Mercedes Segovia Ramírez.
Mª Dolores López- Tercero Sánchez.
3º Grado de Historia.
EDUCACIÓN Y CULTURA EN MESOPOTAMIA.
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ÍNDICE.
0.- Introducción.
1.- Familia: la familia patriarcal, la mujer, el matrimonio, los hijos y la educación de
los hijos.
2.- La ciudad: el templo y el palacio.
3.- Religión: dioses, ritos, mitos, muerte y magia.
4.- La escritura: los escribas.
5.- Economía.
6.- Manifestaciones artísticas.
7.- Calendario mesopotámico.
8.- Conclusiones.
9.- Bibliografía.
INTRODUCCIÓN.
Mesopotamia significa en griego "entre ríos". La región así denominada abarcaba
inicialmente los territorios comprendidos entre los ríos Tigris y Éufrates. En la
actualidad comprende a Iraq y el este de Siria.
La abundancia de agua creó una gran riqueza natural, hasta el punto de que, según la
Biblia, estuvo allí localizado el Paraíso. El neolítico pronto alcanzó un gran desarrollo
en Mesopotamia, con asentamientos urbanos importantes, como Eridu o Uruk (desde el
año 3.750 a.C.).
En esta ciudad comenzó, muy probablemente, un sistema complejo de escritura. La
historia de Mesopotamia es una sucesión de civilizaciones, iniciada por los sumerios
(3.000 a.C. - 2.350 a.C.). Estos son vencidos por las huestes de Sargón, rey de los
acadios (Akkad), que imponen su poder hasta 1.800 a.C.
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Desde ese momento conviven dos importantes culturas: los asirios (Assur), al norte, y
los babilonios (Babilonia), al sur. Cada uno evoluciona de forma diferente, pero ambos
acabarán dominados por pueblos guerreros llegados del este, los persas (Persia), medos
y aqueménides.
En este trabajo vamos a hablar no sólo de la educación en la antigua Mesopotamia sino
también de la cultura. Nos centraremos en temas como la familia, portadora de toda
cultura, y más en concreto de la mujer. También dedicaremos un apartado para las
ciudades, foco de desarrollo de toda educación y cultura, profundizando en instituciones
como el templo o el palacio por ser los más importantes o de mayor poder dentro de
toda ciudad. La religión es la base de toda educación en el mundo antiguo por ello es
importante tratarla aquí, así como la escritura, portadora de todo conocimiento. Otros
temas desarrollados son la economía y el calendario mesopotámico.
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LA FAMILIA.
Para los habitantes del Próximo Oriente Antiguo la familia constituía el marco de
referencia fundamental que le aseguraba la existencia material y la identidad social ante
sus semejantes. De este modo, la situación de alguien sin familia se consideraba como
sumamente miserable.
La familia garantizaba por medio de la herencia la transmisión de los medios de
subsistencia y en el mismo contexto de la familia es en el que se realizaban los vínculos
que garantizaban la solidaridad social. Además, en la familia se realizaba el aprendizaje
de las normas y pautas establecidas por la sociedad y proporcionaba la fuerza de trabajo
que este precisaba.
Familias patriarcales.
Son familias de carácter patriarcal. Sin embargo, no todas las familias patriarcales eran
similares, pudiendo distinguir entre familia extensa o amplia y familia restringida o
nuclear. Esta última se compone de los esposos y sus hijos, mientras que la familia
extensa acoge a la esposa y los hijos en la residencia del padre del marido. Es posible
que esta agrupación se llevase a cabo debido a la necesidad de cooperación de los
varones del mismo grupo ante determinadas situaciones productivas y de conflicto con
otros grupos cercanos.
Los varones son los encargados de cuidar los animales domésticos grandes en las
sociedades dedicadas al pastoreo. La utilización de la fuerza de los animales es
simplemente una ampliación de las actividades del pastoreo hasta un terreno de trabajos
pesados reservado también a los varones: la preparación de la tierra para la siembra. La
división del trabajo que convirtió al varón en proveedor y a la hembra en encargada de
las tareas domesticas apareció con el cultivo intensivo por la simple razón de su
eficacia, sumandos a las condiciones que habían implicado una subordinación de las
mujeres frente a los varones, y tuvo como consecuencia el reforzamiento de la autoridad
del padre dentro de la familia patrilocal.
La práctica de establecer alianzas y vínculos de solidaridad con otros grupos de
parentesco mediante el matrimonio exógamo, que implicaba el intercambio de mujeres,
contribuyó a mermar su independencia, al extraerlas de su propio grupo de parentesco
para insertarlas en otro ajeno al suyo. Además, el intercambio de mujeres implicaba una
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cierta cosificación de su sexualidad, que paso a ser concebida como una mercancía para
disfrute del varón.
La familia patriarcal estuvo sometida a tensiones internas y contrapuestas que
configuraron su aspecto según los casos y épocas. Los resultados de estas tensiones se
plasmaron en modificaciones significativas de la libertad de la esposa y los hijos.
La familia amplia o extensa, al igual que la reducida o nuclear, sufrió una serie de
vicisitudes en el tiempo y en los distintos marcos propios del dimorfismo que
caracterizaba la sociedad y los contrastes residenciales (campo- ciudad). A finales de la
Edad del Bronce Antiguo la familia amplia, igualmente predominante entre las
poblaciones nómadas, entro en retroceso frente a la nuclear, que fue la propia de todo el
periodo palo babilonio.
Además, la instalación de tribus kasitas significo la reimplantación en Babilonia de un
régimen patrimonial de índole tribual, asociado también a familias patriarcales extensas,
pero en las ciudades pervivió la familia nuclear ligada a formas de propiedad privada.
A la autoridad y poder económico que ostenta el padre en la familia patriarcal van
unidas el carácter patrilineal de la descendencia, así como con mucha frecuencia el
patrilocal de la residencia. Suyos son los hijos y la casa donde reside la familia, así
como las posesiones familiares y la capacidad de establecer un reparto programado de
las mismas entre sus herederos. Aunque la mujer recibía una dote, ésta era administrada
por su esposo. La infidelidad y el adulterio eran achacables sólo a la mujer, ya que el
marido le estaban permitidas todo tipo de relaciones extraconyugales. La mujer infiel o
adultera así como la que abortaba sin el consentimiento del marido, ponía en peligro con
su actitud la propia reproducción de la familia patriarcal.
Del padre era también el poder general de vida y muerte sobre los hijos y la elección de
sus futuros cónyuges. Cualquier hombre que no pudiera devolver una deuda contraída
con otro podía dejar en prenda a su mujer e hijos. La sucesiva jerarquización de las
relaciones familiares del poder determinaba en muchos casos que la madre, si
enviudaba, quedara sometida a la potestad de un hijo varón adulto.
En la familia nuclear o extensa, los hijos casados abandonan el hogar de sus padres con
sus esposas para establecer el suyo propio. En ellas todos los individuos que la
componen sirven a los intereses de la familia extensa. En esta circunstancia el
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matrimonio actúa como un contrato o una alianza entre familias, influyendo en las
uniones tanto presentes como futuras en que intervengan otros miembros de ambos
grupos.
La mujer.
En cuanto al poder materno, en el caso en el que existiera, era tan solo un representante
subalterno de la autoridad patriarcal. En la Babilonia de tiempos de Hammurabi la
discriminación de la mujer no era tan aguda como en la sociedad asiria. Podía realizar
negocios por su cuenta, acudir a los tribunales, solicitar el divorcio, e incluso ejercer
algunos cargos en la administración pública como escriba o como miembro de un
colegio de jueces. Sin embargo, la mujer asiria, no poseía ninguna capacidad jurídica y
vivía enclaustrada. El padre asirio tenia poderes ilimitados respecto a su hija, podía
castigarla a su modo. Las hijas eran consideradas siervas de su padre, quien poseía
derecho a venderlas como esclavas. En época neo babilónica se puede observar un
cierto endurecimiento de la condición de la mujer en el seno de la sociedad y de la
familia patriarcal. Entre los hititas, la mujer parece haber disfrutado de una posición un
tanto más equilibrada en relación a su esposo. Las distinciones de clase o categorías
sociales también eran importantes a la hora de establecer la situación de las mujeres.
A principios del período histórico en Mesopotamia, no existían barreras de clase para
acceder a una escolarización formal. Quien estaba interesado, podía aprender a leer y
escribir y recibir una instrucción elemental y con ello acceder a una superioridad social.
Y aunque estaba limitada la capacidad del aprendizaje a un número reducido de sujetos
y era una sociedad ya patriarcal, no se discriminaba a la mujer en la adquisición
educativa y existe evidencia del alto grado de instrucción al que accedió la mujer.
La más antigua Escuela que se conoce es la de Mari (una de las ciudades más célebres
en el año 3000 a. C., donde se adoraba a la Diosa Ishtar en su Templo, a cuyo servicio
había reinas / Sacerdotisas Ishtaritus) del año 2000 a. C., hoy Tell-Hariri.
Además, quedan otros testimonios diversos de la gran independencia y libertad que aún
disfrutó la mujer durante los primeros cientos de años del patriarcado. Había mujeres
Gobernadoras de provincias, otras que ejercían de Escribas y actuaban como Juezas y
Magistradas en las cortes judiciales y muchas eran Sacerdotisas, actividades
condicionadas por el conocimiento de la escritura y el cálculo.
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Y asimismo existe evidencia de que la mujer accedía al trono y ejercía sola la soberanía
de su ciudad-estado.
El matrimonio.
Por lo general las futuras uniones eran acordadas entre las familias a una edad una muy
temprana de los futuros cónyuges. El matrimonio era, por lo tanto a un vinculo jurídico,
un contrato suscrito por dos familias ya constituidas para unir a dos de sus miembros.
En el Próximo Oriente Antiguo, las uniones matrimoniales eran predominantemente
exógamas, es tanto atestiguadas con fuerza el tabú del incesto que prohibía la unión
entre consanguíneos.
La principal causa para la disolución del matrimonio era la esterilidad en cuyo caso, si
la mujer no había faltado a ninguno de sus deberes conyugales, recibía la devolución de
sus dotes y una indemnización, si estaba fijada de antemano en el contrato matrimonial.
Una enfermedad grave de la esposa podía ser también una causa de divorcio, y esta
podía optar por abandonar la familia de su marido y recuperar la dote, o vivir en una
casa a parte mantenida por su esposo.
Los hijos.
Era muy frecuente que las familias campesinas desafiaran la política natalista que las
clases dominantes trataban de imponerles e, impulsadas pero la necesidad más
acuciante, realizaran una serie de prácticas destinadas a impedir tener muchos hijos.
En Asiria el abandono de niños llego a ser una práctica corriente. Mientras que los
hebreos acostumbraban a pasar a sus hijos e hijas por el fuego en un rito que parece a
fin al sacrificio molk que realizaban sus vecinos fenicios.
Mientras que las mujeres de familias acomodadas, aquellas que pertenecían a la clase
propietaria, contaban con el auxilio de médicos y comadronas, las esclavas y las pobres
habrían de hacer frente a lo que quisiera depararles el destino. De tal modo, las familias
poderosas no veían con buenos ojos como su riqueza podía dispersarse con las dotes
que sus hijas llevaban al matrimonio, motivo por el que muchas de ellas ingresaban
como sacerdotisas en los templos.
La mortalidad infantil era en general muy elevada.
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Educación de los hijos.
Cuando se decidía permitir vivir al hijo alumbrado, se le imponía un nombre y se le
confiaba al cuidado de su madre durante los primeros años de su infancia. Los hijos
quedaban bajo tutela del padre, que decidía el tipo de instrucción que debía
proporcionárseles. Aunque lo más frecuente era seguir el oficio o la profesión del padre
entre las poblaciones urbanas. El hijo varón podía ser instruido en casa de un preceptor
o un maestro de oficio, mientras que a las hijas únicamente se les preparaba para el
matrimonio o, en caso de que perteneciese a una familia acomodada, también para la
vida religiosa como sacerdotisa en un templo.
La educación era estricta y muy rígida para ambos sexos. Las familias poderosas
mandaban a sus hijos varones a las escuelas de los templos para que se convirtieran en
escribas y funcionarios de la administración, costumbre que ya existía desde época
sumeria. En algunos lugares, existían también escuelas privadas para los hijos de los
nobles y altos dignatarios. De esta forma se transmitían los cargos y funciones
importantes de padre a hijo, asegurando el mantenimiento de la posición privilegiada de
los grupos sociales dirigentes. Los hijos de los campesinos o de los modestos artesanos
no podían acceder a tales conocimientos, y para sus padres resultaban más valiosos
ayudándoles en el taller o en el campo, lo que explica también una tendencia general a
que el hijo ejerciera el mismo oficio o trabajo de su padre.
LA CIUDAD EN MESOPOTAMIA
Antes de empezar profundizando en este apartado cabe mencionar que la mayoría de la
bibliografía consultada recogía varias ciudades importantes de Mesopotamia y las iba
explicando una por una, sin ofrecer una visión global de la ciudad mesopotámica como
tal.
Otra dificultad añadida es que la civilización mesopotámica se compone a su vez de
diversos pueblos (babilonios, sumerios y asirios), lo que amplía sobremanera el ámbito
de estudio.
Aún así, tras consultar diversos libros hemos podido obtener una serie de nociones e
ideas básicas, que serán expuestos a continuación.
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A diferencia de lo que se piensa comúnmente, es en Mesopotamia y no en Egipto donde
empezó el surgimiento de la ciudad, de los primeros núcleos urbanísticos como tales.
La invención de las ciudades quizá sea el legado más perdurable de Mesopotamia. No
se trató sólo de una, sino de docenas de ciudades, todas con sus peculiaridades y
características concretas.
Pero antes de las ciudades eran comunes las aldeas, que en torno al IV milenio
empezaron a secretar caracteres urbanos más y más señalados gracias al desarrollo de la
agricultura y de los mercados.
Así, no será hasta el año 3000 a.C. cuando aparezcan los primeros núcleos de población
a los que ponemos dar el nombre de ciudad.
Esta gran transformación se inició en un espacio geográfico preciso: la cuenca del Tigris
y el Éufrates, en el actual Iraq. Hacía tiempo había florecido allí la actividad agrícola y
manufacturera, aprovechando a la vez una serie de innovaciones técnicas
fundamentales.
Además, la invención de la escritura permitió una mejor contabilidad de las
transacciones económicas.
Dentro de cada grupo humano se acentuó la división del trabajo, para atender a las
nuevas demandas de una economía en expansión.
La suma de todas estas transformaciones cuajó en la aparición de las primeras ciudades.
La arqueología ha permitido descubrir la fisonomía de muchos de los núcleos
mesopotámicos, destacando Ur, Uruk, Eridú, Lagash y Kish. Así pues, podemos
establecer unas características comunes. Las ciudades estuvieron amuralladas y fueron
pequeñas. En un principio tenían un trazado irregular y se construían alrededor del
templo, pero posteriormente el trazado fue adquiriendo una manera más cuadriculada.
Las casas eran sencillas y en esencia constaban de un patio alrededor del cual se
construían las habitaciones. La cubierta exterior siempre era adintelada aunque en el
interior fueran abovedadas. Eran casas muy cerradas, con pocos vanos, debido al clima
y también para dotarlas de carácter defensivo. En total, su población podía oscilar entre
los 5.000 y los 20.000 habitantes.
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Templo.
El templo desde un principio fue la construcción sobresaliente, más incluso que el
tempo. La finalidad del templo fue de distinto tipo: veneración, rezo, administrativa,
mercantil, etc. Se identifica con el zigurat o ziqqurratu, pero no hay que confundirlo ya
que éste es sólo una parte del templo.
Fue la primera construcción pública, y originalmente concentraba todas las actividades
urbanas. Sólo más tarde surge el palacio, momento en el que el rey sale del templo y el
sacerdote permanece en él.
El templo solía estar en terreno sagrado y cercano, y tiene un gran número de estancias
con un carácter horizontal que sólo se rompe por el zigurat, el cual se desarrolló en la
época neosumeria.
En el zigurat había un pequeño templete donde el dios se pone en contacto con los
humanos. Este zigurat simboliza la montaña mítica del mundo. Está constituido por
plataformas superpuestas que tienen un menor tamaño según se va a ascendiendo,
alcanzando una gran altura. Suelen ser un número impar de plataformas, hasta 7, que se
ha identificado con la "Torre de Babel" de la Biblia. El acceso hasta la parte alta se
hacía mediante escalinatas o rampas. Por todo lo anterior también se les llamaba "casa
alta" o "montaña brillante".
Una importante arma de control
ideológico eran las festividades
del templo, en la que se
agradecían a los dioses su
clemencia y se rezaba para
obtener un buen año en la
cosecha. Se eliminaban las
diferencias entre clases y no se
celebraban los procesos
judiciales. Además, se
realizaban uniones rituales entre
reyes y sacerdotisas.
Relacionado con los templos están las tumbas, que en Mesopotamia no tuvieron la
importancia que en Egipto. Solían estar junto o cerca de la ciudad y eran muy sencillas,
sólo fosas excavadas. En su interior se colocaba el cadáver, y si era noble se enterraba
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con algunos de sus bienes u otros atributos. Las tumbas de los reyes eran las más
importantes: tumbas de corredor que desembocaban en una o varias cámaras
abovedadas.
Palacio.
Dentro de las ciudades cabe destacar a los palacios, edificaciones muy representativas
de la Antigua Mesopotamia.
El palacio seguía la estructura de las casas pero con una multiplicación de patios y
estancias, llegando a ser un palacio-ciudad, ya que no sólo residía en él el rey sino
también la nobleza y los encargados de la administración. Estos palacios influirán
mucho en el mundo persa, islámico, etc. El palacio se situaba junto al templo y estaban
amurallados, con almenas y torres.
LA RELIGIÓN EN MESOPOTAMIA: DIOSES, RITOS, MITOS.
Los habitantes del valle del Tigris y el Éufrates eran politeístas y creían en la divinidad
de los astros. Los dioses mayores eran Marduk o Beli, el dios de Júpiter y Babilonia.
Los dioses eran considerados por los babilonios como seres terribles y furiosos que sólo
protegían a los pueblos que los adoptaban y les dedicaban grandes sacrificios.
Dioses.
El panteón mesopotámico estaba organizado como una gran familia de dioses donde
cada uno de sus miembros tenía unas atribuciones especiales. Todos ellos cumplían un
papel más o menos destacado en los mitos, en los que mostraban sus virtudes y defectos
al igual que los seres humanos. Los dioses más importantes eran los siguientes:
Anu: Dios del Cielo. En un principio fue el dios principal, pero fue sustituido. Recibió
el nombre de “padre o soberano de los dioses”, por lo que estaba muy lejos de los
mortales, a los que llegaba incluso a odiarlos.
Disponía de un ejército, las estrellas, para destruir las fuerzas malignas que lo
amenazasen. No dejaba nunca sus dominios celestes. Su atributo era la corona de siete
pares de cuernos, emblema de todo poder, y tenía asociado el número 60, cifra sagrada
para los sumerios. Protector de Uruk.
Enlil: es hijo de Anu. Terminó sustituyendo a su padre como rey de los dioses.
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Dios supremo del panteón sumerio-acadio, su culto estaba concentrado sobre todo en
Nippur, ciudad de la que era protector. Era el creador de la humanidad y el que decidía
sobre el destino humano. Era hijo de Anu y dios del viento y la tormenta, aunque más
tarde perdió el carácter de "señor de los vientos" para ser sustituido por Adad, el dios
del relámpago. Sustituyó a su padre como deidad suprema al ser un dios más "cercano"
para la gente, y por ello se convirtió en rey de los dioses. Portaba la “tablilla de los
destinos” con la que controlaba el futuro de todos los seres. Su esposa era Muliltu o
Mylitta (Ninlil).
Se le consideraba una deidad benefactora, aunque a veces fue un dios cruel.
Ea (o Enki): es el dios del conocimiento mágico, que controlaba el agua dulce, tan
importante para la agricultura en Mesopotamia. También se encargaba de enseñar a la
humanidad los diferentes oficios.
Marduk: hijo de Ea. Era el dios principal de Babilonia. Se convirtió en rey de los dioses
a partir del Imperio Babilónico.
Ishtar: es la diosa del amor. Con diversos nombres, fue conocida en toda Asia
occidental, convirtiéndose en la diosa más popular del panteón mesopotámico.
Representaba a la guerra y el amor, y era fervientemente venerada en la ciudad de
Nínive.
Nabú: patrón de los escribas y dios de la sabiduría.
Ritos.
En las primeras civilizaciones era frecuente la celebración de rituales que señalaban el
inicio y el final de la siembra, el comienzo de una guerra o el cambio de las estaciones.
En ellos se destacaba la actividad de uno o varios dioses.
En Mesopotamia, uno de los ritos más conocidos y populares fue el rito de Año Nuevo.
Se celebraba en primavera a las afueras de la ciudad, en el campo, ya que era una fiesta
relacionada con la agricultura. Su duración era de once o doce días y en cada uno de
ellos el sacerdote principal practicaba un rito determinado, como por ejemplo pedir a los
dioses que en la ciudad hubiese abundancia. También era la época en la que se recibía a
los nuevos sacerdotes.
Durante estos días, el rey daba su cetro, su corona y su maza de combate a la estatua del
dios principal de la ciudad. Con esto quería decir que cedía al dios el control directo de
su pueblo.
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En estos rituales abundaban los gestos y oraciones que pretendían asegurar el buen
funcionamiento de todo el universo.
Mitos.
Los más antiguos relatos míticos de la humanidad que conocemos surgieron en
Mesopotamia. Tienen forma de poemas en los que los protagonistas son dioses y
también mortales que buscan algún tipo de gloria como la máxima sabiduría o la
inmortalidad. En ellos se nos cuenta cómo se creó el universo, cómo fue creado el ser
humano, los castigos a los que fue sometida la humanidad por molestar o no obedecer a
los dioses y las luchas que mantuvieron los propios dioses entre sí. Estas historias
servían para explicar el mundo, su origen y la organización de la sociedad.
El Poema de Gilgamesh, uno de los relatos más destacados, cuenta las experiencias de
este joven rey de la ciudad de Uruk. Era el hijo de una diosa y un mortal y fue en busca
de la inmortalidad. En esta búsqueda, Gilgamesh habló con muchos dioses y la diosa
Ishtar se enamoró de él, por lo que conoció secretos ocultos hasta entonces para los
mortales. Se convirtió en el ideal de héroe para todos los mesopotámicos y el primer
héroe con nombre de la literatura mundial.
Todo este apartado de la religión guarda mucha relación con la educación en
Mesopotamia. En las familias se transmitían las enseñanzas y mitos religiosos, y
también en los templos por parte de los sacerdotes.
Así pues, la religión más que una creencia o forma de pensar, era una forma de vida,
presente en todos los ámbitos de la cultura mesopotámica.
La muerte y la magia.
La magia es algo presente en todo momento en Mesopotamia. No queda muy clara la
distinción tradicional de magia negra y magia blanca. La magia negra es aquella
realizada a escondidas y con la intención de dañar a alguien, mientras que, la magia
blanca es la que se realizaba bajo el patrocinio y con la colaboración de los dioses,
considerándola magia defensiva o salvífica.
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En cuanto al mundo de la muerte, los mesopotámicos se distinguieron por una
valoración muy negativa de todo lo que pudiera ocurrir tras la muerte. De aquí surge el
temor hacia ella reflejado en textos.
Nadie ve a la muerte (mut);
Nadie ve el rostro de la muerte;
Nadie oye la voz de la muerte.
Pero la muerte cruel se lleva a toda la humanidad.
(de la “Epopeya de Gilgames”, X, 13- 16,
Lambert, 1980: 54s)
Una vez muerto un individuo, da origen a dos productos: el salantu (cadáver) y el
etemmu. En un periodo no muy largo de tiempo, el individuo pierde toda su “carne”
debido a su descomposición y solo queda el etemmu. Este etemmu puede ser evocado
por un médium y también puede intervenir por iniciativa propia y de forma muy activa
en la vida de los seres vivos, abandonando su morada, entendida como un mundo de
ultratumba negativo (y de incierta definición). Pero, este etemmu no puede identificarse
con lo que otras culturas llaman alma, ya que la cultura mesopotámica nunca creyó en
espíritus puros ni en formas inmateriales. De este modo el etemmu era algo material
aunque sutil. Era por si decirlo, el muerto solo perceptible a modo de “sombra”. Todo
esto está en relación con la apariencia de los demonios, y en ocasiones de los propios
dioses.
Para que no intervinieran los muertos de forma maléfica había que cuidar de ellos. El
muerto requería de constantes ofrendas que le recordasen a sus familiares y si no las
tenía podía morar por el mundo de los vivos como un “fantasma errante”, suponiendo
un peligro para los vivos, a los que podía incluso dañar. El peligro era más cuando se
daban casos de muertos sin descendientes que les ofreciesen culto, que murieron de
hambre, ahogados o ajusticiados, entre otros. De aquí surge la enorme importancia que
la religión da al culto de los difuntos.
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Este culto comenzaba por el enterramiento. Este solía ser sencillo y las ofrendas no muy
numerosas (vajilla, bisutería, herramientas, armas, juegos) y que podían seguir siéndoles
de utilidad. Otras ofrendas podían ser regalos confiados al difunto pero destinados a los
dioses infernales autóctonos y parientes fallecidos anteriormente. Una vez enterrado, el
difundo seguía exigiendo atenciones y cuidados, tanto verbales (pronunciar su nombre
para que no caiga en el olvido) y honorificas, como en forma de libaciones o sacrificios
funerarios más o menos regulares. Uno de los actos culturales funerarios más
significativos era el vertido o la libación de agua fresca y pura en la tumba a través de
un conducto destinado a tal acto.
La ceremonia funeraria más utilizada fue la denominada como kispum (convivio). Esta
ceremonia refleja la doble percepción de la muerte. La muerte de un individuo es
también la desaparición de una pieza en el seno de una entidad social y deja un hueco.
Los regalos entregados o confiados al difunto debían corresponderse con la condición
social que había desempeñado en vida, sino le sería imposible al muerto acceder a su
última morada.
Cuando el difunto era el cabeza de familia, su heredero era el encargado de os ritos del
sepelio y de depositar junto al cadáver ofrendas. El ritual kispum es el garante de la
continuidad entre el difunto cabeza de familia y su descendiente directo, carnal o
jurídico. En cada kispum se incluyen los antepasados de la familia de una manera más o
menos explícita.
De este modo, la función primaria del kispum era cuidar del difunto y confirmar la
continuidad de la familia y la autoridad de su cabeza de generación en generación. En la
corte real adquiría dimensiones auténticamente políticas, convirtiéndose en un
sacramento de la continuidad dinástica.
El culto a los difuntos en Mesopotamia fue garantía de historia, entendida como
continuidad de la vida de la sociedad, del clan, de la familia. La memoria del difunto
seguía viviendo en los que habían salido del, y que con él se juntarían para seguir
implorando la piedad de los que vendrán después.
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LA ESCRITURA.
La creación de la escritura ayudó al ser humano a expresarse para la posteridad e hizo
posible la difusión de las creencias y el conocimiento.
Gracias a ella podemos estudiar con certeza las costumbres y actividades de las culturas
antiguas, y gracias a ella nos es posible dar noticias sobre nuestro pasado. Además, es el
medio mediante el cual en un futuro las generaciones venideras tendrán constancia de
nuestra existencia.
Según la historiografía y la arqueología, la escritura surge en Mesopotamia sobre el año
3200 a.C., concretándose en tablillas de escritura sumeria.
En un principio la escritura se empleaba para labores de contabilidad y de registro
económico, para después ser empleados en labores legislativas y religiosas.
Además, la escritura también surgió como una nueva herramienta de poder, tanto
político como religioso, en un contexto de crecimiento.
Para muchas culturas la escritura era un don divino solo al alcance de sus intermediarios
en la tierra: los reyes y los sacerdotes. Por eso la figura del escriba también llegó a ser
tan venerada por ejemplo en Egipto, porque era la única figura "mortal" (entendiendo
que los reyes y sacerdotes eran muy poco menos que entidades divinas ante las cuales
nadie podía oponerse ni dudar de su legitimidad) que podía realizar el arte de la
escritura.
La escritura está muy relacionada con el tema que se trata en el trabajo, la educación,
porque era el medio que se empleaba para transmitir una serie de ideas y valores,
además de la forma de transmisión oral. Tal es el caso del Código de Hammurabi, que
recoge una serie de normas y leyes a seguir en la ciudad de Babilonia.
Dicha escritura también se utilizaba como un sistema de propaganda por parte de
personajes importantes, de reyes, para mantener su poder y autoridad.
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Finalmente, cabe añadir que la escritura marca un antes y un después en la historia del
hombre, con enormes repercusiones.
La escritura es considerada como una de los artífices de la historia y del pensamiento
abstracto humano, sin la cual no conoceríamos nada acerca de nuestro pasado ni nuestro
origen.
El escriba.
Desde mediados del III milenio conocemos el nombre de millares de escribas, debido a
que se adopto la norma de insertar el nombre del escriba en el colofón, con garantía de
autenticidad.
En Tell el- Der, en Mesopotamia, el sacerdote de la diosa Annunitum, Ur Utu, ejercía
normalmente como escriba.
En Oriente el hecho de saber leer y escribir
estaba considerado no solo como un
privilegio, sino, sobre todo como una
superioridad social real. Solo las familias
acomodadas podían permitirse conseguir la
instrucción de un futuro escriba, ya que el
coste era elevado y los estudios muy largos.
Lo que importaba al escriba era dominar los centenares de signos del sistema
cuneiforme en todos los sentidos, conocerlos y reproducirlos. A partir de ahí, le era
necesario redactar cartas y conocer la forma que requerían los contratos. También
debían conocer las técnicas contables que permitían dirigir las posesiones, realizar el
reparto de salarios en forma de distribución de grano, aceite, vestidos… Debía saber
glorificar las elevadas acciones del rey, componer las inscripciones, y redactar los
tratados y las alianzas entre reyes, teniendo en cuenta las costumbres de cada uno. La
diversidad de tareas indica la importancia de ese hombre en la sociedad, y cuantos más
conocimientos tenía en cada uno de esos campos más buscado era y podía esperar más
riquezas y consideración.
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Lo más normal era que trabajasen en la administración, ya fuera en los templos o en
palacio. De forma más rara, el escriba estaba al servicio de un particular, salvo en el
caso de mercaderes. Los reyes, reinas, príncipes y grandes del reino tenían un secretario
particular, sobre todo en época asiria y babilónica. Otros trabajaban como amanuenses
públicos en los puertos de la ciudad, disponiendo muy posiblemente de un repertorio
limitado con los signos necesarios para la redacción de actas elementales.
En cuanto a las mujeres, es a partir de época de Hammurabi, cuando entran con mayor
auge en esta profesión, aunque este caso no se presenta con frecuencia.
Con la utilización del alfabeto el prestigio del escriba disminuye en cierta medida.
La casa del sacerdote Ur- Utu de Tell ed- Der ha proporcionado cerca de 2.000 tablillas
y un lote de calamos como prueba de que allí se practicaba la escritura.
En Terqa, situado a 60 kilómetros aguas arriba de Mari, el excavador G. Buccellati cree
haber encontrado un puesto de escriba en una casa. Lo que choca es la modestia de los
medios necesarios: un sitio embaldosado para acuclillarse, a mano un tarro hundido en
la tierra para conservar la arcilla, una jarra con tablillas, detrás del puesto una pequeña
estantería y cerca de la puerta, un cesto que servía para el transporte.
El aprendizaje del escriba debía realizarse en escuelas especializadas. Al principio, en
casos particulares la enseñanza fue dispensada por los centros administrativos de los
palacios o templos.
LA ECONOMÍA MESOPOTÁMICA
La base de la economía mesopotámica era la agricultura y el comercio. Los principales
productos agrícolas cultivados eran la cebada, el trigo, las legumbres, los olivos, las
palmeras y la vid.
El Comercio era muy escaso y por lo general se tranzaba con los excedentes de cereales
y lana, y se intercambiaban mediante el trueque por piedras (importadas de Elam),
madera (importada de Fenicia) y metales (importados de Anatolia).
La organización económica era tributaria, es decir, se exigían impuestos diarios a los
ciudadanos y para evitar el fraude se calculaban las cosechas y se controlaban mediante
comisiones especiales, integradas por escribas, vecinos y funcionarios del templo (el
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templo no solamente era para rendir culto a los dioses, también era el lugar donde se
guardaban las cosechas y otros productos, y donde se administraban las tierras y los
sistemas de riego).
De entre la actividad económica mesopotámica destaca el mercado, concretamente el
mercado de Ur.
El mercado en Mesopotamia. Ur.
Entre los siglos XX y XVIII a.C. Ur fue una urbe cosmopolita y bulliciosa, presidida
por el zigurat dedicado a Nanna.
Ur era uno de los mayores centros de Mesopotamia, y por tanto una de las mayores
urbes que existían sobre la faz de la tierra. No había tardado mucho en restañar sus
heridas, tras la amarga y atroz destrucción sufrida en el 2002 a.C., que supuso el fin de
la época gloriosa de la III dinastía de Ur.
Los reyes de Isin, nuevos amos de Mesopotamia del sur, quisieron devolver cuanto
antes el esplendor perdido de la que había sido durante un siglo la capital de un basto
imperio, y con ello mostrarse ante el mundo y los dioses como los legítimos sucesores
de aquella gloriosa dinastía.
Pronto se reconstruyeron sus murallas, se rehicieron sus casas y volvieron a edificarse
sus templos destruidos. De hecho, Ur se engrandeció como nunca hasta entonces.
Ur fue la capital mercantil del sur de Mesopotamia, a la vez portuaria y continental.
Estaba abierta hacia el mar y las rutas de Oriente, y además unida a tierra firme por la
vía principal que formaba entonces el caudaloso Éufrates.
El comercio con Dilmun, actual isla de Bahrain, fue uno de los pilares de la prosperidad
económica de Ur.
Dilmun representaba sobre todo una fuente de abastecimiento de cobre, de maderas
preciosas de la India, especias, marfil y otras piedras que no se encontraban en
Mesopotamia. A cambio, los mercaderes de Ur aportaban y vendían los clásicos
productos de denominación de origen mesopotámica, como la cebada, panes, tortas,
aceite de sésamo y vestidos.
Como ya se ha dicho anteriormente, el templo era en Mesopotamia, junto al palacio, la
mayor de las instituciones económicas. El sacerdote, que además era administrador,
sabía leer y escribir perfectamente, tanto en sumerio (lengua culta y religiosa de la
época) como en acadios (lengua vernácula y oficial).
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MANIFESTACIONES ARTISTICAS.
Escultura.
El arte figurativo ofrece numerosas muestras ejemplares desde los primeros tiempos
sumeroacadios y asirios, y casi todas nos presentan manifestaciones religiosas o
políticas. Los caracteres con que se simbolizan las
deidades, algunas veces aparecen dioses en figura
humana, y otras, monarcas en pie o en un trono,
barbados y con tiara que lleva por atributo de fuerza
dos cuernos de toro. Algunos toros ostentan barbas
humanas de largos bucles, atributos de divinidad. La
lucha del toro con el león, que posiblemente
representa el bien y el mal, es un motivo
mesopotámico constante y repetido en el arte de
Oriente.
Istar, la diosa del amor, se nos nuestra siempre desnuda, cogiéndose los senos. Los
espíritus del mal son figuras monstruosas, fantaseadas, con aspecto de hombre, león o
perro, con alas y patas de águila.
En la época de los acadios, el arte alcanza singular perfeccionamiento y finura de
ejecución. La escultura del tiempo de Gudea aparece con un arte completamente
formado, imágenes trabajadas en diorita negruzca, de tamaño casi natural, con un estilo
de vigoroso realismo que revela muy justa observación del natural y ejecución de
detalles primorosamente precisados. Decayó luego esta fase artística al advenimiento de
la unidad política babilónica en tiempos de Hammurabi.
En Asiria, los escultores rara vez emplearon como material piedra dura, basalto o
pórfido de Kurdistán, y prefirieron piedra blanda, caliza o alabastro, este ultimo muy
abundante en las canteras cercanas a Nínive.
Sumerios y acadios supieron muy pronto utilizar los metales, especialmente el cobre en
planchas, que emplearon para revestir formas de madera y sujetaban con clavos
pequeños, procedimiento que llego a aplicarse en obras de gran tamaño. También
dominaron el arte de fundir y cincelar los metales y de ellos son muestra varias figuras
de bronce macizas, por lo general de tamaño reducido.
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Las tumbas reales de Ur destacan un casco de oro que simula peluca con turbante, de
primoroso trabajo. También se encontraron otros adornos de oro, plata y piedras
preciosas, y argollas de plata tenían los carros junto a los esqueletos de toros y asnos da
ellos enganchados. Se recogieron también puñales y lanzas de oro, plata y electrón
(aleación de oro y plata), vasos de oro y lámparas de plata. De todo esto destaca el
aderezo de la reina Subad, compuesto de una combinación de cintas de oro, cuatro
guirnaldas o coronas de cuentas de lapislázuli y cornelinas con hojarasca y flores de oro
y una especie de peineta guarnecida de rosetas también de oro. También se hallo una
pequeña embarcación de plata de un metro de longitud, que simboliza la travesía al otro
mundo.
Los asirios usaron también el oro para chapear imágenes de madera y muebles. De su
afición a la joyería dan prueba los relieves de los collares y pendientes con retratos de
dioses y príncipes, brazaletes y pulseras realzados con pedrería. El bronce fue aplicado
también a revestimientos de figuras talladas y de elementos arquitectónicos, como las
columnas del palacio de Khorsabad cuyas planches imitan troncos de palmera.
Literatura.
Algunas de las obras literarias son Poema del Diluvio, Poema de la Creación o la obra
legislativa de Hammurabi. En el Poema de la Creación se narra que en un principio
existió el caos, que era un dragón infernal todopoderoso, llamado Diamat, quien venció
a todas las demás divinidades, excepto a Marduk. Cuando este dios iba a ser devorado
por el dragón Marduk le arrojo los vientos en su interior, aprovechando que tenia las
fauces abiertas, al hincharse el monstruo quedo inmóvil y se partió en dos trozos, una de
las dos mitades formo la bóveda celeste y la otra creo la tierra.
Quizás el poema más importante sea el de Gilgamesh, considerado por algunos críticos
como una recopilación de leyendas míticas referentes al sol. Otros señalan que del
fondo esotérico del poema se desprende la idea de que la mortalidad no se consigue
precisamente más que por medio de la propia muerte, alcanzada en plena lucha.
En general, este poema de Gilgamesh refleja el pesimismo materialista asirio: los
hombre no albergan la menor esperanza de ser inmortales y los dioses son groseros y
miedosos. Reflejan el clima moral de una sociedad poderosa, aunque carente del menos
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refinamiento espiritual que todavía puede vislumbrarse en las literaturas de otros
pueblos, como el egipcio.
La narrativa puede estudiarse en relatos como el de Enlil- Bani el jardinero y el Poema
del justo atormentado.
EL CALENDARIO MESOPOTÁMICO
En esos tiempos matemática, astronomía y religión formaba un solo cuerpo de
conocimiento. La astrología era la síntesis de esta trilogía. Para este pueblo antiguo
existía una relación entre la vida humana y la posición de los astros en el momento de
su nacimiento, y por ello era preciso conocer cuál es el astro que sale en el instante del
nacimiento. Aquí nació una astronomía de posición, que buscaba una clave que les
permitiera encontrar de manera mecánica la posición de un cuerpo celeste en un
momento dado.
En este marco de astronomía surgen los primeros calendarios de la Humanidad, los
calendarios mesopotámicos.
Primero, hay que saber qué es exactamente un calendario. Se trata de un sistema
inventado por el ser humano para dividir el tiempo en periodos regulares, a partir de
criterios fundamentalmente astronómicos. Asimismo, se pueden crear calendarios de
acuerdo con el desarrollo de alguna actividad, como calendarios agrícolas, religiosos,…
Estos calendarios se crearon a partir de la observación de las fases de la luna.
Sacerdotes babilonios y sumerios confeccionaron un calendario basado en ciclos de 29,5
días, que eran los días entre cada luna nueva. Este período lunar dividía el año en doce
lunaciones o meses, y sumaba un total de 354 días.
Sin embargo, estos primeros calendarios no coincidían con el viaje de la Tierra
alrededor de Sol, que tiene una duración de 365.256 días. Además, tampoco coincidían
con el intervalo entre luna nueva y luna nueva, por lo que las sutiles imprecisiones
provocaban que con el paso de los años el año solar con sus estaciones se desfasara del
ciclo lunar.
Para remediar entre desfase entre las estaciones y los ritos agrícolas, los sacerdotes
añadían días o meses, que permitían corregir esas desigualdades. Más tarde se estableció
un sistema según el cual se agregaban siete meses distribuidos en un período de 19 años
para lograr que concordaran los meses y los años.
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El calendario era muy importante, porque regía la vida de los habitantes de
Mesopotamia, sus vidas giraban en torno al calendario y el tiempo que éste marcaba.
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CONCLUSIÓN.
Este trabajo nos ha permitido adentrarnos con más profundidad en la antigua
Mesopotamia, zona que en comparación con otras culturas como Egipto se dedica
menos tiempo de estudio. Ha sido realmente interesante conocer un poco más de esta
cultura y sobre todo con respecto a la educación, un tema muy poco tratado en clase.
Lo que más nos ha llamado la atención ha sido la presencia constante de la religión en
todo aquello que hacían, como por ejemplo su presencia en el arte; y la transmisión de
los valores desde su casa, templos, palacio, etc. También llama la atención ver cómo, a
pesar de la gran distancia de tiempo entre su cultura y la nuestra, la ideología no es tan
diferente.
BIBLIOGRAFÍA.
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Editorial Paidós, 391 páginas.
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(2008), ed. Crítica.
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Geographic. Historia, número 20, pág. 94.
- Margueron, Jean- Claude. Los mesopotámicos. Madrid. 1996. Ed. Cátedra.
- Oppenheim, A. Leo. La Antigua Mesopotamia. Retrato de una civilización
extinguida. Madrid 2003. Ed. Gredos.
- Roux, George. Mesopotamia. Historia política, económica y cultural. Madrid
2002. Ed. Akal.
- Sanmartin, Joaquin y Serrano, José Miguel. Historia Antigua del Próximo
Oriente. Mesopotamia y Egipto. Madrid 1998. Ed. Akal.
- “Ur, el gran mercado de Mesopotamia” en: Nacional Geographic. Historia,
número 87, pág. 40.
- VV. AA. Historia de Oriente Antiguo. Madrid 1992. Ed. Cátedra.
- Zigurats, los templos de Mesopotamia en: Nacional Geographic. Historia,
número 92, pag. 40.
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