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ESCRITOS SOCIOLOGICOS Y POLITICOS Por: Rene Zavaleta Mercado SERIE DEL PENSAMIENTO ^ LATINO AMERICANO

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ESCRITOS SOCIOLOGICOS Y POLITICOS

Por: Rene Zavaleta Mercado

SERIE DEL PENSAMIENTO ^ LATINO AMERICANO

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Rene Zavaleta Mercado

ESCRITOS SOCIOLOGICOSY POLITICOS

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Edición autorizada por fam iliares del Autor.

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INDICE■

Presen tac ión ............................................................................... 5

Prólogo........................................................................................ 7

"Debemos organizar la res is tenc ia armada"

(Entrevista, 1967)................................................................... 9

El "Che" en el Churo............................................................ 13

Ovando, el B onapartis ta , Bolivia: La fuerza de

la masa. De Bánzer a G uevara A rce ........................... 44

Bolivia: Algunos problemas, ace rca de la

Dem ocracia, el movimiento popular y la

crisis revolucionaria ............................................................... 77

Problem as de la cultura, la c lase obrera

y los in te lec tua les .................................................................105

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PRESENTACION

Ahora yo no conozco nadie ni nada.Me advierto en un país extraño, en el que todo cobra relieve de nacimiento, luz de epifanía inmarcesible.

César Vallejo

Iniciamos con esta publicación la serie del pensamiento latinoamericano, que en su primera etapa conprende laobra de René Zavaleta Mercado.

René fue uno de los pensadores, al unísono con su generación, que sintió la angustia de la nación. El latinoamericano se manifiesta profundamente en el ser nacional, la defensa de los recursos naturales y humanos.

Vivió el estruendo de la Revolución, lloró su derrota sigilosa . primero, descarnada después, y entrevio elagotamiento del Estado- del 52, resultado del carácter"intermedio" e "Impuro" de tal transformación social.

Posteriormente, ausente del país -al que anciabaretornar- reflexionó a cerca de los derroteros de la liberación nacional.

Hoy se, ciernen velos de olvido sobre su nombre, cataratas de estullo silente arrazan su barrunta mirada, se quiere arrojar terrones de ingominia sobre el otivo de sus desvelos; esas "impolutas masas" que no se lavan pero son capaces de vestir el día con su desnudez.

El TALLER DE ESTUDIOS SOCIALES "RENE ZAVALETA MERCADO" forjado al influjo intelectual de nuestro mentor, busca entre requiebres ideológicos, convergir el pasado y el presente.

Recogemos el legado histórico de los Amaru, Katari, Sisa y Apaza, guerrilleros de la independencia, Bolívar y Sucre. Redimensionamos el corpus sociológico diseñado por Sergio Almaraz, Marcelo Quiroga y el propio René.

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Nuevos vientos azotan las costas y cordilleras del continente, la seguida y definitiva independencia será posible sólo en la autorepresentación total del bloque social revolucionario a templarse por obreros y campesinos, y que arrebatan el sociego del bloque social dominante irrumpiendo en montoneras.

La libertad será obra de los propios latinoamericanos, ya que ellos son los verdaderos interesados en bramar la opresión de los siglos.

Los ejércitos independentistas se visten con ropas de pretérito y arman con teorías del inmediato vivir. La nación solo es posible con el socialismo.

Las clases subalternas encuentran en la organización vértice para el enfrentamiento contestatario. La especifici­dad del Estado radica en el despliegue que realiza para desarmar el contraestado.

Agradecemos la deferencia de la familia Zavaleta Mercado al permitirnos difundir la praxis militante y el pensamiento de su hijo y sobrino.

Pretendemos mediante la presente llevar el mensaje de René a los que tanto amó y se desgarró entero. El Taller conformado por universitarios será el vehículo que lleve el legajo teórico, pero antes que nada, aprenderá del raóvimiento popualr esa "terquera" a doblegarse servil­mente .

Que la siembra germine en fanegas de trigo cosechadas, y seamos levadura y abundantes panes y suficientes manos que la repartan.

Cochabamba, marzo de 1986

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PROLOGORENE ZAVALETA MERCADO (1937 - 1984)

"Murió demasiado temprano. De qué habilidad se valía para procurarse una parte de los libros donde la humanidad había almacenado su experiencia... ¡Qué dificultadesdebió pasar para relacionarse con aquellos a quienesquería ayudar y cuyo apoyo le era indispensable! Se le persiguió; entre aquellos y él se colocaron países enteros.

Pensaba en las cabezas ajenas y en la suya pensaban otros aparte de él. Este es el verdadero pensamiento".

B. BRECHT

En Zavaleta Mercado, Estado, Nación y Clase -sustemas vitales- se desarrollan a través de un particular lenguaje sociológico donde las palabras y los conceptos cobran un nuevo sentido. Contrastando con la aparente universalidad y estrechez del marxismo oficial que en rigor sanciona su incapacidad de fundir el marxismocon la nación. Las figuras analíticas de René parten más bien de un "análisis concreto de situaciones concretas", para adecuarse a la formación social que analiza. Este modo de actuar donde los elementos teóricos no carecen de historicidad, entraña una nueva perspectiva y coloca las bases fundadoras del marxismo en Bolivia. No porque antes no hubieran aquí marxistas, sino porque éstosse han movido presos de la concepción Nacionalista Revolu­cionaria de la Nación.

Forma abigarrada, multifacética, multiétnica, la nación en Zavaleta no se confunde más con el destino estéril ni interpela a una sociedad mestiza o blanca, sino que recobra los múltiples rostros que buscan autodeter- minarse. Precisamente esta idea-fuerza que termina por dar sentido a la ruptura que Zavaleta iniciara con el

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Nacionalismo Revolucionario en el "Poder Dual", y quefuera el desiderátum de sus últimas preocupaciones,inicia una reflexión cuya culminación colectiva es latarea de esta época.

René no fue sólo conocimiento, sino también pasión y decisión por la vida. Heredero de la cultura plebeya del 52 no había en él una dicotomía entre lo público y lo privado, tanto que podía con la misma eficacia hablar de las "formaciones aparentes de Marx" o entonarcorridos mexicanos. En un mundo donde los académicosson sólo eso, académicos, donde el saber da poder, su fuerza residía en su enorme capacidad de transformarsus ideas en acción política, y democratizar y • extender sin límites su reflexión, de enseñar al mismo tiempoque aprender. Por ello la constitución del Centro deEstudios que lleva su nombre es algo que sin duda le hubiera agradado. Ningún homenaje puede ser mejor quesus ideas fueran recogidas por los jóvenes.

Lic. Gustavo Rodríguez O .Director I.E.S.E.

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de Rubén Vásquez D. Bolivia a la hora del Che, s/XXl, 4ta . Ed. México 1978. PP-/158-161

DEBEMOS ORGANIZAR LA RESISTENCIA ARMADA

René Zavaleta mercado, ex ministro de minas del gobierno

del MNR.

Con René Zavaleta es natural empezar con la situación actual del MNR, y el dinámico ministro de minas en el período de Victor Paz presenta las corrientes principales del un tanto desorganizado partido bajo una nueva luz:

"Usted debe recordar -dice, mientras conversamos una noche en un café de La Paz- que aunque nuestro partido siempre tiene 50.000 hombres, nunca tiene diez. Esto significa en otras palabras que el MNR ahora, como siempre, no está en condiciones de funcionar como un partido, porque carece de cuadros, y cuando usted pregunta por qué no hemos organizado la resistencia contra el régimen de Barrientos, ésta es exactamente la respuesta. Nosotros -el Partido- sufrimos de una carencia completa de cuadros dignos de confianza, con el fin de organizar la resistencia en una forma seria".

-¿A qué clase de resistencia se está refiriendo usted?-En primer lugar me estoy refiriendo a una clase

de resistencia cívica, antes que nada, propaganda. No estamos en condiciones ni siquiera de pensar en la resisten­cia armada en las ciudades en el futuro próximo, pero, por supuesto, ése es nuestro objetivo final, porque sin el apoyo de las ciudades la guerrilla en las montañas está expuesta al aislamiento.

-¿Qué ha significado la aparición de la guerrilla para el MNR como tal?

-Hay ahora más tendencias que nunca a unificar el Partido, pero deseo subrayar que nosotros, en la izquierda

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del MNR, estamos fuertemente en contra de estos esfuerzos, porque los mismos están dirigidos a traer de nuevo al poder a los revisionistas tradicionales y al grupo de políticos del ala derecha.

-¿Y si eso sucediera?-Bueno, pienso que este grupo se convertiría en una

especie de gobierno de Betancourt o Méndez Montenegro, empezando con un llamado "diálogo" con la guerrilla, para finalizar persiguiéndola.

-Y ahora, ¿en cuanto a las guerrillas?' -Bueno, lo que nos preocupa más es la velocidad con

que la guerrilla se está desarrollando. Uno no debe siempre considerar esto como un signo positivo. La guerrilla boliviana es como un niño nacido prematuramente, y aún cuando es verdad que no notamos nada más que victorias, también es verdad, sin embargo, que la velocidad que la guerrilla adquiere pudiera aislarla de las realidades nacionales y continentales...

-¿Qué son...?-Nuestra realidad nacional es que, pese a que estamos

completamente dominados por el capital extranjero y por el recuerdo de la destruida revolución del 52, podemos crear una especie de nuevo Vietnam en miniatura, pero para ello necesitamos un largo proceso de preparación, que la guerrilla está acelerando peligrosamente, y aquí viene el -otro punto: las contradicciones y realidadescontinentales. El continente latinoamericano está aparente­mente maduro para una revolución. Todas las condiciones objetivas están presentes, pero la situación geopolítica de América Latina -completamente dominada económica, política y estratégicamente por Estados Unidos, como lo está- convierte la revolución en una cosa altamente complicada, y no podemos permitirnos demasiados fracasos, como los que ya hemos visto. Lo que quiero decir con esto es que yo creo que la guerrilla boliviana está un poco por delante de las realidades, y por lo tanto corre ciertos riesgos.

-¿Eso significa que usted tiene dudas sobre el futuro de la reistencia armada?

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-No, yo no diría eso. Es sólo que nos ha tomado por sorpresa, y demanda enormes esfuerzos de nuestra partecon el fin de ponernos a la par.

-¿Cuáles son sus evaluaciones sobre las posibilidades de la guerrilla?

-Tengo dos clases de evaluaciones. Una optimista y una pesimista: la primera es que la guerrilla serála inspiración para que las ciudades organicen la resisten­cia armada sobre la base de las masas del MNR, que, en consecuencia, el régimen de Barrientos sea derrocado después de meses o años de lucha, y que un gobierno popular sea constituido con el Ejército de Liberacióncomo una garantía armada. Esto podría suceder -visto con optimismo- dentro de un plazo de dos años, eventualmente con uno o dos golpes militares en el Ínterin, pero sin mucha importancia. La segunda y pesimista evaluaciónes que el ELN, no pudiendo obtener el importante y sine qua non apoyo en las ciudades, se verá condenado a tal vez diez años de lucha en las montañas, viendo a suscuadros más valiosos eliminados, mientras el gobierno se convierte lentamente en un paralelo de Betancourt, y la vida política y la guerrilla alcanzan el mismo nivel y tienen \os mismos problemas que en Venezuela hoy día.

-¿Cómo estima usted la influencia norteamericana en la vida política actual de Bolivia, y cuál es en su opinión el "gran plan gran" de Estados Unidos para Bolivia?

-Yo creo que la embajada norteamericana está cansadade René Barrientos y quiere un cambio, tal vez una junta militar, como un camino hacia un gobierno más ampliodonde FSB, MNR y PRIN estuvieran integrados, perodonde, por supuesto, todas las tendencias de izquierda estuvieran excluidas. Esto podría convertirse en una realidad si el MNR es unificado y dominado por el aladerecha, y, por lo tanto, la izquierda del Partido yespecialmente la nueva generación se opone a esta falsa unidad. El plan norteamericano es pacificar con el fin de mantener los negocios andando. Nosotros debemos ser

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un impedimento constante a esta falsa paz.-Y ¿cómo?-Dentro de tres meses estaremos en condiciones de

enviar los primeros contingentes a la guerrilla, y con alguna ayuda esperamos estar en condiciones de formar una red de propaganda. También planeamos tener una estación de radio, pero necesitamos ayuda, dinero y consejos para hacerlo.

-¿Esto significa que su grupo, dentro de un período relativamente corto, estará en condiciones de iniciar una ofensiva apoyando activamente a la guerrilla?

-Veremos.-¿Está la guerrilla, en su opinión, influida por

los dos partidos comunistas de Bolivia?-En mi opinión, el gran mérito de la guerrilla es

que ha roto con todas las concepciones políticas tradiciona­les y líneas partidarias. Los comandantes y los comisarios políticos son comunistas, pero eso no significa que la guerrilla acepte órdenes de ninguno de los dos partidos tradicionales, y yo creo que la guerrilla formará su propio partido, estructurado alrededor del fusil y de las experiencias adquiridas en la lucha.

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E L "CHE" EN EL CHUROPOR RENE ZAVALETA MERCADO

El tiempo resulta sin embargo breve ahora, cuando se cumplen varios años de la caída de Ernesto Che Guevara en la quebrada del Churo, lugar de matas quebradizas que la historia eligió para que hallaran remate los combates que discurrieron en la serranía de Ñancahuazu y las abras hacia Uallegrande, durante casi todo el año 1967. Es cierto que, desde entonces, han sucedido muchas cosas, desde la muerte de Barrientos y el colapso mundial de la política de Johnson hasta el propio gobierno bonapartista del Perú pero se trata, a la vez, de esa clase de acontecimientos que no quedan nunca definitivamente atrás.

Desde mi posición, que es solamente la de un nacionalista revolucionario boliviano, tengo ahora interés en hacer no el análisis general de la teoría de la guerrilla, que tiene tantísimo especialista, y ni siquiera la teoría que sirvió o fue utilizada por esta guerrilla sino el caso concreto en su más exterior expresión, la práctica tal cano fue del movimiento armado de Cordillera, Vallegran- de y Chuquisaca, sin hacer caso del origen ideológico que tuvo o del que reclamaba para sí, que dan para mucho más. Se podría decir que el Che boliviano no siempre se atuvo a los cánones del Che como teórico en general y, en algunos momentos, hasta se podría escribir que este Che negaba las teorías generales del Che. Bastaría para saberlo un cotejo no muy ambicioso de los textos que escribió, con su magnífica prosa creciente, con los hechos en los que fue actor en Ñancahuazu, pero esa es la tarea que yo no me he propuesto.

Para la frustración de este extraordinario empeño actuaron algunos factores de la eventualidad que eran impredecibles en lo concreto aunque previsibles en lo general, como el estallido prematuro de las acciones,

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la delación de algunos desertores, que eran quizá agentes de la seguridad, y la evasión política de los partidoscomunistas bolivianos, que en esto no hicieron cosa distinta que seguir la linea política de sus igualeslatinoamericanos. Pero también debemos considerar las buenas condiciones de tipo excepcional en el poder represor y su precaria eficacia y a ello deben sumarse elementos de fracaso mucho más esenciales, los factores estructuralesconstantes dados por la geografía y el fatum demográficopero, sobre todo, la básica desconexión campesina yminera de la guerrilla, que es sólo la prolongación de su soledad política y es ya resultado de su desdén porel pasado.

Las reflexiones hechas acerca del incumplimiento de las normas de seguridad por la guerrilla de Ñancahuazu son exactas pero también sospechosamente fáciles y hay que cuidarse de las explicaciones sencillas porque suelen ser no una explicación sino un consuelo. Es evidente en grueso que no era necesario sacar tantas fotografíasni redactar diarios tan taxativos y lo es asimismo,en un grado todavía más intenso que la guerrilla sevio obligada a existir en las acciones cuando estaba dispuesta a existir solamente en la exploración y el asentamiento. Pero, desde otro punto de vista, es claroque estas son emergencias a las que está expuesta toda guerrilla rural en su proceso de instalación y pareceque no hay nada más prematuramente descubierto que el desembarco del Granma, que sin embargo no significóel fin del movimiento cubano, porque había un mar social que lo hizo sobrevivir.

Si es "socialmente necesario" que la rebelión exista, ella tiene más posibilidades de permanecer. En todo caso, de la lectura del diario del Che se deduce que la precipitación de las acciones no fue vista por los

combatientes como algo totalmente desgraciado. Al contrario, se entra en ellas - en las acciones - con una dosis sorprendente de optimismo, lo que significa que el carácter prematuro de Ñancahuazu estaba previsto por los guerrilleros y que lo está normalmente en cualquier empresa semejante.

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Se podría también mencionar las pretensiones de la CIA que, siquiera indirectamente, ha querido dar a entender que la presencia del Che fue afectada por rayos infrarrojos que enseñaron que los fuegos prendidos a lo largo de sus trescientos treinta almuerzos en Bolivia tenían tan ilustre estirpe. Hay muchos fuegos en la selva de Bolivia y en el fuego no hay señal digital pero hay mucho en esta historia para convercernos de que se sabe el paso más furtivo de nuestra vida y que la más recóndita de nuestras intenciones está sin embargo bajo el infrarrojo de su mirada ubicua. El infrarrojo existe ahora y creo que no existía en el tiempo de la Sierra Maestra pero los medios en Bolivia no necesitaron ser tan sofisticados y más de una vez la tradicional inoperancia del ejército boliviano hubo de sorprenderse de la incompetencia de sus propios asesores, ellos si engañados por su propia sobreinformación. Este, desde luego, tampoco es el tema que nos interesa.

EL ANTECEDENTE DE 1949

"Sancahuazu -dice Pombo, en un informe de septiembre de 1966- es un cañón entre las serranías de Pirirenda al este y las serranías de Incahuasi al Oeste". Pues bien, para cualquier boliviano medio, Incahuasi es una palabra que tiene un significado. Es el apelativo con el que se recuerda una de las mayores acciones libradas en la guerra civil de 1949: allá resistió el últimobastión de los sublevados de un mes, allá la batalla que concluyó con varias centenas de muertos, campesinos de la zona en su mayoría armados apenas con lanzas de tacuara en un buen número. De Incahuasi el ejército pasó a Camiri, donde fusiló a los presos más importantes (Mariaca y Zaconeta, entre otros) como corolario de la guerra civil en la que el MNR se apoderó de cinco de los nueve departamentos: Cochabamba, Santa Cruz,Potosí, Chuquisaca y Tarija. Las matanzas de Catavi, donde los mineros ultimaron en represalia a varios técnicos norteamericanos, el fin de la sangrienta resistencia

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de Potosí, cuyos alrededores fueron rodeados de cuerpos de mineros colgados en los postes de luz por el ejército, la espectacular toma de Chuquisaca y el enfrentamiento final de Incahuasi, son hechos muy conocidos en Bolivia.

El levantamiento fue concebido en términos de avanzar de la periferia al centro: Paz Estenssoro y su comando exiliado intentaron tomar Villazón, de donde debían avanzar hacia La Paz, distribuyendo las tierras entre los campesinos. El alzamiento fracasó en La Paz y en Oruro porque la policía lo descubrió, es decir, porque hubo delación pero ni ella misma pudo impedir el movimiento por su dimensión que, como contenido de clase y como extensión geográfica, era realmente nacional.

El MNR, que demuestra después ser un partido heterogéneo al máximo y de una gran hibridez ideológica, que es un conjunto acumulativo de hombres y un archipiélago clasista, logra sin embargo organizar un movimientode envergadura semejante. Fracasa en 1949 sangrientamente y sangrientamente alcanza el éxito en 1952. La delación pudo poco contra la ancha fuerza de su proyecto y se sabe que la movilización del país junto a los insurrectos es de tal naturaleza que a veces los mecanismos policiales delatan a la policía y no al revés. La pregunta salta sola: ¿Por qué el MNR, híbrido y sin otra coherenciaque la de su ser masivo, puede conspirar con éxito en Bolivia y con el ELN, que reunía sin duda a hambres los más puros del continente entero, que expresabanademás una ideología ya sistemática? Por qué el- MNR es capaz en 1949 de movilizar a los campesinos hasta llevarlos a luchar en la misma zona de Ñancahuazu e Incahuasi en la que el propio Che no logra después sino laterales pruebas de apoyo campesino?

Hay aquí, sin duda, un vacío notorio, una desconexiónflagrante, una falla en el terreno que tenemos que descu­brir.

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CARACTER NO DECISIVO DE LA SEPARACION DEL PC

Es una cuestión que incluye naturalmente la del fenómeno de la delación como tal, del descubrimiento policial como la vía de la catástrofe. Toda la inteligencia reaccio­naria del mundo trabaja sobre el supuesto de que cualquier movimiento tiene su precio y de que la delación es elmétodo para alcanzarlo. Mientras no consiguen la delación están, luchando contra un fantasma. .Pero el arte de la conspiración consiste en que la delación pueda poco; no en que el delator no exista, porque eso es imposible (es una' tradición del hombre) sino en que no pueda delatar el alma de un asunto. Pero se dice: en Bolivia la delación se volvió catastrófica porque el PC, al abandonar la guerrilla, la había hecho vulnerable a la delación. Entramos en lo que se puede llamar el carácter no decisivo de la deserción del PC boliviano. No hay duda de que los argumentos de Monje en Ñancahuazu eran argumentos no para luchar sino argumentos para no luchar. Es un viejo recurso de abogados hacer una mala oferta porque se quiere ser rechazado. Monje, por una razón probablementemás política que personal, pidió lo que no se le ibaa dar porque quería ser rechazada. Pero creer que la historia habría cambiado si el PC boliviano colaboraba abiertamente a la guerrilla es también una inexactitud. Si la hubiera apoyado, el resultado hubiera sido casi el mismo porque la existencia del PC en Bolivia es limitada: se reduce a una corta influencia sobre direcciones estudian­tiles y algunos sindicatos. Pero, además, con el no de Monje o sin él, casi todos los militantes proguerrilleros pasaron el ELN y la verdad es que no eran muchos ni los que pasaron ni los que no pasaron. Lo que importa decir que la guerrilla había logrado el máximo alcanceque podía lograr dentro del contexto que se había fijado a sí misma, que era resultado de una visión exacerbada de la historia del continente y de una visión abreviada de la historia de Bolivia. Pero resulta siempre extraño

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que el Che, que fue tan lejos en la desconfianza hacialos aparatos partidarios clásicos y de los partidoscomunistas en lo concreto hubiera buscado nexos únicamente con el PC. Es algo que realmente llama la atención.

LAS VENTAJAS MILITARES

No se trataba, empero, solamente de una desproporción. En el ánimo de la guerrilla trabajaron razones muchomás considerables: al fin y al cabo este es el únicopaís del continente donde se ha rebajado a la mitadel salario de casi toda su clase obrera. ¿Acaso no muere aquí uno de cada tres niños que nacen? País además con experiencia armada, no sólo sus masas están oprimidas en lo absoluto sino que han retrocedido con relacióna su situación inmediatamente anterior: de alguna manera, eran masas que habían estado en el poder y lo habían perdido. Aparentemente, las condiciones no podían ser mejores. Pero 1967 es también la hora del mayor esplendor de la Restauración. El aparato militar imperialistadispone de un ejército en el momento de su mejor forma, que es una cuestión que no se compone solamente delnúmero de fusiles: dotado de unidad de mando y poderveloz de decisión y, finalmente, con una oficialidad todavía satisfecha, dispuesta a defenderse. La dictadura militar ha acabado por aplastar al MNR y al sindicalismo, sus rivales constantes desde el 41. Las modalidades clásicas de calentamiento popular están controladas: el disturbio de situación, que debe convertirse en motínde calles y desmoralizar al poder tiene que enfrentara los ovejeros alemanes de la policía, a los gases vomitivos y a casi tantos represores como manifestantes, moviéndose con el orden pactado de una legión romana. La represiónha cambiado, los yanquis la han mejorado; pero el disturbio no se ha reajustado en cambio y el motín conocido está como sorprendido, repitiéndose en el hábito de su fracaso. La huelga de los mineros, el instrumento sin el cual hubiera sido imposible la lucha del sexenio, el 49 yel 52, la huelga salarial, que debía pasar a ser huelga

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política y finalmente huelga insurreccional según la Tesis de Pulacayo, es ahora imposible porque en las minas el método es el de la ocupación militar permanente.'ion un país enemigo. Allá, simplemente, todo hombre (fie hable de política desaparece. Al mismo tiempo, con un buen sentido de timing de la reacción social, dentro de un plan que es norteamericano y no local, se respeta la tierra campesina pero se entregan todos los sectores estratégicos de la economía: el gas, el zinc, los desmontes minerales, el estaño. A lo último, el gobierno dispone de unos 1.400 millones de dólares adicionales, en 4 años, sobre lo que recibió Bolivia en el cuatrienio 1958-62, por ejemplo. El precio del estaño ha sido generoso en los últimos años, por lo menos en su estabilidad.El gobierno los utiliza no se sabe en qué pero también en algunas obras urbanas, principalmente viviendas, destinadas a gratificar a ciertas capas medias.

Los militares salen del régimen de bajos sueldos * a que los condenó el MNR, condenación que vista a la distancia resulta realmente irritante. En el fondo, ellos hicieron después con los mineros -al rebajarleslos salarios- lo que el MNR hizo con ellos durante doce años. De algún modo, cada suboficial recibe una motocicleta, los subtenientes y tenientes autos pequeños y los demás, automóviles de gran costo; los generales, Mercedes Benz.

Se dice que hay más Mercedes Benz por mil habitantesen Bolivia que en Alemania y esto advierte del hecho de que, aunque los sueldos se multiplican en un 25Í por lo menos, el enriquecimiento tampoco alcanza a todos los oficiales. Pero en el momento en que se producenlas guerrillas los oficiales sentían al luchar que estaban haciendo algo así como defender sus conquistas sociales.A la larga, porque la costumbre no es un éxito, dejade ser importante el tener un automóvil o el disponer de una casa propia pero en lo inmediato eran el símbolo contrario de la guerrilla, que aparecía amenazando con volverlos al amargo estatuto antimilitarista. La guerrilla facilitó la reacción de los oficiales al no discriminarlos de los oficiales superiores primero y segundo en su

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misma definición política, que no siempre era llanamentegorila: el capitán Henry Laredo, por ejemplo, que cayóen una emboscada guerrillera, había escrito en su diario, el día antes de morir, párrafos que merecen interpretarse como simpatía concreta por los motivos guerrilleros.

Para extremar las cosas, la imposición personal deBarrientos dentro del poder da al mando político y también al militar un sentido de unidad vertical que resulta ser eficiente. Barrientos se sabía respaldado, sostenido en términos personales por los americanos, en quienes confía ciegamente hasta su muerte. Ni el fuego de sumuerte fue boliviano: muere lamiendo la llama de laGulf. El poder se concentra y actúa con modalidadesfulminantes, que corresponden a la índole patética deeste hombre compulsivamente inferior. Quizá para compensar su inferioridad personal, la resolución se fundaba personal­mente en él. Mandó publicar su diario, redactado pornecios 24 horas antes, unos días después de que se publicóy resonó el diario del Che pero esta megalomanía delirante y casi graciosa no le impedía ser la voz de los crímenes, ordenar personalmente el fusilamiento de los guerrilleros, concitar las masacres de mineros cuando no eran necesarias sino para él sobrevivir en el Palacio y declararse además "personalmente responsable", como riéndose del mundo. Pero la unidad del mando es un factor de eficiencia política y ella no hubiera existido si los americanos no hubieran inventado, exornado, inflado y propagado la figura de Barrientos que es, por eso, el caso de una existencia desde fuera. A su muerte, no quedaron sino sus crímenes y su cuenta corriente, pero en 1967 era un factor real de poder.

LA DIFICULTAD DE LA NATURALEZA

La cobertura farsesca del régimen era engañosa pero no lo era menos la geografía en la que elige moverse la guerrilla.

Extensivamente, Bolivia es un país tropical: el verde cubre las dos terceras partes de su territorio pero

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misma definición política, que no siempre era llanamente gorilas el capitán Henry Laredo, por ejemplo, que cayó en una emboscada guerrillera, había escrito en su diario, el día antes de morir, párrafos que merecen interpretarse como simpatía concreta por los motivos guerrilleros*

Para extremar las cosas, la imposición personal deBarrientos dentro del poder da al mando político y también al militar un sentido de unidad v/ertical que resulta ser eficiente. Barrientos se sabía respaldado, sostenido en términos personales por los americanos, en quienes confía ciegamente hasta su muerte. Ni el fuego de sumuerte fue bolivianos muere lamiendo la llama de laGulf. El poder se concentra y actúa con modalidades fulminantes, que corresponden a la índole patética deeste hombre compulsivamente inferior. Quizá para compensar su inferioridad personal, la resolución se fundaba personal­mente en él. Nandó publicar su diario, redactado por necios 24 horas antes, unos días después de que se publicó y resonó el diario del Che pero esta megalomanía delirante y casi graciosa no le impedía ser la voz de los crímenes, ordenar personalmente el fusilamiento de los guerrilleros, concitar las masacres de mineros cuando no eran necesarias sino para él sobrevivir en el Palacio y declararse además "personalmente responsable", como riéndose del mundo. Pero la unidad del mando es un factor de eficiencia política y ella no hubiera existido si los americanos no hubieran inventado, exornado, inflado y propagado la figura de Barrientos que es, por eso, el caso de una existencia desde fuera. A su muerte, no quedaron sino sus crímenes y su cuenta corriente, pero en 1967 era un factor real de poder.

IA DIFICULTAD DE LA NATURALEZA

La cobertura farsesca del régimen era engañosa pero no lo era menos la geografía en la que elige moverse la guerrilla.

Extensivamente, Bolivia es un país tropical: el verde cubre las dos terceras partes de su territorio pero

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esta zona, que está en la periferia de la periferia del país, ha sido a veces notablemente activa en la historia y los lugares en que hay un mínimo de concentración han estado en la circunscripción de las viejas reformas del fin del XIX y también en las del NNR. No hay duda de que Andrés Ibáñez, jefe de los "igualitarios” alzados contra los embotinados de Santa Cruz alcanzó con sus reformas de 1978 a la misma zona que sería después escenario de la guerrilla. Ibáñez suprimió, en efecto, en toda la zona cruceña el trabajo gratuito, la prestación de servicios personales y distribuyó tierras, en la primera reforma agraria del país, habida cuenta de la frustración de la intentada por Bolívar. El propio presidente Daza encabezó la expedición punitiva que, propiciada porlos gamonales de oriente y occidente, acabó por fusilar al noble Ibáñez. Pero ya no lograron volver a los campesinos a las condiciones anteriores y ésta es la razón por la que, aislada o no, la zona era socialmente más avanzada, el patrón era un patrón semicapitalista y el salario la forma normal de la retribución, de un modo que no ocurriría en el occidente del país sino en 1952. De esta manera, una larga tradición en la propiedad dela tierra estaba ligada al modo humano de este campesinado, que no conoció el "hambre de tierra” ni aun antes del MNR. Es decir que, el aislamiento que acosa a algunos de ellos, por una parte, y la tradición en la propiedaddel suelo, que crea una mentalidad conservadora, por la otra, podrían hablar de un campesinado irreclutabley eso sería mecánicamente normal. Pero las cosas sucedieron al revés: este campesinado, que no tenía tanto por ganar como el del occidente, luchó sin embargo en una escala mayor y lo que ganó fue el status organizado de participa­ción en el poder, inmediatamente deformado por el caciquis­mo.

En cuanto a los obstáculos para el reclutamiento es necesario considerar la cuestión del antecedente vital: cuando vino el ñNR a llamar a la gente veníadetrás de lo que había ocurrido con Busch y Villarroel: era un heredero directo y de una historia que había

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sido conocida hasta en el último rincón del país. Esto valía por un programa y el MNR lo explotó con un sentido efectistas fue un partido que vivió, se expandió y se acorraló al servicio de la táctica, de la que hizo un fin. La guerrilla en cambio no tenía nada que ofrecer a los campesinos sino la perturbación de su vida (3) no se sabía quienes eran: los guerrilleros carecíande identidad política y el propio país supo que el Che estaba en Bolivia sólo unas tres semanas antes de su muerte. Nadie se ocupó (o nadie pudo hacerlo) de decir a la gente por qué tenía que luchar junto a la guerrillaque, así, sólo tenía el valor de un desafío misteriosoal poder.

DESCONEXION CAMPESINA DE LA GUERRILLA

Las razones de la esencial desconexión campesina de la guerrilla son, empero, más directas: los problemas del aislamiento, que son los de la asociación sobre las parcialidades remotas y la tradición democrática de Ibáñez se sumaron al encuadramiento organizativoque impuso el 52. Es un tema que es un mucho más importante que el desencuentro con el PC, por ejemplo, o que la delación para explicarnos la perdición de esta experiencia.

Con un estilo que le es característico, Debray diceque ”el campesino pobre cree en primer lugar en alguien que tiene un poder”. Pombo dijo más o menos lo mismoal llegar a Chile: los campesinos no nos apoyare*! porque, mientras el ejército era el poder real, nosotros nohabíamos logrado convertirnos en ningún poder, éramos solamente seres peligrosos ofreciendo el peligro sinpromesas. La guerrilla intenta un tipo de contacto campesino por la vía directa. En la práctica, un diálogo de persona a persona, una persuasión de hombre a hombre, modalidad que podía tener alguna perspectiva ante campesinos sin tierra ni organizaciones, largado a la soledad de su desgracia individual, por una reacción espontánea desus intereses, pero que no podía prosperar en las condiccio­nes bolivianas, en las que el campesino, desde 1952,

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se piensa a sí mismo en términos de organización y vive en ellos, si no tiene a nadie dice: tomo la única mano que se me da. Es distinto si tiene un sindicato.

Con el MNR, a partir de 1952, se produce la distribución masiva de las tierras por la vía de la ocupación pero, sobre todo, se organiza a los campesinos y se crean los sindicatos y centrales, a todo lo largo y lo ancho del país, Ñancahuazu incluso desde luego. La guerrilla encuentra esta situación, este status político previo que es , en todo diferente a lo que se pudiera encontrar en Colombia o en Brasil o donde se quiera en la América Latina, excepto México. Hasta ese momento, el campesino se define con relación a la tierra y no con relación a la política en general: pero a partir de 1952, sedefine siempre junto con su organización, mientras ésta le sirve a la defensa de la tierra.

La restauración resulta más consciente de este status político previo que la guerrilla en 1967, que no la toma en cuenta en absoluto. Siguiendo el plan americanoque ocupa el país de los recursos minerales pero no el país de la tierra, no se toca el status de la posesión del suelo pero se halaga y corrompe a los dirigentesy, en algunos casos, al propio campesinado, respetando siempre, desde luego, el status previo. Su definición política es elemental y por eso la verdad es que el campesino no está contra Barrientos porque Barrientosfinalmente no le toca la tierra; tampoco está en favor suyo, porque no se la ha dado, a pesar de sus visitas y adulatorias. Los dirigentes pueden corromperse y las bases tolerar esta corrupción porque no se altera elquid de esta clase, que es la tierra y, se sabe que los pobres no pueden darse el lujo de ser muy complicados. El cacique o dirigente, que a veces es un caudillo, es también una autoridad, ahora más poderosa que el cura o el corregidor, en cada lugar. El corregidor mismo es elegido de acuerdo entre el gobierno y las gentes, es decir, el dirigente. Los campesinos no se alzan contra él porque no es la moral lo que les interesa y, ó pesar de sus abusos, de sus concentraciones y sus ftramasff

—O A —

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(4 ) la tierra está en sus manos y el patrón está lejos, generalmente para siempre. Si la guerrilla hubiera aceptado este hecho se hubiera dirigido a la dirección de los sindicatos y no a los individuos que la acataban, a los de abajo.

Era preciso conquistar a los dirigentes, si eran reales, o destruirlos si no lo eran. Quizá la guerrilla hubiera podido ser un medio para campesinos que no podían levantarse contra su propia dirección.

Lo único que no debió hacer y lo único que hizo fue omitir la existencia de las organizaciones. Quizá sencilla­mente, no tuvo ocasión de buscar contacto de esta índole porque fue sorprendida pero ahora hay que preguntarse q|ué categoría de acto es el de un campesino que va abuscar a su dirigente y a indagar cuál debe ser su actitud frente al grupo armado que le ha interceptado quizá en el monte, quizá en su chaco: es una delación o esel comportamiento normal de un hombre organizado? Lodirá al dirigente; pero el dirigente, ya se sabe recibed inero y prebendas y diputaciones del gobierno y así está dicho todo.

LA DIMENSION DISTANTE DEL CHE

En el fondo, opera un fenómeno de conciencia: laguerrilla está alucinada con la propia grandeza de sumisión. El ciclo de los cambios políticos del MNR, quecomprende desde la insurrección de los. mineros como causa hasta las organizaciones campesinas como efecto, reúne todas las características de lo que la guerrilla desprecia. Es un hecho casi psicológico: no se presta atención a lo que se desdeña.

La revolución del MNR aspira a ser intermedia y la guerrilla aspira a ser finalista; la revolución delMNR creyó hasta su caída en la negociación y la guerrillacree solamente en su triunfo total. El resultado de no pensarse a sí misma como un fin hace de la revolucióndel MNR un fenómeno impuro y extenso. La guerrilla y aún más, el Che personalmente, que tenía una visión

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ética de la vida, piensan que el guerrillero es la forma mas alta del ser humano y aspiran a crear el socialismo en el foco, destinado a expandirse como una onda hasta el país entero y después abrazar el continente mismo. En esas condiciones: ¿debía la pureza apoyarse en laimpureza, el heroísmo en la transacción, el socialismoen la democracia burguesa? El mecanismo de la repulsión los lleva a desdeñar todo el pasado en su conjunto y. allá donde buscaron campesinos en estado de desesperación espontánea, encontraron campesinos encuevados en unaorganización tan impura como real.

Jamás se hizo eso que Debray llama un !!trabajo de masas” (5) pero había un programa virtual en la guerrilla, por e l solo hecho de existir. Cuando llegaba la guerrilla a los campesinos o a los poblados ofrecía mejoras sanitarias o e d if ic io s escolares, caminos, trataban de explicarlo que sería e l socialismo. Impúdicamente, Barrientesdecía lo mismo, sólo que con el poder y sobornando ademása los dirigentes. En cambio, el programa secreto de la guerrilla y, aún más que ello, su epopeya, podíaimpactar a los estudiantes y a los obreros y así ocurrió, pero esto y como un esfuerzo de la conciencia y no comeun arranque directo de la vida. De ninguna manera erafácil conceptualizar hechos tan extraordinarios como los que trataba de comprender el pueblo.

Es una vieja regla política la que aconseja que el dirigente no debe estar demasiado cerca de los dirigidospero tampoco demasiado lejos. El Che, en aquel momento, venía ya con una historia grande en sus espaldas y erael tipo del dirigente que está lejos. Aún antes de sij muerte, era ya un héroe. Esto producía varios prolemas:en primer término, la gente que creía que la victoria estaba asegurada por la sola presencia del personajesuperior, al que no se le reconocía el derecho al error,Pero además, en términos ideales, lo deseable es qudel dirigente crezca junto con la masa, que se definajunto con ella y esta es la razón por la que Lenin advirtió alguna vez que el dirigente debe estar un paso adelantede la masa pero sólo un paso. Aquí, en lo que se refiere

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•I programa, se produce una nueva transgresión absoluta • i< la regla: "Bolivia -según la síntesis de Pombo- seum rificará a sí misma de manera que las condiciones i» la revolución puedan crearse en los países vecinos. I*-iM?mos que hacer de America otro Vietnam, con su centro mi i Boli via". Con lo que tiene algo de juego de palabras (luto sólo un poco) se puede decir que los vietnamitas nn se proponían ser un l/ietnam cuando comenzaron suluí ha contra los franceses. Se proponían solamente liberar M su país y si a Ho Chi ñin se le hubiera hablado de una lucha en los gigantescos términos presentes le habría |nnn ido absurdo; un pueblo puede llegar a ser un Vietnam i- mi no se propone serlo al comenzar su lucha porque i|HÍ/á, así, no la comenzaría. En otras palabras, la fil.i presencia del Che y el programa que se llegó a *• miniar a posteriori, proponía a Bolivia, al comenzar VMi lucha en Ñancahuzu, el mismo programa al que ha llegado h» devolución Cubana diez años después y eso, viniendo »l» * una Revolución que se propuso en su principio nada*inV que elecciones y libertad de los presos y de un i'ií-. en el que Fidel Castro creció sin dudas, como un witidadefo dirigente, junto a su pueblo, siempre apenas un poco delante de él. Se proponía, en suma, tareas *•»».i Lado grandes a un país que estaba dispuesto, al

i nmnnzar, sólo para tareas angustiosamente defensivas, i mil i i la dictadura atroz que lo aplastaba. Los mineros iIm Bolivia, aunque probablemente no estaban con muchas tjwuis de pronunciar palabras tan mayores y sí en cambio

i**poner sus salarios, sin embargo intentaron un titánico H íf i ii*i z q de apoyo que la guerrilla nunca les había pedido: f♦ n la matanza de la noche de San Juan. Los trabajadores (lili l.o.non territorio libre al centro de Catavi-Llailagua— Mhjlo XX y proclamaron su apoyo a la causa guerrillera.> • iuspuesta fue la intervención masiva del ejército.Nihm i se supo por qué la guerrilla prestaba tan lateral hImim ion a este sector políticamente el mas definido »Im Bolivia, dueño de una tradición combativa enorme r ni más perseguido por la Restauración.

Muro lo que ocurre generalmente en Bolivia, ocurre

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intensamente en sus minas y lo de San Juan fue sóloel anuncio de lo del Churo. En todo caso, al margen de otra discusión, en este país es claro que la forma de guerra y aun la forma de política que aspire a existir sin dar un papel de protagonista al proletariado minero, está destinada al sofocamiento. Contrasta mucho el sacrifi­cado apoyo de los mineros con la desanoticada faltade atención al hecho por parte de la guerrilla perotodo esto no era sino parte de una infortunada desarticula­ción.

Tal es, en términos sencillos, la desesperante historia de aquella trágica quebrada. En su ancho hombro de minero, Simón Cuba (Willy) toma el peso del Che herido a lolargo de la empinada cuesta de los arbustos claros del Churo. Muere defendiendo hasta el ultimo tiro la poca vida del jefe legendario y, sin duda, este simbolismo quiere decirnos que es el pueblo de Bolivia el que pone en sus hombros la tarea de la revolución, como Ulilly la agonía sangrante del Che. El Che también muere como quería, en los hombros del pueblo. Es una tarea miserable analizar los errores técnicos de lo que es en cambio una epopeya verdadera como lo hubiera sido denunciar los errores estadísticos de Bolivar sobre el esclavismo en América cuando estaba liberando a los esclavos todosy a los países enteros. La hora de los asesinos es ala vez la hora en la que el Che entra como Che en lahistoria de América pero también en la historia de Bolivia con las características de un héroe nacional. El mismo eligió para sí la patria, de su muerte o por lo menos la de sus peligros y su gloria y los bolivianos no podemos olvidarlo. En el país se habla de la línea busch-Villarroel- -Che Guevara y no sólo en la izquierda misma (6).

Los ojos de los héroes miran la lucha de los militantes y ya nadie podrá, a partir de ahora, hablar de la indepen­dencia de Bolivia sino bajo la invocación de los hombres que vivieron su gloria y engrandecieron su muerte en el cañón de Ñancahuazu. Podría escribir, como Sartre de aquel argelino, que "fue un valiente, sí, que hizo temblar a los arcángeles de la cólera".

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Oxford, 8 de octubre de 1969

1) El hecho no es continuo. Al aproximarse a Camirio a Gutiérrez la guerrilla estaba en una zona más bien poblada, en términos orientales, y lo mismo cuando alfinal se acercó a la provincia vallegrandina.

Su movimiento intermedio parece haberse movido en cambio por zonas vacías.

2) Chaco o chaqueado es el claro cultivable que logra el campesino oriental a la selva, tras haberla desmontado.

3) Francisco Herrera, campesino que era padre del corregidor de Jagüey dijo: "No podemos seguir alimentando gratis a los soldados que a diario vienen en busca devíveres, se comen lo poco que tenemos y nos dejan sinnada y todo por las correrías de esos guerrilleros". "La ultima trinchera del Che", un reportaje en el Churo logrado por el periodista cochabambino Tomás Molina Céspedes para PUNTO FINAL de Santiago de Chile. Publicado cL 22 de octubre de 1968.

4) -Rama.- Tributo entregado al dirigente campesino.5) "Para convencer a las masas hay que dirigirse

a ellas, es decir, dirigirles discursos, proclamas, explicaciones, en resumen realizar un trabajo político".

Regis Debray, REVOLUCION EN LA REVOLUCION.6) A Luis Peñaloza Cordero, en el reportaje que le

hizo Teddy Córdova para la edición de los treinta añosde MARCHA, de Montevideo. Peñaloza es un dirigente deLa derecha del MNR pero a la vez un hombre de muchosméritos militantes y un combatiente experimentado. Resultamuy alusivo ver usada en él la asociación de los nombresde Villarroel y de Busch con el de Che Guevara peroasi se ve hasta qué punto es algo natural a los políticos bolivianos, mucho mejor que en cualquiera declaración de dirigentes izquierdistas propiamente.

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De letras bolivianas no. 9, LF1SS, Cochabamba, junio 1970, pp14, 14 y 25

OVANDO, EL BONAPARTISTA

Podemos considerar al gobierno del general Ovando desde tres puntos de vista. Primero, como un resultado lógico del fracaso de la política económica y diplomática de los Estadqs Unidos en Bolivia o, más propiamente, como él derrumbe de la visión teórica y práctica de esta nación que elaboraron los funcionarios norteamericanos a lo largo de mucho tiempo pero especialmente con Johnson. Podemos, por otra parte, considerar la existencia del régimen boliviano, si vemos las cosas desde un punto de vista menos episódico, como un resultado del fracaso de la izquierda ideológica en Bolivia o quizá, al reves,como un cierto extraño triunfo ideológico de esa izquierda poro al precio de su propia validez práctica en el poder.Este razonamiento tiene el defecto de considerar como una obviedad o supuesto o previedad el inevitable fracaso yanqui después de Barrientos. En otras palabras, puesto que las condiciones estructurales habían resuelto como determinación la caída del régimen pro-norteamericano construido por la política Johnson-Barrientos, a la izquierda marxista le correspondía aparentemente encabezar La respuesta más radicalmente izquierdista de la historia

de Bolivia contra el fenómeno más radicalmente derechista y ya directamente xenófilo, qué se acababa de vivir, posición que implicaba una suerte de optimismo por la catástrofe, con un exceso de confianza en el carácter poderoso del movimiento popular del país. Si se aceptara esta secuencia, que tiene tanto de mecánica» Ovando vendría a ser un fracaso de la izquierda ideológica y no su realización pero es bueno no usar este concepto sino como razonamiento preliminar. Finalmente, porque

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Ovando se otorga a sí mismo este signo, podemos pensar que el suyo se integra dentro de la lista de los gobiernos que la teoría política llama bonapartistas, es decir, en un país atrasado como Bolivia, la superposición supracla- sista, vertical, antimperialista, que suele paralizarse en su propio juego defensivo pero que se propone el servicio político de una idea esta vez muy clara que es la realización de la nación en su formulación moderna, es decir, del Estado moderno en Bolivia o de su Estado nacional, para acudir otra vez a la nomenclatura marxista. Ovando se integra clásicamente en este esquema que ha llegado a la América Latina por lo menos cincuenta años después de haberse resuelto en su margen europeo, con la guerra mundial del 14.

Vamos a descifrar tentativamente algunos de estos aspectos, pero es necesario estar prevenidos acerca de otra previedad indudable: ciertamente, ni la carrerapolítica personal del general Ovando ni la clásica inestabi­lidad formal de la peripecia histórica de Bolivia como país ni la misma fluidez política de este momento boliviano nos pueden permitir hablar en un lenguaje comprometido en definitiva; cuando se dio el apacible golpe de Estado contra el señor Siles Salinas, las cosas han ido lo necesariamente lejos como para que ahora podamos hacer un esbozo de lo que pretende ser el gobierno del generalOvando y también de lo que es realmente. En un planosencillo, debe decirse que, en este caso, la sustancia de las cosas quiere manifestarse en la forma de las cosas.

Dentro de la dicotomía del poder que filió al régimensurgido tras el derrocamiento de Paz Estenssoro en 1964,está claro que Barrientos era algo sí como un representante titular, servicial y categórico de la dominación norteameri­cana en tanto que Ovando representaba el institucionalismo del ejército, institucionalismo que, al haberse formado contra el MNR (que nunca pudo borrar la señal antimilitaris­ta de la batalla de 1952), era un institucionalismo derechista, originalmente antiminero. De todas maneras, Barrientos ejerció el poder a plenitud mientras vivió,

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hasta la hora misma de la caída de su helicóptero enel valle alto de Arque. Ovando, estaba conforme consu política (ahora se sabe que no lo estaba), o no tenía los medios para oponerse a ella o creía que no los tenía. De cualquier manera, aparecía avalando uno detrás del otro los actos de Barrientos que eran los que correspondían a l antiguo esquema norteamericano, desde la represión violentísima de las minas hasta la entrega del gas natural, que fue un regalo de mil quinientos millones de dólares.

A diferencia de lo que era Barrientos, de quien sepuede decir al menos que era un hombre tormentoso, el general Ovando es un intelectual militar. Barrientospensaba en la guerra como un asesinato pero es seguro que para Ovando la guerra es una disciplina. Aquel conside- raba sobre todo el aspecto violento de la guerra y también de la política y era dramático, confuso y resuelto.Ovando confuta normalmente el aspecto científico de la guerra y tiene algunas lecturas políticas pero, sobretodo, ha demostrato cierta saludable avidez por las ideas políticas en circulación: no es una casualidadque tenga un gabinete de intelectuales. Vamos a ver cómo su aspecto intelectual lo liga de esta manera asícomo su aspecto militar lo vincula ya a una solución

mesiánica, es decir, a un planteamiento vertical o bonapar- tista que configura su mayor semejanza con el régimen del Perú del que es harto diferente en otros aspectos.

El desarrollo descriptivo de los hechos de Ovandose origina así. Los norteamericanos, por medio de su

burocracia bulliciosa, numerosa e ineficaz hicieron hacia 1962 una suerte de plan de gobierno para Bolivia, ya bastante inquietos con las frustraciones de su ayudaeconómica. Naturalmente, no entregaron un plan perorecomendaban medidas expletorias (pero decisivas) junto a cada crédito pedido o entregado. Al hacerlo, incurrían en un doble pecado original: por un lado, suponer quee I gobierno como técnica es posible sobre la consideraciónde las estadísticas, sobre la adoración del numero, en lugar de considerar el gobierno como una consecuenciade la historia, aunque con el carácter de su plan expresaban

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sin querer, como ese personaje francés que escribía prosa sin saberlo, la historia de su propio país. Pero esa era la culpa menor de esta política: la mayor radicabaen su inocencia, es decir, en su inferioridad. Cayeronen un lazo porque, si bien Paz Estenssoro desahuciódesde el principio tales postulaciones, cuando estapolítica ya quiso realizarse de un modo exasperado con Barrientos, tuvo que hacerlo al precio de las matanzas mineras, del bombardeo de poblados abiertos en 1965, de la política de aniquilación a los guerrilleros deChe Guevara y, finalmente, de un modo tal que no sólo el plan norteamericano ya no era posible sino que la misma presencia norteamericana se hizo imposible en Bolivia. * Otra vez en este sentido, Ovando no ha hecho sino expresar un fatum.

Primero, él era el poder sustancial, el de la dictadura del ejército, que es constante desde 1964, frente al poder aparente del Dr. Siles Salinas, cuya vida política era artificial y que desarrollé también planes parasitarios, es decir, sin independencia de movimiento. Con Siles o sin él, el poder ya estaba en manos del ejército identifi­cado a su turno con el general Ovando, líder del insititu- cionalismo. Pero después, con Ovando o sin él, el país iba a hacerse antinorteamericano porque ya todos los factores materiales lo eran a la misma hora en que nadie, excepto las pequeñas logias terroristas barrientistas y los bancarios conectados con USAID, era ya pronorteameri­cano en Bolivia. Con cierto realismo político meritorio, Ovando busco la conformidad de la forma con el fondo.

El plan norteamericano, propuesto por partes en 1962 e impuesto in toto en 1964, con Barrientos, consistía en lo grueso en la ocupación de todos los sectores estraté­gicos de la economía del país, es decir, la minería y los hidrocarburos, promoviendo el capitalismo nacional en las construcciones y en la agricultura, quizá en cierto sector lateral de la industria ligera. Era un plan que tenía alguna rezagada conciencia de los problemas que iba a encontrar: por eso era parte de él el respeto a la propiedad de la tierra, en manos de los campesinos

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desde 1953, cuando se aniquilo literalmente a los terrate- nientes, que eran el estrato mas débil y numeroso dela clase dominante hasta entonces. Para realizar suproyecto minero, los norteamericanos necesitaban doblegar al brillante sindicalismo boliviano, por fuerza o dee buen grado, porque los mineros fueron el corazón del poder populista del MNR que, sin ellos, se desbarató. Fué esa la época en que la gran prensa norteamericanadecia que había dos focos rojos en la América Latina,que eran Cuba y Catavi. Ellos querían respetar, en su beneficio, el aspecto cuantitativo de la Revolución, porque sabían que lo contrario produciría una guerra interminable de resistencia campesina: pero queríanhacer una experiencia libre-empresista y con inversiones extranjeras en los sectores veloces o dinámicos, arrasando el aspecto cualitativo de la Revolución, localizado e n e l proletariado minero, cuyo escaso número engañó a los funcionarios norteamericanos como a tantísimaotra gente. De esta manera, los decretos entreguistas de Barrientes no fueron sino el rostro legalizante de la fulminante represión de mayo de 1965, septiembrede 1966 y de junio de 1967, cuando Barrientes mató a centenares de mineros. Los norteamericanos después toma rón todo lo que quisieron pero, como no quisieron pagarsino el precio mas bajo, acabarán pagando el precio

mas e levado.

Es en este sentido que puede hablarse de Ovando como de un resultado de la crisis de la política norteamericana en Bolivia pero, naturalmente, una negación no crea p o r s í misma nada y el mero fracaso de una actividadcorrilmente ávida como la norteamericana no podía así p o r a sí dar lugar a un poder de características tansui géneris como el del general Ovando. Es una corrientede sucesos que tenía que unirse a otra, para acelerarseambas entre sí. como hacen algunos motores modernos.

Bolivia tiene una rica tradición izquierdista. Enesta materia, si fuéramos ambiciosos, podríamos remitirnos

al mismo presidente Belzu que en 1985, en un tempranoeco del 48 francés, dijo a la plebe: "No mas propiedad,

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no más propietarios, no más herencias". Un historiador derechista moderno, el hermano del derrocado Siles Salinas, ha dicho, por otra parte que "los bolivianos estamos poseídos por una irremediable inclinación al extremismo" y se ha preguntado: "¿No era ya Pedro Domingo Murillo,(el mayor héroe boliviano de la independencia) en su tiempo, un extremista?". Pero eso no sólo en el remoto pasado. Después de la guerra del Chaco, la hegemonía ideológica del izquierdismo se hace ya un hecho avasallante. Bolivia es el único país que ha nacionalizado su petróleo dos veces en un período de treinta años. En 1952, nacionali­zó toda la inversión extranjera y la tierra misma fueocupada por los campesinos en su totalidad. Por esono vale la pena cavilar demasiado acerca de la conversión, del general Ovando hacia una posición que parece acentuarse por días: simplemente, no es que Ovando sea un izquierdista que nunca dijo que era hasta la hora misma del poder, en homenaje a la santidad de la astucia, sino que Bolivia misma, como tal, es un país izquierdista. Hasta la misma derecha local se ve obligada a tributar de continuo acatamiento a este hecho invencible: ¿acaso si se leyeraen Colombia o Brasil un discurso de rutina, de los dirigen­tes falangistas (el partido de los exlatifundistas católi­cos) no creería que es de algún peligroso comunista?Barrientos, al hacer el más sombrío gobierno reaccionario, no vacilaba en usar una inveterada jerga criptoizquierdista porque imitaba la lengua de los que mataba. Ovando seacoge a la imposición de un pensamiento colectivo peroademás es la propia historia latinoamericana la quenos enseña que son pocos los que nacen izquierdistas a la política, se anuncian como izquierdistas tales, toman el poder por la izquierda y realizan un poder izquierdista, conversiones como la que ha hecho el general Ovando han existido en nuestra historia y existiráncada día más porque es la historia económica la queproporciona las anécdotas a la historia política y porque el azar suele querer vivir en la casa de la necesidad.

Empero, cuando hablamos de izquierdismo en Bolivia, mencionamos una generalidad no muy rigurosa. Desde la

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guerra del Chaco l o que en verdad se produce es una suerte de diálogo de hechos o controversia fácticaentre la izquierda ideológica, filosóficamente definida, generalmente trotskista o estalinista o maoista, y la izquierda nacionalista, teóricamente mucho más vaga, que se reduce a sacar las consecuencias de la historia de Bolivia hacia la política y que se enciende en la táctica del poder. Los estalinistas y después los trotskis- tas han hecho un exitoso trabajo ideológico: el programa del PIR, por ejemplo, que fue el estalinismo de los años cuarenta, era quizá más orgánico (aunque no más ni liante) que el programa del MNR, cuyo mérito mayorera la adecuación urgente a su fin, es decir, su buenarelación de programa a poder. Algo semejante sucedió con la Tesis de Pulacayo, que en 1946 redactó el dirigente trotskista Guillermo Lora, frente a la cual el nacionalismo no tenia programa sindical alguno. Pero el programapirista y la Tesis de Pulacayo existieron a través del MNR y no a través de los partidos autores. ¿Cómoexplicarlo? Porque el nacionalismo logra una fácil,envolvente inserción en la que en la pura doctrina pero, por eso mismo, tiende a ser defensivo, táctico y global, mas capacitado para analizar políticamente el ayer yel hoy que para proyectar políticamante la forma de porvenir.

Barrientos se produce como consecuencia de esta pobreza del nacionalismo, que se había estancado en su propio programa defensivo, y esta vez parecía que la izquierda ideológica iba a tener su gran chance en Bolivia. Lacausalidad era casi lineal: en un país con experiencia

en la organización de las masas y con experiencia armada de esas masas, los norteamericanos habían elaborado, a causa de su empirismo habitual, una provocación dotada de muy poca perspicacia pero que a ellos les parecióun gran negocio, personificada además en Barrientos, que muy temprano desarrolló una suerte de anticarisma

personal. Lo lógico era suponer que las condicionesestán llamando en Bolivia a la Revolución y eso es lo que entendió Ernesto Che Guevara.

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( De hecho, la experiencia de Guevara fue el más lúcido,audaz y valiente intento de inserción de la izquierda ideológica, porque Guevara era marxista-leninista, enla historia de este país revolucionario, tratando de evitar el precio de las experiencias interm adias que, con Ovando o con el MNR, es siempre la hibridez. Barrlentosasesina a Guevara y se puede decir que muere invicto. Pero seria absurdo suponer que Che Guevara fracasa simple­mente. No sólo la juventud se entrega al culto de este

gran mito romántico sino que el propio ejército sufre la presión natural de un acontecimiento superior. Como es lógico, los oficiales se preguntan cuál era la razón para que se les asignara este destino ciego, este papel miserable con el que aparecían desnudos, especialmentedespués de la muerte de Che Guevara y del apresamiento de Debray, sin posibilidad de negación ante los ojos del mundo. Recordaron entonces que eran el ejércitode Busch y de Villarroel, es decir, un ejército dotado de una brillante tradición política. ¿A qué otra causa sino al asedio imperialista se podía atribuir el suicidio de Busch (1939) y el colgamiento de Villarroel? La intensa

motivación patriótica de esos actos por parte de ios héroes producía una suerte de contraluz alucinante con Barrientos. Pero, a lo ultimo, no ganaban ellos nadasino el servicio a una terquedad obtusa con defender a los norteamericanos en Bolivia y ni siquiera al propio Barrlentos. La derecha quisiera hacer de los militares una casta pero no logra nunca romper los vasos comunicantes, la vida común, la intersensibilización con la sociedad como totalidad; así, lo que ocurre abiertamente en la sociedad, termina sucediendo intensamente dentro del marco de la institución especialmente cuando la política ha sido reducida en su expresión práctica a la dictadura del ejército. Los oficiales se hacen antinorteamericanos y, por esta vía curiosa, la izquierda ideológica, por lo menos hasta el momento, parecería haber perdido, otra vez, la ocasión de crear como poder político lo que tenía más claro que nadie como ideología política. Decididamente, los militares antiimperialistas se unen

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con intelectuales nacionalistas que, como Marcelo Quirdqa Santa Cruz, formaron sus ideas políticas no en la militancia en general, sino en el análisis material y directo de la política norteamericana, especialmente en las campabas contra la empresa Gulf. Ovando es el que hace posible esa vinculación nuevamente; una izquierda nacionalista, híbrida y eficiente, roba el programa a la izquierda ideológica, que se ve obligada a adaptarse a hechosq u e no ha podido dirigir. En este sentido, es verdad que Ovando es el ersatz de una izquierda que no supo existir en la hora oportuna.

Ovando, en los tres y medio meses que tiene de gobierno, realiza un gobierno emprendedor; se puede decir que monopoliza la iniciativa política del país. Si se toma a1 pie de la letra el valor de sus medidas, bastaría con saber que ha nacionalizado yacimientos petrolíferosque valen bastante mas que los peruanos, por un lado, y que el monopolio de las exportaciones minerales importa, se lleva a cabo taxativamente, la práctica nacionalización de las exportaciones bolivianas. Pero, entre nacionalizar las exportaciones y nacionalizar las importaciones hay la misma diferencia que entre el gobierno bonapartista y un gobierno popular de formas socialistas. Esas medidas merecen un rotundo apoyo. Pero, al mismo tiempo, el régimen captura y expulsa del país a Juan Lechín Oquendo, líder de los obreros y mantiene una gran parte del aparato administrativo barrientista, incluso figuras tan típicas como el coronel Julio Sanjines Goitia, hoy embajador en Washington e indudable agente político de los servicios imperialistas. Había anunciado Ovando la restitución de los salarios mineros, que fueron reducidos en un 50 por ciento por Barrientos, y la reorganización masiva del sindicalismo, es decir, su libertad. Estas medidas fueron, sin embargo, dejadas de lado de una manera que intesifica la imagen antimperialista del gobierno al mismo tiempo que opaca al máximo su imagen popular.

Ovando, para decirlo claro, prefiere la intelliqentsia a las masas y en ello, hasta el momento, ha cifrado su éxito. Es probable que para el efecto pese en su

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ánimo la experiencia hasta cierto pinto anárquica así como multitudinaria e interparalizante de la irrupción de las masas en el poder en 1952, de inmediato a la batalla de abril. Hay toda una literatura política en la derecha del NNR que propone la idea de una culpabilidad de las masas respecto de las frustraciones de la Revolución. Bajo la dirección de Lechín, las masas actuaron, en efecto, como una montonera pero al mismo tiempo la inflación era a las finanzas, hasta 1956, lo que las masas al poder. Estos recuerdos posiblemente han motivado la construcción del poder ovandista con sus características bonapartistas e intelectualistas.

Trotsky escribió que ”los gobiernos de países atrasadosf es decir, coloniales y semicolonialest asumen en todas partes un carácter bonapartista o semibonapartista;! difieren uno de otro en esto: que algunos tratan deorientarse en una dirección democrática, buscando apoyo en los trabajadores y campesinos, mientras que otros instauran una forma de gobierno cercana a la dictadura policiaco militar11. Ovando, despreocupándose de la conquista del apoyo minero y al mismo tiempo estatizando las exporta­ciones mineras, persiguiendo inmediatamente al dirigente principal de los trabajadores y a la vez nacionalizando la Gulf, ofreciendo romper la cuarentena a Cuba con el petróleo boliviano y al mismo tiempo conservando en una cruel prisión a Debray, ofrece la imagen típica de un gobierno bonapartista. Pero la historia de los gobiernos bonapartistas en la América Latina es por demás desgraciada.

Villarroel hizo menos que Ovando (aunque probablemente más en su contexto) y sin embargo acabó colgado en la plaza Murillo; Perón fue derrocado con relativa rapidez, a pesar de haber insistido en un grado superior en la fase populista de su bonapartismo y Getulio V/argas, que reivindicó los aspectos económicos de la soberanía bonapartista en un país atrasado, acabó dándose un tiro. En realidad los únicos regímenes que pueden sobrevivir con éxito al poderío de la presión imperialista de un país como los Estados Unidos son los que logran movilizar

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n sus masas o que han uanido a sus masas movilizadas ««m carácter previo a la toma del poder. La Revolución, imy que repetirlo, es lo que las masas hacen, no lo

hacen los guerrilleros del foco o los militares mrsi artistas en nombre de las masas.

El general Ovando ha tenido éxito y ha conquistado yii cierto prestigio político, a pesar de las condiciones I tarto negativas que acompañaban a la mera mención de m i nombre. Hay razones para creer en cierto talento «Ir su gobierno para captar las corrientes subterráneas «Ir la política y las presiones naturales de un paísi mpaciente, presiones y corrientes que por lo demás, **i las cosas sucedían de otra manera, estaban destinadasii expresarse en un estallido. Pero hay también en este «jnbiemo algunas confusiones que son peligrosas y se •r¿tán moviendo: cuando las confusiones llegan a la adultez ne convierten en derrotas. Dentro de todo, se necesita 1 * 1 "algo mas" en el gobierno de Ovando y ese algo másno puede ser sino el pensamiento revolucionario y la IMirticipacion de las masas.

rtarx escribió alguna vez que "en política hay solo pos poderes decisivos: jfrp fuerza organizad^ .del Estado -al ejército- v la ftterza elemental y désorqani zaejai fci • las masas". La historia práctica de Bolivia an los últimos treita años es también un duelo en el que toman la palabra a nombre de todas las demás clases y sectores de poder el ejército y el proletariado minero, el corazón del poder estatal y el único sector organizado del pueblo, respectivamente. Son sectores dominantes, al margen de todo razonamiento seudodemocrático cuantitativo: su posición en la economía y también en el propio aspecto militar es superior a la de todos ios demás sectores

sociales del país; son grupos estratégicamente mejor colocados. Los militares, porque disponen del aparato militar de la nación como un monopolio apenas vulneradoy los mineros porque son una clase concentrada, conciente de su propio, ser de clase, de una elevadg productividad comparativa y con la capacidad física de paralizar porsí y ante sí las mas vitales exportaciones, tienen esa

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posición privilegiada* Ovando y los militares nacionalistas debían haberse dado cuenta de que si no hacen existir al proletariado como aliado copartícipe del poder, lo harán existir como su rival por el poder. El propio desarrollo natural de las medidas tomadas sería, ciertamen­te, la constitución de un pacto militar-obrero en el poder en lugar de la triste mediocridad de las escisiones negociadas en los partidos, que no son sinó un quo pro quo ineficaz; pero estamos, aparentemente, lejos de esa instancia. Esta es quizá la primera debilidad del gobierno del general Ovando, una carencia clasista, un régimen al que son ajenas las masas; pero el segundo peligro que lo acosa es todavía más grave.

A partir de 1952, el MNR, que reunía entonces en su seno a los mineros y a los militares nacionalistas y había logrado ser por calidad y cantidad el mayor partido de la historia de Bolivia, intentó hacer un tipo de gobierno que contó con el respaldo virtual aunque quizá desganado del mundo socialista, de la Iglesia Católica y de los Estados Unidos. Nacionalizó toda la inversión extranjera y suprimió la clase de los terratenien­tes en el campo. Como resultado de la batalla, por otraparte, había dejado de existir el ejército. Eran las mejores condiciones posibles y se tenía un margen enorme de movimiento. Por lo demás, no se puede decir que Paz Estenssoro ni los demás dirigentes fueran incapaces ni especialmente deshonestos; seis años de Restauración no han logrado probar nada fundado y en cambio sí han mostrado su propia corrupción estridente y lo que se dice en contrario no sirve sino a los menesteres de una política muy local, pero todos saben que no es verdad. Aun en tales condiciones excepcionales, este gran partidode masas, dotado de dirigentes inteligentes y de respaldo internacional, acabó sin embargo paralizado por el propio juego de sus disensiones y derrocado sin lucha en noviembre de 1964. Podemos preguntamos por qué.

Lo lógico es pensar no en que las condiciones debanfracasar siempre en Bolivia, sino que Bolivia misma es imposible para un desarrollo de tipo capitalista

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como el que él ?1NR se propuso o mejor, parn ninqmui forma de desarrollo capitalista, porque también t n ira n ó después el esquema barrientista. El MNR se equivocó I naque, en las mejores condiciones, eligió el falso < iminp. Hasta el momento, las medidas tomadas por OvamJo l ian sido exitosas y en algunos casos triunfantes pero i m debe olvidarse que se trató de medidas esencialmente defensivas y nadie vive de lo que rechaza sino de lo »|ue consigue y crea. No hay ningún motivo para que tenga éxito, en condiciones inferiores a las del 52, allá tiende el MNR no lo tuvo. Si Ovando no integra a las masas en su régimen y si no extrae lá única correcta deducción de la era del NNR, que es la imposibilidad capitalista de Bolivia, está también destinado a una frustración que puede ser feroz. Es mejor no provocar .1 los animales salvajes si uno no se provee de los medios para terminar con ellos.

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BOLIVIALA FUERZA DE LA MASA

DE BANZER A GUEVARA ARCE

Hacia 1975, en una situación que no ha hecho después sino intensificarse, Norberto Bobbio inició una discusión en la izquierda italiana con una pregunta:

¿Cuál es la alternativa a la democracia representativa? Resulta curioso al menos que, tan lejos de aquellas circunstancias, podamos nosotros hacerhbp preguntas parecidas acerca de la Bolivia de hoy. En otros términos: ¿es posible que la democracia política, entendida en el término en que es usado por la tradición europea sea aplicable a una formación compleja y a veces invertebra­da como la boliviana?

Tal es la gravedad de este problema que cuestiona, en primer término, el actual proceso que es pensado como un proceso de desfascistización pero también, en general, a la propia viabilidad del Estado de 1952 conside­rada en sí misma, tal es, en suma, el tema que deseamos discutir en estas páginas.

Es pues verdad que la primera lección que se deriva » de la serie de hechos políticos bolivianos que van desde

la huelga de hambre que realizaron centenares y quizá miles de personas hacia fines de 1977 hasta la falsa

elección de Pereda su fácil derrocamiento y las ultimas elecciones generales ganadas por Siles Zuazo (la segunda victoria), como candidato de la Unidad Democrática Popular, es lo que se puede llamar los límites estructurales de cada dictadura.

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Una dictadura, en erecto, cualquiera que sea sui iwluitiln /a, no podrá ser jamás poderosa que el Estado t»*d «r *m* ha apoderado. En contraste con eso y como ha <* ui i hfc» varias veces a lo largo de su historia rica y n la vn/ desgraciada, las masas bolivianas (esta forma ccx*mil i adn de revelación de la sociedad civil) demostranm muí vez más cierta sostenida tendencia a rebasar y dimnrdttnai a un Estado político capaz de orpimirlas, pero nmu a de contenerlas. Es considerable la densidad de itntcm Ixichos y quizá los bolivianos tengan razón al permití que la suya es la región donde los hechos ocurren, al menos en la política. Es ésta por lo demás la exper lemln rondadora entre todas las que ocurrirán como coyunturas l *:>stdictatoriales en la zona más dictatorial de tex las y debe ser por tanto objeto de un recuento mar» bien meticuloso.

Requiere todo programa radical, cualquiera que *w*a *«j carácter, reaccionario o revolucionario, una. situac ión que se llama de disponibilidad. La extensión de dicha disponibilidad puede variar mucho, desde la situación revolucionaria proprio hasta el margen que trabaja dentro de los límites dejados por su premisa o fundación.I '.tenderemos por situación de disponibilidad entonces una correlación entre el grado de la ideología del nuevo sujeto estatal que se ha hecho hegemónica en la masa social, primer factor, y luego las condiciones objetivas que tiene la sociedad como estructura para recibir esa liegemonía y practicarla.

En el caso de Bánzer, su disponibilidad de poder fue interesante, al menos dentro de los parámetros bolivia­nos. Es preciso distinguir, con todo, entre el poder disponible en sociedades que captan excedente externo por cualquiera razón y los que lo forman a base del desfalco de fuerza de trabajo consiguiente a las necesida­des de la acumulación originaria prolongada.

Bánzer, en primer término, tuvo el margen de poder que provenía de una victoria militar. Para qué negar por lo demás que las manifestaciones que lo apoyaron fueron tan grandes como las que despidieron a Torres.

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El viejo mito de la frivolidad de la masa boliviana,a la r¡ax Daireaux hallará acá un súbito fundamento.

tn los hechos, sin embargo, en pocos días, se trataba de masas diferentes pero comparables. Bánzer, en segundo lugar, dispuso de medios que resultaban extraordinarios en la medida boliviana, fruto ellos por un lado de los precios del estaño, casi un metal precioso ahora, y del petróleo, del endeudamiento en una escala sin preceden­tes y también de los resultados de la fase de plenitud de la producción mercantil simple, los yeomen indios, ampliada como nunca por las reformas del MNR dos décadas antes.

Esto en lo que se refiere a los márgenes que llamaremos objetivos. Existían además sin duda sus propios márgenes subjetivos. Repugnemos cuanto queramos esta idea peroes verdad que Bánzer tuvo una suerte de legitimaciónde origen; nace contra las masas pero invoca y se acoge a esto tan abstracto que es la ideología nacionalista revolucionaria que, después de todo, es la dominante en Bolivia, como lo veremos después con abundancia.El propio nombre mesiánico del 52, Paz Estenssoro, le otorgará su apoyo considerando que era entonces la única alternativa viable para la suerte del proyecto del 52.

Tratemos pues de ver quién fue Bánzer. Es su apariencia al menos, apareció sin duda como la representación viviente del nuevo espacio estatal boliviano. Es cierto que también Busch fue un oriental. Busch, empero, era oriental sólo en segundo término; era, en lo primero, el nombre grande de los zapadores y los ex-combatientes en general. Aquí en cantoio, el nombre de este oficial desconocido surge de una base de operaciones, Santa Cruz de la Sierra, nombre amado y temido de Bolivia. La mitad del territorio, el área de más rápido crecimiento, dotada en su seno con los mayores recursos naturales, zona blanca pura al menos en su sentimiento, la nueva frontera. Aparecía Bánzer como la carne del acceso del hombre oriental a un poder que sentía que se le había vedado siempre. Nacía con los signos en la frente de una Bolivia nueva, capitalista, europea y militar.

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Así y tocto, hay en esto aspectos propiamente Im »I Iv í .iíhim y aspectos generales, latinoamericanos. Pru|MMM)n y lo haré a todo lo largo de estas páginas la cunnt l6n< h * la corrupción como mediación estatal. ¿Qué ocurrió mi efecto en el Uruguay posterior a 1966, el Chilo iW• Ihnochet, para no hablar de Nicaragua y el Paraguay y también de Bolivia, qué es lo que ahora vemos?

La corrupción que, sin duda, existió en lo previo,adquirió connotación estatal a partir de Barrientos. i *»te, Barrientos, comenzó su gobierno distribuyendo a sus ministros cheques de a 1G.000 dólares para "gastosih‘ instalación" Está probado que él mismo recibió regalos, iliiieros y consejos de la Gulf, a la que favoreció. Se l nidria decir que, como ocurrió con su propio estilo psicológico, Barrientos hizo de un modo pantagruélico lo que Bánzer hizo de un modo sistemático.

El mal de Barrientos era grotesco y el mal de Bánzer,Insidioso. En la personalidad de aquella jactancia que /lio llamamos Barrientos para darle nombre, había siempre i ■ i algo peligroso e incierto que lo conducía a moverse iíi la sorpresa pura porque en todo lo demás era elemental i orno una digestión. Era, en suma, una personalidad absurda, excéntrica y primitiva, el presidente que un americano <h‘ Texas podía concebir como conveniente para Bolivia.

Con su gesto de oficial bien comportado, Bánzer en i ifrtbio, con aquella mediocridad puntual de presidente iccién afeitado, resultó sin duda un hombre más lógico, más frío y correspondiente a la índole de su tarea.••

Rodeados ambos de aquella aureola de tragedia y homicidio «Hie de un modo o de otro circunda cuantos gobiernos militares han existido desde 1964, nos vemos en la necesidad tic* estudiarlos como personajes con significación histórica iimque la sola mención de ello sería divertida si no• -¡tuviesen rodeados en efecto de la facticidad de haber ido presidentes.No nos agitemos, empero. Cierto es como la evidencia

misma de la naturaleza que, en entre la corrupción,• la cual nosotros despojamos de toda índole ética,y los asesinatos o si se quiere las misteriosas muertes

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hay un luto casi vegetal que sólo el tiempo esclarecerá, si es que ello le interesa todavía, pues entre otras cosas decimos aquí que ocurrirán cosas mayores.

Con todo ¿será sólo una casualidad que Lisímaco Gutiérrez y a la vez Andrés Sélich, Joaquín Zenteno Anaya y JuanJosé Torres, murieran todos de muerte violenta? Si ello es así, Bánzer era el amo de la dicha pues los tres últimos al menos eran "hombres viables" aunque seapara un pobre poder como el boliviano.

Quizá la Triple A mató para él sin que lo supiera él; quizá la OAS pensó en Zenteno más que el propio Bánzer. Puede ser todo. Sin embargo ¿Quién era esteestrañs hombre al que el mundo protegía sin informarle de su beneficio? Es aquí donde aparece su rol real, al margen por lo pronto de la importación de nórdicos para "mejorar la raza" y las matanzas de indios (ludios, según Calancha), las muertes de sus enemigos y la corrupción masiva del ejército, las alianzas geográficas y fúnebres que lo llevaron a tan increíbles extremos y el endeudamiento más extraordinario, como cuando uno hipoteca una casaque no es la propia, que haya ocurrido en tiempo alguno en Bolivia.

Si todo esto no representa con exactitud la cruzaentre el plan imperialista regional y la fisiologíalocal oligárquica, entonces no tiene explicación alguna.

Entendámonos, sin embargo. Torres, aunque obedecía a ciertos aspectos nobles de la realidad, la contradecía. Bánzer, aunque contradecía a lo mejor de la historia de Bolivia, obedecía a ciertos cánones, anhelos, prejuicios y necesidades del grupo dominante en Bolivia. Obedecía a factores sociológicos reales y, en este orden de cosas, creer que la contrarrevolución es menos real que larevolución es una sustitución de las cosas.

Un tema más importante es por qué Paz Estenssorose define en aquel momento en favor de Bánzer. No olvidemos, en favor suyo, que Bánzer contó en efecto con un apoyo masivo, al menos, el que resultaba de la división del país en sectores radicales, militantes enfervorizados. Esta es la hora en que los herederos mismos de una raza

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t*»* ubadecida por el servilismo, los gerentas, *»i* vmii mii la premura de tomar el fusil por sí mismon, Li huí <» mu la que toman las armas en el bando popul.ti I nnl.n lie. partidarios de la lucha armada como los di* l.i Incluí «Ir masas. Razona Paz Estenssoro en los términos siguiuntri.I .1 derecha de hoy no es en modo alguno la de ayer. I i ¿i aquella la derecha de los latifundistas, el pongueajr y la Gran Minería. Es la de hoy, la agroindustria y la minería mediana, hijas ambas de la Revolución Nacional. Mr aquí cómo la representación es un fruto del tiempo. IJur un hombre del talento de Paz Estenssoro localizará .«i enemistad en la oligarquía anterior al 52 y declarará libre de culpa a la posterior es un homenaje servilil tiempo. Obvio es que esto omitía una segunda parte: la Asamblea del Pueblo a su turno recordaba demasiado .i 1952, era sólo la hipertrofia de las médulas clasistas «li * 1952 • i

He aquí como cada vez que algo grande ocurre en la historia ocurre de una doble manera, como si dijéramos que la historia acontece siempre pariendo gemelos enemigos, parejos fratricidas. Enfrentábanse en efecto, en el hierro y el fuego de la violencia de aquel agosto . del71, los dos resultados a que había dado lugar la revolución democrática. Bánzer y la Asamblea eran como los hijosde una revolución que no habría querido a ninguno. Sin duda Bánzer se justificó diciendo: soy el hombre mismoque frenó a la plebe en acción. Su bandera era la dehaber respondido al motín del pobrerío y a la epopeya del resentimiento. Por tanto, lo demás en su conjunto, las armas brasileñas, la cobertura abierta de los yanquis, Los rodhesianos, los empréstitos, la corrupción, la tortura, pocas palabras eran frente a la importancia i dolátrica de haber respondido al único punto de acuerdo de la casta encomendera: el mantener el triste juegodel caos indemne al margen de las manos de la indiada salvaje, asediante y ahora organizada bajo el título de su marxismo. Héroe era verdadero de una casta acorralada.

Si ya estamos en ello, hay que decir que el gobierno de Bánzer fue un éxito, entre otras cosas porque duró

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siete años. Siete años; esto es la mitad de una generación. Consolémonos empero pensando que tuvo un bajo éxito en lo principal. ¿Acaso no es verdad, en efecto, que la tarea esencial de todo Estado es la desorganizacióndel contraestado, es decir, del nudo social con la capacidad de tener nucleamiento, propósito y espíritu estatal?Ese núcleo es, en Bolivia después de 1940, el enfrentamiento entre el ejército y la clase obrera. En la tristeza general de una dominación sórdida y sensual, aquí donde el ejército abandonó con tan fácil entusiasmo su única catarsis que era la autonomía del Estado ¿qué otra fracción podría ofrecer en la burguesía una legitimación comparable a la de la defensa nacional? Todo el resto oligárquico, perdido a sí mismo entre sus propias montañas y sus selvas, es un conjunto de señorialistas nostálgicos en un paisaje que, como lo dijera Medinaceli, no esel suyo. Hay que ver lo que significa ser la clase dominanteen un paisaje que no es el propio.

Reaparecerá pues Bánzer cuando hablemos de los resultados electorales. \/eamos ahora sus antítesis o contrapesos. Es parte de las tesis culturalistas, en las que tantas veces participa la propia izquierda marxista e incluso, del modo más lamentable, el propio Gramsci, suponer que el nivel político de los países corresponde al nivel de su desarrollo cultural y a su integración nacional.Entonces, ¿Como explicar que la Argentina no sea el país mas avanzado en la región? Si en efecto nos atuviéramos a estas medidas, no habría explicación alguna para saberpor qué lo que se llama la "clase general" es de unmodo tan rotundo más lógica, civilizada y poderosa en México, que en Argentina ni para asumir que la clase obrera es más política en Bolivia que en Argentina ymás estatal que en Chile. Hemos de acudir a una explicaciónmaterial, por decir materialista de estas situaciones. Claro es como la luz que la extensión organizativa,por ejemplo, es más alta en la Argentina que en cualquier lugar de la América Latina y que el rol del partidoes más orgánico a la masa chilena que a cualquiera otra. Tnrin plln nos va planteando problemas más complejos

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i|u»‘ aquellos que nos proponemos. Conduce • * I « «mi )i h il < • di* este razonamiento a preguntarnos;

1. ¿Por qué la llamada democratización mutiló m h > anticipación evidente en Bolivia respecto a imlau*. «p»i orno vimos, fueron objeto de una aplicación «mih |,»ni.de proyectos dictatoriales?

2. ¿Por qué, este sistema resultó infalible a h> largo de siete años y falible de súbito frente a la huelga de hambre considerada como la expresión «4«» un movimiento de masas mucho mas amplio que su acont.ni i mi «Mil" mismo? \

La historia de Bolivia enseña que la organl/ai lón es la única certidumbre de los oprimidos. Es la autmiilli xión del pueblo la que coloca en la mesa la r.uoil.lAn de la fuerza de la masa aplicada a la lucha polltha Nos referimos a ello, utilizando un término que flqui » en EL CAPITAL como una fuerza productiva por sf misma, en el sentido de la metamorfosis de la concent mi lón,la homogeneidad y la socialización de la vida en pr/ir.t ti a selectiva y lógica táctica. Si la experiencia de lainasa es susceptible por las circunstancias circuudanli que se refieren al contorno de democrático a la m illa luí sión cuantitativa de los hombres sujetos al Imm lin, d« i onvertirse en un acervo o memoria, entonces hnlilamode la acumulación en el seno de la clase. Esto «r»»» n. algún modo se parece al concepto del derecho a dq ul i h l i »

de por sí condiciona la teoría de la clase social.

En otros términos uno es lo que es más al dm/tMihde lo que es o sea que lo que las gentes viven un m interacción esparte constitutiva no sólo de su I d d m i . específica sino de su propia modalidad de I acolocación estructural dice aquí por tanto nólu unaparte de las cosas. La siguiente es la historia u h m n i » del sujeto colocado o situado de manera que la « I • < obrera, por ejemplo, es el trabajador prodm I h/u m/« su propia historia, entendido que lo que no m i Mimada (en un recuerdo colectivo) no ha existido.

Para volver sobre las supuestas condiciones lulimdide la acción política, es obvio que toda hlfiluila »ólu

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depende en cierto grado de la calidad de sus actores y menos aun de la fidelidad de sus testigos; pero hay en cambio en ella un óptimo interno que nos dice que su índole fundamental está dada por su riqueza como

t historia misma, es decir, como factibilidad.Todo lo anterior claro que referido a los movimientos

dentro de la sociedad civil. Es el eje entre ésta, la sociedad civil, la democracia o mediación y el Estado lo que da a las circunstancias un margen del desgarramiento sin el cual no puede hablarse de cambio revolucionario y es por eso que se dice que la historia es rica alládonde es incierta, donde está dada.

Volvamos empero a lo pertinente, que es la historia de Bánzer y su tiempo. En los hechos, no importa si por obra suya o como resultado de un proceso previo, el Estado se modernizó. Surge aquí un problema que es importante. ¿Cuál es el rol de esta forma de vinculación que llamamos corrupción en una formación estatal capitalista atrasada? Los analistas del Estado capitalista están acostumbrados a hablarnos de la mediación, escuela por ejemplo pero no de la mediación corrupción o de la mediación terror o tortura. Toda mediación, como se sabe, tiene como requisito llegar más lejos de donde puede llegar su determinante, pero sin rebasar jamás el ámbito básico de su determinación. En México, por ejemplo, es un hecho que la corrupción existe y que la corrupción es usada como una mediación estatal; pero es claro que aquí la condición estatal es tan fuerte que la propia corrupción es reprimida de inmediato en cuanto la rebasa. Lo queinteresa por consiguiente es saber si la corrupcióntiene un efecto cohesionante o desorganizador y es eso lo que la distingue cuando actúa como mediación o cuando es sólo un vicio del atraso.

El sistema de Bánzer utiliza el prebendalismo y la corrupción en gran escala. Esto mismo proviene no de un proyecto local sino de un modelo, quizá más evidenteen el Paraguay que en cualquiera otro país. Lo evidente, con todo, es que en la tierra clásica del golpe militar,

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t ¡K3os ios conatos de golpe m il it a r sun l i i i - . h • kinuce.

Quizás pueda atribuirse ello a la moderni/m lún di aparato de inteligencia, mucho mas extenso sin iIih \n que en cualquier otro tiempo. Son, otra vez, ios norteiiimn i t años y ahora en carne y hueso los que impulsan t.ah progresos. Cierto que había ello ocurrido aun si nn listaban tales aliados, aunque fuera sólo por el derrame (je dinero que se hizo en el asunto. Desde el principio dio Bánzer muestras ev/identes de no estar dispuesto al ahorro de un sólo peso en lo que se refiriera a laseguridad. Su propia historia y las de Irán, Nicaragua, tantas otras, enseñarán en cambio que si el dinero creara seguridad, la historia no tendría movimiento. La "transfe- i enciaM en este caso como en todos los demás operó enf in de cuentas contra la organicidad histórica del Estado boliviano y, en el momento de que hablamos, de su soporte, í iánzer.

Un párrafo más acerca de la fuerza de la masa, para mencionar la suerte de este régimen de emergencia (es

>jn decir) con relación a la zona más avanzada de la»ociedad civil. Las mediaciones impuestas al cuerpo del país en base al cuadro teórico del razonamiento político imperialista o sea las mediaciones graduales corrupción-terror-inteligencia, tuvieron éxito sólo en las superficies más aparentes o sea que podían controlar sólo aquello que podían ver: la sociedad como un todo*en cualquier forma ? era algo que ellos no podían ver, No es tan difícil poner informantes o más o menos profesio­nales en los fandangos de los oficiales descontentóse A lo sumo, esto, como eficiencia, muestra cierta legitimidad de la cúspide estatal ante sus propios informantes Las cosas empero se hicieron más cruzadas en el enfrenta­miento orgánico con la clase obrera.

En este orden de las cosas, Bánzer mató o desterró n confinó o aprisionó a toda la dirección actual de• a clase obrera. En los momentos más intensos, la tropa - hj vaciló en incendiar los poblados obreros o en aislarlos

dejarlos sin electricidad, sin agua ni alimentos y ;

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aunque evitando ia matanza misma como no ocurrió con ios campesinos, sin vacilación prohibió la existencia de los sindicatos y estableció el sistema de los llamados *?coodinadoresrf laborales o sea dirigentes designados oor las autoridades. No hubo un sólo medio material, ocluyendo las radios, que fuera permitido a esta clase excluida de la sociedad por el esquema de Bánzer. La

.a dignidad masiva con que los obreros rechazaron a los coordinadores, volviéndolos, en los pocos casos en que aceptaron el rol, clandestinos ante su propia clase, es sólo parte del fenómeno global. Cuantas veces las urecciones fueron capturadas o imposibilitadas, ia lase obrera las repuso con La facilidad experimentada

que es propia de una clase organizada contra el Estado desde su fundación política misma. El desplazamiento del contenido organizativo desde los caudillos hacia ¿a masa estaba aquí indicando que lo sistemático de La clase debe ser una experiencia de masa o sea de una adquisición de masa o si no la organización es el resultado de una condición fortuita. La organización permanente es algo no desvinculadle de la clase que asume su carácter colectivo.

Con todo, hay ciertos momentos de enfrentamiento orgánico entre el Estado y la ciase obrera, como el Congreso niñero de Corocoro que sirven con gran fidelidad para el análisis de la consistencia hegemónica del uno y de la otra. Muy temprano, con el incidente huelguístico de RANACO por ejemplo, la dictadura había podido comprobar que se podía arrestar a Los dirigentes pero no a la acumulación de la clase. En todo caso, es claro con el Congreso de Corocoro que la tendencia minera se dirige a la reconquista de su propia legalidad. Era posible hacerlo sólo si se ponía en movimiento un aparato de masa de gran extensión, sin la protección, la complicidad y el apoyo incondicional de la masa, no había sido posible ni siquiera suponer que pudieran atravesar los cercos militares las varias centenas de delegados que asistieron al Congreso y esto moviéndose por entre el yermo más desolado lo cual tiene también su significación.

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(Jue el Congreso pudiera existir «h i ni m»«Ir! ápice de la dictadura era como una w11 I ^uniedad sobre el Estado, ocupado a mu» m itVizer y el bloque oligárquico-castrenso o »«•>•• usas estaban sucediendo aquí de una niiinttnt v« La que se dio en Chile, por ejemplo, Pitni i mi pocas palabras, la fuerza del Estado no fmmqiti mui*. dejo tan indisputable: la clase obrera demostmhn < ■ m¿ más no ser desorganizable dentro del actual cji m«k>

«ln desarrollo capitalista de Bolivia. Es cierto allá mismo donde se manifestaba su poderío, se expresaba l* un! lien la debilidad de la clase obrera, aunque esto, tierno se dice, es harina de otro costal. La bárbara represión

mui que pagaron los miembros el unir su movimiento i m imstitutivo a la protesta por el asesinato de Torres, in embargo dejó intacto lo esencial del Congreso que

•"■i la proclama de la irreversibilidad que había adquirido wi principio organizativo en esta zona de hombres dolorosos,» onecientes y temibles.

'*• ha apuntado con razón la creciente homogeneidad ■ r «* tienen los modelos políticos en la América Latina0 '.im la continentalización de la política. Valdrá la(«un tener en cuenta esta caída o tendencia al menos• »•>. \/eces: primero, al considerar el carácter político• k» l régimen de Bánzer, al margen de las vicisitudes• lo *u composición, que fuimos viendo y luego, al comentar h» manera recurrente que tiene el discurso ideológico• *n I.» hora post-autoritaria. Es demasiado seductor suponer r" I tendremos una política latinoamericana en lugar *- * triste cancheo solitario de nuestro aislamiento.h m Lodo, los hechos, algunos de ellos al menos, no

dicen tal: por el contrario, es el proyecto de lamol i ófHili imperialista lo que aparece como forma común h • .las políticas; es el fracaso de dicho proyecto en h | iiijua incierta de las historias nacionales lo que1 ♦ manifiesta. 0 sea, cuando la unidad ocurre, el país «H t« inédito; cuando el país se expresa, la unidad noh i * 111. Tristísimo destino •

•i La premisa del silogismo coyuntural que conduce

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a Guevara es la foraa de gobierno que encamo el general Bánzer, resolver acerca de si se trató de una formulación fascista es fundamental. Bánzer, dictadura terrorista del capital monopólico Suena bien. Cierto es que todas las formas de capital en Bolivia son monopólicos por lo menos en cuanto no tienen- con quién competir. Lo que era sin duda era emisario del interés imperialista y tendríaaos por tanto que referir su modelo a un capital monopólico no nacional, lo cual es ya una dificultad. Bánzer sin embargo resulta siempre algo más o algo menos que este marco.

Había demasiado de impaciente prisa doctrinal en Bánzer al buscar a Pinochet y al encontrarlo a fuerza bajo el abrazo del régimen de Couto Silva; cosa curiosa que el hombre viviente del poder nacional en Bolivia estuviera tan ávido de coincidir con los dos extranjeros que de más enfático modo y con todas sus letras habían anunciado los ”derechos geopolíticos” de sus países sobre Bolivia!

ts una anecoota; pero también las anécdotas significan algo y el mundo sería tedioso si fuese sólo una batallade estructuras. sigamos con ellas: nada significaráel que ocurrieran a la vez y en concierto la mayor matanza de campesinos indios de la Bolivia de este siglo y que Bánzer mismo, ejecutor de aquello, fuera descubiertopoco menos que ”con las masas en la mano” en la tarea de importar rodhesianos y venderles territorios enteros cuando a la vez la Iglesia había demostrado que la esterili­zación de las mujeres indias tenía fines algo más queterapéuticos?

_ El carácter cavernario de esta suerte de convicciones oscuras, se explica porque Bánzer, a diferencia de Pinochet o Vidala, no fue un hombre ascendido del escalafón militar a la presidencia y de la presidencia a la dictadura, no. Tratóse aquí de una imposición en el seno de un movimiento militar que no tenía líder, imposición hay que decirlo que tenía un origen clarísimo: era el capital agio-industrial cruceño, es decir, la forma resurrecta de la oligarquía más racista del país, quien imponía

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.» Bánzer manifestando por lo demás las mu»vns iIim«í«« i = de su presencia en ia política. La mentalidad mil l ludí <*. * dimunciaba de inmediato la sustancia pre-bunfiM»*. >** esta tan próspera burguesía: ¿A qué tanta mhmiiI *d *d< m los indios si no hay partícula de plusvalía «f * sea posible en Boliv/ia al margen de la que produ/i «m » los brazos de los indios considerados como hombres Indi ti* libres? Ser anti-indígena aquí es como proclamar ni mundo que Bolivia es una ilusión. Ello habla entonces |Kir sí mismo del estilo de este mundo del que emergía Bánzer: capitalista por la fuerza, precapitalista ensu fuero secreto; ergo, ineficaz lo mismo como capitalismo (fie como precapitalista.

Fascismo, de otro lado. La izquierda usó con frecuencia .il término y la alianza opositora quiso, en determinado momento, llamarse frente antifascista. Alguna inconsciente cautela la contuvo. Fascista, empero, en la medida en (fie Bánzer y su cohorte supiera alguno a ciencia cierta lo que fascismo podía significar. Los antecedentes eran escasos pero nunca faltan. Los falangistas saludaron irímpre con la diestra en alto y, si se busca, se puede

•iicontrar también una fotografía haciendo lo mismo a ( i ortos jerarcas actuales del MNR. Las alusiones a la "nación entera” abundan en los escritos de Unzaga y o*, cierto, de una vez por todas, que el proyecto de Bánzer tenía la marca, el color y el olor de un programa l a-icista. Esto y no otra cosa es el principio del Nuevo Urden, la base de los coordinadores laborales y los I mnos corporativistas, el propio Ejército Cristiano N,k ionalista.

La consistencia "fascista” de Bánzer termina ahí mismo. En la distinción entre un proyecto o programa fascista, movimiento fascista de masas reaccionarias y la estructura totalitaria del poder como fascismo, |m><lemos hacer algunas inferencias o derivaciones. Vivo lisiaba sin duda el proyecto aquel y así se formuló ad pndem litterae; el movimiento masivo en cambio, si existió difina vez, demostró no existir más allá del que Bánzer pudo enseñar a la hora electoral. El poder mismo o la

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estructura estatal fascista, por tanto, una pura fantasía. Si es verdad que, para ser totalitario, un país necesita ser total en lo previo o sea nacional, está pues claro que el único poder que puede hacerse nacional en Bolivia

es un poder democrático. La burguesía misma es doblemente no nacional: porque no lo es su proyecto y, segundo,porque no lo es tampoco su existencia. Está separada de collado a collado y su unificación está aún más lejos que la de la nación misma; es una burguesía que no sabe unirse sino bajo el llamado con frecuencia brutal del extranjero, es decir, negando su rol central que es la soberanía, la legitimidad de la unificación. ¿Cómo y por qué podría entonces Bánzer representar la cuestión nacional no residí ta o fresca en tal grado como para convocar a la unidad patética y reaccionaria de la nación? ¿A qué capital monopólico precoz, proseguidor de la resolución tardía de la unidad podría expresar en lo interno?

No le hay pues cómo. Aún así, proyecto de tales índole y matiz han existido desde el Brasil hasta la Argentina, es decir, desde el país que la capital de la marginalidad del mundo hasta el país que no la tiene en absoluto; desde Chile, que es como la patria del Estado hasta Bolivia, que es la inferioridad constante del Estado respecto del territorio. Es aquí donde debemos distinguir los aspectos extrínsecos y los intrínsecos del poder.

Por lo primero, es comprobable que la dependencia considerada sobre todo como un hecho de naturaleza poli tic; es un carácter que se va acentuando en la región. El grado de inserción del sistema imperialista llega aquí, al nivel de la formulación de políticas; el caricato del embajador imperial reclamando contra una política local pre-existente resulta obsoleto. Ahora es la presenciade los funcionarios mismos del imperialismo en la gestaciónde la política nacional. Es por eso que en la modaliri-actual de la dominación imperialista comprobamos primero la creciente presencia de patrones propios de la política y la ciencia política norteamericana en la prácticaestatal de los países dependientes y, sobre todo, la

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incepción fundainefitahiMiiit.it m m111>n«t |<ni«i ib* ht (mitin onsiderada como un arte, «n ni ‘utntldo dn unl.ihn formulas de dominación o sea ccmimi im v i tftcnlcn. I »* problema es el que hemos llamado el de la transí ni ni m i «i de fases.

Tratemos de exponer este razonamiento en pocas palabras. No hay necesidad de repetir que todo conocimiento se refiere a la sociedad y la situación en las que ocurre. Lsta es, después de todo, la tarea principal del hombre: comprender su contorno inmediato. Entre todos los países capitalistas, Estados Unidos es el que logra realizar en un grado más completo un resultado inevitable de este modo de producción que es la homogeneidad social que es como la expresión morfológica de la socialización de la producción. Esto ocurre porque es posible escribir <jje la historia del capitalismo en Estados Unidos es La historia de Estados Unidos como unidad histórica misma. Podríamos añadir, si esto no fuera entrar en tecnicismos indeseables, que aquí las mediaciones estatales son más naturales que en otros países capitalistas y que la acumulación originaria se produce más sobre la (jeografía que sobre los hombres o sea que es una suerte de expropiación de la naturaleza. En todo caso, en ningún Lugar se desarrollan de tal manera los conceptos de la igualdad capitalista y la desigualdad capitalista. Es la explotación de esta standarización estructural La que admite que la emisión estatal adquiera un sentido de fácil propalación a partir de los llamados media.

Es obvio que nada de esto fue parte de la transferencia en el rango estatal en el sentido al que nos referimos. Por debajo de las doctrinas de seguridad nacional, el occidentalismo y otras pamplinas colocadas en calidad de pensamiento en las fáciles cabezas de nuestros militares, lo que operó de verdad es otro modelo estatal: el concepto norteamericano de que la técnica estatal (la emisión estatal) genera la legitimidad en lugar de que la letimación de masa o hegemonía genere sus propias formas de emisión

estatal (técnica). En su confrontación con los terribles hechos, los imperialistas llegaron a la cómoda conclusión

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, %de que la mediacian seguridad nacional -anticomunismc,

que era. mas fácil introducir como paquete ideológico, era a la vez un cambio peligroso en su ultimidad y que debía ceder a las mediaciones concretas más pragmáticas (la corrupción y la tortura) consideradas como vectores estatales más adecuados a sociedades como las de la América Latina.

Tal es el origen de éstas que son auténticas estructuras y órganos de mediación en el sentido en que se usa el término en la jerga de los estudios estatales a partir de Hegel. La participación de la colectividad militar en la tortura y el terror en general como prometen de modo ideológico a los militares con el terror y la tortura. Su profesión, con el condicionamiento sadoroasoquista que tiene, los ha preparado para ello. Su capacidad de enjuiciamiento de cualquier régimen resulta por tanto limitada por su concurrencia a este tipo de actos profundos y trágicos. Un ejército entero comprometido en ellos, como ocurre en calidad de plan estatal en los países del Cono Sur, en su ejército de hombres que deben luchar porque tienen tanto miedo que no pueden hacer otra cosa que luchar. Es una suerte de compromiso por el envilecimien­to que quizá la democracia no está valuando en su cabalidad.

El segundo aspecto a considerar es la hipertrofia del sistema estatal por la vía de la corrupción, es decir, la mediación prehendalista. Somos por voluntad reiterativos en este aspecto. La validación de la mediación prebenda! es muy dependiente de la fuente estatal. En algunos casos es en efecto como en el mencionado de los dirigentes charros en México, una mediación o más bien el soporte de auténticas mediaciones. Aquí el Estado es más amplio, a raiz del acto constitutivo, que la prebenda. Mejor dicho, la prebenda existe para el Estado, si rebasa el marco del fin estatal, la propia mediación prebendal se vuelve culpable. El verdadero mal no as on este caso el mal mismo sino que hay una visión estatal del mal y el bien. El Estado es el fin del Estado, su religión: el mal consiste en que el mal exista fueradel Estado.

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Hasta el más poco avisado observndm imim »M*a tno ocurre lo irá sano en todas partes. La mmllf* lón p* lista o corrivación no puede ni tiene un wtih in »*m p<«Mipor sí misma. Por el centrarlo, es un típico p« ii«,sos su efecto es más fácilmente desorganiza*kn ir* .... •Batista fue la víctima ds un sistema cinncit< »l #**d« , la corrivación. Allá, la corrupción rebanó \ *»,su fin estatal.* Es interesante discutir cómo se intenta • » i *

a Bánzer. La contestación o alzamiento es, i t m •«, iki

arte local. Primero sin duda, con una batalla, )« «mi 21 de agosto. Este fue un enfrentamiento entre U A•♦«•»** *« Popular y el ejército, cabeza de la sociedad itvll iprimera, condensación del bloque dominante el Mi**-». ¿Por que omitimos a Torres, victima después iln * li - de su propia consecuencia? Porque Torres no estiivu )amádispuesto a atravesar circunstancias tan gravar» i« iel enfrentamiento del ejército contra el ejército, l♦»guerra civil territorial y la propia división del pal*.Había por tanto una diferencia en la intensidad <W* lodeterminación. En el otro bando, en cambio, la propioresolución de hacer un gobierno con asiento en la zi*moriental era evidente. La cuestión de la inicial iv«y de la convicción juegan siernpre un pape! central onla situación de fluidez esencial como es la crisis revolu cionaria. La Asamblea Popular era un iiaportante acontecí miento obrero y una prueba del grado de voluntad estatal que yace en la clase obrera en Bolivia. Prueba tambiénen sí misma, a pesar dé aquello, de lo poco que existe la clase obrera ANTE las otras clases del pueblo. 03ea que, si lo vemos bien, éste era más bien un hechointerno y profundo de la clase obrera, no un planteamiento nacional.

Intentóse resistir a Bánzer de Inmediato por la esforzada vía de la lucha guerrillera. Era tan sólo un relámpago furtivo nacido de corazones jóvenes. Todos los intentos por instalarla fracasaron in nuce. ¿Cómo explicar tan jjertinaz impotencia? Porque era una vía de lucha asentada en la pequeña burguesía urbana y era ella, al menos

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en Bolivia, un sector tan en extremo penetrable por el Estado y aún por la hegemonía oligárquica en generalcomo incapaz de suprimir su pulverización: quien existía aquí tenía que existir siempre como un individuo.

Los propios guerrilleros entre otros y todas las gamas del antibancerismo (excepto la obrera) abocáronseentonces al método clásico y secular de la historia del país, el golpe militar o, si se quiere, cívico-militar. Las conspiraciones o los juegos conspirativos quizá no fueron menos de cincuenta en los siete años de Bánzer. Este, como se ha visto, comprobó que las conspiracionesa la manera decimonónica, o sea la conjura misma juramentada en el secreto prometido a las amistades y las liturgias, había terminado en Bolivia. Datos son éstos que señalanla evolución del andamiaje estatal. Que los militarespudieran recoger amplia información campesina cuando lo de Ñancahuasu indica que los campesinos estaban política­mente integrados tanto como las matanzas de Sacaba y Epizana demuestran que lo estaban en lo económico.

Que la conspiración fracase con una reiteración tan terca decía que, fuera por la mediación prebendal, fuera porque se hubiese instalado en efecto la religión del Estado en la cabeza de los oficiales o fuera el pavora la irresistibilidad, fuera simplemente porque el aparato de inteligencia se hubiera hecho mas vasto y eficiente, este sistema no era más divisible, no, para nada, en la medida del tiempo tradicional, cuando se hablabade Bolivia como la patria clásica del alboroto y el barullo. Era la nueva consistencia del aparato estatal en Bolivia la que hizo que Bánzer durara siete añosen el poder. Y pensar que se citó siempre para hablarde Bolivia, a Guzmán Blanco que había dicho que la eternidad era breve en Venezuela.

Destino era el de Bánzer no caer por un golpe ni por el hierro de la guerra civil sino por la determinación difusa de la masa. La anécdota es conocida. Recordandoel reconocido ademán de sus iguales previas, un puñadode mujeres obreras inició una huelga de hambre reclamando el retorno de sus maridos exiliados. Esto mismo tenía

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una connotación emocional. Los militares chilenos habían asesinado a varios exiliados bolivianos en el momento de la ejecución de su terror inicial. Pinochet, de otro lado, había escrito que Bolivia no tiene "condiciones étnicas" para ser nación. Pues bien, a este hombre y

los hombres aquellos entregó Bánzer a varias decenas, cerca del centenar, de dirigentes mineros luego de la huelga siguiente al Congreso de Corocoro. Varios de i *llos murieron por el hambre y el frío en la tierra extranjera. Bánzer intentó terminar el asunto con un dictum. Propalóse empero la huelga de las mujeres como el agua sobre la tierra de las sequías. Era algo fascinante.I n determinado momento, había centenares quizá miles >egun dicen algunos, movilizados alrededor de la huelga de hambre o participando en ella, convirtiendo en habitat del gesto revoltoso a las capillas, los hospitales y Las escuelas, como agitando la fuerza de la sociedad ilesde su rincón más abandonado y débil. Acabaron, acabó en realidad el hambare secular de Bolivia, ocupando el aparato físico mismo de la sociedad. La huelga fue además acompañada del paro general, de las manifestaciones relámpago (preinsurreccional.es) y fue un acto de fusión f?ntre la clase obrera y la mayoría inmensa de la sociedad, incluyendo a la Iglesia.

Bánzer, desde luego, no sabría jamás hasta qué punto estaba cayendo en realidad. Sus propios enemigos, jamás lian evaluado este acto pacífico de las masas sino como prueba de la impopularidad de la dictadura. Que las dictaduras suelen ser impopulares, ya se sabe; y sin embargo, no todas caen. El incidente estaba describiendo la confrontación entre el aparato estatal, modernizado en lo previo pero a la vez a cada momento más deslegitimiza- íJo , y una sociedad civil a la que el Estado aquel podía controlar hasta cierto punto, pero no conocer (porque la ideología de esta burguesía la llevaba a despreciarla).

I ra una sociedad, por lo demás, que se había robustecido en su comunicación tanto por la consolidación del mercado (expansión del área capitalista más expansión de la producción mercantil simple) como por la propia resistencia

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a la dictadura. Había tenido éxito en la conservación de su organización; por consiguiente, la victoria es la escuela de la victoria, etc.

Tenemos que ver, de otro lado, los efectos duales de la situación militar. Los oficiales, en Bolivia,ven todas las cosas de este mundo con los ojos de 1952.Su hiperestesia se dirige en concreto a este combateperdido frente a su propio pueblo, no a las varias guerras que se perdieron frente al extranjero. Ningún temor es tan importante para ellos como el que tienen al enfrenta­miento con la sociedad que se derive en una nueva disolución del ejército. El ídolo ético por tanto es para ellos la conservación del ejército (lo mismo para Torres que para Bánzer) lo cual les da sin duda un cierto sentido de unidad elemental, de la cual carecieron en el pasado y que, sin duda, es parte de la unidad del Estado mismo. En el ejército siempre ocurre la centralización antes que en la sociedad. Esto mismo, empero, les impide ser objetivos en su visión de la sociedad. La ven como algoajeno a ellos, como algo enemigo de ellos, algo voraz, atractivo e inexplicable. Los militares en Bolivia,a partir de su desdicha original, son por eso un gruposocial cada vez más solitario y con menos certeza desí mismos.

Si verdad es por tanto que el Estado es la certeza de la sociedad, su lado infalible, el ejército es en cambio la certeza del Estado, allá donde sólo existe la verdad revelada del Estado. En esta situación nos encontramos en un extremo porque, veíamos, la certeza del Estado carece de certeza de sí misma. Las instituciones que duda pueden, sin embargo, hacerse inteligentes o sensatas al menos. La sensatez del ejército se llamó David Padilla.

Una vez más mostrábase el Estado político tan inorgánico c o i t o la sociedad civil pero aún más débil que ella, al menos sin sus repentinas articulaciones misteriosas.

Tal inferioridad, con todo, en modo alguno podía significar que la sociedad, ni en sus momentos de mayor sublimación unitaria, pudiera plantearse el avanzar

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sobre el Estado político. La comunicación entre un sector y el otro de la formación boliviana está tan obliterada por toda suerte de resabios que termina por construir una suerte de aislamiento del Estado o autonomía relativa por atraso estatal. Necesitaba entonces la sociedad civil por la vía de los acontecimientos beteróclitosporque la lógica misma del Estado en aquel momento de su regresión no había imaginado marcos de movimiento para una sociedad a la que se empecinaba en desconocer y a la que, por lo demás, tampoco podía conocer. Estamos todavía, aunque en camino a ello, lejos de la estampida0 concentración disolutiva que es propia de las crisis generales. Per el contrario, con ios ojos clavadosen el pavor de abril, el ejército que aquí oficia de ríase general, demostró cierta capacidad elemental de negociación, de repliegues y de planteamiento a partir cJel movimiento llamado generacional. Es a causa de ello que un movimiento de tan vasto alcance como la huelgade hambre de masas no se convirtió en una trwmformación jiopular del poder ni en una guerra civil.

Un otro aspecto que vuelve importante la existencia y la caída de Bánzer radica en que, con él, llegó al1 oder la burguesía in propia persona. Esto significa • jue se da una confusión entre la clase dominante o lanaturaleza de clase fiel Estado y el aparato estatal < > sea el caucus llamado a practicar la subsunción de aquella dominación. La brevedad de esta situación se puede advertir si se dice que el Estado capitalista

basa en la diferenciación entre una cosa y la otra. Por eso, aquella pérdida del desdoblamiento o fusión loe la forma de una regresión estatal; quizá, más bien, l indicio más evidente de que la crisis estatal es

perspectiva inevitable.

En lo inmediato, lo qMe nos interesa es que ahora, *i partir de 1971, el Estado en su conjunto está en manos

la burguesía de carne y huesos los ministros, los jadores, los directivos de las empresas estatales,

.un todos miembros ostensibles de la burguesía y no un-ros representantes de ella. Puesto que aquí no se

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ha producido el corte burgués entre estirpe y colocación de clase, podemos detectar entre ellos ademas a lospropios miembros de la oligarquía tradicional. No obstante, en su orden político se puede decir que la burguesía reconstruida (después de 1952) no es orgánica sino ante la emergencia de Torres y la Asamblea. La formacióndel Ejército Cristiano Nacionalista v. gr. es una decisión de la empresa privada, una resolución oficial.

Es aquí donde se presenta esta ironía particular del proceso capitalista en Bolivia.

La incapacidad casi eterna del país para realizarsecomo Estado nacional moderno es coetánea a la capacidad de autoreconstrucción de la vieja casta secularmente dominante que se funda en una capacidad efectiva deratificación de los mitos fundacionales de dicha dominación. Esto es lo constante en la historia del país, la resurrec­ción permanente de la ideología señorial. Insólito es en cambio ver cómo los elementos de ideología burguesa, los pocos que han logrado instalarse, con propuestosa la sociedad no por la burguesía ni por la oligarquíaque se ha hecho burguesa sino por el partido radical de los pequeñoburgueses nacionalistas, por el MNR. La burguesía misma empero jamás se despojará del mito precapi- talista: será siempre hispanizante, anti-indígena, católica y endogámica. Jamás la casta ésta de los encomenderos se convertirá en otra cosa que lo que siempre fue. El mecanismo frente al temblor de la política conservará entonces la siguiente dualidad: movimiento de pavorfrente a lo desconocido: los indios, el malón, la sociedad y su escenario ignotos, el pueblo considerado como misterio; en segundo lugar, en lo cotidiano, movimiento de desdénontológico, constitutivo, hacia la masa, representada por el razonamiento del desprecio al indio.

Esto es lo que convierte a la burguesía boliviana en una semicasta de pobre profundidad frente al poder.Cierto es que lo que llamamos los "errores" de una clase son siempre el resultado de algo más hondo o sea de su perdición de base. Es la lógica de aquel doble movimiento la que explica el comportamiento de Bánzer al fin de

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u poder. Es el temor al movimiento mui Litudiriaiit& f nexplicabie lo .que le hace ceder ante la presión por «lecciones. Las dudas posteriores, entre ser él mismo andidato o lanzar a Pereda, dentro de lo que suponía n maximato natural, advierten qué poco pensaba en cambio < sociedad en ese nivel de las decisiones. La de Pereda •ra una existencia política tan accidental que su elección no podía contener sino un gran desprecio por la política.

Este mismo no respodia ai azar sino a un modo de«er las cosas. Pereda, en efecto, era lo que se llana n hombre ocasional. Se intentó con él lo que los nortéame- iicanos y sus amigos locales había hecho con Barrlentos, «*s decir, robarle adrede desde la nada pura y elevarlo oasta el poder absoluto. Se diría que esta gente mira i la política desde una oficina de relaciones publicas.! njugó Bánzer sin fastidio la comedia del "golpe11 que lo derrocó sin duda con la idea, tan falsa como el liderazgo do Pereda, de volver como candidato él mismo o sea con1 convicción de que era amado por aquellos mismos a (juienes había agraviado. Falaz idea que completaba lahi lacia de poner por gana a Pereda en el Palacio y falaz la candidatura oficialísima, pero falaz sobre todo el omportamiento de la burguesía en su conjunto porque, amándose esto a la falacia de la candidatura de Paz • .tenssoro todo indicaba que aquel comando de la burguesía <»Lood and flesh se estaba enamorando de su propia decaden- < i-»f como un moribundo hipnotizado.

La invención de Pereda debe conducirnos a otras deriva iones. ¿No parecía acaso un razonamiento de los locos

«i que la derecha, cuando ya la sociedad había mostrado peligrosidad su abundancia y su tendencia acudiera

« la erección pseudológica de Pereda y no al apoyo deI‘ji/ Estenssoro, por ejemplo? Como la transferencia en ni modelo político aplicado a los países diferentes,todo esto respondía a las motivaciones de un policymaker 0 0 1 teamericano: la idea de "vender" un nombre * Y eso

nrría aquí donde la masa había sido ya capaz de actuar homogeneidad, como lo mostraron ei Congreso de Corocoro,

l jecauerie de Cochabamba y sobre todo la huelqa de

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hambre, es decir, dejando atrás su propia heterogeneidad de base que hace que cada estrato o cada v/alle dentrode cada estrato, cada clase, subclase y fracción actúencomo universos por si mismos, es decir, en su dispersión esencial. El pobre Pereda resultaba así llamado a desmontar este aparato formidable montado por la sociedad civ/il boliv/iana, aparato que ahora parecía casi una prosecuciónde la naturaleza, lo cual es como decir llamado a reconquis­tar una por una cada posición o univ/erso. Wientras la burguesía encomendaba poco menos que a un muchacho la realización de las tareas de Hércules, la movilización democrática manifestada ahora como antibanzerismo indisputa­ble tenía su propio nombre y era el de Siles Zuazo. en tanto que la acumulación en la clase había manifestado la cualidad obtenida de la masa, la huelga de hambrehabía demostrado la extensión de la masa, es decir,su cantidad. Requeríase entonces un modo de aparecer por en medio del país político porque nadie discutía que no se trataba todavía de la rebelión de la masa sobre la política sino de la reformulación de la política misma por la presencia reivindicada de la masa. Eso fue Siles Zuazo y tal su rol en las dos candidaturas.

Veamos algunos aspectos de la primera victoria deSiles. Logra Siles una alianza eficaz entre el saldopopulista (lo que contenía él del viejo MNR, partido que tenía todavía sin duda el monopolio de la cantidad electoral) y dos factores en cierto modo nuevos en la disputa del poder mismo. El primero, la juventud que Siles veía expresada sobre todo en el NIR y el segundo, la clase obrera. La consideración de este segundo aspecto es lo que lleva a Siles a incluir en su alianza al Partido Comunista. Era sin duda, un bloque poderoso cuya construc­ción cae dentro de los méritos de Siles mismo. La térra incógnita de la elección era empero el campesinado»Esto es lo que se llama un núcleo de cuestión.

Había discurrido un largo tiempo desde la f ase en que los campesinos se constituyeron en una clase tranquila. Había asistido el campesino a la gran fiesta colectiva

de los pongos libertos; había devuelto con paciencia

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y gratitud apoyo político como retorno al bien que supuso que había venido del Estado? había sido el quantum social que había dado lo que habían tenido de conexión con la sociedad real las dictaduras militares, desde Barrientos hasta el primer Bánzer, es decir casi todo el segundo ciclo militar. Era su presencia en el llamado pacto militar campesino, lo que hizo que la dictadura aquella no fuera puramente pretoriana, es decir, que no fueramás dictatorial. La alianza entre los militares, como guardianes de la propiedad parcelaria del campo, y los campesinos, era también la alianza entre la burguesía y la masa fundamental. Podemos colegir cuáles fueron los móviles que obraron en el ánimo de Bánzer pero es cierto que Tolata y Epizana marcan con la muerte el fin de aquel tiempo. Serán los actores mismos de aquellos hechos quienes transfieran al ejército lo que se deducía en el mundo de los sentimientos sociales, de aquellas matanzas. Será retórica muerta hablar a partir de entonces del pacto entre los militares y los campesinos. Perdida aquella conexión esencial que había tenido en la horade su gloria con los obreros y los campesinos, es en este momento que el Estado de 1952 ha perdido toda referen­cia a la cualidad y la cantidad de esta sociedad. Viviráy vive aún sus estertores pero en cuanto a la materia I legemónica es difícil recuperar aquel margen clasista que, ganado por el acto constitutivo, es perdido porla evolución posterior de la relación estatal. La mengua hcgemónica no tiene otro remedio que las excepcionales.

Lo indiscutible es que Siles capta un importante vuto de la clase media, todo el voto obrero y una masaith rumadora del voto campesino, sobre todo en La Paz. la algarabía de cohechos, reemplazo de ánfores y camándulas '/trias que dispone Pereda, usando ya como propia laúltima respiración de Bánzer, y con un tan subalterno «•ntido de las cosas, ha alterado un tanto la visibilidad «fie podemos tener de aquella victoria de Siles, quizá inwi de las más aplastantes de la historia electoraldrl país. A nadie sorprendería el que se atribuya a’.iles más del 5ÜÍ de los votos emitidos. El modestísimo

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Pereda se vio obligado a invocar por un instante el "espíritu del ejército" y a desconocer su propia elección, alegando irregularidad en elección tal si los fraudesse cometieran a sí mismos.

La segunda victoria de Siles, en las elecciones de julio de 1979, no se parece demasiado a la primera. Si nos atenemos a los cómputos oficiales, viciados, también sin duda, Siles Zuazo habría ganado esta vez sólo por algo de más de mil votos sobre los obtenidos por Paz Estenssoro; Siles, según la Corte, habría obtenido el 31.22Í sobre un total de 1.693.233 votos emitidos. El propio cómputo de las cortes electorales había dado un 35.6JC en favor de la Unión Democrática Popular, es decir, al frente de Siles.

En los nerviosos días del recuento, Siles denunció fraude indiscutible. Es verdad que cada día que pasaba aumentaban los votos para Paz, casi de un modo vegetativo, y se estancaban los de Siles. ¿Acaso no había dicho, por lo demás un dirigente pazestenssorista que ésta era una elección hecha por el ejército para que fuera ganada por Paz? La frustración de Siles en cuanto a obtener la mayoría absoluta coincidía sin duda con los deseos oficiales del ejército. Con todo ¿qué es lo que significa el propio hecho del fraude electoral en un país como Bolivia?

Una elección, aquí, ni en parte alguna, es un acto a cargo del gobierno. Si el partido opositor no es capazde impedir factualmente el fraude esto es como una confesiónde su dependencia respecto al aparato del poder: estaen manos de éste decretar un destino u otro para los votos y la elección misma no tiene sentido. Que tal

cosa resulte de la pobreza de los medios o de cualquiera otra causa es poco relevante para el análisis político. Si el gobierno puede hacer fraude es porque el partidoopositor no ha podido impedirlo. De alguna manera entonces, el fraude electoral no es sino como la prosecución del poder real. Por consiguiente, lo importante del fraude no es su ponderación ética sino su eficiencia. En otros términos, si el fraude ocurre dentro de la hegemonía,

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el fraude es irrelevante. Si la rebasa, es decir, si trata de reemplazar el efecto de una hegemonía que notiene, no es verosímil y, en consecuencia, conducirá a hechos aún más graves. Tal es, después de todo, labase teórica de la democracia burguesa.

El resultado electoral se expresaba aún peor en el Congreso, llamado por la constitución a definir lo queno habla definido la inexistente mayoría absoluta, quieniría a ser nada menos que el presidente. No obstante, sería otra vez una exultación atribuir a las fallas constitucionales el estancamiento repetitivo que se dio en los intentos de elegir a Paz o Siles. Nadie venció nunca aquí en la proporción exigida pero todo ello, en su conjunto revelaba hechos más profundos.

Estas elecciones expresaron ciertas tendencias sociológi­cas y políticas del país, ocultaron otras y dejaron sin definición algunas. Es un hecho por ejemplo que Siles obtuvo más votos nacionales que Paz en las dos elecciones; pero si de eso se colegía que el poder le debía ser entregado, entonces no se estaba asumiendo el carácter del poder político en Bolivia. El parlamentaris­mo no es una tradición boliviana y lo único que hubiera fiecho aceptable un poder minoritario habría sido un régimen parlamentarista. Es más, la elección misma enBolivia es sólo un recuento de las condiciones en quese definirán las cosas en un plano mucho más elemental u sea en el enfrentamiento puro y desnudo. Era un deliriopor otra parte suponer que Siles fuera a tener el podercon sólo una mayoría relativa tan aproximada al tercio<fe los votos cuando estaba intacto el ejército en suestructura y sus jerarquías.

Es aquí donde debemos volver para que esta exposición ¿idquiera cierta coherencia a la pregunta del principio:¿cuál es el rol efectivo de la democracia representativa en una formación abigarrada? Y si no ¿cuál es el rolefectivo de la democracia representativa en una formación .liiigarrada? Y si no ¿cuál es la alternativa democrática en un país como Bolivia?

Se puede discutir si la burguesía en Bolivia es una

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clase en proceso de constitución o una clase en proceso precoz de disolución y tendríamos argumentos para sostener ambas cosas. Lo que no admite duda es que aquí la burguesía, debe siempre apelar al ejército, como la única forma posible de unidad. Sin éste, sin el ejército, la burguesía es una gavilla suelta de señores regionales.

En el * otro frente, cualquier bloque popular que se plantee dejando al margen al movimiento obrero es sólo un bulto: podrá tener votos, si se quiere, pero no tendrá poder. Puesto que en lo básico la historia se ha manifestado como una lucha entre los militares y los obreros, Siles tuvo un gran acierto táctico al vincular la cantidad de la política a su calidad, que es la clase obrera.

¿No está todo esto hablando de una lucha por la conquista y la posesión de los sectores estratégicos de la sociedad? La distribución del flujo político no es correspondiente con la fórmula clásica de la democracia representativa que es el voto del ciudadano considerado como individuo o sea: un hombre, un voto. Lo que se plantea en cambioen estas luchas sociales es el problema de la mayoría efectiva o sea la mayoría de efecto estatal.

En los hechos, quien gane en las ciudades principales, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, si controla a la vez los distritos mineros y algunos grandes centros de la política campesina, digamos Achacachi, Cliza y no mucho más, si obtiene además el apoyo de una parte del ejército, ni siquiera la ha conseguido entonces la mayoría estatalmen­te efectiva en Bolivia no importa qué pase con el resto del país. El abigarramiento clasista y económico de la sociedad se manifiesta en la incertidumbre en la construcción del poder político o sea que hay una correspon­dencia fútil entre la sociedad política y la sociedad civil, como se diría en el lenguaje de Gramsci, pero sólo porque ambas son atrasadas.

El hombre jurídicamente libre es la base a la vez de la plusvalía y de la democracia burguesa. Para eso se necesita que los individuos sean iguales por lo menos en lo que Marx llamaba "el cielo de la política". Es verdad que en ninguna parte los hombres son auténticamente

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iguales; pero si su desigualdad llega al punto en quela existencia de núcleos decisivos es más poderosa quela práctica política igualitaria, entonces la base misma de la democracia está frustrada. En el fondo de todoestá el hecho de que el modo de producción capitalista es el dominante en el país pero también minoritario.Ahora bien, la integración de los ciudadanos a este régimen productivo es aún más importante que la propia igualdad jurídica en abstracto. Por eso la construcciónde la política es aquí muy poco lineal y se basa enlos puntos de exaltación o selección. En esas condiciones, el único sentido de la democracia en Bolivia es la autode­terminación de la masa, es decir, la organización de la masa, la civilización de la masa. Si se extrema elrazonamiento debería decirse que la medida de la democracia es el grado de autodeterminación de la clase obrera.Es por eso que Torres, presidente de facto lo mismo queBánzer, representó una fase democrática aunque no hiciera elecciones ni surgiera de ellas. Es la autodeterminación de la sociedad a lo único que podemos llamar democracia en Bolivia.

Es de aquí de donde surge Guevara. Con el 31.22%de los votos, la UDP (Siles) no obtiene más que 31 senadores y diputados; Paz, con el 31.13% obtiene en cambio 59.tinadores y diputados. Con todo, ninguno de los dos tenía capacidad de llegar a la mayoría absoluta. Bánzer, con una lógica clara, votó no contra los dos sino para i mpedir que la solución constitucional existiera o sea f)or el golpe militar.

En * la noche del 6 de agosto, el vértice golpista lurecería invencible. Si razonamos en ese sentido, lasolución de Guevara es una solución cesarista. El empate• itastrófico era inevitable. Siles, con una convicción ■ *s cierto que permanente en la democracia en su maneramas formal. ¿Acaso no es verdad el momento culminante

su historia como político no es la insurrección de abril, es decir, la defensa de una elección ganada y •• amoteada? Luchó Siles por tanto en defensa del voto;

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^ro el pueblo luchó por la revolución, si el voto llevóSiles por .la revolución es cosa buena. Voto o no voto,

empero, las gentes luchaban por objetos más concretos, orno decía IMarof hace tantos años, tierras al indio,

minas al Estado. He ahí el programa democrático.

Desde la incertidumbre de la democracia representativa, de la verdad de los cómputos, de la legitimidad parlamenta­ria, las cosas se dirigieron hacia quien, por cualquier razón, mostraba la mayor certidumbre personal. Con legitimi­dad puede decirse que si Guevara sobrevivió a sus contradic­ciones, a su evolución y a su propia inflexibilidad en el estilo sólo es explicable como resultado de un temperamento poderoso en lo personal y en lo intelectual. Es cierto que, oon algún derecho, las gentes suelen

recordar en Bolivia más su cooperación con Barrientos que el (Manifiesto a los Electores de Ayopaya. Con todo, creo que ello lo reconoce todo el mundo, Guevara es una de las personalidades más brillantes del nacionalismo revolucionario, quizá sólo como Paz Estenssoro, (Montenegro, Céspedes o Cuadros Quiroga. Su impronta individual está en todo lo de bueno y lo de malo, en lo progresista y conservador que tiene el nacionalismo revolucionario.

En alguna ocasión habrá de ocuparse de esto con más extensión. Distingamos, como el fin provisional de esta historia, tres momentos en la trayectoria de Guevara:

1) El manifiesto a los Electores de Ayopaya. No cabe analizarlo aquí pero es una conceptualización marxista de la teoría de las etapas. Esto en síntesis dice: mientras no se complete la revolución democrática, no cabe la lucha por la revolución socialista. Guevara mismo, quizá en interacción con (Montenegro, es el que primero usa el término Revolución Nacional para hablar de una revolución democrático-burguesa en la que, como consecuencia de las condiciones del país, se debe insistir en sus aspectos nacionales y menos en sus aspectos democráticos.

2) Guevara, como autor del Plan Económico de la Revolu-

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clon Nacional. Aquí Guevara es el fundador, junto ron Paz Estenssoro y Gumucio, de la política territorial isla, agriculturalista y especialista de la Revolución. I■ la aplicación del Plan Bohan y constituye un hito central en el vuelco del pensamiento de Guevara. Esa vez, las circunstancias territoriales condicionan de un modo negativo las modalidades políticas de un desarrollo □dependiente de Bolivia. Tal es el supuesto.

3) La tercera etapa de Guevara está dada por su libro LA NEGOCIACION CON CHILE que es el más formidable alegato sobre la materia, propio de un hombre de Estado con una larga experiencia.

A diferencia de Barrientos, Torres, Bánzer, Pereda, Guevara no es un simple fruto de la casualidad sino que, como Paz Estenssoro y Siles, es la expresión de un auténtico proceso político. Guevara expresa de un modo cesarista o bonapartista un hecho ideológico que, si no es tomado en cuenta en rigor por la corriente obrero marxista acabará por anularla, cual es la prevalencia del nacionalismo revolucionario en los resultados políticos cuantas veces se ha podido expresar la sociedad en Bolivia.

Si se calcula que, de un modo realista,, al menos la mitad de los votos pertenecen a esa corriente y todos los de Paz Estenssoro, si se conviene además en que nía gran parte del ñIR está sin duda impactada por esta gran corriente mayor itaria del país, no hay duda de que Guevara es una transacción lógica. No tiene muchos votos fuera del parlamento ni dentro de él pero expresa ¿i la corriente mayoritaria del país.

Guevara está manifestando este hecho indiscutible. In un poder como el boliviano., en el cual la propia desarticulación se debe expresar como presidencialismo, la elusión de tal tipo de solución (impensable, al margen d< Guevara mismo) no servía sino la convocatoria a una iwjeva fase de incertidumbre en la que lucharían descarnada­mente el autoritarismo militar y el mesianismo izquierdista, lig¿uniéndose ambos en cada uno de sus bandos.

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BOLIVIA: ALGUNOS PROBLEMAS ACERCA DE LA DEMOCRACIA

EL MOVIMIENTO POPULAR Y LA CRISIS REVOLUCIONARIATocqueville escribió alguna vez que T,no es en el

ejercito donde debe buscarse el remedio a los vicios del ejército, sino en el país”.Es en este contexto que queremos colocar estas sumarísimas notas acerca de la relación entre la democracia, el movimiento popular y el golpe militar de García Pieza en Bolivia. No es por cierto el primer empeño de esta naturaleza ni será el ultimo; son razonamientos que se adelantan como puntos de una discusión más larga.

1 • Habría que comenzar por señalar cuál es el eje fáctico mismo de una discusión como ésta. Aquí podríamos mencionar la crisis como momento de visibilidad de una sociedad, etc. En lo aparente, el eje debería estar dado por el golpe del 17 de julio, con el cual el ejércitonegó del modo más radical los resultados de una elecciónen la que la izquierda obtuvo el 50 por ciento de los votos. Esta fue la agresión más brutal y literal a la democracia representativa. Con todo, noviembre de 1979 fue en cambio una crisis social y no una mera adversidad i1e la democracia representativa. Ha habido muchos golpes de Estado en Bolivia, pero no tantas crisis en las que se muestren activas y al desnudo las vastas clases en el territorio total.

Consideramos, por tanto, que una puntual relación ■ le la coyuntura histórica en Bolivia no debe remitirse • la secuencia "elección de junio-golpe de julio (1980)", i no más bien a los episodios masivos que ocurrieron

en noviembre de 1979, en una respuesta de masas al conato de Natusch Busch, que fue semejante en muchos aspectos•» l que después concretó García Pieza como golpe de Estado exitoso y en forma.

Siles Zuazo, el candidato de la coalición democrática, venció sucesivamente en ls elecciones convocadas por

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BOLIVIA: ALGUNOS PROBLEMAS ACERCA DE LA DEMOCRACIA

EL MOVIMIENTO POPULAR Y LA CRISIS REVOLUCIONARIATocqueville escribió alguna vez que "no es en el

ejército donde debe buscarse el remedio a los vicios del ejército, sino en el país".Es en este contexto que queremos colocar estas sumarí simas notas acerca de la i elación entre la democracia, el movimiento popular y el golpe militar de García Pieza en Bolivia. No es I mr cierto el primer empeño de esta naturaleza ni será id ultimo; son razonamientos que se adelantan como puntos de una discusión más larga.

1. Habría que comenzar por señalar cuál es el eje láctico mismo de una discusión como ésta. Aquí podríamos mencionar la crisis como momento de visibilidad de una •h ni edad, etc. En lo aparente, el eje debería estar• Indo por el golpe del 17 de julio, con el cual el ejércitonegú del modo más radical los resultados de una elecciónen la que la izquierda obtuvo el 50 por ciento de los velos. Esta fue la agresión más brutal y literal a la democracia representativa. Con todo, noviembre de 1979 Iim en cambio una crisis social y no una mera adversidad• i« La democracia representativa. Ha habido muchos golpes<»< I stado en Bolivia, pero no tantas crisis en las que

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Bánzer en 1978, por Pereda en 1979 y por Gueiler eni 980. Siles, como hombre de la UDP, pero sobre todo como el político más visible entre todos los que se habían opuesto a la dictadura, obtuvo una inmensa votación campesina, inesperada y a la vez peligrosísima porque estaba localizada en el departamento que tiene la mitadde la economía y la población del país: en La Paz, queahora se mostraba como una zona en rebelión contra el Estado en cuanto tal. Bánzer y Pereda, hombre de pajade Bánzer, no atinaron sino al fraude global y sin excep­ción, pero en una condición estatal en la que no había ya ni siquiera la capacidad de un fraude verosímil. La distancia con relación a la inmediata dictadura (porque la huelga de hambre hahia sido la mejor campaña electoral para la UDP) quizá redujo el voto antibanzerista de los campesinos en 1979, pero eso no bastó para que la alianza de Siles mostrara de nuevo su eficacia y Siles repitiera su victoria, seguido esta vez de cerca (al menos en las cifras oficiales) por Paz Estenssoro.

En la tercera elección, sin duda la más objetiva entre todas las que se han hecho dentro del voto universal, el triunfo de la UDP no reconoció atenuante. En grueso, entre la UDP y el PS de Quiroga Santa Cruz, la izquierda había conseguido la mitad de los votos. No se necesitó que pasaran muchas semanas para que las Fuerzas Armadas ejecutaran el golpe de Estado, con las características que son conocidas.

Estos episodios dan material abundante y no contradicto­rio acerca de las posibilidades y las imposibilidades de la democracia representativa en Bolivia. No obstante ello, los acontecimientos clasistas de noviembre de 1979 fueron más importantes y elocuentes que este mundo electoral, lo que equivale a decir que las masas en acción en noviembre fueron, como epítome histórico, más esenciales que las tres elecciones en su conjunto. Aquí queremos explicar por qué sostenemos tal cosa.

2. Es importante referirse a la formación política de' los bandos que se enfrentan tanto en julio del 80 como en noviembre del 79. Pero no sólo entonces; sin

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cesar desde 1964 al menos, los actores siguen siendo el ejército, como corazón del Estado constituido en 1952 y vértebra troncal del bloque de poder, y la clase obrera, como base de nucleamiento y dirección del movimiento popular. Ferméntales o no, hay aquí dos concepciones del país y su destino; son núcleos que se atribuyen a sí mismos una suerte de soberanía o irresistibilidad, y que proclaman su derecho a reconstruir el país a su imagen y semejanza.

Que Paz Estenssoro o Guevara se presentaran como el rostro civil de ese bloque, o que Bánzer postulara un poder militar civilmente avalado, no significa que la última ratio de los tres en cuanto a poder probable dejara de ser el ejército, id est, el Estado en el momento de su intensidad represiva.

De otro lado, que la UDP, en cuanto alianza más extensa que la clase obrera, fuera la titular de las tres victorias de Siles no implica que la UDP pudiera ser nada fuera del movimiento obrero. La clase obrera podía existir al margen de la UDP, aunque impotente, pero la UDPno podía existir si la clase obrera. Al margen de su alianza con los obreros, Siles mismo no habría sido nada diferente de Paz Estenssoro o Guevara. Pero dejar las cosas dichas de esa manera sería reducirlas hasta su desaparición.

Veamos en primer término en qué condiciones llega el ejército, como sunvna sunmarum del poder, al golpede julio. Un sentimiento de catástrofe anegó la percepción común que se tuvo de aquellos acontecimientos y fue un cura, más católico que universal, el que lo dijo:"Nunca había ocurrido algo así", y con ello se decía c»n términos casi cándidos que jamás el terror tiahíasido aplicado en términos tan generales, draconianos y sistemáticos. Desde la brutal sencillez con tpm se dio fin a la vida de Quiroga Santa Cruz, cuya nscondwiteestrella expresaba mejor que nada la reconquista <le la pequeña burguesía por la izquierda, hasta las matanzas de Caracoles y los demás distritos mineros, para no Itablar de las del campo, sobre cuyo número no m» I leva

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cuenta en Bolivia por hábito nacional. Y todo esto, no obstante, todavía es legítimo decir, empero, que era el fondo de la historia del país el que venía preparando na cosa así.

Sin escribir para nada sobre las tradiciones castrenses en Bolivia (que no son tan diferentes), se puede afirmar que los cuadros militares han estado sometidos a un entrenamiento terrorista mas bien metódico. Los oficiales que ahora aparecen, estuvieron ya en las grandes matanzas obreras en 1965 y 1966, en Epizana y Tolata en 1974, y en el extermino de las guerrillas de Rancahuazu yTeoponte. El propio golpe de noviembre de 1964, que es el que inaugura la era militar de la que no hemossalido todavía, se basa en la aniquilación mediante el bombardeo y el ametrallamiento por la aviación de no menos de dos centenas de milicianos del MNR, en el cerro de Laikacota de La Paz. El aparato paramilitarque actúa en julio es mas o menos el mismo que llevóa cabo las acciones de ese tipo, el Ejército Cristiano Anticomunista en 1971, a la caída de Torres, un grupo que había sido ya organizado por Barrientos con el nombre de FURñOD en 1968. El terror cupular en el que muere Quiroga Santa Cruz, por último, también había tenido su propio antecedente en el asesinato de Torres en Argenti­na. No se puede decir que el ejército estuviera entonces apelando a métodos completamente nuevos. Es, por el contrario, un método de comportamiento institucional coherente con la pérdida de hegemonía que vivió el proyecto nacional burgués a partir de 1964. Para la representación o intemalización militar, los obreros del 66 o los guerrilleros pequeñoburgueses del 67, o los campesinos del valle del 74, estaban todos haciendo lo mismo: estaban desafiando a la Patria, esto es, al Estado del 52. Actuaron siempre en torno a la razón última y ésta sirvió para exorcizarlo todo.

Está pues claro que, al menos desde 1964, la incidencia creciente del aparato represivo va acompañada de manera, por demás translúcida, por la dispersión de su efectualidad

_oe— «nHn mpnns eme el ejército

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boliviano busca, consciente o inconscientemente, una solución militar para un problema que no es militar.

No había pues razón alguna para que el rebasamiento abrumador del marco político-estatal por parte de la sociedad civil, que sin descanso mostraba el brazo de sü autonomía y su autodeterminación, no produjera en su contrario la expresión exacerbada de las "costumbresmilitares" que habían condicionado a la oficialidadpor tan largos años.

Hemos de apartarnos del facilismo de otras explicaciones como las que remiten el golpe, es decir, el comienzo de la época reaccionaria, a la intervención de la Argentina como país o del comercio de la cocaína, como medio eficien­te. También en 1971 se habló a voces de un golpe delBrasil en Bolivia y de que habían sido nazis alemanes viviendo en Bolivia los financiadores del golpe de Banzer, cuyo apellido coincidía demasiado con ello. El tropicalismo de los tristes trópicos puestos en la cabeza de losteóricos latinoamericanos se dio al punto a elaborar un teorema entero acerca del subimperialismo brasileño, ñuy luego, empero, como se dice fuese y no hubo nada.Es indiscutible .Ja participación de agentes argentinosen la represión, pero en la mención a la Argentina como origen del golpe, como al Brasil en 1971, actúa másbien el incosciente de un país que ha perdido demasiados territorios. La Argentina carece de la consistencianacional suficiente para aventuras de semejante envergadura, y lo mismo puede decirse del Brasil.

Lo de la cocaína es, como se dice, harina de otro costal. Se abalanzaron los enemigos oficiales de García Meza sobre el pozo de la moral a propósito de la cocaína y por poco no naufragan en el pozo claro de la pura moral, porque la importancia de la cocaína en el análisis no era moral, sin duda jugó la cocaína papel detonante dentro de lo que significa el prebendalismo o la mediación plebendal en la construcción de la pirámide estatal boliviana y sobre todo en la articulación verti nal del ejército a partir de 1964. Son los yanquis k los que experimentan en el país esta suerte de "técnicas" estatales

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y ■ '3 = ierto que hay detrás de ellos toda una cornprer-s: ó .

e arbitrista de la sociedad,, Así, con» se trate dg • iSr no. haya yn sólo oficial no comprometido _• ‘_ci represivos y aun terroristas, se trata a la vez Je qt_„ ninguno escape a la conexión prebendalista. Una manera, digamos mafiosa, de construir lo que se llama un espirit de corps. La estructura militar en su conjunto participa en privilegios legales e ilegales (la diferencia no es grande en Bolivia) que no son ajenos a la lógica de la acumulación originaria, objetivo culminante del Estado a partir de 1952. Esto mismo obedece a un modode razonar acerca del Estado y es la técnica, por decirlo así, que se utilizó en Nicaragua, en Paraguay y es la que se usa en Chile y Bolivia de hoy. Cierto que dentro de los límites que impone la aberración de un pensamiento que supone que una técnica funcional, o sea una camandula mas o menos inteligente, puede alterar las tendencias estructurales de una sociedad, es sin embargo una táctica que consigue la construcción de una cierta congruenciaelemental, y tardía aun más que ello, del aparato militar.

Cuando no se cree en algo que está en efecto por encima de todos, se debe sujetar a todos por el fondo de sus bolsillos y al temor de una culpa cometida entre todos» La época de la conspiración había terminado en Bolivia, { ^alvo que fuera una conspiración emprendida por los mismos que ya tenían en lo previo el poder ypor eso resultaban tan ingenuos los intentos golpistasdésete el lado de la izquierda. No era ello sólo fruto del perfeccionamiento de los aparatos de inteligencia, sin duda un tanto mejorados: la escala del terror comocompromiso colectivo y las mediaciones prebendalistas habían logrado su objeto, pero dentro de su mismo objeto. Un heredero de Gengis Kan mandaría ahora en el mundo si el terror fuera eficaz de un modo infinito en la historia y, si se pudiera convertir siempre el soborno en poder, Paul. Getty sería el titular de todo el poder del mundo.

Pero así como el Estado es siempre en último término lo que es la sociedad, así también ningún ejército puede

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ser eficiente allá donde el sistema estatal mismo está en un proceso de atrofia, decadencia y dispersión. Enéste, que es el segundo ciclo militar del siglo XX, los militares entran en el 64 a ocupar un aparato queha entrado en su fase regresiva. Es cierto que en larobustez de su momento legítimo un Estado no cedí: nunca el monopolio de su aparato al sector militar. Desdela hora de la hegemonía de las masas en 195?, pasando por el período de autonomía relativa del Estado bajo predominio de la burocracia civil (con el MNR, de 1953 a 1964), hasta la dictadura militar fundada en el parto militar-campesino (Barrientes, pero también Ovando, Torres y parte de Bánzer) y el intento de reslaurat ion de la autonomía del Estado con Ovando y Torres, n sen con predominio del sector militar de la burocracia, llegando a la dictadura militar-burguesa de Bánzer, que señala ya el marchitamiento del pacto militar-campesino, y al intento de restauración fascista con un i e<) i km *i » de puro corte castrense, que es lo actual, parece ¡ni o que el Estado burgués boliviano, cuya constitución prédica e ideológica se remonta al momento democrático burgués de 1952, ha llegado al fondo mismo de su replegamientu, de su vaciamiento y deslegitimación.

Hay, por cierto, una gran diferencia entre el golpe del 4 de noviembre de 1964, cuando actúa todavía el ejército como unidad bajo el mando real de Ovando, cue era el jefe político efectivo de los militares, y el golpe de julio de 1980. Aquí el ejército no sólo llega a un aparato desolado y al borde de la disgregación, sino que tiene que romper varias veces los propios princi­pios de la obediencia jerárquica, es decir el point d fhonneur militar, el secreto de la coerción impersonal, antes de unificar, es un decir, a la oficialidad.

En torno al sector terrorista. Antes de dar el golpe de Estado, García Meza se ve obligado a dar dos golpes de mano, con la correspondiente destitución por acto de fuerza viva de ios comandantes que le precedieron en el mando del ejército. Según los civiles, que conocen mal este mundo mítico, trágico y tánico-desructivo,

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el golpe mismo había derrotado al golpe porque el ejército, a fuerza de conspirar contra todo civil a la vista, había perdido las condiciones mínimas de su cohesión. Según los militares ffa la García Meza”, había que golpear al punto porque cada día después sería más difícil y eso, obedeciendo al viejo instinto militar que dice que un corazón resuelto vale más que una escuadra perpleja«

3. El decurso de la clase obrera es más importante y también más privativo de la historia boliviana en el sentido de que ocurre de esta manera aquí y en ninguna parte más. Se sabe lo que ocurrió en 1952. Es ésta la primera derrota frontal de un ejército organizado, hecho que sólo había ocurrido antes en el México de los 10 y que no se reproduciría sino en Cuba y en Nicaragua.La differentia especifica de la insurrección boliviana está dada por ser una insurrección obrera en lo fundamental. Aquí, en medio de la épica de los harapientos, la clase obrera es dominante pero no es hegemónica porque, entre otras cosas, ni siquiera es dueña de sí misma. La incapaci­dad obrera de insertar los cánones de una hegemonía ideológica proletaria en la movilización democrática general se convirtió allá moismo en el triunfo de la retórica, los pleonasmos y los dolos teóricos de la pequeña burguesía, cuya única tesis verdadera era la reconstrucción burguesa de la sociedad, el espacio y las clases de Bolivia. No obstante este fácil triunfo de los letrados y semiletrados movimientistas sobre la masa despojada de todo, hasta de su palabra misma y de su propia victoria, la base de la autonomía dela burocracia civil (Paz Estenssoro, Siles Zuazo y compañía) frente al ejército reorganizado bajo la presión norteameri­cana hacia 1954, era el apoyo explícito o implícito de la clase obrera. Un incidente no tan confuso por el que agentes de la CIA en el MNR (Arze Murillo enconcreto) intentaron mostrar a Lechín, vicepresidente de Paz Estenssoro a la sazón, complicado en negocios de cocaína (ya entonces), determinó, a partir de lareacción encolerizada de Lechín (que era lo que se buscaba), la ruptura entre el MNR, apelativo del frente democrático,

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y la clase obrera. No era pues el desarrollo de Jbi r I.i m * lo que determinaba su independencia, sino un ifí.uf fraguado por la CIA. Esto representó el fin de la ópui.ide autonomía relativa del Estado. Con un campesinadoen situación de paz graficada, o sea de tranquilidad sociológica, puesto que había cumplido con todas sus aspiraciones tan clásicas y a la vez tan módicas, fácil fue para los militares desplazar a la burocracia civil(el MNR), colocarse ellos mismos en su lugar, pensando que estaban haciendo algo poco menos que maravilloso, e imponer a Barrientes, hechura norteamericana pura, en el poder; cierto que todavía fundando las cosas en el pacto militar-campesino que era una realidad conservadora indisputable.

Tal es el momento de máxima soledad política de la clase obrera. Con las matanzas de 1965 y 1966, Barrlentos instituye la interdicción de la clase obrera, al menos en su forma organizada, que es la única real. La clase obrera actúa a su turno desde entonces como una clase separatista. Barrientos, al tratar de excluirla, habíaacelerado su independencia.

En 1970 la clase obrera es capaz ya de imaginar un acto complejo de determinación. Había explotado con éxito las circunstancias bonapartistas del régimen de Ovando para reorganizarse (Congreso de la COB, etc.). Ante el intento de derrocamiento de Ovando desde la derecha, la huelga general determina el triunfo de Torres, sector más progresista del ovandismo, y define desde fuera el pleito militar. Demuestra entonces ser el amo de las ciudades aunque la huelga no fue sino de obreros acatada por los obreros. Pero sin la actividad obrera la ciudad no existe. Con todo, la clase obrera no se incorpora al esquema democrático de Torres, porque recordó su incorporación incondicional al MNR; genera, en cambio su propio órgano de poder, la Asamblea Popular, intento que resultó prematuro porque carecía del alcance hegemonico suficiente, se fundaba en la soledad avanzada de la clase obrera y, en cualquier caso, no contemplaba el papel de los campesinos en la composición de lo que

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se llama una "mayoría de efecto estatal".Mal grado la exitosa reaparición del ejercito en

su emoción antiobrera con Bánzer el proletariado jamas vuelve a ser desorganizado. Es sobre todo en esta etapa que se manifestó la que llamamos "acumulación en el seno de la clase", es decir la formación subjetiva. Sin esta acumulación, ni los desafíos orgánicos al estatuto antidemocrático (fracaso de los coordinadores, Congreso niñero de Corocoro), ni la trágica huelga desesperadasiguiente al asesinato de Torres, ni la propia huelga de hambre de masas, de arranque obrero y que fue la verdadera causa de la caída de Bánzer, nada de ello habría sido posible.

4. Son los campesinos el secreto de noviembre. A tal punto evocan estas acciones al pathos de la formación del país, de éste que sin duda debe llamarse "la patriade la plebe en acción", que las ciudades, excepto los obreros y la pequeña burguesía que estaba debajo deellos, se aprestan a defenderse en cuanto ciudades.El bloque democrático parecía en posesión a la vez del meollo estratégico por los obreros, y del territorio por los campesinos que los apoyaban.

En el duelo clásico entre el ejército y la clase obrera, el campesino, es decir el complejo • campesino,devino en árbitro. Los obreros aprendieron aquí algoque no les podía enseñar ningún libro, sino el ápicede noviembre. El que tiene al campesinado -hablemos del polo militar o del obrero-, tiene el país entero, aunque es cierto que los campesinos jamás podrán porsí mismos hacerse del país.

Con las matanzas de Epizana y Tolata, no hizo Bánzercosa distinta que revelar o develar algo que estaba inscrito en las letras de su programa estatal, aquel programa que estaba en su alma como hombre de la restaura­ción de la casta clásica y no en sus labios, que nohablaban más que promesas. Era su ideología interiory salía «al claro lo mismo en estas acciones bárbaras,que eran verdaderas matanzas de cruceños a kollas, que en el plan de traer rodhesianos blancos para sustituirnos

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como raza o en la esterilización de las mujeres indias, plan oficial de la Bolivia banzerista.

He aquí cómo la revolución burguesa, que había inaugurado el día de su gloria con un programa democrático exornado por desbordes de indigenismo y antiimperialismo, mostrábase con la desnudez bestial de su debacle ideológica: eranlos más ancestrales miedos, fobias, prejuicios y tabúes de la casta secular dominante, los que se habían apoderado del Estado formado por revolución democrática de la cual ahora no podíamos recoger sino los guiñapos.

Natusch en noviembre, ensayando un inepto recuerdo de sus ancestros, había intentado convocar con proclamas bonapartistas un proyecto cuyo único hueso era la cancela­ción de la autodeterminación de las masas, ahora por fin unida a la suerte de la democracia formal. Bonapartistas eran en efecto las proclamas con las que con tan triste alevosía destituyó a Guevara, pero la práctica del ejército en cada calle y rincón era una práctica tan terrorista como la sería después en el propio golpe de García Meza, que piensa que manejar el poder es lo mismo que montar un caballo del Colegio Militar, y además ejecutada por él mismo. Es acá donde se manifiesta la grandeza del momento. No era sino una solución eléctrica para un país de fanáticos la elección de Guevara, hombre él mismo con más talento que el gobierno que hizo. Era, empero, la solución aceptada por el estado de ánimo de las masas. Ergo, la huelga obrera es, en primer término, el pronunciamiento indubitable de la defensa obrera de la primera decisión democrático-representativa aceptada (el verbo correcto es ése) por las masas. Después volveremos sobre esto para ver cómo era de por si capital el que las masas bolivianas supera lo que se llamó el chauvinismo obrero o el racismo obrero, en ese lado y, en general, su rencor hacia la democracia representativa, identificada, al fin y al cabo, con el voto calificado. Cosa que nadie podría negar, la democracia era tan representativa en su contenido abstracto cuando los obreros y los campesinos estaban fuera de la política, como cuando estaban adentro.

Con todo, lo que podemos llamar, la "huelga" campesina,

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que es en realidad la rebelión territorial campesina,la ocupación del territorio contra un mercado al que todavía se siente como extraño u otro, es decir, laagresión rural, territorial e indígena contra la ciudad desequilibrada, blancoide y reaccionaria, la repetición territorial de la huelga obrera, cualitativa por su carácter, es un hecho de importancia causa sui. La huelga obrera resulta inexplicablemente acatada por la gran masa de los campesinos, sobre todo en la zona occidental, mediante el bloqueo de los caminos, el cerco de los pueblos (las aldeas) y la paralización territorial. Nunca pudo verse de un modo tan taxativo la pobrezadel ámbito de validez del Estado político en Boliviay en cambio la abundancia de la sociedad civil sobre la que reina.

Detengámonos un momento para hacer lo que se llama "cultivar una paradoja". El ejército, que hasta aquí había aparecido como un ciego instrumento de una suerte de Naké estatal, recibe sin embargo una cierta lucidez nefasta desde su punto más perseguido por la evolución de las cosas, Es verdad que en medio de una invertebración no declarada? pero son pocos los oficiales que, como Busch o Willarroel, se elevan por sobre las tareas conserva­doras del ejército y evocan sus tareas nacionales. En todo caso, el ejército reacciona contra noviembre enjulio, ejercitando un apotegma del análisis social: la clase que adquiere es siempre menos tensamente consciente de lo que adquiere que la clase amenazada. La claseque pierde sabe de un modo más urgente lo que pierde. Hagamos aquí un reconocimiento: al retraerse a su sector más terrorista, el ejército adoptó la posición que más convenía a la defensa del Estado al que pertenece, que es el constituido por la revolución del 52. Es cierto que, en el estilo tan sectario y dogmático que tiene toda forma que corresponde a un momento de disolución, los propios militares detestan a la misma formación que los originó.

La diferenciación interna del campesinado se había movido de un modo paralelo a la degeneración ideológica

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del Estado. La creciente presencia política de los campesinos provocó (impuso) el abandono de los mitos anti-campesinos de la clase obrera, que durante tanto tiempo habían prevalecido. Esto significa que la muralla china que parecía separar a unos de los otros se había derrumbado.

La democracia representativa, por otra parte, se había incorporado a la línea de la autodeterminación general. No siempre había pasado tal cosa. En la visión de las masas, por ejemplo, el MNR, que había puestoa Paz Estenssoro en el gobierno, aunque desconociendo a las mismas elecciones que lo habían elegido, sin dudarepresentaba un momento democrático, acaso el más democráti­co de la historia entera del país. Ni Villarroel ni Torres hicieron elecciones, pero encarnaron momentos democráticos, lo que no ocurrió con Barrientos o Bánzer, que sí las hicieron. En ultimo término, en los ojospopulares, la medida de la democracia en Bolivia estabadada por la libertad de las masas, con la ley o sinella, y más propiamente, por la autodeterminación obrera.

Lo que aquí nos interesa es la visión popular acerca de la democracia representativa, y no la de los intelectua­les, que eran gente eventual; pero no hay duda de que el fácil desdén por la democracia representativa erauna simplificación. Por eso, la capacidad que después se mostró para participar en amplias alianzas democráticas, como la UDP, y el reconocimiento de que la democraciarepresentativa no era contradictoria (y si en cambioun espacio ideal para ello) con la autodeterminación, es quizá la verdadera adquisición de esta fase respecto a la memoria obrera.

5. Cabe aquí una digresión acerca de los conceptos o usos de la democracia.

En un primer sentido, no hay duda de que la democracia, o la democratización, actúa como el fondo histórico del capitalismo. Lo que se llama el advenimiento del individuo, o sea la construcción del hombre libre en la hora de la acumulación originaria y la producción mercantil simple, es aquí un requisito constitutivo.

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La plusvalía no es un excedente general; lo específico de la plusvalía es que está generada por hombres libres y jurídicamente iguales. El grado de la libertad o la ciudadanía no es por eso sólo una referencia superestructu- ral, sino que está hablando de la medida de la instalación del modo de producción capitalista como tal. El capitalismo es, por tanto, un proceso de generación de hombres libres o, si se quiere, la existencia de grandes masas de hombres libres es un pródromo del capitalismo.

Tenemos, de otro lado, la democracia considerada como democracia representativa, es decir, como medida de la transferencia de la voluntad general en el remate estatal. En su propio itinerario histórico, esto, en su forma actual, está ligado al ascenso de la burguesía; no sólo porque ella, la burguesía, necesitara de la democracia para imponerse sobre la aristocracia, sino porque -la democracia representativa expresaba al llamado del mercado y entre ambos, mercado y democracia representa­tiva, componen el proceso de nacionalización. En su desarrollo, sin embargo, la democracia representativa tenía que expresarse como democracia burguesa en el sentido de que se convertiría en un mecanismo de conocimien­to del flujo social, o sea de control político. Es algo que avanza con dos rostros. Era un interés de la burguesía allanar como derechos políticos la circulación de la fuerza de trabajo; este es el "cielo" democrático de la circulación. Al hacerlo, empero, era inevitable que lo que Lenin llamaba la "lógica de la fábrica" se expresara también fuera de la fábrica, en la política. Que los intereses de los dominados, llamemos así a los que no viven en el ámbito del Estado político, se expresen dentro del propio poder dominante y lo califiquen, está lejos de perjudicar la sustancia de la dominación; se diría, por el contrario, que mientras más diferida sea, la dominación es más perfecta.

Queda además la cuestión de la democracia representativa como metro social. La acumulación es la forma del movimiento de este modo de producción, y aquí no hablamos de otra reproducción que no sea la reproducción en escala ampliada.

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Pero las superestructuras, en cambio, m » ,se refieren al momento de su constitución. I n i I p h k h i h i .

representativa deviene así un momento de Imliu» .1.los movimientos de la sociedad. El requisito do lit Iim int.t es la presencia del capitalista colectivo, que r-pir-• la única forma en verdad avanzada de desdoblamiento de la plusvalía. Sin lectura no hay mediación, y i nestructuras de mediación la democracia se conviei te en un escenario del derrocamiento de la burguesía. Está claro entonces que, como democracia representativa mismav ningún sistema moderno de Estado podría prescindir de ella, en una forma o en otra de la representación.

Tenemos, por ultimo, la democracia como autodeterminación de las masas. Lo mismo la democratización estructural que acompaña al modo de producción capitalista, como la democracia representativa como propalación de la nacionalización, ambas tenían que convocar a poderosastendencias de autodeterminación; pero es cierto que las masas pueden autodeterminarse al margen de la democracia representativa. Es pues un sentido independiente del modo de producción capitalista*

De lo anterior debemos deducir ciertas aponas o dificultades de la aplicación de tales categorías a la historia reciente de Bolivia. Por ejemplo, es cierto que la democracia representativa puede ocurrir como democracia del Estado político sin que contenga a la vez un espíritu democrático en la sociedad civil, o que la debilidad y la inercia de la sociedad civil le impidan explorar las condiciones de una democracia formal­mente efectiva en el Estado político. Qué duda cabe, por ejemplo, que la sociedad argentina es más democrática en su estructura, y en lo que podamos llamar su "cotidiani­dad", que la sociedad chilena; sin embargo, Chile ha sido tradicionalmente un Estado político más "democrático" que el argentino. Finalmente, es obvio que no todos ios actos de autodeterminación están vinculados al capita- iismo; por el contrario, a veces son actos de autodetermina- Lón contra el capitalismo.

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¿De qué depende entonces la posibilidad de instaurar un sistema de democracia representativ/a? Hay algunos hechos: por ejemplo que las principales democraciasrepresentativ/as se localizan en los países centrales, lo que permite pensar que la democracia representativa está vinculada a la captación del- excedente mundial, tampoco deja de ser llamativo que los momentos más democrá­ticos se dieron tanto en Chile como en Argentina y Venezuela junto con la disposición de mayor excedente. Se puede pues sospechar que hay al menos una relación entre democra­cia y excedente.

Esto es atractivo, pero también presenta sus dificulta­des. México, por ejemplo, parecería ser una excepcióna tal aseveración. Es cierto que la autonomía relativa del Estado existe aquí más que la democracia representativa y que el Estado burgués está siempre por delante de la burguesía. Las formalidables mediaciones estatales explican aquí muchas cosas, pero no vinieron del aire, y lo que nos importa es cómo un país, donde en 1910 se hablaban todavía una decena de lenguas y sublenguas alrededor de Ciudad de México, se convierte en un Estado nacional tan acabado. Nos parece que aquí emerge lacuestión del momento constitutivo. En la crisis del10 al 14, México no sólo no disponía de un excedente comparable al que tuvieron en sus manos Chile o Argentina, sino que su propio aparato productivo previo había sido destruido. Una crisis nacional general que produjo, entre otras cosas, la pérdida del 10Í de su población, ocurrió en la base de la nueva creación del Estado mexicano.

Un hecho de tal envergadura no podía suceder sin una destrucción coetánea de la ideología dominante y esto es lo que llamamos "un momento constitutivo".

Definiríamos entonces, con la provisionalidad necesaria, al momento constitutivo como una fase en que, sea por la disponibilidad ideológica generada por los acontecimien­tos o por una superioridad súbita que obtiene el Estado político sobre la sociedad civil, por cualquier causa, existe un desplazamiento ideológico de grandes proporciones, es decir que hay un vuelco sustitutivo y, por un momento,

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la masa tiene el alma vacante.México tuvo un momento c o n s titu tiv o que iet»mpla/ah.i

de sobra la función que cumplió el excedente en Argei iUn,i o Venezuela, que¿ en cambio, carecieron ríe momentos constitutivos de tal profundidad.

7. ¿Cómo podemos trasladar estos c r it e r io s o ios hechos bolivianos? Podemos manejar algunas h ip ó te s is :

1) El momento constitutivo al que se refiere o remite al Estado boliviano actual es la revolución de 1952. Fue una revolución basada en el pacto democrático entre la pequeña burguesía antioligárquica y la clase obrera. La pequeña burguesía contenía en germen la bandera de la ampliación burguesa y devino al final el vector de la reproducción actualizada de la ideología o lig á rq u ic o — señorial, aunque en aquel momento se veía forzada a esbozar proposiciones democráticas que gratificaran al bloque democrático. La clase obrera, en tanto, carecía de autonomía respecto de la ideología emitida por la pequeña burguesía. El campesinado resultó el campo operativo de base para la proyección burguesa de la hegeirionía pequeño burguesa en el momento constitutivo.

2) La revolución de abril fue un acontecimiento profundo, pero de poca extensión. El Estado burgués construido en el 52 no sólo no amplió las mediador h * que se instalaron entonces, sino que, al carecer del excedente más elemental, en muchos casos no pudo siquiera mantenerlas.

3) Donde los hombres viven en estructuras diferente*, y no unimismadas, es decir allá donde no son Iguales, la expresión esencialmente igualitaria de la demoiiarii representativa, sólo de un modo ocasional, expresa la distribución efectiva del poder. Así, una cosa •*, la democracia representativa en Estados Unidos, donde le*, hombres son portadores de un elemento homogéneo, y otra la democracia representativa en Bolivia, donde la formación sólo se unifica patéticamente. Es en los países de formación abigarrada donde la teoría de la crisis nacional general y el concepto de mayoría estatal efectiva cobran una validez mas evidente.

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(EN ESTE MOMENTO, ZAVALETA CEDE LA PALABRA A ANTONIO ARANIBAR Q., DIRIGEN­TE DEL MIR DE BOLIVIA).

Agradezco a René una generosidad de este tipo que, me temo, va a ir en desmedro de la riqueza del análisis que aquí podría hacerse sobre el tema boliviano, por la conocida brillantez que René imprime al análisis. Permítanme entonces, en descargo de mis propias imposibili­dades, decir algunas pocas cosas antes de entrar al tema de la situación boliviana. Es la primera vez que asisto a un evento de esta naturaleza, puesto que no soy un dentista político ni un sociólogo ni un economista y entonces, a partir de esta simple constatación, podrán ustedes comprender mejor la mezcla de fascinación y perplejidad, un poco de atracción e incomodidad, con que he seguido este seminario.

Es realmente fascinante, desde muchos puntos de vista, el escuchar los planteos, las relfexiones y las preguntas abiertas. Porque, en definitiva, creo que toda ciencia bien hecha comienza con una pregunta bien planteada, y ahí uno siente la tentación de tener envidia de este tipo de eventos que pueden plantear preguntas y dejarlas abiertas. Porque esa es la tarea del dentista, en tanto que la tarea del político -sobre todo cuando se llega a un cierto nivel del desarrollo de la lucha de clases o de la lucha nacional, o de su combinación, que es lo que se da en nuestros países- es una tarea en la que uno tiene poco tiempo parau hacerse preguntas*, pero en la que uno no tiene derecho a carecer de respuestas a aquellas que la realidad le ha planteado.

Este es el tema que de alguna manera quisiéramos desarrollar, como intento de sintetizar algunos de los problemas que hemos vivido, intento que será híbrido porque, por supuesto, no va a llegar a un nivel académico o de dentista, y quizás tampoco tenga la precisión y el rigor de lo que debiera ser el análisis político

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en relación a m a situación tan cotí deja como t*\ ha vivido mi país. Indutíablemeo te, el texto de ■plantea una serie de teínas, una serie de problemas, da respuesta a muchos de ellos y se inserta en alónque, probablemente para ustedes corno' para mí, -es muy conocido: una reflexión política que René ha estado

nando en una serie de libros, de artículos y de ;rvenciones a través de un quehacer científico* En

lg lo que yo quiero decir va un poco en otra linea*una línea que no necesariamente coincide con e l p la n te a -

■dentó de René. y que, prcbohl&osriis» en muchos aspectos 'lo discute, lo pona en cuestión, y es parte del debatesobre la .construcción de ese instrursento p o lít ic o capaz

de desbloquear y de poner en marcha e l proceso revoluciona­rio boliviano.

Quisiera comenzar diciendo que, a mi juicio, el proceso demacra tiz ador en Bolivia habría que verlo ccp o fruto de la convergencia, y de la cuasi funsión, de dos fa cto re s, que Lenin utilizaba en función del problema de la fusión de la teoría científica y de la clase obrera como tal.En Bolivia, el proceso de democratización esta ligado a haber podido casi fusionar en un proceso complejo la fuerte tradición de lucha espontánea del movimiento popular boliviano -de su clase obrera, de sus componentes campesinos, de sus ’ componentes de clase media- y una estrategia de poder que surge en el país en la coyuntura del 78 y que es el elemento nuevo que, a mi juicio, explica muchos de los aspectos de lo que ha sido el desarrolla de ese proceso democrático, incluso sus im posibi­lidades y su derrota transitoria a p a r t ir d: golpede julio del 80.

Dejamos int escario- ■ el tema del marco . internacionalque contiene e l proceso democrático b o liv ia n o , no porque lo desdeñemos, ni porque nos parezca intrascendente, sino porque éste, a sí como ayer se señalaba respecto del proceso democrático peruano, tiene una fue rte dosis de inducción.

Nosotros hemos caracterizado la apertura cano k un proceso no de democratización sino de in^titucloralizacicn*

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que la dictadura de Bánzer pretendía convertir en un proceso de legitimación propia. Hemos caracterizado esa apertura como algo que estuvo, en lo fundamental, condicionado por la política de Cárter. Este fue un elemento central, pero a lo largo del proceso las cosas se dieron de otro modo, y fue ya la fuerza de esa tradición de lucha y la emergencia de una estrategia de poder con sus instrumentos concretos, lo que dio a ese?proceso una característica avanzada muy singular y muy importante.

Ustedes conocen perfectamente el primer factor, o sea, esa tradición de lucha del pueblo b o liv ia n o , del movimiento popular. Es un factor conocido, pero a veces, precisamente por el hecho de ser muy conocido, puede ser desfigurado o unilateraiizado. Yo creo que desde ese punto de vista es importante referirse a la huelga de hambre de 1977 y principios del 78 como un momento muy importante, como un hito fundamental en la emergencia del proceso democrático boliviano. Pero creo que es insuficiente, pese a lo importante y decisivo que representa esa huelga de hambre como momento en que el movimiento popular boliviano arranca a la dictadura de Bánzer liberta­des democráticas fundamentales, porque no se puede explicar solamente a partir de ese hecho lo que sucede después. Es decir, el mismo derrocamiento de Bánzer, el derrocamiento de Pereda y la sucesión de un proceso muy fluido; proceso en el que el movimiento popular pasa de haber contribuido, de manera muy importante al derrocamiento de ia dictadura de una posición de oposición, de una posición de rechazo

nacional-, a una situación en la que tiene que plantearse el problema del poder, y tiene que planteárselo acelerada rrente en una tarea de construcción de hegemonía.

Dentro de este tipo de temática, nosotros hemos estado tratando de plantearnos el problema de la lucha en Bolivia. Yo diría que sólo se completa la explicación de lo que pasó el 78, como momento de inicio del proceso democrático en Bolivia, cuando hacemos referencia no sólo al factor de la tradición de lucha espontánea que se expresa en la huelga de hambre aludida, sino a este segundo factor y a su fru to concreto que es la creación de un frente

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políticos la Unidad Democrática y Popular, su construcción, sus perspectivas. Por eso interesa referirse aquí, a riesgo de caer en algo que pueda parecer apología o propaganda política, a algo que me parece sustantivo, que fue esa estrategia de poder, cristalizada en un intento de instrumento político.

No se puede explicar el nacimiento, la creación y el desarrollo de la Unidad Democrática y Popular, si no vemos el problema central del cual, probablemente, se derivan todos los demás. La UDP en su conformación, origen y perspectiva es una respuesta, germinada con iniciativa y creatividad, al haber creado en el terreno de la teoría y de la práctica una nueva problemática, diferente de la visión con que se venía tratando el problema de la Revolución en Bolivia; respuesta que es fruto de los cauces ideológicos que existieron y perviven en mi país y que marcan el sello de la realidad boliviana.

Esta afirmación nos remite a un problema histórico que se vive en muchas partes de América Latina pero con una particular intensidad en Bolivia: el drama deldesdoblamiento entre el problema nacional -que es hecho suyo por una versión que no corresponde a la perspectiva histórica del proletariado- y la política de la izquierda tradicional que -autotitulándose proletaria, autodefiniéndo- se como proveniente del socialismo científico- permanece al margen de la realidad de las masase Es decir, en Bolivia está el cauce del "Socialismo Científico" y el cauce del nacionalismo revolucionario encarnado en el MNR. Y en esa pelea ganó el PWR, ganó con ella a las masas rescatando para sí lo nacional, lo democrático, lo popular, y dejó a esa izquierda en la marginalidad política, en la impotencia definitiva. Este, yo creo, es el problema central de la historia del movimiento popular boliviano, y había que superarlo. En tanto no se cambiará esa dicotomía, no se encontrará algún tipo de solución a ese problema, estaríamos viviendo una situación de mucho mayor atraso.

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Decir todo esto a estas alturas, cuando e ha producido un golpe, cuando vivimos un régimen de las características del presente, parece un puro triunfalismo subjetivo, pero es que hay una diferencia substancial entre este golpe y el del 71, y la situación que cada uno de ellos crea. El 71 fuimos derrotados piítica, social y militarmen­te; mientras que ahora hemos sido derrotados militarmente, pero no en el terreno político ni en el terreno social. Todavía esa victoria nos pertenece. Que puede escapársenos de la mano, obviamente que si, pero ahí esa el accionar político que tenemos que desarrollar, porque son muchos los elementos que hemos ganado durante, este tiempo en la construcción de una unidad y, en ese sentido el problema es ya el de la acumulación social y política. Desde este momento hay qüfe darle su ingrediente fundamental, que es el de llenar el Uesfase que se tuvo entre esa capacidad de acunulación social y política, y la incapacidad de acumulación en el terreno militar. En otras palabras, pretenciosas quizás y que intentan resumir lo que fue esa experiencia, yo creo que a la fuerza de lo acumulado social y políticamente le faltó constituir la fuerza de las armas. Y no es en el vano intento de decir frases sin contenido, sino que ahí está el problema central que tenemos por delante. Y no dentro de una problemática militarista, no dentro de una problemática foquista, no dentro de una problemática terrorista, sino en eso que René dice en más de uno de sus libros refiriéndose ai problema de Bolivia, y es que en Bolivia es tal el ambiente, el clima insurreccional fruto de toda su historia, de toda su tradición, de todas sus confrontaciones, que la capacidad subjetiva de las masas procede de lejos a la capacidad objetiva de sus instrunentas políticos de poder dotar de aquello que se requiere, de aquello que se necesita.

En definitiva, la UDP es una manera peculiar de comenzar a resolver el problema del desencuentro histórico entre esos dos cauces ideológicos que al enfrentarse, sencilla­mente llevaron el proceso revolucionario en Bolivia en un callejón sin salida. Desde ese punto de vista

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es que nosotros tormos l*i jnwl«unión <w* < »r m iw*! . «con la UDP, con los Lnatrimonto* <p»* I *» « «mf I ijih *•*» se sintetizan en origen, fllloi i/jn y mb**n I #«/m h m« en el socialismo científico, y on m m i h »I í I 1« » ^h. «i.,»» origen, filiación y raíces históricas mi ni n m u n » revolucionario,, como. producto del 52 y do L» ngmilu política, social y económica posterior a ese UxJio nonti id lograremos salir de ese callejón»

Toda esta visión se, funda cono respuesta y se afirma teóricamente en los conceptos de clase y de nación, dando al concepto de nación un contenido revolucionario de clase y al concepto de clase revolucionaria un contenido nacional, y constituyendo con ambos una sola matriz conceptual a través de su mutua identificación y articula­ción. Esta es una síntesis de lo que la UOP pretende ser, juicio que corresponde a l a . visión particular que tiene mi partido dentro de la UOP, y que sin embargo me parece importante introducir no como afirmación apologé­tica sino como un elemento para el debate o para los cuestionamientos que puedan surgir. De esta visión, de esta implicación nación-clase y los contenidos de ambos términos, es que surge una serie de preguntas, una serie de respuestas que intentamos dar durante este tiempo. Por ejemplo, el del sujeto histórico revolucionario.

Para nosotros esta claro que la perspectiva, el desembo­que de un proceso nacional, no puede ser sino el socialismo. Pero estábamos saturados de la Bolivia política del 69 al 71, de todo eso que después pudimos llamar el estrategia» impotente en que se movió la izquierda en Bolivia. Es decir, el estéril señalamiento de que la perspectiva estratégica de la clase obrera y el movimien­to popular en Bolivia era el socialismo y de que la única posibilidad de hacer eso era con la hegemonía proletaria a lo largo del curso del proceso. Y había infinidad de grupos, habíamos infinidad de grupos, que nos autotitillábamos expresión de ese proletariado, vaguardia de ese proletariado, portadores de la ideología revoluciona­ria y, en definitiva, llevamos a la clase obrera a su aislamiento y a su derrota. Y desde ese punto de vista

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no construimos nada»El sujeto histórico es, para nosotros, un bloque

social revolucionario, una especial manera de articulación de los elementos conponentes del movimiento popular boliviano: clase obrera, campesinos, clase media. Anuestro juicio éste es el sujeto histórico interesado en la transformación revolucionaria de nuestra patria* de nuestro país, capaz de portar lo nacional y lo democráti­co y capaz de llevarlo a la perspectiva socialista. ¿Quién articula eso? ¿Quién hegemdhiza eso? No puede ser sino el proletariado» Pero ahí está, una vez más, la construcción de hegemonía: éste es el problema central. En definitiva, intentamos dar respuesta a eso. ¿Corno es que en Bolivia puede darse un proceso que, recuperando los elementos centrales de movilización de masas, rompiendo el aislamiento, la impotencia y la marginalidad de la izquierda de origen marxista, pueda efectivamente conducir a articular algo, a poner en movimiento algo? Porque se podía ser perpetuamente vanguardia del proletariado sin hacerlo avanzar un paso. Este era el problema que había que resolver* *

La respuesta entonces, incluso desde el punto de vista de la formulación teórica y semántica, no es qué nosotros no hablamos de que es la clase obrera la que debe hegemonizar y arrastrar tras de sí a las demás clases, sino que ése es un proceso, es un movimiento, es una lucha, para la lucha por la victoria. Pero eso no podía hacerse sino después de haber recorrido mucho camino, porque es obvio que esta respuesta no la encontramos nosotros de la mente iluminada de ninguno de los d irig e n te s de la UDP, sino que piara eso tuvimos que pasar siete años de banzerismo. En definitiva, ahí estaba la experiencia de esos siete años, que nos hizo replantear las cosas para hacerlas avanzar»

Otro de los temas que surgía allí, era el problema que René ha mencionado y sobre el cual también ha desarro­llado muchos trabajos: la relación entre lo políticoy lo sindical. No se puede entender esa fuerte tradición

1 — •'«*■»* onfn nooular boliviano sin la referencia

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de la actividad sindical y a lo que es la COB: una fuer/a poderosísima. Y nadie que pretenda hacer la revolución en Bolivia puede desconocer este aspecto fundamental. Pero tampoco nadie puede desconocer, y en palabras de Rene, el sobredesarrollo en lo sindical y el subdesarrollo de lo político. En Bolivia era una de las características que había que modificar: ¿cómo llevar a la prácticala realidad de un planteo, el de una correcta articulación de lo político? Yo creo que precisamente el intentonuestro fue ése, sin pretender de ninguna manera quitarleun sitio al desarrollo poderoso de la fuerza sindical.De lo que se trataba, a nuestro juicio, era de articularlo con la existencia de un instrumento político que le diera capacidad de remate, de remate victorioso. Este es un problema fundamental y yo creo que en eso se ha avanzado. Se ha avanzado, porque la construcción de " este instrumento político que representaba la UDP noha significado el desmedro de la potencialidad de la COB sino, más bien, su ampliación. Recordemos que un hecho central en el 78-79 fue la ampliación de la basesocial de la COB con la incorporación del campesinado, hecho sustantivo en el que los partidos de la UDP sonlos que más tuvieron que ver. Es decir, la relación, la articulación entre lo político y lo sindical era otro gran tema al que había que dar respuesta, y creo que de alguna manera hemos iniciado esa respuesta. Yo diría que esta articulación tiene una cristalización orgánica en la reacción del Comité Nacional de Defensa de la Democracia -integrado por la Central Obrera Boliviana y los partidos políticos democráticos-, instrumento que dirigió la movilización del 79 y del 80 frente al golpe.

Otro tema que se planteaba, indudablemente central, vinculado con todo esto, es el de la construcción del instrumento político, que ya he tocado repetidamente.Yo diría que toda está nueva problemática teórica y práctica se puso a prueba a fines del 77 cuando la dictadura banzerista lanza el proceso de institucionalización-consti- tucionalización. Esta prueba tiene realmente infinidad

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de ricos momentos coyunturales, y de fecundas y claves decisiones polititas. Su revisión es una tarea por hacerse para sacar todas las consecuencias con respecto de este tema. Pero en todo caso a lo que intentamos responder, además de esas temáticas, fue a la necesidad de lograr: la unidad más profunda de los sectores populares del país, que los sectores populares retomen la iniciativa política que les había sido arrancada por la derechaen los últimos 20 años, y que esta unidad de los sectores populares construya su propio instrumento. Todo esto al interior de la lucha por el derrocamiento de la dictadura de Bánzer y del rechazo nacional al que nosotros convocamos, en lo fundamental, todo eso se logra.

Sin embargo, en la construcción de esa respuesta popular surge un problema de ritmo, y al hablar delproblema de ritmo estoy usando un término descriptivo antes que explicativo, porque es una manera también de mostrar las posibilidades y las imposibilidades del análisis del proceso. Los dirigentes políticos, porlo menos los de la UDP, sabíamos con toda lucidez quetodo el accionar que habíamos iniciado a fines del 77 y principios del 78, conducía a una crisis; esto que René decía con tanta contundencia y brillantez, queBolivia vive un estado permanente de crisis, que losmomentos de acumulación son relativamente cortos y conducen a explosiones que llevan la crisis al momento pre-insurrec- cional, al momento de la insurrección o al momento del retroceso brutal. En definitiva, estamos convencidos de que eso forma parte -yo diría es una ley- del desarrollo de la sociedad boliviana, de su lucha de clases, de su lucha nacional. Es decir, conducía todo este accionar a la crisis revolucionaria, a la crisis social o a la crisis nacional en general. Desde ese punto de vista,tuvimos la experiencia de noviembre del 79 cuando ya vivimos un primer momento de explosión, un primer momento de enfrentamiento tenso y violento de estas alternativasy, naturalmente, vino julio del 80.

El pueblo boliviano está luchando porque esta derrota sea transitoria y por resolver el problema del desfase

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entre la acumulación social y política, y l.t í i m n i m i I ik l/«»

en el terreno militar entendido en su dohln m »i|M lón# presencia organizada del mov/imiento popular en mi |h 11 f I 11 «i dentro de las Fuerzas Armadas del sistema, y capan hl.nl autónoma de generar sus propias respuestas en ese terreno, pero ligado al mov/imiento de masas en su única perspectiv/a. Repito que este tema central debe ser analizado y resuelto por la izquierda en Boliv/ia si quiere sacar todas las consecuencias de esta derrota.

En definitiv/a, yo creo que el momento siempre álgido y dramático deja lugar a la esperanza y a un optimismo prudente, cauteloso, mesurado, que no puede estar teñido de triunfalismo, porque durante este tiempo se ha logrado consolidar y ampliar la unidad sindical, logrando la presencia campesina que le faltaba; se ha llegado a sentar las bases de una unidad política y organizativ/a del mov/imiento popular; se ha logrado sentar las bases de un instrumento político como el de la UDP, y se ha estructurado niv/eles políticos y orgánicos como el CGNADE, que resultan significativ/os.

Pero, en lo que respecta a este seminario, hay un hecho central: el mov/imiento popular boliv/iano ha comenzado a resolv/er el problema de ese desencuentro histórico entre estas dos corrientes. Yo creo que la prueba de eso es que el mov/imiento popular boliv/iano cae, pero cae con las banderas nacionales y democráticas de su lado. Le hemos arrancado en la lucha ideológica y política concreta esta bandera al enemigo de clase, a esa nuev/a rosca que es antinacional, que es antidemocrática. Esto está en la conciencia de las masas.

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PROBLEMAS DE LA CULTURA,LA CLASE OBRERA Y LOS INTELECTUALES

La relación entre la creación intelectual y la clase obrera se vincula de un modo fundamental al conocimiento de la sociedad. Por eso nos preocupa en la presente exposición la cuestión de nuestro margen de conocimiento respecto a una sociedad atrasada. Esto también puede decirse de otra manera. Queremos saber si todas las sociedades son cognoscibles, si ese conocimiento puede hacerse lo que se podría llamar un conocimiento de masa o conciencia, si hay neutralidad en la toma del conocimiento o si la colocación clasista tiene algo que ver con el acto de conocer, con la producción de la ciencia y también, es lo esencial, si dicho conoci­miento puede ser utilizado por todos ios sujetos sociales o sólo por los dotados para ello por su colocación social. La relación entre el grado de desarrollo de las fuerzas productivas (considerando a las relaciones de producción como el movimiento de las fuerzas productivas y a la superestructura política como el resultado final del movimiento del modo de producción) y ia capacidad de autoconocimiento de una sociedad tiene importancia no sólo para la teoría qua teoría pero sobre todo para la practica o, mejor dicho, para la conciencia de ia práctica. *

En este tipo de formaciones económico-sociales, ia propia supervivencia de modos de producción diferentes (articulados entre sí bajo la superioridad -dom inación- de uno de ellos), o de hedió, no articulados sino en su punto más formal (como Id que se llama Estado aparente), pioduce determinaciones muy diferenciadas que vienen desde la base económica para la creación de superestructuras diferenciadas (la orden o impulsión no resulta homogénea) y, en todo caso, da lugar a tareas que o bien corresponden

bases distintas de la periodización europea o bien son tareas que, por ejemplo, comienzan siendo burguesas y se transforman en socialistas o son tareas rezagadas

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cumplidas desdar una superestructura que ya las ha rebasado. Esto repercute de ¡modo importante en el conocimiento porque todavía tenemos sociedades no calculables y, por tanto, allá donde no se puede practicar lo que í*iarx llamó la "iluminación", o sea el conocimiento de lo anterior desde lo posterior, la evaluación misma del canon histórico dé la sociedad deviene más bien rte que ciencia. Es demasiado evidente que, en estos casos, aprendemos más sobre una sociedad en una insurrección que en un censo.

Para plantearnos vdespués la cuestión del trabajo intelectual, veamos la situación del trabajó intelectual, problema ligado a su circunstancia. Las tareas burguesas, la construcción del capitalismo, de la nación, etc., son distintas de las tareas socialistas no sólo por .mi objeto sino que se diferencian cofno tareas mismas, m decir, en su índole. En lo básico, las tareas democráti­cas de la revolución burguesa pueden ser realizadas desde su punto de partida consciente pero también, en uchos casos, son resultado de una acumulación espontánea o sea de un conocimiento automático de la masa. La concien­cia es aquí un requisito escaso; hay una suerte de micro- ciencia, en una sociedad no - nacionalizada, respectode cada situación. Eso mismo da lugar a un gran despliegue d e la genialidad de la masa. Lo clásico de esta situación: frente a la grandeza de los hechos, él rol del conocimiento Intelectual resulta muy lateral. En la revolución socialista, en * cambio, todas son tareas conscientes. El conocimiento aerificado, científico de la sociedad permite la sustitución de todas las cosas. Para formularlo en una tesis a laque volveremos, la explotación del horizonte otorgadopor la clase obrera permite al intelectual orgánicoexplotar ese horizonte y aplicarlo al conocimiento deuna sociedad por primera vez calculable. La relaciónentonces entre el proletariado industrial, el intelectual orgánico y la ciencia social es un hecho sin precedentes en la historia del mundo.

Con todo, si hablamos de países que solicitan a lavez :areas burguesas de rezago y las tareas ya socialistas,

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es legítimo preguntarse cuál es el elemento ifir dnhn predominar. Es como una contradicción entre la lógica de la igualdad y la lógica de la fábrica y lo que hay en cada acción popular de elemento espontáneamente igualita rio parecería coincidir en poco con lo orgánicamente socialista en la clase obrera. Se podría decir que aquí una forma del pueblo desorganiza a la otra porque pertenecen a momentos históricos distintos en el seno del pueblo.

En principio sería legítimo afirmar que, puesto que las tareas del socialismo son conscientes (en el sentido de que son la fusión entre la clase obrera y la ciencia social) no podrían proponerse tal tipo de empresas sino aquellas sociedades con capacidad plena de autoconocimiento o sea sociedades plenamente capitalistas no sólo con referencia a su modo de producción, sino también a su superestructura clásica, la democracia burguesa. Es en la democracia burguesa donde la clase mejor colocada desde el punto de vista productivo debe hacer valer su iluminación, su capacidad para reconstruir a la sociedad entera a su imagen y semejanza.

Si aquello fuera así, la historia se convertiría en una sucesión de momentos cerrados. Qué duda cabe de que el momento democrático genera distorsiones en el momento socialista; pero ¿implanta ya tanto en ello su signo como para decir que el hecho como un todo no puede proponerse como revolución socialista? Es la práctica histórica misma la que ha mostrado que las cosas no son así. El resabio puede "enfermar” al socialismo. Eso es verdad. Pero la clase para sí o sea el movimiento socialista es la dominación de lo anterior por lo posterior, la transformación del pasado o atraso en lo actual. Ello vale como decir que se da una cierta irradiación del índice de cognoscibilidad desde el modo de producción

dominante hacia los modos de producción articulados a él. Lo que nos interesa es cómo se produce esta distribu­ción de conocimiento o sea cuándo la relación entre la clase obrera y el trabajo intelectual es una relación con consecuencias. No en todos los casos, por supuesto.

Uno conoce, como es natural, desde lo que es (aunque

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es cierto que en c ie rto s casos, como en la clase obrera, e l ser no se reintegra sino cuando adquiere su autonocimien- to o sea que la clase no es todav/ía en su verdadero ser). Si eso se acepta, hay que de cir en seguida que se necesita ser para conocer. La sociedad no se hace susceptible de ser realmente conocida sino cuando se ha totalizado, es decir, cuando ya nada sucede en ella con autonomía, cuando todo ocurre con relación a todo lo demás, cuando, en suma, todos, producen para todos y nadie para sí mismo. Con esto se alude a un complejo proceso que va desde la propia ampliación de la unidad productiva, que aquí es la fábrica, hasta la construcción de una cultura de ciudades, el continuum constituido por mercado interno-Estado nacional-democracia burguesa, etcétera.

En este sentido, el marxismo no es sino la utilización científica del horizonte de visibilidad dado por el modo de producción capitalista. Vamos a ver después si la propia clase capitalista puede explotar como ciencia este horizonte de visibilidad a l que, sin embargo, inevita­blemente da lugar. Horizonte de visibilidad del capitalismo, en efecto. Pero ¿por qué se dice que la conciencia de la burguesía es una conciencia oscura? No es porqueamamos a la clase obrera que nos referimos a ella. Es parte de su situación estructural, en la burguesía,el no poder practicar un conocimiento que, sin embargo,

es por primera vez posible sólo con ella. En otros términos, la sociedad en este tiempo no es cognoscible ni visible sino desde el punto de vista de la clase obrera. Si no se analiza la sociedad en términos de valor o, mejor aún, si se la analiza así, entonces tenemos una suerte de ilegitimidad esencial con la cual una clase no puede sobrevivir. En otras palabras, no se conoce contra uno mismo; al menos, no como clase. Pero si esta sociedadsólo puede ser cuantificada y reconocida desde la plusvalía y no desde la ganancia (seudoconocimiento, que legitima a la dominación burguesa pero interrumpe el conocimiento mismo), es obvio que el horizonte para conocer este tiempo es el del trabajador productivo o sea el obrero

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total, el espacio histórico en donde se está objetivando e l socialism o. E l p ro le ta ria d o resulta no solo e l actor fundamental del proceso c a p ita lis ta de tra b a jo sino también e l único lugar c la s is ta desde el que se puede tener un conocimiento c a p ita lis ta del capitalismo, si a si puede decirse, es d e c ir , un conocimiento adaptado a su objeto.

Este tip o de conocimiento desde la c ia se , es decir, la re la ció n entre la colocación o b je tiva y la adquisición c ie n t íf ic a es algo que ha sido expuesto por Marx, an El c a p ita l, con una sorprendente mezcla de ludicez y de modestia. Es cuando se refiere a l razonamiento de A ris tó te le s acerca del v a lo r.

Según Aristóteles, ?f5 lechos = una casa” no se distingue de ”5 lechos = tanto o cuánto dinero”, con lo cual se establece una relación condicionada, pues la casa se equipara cualitativamente a los lechos. Es una igualdad porque ”si no «redíase una igualdad sustancial entre objetps corporalmente distintos, no podrían relacionarse como magnitudes conmensurables”. Aristóteles puede oler el valor o tener un ccnpcimiento - práctico del Valorpero no puede organizar científicamente aquella razón práctica. En rigor, como lo apunta el propio Marx, paraAristóteles ”es imposible que objetos tan distintossean conmensurables. Este equiparamiento tiene que ser necesariamente algo ajeno a la verdadera n a tu ra le za de las cosas y, por tanto, un simple recurso para salirdel paso ante las necesidades de la práctica”.

Aquí es donde se dan los elementos para una v is ió n objetiva sobre las condiciones del conoc im ien to , en cuanto al tiempo y la clase social, vinculados con el trabajo del intelectual. Así, lo que según A r is tó te le s es imposible (la equiparación real) puede ya ser conocido por Marx; pero no sólo conocido: es la base de todala ciencia social posterior. ”La casa -escribirá- representa respecto a los lechos un algo igual en la medida en que representa aquello que hay realmente de igual en ambos objetos, a saber, trabajo humano”.

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fk3 es que el valor en tiempo de Aristóteles no contuviera trabajo lo mismo que el valor sn tiesípo de $arx. Aquí ras introduciríamos con facilidad en el tenaz enrolloacerca de la n época11 del valor y otras añagazas* Esobvio que existía entonces trabajo dentro efe oda srcancíay adelfas también* sí, trabajo socialmente r :esaric,,censo en, cualquier otro tiempo. Pero el valor no erala articulación de la sociedad entera. No podemos explicar­nos el capitalismo sin la ley del valor; pero taracopodríamos conocer el valor fuera del capitalismo. A sto se le puede llamar la imputación de la época en

cuanto al conocimiento* En el tiempo de Aristóteles, I valor era un valor que no se podía medir y as por

lije la igualdad es la forma de la universalidad c la sociedad moderna. Es, de otro lado, la que la cce ser la primera sociedad cognoscible, aunque no icr todos sino desde determinados puntos de vista ocolocación de clase. Escribe ñarxs

Aristóteles no podía descifrar por sí mismo, analizando

.a forma del valor, el hecho da que en la forma de las''^arcancias todos los trabajos se expresan .como trabajo.Igual y por tanto cono equivalentes, porque la sociedad griega estaba basada en el trabajo de los esclavos y cerda, por tanto, eos® base natural la desigualdad entre ios hombres y las fuerzas de trabajo. El secreto de la expresión de valor de todos los trabajos, en cuanto on y por el hecho de ser todos ellos trabajo humano

en general, sólo podía ser descubierto a partir del maneota en que la idea efe la igualdad humana poseyese 3 la fuerza de un prejuicio popular. Y para esto eracasarlo llegar a una sociedad como la actual en que

la forma mercancía es la forma general que revisten los productos del trabajo, en que, por tanto, la relación preponderante es la reí ion de unos hombres con otros

~ en veedores de mercancías. Lo que acredita precisamente ;3nio* de Aric líteles vs el d^bar descubierto en la ■ >ión i.d: , di v^rcancías una relación de

histórica de su tiempo lo

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que le impidió desentráoac^ en qué consistía en rigor esta relación de igualdad.

Las inferencias desprendibles de este texto son extraor­dinarias. La igualdad jurídica es la base del mundo moderno como totalidad. No es suficiente, con todo, que exista la decisión de aceptar la igualdad jurídica; debe además, ser un "pre juicio popular". Pero ¿qué es un prejuicio popular? Hay una - ideología de la época que es como el fondo histórico de la revelación del valor o sea del cálculo social. Su momento constitutivo es la acumulación originaria, que es a la vez la constitu­ción del advenimiento del individuo, la aniquilaciónde su identidad precapitalista, su puesta en orden para reorganizar su conciencia como obrero colectivo. Loselementos de la ciencia social, el valor, y del hombre social, nacen aquí al mismo tiempo.

En seguida, está aquí mismo la tesis del correlato clase objetiva-intelectual orgánico, es decir, la base misma del modo de la adquisición teórica en el marxismo.La igualdad jurídica, en efecto, es condición y a la vez resultado de la acumulación originaria así comode la acumulación capitalista en general puesto quela plusvalía es el excedente que resulta del obrerocolectivo, integrado por individuos jurídicamente libres. Es una consecuencia necesaria del momento en que laforma mercancía se convierte en la forma general del valor. Pero la igualdad jurídica es sólo una de las maneras, es cierto que la esencial, que tiene el capitalismo de unificar y de globalizar a la sociedad. En otrostérminos: Marx no escribe El capital sólo por ser Marx(como genialidad misma, lo habría escrito Aristóteles) sino porque estaba en condiciones de explotar un horizonte de visibilidad de la sociedad que no había existido hasta entonces. Se ha vuelto visible, reconocible y verificable lo antes invisible o advertible sólo porparticularidades. Pero, aun entonces, ¿por qué Marxy no otro cualquiera?

¿Habrá que usar: aquí lo que los antiguos llamabaninspiración o endiosamiento? Antes que esto, se debe

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resolver la cuestión de la imputación clasista del conoci­miento* Es cierto que Marx está ya ante la revolución industrial con un perfil definido, la sociedad con un rostro que no hará después otra cosa que crecer sin cambiar su cualidad. Es cierto que Marx, por primera vez,, explota tal horizonte de visibilidad desde el punto de vista de la clase obrera o sea una subjetividad privile­giada para una objetividad que existía por primera vez. No es que el mismo modo de producción proporcione un horizonte de visibilidad a una de sus clases y otro en todo distinto a la otra. Pero es cierto que sólo una de las clases constitutivas está en aptitud de explotar para sí dicho horizonte de visibilidad general a toda la sociedad, es cierto que no fuera de ciertas condiciones. La diferencia se sitúa no en el horizonte misino sino en la distinta capacidad para explotarlo.

Después vamos a volver sobre la tesis de que el conoci­miento de una época sólo está en las manos de su clase universal, es decir de aquella que no puede pensar ensu propio destino, sino comprendiendo a la vez a la sociedad entera. Volvamos a lo anterior. ¿Por qué Marx? En primer término, esto es una petición de principio, porque la proposición teórica misma no puede ser hechapor una clase entera aunque tenga un contenido clasista. Si volvemos a recorrer los textos en los que Marx se ocupa acerca del proceso del trabajo, advertiremos que ellos van formulando en la teoría las preguntas que pre-existen en el sentido común del obrero mismo. Esta es una experiencia que hemos tenido todos cuantos hemos estado alguna vez en contacto con la clase obrera. El principio de que se es explotado es tan esencial en los obreros como el dogma de la igualdad jurídica. Es de veras un "prejuicio general", ¿Será porque han leído El capital? La consecuenica primera de esto es que lahipótesis en la ciencia social está puesta por la clase. Esto empero es tan cierto como que la clase obrera noestá en condiciones de responder por sí misma a las hipótesis que sin embargo objetivamente plantea. Aún así, queda pendiente el rol de los intelectuales.

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Debe decirse en principio que la creatividad imi m un atributo específico de ningún sector social, l-.l'i en la raiz del hombre la lucha por la creación. I M u que es casi un instinto debe, como es natural, somet e i a las condiciones en que opera. En último término, sólo hay dos clases de intelectuales: los intelectuales delorden y los intelectuales de la negación del orden. Los primeros, cualesquiera que sea su nivel técnico como intelectuales, no son verdaderos intelectuales porque el rol de éstos es controvertir las cosas allá donde los otros hombres comunes no las controvierten. Pensar, en efecto, en cuestionar el mundo. No lo puede hacer hasta sus últimas consecuencias un hombre situado en lo previo. El encuentro de Marx con el horizonte de la clase obrera es entonces la fusión entre el cuestiona- %miento intelectual del orden y el cuestionamiento estructu­ral del orden; puesto así, sin lugar a dudas un encuentro casi necesario. Para eso, era necesario que se tratara de un espíritu en estado de disponibilidad, es decir, de una mentalidad no previamente situada. Este momento de la gratuidad de la hipótesis intelectual puede mostrarse, con todo, como algo muy falaz. Aparte de que las preguntas que se le ocurren a cada individuo son a la vez las preguntas que coloca en él la sociedad, sin embargo se ve desde el principio a Marx buscando las preguntas de los hechos y no sus preguntas en los hechos. Aquí el élan de la historia es más poderoso que la mera contem­plación. La fascinación del espectáculo de los hombres reales es el punto de partida para la existencia del intelectual orgánico. El criterio de la práctica es aquí el decisivo. Es la práctica social la que propone la hipótesis, es la práctica social la que habrá de ratificar la elaboración teórica que de ello resulta. En su más elevado momento organizativo, el obrero colectivo se transformará en Estado al fühdirse con la ciencia que ha originado. La mediación inevitable para ello es la que practican los intelectuales. "Sin intelectuales -lo ha escrito Gramsci- no hay organización".

Aunque no es propósito nuestro hacer un análisis

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de probabilidad causal sobre los intelectuales, con todo, es cierto que ellos provienen en su mayor númerode las zonas clasistas con disponibilidad. Puede darse, es claro, un intelectual de origen burgués, un intelectual de origen proletario. Sin embargo, puesto que ambas situaciones tienden a situar a los individuos y tienen la fuerza para hacerlo, el margen posible sera mayor cuando atendemos a los grupos intermedios. Pequeroourgueses, trabajadores asalariados no productivos, profesionales liberales. Tendemos a suponer que esto ocurre porque equí el margen de gratuidad o de no situación previaes mas considerable. Pero también tiene que ver con las características grupales. El hombre intermedio,lo que se dice en general el pequeñoburgués, es un hombre dilemático. El conjunto de sus ritos cotidianos lo muestra como gente hecha a la imagen y semejanza de la dominación burguesa. Es como un burgués ridículo. Pero a la vez suele ser un asalariado. Este desdoblamiento marcara toda su actuación. Es lógico que éste sea el lugarclasista üe la imaginación individual y aún del individua­lismo mismo. La inconsistencia de los pequeñoburgueses es sólo comparable a su creatividad. Si a eso se añade el que los instrumentos de la reproducción científica, tecnológica y aún ideológica suelen ser monopolizados last term por los hijos de la burguesía y los grupos intermedios, tenemos como un retrato de lo que sera el intelectual: el hombre que duda en nombre de losque no dudan nunca; la clase que, perdiéndose a sí misma, proporciona sin embargo los hombres necesarios a todas las clases.

De la duda viene la creación; ver el mundo como problema y no como un conjunto de verdades reveladas es quizá lo mejor que se puede dar como sustrato espiritual en todas las instituciones de enseñanza. Retornando por un momento a la base de estas disquisiciones, intentemos ver ahora por qué Marx fue el primer intelectual orgánico de la clase obrera. En la elucidación biográfica de su pensamiento, es fácil ver el estado de disponibilidad en que se colocaba siempre Marx respecto a cada problema.

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En el primer Marx, v.gr., el partido se identilha ton la clase objetiva; la clase obrera es inmediatamente el partido obrero. Es la insurrección del 48 la quepropone, por decirlo así,' la hipótesis del partido. La idea del Estado proletario o dictadura del proletariado no existe ni siquiera como mención antes de ia Comunade París. Eso para no mencionar otros conceptos más precisos: lo que Marx indica como trabajador productivono se puede conocer ni siquiera con la lectura de El capital; debemos relacionar este textocon los Grundrisse, etc. En todo caso, siempre las hipótesis están dadas por la masa; pero es la libertad de espíritu O’ disponibili­dad intelectual lo que las convierte en una afirmación científica. La práctica de la masa es ya su ratificación como ciencia.

Aquí podríamos decir que está la gloria del intelectual; pero es una especie de moralidad o rebelión. Con todo, es mucho más frecuente una historia a la manera de lade Hegel, cuya premisa es, después de todo, la defensadel orden existente. Hegel crea las premisas del marxismo pero éste es el aspecto involuntario de su creatividad: su punto de partida es la defensa del Estado prusiano.¿Dónde podría en efecto localizarse al intelectual sino en el momento de la reproducción social? Sabemos bien que, en el capitalismo, la reproducción no es más automática porque es un carácter del modo de producción, la reproduc­ción en escala ampliada. Debe prepararse, ¿Quién ladebe preparar? El experto de la reproducción, el intelec­tual. Es obvio que la masa de los intelectuales, está continuamente travistiendo, embelleciendo, escondiendo, perfeccionando, para decirio de una vez, regalando ~"toda la verdad del mundo al servicio de una metáfora feliz.¿Quién podría negar que la masa de nuestros intelectuales trabaja en el oscurecimiento de las cosas y no en surevelación? Se diría que éste es el rol natural de losintelectuales en una sociedad en la que la dominaciónideológica es mucho más importante que la coerción misma.

Para referir estas acotaciones al asunto de la reunión, a su asunto general, quiero hacer un comentario sobre

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esto que se ha llamado la cultura obrera. Si por esto señalamos la cultura que produce la clase obrera por sus condiciones de clase y su devenir político, se podría aceptar tal apelativo. Pero en rigor no existe una cultura obrera. Sin duda, el tema mismo de la cultura se ha prestado y se presta a su uso equívoco, término feliz para todo consumo; a lo que puede llamarse una visión culturalista de la historia. Para los latinoamericanos, con una connotación particular: se nos ha dividido entodo y sin embargo, lo único que nos queda en común es tener una cultura común. Aquí suceden. las cosas de un modo invertido. En todas partes la así llamada cultura nacional es un resultado de una unidad económica y social de la nación; aquí, es como si la estuviera antecediendo. Parece natural que invoquemos lo que tenemos. Quiza, empero, estemos aquí frente a uno de los clásicos errores de la buena voluntad.

Es conocido el supuesto: la lucha se produce entreculturas y no entre clases. Es un supuesto de los eurocen- tristas y de la derecha en general. De aquí a la defensa de la cultura occidental y a cargo del hombre blanco no hay más que una sola continuidad. Con la emergencia de los pueblos coloniales y semicoloniales, que va acompaña­da de la necesaria construcción de naciones en el sentido moderno y, por consiguiente, el reconocimiento de su identidad cultural como requisito de la formación de su ideología nacional, el problema se hace aún mas complejo porque aquí ya tenemos el uso progresista de un concepto reaccionario. Si el supuesto entre los occidentalistas a la manera de liieber y cuanto europeísta se ha producido, hasta los más marxistas, era que la lucha del mundo es una lucha entre culturas o que, por lo menos, esta cultura, la europea, da a la lucha de clases y al marxismo un color propio únicamente de allá, aquí, en el caso del culturalismo de los pueblos oprimidos, se aplica la misma tesis, originaria de los países opresores, pero desde otro punto de vista: desde el punto de vista del país oprimido.

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Tenemos asi un primer orden de reduccionismo. Podríamos mencionar otros. La historia del Proletkult o de la revolución china están a la mano en nuestra memoria y es indiscutible que, en su momento, se dio la tendencia a proseguir las poderosas tendencias orgánicas del proleta­riado con la teoría de la cultura proletaria, etc. El chovinismo no es sólo espacial; puede ser clasista también.

Si por cultura entendemos el aspecto universal del hombre, si asignamos al término la grandeza un poco trágica del todo humano, la parte del todo cósmico que el hombre ha apropiado para sí hasta constituirla en su propio universo, entonces, aquellas concepciones son en el hecho un empobrecimiento absurdo del concepto de cultura. En esto, como es natural, se identifica a la culturacon ia acumulación humana, consciente o inconsciente, su reservorio histórico o fondo orgánico. La marcha de los hombres hacia su unidad como hombres es parte de su proceso de desalienación general como especie misma. La libertad, si tiene algún sentido, es éste sin dudas. De esta manera, cuando se habla o escribe acerca de la cultura burguesa o proletaria, de la cultura occidental o latinoamericana, no debe hablarse stricto sensu sino de la manera o determinación dentro de lasque una clase o un continente o una nación tratan de apoderarse o expropiar para sí aquella acumulación, acto que, por sí mismo, es también un episodio de laformulación de la cultura entendida como la identidaduniversal del hombre. Si consideramos que en esta época el proletariado es la clase universal, es precisamente porque es la clase capaz de llevar en su seno a la cultura

universal y no porque trate de imponer su propia forma cultural a las demás. Es indudable que la aplicación de aquellos términos particulaes no tiene otro sentido que el heurístico.

¿Cómo podemos entonces relacionar -relacionar es determinar- las ideas de cultura y clase? En su apariencia, se diría que no hay dos conceptos que sean más opuestos. El propio planteamiento de clase sería una negación, relativa al menos, de la cultura reconocida como totalidad

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humana. El problema, empero, esta lejos de ser tan simple. El proletariado es la más particular de las clases; por eso mismo, es la más universal de todas. No ha existido nunca una clase con estas características objetivas; no hay ninguna que, por lo mismo, esté tan sobredotada para comprender y apoderarse en su espíritu de la totalidad social. Porque, de otro lado, la contradicción entreel carácter universal de la cultura (la cultura verdadera) y su modo particular de producirse (la falsa cultura)es una contradicción que ha dejado de ser global desde el momento en que existe la historia del mundo. Precisamen­te, son los occidentales, que son al mismo tiempo losque llevan más lejos esta suerte de racismo cultural, la prueba de aquello. Una civilización que usa los números árabes, la pólvora y la imprenta de los chinos, queha debido utilizar los tubérculos y maíces sudamericanospara la hora de su expansión demográfica industrialno parecería la más indicada para esta suerte de particula­rismo. Pero es un hecho, que antes de la unificaciónhistórica mundial, la propia noción de cultura humanano tenía sino un contenido metafísico. Era una metáfora para uso de filósofos. Esto invoca de alguna manera la diferencia que se hizo en la filosofía alemana entre la civilización y cultura. Según ellos, los de aquel momento, la cultura representaba el ámbito de la creación espiritual del hombre y la civilización el lado de la creación material. Sobra decir que la totalidad es siempre un principio más vigente. Si las cosas fueran así, debería decirse entonces que toda civilización ocurrirá dentro de su cultura, que la cultura vive de su materialidad o civilización a la vez. Es el desarrollo del capitalismo como civilización lo que nos permite a nosotros tener la idea no metafísica de una cultura universal.

Los hombres sabemos -es algo que se sabe- que hayun algo que es común a toda la raza humana, un sustrato de la especie; pero no tenemos las cifras que puedandarle el contenido de un todo imputable a cada hombre. Es el desarrollo de este hecho, el más importante detoda la historia, la unidad material del mundo, lo que

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nos da los elementos para plantearnos los prnhluimr de la diversidad del mundo.

El concepto de cultura, por tanto, comprende lo que se cree y lo que se sabe, pero también lo que se hace. *Está dentro de esto una forma de creer, una forma dehacer y una forma de la práctica, como invasión de las cosas. En ello, haga uno lo que haga, está practicandosiempre sus determinaciones. Es decir, detrás de uno está todo lo que uno es, como determinación múltiple.Con todo, si situamos el problema en el punto de iainiciativa cultural, es legítimo distinguir entre los aspéctos horizontale% de la cultura y los verticales.De los segundos hemos hablado ya. Se refieren a la imputa­ción del individuo en el orden del conocimiento o lacreación en general (por qué Marx). Pero la culturahorizontal es el movimiento espontáneo, anónimo y general de la creatividad de la masa. Cualquier sociólogo que se haya aproximado alguna vez a las gentes de carney hueso sabe bien que hay una imaginación de la masa,una memoria de la masa, una organización de la. masa.Habíamos hablado de la hipótesis de la masa como una aplicación de la fuerza productiva particular llamada por Marx "fuerza de la masa" al plano del conocimiento

social. Habría que discriminar además entre el momento de perplejidad de éa masa, el momento de recepción y el momento de creatividad. Hay momentos «n los que la iniciativa de la masa es determinante de una manera poderosísima, como el momento de la crisis revolucionaria.

No es una casualidad, por lo demás, que los momentosde creatividad en cuanto a las ciencias sociales estén tan claramente vinculados a las crisis históricas, osea al momento de la iniciativa de la masa. La relación entre conocimiento y crisis no está resuelta; pero quizá nunca podamos ver a la sociedad tal como es sino cuando su crisis la desgarra, quizá nuestros esfuerzos por cuantificarla y conocerla en su momento perplejo no sean sino una fantasía. No es una coincidencia solamente que Marx viviera y escribiera entre una crisis y otra en la formación de Europa.

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Lo que nos interesa es conectar el cocnepto de proposi­ción horizontal de la cultura al de la acumulación declase en el sentido obrero. Es la colocación estructuralia que induce al proletariado a ser base del conocimiento social. La situación de la burguesía la induce a no conocer, a oscurecer. Los tiempos del Ilusiónismo y la Ilustración están muy lejos ahora. ¿En qué fundamos empero este privilegio? La ciase obrera tiende a ver la sociedad como algo que se puede explicar de modo racional, como algo reductible a la explicación racional.En primer lugar, el obrero ha tenido que romper con *1su tradición para llegar a ser obrero. Es difícil pensar en un desgarramiento o ruptura más drástico. ¿Es tambiénla ruptura de todas sus supersticiones, criterios mágicos, prejuicios cristalizados? Hay también eso que bien puede llamarse la lógica de la fábrica en sus dos aspectos, como lógica de la producción o sea de la subsunción real y como lógica de la explotación. Aquí, el reconocimien­to de la igualdad común es el principio de la organización.La concentración, en la que la ciudad es la continuaciónla fábrica y el mercado nacional y nación misma la continua­ción de la ciudad, eleva a la base dada por la igualdad jurídica y, por eso, el propio sindicato y después el partido proletario no son sino prolongaciones orgánicas de la lógica de la fábrica. En cambio, la dispersión de la pequeña burguesía y de sus sectores adscritos (en lo principal, los asalariados no productivos) les induce a una mentalidad de recibimiento ideológico: sea adoptando una explicación irracionalista de la sociedad, como en el fascismo y el existencialismo, o ratificado un modo degenerado de conocimiento de la sociedad porque, cuando se está aislado, la capacidad de autonomía es pobre y se tiende al acatamiento de la explicación oficial, autoritaria, en ultimo término, de todas las cosas.Es su propia consistencia (o inconsistencia) clasista la que les impide tener un conocimiento de rebelión respecto de la ideología de la clase dominante.

En un proceso contradictorio, este propio horizonte de visibilidad que sólo puede ser, por su índole, explotado

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por una sola clase social, tiene sin embarga ‘tu punto de partida en la desintegración del viejo individuo, en la enajenación o ruptura que sufre el productor indivi dual. Es Marx quien advierte que ,fen el momento mismo de la manufactura se secciona al individuo mismo, se le convierte en un aparato automático adscrito a un trabajo parcial” "Los conocimientos, la perspicacia y la voluntad que se desarrollan aunque en pequeña escala en el labrador o en el artesano independiente, como en el salvaje que maneja con su astucia personal todas las artes de la guerra, basta con que las reúna ahora el taller en su conjunto... Este proceso de disociación comienza con la cooperación simple, donde el capitalista representa frente a los obreros individuales la unidad y la voluntad social del trabajo. El proceso sigue avanzando en la manufactura que mutila al obrero, al convertirlo en obrero parcial. Y se remata en la gran industria, donde la ciencia es separada del trabajo como potenciaindependiente de producción y aherrojada al servicio del capital".

Obrero parcial, parte por lo mismo del obrero colectivo, ser no individual. La conciencia empero corresponde al ser y por tanto una conciencia individual nada puede aquí donde el ser se ha hecho ya colectivo. La destrucción de su ser individual es la condición para que aparezca el horizonte de visibilidad general y, por eso, la ciencia que se produce a partir del uso de dicho horizonte es también el único rescate de los hombres en su nuevo ser, que es su ser colectivo. No pueden más recuperarla vieja conciencia de individuos produciendo como indivi­duos, capaces de comenzar y concluir un producto. No pueden, en suma, rescatar la conciencia de lo que ya no son, y pueden sólo adquirir la conciencia de lo que son. La conciencia de clase es así el más alto momento del conocimiento del capitalismo.

Se podría, es claro, distinguir entre el sector del obrero colectivo apto para esta explotación (del horizonte de visibilidad) y el que no lo es. El siervo, por ejemplo,al huir hacia la ciudad o al incorporarse al taller por

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la desvinculación deviene un obrero conservador, un obrero de primera generación. Sabemos en la América Latina cuán campesinos son todavía los obreros de primera generación. Ha hecho un actg de adquisición fundamental, ha pasado de la servidumbre a la libertad jurídica y, por ende, tiene ia gratificación en su propia nueva condición obrera y será, durante algún tiempo, un obrero conservador, proletario de mentalidad no proletaria. Es un proletario con la cabeza campesina.

En el artesano, al convertirse el taller en empresa capitalista, al cumplirse la subsunción formal, la adquisi ción es de otro tipo: es una adquisición que se refiere a la extensión de su condición y no a la instalación de esa condición. Pasa de una manera de ser libre a otra; su adquisición radica en la ruptura de la petrificación corporativa y por eso tiende a tener cierto grado desentimiento estatal. Es el mercado el que le permite comunicarse con hombres de su misma condición y lo convierte de estamento local en clase nacional. Es un hombre, por decirlo así, sin resabio. Por tanto, es aquí donde se organiza el sector avanzada del proletariado y dondese asienta la posibilidad de la fusión entre la claseque posibilita el conocimiento y el conocimiento mismoo ciencia social. Cierto es que el proceso político puede hacer avanzar por saltos a una clase obrera, rebasando su propia inserción estructural.

Esto todo pensando en los orígenes de los movimientos obreros. Nosotros, empero, hemos nacido cuando el marxismo, o sea la ciencia social, ya existía y por eso podemos preguntarnos si la ciencia social es inmediatamente utilizable por nuestros movimientos obreros como untodo y desde el principio. Es una pregunta acerca de la validez del conocimiento en el espacio. La respuestadebe ser a nuestro juicio inmediatamente negativa porque, de otra manera, las grandes derrotas obreras seríansólo el fruto de cierta falta de lecturas. En la subsunción del socialismo científico a la realidad concreta deuna formación social (con frecuencia capitalista sólo en principio), se tropieza con varios obstáculos.

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En segundo lugar, en lo que es mucho más importante, cada clase obrera, en su propio escenario nacional o área política recorre en la práctica las mismas etapas iniciales de las demás. Desde la hora en que no es sinoun agregado recargado por los resabios o una minoríatan rodeada por un ejército industrial de reserva no demasiado separado del lumpen, momento en que sus capacida­des de conciencia no son mucho más altas que las de los campesinos o los grupos medios, en fin, desde aquí hasta el instante de la elaboración de su conciencia verdadera, hay un gran trecho. Incluso cuando ya se ha conformado como clase objetiva, es decir, como clase en sí, con resabios que son ahora negligibies, aún así es preciso que viva todavía sus propias frustraciones empíricas, que viva una práctica de vida a un conocimiento intentado desde un método no correspondiente. No basta que el horizonte de visibilidad exista. Debe surgir en la historia real, en la materialidad de la clase,1 apetito por la fusión y, desde luego, debe haber quién le proporcione los elementos de la fusión.

Volviendo ahora a la hipótesis de masa, las propias preguntas del oprimido no son válidas sino en cuanto existen dentro del único sector que es de ia misma dimensión que la sociedad actual. Son preguntas que, e suma, han de referirse a la acumulación de la clase. La acumulación en si seno de la clase es ¡algo que concierne, por tanto, a ios contenidos objetivos del desarrollo de esa sociedad así como a su sucesión táctica. Al margen de la acumulación en ei seno ue ia ciase obrera es imposible pretender > la fusión exista* Sin este apetito en la clase perti-

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nente, la llamada creación intelectual tampoco operará. La clase obrera es la condición de la ciencia social, pero la ciencia social* que es el trabajo de los que hacen la ciencia, de los intelectuales, es la condición para la victoria de la clase obrera.

(NO) Prohibido reproducir los textos.

Se terminó de imprimir en marzo de 1986

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