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¿ERES DE LOS QUE LE HUYEN A LAS MATEMÁTICAS? ¿TE
ATERRORIZAN LOS NÚMEROS Y LO QUE TENGA QUE VER CON
ELLOS? ¿NO QUIERES SABER NADA DE CÁLCULOS NI
OPERACIONES MATEMÁTICAS? QUIZÁ TE SORPRENDA SABER QUE
CADA VEZ QUE ESCUCHAS MÚSICA TU OÍDO Y TU CEREBRO ESTÁN
HACIENDO PRECISAMENTE ESO: COMPARANDO Y CALCULANDO
NÚMEROS DE UNA MANERA TAN RÁPIDA Y PRECISA QUE DEJARÍAN
ATRÁS A LA MÁS COMPLICADA DE LAS COMPUTADORAS.
calculadorJesús Cuevas Cardona
ElOÍDO
11¿cómoves?
oído externo oído medio oído interno
pabe
llón
audi
tivo
laberinto(conductos semicirculares)
nervíos
caracol
hueso
trompa de Eustaquioconducto auditivo externo
yunque
pequeño experimento: pide a un amigoque pronuncie para ti los sonidos de lasletras “l”, “m” y “n”, “p”, “t” y “k”. Indí-cale que trate de pronunciar únicamenteel sonido de la consonante, sin vocal. ¿Tie-nes alguna dificultad para diferenciarlas?¿Puedes distinguir claramente la “m” dela “n”? ¿la “p” de la “t” y la “k”? Si tuoído es normal, no tendrás ningún proble-ma en distinguirlas. Lo haces día a día enel uso normal del lenguaje. Nunca confun-des una “taza” con una “pasa”, aunque sue-nen casi igual. La duración de los sonidosde las consonantes como la “p” o la “t” esde entre cinco y ocho milisegundos (unmilisegundo es un segundo dividido en-tre mil). Así que el oído se las arregla paradistinguir con claridad sonidos que son muycortos. Las diferencias entre la “l”, la “m”y la “n” son sutilísimas variaciones en in-
NO IMPORTA QUÉ te hayan dicho acercade tu “oído musical” o tu habilidad paracantar o tocar algún instrumento. El sen-tido del oído de cualquier persona tienecapacidades asombrosas. A diferencia delos ojos, que podemos enfocar, dirigir ycerrar, los oídos permanecen abiertos todoel tiempo, recibiendo todos los sonidosque nos rodean de una manera aparente-mente pasiva. Pero en realidad el cerebroprocesa la información que le proporcio-na el oído de una manera muy activa. Alpercibir un sonido, nuestro sentido deloído compara, calcula y relaciona alturas,volúmenes y timbres para dar significadoa lo que escuchamos y poder interpretar-lo correctamente, ya sea lenguaje habla-do, sonidos ambientales o música.
Para que tengas una idea de la extraor-dinaria sensibilidad del oído, realiza un
El oído es un órgano sensorial extremadamente
complejo. No sólo es el órgano de la audición,
en él también radica nuestro sentido del equi-
librio.
El pabellón auditivo u oreja sólo sirve para
recoger las ondas sonoras. Éstas entran como
por un embudo en el conducto auditivo exter-
no. Las ondas sonoras inciden sobre el tímpa-
no, que está al final de ese conducto. El tímpano
es como una membrana de piel tensa, que sólo
mide 10 x 8 mm: tiene aproximadamente el ta-
maño de la uña del dedo meñique. Las molécu-
las de aire en vibración transfieren energía
cinética al tímpano, haciéndolo vibrar con la
misma frecuencia que las ondas sonoras. Las
vibraciones del tímpano tienen una amplitud de
alrededor de 10
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, lo cual es extremadamente
pequeño, menor que la longitud de onda de la
luz visible y menor todavía que el diámetro de
un átomo de hidrógeno. Las ondas sonoras con-
vertidas en vibraciones del tímpano se trans-
miten a lo largo de tres huesecillos llamados
martillo, yunque y estribo. Éstos a su vez trans-
miten las vibraciones al caracol, que es un ór-
gano lleno de líquido y en forma de caracol,
situado a bastante profundidad dentro de la
cabeza, justo detrás del ojo. El delicado cara-
col transforma las vibraciones físicas de su lí-
quido en señales nerviosas eléctricas, y las envía
al cerebro por medio de los nervios auditivos.
En el cerebro las señales se clasifican y se ana-
lizan; se comparan con una base de datos sono-
ros que está en la memoria, se reconocen y se
identifican. Todo esto sucede inconscientemen-
te. Las configuraciones sonoras que el subcons-
ciente considera importantes se envían a la
atención consciente; entonces oímos.
El oído
Ilustración: Emmanuel Vela
martillo
estribotímpano
tensidad y timbre, y sin embargo podemosdistinguirlas con precisión.
¿cómoves?12
Ahora pídele a tu amigo que pronun-cie sonidos vocales, pasando de una vo-cal a otra, mientras tú tratas de notar elcambio en el sonido ( que pase, por ejem-plo, de la “a” a la “e” y luego a la “i”).¿Notas el cambio? Tal vez no puedas de-finir exactamente en qué consiste, peropuedes reconocer perfectamente qué vo-cal está sonando. Ahora te toca a ti. Concuidado y con mucha atención pronunciala siguiente secuencia: “u o a e i”. Es-cucha muy bien el sonido y los cambios
que sufre. Probablemente logres distin-guir, junto al sonido dominante de tu voz,otro muy suave que va de grave a agudoconforme cambias de letra. Estos soni-dos adicionales se llaman armónicos y sonlos responsables de que distingamos unavocal de otra. También nos sirven paradistinguir instrumentos musicales o la vozde una persona de la de otra.
Supongamos que estamos conversan-do con alguien en un autobús lleno de gen-te. El oído separará la voz de nuestro
acompañante del ruido de fondo: el mo-tor, las voces de otras personas, el sonidodel tráfico. Además, será capaz de distin-guir sonidos de duración extremadamen-te corta y de percibir, entre todo ese barullo,los sutiles cambios de los sonidos armóni-cos de la voz que escuchamos, para asípoder entender lo que nos están diciendo.
De oídasCuando escuchamos música, el oídomuestra más de estas capacidades asom-brosas. Al escuchar una melodía, lo quehacemos es captar una sucesión de so-nidos de frecuencias distintas. Estossonidos los produce la vibración de uncuerpo, como la cuerda de una guitarra ola piel de un tambor La vibración tendráuna amplitud, esto es, la distancia que re-corre la cuerda o la piel al vibrar, la cualdeterminará la intensidad del sonido, y unafrecuencia, que es el número de veces quela cuerda o la piel completan un ciclo demovimiento en un segundo; la frecuenciadetermina la altura del sonido, qué tan gra-ve o agudo es. La unidad de frecuencia esel hertz (hz); un ciclo por segundo equi-vale a un hertz. La vibración fundamentalde la cuerda o la membrana irá acompa-ñada de otras vibraciones más pequeñas:los sonidos armónicos que ya mencio-namos antes.
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¡Cuida tus oídos!El oído humano puede captar sonidos
que van desde 16 hz en el extremo másgrave, hasta 25 000 hz en el extremomás agudo, dependiendo, desde luego, dela edad y la sensibilidad de cada indivi-duo. Como dato curioso, las mujeres lo-gran captar sonidos de frecuencias muyaltas, mientras que un porcentaje grandede los hombres no puede captar sonidospor arriba de los 12 000 hz, sin que estomenoscabe significativamente su capaci-dad auditiva. Los sonidos con una frecuen-cia inferior a ese límite grave —llamadosinfrasonidos— no los podemos percibir.Lo mismo ocurre con los sonidos de fre-cuencia mayor que el límite superior —los ultrasonidos—, los cuales se utilizanen el campo de la medicina para “mirar”a través del cuerpo.
Lo realmente interesante es que eloído, al escuchar distintas frecuencias,como cuando se escucha música, no sola-mente percibe, sino que mide y compara.Por ejemplo, si en un piano tocamos dosteclas del mismo nombre, separadas porsiete teclas blancas y cinco negras, prác-ticamente todos los humanos, sepan o nohacer música, podrán distinguir que se tra-ta de un intervalo de octava, lo cual quie-re decir que el oído puede percibir que elsonido más agudo vibra con una frecuen-
Nuestros oídos son extremadamente sensibles, y
por lo mismo son también son muy delicados. A
diferencia de los ojos, que tienen párpados para
protegerlos y evitar lesiones por exceso de luz,
los oídos están permanentemente abiertos. Desde
luego, cuentan con un mecanismo de protección:
cuando percibimos un sonido repentino y fuerte,
los huesecillos que conectan el tímpano con el
conducto del oído interno se separan por acción
de unos músculos especiales para evitar que las
vibraciones demasiado intensas dañen los delica-
dos cilios que recubren el oído interno. Sin em-
bargo, estos músculos se fatigan, por lo que su
capacidad protectora se reduce si el sonido inten-
so dura mucho. Además, son relativamente len-
tos, y si el sonido potencialmente peligroso es muy
repentino, la fracción de segundo que tardan en
contraerse puede ser suficiente para que el daño
sea permanente.
Tal vez has notado que algunos disk jockeys
tienden a poner demasiados agudos en la música
que programan. O quizá te haya tocado algún con-
ductor con un potente sistema de sonido en su
auto que también abusa de los agudos. Esto se
debe a que los cilios encargados de percibir las
frecuencias altas son los que se encuentran a la
entrada del oído interno, por lo que son los pri-
meros en resultar dañados. Esas personas han es-
tado expuestas a sonidos de muy alto volumen por
tan largos periodos que ya perdieron la capacidad
para percibir frecuencias altas, y buscan compen-
sar esa pérdida con el control de tonos agudos de
sus aparatos de audio. Por eso es conveniente que
tomes ciertas medidas preventivas:
• Ten cuidado con los equipos personales de
audio (Walkman, Discman): no los utilices a
volúmenes demasiado altos. Algunos apara-
tos ya traen integrado un dispositivo de pro-
tección que evita que suba demasiado la
intensidad del sonido. Si tu aparato cuenta
con uno de éstos, no lo desactives.
• Evita acudir con demasiada frecuencia a sitios
donde hay sonidos intensos como discotecas,
conciertos de rock, fábricas o aeropuertos.
En todo caso, protégete los oídos con tapones
protectores. Existen en el mercado algunos
muy bien diseñados y que no distorsionan el
sonido, sólo lo amortiguan. Puedes conseguir-
los en tiendas de audio especializadas. Los ta-
pones de hule para nadar son útiles, aunque
distorsionan el sonido, por lo que es posible
que no te guste utilizarlos.
• Si te gusta “sentir” las vibraciones del rock
pesado, procura aumentar los graves, pero no
subas el volumen general. Evita llegar al ex-
tremo de intensidad y suspende de inmediato
la audición si percibes un zumbido o si te sien-
tes fatigado.
Recuerda que los daños causados al oído son
irreversibles.
¿cómoves?14
cia que es exactamente del doble de la fre-cuencia del sonido más grave. Con ciertoentrenamiento auditivo, se podrán perci-bir otras relaciones entre frecuencias deuna manera exacta. Al tocar, por ejemplo,las notas Do y Sol, el oído sabrá que lafrecuencia del sonido más agudo es dostercios mayor que la del sonido grave. Yasí con todos los intervalos —relacionesentre dos notas— que se pueden obtener.El sentido del oído, entonces, compara fre-cuencias y las percibe como intervalos.
Además, el oído de algunos músicoses capaz de identificar una frecuencia pre-cisa y asignarle un nombre, como Do, Re,Mi o Sol. Para darnos una idea de lo queesto implica, observemos qué ocurre cuan-do percibimos colores con el sentido dela vista. De manera análoga al sonido, lasondas luminosas “vibran” con determina-das frecuencias. Los ojos perciben las di-ferentes frecuencias como colores. Sinembargo, cuando hablamos del color“rojo”, en realidad nos estamos refirien-do a una gama de colores que abarcan dis-tintos tonos. No sabemos si es un rojoanaranjado o un rojo más cercano almagenta. Si vemos dos colores diferen-tes, no sabemos si existe una relación en-tre el número de sus frecuencias. Encambio, cuando hablamos de la nota La,nuestro sentido del oído “sabe” que es unanota con una frecuencia de 440 hz o susmúltiplos y submúltiplos. Podemos decirque el oído es el único de nuestros senti-dos que es capaz de “percibir” números.
Jesús Cuevas Cardona es compositor y se ha dedicadoa la investigación e interpretación de instrumentosmusicales de aliento, principalmente de Asia. Formaparte del Eblen Macari Trio y es fundador del ensambleGaiaterra. [email protected]
Agradable al oídoEntonces, si la música es el arte que sepercibe a través del oído, que es el senti-do “matemático”, es de suponer que en lamúsica existe un orden matemático quedetermina cuáles son las frecuencias quese pueden utilizar para expresarse musi-calmente. Porque no todas las frecuenciasque somos capaces de percibir nos sirvenpara hacer música. Dicho de otra manera,no todos los “colores” nos sirven para pin-tar un “cuadro musical”.
En primer lugar, es conveniente elimi-nar las frecuencias cercanas a los extre-mos del intervalo de audición de laspersonas, puesto que los sonidos dema-siado graves o agudos, si bien los pode-mos percibir, resultan desagradables en lamúsica. Esto restringe el rango sonoro quepueden usar los músicos. Podemos guiar-nos en esto con el sonido más grave quepuede dar el instrumento más bajo de unaorquesta sinfónica, el contrafagot, sonidoque corresponde a la nota Si bemol a28 hz, y con el sonido más agudo del ins-trumento más alto, la flauta pícolo, quepuede dar un Do con una frecuencia de4 096 hz. Entre estos dos extremos existetodavía un número muy grande de fre-cuencias que se pueden utilizar. Pero eloído no puede distinguir sonidos de fre-cuencias muy cercanas. Los investigado-res han encontrado que la mayoría de lagente puede distinguir sin problema 1 378tonos diferentes dentro del rango de soni-do audible. Sin embargo, si contamos las
teclas blancas y negras de un piano —loque refleja de manera muy aproximada elrango de una orquesta sinfónica—, encon-traremos que no tiene más que 88. Estoquiere decir que para hacer música sólose utiliza alrededor de un 6% de las fre-cuencias que puede distinguir el oído hu-mano, por lo menos en lo que respecta ala civilización occidental. El 94% restan-te ha quedado fuera de lo que serían lossonidos musicales, lo cual implica que enalgún momento esta civilización realizóun minucioso proceso de selección en elque eligió utilizar ciertas frecuencias y nootras. Es aquí donde las matemáticas en-tran en juego, pues se ha comprobado quelas combinaciones de sonidos que resul-tan más agradables al oído son aquellasque siguen ciertos principios matemáticos,en los que las frecuencias se relacionanentre sí con base en números enteros debajo valor. Esto fue lo que descubrió elmatemático Pitágoras en el siglo VI antesde nuestra era. Pero eso es materia paraotra historia…
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