractersticas con
anterioridad. Un fracaso habra sido catastrfico. Pero ninguna de
esas excusas, o mejor dicho, ninguno de esos motivos reales haban
servido para aplacar a Stalin, que se dedic a recordar
constantemente a sus
163. aliados el compromiso que haban adquirido. Nadie debera
olvidar, escribira en una nota a Churchill en junio de 1943, que de
todo esto depende la posibilidad de salvar millones de vidas en las
regiones ocupadas de Europa occidental y Rusia y de reducir los
enormes sacrificios que realizan los ejrcitos soviticos, en
comparacin con los cuales deberamos considerar modestas las prdidas
de las tropas angloamericanas.43 Ms de siete millones de soldados
de las fuerzas armadas soviticas haban perecido ya en la guerra. En
la Conferencia de Tehern
164. celebrada el mes de noviembre, Roosevelt haba dicho a
Stalin, a espaldas del primer ministro britnico y para mayor
consternacin de ste, que, adems de desembarcar en Normanda, iban a
invadir tambin el sur de Francia en el curso de la llamada Operacin
Anvil. Churchill y Brooke se haban opuesto a esta operacin desde el
primer momento en que los americanos comenzaron a soar con ella.
Anvil supona dejar a los ejrcitos aliados de Italia sin reservas ni
recursos, lo que habra impedido hacer realidad el sueo de Churchill
de avanzar hacia el norte de los Balcanes y Austria. Churchill
165. haba presagiado las consecuencias de los espectaculares
avances del Ejrcito Rojo. Le horrorizaba la sola idea de una
ocupacin sovitica de Europa central. Roosevelt, por su parte,
estaba convencido de que encantand