CARTA DE LA MESA
Estimados delegados:
Reciban antes que nada un saludo de ¡paz y bien!
Queremos darles la bienvenida al Comité de Crisis Bicameral Histórica de la V
edición Intercolegial del San Antonio de la Florida Model of United Nations,
SAFMUN 2017, específicamente de la cámara del Cartel de Medellín. Teniendo una
visión positiva hacia lo que serán los días de acción dentro de la cámara, consideramos
un verdadero privilegio contar con ustedes y así esperamos servirles correctamente para
su progresivo crecimiento como delegados, junto a una grata experiencia en los diferentes
hechos que se presenten.
“El pasado es la mejor fuente para la corrección de errores” – Anónimo.
A menudo tomamos el dicho de que la historia nos permite no repetir los errores,
sin embargo algo indudable de esa analogía, es que en el presente los volvemos a
presenciar muy a menudo. Aunque caigamos en un ciclo eterno, el paso momentáneo por
esos momentos nos define a cierta actitud y visión hacia nuestro alrededor.
La importancia en la que reside este período histórico para Colombia, renueva
las heridas de personas hoy en día y así retoma los vívidos recuerdos de aquellos
partícipes en esa etapa significativa, participando vívidamente de igual manera en los ya
fallecidos. Incluso de aquellos que fueron la fuente de desastrosos sucesos en anteriores
tiempos, son fuente de las mejores soluciones de la actualidad hoy en día, y creemos
firmemente en la labor de ustedes en poder renacer esas facultades tanto positivas como
negativas y al final generar un contraste con la enseñanza que se deja.
El paso de este comité en sus carreras, en su vida, no lo queremos definir como
otro medio alterno a la realidad en el que puedan interactuar, sino que lo definan cada uno
de ustedes con la posición del personaje con el que estén trabajando camino hacia esa
meta que se propone como tópico e involucrarse directamente en lo que se discute, dar
su empeño a una resolución significativa en la historia. Darse cuenta de las realidades
ajenas a lo correcto, adecuarse a las problemáticas, debatir correctamente, pero, sin duda
lo que más esperamos como directiva del comité es una amplia creatividad en la
interacción con los planes y documentos oficiales del modelo
Den lo mejor de sí sin duda alguna, pero no para beneficio de la directiva, sino
por cada uno de ustedes, éxitos, perseverancia y mucha suerte.
ATTE.
Pedro Jose Faría Vittoria Fuentes Fiore
[email protected] [email protected]
Presidente. Vicepresidenta.
Miguel Artiles
Secretario.
VISTAZO GENERAL
La situación actual de Colombia
no se profundiza únicamente por las
coyunturas aparcadas totalmente por el
narcotráfico, sino que cae en una
percepción más específica de sucesos
tanto políticos y económicos, que a su
vez como dos grandes pilares de
cualquier nación hoy en día, afectan
directamente de una manera significativa
a la sociedad, en diferentes formas como
lo es la relación ciudadano-nación al
igual que la confianza institucional del
estado con sus obras a un progreso
único y claro al futuro en el país. La
definición del Estado sobre la base de
una nacionalidad inexistente, donde
territorio y sociedad eran más una suma
de individuos que una realidad integrada
alrededor de proyectos socio-
económicos, políticos y culturales
comunes, no puede ser desconocida al
momento de ahondar en la verdad
histórica que confrontaba Colombia a los
ojos externos e incluso internos (siendo
la vívida memoria de personas
involucradas en esos períodos).
Aunque sea increíble, la relación
de situación política interna de un país
tiene una relación explícita con la
involucración de hechos de países
exteriores, y esto se refleja en la
centralidad económica que establece
Colombia en esta línea de tiempo,
reconocida como Antioquía. A pesar de
ser una región de difícil interconexión con
el resto de la nación y con los mercados
mundiales, se convierte, hasta los años
60, en la capital industrial del país. Con
base en el café, el comercio y la
industria, la clase dirigente antioqueña
conquista el poder político que se
trabajaba aún en un país de apenas más
de 70 años de su surgimiento. Incluso
desde una perspectiva independentista,
el margen que se evidencia por todos en
la clase social, teniendo una parte en
poco progreso económico, mientras que
otro en un auge con el tiempo en el que
se emplean las políticas específicas por
los diversos estados instaurados.
Desde mediados del siglo XX
Colombia ha sido objeto de profundas
transformaciones. Al comparar el país
actual con el de los comienzos de la
década de 1.950, en muy poco, el de
hoy, es similar a aquel. El desarrollo
económico desde un modelo de
sustitución de importaciones hasta los
inicios de la apertura económica, la
urbanización acelerada, la
universalización de parámetros culturales
mediante la expansión de los medios de
comunicación, la ampliación de la
cobertura educativa en todos los niveles,
el surgimiento de nuevos y variados
actores sociales, la esperanza de
democratización que abre la Constitución
de 1991, todo ello marca una gran
diferencia con el país de 1950, en un
período de tiempo muy corto, si se le
compara con el que han tenido los
países europeos para llevar a cabo los
mismos procesos. En términos de Leal
Buitrago (1991) y Consuelo Corredor
(1992), el país ha tenido un amplio y
acelerado proceso de modernización.
En las primeras décadas del
siglo XX, Colombia conoce por primera
vez cierta estabilidad política y social
desde la independencia, algo que es
recurrente con muchos países de
Latinoamérica a la entrada de este nuevo
y próspero siglo con la visión de
esperanza y metas por lograr,
incentivando el crecimiento por la región.
Desde el occidente siendo completado el
proceso de colonización antioqueña,
involucran esta región a través de la
producción cafetera a la economía
monetaria. El proceso de adaptación a
una nueva visión de estatus social donde
ya no se tiene mucha relación el dinero
con la raza, sigue en lucha cuando el
campesinado mestizo se mantiene como
fuerza de trabajo, pero aun así logra su
reconocimiento en un control jurídico-
político de la tierra fundando así su
propia jerarquía económica, asegurando
un futuro de posesiones territoriales.
Contraste, es lo que surge con el
nacimiento de esta nueva percepción
social, donde también los terratenientes
mantienen cierto control de los diferentes
terrenos que se proporcionan a los
trabajadores, reclutados por los
latifundios en calidad de aparceros y
agregados, reparten su tiempo de trabajo
entre una producción de subsistencia y
otra mercantil, principalmente de
exportación, que conforma el grueso de
la renta de los terratenientes, los cuales
son el filtro por parte de estos
campesinos a la economía monetaria. El
ordenamiento socioeconómico, levantado
sobre el hecho jurídico de la propiedad
permite a la institución estatal entraren
acción como un mediador importante
además del procurador de que no se
desestabilice una situación pacífica que
se presencia en Colombia desde la
llegada del nuevo siglo, así mismo, el
reflejo de directrices legislativas y
conocimientos para bases políticas. El
carácter sagrado de la propiedad es la
regla de oro de la república
conservadora. El campesinado,
intimidado por el dominio secular de sus
señores es cuidadosamente adoctrinado
en la virtud religiosa de la obediencia,
con lo que la iglesia católica prolonga en
pleno siglo XX su viejo carácter de brazo
espiritual de la Conquista.
El equilibrio de esta formación
social se rompió en la década de 1920,
cuando el capitalismo norteamericano en
expansión vino a irrigar los estrechos
canales de nuestra vida económica con
importantes masas de inversión. Las
concesiones petroleras se vieron
acompañadas por el pago de la
indemnización por Panamá, diferida
durante muchos lustros y ahora otorgada
con la mira puesta en aquellas
concesiones. Prestamistas
norteamericanos abrieron créditos que
parecían ilimitados a particulares pero
sobre todo a los diversos niveles del
gobierno: municipal, departamental y
nacional. Nuevas actividades
económicas, muy especialmente la de
obras públicas, se sumaron a las
tradicionales de la agricultura y el
comercio. Para operar en las obras
públicas y en las actividades urbanas
estimuladas por la afluencia de capital
extranjero, la fuerza de trabajo fue
extraída de donde se encontraba, de la
agricultura, con el atractivo de una
remuneración monetaria que competía
ventajosamente con la sujeción personal
y la producción de subsistencia a que
estaba reducido buena parte del
campesinado. Ya en los años veinte, con
base en el aumento de los precios del
café, importantes empréstitos y la ya
nombrada indemnización, se da una
monetización de la economía que marca
para Colombia, según Leal Buitrago, el
surgimiento de "un clima de
modernización". Y sobre esta base se
produce el primer intento de
modernización del Estado. "Fue el
experimento de la Revolución en Marcha
de Alfonso López Pumarejo a mediados
de los años treinta. En contra de la
mayoría de los grupos dominantes,
básicamente terratenientes, exportadores
de café y emergentes industriales, los
cuales se unificaron en torno a un
proyecto autoritario contra la intervención
que frenó la mayor parte de reformas, se
logró un avance hacia la autonomía
económica, la liberalización y la
secularización del Estado" . Son éstos
los antecedentes de lo que Corredor
denomina un proceso de modernización
sin modernidad, contradicción que es
ubicada como una de las causas de la
crisis nacional a partir de la década de
1980.
López Pumarejo intenta
reformas que podrían haber facilitado
más tempranamente un amplio proceso
de modernización. Piensa la educación
como una condición importante para
desarrollar las capacidades técnicas y
laborales en el país, poniéndola así al
servicio del desarrollo del proceso
industrial y recuperando, de paso, para el
Estado la capacidad de vigilancia y
control sobre la misma. Más que una real
redistribución de tierras, lo que la ley 200
de 1936 pretendía era obligar a los
grandes terratenientes a convertir el
campo en una gran empresa capitalista
cuya productividad pudiera suplir las
necesidades de materias primas de la
naciente industria y alimentar la
población urbana en crecimiento. Intenta
facilitar el fortalecimiento de los nuevos
actores sociales, como la recién surgida
clase obrera, por medio de la
organización sindical. Era, en una
palabra, otro intento por construir un
Estado Liberal, propiciando la
participación de los nuevos sujetos
sociales surgidos como consecuencia del
crecimiento industrial, significativo
después de la gran depresión capitalista
en 1929. Pero este intento, por cambiar
la conducción autoritaria y verticalista de
la nación, fracasa ante la reacción de los
sectores que mucho tenían que perder
con estas transformaciones. La
coyuntura de la muerte de Jorge Eliécer
Gaitán, el 9 de Abril de 1948, le permite a
la oligarquía colombiana superar este
riesgo, al propiciar una década de terrible
violencia sectaria entre los dos partidos
tradicionales.
Los conservadores, divididos,
perdieron el poder en 1930, y desde
entonces iban a perder también de
manera definitiva sus mayorías
electorales: el predominio de sus
principios doctrinarios dependían en
medida considerable del control
estrechamente personal ejercido por los
terratenientes sobre los campesinos, y
este control se fundaba a su turno en un
régimen agrario que no debía
prolongarse si se aspiraba a desarrollar
nuevas actividades económicas que
operaran como otras tantas fuentes de
acumulación de capital. Cuando,
después de la gran crisis del capitalismo,
los dirigentes del país pusieron los
resortes del Estado al servicio de la
causa de la industrialización, se hizo
todavía más evidente la necesidad de
modificar en un sentido liberalizador las
condiciones económicas y sociales de
los trabajadores. Era necesario interesar
a estos en aumentar la producción
comercializable, era necesario favorecer
su inserción en la economía monetaria,
así como garantizar su movilidad
ocupacional. Vistas en la perspectiva de
los terratenientes, las modificaciones
requeridas aparecían como otros tantos
recortes a sus prerrogativas: ya no
podrían pretenderse dueños de todas las
tierras, cultas e incultas, lo que les había
permitido extender sus demandas de
tributación a las áreas colonizables; ya
no podrían disponer tan libremente de la
suerte de sus agregados y aparceros y
fijarles sus condiciones bajo la amenaza
de expulsarlos sin pago alguno, ya no
podrían atarlos a la tierra con el apoyo
incondicional de las autoridades.
Jorge Eliécer Gaitán fue el
heredero del movimiento popular a cuya
dirección habían renunciado los
ideólogos burgueses del liberalismo. Era
un orador que manejaba con virtuosismo
los efectos capaces de conmover a las
gentes del pueblo, un político de origen
pequeño burgués cuyo enorme deseo de
prestigio y de poder casaba muy
naturalmente con las confusas pasiones
reivindicatorias de un proletario y un
subproletariado urbano en formación. Su
prédica contra las oligarquías y por los
intereses del pueblo, vagamente
definidos, sus promesas de colocar
decididamente el Estado del lado de los
pobres y en oposición a los ricos,
tuvieron la más tumultuosa acogida en
un momento histórico en que las masas
eran dejadas en la estacada por los
estadistas que diez años atrás las habían
convocado. Los mismos dirigentes
liberales que ayer no más llenaban las
plazas debieron abandonar estas al
caudillo y a sus seguidores y hasta el
tránsito por las calles de la capital les fue
vedado por la agresividad de las hordas
gaitanistas. El pueblo confiaba en un
milagro: que la presencia del caudillo al
frente del timón del Estado realizaría de
manera incuestionada todas las
aspiraciones que por siglos habían
dormitado y que sólo recientemente
habían comenzado a formularse. El único
obstáculo que parecía atravesarse en
esta vía, eran las oligarquías tanto
conservadoras como liberales que el
puño levantado del caudillo y su
consigna: ¡a la carga! prometían
derrocar. Eran tantas las expectativas
suscitadas por el caudillo y tan ardorosas
las pasiones encendidas por su oratoria
que, de haber ganado las elecciones de
1946 y de haber pretendido todavía
satisfacerlas, la hora de la violencia
habría cambiado apenas en algunos
meses pero su marco político habría sido
distinto.
Los conservadores ganaron las
elecciones de 1946 con el nombre de
Mariano Ospina Pérez, un hombre de
negocios que estaba destinado a servir
de puente al ideólogo Laureano Gómez,
como en 1930 Olaya había hecho de
puente para el arribo al poder de Alfonso
López. Los dirigentes liberales más
conscientes y temerosos de los riesgos
de la aventura caudillista del gaitanismo
se marginaron de la lucha. Gaitán
asumió entonces la dirección del partido
con poderes absolutos. Su asesinato,
que el gobierno atribuyó con todo
descaro al comunismo, produjo en las
principales ciudades del país un estallido
colosal de cólera anárquica que provocó
el terror de las clases dominantes, a la
vez que mostró la impotencia política de
las masas. Para conjurar la crisis a
través de un arreglo con el régimen
conservador, el liberalismo no tuvo de
nuevo otros personeros que los
dirigentes que habían sido desplazados
por Gaitán. La colaboración liberal que
entonces se intentó, no podía durar
mucho como quiera que ella estaba lejos
de favorecer los planes de Laureano
Gómez, jefe indiscutido del
conservatismo. Al calor de las batallas
libradas contra el reformismo lopista y
luego, ante el peligro del sesgo
antidemocrático que Gaitán había dado
al liberalismo, el monstruo, como lo
llamaban adversarios y amigos, se había
radicalizado por la derecha, lo que tenía
que resultar temible dados su
apasionamiento y su capacidad de
maniobra política, no igualados por
nadie. Desde esta posición, y con alguna
razón histórica, Laureano Gómez se
negaba a diferenciar entre liberales
ortodoxos y liberales populistas, entre lo
que había sido el partido de Alfonso
López y lo que el mismo partido había
llegado a ser bajo la dirección de Gaitán,
sosteniendo que en el reformismo
agitador del primero, se gestaba la
corriente que sin puntos de solución
conducía al idealismo revolucionario
irresponsable del segundo. Llevando
más lejos aún su reducción
temperamental, Gómez identificaba así
mismo, bajo la imagen de un basilisco,
que se hizo famosa, al liberalismo en
bloque con el comunismo ateo y la
anarquía.
El desarrollo económico desde
un modelo de sustitución de
importaciones hasta los inicios de la
apertura económica, la urbanización
acelerada, la universalización de
parámetros culturales mediante la
expansión de los medios de
comunicación, la ampliación de la
cobertura educativa en todos los niveles,
el surgimiento de nuevos y variados
actores sociales, la esperanza de
democratización que abre la Constitución
de 1991, todo ello marca una gran
diferencia con el país de 1950, en un
período de tiempo muy corto, si se le
compara con el que han tenido los
países europeos para llevar a cabo los
mismos procesos. En términos de Leal
Buitrago (1991) y Consuelo Corredor
(1992), el país ha tenido un amplio y
acelerado proceso de modernización.
En un contexto en el que surge
la ideología izquierdista, con corrientes
como el comunismo e incluso el
socialismo, además de las corrientes
fascistas incorporándose en España y de
la salida de Italia, llega un nombre
importante en la trascendencia política
que marca otro punto en la historia
colombiana. La participación de
Laureano Gómez en la política
colombiana, viene desde 1911, donde en
1949 se retira de España debido a las
problemáticas que se estaba suscitando
en ese momento con la dictadura
franquista en auge, teniendo así en su
regreso en Medellín, su famoso discurso
“El basilisco”. Con la problemática
constante de ataques entre un partido a
otro, algo tan vulgar y delictivo como se
podría corresponder a los ataques entre
las diferentes mafia para mantener el
control de poder; Siendo el único
candidato a la Presidencia de La
República, pues el candidato del
liberalismo, Darío Echandía, decidió
renunciar argumentando que no había
garantías de seguridad para su partido ni
para su persona.
Desde el punto que toma la
presidencia, se denota una gran tiranía
formándose progresivamente con sus
políticas siendo establecidas poco a poco
en esta situación, realizó la suspensión
de las cortes y redujo las libertades
civiles. El autoritarismo iba más allá
aprovechando esta ventaja política
reprimiendo a miembros del Partido
Liberal Colombiano y el Partido
Comunista de Colombia además de la
represión en contra de los protestantes.
Este período presidencial del
gobierno, tiene una denotación
importante tal vez por el cómo se
asemeja a políticas actuales para
mantenerse en el poder y lograr un punto
de inflexión en contra de la sociedad,
siendo repentino logra su objetivo. Se le
atribuye al gobierno de Laureano la
violación de los derechos humanos
además de las persecuciones políticas,
actuando como una figura caudillista que
promovió una identidad cultural e
ideológica nacionalista, incluso se habla
de cierto nacionalismo económico,
materializado en la creación de
empresas estatales, y la creación de
Ecopetrol.
Gómez promovió una Asamblea
Nacional Constituyente, por el cual
lograría adoptar un régimen corporativo
similar al modelo filo-fascista imperante
en España de la dictadura del general
Francisco Franco, al cual era
simpatizante abriendo aún más el
margen de la situación social
asemejando los parámetros políticos y
las bases del país a una extrema
derecha política.
La Asamblea Nacional
Constituyente, es detenida por el golpe
de estado organizado el 13 de Junio de
1953, el cual contaba con la participación
intelectual de Álvaro Gómez Hurtado, hijo
del presidente de la República. Esto
determinó el punto final de su mandato,
logrando crear el Banco Popular,
organizar Ecopetrol, además de ciertas
directivas políticas como el origen del
Ministerio de Minas y Petróleos además
del Ministerio de Fomento.
Se diría que se intensificó con la
llegada del General Gustavo Rojas Pinilla
a la presidencia, cuando Roberto
Urdaneta no logró retirarlo del cargo,
siendo esto llamado un “golpe de
opinión”, cuando Laureano era
rechazado por diversos sectores de la
sociedad Colombiana, aunque esto no
tuvo gran impacto cuando Gómez
lograba seguir liderando a los
conservadores en calidad de jefe de la
agrupación participando en diferentes
decretos con margen de tiempo,
denominados como el Pacto de
Benidorm y el Pacto de Sitges.
Aunque un golpe de estado para
algunos puede ser sinónimo de una
transición beneficiosa para los que
pensaban diferente que el anterior
gobierno, esto usualmente no es así, y
así ocurrió con Rojas.
El presidente Gustavo Rojas
tenía como principal mira para poder
adquirir una aceptación por parte del
pueblo colombiano, sea cual sea el
sector político o ideal, concedió
amnistías a los combatientes guerrilleros
relacionados con los diferentes partidos
políticos y así un beneficio económico
para todas las personas que se
localizaban en las zonas afectadas por la
violencia. Los partidos comunistas fueron
declarados ilegales (común en este
período histórico de Latinoamérica), por
lo tanto las guerrillas comunistas se
mantuvieron en alza contra Rojas. Tenía
un ideal a aplicar que se notaba noble,
pero caía en el autoritarismo y así mismo
progresivamente en la dictadura.
El año siguiente, al término del
“período en curso”, en 1954 logra que la
Asamblea nacional Constituyente, en ese
momento mayoritariamente compuesto
de conservadores, reafirmara su
posesión y que lo reeligiera para el
período siguiente, es decir, hasta 1958.
Aprovechando una iniciativa que se
podría decir dictatorial por parte de
Laureano Gómez, podríamos entrever la
verdadera personalidad e ideología que
mantenía el Presidente Rojas apegado al
poder y en el mismo año dio paso a la
aprobación de la extensión al sufragio a
las mujeres, siendo efectivo 3 años más
tarde.
La “armonía” se mantenía desde
su posesión, cuando incluso el ministro
de Gobierno, permitido por un deslinde
bipartidista por parte de Rojas (los
partidos que lo llevaron a donde están),
anunció en 1955 el nuevo partido
“Movimiento de Acción Popular” posterior
a su nombramiento como dictador
precedido por el saldo 12 muertos
causado por las fuerzas armadas en una
protesta en el centro de la Ciudad. Las
evidencias claras ya no eran necesarias
para determinar la fragante violación de
derechos humanos, concretado
nuevamente por una dictadura en
Colombia.
La dictadura de Rojas se
caracterizó por limitar a la prensa y así
mismo mantener supuestas leyes de
protección a dirigentes que se oponían al
gobierno, lo cual era todo lo contrario
como sucedió con el cierre de Unidad, un
semanario editado en Bogotá, por
publicar un manifiesto en contra del
gobierno en 1954, concretamente el 15
de marzo.
Finalizando el año de 1955,
septiembre, Rojas aplica la censura total
de los medios, para luego mantener el
control de ellos a mano propia. Además
de la censura y persecución política, el
gobierno se caracterizaba como un ente
profundamente católico, por lo que
ocurrió en conjunto de todas estas
situaciones grave, la persecución contra
el protestantismo, lo que llamo incluso la
atención de USA al encarcelamiento de
una misionera estadounidense de 82
años (tal vez el punto inicial de
involucración directa de USA en el país
latinoamericano).
Desde el pacto de Benidorm
además del pacto bipartidista, que lideró
Gómez y Mariano Ospina Pérez, se fue
concretando el mismo como un frente
nacional político para establecer un fin a
la crisis política en el país, lo que dio
paso incluso en 1956 a que Mariano
Ospina renunciara a la dirección de la
Asamblea Nacional Constituyente, lo que
llevó a miembros del gobierno disolver la
ANAC, organizando una nueva victoria
en el mismo ente, con rigurosas medidas
de seguridad y procedimientos que
asegurarían la victoria de Rojas. Esto
encaminaba a un paso de una nueva
reelección a Gustavo Rojas.
La oposición en contra del
gobierno, fue mucho más que vívida
cuando prácticamente la totalidad de los
sectores sociales y políticos de Colombia
rechazaban el mandato del dictador,
cuya forma de accionar se asemejaba a
la de un maniaco declarando cualquier
situación por parte de los demás partidos
como actuares conspirativos, lo que llevo
incluso al 7 de agosto de 1956 una
explosión de los camiones de dinamita
en Cali, para atacar a los bipartidistas
que querían concretar un pacto.
Finalmente, con la unión del
pueblo colombiano a un mismo objetivo
concretaron uno de los mayores paros
conocido como “las jornadas de mayo”
durante 4 días. El 10 de mayo de 1957
Rojas aceptó retirarse, nombrando un
gobierno militar de transición,
anunciando a las 9:30 de la mañana su
renuncia a través de la Radio Nacional
de Colombia, partiendo al exilio hacia
España. Con la posesión de la junta
militar, llevó a la celebración por parte de
los civiles y el fin de la dictadura de
Rojas.
Con el juicio político estando a
vigor Después de 15 meses de gobierno
de la Junta Militar.
El 10 de mayo de 1957, fecha
de la caída de Rojas, tuvo su coronación
la empresa política más idílica que ha
conocido la nación colombiana de los
tiempos modernos. Para derribar el
régimen de los militares se congregaron
en un solo frente los empresarios de la
banca, de la industria y del comercio: los
liberales de los más diversos matices; los
conservadores del oro puro y de la
escoria, es decir, los expulsados del
poder por Rojas y los que habían entrado
con él; la iglesia, por supuesto; en fin, los
comunistas y los estudiantes. Durante
meses, los hijos y las mujeres de la
burguesía habían practicado métodos
conspirativos, mientras que los marxistas
agitaban la consigna de las libertades
democráticas. A la hora cero, con el
estandarte de un candidato conservador,
simpático a fuer de folclórico, los
empresarios pararon la economía y los
estudiantes invadieron las calles.
Substituido Rojas por una junta de cinco
militares que debían, ellos sí, servir de
puente para el retorno de los civiles al
poder, se dio comienzo a un complicado
tejemaneje político al cabo del cual
resultó evidente, que los conservadores
no estaban en condiciones de aspirar al
próximo turno presidencial, sobre todo,
por el resentimiento de Laureano Gómez
con el sector de su partido comprometido
en el golpe de Rojas. En un acto de odio
político suicida, el caudillo, que había
regresado del exilio gracias a la gestión
de Alberto Lleras, lanzó la candidatura de
éste en lugar de la del conservador
Valencia. Los efectos de esta maniobra
espectacular, recibida por lo demás con
alivio en amplios sectores ciudadanos,
iban en adelante a gravitar pesadamente
sobre la suerte de la corriente
laureanista, y ello a despecho de que el
gobierno a elegir iniciaba tan sólo una
serie pactada de administraciones
conjuntas a la cabeza de las cuales se
alternarían liberales y conservadores.
Para la militancia conservadora, lo que
quedaba claro en todo esto, era que los
liberales recuperaban la presidencia,
gracias al patrocinio del jefe que todavía
cuatro años atrás les enseñaba a
asimilarlos al comunismo ateo, llamando
a su exterminio en nombre de la salud de
la república.
1. Origines del narcotráfico:
La magnitud de la problemática actual en
relación con el tráfico de drogas
proveniente
de Colombia no necesita mayor
explicación. Sin embargo, a pesar de la
importancia del
narcotráfico en la vida económica,
política y social del territorio en las
últimas décadas, no existen a ciencia
cierta las investigaciones referentes a los
orígenes, la historia del narcotráfico y el
consumo de drogas en el país a través
del siglo XX.
“Muy poco se sabe acerca del periodo
comprendido entre 1900 y 1960, durante el cual
sucedieron hechos de gran relevancia para
comprender el fenómeno actual del consumo de
sustancias psicoactivas”
Augusto Pérez Gómez, Historia de la drogadicción
en Colombia, Tercer Mundo Editores, Ediciones
Unidades, Bogotá, 1988, p. 29.
Tomando esto en cuenta, a pesar de que
haya muy poca información sobre el
origen del violento mundo de los
narcóticos y las mafias en Colombia, se
han tomado pequeños fragmentos de la
historia turbulenta contextualizando lo
más detallado posible la situación del
país Latinoamericano entre los siglos XIX
y XX través de documentación primaria
contenida en archivos y en reportes
oficiales de la época. Para ello, se
muestran algunos fragmentos de los
documentos tomados principalmente del
Archivo Nacional de los Estados Unidos,
situado en Washington, D.C. Igualmente
de reportes presentados por la Liga de
las Naciones y los informes anuales de la
Oficina de Narcóticos del Departamento
del Tesoro de los Estados Unidos. Pero
antes de comenzar con una ola de
información del Estado Norteamericano,
es necesario contextualizar con un breve
preámbulo de la situación de las drogas
en el país.
En Colombia el narcotráfico es un
referente de estudio obligado
de las dinámicas económicas, sociales y
políticas desde finales del siglo XIX a la
fecha. El narcotráfico ha comprometido a
todos los sectores de la economía, a
todas las clases sociales y a las élites
políticas y económicas del país. Como
actividad económica ilegal, ha generado
importantes procesos de acumulación
capitalista criminal y mediante la
violencia y la guerra ha impactado y
transformado las estructuras de la
sociedad, la economía y el Estado
colombiano.
Estos estudios se encuentran en las
postrimerías del siglo XIX, en un contexto
de desarrollo y modernización de los
Estados Unidos y Colombia, sumergido
en conflictos económicos, políticos y
sociales con los que abordan el siglo XX,
en el marco de un ambiente internacional
en el que el país Norteamericano se
erige como potencia e inicia su proceso
de dominación económica y política en el
continente.
En el siglo XIX y principios del XX,
narcóticos como la marihuana, los
opiáceos y la cocaína se utilizaban en
Colombia por razones médicas.
Derivados del opio como la morfina y la
heroína, así como medicamentos
derivados de la cocaína, los vinos de
coca y los cigarrillos de marihuana fueron
utilizados durante este periodo con fines
medicinales prescritos por los médicos, y
se obtenían fácilmente en las farmacias y
mercados populares (Medina 2012). Para
entonces, las autoridades se
preocupaban esencialmente por controlar
la calidad de estos productos en el
propósito de proteger a los
consumidores. Los adictos no eran
considerados personas enfermas ni
delincuentes. Sin embargo, este origen
cultural y sanitario de la circulación de
narcóticos, el narcotráfico, como
actividad ilegal, evoluciona unido a los
procesos de desarrollo de las economías
agrarias y extractivas y a la construcción
de obras de infraestructura, potenciando
en los momentos en que se producen
crisis estructurales a lo largo de la
primera mitad del siglo XX y en el marco
de las restricciones que comienzan a
aparecer.
Había un uso extendido de los derivados
del opio, la morfina y la heroína, en
Occidente a finales del siglo XIX. En la
década de 1890, los médicos empezaron
a advertir sobre la dependencia causada
por los narcóticos. Diferentes
congregaciones protestantes lideraron
movimientos prohibicionistas tanto contra
el licor como contra los narcóticos".
En Colombia los orígenes de la industria
del narcotráfico se localizan de manera
significativa a inicios de la segunda
mitad del siglo XX, como consecuencia
de, al menos, cinco factores: las crisis de
producción agrícola, la crisis de
producción textil, el desarrollo del
contrabando, la violencia política y, la
lógica demanda-prohibición-adicción-
consumo. Finaliza la Segunda Guerra
Mundial, la crisis textil, originada por la
escasez de algodón entre otras fibras,
genera la introducción del cáñamo y,
aunque esta producción no contribuye en
nada al desarrollo de la industria textil, si
genera la producción de las más optimas
variedades de marihuana, que
abastecerán en las décadas siguientes a
los mercados norteamericanos.
No obstante lo anterior, el requisito
fundamental para que surja el
narcotráfico como una economía boyante
es la declaración de la ilegalidad del
consumo de narcóticos. En 1909 se llevó
a cabo una conferencia en Shanghái
(véase Convención Internacional del
Opio de Shanghái), en la que se
recomendó que el opio, la morfina y la
heroína fueran regulados y utilizados
únicamente con fines científicos y
médicos. Como resultado de esta
conferencia se reunieron otras en la
Haya en 1911 y en 1912, donde
finalmente se firmó la Convención de la
Haya sobre el Opio en 1912, donde se
acordó limitar la fabricación y el uso de
los opiáceos a fines medicinales1. Dicho
esto, la Conferencia de Shanghái fue el
comienzo de la diplomacia de EE.UU. en
materia de drogas que además, prestó
especial atención a la producción de las
sustancias Psicoactivas en el área
Andina, Chile, Argentina, Bolivia y Perú.
Como resultado de la presión de los
movimientos religiosos y conforme a la
Convención de La Haya, el Congreso de
los Estados Unidos aprobó la Ley
Harrison Antinarcóticos en 1914. Dicha
ley limito el uso de las drogas solo y
especialmente para fines médicos y
marcó el inicio de una serie de medidas
tomadas por el Congreso y la Corte
Suprema de Justicia que marcaron la
1 Véanse John T. Cusack, «The International Narcotics Control
System: Coca and Cocaine», en Deborah Pacini y Christine Franquemont, compiladoras, Coca and Cocaine. Effects on People and Policy in Latin America, Cultural Survival, the Latin American Studies Program - Cornell University, Ithaca, 1986, pp. 66-67; Luiz R. S. Simmons y Abdul A. Said, «The Politics of Addiction», en Simmons y Said, compiladores, Drugs, Politics and Diplomacy: The International Connection, Sage Publications, Beverly Hills, 1974, pp. 6-7, 27.
prohibición del tráfico de drogas en los
Estados Unidos. A pesar de haber
disminuido el número de adictos por
prescripción médica, los grupos
criminales se apropiaron del tráfico ilícito
de narcóticos. Mientras, el Departamento
del Tesoro organizo su División de
Narcóticos de la Unidad de Prohibición
en 1920; diez años más tarde la lucha
antidroga seria coordinada por la Oficina
Federal de Narcóticos. 2
Cabe destacar que, después de la
Primera Guerra Mundial se encargó a la
Liga de las Naciones desarrollar y
administrar un tratado Internacional
sobre el control de los narcóticos. Para
1925, la Liga había desarrollado un
sistema a través de la Convención de
Ginebra sobre el Opio, incluyendo el
control de otros productos tales como la
hoja de coca, la cocaína y la marihuana3.
Como la producción sobrepasaba las
necesidades médicas, en 1931 se
redactó un tratado que limitaba la
producción de drogas en cada país a
niveles apropiados para dichas
necesidades médicas, aprobados por
una junta internacional. El tratado llevó el
nombre de Convención de Ginebra para
Limitar el Procesamiento y Regular la
Distribución de Drogas Narcóticas4. De
igual forma, en 1936 se aprobó otro
tratado que requería que las naciones
firmantes cooperasen en contra del
tráfico ilegal.
Sobre este contexto, recalcando en la
Convención Internacional del opio de
Shanghái (1909) y la Conferencia de la
Haya (1912), constituyen el punto de
partida de la lucha contra las drogas la
que se retomara en la primera posguerra
2 Morgan, Op. cit., p. 118.
3 Cussack, Op. cit., p. 67; William O. Walker, 111, Drug Control
in the Americas, University of New Mexico Press, Albuquerque, 1989, 2a. ed., p. 50. 4 Cussack, Op. cit., pp. 67-68.
fijándose como uno de sus objetivos la
penalización (1921). En Colombia la
lucha contra el narcotráfico inicia con la
expedición de la Ley 11 de 1920 que se
pone en concordancia con los acuerdos
de Shanghái, Haya y Ginebra. El
gobierno del presidente Alfonso López
Pumarejo (1934-1938) introduce el
Código Penal la sanción a conductas
relacionadas con el tráfico y comercio de
narcóticos5. A pesar de que Colombia
había suscrito la Convención de La Haya
y expedido todo tipo de normas para
tomar el control del comercio y consumo
de narcóticos, los funcionarios
colombianos no ejecutaban las políticas
antidrogas con el mismo celo de sus
colegas norteamericanos. Esta situación
de indiferencia, mezclada con corrupción
e incompetencia, se daba en casi toda
América Latina a comienzos de los años
treinta.
Las campañas federales antinarcóticos
en los Estados Unidos animaron las
campañas en Latinoamérica cuando en
la década de los treinta, los gobiernos de
países como Colombia, Bolivia y Perú
comenzaron a percibir el uso de las
drogas como un problema social.6
A continuación se mostrarán fragmentos
de una serie de documentos reflejando
la preocupación en los Estados Unidos
en los años treinta en el momento de que
la adicción a sustancias ilícitas se
transformó en un callejón sin salida,
mientras aumentaba el contrabando de
drogas desde Europa utilizando a
Centroamérica y a Colombia como
puntos intermedios del tráfico de drogas
entre el Viejo Continente y Norteamérica.
Documento 1:
5 Carlos Medina Gallego, El Prisma de las inseguridades en
América Latina, pp. 146. 6 Walker (1989), Op. cit., pp. 20, 73.
Asunto: Contrabando de chinos y
narcóticos desde Puerto Colombia,
Colombia, hacia los Estados Unidos.
En este primer fragmento el Cónsul
norteamericano Erik W. Magnuson
enviaba un comunicado al Secretario
de Estado de Washington, el día 15 de
enero de 1932, comunicándole sobre
una apertura de una investigación
secreta por parte del gerente de la
Panamá Mail Steampship Company de
Barranquilla, concerniente a la
probabilidad de que chinos y
narcóticos fuesen pasados de
contrabando desde Puerto Colombia,
Colombia, a bordo de las
embarcaciones de la compañía que
zarpaba a los Estados Unidos. Había
mencionado que sostuvo una charla
con el gerente de la compañía
marítima, recalcando que este había
afirmado que su agente chino había
hecho una investigación entre los
chinos de la localidad sin lograr
descubrir ninguna indicación del
contrabando en cuestión. El gerente
también le había mencionado el asunto
a unos capitanes de barcos de la
compañía, quienes opinaron que sería
técnicamente imposible para los chinos
ser polizones a bordo de las naves ya
que todos los miembros de las
tripulaciones eran bien conocidos. No
se obtuvo más información referente
sobre el tema, inclusive, el cónsul
mencionaba que se debería hacer,
solo por precaución, examinar a los
chinos de la Panamá Mail Steamship
Company en Nueva York, en cuanto a
los intentos de pasar de contrabando
chinos o narcóticos. No obstante, hizo
mención de que las pistas sobre el
(supuesto) contrabando le fueron
dadas al consulado en un espíritu de
revancha para perjudicar a la Panamá
Mail Steamship Company.
NA 821. 114 NARCOTICS/51
Documento 2:
“(…) El 8 de noviembre de 1932, Un tal
Pedro Aurelio Ortiz fue arrestado en la
entrada del malecón en Cristóbal, zona
del Canal, con 11 botellas, que
contenían cada una 25 gramos de
clorhidrato de cocaína, escondidas en
una cartuchera alrededor de su cintura.
Cada botella llevaba una etiqueta con
la leyenda “Cloruro de cocaína Merck”
pero la parte de cada etiqueta que
podía haber tenido originalmente las
marcas de identificación había sido
arrancada, y las etiquetas estaban así
mutiladas. El sujeto era pasajero del
vapor Flandre de la Compagnie
Genérale Transatlantique que había
arribado a Cristóbal desde St. Nazaire,
Francia, el 7 de noviembre de 1932,
vía varios puertos de las Antillas y
Cartagena, Colombia.
El sujeto sostiene que había
conseguido la cocaína con Simón
Baena Calvo, según se dice, jefe de un
grupo de narcotraficantes en
Cartagena, Colombia, y que Simón era
hermano de Manuel Baena, quien
había pagado una pena de prisión en
la penitenciaria de la zona del Canal
como resultado de la Ley de
importación y exportación de drogas
narcóticas (de los Estados Unidos).
Ortiz fue hallado culpable y condenado
a una pena de prisión de cinco años y
a pagar una multa de $500.”
Bureau of Narcotics, U.S. Treasury
Department, Traffic in Opium and
Other Dangerous drugs for the year
ended December 31, 1932, U.S.
Government Printing Office,
Washington, D.C., 1933, pp. 71-72.
Documento 3:
“LEGACIÓN DE LOS ESTADOS
UNIDOS DE AMÉRICA
Bogotá, Colombia, agosto 24, 1933.
No. 5800
ESTRICTAMENTE CONFIDENCIAL
ASUNTO: Tráfico de narcóticos
ilegales en Colombia.
Honorable
Secretario de Estado
Washington
Señor:
(…), solicitando información adicional
con respecto al descubrimiento y
confiscación de grandes existencias de
drogas ilícitas reportada por la policía
colombiana, tengo el honor de
reportarle que el capitán Gustavo
Gómez P., Director General de la
Policía Nacional de Colombia, me ha
comentado informalmente que el
reportaje periodístico mencionado en
la página 25 del Reporte de
Convenciones Generales de la
Legación de mayo de 1933, es
bastante exagerado. El capitán Gómez
establece que se confiscó una
pequeña cantidad de cocaína
alrededor del momento de la aparición
de los reportes del periódico, y que el
caso carecía de importancia.
(... ) Aparentemente, se presenta una
considerable dificultad para controlar el
tráfico debido al hecho de que muchos
drogadictos son prominentes social o
políticamente; sus influencias
personales son tales que resulta
imposible perseguirlos.
El hábito a los narcóticos en Bogotá
parece restringido a una clase más
bien pequeña; el alto costo de las
drogas aquí las coloca fuera del
alcance del grueso de la población. Se
entiende que el hábito es más
prevalente en ciudades de la Costa
Caribe, como Barranquilla y
Cartagena, donde tiene lugar algún
contrabando en las embarcaciones y
los precios son más bajos. La fuente
principal de drogas (heroicas)
consumidas en Colombia parece ser
europea.
De usted, respetuosamente,
Allan Dawson
Agregado de negocios (encargado)
NA BH 821.114 NARCOTICS/77”
2. El incremento de los controles
en Colombia
El decreto 95 del 11 de febrero de 1938,
estableció el control sobre el comercio de
hoja de coca y permitió su venta con
fórmula médica únicamente en farmacias
autorizadas en Colombia. En julio del
mismo año el nuevo código penal
incrementó las penas por el comercio de
drogas heroicas. Al siguiente mes creo el
Ministerio del Trabajo, Higiene y
Previsión Social, el cual asumió, entre
otras funciones, la aplicación de las
regulaciones sobre el tráfico de drogas
aprobadas en las convenciones
internacionales7, tal como dijo Walker
(1989), el crecimiento de las burocracias
estatales en América Latina en la década
de los años treinta enfrento a dichas
burocracias con las viejas tradiciones
culturales del consumo de alucinógenos. 8
La creación de este nuevo ministerio
facilito la recolección de datos sobre el
consumo de drogas en Colombia. Los
esfuerzos del gobierno por combatir el
consumo de la hoja de coca chocaban
con su vieja utilización entre indígenas, e
incluso mestizos, en ciertas regiones del
7 Véase League of Nations, Advisory Committee on Traffie in
Opium and Other Dangerous Drugs, Annual Reports of Governments on the Traffie in Opium and Other Dangerous Drugs for the Year 1938, Liga de las Naciones, Ginebra, 1940, p. 9. 8 Walker (1989), Op. cit., p. 73. Francice Cronshaw señala cómo
la clase media y la élite latinoamericanas veían el consumo de hojas de coca y de bebidas fermentadas tradicionales como un problema de «civilización" y «cultura» versus las costumbres atrasadas de unos «pobres diablos»; véase Francine Cronshaw, «El 'problema social' y el usuario de drogas tradicionales en los países andinos en la primera mitad del siglo XX», en Memoria y Sociedad, vol. 1, No. 1, noviembre de 1995, pp. 61-75.
país. Por ejemplo, un médico que
trabajaba para el gobierno reporto en
1947 que la producción de hoja de coca
en el Cauca era de 11.362 arrobas por
año, de las cuales se consumía
localmente 75% del total producido. 9 No
obstante, documentos de la Liga de las
Naciones y del Gobierno de Colombia
muestran que en la época tratada el
consumo de drogas no era percibido
como un problema mayor de salud
pública en el país, como sí lo era el
alcoholismo, el cual ya era vinculado con
una tasa alta de criminalidad en la
década de los años treinta (véase Cesar
Aguirre, País del Alcohol. El problema del
alcoholismo en Colombia, Castillo,
Editorial Ltda., Bogotá, 1996, p. 105.)
2.1. LA ERA DE LAS BONANZAS EN
LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
2.1.1. Expansión del fenómeno del
narcotráfico (1960-1970)
Según Carlos Medina Gallego en su
trabajo sobre la Mafia y el Narcotráfico
en Colombia, la segunda posguerra trajo
tras de sí no sólo la idea de progreso y
desarrollo, sino, adicionalmente, todas
las prácticas culturales que convocan el
culto a la riqueza y el consumismo
desbordado. Cargados de adicciones, los
soldados retornaron a sus países a
buscar la forma de enfrentar las
necesidades de consumo en los
mercados ilegales de la droga cada vez
más controlados y, por lo tanto, era un
mejor negocio. Esta situación unida a los
procesos políticos que se desarrollan en
9 Véase Gerardo Bonilla, «Acerca del cultivo y la utilización de
las hojas de coca», en El Problema del Cultivo y Masticación de Hojas de Coca en Colombia, Talleres Editoriales Castillo, Popayán, 1947, pp. 45-51. Sin embargo, el ministro Caicedo Castilla declaró en 1941 que «La lucha contra la toxicomanía se ha proseguido con optimistas resultados»; véase José Joaquín Caicedo Castilla, Memoria del Ministro de Trabajo, Higiene y Previsión Social al Congreso de 1941,Imprenta Nacional, Boqotá, 1941, p. 10.
el continente y, en particular, a la
Revolución Cubana que culminó con las
prácticas de narcotráfico en la Isla10, creó
la necesidad de reconfigurar la geografía
del tráfico de narcóticos, sus rutas y
mercados, dando inicio a un ciclo en el
que participarán nuevos traficantes
latinoamericanos en donde, con el
tiempo, sobresaldrán a la luz
colombianos y mexicanos.
El negocio empieza a adquirir una
dinámica específica de demanda, lo que
hace que se entrecrucen varios procesos
económicos ilegales y culturales en los
años setenta. La irrupción del
movimiento juvenil contestatario y la
cultura hippie contra la guerra y a favor
de la paz, unido al desarrollo de la
industria del contrabando de licores,
cigarrillos y elementos de consumo, el
tráfico de armas y municiones y la
creciente demanda de narcóticos va
generando robustas economías ilegales
que se fortalecerán con los nutrientes de
las prohibiciones y la lucha en contra de
las drogas desde los fundamentos de la
Doctrina de la Seguridad Nacional que
conduce a atacar la problemática en los
países productores, unidos con la lucha
contra el comunismo en el marco del
desarrollo de la Guerra Fría.
Para el caso de Colombia, el paso del
tráfico de bienes al tráfico de drogas se
10
Después de la Segunda Guerra Mundial, la cocaína llegaba a
los Estados Unidos procedente de Suramérica, incluida
Colombia. Para entonces Cuba se había convertido en un
importante lugar de tránsito de drogas hacia los Estados Unidos.
Numerosos mafiosos norteamericanos se habían establecido en
la isla, donde tenían hoteles y casinos y además manejaban el
narcotráfico hacia los Estados Unidos. Los colombianos,
generalmente antioqueños, habían hecho contrabando a través
de Panamá y el Caribe hasta que descubrieron el mercado de la
droga. Con el triunfo de la Revolución Cubana, y la persecución
de los gánsteres por parte del nuevo gobierno, la antigua
conexión a través de La Habana se trasladó a Miami y los
mafiosos colombianos continuaron aprovisionando el mercado
norteamericano. Para 1965, los colombianos refinaban y surtían
el cien por ciento de la cocaína que distribuían los cubanos en
los Estados Unidos.
desarrolla y fortalece durante el período
de 1960-1970. El proteccionismo fue
terreno fértil para el desarrollo del
contrabando y las rutas de este las
primeras empleadas para el tráfico de
psicotrópicos, de marihuana y cocaína.
La marihuana, inicialmente, contribuirá a
resolver las crisis que se están
produciendo en el sector cafetero y
algodonero en el país.
El contrabando crea las condiciones para
el desarrollo de la industria del
narcotráfico. Los dos puntos de
desarrollo de la actividad del
contrabando que serán fundamentales
en el impulso del narcotráfico son Urabá
y la Guajira. El grupo antioqueño, que
dará origen al Cartel de Medellín, opera
desde entonces en la costa atlántica y el
Cauca. El primer ciclo estará unido,
fundamentalmente, a la producción y
comercialización de marihuana.
Los antecedentes de la lucha de los
marimberos y cocaleros contra las
prohibiciones de los cultivos se remontan
a la década de los cuarenta, muchos
años antes de que el narcotráfico se
convirtiera en una actividad de grandes
proporciones e impactos sobre la vida
nacional colombiana.
2.1.2. Del contrabando al narcotráfico:
La Marihuana.
Hasta los años treinta la marihuana no se
consideraba un problema de salud
pública en los Estados Unidos. Hasta
entonces se consideraba simplemente
como un vicio de grupos étnicos
minoritarios, bohemios, músicos de jazz,
marinos y otros elementos marginales de
la sociedad. 11Cuando se comenzó a
11
Un reporte del gobierno norteamericano afirmaba que el uso
de marihuana en los Estados Unidos «se notaba particularmente entre los latinoamericanos y la población hispanoparlante. La venta de cigarrillos de cannabis ocurre en grado considerable en
reportar que jóvenes anglosajones
estaban consumiendo la yerba, dando
inicio a una presión por parte de grupos
de educadores y comunidades religiosas
para ilegalizarla. La misma Oficina
Federal de Narcóticos estaba detrás de
los esfuerzos para criminalizar la
marihuana, anunciándola como una
droga que inducia a la violencia entre los
que la consumían. Todas estas
presiones llegaron a tener éxito cuando
el presidente Franklin D. Roosevelt
sancionó la Marihuana Tax Act el 2 de
agosto de 1937, la cual criminalizó la
venta y uso de la marihuana como delitos
federales12.
A pesar de que ya existían medidas
legales en Colombia referentes a la
marihuana desde 1928, apenas se
prohibió su cultivo en el país en
septiembre de 1939 concediéndose un
plazo de 60 días para destruir las
plantaciones existentes en el territorio
nacional. 13Luego de la legislación, vino
la persecución a quienes cultivaban,
vendían o fumaban marihuana, los que,
como en los Estados Unidos,
pertenecían también a grupos marginales
de la sociedad (generalmente prostitutas,
cargadores de puerto, marineros y
pequeños delincuentes) especialmente
en la Costa Atlántica.
los estados de la frontera con México y en las ciudades del suroeste y el oeste, lo mismo que en la ciudad de Nueva York, y de hecho en dondequiera que haya colonias de latinoamericanos»; véase U.S. Treasury Department, Traffic in Opium and other Dangerous Drugs for the year ended December 31, 1929, U.S. Government Printing Office, Washington, D.C., 1930, p. 15. Véase también David F. Musto, La enfermedad americana. Orígenes del control antinarcóticos en EV, CEI, Ediciones Uniandes, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1993, pp. 248- 254. 12
Véanse Jerome L. Himmelstein, The Strange Career of
Marihuana. Politics and Ideology of Drug Control in America, Greenwood Press, Westport, 1983, pp. 4, 58-71; Morgan, Op. cit., pp. 138-142; Walker (1989), Op. cit., pp. 99-107. 13
Véanse William L. Partridge, «Cannabis and Cultural Groups
in a Colombian Municipio», en Vera Rubin, compiladora, Cannabis and Culture, Morton Publishers, La Haya, 1975, p. 148; resolución 645 de 1939 (septiembre 18), Diario Oficial, octubre 6 de 1939.
El ciclo de la marihuana comprende el
inicio del fenómeno del narcotráfico en
Colombia. Es el periodo en el que se
sientan las bases de la mafia nacional y
las redes de producción y
comercialización de droga en el país.
El estudio histórico del ciclo marimbero
será fundamental en la comprensión de
los problemas sociales del país, y en
particular los afrontados por los
campesinos y los sectores populares; su
vinculación a los procesos ilegales
generados por el negocio de la
marihuana, obedecen al abandono
estatal y la corrupción institucional en las
regiones donde se consolidó.
Los registros obtenidos demuestran que
el cultivo de la marihuana en Colombia,
ya se sembraba desde 1920 (ANIF,
1979:116), en la sierra nevada de Santa
Marta, para abastecer una pequeña
demanda en los sectores jornaleros y de
los trabajadores portuarios y en algunos
sectores urbanos vinculados a la
prostitución y la marginalidad en las
pequeñas ciudades de entonces.
Los orígenes de la producción de la
marihuana, están ligados en la región
atlántica, al fenómeno del contrabando.
La inexistente presencia del Estado en
estas regiones será un elemento
primordial en el desarrollo del
contrabando y del ciclo de la marihuana,
lo que, unido a las precarias condiciones
de existencia y trabajo de la población,
hará que esta se incline al desarrollo de
estas actividades ilegales.
Durante los años sesenta, Estados
Unidos, con el propósito de detener el
avance del comunismo y en particular de
la Revolución Cubana, creó y desarrolló
la Alianza para el Progreso. Con ella
llegaron los Cuerpos de Paz quienes
entraron rápidamente en contacto con la
marihuana y la coca en las prácticas
culturales del mambeo adquiriendo las
adicciones que luego se llevarían a su
país.
El proceso químico de la cocaína es un
fenómeno unido a la presencia de los
Cuerpos de Paz, que canaliza
rápidamente el grupo antioqueño. Sin
embargo, será en un primer momento la
marihuana el centro de atracción de la
actividad del narcotráfico en el sesenta y
gran parte de los setenta.
Los Cuerpos de Paz se encargarían de la
“publicidad” para el uso de la marihuana
colombiana, llevando muestras de la
calidad de la misma a los Estados
Unidos. Se producirá, a partir de
entonces, la bonanza marimbera, 14con
las especies Punto Rojo y Santa Martha
Golden. Se establecerán las rutas del
contrabando hacia Panamá,
Centroamérica y el Caribe como los
corredores geográficos para el tráfico de
marihuana.15
La Alianza para el Progreso impulsa en
América Latina el desarrollo de Reformas
Agrarias como estrategia de lucha contra
el comunismo. En Colombia se desarrolla
un modelo de Reforma Agraria a través
de la Ley 135 de 1961, que busca
14
Resulta importante señalar el contexto internacional en el que
se desarrolla la bonanza marimbera en Colombia; esta se produce porque en otros países se llevó a cabo una ofensiva en contra de los cultivos de marihuana con el herbicida paraquat. Son los casos de México con la operación “Cóndor” en 1974, y Jamaica con la operación “Bucanero” en 1976, sucesos que estimularon la producción de la hierba en Colombia. Ver: González Plazas, Santiago 2008 Pasado y presente del contrabando en la Guajira. Aproximaciones al fenómeno de ilegalidad en la región (Bogotá: Universidad del Rosario). 15
Los traficantes encuentran apoyo de los contrabandistas
establecidos en la región, y se inicia una especie de alianza. Los contrabandistas conocen rutas, han elaborado caletas para almacenamiento de mercancía y, además, han constituido puertos y aeropuertos clandestinos en varios puntos importantes del territorio; cabe añadir que poseen los elementos para subsanar problemas de seguridad, con hombres fuertemente armados protegiendo las caletas. En un estudio realizado (ANIF, 1979: 7) se señala que la mayoría de la población en la sierra nevada estaba armada. Los mafiosos norteamericanos aprovecharán, también, el estado precario en el que se encuentran los campesinos para utilizarlos en beneficio de la producción de marihuana. El primer paso consistió en ofrecer dinero a las autoridades y garantizar su movilidad, en este aspecto se conocería la denominada “ley del silencio”, donde nadie ha visto nada ni escuchado nada.
detener los levantamientos campesinos
en la lucha por la tierra. A través de esta
Reforma se crea el Instituto Colombiano
de la Reforma Agraria (INCORA) y la
Asociación de Usuarios Campesinos
(ANUC) que buscaran materializar la
política pública en materia de reforma
agraria. En el desarrollo de estos
procesos, la Reforma se va derrumbando
y el movimiento campesino se hace cada
vez más beligerante.
Durante la administración del presidente
Alfonso López Michelsen (1974-1978), se
desarrolla el Pacto de Chicoral, cuyo
trasfondo fue en lo esencial reprimir el
movimiento campesino. La lucha contra
la Reforma Agraria lleva a la ANUC
(Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos) 16a movimientos de
invasión de tierras y a convertirse en una
organización con protagonismo en la
lucha social colombiana, pese a sus
divisiones internas.
El fracaso de esa lucha no les deja a los
campesinos pobres más que la elección
entre dos caminos: la siembra de
marihuana y coca o la lucha armada. El
camino de la marihuana copará, a través
de la bonaza, gran parte de las décadas
del sesenta y setenta. La bonaza
marimbera fue manejada por la mafia
norteamericana 17que relegó a Colombia
a un plano operativo y que llevará a los
narcotraficantes colombianos a pensar
16
Organización sin ánimo de lucro que busca integrar a la
comunidad campesina para ejercer presión sobre los entes estatales y lograr un mejor nivel de vida y un mayor apoyo a su producción. 17
Los norteamericanos aportaban los aviones y barcos para
transportar la marihuana, en pleno auge de la bonanza se utilizaron alrededor de 500 aeronaves que aterrizaban en diferentes aeropuertos clandestinos de los departamentos de Guajira, Magdalena, Cesar y Bolívar; contrataban pilotos que habían estado en la guerra del Vietnam, quienes maniobraban de forma espectacular sus aeronaves para no ser ubicados por los radares norteamericanos, utilizaban una ruta específica comprendida por la Florida como punto de partida, pasando por Islas Caimán, Puerto Rico, Martinica, San Blas, Panamá y La Guajira. Ver: Betancourt Echeverry, Darío y García, Martha 1994 Contrabandistas marimberos y mafiosos: Historia social de la mafia colombiana (1965-1992) (Bogotá: Tercer Mundo Editores), pp. 47-54.
en la manera del control del mercado
interno norteamericano, en franca
confrontación con las mafias locales.
Durante la bonanza, el 80% de los
agricultores de la costa atlántica
cultivaban marihuana, sus ingresos
aumentaron hasta seis veces, lo que
significó ciertos cambios sociales y
económicos en la región, aunque
algunos campesinos utilizaron la siembra
de marihuana para adquirir financiación e
invertirlos en otro tipo de cultivo, otro
grupo la utilizaban de dos formas:
sembraban marihuana y maíz y frijol,
para darle cobertura a los cultivos de
hierba.
Para el año 1978 la marihuana
representaba casi el 39% de las
exportaciones nacionales (ANIF;
1979:207), las ganancias eran
exuberantes. En el mismo año, la
marihuana equivalía al 7,5% del
Producto Interno Bruto (PIB) del país, el
3,2% del Producto Interno Agrícola y el
29% del sector comercio (Ibíd.:215).
Durante la administración de López
Michelsen funcionó la llamada “ventanilla
siniestra” del Banco de la Republica,
donde se legalizaron fortunas
construidas de forma ilegal. Por otra
parte, los dineros eran lavados a partir de
la subfacturación de importaciones
(Betancourt y García, 1994: 49).
Cabe destacar que la economía de la
marihuana también logro estimular y
aumentar la corrupción institucional,
consiguiendo que el dinero dejara “ciega”
tanto a la policía como a la justicia. Un
dato suministrado por el trabajo de la
ANIF (La Asociación Nacional de
Instituciones Financieras) señala, que en
términos de sobornos, más de 4 mil
millones de presos fueron aportados a
policías, militares y jueces, durante este
periodo.
2.1.3. Fin de la bonanza en Colombia
Debido a que el tráfico de marihuana se
había convertido en un problema para el
establecimiento por su capacidad para
generar corrupción y descomposición
tanto social como institucional, se inició
una campaña en contra de la producción
y comercialización de la hierba que inicio
con unas cuantas medidas legislativas,
sin llevar a avances significativos. Se
procedió a bloquear las vías y canales
por las cuales era transportada la
marihuana hacia su destino. Este tipo de
medidas y la legalización de la
producción en Estados Unidos para el
consumo personal, que expandió los
cultivos en California a inicio de los años
ochenta, llevaron a su final el ciclo
marimbero. Los trabajadores
involucrados en toda la cadena de
producción se vieron obligados a hallar
nuevas alternativas y opciones, y poco a
poco fueron “empujados” a trabajar al
servicio del tráfico de cocaína que venía
en crecimiento conducido por nuevos
personajes.
2.2. LA ERA DE LA COCA: LOS
CAPOS Y LOS CARTELES (1978-
1998)
2.2.1. Orígenes del tráfico de
coca
Los años setenta señala la finalización
del ciclo de la marimba 18e inicio de la
era de la coca. Los narcotraficantes
antioqueños enlazan relaciones en
18
El fin de la bonanza marimbera se produce, entre otras
razones, por la proliferación de cultivos en otros países, entre ellos Jamaica, EE.UU. y México, que comienzan a recuperar su producción a inicios de la década de los ochenta. A finales de noviembre de 1984, las autoridades mexicanas descubrieron una plantación de marihuana enorme, llamada “El Búfalo”, de unos 12 km2, en el estado de Chihuahua. Doce mil personas, o más, de diferentes estados de México e incluso de Guatemala, trabajaban allí. Se sospechó que Rafael Caro Quintero, un traficante de drogas de Badiraguato, era el propietario.
Estaos Unidos y van creando el núcleo
antioqueño que pasara a dar origen al
cartel de Medellín. Este cartel en dos
décadas lograra apoderarse del negocio
del narcotráfico a nivel mundial, gracias
al control de toda la cadena productiva
de cocaína.
La nueva hegemonía se impulsa por las
migraciones de colombianos a los
Estados Unidos que facilitaran la
conquista del mercado de consumidores.
Los narcotraficantes colombianos notan
que el gran negocio lo acaparan las
mafias norteamericanas que tienen
cautivo el mercadeo de consumidores
nacionales. Deciden, entonces, una
estrategia de mercadeo que coloca al
interior de los Estados Unidos una
disputa por las redes de distribución. El
grupo antioqueño va tomando el negocio
desplazando a los cubanos -que se
encontraban debilitados por la actitud de
la Revolución Cubana frente al tráfico de
narcóticos- y a los chilenos -“victimas” de
la ofensiva de Augusto Pinochet en su
guerra contra el narcotráfico-
El fin de la bonanza marimbera estuvo
acompañado de la producción de
cocaína en Colombia y el aumento del
consumo en Estados Unidos; la
expansión del núcleo antioqueño y la
formación del núcleo del Valle. En el
desarrollo de la lucha por los centros de
producción, las rutas, las relaciones y los
mercados surgirían las rivalidades entre
ambos núcleos, dando origen a los
carteles de Cali y Medellín.
Un conjunto de circunstancias
económicas, sociales y políticas van a
confluir, desde finales de los setenta, que
permiten el impulso y desarrollo de la
industria del narcotráfico en Colombia en
el momento de la cocaína: El aumento de
la lucha contra la insurgencia que duplico
los esfuerzos del Estado al enfrentar los
dos fenómenos simultáneamente; el
incremento vertiginoso del consumo y la
demanda de droga en Estados Unidos y
Europa y, una errónea política
antidrogas, que privilegio la lucha contra
la producción y fue tolerante con el
consumo.
A lo anterior mencionado, hay que
sumarle aspectos de orden estructural
que motivaron a importantes sectores de
la población a incursionar en el negocio
del narcotráfico: el precario crecimiento
económico para la década y la
pauperización de las clases medias y
pobres que halló en el narcotráfico luna
salida para compensar la pérdida de
ingresos; la posibilidad de consolidar
focos del narcotráfico en las ciudades
con la complicidad de importantes
sectores sociales e institucionales; la
existencia de servidores públicos y
funcionarios involucrados y cómplices en
la expansión del fenómeno; el
surgimiento de una delincuencia común
de clases medias y bajas, que pronto se
convierte en una clase emergente a
través del tráfico de drogas; el rápido y
abrumador enriquecimiento que conduce
a un importante grupo de
narcotraficantes a establecer relaciones
con elites económicas y políticas y a
destruir la institucionalidad mediante la
inducción de capitales provenientes a la
economía ilegal del narcotráfico, a través
de lo que se conoció como ventanilla
siniestra del Banco de la Republica y
mediante la Amnistía tributaria, que
posibilitó el ingreso de capital legal a la
economía regular.
El gran aumento del consumo de cocaína
en el mundo durante los años ochenta
dispara el negocio del narcotráfico. Los
carteles de droga empiezan a
consolidarse en la construcción de
complejas redes que controlan toda la
cadena productiva de la coca. Con
precios bajos y buena calidad, los
narcotraficantes colombianos conducen
de manera monopólica el tráfico mundial
de cocaína. No obstante, lo más
relevante de este proceso es que a
mediados de la década de los 80´s,
moviéndose en las lógicas de un modelo
criminal de acumulación capitalista, se
comienza a dar origen a un proceso de
desarrollo mafioso que compromete la
economía, la sociedad y el Estado.
Los carteles se consolidan como
organizaciones mafiosas, introduciendo
capitales al conjunto de la economía
nacional en actividades de propiedad
raíz, ganadería, comercio, turismo,
hotelería, transporte, salud, vivienda,
educación, entre otras actividades de la
economía convencional; haciéndose
participes de la guerra contrainsurgente y
de la expansión de la violencia
paramilitar; mediante la administración
de la violencia privada; controlando parte
de la fuerza pública y la justicia y,
comprometiendo a la clase política local
y regional mediante el soborno, la
corrupción y el clientelismo (Medina
Gallego, p 153)
3. LOS CARTELES COLOMBIANOS
Pese a que en Colombia se habla de
cinco focos de la mafia19, estos se
definen en el surgimiento y desarrollo de
los carteles de Medellín, Cali y Norte del
Valle, y un gran número de pequeños
grupos desagregados de estos a partir
de las disputas internas y la muerte o
captura de los grandes capos.
3.1. EL CARTEL DE MEDELLÍN
19
Ver, al respecto, el trabajo de Betancourt Echeverri, Darío
1993 “Tendencias de las mafias colombianas de la cocaína y la amapola” en Nueva Sociedad (Bogotá) N° 128: 38-47.
El origen del cartel de Medellín se
encuentra en la unión de la delincuencia
común y la delincuencia organizada en
actividades tales como el contrabando, el
tráfico de esmeraldas y la producción y el
tráfico de marihuana en la década de los
años cincuenta y sesenta. Como cartel
propiamente dicho, se conforma a
mediados de los setenta cuando grupos
de pequeños traficantes de drogas que
traían base de coca de Perú y la
procesaban en la ciudad de Medellín se
empiezan a asociar para crear una
empresa ilegal que tenga la capacidad
para controlar toda la cadena productiva
de la economía del narcotráfico, tomando
en consideración la siembra de hoja de
coca, la producción de pasta y su
cristalización, el transporte y sobre todo
el control del mercado en los centros de
consumo.
El cartel de Medellín se organizó según
una escala de importancia en las que
hicieron parte: Pablo Escobar Gaviria (El
Patrón) de Rionegro, Antioquia; Gonzalo
Rodríguez Gacha (El Mexicano) de
Pacho-Cundinamarca; los hermanos
Fabio, Jorge Luís y Juan David Ochoa de
Medellín, Antioquia y, Carlos Lehder de
Armenia, Quindío.
A estos se sumaron otros personajes que
se desempeñaban en distintas
actividades relacionadas con el manejo
de las finanzas y relaciones del cartel.
Asi, Gustavo Gaviria y Roberto Escobar,
primo y hermano respectivamente de
Pablo Escobar, hicieron durante años en
manejo contable. A ellos se sumaron una
gran cantidad de jóvenes, reclutados
para distintos fines, que llegaron a ser
reconocidos por alias como: Popeye, HH,
El Angelito, El Chopo, El Osito, El Tato,
Tayson, El Palomo, Enchufle, Leo,
Pinina, Quesito, Limón, León, Templor,
Conavi, Turquía, El Japonés, La Cuca,
Tavo, El Duro, Jhoncito, Abraham, entre
otros. Estos personajes hicieron parte de
los cuerpos de seguridad del cartel y de
los ejércitos de sicarios mediante los
cuales establecieron las relaciones de
fuerza para el control y dominio del
tráfico de narcóticos. En un instante, a
finales de los ochenta, se dice que el
cartel llegó a contar con más de dos mil
hombres sólo en su aparato militar.
En un inicio, los centros de producción se
ubicaron en el sur del país en los llanos
orientales y en particular en los
departamentos de Meta y Caquetá. Allí
funcionó uno de los principales centros
de producción, conocido como
Tranquilandia, una extensa extensión de
tierra ubicada en una zona selvática
controlada por el Cartel de
Medellín (los hermanos Ochoa, Pablo
Escobar, Gonzalo Rodríguez
Gacha y Carlos Lehder), en la que se
encontraba montado un significativo
complejo que era utilizado para el
procesamiento y tráfico de drogas ilícitas.
Tranquilandia contaba con diecinueve
laboratorios y ocho pistas de aterrizaje
con numerosas aeronaves.
El 11 de marzo de 1984, elementos de
la Policía Nacional de Colombia,
apoyados por agentes de la DEA,
allanaron el lugar. La operación concluyó
con la destrucción del complejo y de 13,8
toneladas de cocaína valuadas en 1.200
millones de dólares.20
20
Eran siete laboratorios repletos de precursores químicos para
elaborar la droga, sofisticados equipos de comunicación y decenas de plantas eléctricas En el complejo coquero -bautizado Tranquilandia - la Policía decomisó 15 toneladas de pasta de coca y 3 toneladas de droga procesada. Además, inmovilizó las avionetas Cessna HK 3064, HK 3007 -matriculadas en Colombia- N 3271 y YV 1085 P- matriculadas en el exterior. También, el helicóptero Huges 500, de matrícula colombiana HK 2704 X que, tal como lo reveló este diario el pasado domingo, era de Aerofotos Amórtegui Ltda., un negocio de toma de fotos aéreas del que Alberto Uribe Sierra, padre del candidato a la Presidencia Alvaro Uribe Vélez, fue socio hasta su muerte, en junio de 1983, nueve meses antes de la operación contra el narcotráfico. Véase EL TIEMPO Casa Editorial, las naves de Tranquilandia, 2002.
Con el desarrollo de la guerra contra las
drogas, los cultivos se expandieron a la
región del Magdalena Medio y luego por
todo el país. El cultivo se hizo itinerante.
La industria se desarrolló mediante
flotillas de pequeñas avionetas que
llevaban la coca a Bermudas, Bahamas y
la Florida. Se emplearon pistas ubicadas
en las zonas de producción y se
especializaron en vuelos a largas
distancias a poca altura.
De 1978 a 1988 el cartel de Medellín
tuvo su máxima expansión en los
aspectos económico, político y militar: las
fortunas de los principales jefes crecieron
de manera desmedida por la rentabilidad
del negocio del narcotráfico. Entre el 70 y
el 80% del negocio de la coca lo
controlaban los carteles de Colombia. Se
considera que para mediados de la
década del ochenta el 10% del PIB
procedía de recursos del narcotráfico. En
1978 se calculaba la fortuna de Pablo
Escobar en ocho mil millones de dólares.
Escobar Gaviria y Rodríguez Gacha se
hicieron populares en sectores sociales
pobres gracias a los programas de
vivienda, empleo y recreación que
desarrollaron, entre ellos, Medellín sin
tugurios.
Escobar se lanzó a la política buscando
formar parte del Nuevo Liberalismo,
movimiento que no lo aceptó en sus
listas. Pablo Escobar alcanzó un escaño
como suplente de Jairo Ortega, un
político antioqueño, en la Cámara de
Representantes. La lucha política lo
coloca en la picota pública en relación
con la procedencia de sus capitales, y
pronto es expulsado del parlamento
colombiano.
Respecto a esta ola de sucesos
desventurados para la carrera política de
Escobar se destaca que a finales de
los años 1970 (o a principios de la
década siguiente) comprendió que debía
crear una «pantalla» a fin de proteger su
lucrativo comercio de drogas. Comenzó a
cultivar una imagen de hombre
respetable, a contactarse con políticos,
financieros, abogados, entre otros. Sin
saberse con certeza de sus verdaderas
intenciones, Escobar entonces decidió
llevar a cabo numerosas obras benéficas
para las personas de bajos recursos,
entre ellas sesenta campos de fútbol y un
barrio entero llamado Medellín sin
Tugurios ―también llamado barrio Pablo
Escobar―.
Impuso la «ley de plata o plomo», por la
que muchos miembros del Gobierno,
policía y militares colombianos o
aceptaban la "plata" (dinero) o les caía
una lluvia de "plomo" (eran asesinados a
balazos).
Se ganó, mediante la extorsión, el apoyo
que lo llevaría a ser electo como suplente
al senado por el movimiento Alternativa
Liberal, después de haber sido
expulsado junto con Jairo Ortega
Ramírez, del Nuevo Liberalismo fundado
por Luis Carlos Galán. Fue invitado en
1982 a la toma de posesión de Felipe
González, el tercer presidente de
la España democrática, por el
empresario español Enrique Sarasola,
quien tenía importantes negocios en
Medellín.
De esta forma, en su mejor momento
logró acumular gran influencia en
múltiples estamentos legales, civiles,
económicos, religiosos y sociales de
Medellín, de Antioquia y del país.
Pero su pantalla empezó a derrumbarse
en 1983, cuando el
periódico El Espectador publicó una serie
de notas editoriales escritas por su
director Guillermo Cano Isaza que
revelaban lo que realmente se ocultaba
detrás de Pablo Escobar. El Congreso,
que en un principio mostró una actitud
vacilante, suprimió su inmunidad
parlamentaria, y se abrió el camino para
que las autoridades empezaran a
perseguirlo. Por su parte el Ministro de
Justicia Rodrigo Lara Bonilla (1983 1984)
lideró igualmente una investigación
contra Escobar al comprobarse la
presencia de dinero de dudosa
procedencia en la política y en los
equipos de fútbol nacionales.
De igual forma, La economía del cartel
de Medellín infiltro gran parte de las
actividades económicas convencionales
comprometiendo la banca (LEYENDA
BIBLIOGRAFICA PAG 19), la industria
textil, de la confección, alimentos y
bebidos, el transporte, el turismo, el
comercio entre otras. Desarrollo una
agresiva campaña de concentración de
la tierra, de transformación del hato
ganadero nacional. Fortaleció el
testaferrato y propició a gran escala la
corrupción en todas las instituciones del
Estado, incluyendo los partidos políticos,
la Justicia, las Fuerzas Armadas y de
seguridad del Estado. La expansión del
cartel de Medellín acompañó la
financiación de grupos paramilitares, la
lucha contrainsurgente y el desarrollo de
la violencia sicaria y terrorismo,
fenómenos que puso a su servicio.
3.1.1. El cartel de Medellín, la guerra
contra las drogas y el narcoterrorismo
Desde la primera mitad de la década de
los ochenta se agudiza la guerra contra
la droga y se dispara el narcoterrorismo,
en un proceso que se prolongara hasta
finales de 1989. Durante este periodo se
ubica y se destruye Tranquilandia, se
produce el asesinato del ministro de
Justicia Rodrigo Lara Bonilla (1984), en
venganza por su arremetimiento en
contra de Escobar, y con su muerte se
declara la guerra abierta al narcotráfico.
Los Estados Unidos presionan al
presidente vigente Belisario Betancur
para que haga efectivo el tratado de
extradición, lo que genera una fase de
violencia contra el Estado a través del
narcoterrorismo. Surge el grupo de los
extraditables que declaran al Estado la
guerra con la consigna de es mejor una
tumba en Colombia que una cárcel en los
Estados Unidos. Bombas y petardos
estallaron por todo el país, se realizaron
asesinatos de jueces, fiscales, testigos,
periodistas y personalidades
democráticas.
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