CRACKS
Convertirse en cracks: este es uno de los principales sueños que tiene cualquier joven (y sus
padres también) cuando empiezan a practicar una determinada disciplina, ya sea a nivel
deportivo, en el ámbito profesional, de los estudios... Numerosos científicos han dedicado
muchas horas de investigación a intentar descubrir qué se encuentra tras el éxito, qué hay que
hacer para convertirse en un crack en una determinada disciplina.
Uno de los mejores estudios en este ámbito lo realizó Benjamin Bloom, profesor de Educación
en la Universidad de Chicago (Estados Unidos). En su libro “Developing talent in Young people”,
Bloom analiza la infancia de 120 auténticos cracks de diferentes disciplinas como la música, las
artes, las matemáticas o la neurología. Sorprendentemente, no se identifican indicadores que
de alguna manera hubiesen podido predecir su éxito. Por lo tanto, aparentemente no se
observa ninguna característica previa o genética que permita deducir que una persona será un
crack en su especialidad.
Y entonces, ¿de qué depende el éxito? ¿Cómo podemos explicar que unas (pocas) personas
acaben convirtiéndose en auténticos cracks mientras que otras (la gran mayoría) no pasan de
la mediocridad? Una de las principales conclusiones a la que llega Bloom es que los cracks han
practicado de forma muy intensiva, han trabajado muy duro practicando muchas horas. Y
cuando hablados de práctica, no sólo es un tema de cantidad (imprescindible) sino también de
calidad. Y por calidad entendemos aquella práctica que lleva a niveles superiores de
competencia y siempre con la compañía de algún coach que haga de guía y a su vez, enseñe a
la persona en cuestión cómo guiarse a sí mismo. También suele ser común en los cracks el
hecho de que han estudiado con grandes profesores o han entrenado con grandes
entrenadores. La influencia del profesor, entrenador, coach, mentor o similar es esencial para
conseguir un gran nivel en una determinada disciplina. Además, las personas que llegan a la
categoría de cracks habitualmente han sido animados con mucho entusiasmo por su familia
durante años, han sentido siempre el aliento de su gente, ayudándoles siempre, tanto en los
buenos momentos como en los no tan buenos.
Con estos factores, podemos concluir, una vez más, que los cracks se hacen, no nacen como
tales. La maestría, el dominio de una disciplina se adquiere con el tiempo, se desarrolla, se
entrena, se aprende… Otro libro que refuerza estas tesis es “The Cambridge Handbook of
Expertise and Expert Performance” publicado el año pasado. Es una extensa recopilación de
estudios que analizan auténticos genios de diferentes disciplinas. Dice el libro, que el éxito
resulta inalcanzable para los que se rinden pronto y también para los que no perseveran y son
impacientes. Para conseguir ser un crack es necesario mucho trabajo, sacrificio, incluso dolor.
Como suele decirse, en el camino hacia el éxito, no hay atajos que valgan. Es imprescindible
invertir muchísimas horas de trabajo (como escribí en un artículo anterior citando la “ley de
las 10.000 horas” de Malcom Gladwell).
Y este punto me recuerda una frase que se puso de moda a finales de los años 80 entre los
atletas norteamericanos que aspiraban clasificarse para los Juegos Olímpicos Barcelona’92. La
frase decía “No pain, no Spain” y se refería a que, sin dolor, sin sacrificio ni trabajo, no se
llegaba a España, es decir, a la clasificación para los Juegos Olímpicos de Barcelona. Esta cita
me impactó mucho y he observado durante todos estos años que es muy aplicable a muchos
ámbitos. En un momento como el actual, de incertidumbre política, de crisis económica y
social, conviene tenerla muy presente: “no pain, no Spain”, o lo que sería en el caso que nos
pertoca “no pain, no success”; por lo tanto, sin dolor, sin sacrificio y trabajo, el éxito no llega.
Ya sabéis, si queréis tener éxito y ser unos cracks en alguna disciplina... ¡a trabajar duro y a
sufrir!
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