Desde su independencia de Inglaterra, en 1776, la población de
Estados Unidos había crecido considerablemente
Hacia principios del siglo XIX ya se había duplicado y continuaba en
aumento, por eso en ese país había miles de personas dispuestas a
colonizar nuevos territorios
Además de apropiarse de las tierras que ocupaban los pueblos indígenas, el gobierno estadunidense compró el territorio de Luisiana a los franceses y
arrebató la Florida a los españoles
De este modo, sus fronteras se extendieron hasta los límites de
Texas
Texas contaba apenas con unos cuantos habitantes, por lo que el gobierno mexicano permitió que se establecieran en ella algunos colonos provenientes de Estados Unidos, con la condición de que respetaran las leyes del país
Para 1834, en Texas vivían 30 mil angloamericanos y sólo poco más de 3 mil mexicanos
Los colonos extranjeros tenían sus propias costumbres: no hablaban español, no eran católicos y tenían esclavos (lo que iba
en contra de las leyes de nuestro país)
Las diferencias entre ambos grupos eran muy marcadas
En diversas ocasiones, Estados Unidos le propuso a México comprarle Texas
Pero esta propuesta fue rechazada por el gobierno, porque vender una parte del territorio nacional se consideraba traición a
la patria
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