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A PENSIÓN COMPLETA.
AUTOR : PEDRO MIGUEL COSMES MARTÍN.Plasencia, diciembre de 1995 y enero de 1996.37 años.
Figura en el Registro General de la Propiedad Intelectual con el número:1977/37/24114
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DEDICATORIA : A Ana María Arévalo García y Sebastián López Álvarez.
PERSONAJES :
1.- MELCHOR
2.- TERESA
3.- MARÍA
4.- PEDRO “CHICO”
5.- SEBASTIÁN “CHAN”
6.- PEDRO “GRANDE”
7.- MARINO
8.- RICARDO
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ACTO PRIMERO.
CUADRO I.
(Un dormitorio de una pensión, amueblado con dos camas, una mesilla de noche, un
enorme armario de madera con espejo en la parte interior de la puerta, una mesa
redonda y dos sillas de madera. Dispone de un ventanal por el que se divisa un pedazo
de cielo gris sobre edificios de ladrillo. Comunica con el balcón y con el vestíbulo
principal. MARÍA, la patrona, tiene unos cincuenta años de edad, es baja y obesa, de
aspecto rechoncho, viste de forma descuidada con un jersey de lana gorda de color gris,
una falda negra, un delantal y gruesos leotardos parduscos. Su ropa es vieja y tiene
algunos remiendos. MARÍA ordena algunas cosas dentro del cuarto cuando suena el
timbre y acude a abrir.)
MARÍA
¡Ya va! ¡Ya va!
(Abre. Entra en escena un matrimonio de aspecto normal, MELCHOR y TERESA, y su
hijo de 17 años, PEDRO “CHICO”, que acarrea una maleta.)
¡Pasen por aquí!
HOMBRE 1º
¡Buenas tardes! ¿Qué tal está usted?
MARÍA
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¡Bien! ¡Pero pasen! ¡Pasen!
(Todos entran en el dormitorio. Dirigiéndose al joven.)
Deja la maleta en ese rincón. Luego colocaréis las cosas.
(El muchacho pone el equipaje cerca del armario, donde no molesta.)
Muy bien. Me dijeron sus tías que son ustedes de Béjar…
MELCHOR
Así es.
MARÍA
¿Y que tal el viaje?
MELCHOR
Muy bien.
MARÍA
(Al muchacho.)
¿Cómo te llamas?
PEDRO “CHICO”
Pedro.
MARÍA
¡Qué casualidad…Tengo otro pupilo que se llama como tú! Yo soy María y espero
que te encuentres entre nosotros como en tu casa.
MELCHOR
Eso esperamos…
TERESA
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Este muchacho es muy tímido y, claro, como no ha salido nunca de Béjar nos tiene
preocupados…
MARÍA
Es natural, pero váyanse ustedes tranquilos, que queda en buenas manos. Aquí
comerá bien, pues yo les sirvo en cantidad, y estará caliente, porque tenemos
calefacción propia. Miren…(Señalando.) Hay un radiador en cada habitación y la
caldera está en la cocina.
MELCHOR
¿Cómo funciona?
MARÍA
Es de leña.
TERESA
(Al joven.)
Si algún fin de semana te apetece ir a Béjar estaremos encantados.
MARÍA
(Se agarra las manos frotándolas e inclina muy levemente la cabeza, como una
costumbre que repite siempre que habla emocionada.)
¡Claro que sí! Los días que no coma aquí sólo les cobraré la reserva de la
habitación. ¿Les parece caro el precio convenido?
MELCHOR
No, es razonable.
MARÍA
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Incluye el alquiler del cuarto, desayuno, comida, cena, un baño con agua caliente por
semana y lavado de la ropa. A diario les arreglo el dormitorio y hago las camas.
MELCHOR
Nos parece bien.
MARÍA
El pago al final de cada mes y no admito retrasos de más de diez días.
MELCHOR
No se preocupe usted: somos buenos pagadores, pues sabemos lo necesario que es el
dinero.
MARÍA
¡Mejor que mejor!
MELCHOR
¿Tiene muchos pupilos?
MARÍA
A pensión completa tres: dos ciegos de la O.N.C.E. y un representante de bebidas,
aunque este último se le ve poco pues siempre está de viaje. De ninguno tengo nada que
decir. Todos son buenas personas.
(Dirigiéndose al joven.)
¿Qué vas a estudiar?
PEDRO “CHICO”
Medicina.
MARÍA
Has escogido una carrera larga y difícil…
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TERESA
Es buen estudiante… Todo el bachillerato lo ha hecho con beca…
MARÍA
¿Que les parece la habitación?
MELCHOR
Muy bien. Es amplia, tiene mucha luz, para que no se le cansen los ojos cuando
estudie, y pocos ruidos que le molesten.
MARINO
(Se escucha un vozarrón ronco.)
¡Señora María!
MARÍA
(En voz alta.)
Ahora voy… Estoy atendiendo a unos clientes…
MELCHOR
¡Vaya usted, no se preocupe por nosotros…!
MARINO
¡Señora María!
MARÍA
¡Qué poca paciencia! Voy a ver que quiere…
(Sale del escenario.)
MELCHOR
(Al hijo.)
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¡¿Te gusta la habitación?! Mira que aquí pasarás muchas horas estudiando… ¡Quién
lo diría! Lo que nunca has tenido: un cuarto de estudio. (Señalando.) Allí puedes colocar
la camilla, junto al radiador y cerca de la ventana…
TERESA
¡Ponte las gafas cuando estudies…!
PEDRO “CHICO”
Sí.
(Entran en escena MARÍA y MARTINO, un hombre ciego de mediana edad, alto y
corpulento, de voz fuerte y segura, mal afeitado, que viste también un jersey de lana
gorda y lleva un bastón de aluminio forrado de plástico blanco.)
MARÍA
Este es Marino.
MELCHOR y TERESA
Mucho gusto.
MARÍA
(Acerca a MARINO hasta el estudiante.)
Este es Pedro, el nuevo inquilino que vivirá con nosotros.
MARINO
(Extiende la mano en dirección equivocada. El joven se la estrecha.)
Yo te llamaré Pedro “Chico”, porque ya tenemos otro compañero que se llama
Pedro.
PEDRO “CHICO”
Cómo quieras.
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TERESA
¡Bien chico es, sólo tiene 17 años…!
MARINO
¿17 años…? Cada curso os traen más jóvenes.
PEDRO “CHICO”
¿Aquí gastáis novatadas?
MARINO
(Sonriendo.)
¿Novatadas? No. Aquí nadie bromea.
TERESA
Le hemos dicho que invite a merendar a todos los compañeros de la pensión una
tarde…
MARINO
No hace falta.
MELCHOR
Este muchacho es un poco introvertido…
MARINO
Bueno, yo me voy a trabajar, mañana hablaremos. ¡Adiós!
MELCHOR, TERESA y PEDRO “CHICO”
¡Adiós!
(Salen de escena MARINO y MARÍA.)
TERESA
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Ponme aquí la maleta para colocar la ropa.
(El joven coloca la maleta encima de una de las camas y la abre. TERESA abre el
armario y los cajones de la mesilla e introduce en ellos las distintas prendas.)
Tenéis espacio y perchas de sobra para los dos.
He bordado las iniciales de tu nombre en todos los pañuelos, calcetines y ropa
interior, para que no se confundan con los de tu primo.
PEDRO “CHICO”
La matrícula.
MELCHOR
(Hace un gesto y el muchacho se acerca.)
¡Toma!
(Le entrega varios billetes y el joven los coge.)
No te importe comprar los libros y el material de estudio que necesites. Si no fuera
suficiente házmelo saber.
PEDRO “CHICO”
¿Dónde lo guardo?
MELCHOR
¡Escóndelo en un calcetín!
(El muchacho se acerca a la mesilla y lo esconde.)
No te quedes aquí encerrado todo el día, sal a dar una vuelta de vez en cuando…
PEDRO “CHICO”
¿Y dónde iré yo solo…? No conozco las calles…
MELCHOR
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No ves más que pegas. Tú pregunta, que preguntando se llega a Roma. Verás como
en dos días Salamanca se te queda pequeña. Además mañana viene tu primo.
TERESA
Escríbenos todas las semanas.
PEDRO “CHICO”
Sin falta.
(Entra la patrona.)
MARÍA
¿Cómo va eso? ¿Necesitan algo?
TERESA
No. Ya casi está.
MELCHOR
¿Tiene usted teléfono?
MARÍA
No. No tengo.
(La casera abandona el escenario.)
MELCHOR
(Al hijo.)
No importa, si tienes cualquier problema nos llamas desde donde las tías o desde el
bar. Béjar está a un paso.
PEDRO “CHICO”
Ya lo sé.
MELCHOR
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Pues deja de preocuparte. Solamente llegar aquí, a la Universidad de Salamanca, ya
tiene mérito, pues aquí exclusivamente llegan los mejores, la flor y nata de la juventud,
los más inteligentes…Y tú eres uno de ellos…
PEDRO “CHICO”
¿Y si me suspenden?
MELCHOR
Da igual… El no ya le llevas, has venido a buscar el sí. ¿Quién dice miedo?
PEDRO “CHICO”
Yo.
MELCHOR
¿Qué quieres? ¿trabajar de tejedor en una fábrica? ¿pasarte la noche entera helado
y aturdido por el traqueteo de las máquinas? ¡Hay que aspirar a algo en esta vida! ¡Tú
estudia, como hasta ahora, y lo demás vendrá sin que te des cuenta! ¡Yo confío en ti!
PEDRO “CHICO”
¡Pero yo no lo veo tan claro!
MELCHOR
Tómalo como un reto personal. Claro que será difícil, nadie regala nada, pero no
imposible. Es probable que te suspendan alguna asignatura, pero tampoco eso ha de ser
motivo para el desaliento sino de superación.
PEDRO “CHICO”
Así parece sencillo…
MELCHOR
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¡Lo más importante es que Dios nos de salud para seguir trabajando, tú aquí y yo en
Béjar!
PEDRO “CHICO”
Vale.
MELCHOR
A excepción de la muerte todos los problemas tienen solución. Así que no te
preocupes por nada. Piensa que estudiar una carrera es una gran satisfacción. Dentro
de unas semanas te habrás adaptado a esta nueva situación y te sentirás como pez en el
agua.
TERESA
Esto ya está. ¿Dónde pongo la maleta?
MELCHOR
Métela debajo de la cama.
(Así se hace. Dirigiéndose de nuevo a su hijo.)
Si necesitas un consejo ya sabes donde encontrarme.
TERESA
Escríbenos…
PEDRO “CHICO”
Sí.
MELCHOR
Bueno, tenemos que irnos, vamos a perder el tren.
(Entra en escena la patrona.)
MARÍA
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(Al estudiante.)
Toma, son las llaves del portal y de la casa. Pon cuidado en no perderlas.
(Se las entrega y el joven se las guarda en el bolsillo.)
MELCHOR
Ya nos marchamos. Encantado de conocerla. Aquí queda el mozo.
MARÍA
Muy bien. ¡Qué tengan buen viaje!
MELCHOR y TERESA
¡Gracias! ¡Adiós!
MARÍA
¡Hasta otra!
MELCHOR
(A su hijo.)
Acompáñanos a la estación, así irás conociendo Salamanca.
(Todos los personajes salen del dormitorio y cae el telón.)
CUADRO II.
(El comedor, una habitación sin ningún adorno en sus paredes, con una mesa grande
en el centro con 8 sillas alrededor. Al fondo un ventanal, que da al mismo balcón que el
dormitorio, por lo que el paisaje urbano es similar.
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MARINO está sentado y del respaldo de la silla contigua cuelgan los cupones sujetos
por una pinza metálica, cerca está apoyado el bastón blanco. Sobre la mesa hay
cubiertos para cinco personas, aunque la comida no está aún servida. Entra en escena
PEDRO “CHICO”.)
PEDRO “CHICO”
¡Buenos días!
MARTINO
(Levanta la cabeza y gesticula intentando ver mejor.)
¿Quién está ahí?
PEDRO “CHICO”
(Se acerca.)
Soy Pedro “Chico”, el nuevo inquilino…
MARINO
¡Ah, Pedro…!
(Golpeando el asiento de la silla que tiene a su derecha.)
¡Ven! ¡Siéntate aquí! Esté será tu sitio, a mi derecha, así me ayudarás cuando
precise.
PEDRO “CHICO”
(Toma asiento en el lugar indicado.)
Muy bien.
MARINO
(Entrega al estudiante las tiras de cupones.)
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¡Toma! Cántame los distintos números que me han dado, por orden, de menor a
mayor, y me los vas dando para que los coloque…
PEDRO “CHICO”
(Recoge las tiras y quita la pinza que las sujeta. Agarra de la mano a MARINO y se
la entrega.)
¡La pinza…! ¡El más bajo es el 7.401!
(Después le entrega cada número, que el ciego repite y palpa el papel mientras
mueve los labios.)
MARINO
¡Está completo el pliego! ¡Dame otro!
PEDRO “CHICO”
El 15.555
MARINO
¡Qué feo! ¡Otro!
PEDRO “CHICO”
El 27.399.
MARINO
¿27.399?
PEDRO “CHICO”
Sí. El último es el 40.000.
MARINO
(Se enfada repentinamente.)
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¡Esto no hay quien lo venda! ¡Mira que les tengo dicho que no me den números tan
feos!
PEDRO “CHICO”
Todos tienen las mismas posibilidades de salir premiados…
MARINO
Sí, ¿Pedro quién compra un 40.000?
(Le devuelve los cupones sujetos por la pinza.)
¡Dime si me equivoco! 7.401, 15.555, 27.399… Y la mierda del 40.000.
PEDRO “CHICO”
¡Correcto! ¡Buena memoria!
MARINO
Trae.
(Recupera los cupones y vuelve a palparlos, después los cuelga del respaldo de su
silla.)
PEDRO “CHICO”
¿Cómo reconoces los billetes?
MARINO
Por el tamaño.
PEDRO “CHICO”
¿No ves su color?
MARINO
No veo colores. Sólo distingo bultos en blanco y negro. Pedro, el otro ciego, no ve
absolutamente nada. Es muy importante que no cambies las cosas de su sitio para que
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no tropiece y se caiga. Hace un año dejaron en la calle la trampilla de una bodega
abierta y casi se mata, se rompió las dos piernas.
(Entra en escena SEBASTIÁN, un joven apuesto, atlético, extrovertido, simpático y
seguro de sí mismo. Viste pantalón vaquero y jersey de lana.)
SEBASTIÁN
¡Hola a todos!
PEDRO “CHICO”
¡Hola!
(A Marino.)
Es Sebastián, mi primo, el otro estudiante.
(A Chan.)
Es Marino.
(CHAN se acerca a MARINO y le estrecha la mano.)
SEBASTIÁN
¡Encantado!
MARINO
Le decía a Pedro que no cambiéis las cosas de lugar, porque aquí vivimos dos ciegos
y nos podemos caer.
SEBASTIÁN
Tendremos cuidado. ¿Dónde me siento?
MARINO
Haces bien en preguntar, porque aquí cada uno tiene asignado un sitio. Puedes
sentarte a la derecha de tu primo, para que puedas ayudar a mi compañero.
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(CHAN se sienta. Se escucha el tintineo metálico de un bastón.)
SEBASTIÁN
¡Ya viene! ¡El que mienta Roma…!
(Entra en escena PEDRO “GRANDE”, un hombre de unos 50 años de edad, bajo de
estatura y de aspecto triste y sombrío, mal afeitado y que viste con una chaqueta vieja y
algo descolorida, que le queda pequeña, sobre un jersey de lana gorda con bolas. Casi
no habla y no sonríe, permanece tranquilo y se mueve con torpeza, tocando todo a su
paso.)
PEDRO “GRANDE”
Hoy tenemos compañía…
MARINO
Son Chan y Pedro “Chico”, los estudiantes que esperábamos.
PEDRO “GRANDE”
Otro Pedro. Muy bien.
(Entra RICARDO, un hombre de 40 años, cojo y bien trajeado.)
RICARDO
¡Buenos días! Me llamo Ricardo, ¿y vosotros?
SEBASTIÁN
Yo Sebastián, Chan para los amigos.
PEDRO “CHICO”
Yo Pedro “Chico”.
RICARDO
Ya veo que eres chico.
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(Da un vozarrón.)
¡María, ya estamos todos! ¡La comida!
(Los ciegos se colocan la servilleta a modo de babero y RICARDO llena sus vasos de
agua con una jarra de barro.)
¡María!
MARÍA
¡Ya va! ¡Qué impaciencia!
RICARDO
(A los jóvenes.)
¡¿Qué vais a estudiar?!
PEDRO “CHICO”
Fran Magisterio y yo Medicina.
RICARDO
Tendremos otro maestro de escuela y otro matasanos.
MARINO
(A PEDRO “CHICO”.)
Acércanos el canastillo del pan.
PEDRO “CHICO”
(Se lo acerca para que ambos cojan un trozo.)
Aquí está.
RICARDO
¿Sabéis dónde trabaja este par de ciegos?
PEDRO “CHICO”
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Venden cupones…
RICARDO
Sí, en el barrio Chino.
MARINO
Pues no es mala zona…
PEDRO “GRANDE”
Hay negocio pero también delincuencia…
MARINO
Es verdad. La noche es peligrosa. A nosotros ya nos han robado varias veces, y
menos mal que sólo ha sido eso, que a un compañero le dieron un navajazo la semana
pasada…
RICARDO
Pues llevar a estos buenos mozos de lazarillos y que os defiendan.
MARINO
(En broma.)
¡No es mala idea! ¡Si venís esta noche os presentaré a las amigas del bar…!
SEBASTIÁN
¡Yo tengo novia formal!
MARINO
(A PEDRO “CHICO”.)
Entonces, vendrá tu primo.
PEDRO “GRANDE”
Últimamente vamos a vender con miedo.
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MARINO
(A PEDRO “CHICO”.)
Acompáñame…Por lo menos hasta la puerta del bar… Después, si no quieres entrar
te marchas…
PEDRO “CHICO”
¿A qué hora?
MARINO
A las once.
PEDRO “CHICO”
Es muy tarde. Tengo que madrugar para ir a clase.
RICARDO
Ya el primer día os quieren llevar de putas…
MARINO
(Enfadado.)
Nadie ha hablado de putas, sólo de acompañarme al local donde vendo…
(Entra MARÍA con la cazuela humeante, la coloca sobre un paño y sirve a sus
pupilos. La actitud en la siguiente conversación es similar: PEDRO”GRANDE” siempre
serio y triste, RICARDO irónico, SEBASTIÁN Y MARINO bromean sin mala fe y ríen
cuando algún comentario les hace gracia, MARINO de forma exagerada, a veces a
carcajadas, PEDRO “CHICO” tímido e ingenuo, y MARÍA molesta con alguna de las
cosas que allí se dicen y con otras sonriente. RICARDO Y MARINO hablan con voz
fuerte y segura. MARINO se molesta con facilidad con algunas bromas de RICARDO y
éste disfruta enfadando a todos.)
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RICARDO
(A MARÍA.)
¡Vaya bazofia!
MARÍA
(Molesta con el comentario.)
Tú siempre eres el único que protesta.
RICARDO
¡Coño, porque estos se conforman con cualquier cosa! ¡Cómo no ven lo que comen!
MARÍA
Para lo que pagas, me parece que pides demasiado…
RICARDO
Escatimas para ahorrar dos perras que ni te lucen ni te van a sacar de la miseria…
MARÍA
¿Acaso tú trabajas por la cara? Pues yo tampoco. Algo tendré que ganar…
RICARDO
¡Anda, cállate, que no te gastas ni un duro en bragas…!
MARÍA
¿Y tú qué sabes ?
RICARDO
¡A la vista están: tendidas en el balcón! Todas con remiendo sobre remiendo.
MARÍA
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¡Deslenguado! ¡Qué eres un deslenguado! ¡Grosero! Buenas enseñanzas das a estos
jóvenes. ¿No te da vergüenza hablarme así?
RICARDO
Estos saben más que tú y yo juntos… Aunque no por ir a la Universidad se tienen
más conocimientos, la vida también enseña.
MARÍA
¡Tienes contestación para todo!
RICARDO
¡Tú verás! ¡Ya lo sabes de sobra…!
(El ama se retira con la cazuela y los inquilinos empiezan a comer.
A los estudiantes.)
Tenéis que aprender a tratar a las patronas para que no se suban a la chepa. Si sigo
aquí os enseñaré.
MARINO
(Chilla en voz alta fuera de sí.)
¡María, no hable mal de nosotros!
RICARDO
(A los muchachos.)
¿Habéis oído algo?
SEBASTIÁN
Yo no.
RICARDO
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Ni yo tampoco, pero estos ciegos sí, porque tienen la audición mas fina que nosotros,
por eso pueden escuchar a distancia. Veréis: dime, Pedro, ¿me insulta?
PEDRO “GRANDE”
Ya lo creo.
RICARDO
(Gritando.)
¡A callar, bruja!
MARINO
Más agua.
(PEDRO CHICO les sirve con la jarra.)
¡Gracias!
PEDRO “CHICO”
¿Son frecuentes estás broncas?
MARINO
No.
RICARDO
Sólo ocurren cuando yo vengo a comer, pero ya os acostumbraréis. Tengo mala
leche porque me he curtido en la universidad de la vida.
MARINO
¡Tonterías!
RICARDO
¡Ten cuidado con lo que dices!
MARINO
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¡Digo lo que quiero! ¿Por qué siempre andas buscando follón con nosotros?
RICARDO
Porque defendéis a esa bruja como si fuera vuestra madre…
MARINO
(Enfadado.)
¡A mi madre ni mencionarla…!
PEDRO “GRANDE”
Ya son muchos años viviendo aquí, somos como una familia…
RICARDO
¡Porque no tenéis donde caer muertos!
MARINO
¿Y tú sí? ¿Porque no cuentas a los muchachos que estás cojo porque te has tirado
tres veces por el balcón? ¡Miedo me da cuando te asomas!
RICARDO
¡A nadie tiene que importar lo que haga con mi vida!
MARINO
¡Por lo menos yo no te veré destripado abajo!
RICARDO
¡Calla y come!
MARINO
¡Calla tú!
RICARDO
(Sonriendo con ironía. A PEDRO “GRANDE”.)
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¿Y tú que dices, Pedro?
(A los estudiantes.)
Este ni habla ni pasma, es como un mueble más, pasa de todo, ni siente ni padece…A
veces dudo de que nos escuche…
PEDRO “GRANDE”
Sordo no soy.
MARINO
¡Déjale en paz, coño! ¡Bastante desgracia tiene!
RICARDO
La misma que tú ¿no?
MARINO
No. Él no tiene a nadie en el mundo, está solo. Yo tengo novia y familia, el próximo
año me casaré y le darán morcillas a esta pensión. Pedro sufre más porque es muy
inteligente, más inteligente que todos nosotros juntos, por eso lo lleva tan mal…
SEBASTIÁN
(A MARINO.)
¿Cuándo nos presentas a tu novia?
MARINO
No sé si os la presentaré, porque soy muy celoso.
SEBASTIÁN
Eso es porque estás muy enamorado…
MARINO
¡No lo sabes bien!
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SEBASTIÁN
(A PEDRO “CHICO”.)
¿Que tal el primer día de clase?
PEDRO “CHICO”
Mal. Una completa desilusión. Esta mañana fui media hora antes y me encontré el
pasillo de acceso al Anfiteatro abarrotado de alumnos, pues las puertas permanecían
cerradas. Cuando el bedel las abrió la multitud se abalanzó para entrar, y hubo
empujones y caídas, yo aprisionado contra una columna y casi me fracturo el
antebrazo. Como entré de los últimos no pude encontrar sitio y tuve que coger mis
primeros apuntes de pie, apoyado encima de un radiador…
SEBASTIÁN
Para que luego digan que no es arriesgada la vida del estudiante. Seguro que alguno
muere aplastado por la masa.
PEDRO “CHICO”
Este año hay más de mil matriculados en el primer curso de Medicina…
SEBASTIÁN
¡Ten mucho cuidado!
PEDRO “CHICO”
¿Y tú que tal?
SEBASTIÁN
A mí me ha ido mejor, por lo menos en la Normal nos garantizan un asiento…
PEDRO “CHICO”
¿En la Normal? ¿O es lo normal?
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SEBASTIÁN
Escuela Normal de Magisterio… Se llama así.
PEDRO “CHICO”
¿Acaso hay que distinguirla otra Anormal?
SEBASTIÁN
Algunos nombres se prestan al chiste…
RICARDO
Sois tantos universitarios que ya no saben donde meteros.
MARÍA
(Entra en escena con dos platos de la mano.)
¿Habéis terminado?
MARINO
Yo sí.
RICARDO
Yo no, pero puede llevarse el plato, esto no hay quién lo trague.
MARÍA
(Se lleva los platos de MARINO y RICARDO, y les deja el segundo plato. Entra y sale
para servir.)
¡Qué hombre, por Dios!
RICARDO
(Apuntando al filete recién servido y dirigiéndose a los estudiantes.)
Mirad bien este filete, seguro que no habéis visto nada igual.
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PEDRO “CHICO”
A mi me parece normal.
RICARDO
Es más viejo que nosotros. Es carne argentina y ha permanecido congelada un
montón de años, por eso tiene este color negruzco.
MARÍA
(Escucha el comentario y se disgusta.)
¡Qué hombre! ¡Qué cosas hay que oír! ¡Con lo buena que es…!
RICARDO
(A los estudiantes.)
Mañana tendréis agujetas en las mandíbulas de tanto masticarla. Esta carne es
como el cuero.
MARÍA
¡Qué cosas tienes! ¡Qué poca gracia me haces!
RICARDO
¡Cuidado con las muelas!
SEBASTIÁN
Pues el mío parece fresco.
(Aprieta el filete con el tenedor.)
Mira: está crudo, al apretarlo sale sangre.
MARÍA
Está poco pasado para que conserve todas las vitaminas…
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PEDRO “CHICO”
El mío también es un filete sanguinolento…
(MARÍA se marcha murmurando en voz baja.)
RICARDO
Es la especialidad de la casa. Así ahorra gas butano.
(Excepto PEDRO “CHICO”, todos comen deprisa.)
¡Vaya cuento con las vitaminas de esta carne de buey viejo!
PEDRO “CHICO”
Me da asco comérmelo…
RICARDO
¡Mal empiezas!
MARÍA
(Entra y sirve una manzana a cada uno, después recoge varios platos.)
¡Este muchacho come a medias!
MARINO
¡Más agua!
(PEDRO “CHICO” se la sirve.)
RICARDO
(Muestra su manzana a los estudiantes.)
Estas manzanas las trae de su pueblo, las recogen del suelo… Son las que no han
querido comerse los cerdos… Os aseguro que todas tienen gusano… Además de estar
podridas…
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(Corta el pedazo pocho.)
MARÍA
¡Qué hombre!
MARINO
(A PEDRO “CHICO”.)
Pedro, mira a ver si mi manzana tiene agujero…
PEDRO “CHICO”
(Mira las frutas de MARINO y PEDRO “GRANDE”.)
¡Las dos tienen!
MARINO
¡Haz el favor, pélamela y quita lo malo!
PEDRO “GRANDE”
A mí me da igual, lo que no mata engorda.
(PEDRO “CHICO” pela y limpia las dos manzanas y se las entrega en mano.)
RICARDO
(A PEDRO “GRANDE”.)
¡Qué estómago tienes, Pedro! ¡Engulles como los pavos! ¡Todo te sienta bien!
PEDRO “GRANDE”
Sí.
(MARÍA recoge la mesa.)
RICARDO
(A MARÍA.)
¿No nos trae copichuela de coñac?
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MARÍA
¡Y un puro! ¡No te fastidia!
RICARDO
¡No importa, me la tomaré en el bar!
(Cae el telón.)
ACTO SEGUNDO.
CUADRO III.
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(Se desarrolla en el comedor - igual que el cuadro II -, con algunos cambios en las ropas
de los personajes y en los objetos que hay sobre la mesa para dar la impresión de que se
trata de otro día. Están terminando de comer.)
SEBASTIÁN
(A PEDRO “CHICO”.)
Han pasado dos meses y sigues comiendo mal. ¡Tienes que comer más! No puedes
seguir alimentándote a base de picos de leche. Te estás quedando en los huesos. Da
pena verte la cara demacrada, con esas ojeras…
PEDRO “CHICO”
Me da asco esta comida. ¿Sabes por qué la sopa del viernes siempre sabe agria?
Porque hace una cacerola grande para toda la semana. Además, la sopa que sobra en
cada plato la devuelve a la cazuela… La otra noche la sorprendí rellenado…
SEBASTIÁN
Ya, pero…
PEDRO “CHICO”
(Señalando el plato que tiene delante.)
Mira estos garbanzos gelatinosos…¿No ves los grumos de grasa coagulada en
cuanto se enfrían? ¿No te saben a rancios? Tiene colgado en la cocina un manto de
tocino viejo que utiliza para cocinar…¿Cómo se come esto?
SEBASTIÁN
¡Cómo sea! Come deprisa para no saborear, tápate la nariz, trágalo como sea…
PEDRO “CHICO”
No puedo. Es como un moco que me produce náuseas.
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MARINO
(A los estudiantes.)
¡Mirad a Pedro como le gusta!
PEDRO “CHICO”
A ti también.
MARINO
¡Cómo no lo vemos!
PEDRO “GRANDE”
A todo nos acostumbramos.
PEDRO “CHICO”
El domingo nos puso un plato que llama potaje que tenía de todo. Me dijo Pedro que
lo hace con las sobras de la semana, y tenía razón, encontré fideos, garbanzos, lentejas,
arroz, trozos de pollo y de salchichas… Todo menos bacalao o acelgas…
PEDRO “GRANDE”
(Sonriendo y con ironía.)
No se dio cuenta… Y eso que estaba viendo lo que comía…
SEBASTIÁN
Tu problema es que desayunas en la cocina y ves el desaguisado…
RICARDO
Es al único que deja entrar, como sabe que no come… A los demás nos cierra con
llave… A lo mejor guarda algún jamón que no quiere compartir…¡Qué, Pedro, ¿Hay
cosa buena?!
PEDRO “CHICO”
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Yo no he visto nada que merezca la pena…
SEBASTIÁN
Al principio nos daba diez galletas contadas con el desayuno, pero ahora nos da sólo
seis. Además, ha comprado un montón de barras de mantequilla caducada de oferta que
nos tendremos que comer…
(Entra MARÍA.)
RICARDO
María, ¿parece que también protestan los estudiantes? ¡No soy yo sólo!
MARÍA
No creo que tengáis motivo de queja.
SEBASTIÁN
(Se levanta enfadado y se dirige a la patrona elevando el tono de voz.)
¡Cómo que no! ¡Mire que aspecto tiene Pedro! ¡Cada día está peor porque come
menos! ¿Cuánto tiempo va a aguantar así?
MARÍA
Yo sirvo la misma comida en todos los platos, si alguien no la quiere es su problema.
¡Yo no escaseo la ración!
(SEBASTIÁN se sienta. MARÍA se marcha. Un instante de silencio.)
PEDRO “CHICO”
(A SEBASTIÁN.)
Nunca te había visto así. Te has puesto rojo de ira. Tú tranquilo, Chan.
SEBASTIÁN
Esta mujer cabrea al más pacífico…
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PEDRO “CHICO”
¿Ejecutamos la operación programada?
SEBASTIÁN
Es el momento.
(A los pupilos.)
No os comáis las manzanas…
(Los estudiantes se levantan y salen de la escena.)
MARINO
¿Se han ido?
RICARDO
Ahora vuelven.
(Los jóvenes entran en el comedor vestidos con una bata de cirujano de color verde,
con gorro, mascarilla y guantes. PEDRO “CHICO” lleva un bisturí. RICARDO se ríe a
carcajadas al verlos. MARÍA llega en ese momento y hace un gesto de disgusto.)
MARINO
(Con curiosidad.)
¡¿Qué sucede?! ¡¿Qué pasa?!
RICARDO
Se han disfrazado de cirujanos.
(MARINO se ríe.)
SEBASTIÁN
¡Vamos a la faena!
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(Los muchachos se sitúan de pie frente a la mesa, extienden una servilleta y colocan
encima de la misma el bisturí, un tenedor y un cuchillo. PEDRO “CHICO” saca su
pañuelo y se lo entrega a SEBASTIÁN.)
PEDRO “CHICO”
Tienen ustedes la gran oportunidad de asistir a una de las intervenciones quirúrgicas
más complejas: la extirpación de gusano. Pongan toda su atención, pues esta técnica
les será muy útil en su práctica diaria. Me asiste, como enfermero, Chan, de sobrada y
conocida valía.
(Saca de un bolsillo una jeringa de insulina, toma agua de un vaso y la carga,
después pincha una de las manzanas. RICARDO se ríe.)
MARINO
(Inquieto.)
¡¿Qué hacen?! ¡¿Qué hacen?!
RICARDO
Pedro está inyectando la anestesia a la fruta.
(MARINO ríe abiertamente y PEDRO “GRANDE”, que hasta ahora asistía
impasible, esboza una sonrisa.)
MARÍA
(Disgustada.)
¡Qué ocurrencias!
PEDRO “CHICO”
(A Chan.)
Por favor, el bisturí…
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SEBASTIÁN
(Se lo entrega.)
Tenga, doctor…
PEDRO “CHICO”
Gracias.
(Corta la manzana con precisión.)
Desbrido la zona lesionada.
SEBASTIÁN
¿Da su permiso para limpiarle el sudor?
PEDRO “CHICO”
Proceda. Gracias.
(SEBASTIÁN seca el sudor de la frente del compañero con un pañuelo.)
¡Qué momento tan delicado!
SEBASTIÁN
¡Procura que no falle el pulso!
PEDRO “CHICO”
En el fondo visualizo una formación blanca y móvil. Reacciona con la luz. Se refugia
en la oscuridad.
RICARDO
No parece que el gusano esté ciego.
PEDRO “CHICO”
No quisiera herirle…
40
SEBASTIÁN
¿Limpio el sudor?
PEDRO “CHICO”
Sí. Está usted muy atento…
(CHAN seca la frente del cirujano.)
¡Aquí está, vivito y coleando!
(Muestra el gusanillo y lo coloca sobre la servilleta. Los demás inquilinos aplauden.)
¿Y las otras manzanas?
SEBASTIÁN
Sólo queda la mía y la de Marino. Pedro ya se la ha comido. Aquí tienes.
(Le pasa otra pieza y PEDRO “CHICO” le inyecta la anestesia.)
PEDRO “CHICO”
Bisturí…
SEBASTIÁN
Tenga.
PEDRO “CHICO”
Sudor.
SEBASTIÁN
¡Cuánto suda…!
PEDRO “CHICO”
Es por la tensión.
(CHAN le limpia el sudor con el pañuelo.)
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Este caso es más grave que el anterior, la fístula termina en una enorme caverna
necrótica. Aquí está el habitante glotón que causó las lesiones…
MARINO
¿Está pocha?
PEDRO “CHICO”
Sí.
RICARDO
Es tu manzana, Marino, tiene dentro una culebra.
PEDRO “CHICO”
(Extrae el bicho.)
¡Aquí está! ¡Cómo se retuerce! ¡Qué vitalidad!
(A MARINO.)
¡Toma, pelada y limpia!
(A CHAN.)
¡Otra!
(El ayudante le entrega la última.)
SEBASTIÁN
Ponga más cuidado con ésta.
PEDRO “CHICO”
¿Por qué?
SEBASTIÁN
Porque es la mía.
PEDRO “CHICO”
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Parece que no confía en mí…
SEBASTIÁN
(Rompe a reír.)
¡No mucho!
(Realiza la misma operación. Mientras RICARDO, por su cuenta, extrae el gusano
del pezón mordisqueado que quedó de su manzana.)
RICARDO
(A PEDRO “CHICO”.)
¡Soy más rápido que tú!
(Coloca el gusano con los demás, sobre la servilleta.)
PEDRO “CHICO”
¡El último!
RICARDO
(A MARÍA.)
El saco de manzanas que tiene en la cocina es un zoológico.
MARÍA
¡Ya será menos!
RICARDO
A las pruebas me remito: cuatro manzanas, cuatro gusanos; sale a bicho por
manzana. Ahí los tiene.
MARÍA
¡Qué guarrerías hacéis!
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RICARDO
En esta casa hay muchos inquilinos que no pagan.
MARÍA
¡Qué cosas!
(Los estudiantes se quitan las mascarillas. MARÍA recoge la mesa y se lleva los
gusanos. RICARDO advierte.)
RICARDO
María, no los eche en el potaje. (Cae el telón.)
CUADRO IV.
(Se desarrolla en el comedor. Cambia el vestuario de los distintos personajes que
intervienen. Vemos a CHAN y PEDRO “CHICO” de pie, apoyados en un radiador, y a
RICARDO en otro. La mesa está servida y humea la sopa caliente en los platos. Nieva
en el exterior. Esperan a MARINO y PEDRO “GRANDE”.)
RICARDO
¡Qué puto frío hace en esta casa! ¡Hace más frío que en la calle! ¡Dan ganas de
quedarse en el bar!
SEBASTIÁN
(Se frota las manos y las calienta con su aliento.)
¡Esto es una nevera!
PEDRO “CHICO”
Y para rematar hoy toca “día de sacrificio”.
RICARDO
¿Día de sacrificio?
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PEDRO “CHICO”
Sí, es lo contrario a “día de ayuno”, como para mí ayunar es fácil, he decidido
sacrificarme todos los miércoles y comerme todo lo que me sirva.
RICARDO
Me parece muy bien, así comes algo sólido.
SEBASTIÁN
Por lo menos un día a la semana… No puedes tirar todo el curso con dieta de
leche… Te estás quedando en los huesos…Tienes que hacer un esfuerzo para superar
esa maldita anorexia que te consume…
RICARDO
¡Estoy aburrido de ver mi aliento!
SEBASTIÁN
Sólo enciende la calefacción cuatro horas al día y casi no se nota.
(Entra MARÍA con las servilletas.)
RICARDO
(A MARÍA.)
¡María, coño, échale más leña a la caldera! ¡Nos tienes arrecidos!
MARÍA
No será para tanto. Bien que os arrimáis al radiador.
SEBASTIÁN
Para aprovechar el poco calor que despide.
RICARDO
¡No nos quemamos, no!
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SEBASTIÁN
¿Podemos poner una estufa eléctrica?
MARÍA
¡Ni hablar! Demasiada luz gastáis estudiando por la noche.
SEBASTIÁN
Usted no sabe lo mal que se estudia con frío… Los dedos de los pies se nos
entumecen… Son muchas las horas que permanecemos sentados…
MARÍA
¡Qué hombres! ¡Dicen que tienen frío, pero yo no lo noto!
RICARDO
¡No lo nota pero va bien forrada de ropa! ¡Nos ha jodido, como todos…!
(MARÍA sale de escena murmurando.)
PEDRO “CHICO”
Aún así, yo estoy arrecido todas las tardes. Estudiamos con el abrigo puesto y a
veces nos echamos una manta sobre los hombros…
SEBASTIÁN
El otro día sorprendí a Pedro estudiando vestido dentro de la cama.
RICARDO
A mí sólo me pone una manta y fina.
SEBASTIÁN
A nosotros también, aunque metemos el abrigo y algo de ropa debajo de la colcha…
RICARDO
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¡Mirad, los cristales no se empañan! ¡Estamos bajo cero!
PEDRO “CHICO”
Yo algunas tardes voy a estudiar y a calentarme a la biblioteca del convento de San
Esteban, allí se está bien, es una pena que cierre.
RICARDO
Una obra de caridad te hacen los frailes…¿Sabéis lo que os digo…? Que es tontería
pasar calamidades…¡Voy a ponerme el chaquetón para cenar!
SEBASTIÁN Y PEDRO “CHICO”
¡Y nosotros el abrigo!
(Salen los tres personajes de escena. Después entra MARINO y se apoya en el
radiador.)
MARINO
¡María!
(Entran los dos estudiantes con abrigo, bufanda y guantes de lana, y RICARDO con
un chaquetón de cuero. Tras ellos llega MARÍA.)
MARÍA
(Riéndose.)
¡Qué exagerados son estos hombres!
MARINO
¡¿Qué pasa?!
MARÍA
Tus compañeros piensan comer con el abrigo puesto.
MARINO
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(Se ríe.)
¡Voy a ponérmelo yo también!
(Sale MARINO y entra PEDRO “GRANDE”.)
PEDRO “GRANDE”
¡Buenos días!
RICARDO
¡¿Buenos?! ¡Qué va! ¡No te quites el abrigo, que hace frío!
PEDRO “GRANDE”
¡¿En serio?!
RICARDO
¡Y tan en serio! ¡Todos vamos abrigados para protestar!
(Entra MARINO con un viejo gabán y MARÍA.)
MARÍA
¡Ya no quedan hombres como los de antes! Aquellos que salían en las madrugadas de
invierno a trabajar al campo cubierto de escarcha…
RICARDO
María, no nos venga con historias del pueblo, que en diciembre no hay faena que yo
sepa…
MARINO
Además, usted tiene calefacción y leña, ¡échele más tarugos al fuego…!
MARÍA
El problema no es la leña, es sacar luego las cenizas de la caldera… Yo ya no estoy
para ese trabajo…
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RICARDO
¡Pues déjanos a nosotros!
MARÍA
Ya sabéis que no me gusta que nadie entre en la cocina, guardo allí cosas de valor…
RICARDO
¡Qué desconfiada eres! ¿Acaso piensas que te vamos a robar? Si fuésemos ladrones
de nada te valdrían las cerraduras que tienes puestas…
MARÍA
Lo dicho.
RICARDO
¡Qué las quite Pedro, que él tiene su confianza!
MARÍA
¡Pedro entra sólo a desayunar cuando yo estoy presente!
RICARDO
No sé que pensar…Lo mismo guarda un tesoro debajo de las manzanas pochas…
MARÍA
¡Os quejáis de vicio!
SEBASTIÁN
¿Usted cree? Si Pedro lleva puesto el pijama debajo…
MARINO
(Se ríe a carcajadas.)
¡¿Lleva el pijama?!
RICARDO
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¿Es cierto?
SEBASTIÁN
(A PEDRO “CHICO”.)
¡Enséñaselo!
(El muchacho se levanta el jersey y la camisa y enseña el pijama amarillo. Los
demás se tronchan.)
PEDRO “CHICO”
Debajo llevo camiseta de pelusa, de manga larga.
RICARDO
¡Vas forrado!
SEBASTIÁN
Todas las noches, para entrar en calor, hacemos gimnasia y practicamos karate.
PEDRO “GRANDE”
Os calentáis a golpes…
MARINO
¿Os pegáis?
SEBASTIÁN
En broma.
RICARDO
¿No oyes los ruidos de los porrazos? Ayer estuve a punto de levantarme de la cama
para llamaros la atención.
MARINO
Son como loros, se pasan la noche hablando…
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SEBASTIÁN
Hablaremos más bajo.
RICARDO
Más bajo no, a las doce tenéis que estar dormidos. Yo me despierto con mucha
facilidad. Anoche Marino volvió de trabajar a las dos de la mañana… ¿Me equivoco?
MARINO
No.
RICARDO
Si oigo a Marino ¿cómo no voy a oír vuestras risotadas?
MARÍA
¿De qué os reís tanto?
SEBASTIÁN
De chorradas. Es relajante reírse.
RICARDO
Pues reíros a otras horas, coño, que el día es muy largo.
MARÍA
A ver si a ti te hacen caso.
RICARDO
¡Estáis advertidos!
SEBASTIÁN
Procuraremos no molestar.
PEDRO “CHICO”
Esta mañana, cuando levantó la niebla del Tormes, los árboles parecían de cristal.
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RICARDO
Cambia de tema…
MARÍA
Yo creía que los bejaranos estabais más acostumbrados al frío, como tenéis al lado
la sierra…
SEBASTIÁN
Al frío no se acostumbra nadie.
RICARDO
La otra noche, a las tantas, oí a Pedro recitar una poesía, la anterior a Chan
cantar…
MARINO
(A PEDRO “CHICO”.)
¿Recitas poemas?
SEBASTIÁN
¡Y los escribe!
MARINO
¡Vaya, tenemos un poeta! ¡Tienes que escribirme unos versos de amor para que se
los regale a mi novia…!
PEDRO “CHICO”
Esos son asuntos muy personales…
MARINO
Yo soy analfabeto, pero ella no, y sé que le gusta leer palabras bonitas.
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PEDRO “CHICO”
¿Y qué quieres que diga? ¿Cuáles son tus sentimientos?
MARINO
Los de cualquier hombre enamorado.
PEDRO “GRANDE”
¿Por qué no nos lees alguno de tus poemas?
SEBASTIÁN
Los recita de memoria.
PEDRO “CHICO”
¿Ahora mismo?
PEDRO “GRANDE”
Sí.
PEDRO “CHICO”
Hubo una plaza gris con grises árboles,
la tarde invernal era cruel y fría,
y una fuente puso la nota azul
que yo hubiera soñado cualquier día.
Hubo una plaza gris con grises árboles,
al atardecer las aves venían
a dormir en sus desnudos ramajes.
Con la noche la escarcha descendía
53
en el silencio de las sombras de hielo.
Al amanecer los niños hallaron
gorriones ateridos en el cielo,
y otros mudos, helados en el suelo,
entre sucia hojarasca reposaron
su anónima agonía sin consuelo.
MARINO
Me parece que sé a qué plaza te refieres, te cae de camino a la Facultad de
Medicina, está antes de llegar al parque de San Francisco…
PEDRO “CHICO”
Tienes razón.
RICARDO
Con estas heladas de Salamanca es un milagro que sobreviva algún pájaro…
MARINO
A mí me lo vais a contar, que trabajo de noche y a la intemperie… ¡Anda, que no he
pasado frío en la esquina! Gracias al bar donde nos metemos de vez en cuando a
calentarnos… (CAE EL TELÓN.)
CUADRO V.
(Tiene lugar en el comedor. La mesa está vacía. Cambia el vestuario de los
personajes. Llueve en el exterior.)
PEDRO “CHICO”
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¡Qué diluvio!
PEDRO “GRANDE”
Ya lo creo. ¿Vas a salir?
PEDRO “CHICO”
No.
PEDRO “GRANDE”
¿No tienes que estudiar?
PEDRO “CHICO”
No. Ya estudié toda la mañana. Este domingo me quedaré sin paseo.
PEDRO “GRANDE”
Oí que Chan y tú jugáis al ajedrez…
PEDRO “CHICO”
Sí.
PEDRO “GRANDE”
¿Te apetece jugar una partida?
PEDRO “CHICO”
¿Cómo? Si no puedes ver las fichas…
PEDRO “GRANDE”
Tengo un tablero especial para ciegos. ¡Acércame esa bolsa!
(El joven se levanta y coge una bolsa de plástico, que cuelga del respaldo de una
silla y se la entrega al ciego, que rebusca y saca una cajita de madera, un punzón, un
soporte para escribir en Braille y varias hojas de papel grueso de color amarillo. Abre la
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caja, que a la vez sirve de tablero al desplegarse, y deja caer las piezas sobre la mesa.
El muchacho se sienta a su lado y coge con curiosidad las figuras.)
PEDRO “CHICO”
¡Qué fichas tan bonitas! ¡Están talladas a mano!
PEDRO “GRANDE”
Me costo caro.
PEDRO “CHICO”
(Palpando una pieza.)
¡Qué orejas tan puntiagudas tiene este caballo!
PEDRO “GRANDE”
Para distinguirlo al tacto.
PEDRO “CHICO”
¿Y este aparato que es?
PEDRO “GRANDE”
Es para escribir en Braille, siempre anoto las jugadas para poder después repasar la
partida.
PEDRO “CHICO”
Chan también las apunta. ¿Cómo escribes?
PEDRO “GRANDE”
Con este punzón. Así.
(Coloca la hoja y pone un punto.)
PEDRO “CHICO”
¿Qué letra es?
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PEDRO “GRANDE”
Un punto central: la “a”. Cierra tus ojos y tócala.
(El estudiante obedece.)
¿La distingues?
PEDRO “CHICO”
Sí.
PEDRO “GRANDE”
Cuando hay más letras es más difícil, pero es cuestión de practicar hasta aprender. A
mí me gusta mucho la lectura, sobre todo las novelas de Pío Baroja. En la asociación
hay una biblioteca con bastantes libros escritos en Braille y revistas de ajedrez.
PEDRO “CHICO”
Voy a colocar las fichas.
(Ordena las piezas en el tablero agujereado.)
¿Te gusta la poesía?
PEDRO “GRANDE”
Mucho. Disfrute de veras con el poema que recitaste el otro día… Me gustaría que
me lo recitaras de nuevo para copiarlo…
PEDRO “CHICO”
Te recitaré otro que os dedico a Marino y a ti.
PEDRO “GRANDE”
Espera a que coja el punzón.
(Se prepara para escribir.)
PEDRO “CHICO”
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¡¿Preparado?!
PEDRO “GRANDE”
¡Ya!
PEDRO “CHICO”
(Recita lentamente para que el hombre copie.)
Unos ojos que miran y no ven
son como pájaros sin alas,
como álamos sin otoño.
La noche se alojó en ellos
derramó su linfa de abismo.
No hay manos ni rostros,
ni pórticos ni jardines,
ni formas ni colores…
Unos ojos mordidos por la sombra
no ven como otros ojos miran,
si son negros o azules,
si observan enrojecidos
a causa de un reciente llanto
o se iluminan de tanta alegría.
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PEDRO “GRANDE”
(En un tono triste mientras saca el pliego de papel, lo dobla y lo guarda en un
bolsillo de la chaqueta.)
¿Tantas cosas puede decir una mirada?
PEDRO “CHICO”
Dicen que la mirada es el espejo del alma…
PEDRO “GRANDE”
(Coge una pieza de cada color, esconde las manos y las vuelve a mostrar cerradas.)
¡Elige!
PEDRO “CHICO”
(Toca la mano derecha, que se abre.)
Blancas… Yo salgo.
(Recoge las dos fichas y las coloca en su sitio. Después ejecuta el primer
movimiento.)
Ya empezó.
PEDRO “GRANDE”
(Coloca en cada jugada ambas manos sobre la totalidad del pequeño tablero para
palparlo con minuciosidad, después mueve y anota cada jugada.)
Una salida muy clásica.
PEDRO “CHICO”
Ya. No te fíes de mí, puedo hacerte trampas.
PEDRO “GRANDE”
Me daría cuenta…
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(Siguen el juego.)
PEDRO “CHICO”
Eres bueno.
PEDRO “GRANDE”
He ganado varios campeonatos.
PEDRO “CHICO”
Chan es el actual campeón de Béjar. Te como un peón.
PEDRO “GRANDE”
Has picado. A cambio te quedas sin un caballo.
PEDRO “CHICO”
Ya moví.
PEDRO “GRANDE”
Pon atención en las dos próximas jugadas…
PEDRO “CHICO”
A ti.
PEDRO “GRANDE”
Me lo está poniendo muy fácil. ¿No me estarás dejando ganar?
PEDRO “CHICO”
Es que el tablero es tan pequeño… Las piezas están tan juntas… Te toca.
PEDRO “GRANDE”
Excusas. ¡Jaque al rey!
PEDRO “CHICO”
Tú vas.
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PEDRO “GRANDE”
Te lo advertí. ¡Jaque mate!
PEDRO “CHICO”
Ves más con las manos que yo con los ojos…
PEDRO “GRANDE”
Te aventajo en muchas horas de juego…
PEDRO “CHICO”
¿Me puedes escribir el alfabeto Braille?
PEDRO “GRANDE”
Sí. (Saca el pliego de la partida y mete otro nuevo, después puntea las letras y se lo
entrega al joven, que lo mira detenidamente. Saca de la bolsa una revista y se la da.)
Toma. Te regalo esta publicación en Braille para que practiques y aprendas algo de
cómo se juega al ajedrez.
PEDRO “CHICO”
Gracias. Practicaré. ¿Me das la revancha?
PEDRO “GRANDE”
Claro, esta partida ha sido un suspiro.
(Entra MARÍA, y se dirige al ciego.)
MARÍA
¡Qué bien te veo, Pedro! ¡Nunca te había visto tan contento! ¡No paras de hablar
para lo reservado que eres!
PEDRO
¡También tiene que haber ratos buenos en esta vida…!
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(CAE EL TELÓN.)
ACTO TERCERO
CUADRO VI.
(Tiene lugar en el dormitorio. PEDRO “CHICO” estudia sentado junto a la camilla,
con el abrigo puesto. Entra en escena SEBASTIÁN con una bolsa de deportes, la deja
sobre su cama, la abre y se dispone a colocar en su cajón la ropa que extrae. Es de
noche y las luces están encendidas.)
PEDRO “CHICO”
¿Qué tal las vacaciones de Navidad?
SEBASTIÁN
Muy bien, excelentes comidas…¡Ya sabes!
PEDRO “CHICO”
Incluso tostón…
SEBASTIÁN
Ya he comido para el próximo trimestre. Tú tienes mejor aspecto…
PEDRO “CHICO”
“Desde que estás en Salamanca, comes mejor en Béjar”, me dice mi madre.
SEBASTIÁN
Realmente he conseguido olvidarme de este lugar.
PEDRO “CHICO”
Yo no, tuve que venir al médico.
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SEBASTIÁN
¿Por algo serio…?
PEDRO “CHICO”
No lo sé. Tuve un mareo y perdí el conocimiento. Me han dicho que probablemente
sea epiléptico.
SEBASTIÁN
¿Cómo fue?
PEDRO “CHICO”
Es una historia…
SEBASTIÁN
Pues cuéntamela…
PEDRO “CHICO”
Ya sabes que necesitaba un esqueleto humano para estudiar Anatomía… Fui con mi
padre al Ayuntamiento y nos dieron permiso para cogerlo cuando vaciaran una tumba
por impago, pero a la hora de la verdad el sepulturero ignoró la autorización y nos dijo
que de allí no salía ni un solo hueso…
SEBASTIÁN
¿¡Qué me cuentas!?
PEDRO “CHICO”
Como yo sé donde está el osario, volví a la mañana siguiente con mi hermano y un
amigo. Aunque llovía, trepé por el muro y entré en el cementerio hasta el osar. No
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encontré gran cosa, los pocos huesos estaban rotos y calcinados, y sólo recogí algunas
falanges.
SEBASTIÁN
¡Qué macabro!
PEDRO “CHICO”
De pronto vi una intensa luz amarilla, los objetos empezaron a temblar y perdí la
conciencia. No sé el tiempo que permanecí así. Cuando desperté no recordaba nada. Al
caer me mordí la lengua. Me hallé tendido sobre barro y cenizas. Al intentar atravesar
el muro de granito me golpeé en el rostro. Trepé a lo alto, di un paso en el vacío y caí
desde una altura de tres metros, fue un milagro que no me rompiera nada. Me ayudaron
a llegar a casa, pues no podía tenerme en pie, todo me daba vueltas. Imagínate, sucio,
ensangrentado y en amnesia total…
SEBASTIÁN
¡Cómo un zombi!
PEDRO “CHICO”
¡Ya lo creo!
SEBASTIÁN
Esta pensión parece un hospital.
PEDRO “CHICO”
¡Otro inquilino tocado!
SEBASTIÁN
Eso te ha sucedido por estudiar mucho y comer poco.
PEDRO “CHICO”
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O una venganza de los espíritus…
SEBASTIÁN
(Bromeando.)
Para castigar al saqueador de osarios…
PEDRO “CHICO”
Pagué caras las cuatro falanges que cogí…
SEBASTIÁN
No te preocupes, con tratamiento se controla…Eso sí, no vuelvas al cementerio, por
si acaso…
PEDRO “CHICO”
A partir de ahora tendré que tomar seis pastillas diariamente, y tres son
barbitúricos…
SEBASTIÁN
Eso es droga…
PEDRO “CHICO”
No sé como voy a estudiar tan sedado…
SEBASTIÁN
Con voluntad.
PEDRO “CHICO”
¡¿Más todavía?!
SEBASTIÁN
¡La que haga falta! ¡Estoy seguro que estudiar Medicina no va a terminar
contigo!
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PEDRO “CHICO”
Desde que comenzamos las prácticas con cadáveres me asquea la carne.
SEBASTIÁN
No me extraña.
PEDRO “CHICO”
El formol apesta…
SEBASTIÁN
Traes el tufo en la bata…
PEDRO “CHICO”
En prácticas de Anatomía ya se han desmayado tres compañeros, el primero
cuando le pusieron un collar de vértebras, el segundo cuando destapó un contenedor
con restos humanos y el tercero al ver uno de los cadáveres abierto en canal…
SEBASTIÁN
Pues mal empiezan…
PEDRO “CHICO”
Son situaciones que impresionan.
SEBASTIÁN
Eso supongo. Día a día os iréis acostumbrando a los efectos de la muerte, contra
la que tendréis que luchar.
PEDRO “CHICO”
Poderoso enemigo.
SEBASTIÁN
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Es preciso una fuerte vocación y entrega para asistir a los enfermos…Has elegido
una profesión difícil…
PEDRO “CHICO”
Por cierto, la otra noche, cuando volvía de pasear, encontré a Pedro caído en el
suelo, estaba lloviendo y la gente cruzaba a su lado sin detenerse. Le levanté y le
pregunté qué le sucedía. Me dijo que todos los sábados se emborrachaba. Tenía una
berza que no se tenía en pie. Tuve que ayudarle a regresar.
SEBASTIÁN.
¡Pedro no acepta su ceguera y por eso se consume en la amargura! ¡Está muy
solo!
PEDRO “CHICO”
La patrona me confirmó que tiene problemas con la bebida.
SEBASTIÁN
Yo lo sospechaba aunque no pensé que fuera tan serio.
PEDRO “CHICO”
El otro día estuve en su dormitorio y olía muy mal porque no tiene ventilación. El
caso es que hay una ventana tapiada con ladrillos. Las paredes están muy sucias,
con lamparones antiguos, hace muchos años están pidiendo una mano de pintura.
¡Cómo no las ve…!
SEBASTIÁN
¡Mañana se lo comentaré a la patrona!
PEDRO “CHICO”
¡El viernes leí en misa!
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SEBASTIÁN
¿Tú? ¿Cómo, si no pisas la iglesia?
PEDRO “CHICO”
Te cuento: me he aficionado a ir al convento de San Esteban a escuchar el
órgano durante la misa de los viernes por la tarde. Para oírlo mejor y más cerca, me
subo al coro y ocupo un asiento de la sillería, permanezco a oscuras, con los ojos
cerrados, absorto, en estado contemplativo, como en otro mundo… Así me
sorprendió un fraile cuando encendió la luz. Se acercó hasta mí y me preguntó si
quería leer. Le respondí que sí, pensando que me enseñaría algún libro antiguo. Y así
fue, pues me condujo por vericuetos sombríos hasta la sacristía y me pidió que
leyera, en el transcurso de la misa, varios poemas de Salomón.
SEBASTIÁN
¿De Salomón?
PEDRO “CHICO”
Sí, del Cantar de los Cantares.
SEBASTIÁN
¿Y qué tal?
PEDRO “CHICO”
Casi lo recité de memoria. El público quedo conforme.
SEBASTIÁN
¡Qué cachondo!
(Termina de colocar la ropa. PEDRO “CHICO” se levanta y ordena los objetos
de la mesa. Es hora acostarse, pero antes hacen su sesión diaria de ejercicios, para
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lo cual se cambian de ropa y ambos se quedan con el pantalón del pijama, con el
tórax desnudo. Repiten similares ejercicios gimnásticos de pie, frente al espejo del
armario.)
¡Esa respiración! Llevamos una vida muy sedentaria.
PEDRO “CHICO”
Esta es la mejor forma de entrar en calor.
SEBASTIÁN
Hay que vencer al frío.
PEDRO “CHICO”
Un invierno duro.
SEBASTIÁN
(Agarra al compañero de un brazo y le tambalea.)
¡Estás en los huesos!
PEDRO “CHICO”
¡Pero soy puro nervio! ¡¿Preparado?!
SEBASTIÁN
Sí.
(Repiten diversas posturas y golpes de karate frente al espejo.)
PEDRO “CHICO”
Los golpes han de ser rápidos, secos, con potencia… ¡Observa! ¡Iaaaak!
SEBASTIÁN
Mira esta patada. ¡Iaaaak!
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PEDRO “CHICO”
¡Perfecta! ¿Pasamos al desfile?
SEBASTIÁN
¡Vale!
(Cogen cada cual su almohadón, se lo colocan al hombro, como si fuese un fusil,
y desfilan por el dormitorio riendo a carcajadas.)
¡Ya!
(Se golpean con los almohadones y se persiguen.)
¡Cuidado con la bombilla!
PEDRO “CHICO”
¡Toma!
SEBASTIÁN
¡Me estás cabreando!
PEDRO “CHICO”
¡Y tú a mí! ¡Te devuelvo el golpe!
SEBASTIÁN
¡Das fuerte!
PEDRO “CHICO”
¡De eso se trata!
SEBASTIÁN
¡Me haces daño!
PEDRO “CHICO”
¡Pues ríndete!
70
SEBASTIÁN
¡No!
(Se escucha la voz de MARÍA, enfadada. Golpea por fuera la puerta.)
VOZ DE MARÍA
¡Gamberros! ¿Qué hacéis?
(A los muchachos les entra la risa.)
PEDRO “CHICO”
Nada.
VOZ DE MARÍA
¿Qué son esos golpes? ¡Vais a romper algo!
(Los jóvenes se echan encima de una cama y muerden los almohadones para
contener la risa.)
¡Potros! ¡Sois como potros!
SEBASTIÁN
(Apunta a Miguel entre carcajadas.)
¡Culpable! ¡Te pillé morreando con un almohadón!
PEDRO “CHICO”
¡Qué bueno es reírse! ¡Se oxigenan los pulmones!
VOZ DE MARÍA
¡Dejadme entrar!
PEDRO “CHICO”
No estamos visibles…
VOZ DE MARÍA
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¡Pues apagad la luz inmediatamente!
SEBASTIÁN
¡Cómo mande!
(PEDRO “CHICO” apaga y el escenario queda en penumbra. Consiguen dominar
las risas.)
¿Seguimos…?
PEDRO “CHICO”
Te reto a una pelea cuerpo a cuerpo, en la oscuridad y sin hablar.
SEBASTIÁN
¡Vale!
(Se enzarzan en la lucha y caen sobre una cama, que se rompe con gran
estruendo. Ambos se quedan inmóviles, sorprendidos por el percance y enredados
entre las ropas. No pueden parar de reír. Se tapan la boca con las sábanas. MARÍA
acude alarmada por el golpe, grita con enfado en el exterior y golpea la puerta.)
VOZ DE MARÍA
¿Qué se ha roto? ¡Salvajes! ¡Abrid la puerta!
(SEBASTIÁN enciende una linterna e investiga el daño.)
SEBASTIÁN
(En voz baja.)
Mira. Se ha doblado la pestaña metálica donde apoya el somier. Si la
enderezásemos se partiría.
PEDRO “CHICO”
Lo mejor es dejarla así y sujetar el somier con una correa.
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SEBASTIÁN
Sí.
(Colocan el colchón.)
PEDRO “CHICO”
La culpa es de la cama, que no aguanta el peso de dos personas.
(SEBASTIÁN se aguanta la risa.)
VOZ DE MARÍA
¡Ya hablaremos! ¡Sinvergüenzas! ¡Me voy a dormir!
PEDRO “CHICO”
(Se echa sobre la cama para probar el arreglo.)
¡Parece que aguanta!
SEBASTIÁN
¡No te fíes! Acuéstate conmigo y mañana la arreglaremos.
PEDRO “CHICO”
Será lo mejor. ¡Qué mala suerte hemos tenido! (Se mete el la cama de Chan.)
SEBASTIÁN
Esperemos que no descubra el estropicio. ¡Buenas noches!
(CAE EL TELÓN.)
CUADRO VII.
(Se desarrolla en el dormitorio. Ambas camas aparentemente bien, con aspecto de
haber sido usadas. Entra MARÍA a arreglar la habitación. Observa buscando algún
deterioro en el mobiliario.)
MARÍA
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Lo de anoche pasó de castaño oscuro. ¿Dónde darían el porrazo? Esta mañana
no encontré ningún desperfecto, pero me parece mentira. En fin. Vamos a la faena.
(Se apoya en la cama rota, con la mano izquierda en el centro, con la intención de
retirar la manta, con lo que mueve el somier y se hunde. La patrona queda atrapada
y debido a su obesidad le resulta imposible incorporarse. Forcejea intentando salir
sin éxito. A gritos pide ayuda.)
MARÍA
¡Socorro! ¡Marino, sácame de aquí! ¡Marino, por favor!
MARINO
(Entra en escena alarmado por no poder ver lo que ocurre.)
¡¿Qué pasa aquí?! ¡¿María, por qué grita?!
MARÍA
¡Estoy aquí abajo, en el suelo! ¡Me han roto la cama esos potros! ¡Ayúdame, no
puedo incorporarme!
MARINO
(El ciego palpa la cama hasta encontrar a la mujer.)
¿Se ha hecho daño?
MARÍA
No, pero me he llevado un susto de muerte. ¡Qué desastre!
MARINO
(Sujeta a la patrona con fuerza.)
¡Apóyese en mí, voy a tirar de usted para sacarla! ¿Ya?
MARÍA
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Sí.
MARINO
A la de una, a la de dos y a la de tres… ¡Ya está!
MARÍA
(Inspecciona el catre y descubre el desperfecto.)
¡Qué salvajes, han doblado esta patilla de hierro!
MARINO
¿Dónde?
MARÍA
(Toma la mano del ciego y le indica.)
Aquí.
MARINO
Sí. Esto sólo lo arregla un herrero.
MARÍA
Pues el que rompe paga. ¡Me van a oír estos canallas!
(Se oye ruido de una llave y de la puerta principal. Entra en escena PEDRO
“CHICO” con una carpeta de cartón.)
¡Pasa, sinvergüenza! ¡Mira, la tontería de anoche!
PEDRO “CHICO”
Fue sin querer.
MARÍA
¡Podías habérmelo dicho! ¡Casi me mato por vuestra culpa! ¡Gracias a que
Marino estaba en casa para ayudarme!
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PEDRO “CHICO”
Perdóneme. Lo siento mucho.
MARÍA
¡Ayer no me queríais abrir! ¡Además os reíais de mí! ¡Bonita juerga, faltarle el
respeto a otra persona!
PEDRO “CHICO”
¡No era de usted!
MARÍA
¡Cómo qué no, cínico! Os estuve escuchando detrás de la puerta. ¡De mí no se ríe
nadie! Ya puedes recoger tus cosas, por que ahora mismo te largas de esta pensión.
¡Ríete ahora!
PEDRO “CHICO”
¿Y dónde vamos a ir?
MARÍA
¡Me importa un pimiento donde vayáis! ¡Cuánto más lejos mejor! ¡No quiero
volver a veros! ¡Se lo dices a tu primo cuando venga!
PEDRO “CHICO”
Nos deje estar aquí un par de semanas, hasta que encontremos otro alojamiento.
MARÍA
No.
PEDRO “CHICO”
¿No podemos llegar a algún arreglo?
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MARÍA
No.
PEDRO “CHICO”
Ahora está muy nerviosa.
MARÍA
Sí. ¡Por vuestra culpa! ¡Llama por teléfono a tus padres y cuenta lo sucedido!
¡Llámalos cuánto antes!
PEDRO “CHICO”
Sí. Ahora bajo.
MARÍA
No te olvides decir que tienen que pagarme los días del mes que has estado aquí y
lo que cueste el arreglo de la cama, esto último a medias con tu primo.
PEDRO “CHICO”
Se lo diré. No se preocupe por eso.
MARINO
(Al estudiante.)
¡Mal asunto!
(Salen del escenario MARINO Y MARÍA. El joven recoge sus cosas. Llega
SEBASTIÁN.)
SEBASTIÁN
¡Qué ingenuos hemos sido!
(Ambos se sientan en la cama indemne contemplando la rota.)
PEDRO “CHICO”
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Sí.
SEBASTIÁN
¿Qué ha dicho?
PEDRO “CHICO”
Nos ha puesto de patitas en la calle. Quiere cobrar lo que corresponde por la
estancia y lo que cueste el arreglo.
SEBASTIÁN
Quizás sea lo mejor para todos. De seguir así tú ibas a terminar peor.
PEDRO “CHICO”
Es posible, pero después de lo que hemos aguantado por seguir juntos…
SEBASTIÁN
El próximo años volveremos a ser compañeros y espero que tengamos más suerte
que este.
PEDRO “CHICO”
Después de esta experiencia cualquier alojamiento nos parecerá el paraíso. No
creo que haya algo peor en toda Salamanca.
SEBASTIÁN
Tendremos que comportarnos mejor, para que no nos echen a mitad de curso.
PEDRO “CHICO”
Sí. A partir de ahora se acabaron, para siempre, las peleas nocturnas.
SEBASTIÁN
Y las batallas de almohadones.
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PEDRO “CHICO”
Y las artes marciales.
SEBASTIÁN
Y los cánticos.
PEDRO “CHICO”
Y recitar poemas de madrugada.
SEBASTIÁN
Nos aburriremos como ostras.
PEDRO “CHICO”
¡Vamos a hacer las maletas! No sé que voy a contarle a mis padres.
(Recogen sus cosas.)
SEBASTIÁN
Cuéntales la verdad: qué has conocido lo que es pasar hambre, que has estudiado
tiritando de frío, que has caído enfermo por tantas penurias…Seguro que te
comprenderán.
PEDRO “CHICO”
Sí.
(Entra MARÍA.)
MARÍA
¡Devolvedme las llaves!
(Los muchachos se las entregan.)
SEBASTIÁN
Nos despida de los demás compañeros.
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MARÍA
Adiós.
( La patrona sale del escenario. Los jóvenes guardan sus pocas pertenencias cada
cual en su maleta y en una bolsa de deportes. PEDRO “CHICO” se mira en el espejo
apenado.)
PEDRO “CHICO”
¡Qué lastima contemplarme! ¡Qué estado más lamentable! ¡Estoy consumido!
¡Cuánto he sufrido en esta habitación!
SEBASTIÁN
¡Vámonos! ¡No le des más vueltas! Tenemos que olvidar esta etapa de nuestras
vidas. ¡A partir de ahora todo irá mejor ! A las dos sale un autocar para Béjar, nos
da tiempo a cogerlo.
PEDRO “CHICO”
(Se vuelve y se despide del dormitorio.)
¡Hasta nunca!
(Abandonan el escenario y cae el telón.)
FIN.
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