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De la vida de las cajas a las cajas de la vida
Toms Snchez-Criado, FPU-UAM, Departamento de Psicologa Bsica, Universidad Autnoma deMadrid. E-mail: tomas.criado AT uam.es
Texto originalmente escrito para una posible publicacin en un manual de epistemologa ypsicologa compilado por Florentino Blanco y Ramn Snchez Viedma.
Preludio. Rquiem por la vida de las cajas
Al principio estaba la nada, eso se nos hizo creer. Y luego, supuestamente, se hizo la luz. Pero la luz
tena problemas. No era clara y siempre haba que concitarla, cuidarla, siempre se acababan las pilas o
no haba lea. Nada que ver con nuestros mundos hiperlumnicos actuales o con el estilo de algunos de
mis congneres, que parecan seres dotados de la luz eterna. Hubo un tiempo, ahora tan lejano que ya
casi ni mis carnes lo recuerdan, en el que nos preocup cmo concitar la luz. El nico problema que
eso tena y sigue teniendo es que para preocuparse por la generacin de la llama, por sus problemas y
sus circunstancias, debemos despojarnos, siquiera momentneamente, de nuestros puntos de luz, de la
claridad que nos acompaa o, si no despojarnos, al menos s mirar hacia el foco de la luz, interrogarlo.
Pero tambin hubo un espacio en el que se nos permiti hacerlo, un espacio en el que
mirbamos a la luz, a veces con la mirada desafiante e irreverente, pero en el fondo un poco vaca de
contenido de la adolescencia. Un espacio desde el que mirbamos, pero tambin en el que admirbamos
la luz. Un espacio en el que crecimos, aprendimos sobre la luz, sus problemas, sus beneficios y sustiranas. Aprendimos a amarla, a temerla y a respetarla, pero con el tiempo aprendimos tambin que
haba distintas luces, mejor dicho, distintas formas de alumbrar. Y con el tiempo aprendimos que
nuestra luz precaria y de bajo voltaje, forjada por linternas Cegasa, candiles, cerillas y velas de
cumpleaos-, supona un problema para otras. Reconocimos que llegara algn da en el que esas otras
formas de luz querran apagarnos, porque basaban su luz en esconder a los esclavos que avivaban el
fuego y nuestra mera existencia se lo sealaba.
Fue un espacio del que tuvimos que salir corriendo cuando empez la Era de la Luz Eterna. Yo
me enrol en un barco, part hacia tierras extraas y tras algunos aos arrastrando mis penurias vagando
por el mundo y habiendo estado a punto de naufragar no pocas veces, por fin he conseguido volver.
Aunque no s si conseguir es la mejor palabra. Y volver tampoco. En realidad nunca quise irme y
no he conseguido nada, me ha sido dado. Por otro lado, necesitaba volver, porque la vida en alta mar
me estaba matando y no iba a poder sobrevivir mucho ms. Despus de varios intentos, solicit un
trabajo en el lugar que me vio nacer. Saben de dnde vengo, pero ya no debemos ser un problema para
ellos y ahora quieren que seamos nosotros mismos los que nos convenzamos de la necesidad de
desaparecer.
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Llevo un tiempo intentando hacer algo de memoria para poner en pie aquellos olores, los vagos
destellos y fogonazos de series de imgenes, pero tambin los sonidos de aquellos tiempos pasados. Ha
hecho falta tiempo. Separado de algunos de mis compaeros y con la prdida importante de algunos de
ellos, en alta mar se haca difcil pensar. Y la mayor parte de las veces no slo es una cuestin de
contenido, sino que principalmente es una cuestin de forma. Ayer me decid, y si tengo que participaren un acto de defuncin de aquello en lo que crec, si quieren que ejecute la sentencia con las armas que
siempre critiqu, quisiera hacerlo con honory por ello me he decidido a escribir esta pequea historia
prohibida sobre la vida de las cajas, de aquello con lo que aprendimos a conocer la luz. Espero que
aunque no pueda publicarse en aos, aunque no limpie mis manos manchadas de sangre, sirva algn da
como atenuante y como acicate para aquellos en los que siempre creer. Si crees en ello, amigo lector,
aunque no ests del todo de acuerdo con mi pesimismo, aydame a difundir la palabra.
* * * Partimos de la caja. l nos la dio. Lleg un da y nos dijo: tomad, decidme qu hay dentro. Yo
no s lo que hay. Lo escond hace mucho tiempo y ya no me acuerdo, decan unos.
A nosotros nos dijo que os mirramos y registrramos todo lo que hacais, decan otros.Y as empezaban a jugar. Unos agitaban la caja, operaban con ella. Mientras tanto los otros
apuntaban con sumo cuidado piensan que es metal porque suena como unas llaves rebotando cuando
la agitan de izquierda a derecha.
Imaginad, les deca l, que no sabis lo que es el metal o qu son unas llaves. Qu haydentro de la caja?
Y as pasaban las horas. Todo lo que pareciera dado por sentado era interrogado sin fin o
sometido a un acuerdo que cerrara la controversia. Era nuestra experiencia inicitica. As empezbamos
todos. Queramos volver la caja del revs, romperla e incluso tirarla contra la pared para abrirla.
Necesitbamos saber lo que haba dentro. Sin embargo, l nos calmaba. Era un entrenamiento y las
cajas seran necesarias para aos venideros. Era nuestra particular forma de despojarnos de la luz
eterna, de la certeza infinita. Las cajas eran el mundo y debamos pensar en cmo dar cuenta de la vida
de las cajas, que no siempre se nos muestran, que en muchas ocasiones ni siquiera son cajas, ni siquierason algo definido de antemano y, desde luego, no es seguro que haya alguien que como un dios haya
metido cosas en cajas.
Las cajas ganaban vida en nuestras manos, a la vez que nosotros ganbamos vida con ellas. Del
constante meneo emerga el contenido de la caja y tambin emergan nuestras certezas, cambiantes
quiz ante una nueva prueba, ante una nueva manera de voltearla, ante unas nuevas manos probando el
ms nimio de los movimientos para sentir el contenido de otra forma. Ao tras ao, para cada grupo de
nosotros la certeza apareca ligada a la prueba y al acuerdo, a la vida de las cajas que, en el fondo, era lanuestra. Ah resida el secreto, ah resida el problema.
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* * *
Y desde aqu, en la torre de marfil que me salvaguarda y me aleja del fragor del mar, no dejo de
pensar en que, algn da, cuando las cosas sean diferentes, volveremos a alzarnos con un candil en la
mano, con las cerillas de las certezas cambiantes como nica bandera y nica fuerza Aunque quiz no
sea necesario, porque su falta de respeto, su vanidad, sin darse cuenta erosiona da tras da los diques ypolderscon los que apuntalan su metafsica de la Luz Eterna. Quiz, aunque esperemos no tener que
llegar a ese lmite, algn da nos volvamos a ver, querido lector, vagando por los mares, en busca de una
tablilla de salvamento, cuando modernos y anti-modernos nos hayan llevado al desastre de la guerra
nuclear postcolonial tarda o la erosin definitiva de los casquetes polares.
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ste ensayo es un experimento de escritura, hbrido de rquiem y vindicacin. Ambas
tareas se plantean en el actual contexto de cambios de los planes de estudio de Grado
en Psicologa, que implican la posible degradacin de la enseanza de la Epistemologa tal y como
yo la conoc. Con este texto querra proponer otra respuesta diferente a la desazn o la dejacin: me
gustara reivindicar la importancia de reflexionar sobre la actividad tecnocientfica y la necesidad
imperiosa de un nuevo pacto, una eco-poltica que piense en cmo incluir a las ciencias y sus
actividades en la reflexin sobre nuestra forma de estar-en-el-mundo.
Ensayar podra ser un verbo para experimentar con los dispositivos narrativos. Dicho
esto, la tarea de este escrito es ir ms all de la irona o del pesimismo del relato mtico del inicio,
un relato que describe una ficcionalizacin de una experiencia personal. Objetivar los dispositivos
narrativos es til para experimentar sobre sus lmites, para crear la posibilidad de contradecirlos
Y, aunque el texto con el que comenzbamos se halla planteado en forma de saga heroico-
subversiva, contiene argumentos que intentaremos modular, depurar y destilar. Necesitaremos
trabajar y crear el espacio para una narracin correctora. Para evitar la sensacin de cierre,
vagaremos entre una serie de ejemplos. Sin duda sern necesarias otras narraciones correctoras,
pero dejar en manos de la lectora la tarea de hacerse cargo de este pequeo artefacto, ya sea para
ignorarlo, tirarlo o bien para usarlo y transfigurarlo.
En cualquier caso, a lo largo de este texto me gustara jugar a un juego que espero les resultede inters: Qu pasara si pensramos en todas las actividades humanas (incluida la ciencia y la
tecnologa) como actividades productoras de cajas? Caja: habitculos, narraciones, artefactos,
tcnicas Vivimos en las cajas que producimos o, al menos, en las que podemos producir. La tesis
que este texto desarrolla, y aqu les desvelo el truco final, ser mantener una atencin constante por
qu forma de vida nos propone cada caja.
Intro. Black-boxing
En la alta burguesa europea del siglo XIX se estilaba una figura: la mantenida, la amante
pagada por el seor adinerado aunque lo supiera la familia entera que incluso discuta sobre la
calidad de las mantenidas de su familia con respecto a las de otras. Un secreto a voces que
perpetuaba la perversin de la dominacin sobre las dos mujeres (la oficial y la oficiosa). Una
ausencia-presente, algo que operaba por su condicin de permanecer en la sombra, que mantena el
status quo bajo la condicin de ser un secreto a voces.
La actividad tecnolgica y cientfica moderna, que no ha dejado de producir cajas en los
ltimos dos siglos, ha funcionado a partir de una lgica justificativa anloga: experimentemos sin
E
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parar, generemos conceptos y aparatos sin cesar, pero no es importante lo que implican (aun
cuando sus efectos no han cejado de producirse a muy diferentes niveles). Como mucho, en
ocasiones, en el mayor de sus delirios, se ha llegado a pensar en llevar a cabo, dando por sentada la
superioridad de la ciencia sobre otros estamentos, el sueo dorado de todo cientfico de raigambre
platnica: un gobierno de los expertos (p.ej. Francis Galton y la eugenesia o el bienpensante B.F.
Skinner y su Walden dos).
En el mbito de los estudios sociales de la ciencia, se ha pensado en la forma de explicar la
acumulacin de conocimiento (que hasta entonces se planteaba como siempre lineal y hacia la
mejora continua) a partir de la analoga con el concepto de caja negra en la ingeniera de
sistemas (black-box)1 y la operacin de cierre de controversias y estabilizacin de un fenmeno
como cajanegrizacin (black-boxing).
Resumiendo lo que esto implica, la explicacin mtica de la tarea de nuestras tecnociencias
ha encubierto sus condiciones de produccin y sus efectos. De esta manera, la ciencia se ha
convertido en un dispositivo para hacer poltica por otros medios. El problema que esto ha
escondido es maysculo: nos ha arrojado a un espacio de cientos de innumerables aspectos
encubiertos, de un sin fin de mantenidas de todos los reinos ontolgicos (que son a su vez la
misma condicin de su mantenimiento).
Intermezzo. Opening the black-box
Qu ocurre cuando se abren las cajas negras? El mundo cobra otra forma. Lo primero que
no queda claro es que mundo slo haya uno. Parece imposible encontrar un operador de cierre
ante las innumerables controversias que se observan en todas las ciencias y cuyos cierres aparecen
como ajustes precarios acuerdos o imposiciones sobre el resultado del movimiento de la caja, por
volver al ejemplo con el que empezbamos-, andamios para poder seguir investigando. Pero a
veces, como en la construccin, el andamio se cae, se desmonta porque no hay dinero o se abandona
y el edificio, el objeto a hacer emerger, queda desterrado del circuito de la normalidad, salvo por
algunos cuantos okupas que lo pueblan y lo cuidan de diversas maneras. La actividad cientfica, por
tanto, opera con una temporalidad diferente a la lineal. Hay olvido, objetos cambiantes y no
estables, saltos temporales, vueltas hacia atrs que son un paso hacia delante Se trata ms bien de
unpluriverso, como deca William James.
En segundo lugar, y esta fue la principal intuicin de los estudios sociales de la ciencia y la
tecnologa, la ciencia y la poltica como actividades separadas se difuminan. La emergencia de un
1Definida de la siguiente manera en la Wikipedia: algn sistema o mecanismo de contenido desconocido (o sin inters
para el anlisis) y del cual solo podemos conocer (o solo nos interesamos en) lo que lo afecta y lo que produce. En
http://es.wikipedia.org/wiki/Caja_Negra_%28psicolog%C3%ADa%29 (Acceso el 1 de octubre de 2007).
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hecho no puede disociarse de su raigambre econmica y poltica: quines permiten investigar,
quines financian, con qu intereses, qu proyectos se pagan y cules no. Pero, tampoco se puede
disociar la actividad cientfica del ejercicio de la poltica contempornea, ampliamente basada en el
juicio de los expertos para la toma de decisiones y la configuracin de formas de vida.
Estas cuestiones han dado lugar en algunos planteamientos a una visin maquiavlica y
voluntarista de la ciencia (los cientficos son grupos de intereses que buscan moldear nuestra
sociedad), que yerra en no pocos aspectos. Ha habido un olvido en estos planteamientos de la
necesidad del empirismo, de contemplar la resistencia de los objetos de estudio, que escapan en
muchas ocasiones a la voluntad de los investigadores, que les obligan a reformularse sus preguntas,
que permiten conocerlos mejor resistindose a ellos. Como veremos ms adelante, en cualquier
caso se ha hecho evidente la necesidad de una nueva reflexin sobre las formas de la poltica y la
ciencia, un nuevo pacto que, an abriendo las cajas negras, destierre la iconoclasia como
estrategia y respete la importancia y singularidad de la actividad cientfica (pero en su modo menor,
en minsculas, en su trabajo cotidiano de hormiga horadando un tnel, actividad siempre colectiva
y con-otros). Pensemos con una serie de ejemplos.
Excursus. El respeto por las cajas de la vida
a. Climas antrpicos
Desde tiempos remotos los seres humanos han estado preocupados, de alguna manera u
otra, por su preservacin, lo cual slo poda pasar por la participacin de nichos ecolgicos aptos a
sus condiciones. As lo atestigua el importante descubrimiento (operatorio) de cuevas o el uso del
fuego, por no hablar de la fabricacin de herramientas y la elaboracin de alimentos. La
preservacin del ser humano, por tanto, slo puede ser pensada por su continuidad con otros
elementos no humanos (tanto vivientes como no-vivientes), que le dan forma, de los que
participa y son incluidos en sus ecologas. Nuestra preservacin, nuestro mantenimiento va en
continuidad con el de otras especies y materiales. Vivimos en y participamos de lo que el filsofo
alemn Peter Sloterdijk denomina climas antrpicos, ecologas que permiten las ms diversas
formas de antropognesis a partir de innumerables antropotecnias o tcnicas generadoras de lo
humano.
Sin embargo, nos encontramos en un momento bastante lejano de las cuevas y de las
primeras tribus nmadas o vagamente sedentarias. La urbanizacin, el entrecruzamiento de carne y
piedra, ha planteado numerosos problemas para la preservacin. Estamos hablando de lo que en el
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siglo XIX fue denominado higiene y desde ah hasta nuestros das2. Las tribus nmadas son, en la
denominacin de Sloterdijk, fecfugas (huyen de sus excrementos). La fuerte concentracin
urbana de las grandes culturas, y sus grandes plagas, supuso una nueva era para los climas
antrpicos, lo que Sloterdijk llama la merdocracia, la era de los primeros planteamientos sobre la
gestin de los excrementos y la suciedad generados por la aglomeracin (constituyndose las
grandes culturas en sociedades letrinocntricas, culturas en torno a la letrina), as como una
continuacin del pensamiento sobre la conservacin de alimentos, agua y otras reservas para la vida
en la ciudad. Tomemos el caso delBagdir(ver FIGURA 1).
FIGURA 1.Bagdir / Tour de vent / Capteur de vent, Carnet de route Iran, Octubre 2006. Foto 2006 Albert Videt(Utilizada con permiso del autor
3).
En la zona del actual Irn y en una amplia parte del Magreb existe un tipo de construccin
que permite la refrigeracin pasiva de su interior, el bagdiro torre de viento4. Esta, a travs de un
intrincado sistema de canalizaciones de aire que contienen toallas mojadas, permite la refrigeracin
de un interior, como forma de generar posibilidades para la vida urbanita en las condiciones de
aridez de esos asentamientos. En la FIGURA 1 podemos observar un bagdir empleado para la
refrigeracin y mantenimiento de depsitos de agua. Esta estrategia de refrigeracin pasiva ha sido
recuperada por proyectos de arquitectura contemporneos que buscan procedimientos ecolgicos
de refrigeracin, como los rboles de viento pensados para el proyecto del Eco-bulevar de Vallecas
en Madrid (ver FIGURA 2)5.
2Ver la obra de Guerrand (1991).
3En http://www.albert-videt.eu/photographie/carnet-de-route/iran_10-2006/badgir_tour-du-vent_yazd_00.php (Acceso
el 1 de octubre de 2007)4
Puede encontrarse ms informacin sobre el origen y uso de los bagdirs en el blog de arquitectura Bitcora Virtual:
http://bitacoravirtual.blogspot.com/2006/06/torres-elicas-de-yazd.html5
Puede consultarse ms informacin en el reportaje de la revista ARQtipo (http://arqtipo.com/?p=156) o en la pgina
web de la exposicin FreshMadrid 2006 organizada por la Fundacin Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid-COAM
(http://www.freshmadrid.com/04tat/01/proyecto.htm ).
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FIGURA 2. rbol de viento / Cilindro de Ventilacin. Proyecto del Eco-Bulevar de Vallecas del estudio dearquitectura Ecosistema Urbano 6. Foto: Ecosistema Urbano / FreshMadrid 20077.
b. Entornos utero-tcnicos
Partiendo de esto queremos pensar en el ejemplo reciente de otro artefacto que ha cambiado
nuestras vidas, la incubadora. Sin embargo, debemos ser cuidadosos. Lo anteriormente expuesto
sobre los climas antrpicos no nos debera llevar a una historia mtica del cuidado que tiene en la
incubadora el ms alto exponente (cientfico) de la preservacin de la vida humana. Por supuesto la
incubadora se sita en una clara continuidad con las cuevas o lo que, por volver a Sloterdijk,
podramos llamar entornos utero-tcnicos: climas antrpicos construidos a partir de reproducir
tcnicamente condiciones uterinas (como metfora de los lmites necesarios para la vida humana,
de sus life-supporting systems): calor, condiciones de humedad, proteccin y alimentacin. Pero la
incubadora cobra sentido en una sociedad preocupada por la infancia, que construye la infancia
como problema del cuidado para la alta burguesa desde el siglo XVIII8
(ver la FIGURA 3, que
muestra el primer diseo de incubadora realizado en Francia a finales del siglo XIX): supone una
individualizacin del cuidado de la infancia, as como el desarrollo de toda la disciplina de la
neonatologa9.
6 Ver su pgina web: http://www.ecosistemaurbano.com/7
Extrada de http://www.freshmadrid.com/04tat/01/03.jpg (Acceso el 1 de octubre de 2007)8
Ver Donzelot (1998).9
Ver la pgina web Neonatology on the web: http://www.neonatology.org/
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FIGURA 3. Figura del artculo De la Couveuse pour Infants de A. Auvard (1855-1941), Archives de Tocologie desMaladies des Femmes et des Enfants, 10:577-609, Octubre de 1883. Copyright 1998 Neonatology on the Web10.
Sin olvidar su trasfondo poltico burgus y la vinculacin del cuidado con la medicalizacin,
la tecnificacin de la incubadora ha supuesto la reduccin de la mortalidad infantil en todos los
pases occidentales en condiciones incluso extremas (ver FIGURA 4).
FIGURA 4. Nurse Training During World War II - United States, Office of War Information, Overseas PictureDivision, Washington. Foto de Fritz Henle, Noviembre de 1942. Copyright 2007 Neonatology on the Web
11.
10Extrada de http://www.neonatology.org/pinups/auvard.html (Acceso el 1 de octubre de 2007)
11Extrada de http://www.neonatology.org/pinups/NurseTraining1942WarOffice.html (Acceso el 1 de octubre de
2007)
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Outro. Sin la vida de las cajas quiz no haya cajas de la vida
Si convenimos [] que el mundo debe ser construido o ejercido, no tenemos ms remedio que asumir de pasoque la objetividad [] tambin debe ser construida o producida. La objetividad no puede ser entendida, entonces,como la consecuencia ltima y definitiva de una disciplinada depuracin de las mediaciones, sino como laconsecuencia de una progresiva toma de conciencia de las mediaciones (Blanco, 2003)
En ese horizonte, podemos o debemos deshacernos de todo lo que la incubadora implica?
Queda claro que sin la incubadora u otras muchas tecnologas y tcnicas sanitarias (amn de
numerosos conceptos para su concepcin y el ejercicio de esas actividades, todos ellos cajas de la
vida), muchos de nosotros, entre los que me incluyo, no habramos tenido acceso al reino de los
vivos, pero tambin podemos pensar en que la apertura de esas cajas negras para despanzurrarlas y
conocer qu modo de habitar nos proponen, no har sino permitir describir las polticas y prcticas
del cuidado (acaso son otra cosa las formas culturales?) y tomar decisiones sobre ellas. La
pregunta ms interesante, por tanto, ser: qu tipo de incubadoras queremos fabricar para producir
qu formas de vida? Por si no queda suficientemente claro, esto implica que no hay una manera
nica de fabricar estos aparatos.
De todo ello se deriva, a mi juicio, que hace falta re-construir un respeto por las cajas de la
vida o mejor dicho por el empirismo que las da origen, pero como podemos ver en todos estos
casos no podemos pensar en ellos en un vaco poltico, ya que constituyen verdaderas ecologas
polticas.No debemos olvidar que somos tanto el contenido como el continente de estas cajas de la
vida, de ah el problema: no hay salida posible al hecho de formar parte de un experimento
colectivo. Operar un cambio de caja o en las cajas es experimentar sobre nuestros lmites, sobre
quines somos, cmo podemos vivir y, sobre todo, cmo podemos vivir juntos. Pero eso slo puede
ser visto si atendemos a la vida de las cajas.
Esta mirada sita en un papel controvertido la figura del cientfico y la del tecnlogo:
contemplador de la obra divina, constructor que moldea el barro o suerte de chamn que concita a
los objetos en lugar de a los espritus? Son todo malas metforas y en ocasiones las tres figuras se
entremezclan: se requiere contemplacin, pero como operacin constructiva (observacin en unas
determinadas condiciones, produccin del objeto de investigacin12) que no totaliza ni domina los
hechos, sino que se escapa de sus manos, y los concita en torno a un dispositivo, permite su
aparicin a la vez autnoma y heternoma.
Como se puede observar, la crtica a la mtica cientfica que implica toda observacin de la
vida de las cajas est muy alejada del conservadurismo anti-moderno, de la negacin de la ciencia o
12Para lo que quiz debamos transitar entre el datum (dato como algo dado) y el captum (capto, el resultado de la
investigacin como resultado de una operacin de captura).
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de la necesidad de datos empricos. La actividad cientfica no es un ejercicio voluntarista. Se trata,
ms bien, de una reflexin sobre qu nos compone como una pregunta a ser contestada
empricamente y siempre de formas precarias y experimentales.
Y ah reside la principal leccin para la psicologa. La explicacin mtica de la fsica,
asumida y considerada como modelo para la psicologa, entiende su desarrollo terico como la
historia progresiva de un mejor conocimiento de su objeto. Sin embargo, al tomar como modelo la
fsica y su mtica del mundo de cosas cerradas ah fuera, se olvida que la actividad humana
consiste en producir cajas de la vida y, por tanto, no es una actividad alejada de la poltica (como
no lo es para la fsica, si pensamos en el caso de la energa nuclear).
En ese sentido, si nos fijamos bien de cerca, la historia de la psicologa se refiere ms bien
a la historia de (las luchas entre) las teoras psicolgicas. Ms que un saber ordenado es una
disciplina en crisis continua (ver Blanco, 2002). El desarrollo terico no lleva a una mejor
definicin de sus contenidos, sino a su redefinicin constante y a las batallas entre las opciones
tericas para definir su objeto de estudio (que en el fondo no son sino diferentes polticas sobre la
vida o cajas en la acepcin que manejamos aqu). Esto se trata ms bien de un problema fruto de
obviar de sus propias condiciones prcticas como ciencia y tecnologa, consecuencia de olvidar su
estatuto de productoras de cajas de la vida, de disciplinas que proponen un modo de vida en el
que no hay distincin clara entre lo que producimos y lo que describimos.
Slo si atendemos a la vida de las cajas (a lo que implica la produccin de entornos yformas de vida en el obrar humano) podremos desarrollar criterios ms interesantes para pensar las
ciencias sociales, como el criterio epistemolgico propuesto por Latour, para el que no puede
distinguirse entre lo epistemolgico y lo poltico:
Las ciencias sociales pueden volverse tan cientficas [] como las ciencias naturales bajo la condicin de que
corran los mismos riesgos, lo que significa repensar sus mtodos y reformar sus marcos de arriba a abajo
cuando aquellos que articulan digan. El principio general [] se convierte en: concibe tus investigaciones detal manera que maximicen la resistencia [recalcitrance] de aquellos a los que interrogas.[] este lema es, paradjicamente, ms difcil de aplicar a los humanos que a los no humanos.
Contrariamente a los no humanos, los humanos tienen una gran tendencia, cuando se encuentran con laautoridad cientfica, a abandonar la resistencia y a comportarse como objetos obedientes, ofreciendo a los
investigadores nicamente enunciados redundantes, confortando as a los mismos investigadores en su creencia
de haber producido hechos cientficos robustos y de haber imitado la gran solidez de las ciencias naturales!
[] las ciencias sociales no se han visto frustradas en su desarrollo por la resistencia de los humanos a ser
tratados como objetos, sino por su complacencia con los proyectos de investigacin cientfica, lo que hace ms
difcil para los cientficos sociales la deteccin de los artefactos de su diseo en el caso de los humanos que en
el de los no humanos Los laboratorios de ciencias humanas rara vez explotan! (Latour, 2004: 217;
traduccin propia).
Por todas estas razones, las descripciones de la poltica y la ciencia mticas no pueden
responder al reto de lo que constituyen las prcticas de construir cajas de la vida y slo sirvenpara vaciar esas cajas, para desahuciarlas y dejarlas sin contenido. Como quiz se pueda intuir a
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partir de esto hay otras muchas formas de encontrar relevancia pblica distintas a la
profesionalizacin o la construccin de una disciplina como saber reificado para su aplicacin
tcnica de forma repetitiva. Y ah se muestra la importancia de que siga existiendo un espacio-
tiempo para la reflexin sobre el estatuto epistemolgico y poltico de la psicologa.
Soy consciente, sin embargo, que este objetivo se escapa a los modestos mrgenes de este
texto. Pero soy an ms consciente de que este texto es ms bien un obituario, una carta de
despedida para un mundo en llamas del que quiz debamos salir corriendo. Por lo dems, lo
reconozco, yo no s si tengo fuerzas para seguir adelante con esta tarea y, muy probablemente,
cuando leas este texto me habr esfumado de este entorno.
Por esto te pido una cosa, querida lectora, si crees en ello: aydame a difundir la palabra y
no te olvides de que al producir nuevas cajas (terapias, modos de obrar o intervenciones en
diferentes dominios) estars forjando diferentes cajas de la vida. Por tanto, mantened viva la llama:
no cometis el error de dejar de observar la vida de las cajas. Porque si no le prestamos atencin a
la vida de las cajas corremos el peligro de echar a perder las cajas que nos dan la vida.
Fuentes de inspiracin
Blanco, F. (2002).El cultivo de la mente. Ensayo histrico-crtico sobre la cultura psicolgica. Madrid: Antonio Machado.Blanco, F. (2003). Arte, mediacin y cultura. Comunicacin presentada en el II Symposium Internacional de Psicologa y Esttica,
Miraflores de la Sierra (Madrid), 31 Oct. 2 Nov.
Donzelot, J. (1998).La polica de las familias.. Valencia: Pre-Textos.Guerrand, R.-H. (1991).Las letrinas. Historia de la higiene urbana. Valencia: Edicions Alfons El Magnnim.Latour, B. (2001).La esperanza de Pandora. La realidad de los Estudios de la Ciencia. Barcelona: Gedisa.Latour, B. (2004). How to talk about the body? The normative dimension of Science Studies.Body & Society, 10(2-3), 205-229.Sloterdijk, P. (2003-2006).Esferas (3 vols.). Madrid: Siruela..
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