Nuestro rancho estaba en el fondo del campo. Era el ltimo puesto de la
estancia. La escuela quedaba lejos. Como no haba caminos, para llegar a ella hubiramos tenido que hacer un
rodeo muy largo. Nosotros oamos hablar de aquel camino que nos acercara a la escuela; a
los otros nios y a los libros. Acaso cruzaran por l carretas y tropas y caballadas.
Pero al dueo del campo no le gustaban los caminos. Camino, camino, camino. Ya era l una presencia llena de nuestra
simpata. Sabamos que era algo ms que una huella. Que estaba siempre quieto entre alambrados tensos y derechos.
Que por l andaba nuestro padre y encontraba amigos y vea casas sucesivas y almacenes con jarras pintadas y recados y golosinas. Que por l iba al pueblo donde haba como mil casas todas juntas
Un da llegaron unos hombres. Clavaron banderines rojos por toda la extensin ilimitada.
Despus llegaron ms hombres y mquinas y carros y fueron haciendo el camino.
Por l fuimos a la escuela. ramos seis hermanos galopando alegres y felices. El camino traa y llevaba gentes que hablaban con mi padre. Hablaban del
propio camino y de ellos mismos y de nosotros y de la ciudad. Un da mi padre y mi hermano mayor partieron hacia ella. Despus lo hicimos nosotros. Llevbamos lo que tenamos. Al rancho le
sacamos las ventanas y la puerta. Desde el camino nuestra casa pareca una cosa muerta, sin ojos y sin boca. El camino nos llevaba y hua de la tapera. No miramos para atrs por miedo de que la tierra nos llamara.
Juan Jos Morosoli (1899-1957)
Perico
E l camino
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