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  • 12 de Mayo de 2014

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    Por Juan Mara Alponte

    Mxico y el MundoLa mentira precede siempre la violencia

    En el ao 1981 el investigador francs, Jean-Claude Chesnais publicaba un libro inquietante Histoire de la Violence en Occident de 1800 a nos jours. En la pgina 56 un cuadro retuvo mi atencin. Su ttu-lo, traducido al espaol tena induda-ble inters porque estableca la tasa de homicidios en el mundo, en 1930, por cada 100,000 habitantes. Jean-Claude Chesnais slo inclua a un pas latino-americano: Mxico.

    Sus conclusiones eran claras: en Europa Occi-dental el promedio oscilaba entre el 0.5 y el 5.6 por 100,000 habitantes. En Inglaterra era el 0.5; en Suecia el 0.9 y mientras en Espaa el promedio era 0.9, Grecia arrojaba el nivel ms alto de Eu-ropa Occidental (5.6) y, en la Europa del Este, se incrementaba el promedio: 10.2, por ejemplo, en Bulgaria.

    Chesnais elega a tres pases americanos. Uno, Canad, proporcionaba una tasa de 1.9; Estados Unidos, violento, ascenda al 8.8 por cada 100,000 habitantes, pero la tasa de Mxico era explosiva: 51.8 por cada 100,000. En pocas palabras: una proposi-cin sobresaliente si se tiene en cuenta que en la Espaa de 1930, antes pues de la Guerra Civil, la tasa de homicidios era 0.9, igual que Suecia. M-xico impresionaba.

    La admirable !lsofa alemana Hanna Arendt de origen judo, por ello, abandon su pas natal ante la decisin de Hitler de liquidar impresiona la pala-bra, pero es certera, exacta- a toda la poblacin juda no slo de Alemania, sino de la Europa ocupada por su ejrcito. En todos esos pases, bajo el poder mili-tar nazi, la aniquilacin de los judos supuso una de las mayores atrocidades que recuerda la historia. En la Francia ocupada la decisin fue la misma. Se en-contraron los nazis, sin embargo, con un problema. En efecto, en el periodo de la Revolucin Francesa, -1789- sus gobernantes decidieron incorporar la co-munidad juda existente en el pas a la plenitud de derechos y, en consecuencia, Francia no tena comu-nidad juda alguna porque sta haba sido integrada en la nacin francesa. Los nazis se encontraron con un problema que pareca insuperable.

    No desistieron de la matanza y buscaron en los Registros Civiles, por los apellidos, quines eran, en teora, de origen judo. Condujeron a los campos de la muerte a 75,000 franceses que asumieron eran judos. Regresaron, vivos, 7,500 entre ellos una joven, Simone Veil, que fue la nica sobreviviente de su familia y que tendra un papel poltico y cultural relevante en Fran-cia. Guardo para ella conmocin y memoria.

    Las cifras respecto a los homicidios en Mxico en los aos 30 eran, como bien se ve, impresionan-tes respecto al promedio europeo. Cifras, sin duda, escalofriantes que en ciertas entidades estatales han sido superadas en nuestros das. En otras palabras, la violencia sigue constituyendo una prueba fehacien-te, inequvoca, de la dbil existencia real del Estado de Derecho. En mi ltimo libro Lecturas Filos-!cas. La Lucha por los Derechos Humanos y el Estado de Derecho asumo que Mxico an no se ha convertido en una institucin !able, con!able y decisoria al Estado de Derecho que, en su sntesis histrica, es la institucin por encima de cualquier otra proposicin, que se de!ne por GARANTA DE LA SEGURIDAD Y LA LIBERTAD DE LOS CIUDADANOS.

    Es intil insistir en ello si el sistema mexicano mismo reconoce su fragilidad al admitir que, de cada 100 delitos, se denuncian slo 12 y no se tienen no-ticias !dedignas de que los 12 denunciantes hayan obtenido justica. El silencio, turbio, sobre ese tema ya es de por s una declaracin desoladora.

    La admirable !lsofa alemana, indisociable de Hei-degger y de Karl Jaspers, huy de Alemania con la lle-gada de Hitler al poder porque era de origen judo y en aos decisivos de su talento escribi sus ensayos en in-gls, en Estados Unidos. La herencia !los!ca de Han-na Arendt es eminente y lo prueban ensayos asombro-sos de lucidez como La Filosofa de la Existencia.

    Su obra posee la singularidad de estremecer nues-tra existencia, por ejemplo, con una de!nicin que cabe incorporar a nuestra vida cotidiana como una proposicin sombra y asombrosa: que la mentira precede siempre a la violencia.

    Esa formulacin, elevada a categora !los!ca, tiene en Mxico connotaciones de identi!cacin consternantes. La mentira pblica, esto es, la men-tira como categora histrica de un lado, y como di-mensin identi!cadora de la poltica y la cotidiani-dad de las relaciones sociales del otro lado, ilumina y perturba la vida cotidiana, no digamos la histrica.

    Columna Los desafos de Mxico

    Todos los das nos asombran las permanentes con-tradicciones de las clases dominantes que esgrimen el poder como el escudo y el yunque de la ocultacin y la falsi!cacin. Un juego malabar de la palabra y !nalmente el ascenso de la mentira, desde el poder a categora conceptual permanente. Mentira que, por si ello fuera poco, juega un papel convertido, la-mentablemente, en norma, de forma y manera que es difcil identi!car racionalmente, entre nosotros, el signi!cado de la aletheia griega, esto es, la verdad.

    La proposicin de Hanna Arendt, que la menti-ra precede siempre a la violencia posee, entre noso-tros, una dimensin de naturalidad que, !nalmente, transforma el juego de la falsi!cacin en una vio-lencia orgnica, casi natural, que no permite o no posibilita la plena identi!cacin entre justicia e in-justicia y, en consecuencia, borra la identidad de las personas y suprime la identi!cacin entre policas y bandidos, entre autodefensas y narcos, entre el ciu-dadano y el asaltante. Cules son las consecuencias?

    Se me contestar, con peligroso razonamiento, que los atropellos que vive cotidianamente quien no es poder, est en el poder o vive, inquietantemente, en sus cercanas.

    Mis alumnos estn entre los 15 y los 29 aos en la Universidad. Segn el INEGI ese grupo poblacional tiene un indicador explosivo: el 33% de sus falle-cimientos, en el caso de los varones, son debidos a agresiones, esto es, a crmenes. Las mujeres, a su vez, de ese mismo modelo de edades, tambin se en-cuentran con un 11.4% de fallecimientos debidos a la violencia o el crimen. No existe grupo poblacional que no posea niveles muy altos de fallecimientos por la violencia. En el grupo varonil de 30 a 44 aos el 22.3% mueren por agresiones y en las mismas eda-des, las mujeres de 30 a 44 aos el 8.5% fallecen, an, por agresiones, esto es, por la violencia.

    El signi!cado !los!co y tico de la mentira como cordn umbilical de formas de existir que niegan la verdad o transforma la mentira, sin ms, en una for-ma pblica de quitarse las pulgas de encima, revela en qu medida una Sociedad que no asume la verdad no como garrote, sino como va de convivencia normal, est condenada a la violencia. Me pregunto, qu di-ra la madre de Miguel Hidalgo, criolla michoacana cabal, Ana Mara de Gallaga tambin los Hidalgo eran criollos- de la violencia que vive su Estado natal y la tragedia que supone el vivir cotidiano?

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    El signi!cado !los!co y tico de la mentira como cordn um-bilical de formas de existir que

    niegan la verdad o transforma la mentira, sin ms, en una forma pblica de quitarse las pulgas

    de encima, revela en qu medi-da una Sociedad que no asume la verdad no como garrote, sino

    como va de convivencia normal, est condenada a la violencia.