XII Congreso Español de Sociología ¿EDUCACIÓN O GÉNERO?
Juan Ramón Jiménez-García Universitat Pompeu Fabra
¿EDUCACIÓN O GÉNERO? Un estudio sobre las transiciones al mercado laboral
en España del 2006 al 2016
Juan Ramón Jiménez García ([email protected])
RESUMEN1
El mercado laboral español ha sufrido grandes cambios en los últimos años caracterizado
por una presencia cada vez más numerosa de las mujeres entre las diferentes ocupaciones.
A pesar de estos avances, las desigualdades de género en el mercado de trabajo siguen
afectando notoriamente a las mujeres que están sobre-representadas en el trabajo a tiempo
parcial, en los contratos temporales y en las categorías laborales más bajas (Guner, Kaya
y Sanchez, 2014; Ministerio de Empleo y Seguridad Social, 2015). Esta investigación
analiza los comportamientos discriminatorios por motivos de género que puedan darse
por parte de los empleadores en la entrada de las personas al mercado laboral, conociendo
las características individuales y estructurales que determinan las transiciones del
desempleo al empleo a nivel individual. Para ello se ha recurrido a dos corpus teóricos
constituidos por la Teoría del Capital Humano (Becker, 1993; Huffman, 2013;
Nawakitphaitoon, 2014) y por las teorías de los prejuicios, estereotipos y discriminación
(Arrow, 1973a; Fiske, 1998). El supuesto de partida de la investigación es que con el
mismo nivel de Capital Humano, los hombres encontrarán realizarán en mayor
proporción que las mujeres un empleo, cuando realicen la transición del desempleo al
1 N. del A.: El presente borrador constituye el planteamiento del primer artículo de tesis que trata sobre
las barreras invisibles para la igualdad de género en el mercado laboral. En él pretendo analizar, de un
modo introductorio, a partir de los datos brindados por la Encuesta de Población Activa (INE, 2016) el
conjunto de transiciones del desempleo al empleo que se han dado en España desde el 2006 al 2016.
El principal objetivo es conocer los condicionantes individuales y estructura les que permiten que los
sujetos realicen dicha transición. Estas características fundamentales deben ser conocidas para
desarrollar los siguientes artículos que tengo planteado presentar a lo largo de mi formación
predoctoral, cuya ambición máxima es identificar el uso –si los hubiese– de estereotipos, conductas
discriminatorias y prejuicios l imitadores de las carreras laborales de las mujeres, que puedan darse
tanto en la entrada en el mercado laboral como en la promoción dentro de las organizaciones. Par a
ello, en este documento se proponen diferentes vías a debatir para poder dilucidar a nivel exploratorio
el conjunto de barreras diversas que actúan limitando las carreras laborales de la población activa en
España. Todos los comentarios, críticas y sugerencias serán bienvenidas, especialmente las que se
refieran a la parte metodológica.
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empleo. Para la comprobación empírica se comparan, a partir la Encuesta de Población
Activa (INE, 2016), el conjunto de transiciones que se han dado del desempleo al empleo
en España del 2006 al 2016.
La técnica analítica seleccionada para el desarrollo empírico de la cuestión es la regresió n
(Jovell, 2014). De esta manera, mediante la construcción de generaciones ficticias, se
conocerán los patrones que influyen en la probabilidad de que un sujeto realice una
transición del desempleo al empleo en el mercado laboral en función de un conjunto de
variables contextuales, familiares e individuales.
Los resultados preliminares muestran cómo la gran recesión ha afectado negativamente
tanto a hombres y mujeres a la hora de encontrar un empleo, siendo ellas las que peores
condiciones tienen. Por otro lado, los resultados muestran cómo un mayor nivel educativo
en las mujeres, consigue reducir la brecha de género.
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INTRODUCCIÓN
En 1933, Margarita Comas publicó en la revista de Pedagogía 2 “la coeducación de los
sexos”. Con esta obra se pretendía, tras realizar un estudio exploratorio, dar los primeros
pasos y los primeros argumentos científicos para acabar con la segregación sexual que se
daba entre niños y niñas en las escuelas españolas. La coeducación por entonces se
concebía como “la educación de niños y niñas (y también como es natural, de hombres y
mujeres jóvenes) reunidos desde la primera infancia, a la edad adulta, sin que ninguno
de los sexos sea segregado, aprendiendo muchas materias y compartiendo muchos
juegos en común” (Woods, 1919). Para Margarita, el primer paso para conseguir la
igualdad entre hombres y mujeres adultos, pasaba porque niños y niñas tuviesen las
mismas oportunidades escolares, y de esta forma pudiesen en su adultez tener, algún día,
los mismos trabajos y las mismas responsabilidades.
Casi 90 años más tarde, el sistema educativo español ha sido modificado por completo.
La segregación imperante durante los años 30 del pasado siglo apenas existe en las
edades escolares, y niños y niñas tienen3 a día de hoy las mismas oportunidades para
estudiar y formarse.
Sin embargo, tras décadas de lucha legal y cultural en pro de la igualdad de género
(Cotter, Hermsen y Vanneman, 2011), ¿podemos afirmar que hombres y mujeres tengan
las mismas oportunidades en el mercado de trabajo? ¿Han conseguido los avances en el
sistema educativo alterar los esquemas tradicionales de la división del trabajo y de las
ocupaciones en base a criterios sexuales? Con el objetivo de dar respuestas a estos
interrogantes surge esta investigación.
A modo preliminar, estos interrogantes iniciales podrían ser fácilmente respondidos, ya
que si nos fijamos en la realidad del mercado de trabajo, la respuesta parece ser clara: Las
mujeres en España están sobre-representadas en el trabajo a tiempo parcial, en los
2 La revista Pedagogía fundada en 1922 por Lorenzo Luzurriaga, constituyó el máximo reflejo
del movimiento pedagógico contemporáneo español.
3 En el Estado español aún se dan algunas escuelas subvencionadas públicamente, en las que se
sigue segregando a niños y niñas, aunque a día de hoy son minoría.
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contratos temporales y en las categorías laborales más bajas (Ministerio de Empleo y
Seguridad Social, 2015). Además, perciben una media salarial muy inferior a la de los
hombres realizando la misma actividad (INE, 2011). Esta desigualdad supone el mayor
impedimento para que hombres y mujeres tengan las mismas ocupaciones, las mismas
oportunidades, los mismos salarios, el mismo prestigio y el mismo poder (Jarrel y
Stanley, 2004). Sin embargo, tras la irrupción de la Gran Recesión de 2008 parece ser que
el mercado de trabajo está cambiando. El acuciado desempleo ha afectado directamente a
la población masculina y al modelo del hombre como proveedor (Garrido y Gutiérrez,
2016), haciendo que por primera vez en la historia hombres y mujeres tengan casi las
mismas tasas de ocupación. Esta situación que puede parecer el inicio de un proceso de
cambio legal y cultural de la fuerza de trabajo en pro de la igualdad de género (Kane,
2000; Cech, 2013), merece ser estudiada.
El debate teórico de la cuestión ha sido ampliamente debatido, y las tesis que sostienen
que una mayor cualificación de las mujeres genera un aumento y mejora de la igualdad
de género (Becker, 1983) , choca frontalmente con aquellas que sostienen el
funcionamiento del mercado laboral mediante mecanismos de discriminación (Pager,
2009; Baert, 2007; Mastekaasa y Melson, 2014).Por ello es deber de la sociología
comprobar el papel que tienen actualmente los estudios y la formación los individuos
sobre sus capacidades para encontrar un empleo.
En esta investigación se pretende, mediante un armazón teórico que analice la
empleabilidad y las transiciones de hombres y mujeres al mercado laboral, conocer en
profundidad las singularidades del mercado de trabajo en España. El análisis empírico se
ha realizado mediante la Encuesta de Población Activa –EPA a partir de ahora– (INE,
2016). En él, gracias a la construcción de generaciones ficticias, se analizarán las
dinámicas durante los últimos diez años –2006-2016– , para así (1) medir y evaluar el
impacto del aumento educativo medio de las mujeres sobre los hombres en relación al
acceso al mercado laboral, y (2) examinar el impacto de la gran recesión sobre el
mercado de trabajo español. Gracias a perspectiva temporal de los datos y a las técnicas
de regresión logística propuestas para el análisis (Agresti, 1990; Jovell, 2014), se
pretenden analizar las asociaciones estadísticas a lo largo del tiempo y poder elaborar
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modelos estadísticos que expliquen las probabilidades que tienen hombres y mujeres para
realizar una transición del desempleo al empleo, tanto antes, como después de la Gran
Recesión. De esta manera, será por tanto excluido del análisis el conjunto de
desigualdades que puedan darse en la promoción interna y en los sucesivos pasos que se
den después del acceso al mercado de trabajo.
La estructuración de este trabajo es la siguiente: Primero, se comenzará haciendo una
descripción de las características del mercado de trabajo en España; ulteriormente se
realizará un repaso de los diferentes derroteros teóricos que han sido expuestos desde las
Ciencias Económicas y la Sociología para explicar las transiciones laborales del
desempleo al empleo, así como las diferencias de género que se dan en el mercado
laboral; posteriormente será descrita la metodología y el conjunto de datos seleccionados
para el análisis empírico; finalmente, serán expuestos los resultados, las limitaciones del
estudio y la bibliografía.
EL MERCADO DE TRABAJO EN ESPAÑA
El mercado laboral español constituye uno de los más inestables de la Eurozona
(Caliendo, 2016). A diferencia de otros modelos de mercados de trabajo, en España el
número de empleos parece depender directamente del ciclo económico global. En épocas
de expansión económica consigue generar muchísimos empleos. Sin embargo, esta
situación choca con la dura realidad a la que se enfrenta el empleo en periodos de
recesión. Como muestran las series de la EPA(INE, 2016), en España el nivel de paro era
del 8% en el 2006, y actualmente se encuentra entre el 22-24%. Tasas que se encuentran
muy por encima de casi todos los países de la Eurozona, y que tras ocho años de recesión
económica, no parecen mostrar síntomas de mejora.
Esta inestabilidad, ha conseguido que desde el inicio de la gran recesión de 2008, se haya
transformado la complexión del mercado de trabajo, dejando actualmente una situación
en la que hombres y mujeres tienen casi las mismas tasas de ocupación.
Este hecho parece estar producido por un incremento de la implicación de las mujeres en
las esferas productivas (Halldén, Levanon y Kricheli-katz, 2015) y por el gran desempleo
que sobre todo ha castigado y castiga a la población masculina menos cualificada
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(Garrido y Gutiérrez, 2016). No obstante, a estos posibles factores cabría sumarles el
posible impacto que ha podido tener la conocida como Ley de igualdad y el creciente
número de mujeres que consiguen alcanzar estudios universitarios.
Actualmente las mujeres están teniendo una representación cada vez más notoria en la
educación reglada. Concretamente como se puede apreciar, las mujeres constituyen en la
actualidad el 60% del total de egresados del sistema universitario. Sin embargo, a pesar
de que los niveles educativos entre hombres y mujeres se hayan igualado en los últimos
años (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2016), la segregación que se da entre
las diferentes ocupaciones sigue permaneciendo latente (Comisión Europea, 2015). De
las 169 ocupaciones analizadas según la Clasificación Nacional de Ocupaciones (INE,
2011) –a partir de ahora CNO – sólo 39 podrían considerarse como ocupaciones mixtas,
cantidad ínfima sobre las 99 ocupaciones masculinizadas y las 30 feminizadas 4. Esta
situación hace que se mantenga e incluso aumente la desigualdad entre hombres y
mujeres, ya que además de que las ocupaciones feminizadas son las que tienen peores
condiciones salariales, de oportunidades de promoción, autoridad y estatus (De Ruijter,
Van Doorne-Huiskes y Schippers, 2003; Abendroth et al., 2013), son las que están más
expuestas al estrés, la presión y a un esfuerzo mayor (Mastekaasa y Melson, 2014). A
esta desigualdad, se le suma la incompatibilidad que se da para conciliar de manera
responsable e igualitaria las obligaciones del mercado productivo y reproductivo.
Incompatibilidad que se ve sobre todo soportada mayoritariamente por las mujeres, que
debido a las responsabilidades familiares y al cuidado de personas –tanto de mayores
como de niños y niñas– se ven imposibilitadas para participar en el mercado de trabajoi.
Por ello, ante esta situación en la que cada vez más mujeres alcanzan una formación
reglada superior a la de sus coetáneos masculinos y mientras se mantienen los niveles de
segregación horizontal y vertical (Martín-Llaguno y Navarro-Beltrá, 2015; Comisión
Europea, 2015) cabe preguntarnos ¿tienen hombres y mujeres las mismas oportunidades
laborales?
4 información extraída a partir de los análisis descriptivos de la EPA desagregada a tres dígitos
del primer trimestre de 2016.
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Debido a la amplitud de la cuestión y a las limitaciones impuestas por el tiempo, en esta
investigación no se van a analizar el conjunto de procesos presentes en el mercado laboral
para establecer una comparativa entre hombres y mujeres. En su lugar, se ha decidido
abordar (1) el conjunto de probabilidades que tiene una persona para realizar una
transición del desempleo al empleo. La justificación del problema a abordar reside, por
un lado en la realidad que cada vez más personas tienen en el mercado de trabajo en
España, en el que se ha normalizado el hecho de tener periodos de intermitencia entre el
empleo y el desempleo. Por otro lado, al analizar las transiciones del desempleo al
empleo, se intenta percibir el conjunto de mecanismos que se dan en la entrada al
mercado laboral y testar la vigencia de teorías como el Capital Humano (Becker, 1983), o
la discriminación (Becker, 1992; Arrow, 1972) en el acceso al mercado de trabajo en
España.
MARCO TEÓRICO E HIPÓTESIS
Actualmente el mercado de trabajo en España se encuentra en una situación en la que
hombres y mujeres, por primera vez, tienen casi las mismas tasas de empleo ii. Las
obligaciones de trabajo fuera del hogar se han convertido en una práctica habitual que
realizan tanto hombres como mujeres (González et al., 2015). Este efecto, acompañado
del incremento del número mujeres con estudios superiores, podría hacer pensar que
hombres y mujeres, actualmente ocupan los mismos puestos de trabajo. Sin embargo a
pesar de los avances que se han realizado en forma de políticas públicas en materia de
igualdad de género, la desigualdad y la segregación ocupacional de género parecen
características tenaces y persistentes en el mercado de trabajo (Lago, 2002; Comisión
Europea, 2015).
Entre el conjunto de explicaciones que hasta ahora se han dado para ilustrar las
diferencias de género en el mercado de trabajo, desde las Ciencias Sociales se ha
establecido una clasificación que analiza por un lado (1) a los demandantes de empleo –
empleadores– y por otro lado (2) a los ofertantes de empleo –empleados–5 . Dentro de
esta clasificación se dan diferentes derroteros teóricos.
5 Traducción del inglés de Demand-sidde y Supply-side.
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1. EMPLEADORES.
Entre los diferentes procesos que explican las diferencias laborales entre hombres y
mujeres centrados en los demandantes de empleo–tanto a nivel institucional como a nivel
individual– se han esbozado algunos procesos coercitivos como la discriminación y la
exclusión (Podolny y Baron, 1997;Pager, 2005 y 2009 ; Cech, 2013 entre otros), y
finalmente, otros basados en las capacidades, conocimientos y experiencias que cada
individuo va alcanzando a lo largo de su vida (Rosebaum et al., 1990; Reskin, 1993;
Baert, 2013; Huffman, 2013, entre otros).
1.1. Capital Humano
El Capital Humano es un concepto utilizado para medir el factor productivo de un
determinado trabajador. Fue definido por primera vez por Kuznets y Friedman (1945), y
ampliamente desarrollado gracias a las contribuciones de Becker (1993) y de Mincer
(1962). Para todas estas variantes del concepto “el factor productivo se genera de manera
individual a partir del nivel de conocimientos, de la experiencia previa y de las
habilidades derivadas de la educación y de la experiencia laboral previas”
(Becker,1993). En una de sus definiciones seminales, el Capital Humano entiende que las
personas acumulan educación y experiencia laboral, como el resultado de una inversión
que afectará y definirá su salario y ocupación en un futuro (Ben-Porath, 1967). En este
sentido, “una acumulación agregada de capital humano generará crecimiento económico
agregado dentro de una organización, y una acumulación individual del mismo,
generará beneficios económicos para el sujeto “(Mincer, 1962:S27).
Desde su origen, debido su fácil aplicabilidad, este enfoque ha sido muy utilizado en las
Ciencias Económicas, para analizar y estudiar la productividad individual de los
trabajadores de una organización (Polavieja, 2008:2 y 3). Productividad, que en principio
se medía a partir del número medio de años de escolarización de cada trabajador
(Benhabib y Spiegel, 1994), y que cada vez con más frecuencia se calcula a partir del
nivel de estudios completados de cada trabajador (Serrano, 1996; Mora y Ruíz-Castillo,
2003).
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En esta línea, cuanto mayor sea el nivel de formación de cada trabajador, mayor valor
añadido generará para la organización. De esta manera, para testar la vigencia de este
corpus teórico en el mercado de trabajo español se comprobarán empíricamente mediante
la EPA (series 2006-2016) las siguientes hipótesis analizando (1) las transiciones del
desempleo al empleo :
• H1 Nivel macro (transiciones): Al aumentar la educación media de la mujer en
relación al hombre, las mujeres tendrán más probabilidades de realizar una
transición del desempleo al empleo.
• H2 Nivel micro (transiciones): Hombres y mujeres controlando por capital
humano, realizarán transiciones al mercado laboral en la misma proporción.
Como puede observarse, en este sistema de hipótesis a comprobar, en contextos donde
hombres y mujeres tengan el mismo capital humano no se daría ningún tipo de
discriminación de género. Por el contrario, se produciría un mercado laboral dividido
en función de los estudios medios de las personas, quedando de esta manera, un mercado
laboral segregado por niveles educativos y no por género. Asimismo, en ese mismo
contexto, los empleos de calidad estarían destinados a aquellas personas más formadas y
de mayor edad.
1.2. Discriminación
Como anteriormente se reseñó, el modelo teórico del Capital Humano ha sido el más
utilizado desde las Ciencias Económicas para explicar el comportamiento de los
empleadores. Sin embargo, desde la Sociología, desde mediados de los ochenta se han
establecido diferentes modelos teóricos centrados sobre todo en la socialización y el
poder (Crompton y Harris 1997; 1998). Estos modelos explican mediante
interpretaciones socioculturales patriarcales las desigualdades de género que se dan tanto
a nivel salarial como de estatus. De acuerdo a estos modelos teóricos las diferencias de
género no son más que un producto de los procesos de socialización en los que se
transmiten valores sexuales específicos, orientaciones y estereotipos de acuerdo con los
roles tradicionales y desigualitarios de los hombres y las mujeres en sociedad
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(Polavieja, 2008; Crompton y Harris 1997; 1998; England et al. 1994, 2000). Según este
corpus, el resultado de la aplicación de dichos valores es la discriminación.
El Movimiento Internacional Contra Todas las Formas de Discriminación y Racismo,
dependiente de la ONU(2014) define la discriminación como “toda distinción, exclusión,
restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, orientación sexual, género,
origen nacional o étnico que tenga por objeto o resultado anular o menoscabar el
reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y
las libertades fundamentales en las esferas política, económica , social, cultural o en
cualquier otra esfera de la vida pública.” (ONU, 2014). Dentro de esta categorización, el
trato desigual en el acceso y/o promoción laboral a mujeres y hombres basado en el
género, debe ser analizado como trato discriminatorio.
Desde la Ciencias Sociales, este trato asimétrico y discriminatorio que reciben hombres y
mujeres ha sido analizado desde dos grandes pilares teóricos formados por la
Discriminación Estadística (Arrow, 1972) y por el Modelo de Preferencia por la
Discriminación (Becker, 1993). Dentro de estas definiciones que van a ser expuestas a
continuación, la discriminación surge de la relación que se da entre al menos dos actores
– uno discriminador y otro discriminado – donde, independientemente de la motivación
que lleve al actor discriminador a tratar y excluir a un actor en detrimento de otro, el
resultado es la depreciación de un individuo por cuestiones subjetivas. En nuestro caso, al
estudiar la discriminación de género en el mercado laboral, nos centraremos en la
discriminación que puedan sufrir las mujeres por parte de los empleadores en el acceso
al mercado laboral (Bertrand, Chugh y Mullainathan, 2005: 96).
1.2.1 Discriminación Estadística
Desde este enfoque, se presupone que los procesos de selecc ión de personas de las
organizaciones se dan en un contexto de información imperfecta causado por la celeridad
de estos procedimientos. Durante los procesos de selección de una organización, los
empleadores discriminarán de manera racional en contra de aquellos grupos, que de
media, estén peor cualificados, sean menos responsables y menos comprometidos. Este
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mecanismo se aplicará siempre que el coste de tener más información de los candidatos
sea muy elevado (Phelps, 1972). Según esta teoría, los empleadores categorizarán a los
candidatos en función de su grupo estadístico de pertenencia, por lo que asignará a las
mujeres jóvenes peores condiciones salariales y de status que a los hombres (Bertrand,
Goldin y Katz, 2009:3).
Este trato discriminatorio, se producirá por el llamado penalti de la maternidad. Castigo
que se atribuye a la discriminación basada en la asunción de que las mujeres son menos
competentes, están menos comprometidas con el trabajo que los hombres y son
económicamente menos rentables que los hombres (England, 1994 ;England et al., 1994)
, debido al cuidado que tienen que aportar a sus criaturas y al conjunto de
responsabilidades familiares6 (Anderson,Binder, and Krause 2002; Budig and England
2001;Glauber 2007; Waldfogel 1997, 1998).
1.2.2 Preferencia por la Discriminación
El Modelo de Preferencia por la Discriminación fue diseñado por el economista Gary
Becker (1961). En este armazón teórico se identifica a los empleados, consumidores y
trabajadores como las fuentes de la discriminación. Para el académico norteamericano la
discriminación se origina a través de mecanismos basados en prejuicios que se originan
desde la competición del mercado laboral, siendo éste el contexto donde con más
facilidad se produce la discriminación (Peoples y Heywood 2007:895). En esta línea
teórica, basada en los costes de oportunidad, se entiende la discriminación por parte del
empleador como el resultado generado a partir de las preferencias personales que estos
tienen sobre algunos individuos. Esta preferencia, basada en comportamientos de carácter
subjetivo, hace que el empleador entienda a los trabajadores, sobre los que tiene especial
parcialidad y predilección, como más útiles y productivos, aunque en realidad no lo sean.
De la misma forma, el empleador en este supuesto entenderá a los empleados a los que
discrimina, como inadecuados y contraproducentes para la organización. De esta manera
el empleador-discriminador no contratará, ni promocionará a aquellos trabajadores que
6 Véase en el anexo el gráfico 1 donde se muestran Las diferencias de género que se dan en el
mercado reproductivo
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considere –a causa de sus prejuicios no razonados– menos eficientes, a no ser que el coste
salarial del trabajador discriminado sea mucho más bajo que los del resto que
desempeñen esta misma actividad. (Neumark, 1999).
Como puede observarse, aunque las motivaciones que llevan a discriminar sean
diferentes entre el modelo estadístico (Arrow, 1972) y el modelo de la preferencia por la
discriminación (Becker, 1961), el resultado final es el mismo. Dichas motivaciones muy
exploradas y debatidas en la literatura (Heckman y Siegelman ,1993; Heckman 1998;
Neumark 2012; Rodríguez y Rovira, 2016), desgraciadamente no pueden ser capturadas y
esclarecidas mediante los cuestionarios de la Encuesta de Población Activa. Por ello, en
esta investigación asumiendo dicha limitación, se analizarán el conjunto de
discriminaciones que puedan darse por parte de los empleadores sin hacer distinción entre
ellas.
Para testar la vigencia de la discriminación en el mercado de trabajo español se
comprobarán empíricamente mediante la EPA (series 2006-2016) las siguientes hipótesis:
• H1 (transiciones): Controlando por capital humano, las mujeres en edad fértil
(16-40 años), tendrán menos probabilidades de realizar una transición al mercado
laboral en comparación con sus coetáneos masculinos.
• H2 (transiciones): Controlando por capital humano, las mujeres en edad fértil
(16-40 años) y con cargas familiares, tendrán menos probabilidades de realizar
una transición al mercado laboral en comparación con sus coetáneos masculinos.
Como puede observarse, en este sistema de hipótesis a comprobar, en contextos donde se
discrimine a las mujeres por su condición reproductiva, éstas tendrán menos
oportunidades de encontrar un empleo que los hombres. Asimismo, también se
comprobará si las mujeres con cargas familiares tienen menos probabilidades de transitar
al empleo que aquellas que no tienen.
2. SUPPLY SIDE
El último proceso que explica la segregación laboral y las desigualdades de género en el
mercado laboral es la Autoselección.
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La autoselección es el proceso por el cual las personas deciden realizar un tipo de
trayectoria laboral concreta. Desde esta teoría se asume que las preferencias de las
personas son estáticas y estables en el tiempo (Hakim, 2000), y que las personas tienen la
capacidad de elegir, a pesar de las múltiples presiones contextuales, la vida laboral que
desean.
Este corpus teórico desarrollado gracias a las aportaciones de Geerson (1985) y de
Polachek (1981), están basados en la conciencia y en la subconciencia del género
impuesta a niños y niñas desde las primeras etapas de la socialización y que se traducen
en un conjunto amplio de estereotipos. Estos se traducen en el uso de estereotipos en la
vida adulta (Polachek, 1981; Hakim, 2000; Polavieja y Platt, 2010; Cech et al., 2011;
Polavieja y Platt, 2014, entre otros), que finalmente acaban afectando laboralmente a las
mujeres, que son consideradas como menos válidas que sus coetáneos masculinos. Bajo
este corpus teórico, la discriminación no existiría, ya que serían los individuos, los que
elegirían de manera objetiva sus ocupaciones.
Son diversos los autores que se han posicionado contra este corpus, alegando en la
mayoría de las investigaciones que “La autolimitación profesional deviene de la
desigualdad existente en las esferas reproductivas, donde los hombres no han conseguido
implicarse de la misma forma que las mujeres lo han hecho a las esferas productivas”.
(Albert et al., 2010:13; Baizán y González, 2006)
Desgraciadamente, con el cuestionario que ofrece la EPA (INE, 2016), no tendremos la
opción de diferenciar a aquellas personas que no realizan la transición al mercado
laboral por cuestiones personales, y no por constricciones del sistema. Por ello, en este
apartado no serán formuladas hipótesis.
3. DATOS Y ESTRATEGIA ANALÍTICA
Encuesta de Población Activa
La EPA es una fuente de datos que proporciona el Instituto Nacional de Estadística–
desde 1964. Está dirigida a la población que reside en viviendas familiares-hogares, y su
finalidad es conocer las características de las personas y de las familias en su relación con
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el mercado laboral español. Para ello divide y clasifica a los sujetos en parados,
ocupados, activos e inactivos7.
Se caracteriza por ser una encuesta de tipo panel rotatorio y trimestral, posibilitando de
esta forma la confección de series temporales homogéneas de resultados. Estas series
permiten al investigador elaborar, gracias al formato de los datos, una desagregación a
nivel nacional, a nivel autonómico, a nivel provincial, a nivel de hogares y finalmente a
nivel individual. Asimismo también permite la confección de generaciones ficticias con
perspectivas temporales (Brady y Johnston, 2015). Las variables de estudio que se
utilizan en la EPA, al estar estandarizadas conforme a la clasificación de datos de la
mayoría de registros laborales europeos y norteamericanos, permite al investigador
realizar comparaciones con otros países. Cubre todas las áreas geográficas del Estado
Español, incluyendo los territorios insulares y los enclaves españoles situados en África.
A diferencia del Censo (INE, 2016), que confecciona los datos por auto inscripción y de
manera distante en el tiempo, de la Encuesta de Salarios o de la Encuesta Industrial de
Empresas (INE, 2014), que no recoge todas las ramas de actividades ni a todos los
ocupados , de los datos presentados por el Paro Registrado y los afiliados a la Seguridad
Social (INE, 2015) y del resto de datos basados en registros administrativos, que están
sujetos a normas y leyes cambiantes que no permiten la creación de series homogéneas en
el tiempo, la EPA (INE, 2016) permite al investigador profundizar y describir a los
sujetos en concomitancia con el mercado de trabajo. Finalmente cabe resaltar que la EPA
contiene información de los sujetos desagregada a nivel individual y a nivel hogar,
permitiendo extender las variables explicativas del análisis empírico incluyendo así
diferentes variantes y condicionantes relacionados con las estructuras familiares y con las
responsabilidades de los individuos dentro y fuera del hogar. Además, siendo conscientes
del conjunto de limitaciones que ofrecen los datos de tipo transversal respecto a los datos
de tipo longitudinal, la EPA consigue sin mantener la granularidad- por su naturaleza de
panel rotatorio- establecer unos periodos de muestreo que se repiten rápidamente con una
7 Las definiciones de parado, ocupado, activo e inactivo se realizan en la EPA tomando como
referencia las definiciones de la Organización Internacional del Trabajo y de la Encuesta de
Fuerza de Trabajo de la Unión Europea (Eurostat, 2015)
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muestra muy grande. Asegurando de esta manera la representatividad de las muestras a lo
largo del tiempo, evitando el desgaste de los encuestados y manteniendo la
comparabilidad entre todos los trimestres (Brady y Johnston, 2015). Por este conjunto
de motivos, desde esta investigación se ha apostado por esta fuente de datos para
sustentar el análisis empírico de la cuestión.
Los ciclos de muestreo seleccionados se corresponden con los primeros trimestres de los
años 2006, 2008, 2010, 2012, 2014 y 2016. A pesar de que lo más idóneo para este tipo
de estudios es emplear los segundos trimestres de cada año para evitar la estacionalidad
del empleo producida por el mercado navideño y el verano, la EPA sólo cuenta con una
pregunta retrospectiva sobre la situación laboral del entrevistado el año anterior a la
observación y se realiza únicamente en el primer trimestre del año. Asimismo, al
seleccionar únicamente un trimestre cada dos años, se consigue evitar la repetición de
sujetos en la muestra que podrían sesgar los resultados8.
La muestra seleccionada está compuesta por las mujeres y los hombres en edad activa –
16-65 años –, que representa en datos no ponderados un total de 136.000 personas por
trimestre. De esta muestra se ha obtenido una submuestra formada por las personas que el
año anterior declararon estar desempleadas buscando activamente empleo y que está
formada por 233,803 personas en el conjunto de años-Para mayor detalle de la
submuestra véase la tabla 1 y dos del anexo-
Finalmente, al trabajar con datos de tipo transversal, cabe recordar que se hablará en todo
momento de asociaciones estadísticas y no de relaciones de causalidad.
Variables de estudio
Variable Dependiente
8 La EPA transversal, a diferencia del Estudio de Flujos de la Población Activa, no contiene un
identificador de hogar o individual que permita al investigador reconocer y enlazar a los
individuos en diferentes trimestres. Por ello, es preferible seleccionar uno de cada seis
trimestres para evitar la repetición de personas en la muestra.
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Para la comprobación de las hipótesis se ha construido una variable dependiente
denominada transición iii al mercado laboral; variable dicotómica analizada como el
cambio entre el momento de observación y la situación de la persona el año anterior y
codificada como 0 para aquellas personas que declararon estar desempleadas y que
continúan desempleadas el año de observación, y codificada como 1 para aquellas
personas que han encontrado un empleo respecto al año anterior.
Variable Independiente
La variable independiente principal es el nivel de estudios del entrevistado, entendida
como el indicador más fiable y representativo del Capital Humano (Becker, 1983). Esta
variable está dividida en seis categorías (1) menos que primaria, que incluyen estudios de
educación primaria –incompletos– y analfabetos ; (2) primaria, que incluye a aquellas
personas que tengan el título de Educación Primaria Obligatoria; (3) Primera Etapa de la
Secundaria, que incluye a aquellas personas que tengan certificados de profesionalidad I
y II, personas que tengan la primera etapa de la educación secundaria sin título, y a
aquellos que tengan un título de la primera etapa de educación secundaria; (4) Segunda
Etapa de Educación Secundaria, que incluye a aquellas personas que tengan estudios de
bachillerato y similares, enseñanzas profesionales de música, danza y similares,
certificados de las escuelas oficiales de idiomas de nivel avanzado y enseñanzas de
formación profesional de grado medio; (5) Educación Postsecundaria no superior, que
incluye a aquellas personas que tengan certificados de profesionalidad de nivel 3,
enseñanzas de formación profesional superiores ó títulos propios universitarios que
precisan del título de bachiller; (6) Educación Universitaria, que incluye a aquellas
personas que están en posesión de una diplomatura, de una licenciatura, de un Grado
universitario, de un máster o de un doctorado.
La confección de estas categorías se ha hecho en base a la Clasificación Nacional de
Educación 2000 –CNED a partir de ahora– (INE, 2000) para los años 2006, 2008, 2010 y
2012 y con la CNED 2014 (INE, 2014) para los años 2012 y 2016.
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Variables de Control
Entre las variables de control se han utilizado aquellas que han sido consideradas como
relevantes en anteriores investigaciones centradas en el estudio de las transiciones al
mercado laboral (Brauns, Gangl y Scherer, 1999 para Alemania, Francia y Reino Unido;
Blunch y Sulla, 2014 para el caso serbio). Estos controles se han establecido a nivel
hogar, a nivel individual y a nivel contextual. A nivel contextual las variable de control es
(1) el trimestre en el que se hizo la entrevista. De esta manera se pretende capturar el
efecto de la Gran Recesión sobre las probabilidades de encontrar un empleo. A nivel
individual las variables de control establecidas son (1) la edad de los individuos -
construida de manera continua- , (2) la edad al cuadrado y (3) el sexo de los
entrevistados. A nivel de hogar la variable de control es el (1) número de niñas/os
presentes en el hogar, construida en cuatro niveles9 –Sin hijos, con hijos menores de 3
años, con hijos de entre 4 y 10 años y con hijos mayores de 10 años –.
Técnicas de Análisis
La técnica utilizada para analizar (1) las probabilidades de que una persona realice la
transición al mercado laboral o siga desempleada es la regresión logística (Agresti, 1990
;Jovell, 2014). Al utilizar la regresión logística se podrán analizar el riesgo de que estos
eventos se den a lo largo del tiempo a partir de variables explicativas y de control tanto
individuales como contextuales. Eventos contextuales que, como la maternidad o el
reparto de responsabilidades en el mercado productivo dentro del hogar, consiguen
influenciar las decisiones de los individuos (González y Jurado, 2015; Baizán y
González, 2006).
Para cada uno de los análisis se han ejecutado diferentes modelos, para de esta manera
apreciar la relación y la asociación entre las diferentes variables. En el primer modelo
se han incluido las variables contextuales de control –Trimestre y Comunidad
Autónoma–. En el segundo modelo se han incluido las variables individuales – Nivel de
9 La construcción de esta variable atiende al criterio de los cuidados que requieren los niños a
las edades más bajas. Cuidados, que según reseñan la literatura suelen recaer sobre las mujeres.
(Craig y Mullan, 2011; Dominguez, 2015 para el caso español)
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estudios, sexo y edad–. En el tercer modelo se ha incluido el número de hijos/as y sus
respectivas edades. Finalmente en el cuarto modelo se han incluido todas las anteriores
variables y una interacción entre sexo y nivel educativo–
4. RESULTADOS
Como puede observarse en las tablas del anexo iv , donde se analizan las probabilidades
de que una persona realice una transición del desempleo al empleo, diversas variables de
control han sido añadidas.
Respecto a las variables de control contextuales, se ha tomado como categoría de
referencia el primer trimestre de 2006. En esta variable se puede observar claramente
cómo la gran recesión ha afectado negativamente al mercado de trabajo. La tendencia es
negativa y significativa para todos los trimestres analizados, siendo el peor año el 2012.
Año en el que las probabilidades de una persona para realizar una transición al mercado
de trabajo, eran un 97% menores que en 2006. Esta dinámica parece que empieza a caer
en los años 2014 y 2016 donde las probabilidades se sitúan en un -84% y en un -68%
respectivamente.
Entre las variables de control individuales incluidas, se puede observar cómo el hecho de
tener unos estudios universitarios, incrementa las probabilidades de que una persona
encuentre empleo respecto a la categoría de referencia –menos que primaria–. Tener unos
estudios de secundaria, parece perjudicar la transición respecto a las personas que
tienen un nivel de estudios bajos, pero al no ser significativa, no se tomarán conclusiones
al respecto.
Estos resultados parecen confirmar las dos primeras hipótesis referentes al capital
humano. Sin embargo, el incremento del nivel educativo de las mujeres respecto a los
hombres, parece que sólo consigue reducir la brecha de género para las personas con
estudios universitarios.
Para dilucidar este efecto, se ha realizado una interacción entre las variables de género y
las educativas.
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0
.01
.02
.03
Pr(
Tra
nsic
ion)
varón mujerSexo
menos que primaria Primaria
1ª Etapa Secundaria 2ª Etapa Secundaria
PostSecundaria noSuperior Universitaria
marginales de sexo educacion con un inetrvalo de confianza al 95%
Como puede observarse, los hombres tienen siempre más probabilidades de transitar del
desempleo al empleo cuando controlamos por todas las variables presentes en el modelo.
La mayor probabilidad de transitar la tienen aquellos hombres que tienen un título de
educación Postsecundaria no superior, seguidos de los hombres con estudios
universitarios y de los tienen estudios primarios y estudios de la primera etapa de la
secundaria.
Esta situación, sin embargo es bastante diferente en comparación con las mujeres, que
aun teniendo niveles educativos superiores a sus coetáneos masculinos, siguen viéndose
privadas de las mismas oportunidades laborales. Como puede observarse en el gráfico 1,
las mujeres con estudios universitarios son las que más probabilidades tienen de realizar
una transición del desempleo al empleo, pero estas son más bajas que la de los hombres.
Esta situación
La segunda variable de control individual es la edad. En ella se puede observar cómo un
incremento en la edad hace que se aumenten significativamente las probabilidades de
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encontrar un empleo. Sin embargo, si nos fijamos en el coeficiente de la edad al
cuadrado, se puede observar cómo una vez llegado a la madurez, las probabilidades de
realizar una transición del desempleo al empleo disminuyen considerablemente.
La última variable de control individual, nos demuestra cómo el hecho de ser mujer
afecta muy negativamente y significativamente las probabilidades de realizar una
transición al mercado de trabajo en comparación con los hombres.
Confirmando parcialmente de esta manera las hipótesis referentes a la discriminación.
Entre las variables de control del hogar se han incluido el número de hijos y la edad de
cada uno de ellos, y el tipo de estructura familiar de los entrevistados. Ninguno de los
coeficientes es significativo.
5. CONCLUSIONES Y LIMITACIONES
A pesar del esfuerzo por intentar abarcar en el marco teórico de esta investigación la gran
mayoría de las posturas que explican el origen y las causas de la discriminación laboral
por cuestiones de género, en muchas ocasiones no podrá ser posible atribuir de manera
directa el origen a un solo motivo. Concretamente, será imposible, a partir de los diseños
planteados en este trabajo, delimitar hasta qué punto, cuando se dé un contexto donde se
produzca un trato discriminatorio contra un grupo –por ejemplo contra las mujeres- sea
éste atribuible a mecanismos de Discriminación Estadística (Phelps, 1972; Arrow,
1973a), al uso de prácticas personales y estereotipación de los candidatos –por parte de
los empleadores– o a causa del Modelo de la Preferencia por la Discriminación ejercido
por los empleadores (Becker, 1957). Para ello, desde el grupo de investigación sobre
Estereotipos, Prejuicios y Discriminación10 estamos comprobando los efectos de cada
uno de los tipos de actitudes discriminatorias a partir de una metodología experimental –
Metodología Audit– donde el investigador pueda controlar toda la información que
ofrece a los empleadores (Rodríguez-Menes y Rovira, 2016).
10
Grupo de Investigación perteneciente al Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universitat
Pompeu Fabra, financiado por RecerCaixa. Investigadora Principal : María José González López.
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Por otro lado, se ha de asumir también otro conjunto de limitaciones devenidas del uso de
los datos. La EPA sólo contiene información sobre el nivel de estudios que tiene cada
individuo, pero no del tipo de estudios concretos que ha desarrollado. Por ello, en
ocasiones no se sabrá si la transición del desempleo al empleo se produce a costa de los
estudios desarrollados o por otro conjunto de variables ajenas a las establecidas en la
EPA. En esta línea sería muy interesante repetir esta investigación mediante las técnicas
aquí presentadas a partir de los datos proporcionados por la Encuesta de Inserción
Laboral de Titulados Universitarios (INE, en preparación). Datos que estarán disponibles
a partir de Junio de 2016 en los que habrá información disponible sobre el nivel y el tipo
de estudio desarrollado por cada sujeto.
Además, ha de reseñarse que EPA (INE,2016) no cuenta con preguntas que pudiesen
captar las preferencias de los sujetos entrevistados y el conjunto de situaciones que
afrontan de manera cotidiana en las esferas productivas y reproductivas de sus vidas. Por
ello, en este borrador no se han incluido aspectos teóricos ni hipótesis que tratasen la
preferencia de las (Hakim, 2000) que nos permitiesen testar el efecto de las preferencias
personales sobre la empleabilidad de los sujetos.
Esta ausencia teórica es bien notoria y deberá ser tratada durante el desarrollo de esta
investigación para evitar problemas de endogeneidad. Como reseñan varios autores en la
literatura, el 15% de la segregación sexual que existe –En Estados Unidos– entre las
diferentes ocupaciones tiene su origen en la autoselección que las mujeres ejercen a la
hora de elegir un empleo (Dan, 2010). Las mujeres por causas asociadas a sus
preferencias familiares (Hakim, 2000; Moss-Racusina, 2012), y por mantener el rol de
madres comprometidas deciden ocupar los trabajos que tengan asociado menos riesgos –
en términos de desplazamientos geográficos y en términos salariales–. De esta manera,
parece que se produce un sesgo de género que conlleva a una segregación sexual a lo
largo de las diferentes ocupaciones, que en parte, tiene su explicación en la propia
decisión personal de las personas. Polavieja (2014, entre otros) estableció el origen de
esta autoselección –que implica a su vez una autolimitación por parte de las mujeres– en
la socialización primaria y en una serie de rasgos cognitivos que los niños desarrollan en
la infancia a partir de los comportamientos parentales que perciban –en el ámbito
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económico y doméstico– y en los recursos socio-económicos que posean (Polavieja,
2014:3,4 y 5). Sin embargo, mediante las fuentes de datos en las que se observan las
relaciones que las personas tienen con el mercado laboral, no se encuentra habilitado
ningún apartado que defina ni aspectos asociados a la socialización primaria, ni
comportamientos parentales.
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7. ANEXO
i Mujeres y hombres que se ven imposibilitados para trabajar por responsabilidades familiares
y por cuidados Elaboración propia a partir de la EPA transversal desagregada a 3 dígitos (INE,
2016)
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ii
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iii Descriptivos de la primera Variable Dependiente (transición al mercado de trabajo)
iv Descriptivos de la muestra util izada según nivel educativo y edad.
MUJERES Educación Básica Formación
Profesional
bachiller Universitarios
16-20años 13267 5268 7554 41
21-25años 5869 7450 7149 6932
26-30años 6428 7890 3524 10053
31-35años 7858 10019 4080 10737
36-40años 10838 11409 4745 11427
41-45años 13394 11743 5150 9912
46-50años 15256 10975 5075 8339
51-55años 17035 8965 4232 6566
56-60años 19187 6779 3030 4481
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61-65años 20941 4733 1875 2971
HOMBRES Educación Básica Formación Profesional
bachiller superior
16-20años 16326 5531 5852 23
21-25años 9673 8428 6859 3565
26-30años 9185 9089 3749 6421
31-35años 10354 10481 4076 6922
36-40años 12175 11730 4817 7621
41-45años 13690 11849 5000 7272
46-50años 14671 10941 5130 6715
51-55años 14772 8998 4676 5921
56-60años 15813 6708 3726 4853
61-65años 16560 5146 2440 3851
Gráfico 2 Total de transiciones del desempleo al empleo realizado por los hombres. Elaboración propia a
partir de la EPA
XII Congreso Español de Sociología ¿EDUCACIÓN O GÉNERO?
Juan Ramón Jiménez-García Universitat Pompeu Fabra
Gráfico 3 Total de transiciones del desempleo al empleo realizado por las mujeres. Elaboración propia a
partir de la EPA
XII Congreso Español de Sociología ¿EDUCACIÓN O GÉNERO?
Juan Ramón Jiménez-García Universitat Pompeu Fabra
* p<0.05, ** p<0.01, *** p<0.001
bic 40207.895 25494.071 9458.041 9479.320
df_r
r2
(0.04) (0.16) (0.55) (0.56)
constant -4.356*** -7.252*** -5.926*** -5.926***
(0.32)
mujer # Altos 0.228
(0.15)
mujer # Medios -0.060
(.)
mujer # Bajos 0.000
(.)
varón # Altos 0.000
(.)
varón # Medios 0.000
(.)
varón # Bajos 0.000
(0.12) (0.12)
mayor 10años -0.038 -0.038
(0.16) (0.16)
4-10 años -0.130 -0.129
(.) (.)
0-3años 0.000 0.000
(0.08) (0.15) (0.27)
Altos 0.640*** 0.339* 0.172
(0.06) (0.09) (0.13)
Medios -0.055 0.105 0.143
(.) (.) (.)
Bajos 0.000 0.000 0.000
(0.04) (0.07) (0.12)
mujer -0.496*** -1.042*** -1.019***
(.) (.) (.)
varón 0.000 0.000 0.000
(0.00) (0.00) (0.00)
edad2 -0.004*** -0.004*** -0.004***
(0.01) (0.03) (0.03)
Edad 0.290*** 0.229*** 0.229***
(0.06) (0.07) (0.12) (0.12)
1T2016 -0.418*** -0.639*** -0.213 -0.218
(0.06) (0.07) (0.12) (0.12)
1T2014 -0.426*** -0.784*** -0.384** -0.389**
(0.06) (0.07) (0.12) (0.12)
1T2012 -0.585*** -0.859*** -0.495*** -0.501***
(0.06) (0.07) (0.12) (0.12)
1T2010 -0.422*** -0.526*** -0.476*** -0.480***
(0.06) (0.07) (0.12) (0.12)
1T2008 -0.298*** -0.316*** -0.236* -0.237*
(.) (.) (.) (.)
1T2006 0.000 0.000 0.000 0.000
transicion
b/se b/se b/se b/se
modelo 1 modelo 2 modelo 3 modelo 4
XII Congreso Español de Sociología ¿EDUCACIÓN O GÉNERO?
Juan Ramón Jiménez-García Universitat Pompeu Fabra
tabla 2. Resultados de la regresión Logística. Elaboración propia a partir de la EPA(INE, 2016) .