“Arraigados en Dios“
Para leer la Biblia con provecho
Devocional
Lecturas bíblicas diarias
Traducciones del alemán
“Zeit mit Gott”
Tema: La gracia de Dios es suficiente –
Estudiamos la 2da carta a los corintios, cap. 11:16 – 13:14 (14 días)
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©Diakonissenmutterhaus Aidlingen
La gracia de Dios es suficiente –
Estudiamos la 2da carta a los corintios, cap. 11:16 – 13:14
(14 días)
Día 1
2.Co. 11:16-22
En este párrafo Pablo poniéndose en el nivel de discusión de sus adversarios dijo: “Ya que muchos se jactan como lo hace el mundo, yo también lo haré” (NVI). Con ésto se nos recuerda el peligro básico de la jactancia espiritual (1.Co. 4:7), la seductora auto glorificación de los falsos apóstoles (2.Co. 11:13) y la aparente jactancia de Pablo por realizar su servicio gratis (2.Co. 11:9.10).
También ahora con sus palabras respecto a la jactancia Pablo, no intentó conseguir elogio o gloria propia. Hablar de su propia gloria al fin y al cabo es insensato, pues estamos “destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23).
En los siguientes párrafos, a pesar de todo, Pablo compartió sus propias experiencias en el servicio, revelando sus propias debilidades y con más razón, el poder de Dios.
También en estas palabras encontramos la preocupación de Pablo por los corintios. Ellos se evaluaban cuerdos (1.Co. 4:8), sin embargo permitieron el actuar de falsos maestros, y se dejaron encandilar por ellos. Ese peligro no perdió su actualidad.
Nos impresionamos muy fácilmente por números (gran cantidad de participantes, visitantes, oyentes), acciones espectaculares o nombres muy famosos. ¿Puede ser que anhelemos nosotros mismos tales “éxitos”? ¿Puede ser que sea porque nos parece ver la bendición especial de Dios? Todo ésto puede influir en nuestro discernimiento y engañarnos de la misma manera que la gloriosa apariencia de los falsos maestros encandilaba a los corintios.
Pablo se enfrentó a la comparación de sus adversarios y habló en primer lugar de su pertenencia al pueblo de Israel (comp. Fil. 3:5; Ro. 11:1). Con esto mencionó hechos, sin atribuirse privilegios o logros. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Fil. 3:7ss).
En el reino de Dios rigen otros parámetros. Mientras que la grandeza en este mundo, siempre se tiene que valer a de lo visible y demostrable, Dios puede ser muy grande en lo cubierto. Por amor a nosotros el Hijo de Dios llegó a ser el despreciado y rechazado por todos. (Lea Is. 53:3-5.)
Día 2
2.Co. 11:23-29
En ningún otra parte Pablo habló tan detalladamente de sus
experiencias personales como aquí. Los mencionados sucesos son
mayores de lo que se nos habla en los Hechos de los apóstoles. Pablo
no buscó su propia honra, no habló con el mismo estilo de los falsos
maestros acerca de éxitos al fundar iglesias o de hechos
extraordinarios, aunque todo esto también hubiera podido mencionar.
Más bien, habló de su “superioridad” en cuestiones de sufrimientos. Esa
dimensión realmente nos asusta.
Él sobrevivió varias veces a penas en las horrendas cárceles, cinco
veces la tortura de azotes por juicios judíos, tres veces azotes con varas
según los juicios romanos, tres veces naufragios (El naufragio de Hch.
27 aquí no está incluido).
Ésto y otros sufrimientos, realmente no son propicios para el retrato
de un astro. Pero está relacionado con las palabras sobrias de la Biblia:
“Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre” (Mt. 10:22). Por
eso conviene que estimemos nuestra vida diaria como un ejercicio en el
discipulado, sabiendo confiadamente que Dios nos guía seguros y
nunca nos deja solos.
En el año 1942, durante la 2da guerra mundial, escribió el poeta R. A.
Schröder en una carta: “A nosotros no nos puede pasar nada, sin
embargo estamos atemorizados. Tampoco al mundo le pasa nada de lo
que, por medio de Cristo Jesús, no haya sido ya reconstruido y cada
vez que fuera necesario lo reconstruiría. ¡Ojalá que todos lo supieran y
ese conocimiento los consolara! Pero, uno tiene que comenzar con uno
mismo y sacudirse cada mañana, tomando su corazón en las manos y
extenderlo delante de Dios, diciendo: aquí lo tienes, haz Tú lo que has
pensado, y obséquiame solamente la fuerza de amarte a Ti sobre todas
las demás cosas, temerte a Ti más que todos los demás temores y ser
obediente a Ti”. (Lea Sal. 55:16-22; 56:1-13.)
Día 3
2.Co. 11:29-33
El peligro para la vida de Pablo estuvo presente en todas partes. Pero
la preocupación por las iglesias no es menos penosa para él. Si los
hermanos en la fe, sucumben por el pecado, esto es para Pablo un
tremendo dolor. ¿Cómo es posible que un solo hombre pueda soportar
tantos apuros?
Nos admiramos no sólo por las acciones de Dios de rescate en estos
múltiples peligros sino también nos asombramos de que el apóstol no
haya caído en gran amargura. “Los chivos expiatorios del destino
tienden a ser misántropos, fastidiosos y afligidos. Pero esto no se nota
en el carácter de Pablo. Su alma no está quebrada ni vacía... Así Pablo
es una demostración de la verdad de lo que dijo el Señor, de que no
pueden matar al alma” (W. Lüthi; comp. Mt. 10:28; Hch. 16:23-34).
Pablo declara solemnemente que todo lo que dijo es verdad. Sus
sufrimientos lo unen con los sufrimientos de su Maestro y así se
diferencia claramente de sus adversarios. Como ilustración Pablo hace
recordar a la primera situación de persecución en Damasco. En aquel
tiempo Pablo llevaba consigo, igual que esos falsos apóstoles, cartas
de recomendación (comp. Hch. 9:2; 2.Co. 3:1). Autorizaciones humanas
debían ayudarle hacer algo impresionante en pro de su fe. Pero el
encuentro con Jesús lo tiró al suelo.
Cuando después comenzó a predicar de Jesucristo en forma
convincente, los judíos lo querían eliminar. Para eso se unieron con el
rey nabateo – árabe Aretas IV (9-40 d.C.) cuyo imperio abarcaba desde
el Mar Muerto hasta el río Éufrates y alcanzaba la región de Damasco.
La aguda amenaza obligó a Pablo a retirarse escondidamente. Con la
ayuda de otros logró el camino a la libertad en una canasta, descolgado
del muro de la ciudad. “Su misera huida de la ciudad, no una respetable
entrada, es característica de la vida apostólica” (D. Lowery).
¡Toda admiración y elogio lo merece solo Dios, el Padre del Señor
Jesucristo! (Lea 1.P. 1:3-9.)
Día 4
2.Co. 12:1-5
Aquí Pablo quería hablar acerca de las visiones y revelaciones del
Señor. Esa introducción alude a pensar que, probablemente no había
un pedido de parte de los corintios para eso. ¿Acaso Pablo podría
señalar revelaciones que le autorizaran, como apóstol lleno del Espíritu
Santo? Él podía hacerlo, pero al mismo tiempo se negó a entenderlo
como una distinción de su persona.
¿Por qué entonces habló de esto? “Los corintios, que en su mayoría
se habían puesto de nuevo de su lado, recibieron por su “gloriarse”,
fuertes argumentos para poder resistir a los falsos apóstoles” (H.
Krimmer).
A pesar de esto Pablo habló con mucha reserva y en tercera persona
de los acontecimientos. Para nosotros quedan más preguntas, de que
nuestras ansias de conocimiento acerca del mundo invisible podrían ser
saciadas. ¿De qué modo Pablo fue arrebatado? Los testigos bíblicos
conocen varios cielos (1.R. 8:27; He. 4:14). ¿Pensaría Pablo en la
morada de Dios, al hablar del tercer cielo (Mr. 16:19), y lo que vio allí?
¿Cuáles palabras indecibles escuchaba Pablo en el paraíso, el lugar de
los creyentes muertos (Lc. 23:43)? Pablo no habló de esto. Tales
visiones al mundo de Dios, no están pensadas para el público.
Pero tales acontecimientos deben haber influido ya que Pablo pudo escribir con gran certeza: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven” (2.Co. 4:17.18a). En este sentido sus extraordinarias experiencias cobraban sentido para muchos. Pablo mismo recibió instrucción y fortalecimiento, por medio de los cuales pudo y puede animar a otros Hch. 18:9.10; 23:11) y también enseñaba a los creyentes acerca de conocimientos que se refieren al plan de Dios de la salvación (comp. 1.Ts. 4:15-17).
Pero de ninguna manera las revelaciones sirven de confirmación o condición de una fe auténtica. El hombre nunca las puede utilizar para su propia honra. Tales revelaciones no deberían ser tema de la predicación. La palabra de la cruz debe estar en el centro (Gá.6:14).
Día 5
2.Co. 12:6.7
Los obsequios especiales de la gracia de Dios son el suelo fértil para
el orgullo, sea que otros exalten a la persona, o ella misma se evalúa
con excesiva benevolencia. En la teoría entendemos la necesidad de
un contrapeso correctivo. Pero en la práctica no nos agrada la
aceptación de tal “reajuste”.
Pablo denominó su carga personal, un “aguijón en su carne”. Él no
aclaró si se trataba de una enfermedad o una prueba espiritual, para
nosotros quedan las suposiciones. A él no le importaba describir
concretamente su sufrimiento, para que los lectores pudieren compartir
con él. Él escribió de su experiencia con cierta distancia interior,
queriendo compartir conocimiento espiritual. Él sabía: si nuestros
deseos no concuerdan con los caminos de Dios, sino que se cruzan,
entonces los experimentamos como una “cruz” en nuestro discipulado.
La palabra griega por aguijón, que textualmente se podría traducir
como “espina” o “púa”, se podría usar también como palo de madera en
el que se colgaba a los condenados. Así, el aguijón en la carne, puede
ser una señal de la cruz de Cristo, que también es parte de la vida de
los discípulos (Mt. 16:24).
En la vida del apóstol queda claro que sus sufrimientos no eran en
vano. Nunca jamás Dios desperdicia los dones y la salud de sus siervos.
“No hay nada que debe madurar tanto como el espíritu y el alma del
hombre. Muchas veces eso es posible solamente en la cámara de
presión de Dios, sino nos quedaríamos estancados en las limitaciones
de nuestra manera de ser. Por lo general ésto nos hace pasar por crisis.
Pero la consolación de Dios, acompaña al creyente en ese mundo
caótico. Su mano protectora va con nosotros y transforma lo pesado en
la vida en bendición para alcanzar la victoria. Esto produce un
sentimiento de amparo a pesar del suelo agrietado” (G. Naujokat; lea
Sal. 73:23-26; Ro. 8:28; 1.Co. 10:13).
Día 6
2.Co. 12:8.9
“Basta ya, oh Jehová” (1.R. 19:4). Así oraba Elías en una época de
tremendo aprieto y agotamiento. También Pablo llegó al punto, de sentir
extrema y muy grande limitación. Al principio no podía entender su
sufrimiento como algo que con el tiempo le serviría para un mayor bien.
Para nosotros vale de gran alivio que la Palabra de Dios hable con
tanta sinceridad. Los caminos difíciles de la vida nos llevan al límite y
nos asustan. Puede haber días en los que podemos perder el control y
empezamos a dudar del amor de Dios, de Su plan, de Su presencia en
nuestra vida y de nosotros mismos.
Pablo se refugiaba como Elías en la oración, no sin perspectiva, sino
lleno de esperanza y certeza. Él conocía la promesa de Jesús: “Pedid y
se os dará” (Lc. 11:9; comp. Lc. 18:7). Tres veces oró insistentemente
pidiendo la intervención de Dios, quizás con palabras como estas: Quita
de mí, Señor, esta prueba. Es suficiente ya.
Cuánto tiempo pasó entre esos pedidos con esperanza y espera, no
lo sabemos. Nuevamente para nosotros quedan aspectos en la
oscuridad. Sin embargo el final nos sorprende: la carga permanece
sobre él, pero recibió una respuesta: “Bástate mi gracia”.
Si somos sinceros, tenemos que reconocer, que muchas veces
sentimos, a pesar de Su gracia en nuestra vida, dolorosa escasez y
desearíamos soluciones más “firmes” y cambios, que sólo un “texto
piadoso”. ¿Puede esa Palabra ayudar realmente? De hecho, la
respuesta de Dios ofrece más que un consuelo piadoso. Ella contiene
una instrucción y una promesa.
Pablo recibió la exhortación: “¡Bástate mi gracia!”
“La gracia de Dios encierra no sólo Su inclinación misericordiosa y el
inmerecido perdón. Ella significa siempre que Dios mismo se da a
nosotros. Por eso la gracia no es un ‘premio consolador’ para
perdedores” (W. Lüthi), sino la súper abundante riqueza de una persona
amada por Dios. (Lea Jn. 1:14.17; Hch. 4:33; 2.P. 3:18.)
Día 7
2.Co. 12:9.10
“Sentir lo suficiente”, tiene que ver con que recibamos en la escuela
del Espíritu Santo una nueva visión y que crezcamos más en la
comunión con nuestro Señor (comp. Jn.14:26). Por medio del Espíritu,
Cristo vive en nosotros. (Lea Jn. 14:16-18.) Donde Dios está presente,
allí también está su poder.
Pablo recibió la promesa: “Mi poder se perfecciona en la debilidad”.
La palabra que se tradujo por “perfeccionar”, es la misma que Jesús dijo
como última palabra en la cruz: “¡Consumado es!” (Jn. 19:30).
Por eso se podría cambiar el versículo 9, en lo siguiente: “el poder de
Dios llega a la perfección en la debilidad”. Ésto se cumple de manera
doble. El poder de Dios se perfeccionó en la debilidad y aparente
impotencia de Su Hijo en la cruz, Quien no fue vencido por la muerte,
sino más bien quebró la maldición del pecado. El poder de Dios también
se perfeccionará en la debilidad de sus siervos. Su presencia en la vida
de sus seguidores no se muestra en que la debilidad se cambiará en
fuerza. El secreto es Su poder en la debilidad.
Aunque nosotros estuviésemos confusos, y presentásemos nuestro
testimonio con palabras débiles en vez de buena retórica, o
sucumbiéramos por cansancio; el poder de Dios y Sus posibilidades no
serán disminuidos. No por nuestras capacidades, sino por nuestra
debilidad Dios es elevado.
Por eso Pablo no se resignó ante la decisión de Dios, sino que se
pudo gloriar en su debilidad, porque por medio de ella, pudo
experimentar a Cristo, ser impulsado una y otra vez al Padre y encontrar
valentía para seguir esperanzado, su camino.
“Lo que se encontrará en nuestra vida, lo realizó la gracia; lo que se
extrañará, la gracia lo suplirá” (H. Bezzel; comp. 2.Co. 6:1-10).
Día 8
2.Co. 12:11-18
Pablo anunció su tercera visita. Nuevamente habló de cuestiones
muy delicadas, que aparentemente fueron muy discutidas en Corinto.
Una vez más expuso su negación a un sostén financiero (v.13.14) y se
distanció de la sospecha de haberse enriquecido secretamente, por
medio de sus colaboradores (v.16-18)
Aquí Pablo permitió a los corintios, un vistazo a su corazón. Él no
quería solamente quitar malentendidos; intentó conseguir una relación
de confianza y amor.
Su ejemplo nos da un buen consejo: ¡No a la humildad falsa! Pablo
se responsabilizó por su apostolado, con la certeza de haber recibido la
autoridad espiritual de Dios (v.11; comp. Ro. 1:5) y, como prueba, hizo
recordar las demostraciones del poder divino, que lo certificaran como
apóstol (comp. hch. 19:11; 14:3.8-10).
Es interesante saber que Pablo mencionó, como primera
característica, el milagro de la paciencia. Sólo Dios puede capacitar a
sus mensajeros para permanecer firmes a pesar de todas las
resistencias; en el fuego de la crítica y bajo la presión de la persecución.
¡No a la falsa autovaloración! Pablo no buscaba admiración por su
servicio y sus capacidades. “... nada soy” (v.11) lo dijo en forma muy
breve. Pero eso no es la expresión de un desesperante sentimiento de
inferioridad. Pablo se reconoció como pecador, que vivía agradecido por
la gracia de Dios. “Por la gracia de Dios soy lo que soy”. (Lea 1.Co.
15:9.10.)
¡No a la motivación falsa! “…no busco lo vuestro, sino a vosotros... yo
mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas” (v.14.15). Bajo
este aspecto se pueden entender bien sus esfuerzos. Pablo aprendió
de Jesús el “arte” de servir. “El Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mr. 10:45).
Día 9
2.Co. 12:19-21
En ese párrafo Pablo tocó otros temas muy delicados. Sin rodeos
mencionó sus sospechas acerca de encontrar la comunión destruida;
de tener que actuar con dureza y; de ser confrontado con la triste noticia
de que algunos miembros de la iglesia, aún no se habían arrepentido.
Esa preocupación nos podría extrañar, porque en otra cita Pablo
alababa con gran gozo el cambio de pensar de ellos (2.Co. 7:9).
Sin embargo “en la iglesia que hace tiempo estaba resquebrajada
(1.Co. 5:11; 11:16.17), muy fácilmente podrían comenzar nuevas
alteraciones. Tito mismo en su informe, no obvió hablar de los
problemas, que a pesar del cambio fundamental en la actitud de la
iglesia, seguían existiendo” (W. De Boor).
Pablo les escribió en su responsabilidad ante Dios y en el espíritu del
amor de su Señor (2.Co. 12:19). El poder destructivo del pecado no se
debe minimizar (Pr. 14:34; He. 3:12.13; 1.Jn. 1:8.9). En la vida diaria
estamos en peligro de devaluar algunos pecados como algo normal, y
en el caso de otros, exponerlos como demasiado grandes. ¡Cuántas
veces nuestras comunidades sufren bajo la carga de los pecados
mencionados en el versículo 20! ¿Cuándo habrá limpieza? ¿Puede ser
que ya nos hemos acostumbrado a tales situaciones? ¿Acaso hablamos
mal de alguien y lo denominamos como necesaria información?
¿Estamos dispuestos a reconocer nuestros sentimientos de rechazo y
de envidia?
También nos debería llamar la atención que, en el mencionado ámbito
de pecados sexuales, no se refiere a gentiles desorientados, sino a
creyentes, entre los cuales Pablo extraña la disposición al
arrepentimiento. ¡Tanta influencia puede tener la orientación sensual de
una sociedad, sobre la conciencia de los cristianos!
Nuestra comprensión es: la iglesia será edificada, cuando temas de
esta índole no se callen, y los hombres obedezcan al llamado de Dios.
Nuestro pedido es: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva
un espíritu recto dentro de mí. Vuélveme el gozo de tu salvación, y
espíritu noble me sustente” (Sal. 51:10.12).
Día 10
2.Co. 13:1-4
“No hay mayor obsequio que éste: cuando Dios nos sacude
fuertemente, y nos muestra toda la dejadez y lo quebradizo en nuestra
relación con Él. Después de tales horas de juicio y de arrepentimiento,
llegaremos a ser mucho mejores edificadores en el reino de Dios. Pues
con estas sacudidas, nos trasladamos nuevamente a la presencia de
Dios, nuestro elemento de vida del cual ya no nos querremos distanciar
más” (E. Schnepel).
Se trató de tal conmoción, parecida a un juicio, cuando Pablo al
anunciar su planeada visita, tuvo que anunciar fuertes medidas. Él
llamaría a dar cuenta a todos aquellos, que por su pecado significaban
un peligro para la iglesia. Él actuaría según el derecho y las
declaraciones de testigos. Dolorosas consecuencias como la
necesaria exclusión de la iglesia, ya no se postergarían (comp. Mt.
18:15-20).
Pablo advirtió durante mucho tiempo, esperó y luchó por cada uno de
los creyentes. Después actuó entre ellos, en su autoridad apostólica.
Esto no fue un intento para demostrar al final su superioridad y poder.
Tampoco se debía “purificar” la iglesia de pecadores, para gloriarse. No,
estas duras consecuencias eran para Pablo la última medida en el largo
camino, tratando de conmover a los culpables al arrepentimiento. Su
propósito no era deshacerse de pecadores y buscapleitos, sino
ganarlos. Pablo compartía ese deseo con su Señor, tanto en debilidad
como en fortaleza.
No debemos olvidar: para abrirnos el camino a la presencia de Dios, Jesús sufrió voluntariamente la debilidad, la burla y la muerte. Como victorioso resucitado, utiliza Su poder a favor nuestro, para que podamos permanecer en la comunión con Dios. “Incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Este poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales” (Ef. 1:18-20 NVI; 3:20)
Día 11
2.Co. 13:5.6
Tanto la iglesia como también cada uno en particular, es responsable
ante Dios. Por eso Pablo llamó al autoexamen, antes de su llegada.
En nuestros días no esperamos la visita de un apóstol, sino la
segunda llegada de nuestro Señor Jesucristo (Mt. 24:42-44). La
pregunta decisiva es: ¿estamos en la fe y está Jesucristo en nosotros?;
¿cómo se puede comprobar ésto en uno mismo? De ninguna manera
se trata de observar continuamente, si siente algo de Cristo o si se
encuentra la valentía en la fe. Esto nos haría concentrar solamente en
nosotros mismos.
David oraba: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame
y conoce mis pensamientos” (Sal. 139:23). Examinarse a sí mismo
significa, dejarse mirar por Dios y mirar a Cristo.
Para practicar eso, un grupo de creyentes eligieron el siguiente
camino. Motivados por las predicaciones de John Wesley
confeccionaron un catálogo con 27 preguntas. Mencionamos cinco de
ellas:
· ¿Aparento ser mejor, consciente o inconscientemente, de lo que soy
en realidad? Dicho de otra manera: ¿soy un hipócrita?
· ¿Soy esclavo de mi vestimenta, mis amigos, mi trabajo y mis
costumbres?
· ¿Aparto cada día suficiente tiempo para la Palabra de Dios, para que
me pueda hablar? ¿Me gusta orar?
· ¿Hay por ahí alguien a quien temo, o a quien no quiero, no lo acepto,
lo rechazo, lo critico, contra el cual tengo prejuicios? ¿Qué hago
respecto a eso?
· ¿Cuándo fue la última vez que hablé con alguien para ganarlo para Cristo?
Convendría entregar nuevamente a Cristo el derecho de gobierno, en
aquellos ámbitos que están en peligro de ser conquistados nuevamente
por el enemigo. Nuestra fe tiene futuro, pues Cristo en nosotros es la
esperanza de gloria (Ef.3:17; Col.1:27).
Día 12
2.Co. 13:7-10
El apóstol deseaba de todo corazón, no tener que hacer valer su
autoridad aplicando castigo. Más bien deseaba ser nuevamente
criticado de ser débil e insignificante (2.Co. 10:10), con tal que Cristo
fuera fortalecido la vida de sus hermanos. Su deseo principal era ¡su
perfección (2.Co. 13:9)!
¿Acaso esa meta no es demasiado alta? Pero aquí no se refiere a ser
completamente inocente o intachable. El concepto que se utiliza aquí
significa, en el informe del llamamiento de los discípulos el “remendar o
el saneamiento” de las redes rotas (Mt. 4:21). En otro lugar se usa ese
concepto por las tendencias de divisiones en la iglesia, en el sentido de
“mantenerse unidos” (1.Co. 1:10).
Entonces Pablo se refería a la restauración y al fortalecimiento de la
iglesia. Pues ella aún estaba en peligro. No se trataba sólo de la lucha
en las controversias con la idolatría y los falsos apóstoles que
amenazaban dividir la iglesia (2.Co. 6:16-18; 11:13). ¡Cuántas peleas y
heridas habían experimentado, que habían conmocionado la confianza
entre los hermanos en el fe (1.Co. 1:11-13; 6:1-8)!
George Verwer, que por muchos años fue el líder de la obra misionera
“Operación Movilización”, apelaba a creyentes dispuestos para el
servicio, a no aprender sólo métodos de evangelización, sino también
la manera de tratar con ofensas y humillaciones. “El que no aprende
ésto, seguramente será absorbido, en el remolino de la amargura y
hostilidad, que es típico en la mayoría de las iglesias ... Si usted es
realmente sincero ante sí mismo, entonces seguramente tendrá que
admitir, que existe por lo menos una persona con la cual usted está
enojado, y esta persona muy probablemente es cristiana. Es parte de la
vida en ese planeta, que se experimenten ofensas, y sin el perdón no
es posible poder terminar con ellas”.
Ésto no se consigue por la propia fuerza. A veces nos falta hasta la
disposición para eso. Pero nosotros, la podemos pedir en oración (lea
Ef. 3:14-17).
Día 13
2.Co. 13:11
Con amor y preocupación paternal, Pablo se había esforzado en los
capítulos anteriores, a fin de proteger la iglesia en Corinto, de la
destrucción. Tenemos que ver todas las exhortaciones, a través de ese
trasfondo: “para edificación, no para destrucción” (2.Co. 10:8).
Con un muy bien pensado comentario final, Pablo estimula de manera
quínta a realizar lo dicho. Nos sorprendemos al saber cuál exhortación
ocupa el primer lugar: “¡tened gozo!”
Nuestra experiencia afirma: en medio de discusiones espirituales y
personales, se puede perder el gozo. Vivimos progresivamente
orientados hacia los problemas y perdemos la fuerza motriz espiritual
para enfrentarnos a las exigencias. Entonces nuestros días se ponen
fríos y sin brillo, porque las circunstancias no nos brindan razón para
gozarnos.
“¡Tened gozo!, dijo Pablo. Los hijos de Dios conocen a Aquel;
· en Quien se enciende el verdadero gozo. “Engrandece mi alma al
Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lc. 1:46b.47; lea
Is. 41:16b; 61:10; Jer. 31:13b; Hab 3:18; Jn. 16:22).
· en Quien a pesar del dolor se encuentra profundo gozo: “Regocijaos
en el Señor siempre. Y otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Fil. 4:4);
· por Quien hay razón de eterno gozo: “Regocijaos de que vuestros
nombres están escritos en los cielos” (Lc. 10:20).
Pablo hizo recordar que se debe mantener vivo este gozo. (Lea Jer.
15:16.) El gozo nos revive y libera las fuerzas para animarnos a dar los
próximos pasos en fe. Permitid la corrección – quitad aquello que os
separa del hermano. Permitid la exhortación – aceptad consolación,
corrección y palabras de ánimo. Tened la misma manera de pensar –
apuntad vuestros pensamientos a la misma meta para la edificación de
la iglesia. Tened paz – compartid el perdón recibido.
“Sobre todas estas llamadas a la gran promesa, el Dios, del que
emana el amor y la paz, los reconoce como suyos y les compartirá algo
de su manera de ser” (O. Schmitz).
Día 14
2.Co. 13:12-14
En los últimos versículos, se nos introduce mentalmente en culto a
Dios en Corinto. La carta del pesado contenido había sido leída, y los
participantes del culto, estaban llamados a reaccionar. Ellos debían
acercarse los unos a los otros, y darse un beso en la izquierda y en la
derecha mejilla como saludo.
De este modo se saludaban y se despedían en aquel tiempo, los
parientes. Así se honraba a un huésped.
Dentro de la iglesia, ese beso era expresión de la comunión por el
amor de Dios en Jesús, un beso santo (comp. Ro. 16:16; 1.Ts. 5:26).
Mientras de este modo, ellos experimentaban su pertenencia los unos
a los otros, Pablo les trasmitió los saludos de los santos en Macedonia.
La comunión espiritual no es cuestión de sentimientos o de cercanía
física, sino una realidad por la fe en Jesús.
¿Cómo puede crecer la iglesia, a pesar de desgarros interiores y en
medio de un mundo egoísta y cruel? Sólo bajo la bendición de Dios
puede lograrlo, y Pablo puso en sus hermanos esa bendición de Dios.
“Bendecir significa poner la mano sobre algo y decir: tú perteneces a
Dios a pesar de todo” (D. Bonhoeffer).
A pesar de todos los asuntos dolorosos y las confusiones, los corintios
pertenecían a Dios. ¡Ellos fueron bendecidos por la gracia en Cristo!
Jesucristo murió por ellos y actuó resucitado entre ellos (Ro. 6:4.5; Gá.
2:20).
Ellos fueron bendecidos por el amor de Dios y, nada los pudo separar de ese amor (Ro. 8:38.39). Ellos fueron bendecidos por el Espíritu Santo, quien selló la comunión con Dios y fortaleció la comunión mutua (Ro. 8:16; Ef. 4:1-6).
Ninguna otra carta es terminada de Pablo, con un saludo de bendición tan amplio. Aunque lo esencial quede cubierto a la mirada del ojo humano, el bendecido y el que bendice pueden contar con el poder de Dios y Sus propósitos de amor.
Esto es válido: ¡La gracia de nuestro Señor Jesucristo; el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo, están con usted!
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