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MARTHA CHAPA
Martha Chapa
l chocolate, como sabemos, es una de las
grandes aportaciones de México al mundo.
Pero a pesar de ser un producto de nuestra
tierra, han sido otros países los que lo han procesa-
do, comercializado y consumido en mayor grado.
Por eso me pareció muy acertado que, al margen
de la crisis económica mundial, se organizara a fi-
nales de este enero la Expo Chocolate 2009 (The Cho-
colate Experience 2009), la primera como tal en su
género en México, según afirmaron sus convocantes.
Fueron tres días literalmente deliciosos, en los
que participaron importantes empresas chocolateras
para exhibir sus productos, y donde a la par de la
exposición se desarrollaron cursos, conferencias y
múltiples actividades más, con asistencia superior a
las 10 mil personas.
Hubo degustación de todo tipo de chocolates
–“desde el artesanal hasta el gourmet” ofrecía la con-
vocatoria, promesa que fue cumplida con creces– y
cata de combinaciones de chocolate con vinos y otras
bebidas espirituosas (tequila, oporto); cursos de coci-
na con platillos a base de chocolate y hasta la posi-
bilidad de ensayar aplicaciones más extravagan-
tes, como la escultura en chocolate y el spa de
chocolate. Todo esto se complementó con pláticas
sobre la historia del chocolate, sus aplicaciones y
beneficios.E
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Me dio gusto constatar que entre las más impor-
tantes corporaciones chocolateras lució de manera
relevante el Stand de Cadbury y sus riquísimos y finos
chocolates, por cierto el más vendido en Inglaterra.
También se presentó un stand del gobierno del estado
de Tabasco, donde se mostraban los últimos avances
en cuanto a la producción de cacao, sobre todo los
que se registran en una hacienda ubicada en Comal-
calco, donde se estudian y aplican nuevos métodos y
técnicas para mejorarlo.
Dentro de esta atractiva exposición, tuve la satis-
facción de participar con una conferencia sobre la
historia del chocolate.
En ese foro comenté que, no obstante la crisis, en
los últimos tiempos se ha incrementado el interés por
el cacao y el chocolate, fenómeno que los estudiosos
de la economía señalan se debe a las tendencias del
mercado, ya que en los momentos actuales se expan-
de y crece el consumo de estos productos. Sin embar-
go, también podríamos encontrar otras motivaciones
para ese fenómeno; quizá, en este mundo atribulado
por las guerras y la debacle económica, algo tenga
que ver la necesidad de regresar a los orígenes, a los
placeres simples y saludables, como disfrutar una rica
barra de chocolate o una espumosa taza de chocola-
te caliente.
Recordé que Hernán Cortés había conocido el
chocolate como cacao primigenio en la mesa de Moc-
tezuma, donde fue invitado a tomarlo, ya que ésta era
una de las bebidas predilectas del emperador. Desde
aquel momento, los conquistadores españoles que-
daron tan sorprendidos con este alimento americano,
que decidieron llevarlo a la madre patria, donde poco
a poco adecuaron la bebida a su gusto mediante la
incorporación de ingredientes como la leche y el azú-
car, y especias como la canela y la vainilla. Adaptado
ya al paladar europeo, de España el chocolate pasó
a Italia, Francia, Holanda, Alemania y después volvió
a cruzar el océano para viajar a Estados Unidos. Todas
estas naciones lo acogieron con verdadero fervor e
introdujeron mejoras técnicas en su confección, las
cuales pronto permitieron su popularidad en todo el
mundo.
También traje a colación un hecho fundamental
para la industria del cacao; me refiero al invento del
holandés Conrad van Houten, quien en los años
veinte del siglo XIX creó un método para extraerle
al cacao su grasa sin privarle por ello de su sus-
tancia estimulante, la teobromina. Consiguió así,
elaborar un polvo seco y soluble en el agua, sin
dejar residuos, que es el origen del chocolate en
polvo que se consume en grandes cantidades en la
actualidad.
Comenté, asimismo, en torno a la propuesta que
está sobre la mesa desde hace algunos años para
solicitar que la Organización Mundial de la Pro-
piedad Intelectual, con sede en Ginebra, Suiza,
otorgue al chocolate la denominación de origen, tal
como se hiciera con el tequila y el mezcal, y como
ha ocurrido desde hace mucho tiempo con produc-
tos de otras regiones, como el coñac francés o el
café arábigo. En este sentido, invité a sumar vo
ces para que dentro del rescate integral del cacao,
sus propiedades, nutrimentos y sabor auténtico,
se incluya la marca internacional “Chocolate de
México”
En todo caso, participar y recorrer la Expo Cho-
colate 2009 fue una experiencia alentadora y prove-
chosa, que me hizo refrendar la convicción de que
debemos apoyar y engrandecer la industria del cho-
colate con una visión integral que, en primer térmi-
no, beneficie a nuestro país desde el punto de vista
tanto cultural como económico.
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HERNÁN BECERRA PINO
n día, antes de volver a México, fui a la catedral
de San Salvador para ver la tumba de monse-
ñor Óscar Arnulfo Romero. En el sótano de di-
cha catedral hay una bella escultura de bronce de monse-
ñor Romero. A la altura del corazón tiene detenida una es-
fera roja, como de mármol, que indica el lugar donde le
entró la bala asesina. Al salir subí las escaleras y entré a la
catedral. Me encontré con una gran alegría, como si se tra-
tara de un jubileo religioso. En el interior había cientos de
viejitas cantando y en medio de una larga fila esperaban la
hostia. Me acerqué y me formé en la fila. Así, en medio de
alegres cantos llegué hasta el sacerdote que me dio la hos-
tia. Yo estaba conciente de que en ese mismo lugar monse-
ñor Romero daba su homilía dominical. Observé que todas
las ancianitas que formaban la cola le estaban dando la
mano a una bella dama. Yo también le di la mano y ella me
la tomó con las dos suyas.
–¿Es usted la esposa del presidente de El Salvador? –le
pregunté.
–No. Soy la vicepresidenta.
Esperé a que terminara la misa y me le acerqué para
pedirle una entrevista. Ella de inmediato llamó a su secre-
taria de Comunicación Social y le dio instrucciones de que
tomara nota de lo que yo quería al respecto. Me dijo que se
llamaba Alejandra Durán. Nos sentamos en una de las ban-
cas para iniciar una Conversación en la Catedral.
Esta conversación fue al medio día. Ella me dijo que
me iba a hablar a mi hotel después de las cinco de la tarde.
Nos despedimos y me fui a caminar por la plaza que está
justo enfrente de la catedral, lugar donde se dio la masa-
cre de los fieles que fueron a escuchar la misa de monse-
ñor Romero en la época de la guerrilla. De ahí me fui al
zoológico de San Salvador. Siempre que puedo voy a cono-
cer los zoológicos de las grandes ciudades que he visitado.
Por ejemplo, los zoológicos de: Calcuta, de San Diego, de
Nueva York, de Buenos Aires, de París, de Guatemala… y
desde luego el zoológico de Chapultepec, en la ciudad de
México. Del interior del país conozco los de Morelia,
Puebla, Tlaxcala, Tabasco… y desde luego nuestro hermo-
so Zoológico de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas… Cuando llegué
a mi hotel don Serafín me dijo que me habían hablado y
que él había apuntado el número del celular de Alejandra
Durán. “No se preocupe –me dijo– aquí está mi celular. Yo
le marco. Así fue como pude ponerme en contacto con la
Coordinadora de Comunicación Social de la Vicepresidenta
de El Salvador. Me dijo que me iba a hablar por teléfono a
México y que también me iba a mandar unos correos elec-
trónicos. Me despedí de ella.
Durante mi estancia en El Salvador fui tomando
nota de lo que la gente me decía, pero también entré a una
librería para comprar unos libros sobre la historia, la geo-
grafía, la política de El Salvador. A continuación apunto
unos datos de interés para nuestros queridos lectores: La
República de El Salvador se extiende en el noroeste del
istmo centroamericano. Con sus poco más de 20,000 km2
de superficie, constituye el estado más pequeño de Cen-
troamérica, por lo que es conocido como “el pulgarcito de
América”. A pesar de encontrarse en la franja tropical cáli-
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da del planeta, y en una de las zonas sísmicas y volcánicas
más sensibles, el país está densamente poblado con algo más
de 6 millones de habitantes.
La bandera azul, blanca y azul (colores comunes a los
países centroamericanos de lengua hispana) incorpora en
su escudo cinco volcanes entre océanos, así como un ramo
con catorce grupos de hojas, uno por cada departamento de
las tres regiones geográficas del país: Occidente, Centro y
Oriente.
El paisaje tropical del que se puede disfrutar en El Sal-
vador es fruto de temperaturas bastante cálidas (entre 18 y
34º C) y de la existencia de una estación seca y otra lluvio-
sa (entre mayo y octubre). El territorio es de carácter volcá-
nico, configurado esencialmente por una meseta de altitud
superior a los 600 metros, situada en lo que se conoce
como cinturón de fuego del Pacífico, por lo que emergen
en ella más de 60 volcanes, incluidos algunos de los más
espectaculares de América: el de Izalco (conocido como “el
faro del Pacífico” porque sus llamas se avistaban desde alta-
mar), el de San Miguel (o Chaparrastique), de 2, 153 m, y el
de Santa Ana (Llamatepec), de 2, 365 m. Se trata de volca-
nes activos en reposo, que de momento sólo emiten pequeñas
columnas de humo. A ello se suman los normales temblo-
res de tierra que hacen de esta pequeña “república jardín”
un territorio vivo en continuo cambio.
El interior del país está cubierto por reductos de bos-
ques nebulosos casi impenetrables como el Parque del Im-
posible, el Cerro de Montecristi o el Cerro Pital (el pico más
elevado del país, con más de 2, 400 m), así como por cam-
pos de cultivos de café, algodón, caña de azúcar, maíz, ma-
guey, etcétera. Lo surcan numerosos ríos de carácter to-
rrencial, siendo la principal arteria fluvial el espectacular río
Lempa, cuyas aguas son embalsadas en pantanos que cons-
tituyen auténticos mares interiores, como es el caso del em-
balse del Cerrón Negro o Suchitlán. Estos ríos forman en
sus desembocaduras grandes lenguas de arena, conocidas
como esteros: barras o interminables penínsulas de fina
arena cubiertas de cocoteros y manglares y bañadas por el
Pacífico.
San Salvador se extiende bajo el volcán del mismo nom-
bre, La vieja San Salvador se ubicaba algo más al norte,
cerca de la ciudad colonial de Suchitoto, próxima a su vez a
Cuxcatlán, donde los pipiles tenían establecida su capital
desde 1054. En 1525 Gonzalo de Alvarado fundó la ciudad
en honor a Cristo, Divino Salvador del Mundo. A pesar de su
protector, la ciudad no se salvó de terremotos como el
devastador del año de 1986. Entre 1824 y 1841 fue capital
de la Federación Centroamericana. Desde 1950, y especial-
mente en las últimas décadas, la ciudad ha recibido gran-
des olas migratorias del campo (la ciudad pasó de cerca de
100,000 habitantes en 1940 a más de 1, 500, 000 –su área
metropolitana– a inicios del 2000), así como una fuerte
emigración hacia los Estados Unidos, lo que ha marcado su
fisonomía de manera determinante. Si una buena parte de
esta población pobre se hacina en el descuidado centro his-
tórico y barriadas periféricas de San Salvador, las grandes
avenidas definitorias de la ciudad tienen una apariencia muy
norteamericana, patente en sus grandes centros de consu-
mo y espaciosos distritos residenciales.
Perla Estrada
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FRANCISCO CARRANZA ROMERO*
Materiales de muertes injustas
n las últimas dos décadas del siglo XX en
Perú hubo muchos desaparecidos y muer-
tos, cuyo número llega casi a 70,000. Se-
gún el informe muy bien documentado de la Co-
misión de la Verdad y Reconciliación (CVR) que investigó
esos casos, la mayoría de las víctimas es la población
campesina quechua que no tuvo los recursos para
defenderse ni para denunciar los crímines por las
siguientes situaciones reales que no hemos supera-
do: Muchos pueblos rurales están lejos de las ciuda-
des. No hay autoridades que tengan la voluntad ni la
capacidad para transcribir las denuncias hechas en el
idioma quechua porque las autoridades y sus subal-
ternos son productos de las escuelas hispanizantes.
La vigencia del prejuicio criollo que menosprecia a
los indígenas y a sus manifestaciones culturales; por
eso los asuntos indígenas están en el Ministerio de la
Mujer junto a los discapacitados. Los agentes de esas
desapariciones y muertes, según CVR, fueron dos:
las fuerzas subversivas y las fuerzas policiales y mili-
tares. Los guerrilleros intentaron crear el caos y el te-
rror para construir sobre las ruinas su paraíso. Los
uniformados y los paramilitares, cumpliendo las órde-
nes superiores, respondieron con las mismas armas
del terror eliminando a los sospechosos y a las pobla-
ciones donde supuestamente se escondían los gue-
rrilleros. Los campesinos, en medio del fuego cruza-
do, huyeron los que pudieron; pero, los que ya no
pudieron salir, fueron victimados. Hasta ahora siguen
desenterrando los cadáveres de los civiles desapare-
cidos. En estas excavaciones no se encuentran los
huacos antiguos, se encuentran los restos huma-
nos recientes que no se autoeliminaron sino que fue-
ron víctimas. Los militares implicados se defienden
que obraron para defender la patria, la democracia
y el orden. Con tan buenas intenciones mataron a
gente indefensa.
¿Quién los entiende?
Las autoridades peruanas, comenzando por el presi-
dente del país, claman al mundo entero para que
inviertan en el Perú. Pero, cuando la República de
Alemania ofrece con generosidad la donación de dos
millones de euros para la construcción del Museo de
la Memoria, la respuesta del coro gubernamental es
de rechazo. ¿Desde cuándo el gobierno peruano
rechaza las donaciones? ¿Se trata de salvar a algunas
instituciones y personas implicadas en los crímenes?
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El señor Ministro de Defensa, que se opone a la
construción del museo, ¿a quiénes defiende? El car-
denal, que durante las desapariciones de los campe-
sinos ayacuchanos estaba en Ayacucho, también se
opone. ¿No merecen siquiera un responso las almas
de las pobres víctimas?
Queremos el Museo de la Memoria
Mario Vargas Llosa y otros intelectuales peruanos que
no han vendido sus almas agradecen el gesto genero-
so del gobierno alemán, y apoyan la inmediata cons-
trucción del museo para que quede la memoria de lo
que sucedió en Perú.
Esas dos décadas no deben ser enterradas ni des-
tinadas al olvido. El Perú tiene que enfrentarse a su
pasado para no volver a repetir los errores. Sólo la
ignorancia y la cobardía inducen a actuar como el
avestruz que mete la cabeza dentro de la arena cre-
yendo así estar oculto de los demás.
Entre los documentos de CVR están las fotografías,
videos, grabaciones de los testimonios en quechua,
en castellano y en tacutacu (mezcla del quechua y
castellano) de los familiares y sobrevivientes contan-
do los tristes casos y denunciando a los asesinos, las
armas usadas para matar, etcétera. Y estos materia-
les, antes de que desaparezcan como sucede con los
archivos comprometedores, merecen estar en un lu-
gar seguro para que las generaciones actuales y pos-
teriores vean los horrores, y reflexionen sobre los
terribles errores. El Museo de la Memoria ayudará
con datos objetivos para que no se repitan los horro-
res y errores.
“Para recordar” es el título de los materiales que
muestran esos crímenes. En quechua se llama: Yar-
paanapaq (Quechua I) o Yuyanapaq (Quechua II).
Pero, algunos no quieren recordar en ninguna lengua.
Cuando los turistas extranjeros llegan a Perú traen
sus cámaras preparadas para fotografiar y documen-
tar el paisaje natural y el paisaje humano que les
parecen interesantes o diferentes de sus pueblos de
procedencia. Allí los indígenas, como los desapareci-
dos y que ahora aparecen muertos en fosas comunes,
son los protagonistas con sus rostros trigueños y con
sus manifestaciones culturales: lengua, música, baile,
rito, vestido, comida... Y las agencias de viaje exponen
ante los turistas esos materiales exóticos como si
fueran de su creatividad. El gobierno recibe los im-
puestos por todos los gastos que hacen los turistas;
pero poco hace por los indígenas, los trata como a los
discapacitados. Y con otro museo, habrá más para
mostrar.
*Instituto de Asia América (Universidad Dankook, Corea)
Alfredo Meléndez
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ROBERTO BRAVO
sabel era blanca con pecas en las mejillas y
labios carnosos. Dos ojos como luminarias
verdosas, grandes, reflexivas y atormentadas
daban expresión a su rostro.
De entre sus cejas pobladas bajaba una nariz
recta que nacía al mismo nivel de su frente. El pelo
ondulado, castaño, cuando lo teñía de rojo se volvía
una llamarada que alegraba su cara. El cuerpo atrac-
tivo, generoso, de hombros altos, lo mantenía ergui-
do al caminar, pero inclinaba la cabeza hacia el piso,
hacia sus zapatos en actitud abstraída, atenta a los
pasos y a su pensamiento. Hablaba pausado, como
las personas que ponen atención en lo que van a de-
cir. Le gustaba vestir vaqueros y overoles, camisas
de manga larga, suéteres de cuello alto, chaquetas de
mezclilla y chamarras abrigadoras. Cuando hacía frío
usaba un abrigo color tabaco o uno gris de espigas.
Se esmeraba en su arreglo y siempre lució pulcra.
Para sus pies siempre adoloridos por la artrosis, pro-
curaba zapatos no altos y al final de su vida sola-
mente los soportaba al piso y de una piel tan fina
como la seda. No toleraba la suciedad ni el desor-
den, antes de sentarse a trabajar en su escritorio,
limpiaba con un trapo húmedo su superficie y cada
uno de los compartimientos. Todo debía estar en su
lugar y los lápices con la punta afilada, la goma de
borrar sin rastros de grafito. Esta operación podía
durar el tiempo que fuera necesario, pero hasta que
todo estuviera aseado y en su sitio se ponía a tra-
bajar teniendo al lado una taza (la más grande) de
café. Hacía sus investigaciones, ensayos, artículos
sobre poesía, traducciones, revisiones de estilo (pa-
ra la revista de La Dirección de Investigaciones His-
tóricas del INAH) y poemas con la seriedad de quien
está oficiando un rito. Tanto se concentraba que no
toleraba que la distrajera, en esos momentos, la dul-
zura de su carácter se trocaba en intransigencia ha-
cia su tiempo. Pasaban las horas, y aunque se parase
de su silla al baño, o por más café estaba pensando
en su trabajo. Sus textos los hacía una y otra vez
hasta quedar satisfecha. Cuando se trataba de sus
poemas, rehacía las líneas contando y marcando
cada sílaba en el papel. Las contaba con los dedos
Donde abreva el tiempo
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deletreándolas y donde encontraba un ritmo trunco
rehacía el verso aunque significara volver a hacer el
trabajo. Esta intensidad y acuciosidad con la que rea-
lizaba las cosas, duró aún en los momentos más du-
ros de su enfermedad, cuando los medicamentos y
sus obsesiones la aterraban. Y aunque por momentos
su inestabilidad emocional fue evidente, su capacidad
intelectual, su experiencia, conocimientos sobre su
arte y su trabajo, los conservó intactos hasta su muer-
te. Nunca actuó de manera improvisada e irrespon-
sable.
Isabel y yo tuvimos una hija, y ocho años después
de nuestro matrimonio, nos separamos. Intentamos
varias veces reconciliarnos, pero fue inútil. Volví a
encontrarla, seis años después, luego de tres meses
de no saber de ella y de Paloma.
A causa de aquel sentimiento tan arraigado en
ella de estar gorda sin serlo. Isabel se sometía a die-
tas muy severas para adelgazar ayudada de pasti-
llas. Esto le provocó una hipocalemia, (pérdida to-
tal del potasio) que a su vez le originó una lesión
cerebral. Estuvo internada inconsciente en el Ins-
tituto Nacional de Siquiatría donde le detectaron
el mal.
Cuando salió del hospital la llevaron a la casa de
sus padres, las medicinas que tomaba le hacían cami-
nar de un lado a otro del cuarto y no poder estarse
quieta (hiperestesia). Escuchaba voces y tenía aluci-
naciones olfativas (olía a hule quemado).
Fui a verla y la vi con esa agitación, me costó tra-
bajo aceptar que era ella. Su rostro era el de un ani-
mal perseguido, estaba distorsionado, y sus ojos pro-
yectaban un sufrimiento abismal.
Me dijo que la disculpara, que no podía estarse
quieta, que se sentía muy mal y no quería que la viera
en ese estado y pidió que me saliera para ponerse
algo apropiado (andaba en bata).
Al salir de la recámara escuché decir a sus padres
que lo mejor era internarla en una clínica siquiátrica.
Y los vi tan decididos a hacerlo que les pedí que me
permitieran llevármela conmigo, si ella aceptaba. Cuan-
do salió a verme, le dije lo que había pensado hacer.
Aceptó irse a mi departamento. Yo estaba de vaca-
ciones.
No recuerdo exactamente cuánto tiempo estuvi-
mos juntos, en este momento pienso que fue un mes.
Dormíamos en la misma cama agarrados de la ma-
no porque tenía miedo de estar sola. Conociendo su
capacidad para poner orden en todo lo que hacía, le
pedí que catalogara los textos que había hecho desde
que empecé a escribir y lo hizo con la concentración,60
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Cruzitos
paciencia y vocación que tenía para leer y clasificar
documentos. Íbamos a comer al restaurán, escuchá-
bamos música, y nos enseñábamos nuestros hallaz-
gos literarios. En ese tiempo agarró fuerza su espíritu
y volvió a sentir apego por la vida. Me contó de su
encierro con otras personas en el Instituto N. de Si-
quiatría y se alegraba de que a otra paciente que
sufría demasiado le practicaran la lobotomía. Me dijo
también que quería que a ella se la hicieran porque de
esa manera iba a borrar los recuerdos de su niñez que
la atormentaban. Cuando esas obsesiones llegaban a
su mente, escuchaba voces que le pedían que hiciera
cosas a las que ella se negaba, pero insistían hasta
atormentarla. Se pegaba entonces con las manos en
la cabeza y después la azotaba contra el primer muro
que encontrara.
Yo volví a mi trabajo, y ella con sus papás o
al departamento de Leticia Hulsz (una verdade-
ra amiga con ella), no recuerdo bien, pero seguí
viéndola.
Su padre encontró un siquiatra que empezó a
funcionar mejor, y su recuperación, aunque estuvo
llena de altibajos, poco a poco fue reintegrándola a la
cotidianidad y a su trabajo. Para entonces habíamos
decidido volver como pareja y lo hicimos por un
periodo de cuatro años más.
Desde su convalecencia, Isabel recuperó su capa-
cidad de trabajo e intelectual como si nada hubiera
ocurrido y siguió haciendo su poesía de la que cono-
cí uno o dos poemas (uno de ellos el que hizo para
nuestra hija paloma, publicado en El Búho anterior)
del libro inédito que dejó. Sus hábitos de limpieza
y orden se acentuaron después de su hipocalemia, y
conservó la discreción, buenas maneras y cuidado
personal que la caracterizaron.
Su honestidad intelectual y la calidad de su poe-
sía hicieron de ella la representación del artista por
vocación, ése que brillará cuando hayan pasado estos
tiempos oscuros y dilatados y junto a un puñado de
otros como ella harán que la literatura mexicana siga
teniendo la dignidad de ser leída. Esos que asumieron
el arte, dijera W.H. Auden,
Como una vocación
No como ese Napoleón de sueño, pavor y centro del rumor,
Ante cuya cabalgata la multitud se abre,
Inaugura un monumento y se retira,
Ni como ese general mimado, que nos visita dándose aires
Para quien el clima y las ruinas significan tanto,
Ni como uno de esos que siempre serán bienvenidos,
Como premio, historia o diversión,
No entres así: todos estos parten.
Reclama, desde luego, el derecho del turista al placer:
Los embajadores seguramente te entretendrán
Con conocimiento de óperas y gente,
Los banqueros pedirán tu opinión
Y las mejillas de las herederas se inclinarán hacia ti,
ligeramente como
nunca,
Las montañas y los comerciantes te atenderán
Y andarás libremente.
Pero cortesía y libertad nunca son suficientes,
Para una vida. Conducen
A una cama que semeja el matrimonio;
Incluso la admiración, constante y distante
Para quienes obviamente no desean nada
Es de mal gusto. Ellos
Son el tema
Después, se despiden
Pero siempre en algún lugar, y particularmente en ninguno,
En cualquier paisaje con casas y estanque,
Su queja compite sin éxito con el grito
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Del tráfico o de las aves, siempre espera
El que te necesita, ese aterrado
Niño imaginativo que sólo te conoce
Como lo que la familia llama una mentira,
Aunque sabe que tarde o temprano será hombre y que sólo
Los mansos heredan la tierra, y que no es ni
Encantador, ni triunfador ni una multitud;
Solo, entre el ruido y el ajetreo del verano,
Su llanto subirá a ti como una vocación.
De Otro tiempo (traducción de Marcela Orraca y
Roberto Bravo)
Isabel Quiñónez murió el 30 de octubre de 2008 a
las seis de la mañana, de insuficiencia respiratoria
aguda por un cáncer de páncreas que invadió sus pul-
mones. Ella desconocía que tenía este mal hasta 20
días antes de su deceso. Su cuerpo fue incinerado. La
acompañó durante todo ese tiempo y en el momento
de su partida nuestra hija Paloma.
BIBLIOGRAFÍA:
Quiñónez, Isabel; Extracción de la piedra de la locura, La Máquina de Escribir,
México, 1979, 28 Pp.
y otros; Será esto el mar, Ediciones de la revista Punto de Partida,
México, 1984, 120 Pp.
,Alguien Maúlla, Fondo de Cultura Económica/Letras Mexicanas, Mé-
xico, México 1984, 86 Pp.
,Esa Forma de irnos alejando, Universidad Veracruzana/Ficción,
México, 1989, 80 Pp.
,Así en la tierra, Breve Fondo Editorial, México, 1996, 144 Pp.
,De don Juan Manuel a Pachita la alfajorera/legendaria publicada en la
ciudad de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Colección
Divulgación, México, 1990, 442 Pp.
, Mexicanos en su tinta: calendarios, Instituto Nacional de Antropología
e Historia/ Colección Obra Diversa, México, 1995, 150 Pp.
,En torno al quinto centenario/ Ideas, contrapuntos, Instituto Nacional
de Antropología e Historia/Colección Científica, México, 444 Pp.
Adiós queridos amigos
Poco antes de cerrar esta edición de El Búho, recibimos dos noticias lamentables: la muerte de Eulalio Ferrer y
la de Griselda Álvarez, amigos de la Fundación René Avilés Fabila y de esta revista. Ambos fallecimientos nos lle-
nan de pena y consternación. Eulalio nos estimuló y nos dio más de un consejo sabio. Fue un publicista nota-
ble y un hombre de letras, enamorado de la mítica figura del Quijote. Griselda Álvarez fue una de las creadoras
de nuestra publicación y era parte del Patronato de la Fundación René Avilés Fabila. Era una mujer que nos daba
su apoyo incondicional. Griselda obtuvo una larga cadena de premios, homenajes y reconocimientos que ella
agradecía con modestia. A su casa llegaban presidentes y ex presidentes de la República, grandes poetas, nove-
listas afamados, actrices de prestigio, diplomáticos. Era una elegante y discreta conversadora, aquélla que habla
y escucha, que interviene cuando debe hacerlo y nunca abrumó a sus comensales con el dominio de la palabra.
Nieta e hija de gobernadores, su bibliografía es extensa, básicamente poética. Griselda antes que otra cosa
era poeta, sonetista de gran altura. A veces utilizaba su habilidad literaria para llevarla al campo del combate
político. ¡Cómo no recordar la célebre y burlona colección de sonetos que le dedicó a Diego Fernández de
Cevallos! Los publicó en El Búho y luego ya reunidos bajo el irónico título de Canto a las barbas, yo escribí el pró-
logo para que el libro fuera repartido gratuitamente entre los militantes de los diversos partidos políticos que
luchaban en la contienda presidencial de 1998, particularmente del , para que vieran cómo se expresaba de las
mujeres el tal Fernández de Cevallos. Dentro de los muchos títulos que editó, vale la pena recordar Letanía eróti-
ca para la paz, Anatomía superficial y su autobiografía política, Cuesta arriba.
El Búho despide cariñosa y respetuosamente a los dos personajes, cada quien en su campo tuvo enormes éxitos.
Un cumplido
funcionario de la Profeco
Carlos Meneses Toribio es
un cumplido funcionario de
la Procuraduría Federal del
Consumidor, en la que apa-
rentemente labora como
Director del Área de Quejas
y Conciliación. Asesoría e In-
formación. Tuvo a bien res-
ponder a una solicitud de
apoyo a un consumidor, que
si bien tiene un adeudo con
una tienda departamental, és-
ta pretendía abusar del clien-
te, al incrementar la deuda
desmesuradamente.
El asunto era de la in-
cumbencia del C. Meneses,
puesto que se le pedía que
actuara como amable com-
ponedor, para que redujera
sus pretensiones la tienda,
pero el cumplido funciona-
rio se excusó de intervenir y
le respondió al consumidor
que debía arreglar su asunto
directamente con la empre-
sa comercial, lo que motivó
una carta del C. Afectado,
pues evidentemente el C. Me-
neses escurría el bulto para
no tener que enfrentarse a
los grandes intereses de la
abusiva tienda departamen-
tal, que finalmente tuvo más
sensibilidad que Meneses
Toribio.
La Culta Polaca repro-
duce la carta del indignado
consumidor, que le propone
al cumplido funcionario que
si no funciona devuelva lo
que ha cobrado. Y es que
de estos funcionarios hay
sobreabundancia en la admi-
nistración calderonista.
C. Carlos Meneses Toribio
Director de Área (no sé cuál
porque no la especifica)
Quejas y Conciliación
Asesoría e Información
Procuraduría Federal del
Consumidor.
Recibí el 6 de marzo un
escrito fechado el 12 de fe-
brero, con número de men-
sajería (supongo) 9039, en el
cual, con la celeridad del ca-
so –pues les escribí el 29 de
enero, y además vivo a dos
calles y media de su domi-
cilio de trabajo–, me hace
saber usted lo obvio: que me
arregle yo sólo con mi pro-
veedor, lo que desde luego
puedo hacer y ya hice, pero
la diferencia es que yo, y
todos los contribuyentes, le
pagamos a usted para que
cumpla esas funciones. Y
no cumplir con lo que por
ley se le encarga a uno, es
negligencia y ésta es una fal-
ta administrativa grave.
También hacer oficios
con una sintaxis deplorable
debiera ser considerada falla
grave y digna de ser aten-
dida en la sala de cuidados
intensivos de algún hospital
de la palabra, con cargo al
escribidor, pero como en eso
se empareja la mayoría de
los funcionarios, no es teni-
da como error administrati-
vo la deficiencia en la comu-
nicación. Si en lugar del IVA
se pusiera en práctica el IDA
(Impuesto al Disparate Agre-
gado), las arcas de la na-
ción estarían repletas. Y tomo
muestras de sus maneras de
tagarote.
Asegura usted que “de-
rivado del análisis”… “nos
damos cuenta” (en plural,
aunque firma en singular. Los
únicos autorizados a usar el
plural mayestático o pontifi-
cio son los reyes y el Papa y
creo que usted C. Meneses
no ocupa esas posiciones)
“que el cobro deriva de una
deuda”. ¿Así que usted deri-
va de lo derivado? Entonces
yo derivaré de su derivación
derivada, que no sólo tiene
problemas de escritura, sino
también de lectura, puesto
que usted cree que yo esta-
ba pidiendo una prórroga y
no, C. Meneses, me estaba
quejando de un abuso en el
cobro y solicitaba de uste-
des, como amables compo-
nedores que debieran ser,
sus servicios de conciliación.
Luego sigue con su plu-
ral mayestático y pontificio:
“le sugerimos que en prime-
arca
de
noé
63
ra instancia…” y no, C. Meneses (¿La
C. será de cucañero? Vaya al Diccio-
nario), instancia significa insistencia y
si voy a ir por primera vez a nego-
ciar, no puede calificarse mi acción de
insistencia. Más adelante ofrece ase-
soría legal y no sé qué más cosas, cuan-
do que quien está urgido de asesoría
pero gramatical es usted, que empieza
su escrito con un mal uso del gerundio
(“Agradeciendo…”) y culmina su texto
con otro dislate (“Es- perando”).
Eficiente y cumplido funcionario:
ya arreglé mi asunto y conseguí que,
motu proprio, la tienda departamen-
tal me redujera el cobro excesivo de la
deuda y también logré que cambiara a
su despacho de abogados. Hice el tra-
bajo que usted debería haber hecho,
según se desprende del pergeño que
me envió, pues según lo escrito el
objetivo de la dependencia burocrática
en que trabaja (llamada por usted
pomposamente “institución”), es “pro-
mover y proteger los derechos y cul-
tura (sic) del consumidor y procurar la
equidad, certeza y seguridad jurídica
en las relaciones entre proveedores y
consumidores”, así que espero que
tenga usted la honestidad de devolver-
le a Hacienda la parte de su sueldo no
devengado.
Monsiváis en una película de arte
Hace años el insigne e ilustre Carlos
Monsivaís participó en una película de
arte, dirigida por Alberto Isaac y basa-
da en una historia de Gabriel García
Márquez: En este pueblo no hay ladro-
nes, en la que hacía un bit sin trascen-
dencia.
Como en la película también actua-
ban de pasadita don Luis Buñuel y
otros personajes de la cultura de aque-
llos años, no mereció mayor atención
de los críticos la presunta actuación del
laureado Monsi, porque se consideró
una puntada de Alberto Isaac. Pero al
parecer no fue la única “actuación es-
pecial” de este demiurgo de las letras
mexicanas, según la transmisión re-
ciente en Sky, de otra joya del arte en
que participó.
Se trata del filme de festival: La
guerrera vengadora, que protagonizó
la encarnación de La trailera y de
Juana la cubana, doña Rosa Gloria
Chagoyán, el sabio de la Portales figuró
como amigo de un rufián, a quien la
Chagoyán impacta por la rotundez de
su apariencia y para confirmar lo bue-
nona que está le pide a su sibarita
amigo Carlos, que participa en un re-
ventón, le dé su autorizada opinión
sobre la belleza de esta fémina, a lo
que Carlos asiente como gran experto
calificador de los encantos femeninos.
Después no vuelve a aparecer en
toda la película, que como las otras de
la Chagoyán se inscriben en lo mejor
de las cintas de acción, que no se sabe
si en el año de estreno, pues data de
algunos años, obtuvo el Ariel en Mé-
xico o fue por lo menos candidata a un
Óscar, pero debe haber ocurrido algo
parecido, dada la exigencia con que
Monsi se ha acercado al 7º. Arte.
Un precursor de la Independencia,
sin honores y sin calle siquiera
¿Sabrán las autoridades capitalinas y
federales quién fue Fray Melchor de
Talamantes?
Porque ahora que andan dizque
preparando los festejos del Bicente-
nario de la Independencia y del Cen-
tenario de la Revolución, nadie parece
acordarse del peruano Fray Melchor
de Talamantes que como Mariano Mi-
chelena y Francisco Primo de Verdad,
se anticiparon a los muy sabidos Hi-
dalgo, Morelos, Allende y otros más y
se manifestaron a favor de la Indepen-
dencia de México, no necesariamente
en el terreno de las armas, pero sí de
las ideas, que es a lo que más temen
los tiranos absolutistas.
Con decirles, estimados seguidores
de La Culta Polaca que ni siquiera hay
una calle que lo recuerde en este
caótico y desquiciado Distrito Terregal,
que parece haber sido bombardeado
por las fuerzas represivas del Tío Sam,
porque hay trincheras por aquí y por allá.
Ocurre que el heterónimo de esta
sección, Héctor Anaya, que ha venido
preparando desde hace un par de años
una serie de publicaciones, denomina-
das Libertadores con nombre de
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Damián Andrade
calle y Revolucionarios con nom-
bre de calle, que no han recibido
hasta la fecha el respaldo de las comi-
siones de festejos de la Independencia
y la Revolución, no halló (por más que
hurgó en colonias y barrios del DF y
zona conurbada), ninguna calle, ave-
nida, boulevard, callejón, privada o ce-
rrada, que le hiciera por lo menos la
justicia de recordarle a los vecinos que
hubo un tal Melchor de Talamantes,
que abogó por la independencia y la
soberanía de México en inteligentes
alegatos que le merecieron ser encar-
celado y acusado de más de un cente-
nar de delitos, en los que supuesta-
mente había incurrido por pedir que
frente a la invasión napoleónica de Es-
paña, en México se formaran grupos
de resistencia, como en la metrópoli.
Se le consideró un personaje sub-
versivo y se le encarceló en San Juan
de Ulúa, en espera de poder llevarlo a
España. Pero enfermó en la infamante
cárcel veracruzana, donde se contagió
de fiebre amarilla y murió para no ser
recordado por la historia oficial.
¿Qué no habrá una placita a la
que se le pueda dar su nombre? ¿Ni
habrá manera de quitarle a Iturbide al-
guna calle que recuerda a este funesto
personaje, presuntamente libertador del
país, para dársela a este precursor
de la Independencia? ¿O por qué no le
quitan a Salinas de Gortari algunas de
las múltiples calles que la lambisco-
nería impuso a vecinos inocentes? ¿O
de plano le restan a las que la incuria
mental decidió dedicarle al asesino
confeso de estudiantes que fue Díaz
Ordaz?
Ahora que si no se quiere ofender
a tan preclaros héroes de la patria,
podrían quitarle un pelo de rana a
las que se multiplican en el DF, zona
conurbada del estado de México o en
todo el país a la “Independencia”
en abstracto, que existen sólo para con-
fundir a los habitantes, a los carteros y
a los mensajeros.
¿O será que todavía se le consi-
dera subversivo a Fray Melchor de Ta-
lamantes, a quien no se le permitió aban-
donar las órdenes religiosas, a pesar de
que él solicitó la secularización?
Pero si alguien sabe del mínimo
homenaje de haberle dado su nombre
a una calle, un callejón o un oscuro rin-
cón, aunque sea de los enlodados
y nada prestigiosos, comuníquelo al
heterónimo de esta sección, Héctor
Anaya, para que enriquezca su investi-
gación, a ver si alguien le propone pu-
blicar su guía de viñetas de personajes
con nombre de calle.
Los anuncios del IFE
se parecen a sus dueños
¿Cómo le habrán hecho los del IFE
para conseguirse a los peores publicis-
tas para que les hicieran sus anun-
cios?
Porque si los de antes eran una
pifia, los nuevos no se quedan atrás.
Una jovencita –veinteañera se
supone– le pregunta a su abuela, que
por su voz no parece estar más allá de
los 60 años, lo que significaría que
hace unos 42 años estaba en condicio-
nes de votar, que cómo eran antes las
elecciones y cómo participaban las mu-
jeres. Y la señora, que pudo haber
tenido a su hija, mamá de la nieta pre-
guntona, a los 20 años y ésta a su vez
a la nieta inquieta y feminista, también
a los 20, le contesta que en sus tiem-
pos no se les dejaba votar ni menos
aún se le permitía a las mujeres aspi-
rar a un cargo de elección popular.
Pero ocurre que en 1954 se le
concedió a la mujer el derecho de vo-
tar, sin que mediara realmente una
exigencia popular organizada a favor
del sufragio femenino, así que por lo
menos hace 55 años empezaron a vo-
tar las mujeres y consecuentemente
tenían la vía libre para postularse co-
mo candidatas. La abuela esa, a quien
no le suena la voz cascada de 80 ó 90
años, sino a lo sumo de 60, si no es
que menos, al cumplir 18 para votar, o
a los 21 en la mayoría de edad, ya te-
nía en 1967 ó en 1970, pleno derecho
a sufragar, pues hacía 14 ó 17 años
que habían ganado las mujeres esa
libertad.
La abuela debería tener unos 90
años, para que hacia 1940 no la hubie-
ran dejado votar o tal vez 80, para que
al principio de los 50 todavía no tuvie-
ran las mujeres la facultad de votar y
ser votadas. Pero entonces los publi-
cistas geniales del IFE habrían tenido
que elegir a quien tuviera voz de 80 ó
90 años, pero como no saben hacer
bien su trabajo ni investigaron cuándo
se les concedió a las mujeres el voto,
salieron una vez más con su batea de
babas.
¿Por qué en lugar de darles la
chamba de publicistas a sus cuates,
no se la dan a verdaderos conoce-
dores de la historia y sobre todo del
casting?
arca
de
noé
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Ser padrino.com
Y siguen con sus patéticos despliegues
publicitarios, que son golpes de pecho
de los causantes de la miseria, para
buscar que los ciudadanos se hagan
cargo de algunos de los tantos huér-
fanos del alma o del cuerpo, que deja
el capitalismo salvaje.
Porque los pobres no existen por-
que quieran o porque la mala suerte
los persiga. Están en la penuria porque
se les explota o porque los neolibera-
les o globalizadores de ahora y los ri-
quillos de siempre los han llevado a
esa triste condición.
Pero los anuncios de las almas ca-
ritativas que tras una dramática ex-
hibición de imágenes, de una madre
con un espantoso tumor en la cabeza
y de una niña que a su evidente desnu-
trición va a añadir la desgracia de ser
huérfana sin posibilidades de hallar
buena educación y mejor salario, per-
siguen conmover a personas de buena
fe para que se conviertan en padrinos
de los pequeños que sobreviven al
hambre y a la hacinación.
¿Qué los ciudadanos no pagan
impuestos para que el Estado se haga
cargo de ellos? ¿Qué los que han moti-
vado su estado miserable no son quie-
nes deben indemnizarlos por la desdi-
cha que han provocado? ¿Por qué no
tienen un padre bien remunerado o
una madre bien calificada para con-
seguir un trabajo que le permita bue-
nos ingresos?
La caridad tiene siglos de demos-
trar que no es la solución a los proble-
mas, pero insisten estas organizacio-
nes, ahora con la complicidad de los
medios, en demandar de los bue-
nos ciudadanos que “no se hagan
patos” y ayuden, en vez de señalar las
profundas causas que propician que
haya VIPs que se saben merecedores
de estar en la lista de Forbes y pro-
les que a lo más que pueden aspirar es a
aparecer en National Geographic como
mues tra de la persistencia de la mi-
seria o a formar parte de la lista de
Schindler o en la de algunos filántro-
pos que lavan su conciencia con el
reparto de mendrugos o de la ropa que
les sobra o de los bienes que les per-
mitan deducir su aportaciones de los
impuestos al Fisco.
Los narcomayoristas
Que El Chapo figure en la lista de
Forbes ha indignado al vecino de Los
Pinos, quien considera una afrenta y
una conspiración contra México que
se divulguen estos datos.
Es una infamia, desde luego, ya
que El Capo debería aparecer en un
sitio más relevante, pues su fortuna
debe estar por encima de los mil millo-
nes de dólares, considerando que se-
gún informes de las agencias de inteli-
gencia de los Estados Unidos, en el
2007 lavó dinero proveniente del narco
por la cantidad de 30 ó 40 mil millones
de dólares. Ni modo que los haya per-
dido todos. Así que ¡Justicia para El
Chapo Guzmán!
Calderón hace rabieta y se justifi-
ca ante el imperio alegando que ha
metido a la cárcel a muchos narcome-
nudistas y a alguno que otro funciona-
rio o mando militar o policiaco, caído
en desgracia, inclusive a ciertos Jefes
narcotraficantes, que no merman al
mercado de la droga, pues en cuanto
cae uno es repuesto por otro, familiar
o socio del caído.
Lo que no nos dicen ni las autori-
dades gringas ni las mexicanas es que
en la lista de Forbes es muy posible
que figuren otros narcomayoristas, cu-
yos negocios aparentes no están rela-
cionados con las drogas. Pero de que
debe haber involucrados grandes ga-
llones de las finanzas, el comercio, la
industria y otros placeres monetarios
concatenados, no cabría la menor du-
da, pues finalmente el de las drogas es
el mayor negocio del mundo, con mi-
les de millones o tal vez millones de
millones de dólares, auténticos billo-
nes, en circulación por todas partes.
¿Quién tiene la lista de formal
prisión?
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Daniel Zamitiz
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MARCO AURELIO CARBALLO
Los caníbales gordos
ario Vargas Llosa acaba de aconsejar a los
colegas escritores incinerar sus restos y
arrojar las cenizas al océano o es- parcirlas
en las montañas. La propuesta se le ocurrió cuando una
diputada argentina iba a promover la repatriación de los
restos de Jorge Luis Borges. Ahora descansan en un cemen-
terio de Ginebra, Suiza. Sin embargo, la viuda María Ko-
dama declaró que ella respetaría el deseo del autor de
Ficciones. Sus restos seguirán donde están. La diputada dio
marcha atrás.
“¡Mil veces preferible alimentar a los peces o a los
pájaros que a esos inescrupulosos caníbales que engordan
con los despojos de los buenos escribidores!”, tecleó Var-
gas Llosa. En esos casos, señala también, los políticos no
pierden la oportunidad de “darse un baño de cultura” y de
pronunciar discursos y de accionar las cornetas y usar
adjetivos como el de “poeta ínclito”.
Casi de modo paralelo leí la crónica de Vicente Qui-
rarte “Viaje al país de Lovecraft” en la Revista de la Uni-
versidad de México, (marzo 2009). Ahí le rinde homenaje a
Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) y cuenta cómo se
preparó para visitar la tumba del creador de historias terro-
ríficas, en el cementerio de Providence, Rhode Island, Esta-
dos Unidos.
A lo largo de la historia cientos de jóvenes escritores han
hecho ese peregrinaje por diversos cementerios del mundo
para rendir homenaje a sus escritores admirados. Una rosa
roja aparece cada año en la tumba de Óscar Wilde. Algunos de
esos escritores reconocidos iban a los cementerios, pero a
leer los nombres inscritos en las lápidas. De esa manera halla-
ban el nombre apropiado, según ellos, de sus personajes.
¿Qué sucederá si todos los escritores siguen el conse-
jo de Vargas Llosa? ¿Hacia dónde encaminarán el peregri-
naje los futuros novelistas o cuentistas para venerar a sus
queridos maestros? Grandes escritores tienen museos,
pero no todos. Puesto a escoger entre un museo nutrido de
objetos simbólicos y una fría lápida, prefiero el museo. Aquí
en el DF, René Avilés Fabila promueve el Museo del Escritor,
el único en el mundo. Ha reunido decenas de documentos
y primeras ediciones de libros y plumas fuentes y máquinas
de escribir. A base de tocar muchas puertas, como se dice,
ya le han ofrecido varias sedes. Pero él insiste, el Museo del
Escritor debe estar en el Centro Histórico.
Detrás de un gran hombre,
una mujer… callada
Los tips para que escribas la biografía de Ibargüengoitia o
de M fue “un decir”, Raúl. Como no me alcanzará el tiem-
po soy selectivo. Leo nomás biografías de escritores y
de músicos y pintores. Si tuviera que escoger entre Ibar-
güengoitia y M, escogería al primero. Te cambio a M por
Spota.
M
Alrededor del tema he hecho pocas reflexiones. Los
especialistas escriben que hay pocas biografías en este país
y que el género está semi virgen. No dan razones. ¿Está de-
sinteresado el mexicano porque lee medio libro al año?
También hay una contradicción. ¿Por qué si durante seten-
ta años los priistas nos dieron héroes y patria, nadie se inte-
resa en sus respectivas biografías?
Yo hubiera querido saber algo extra de Cuauhtémoc
aparte de la incineración de sus extremidades inferiores y
de su frase histórica. ¿Cómo se dirá cama (lecho de rosas)
en náhuatl? Ahora salen con que Maximiliano era mampo.
Ni me va ni me viene. Pero desearía saber por morboso que,
si Cortés y sus hombres diezmaron con lluvias de plomo a
nuestra raza de bronce e importaron el sarampión y la sífi-
lis para asestarle el remate, ¿qué efectos a medio siglo pro-
dujo el contoneo de Maxi en nuestra población, tan dada a
copiar doctrinas y modas exóticas?
Me desvío. Hay un principio elemental respecto a la
biografía. El obituario periodístico. Si muere un personaje y
el lector apenas se entera de la edad y de su trayectoria, no
de su vida ¿cómo esperar que el leeperiódico se inte-
rese acto continuo en la biografía de, vamos, de un polí-
tico de derecha o de izquierda, encaramado ya en su
pedestal?
¿Sabes por qué? Por el curriculum. Con sus excepcio-
nes, en el curri no aparece ni el nombre de la esposa ni el
de los hijos. Menos el de sus amantes. Así que cuando un
futuro prócer muere, consigues el curri y con eso te vas...
Ya nadie marca a la funeraria y pide hablar con la viuda
(Que la “pongan”, dicen allá en la península). Como de-
trás de un gran hombre hay una mujer callada es cuan-
do ella aprovecha para declarar que el muertito era así o
asá. Terrenal.
Ni modo. Te queda, Raúl, la imaginación y entonces lucu-
bras: De este figurín, dentro de doscientos años, van a decir
que iba a los mejores figones afranchutados, pero en casa le
gustaban los huauzontles o los chiles rellenos de chile chipo-
cle con sus frijolitos de la olla.
Los fascistas del lenguaje
Lo de “bien buena” en lugar de “muy buena” era incorrec-
to hace mucho tiempo, querido amigo Guillermo. Ahora
“bien” es una de las diecisiete acepciones del vocablo
aprobada por la Real Academia Española, cada vez más
permisiva. En la séptima acepción aparece como sinónimo
de “muy”. Si hubiera un desocupado que hiciera la lista
encontraría cientos, miles de expresiones equivocadas.
Por eso el lenguaje de tan vivo cambia cada segundo, para
bien o para mal. El cretino y la cerilla tiene mucho que ver
en el asunto. Los chinos podrían estar a salvo respecto a
la cerilla.
El refrán de que el sordo no oye pero compone es un
ejemplo a partir del mismo refrán, porque debiera ser “El
sordo no oye pero cómo descompone”. Te daré dos ejem-
plos. El primero podría atribuírselo al cretino. Un “wey”
escuchó la expresión “seguir adelante” y la tergiversó al
repetirlo como “salir adelante”. Si le piensas esta frase re-
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Sandra Wals Homberg
sulta una cretinez. Un problema, una desgracia, entorpece o
detiene tus planes, digamos. Con ganas y esfuerzo y talen-
to “sigues adelante”. ¿Cuál salir adelante? Podrías salir por
la puerta de atrás si se tratara de evitar una trampa en la
puerta de adelante y continuar tu camino hacia la meta. La
otra puedo atribuírsela al ente sordo por la cerilla que al oír
la analogía “oscuro como la cueva de lobo” la cambió, dada
su cretinez y sordera, a “oscuro como boca de lobo”. Para
ver qué tan oscura está la boca del lobo te verías obligado a
abrirle la carraca y asomarte, y a ver si sales de ahí con nariz
y labios.
Respecto al buen estado de las orejas de los chinos es
lucubración mía porque acabo de leer la noticia de que tie-
nen un servicio callejero semejante al del rapabarbas “con
paisaje”. Llegas y dices quiero destape de cañería de los
oídos. El otorrinolaringólogo usa algo como cera liquida
caliente. En China debe haber cotonetes, pero de que el
mundo tiene a su buena cantidad de hedonistas los tiene.
Es como, habiendo tantos modelos de navajas de úsese y
tírese, muchos gustan de que el peluquero le afeite y le mi-
me los cachetes mientras sestean.
Así que, al respecto, debes ser tolerante o de lo contra-
rio te conviertes en un fascista del lenguaje. Nadie es per-
fecto. Al principio crispa y debes morderte uno. Impaciente
e intolerante puedes quedarte como Hitler, chiclán, y enton-
ces procedería contigo lo de “wey”.
Buche de camaleón
El D.F. está en obra negra. En Balderas y Morelos pulen los
muros de Estadística como se llamaba en el siglo pasado. El
fino polvo flota dentro de la estación Balderas del Metro. Así
que cruzo a la banqueta sur de Morelos. A media cuadra
encuentro a Rafael Cardona y a Abraham García Ibarra. Éste
lleva un abrigo de terciopelo blanco. Cardona va de negro,
de los zapatos a la gorra. Hace años compré una parecida.
Estaba leyendo En el camino, de Kerouac. Te van a decir
el Cachuchas, dijo Petunia desalentándome. Arrumbé la
gorra. Cardona se dirige a su chamba. Abraham, al Club de
Periodistas. Vamos a La Habana, les digo. De allá venían.
Pero Abraham acepta.
La Pavita quiere conocerte, le digo a Cardona. Para
darte las gracias por el cebollazo en la tele a su papá.
¿Quién es su papá?, pregunta Cardona. Pedro de Ur-
dimalas, le digo. Pedro, autor de “Amorcito corazón”,
tenía una vaca ¡en la sala de su casa!, recuerda Rafael.
Quería leche fresca para sus hijos.
Al entrar a La Habana, me intercepta Salvador Estrada.
Está con los colegas del Diario de la Tarde, dice. Me gusta-
ba ese vespertino pero desapareció en el siglo pasado.
Saludo a Armando Rojas Arévalo, y de lejos a dos o tres de
ellos. Abraham ya se ha sentado al fondo, bajo una tele. Él
pide una coca y yo café. Se acerca un colega de Sonora. No
toma asiento. Se lleva a Abraham. ¿Cambiará de rumbo si
encuentra a un cuarto colega?
Intento corregir una Turbo, pero llega Mireya Vega, del
Conaculta, a quien debo entregar las 29 entrevistas para De
Quijotes y Dulcineas. Le he dado unas cuantas fotos para el
libro. Seguiré buscando el resto. Petunia ha hurgado en
media docena de cajas. Me interesa la de Lola Beltrán y
Juanga bailando rock.
El café no me ecualiza. Lo conseguiría con un par de
jaiboles dobles o triples. En casa apenas he corregido un
capítulo breve de mi octavo mamotreto. Aturdido he salido
a mi cita en La Habana.
Recuerdo este Diario personal. Me comprometí a escri-
birlo a diario. Aunque sea unas cuantas líneas. ¿Tiene caso?
No puedo corregir un mamotreto, escribir una Turbo y dos
columnas más a la semana y ¡el Diario!
Me han ofrecido dos espacios escritos y otro en
radio. Sin paga, claro. ¿Cómo se llama ese animal que
vive de comer aire? Camaleón, dijo la Pavita. Cuan-
do menos el aire borroso de Balderas tiene polvillo de
piedra.
marcoaureliocarballo. blogspot.com
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CARLOS BRACHO
TRANCO I
ues, sí, señoras y señores, amigas insumi-
sas, lectoras de este gustado apartado de
nuestra revista El Búho, aquí en este espacio
del maestro Carlos Bracho, en donde se le da rienda
suelta al espíritu burlón que habita en todos nosotros,
en este espacio, comentamos –los HHH miembros del
Consejo Editorial– que, y aquí estamos toral y total-
mente en comunión con las ideas expresadas por el
ya citado ínclito autor. ¿Y en qué coincidimos? ¿En
qué estamos de acuerdo? Fácil es la repuesta: apro-
bamos todo lo que a la mujer se refiere, concordamos
con él en el sentido de que todas las cosas están
“llenas” impregnadas por el olor, el sabor, el tacto, el
canto y el baile sensual de la mujer. Sin la mujer los
hombres somos unos simples tablones flotando en
el Mar de los Sargazos, somos ovejas destetadas,
somos simples pastores sin ganado, somos –y segui-
mos las “líneas” del maestro– hombres sedientos
en el desierto del Zahara, somos colibríes sin flor en
dónde picar y chupar la savia. Pero dejemos las dis-
quisiciones para otra ocasión propicia, y sigamos lo
que la pluma de nuestro ínclito caballero traza. Y
ojalá, como a todos y todas en este tres veces H
Consejo, les cause la favorable y saludable impresión
que nos ha causado. Veamos lo que nos dice:
La tarde era una tarde de ésas a las que llamamos
“tarde de perros”. Sí, llovía a cántaros, el aire estaba
furioso y desatado y rompía impetuoso contra los
árboles, sacudía sin piedad a las ramas y azotaba
los matorrales que sólo atinaban a inclinarse ante el
poder. El clima frío no se quedaba atrás, los grados
centígrados se acercaban al cero y por las rendijas de
la ropa se colaban los puñales helados que hacían
que el cuerpo temblara. Luego la niebla oscurecía
hasta la conciencia misma –y eso me recordó, no sé
porqué. a “Los hombres del Alba” del inolvidable
amigo Efraín Huerta–.
Estos fenómenos naturales no podían surgir y
afectarnos sino en el mes de marzo, por eso aquello
P
de “febrero loco y marzo otro poco”. Total, ese dilu-
vio, esa tarde desesperanzadora, esas tinieblas, ese
llorar de ojos, esa caída de hojas que desciende a la
horrible tierra describiendo movimientos salvajes de
Isadora, eso, me obligó a meterme a mi estudio.
Encendí la chimenea, que al poco rato, lanzaba ricas
oleadas de calor a las que acompañaba un crepitar de
los leños. Por la ventana observaba el humo que
luchaba por mantenerse dignamente en línea ascen-
dente. Abrí la botella de un vino tinto de la región del
Pomerol. En el aparato de sonido marqué los discos
de Parsifal. Wagner jamás sonó tan grato a mi oído.
Luego encendí mi puro, un legítimo Romeo y Julieta,
de la meritita tierra del luchador, libertador, poeta y
gran corazón llamado José Martí. Entre el tabaco y su
olor y su sabor, entre las notas interminables y plenas
de Wagner, entre las llamas de la chimenea, y con el
huracán afuera del recinto, pensé en muchas cosas.
Pensé, y fue lo primero que me vino a la cabeza, en
ella. Pensé en sus brazos que en un día similar me
sujetaba con tal fuerza que el aire se enrarecía en mi
cuerpo. Pensé en sus labios, en su cuerpo que danza-
ba piezas ancestrales y que con su desnudez acentuaba
los signos arábigos de su rostro. Pensé luego en que
la noche nos había caído y que las sombras, que son
fieles guardadoras de secretos íntimos, de secretos
arca
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Carlos Bracho
lúdicos, de secretos avasalladores, nos cobijaban de-
liciosamente. En eso un rayo me trajo a la realidad,
de cuajo se esfumó aquel recuerdo. Apuré la última
gota del vino. Llené otra vez mi copa. Avivé el fuego.
Escuchaba el tercer acto del Parsifal. El puro había
dejado un olor inconfundible. Me preparé luego un
café. Lo tomé lentamente, como si besara a la mujer
de mi primer sueño. Me disponía a leer La náusea de
Jean Paul Sartre. Sartre, por cierto, fue el hombre que
llenó páginas enteras y cubrió todos los huecos de la
cultura y de la política del siglo XX. Sartre fue deter-
minante para destacar con sus propuestas en las
décadas primeras de ese siglo, y supo, como nadie,
armar los rompecabezas de la literatura con la filoso-
fía. Supo, como ningún otro autor, conjugar las acciones
teatrales con su pensamiento –y acción– filosófico. La
sola lectura de El diablo y dios, de Las manos sucias,
de Kean, nos descubren que el ser y la nada y la exis-
tencia y el no destino están allí, inmersos, inmersas
en cada una de las frases de Hoederer y de Goetz y de
Kean, y que nos “afectan” si pensamos, si cuestiona-
mos, si reflexionamos. Cosa que el hombre moder-
no, el de hoy, no lo hace. O sea, no reflexiona, no
cuestiona su existencia y menos, mucho menos va
a cuestionar si existe Dios o no existe. El “pienso,
luego existo”, no entra en las charlas de los jóvenes y
juniors del capitalismo feroz que hoy se abate sobre
la faz de la tierra. El “si existo yo, existe Dios, si no
existo…” no es tema fundamental en los antros que
florecen en las grandes capitales.
Es claro que este pensamiento mío, tan seco en
apariencia, nada tenía que ver con los amoríos cre-
pusculares tenidos con la mujer de la chimenea, nada
tenían que ver con los abrazos y los besos y las cari-
cias y el mismo acto amoroso.
Casi terminé el vino de la botella, el puro se ha-
bía ya apagado y su larga ceniza yacía solitaria en
el recipiente, Wagner se había ido a las orillas del
Rhein –Rhin– y allí descansaba de los Nibelungos,
allí sonreía con sonrisa de sabio celestial y pensaba
en la infinita maldad del hombre.
Sartre, el odiado, el rechazado, el aprobado, el
grande, el pensador, el enemigo mortal de la derecha
intolerante, el que hacía del existencialismo un hilo
conductor para entender lo inentendible de los pro-
blemas del hombre, el sabio, el catalizador, el que
recibía rayos y lanzaba en respuesta truenos y cen-
tellas, el que nos mantuvo a todos en la raya del
saber supremo; junto a Wagner, también reía a man-
díbula batiente al contemplar la caída del Muro, al
ver el derrumbe de la URSS, al ver la crisis mundial
del capitalismo, al ver la confusión reinante, senta-
do, como digo junto a Wagner, y teniendo a su vera
los libros existenciales, Sartre se disponía a dormir y
a descansar y a olvidar los monumentales errores de
los supuestos marxistas.
Yo, abrumado ante tales nombres, no acerté
–triste hombre común y corriente– sino a ponerle
más leños a la chimenea y a sacar de la cava otra
botella de tinto y como la luz se había ido –benefi-
cios de la modernidad– encendí unas velas, me aco-
modé en mi sillón preferido, me extendí en él, abrí
El Decamerón: y ya falto de la luz sartreana, comen-
cé a leerlo con avidez primitiva. Cuando desperté
sólo había cenizas en la chimenea, la botella estaba
vacía, las velas consumidas ahora eran un montón
informe de parafina, El Decamerón estaba en el
suelo…y yo también…Vale. Abur.
www.carlosbracho.com
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RICARDO PALACIOS ROJAS
a persuasión de masas se relaciona con la nece-
sidad de manipular al individuo –o la masa– pa-
ra un fin determinado, a favor o en contra de
ella. Se utiliza para proporcionar o recibir información, para
controlar a los que nos rodean, con fines educativos, depor-
tivos, psicológicos, de estimulación subliminal, religiosos, po-
líticos, ideológicos, etcetera.
Los medios de comunicación ostentan una gran parte
de poder y manipulación para construir el imaginario social,
a través de la información, selección y manejo de los acon-
tecimientos que suceden en el país para la redacción de noti-
cias; la forma de abordar los problemas y hasta la forma de
cuestionar a los gobernantes: mientras que algunos se car-
gan de señalar sus errores, otros minimizan sus problemas y
hasta los promueven en sus reportajes.
El encantamiento por medio de la repetición de una
noticia es factor importante en la persuasión de masas; una
influencia peligrosa o benéfica. El persuasor crea la impre-
sión de lo que dice es algo real, el receptor toma las ideas y
creencias de los mensajes, los asume y los adopta en su pun-
to de vista.
Manipular es un proceso en el que se suplantan o modi-
fican los hechos en un sentido determinado, para beneficio
de alguien. Ello implica un afán de control, el afán de que la
persona o la masa actúe desde sus sentimientos, su con-
ciente e inconsciente, de manera muy diferente de como lo
haría sin atender la persuasión.
Persuadir implica siempre informar algo. Todas las per-
sonas tienen necesidad de información, ya para intentar com-
prender o controlar a la gente cercana (pareja, hijos, familia-
res, amigos, empleados, jefes, profesores, médico, entre mu-
chos otros) y, con ello, tomar decisiones para conducirse en
cada escenario; ya para el desarrollo físico, emocional, inte-
lectual y cultural.
No hay que olvidar que las empresas necesitan vender
los productos que fabrican. La persuasión y manipulación de
masas es muy importante para este fin. Todos somos com-
pradores de los artículos que anuncian y venden las empre-
sas por medio de sus campañas publicitarias. No importa a
qué cultura o sociedad pertenezcamos, siempre tratan de lle-
gar a todas partes del mundo; más en estos tiempos de glo-
balización económica.
Las técnicas de persuasión de masas se caracterizan
por tratar de influir sobre la gente al producir una ilu-
sión, y con ella, la necesidad de un artículo que muchas
veces no es realmente imprescindible o útil para la vida
diaria. La publicidad orienta a producir efectos, a veces
muy peligrosos para el comprador. Lo persuaden de com-
prarse un estilo de vida, de cómo comer, vestir, ser, verse
estéticamente, etcétera.
La utilización de técnicas de persuasión siempre lleva
un mensaje o mensajes implícitos con una serie de códigos;
todas las campañas son conducidas por un grupo selecto de
personas instruidas para implantar símbolos y significados
con los que la gente se identifique o se sienta bien, lo cual
pretende garantizar el consumo del producto de la campaña.
Se juega mucho con los impulsos y emociones íntimas.
Las fantasías se propician desde el oído y la vista con un
seductor mensaje que promete un gran remedio exitoso de
las necesidades que tiene el individuo y le fabrican hasta una
necesidad que no tenía, de tal manera que, en algunos casos,
debido a la moda implantada por el mensaje, la persona se
convierte en una más de la fila de los que ya fueron persua-
didos.
Toda la propaganda se especializa en el manejo y mani-
pulación de las opiniones, con base en los sentimientos co-
lectivos y apoyándose en el folclor; tomando muy en cuenta
las actitudes, creencias y miedos que todos tenemos sobre
los aspectos de nuestra vida diaria.
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LUZ GARCÍA MARTÍNEZ
A Brigita Anguiano,con mi afecto.
ajín era un hermoso perro azteca, un xó-
lotl itzcuintli que parecía una escultura
prehispánica tallada en barro negro y que
fue el modelo más fiel y real para el pintor y muralis-
ta Raúl Anguiano (1915-2005) en múltiples grabados,
murales, óleos y acuarelas; además de ser también
un pasajero especial de las líneas aéreas con más de
50 vuelos nacionales e internacionales.
Durante 13 años que trabajé con el maestro gra-
bando sus memorias, viendo su proceso creativo o
caminando por el barrio de Coyoacán, nuestro acom-
pañante eterno fue Tajín.
Tajín nació el 26 de agosto de 1994, meses antes
de se que inaugurara la casa de Cultura Raúl Anguia-
no en Huayamilpas, en la Delegación Coyoacán. El
día de la inauguración, sus criadores Ana y Mario que
llevaban un xólotl en sus brazos, se acercaron a Raúl
Anguiano y le dijeron: “Usted es un pintor mexicano
y debe tener un auténtico perro mexicano como lo
tenían Diego Rivera y Frida Kahlo”, entonces el artis-
ta les dijo: “llamen a Brigitta, ella ama a los perros”,
pero Anguiano ya estaba acariciando la patita del xó-
lotl que le mostraron.
Y si bien Brigita ya había visto de lejos un xólotl,
nunca lo había tocado, así que también lo acarició,
“lo besé y sentí su piel tan suave como la de un bebé
-todavía no era Tajín… –“ y un canal de televisión
decidió dar seguimiento a este hecho: ver si el artista
y su esposa adoptaban un perrito azteca, porque bien
señaló el maestro Anguiano al final de la ceremonia:
“¡Sí, quizá debemos tener un xólotl, como Diego y
Frida, muchas gracias!…”.
Así pasaron los días, los criadores fueron a la
casa de Raúl y Brigita Anguiano y consideraron que
debían tener un xólotl pequeño porque constante-
mente salían de viaje y poco después, les entregaron
a Tajín, nombre que significa trueno, rayo, gran
ruido… Un hermoso trueno en la lluvia, un veloz rayo
en el cielo y el ruido inmenso de los aviones que se
bifurcan en el cielo para llegar a múltiples destinos,
siendo el destino de Tajín el de pertenecer a dos seres
especiales: Raúl y Brigita Anguiano.
T
Raúl Anguiano consideraba a Tajín como una her-
mosa escultura viviente, un animal fiel que lo acom-
pañaba en su proceso creativo y aún más, en su vida
cotidiana. Siempre que salían de viaje, el pasajero
imprescindible era y siguió siendo Tajín hasta el pasa-
do jueves cinco de marzo, en Huntingyon Beach, en
que el xólotl dejó de acompañar a Brigita para seguir
fiel el camino de su amo, de Raúl Anguiano…
Tajín, un cariñoso ladrón de galletas
Narra Brigita: “Venían cargando a Tajín en una cobiji-
ta de bebé, nunca voy a olvidar ese día: coincidía con
la filmación de una entrevista a Raúl. Cuando llega-
ron sus criadores a entregar a Tajín, nombre que traía
en su carnet, lo pusieron en la escalera, no se movía,
no era travieso, pero con gran inteligencia observaba
todo: los objetos, los movimientos, a las personas,
recuerdo como Raúl siempre decía que la mirada de
Tajín era muy especial, y quizá pensaba: “ésta va a ser
mi vida, estos van a ser mis amos, ¿cuál va a ser mi
futuro?”... ¡Todo con la mirada preguntaba! Y yo tam-
bién pensaba: “¿Cómo nos va a cambiar la vida?”
De pronto, cuando entrevistaban al pintor,
Anguiano lo tomó en sus brazos y Tajín sintió agrada-
ble el calor de las lámparas de televisión y desde
aquel momento fue un apasionado cuando iban a fil-
mar, “siempre estaba en primera fila sentado –cuenta
Brigita–, nunca sintió miedo, al contrario, posaba y
quizá esto lo asociaba con su primera experiencia de
calor de las lámparas.”
”Al día siguiente mi hijo Mark, que estaba de visi-
ta en México, cargó a Tajín en sus brazos y fuimos a
comprarle ropa y sus camitas. Mark le compró su pri-
mer juguete –aunque nunca jugó mucho con jugue-
tes–, el maestro decía que Tajín era demasiado inteli-
gente para jugar con juguetes…”
Y su primer paseo fue visitar las pirámides de
Teotihuacan. “Los primeros días lo observamos y
vimos sus primeros recorridos, era algo increíble
cuando se movía de un lugar a otro más rápido que
uno, no lo podíamos seguir… Al investigar la pala-
bra Tajín, encontramos que significa trueno enton-
ces dijimos, es el nombre perfecto, pasaba más rá-
pido que un rayo y así se quedó con el nombre de
Tajín, pero tenía otros nombres de cariño, como
Zuliks, nombre letón que significa un cariñoso
ladrón…”
Y si, Tajín era un cariñoso ladrón de galletas y
uno más bien era su cómplice, porque aunque
Brigita dijera que no podía comerlas, el xólotl se las
ingeniaba para obtener algunas migajas, cuando
veía a uno con su mirada tan especial, era imposi-
ble resistirse a convidarle galletas. Recuerdo que
así lo hicimos muchas veces el maestro Raúl An-
guiano y yo.
“Nos lo entregaron a los cuatro meses, no tenía
aún todas las vacunas, y no pudimos llevarlo a algu-
nos viajes a Europa; entonces llegamos a un arreglo
con los criadores, que tenían una docena más de
xólotls, de que lo cuidarían mientras nosotros estába-
mos de viaje. Así, durante nuestros viajes, Tajín regre-
saba al criadero a convivir con su padre y con su
abuela, y era dado a otra hembra por cruzar. Primero
no fue difícil dejarlo durante nuestros viajes a Europa,
pero poco a poco fuimos adaptando nuestras vidas,
Tajín ya tenía sus vacunas y las últimas veces ya se iba
muy triste con sus criadores, recuerdo que cierta vez
cuando lo fuimos a dejar, una lágrima salió de sus
ojos y cuando lo vimos nosotros lloramos también.”
Brigita Anguiano subraya que Tajín llegó a sus
vidas en el punto en que el maestro ya estaba muy
cansado de largos viajes y empezó a usar a Tajín como
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excusa, ya no quería aceptar cosas si no se incluía a
Tajín. “También, los criadores lo metían a participar
en concursos, ganó varios premios y lo teníamos
que entregar tres días antes para que lo entrenaran,
pero veíamos que se ponía estresado, y el maestro
dijo: “Ya no, si vamos a hacer a esta raza conocida, lo
vamos a hacer a mi manera” y fue cuando pintó el pri-
mer mural en Huayamilpas, el segundo en Santa Anna
y el tercero en Los Ángeles College, donde aparece la
imagen de Tajín.”
“Raúl decía que con Tajín volvió a creer en la divi-
nidad, quizá influenciado por las leyendas aztecas
acerca de los xólotls, de que cuando su amo moría, el
animalito lo podía llevar al otro mundo cruzando el
río… Tajín, más que un animalito, fue siempre un
miembro de la familia, por eso al viajar tanto por
Estados Unidos y Europa, no podíamos dejarlo
por meses en jaulas y criaderos…”
Tajín y el Templo Mayor
En noviembre del año 2000, antes de que Raúl Anguiano
recibiera el Premio Nacional de Ciencias y Artes, acom-
pañé al maestro Raúl Anguiano a dar una conferencia en
el Templo Mayor, durante la exposición intitulada “Entre
ánimas y perros”, del escultor Sergio Peraza.
A Raúl Anguiano le dio mucho gusto impartir esa
conferencia a los jóvenes, pero sobre todo a los niños,
porque les decía que él desde los 17 años comenzó a
dar clases de dibujo en las Escuelas de Guadalajara,
Jalisco y así continuó hasta que murió.
Y mientras el mismo artista iba pasando diaposi-
tivas de diversas imágenes, decía: “Vamos a abordar
dos temas que se unen: el perro xólotl itzxuintli, el
perro pelón y la muerte, temas que he venido abor-
dando hace unos años, aunque la muerte ha sido una
constante en mi pintura. Como ustedes saben, la teo-
ría más aceptada es que el hombre americano es ori-
ginario de Asia, los antropólogos y paleontólogos
afirman que el hombre vino por el estrecho de Bering,
pero vino acompañado de perros que yo afirmo, ob-
servando a Tajín, en varias crías ha tenido hijos gene-
ralmente sin pelo, pero algunos con pelo, esto quiere
decir que los primeros perros que vienen a América,
tenían pelo para protegerse del clima frío y al adap-
tarse a climas cálidos como el de México, sobre todo
en el centro, sur o bajío donde cuando menos arqueo-
lógicamente quedan más testimonios de los perritos
panzones de Nayarit, Colima y Jalisco, perdieron el
pelo a través de siglos.
“Mi amigo Manuel Rangel, el veterinario de Tajín,
me ha dicho en varias ocasiones: “maestro, usted
tiene un perro fósil”… Fíjense ustedes en esto, el
perro sin pelo, el perro mexicano tiene siglos de exis-
tencia antes de Cristo. Por ello, debemos de preser-
varlo y cuidarlo, que no se mezcle con perros de otras
razas, como lo han hecho en algunos casos con otro
perro típicamente mexicano: el chihuahuense.
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Peter Saxer
“Hay perros también pelones en Cuba, Perú, Ar-
gentina y Sudáfrica. Tengo amigos que me han infor-
mado que en Sudáfrica son muy agresivos y salvajes,
lo contrario del perro mexicano que es como un bebé
cariñoso, vive con el amo más feliz que con sus pro-
pios congéneres.
“Pero quiero platicarles algo del misterio, del ori-
gen de esta raza, aquí traje la diapositiva de esta
escultura egipcia, Anubis, el “Hombre Perro” o el “Hom-
bre Chakal”, vean ustedes sus orejas erectas, su hoci-
co largo, pero esto lo confirmé de la correspondencia,
de la similitud en el Museo Nacional de Bruselas, en
Bélgica hace algunos años en la sala destinada a Egip-
to, donde una imagen me impresionó mucho, junto a
la momia había un perro embalsamado, muy pareci-
do al Anubis y a mi perro Tajín, es decir, hay esa liga y
esa relación misteriosa.
“Además hay otra coincidencia, el Anubis egipcio
es el dios de los embalsamadores de momias, y el
perro mexicano xólotl como Tajín, nombre que está
relacionado con la pirámide del Tajín, según los códi-
ces antiguos mayas, este nombre está relacionado
con el fuego, con el relámpago, con el rayo; porque el
fuego desciende a la tierra, se entierra el rayo y
el relámpago porque el perro va también al inframun-
do. Tanto el perro xólotl itzcuintli como el Anubis,
acompañan a su amo después de la muerte y lo ayu-
dan a pasar el río. Por eso está tan ligado a la vida y a
la muerte del hombre.
“También quiero hablar de algunas características
del xolo, en una exposición canófila en la Asociación
Canina Mexicana, fui invitado a presentar mi perro y
doné un dibujo con dos ángulos de Tajín y la pirámi-
de del mismo nombre al fondo. Me hicieron un home-
naje con mariachis y hubo un desfile de perros, al dar
las gracias, expresé que quería hablar de esta maravi-
lla de la naturaleza porque al observar a Tajín, me he
dado cuenta que por su estampa y su línea grácil,
parece un venadito o siervo que muchas veces duer-
me al borde de la cama, porque no duerme en su
cama, duerme entre la colcha en la cama de mi espo-
sa o en la mía y su piel es más fina que las nalguitas
de un bebé y se cuelga a veces al borde de la cama
como un murciélago. Tiene semejanza con el murcié-
lago, el jabalí, el hipocampo, es un misterio de la
naturaleza y tiene membranas atrofiadas en las axilas
de los miembros anteriores, tiene una especie de
membrana que yo diría es quiróptero como los mur-
ciélagos. Y para terminar esta descripción de mi perro
ante los jurados y jueces internacionales, dije: “Mi
perro xólotl itzcuintli, Tajín, esta maravilla de la natu-
raleza me ha hecho creer en la divinidad.
“A Tajín lo pinté en el mural que doné a la Casa de
Cultura Raúl Anguiano. Pinté primero Quetzalcóatl, la
serpiente emplumada, sin saber entonces que era ge-
melo de Tajín, porque es también prehispánico, tal vez
más antiguo que las creaciones aztecas y también
tiene un sentido ecológico.
“En ese mural aparece la pirámide de Cuicuilco
rodeada por la lava del Xitle, el volcán que produjo
la lava que forma El Pedregal. A la derecha, apare-
ce el mestizaje con Hernán Cortés y La Malinche.
También está el Popocatépetl, cuyo nombre significa
“cerro que humea”, y recuerdo que cuando esta-
ba pintando el mural, en mi proyecto aparecía el
volcán sin fumarola, pero en esos días empezó a
hacer erupción, por lo cual lo pinté con una fumaro-
la muy alta…”
Tajín, el xólotl de Raúl Anguiano
Cuenta también Brigita que supuestamente el xólotl
itzcuintli es perro de una sola persona: “Cuando Tajín
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llegó a nuestras vidas, siempre estuvimos los tres
muy unidos y yo le preguntaba al maestro de quién
sería el perro. Raúl salía a caminar con él por las tar-
des; yo salía al súper y si me tardaba mucho, los dos
me esperaban en la puerta con una cara acusándome
de a dónde había ido, entonces la convivencia era
muy fuerte y Tajín aprendió a aceptar a los dos, pero
realmente hasta que fallece el maestro supe de quién
era y viendo cómo reaccionó, Tajín era de Raúl, pero
me ha aceptado, me protege mucho, pero tenía su
manera de manejar a sus amos perfectamente bien.
Yo le hacía la comida, pero siempre estaba en los
brazos de su amo y cuando pintaba, ya las últimas
pinturas eran con Tajín en sus brazos… Cuando yo
salía de la casa por cualquier razón Tajín iba directa-
mente a los brazos de su amo, yo creo que muchas
de las pinturas deben ser firmadas por los dos.
“Recuerdo perfectamente el primer vuelo en la
entonces agencia Delta: Viajamos en clase turista
con tres asientos. Bueno, Tajín siempre ha tenido
reglamentos distintos que van cambiando de mo-
da, ahora puede viajar en una maleta pequeña
hecha para perros que pueden respirar, pero en
el primer vuelo, tenía una bolsita de tela suave, y
recuerdo que pusimos a Tajín en el asiento, en
medio de nosotros. Raúl y yo siempre acostumbrá-
bamos tomarnos de la mano cuando el avión des-
pegaba o aterrizaba. Entonces al despegar el avión,
el maestro y yo nos tomamos de la mano y de
repente Tajín sacó su patita y la puso sobre nues-
tras manos, era algo muy bello que el maestro
siempre recordaba.”
Tajín en Cozumel en 2006
En abril de 2006, en Cozumel, Quintana Roo, en un
homenaje-exposición que le hicieron en el Museo de
la Isla al maestro Raúl Anguiano, participé ha-
blando sobre la vida y obra del artista, además de
Viola Trigo, quien dio un recital espléndido.
Recuerdo que durante la conferencia, Tajín, senta-
do muy quieto en primera fila, veía las imágenes
del maestro.
En la playa, se portó estupendamente bien, y
mientras Brigita, Victoria Flores, Viola Trigo y yo
comíamos, su cuerpo se confundía con la arena.
Cuando fuimos a visitar las ruinas de San Gervasio,
donde una década antes había estado Brigita con el
maestro, hermosas iguanas surgían de las ruinas,
como los espléndidos dibujos que el maestro hizo
en su obra.
Cuando regresamos, en el aeropuerto internacio-
nal de Cozumel, al pasar por los detectores, estos
sonaron y entonces Brigita tuvo que abrir la maleta y
los pasajeros sonrieron al ver que se asomaba la
cabecita de un perrito, Tajín.
Una mañana, en ese viaje, Brigita alquiló una ca-
landria para ella y Tajín, para observar toda la costa,
el xólotl llevaba un suéter de marinerito, iba parado
junto a Brigita, muy alerta observando los movimien-
tos del caballo.
“Paseamos por toda la costa –refiere Brigita–,
la gente pensaba que era publicidad local, se para-
ban los carros a ver a Tajín, también unos turis-
tas que acababan de desembarcar de un crucero
decían: “¡miren, miren, un perro!”… Y Tajín iba muy
alerta del caballo, no estaba muy seguro, pensa-
ba quizá: “este perro grande me esta jalando”, es-
taba muy tenso con sus orejas paradas, viendo al
horizonte, como una escultura de barro negro, una
maravilla de la naturaleza, que hizo creer en la divi-
nidad al maestro Raúl Anguiano...
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No veo absolutamente nada, tengo los ojos cubiertos,
mis oídos se perturban con tantos sonidos a la vez,
nunca los había percibido al mismo tiempo. A lo lejos
escucho una voz que me indica: “El bastón es una
extensión de tus piernas, tómalo con tu mano iz-
quierda y toca el piso, desplázalo de izquierda a dere-
cha y camina, él te dirá cuando un obstáculo se
encuentre cerca de ti”.
Yo con mucho temor avanzo un poco, me dan
unas ganas increíbles de arrancarme la venda y ver,
siento que me caeré en cualquier momento. “No te
desesperes, sólo hazle caso a lo que escuches y al
bastón, ¡concéntrate!”, me indicó de nuevo la voz.
Me animo y doy unos pasos más. Una indicación
nueva: “Extiende tu mano derecha hacia al frente, si
hay una pared, una escalera, algún objeto que te
impida el paso y te pueda lastimar, tu extremidad te
ayudará a saberlo y evitar un accidente”.
Mi recorrido continúa, ando con más confianza, de
pronto me tropiezo con algo, mi corazón late rápido y no
sé que hacer, retomo la paciencia y repaso las instruc-
ciones en mi mente; mi meta es llegar a una grabadora
que está emitiendo música. Avanzo otra vez, sé que
puedo, los ciegos lo hacen todo el tiempo, me recriminé.
“Es importante que identifiques los cambios de
temperatura, el volumen de los sonidos, los olores,
todo te ayuda a guiarte y orientarte, ahora tienes que
salir de la sala y encontrar la grabadora”, me indican.
Después de 15 minutos, logré llegar a la meta,
fue una experiencia desesperante. No ver me cambió
Biblioteca Vasconcelos, un gran espacio cultural para el norte de la ciudad
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la vida, aunque sea por unos minutos. ¡Ahora sé lo
que se siente!
Esa fue la experiencia que tuvo Francisco cuando
se sometió al taller “Sensibiliza tus sentidos”, impar-
tido en la Sala Braille de la Biblioteca Vasconcelos,
que tiene como objetivo que los normovisuales, es
decir, las personas con vista normal, sientan, com-
prendan y reflexionen sobre la vida diaria de una per-
sona ciega o débil visual.
El taller de sensibilización es impartido todos los
días por el personal de la Sala Braille, el cual consis-
te en realizar un recorrido por las instalaciones de la
Biblioteca con los ojos vendados y con el apoyo de un
bastón de invidente. La experiencia, que dura aproxi-
madamente 20 minutos, está dirigida a cualquier per-
sona que se atreva a vivirla.
Además, la Sala Braille tiene más de 246 títulos
de material bibliográfico en braille, 417 títulos de
material en audio, 10 amplificadores de texto, 10 lec-
tores de texto, 4 impresoras en braille, 3 grabadoras,
19 computadoras y el software parlante Dolphin, el
cual interpreta el texto mediante una voz electrónica;
asimismo se ofrecen otros servicios como lecturas en
voz alta, búsqueda bibliográfica y lectura de correos
electrónicos.
La Biblioteca Vasconcelos recibe actualmente
alrededor de mil 300 visitas diarias; sin embargo, el
director del lugar, Fernando Álvarez del Castillo, ase-
gura que “es un espacio que los propios usuarios
consolidan, no solamente la primera vez que vienen,
sino cuando regresan”. Además es una de las mejores
opciones en la zona norte de la Ciudad de México,
donde hay escasez de este tipo de sitios.
La Biblioteca cuenta además con diversas opcio-
nes de aprendizaje, esparcimiento y cultura a través
de sus diferentes salas, como la de Música, Sala
Multimedia, Sala de Usos Múltiples, Sala Infantil, un
auditorio con capacidad para más de 500 personas y
ciclos de videocines. Todo esto se ofrece en forma
gratuita.
Por supuesto que pone a disposición de los usua-
rios sus servicios bibliotecarios, entre los que se
encuentran el préstamo en sala y a domicilio de un
acervo conformado por 550 mil libros, así como la
consulta del catálogo en línea que permite accesar a
más de 84 mil recursos electrónicos como obras de
referencia, libros, bases de datos y material hemero-
gráfico y didáctico.
Los servicios digitales son una herramienta de
gran utilidad, por lo que se puede hacer uso de las
617 computadoras instaladas con paquetería Office y
Enciclopedia Encarta; de ellas 472 tienen conexión a
Internet.
De extraordinarias dimensiones y belleza, se en-
cuentra Matrix Móvil, un esqueleto de ballena gris,
obra monumental creada por el artista plástico, Ga-
briel Orozco, que fusiona ciencia y arte, y que se
encuentra suspendida en la parte central del edificio.
La obra mide 11.69 metros. En vida el mamífero
medía aproximadamente 13 metros y pesaba 30 to-
neladas.
Todos estos servicios pueden ser disfrutados y
aprovechados en un hermoso edificio que tiene una
altura aproximada de 30 metros y una longitud de
270 metros. Además cuenta con un hermoso jardín
de 26 mil metros cuadrados que se puede disfru-
tar desde los balcones del inmueble.
El recinto reúne el legado de la naturaleza, la
cultura y el acervo para que el usuario disfrute de un
ámbito especial y único del conocimiento.
La Biblioteca Vasconcelos está ubicada en Eje 1
Norte, esquina Aldama, colonia Buenavista, delega-
ción Cuauhtémoc. La podrás encontrar abierta de
lunes a sábado de 10:00 a 20:00 horas y los domin-
gos de 10:00 a 14:00 horas. Todos los servicios son
gratuitos.
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