Zabala 2008

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C o l e c c i ó n E s t u d i o s S o c i a l e s LOS MAPUCHES DEL SIGLO XVIII DINÁMICA INTERÉTNICA Y ESTRATEGIAS DE RESISTENCIA José Manuel Zavala Cepeda Traducido del francés por el autor con la colaboración de Carmen Gloria Garbarini

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Antropologia

Transcript of Zabala 2008

  • 1C o l e c c i n E s t u d i o s S o c i a l e s

    LOS MAPUCHESDEL SIGLO XVIII

    DINMICA INTERTNICAY ESTRATEGIAS DE RESISTENCIA

    Jos Manuel Zavala Cepeda

    Traducido del francs por el autorcon la colaboracin de Carmen Gloria Garbarini

  • 21 Edicin en francsLes Indiens Mapuche du Chili' L Harmattan, Pars, 2000.ISBN 2-7384-9567-2

    ' Editorial Universidad Bolivariana S.A., Santiago de Chile, 2008.Los mapuches del siglo XVIII.Dinmica intertnica y estrategias de resistencia.Inscripcin N 168361ISBN 978-956-8024-92-5

    Primera Edicin: Agosto 2008.

    Editorial Universidad Bolivariana.Hurfanos 2917 - Santiago, Chile.http://www.ubolivariana.clhttp://[email protected]

    Diseo de portada: Daniel Videla Z.Diseo y diagramacin: Utopa diseadores, [email protected]: LOM Ediciones Ltda., Concha y Toro 25 - Santiago, Chile.Imagen de portada: Extracto del Mapa del Reyno de Chile firmadopor Ambrosio Higgins (Ricardo Donoso, El Marqus de Osorno, San-tiago, Universidad de Chile, 1941).

    Este estudio est protegido por el Registro de Propiedad Intelectual ysu reproduccin en cualquier medio, incluido electrnico, debe serautorizada por los editores. El texto es de responsabilidad del autor yno compromete necesariamente la opinin de la UniversidadBolivariana.

  • 3En memoria de quienes llevo en la memoria

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  • 5AGRADECIMIENTOS

    Esta edicin en castellano no habra sido posible sin el apoyo de la

    Universidad Catlica de Temuco, en particular de la Facultad de

    Ciencias Sociales y Jurdicas y de la Escuela de Antropologa, mis ms

    sinceros agradecimientos a Alberto Vzquez, Decano, y a Noelia

    Carrasco, Directora de Escuela, por creer en este proyecto.

    Un agradecimiento especial al diseador Daniel Videla, a la asistente de

    la escuela, Gloria Vergara y al profesor y kimche Jos Quidel,

    por sus preciosas y oportunas ayudas.A ellos se suman todos quienes en Francia, hicieron posible este

    trabajo, entre muchos otros profesores, colegas y amigos, Pierre-YvesJacopin, Ren-Francois Picon y Colette Franciosi.

    Edicin realizada con la colaboracinde la Universidad Catlica de Temuco

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  • 7ndice

    ndice de mapas y figuras 11

    Presentacin 13

    Prefacio a la edicin en castellano 15

    Mapas 17

    Introduccin 21

    Primera ParteLOS MAPUCHES EN EL CONTEXTO COLONIAL

    I Los mapuches en el contexto colonial 37

    1. Los mapuches y su territorio, algunas apreciaciones 372. Los mapuches de Chile, entre agricultores y pastores 393. La presencia mapuche en los Andes 454. La presencia mapuche en la Pampa en el siglo XVIII 565. La presencia mapuche en la Pampa en el siglo XIX 626. Los mapuches frente al territorio, adaptacin sin ruptura? 65

    II Elementos de la organizacin social de los mapuchesdel siglo XVIII 69

    1. La unidad de residencia, el lof, ni casa, ni aldea 692. Alianzas matrimoniales 733. Las redes de los kuga 764. La estabilidad histrica del ayllarewe 805. Los Cuatro vutanmapu 846. Los representantes de los Cuatro vutanmapu frente a los espaoles 897. La unidad poltica de la sociedad mapuche 92

  • 8Segunda ParteEL PROBLEMA MAPUCHE EN EL CHILE DEL SIGLO XVIII

    III Dinmica fronteriza durante la primera mitad del siglo XVIII 97

    1. Qu es la Frontera? 972. La frontera misionera (1692-1723) 993. La rebelin de 1723 1054. La reorientacin de la frontera hacia los Andes 110

    IV El problema mapuche hacia mediados del siglo XVIII 121

    1. El problema de la independencia de los mapuches 1212. Un cierto apogeo de los mapuches 1223. El problema de la reduccin de los mapuches a pueblos 1264. La tentativa de reduccin de los mapuches a pueblos 130

    V La crisis de 1766-1770 135

    1. La rebelin contra los pueblos 1362. El campo de los rebeldes, composicin de las fuerzas 1403. Prolongacin intra-tnica del conflicto 1444. La actitud de los caciques gobernadores 1475. El surgimiento de la rebelin, verano 1769-1770 150

    Tercera ParteFORMAS DE CONTACTO DE LOS MAPUCHESCON EL MUNDO COLONIAL

    VI El Parlamento 159

    1. El Parlamento, una institucin hbrida 1592. Las asambleas poltico-rituales mapuches, fuente delos parlamentos 1623. Adaptacin espaola a las formas de negociacin indgenas 1664. Ceremonia de bastones, comida y bebida en los Parlamentosdel siglo XVIII 1695. La comunicacin intertnica en el Parlamento 1746. Los agasajos o la obligacin espaola de dar 178

  • 9VII La Guerra 189

    1. El siglo XVIII un siglo sin guerra? 1892. La posibilidad de la guerra 1913. La realidad de la guerra en el siglo XVIII, diversas formas 1954. La guerra desde un punto de vista mapuche 207

    VIII La resistencia a la evangelizacin 217

    1. El desarrollo de las misiones 2172. Los mtodos y las dificultades de la evangelizacin delos mapuches 2203. Resultados contradictorios 2244. El Admapu, tradicin indgena versus cristianismo 229

    IX El intercambio 241

    1. El rea de extensin del intercambio hispano-mapuche 2412. Los ponchos, una industria textil mapuche destinadaal intercambio 2433. El intercambio de ponchos con el reino de Chile 2454. El circuito intermedio 2485. El comercio de esclavos 2526. La lgica de los intercambios 255

    Cuarta ParteLGICA MAPUCHE DE RELACIN AL OTRO

    X La dualidad de la autoridad mapuche 261

    1. Caciques y caciques gobernadores 2612. La parte no visible de la autoridad mapuche 2693. Los caciques frente a la demanda colonial 279

    XI La dualidad en la cosmovisin mapuche 281

    1. Cosmovisin mapuche del siglo XX 2812. La bipolaridad mapuche/no mapuche en el siglo XVIII 2823. La bipolaridad interna Norte/Sur 2874. Divisin cuatripartita del mundo terrestre y cosmovisinen el siglo XVIII 290

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    XII La integracin del espaol al mundo mapuche 299

    1. Los mapuches frente al otro 2992. La integracin social del espaol 3063. La integracin del espaol en el universo simblico mapuche 3134. La actitud mapuche frente al espaol, consideraciones finales 316

    Conclusiones 319

    Glosario 331

    Bibliografa 337

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    Mapas

    El territorio mapuche del siglo XVIII 17

    La Frontera del ro Bo-Bo en el siglo XVIII 18

    El territorio mapuche de Chile segn mapa publicado porJ. I. Molina (1795) 19

    Cuadros

    N 1. Clasificacin de los indgenas de la Pampa segn las fuentesdel siglo XVIII 60

    N 2. Representantes mapuches de la Araucana y Los Andesadyacentes (1771-1793) 91

    N 3. Principales parlamentos hispano-mapuches 161

    N 4. Bastones entregados a los mapuches en algunos parlamentos 171

    N 5. Gastos de agasajos (1795-1800) 181

    N 6. Regalos dados a los mapuches en los parlamentos de 1716,1784 y1793 185

    N 7. Expediciones militares hispano-pehuenches contralos huilliches 204

    N 8. Cronologa de las misiones de Chile continental 218

    ndice de mapas y figuras

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    N 9. Relacin gentiles/cristianos en las misiones franciscanas 228

    Diagramas

    N1. Ayllarewe negociadores y ayllarewe rebeldes dela Araucana 91

    N 2. Diversos niveles de agrupamiento social perceptiblesen los mapuches 93

    N 3. Bipolaridad Mapuche/No mapuche 287

    N 4. Bipolaridad Norte/Sur 290

    N 5. Modelo de cosmovisin de los mapuches del siglo XX 292

    N 6. Modelo de visin del mundo terrestre de los mapuchedel siglo XVIII 294

    N 7. Modelo de cosmovisin de los mapuches del siglo XVIII 295

    N 8. El lugar del espaol en el universo mapuche 315

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    Presentacin

    El presente libro desmitifica parte importante de la historia oficial ycolonial, en particular, sobre la interpretacin de este periodo y lasimplicaciones prejuiciadas de estas construcciones histricas. Este textotiene el gran mrito de presentar al pueblo mapuche en su conjunto y sobreesta base interpretar los procesos histricos particulares no sobre tiemposrgidos y determinantes sino sobre acontecimientos en los que las partesadquieren connotacin en la totalidad histrica. Desde esta perspectiva, elautor hace un ejercicio antropolgico de integrar los microprocesos hist-ricos en el marco de la relacin entre el colonizado y el colonizador en unatotalidad cambiante y dinmica.

    Uno de los primeros mitos que hemos observado en la produccinde textos histricos en Chile es la clsica separacin del conflicto blicoentre mapuches y espaoles, entre tiempos de paz y tiempos de guerra. Ellibro de Zavala, por el contrario, visualiza estos espacios o interfases comoparte propia de un proceso total de dinamismo, conflictos y redes de articu-lacin. El texto evidencia que los procesos de resistencia mapuche se pro-yectaron ms all de los tiempos de guerra y de paz, al mostrarlos como unfenmeno continuo y no esttico ni vaco de contenido.

    Este trabajo pone atencin en la intransigencia mapuche ante la do-minacin, objetivo central de los colonizadores europeos. El autor argu-menta que el conflicto se observa en los procesos de relaciones socialestanto al interior del propio pueblo mapuche como entre los espaoles. Estose traduce en que ambas fuerzas en conflicto tuvieron sus propias diferen-ciaciones internas, contradicciones y ambigedades. Segn el autor, el con-flicto colonial tuvo multiplicidad de expresiones locales y cambiantes enel tiempo pero sobre la base de una continuidad de proyectos histricos.

    El texto es clarificador al sostener que el colonialismo no slo tieneun impacto cultural sobre los colonizados sino que tambin se representacomo un proyecto cultural, en este caso, instrumentalizado por los proce-

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    sos de evangelizacin que acompaaron al actor colonial.

    Por otra parte, el libro tambin da cuenta de que el impacto delproceso colonial fue diferenciado por la propia naturaleza de la conforma-cin social de los actores en conflicto. Esto quiere decir que tanto lasfuerzas colonizadoras como las colonizadas no fueron nunca unidades po-lticas y sociales monolticas. En este sentido, el autor nutre con datos quepermiten afirmar que ni espaoles ni mapuches tuvieron una absoluta inte-gridad de sus sociedades y que, por esta diversidad, adoptaron estrategiaslocales y particulares que no necesariamente obedecieron a las directricesde cada sociedad.

    El texto se diferencia de otros en que el autor busca interpretar elcomportamiento mapuche desde una perspectiva de pueblo y de una so-ciedad esencialmente igualitaria aunque jerrquica. En este sentido, resul-ta de gran inters considerar los relatos descritos sobre formas de represen-tacin de la realidad indgena en el plano del conflicto. El texto invita aponer atencin en las identidades y los simbolismos que articulan la nego-ciacin y el reconocimiento recproco. Al respecto, el libro ofrece una sig-nificativa documentacin sobre el uso de smbolos por parte de los actorespolticos quienes de manera consciente o inconsciente los instrumentalizaronsobre las bases materiales de sus propios intereses. Uno de los argumentoscentrales del libro es mostrar cmo se expresa la influencia cultural mapucheen el comportamiento de los colonizadores espaoles, con particular refe-rencia a los ritos y ceremoniales.

    En este mismo plano, el texto es muy ilustrativo de cmo la socie-dad mapuche y sus sistemas de representacin poltica se reapropian yresignifican objetos, atuendos e instrumentos provenientes de los espao-les en los marcos de la cultura mapuche transformndola en vehculo delcambio cultural pero tambin de su propia continuidad histrica. Por ulti-mo, el libro nos interpela a una revalorizacin de los datos etnohistricos ynos llama a una redefinicin de los anlisis histricos; a partir de esto, esposible reconstituir parte del pasado colonial mapuche y abrir espaciosa la discusin sobre hechos y acontecimientos de trascendencia culturale histrica.

    Rosamel Millaman Reinao,Temuco, Agosto de 2007.

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    Prefacio a la edicin en castellano

    Ha pasado algn tiempo desde que en marzo de 2001 llegara al surde Chile, a la Escuela de Antropologa de la Universidad Catlica deTemuco. Traa bajo el brazo un libro que hablaba del pueblo mapuche,pero cuya lectura no era posible pues estaba escrito en francs.

    El azar o el destino hizo que dicho libro se escribiera en Francia,tambin la historia ha hecho que gran parte de los testimonios del pasadode los pueblos de Amrica se encuentre en bibliotecas y archivos europeos.Los largos aos pasados entre papeles me transportaron a un mundo quefsicamente no poda alcanzar, me permitieron conocer a distancia. Yaen tierra mapuche, me pregunt si dicho libro tendra vigencia, si seraoportuno. Tard en responderme esa pregunta, no era fcil, pero aqu estla respuesta. Es verdad que mucho se escribe hoy acerca de los mapuches,y los propios mapuches han comenzado a hacerlo, en buena hora.

    Este trabajo es una contribucin a la historia mapuche que no pre-tende la complacencia cmoda y oportunista, sino el conocimiento y lareflexin que una lectura antropolgica de los testimonios histricos escri-tos puede aportar. En l se plantean algunas interpretaciones que constitu-yen propuestas destinadas a alimentar el debate y la investigacin.

    Desde que se escribi este libro, han aparecido diversos trabajoshistricos sobre los mapuches, los cuales hemos tenido en cuenta a la horade elaborar esta versin en castellano. Tambin hemos considerado las con-versaciones sostenidas con intelectuales y personas mapuches.

    No ha sido simple resolver el tema de la escritura de los trminos enlengua mapuche o mapudungun. Varias cuestiones se conjugan en un tra-bajo de esta naturaleza: en primer lugar, el principio de fidelidad a lasfuentes compele a pensar dos veces antes de modernizar o estandarizar laescritura de un trmino; el investigador no puede decidir en lugar del testi-monio. Por otra parte, considerando que toda lengua es dinmica, y tanto el

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    castellano como el mapudungun evolucionan en el uso, pronunciacin ysentido de las palabras, no es siempre acertado interpretar algunos trmi-nos y grafas antiguas a partir del lenguaje actual. Hemos privilegiado eneste libro las formas de escritura presentes en las fuentes, aunque en algu-nos casos hemos modernizado su escritura de acuerdo al grafemario unifi-cado (por ejemplo, ayllarewe). En todo caso, cuando ha sido posible, he-mos puesto en cursiva y entre parntesis la escritura que hemos considera-do ms adecuada de los trminos en mapudungun.

    Como este libro est escrito en castellano, al igual que casi la tota-lidad de las fuentes consultadas, hemos resuelto respetar sus reglaslingsticas. Por ello, y por una cuestin de coherencia y armona de escri-tura, cuando utilizamos algunas palabras del mapudungun las adaptamosal castellano. Ejemplo de ello es la palabra mapuche, que hemospluralizado conforme a las normas de esta lengua.

    Jos Manuel Zavala C.,Temuco, 28 de Junio de 2007.

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    El territorio mapuche del siglo XVIII

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    La Frontera del ro Bo - Bo en el siglo XVIII

    Tierras bajas frtiles habitadas por los mapuches independientes del Reino de Chile.

    Regin andina ya ocupada por los mapuches-pehuenches al iniciarse el siglo XVIII.

    Pampa argentina ocupada progresivamente por los mapuches durante los siglos XVIII y XIX.

    Rutas ms probables de la expansin mapuche hacia la Pampa.

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    El territorio mapuche de Chile segn un mapa publicado porJ. I. Molina (1795)

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    Introduccin

    Este libro se plantea dos objetivos: por una parte, dar a conocer lahistoria mapuche y, por otra, revelar una faceta poco conocida del procesode colonizacin del continente americano.

    Paradoja de la historia, los mapuches lograron transformar a losconquistadores de los primeros tiempos en interlocutores modestos en ellargo plazo. Esto es al menos lo que trataremos de demostrar en este libro.

    Las fuentes escritas disponibles para llevar a cabo un estudio hist-rico de los mapuches son nicamente aquellas provenientes del campo es-paol. Se trata principalmente de informes y crnicas de misioneros, militaresy gobernadores: textos de tratados de paz y expedientes relativos a las rebelio-nes indgenas. Estas fuentes sern objeto de una lectura crtica y, en la medidade lo posible, sern confrontadas y completadas con informaciones etnogrficasde diversas pocas con el fin de tener una visin ms justa y completa de esteactor histrico mudo que constituye el mapuche de la poca colonial.

    El Perodo

    Este trabajo se organiza en torno a un perodo histrico limitado afin de no hacer una especie de historia general de los mapuches, lo cual,debido a las dificultades con que se encuentra un investigador en la recons-truccin histrica de una sociedad sin historiografa escrita propia, puedehacer caer en generalizaciones transtemporales o en una crnica de la ver-sin espaola de la historia mapuche.

    Hemos elegido el siglo XVIII porque se trata de un siglo de transi-cin en la historia de las relaciones intertnicas de la Amrica hispnicadurante el que convergen instituciones antiguas como la encomienda, lasmisiones y la esclavitud, y procesos histricos emergentes como la impor-tancia demogrfica y social del mestizo y del criollo y el desarrollo del

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    comercio. El siglo XVIII constituye tanto un siglo de continuidad para lasinstituciones nacidas de la conquista, como un siglo en el cual comienza aemerger un nuevo paisaje social, poltico y econmico que prepara el terre-no a los movimientos independentistas del siglo XIX. Este carctertransicional del siglo XVIII le otorga una riqueza y una complejidad que setraducen, en el caso chileno, en una mayor diversidad de fuentes: a lasricas descripciones etnogrficas de los jesuitas se agregan ahora los infor-mes detallados de los franciscanos y a los informes administrativos tradi-cionales se suman descripciones geogrficas y polticas hechas por funcio-narios encargados de iluminar a los responsables polticos.

    El hecho de limitar la dimensin temporal de este trabajo al sigloXVIII no se debe a una preocupacin cronolgica; no nos proponemosestablecer una periodizacin significativa para la historia mapuche, sinose trata ms bien de un procedimiento heurstico que nos permite compren-der mejor el comportamiento de los mapuches frente a los espaoles enuna poca determinada gracias al establecimiento de fronteras temporales.Ahora bien, ocurre que el siglo XVIII es particularmente interesante yaque durante esta poca la sociedad mapuche vivi un cierto florecimientodemogrfico, territorial y cultural.

    Esta concepcin flexible de la cronologa nos permitir realizar al-gunos saltos hacia atrs y hacia adelante en el tiempo; de esta manera,retrocederemos muchas veces hasta el siglo XVII puesto que es duranteeste siglo cuando se implementa el dispositivo espaol de contacto con losmapuches y porque la validez etnogrfica de las crnicas jesuitas del sigloXVII se extiende, en gran medida, hasta el siglo XVIII. En otras ocasiones,avanzaremos en el tiempo en la medida que algunos procesos iniciados enel siglo XVIII, como por ejemplo la expansin mapuche hacia el este, seprolongan en el siglo XIX y porque informaciones etnogrficas del siglo XXpermiten comprender mejor ciertos fenmenos observados en el siglo XVIII.

    La intencin es tratar de renovar el estudio del pasado de losmapuches abriendo una perspectiva ms antropolgica que supere la aproxi-macin nicamente histrica que generalmente ha prevalecido.

    Quines son los mapuches?

    En el siglo XVIII, los mapuches no son designados como tales. Engeneral, los observadores espaoles se limitan a llamarlos indios de la

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    tierra o indios de Chile. El trmino mapuche no aparece en la literatu-ra etnogrfica sino a fines del siglo XIX1 . Por otra parte, el trminoaraucano tampoco es utilizado en el siglo XVIII como trmino genricopara referirse al conjunto de los mapuches puesto que se reserva por logeneral para los habitantes de la provincia de Arauco2 , lugar de los pri-meros contactos y ms permanentes entre espaoles y mapuches. Es recinhacia fines del siglo XVIII cuando el trmino araucano se populariza enEuropa como trmino genrico3 y comienza a aplicarse en Chile al conjun-to de los grupos ubicados entre los ros Bo-Bo y Toltn, es decir, a loshabitantes de la Araucana4 .

    En consecuencia, entre dos trminos no contemporneos con la do-cumentacin, hemos elegido aqul que es reconocido hoy da por quienesson designados as como su verdadero nombre, es decir, mapuche.

    Una vez resuelto el problema del nombre, queda por resolver elproblema de las fronteras de esta unidad llamada mapuche. En efecto,existe una definicin mnima de los mapuches con la cual todos los auto-res pueden estar de acuerdo - aquella que los identifica como los habitantesde la Araucana, es decir, del espacio que tras replegarse al norte del Bo-Bo a fines del siglo XVI, los espaoles definieron como el permetro prin-cipal de su accin colonizadora, como el frente de conquista. Es entre losro Bo-Bo y Toltn donde se sita el centro histrico de los mapuchesconsiderados como los alter-ego5 de los espaoles. Sin embargo, estadefinicin mnima no da cuenta de la extensin real del territorio mapucheque se extiende, durante el siglo XVIII, mucho ms all de la Araucana.

    1 Es aparentemente Rodolfo Lenz (1895-1897; 1905-1910, p.477) quien introduce el trmi-no en la literatura etnogrfica.2 Parte del territorio mapuche, del cual Alonso de Ercilla (1981) hizo el teatro principal de supoema pico La Araucana, cuya primera edicin data de 1569.3 Es, al parecer, el Abate Molina (1795) quien difunde el trmino araucano en Europagracias a su Compendio de la Historia de Chile, cuya primera edicin en italiano fue publi-cada en Bolonia en 1787.4 Hay que precisar que el trmino Araucana no es utilizado en el siglo XVIII; se hablageneralmente de la Frontera o de la Frontera de Arauco. Se trata en el caso de los trmi-nos Arauco y araucano de un fenmeno de ampliacin terminolgica: dichos trminossirven en un primer momento para nombrar el territorio y los habitantes de una parte de laAraucana, posteriormente a toda la Araucana y sus habitantes.5 Utilizamos el trmino alter-ego como una manera de destacar el hecho que desde media-dos del siglo XVI los mapuches de la Araucana constituyen los enemigos y los interlocutoresprivilegiados de los espaoles, lo cual ha determinado el lugar central que ocupan en ladocumentacin histrica escrita.

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    Frente a la interrogante de saber si los huilliches de Valdivia, lospehuenches de los Andes y los aucas o moluches de la Pampa pueden serconsiderados mapuches, respondemos en trminos afirmativos. En efecto,es posible considerar a la totalidad de estos grupos como mapuches porcuanto constituyen con aquellos de la Araucana una unidad en trminoslingsticos y comparten, en gran medida, el mismo sistema simblico. Porotra parte, estos grupos participan de una misma dinmica social: se en-cuentran, se enfrentan, se confederan y se mezclan en zonas de convergen-cia situadas fuera del alcance de los espaoles, en los Andes y en la Pampa.

    Dicho lo anterior, no se puede dejar de sealar que una caractersti-ca importante distingue a los mapuches de las tierras bajas oesteandinas(llanos de la Araucana y Valdivia) de los grupos de los Andes y la Pampa;los primeros viven en casas slidas de madera y de paja, practican la agri-cultura y son ms bien sedentarios, en tanto que los segundos viven enhabitaciones de cuero, no son agricultores y son ms bien trashumantes.Sin embargo, no consideramos estas diferencias como suficientes para es-tablecer una distincin tnica puesto que ellas se explican por un procesode adaptacin ecolgica originado en un movimiento de expansin de losmapuches. En efecto, durante el siglo XVIII, los grupos de lengua mapuchede los Andes y de la Pampa son o bien migrantes mapuches que se instalande manera provisoria o definitiva en esas regiones, o bien grupos autctonosconvertidos o en proceso de convertirse en mapuches. Hay que considerarque existe durante esta poca un circuito de intercambios que relaciona, atravs de la Pampa y de los Andes, la costa atlntica con la costa pacfica;este circuito es controlado por los mapuches y pone en contacto a diversosgrupos que se desplazan para intercambiar. De esta manera, encontramosdurante el siglo XVIII en la Pampa, no solamente a grupos de pastorestrashumantes, sino igualmente a agricultores y crianceros sedentarios deChile que llegan con el fin de aprovisionarse de ganado.

    Los mapuches vistos por los historiadores

    Se debe sin duda a historiadores chilenos una renovacin de losestudios sobre los mapuches a partir de los aos 19806 . Sin embargo, loque ha interesado a estos historiadores es, en primer lugar, la sociedad chi-lena y no la sociedad mapuche. En efecto, la corriente de los estudios

    6 Relaciones fronterizas en la Araucana. Obra colectiva. Santiago: Universidad Catlica deChile. 1982, p.283.

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    fronterizos de la cual Sergio Villalobos es el principal exponente, ha abor-dado la problemtica de las relaciones entre la sociedad chilena y la socie-dad mapuche desde una perspectiva de fidelidad a los documentos, no paratomar la distancia necesaria y cuestionar las certezas de una documenta-cin elaborada con el objetivo de dominar al otro, sino para finalmentereafirmar la visin de progresin y de dominacin subyacente en la idea defrontera. En el fondo, la conclusin a que llega Villalobos es que durante elsiglo XVIII los mapuches ya no oponen una resistencia militar a los espa-oles, lo que equivaldra a una aceptacin de la dominacin poltica y cul-tural espaola; los mapuches se encontraran entonces insertos en una es-piral de prdida de identidad y de dependencia progresiva que se reflejaraen la aceptacin de elementos culturales y de productos de origen espaol.Villalobos percibe en las transformaciones de las manifestaciones de laviolencia y de la hostilidad, en la complejizacin de las relaciones inter-tnicas, el fin de la independencia de los mapuches7 . Ahora bien, lo queinteresa finalmente a Villalobos y a los historiadores de la frontera hispa-no-mapuche es comprender cul ha sido el rol de esta frontera en la forma-cin de la identidad chilena; estos autores se cuestionan acerca de la impor-tancia para la sociedad chilena de la relacin con los mapuches sin situarse enuna perspectiva verdaderamente intertnica, por lo cual los mapuches son msbien parte de la decoracin que actores relevantes de estos procesos.

    Partiendo de estos trabajos histricos centrados fundamentalmenteen el siglo XVIII, trataremos de invertir los trminos del problema. La ideaimplcita en estos trabajos es que a partir del momento en que disminuye laresistencia militar mapuche, que Villalobos sita hacia mediados del sigloXVII8 , comienza a concretizarse la dominacin espaola. Para estos auto-res, la multiplicacin de las relaciones pacficas debera convenir lgica-mente a la sociedad que es percibida como dominante; se tratara, desdeesta perspectiva, de un proceso gradual y progresivo que lleva poco a pocoa la sociedad indgena a entrar en la rbita de la sociedad colonial: la mul-tiplicacin de las relaciones creara las condiciones de una mayor dependenciaeconmica, poltica y cultural de la sociedad indgena en relacin con su cen-tro de gravedad. En esta lgica, el enfrentamiento militar se asocia a la idea deresistencia, y la relacin pacfica a la idea de aculturacin progresiva.

    El supuesto que gua estos trabajos histricos puede resumirse en lafrmula siguiente: cuanto ms contacto pacfico e intercambio exista entre

    7 Villalobos, 1982 a, 1985b y 1995.8 Villalobos, 1985a, p.15.

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    sociedad indgena y sociedad colonial, mayor es la prdida de independen-cia y de identidad de la primera en relacin con la segunda.

    Trataremos de demostrar en este trabajo que el supuesto anterior esfalso. Partiremos de la hiptesis contraria, es decir, que el desarrollo de loscontactos pacficos y la intensificacin de los intercambios aportaron a losmapuches una mayor independencia en relacin con los espaoles. Nosesforzaremos por mostrar que la frontera del Bo-Bo no desaparece por elhecho de que se transgreda, puesto que es ms bien una construccin ideo-lgica de la sociedad colonial que sirve para ocultar la riqueza de las rela-ciones sociales intertnicas surgidas de una situacin de fracaso de la colo-nizacin. En efecto, los espaoles designan como frontera a dos realidadesdiferentes aunque estrechamente ligadas: por una parte, el punto dondetermina la ocupacin efectiva del territorio agrcola de Chile y, por otra, elpermetro indgena adyacente, campo de accin del aparato militar-misio-nero. Ahora bien, en sus dos acepciones, la Frontera es considerada comoalgo provisorio que va a desaparecer a medida que el frente civilizadoravanza y se consolida; se tratara de un estado transitorio, de una etapaintermedia en la progresin del frente colonizador. Pero en realidad, detrsde la idea de frontera se oculta un tipo particular de articulacin entre so-ciedad colonial espaola y sociedad indgena en el que la primera no escapaz de imponer su dominacin a la segunda y se encuentra comprometi-da en una relacin de vecindad y de intercambio que perpeta el estanca-miento de su frente colonizador.

    Nos parece entonces que en el caso mapuche las relaciones socialesintertnicas juegan un rol que va ms bien en el sentido de un reforzamientode la independencia indgena que de la dependencia; creemos que esta hi-ptesis permite comprender mejor el florecimiento cultural, la expansingeogrfica y la vitalidad demogrfica que es posible percibir en losmapuches del siglo XVIII.

    Cabe precisar, por ltimo, que para Villalobos, el siglo XVIII es unperiodo en el cual domina la paz por sobre la guerra en las relacioneshispano-mapuches9 . Pero esta afirmacin se funda en una reconstruccin

    9 Guillaume Boccara (1996, p.17) ha destacado el hecho que esta dicotoma guerra/paz no essignificativa para una periodizacin de la relacin espaol/mapuche puesto que no se trata-ra del paso de un periodo de guerra a un periodo de paz sino que de un cambio en la lgicadel poder de la sociedad colonial chilena, cambio que este autor define, inspirado en lostrabajos de Foucault, como paso de un diagrama soberano a un diagrama disciplinario.

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    cronolgica hecha sobre la base de criterios nicamente militares, pues setrata de una contabilizacin y de una clasificacin de los enfrentamientoshispano-indgenas que no considera la multiplicidad de formas que puedentomar los actos de resistencia, de sus consecuencias polticas diversas y deldesplazamiento geogrfico de los frentes de conflicto.

    Los mapuches vistos por los antroplogos

    Sin duda, una de las debilidades de la aproximacin antropolgica ala sociedad mapuche ha sido la visin esttica tanto temporal como espa-cial de los mapuches, en la medida en que se ha considerado esta sociedadcomo inmvil en el tiempo o como totalidad cerrada y aislada en el espacio.

    Primeramente, se nota en los trabajos pioneros de fines del sigloXIX y principios del siglo XX10 un cierto gusto excesivo por el pasado, quese basa en la idea de que se viva una especie de edad de oro mapuche almomento de la conquista; estos trabajos conciben la historia de los mapuchescomo una larga marcha hacia la decadencia. Fieles a esta premisa e influi-dos por el evolucionismo predominante, estos autores se esfuerzan por re-coger y catalogar informaciones etnogrficas aprovechando la presenciade estos sobrevivientes de una cultura que consideran en vas de extin-cin11 . Uno de los defectos de estos trabajos es la mezcla de informacioneshistricas de diversas pocas con datos etnogrficos sin especificar las di-ferencias temporales y contextuales implcitas. Cabe destacar, sin embar-go, la validez y la riqueza de los datos recogidos en las obras monumenta-les de Toms Guevara12 y de Rodolfo Lenz13 , as como la precisinetnogrfica de trabajos menos ambiciosos y ms lingsticos de los misio-neros capuchinos Augusta14 y Moesbach15 .

    Posteriormente, a partir de los aos 1940, los mapuches comienzana despertar el inters de los antroplogos norteamericanos16 . Se trata en

    10 Medina, 1952b [1882]; Guevara, 1898; 1908 ; 1810 ; 1913 ; Latcham, 1915 ; 1924.11 Los ttulos de las obras de Guevara y de Latcham son bastante ilustrativos de esto: Guevaratitula su obra de 1913 Las ltimas familias y costumbres araucanas, Latcham se refiere a Laorganizacin social y las creencias religiosas de los antiguos araucanos en su obra de 1924.12 Guevara, 1989; 1908 ; 1910 ; 1922.13 Lenz, 1895-1897; 1905-1910.14 Augusta, 1907; 1916 ; 1934 [1910].15 Moesbach, 1973 {1930]; 1960 [1944].16 Hallowell, 1943; Cooper, 1963 [1946] ; Titiev, 1951 ; Faron, 1956 ; 1961.

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    este caso de trabajos iniciados desde una perspectiva comparativa cuyoobjetivo principal era verificar la validez de los modelos de parentesco enelaboracin en el marco del gran trabajo de registro y clasificacin de lasculturas indgenas llevado a cabo por Julian Steward17 . Louis Faron es sinduda el ltimo y ms destacado representante de esta generacin deantroplogos cuya obra puede ser dividida en dos partes: en primer lugar,aquella consagrada a la estructura social mapuche cuya problemtica giraen torno a la cuestin del parentesco18 y luego, aquella consagrada al siste-ma simblico donde el autor desarrolla ms profundamente el anlisis delculto a los ancestros y la cosmovisin mapuche19 . Podemos percibir queen la primera parte de la obra, Faron no logra avanzar mayormente en elanlisis de la estructura social debido a que los datos tienden a contradecircualquier tentativa de ajustar la sociedad mapuche a un modelo. Al contra-rio, en la segunda parte, Faron logra encontrar en el sistema simblico unaclave explicativa de la unidad de la sociedad mapuche; una sociedad quegracias al culto a los ancestros y a una valorizacin moral de la realidadfundada en la coexistencia del bien y del mal, elabora un sistema normati-vo que gua el comportamiento de los individuos. Es, adems, esta segun-da parte de la obra de Faron la que inspirar los trabajos posteriores deGrebe sobre la cosmovisin mapuche20 y aquellos ms recientes deDillehay21 y de Foerster22 .

    La crtica que se puede realizar a los trabajos de la primera genera-cin de antroplogos norteamericanos es que tienden a aislar a la sociedadmapuche del contexto histrico en el cual se ha desenvuelto, minimizandoo ignorando la importancia de la relacin histrica de los mapuches con elmundo hispano-criollo y presentando una sociedad autosuficiente, dondela relacin con el mundo exterior slo tiene una importancia limitada, se-cundaria y reciente.

    Nuestro trabajo se justifica entonces a partir de una doble crtica:por una parte, crtica a una aproximacin histrica que minimiza a la socie-dad mapuche al punto de reducirla a un apndice de la sociedad chilena y,por otra parte, crtica a una aproximacin antropolgica que asla en elespacio y en el tiempo a la sociedad mapuche hacindola ahistrica.

    17 Handbook of South America Indians, New York: Cooper Square, 1960 [1946].18 Faron, 1956; 1961 ; 1969 ; [1961].19 Faron, 1964.20 Grebe, 1972; 1973 ; 1974.21 Dillehay, 1990.22 Foerster, 1993.

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    Para completar este panorama de autores, resulta pertinente agregaralgunos comentarios sobre los trabajos franceses aunque se hace necesarioconstatar que los mapuches no han llamado mucho la atencin de la antro-pologa francesa. Aparte de un estudio de Mtraux sobre el chamanismomapuche23 , ha sido necesario esperar la dcada de 1980 para que comenza-ran a aparecer algunos trabajos sobre la temtica. Se trata fundamental-mente de algunas tesis de doctorado sobre la frontera hispano-mapuchedesde una perspectiva histrica24 entre las cuales cabe destacar la solidezdocumental y la calidad de las obras de Fernando Casanueva y de RalConcha y el esfuerzo de sntesis de Francisco Albizu Labb. Estos ltimosaos, se ha comenzado a plantear en algunos trabajos la cuestin de laidentidad mapuche y se revisitan los datos histricos; es el caso particu-lar de la tesis de Michle Arru25 y los trabajos de Guillermo Boccara26 .

    Cabe agregar por ltimo que a partir de los aos 1990, surge ms ntida-mente una generacin de intelectuales e investigadores mapuches que se proponenla construccin de un discurso histrico propiamente mapuche desde una pers-pectiva cultural interior e independiente de la historiografa chilena27 .

    Aculturacin, transferencias culturales e intercambio

    Si existe algo que pueda caracterizar a los mapuches y que les apor-te continuidad histrica, es paradjicamente su capacidad de cambiar, de

    23 Mtraux, 1967 [1942].24 Casanueva, 1981 ; Blancpain, 1983 ; Carvajal 1983 ; Albiz Labb, 1991 ; Concha,

    1997.25 Arrue, 1992.26 Boccara, 1998.27 Un ncleo importante se desarrollar en torno al Centro y revista Liwen en Temuco. Conposterioridad a la publicacin de la primera edicin francesa de este libro se ha consolidadoesta tendencia con los trabajos desarrollados por la Comisin de Trabajo Autnoma Mapuche(COTAM) en el marco de la Comisin de Verdad Histrica y Nuevo Trato que evacu suinforme al Presidente Lagos en 2003 y la reciente publicacin del libro `Escucha, winka!(Marimn, Caniuqueo, Millaln y Levil, 2006). En el plano de las publicaciones chilenasms recientes relativas a la historia mapuche cabe destacar la Historia de los antiguosmapuches del sur de Jos Bengoa (2003), el propio informe de la Comisin de VerdadHistrica y Nuevo Trato publicado por Jos Bengoa (2004), los trabajos aparecidos en laRevista de Historia Indgena de la Universidad de Chile. Una perspectiva ms interculturalha caracterizado las investigaciones realizadas tanto por el Centro de Estudios Socioculturalescomo por la Escuela de Antropologa de la Universidad Catlica de Temuco y publicadas enla revista Cultura-Hombre-Sociedad y en la obra colectiva Rostros y Fronteras de la Iden-tidad (Samaniego y Garbarini, comp., 2004)

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    metamorfosearse, de adaptarse. Esta capacidad de transformacin y adap-tacin ha sido percibida por los historiadores como un fenmeno de prdi-da de identidad o como un proceso gradual de subordinacin poltica. Deesta manera, nos encontramos con el problema de la interpretacin de laactitud de los mapuches frente a los espaoles, la que puede ser calificadade apertura y que se concretiza en la adopcin y en la adaptacin de nume-rosos elementos culturales de origen europeo como el caballo, el ganado,el cultivo de algunos cereales, los nombres propios, el vino y el aguardien-te, la platera y la vestimenta. Se ha definido dicho proceso de asimilacinde elementos culturales espaoles como un fenmeno de aculturacin, con-cepto que contiene la idea de dominacin, lo cual, a nuestro parecer, no sejustifica en este caso. En efecto, a pesar de las tentativas por dar al concep-to de aculturacin cierta neutralidad, en particular al tratar de definir diver-sos tipos o formas de aculturacin28 , el concepto conserva la idea de domi-nacin y de relacin de dependencia del indgena frente al europeo29 .

    Es por la razn anterior que la proposicin de Turgeon de utilizar elconcepto de transferencias culturales30 en lugar de aculturacin nos pa-rece apropiada para el caso mapuche. Para Turgeon, las transferenciasculturales se desprenden de una relacin de fuerza establecida entre aque-llos que intercambian para obtener bienes del otro con un fin deautoafirmacin31 . Esta puesta en relieve de la relacin de intercambio comomedio poltico para afirmar una identidad nos parece interesante ya que lascondiciones en las cuales se produce la adopcin de un elemento culturalson determinantes, sin duda, para comprender su repercusin social. Deesta manera, en un contexto de independencia poltica y territorial, aunquerelativa, como es el caso mapuche, la adopcin de elementos culturalesespaoles no conduce a una prdida de identidad ni a una subordinacinpoltica, sino ms bien al contrario, esta acomodacin cultural contribu-ye a la afirmacin de una identidad y otorga medios de resistencia en lamedida que alimenta una relacin de intercambio que en lugar de resolverla diferencia, la perpeta. Los mapuches reciben, pero tambin dan, acep-tan la presencia espaola mientras no ponga en peligro su independencia.Esta situacin es bastante diferente de aquella de los indgenas que se en-cuentran ligados por una relacin de trabajo (y no de intercambio) con lasociedad colonial, ya que dicha relacin no puede ser concebida sin la pre-

    28 Bastide, 1970 ; Wachtel, 1974.29 Turgeon, 1996a, p.12.30 Turgeon, 1996a, p.15.31 Turgeon, 1996a, p.15.

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    sencia fsica de quienes participan y que obligatoriamente conlleva uncontrol poltico y espacial ms estrecho por parte de la sociedad dominan-te. En una relacin de trabajo, la adopcin de elementos culturales espa-oles solamente puede ser vivida como una manifestacin suplementariade la relacin de dominacin.

    En la relacin de intercambio, por el contrario, si bien existe el de-seo de dominar al otro, la sociedad colonial slo constituye uno de los dostrminos de la relacin y se establece en las dos partes un margen de auto-noma. Nos parece que podra decirse del intercambio intertnico lo queSahlins, siguiendo a Mauss, dice de la reciprocidad en lo que l llama lassociedades primitivas:

    La reciprocidad es una relacin entre dos partes. Ella no inte-gra las partes en una unidad superior sino que, por el contrario, consolidasu oposicin y, al hacerlo, la perpeta [...] los grupos aliados en cambioconservan cada uno sus fuerzas o, al menos, la capacidad para usarlas32.

    En el caso mapuche, en la relacin de intercambio con la sociedadcolonial no se hace necesaria su incorporacin a las estructuras producti-vas y no implica la subordinacin al Estado colonial; en estas condiciones,la sociedad colonial no es capaz de controlar efectivamente la relacin yno le es posible aplicar los mecanismos de dominacin de que dispone. Porello, debe recurrir a la negociacin y al intercambio como nico mediopara ejercer cierta influencia sobre sus vecinos indgenas. Sin embargo, apesar de sus intenciones de dominacin, la sociedad colonial se encuentraen una relacin que no logra controlar completamente y que escapa de susmanos. De esta manera, en lugar de tender a una consolidacin de la rela-cin de dominacin, la relacin de intercambio la frena y la debilita, perpe-tuando de esta manera la frontera.

    Es sin duda debido a que los mapuches supieron conjugar prcticasagrcolas y economa pastoril que fueron capaces de conservar este tipo derelacin ya que en el contexto americano, las sociedades pastoriles logra-ron establecer cierta relacin de intercambio y autonoma con la sociedadcolonial. Estas sociedades se encontraron mejor dispuestas que las socie-

    32 La rciprocit est une relation entre deux termes. Elle ne dissout pas les partiesdistinctes au sein dune unit suprieure, mais, au contraire, conjugue leur opposition et,par l mme, la perptue [...] Les groupes allis par change conservent chacun leur force,sinon la disposition en user.[traduccin del autor] M. Sahlins, 1984, pp.222, 223.

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    dades agrcolas sedentarias a conservar mrgenes de independencia impor-tantes gracias a una mayor movilidad y a la produccin de bienes fcilmen-te transportables e intercambiables con los blancos: caballos, ganado, car-ne, pieles, lana.

    Es el intercambio en sus diversas formas lo que domina la fronterahispano-mapuche en el siglo XVIII, tanto cuando se hace la guerra comocuando se concerta la paz. La accin guerrera busca, de las dos partes, notanto conquistar el territorio del otro y eliminarlo fsicamente sino msbien apropiarse, de manera temporal o definitiva, de sus bienes de valor(animales, objetos, individuos).

    Por otra parte, los espaoles no pueden emprender ninguna formade contacto poltico o de accin evangelizadora sin la entrega de donaciones(alimentos, bebidas, objetos). De igual modo, las relaciones sociales infor-males y espontneas entre espaoles y mapuches se encuentran dominadaspor el intercambio y oscilan entre dos polos: uno pacfico, al que se lellama comercio, y otro violento, al que se le llama robo.

    Nos parece entonces que haber concebido la relacin espaol/mapuche en trminos de frontera en un sentido estrecho del trmino noha conducido a un buen conocimiento de la relacin. Muchas veces la fron-tera ha sido concebida como una no relacin (barrera infranqueable) ocomo una relacin nicamente negativa (lugar de enfrentamiento), demanera que cuando las relaciones intertnicas se complejizan, como es elcaso de la relacin hispano-mapuche del siglo XVIII, se supone que estarelacin denominada fronteriza est acabando; los contactos se multipli-can y no se plantean solamente en trminos negativos; se concluye enton-ces que comienza a haber dominacin de la sociedad colonial sobre la so-ciedad indgena, es decir, aculturacin. Nosotros rechazamos esta proposi-cin y sostenemos que es justamente la multiplicacin de los contactos conlos espaoles lo que entrega a los mapuches los medios para resistirlos, enparticular gracias a transferencias culturales recontextualizadas e incor-poradas al universo cultural indgena.

    A propsito de las fuentes

    Teniendo en cuenta el nmero considerable de documentos y traba-jos publicados que tienen relacin directa o indirecta con los mapuches,cuesta imaginar que puedan existir datos etnogrficos importantes que an

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    no hayan sido repertoriados. Las investigaciones bibliogrficas que se lle-varon a cabo en el marco de la preparacin de la tesis a partir de la cualsurge este libro muestran que las referencias ms importantes son limita-das, a pesar del trabajo de archivo considerable de algunos autores. Nues-tra propuesta ha sido tratar de utilizar mejor la documentacin publicadaen lugar de lanzarnos a largas bsquedas de documentos cuyo contenido,con toda probabilidad, no cambiara demasiado el conocimiento existentesobre los mapuches.

    A pesar de ello, llevamos a cabo un trabajo de archivo importante;una permanencia en Sevilla nos permiti consultar el Archivo de Indias yreunir documentacin administrativa en torno a tres temas: rebeliones in-dgenas, tratados de paz y misiones. Se trata de informes y expedientesenviados al Rey por los gobernadores y la audiencia de Chile. Este trabajode archivo pudo ser complementado con consultas especficas de los archi-vos chilenos y de la British Library en Londres.

    Con relacin a la documentacin publicada, nos fue posible consul-tar en las bibliotecas parisinas las principales colecciones chilenas y argen-tinas. Cabe destacar que los escritos jesuitas constituyen, por su calidadetnogrfica, la referencia fundamental. En efecto, los escritos jesuitas delsiglo XVII, aquellos de Luis de Valdivia, Alonso de Ovalle y, particular-mente, Diego de Rosales, como tambin el relato de cautiverio del militarFrancisco Nez de Pineda, constituyen los textos fundantes de la etnogra-fa mapuche, fuente de inspiracin y referencia principal de los autoresposteriores. En el siglo XVIII, sin considerar a los jesuitas, encontramosalgunos historiadores chilenos entre los cuales sin duda el ms importantees Vicente Carvallo por el detalle de las informaciones que entrega sobreacontecimientos en los cuales participara en tanto militar durante la segun-da mitad de ese siglo. A partir de los aos 1770, los informes franciscanosaportan mayor informacin sobre el trabajo misionero en la Araucana y enValdivia. Tambin cabe mencionar entre las fuentes del siglo XVIII, algu-nos relatos de viaje e informes administrativos; en primer lugar, el relatodel francs Freizer a principios de siglo, luego los informes del procuradorde la Audiencia de Santiago, J. Salas, y del gobernador M. Amat y Juinenta mediados de siglo y, finalmente, el informe del explorador de la rutatrasandina, Luis de la Cruz, a principios del siglo XIX. Respecto de losescritos jesuitas del siglo XVIII, hay que destacar la importancia de la his-toria de la Compaa de Jess atribuida errneamente al padre Miguel deOlivares y los trabajos lingsticos y etnogrficos de los padres Havestadty Febres.

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    Este libro est divido en cuatro grandes partes que no constituyensecuencias cronolgicas sino unidades temticas.

    La primera parte se compone de dos captulos y permite situar a losmapuches en trminos histricos y sociolgicos. El primer captulo consti-tuye una sntesis histrica que permite comprender los cambios vividospor los mapuches en las actividades productivas, la ocupacin del territo-rio y las relaciones con sus vecinos del este. En el segundo captulo sepresentan elementos de la organizacin social que permiten determinar lamanera de actuar frente a los espaoles; se trata principalmente de un siste-ma con diversos niveles de agrupamiento social en el cual cada nivel cons-tituye un conjunto poltico-ritual y no necesariamente una comunidad deresidencia.

    En la segunda parte se analizan los momentos ms significativos dela relacin hispano-mapuche del siglo XVIII, fundamentalmente las tenta-tivas de dominacin espaolas y las reacciones indgenas. Nos situamos enesta parte ms bien del lado espaol de la frontera con el fin de comprendermejor la dificultad que encuentran los espaoles del siglo XVIII para hacerfrente a los mapuches; mostramos cmo se alternan la hostilidad y la nego-ciacin en la relacin espaol/mapuche constituyndose prcticamente enun sistema formalizado.

    En la tercera parte se analizan los diversos aspectos de la relacinhispano-mapuche: parlamentos, guerra, misiones y comercio. Se trata demostrar de qu manera estos diversos aspectos tienden ms bien alreforzamiento que al debilitamiento de la autonoma mapuche y de ver enqu medida dichos aspectos se encuentran inmersos en una lgica del in-tercambio que aporta medios de resistencia a los mapuches.

    Por ltimo, la cuarta parte es una interpretacin respecto de cmolos mapuches del siglo XVIII conciben sus relaciones con el mundo espa-ol. Analizamos las manifestaciones de una cierta lgica bipolar presentetanto en la organizacin poltica como en la cosmovisin mapuche del si-glo XVIII, y mostramos, adems, en qu medida esta lgica posibilita queel espaol se integre al mundo mapuche sin destruirlo.

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    PRIMERA PARTE

    LOS MAPUCHESEN EL CONTEXTO COLONIAL

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    CAPTULO I

    LOS MAPUCHES YSU TERRITORIO

    EN EL CONTEXTO COLONIAL

    1. Los mapuches y su territorio, algunas precisiones

    Que los mapuches o araucanos1 no hayan ocupado siempre el mis-mo territorio es un problema que alimenta desde hace tiempo las polmi-cas sobre la manera de definir a los mapuches o araucanos y su territorio.Estas polmicas se han visto complicadas por las diferencias terminolgicasutilizadas en diferentes pocas para designar a diversos grupos, diferenciasque son producto de simples distinciones geogrficas o de particularidadesculturales ms o menos significativas.

    Se suma a lo anterior que los autores que se han interesado en lahistoria de los mapuches, en particular aquellos de fines del siglo XIX y deprincipios del siglo XX, lo han hecho muchas veces considerndolos mscomo sobrevivientes de una raza y una cultura arcaica que como actoreshistricos de pleno derecho. En este sentido, ha despertado mayor intersel origen o las formas ms puras de la cultura que los cambios vividos alo largo de siglos de contacto con el mundo espaol2.

    1 Se utilizarn los trminos mapuche y araucano como sinnimos, con una preferencia por eltrmino mapuche tal como lo hemos precisado en la introduccin ya que corresponde a laautodefinicin actual del pueblo indgena estudiado aqu. Recordemos que el trmino mapuchees poco utilizado antes del siglo XIX.2 Entre los pioneros de este tipo de estudios, hay que sealar a: Jos Toribio Medina, Losaborgenes de Chile [1 ed. 1882], Santiago: Fondo Medina, 1952(b); Toms Guevara, His-toria de la Civilizacin de Araucana, Santiago: Imp. Cervantes, 1898; Ricardo Latcham, Laorganizacin social y las creencias religiosas de los antiguos araucanos, Santiago: Imp.Cervantes, 1924.

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    Con el fin de evitar ambigedades, comenzaremos aportando algu-nas precisiones preliminares.

    En primer lugar, hay que sealar que el territorio de los mapuchesdel perodo llamado histrico - aqul que comienza con la llegada de losespaoles - se sita, grosso modo, al sur del ro Bo-Bo3 . Esto no significaque los indgenas que vivan al norte del Bo-Bo al momento de la llegadade los espaoles no puedan ser considerados como mapuches; no se trataen este caso de un lmite propiamente tnico, al menos en un comienzo,sino de un lmite poltico que da cuenta del proceso vivido por estos ind-genas del norte del Bo-Bo, los que fueron integrados progresivamente alas estructuras coloniales y quienes, aunque lograron conservar cierta iden-tidad tnica y lingstica, formaron parte del territorio bajo domino espaol.

    Conviene precisar, en todo caso, que antes de la llegada de los espa-oles hacia la mitad del siglo XVI, el rea lingstica y cultural identifica-ble como mapuche cubra la totalidad de las tierras bajas frtiles de Chile.Los grupos situados en el Chile central, sin embargo, estaban siendo incor-porados al imperio inca. De esta manera, a la llegada de los espaoles exis-ta ya una diferenciacin entre los grupos bajo influencia inca, principal-mente aquellos que vivan al norte del ro Maule, y los grupos ms meri-dionales que parecan, a los ojos de los espaoles, como ms guerreros ydifciles de someter.

    Dicho lo anterior, resulta difcil establecer las fronteras del territo-rio mapuche del periodo histrico fuera del lmite con el reino de Chile.Hay que precisar que abordamos aqu una cuestin muchas veces dejadasin respuesta por los araucanistas, que se podra resumir en la siguientepregunta:

    Se limitaba el territorio mapuche a la Araucana (territorio com-prendido aproximadamente entre el ro Bo-Bo por el norte y el ro Toltnpor el sur), o bien se extenda ms al sur y ms al este?

    La respuesta a esta pregunta depende de si se considera o no comomapuches a los grupos mapuchehablantes vecinos de los mapuches de laAraucana: estamos ante un problema de utilizacin de etiquetas o

    3 El Bo-Bo sirve de punto principal de referencia pero en realidad hasta los primeros dece-nios del siglo XVIII, el territorio bajo control mapuche se extenda hasta el ro Claro ycomprenda la totalidad de la Isla de la Laja.

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    etnnimos que sirven para designar a los grupos tnicos. Segn la utiliza-cin que historiadores y antroplogos han hecho del trmino mapuche,existen dos posibilidades:

    - La primera consiste en considerar mapuche a la totalidad de losgrupos indgenas hablantes de la lengua mapuche (mapudungun). Este esel sentido dado al trmino por Rodolfo Lenz a fines del siglo XIX en susEstudios Araucanos4 .

    - La segunda posibilidad es considerar mapuche solamente a losgrupos de la Araucana. Esta eleccin se explica por razones histricas,puesto que los mapuches de la Araucana constituyeron durante el perodocolonial el ncleo demogrfico indgena ms importante de Chile. Por estehecho, se convirtieron en los interlocutores privilegiados de los espaoles,los ms conocidos y los ms prximos. Refirindose a este ncleo mapuchede la Araucana, el Abate Juan Ignacio Molina populariz en Europa eltrmino araucano en los aos 17805 .

    Entre estas dos posibilidades, hemos escogido la primera, es decir,considerar mapuches a la totalidad de los grupos indgenas hablantes delmapudungun de Chile, de los Andes y de Argentina.

    En estos trminos, determinar con precisin las fronteras indge-nas del territorio mapuche adquiere mayor complejidad puesto que si bienes cierto que el ncleo ms conocido de los mapuches de la poca colonialhabitaba en la Araucana, no es menos cierto que una parte de los mapuchesocupaban igualmente las tierras bajas oeste-andinas hasta el archipilagode Chilo y que vivieron un formidable proceso de expansin hacia el este,en primer lugar hacia los Andes y, posteriormente, hacia la Pampa y elnorte de la Patagonia.

    2. Los mapuches de Chile, entre agricultores y pastores

    Los mapuches han sido considerados tradicionalmente como un

    4 Rodolfo Lenz, 1895-1897. En su diccionario etimolgico (1905-1910, p.477), Lenz preci-sa: Mapuche: as se nombran los indgenas que en Chile se les llama generalmente araucanosy en Argentina pampas.5 Abate Juan Ignacio Molina, Compendio de la Historia Civil del reyno de Chile: Partesegunda, Madrid: Antonio de Sancha, 1795 [1787], p.13.

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    pueblo de agricultores6 . Originarios de las tierras bajas frtiles de Chile,contaban con ciertos valles y llanos muy productivos, como la regin delro Imperial7 .

    Sin embargo, en los ltimos aos, se ha insistido sobre todo en elcarcter reducido y reciente de las prcticas agrcolas de los mapuches delperiodo prehispnico. Se ha hablado de estadio proto-agrcola8 o de agri-cultura incipiente9 . Dillehay prefiere hablar de tcticas de horticultura yde agricultura de roza combinadas con actividades de pesca, caza y reco-leccin practicadas por un poblacin reunida en pequeos ncleos ms omenos permanentes que cultivan el maz, la papa, las habas, las calabazas,el madi10 , el aj, la quinoa y algunas otras hortalizas11 .

    Me parece importante aclarar que este carcter reducido y nodominante de las prcticas agrcolas de los mapuches pre-hispnicosno es necesariamente una manifestacin de una adopcin reciente deestas tcnicas de cultivo sino, quizs, la manifestacin de una adapta-cin de estas tcnicas a un medio ecolgico que presentaba otras posi-bilidades. Es interesante en este aspecto comprobar que, hasta el mo-mento del confinamiento definitivo de los mapuches en reducciones(en el sentido moderno de este trmino) en el ltimo cuarto del sigloXIX, las prcticas agrcolas no pueden ser consideradas como domi-

    6 As por ejemplo Latcham (1924, p.28) afirma que los mapuches practicaban una agricultu-ra intensiva.7 La descripcin que hace el conquistador Pedro de Valdivia en 1551 del rea costera del roImperial hace pensar en un agricultura floreciente, dice: Es toda un pueblo e una sementeray una mina de oro, y si las casas no se ponen una sobre otras, no pueden caber en ella msde las que tiene: prspera de ganado como lo de Per, con una lana que le arrastra por elsuelo: abundosa de todos los mantenimientos que siembran los indios para sus sustentacin,aj como maz, papas, quinoa, mare, aj y frijoles [...] .8 Jos Bengoa (1985, p.17) afirma: Los mapuches se encontraban en un estadio de desa-rrollo proto-agrario, esto es, conocan la reproduccin de ciertas especies vegetales en pe-quea escala, pero no haban desarrollado an una agricultura propiamente tal. Idea tam-bin compartida por Carlos Aldunate (1982, p.70), quien precisa: El hecho de que a media-dos del siglo XVI el mapuche ya conozca una media docena de cultigenos y les de denomina-cin propia en su lengua, no significa necesariamente la prctica de una actividad agrcolapermanente, ni menos sedentaria.9 Para Villalobos (1995, p.27) al momento de la llegada de los espaoles, los mapuches eranagricultores y ganaderos incipientes que haban abandonado la vida nmade en una poca nomuy lejana. Rodolfo Casamiquela (1996, p.161) define los mapuches como cultivadoressemi-sedentarios que utilizan tcnicas agrcolas relativamente primitivas.10 Madi: Planta melosa de cuyo grano los mapuches extraan una especie de aceite (Cf. RodolfoLenz, 1905-1910, p.461).11 Tom Dillehay, 1990, pp.38, 39.

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    nantes (en relacin con la ganadera), y es solamente despus de esteconfinamiento forzado que ellos se transforman en verdaderos campe-sinos12 .

    Esta diversificacin no agrcola de los mapuches ha sido, sin duda,condicionada por las particularidades de su territorio. En efecto, lo quecaracteriza a las tierras bajas hmedas del sur de Chile no es necesaria-mente la existencia de amplias praderas como podra darlo a entender elnombre de llanos que le dieron los espaoles sino la coexistencia de estastierras bajas con masas montaosas longitudinales bastante altas (la Cordi-llera de los Andes y la Cordillera de la Costa) y algunas prolongacionestransversales de estas cadenas. Se trata entonces de un territorio con varia-ciones sensibles de altitud y muchas veces entrecortado por importantescursos de agua ms o menos torrentosos y profundos.

    Estas condiciones ecolgicas permiten llegar rpidamente a diver-sos pisos ecolgicos. Por ejemplo, sobre la planicie costera de laAraucana, recorriendo algunas decenas de kilmetros, es posible despla-zarse desde el litoral hasta las altas montaas de la cordillera de Nahuelbuta.De la misma manera, en el valle central de la Araucana, se puede llegarfcilmente en direccin oeste a la vertiente oriental de las montaas deNahuelbuta y en direccin este a los contrafuertes andinos.

    El litoral por una parte, la cadena andina por otra y en medio unacadena costera bastante elevada (Nahuelbuta) permitan entonces, sin duda,a los habitantes de la Araucana aprovechar los recursos agrcolas y mari-nos de las bajas tierras interiores y litorales as como tambin las posibili-dades de la caza y la recoleccin en las altas montaas, en particular larecoleccin del pin, fruto de la araucaria (araucaria imbricata), conferade altitud que era abundante en la cordillera de Nahuelbuta y sobre la ver-tiente occidental de los Andes meridionales.

    Por consiguiente, sera posible interpretar el grado limitado de lasprcticas agrcolas en los mapuches pre-hispnicos, no en trminos de unretraso o de un mal conocimiento de las tcnicas agrcolas, sino msbien en trminos de una eleccin tecnolgica hecha en un contexto ecolgicoparticular.

    12 Para Guevara (1908, p.186) el predominio de la ganadera por sobre el cultivo de cerealesse manifiesta desde el siglo XVI y perdura hasta la subordinacin definitiva de los mapuchesen 1882.

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    Esta tendencia a la diversificacin ms que a una especializacinagrcola de los mapuches se ver confirmada posteriormente durante elperiodo colonial, y ello a pesar de las acciones de los espaoles tendientesa integrar a los mapuches a las estructuras de dominacin ligadas profun-damente a la agricultura. De esta manera, por ejemplo, la tentativa del si-glo XVI de reducir a los mapuches al rgimen de encomiendas (distribu-cin de los indgenas entre los propietarios espaoles) no lleg a crear alsur del ro Bo-Bo zonas de explotacin agrcola ligadas a la economacolonial. Posteriormente tampoco hubo un contagio de las prcticas agr-colas europeas y los mapuches lograron no ser muy dependientes de laagricultura.

    En realidad, los mapuches del perodo colonial practicaron una agri-cultura de subsistencia limitada a la produccin de algunas hortalizas des-tinadas al consumo interno de las unidades domsticas. Se abocaron demanera mucho ms importante a la crianza de ganado y a la fabricacin detejidos (ponchos). Parte del ganado y de los tejidos producidos fue destina-da al intercambio y constituy una fuente importante de riqueza y de pres-tigio, no as el cultivo de la tierra.

    Hay que decir que esta no especializacin agrcola de los mapuchesdel perodo colonial est en estrecha relacin con las posibilidades ofreci-das por la adopcin del ganado europeo: equino, bovino y ovino. En efec-to, antes de la llegada de los espaoles, la crianza de camlidos, los hueques(weke) (posiblemente llamas), era bastante reducida y destinada principal-mente a los rituales. La adopcin del ganado europeo, que se difundi muyrpidamente, permiti la crianza a una escala mucho ms amplia. De estamanera, la crianza de ovejas conllev el desarrollo de una industria textilgracias a la produccin importante de lana. La adopcin del caballo cam-bi profundamente la manera de desplazarse y de hacer la guerra, y la crianzade vacunos ayud de manera significativa al desarrollo de las relaciones deintercambio intertnicas.

    Cabe precisar que esta alternativa pastoril que se abri con la adop-cin del ganado europeo fue reforzada por la presin militar ejercida porlos espaoles principalmente durante los siglos XVI y XVII. Efectivamen-te, en esta poca, la accin militar de los espaoles empuj a los mapuchesno a la sedentarizacin sino a una especie de trashumancia entre las tierrasbajas agrcolas y las zonas de refugio montaosas. Frente a las expedicio-nes militares estivales de los espaoles para cazar esclavos o para apro-piarse de las cosechas o destruirlas, los mapuches reaccionaron abando-

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    nando sus tierras de cultivo para replegarse en las zonas montaosas dedifcil acceso, en las que podan sobrevivir gracias al pastoreo, la caza y larecoleccin.

    Hay que sealar, por ltimo, que los factores histricos surgidosde la presencia espaola deben ser relacionados con los factores ms es-tructurales, que muestran cierta continuidad de la organizacin social ypoltica de los mapuches. Se trata del carcter difuso de la ocupacin delsuelo, de una tendencia centrfuga a la dispersin de las unidades de resi-dencia. Se podra decir que las premisas de los mapuches eran (y son toda-va) evitar a toda costa la concentracin espacial: ni pueblos ni ciudadesen su territorio.

    De esta manera, durante el siglo XVIII, estamos en presencia de unsistema particular de la ocupacin del suelo de las tierras bajas hmedas yfrtiles del sur del Bo-Bo. Los mapuches viven de manera dispersa tantoen los llanos de gran productividad agrcola como en los valles y terrenosaccidentados de las vertientes montaosas. Practican tanto una agriculturay un pastoreo sobre terrenos abiertos como una agricultura reducida a cla-ros de bosque y un pastoreo trashumante. Durante el verano (diciembre amarzo), seco y templado, se desplazan generalmente hacia las montaas,emprendiendo a veces largos viajes de carcter comercial o guerrero; eninvierno (junio a septiembre), lluvioso y fro, se quedan acantonados ensus tierras. Pero las elecciones no son uniformes, existe una diversidad derespuestas posibles que depende de las circunstancias histricas y de lasparticularidades del territorio de cada grupo.

    Vicente Carvallo da alguna informacin a propsito de las particu-laridades regionales de los ltimos decenios del siglo XVIII. Sobre el Lafken-vutanmapu (planicie costera de la Araucana), seala que la produccin depapas era mayor que la de trigo y cebada y que el ganado bovino y ovinoera muy bien engordado13 , pero en la parte norte (entre Colcura y Arauco),donde la franja costera es montaosa, no se practicaba la agricultura y,aparte de la engorda de animales, la pesca constitua un recurso importan-te14 . El sector de la Araucana situado entre los ros Imperial (Cautn) yToltn era el ms frtil y en la costa la pesca era abundante15 .

    13 Vicente Carvallo Goyeneche, Descripcin histrico-jeogrfica del reino de Chile: Segun-da parte, CHCh vol. 10, 1876, p.170.14 Carvallo, CHCh vol. 10, 1876, p.172.15 Carvallo, CHCh vol. 10, 1876, p.172.

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    En cuanto al Lelfn-vutanmapu (llano interior de la Araucana),Carvallo seala que los indgenas se haban alejado de las proximidadesdel Bo-Bo y que los vecinos de Santa Juana y Nacimiento aprovechaban,en tiempos de paz, este territorio para la crianza de sus ganados y el cultivodel trigo. El autor seala igualmente la existencia de bosques de araucariassobre las montaas de Nahuelbuta, que producan el pin de manera abun-dante16 . En cuanto a la jurisdiccin de Valdivia, Carvallo precisa que elterritorio situado entre los ros Toltn y Bueno era poco cultivado pues erams montaoso y lluvioso. Sin embargo, en las proximidades del ro Bue-no, donde el territorio es ms plano, se cultivaba el trigo, la cebada y lashortalizas en abundancia; tambin se criaban fcilmente caballos, vacas yovejas17 .

    Otros testimonios del siglo XVIII dan algunos detalles (a veces con-tradictorios) sobre las prcticas agrcolas mapuches, pero sin precisar lasdiferencias regionales. As por ejemplo, el padre Miguel de Olivares sea-la hacia 1768 en su historia de Chile que los cultivos de los indgenas eranmuy reducidos. Segn Olivares, sembraban trigo, cebada y un poco de mazy solamente algunos cercaban sus cultivos con cierres muy dbiles18. Lascosechas eran puestas a disposicin de todos los miembros de la familia;servan igualmente para alimentar a las aves de corral. Para Olivares, elganado no preocupaba mucho a los indgenas, quienes lo dejaban en com-pleta libertad. La movilidad del ganado se vea acentuada, segn este au-tor, por los numerosos robos y por la costumbre de los indgenas de pa-gar las mujeres en ganado19 lo que provocaba su desplazamiento a lu-gares muy distantes20 .

    Fray Sors, contrariamente al jesuita Olivares, sealaba hacia 1780que los mapuches sembraban mucho maz, papa, habas, arvejas, pero pocotrigo21 .

    El obispo Marn, en su informe de 1784, seala la escasa extensinde los cultivos. Destaca, sin embargo, la utilizacin del arado de bueyes

    16 Carvallo, CHCh vol. 10, 1876, p.176.17 Carvallo, CHCh vol. 10, 1876, p.179.18 Ellos sembraban cuatro a seis almudes de trigo y cebada. Miguel de Olivares, Historiamilitar, civil y sagrada de Chile, CHCh vol.4, 1864, p.63.19 Miguel de Olivares, CHCh vol.4, 1864, p.63.20 Miguel de Olivares, CHCh vol.4, 1864, p.63.21 Fray Antonio Sors, Historia del Reino de Chile, situado en Amrica Meridional, RChHG,n43, 1921, p.184.

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    para el trabajo de la tierra gracias a los bueyes que ellos obtienen de losEspaoles en contraparte de sus ponchos22 . El arado indgena era com-pletamente de madera; utilizaban igualmente el azadn y las palas he-chas de hueso de animal o de madera dura23 .

    Carvallo tambin seala la utilizacin del arado de bueyes con unapunta de madera y no metlica (a diferencia del prototipo europeo)24 . Otrareferencia de fines del siglo XVIII y principios del XIX seala la utiliza-cin de piedras afiladas que servan de punta al arado de bueyes25 .

    En cuanto a la organizacin del trabajo agrcola, Carvallo sealaque los hombres se dedicaban solamente al trabajo de preparacin de latierra, en tanto que las mujeres se ocupaban de la siembra, la limpieza, lacosecha y el transporte de los cultivos26 . Se seala tambin el sistema deminga para las actividades agrcolas27 . En este sistema de trabajo, se retri-bua con una fiesta, con comida y con bebida el trabajo proporcionado porun gran nmero de individuos (amigos o parientes); este sistema era utili-zado en particular para la construccin de viviendas (rukatun)28 .

    3. La presencia mapuche en los Andes

    La presencia mapuche en los Andes puede ser considerada como laprimera etapa de un proceso de expansin hacia el este que comienza pro-bablemente en forma paralela con la llegada de los espaoles a Chile. Estapresencia se puede detectar gracias a tres procesos ms o menos simult-neos: en primer lugar, la desaparicin progresiva de los antiguos habitan-tes de los Andes, los puelches (pwelche), cazadores de guanacos; en se-gundo lugar, la expansin progresiva de los grupos recolectores del pi-n, los pehuenches (pewenche), que se convierten (si no lo fueron siem-pre) culturalmente en mapuches; por ltimo, en tercer lugar, la expan-

    22 Francisco Jos Marn. Relacin de las misiones del obispado de la Concepcin de Chi-le en: W. Hanish, Historia, vol.25, 1990, p.142.23 Francisco Jos Marn, 1990, p.142.24 Carvallo, CHCh vol. 10, 1876, p.160.25 Thaddaeus Peregrinu Haenke, Descripcin del reyno de Chile, Santiago: Nacimiento, 1942,p.129.26 Carvallo, CHCh vol. 10, 1876, p.160.27 Fray Francisco Sors, RChHG, 1921, n43, p.184.28 Andrs Febres, Arte de la lengua general del reyno de Chile, Lima: calle de la Encarna-cin, 1765, p.624.

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    sin quizs menos antigua y ms rpida de otros grupos andinosculturalmente mapuches situados al sur de los pehuenches, los huilliches(williche).

    3.1 La desaparicin progresiva de los puelches

    Al momento de la llegada de los espaoles a Chile hacia mediadosdel siglo XVI, los mapuches no ocupaban la regin andina. Por el contra-rio, hacia fines del perodo colonial (principios del siglo XIX) los habitan-tes de esta regin, pehuenches y huilliches, pueden ser considerados comomapuches. Se produce entonces entre los siglos XVI y XVIII un procesode progresiva desaparicin de los antiguos habitantes de los Andes, caza-dores al arco no tejedores.

    Los antiguos habitantes de los Andes eran los puelches, trminoproveniente de la lengua mapuche que quiere decir salvajes29 . Estospuelches ocupaban los valles andinos vecinos de las bajas tierras chilenas.A diferencia de los mapuches, los puelches no practicaban la agricultura,ni el pastoreo, ni el tejido. Se trataba de pequeas bandas de cazadores alarco nmades especializadas en la caza del guanaco (luan) y del and(choike). De la piel del guanaco fabricaban sus vestimentas, los llunques -grandes mantas hechas de pedazos de piel cosidos firmemente con tendo-nes. Obtenan igualmente de la piel del guanaco el recubrimiento para sushabitaciones. Del and, recuperaban las plumas que intercambiaban conlos mapuches, al igual que los llunques, por maz y otros alimentos produ-cidos en las tierras bajas de Chile30 .

    Los puelches no solamente mantenan intercambios comerciales conlos mapuches, sino tambin relaciones de hostilidad. Segn Gernimo deVivar (1558), los puelches eran muy belicosos y guerreros; aprovecha-ban sus bajadas estivales hacia los valles de Chile para hacer sus intercam-bios pacficos y realizar sus razzias31 .

    Entre la serie de elementos que aparecen como propios de lospuelches de los Andes y que permiten diferenciarlos claramente de losmapuches, hay que sealar una especie de tocado donde llavaban las fle-

    29 Ver Febres, 1765, p.603.30 Gernimo de Vivar, Crnica y relacin copiosa y verdadera de los Reinos de Chile (1558),Berlin: Colloquium Verlag, 1979, pp.163, 164.31 Gernimo de Vivar, 1979, p.164.

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    chas, tanto en el siglo XVI como en el siglo XVII32 , la pintura de sus cuer-pos y de sus caras33 , y sus caractersticas anatmicas que los hacan pare-cer ms corpulentos y grandes que los mapuches, con ojos pequeos yalargados y una abundante cabellera34 . Las crnicas del siglo XVI presen-tan a los puelches como los principales ocupantes de los valles andinoslimtrofes de las tierras bajas, tanto en Chile central como en el sur, enVillarrica, Valdivia y Osorno35 .

    Hacia mediados del siglo XVII se puede observar una primera evo-lucin de esta situacin. En efecto, en esta poca las fuentes espaolascomienzan a hacer referencia a la existencia de un segundo grupo andinoque cohabita con los puelches, principalmente en la regin andina en losbosques de araucaria (del lago Laja al sur); se trata de los pehuenches36 .

    Por otra parte, en la misma poca, encontramos tambin referenciasde cierta influencia lingstica de los mapuches sobre los grupos puelchesdel sur de la Araucana. Estas informaciones son aportadas por Diego deRosales cuando relata su expedicin donde los puelches de Epulafqun,hacia 1651, en la regin andina al sur de Villarrica. En esta poca, estospuelches eran perseguidos por los pehuenches y los soldados espaoles delfuerte de Boroa (ro Cautn) quienes los capturaban para convertirlos enesclavos. Durante un encuentro que Rosales sostuvo con los puelches deEpulafqun, su jefe, Malopara, se expresa indistintamente en legua mapuche(lengua de Chile, dice Rosales) y en lengua puelche. Malopara hablaba enlengua mapuche con el intrprete de Rosales y en lengua puelche con lossuyos. Rosales seala que las dos lenguas eran completamente distintas;Malopara era entonces bilinge37 .

    32 Esta especie de tocado, que serva para llevar las flechas, est hecho de largos hilos de lanade diversos colores recubiertos por una hebra de fibra vegetal que se enrolla en torno a lacabeza. Descripciones de este tocado en: Vivar para el ao 1558 (1979, p.16); FranciscoNez de Pineda y Bascuan hacia 1660 (Mario Orellana 1992, p.39) y Diego de Rosalespara los aos 1641 y 1651 (1989, pp.1128 y 1337).33 Diego de Rosales, 1989, pp.1336, 1337.34 Diego de Rosales, 1989, p.133. Por otra parte, el informe del gobernador Amat y Juinent(RChHG, 1927, n57, p.424) firmado en 1760 presenta a los puelches en los siguientestrminos: Son gente membruda, de muy pequeos ojos y quasi sin frente descubierta por elmucho y recio cabello que les nace a manera de crines.35 Mario Orellana (1992, p.42) ha estudiado con detalle estas fuentes de informacin delsiglo XVI y no encuentra otra denominacin para referirse a los habitantes de los Andes quela de puelche. El trmino pehuenche no aparece empleado en el siglo XVI.36 Diego de Rosales, 1989, p.1128; Mario Orellana, 1992, p.43; Sergio Villalobos, 1989, p.34.37 Diego de Rosales, 1989, p.1337.

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    Posteriormente, durante la primera mitad del siglo XVIII, lospuelches aparecen en retroceso en relacin al hbitat que se les atribuye enel siglo XVI; ocupan en esta poca solamente la vertiente oriental de losAndes, en tanto que los pehuenches ocupan los valles interandinos y lavertiente oeste. As por ejemplo, el relato del viajero Frazier de 171238

    hace referencia a puelches que se encuentran en las montaas andinas yque intercambian ganado con los espaoles de Concepcin. Con el fin dellevar el ganado hacia Chile deban atravesar el valle de Tapatapa (Tra-pa-Trapa), territorio de los pehuenches. Los pehuenches que ocupaban losbosques de araucarias situados en la vertiente occidental de los Andes seencontraban aparentemente entonces en una posicin intermedia entre lospuelches y los habitantes de las tierras bajas de Chile, posicin estratgicapara los circuitos de intercambios interandinos39 .

    Por otra parte, el relato de Gernimo Pietas de 192940 nos daprecisiones sobre la situacin de los puelches en el primer cuarto delsiglo XVIII. Pietas sita en esta poca el hbitat de los puelches sobrela vertiente este de los Andes entre las montaas de Payen por el nortey el lago Nahuelhuapi por el sur, sobre una extensin de 150 leguas.Pietas estimaba el nmero total de puelches en solamente 500 indivi-duos distribuidos en 13 grupos de alrededor 40 personas41 . TambinPietas haca ver las diferencias que continuaban existiendo entre lospuelches y los mapuches. l seala, en particular, que los puelches eranms grandes y ms salvajes que los pehuenches y los mapuches deChile, a tal punto que los mismos pehuenches los llamaban gentes ig-norantes (quimnolucho)42 .

    Segn Pietas, estos puelches se desplazaban continuamente en sus

    38 M. Frezier. Relation du voyage de la mer du Sud aux ctes du Chily et du Perou, Paris:Nyon, Ganeau et Quillau, 1716, p.69.39 En el relato que hace el Padre Antonio Machoni en Medina, 1965, vol.2, p.400) de laobra misionera del Padre Juan Jos Guilelmo, seala que el Padre Nicols Kleffer habacomenzado la conversin de los pehuenches hacia 1701-1702 (misin de Cule-Lolco)porque esta regin era la puerta de entrada para penetrar donde los Puelches y dondelos otros indios que habitaban el espacio que se extenda hasta el Estrecho deMagallanes. En 1700 el cura Rivera inicia esta misin de Cule-Lolco haciendo unparlamento con los pehuenches en el cual participan igualmente algunos puelches (Cf.Sergio Villalobos, 1989, p.81).40 Gernimo Pietas, Noticias sobre las costumbres de los Araucanos (11 de junio de 1729),Gay 1, 1846.41 Gernimo Pietas, Gay 1, 1846, pp.500, 501.42 Pietas, Gay 1, 1846, pp.500, 501.

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    caballos en busca de andes, guanacos y otras presas que cazaban graciasal arco y al laque. Transportaban consigo sus habitaciones muy coloridas,hechas de piel de yegua43 cosida con fibras musculares. Los puelches lle-vaban como nico vestido una manta hecha de pedazos de piel de guanacoo jaguar cosidos de manera muy resistente. Hombres y mujeres se maqui-llaban completamente la cara con tinturas de diversos colores44 .

    Por ltimo, cabe sealar que durante la segunda mitad del sigloXVIII, el nmero de puelches de los Andes aparece mucho ms disminui-do. Slo el jesuita Havestadt menciona en 1752 la existencia de un grupopuelche en la regin andina de Chile. Se trata de un ncleo de alrededor de200 jinetes que permanecen en Malalhue, sobre la vertiente oriental de losAndes (altura del ro Maule), regin situada aproximadamente a mitad decamino entre Mendoza y el ro Neuqun. Este ncleo estaba compuestopor mujeres y nios, y haba tres caciques (Marivutai, Huelecalquin yChueyu) y algunos espaoles de Mendoza trnsfugas que se vestan a lamanera puelche. La lengua de estos puelches era completamente diferentede la lengua mapuche. Uno de los espaoles serva de intrprete a lospuelches, pero muchos de ellos comprendan y hablaban mapudungun yespaol45 . Fuera de este ncleo puelche situado al norte de los pehuenches,no hemos encontrado referencias posteriores a grupos puelches en la re-gin andina de Chile central y meridional.

    Al parecer, en esta poca los ltimos puelches de los Andes sonabsorbidos por los grupos de lengua mapuche. Esto es lo que se desprendede las informaciones aportadas por el mismo Havestadt (1752) y por elfranciscano Espieira (1758), quien menciona algunos casos de puelchesviviendo entre los pehuenches46 .

    En el ltimo decenio del siglo XVIII, los puelches estn presentes

    43 Llamamos la atencin sobre esta informacin de Pietas a propsito de la utilizacin decuero de caballo y no de guanaco para construir los toldos. Esto puede constituir un indica-dor del cambio de modo de vida de los puelches: disminucin progresiva de la caza deguanaco y aumento de la crianza.44 Pietas, Gay 1, 1846, pp.500, 501.45 Bernardo Havestadt, Chilidungu o tratado de la lengua chilena (Parte sptima) en:Misioneros en la Araucana, 1600-1900, Temuco: Universidad de la Frontera, 1988, p.266.46 Havestadt (1988, p.264) seala la presencia de un indgena puelche de nombre Lincopichunentre los pehuenches de Punmahuida. Pedro A. Espieira (1988, p.244) indica que el caciquepehuenche del norte, Neicumanco, que viva al norte del Neuqun, tena dos esposas quehaba comprado a la nacin Puelche y que el cacique pehuenche Curipil tena entre sugrupo domstico tres esclavos huilliches y puelches.

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    solamente en el extremo sur andino, en la regin de lago Nahuelhuapi,donde el franciscano Francisco Menndez los encuentra por primera vezen 179247 . Sin embargo, la influencia mapuche se haca sentir entre ellos.As, por ejemplo, Menndez seala que estos puelches hablaban indistinta-mente la lengua mapuche y su propia lengua (que era completamente dis-tinta del mapudungun). Por otra parte, si bien estos indgenas practicabanla caza del guanaco y del and tambin se dedicaban al cultivo en peque-a escala de quinoa, trigo y cebada, y posean caballos. Por ltimo, estospuelches continuaban vistindose con pieles de guanaco bien trabaja-das y coloreadas y sus armas continuaban siendo el arco y el laque (lake),aunque posean tambin pequeos puales que compraban a lospehuenches48.

    3.2 Los pehuenches, mapuches de los Andes

    Las primeras referencias a grupos andinos pioneros se remon-tan al ao 1553 y se relacionan con la regin andina del Bo-Bo. Setrata de la descripcin hecha por Pedro Mario de Lobera de una expe-dicin del capitn Pedro de Leiva49 . Sin embargo, en esta descripcinno se especifica si estos grupos pioneros eran mapuches, puelches obien grupos distintos. En todo caso, el trmino pehuenche (pewenche),gente de los piones, que designar a partir del siglo XVII a estosgrupos pioneros de los Andes no es empleado an en los testimoniosdel siglo XVI.

    Es importante precisar que la recoleccin del pin no era una par-ticularidad limitada nicamente a los grupos andinos, ya que los mapuchesde la Araucana lo coman; al momento de la llegada de los espaoles, elpin se encontraba en abundancia en las altas montaas de la cordillerade Nahuelbuta (cordillera de la Costa)50 . Dicho lo anterior, cabe sealarque la principal particularidad de los grupos pioneros de los Andes sea-lados por Mario de Lobera51 en el siglo XVI era la utilizacin de unatcnica de almacenamiento y conservacin del pin gracias a depsitossubterrneos construidos bajo cursos de agua. Esta forma de almacena-

    47 Fray Francisco Menndez, Viajes de fray Francisco Menendez a Nahuelhuapi, Valparaso:Imprenta Gillet, 1900.48 Fray Francisco Menndez, 1900, p.319.49 Cf. Mario Orellana, 1992, p.34.50 Gernimo de Vivar (citado por Orellana, 1992, p.30) hace referencia a la recoleccin delpin en la cordillera de Nahuelbuta en su descripcin de 1558.51 M. Orellana, 1992, p.34.

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    miento impeda la germinacin del pin, garantizando as su larga con-servacin52 .

    En consecuencia, si bien existen referencias tempranas a grupospioneros, es solamente a mediados del siglo XVIII que aparece en losdocumentos espaoles53 una distincin clara entre puelches cazadores deguanacos y pehuenches recolectores de piones. En esta poca, lospehuenches aparentemente no se diferencian mucho de los mapuches. So-bre este ltimo punto, es interesante volver sobre el episodio vivido porDiego de Rosales hacia 1651 y que hemos ya citado brevemente54 . SegnRosales, los pehuenches que habitan en esta poca la regin andina de laAraucana participan de la captura de puelches destinados a ser esclavos delos espaoles. El fuerte de Boroa serva de avanzada a este trfico, lospuelches eran detenidos en Boroa y posteriormente enviados al territoriobajo control espaol. Uno de los pehuenches que participaba en esta cazade puelches era el cacique llamado Millacuga, nombre propiamente mapuche(milla: oro, kuga: clan, linaje).

    Basndonos en el relato de Rosales, es posible decir que estospehuenches del rea andina de la Araucana son en esta poca culturalmentemapuches; al menos, Rosales no seala diferencias lingsticas ni de vesti-menta entre los pehuenches y los mapuches de la Araucana.

    Refuerza ms esta idea el hecho de que estos pehuenches mantuvie-ran relaciones con los espaoles de Boroa, fuerte situado en pleno corazndel territorio mapuche de la Araucana, y que participaran en la captura deesclavos puelches destinados al territorio espaol. Estaban entonces estre-chamente ligados a los mapuches de la Araucana puesto que estos ltimoseran los principales interlocutores y socios de los espaoles.

    Por lo tanto, es muy probable que los pehuenches descritos por Ro-sales hacia mediados del siglo XVII fueran verdaderamente mapuches.

    Se pueden plantear tres hiptesis para interpretar la aparicin de lospehuenches en el siglo XVII como un grupo andino prximo de losmapuches y diferente de los puelches:

    52 A mediados del siglo XVII, Diego de Rosales (1989, p.185) seala esta tcnica de conser-vacin de los piones.53 Diego de Rosales, 1989, pp. 185 y 1333.54 Diego de Rosales, 1989, p. 1333.

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    - La primera consiste en pensar que los pehuenches constituan ori-ginalmente un grupo andino diferente de los puelches y de los mapuches,localizado en la regin de los bosques de araucarias, pero ya bajo influen-cia mapuche en el siglo XVII55 .

    - La segunda consiste en estimar que los pehuenches eran original-mente puelches que se haban adaptado a un medio particular y que habansufrido posteriormente una influencia mapuche considerable56 .

    - Por ltimo, la tercera hiptesis es pensar que los pehuenches eransimplemente mapuches que haban avanzado hacia los Andes y se habanadaptado a ese medio.

    Lo que es interesante sealar en todo caso es el hecho que ya amediados del siglo XVII, los indgenas de los Andes mostraban una clarainfluencia mapuche, ciertamente a nivel lingstico y muy probablementea nivel de la vestimenta: difusin del poncho y de las tcnicas de tejido.

    Esta situacin se aclara bastante en el siglo XVIII. En efecto, ya enlos primeros decenios de ese siglo, los pehuenches pueden ser identifica-dos con los mapuches puesto que la sola gran diferencia que poseen conlos grupos de las tierras bajas es su especializacin en el medio andino delos bosques de araucarias. Al respecto, la descripcin que hace GernimoPietas de los pehuenches en 1729 es bastante clara57 . Segn este autor, lospehuenches hablaban la misma lengua que los mapuches y compartan losmismos ritos y costumbres. En cuanto a las diferencias, Pietas sostiene queel rgimen alimenticio de base, en el caso de los pehuenches, era exclusi-vamente el consumo de pin y de carne de caballo.

    Para Pietas, los pehuenches practicaban una transhumancia dividi-da en tres etapas: en invierno, permanecan cerca de los ros y lagos donde

    55 Es esta hiptesis la que privilegia Sergio Villalobos en su obra de 1995, en la cual conside-ra a los pehuenches como un grupo tnico diferente de los mapuches y de los cazadoresoriginarios de la Patagonia (tehuelches). Se tratara, segn Villalobos (1995, pp.32, 33), deuna rama aislada de los huarpes de Cuyo afincada sobre el ro Neuqun; poco numerosos,ellos habran estado recibiendo la influencia araucana al momento de la llegada de los espa-oles (lengua, tejido, cermica).56 Para Rodolfo Casamiquela (citado por Mario Orellana, 1992, p.45) los pehuenches eranen realidad tehuelches del norte, es decir, cazadores originarios de la Patagonia en expan-sin hacia el norte.57 Gernimo Pietas, Gay 1, 1846, p.494.

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    la nieve no se solidificaba, en l