“Quisiera deciros una
palabra y la palabra es
alegría.
Siempre donde están los
Consagrados, siempre hay
alegría”.
Papa Francisco
He querido abrir esta
Circular con las Palabras del
Papa Francisco en la apertura
de la Carta-Circular: Alegraos,
escrita por la Congregación
para los Institutos de Vida
Consagrada y las Sociedades
Apostólicas en en preparación
al año dedicado a la Vida
Consagrada que celebraremos
en el 2015.
Acojamos con corazón de
Hijas estas reflexiones que
nos ponen en contacto con
todos los Consagrados y
Consagradas del mundo
Sobre todo nos pone en
comunión con María que de
modo inesperado, ha sentido
vibrar en su corazón una
palabra rica de misterio. La
palabra alegría de parte de
Dios en la anunciación es el
reconocimiento de las cosas
grandes que el Señor ha
hecho en Ella cuando va
donde Isabel. «Alegraos, el
Señor ha pensado en ti».
Ella con asombro y gran fe
entona un canto de alegría:
Magnificat.
Dios está obrando
grandes cosas en nuestra
vida, está haciendo de
nosotras un Magnificat
como lo fue el de María.
Este es un aspecto
típicamente evangélico y
salesiano, por eso os
invito a buscar en las
cartas de M. Mazzarello, y
también en las
Constituciones varias
citas sobre la alegría
En este mes de mayo
consagrado a Ella,
dejémonos inundar de
alegría. Ese es un valor
irrenunciable para quien ha
escogido seguir a Jesús. Me
atrevo a decir que la nuestra
es una vocación de alegría
que D. Bosco y M.
Mazzarello han testimoniado
de manera excelente e
indicado como camino de
santidad, guiados y
sostenidos por María
Auxiliadora.
Alegrate,exulta
de alegria
Con esta palabra “alegraos”
inica el Evangelio. La alegría
tiene su origen en Dios. Él
entra de modo sorprendente
e inesperado en la cada y en
la vida de una joven. ¿Cuál
es hoy el motivo de la
alegría en un mundo que a
menudo está dominado por
la tristeza, la contradicción,
la vanidad, la fragilidad y la
muerte?
«¡El Señor está contigo!”.
Con este anuncio María
se deja habitar totalmente
por Dios y se convierte en
su morada. La alegría
viene de la presencia del
Señor, de entrar en
relación vital con Él. ¡El
Señor es alegría !.
Esta palabra viene
pronunciada en la casa donde
María habita cada día, lugar
de silencio, de atención, de
libertad, de relaciones, de
proximidad; un lugar pobre y
oculto, pero que tiene la
puerta abierta al infinito. La
casa de María custodia la
belleza de todo lo que es
humilde, escondido , donde
todo tiene el sabor de familia y
de autenticidad.
En esta casa la Palabra
de Dios resuena con
libertad. El Ángel entra
donde Ella y le pide
abrirse a la alegría. La
Buena Noticia no puede
ser escuchada si el
corazón no cree, no
espera, no está
dispuesto a la sorpresa
de Dios. Ésto no quita
la turbación. El Ángel le
dice: “No temas: tú has
hallado gracia ante
Dios. Él te ha mirado»
Entonces el Ángel le anuncia el
misterio de la Encarnación:
“Concebirás un Hijo y lo
llamarás Jesús”. María se
sorprende, pro no pide una
señal, solo pregunta: “Cómo
sucederá ésto?”.
Será en la humildad,
característica fundamental del
obrar de Dios: “La potencia del
Altísimo te cubrirá con su
sombra”.
El Sí de María está lleno de
confianza, acoge el misterio y lo
conserva hasta el final. Con su
Sí la «adhesión de María
coincide con la adhesión del
Hijo al único designio de Amor
del Padre. María se hace “casa
viviente” del Señor, templo
Contemplándola en toda su
belleza interior,
preguntémonos si, como Ella,
estamos disponibles a las
propuestas del Señor; si
queremos ofrecer nuestra
existencia para que sea una
morada habitada por Él, o si
nos frena el miedo de que
sus anunciaciones puedan
limitar nuestra libertad para
reservarnos una parte de
nuestra vida, de manera que
nos pertenezca solo a
nosotras.
En la carta «Alegraos»
sentimos las palabras
del Papa Francisco que
nos dice: «La alegría
nace del sentirnos
miradas por Dios,
escogidas por Él y
continuamente
llamadas a salir de
notras mismas para
centrar la vida en
Cristo».
Él nos invita a hacer de la
existencia una peregrinación de
transformación en el Amor. « La
alegría es el momento en el cual
Jesús me ha mirado»”. Ésto nos
permite renacer, renovar el
encuentro personal con Él,
buscarlo cada día sin descanso
y sentir la Voz de Dios que me
llama “Alégrate, tú eres
importante para mí”.
Con las palabras del Papa pido
a cada una de vosotras: «Mira
en lo profundo de tu corazón y
pregúntate: ¿Tienes un corazón
que desea algo grande o un
corazón adormecido por las
cosas?»
Personalmente quisiera
preguntaros: «¿Cómo
es la casa de nuestro
corazón y aquella de la
Comunidad?.
¿Resuena la alegría de
la llamada, está llena de
la búsqueda de sentido,
de la acogida de la
Palabra y del
compromiso de
dejarnos transformar
por Ella hasta generar
vida?»
Llamadas a ser alegría
y a comunicarla
La Circular en preparación al
CG XIII nos ayuda a volver
sobre experiencias vividas por
María en la vida de Jesús y de
la Iglesia. Ella nos presenta el
significado bíblico de la casa
como morada de Dios. Os
invito a penetrar estas
experiencias con la
inteligencia del corazón y con
el Amor propio de Hijas que
desean ardientemente
asemejarse a la Madre y con
Ella construir algo nuevo, para
preparar un mañana lleno de
esperanza y por lo tanto
fuente de alegría.
Mirar a María en la vida
cotidiana y contemplarla
en los momentos fuertes
en los cuales Dios la ha
llamado para que le dé su
Sí, nos abre horizontes
infinitos de luz.
del suo primo sì a Nazareth e la
riempie di gioia e sgorga il canto
una casa che ricorda l’intimità di Gesù con i suoi e che ora, vuota della presenza fisica del Figlio, è
La encontramos en el momento
de su primer Sí en Nazaret, la
seguimos en la casa de Isabel
donde se llena de alegría y canta
el Magnificat, gozamos por su
intervención en las Bodas de
Caná y sufrimos con Ella al pie
de la cruz, momento fatigoso y a
la vez alegre cuando Juan la
acoge en su casa, en su vida, en
su corazón. Permanezcamos con
Ella en el Cenáculo, una casa
que recuerda la intimidad de
Jesús con los suyos y que, ahora
vacía de la presencia física del
Hijo, está habitada por el Espíritu
Santo fuente de alegría.
María, en toda su vida es
para nosotras un
luminoso testimonio de
cómo construir casa,
como habitar la casa ,
cómo ser casa. Es un
recorrido de fuerte
espesor pedagógico que
nos acerca a los orígenes
carismáticos, cuando
D. Bosco y M. Mazzarello
se dejaron guiar paso a
paso de su presencia con
inmensa confianza.
Podemos decir que
Valdocco y Mornés son
“tierra de alegría”, en las
cuales se gusta el reflejo
de Dios, la alegría del
corazón que difunden la
belleza de una vida
donada como la de María,
fundada sobre la roca,
sobre la fe y la Palabra.
Un gran motivo de alegría
es la presencia de los
jóvenes en nuestra vida y
en nuestra oración. Ellos
nos llenan de alegría.
El Papa Francisco nos
recuerda que la belleza de
la Consagración: «es la
alegría, la alegría... No hay
santidad en la tristeza... No
estéis tristes como quien no
tiene esperanza.».
La alegría es parte de
nuestra identidad de Mujeres
Consagradas Salesianas. No
es un elemento ocasional, de
fachada. Si así fuera,
caeríamos en la desilusión de
una vida construida sobre
arena, sobre la búsqueda
efímera del suceso personal,
de la afirmación de sí, de lo
autorreferencial, de lo
pasajero.
Tengo en el corazón la
certeza que María
espera vernos FMA
ricas de alegría,
llamadas a custodiar la
identidad carismática
con fidelidad y a
inculturarla en un
contexto social
complejo, pero rico de
oportunidades para el
anuncio del Evangelio
Quizás nace en algunas
sentimientos de nostalgia o de
desaliento pensando en el
ambiente de Valdocco y Mornés
que no siempre encontramos en
nuestros ambientes. A veces los
vemos lejos de nosotras, casi un
valor perdido, que nos sentimos
incapaces de hacer brillar en
nuestra Comunidad. Si se da este
sentimiento, os pido con todo el
corazón, alejarlo como una
peligrosa tentación que puede
manifestarse en momentos de
duda, de incomprensión, de
fracaso pastoral o en otras
situaciones personales o
comunitarias
Esas son situaciones que
hacen parte de la vida y que
encuentran consuelo en las
palabras del Papa que nos
invita a mirar a María “al pie de
la cruz”, María es mujer de
dolor y al mismo tiempo de
vigilante espera del misterio.
Toda esperanza parece
perdida. Recordando las
palabras de la Anunciación
hubiera podido decir: “No se
han cumplido, he sido
engañada” pero no lo dijo.
Desde su fe ve brotar un futuro
nuevo y aguarda con
esperanza el mañana de Dios.
Una clave para afrontar y
superar estas situaciones es
buscar hacer felices a las
personas que encontramos,
a las Hermanas y a los
jóvenes. Nuestra felicidad
debiera ser el hacer felices
a los otros. Este es el
camino que Dios usa con
nosotras. Él es feliz cuando
nuestra vida resplandece de
alegría, de felicidad. Esta es
la verdadera fecundidad de
nuestra existencia de
Consagradas.
Revisemos en profundidad
nuestra vida de fe. ¿Se apoya
sobre nuestras fuerzas o sobre la
Roca que es Cristo? ¿ Estamos
disponibles al mañana de Dios y a
sus sorpresas?
Las palabras del Papa sugieren
las condiciones para “ser hoy con
los jóvenes casa que evangeliza”
como lo fue para nuestros
Fundadores. Esto puede ser para
nosotras casas fundadas en Dios
y habitadas por su presencia.
Casas donde se genera vida, se
promueve con gestos de
humanidad sincera, preveniente,
cálida de afecto y de respeto.
Llevo en el corazón el deseo de
tantas Hermanas que me
comparten su profundo deseo
de “habitar” en Comunidades
que tengan el rostro de familia,
donde Dios sea el centro y
donde se viven relaciones
auténticas, abiertas a hacerse
cargo juntas, de la misión, sin
resistencias egoístas y
tendencias individualistas.
¿Qué es lo que nos impide ser
familiares de Dios, FMA que
construyen día a día “la familia
querida por Él” en el Espíritu
exigente pero hermoso del “da
mihi animas cetera tolle”
El Instituto tiene un rostro de
alegría si cada FMA, cada
Comunidad, acepta con amor
lo que Dios disponga
libremente en su vida para la
construcción del Reino.
Os invito con mucha
confianza a interrogaros con
sinceridad y objetividad a la
luz del Espíritu Santo sobre
esta dimensión, pidiendo a
María estar cerca de
nosotras para comprender,
acoger, y vivir cuanto Él nos
sugiere.
Con vosotras releo
gustosa cuanto ha
testimoniado Madre
Enriqueta Sorbone sobre
la vida de Mornés: “Gran
obediencia, sencillez,
exactitud en la Santa
Regla; admirable
recogimiento y silencio;
espíritu de oración y de
mortificación; candor e
inocencia; amor fraterno
en el conversar; gozo y
alegría tan serena que
parecía un ambiente de
Paraíso”.
Esta era la mística mornesina. La
alegría es un elemento típico de
la experiencia vivida en los
orígenes. ¿Es posible para
nosotras hoy vivirla en nuestros
ambientes y transmitirla en la
misión que se nos ha confiado?
Si así fuere, podemos con
valentía y nueva pasión
apostólica salir hacia las
periferias para testimoniar la
cultura del encuentro con los más
desfavorecidos, sobre todo con
los jóvenes, para regalar una
sonrisa o una mirada, elementos
fundamentales de toda relación.
Los gestos tienen un
lenguaje más elocuente
que las palabras. Las
verdaderas periferias, nos
hace entender el Papa
Francisco, no son solo
aquellas geográficas, sino
las del espíritu.
La presencia de María
en nuestras
Comunidades nos ayude
a descubrir el valor de la
alegría y a comunicarla
en todos los ambientes,
aunque no seamos
entendidas o
parezcamos ingenuas.
Creo que sea el camino
justo para que ninguna
persona, cercana o
lejana sufra, teniendo
que vivir el desierto de
la soledad o de la
indiferencia.
De la casaa la
periferia
Salir, caminar, ir, son verbos
repetidos por el Papa con
frecuencia y convicción. Son
un reclamo a ser Iglesia
misionera llamada a
“despertar el mundo” con la
alegría del Evangelio.
María, la mujer del Magnificat
ha hecho esto con sencillez,
humildad y determinación. Es
la mujer misionera por
excelencia que yendo donde
su prima Isabel ha
compartido el misterio de
alegría que llevaba en su
seno.
El instrumento de trabajo en
preparación del CG XXIII
subraya que María abierta al
Espíritu, en escucha dócil y
atenta a la Palabra, es
misionera, sale y va a comunicar
la Buena Noticia, anuncia en el
Magnificat la presencia de Dios
en la historia.
Salir, andar, encontrar, indican
los pasos que también dieron
nuestros Fundadores. Podemos
definirlos como especialistas del
contemplar y del salir, prontos
para afrontar las dificultades de
un camino no recorrido.
Salir de la casa para ir a las
periferias no es una evasión,
sino un compromiso evangélico
y carismático que nos reclama
profundamente hoy. No
debemos evitar el desafío de
establecer relaciones con los
más pobres y lejanos; de tener
una mirada de ternura hacia
los jóvenes más necesitados. Ir
hacia las periferias del espíritu
es encontrarse con la crisis de
valores, comprometerse en
hacer descubrir la alegría de
ser de Cristo, testimonios de la
fe en Él
Sé que no es un camino fácil. A
veces puede parecer utópico e
ilusorio. A este respecto quisiera
compartiros una reflexión del
Santo Padre: «Estamos llamadas
por Dios, con nombre y apellido,
a anunciar el Evangelio y a a
promover la alegría de la cultura
del encuentro. La Virgen María
es nuestro modelo. Con su vida
nos ha dado «ejemplo de aquel
afecto materno que debería
inspirar a quienes trabajan en la
misión apostólica de la Iglesia».
Viviendo en las periferias con la
mirada de María, tocamos la
vida de las personas, seremos
mujeres capaces de sanar
heridas, de construir puentes,
de ayudarnos a llevar las
cargas los unos de los otros.
Construyamos Comunidades
que se dejan evangelizar, con
misericordia y esperanza, con
un estilo creativo y flexible
capaz de narrar el Evangelio,
acompañando a los jóvenes al
encuentro con Jesús. Esta
experiencia nos lleva a edificar
una sociedad como casa para
todos.
A Ella le pedimos que nos
enseñe a encontrarnos cada día
con Jesús y cuando tengamos
muchas cosas para hacer y el
Sagrario esté abandonado
invoquémosla para que nos coja
de la mano: «Mira, Madre, cómo
estoy desorientada, llévame de
la mano». Que Ella nos empuje
a salir al encuentro de tantos
hermanos y hermanas que
están en la periferia y tienen sed
de Dios porque no tienen quien
se los anuncie; que no nos
saque de casa sino que nos
empuje a salir de ella. Así seremos discípulas del Señor.
Acojamos estas sabias y
provocadoras palabras del
Papa con la certeza que a
Jesús le gusta la alegría
auténtica. Esa no es un bien
privado, sino un valor para
irradiar sin miedo, para que
sea un bien común. La
alegría que queremos
compartir con y por los
jóvenes es la alegría
misionera que nace de la
conversión personal y
Comunitaria, de la conversión
pastoral.
Os hago un interrogante con
esperanza: ¿Estamos atentas
a las situaciones que muchas
personas y familias están
viviendo; disponibles para salir
al paso de quien se cansa, a
meternos en la longitud de
onda de cuantos han perdido el
camino de la fe o la buscan
fatigosamente?
Deseamos como Comunidades
Educativas y como FMA que
tantos jóvenes puedan
saborear aquel “Alégrate”
porque Dios los ama, los llama,
los perdona con ternura de
Padre.
Custodiemos en nosotras
la renovada pasión del
«da mihi animas cetera
tolle» que resulta
experiencia de comunión
entre nosotras, y con los
jóvenes, en un clima de
espontaneidad, de
amistad, de alegría.
Deseo encontrar a todas las
personas, en particular a los
jóvenes que están
disponibles para salir y
hacerse misioneros de la
Palabra con la vida. Creo
sea ésta una respuesta muy
positiva para hacer de
nuestros ambientes casas
donde se respira la alegría y,
como María, se comparte.
¿No es este un modo de
crear hoy ambientes donde
maduran las vocaciones?
Dios bendiga vuestra
vida y María nos
acompañe a vivir la
preparación del CG
XXIII y el bicentenario
del nacimiento de D.
Bosco con corazón
pronto, libre de
temores, abierto para
acoger cuanto el
Espíritu Santo nos
querrá decir.
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