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APUNTES DE MICHEL WIEVIORKA Los retos de la sociología

y discusiones sobre violencia y multiculturalidad

Por: La Colmena1

Presentación

El Dr. Michel Wieviorka,2 uno de los sociólogos franceses más

influyentes de la actualidad, visitó este año a la Pontificia

Universidad Católica del Perú para recibir la distinción Doctor

Honoris Causa como reconocimiento de su contribución a la

teoría sociológica y sus propuestas de investigación sobre

violencia política, terrorismo, y movimientos sociales en Europa

y América Latina. La Colmena, revista de estudiantes de

sociología de la PUCP, estuvo presente en los tres eventos

realizados en la universidad que reunió a estudiantes,

profesores e investigadores para discutir sobre los retos

actuales de la sociología y la importancia de los estudios sobre

violencia, movimientos sociales y multiculturalidad en el siglo

XXI. El presente documento busca realizar, en primer lugar, una

reseña de las tres ponencias presentadas por el Dr. Wieviorka

en la PUCP, que funcione como incentivo para abrir nuevos

temas de investigación y debate en el país. En segundo lugar,

deja constancia de las ideas y teorías que expuso durante su

visita. Y finalmente, el documento es el producto final que cierra

del trabajo de La Colmena durante todo el año 2012.

1 La Colmena es la revista de estudiantes de sociología de la PUCP. El trabajo de seguimiento fue realizado por Noelia

Chávez Angeles, estudiante de décimo ciclo de sociología y miembro de la revista. 2 Michel Wieviorka es Doctor en Letras y Ciencias Humanas y Director de estudios en l'École des Hautes Études en

Sciences Sociales de París. Desde el 2000 es director de la Fondation de la Maison des Sciences de l’Homme, y ha estado

a cargo del Centro de Análisis e Intervención Sociológica (CADIS) entre 1993 y 2009. Asimismo, fue presidente de la

Asociación Internacional de Sociología entre los años 2006 y 2010.

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Los desafíos de la sociología hoy3

Durante la ceremonia académica de distinción

con el grado de Doctor Honoris Causa, el Dr.

Michel Wieviorka planteó un esquema general

sobre el estado actual de las ciencias sociales

en el mundo y las dificultades por enfrentar en

su desarrollo.

Michel Wieviorka sostiene que las ciencias

sociales, y la sociología en particular, fueron

por mucho tiempo un monopolio de los países

occidentales. Nacieron en Europa y se

organizaron en el seno de tres culturas

principales: la alemana, francesa y británica.

Sin embargo, luego de un desarrollo fulgurante

en América del Norte, “se han apoderado del

mundo entero”, y occidente perdió su carácter

dominante en la predicción y definición de

paradigmas sociológicos. En otras palabras,

hoy en día las ciencias sociales son mucho

más globales y desarrollan nuevas formas de

estudiar lo social y definir sus objetos.

Por lo tanto, para entender lo que hay de

nuevo en el mundo, que también es nuevo en

las ciencias sociales, Wieviorka señala que es

indispensable trabajar, en primer lugar, dos

elementos que suelen aparecer como distintos

o lejanos uno del otro. Por un lado, la

sociología debe tomar en cuenta ‘la

globalización’4, que no es únicamente

económica, sino cultural, religiosa, jurídica, etc.

Este enfoque sirve para entender fenómenos

como el terrorismo, los movimientos sociales,

las migraciones y las identidades, que no

pueden ser únicamente enmarcados en el

cuadro clásico del Estado Nacional.5 Es verdad

también, que la globalización no es, como

muchos la pensaban en los años 90s, ‘la

3 Extraído del discurso de Michel Wieviorka en el evento

Doctor Honoris Causa – PUCP 2012 4 Llamada por lo franceses ‘mundialización’

5 Wiviorka citó al sociólogo alemán Ulrich Beck:

“debemos acabar con el nacionalismo metodológico”.

homogeneización del mundo’ o

‘nacionalización del mundo’. Lo interesante,

advierte, es que vivimos en un espacio

dominado por relaciones y conflictos

planetarios cada vez más estrechos, pero al

mismo tiempo donde se desarrollan culturas y

particularismos dentro de cada país.

Por otro lado, Wieviorka indica que la

sociología debe tomar en cuenta todo aquello

que esté conectado con la idea del

‘individualismo’, cuyo crecimiento fue

interpretado de manera instrumental a través

de ideas conectadas con el rational choice.

Claro está que esta dimensión existe y que

debemos tomarla en cuenta, pero el

individualismo va más allá. Él la define como el

deseo de cualquier individuo de ser sujeto de

su propia existencia, y si participa de una

acción colectiva es a partir de una decisión

personal. Por ejemplo, cuando Wieviorka

estudió qué significaba ser musulmán en los

jóvenes musulmanes de Francia, ellos

respondieron que no es únicamente porque

sus padres y abuelos lo fueran, sino que son

musulmanes porque es una decisión personal

que uno adopta como sujeto. Asimismo,

sostiene que cuando se desarrolla el

individualismo, se acaba con la idea clásica de

división entre cuerpo y espíritu. A través del

estudio del cuerpo podemos entender mucho

más sobre las personas y sus bondades: el

cuerpo es lo que yo quiero hacer con él.

Entonces, una primera dificultad para las

ciencias sociales es tener que pensar en un

nivel ‘global’, pero al mismo tiempo, tomar en

cuenta al individuo. Una segunda dificultad que

encuentra Wieviorka, es que de un lado

estamos confrontados al ‘relativismo’ y la

‘fragmentación cultural’, y por otro, al tema

del ‘universalismo’. Indica que discutir el

tema del universalismo es necesario pero difícil

de re-pensar. Hay mucha gente que sostiene

que es tiempo de hablar del universalismo

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abstracto, otros que el universalismo es el

discurso de los países dominantes de

occidente. Y por otro lado, hay tendencias

bastante fuertes de fragmentación a nivel

mundial que se reflejan en el desarrollo de la

misma sociología: si vamos a un campus

universitario norteamericano, en la sección

sociología encontraremos a los clásicos, y en

otra sección están los estudios sobre América

Latina, África, etc. El desafío es no aceptar el

universalismo como está dado, pero si

repensar y reconstruir el universalismo como

tema central para el futuro de la sociología.

Un tercer aspecto es la relación entre las

ciencias sociales y la democracia. Para Michel

Wieviorka, las ciencias sociales no pueden

existir verdaderamente sin democracia.

Muchos poderes totalitarios y dictaduras las

han utilizado para justificar sus dominios: los

primeros números de la American Jornal of

Sociology están llenos de artículos racistas.

Sin embargo, acota que no podemos contribuir

a desarrollar nuestra disciplina sin exigir, al

mismo tiempo, una mayor apertura

democrática en la que pueda cumplir un papel

útil. Si tratamos, por ejemplo, sobre los

movimientos sociales, en los años 60s muchos

sociólogos trabajaban al lado del movimiento

obrero o campesino, hoy en día lo central no

es la participación directa en esos

movimientos, pero si producir conocimiento de

tal manera que el nivel de análisis dentro de

ellos se incremente. Lo más importante,

entonces, es que todo aquello que las ciencias

sociales pueda y deba estudiar se realice con

la idea de que ese tipo de acción debe ser

parte de la democracia.

Por último, Wieviorka cierra la discusión acerca

de los retos de la sociología planteando que

hoy en día las ciencias sociales son más pluri

o multidisciplinarias, y es necesario

aprovechar las nuevas relaciones con otros

campos del saber para pensar en términos de

co-producción de conocimiento, articulación y

pluri-disciplinariedad. Indica que así como en

los años 60s la cercanía entre el psicoanálisis

y la sociología fue estrecho, es necesario

explorar las relaciones entre las ciencias

sociales y las ciencias naturales. ¿Por qué?

Porque los fenómenos naturales no son

únicamente naturales, sino que contienen

ciertas dimensiones sociales y viceversa. Pone

de ejemplo la siguiente frase arraigada en

muchos sentidos comunes: “es mejor ser rico y

blanco que pobre y negro cuando viene una

catástrofe”. Esto no quiere decir, aclara, que

desarrollemos una sociología de la biología,

sino que sociólogos y biólogos debemos

trabajar juntos. Sin embargo Michel indica que

el trabajo no solo debe ser compartido con las

disciplinas del saber, y nos comenta que

cuando empezó la escuela de Chicago, los

sociólogos trabajaban mucho con los

trabajadores sociales, no para ayudarlos, sino

para co-producir con ellos a partir de

conocimientos que habían ganado en la

práctica y tenían almacenado. De ese modo, la

sociología no estaría buscando facilitar su

trabajo, sino producir de manera más completa

y compleja. ■

Una mirada a la violencia:

subjetivación y des-subjetivación6

Uno de los temas de investigación más

importantes de Michel Wieviorka, es el análisis

del fenómeno de la violencia. En el

conversatorio organizado por la Maestría de

Sociología de la PUCP, Wieviorka profundizó

acerca de la definición del fenómeno referido,

así como su teoría sobre el sujeto y los

procesos de subjetivación y des-subjetivación

dentro del proceso violento.

6 Extraído del conversatorio entre el sociólogo Michel

Wieviorka con docentes e investigadores interesados en

el tema de la violencia, organizado por la Dirección de la

Maestría en Sociología PUCP.

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¿Cuáles son las diferencias entre violencia y conflicto?

"Yo pienso que la violencia es el contrario de conflicto. Para mi el conflicto es la relacion conflictual y

la violencia es el contrario del conflicto institucionalizado ¿Qué es eso? Cuando hay una relacion

entre actores, hay situaciones en las cuales debemos negociar, no solucionar, pero por lo menos vivir

con el conflicto y vivir juntos. La violencia es lo contrario porque dice "yo no quiero vivir en un

conflicto", y la palabra es la guerra que es la violencia. Claro que eso no va a resolver todo el

problema, pero si hay asociaciones, si hay movimientos populares, si hay partidos politicos que

aceptan vivir en la misma sociedad que sus adversarios, estamos en una situacion de conflicto. (...)

La conflictualización es la transformación de una situación de ruptura, donde la gente no se habla, a

una situación donde la gente discute de manera conflictual (...) y lo voy a decir de una manera

bastante fuerte: el papel de los sociólogos es de ser capaz de ayudar a entender que hay que pasar

de una situación de crisis, de ruptura, de no debate, etc, a situaciones de debate y reconocimiento de

actores, y de construcción de conflicto. No es un papel político, el sociólogo no es un actor político, y

los que fueron políticos lo saben muy bien, pero el sociólogo puede intervenir en el debate público

para decir las condiciones que hacen posible la transformación, aunque a veces no sea posible"

Wieviorka sostiene que cuando hablamos de

violencia no sabemos si lo hacemos de una

manera objetiva o subjetiva. Sin embargo,

añade que la violencia como categoría objetiva

no sirve porque lo que uno considera como

violencia puede no serlo para otra persona.

Pero del otro lado, si no contamos con una

definición objetiva de la violencia caemos en el

relativismo y la discusión termina entrampada.

Entonces, el primer tema que Wieviorka

considera importante tratar es “moverse del

esfuerzo para objetivar la violencia al

esfuerzo para tomar en cuenta la

subjetividad de los que hablan de

violencia”.

En este punto señaló que existen tres familias

clásicas de análisis sobre el fenómeno,

ninguna totalmente satisfactoria. La primera

indica que la violencia es la respuesta de los

actores a una situación de crisis o de

cambio. Por ejemplo, los obreros son violentos

porque no hay empleo, o la violencia está

ligada a la crisis económica. El sociólogo más

representativo de esta familia es el

norteamericano Ted Robert Gurr, muy

relevante en los años 60s por sus

investigaciones sobre conflictos políticos e

inestabilidad. La segunda familia de análisis

señala exactamente lo contrario: “la violencia

no es la respuesta a una crisis, la violencia es

un comportamiento racional, estratégico. El

actor calcula, sabe por qué utiliza la violencia”.

Es decir, la violencia es instrumental, y no solo

se refiere a los actores que piensan como

individuos, sino en términos de acción

colectiva. El mayor representante de esta

perspectiva es Charles Tilly que sostiene que

la violencia es un recurso para acceder a

ciertos objetivos. Finalmente, Wieviorka señala

una tercera familia muy amplia que trabaja la

relación entre cultura y violencia. Norbert

Elías, por ejemplo sostiene que a mayor

‘civilización’ menos violencia, y la violencia

termina siendo lo contrario a ‘cultura’. Por otro

lado Theodor Adorno, señala que la educación

determina las personalidades, entonces una

persona educada con personalidad autoritaria,

nunca va a ser democrático y tenderá a utilizar

y aceptar la violencia más fácilmente. Lo cierto

es que entre el momento que eres educado y

el instante en el que actúas de manera

violenta, han sucedido un conjunto de hechos

que influyen en la decisión de ser violento.

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Partiendo de las limitaciones de las familias

clásicas de análisis, Wieviorka plantea la

posibilidad de explorar la violencia desde una

perspectiva nueva: la idea del sujeto. “Pensar

en la idea del sujeto es pensar que los

hombres son capaces de acción, de ser

responsables, de elegir, de producir a través

de sus luchas, por ejemplo, su existencia”. El

sujeto es, de acuerdo a François Dubet, la

capacidad de actuar y de ser actor. En ese

sentido, sostiene que si uno es capaz de ser

sujeto, también considera que todos los

humanos deben ser capaces de serlo. El

sujeto ‘romántico’, va a construirse a través de

su acción y su sentido de responsabilidad.

Pero ¿cómo enlazar la violencia con la

posibilidad de ser sujeto? Wieviorka señala

que el actor violento no va a construirse, sino

que va a destruir a otros o destruirse. Lo que

busca el autor entonces es construir una

noción de sujeto que tome en cuenta la cara

negativa de la acción, la violencia, el racismo,

el mal. Como llegado a este punto es poco útil

hablar de ‘sujetos’, Wieviorka considera mejor

hacer referencia a los procesos de

subjetivación, es decir soy más y más sujeto a

lo Touraine; y procesos de des-subjetivación,

yo soy más y más racista, más y más violento.

A partir de estas categorías, Michel Wieviorka

propone cuatro formas diferentes de pensar y

discutir el tema de la violencia:

1. Desde situaciones donde una persona o

grupos de personas quieren ser actores,

tienen una subjetividad bastante fuerte,

pero viven en condiciones que no

hacen posible el ser actor. Entonces la

violencia es el fruto de estas dificultades o

imposibilidades de poder transformar su

subjetividad en acción.

2. Desde situaciones donde la violencia es

conectada con que el actor no es

responsable de sus actos. Michel pone

como ejemplo el experimento de Stanley

Milgram, en el cual un alumno, siguiendo

las órdenes de su profesor, manda

descargas eléctricas de alta intensidad a

la silla de una persona cada vez que ésta

comete un error. La verdad es que tal

electricidad no existe, pero logra

demostrar el grado de obediencia a la

autoridad legítima. Wieviorka advierte que

el tema del no-sujeto es interesante en

este caso, pero no le parece válido pensar

en un acto de ‘obediencia total’

3. Desde situaciones donde los individuos

logran ser actores a través de nuevos

discursos. Una ideología o una religión

pueden poner a disposición una serie de

categorías mentales que hacen creer a

una persona que es un ‘sujeto’. Este caso

vale para muchas experiencias de

violencia extrema y pensamiento radical:

el terrorismo islámico es una ideología y

una manera de pensar que viene para

compensar un vacio de sentido.

4. Finalmente, un caso extremo pero muy

interesante es cuando la violencia es un

fin en sí mismo, violencia pura. Wieviorka

pone como ejemplo la prisión de Abu

Gurayb en Irak, donde militares

norteamericanos utilizan la violencia solo

por el placer de ser violentos. En ese caso

se puede hablar de una dimensión del

sujeto contraria al sujeto: los individuos

buscan construir su subjetividad a través

de la destrucción de la subjetividad de los

otros.

Lo cierto es que Michel Wieviorka recalca que

no es posible que a través de la violencia se

constituya un sujeto. Sin embargo, afirma

que hay situaciones dentro de una sociedad

donde la violencia puede contribuir en la

construcción de uno, a condición que sea un

momento muy breve. Por ejemplo, en los

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proceso de violencia juvenil urbana en Francia

de los 90s, desatada por la muerte de un joven

en manos de policías, los jóvenes afirman que

antes de los actos violentos no tenían ninguna

capacidad de pensar, pero la violencia los

ayudó a constituirse en un actor, formar

organizaciones y hacer política. Pero en este

paradigma hay también muchas posibilidades,

si una persona se queda en la violencia

sucede un proceso de des-subjetivación. Otro

caso interesante, siguiendo las teorías de

Frantz Fanon, psiquiatra y filósofo francés,

sucede cuando en una situación de

colonización el uso de la violencia resulta

inevitable. Para que un individuo pueda ser

sujeto de su propia existencia primero es

necesario que se libere de toda opresión. Sin

embargo, acota Wieviorka citando a Fanon,

primero hay que hacer la ruptura intelectual

antes de hacer la ruptura militar.

Wieviorka señala que las categorías

presentadas necesitan mucha discusión aún.

Sus principales enemigos intelectuales no son

las tres familias clásicas de análisis, sino el

enfoque interaccionista o la

intersubjetividad. Mientras que él señala que

para entender la violencia es más importante

entender la subjetividad del actor violento y los

procesos que lo llevan a actuar de ese modo,

los interaccionistas como el sociólogo

norteamericano Randall Collins, consideran

que la violencia solo puede ser comprendida a

través de un conjunto de interacciones entre

individuos.

Al margen de las diferencias entre los

enfoques, lo cierto, afirma para concluir Michel

Wieviorka, es que cuando queremos entender

la violencia necesitamos ideas, conceptos,

teorías, pero no debemos forzar los hechos a

encajar en las teorías. Estas últimas son

instrumentos para analizar fenómenos que

buscamos entender: “Yo no propongo una

teoría, propongo instrumentos de análisis que

pueden ser útiles para entender a Sendero

Luminoso o los acontecimiento de La Parada

de hace unas semanas”. En ese sentido,

Wieviorka considera que actualmente el

trabajo teórico es sumamente necesario para

entender procesos complejos y usualmente

obscuros como la violencia o el terrorismo.■

Discusiones en torno al

multiculturalismo7

El último tema que Wieviorka trató en la PUCP,

fue sobre los desafíos del multiculturalismo

durante su Conferencia Magistral

“Encrucijadas de la diferencia y

multiculturalidad”. En ella sostuvo firmemente

que la historia del multiculturalismo tiene dos

aristas, por un lado es un tema institucional y

de crítica social, y por otro lado es una historia

intelectual de tipo sociológico, aunque no tiene

la misma historia que las ciencias sociales. Sin

embargo, sí queremos darle un tratamiento

político e institucional a las diferencias

culturales, Wieviorka considera más adecuado

apoyarnos en las ciencias sociales para evitar

caer en interpretaciones ideológicas.

En primer lugar, afirma que el multiculturalismo

es una forma institucional política. Eso significa

que el multiculturalismo no se refiere a la

numerosidad de identidades o culturas, sino a

un sistema de tratamiento de las

diferencias culturales, reconociéndolas, y

planteando la posibilidad de vivir juntos dentro

de un país de manera democrática. ¿De dónde

vienen esas diferencias que el

multiculturalismo ha tratado y cuáles son los

problemas que poseen? Wieviorka explica que

hay varias fuentes. Primero, vienen de viejas

7 Extraído de la conferencia de Michel Wieviorka en la

PUCP: “Encrucijadas de la Diferencia y la

Multiculturalidad”

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¿Es posible enlazar los temas de violencia y multiculturalidad?

“Claro que sí. Yo pienso que si no hay reconocimiento de las diferencias eso puede llevar a

violencia porque, si tú no eres reconocido en tu lengua o en tus tradiciones, tal vez tienes el sentido

que no tienes un lugar dentro del sistema. Entonces el multiculturalismo puede ayudar a hacer que

el espacio de la violencia sea menos amplio. Pero no es el único elemento del tema. Hay

situaciones donde existen ciertos grupos que van a ser violentos para entrar a un sistema

multiculturalita. El trabajo del sociólogo no es de proponer una teoría general, sino pensar cuál es la

relación entre una política pública de tipo multiculturalista y el espacio de la violencia, ¿hay más

violencia o menos violencia? Yo pienso que hay menos violencia cuando se desarrolla un ambiente

de multiculturalismo, pero esa es una idea muy abstracta, hay que ir y ver lo que pasa en la

práctica.”

identidades regionales, nacionales, que

encuentran una nueva juventud que pretende

salvar su lenguaje y tradiciones. Sin embargo,

explica que más que manejar lógicas de

reproducción de identidades, manejan lógicas

de producción que terminan inventando formas

culturales. En segundo lugar, se encuentran

aquellas que arriban a través de fenómenos

migratorios, y que consideran que su historia,

cultura y lengua no existe ni es reconocida en

su país, como el caso de los ucranianos en

Canadá. La tercera familia de diferencias

culturales, son aquellas que se desarrollan

dentro de una sociedad sin estar conectada

con una identidad nacional, regional o un

fenómeno migratorio. Estas son, por ejemplo,

las identidades sexuales. Y en cuarto lugar,

tenemos las importaciones culturales a

través de los medios de masa, el internet, el

cine, la música, etc.

Todas estas diferencias existen, se

transforman y conviven más o menos en la

misma sociedad. El multiculturalismo, señala

Wieviorka, es la posibilidad de conciliar de

manera democrática dos cosas: el

reconocimiento de particularismos

culturales y el respecto de valores

universales. Claro que en la práctica esto no

es tan sencillo, porque aquellos defensores de

los valores universales gustan mucho de

hablar de espacios donde existen únicamente

sujetos individuales, mientras que los voceros

de las identidades particulares defienden

formas de comunitarismo cerrados que incluso

niegan al individuo. Muchos pueblos

originarios, advierte Wieviorka, no buscan una

forma institucional para vivir juntos, quieren

sus derechos, sus territorios y sus leyes. La

independencia de todos, se convierte también

en parte del proceso multicultural.

Sin embargo, es necesario introducir un

aspecto adicional a la discusión: no

solamente existen problemas de tipo

cultural, sino también problemas sociales

de empleo, alojamiento, salud, educación para

muchas minorías. Por ese motivo en Canadá,

cuna del multiculturalismo en los 70s, nació el

debate sobre la necesaria articulación entre lo

social y lo cultural en la elaboración de

políticas multiculturales; a diferencia de los

Estados Unidos donde hay una proliferación de

políticas de acción afirmativa para aliviar solo

inequidades estructurales. El problema es que

el debate no se ha transformado desde

entonces, y aún nos movemos en la discusión

sobre la necesidad de reconocer las

diferencias, o de no reconocerlas. La

consecuencia directa es el debilitamiento del

debate sobre el multiculturalismo.

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En ese sentido, Michel Wieviorka propone que

el cambio general de nuestras sociedades

hace cada vez más difícil hablar hoy en día del

multiculturalismo por tres razones diferentes.

La primera razón es que solemos referirnos

al multiculturalismo en situaciones donde

el tema no es cultural sino religioso. Por

ejemplo, ser musulmán tiene una serie de

implicancias culturales, pero antes que todo es

una categoría religiosa y la religión no es

cultura, por lo tanto el debate sobre

multiculturalismo en gran parte de Europa es

poco claro. El segundo tema es la fuerte

tendencia de muchos países a la etnicización

o racialización del debate. Wieviorka señala

que si uno empieza a hablar de color de piel y

a definir a las personas de un grupo a través

de características físicas, entonces ya no

estamos discutiendo de cultura sino de natura.

Resulta que en Francia, por ejemplo, fuera del

tema racial y religioso los problemas de cultura

no son tan fuertes. Finalmente, la tercera

dificultad para discutir el multiculturalismo tiene

que ver con la globalización. Normalmente la

discusión está enmarcada dentro del Estado

Nación, pero las minorías culturales no viven

exactamente, ni únicamente, dentro de un

Estado, hay muchas diásporas. La discusión

se traslada, entonces, al plano transnacional.

Wieviorka indica que el multiculturalismo es

difícil de desarrollar si es que los grupos con

quienes se trata no viven exactamente dentro

del cuadro donde se elaboran las políticas de

reconocimiento.

A pesar de todas las dificultades planteadas,

Michel Wieviorka sostiene que así como el

multiculturalismo puede abrir puertas

peligrosas al comunitarismo, también es

posible que abra caminos donde las políticas

públicas sean capaces de, por un lado,

reconocer que existen minorías que tienen

dificultades, y de otro, que ese reconocimiento

tenga la condición de que ese grupo actúe

también de manera universalista. Es decir, que

no haya dominación de los hombres sobre las

mujeres, ni negación del individuo en nombre

del común. El multiculturalismo vale para

Wieviorka, si coexiste un reconocimiento

para las identidades particulares y a su vez

hay una obligación de esas identidades de

practicar y reconocer valores universales.

Lo que finalmente llama la atención, es que

este tema aparece como un debate de pocos

países del norte. Michel Wieviorka considera

absolutamente necesario buscar que las

ciencias sociales del sur, y de otras partes del

mundo, participen en él porque sus

experiencias particulares, como el caso

aymara en Bolivia, puede ser muy útil para re-

encontrar el debate sobre el

multiculturalismo, que hoy en día parece

haber perdido vigor, pero que, al mismo

tiempo, resulta ser de suma importancia para

pensar y reflexionar sobre la convivencia entre

distintos. ■

ENLACES DE INTERÉS

Entrevista de la PUCP a Michel Wieviorka:

http://bit.ly/UA96gt

Entrevista de Javier Torres a Michel Wieviorka:

http://bit.ly/TUbTER

Blog de Michel Wieviorka:

http://wieviorka.hypotheses.org/

Texto de Francois Dubet, “De la sociología de la

identidad a la sociología del sujeto”:

http://bit.ly/TODGnJ

Página web de La Colmena:

http://lacolmena.pe/