350 MILLONES DE PERSONAS ESTÁN AFECTADAS POR DEPRESIÓN EN EL MUNDO
La información es lapidaria. Más de 350 millones de personas están afectadas
por depresión en el mundo, cifra que ha aumentado a lo largo de los años pues
en el año 2011, las personas afectadas eran 121 millones. Sólo en Estados
Unidos 1 de cada 10 personas tuvieron algún episodio de esta enfermedad en
su vida. Y la tendencia es creciente, se estima que cada año el número de
diagnósticos sube en 20%, con una incidencia aún mayor en algunos países
del mundo.
Hoy la depresión vuelve a tomar un puesto central en el debate mundial luego
de reconocer que es posible que la tragedia del vuelo del Germanwings en los
Alpes pudiera estar relacionada a un piloto con una enfermedad mental no
tratada de forma efectiva y adicionalmente no identificada por el empleador.
Así es, un piloto que intencionalmente impacta su avión con 150 víctimas
atadas a su destino. Un horror de película que se transforma en realidad.
Pero en general los problemas de salud mental son poco financiados, rara vez
enfrentados como problemas de salud pública y en muchos casos aún
considerados muestras de debilidad. Los datos no son claros pero más del
80% de aquellos con diagnóstico claro no reciben tratamiento. En los países
latinoamericanos la cobertura de estas enfermedades es inversamente
proporcional a los niveles de inequidad. Es decir, los más vulnerables reciben
menos tratamiento. Sin mencionar el componente de género de una
enfermedad que impacta en mayor medida a mujeres entre los 45 y 65 años,
cuya cobertura de salud es también precaria.
La carencia de políticas de salud mental en la mayoría de países del mundo ha
venido de la mano con un incremento sostenido de las tasas de suicidio. Así
como del consumo indiscriminado de sustancias (legales e ilegales) que sirven
para buscar adormecer sus síntomas. Pero la realidad nos pega en la cara
cuando observamos hechos reiterados de violencia en centros educativos, al
interior de las familias y en la sociedad en general. Y finalmente un acto
inentendible de un piloto que cae del cielo al parecer planificadamente.
Lamentablemente la preocupación, la recuperación de señales, la identificación
de situaciones preocupantes viene después y se empieza a configurar una
situación de especial preocupación de la persona involucrada. Todo esto
demuestra la fragilidad de nuestros sistemas no de seguridad sino de
protección social. Por supuesto que las líneas aéreas están tomando medidas
para evitar que los pilotos puedan quedarse solos en las cabinas, o que no
existan mecanismos de control de estas situaciones. Pero la interrogante es
mayor, ¿cómo hacemos para identificar esta enfermedad efectivamente y
tratarla?
Mientras sigamos pensando que la depresión es un tema casi individual o en el
mejor de los casos familiar, estaremos incubando hechos de la gravedad que
conocimos esta semana. Un dato es claro, para aquellos nacidos después de
1945 la incidencia de la depresión es 10 veces mayor, lo que parece vincular
su potencial incremento no a un cambio genético sino más bien a cambios en
la forma cómo nos vinculamos.
Una sociedad sin contención emocional, donde las necesidades básicas no son
cubiertas, donde lo individual es más importante que lo colectivo está
multiplicando las bases mismas de esta enfermedad. Es hora que dejemos de
preocuparnos por la depresión de forma espasmódica y esporádica y tomar el
peso de las consecuencias de una sociedad centrada en el logro individual y en
el olvido de los problemas del otro.
No hay que olvidar que nos podemos convertir rápidamente en ese otro que a
veces creemos está lejano y no nos afectará directamente.
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