Introducción a los tratamientos psicodinámicos, experienciales, constructivistas, sistémicos e integradores @JosepRos2014
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CAPÍTULO 1 UD I – Introducción.
Los tratamientos psicológicos como práctica sociocultural.
Introducción
La práctica de la psicoterapia constituye un dispositivo cultural cuya función consiste en equilibrar
las relaciones entre el individuo y el grupo. Depende de las peculiaridades de dicha cultura. En la
cultura occidental de principios del s. XXI los tratamientos psicológicos se conciben como un tipo
de práctica sociocultural orientada a mejorar lo que hoy consideramos salud mental y calidad de
vida.
Las actuales psicoterapias se forjaron a partir de ese punto de inflexión histórica conocido como
Modernidad.
El momento actual se caracteriza por:
— La existencia de varias concepciones de la intervención terapéutica, que mantienen entre
sí diferencias notables en tres niveles de análisis distintos: epistemológico, teórico y
técnico.
— La existencia de un acuerdo creciente entre los profesionales respecto a la relevancia de
ciertos aspectos dele proceso de cambio terapéutico: condiciones de la alianza y la
relación terapéutica.
Los tratamientos psicológicos como práctica sociocultural
Toda práctica sociocultural consiste en un tipo de actividad social, compuesta a su vez por un
conjunto de procedimientos, que por el mero hecho de ser ejecutados, refuerzas, tanto la
vinculación del individuo con el grupo, como la adhesión de ambos a la visión del mundo propia de
esa cultura. Junto con los tratamientos psicológicos constituyen asimismo ejemplo de prácticas
socioculturales la educación, la organización de la vida política y la articulación de los diferentes
rituales de paso (nacimiento, matrimonio, muerte,…).
Las tecnologías de la inteligencia (Levy 1990) son las que están inscritas en el proceso mismo del
pensamiento, y tienen por función y efecto posibilitar ciertas operaciones de la inteligencia
imposibles de realizar de otra manera. Son ejemplos la representación gráfica, la escritura, la
imprenta y el ordenador.
Criterios de contextualización
En nuestra cultura, los tratamientos psicológicos constituyen un tipo de actividad profesional,
inserta en el ámbito de la salud y retribuida. Por esto, su eficacia (orientación empírica), se ha
convertido en el criterio prioritario para su evaluación. Otro criterio de objetivación y evaluación
crítica de las psicoterapias consiste en analizar el conjunto de presuposiciones culturales que
mantiene vigentes sus teorías y procedimientos:
— Presuposiciones axiológicas (relacionadas con los valores) y doxásticas (con las
opiniones).
— Presuposiciones de carácter epistemológico relacionadas con las concepciones de la
naturaleza del conocimiento humano. Son de naturaleza filosófica, y pueden considerarse
una clase particular de presuposiciones doxásticas.
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La evolución histórica de las presuposiciones culturales que sustentan los tratamientos
psicodinámicos, experienciales, constructivistas, sistémicos e integradores se revisan en tres
etapas:
— Premodernidad: Desde la prehistoria hasta el 1500 d.C. Las presuposiciones que la
caracterizan son:
El hombre es un elemento más de la naturaleza.
El control de la conducta humana está en gran medida fuera del alcance del
hombre (el destino, dios, etc.)
La enfermedad constituye un ejemplo de comportamiento sujeto a un control
externo, de naturaleza transcendente.
El hombre y la naturaleza, así como los dioses, forman parte de la realidad, la cual
existe objetivamente, con independencia del conocimiento humano.
La realidad sólo es parcialmente cognoscible por la inteligencia humana.
Respecto a la evolución de los tratamientos psicológicos:
1. Cuando una cultura carece de escritura, su visión del mundo suele articularse en
torno a creencias mágicas (orientación irracionalista).
2. Entre las culturas antiguas que ya conocían la escritura, comenzaron a
establecerse formas de intervención psicoterapéutica que correspondían a criterios
racionales, una combinación de prescripciones rituales, con normas higiénicas y
recomendaciones naturalistas (orientación empírica).
3. En el derecho romano se acuña el concepto de persona legal o ciudadano del
Estado (orientación individualista), que servirá como punto de partida para la
elaboración de los conceptos morales de persona (orientación ética).
4. Concepción teocéntrica. La iglesia católica, al tomar como referente absoluto la
religión cristiana y los valores defendidos por ella desarrolló una gran actividad
ideológica contraria al conocimiento empírico que fue considerado enemigo de la fe.
5. La hostilidad eclesiástica hacia conocimientos que no procedían de la revelación
que antepuso la fe a cualquier otro remedio curativo.
6. Surgió una orientación represora caracterizada por el hecho de que, junto a ciertos
enfermos mentales, se consideraba poseídos por el diablo y propagadores de sus
males a todos aquellos que, de una u otra forma, alimentaban ideas subversivas
contra el estado o contra los valores morales consagrados como verdades
inamovibles.
7. Este estado de cosas se mantendrá básicamente inalterable hasta el siglo XV
cuando el desarrollo científico, propiciado por dos siglos de rápida difusión del
conocimiento gracias a la imprenta, convierta la razón en uno de los valores
dominantes de la cultura occidental.
De la iglesia medieval, la Ilustración heredará:
Una actitud hacia la enfermedad mental de carácter represor y poco
diferenciada del control de la conducta social.
Una cierta tradición en la creencia de la curabilidad de los trastornos
psicológicos dependiente de los atributos del alma, esto es, de ciertas
funciones psicológicas, como por ejemplo, la voluntad.
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— La modernidad: Del 1500 a nuestros días.
La Modernidad fue introducida por el Renacimiento, la Reforma y la Contrarreforma,
consolidada por la Ilustración y llevada a su apogeo por la Revolución Industrial.
Los tratamientos psicológicos, tal como los conocemos hoy, son fruto de la Modernidad.
Los rasgos de ésta relacionados con los tratamientos psicológicos son:
1. Secularización de la visión del mundo.
2. Transformación de las sociedades agrícolas en sociedades industriales
(transformación de las estructuras sociales).
3. Debilitación de los vínculos entre el individuo y el grupo.
4. Modificación del estatus del individuo en relación con el grupo.
5. Acumulación de información sancionada socialmente como conocimiento fiable.
Esta información sólo será digna de crédito cuando provenga de la observación o la
experimentación.
Dentro de la Modernidad cabe diferenciar tres fases:
1. Primera modernidad (1500 – 1850)
Durante el Renacimiento, la Reforma y la contrarreforma se produjo una
recuperación progresiva de las antiguas tradiciones médico-racionalistas, y con ello,
una recuperación de la orientación empírica (preservadas por la medicina árabe).
La Inquisición continuó asimilando algunas enfermedades mentales como
posesiones demoníacas y dando tratamiento de herejes a ciertos enfermos.
Se crearon los primeros hospitales destinados específicamente a acoger enfermos
mentales. La aparición de los primeros psiquiátricos puede considerarse un indicio
del afianzamiento de la orientación moral.
La Reforma protestante constituye la contribución axiológica de este período que
tendrá un mayor peso en el posterior desarrollo de los tratamientos psicológicos.
Las implicaciones socioculturales de la Reforma protestante son:
a) La doctrina de la doble predestinación. Dios elige a quienes han de salvarse
y a quienes se condenarán con independencia de su fe, su amor, sus
méritos o falta de ellos.
b) Desacralización de la confesión. El dejar de ser un sacramento resultó muy
facilitador para el proceso de transformación de las relaciones de guía
espiritual en relaciones de consejo psicológico. La confesión continuó
siendo un valor reconocido para los fieles con remordimientos de conciencia
en cuanto práctica introspectiva.
c) Independencia hermenéutica. La reforma protestante reconoció al individuo
la capacidad de leer e interpretar adecuadamente la palabra de Dios. Con
ello promovió la consolidación del modelo atributivo interno del cambio
psicológico. Se afirma a cada humano como responsable último de su vida,
y por tanto de su destino.
Durante la Primera Modernidad, el reconocimiento de la dignidad del enfermo
mental será mucho más teórico que práctico. Los tratamientos psicológicos girarán
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en torno al internamiento, y la intervención se reducirá al ejercicio de presión moral
en distintos grados.
2. Segunda Modernidad ( 1850 – 1970)
Es en este periodo donde cabe situar el nacimiento y consolidación, de lo que en
occidente entendemos actualmente por tratamientos psicológicos. El término
psicoterapia apareció en 1887.
La expresión higiene mental estuvo ligada en su origen a la reivindicación en favor
de los derechos civiles de los enfermos mentales hospitalizados, que tuvo lugar en
EEUU a finales del siglo XIX y se extendió por Europa al término de la I Guerra
Mundial, como respuesta a la elevación de la tasa del trastorno de estrés
postraumático, pero sobre todo, como consecuencia de:
1. El clima de optimismo respecto a la curabilidad de las enfermedades
mentales imperante en el ambiente médico-psiquiátrico.
2. Las campañas publicitarias destinadas a hacer llegar al gran público las
ventajas de una adecuada atención psicológica.
3. La familiarización del ciudadano medio con los progresos psicoterapéuticos.
4. Al aumento del gasto público destinado a la atención de la salud mental.
Es obligado recordar aquí las fuertes oscilaciones axiológicas que afectaron al
concepto de psicoterapia a lo largo de este período.
El movimiento de orientación irracionalista New Thought fue un posicionamiento
intelectual y experiencial, que reivindicando ciertas reivindicaciones religiosas de
orientación cristiana y otras de carácter metafísico concernientes a la naturaleza
última de la realidad, proponía la curación de todo tipo de enfermedades a través de
la mente. Su impronta cultural en los EEUU dio lugar a una subcultura espiritualista
que constituyó un sólido precedente del Movimiento Humanista.
Dicha subcultura se convirtió en una de las fuentes de la ruptura interna sufrida por
este movimiento, que tuvo entre otras consecuencias la actual diferenciación ente
Terapias Humanistas y Experienciales y Terapias Humanistas Transpersonales.
A partir de la recuperación económica vivida por occidente una década después del
final de la II Guerra Mundial, apareció un movimiento romántico que reivindicaba la
espontaneidad y exaltaba el presente, el papel de lo vivencial y de las relaciones
interpersonales no formalizadas. Gracias a él conocieron su apogeo las
psicoterapias experienciales.
3. Ruptura posmoderna (1970 hasta el momento actual).
Apareció el estructuralismo, que tuvo un potentísimo punto de referencia
metodológico. Gracias a la extrapolación de la metodología lingüística al resto de
las ciencias sociales, acabará produciéndose lo que ha acabado llamándose giro
lingüístico, o sea el reconocimiento del lenguaje como piedra angular de la
configuración del pensamiento humano y de cualquier actividad cultural.
El método estructuralista se basó en varias dicotomías, como la de significado-
significante, sincronía-diacronía y lengua-habla o código-mensaje.
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Para el estructuralismo, el sujeto y la conciencia estarán constituidos por el
lenguaje, el código, las estructuras, la cultura y el inconsciente. El estructuralismo
postuló que, para alcanzar el conocimiento de lo humano y lo real, era preciso
centrarse en las estructuras que laten tras la conducta y los objetos, no en los
contenidos de la conciencia.
El posestructuralismo reafirmó el rechazo introducido por el estructuralismo de la
conciencia como vía legítima de conocimiento, al volver a considerar al individuo
como un ser activo, que construye su relación con el mundo en y desde el lenguaje,
y propulsó la ruptura epistemológica conocida como posmodernidad.
Los rasgos más llamativos de dicha ruptura son:
La concepción de la realidad y del conocimiento como fruto de los
intercambios interpersonales, como construcciones sociales nacidas a partir
de la interacción, no como entidades objetivas absolutas.
La reivindicación de los procedimientos de análisis del discurso, y de las
narraciones en particular, como instrumentos óptimos de investigación.
Con el giro lingüístico se perfilan dos de los rasgos más destacados del último
cambio de siglo y de milenio: la creciente globalización económica e informativa y
por tanto cultural, y una profunda polifonía ideológica de ética mayoritariamente
autopermisiva, en la que el único valor universalmente asumido parece ser la
concepción contractual y egocéntrica de las relaciones individuo/grupo.
Actualmente, en psicoterapia, los enfoques narrativos y las terapias cognitivas
posracionalistas constituyen los emergentes más significativos de la
posmodernidad.
Autoevaluación
1. La función de las tecnologías de la inteligencia consiste en: posibilitar ciertas operaciones
de la inteligencia.
2. Las presuposiciones culturales relacionadas con las opiniones se denominan: Doxásticas.
3. La visión del mundo premoderna estuvo vigente desde: la prehistoria a 1500.
4. Una de las siguientes opciones no es característica de la Modernidad: la creencia en que
la realidad sólo es parcialmente cognoscible.
5. La consolidación del método atributivo interno propiciado por el calvinismo procede
directamente de: la liberación hermenéutica concedida a los fieles.
6. En relación a los tratamientos psicológicos, la primera mitad del siglo XIX se caracteriza
por: el surgimiento de un optimismo infundado respecto a la curabilidad de los trastornos
mentales.
7. Uno de los siguientes factores no desempeñó un papel directo en el desarrollo alcanzado
por la psicoterapia a los largo del siglo XX: la depresión económica de 1929. Si lo fueron
“el optimismo respecto a la curabilidad de los trastornos mentales” y “las campañas
publicitarias sobre las ventajas de una adecuada atención psicológica”.
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