CAPITULOV.
Consejodeunaoruga
LaOruga yAlicia semiraron un rato en silencio. Por fin la Oruga se sacó elnarguiledelabocaysedirigióaAliciaconvozlánguidaysoñolienta.
—¿Quiénerestú?—preguntó.
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NoerauncomienzomuyprometedorparaunaconversaciónyAlicia respondióconairemásbientímido:
—Yo…nosémuybien,señor,enestemomento…almenosséquiéneracuandome levanté esta mañana, pero me parece que deben de haberme cambiado variasvecesdesdeentonces.
—¿Qué quieres decir con eso? —siguió preguntando la Oruga con bastanteseveridad—.¡Explícate!
—Me temoqueno puedo explicarme, señor [19]—dijoAlicia—, porque yo nosoyyomisma,¿entiende?
—No,noentiendo—dijolaOruga.—Mucho me temo que no puedo ser más clara —respondió Alicia con gran
amabilidad—porqueyomismanoentiendonada,paraempezar;yesodepasarportantostamañosenunmismodíalaconfundeaunamucho.
—Noesasí—dijolaOruga.—Bueno,talveznoleparezcaporahora—dijoAlicia—,perocuandotengaque
convertirse en crisálida (tarde o temprano le va a suceder, como usted sabrá) ydespuésenmariposatalvezsesientaunpoquitoraro,¿noleparece?
—Enabsoluto—dijolaOruga.—Bueno,esposiblequenoseamosdelamismamaneradepensar—dijoAlicia
—;loqueyoséesqueamísíquemeharíasentirrara.—¡Ati!—dijolaOrugacondesprecio—.¿Yquiénerestú?Yasívolvieronalcomienzodelaconversación.Aliciaestabaunpocoirritadapor
lasobservacionestanescuetasdelaOrugayseestiróparadecir,congranseriedad:—Meparecequeantestendríaquedecirmequiénesusted.—¿Porqué?—preguntólaOruga.Otra pregunta sin respuesta, y como Alicia no podía encontrar ninguna buena
razónylaOrugaparecíaestardemuymalhumor,Aliciadiomediavueltaysealejó.—¡Vuelveacá!—legritólaOruga—.¡Tengoalgoimportantequedecirte!Esas palabras sonabanmuy alentadoras, sin lugar a dudas.Alicia giró sobre sí
mismayvolvió.—Nopierdaslosestribos—dijolaOruga.—¿Esoestodo?—preguntóAliciatragándoselarabialomejorquepudo.—No—dijolaOruga.Aliciapensóquenoperdíanadaconesperar,yaqueno teníaningunaotracosa
quehacery, tal vez, a finde cuentas, laOrugaacabasepor contarle algodignodeoírse.Enunprimermomento,laOrugasiguióechandohumosinhablarperoporfinsedescruzódebrazos,sesacólaboquilladelabocaydijo:
—¿Conquepiensasqueestáscambiada,eh?—Me temoque sí, señor—dijoAlicia—,ynopuedo recordar cosasque antes
recordaba…ynoconservonidiezminutosseguidosmitamaño.—¿Quéesloquenorecuerdas?—preguntólaOruga.
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—Bueno,tratéderecitar¡Cómoaumentalaabejita!,peromesaliótododistinto—respondióAliciaconvozmuytriste.
—Aver,recítameEresviejo,padreWilliam—dijolaOruga.Aliciasecruzódebrazosyempezó:
Eresviejo,padreWilliam—dijoeljoven—,loscabellossetehanpuestoblancos;peroaúndecabezateparas,¿teparececorrectoatusaños?
Hacetiempo—hablóelpadreWilliam—creíqueesodañabaelcerebro;cuandoviquecerebronohabíanotuvemásempachoenhacerlo.
Eresviejo,padreWilliam,repito;ytehaspuestosumamenteobeso,peroaúndecarnerodasvueltas.Dime,papi,cómoesquehaceseso.
Dejoven—dijoelviejoconcanas—meocupéenaceitarbienmismiembrosconesteungüento…Ynoescaro,aunchelínlacajita,¿tevendo?
Eresviejo,mandíbulasfofas,sólopuedestragaryapapillas,masdelgansocomistehastaelpico,¿cómoexplicasesamaravilla?
Fuiabogado—dijoél—cuandojoven,conmiesposacharlabaloscasos,yeseágilvigordequijadasmeduródeporvida,muchacho.
Estásviejo—dijoeljoven—,ycreoquetusojosnovencasinada,yenlanarizhamacasteunaanguila,¿cómohaces,papá,esasmonadas?
Contestétrespreguntasyalcanzanoteagrandes,bastadezonceras.Yanovoyaescuchartuspavadas.
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Veteotehagorodarlaescalera.[20]
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—Noestábien—dijolaOruga.—No,nodeltodobien,metemo—dijoAliciatímidamente—.Algunaspalabras
estáncambiadas.—Está todomal, de caboa rabo—dijo laOrugacondecisión,yhubo silencio
durantealgunosminutos.LaOrugafuelaprimeraenvolverahablar.—¿Dequétamañoquieresser?—preguntó.—Nosoyquisquillosaeneso—seapuróadecirAlicia—;soloquenomegusta
andarcambiandotanamenudo,¿sabe?—No,nosé—dijolaOruga.Alicia no respondió: nunca la habían contrariado tanto en su vida y tenía la
sensacióndeestarperdiendolapaciencia.—¿Estássatisfechaahora?—preguntólaOruga.—Bueno,megustaríaserunpoquitomásgrande,señor,sinoesmolestia—dijo
Alicia—;unosesientealgomiserablemidiendonadamásquetrespulgadas.—Es una altura excelente, por cierto—dijo la Oruga enojada, incorporándose
mientrashablaba(medíaexactamentetrespulgadas).—Peroyonoestoyacostumbrada—rogólapobreAliciacontonolastimero.Ypensóparasusadentros:
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«¡Ojaláqueestascriaturasnoseofendierancontantafacilidad!».—Yatevasaacostumbrar—dijolaOruga,ysevolvióaponerelnarguileenla
bocaparaseguirfumando.EstavezAliciaesperópacientementehastaquelaOrugadecidióvolverahablar.
Unosminutosdespuésestasesacólaboquilladelaboca,bostezóunpardevecesysesacudió.Despuésbajódelhongoysealejóarrastrándoseporelpastosindecirmásque:
—Unladoteharácreceryelotroladoteharáencoger.«¿Unladodequé?¿Elotroladodequé?»,pensóAlicia.—Delhongo—respondiólaOrugacomosiAliciahubiesehabladoenvozalta,y
uninstantedespuésyaestabafueradelalcancedesuvista.Aliciasequedómirandopensativamenteelhongounrato,tratandodeestablecer
cuáleseransusdoslados,pero,comoeratotalmenteredondo,leresultómuydifícildecidirse. Sin embargo, por fin extendió los brazos para rodearlo y arrancó unpedacitodelbordeconcadamano.
—Yahora,¿cuálescuál?—sepreguntó.Ymordisqueóunpedacitodeltrozodelamanoderechaparaprobar.Unmomento
despuéssintióunfuertegolpeenelmentón:¡sehabíachocadoconelpie!Aliciaseasustóbastantedeestecambiosúbito,perotuvolasensacióndequeno
había tiempoqueperder,yaqueseguíaencogiendoagranvelocidad;demodoquepusomanosalaobraenseguidaycomióunpocodelotrotrozo.Elmentónestabatanaplastadocontraelpiequeapenas si tenía lugarparaabrir laboca.Peropor fin lologróysetragóunbocadodeltrozodelamanoizquierda.
—¡Porfinsemesoltólacabeza!—dijoAliciaconairetriunfal,queseconvirtióen pavor unos instantes después, cuando notó que los hombros no aparecían porningunaparte.
Todo lo que podía ver cuandomiraba hacia abajo era un cuello inmensamentelargo,queparecíaerguirsecomounacañadeentreunmardehojasverdesqueyacíamuypordebajodeella.
—¿Quépodrásertodoesoverde?—dijoAlicia—.¿Yadóndesehabránidomishombros?Y¡ay!,¡mismanitosqueridas!,¿porquénopuedoverlas?
Lasestabamoviendomientrashablaba,peronoparecíaproducirsenadamásqueciertoestremecimientoentreellejanofollaje.
ComonoparecíahaberposibilidadesdelevantarlasmanoshastalacabezaAliciatratódebajarlacabezahastalasmanosyleencantócomprobarquesucuellopodíainclinarse fácilmente en cualquierdirección, comouna serpiente.Acababade teneréxitoensuintentodecurvarloenundelicadozigzagyestabaporsumergirloentrelashojas—que resultaron no ser otra cosa que los árboles bajo los que había estadodeambulando—cuandounagudosilbido laobligóavolveratrás rápidamente.Una
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granpalomahabíallegadovolandohastasucaraylagolpeabaviolentamenteconlasalas.
—¡Serpiente!—chillólaPaloma.—¡Nosoyunaserpiente!—dijoAliciaindignada—.¡Déjemeenpaz!—Lo digo y lo repito: ¡serpiente!—dijo la Paloma, pero en un tonomenor, y
agregóconunaespeciedesollozo—:Yalointentétodoperonadadaresultado.—Notengolamenorideadequéestádiciendo—dijoAlicia.—Intenté las raíces de los árboles, las orillas de los ríos, los cercos—siguió
diciendolaPalomasinprestarleatención—…¡peroesasserpientes!¡Todolesvienebien!
Aliciaestabacadavezmásintrigada,peropensóquenoteníasentidodecirnadamáshastaquelaPalomanoterminasedehablar.
—Como si no fuese bastante trabajo empollar huevos —dijo la Paloma—,ademástengoquepasarmedíaynochevigilandoquenovenganlasserpientes.¡Hacetressemanasquenopegounojo!
—Lamentomuchoquesehayadisgustado—dijoAlicia,queestabaempezandoaentender.
—Yjustocuandohabíaelegidoelárbolmásaltodelbosque—siguiólaPalomaafinando lavozhastaconvertirlaenunchillido—, justocuandoempezabaapensarqueporfinmehabíalibradodeellas…¡tienenquevenirculebreandodesdeelcielo!¡Puaj!¡Serpientes!
—Peroledigoqueyonosoyunaserpiente—dijoAlicia—.Yosoyuna…una…—¡Bueno! ¿Qué es lo que eres? —dijo la Paloma—. ¡Supongo que estarás
tratandodeinventaralgo!—Soy…soyunanena—dijoAliciadudandounpocoyaqueteníamuypresente
laseriedecambiosporlosquehabíapasadoesedía.—¡Lindocuento!—dijo laPalomaconunavozqueexpresabaelmayorde los
desprecios—. ¡Sihabrévistonenasenmivida! ¡Peroningunaconuncuellocomoése!¡Noyno!Eresunaserpiente,ynopuedesnegarlo.¡Supongoquevasadecirmequenuncaprobasteunhuevo!
—Claroquecomíhuevos—dijoAlicia,queeraunaniñamuyhonesta—,perolasnenascomenhuevostantocomolasserpientes¿sabía?
—No lo creo —dijo la Paloma—, pero si lo hacen entonces son especies deserpientes,esoesloqueyoopino.
La idea le resultabanovedosaaAlicia, asíqueguardósilencioun ratoy lediotiempoalaPalomaparaagregar:
—Tú estás buscando huevos, amí nome engañas. ¿Qué importa que seas unanenaounaserpiente?
—Amísímeimporta—dijoAliciaapresuradamente—,peroresultaquenoestoybuscandohuevos, y si los estuviesebuscandonobuscaría los suyos: nomegustancrudos.
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—¡Bueno,afueraentonces!—dijolaPalomaentonosombríomientrasvolvíaaacomodarseenelnido.
Aliciaseagachóentrelosárboleslomejorquepudo,yaqueelcuelloseleseguíaenredandoentrelasramasydetantoentantoteníaquedetenerseparadesenredarlo.Despuésdeunratorecordóquetodavíateníalostrozosdehongoenlasmanosysepuso a trabajar con cuidado, mordisqueando primero uno y después el otro,alargándoseunasvecesyacortándoseotras,hastaquelogrósualturaacostumbrada.
Hacía tantoqueteníacualquier tamañomenoselsuyoquealprincipiosesintiómuyrara;peroenpocosminutossehabituóyempezóahablarconsigomismacomodecostumbre.
—¡Bueno, ya completé la mitad de mi plan! ¡Qué extraños son todos estoscambios!¡Nuncaestoyseguradeenquémevoyaconvertirdeunmomentoaotro!Pero,contodo,yarecuperémitamaño.Ahoraloquetengoquehaceresentraraesehermosojardín.Mepreguntocómovoyaconseguirlo.
Mientrasdecíaesodesembocósúbitamenteenunclarodondehabíaunacasitadeunoscuatropiesdealtura.
Seaquienseaelqueviveallí—pensóAlicia—nopuedonipensarenaparecermedeestetamaño,sevolveríalocodemiedo.
AsíqueAliciavolvióamordisquearelpedacitodehongodelamanoderechayno se animó a acercarse a la casa hasta haberse encogido a una altura de nuevepulgadas.
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