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CONFIGURACIÓN DE IDENTIDADES
(Nota)
Eliseo Linares Villanueva
DER-UNACH
2011
Según Peña y González (2001:347) la identidad es una de las formas en las cuales se
operacionalizan las representaciones sociales, pues se trata de la organización de
referencias e imágenes que el sujeto tiene de sí mismo y de los grupos a cuales pertenece.
De acuerdo con Giménez (2009a: 27) se trata del “lado subjetivo de la cultura”, pues está
compuesta de los elementos que los actores sociales utilizan para distinguirse unos de
otros. Tal distinguibilidad, afirma el mismo Giménez, “tiene que ser reconocida por los
demás en contexto de interacción y comunicación” (idem), es decir, debe tener la sanción
del reconocimiento social.
Siguiendo a Melucci (citado en Giménez 2009a: 28-29) se pueden distinguir cuatro tipos
elementales de identidad: segregada, identidad reconocida sólo por el actor; hetero-
dirigida, identidad fijada por los demás y aceptada por el actor; etiquetada, identidad
fijada por los demás pero rechazada por el actor; y, desviante, identidad reconocida tanto
por el actor como por los demás, pero con imposibilidad para cumplir con las normas y
modelos fijados, dándose rechazo de la diversidad por parte del actor.
La identidad de las personas implica elementos diferenciadores o de distinción. Tales
elementos se agrupan en series entre las que se pueden apuntar: la pertenencia a
colectivos (categorías, grupos, redes y grandes colectividades); presencia de atributos
idiosincráticos o relacionales; y, narrativa biográfica (Giménez, 2009a: 30). Todo ello
proporciona unicidad a las personas.
Identidades colectivas
La investigación sociológica ha definido a la identidad como un componente personal e
individual. Sin embargo, afirma Giménez (2009a: 37) es posible hablar de identidades
colectivas en sentido analógico, para referirse a las identidades relacionales formadas por
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grupos y colectividades. Tales entidades “ no pueden considerarse como simples
agregados de individuos […], pero tampoco como entidades abusivamente personificadas
que trasciendan a los individuos que la constituyen” (Idem). Se trata de colectividades y
grupos cuyos integrantes desarrollan entre sí un sentimiento común de pertenencia y que
comparten un conjunto de símbolos y representaciones sociales.
¿Identidades colectivas amenazadas?
De acuerdo con algunos investigadores, los grupos de frontera, limítrofes con sociedades
económicamente poderosas, sometidos a los efectos homogeneizadores de la
globalización o emigrados tienden a aculturarse tomando la identidad dominante o,
cuando bien les va, a formar culturas hibridas sin identidad propia. Sin embargo en la
actualidad, apunta Giménez (2009b: 27), puede observarse que sucede en esos grupos
todo lo contrario, pues “las áreas fronterizas son el lugar de las identidades exasperadas
en conflicto, donde las identidades dominantes luchan por mantener incuestionable su
hegemonía, mientras que las identidades subalternas luchan por el reconocimiento
social”. Los grupos en esas condiciones mantienen muy vivos la memoria de su origen y el
sentimiento de pertenencia a una nación para seguir existiendo como distintos.
Utilidad del concepto
La utilidad del concepto identidad radica no sólo en su función descriptiva (cuyos
elementos permite diferenciar una persona de otra o un grupo de otro), sino también en
su capacidad explicativa pues da la oportunidad de entender la acción de sujetos o
colectividades. Para Giménez (2009a: 48), el concepto es “una prolongación de la teoría
de la acción, en la medida en que es la identidad la que permite a los actores ordenar
preferencias y escoger, en consecuencia, ciertas alternativas de acción”. Otro aspecto a
destacar en la utilidad del concepto es su capacidad heurística que ha permitido, desde la
óptica de la identidad, abordar los campos de los estudios de género, estudios fronterizos,
los estudios regionales, los conflictos sociales, las migraciones, entre muchos otros más.
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Conclusiones
La identidad, en tanto representación personal o colectiva, pone de manifiesto la
estructura de la sociedad y el actuar ante ella del individuo. Es expresión cultural que
vincula lo micro (el sujeto) con lo macro (el grupo, el colectivo, la sociedad). La serie de
elementos que la componen implican conjuntos de símbolos compartidos que permiten la
interacción y la comunicación entre individuos. Su utilidad como concepto puede ubicarse
no sólo en el campo empírico sino también teórico, y no sólo en la descripción sino
también la explicación. Su fertilidad heurística permite abordar diversos temas desde
diversas disciplinas.
Bibliografía
Giménez, G. (2009a). Materiales para una teoría de las identidades sociales. En
Identidades sociales (pp. 25-51). México: CONACULTA/Instituto Mexiquense de Cultura.
Giménez, G. (2009b). Cultura, identidad y memoria. Materiales para una sociología de los
procesos culturales en las franjas fronterizas. Frontera Norte, 21 (41), 7-32
Peña Zepeda, J. y O. González (2001). La representación social. Teoría, método y técnica.
En M. L. Tarrés (coord.), Observar, escuchar y comprender. Sobre la investigación
cualitativa y la investigación social (pp. 327-372). México; FLACSO/El Colegio de México.