Universidad Internaciones
Historia del Arte II
Génesis Girón 14030018
Mariana Cabrera 14010010
Llevaba ya más de medio día cavando. No estaba seguro de la razón,
pero había algo en su mente que le decía que buscara en ese lugar. El
bello jardín ya había perdido su forma. Donde antes crecían las flores,
ahora no había más que montículos de tierra, provenientes de lo que
ahora eran grandes agujeros. Había estado trabajando sin probar
bocado alguno, y el calor de la tarde acababa con sus fuerzas poco a
poco. Su única motivación era encontrar este objeto preciado, algo
digno para darle a la mujer perfecta: su esposa.
Habían pasado días desde la última vez que tuvo contacto con ella, el
recuerdo estaba ya nublado. Lo único que tenía claro en su mente era
lo mucho que la amaba, y necesitaba recuperarla. No recordaba por
qué ella lo había abandonado. De un día para otro, los susurros se
convirtieron en gritos, en enojo y odio. Pero él tenía la esperanza de
que, con este regalo, su esposa volvería a amarlo como antes. Así que
siguió cavando durante toda la noche, anhelando encontrar lo que
tanto buscaba.
Estaba seguro de que este objeto llenaría el vacío en el corazón de su amada. Sabía que lo había perdido
hace poco, y que había sido devastador para ella. Pero él se encargaría de que lo tuviera de vuelta, para
que volviera a ser tan feliz como antes. Para poder ver una vez más la bella sonrisa que ocupaba su
mente día con día.
Fue entonces, cuando su búsqueda obtuvo resultados, muy dentro de la tierra entre piedras y gusanos.
Bastó con un vistazo a esa imagen para que todo regresara a su memoria. Ya había recordado el motivo
del odio de su esposa, su abandono, y la interminable tristeza que sentía en el corazón. Ocurrió hace un
par de semanas, la desesperación de perder su empleo y la frialdad de su esposa jugaban con su cabeza.
Se sentía alejado de la realidad, impotente, sin poder controlar sus pensamientos. Y para colmo, el
llanto del bebé no se detenía. Fue entonces cuando perdió por completo la razón, tomó a la criatura en
sus brazos y le cubrió la boca. Presionó tan fuerte que el llanto se detuvo, y con él, la vida de su hijo.