UNIVERSIDAD ADVENTISTA DE BOLIVIA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
RAZONES PARA LA APOSTASÍA EN LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA
MONOGRAFÍA
PRESENTADA EN CUMPLIMIENTO PARCIAL
DE LOS REQUISITOS DE LA MATERIA DE
T0221TIN INTRODUCCIÓN A LA INVESTIGACIÓN
POR
DARCY PROPODOLSKI PINTODANIEL ELIAS DE MOURAMARLON LIMA PASSINHO
SERGIO DOS SANTOS NASCIMENTO
VINTO, COCHABAMBA
SEPTIEMBRE 2009
TABLA DE CONTENIDO
LISTA DE ABREVIATURAS……………………………………………………………ii
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………...1
Capítulo
I. LA APOSTASÍA EN LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA…………...2Desarrollo del concepto…………………………………………………………...2Historia de la apostasía en la Iglesia Adventista…………………………………..3
II. RAZONES PARA LA APOSTASÍA EN LA IGLESIA, EXPRESADAS POR DIVERSOS AUTORES Y FUENTES………………………………...………………6
III. TESTIMONIOS DE PERSONAS QUE APOSTATARON Y VOLVIERON A LA IGLESIA Y OUTROS AUTORES………………………………………………….11
Testimonios personales…………………………………………………………..11Testimonios de otros autores……………………………………………………..13
IV. COMPARACIÓN ENTRE LAS RAZONES ENCUENTRADAS POR LOS AUTORES Y LOS TESTIMONIOS DE LAS MISMAS PERSONAS……………..14
V. CONCLUSIÓN……………………………………………………………………….17
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………...20
LISTA DE ABREVIATURAS
Ibid. En el mismo lugar
Pr. Pastor
CAPÍTULO I
LA APOSTASÍA EN LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DIA
En este primer capítulo se desarrollará el concepto de apostasía y la historia de
esta en la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Desarrollo del concepto
Como primera parte de esta investigación, es necesario plantear que es la
apostasía, o sea, que hechos son los que caracterizan esta situación en el vivir de un
creyente.
Apostasía significa caminar al inverso del rumbo que se había tomado. O sea
practicar acciones que están en desacuerdo total con determinados principios que un día
se creyó ser la verdad. No es el acto de caer en un determinado pecado, como
consecuencia del vivir ocasional en situaciones de tentación o prueba, sino que un
abandono explícito del cristianismo por aquel que lo hace. En otras palabras, el que está
en apostasía no lucha contra el pecado, sino que lo vive públicamente, sin recelos o
resentimientos.1
Se puede comparar la apostasía como un divorcio, en el cual el apostata es aquel
que se separó de Dios, teniendo en cuenta que esto relacionamiento deshecho, genera una
vida de adulterio espiritual, pues el que se encuentra en esta situación, generalmente pasa
1Nuevo diccionario bíblico ilustrado, 1985, ver “apostasía”.
2
a buscar el satisfacer de todos sus deseos y voluntades pecaminosas, rompiendo así su
pacto con Dios.2
Además de esto, la apostasía se presenta como un peligro constante para la
iglesia3, lo cual siempre ha sido también actual, pues se ha hecho presente en todos los
periodos de la historia de la iglesia, tema que se desarrollará en el prójimo subtítulo.
Historia de la apostasía en la Iglesia Adventista
Alguien puede pensar, basado en la idea, de que porque se vive hoy en un mundo
moderno, dado a la liberalidad, en el cual la inmoralidad es cada vez más aceptable, y la
incredulidad y el relativismo están de moda, que la apostasía es un problema de ahora,
nuevo. Sin embargo, se encontró registros bibliográficos fechados del año 1962, que
demuestran que ya en aquella ocasión, el problema que se investiga ahora, también era
una preocupación considerable en el momento, la cual se expresó así: “si las apostasías
continúan produciéndose en la proporción en que ocurren actualmente, pronto habrá más
ex cristianos que cristianos.”4
En el año 1967, se publicó otro artículo en la revista Ministerio Adventista, en el
cual fue presentada la preocupación de que, además de la tendencia del aumento de la
apostasía, la gran mayoría de los que abandonaban la fe, no era compuesta por nuevos
conversos, sino que por aquellos que habían estado en la iglesia por diez años.5
Siguiendo en las huellas de la apostasía, se llega ahora en el año de 1975, cuando
fue publicado el voto 74-330, tomado por la División Sudamericana de la Iglesia
2Diccionário de Jesús de Nazaret, 2001, ver “apostasía”. 3Nuevo diccionario bíblico certeza, 2003, ver “apostasía”.4E. E. Cleveland, “Cierre esa puerta”, Ministerio Adventista, marzo-abril, 1962,
14. 5G. Burnside, “¿Podemos reducir las apostasías?”, Ministerio Adventista,
septiembre-octubre, 1967, 10.
Adventista, para hacer un estudio, con base a los altos índices de pérdida de miembros.
Poniendo énfasis, de tal cual era el problema en aquella fecha, el artículo señala que la
iglesia ya venía experimentando ese desabor “en los últimos años.”6 Todavía, en este
mismo año, se hizo un estudio con alumnos del curso de verano del Colegio Unión, en la
ciudad de Lima, Perú, con el propósito de saber el por qué de la apostasía.7 Una cosa es
cierta: sólo se hace investigaciones como estas, cuando el problema realmente causa
daños considerables.
Haciendo un salto hacia el año 2000, se publicó en la Revista Adventista, edición
de mayo de este mismo año, la información de que en el último quinquenio, las pérdidas
de miembros registradas bajo el concepto de apostasía en la División Sudamericana,
había ultrapasado los números históricos de que se tenía conocimiento.8
Siguiendo para más cerca de la realidad que se vive hoy, en el 2006 se dirigió una
encuesta específicamente a los que habían dejado la iglesia.9 Como ya se planteo en un
párrafo anterior, si se ha hecho una encuesta o investigación sobre el tema, es porque el
problema realmente existe y está trayendo serias pérdidas a la organización adventista.
Otro estudio ha sido realizado por el Concilio de Evangelismo y Testificación de la
Iglesia Adventista10, en busca de descubrir las principales causas para el problema que,
como se puede ver, es evidente y carece de solución. Pero, mientras uno no se convence
de que está enfermo, jamás buscará el hospital. Así es con la iglesia, necesita ser
6“Plan de estudio apostasía”, Ministerio Adventista, enero-febrero, 1975, 12. 7“Ovejas perdidas”, Ministerio Adventista, enero-febrero, 1975, 4. 8Werner Mayr, “¡Que las sirenas ululen a tiempo!”, Revista Adventista, mayo
2000, 10. 9Roger Dudley, “¿Por qué abandonan nuestros jóvenes la iglesia?”, Revista
Adventista, junio 2006, 12. 10“De vuelta al redil”, Red de Noticias Adventista, 05 de junio, 2007, bajo “De
vuelta al redil”, http://news.adventist.org/es/2007/06/ (consultado: 27 de agosto, 2009).
convencida de que está mal en alguna cosa, para que tan pronto pueda buscar no solo la
causa, más también la solución necesaria y eficaz para la situación.
En este primer capítulo quedó claro que el problema de la apostasía además de ser
una realidad, también no es de hoy, sino que hace mucho tiempo que menea en medio de
las fileras de la feligresía adventista. En el prójimo capítulo se desarrollará las causas
presentadas por diversos autores y fuentes, como las principales razones para la apostasía.
CAPÍTULO II
RAZONES PARA LA APOSTASÍA EN LA IGLESIA, EXPRESADAS POR DIVERSOS AUTORES Y FUENTES
Además de estar demostrada la preocupación de varios autores por el problema de
la apostasía, también se encuentro las razones, que ellos descubrieron como las más
pertinentes causadoras de este mal. Se estará planteando este tema en este capítulo, de
manera que se buscará identificar las similitudes entre las varias fuentes, para sacar así,
una conclusión concreta de cuáles son las verdaderas razones, o cual es la más sagaz.
Así como en el primer capítulo, se planteará las razones en orden cronológico. De
esta manera, también se podrá tener en cuenta, si el modernismo de hoy día influye o ha
cambiado las causas de apostasía.
Empezando por 1962, se identifico que “la falta de espacio para la predicación de
la cruz” y “la rutina”11 en el programa de la iglesia, causaban un desinterés por parte de la
gente, disminuyendo la asistencia a los cultos y finalmente el alejamiento definitivo.
En el 1967, se citaron varias razones. La primera confirma el problema de 1962,
afirmando que “la falta de predicación de las grandes enseñanzas de la Biblia en nuestros
cultos”12; el bautismo de jóvenes con poca o ninguna instrucción; el dar por sentada la
conversión de los hijos de adventistas, por tenerlos como ‘crecimiento natural’13; las
incomprensiones de la verdad14 por parte de muchos de los que están con sus nombres
escritos en los libros de la iglesia; la falta de atención especial a los nuevos conversos15;
el mal tratamiento dado a la membrecía por parte de los líderes y hasta mismo de uno
11Cleveland, “Cierre esa puerta”, 15.12Burnside, “¿Podemos reducir las apostasías?”,12.13Ibid., 11. 14Burnside, “¿Podemos reducir las apostasías?”, 11. 15Ibid., 13.
6
miembro hacia otro16, concluyendo con la falta de atención pastoral17, son indicados como
los factores que más han contribuido para la apostasía.
Al pasar por 1975, se refuerza que además de la falta de preparación pre
bautismal, especialmente no tocante a las grandes conferencias18, sumado al hecho de que
el pastor tiene una parte importante, no solo en el tocante a traer la gente, sino que
también en la estabilización y permanencia de esta en la iglesia19, se empieza a
comprehender que la apostasía está bien relacionada no tanto con cuestiones doctrinales,
sino que sociales también.
Dando un salto hacia el 1999, el Pr. Roberto Gullón, que en este año era el
secretario de la División Sudamericana, en entrevista a la Revista Adventista, señaló seis
definidas razones para el problema que se está investigando. La primera, reitera un
elemento que se muestra bien antiguo: la falta de preparación doctrinal de los candidatos
al bautismo. La segunda, también ya es conocida a un buen tiempo: falta de atención
personalizada a los nuevos feligreses. ‘Los pastores visitan muy poco sus ovejas’. La
tercera, sigue siendo un elemento persistente en la línea de tiempo: la falta de
sociabilidad entre los miembros de la iglesia. La cuarta, a menudo tiene sus ancestrales:
la poca predicación bíblica, solo que ahora, acompañada del pobre énfasis profético. La
quinta es la consecuencia de la anterior: la pérdida del contexto profético. La membrecía
de hoy conoce muy poco de profecías, que es un elemento crucial en el perfil de la iglesia
adventista. La sexta y última, es la falta de involucramiento de los miembros en las
actividades de la iglesia, por dos razones distintas: la falta de motivación personal o la
16Ibid. 17Ibid., 12. 18 “Ovejas perdidas”, 4.19Ibid.
directiva es cerrada, no dando ni oportunidad ni espacio para los demás, dejando así el
rebaño inactivo e improductivo.20
En el año 2000, se diagnosticó que solo el 2% de la gente deja la iglesia por
problemas de no creer en las enseñanzas de esta. El 98% de los que se fueron, lo hicieron
porque tuvieron problemas de relacionamiento, y además, no recibieron apoyo, quedando
en una soledad que se transformó en el alejamiento del redil. Los grupos de amigos de la
iglesia, son presentados como muy cerrados, no dando espacio a los demás21, y cuando
uno empieza a faltar a los cultos, nadie se preocupa en saber el porqué. Solamente, en el
momento de la oración, ‘irónicamente’ hablan así: “Señor, bendice a los que no pudieron
venir, tú sabes los motivos…”22, una vez que son los demás que están presentes los que
tienen que buscar saber las razones que hicieron tal persona faltar a la reunión. Así que
la apostasía, es planteada en estas referencias como un problema social, no teológico.23
Siguiendo en la secuencia histórica de la apostasía en la iglesia, el artículo “¿Por
qué abandonan nuestros jóvenes la iglesia?”, de la Revista Adventista, edición de junio
del 2006, presentó como causa principal para dejar la iglesia, “el sentimiento de no ser
aceptado por ella”24. Pero, para el Concilio de Evangelismo y Testificación de la Iglesia
Adventista, además de la falta de amigos, la casi nula lectura de la Biblia y de las
publicaciones de la denominación adventista, son factores muy considerables en el
tocante a las causas principales, por las que la gente deja el redil25.
20Roberto Gullón, “El mensaje de los números”, Revista Adventista, septiembre 1999, 11.
21Sand, “Cierre la puerta de atrás”, 27. 22Mayr, “¡Que las sirenas ululen a tiempo!”,10. 23Sand, “Cierre la puerta de atrás”,27. 24Dudley, “¿Por qué abandonan nuestros jóvenes la iglesia?”,12. 25“De vuelta al redil”, Red de Noticias Adventista, 05 de junio, 2007, bajo “De
vuelta al redil”, http://news.adventist.org/es/2007/06/ (consultado: 27 de agosto, 2009).
En la actualidad, la apostasía sigue preocupando a la iglesia en todos sus niveles.
La falta de devoción personal a través del estudio de la Biblia, de los libros del Espíritu
de Profecía y de las demás publicaciones adventistas, es presentada hoy como una de las
posibles causas para la apostasía.26 El Pr. Mark Finley, concuerda con esto. Pero, añade
otras tres razones, las cuales son bien pertinentes. La primera de ellas, es un conflicto con
algún otro miembro, o con el propio pastor. La segunda, es la convicción de que la iglesia
dejó de tener importancia en su vida y no responde más sus necesidades. La última, es el
desanimo que uno puede llegar a tener consigo mismo, por no conseguir vivir con las
normas de la iglesia.27
Después de este análisis de las muchas razones que se presentó hasta aquí, se ve
que las dos que tienen más énfasis en el problema de la apostasía son, por el lado
teológico, la falta de preparo pre bautismal, o sea, de conversión genuina. Y por el lado
social, la cuestión relacional, que incluye la falta de amistades y apoyo pastoral. Todavía,
en el prójimo capítulo, estará en análisis algunos testimonios de personas que dejaron la
iglesia y volvieron. Se podrá así, hacer más adelante, una comparación entre lo
presentado por las diversas fuentes citadas, y las realidades personales que se plantearán
en seguida. Se desea, que al final se tenga en manos las informaciones más concretas
posibles, para que puedan de esta manera ayudar en la solución del problema que se
investiga en este trabajo.
26Rolando Enrique Gigliotti, “Incidencia de las lecturas devocionales en la permanencia o abandono de la iglesia en el distrito de San Justo”, El que tiene oídos, oiga, 20 de agosto, 2009, bajo “Resumen de tesis de grado”, http://rolandogigliotti.blogspot.com/2009/08/ (consultado: 2 de septiembre, 2009).
27Mark Finley, Estudando Juntos (Tatuí:CPB, sf.), 195.
CAPÍTULO III
TESTIMONIOS DE PERSONAS QUE APOSTATARON Y VOLVIERON A LA IGLESIA Y OUTROS AUTORES
A lo largo de los años, se ha buscado descubrir las razones que generan el
abandono de la comunidad adventista por parte de la gente. En el capítulo anterior se
derramó una gran lluvia de informaciones provenientes de los eruditos y líderes de la
iglesia. De aquí en adelante, se analizarán testimonios de personas que se fueron del redil,
y después volvieron.
Testimonios personales
La primera persona a ser mencionada es Jones, que abandonó la iglesia, no debido
a la ideología, sino a las relaciones humanas. Según su relato, estaba pasando por el
divorcio, y resolvió dejar la iglesia para no causar escándalo. Sin embargo, él afirma que
se sorprendió que nadie hiciera contacto con él, y no fue por nada menos que 16 años. Si
Jones no tuviera tomado la iniciativa de volver, quedaría afuera para siempre.28
El segundo testimonio proviene de James29. Él empezó a pasar por problemas
difíciles en su casa, de manera especial con su esposa. Al señalar las razones del
abandono a la fe, subraya que no encontró en la iglesia, ayuda para matrimonios en crisis.
Empiezo a faltar, nadie le hizo caso. Ni una llamada, cuanto más una visita. Entendió que
él no era importante para la iglesia y se fue.30
Para Lindsey, las relaciones humanas con personas no cristianas, empezaron a
ocupar su tiempo, inclusive del sábado por la mañana, cuando debía estar en el culto de
28“De vuelta al redil”, Red de Noticias Adventista, 05 de junio, 2007, bajo “De vuelta al redil”, http://news.adventist.org/es/2007/06/ (consultado: 27 de agosto, 2009).
29Con excepción de Jones, todos los demás nombres citados fueron cambiados por el autor por privacidad. Los testimonios fueron resumidos por cuestiones de espacio. Para más informaciones buscar la respectiva referencia bibliográfica.
30Fred Cornforth y Tim Lale, Diez que se fueron, trad. y ed. Hugo A. Cotro (Buenos Aires, Argentina: ACES, 2001), 31-2. 11
11
adoración y en la escuela sabática. Sin embargo, nadie se preocupo con su ausencia, y sus
relaciones con la iglesia consecuentemente se terminaron.31
Rick y Kari. En seis meses Rick experimentó una serie de pérdidas y cayó en
depresión profunda. Tuvo que dejar el trabajo, su matrimonio terminó y sus hijos le
repudiaron. Por fin, toda su familia le dio la espalda. Fue cuando murió su madre. Mismo
así, seguía en la iglesia. Entonces se enamoró de Kari, que era miembro de su
congregación. Los hermanos empezaron a mirarles con malos ojos, pues hacia poco que
Rick se había divorciado. Además, de las críticas recibidas, los dejaron aislados. Para
Rick y Kari, no fueron ellos que se alejaron de la iglesia, más esta que se alejó de ellos.32
Jackie pasó por una situación semejante a la de Rick y Kari. Según su testimonio,
muchas cosas le cayeron encima de una sola vez. Hasta le diagnosticaron un cuadro
maniaco-depresivo. Fue cuando comenzó a deslizarse poco a poco y faltar a los cultos
por varios sábados. A pesar de estar involucrada y tener cargos en la iglesia, en vez de
apoyo y compresión, recibió críticas. Se sintió rechazada, y se fue.33
El relato de Kile sigue dando énfasis en lo que los demás ya han mencionado:
falta de amigos. Según su testimonio, no es que nunca tuvo amigos en la iglesia, sino que
con el pasar del tiempo, se acabó el contacto que había entre ellos, por razones que no las
sabe. Afirma además, que pasó a sentirse abandonado por ellos. Esto contribuyó y se
combinó con algunos otros factores que lo llevaron a dejar la iglesia.34
Testimonio de otros autores
31Ibid., 22. 32Ibid., 57. 33Ibid., 38-9. 34Cornforth y Lale, Diez que se fueron, 65.
Relata E. E. Cleveland, que cierta vez se acercó un hermano y le contó cuan
solitario se sentía, cuando después de su bautismo, cesaron las visitas pre bautismales. Y
además, añade Cleveland: “este es nuestro talón de Aquiles.”35
Para el pastor Arnaldo Enríquez, el rápido aumento de la membrecía adventista no
está proporcional con el número de obreros que ingresan al ministerio. Entonces, la pobre
atención pastoral, contribuye para el elevado índice de apostasías.36
Se ha tenido en cuenta en este capítulo, que las personas que dieron sus
testimonios, pasaron por diferentes situaciones que las llevaron a salir de la iglesia. Es
bueno se tener dos cosas en consideración: una cosa es un hermano cair en pecado, dejar
de venir a la iglesia, se desanimar en la fe. Otra es que la iglesia permita que el dicho
hermano continúe en tal situación, sin que nadie haga alguna cosa. Todavía, no se está
refiriendo aquí, de la necesidad de reunir la junta y aplicar una disciplina o borrar su
nombre del registro de miembros, más de prestarle el apoyo necesario. Siendo que la
última cosa que uno debe pensar, es en traer más tristeza, a uno que está sufriendo los
ataques de Satanás.
CAPÍTULO IV
COMPARACIÓN ENTRE LAS RAZONES ENCUENTRADAS POR LOS AUTORES Y LOS TESTIMONIOS DE LAS MISMAS PERSONAS
35Cleveland, “Cierre esa puerta”,15.36Arnaldo Enríquez, La eficacia de la visitación, sf.
En los dos capítulos anteriores, se vio razones y testimonios presentados como
causas originarias de apostasía. En este capítulo se hará una comparación general,
abordando las razones más reincidentes, pues la reincidencia ya es una evidencia de que
tal problema es relevante.
Además de temas teológicos, como la falta de buena predicación bíblica y
profética, sumados a la falta de preparación pre bautismal, varios de los autores y fuentes
de los citados en el capítulo II, señalan problemas relacionales y sociales como agentes
generadores de apostasías.
En el capítulo III, se mostró los testimonios personales de algunos que pasaron
por el valle de la apostasía. También los relatos de eruditos de renombre y posición
eclesiástica en la iglesia, donde se cuenta de personas que se les acercaron, y les trajeron
sus quejas. Ambas citaciones, señalan que los problemas personales (de pecados o
flaqueza espiritual), asociados a la falta de apoyo y auxilio en los momentos de prueba,
son los que más contribuyeron para el alejamiento de la iglesia.
Es necesario llevar en consideración, que por general, uno no se mete en apostasía
porque quiere. Puede hasta ser que lo sea. Sin embargo, como se vio en los testimonios
personales, las personas empiezan a deslizar de poco a poco, muchas veces sin notar que
están enfermas, y por consecuencia muriendo espiritualmente.
En el caso de los que ya estaban a varios años en la iglesia, no se puede decir que
no hubo preparación pre bautismal. Se puede afirmar que el ambiente proporcionado por
la iglesia y por las predicaciones, no estaban llevando a un reavivamiento espiritual
constante y consecuente. Sumado a esto, viene el problema relacional, pues muchas veces
14
se mencionó la falta de apoyo social y espiritual, como razones que contribuyeron al
abandono de la comunidad de fe a que se pertenecía.
Si para aquellos que ya son maduros en la fe, las dificultades son patentes,
imagínese para los recién llegados. Aquí sí, puede ser cierta la poca o inexistente
preparación pre bautismal. En estos casos, las pruebas empiezan por la adaptación, hecho
que no ocurre de la noche para el día. Uno puede perder el empleo, sufrir el rechazo de la
familia y amigos, o ataques a los principios de creencia que ha aceptado, pero que aun no
los sabe defender. Por lo general, como fue argumentado en uno de los testimonios del
capítulo III, las visitas eran abundantes en el periodo pre, pero inexistentes, en el pos
bautismal. Cuando uno entra para la iglesia, no conoce nadie además de quien lo
evangelizó. Con toda certeza, el nuevo miembro no irá hacer una visita al anciano o a
otro líder cualquiera. Se los hermanos más antiguos no toman la iniciativa de visitar al
nuevo converso, de conocerlo, involucrarlo, ayudarlo, entrenarlo, la experiencia del
bautisterio será una cosa a más que conoció, pero que no era lo que pensaba. Resultado:
apostasía inmediata.
Al comparar los capítulos II y III, se puede afirmar que los problemas teológicos
tienen una parcela importante en el engendramiento de la apostasía. Sin embargo, lo que
uno cree, se refleja en su vivir diario. O sea, solo será posible diagnosticar se alguien está
enfermo espiritualmente, mientras se relaciona con tal persona. En los momentos
sociales, es que se puede medir el nivel de espiritualidad de uno. A través mismo de su
manera de hablar y de proceder, o hasta por medio de conversas informales. Se hay
visitación, se sabrá qué tipo de programas de televisión uno asiste, qué tipos de revistas
lee, qué tipos de música escucha, como trata con sus familiares, entre otras cosas. Lo que
parece no existir en la iglesia, y por lo visto, ya ha mucho tiempo, es el sentimiento de
pertenencia de unos para con otros. Parece no haber la concepción, de que hermanos de
fe, no son menos que los de sangre, pues en los casos, donde un nuevo miembro es
rechazado por su familia al tornase cristiano, los hermanos de fe es que ocupan o por lo
menos tendrían que ocupar el lugar de la familia.
Los dos capítulos anteriores han demostrado estar en concordancia, una vez que
recae sobre la hermandad la tarea de cuidar unos de los otros.37
CAPÍTULO V
CONCLUSIÓN
37Sand, “Cierre la puerta de atrás”, 28.
Después de ser comprobada la existencia de la apostasía en la iglesia, tema que
fue planteado en el capítulo I; de las analices de las razones presentadas en el capítulo II;
de los testimonios del capítulo III, y de la comparación entre estos dos últimos en el
capítulo IV, se llegó a la conclusión de que las principales razones generadoras del
problema de la apostasía en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, son dos: una de ellas
es de carácter teológico, representada por la poca o inexistente preparación pre bautismal,
asociada a la falta de ‘mantenimiento’ de las creencias adventistas, por medio de
sermones pobres, desde el punto de vista profético, o desviados del mensaje de la cruz.
La segunda, es de rasgo social, demostrados por la falta de interacción entre hermanos, en
el tocante a las amistades y visitaciones de unos para con los otros. Sumado a este, viene
la falta de apoyo espiritual en los hogares, hecho que solo puede ser desarrollado
mediante la visitación por parte de los ancianos y líderes de iglesia, o del propio pastor.
Sin embargo, ninguna investigación resulta valida, si no ha encontrado además de
los problemas, una sugerencia para la solución de estos. Todo problema generalmente
tiene un culpado. Y, ¿de quién es la culpa por la apostasía en la iglesia? Hace mucho que
esta pregunta circula por el medio de la membrecía adventista. Y por hacer mucho que
circula, esto es una evidencia de que mientras sigue tal pregunta, es porque sigue también
el problema. Sigue entonces la primera sugerencia: dejar de buscar el culpado, pues ya se
saben las razones. Es hora de buscar la solución para el problema. ¿De qué forma?
Empezando por hacer lo que se está dejando al lado. Como afirmó el Pr. Arnaldo
Enríquez, se la cantidad de obreros no es proporcional al crecimiento del rebaño, que el
pastor entrene una comisión para que pueda estar ayudándole a hacer la tarea de la
visitación y apoyo espiritual, pues muchas veces, los líderes de la congregación local solo
17
van a visitar a un hermano, cuando la situación está crítica, siendo que la visitación
debería ser constante y regular, con el propósito de saber cómo andan las cosas,
diagnosticando no solamente problemas existentes, sino que la posibilidad de estos
existieren.
Aquí se puede aplicar el método del suegro de Moisés: los casos difíciles y
especiales son repasados para el pastor, mientras que los más simples, pueden ser
solucionados por el encargado de hacer la visita. Esto, es para el apoyo espiritual y
aconseja miento. Todavía para el fortalecimiento de las relaciones interpersonales entre
los hermanos, se sugiere la creación de un rol de visitaciones, donde todas las familias
puedan estar visitándose entre sí. Terminando así con el problema, de que cuando uno
falta a la escuela sabática o al culto, nadie sabe el por qué. El resultado tiende a ser más
amistades y más compañerismo entre los hermanos.
Para el problema de la falta de preparación pre bautismal, es necesario saber, que
el proceso de evangelización de una persona, la cual nunca tuvo contacto con la Biblia,
no termina en el estanque bautismal, mas debe seguir hasta que el nuevo miembro pueda
alimentarse de “alimentos sólidos”. Los hermanos a quienes les gusta dar estudios
bíblicos, piensan generalmente en el número de almas ganadas, no en la cifra de los que
ayudó a mantener. Tiene que existir la noción, de que en el día del bautismo no termina la
tarea, sino que comienza. Entonces se concluye que la solución de este problema es
también una cuestión social. Se afirma eso porque uno puede recibir varios estudios
bíblicos antes de llegar a la decisión para el bautismo, pero se esta no recibe apoyo en los
momentos de prueba, fracasará. Es bueno recordar que las conversiones semejantes a la
del Apóstol Pablo, son excepciones.
Para la falta de preparación en el pulpito, se sugiere que el pastor transmita a los
ancianos de iglesia y a los hermanos a quienes les gusta predicar, un poco de sus
conocimientos adquiridos en el periodo en que estuvo en la universidad. Entrenándoles
no solamente del punto de vista doctrinal y profético, mas en el arte de hablar en público,
de orar, de dirigir cantos, de portarse y presentarse en el momento que estuviere
predicando. En la iglesia hoy día, hay mucha gente que sabe lo que se tiene que hacer,
pero muy pocos los que saben cómo hacer. Aquí recae sobre el pastor, la responsabilidad
de trabajar en desarrollo de los líderes de iglesia de su distrito.
Se concluye entonces, que por detrás de las razones de la apostasía, está la falta de
convencimiento por parte de la membrecía, de que el problema existe y necesita de
solución. La tarea de prevenir la pérdida de hermanos, no pertenece solamente a la
directiva de la iglesia, hablando de todos sus niveles, mas recae de manera individual
sobre cada miembro.
BIBLIOGRAFÍA
Burnside, G. “¿Podemos reducir las apostasías?”. Ministerio Adventista, septiembre-octubre, 1967, 10-13.
Cleveland, E. E. “Cierre esa puerta”. Ministerio Adventista, marzo-abril, 1962, 14-16.
Cornforth, Fred y Tim Lale. Diez que se fueron. Traducido y editado por Hugo A. Cotro. Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2001.
“De vuelta al redil”. Red de Noticias Adventista, 05 de junio, 2007. http://news.adventist.org/es/2007/06/ (consultado: 27 de agosto, 2009).
Diccionario de Jesús de Nazaret. Editado por Felipe F. Ramos. Burgos, España: 2001.
Dudley, Roger. “¿Por qué abandonan nuestros jóvenes la iglesia?”. Revista Adventista, junio 2006, 12-13.
Finley, Mark. Estudando juntos. Tatuí: Casa Publicadora Brasileira, sf.
Gigliotti, Rolando Enrique. “Incidencia de las lecturas devocionales en la permanencia o abandono de la iglesia en el distrito de San Justo”, El que tiene oídos, oiga, 20 de agosto, 2009. http://rolandogigliotti.blogspot.com/2009/08/ (consultado: 2 de septiembre, 2009).
Gullón, Roberto. “El mensaje de los números”. Revista Adventista, septiembre 1999, 10-12.
Mayr, Werner. “¡Que las sirenas ululen a tiempo!”. Revista Adventista, mayo 2000, 10-12.
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Nuevo diccionario bíblico ilustrado. Barcelona, España: 1985.
“Ovejas perdidas”. Ministerio Adventista, enero-febrero, 1975, 3-5.
“Plan de estudio apostasía”. Ministerio Adventista, enero-febrero, 1975, 12.
Sand, René. “Cierre la puerta de atrás”. Ministerio Adventista, julio-agosto, 2000, 27-30.
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