Yo Trabajo en Una Escuela

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Palabras Alusivas Acto 2011

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Page 1: Yo Trabajo en Una Escuela

Yo trabajo en una escuela… … y cuando decimos escuela pensamos en un edificio con una banderita en el frente y muchos niños de blanco jugando adentro… pero es mucho más que eso. Una escuela es el griterío de cien niños en los recreos, a veces más fuerte que las herramientas del obrero… Una escuela es una campana capaz de detener el tiempo y paralizar los cuerpos, y luego volver todo a la normalidad… Una escuela es un banco y un pupitre esperando en silencio a cada niño, todos los días… Es la sonrisa de los juegos… es la ansiedad con que los niños esperan el recreo de la leche o hacen colas interminables en el aula del quiosco para comprar la golosina que se comparte… es el feliz cumpleaños cantado por todos cuando nos toca el turno… es un trozo de pan que se convierte en el manjar que la panza precisa… es la poesía o la canción que tanto ensayamos para mostrarle a todos en el acto… es la penitencia que nos ayuda a pensar cómo portarnos mejor la próxima vez… es el compartir… es el juego pintado en el piso, siempre disponible… es un montón de bolitas bailando en el bolsillo del guardapolvo… es el lugar donde encontramos oportunidades únicas de enseñar y aprender… tantas cosas pueden ser la escuela… Pero todo eso no se ve desde afuera; lo que vivimos en la escuela no lo encontraremos en ningún otro lugar… Porque aquí es donde debemos estar. Cada niño tiene su maestra y cada maestra tiene sus niños. Esa relación es especial y no se volverá a dar en otro lugar. Cada aula es un mundo aparte, y la maestra es la creadora y responsable de ese mundo. Fuera de la escuela se pueden decir muchas cosas de las maestras; pero adentro todos son necesarios: porque la maestra cuenta, escucha, comprende, estimula, ata cordones, reparte pan, juega, enseña y aprende todos los días con sus niños, que son como sus hijos durante unas horas. La maestra da todo lo que sus niños necesiten. Si no se da la relación maravillosa entre maestra y alumnos, entonces la escuela pierde la magia que hace que las cosas funcionen. Si miro hacia atrás y recuerdo los niños que compartieron la escuela conmigo, seguro que son pocos los que hoy pueden decir: “Yo trabajo en una escuela”. Somos pocos los que tenemos esa suerte. La suerte de estar en un ambiente donde conocemos niños y docentes. Cada uno tiene su lugar y es respetado por lo que es. Aprendemos algo nuevo todos los días. Aquí cada maestra o maestro pone su trabajo, su empeño, su dedicación, su estudio, su experiencia y su vocación para lograr un único objetivo: formar niños con dignidad y con los valores necesarios para desarrollarse en la vida y en el mundo. Sabemos que nadie eligió estar aquí hoy. No. La vida nos fue arrimando por diferentes caminos, y así nos sigue llevando… yo no sé dónde voy a estar dentro de cinco, diez o quince años, pero hoy me gusta estar acá; con estos niños y con estos colegas… y cuando digo “colegas”, tal vez no me animo y quiero decir compañeros, compinches, amigos… Y porque acá me siento bien, a ellos no me queda más que decirles GRACIAS porque todos los días hacen que, para mí, sea preferible estar aquí y no en otro lugar… y si me pongo en el lugar del niño o la niña en el camino del crecimiento, también tendría que decirte un gigante GRACIAS, no por ser maestra, sino por ser MI MAESTRA.

Nunca olvidemos que nuestra escuela es mucho más que un edificio con una banderita en frente…

Y que mientras haya panaderías, supermercados y almacenes; podremos conseguir alimentos…

Mientras haya hospitales y doctores; habrá posibilidad de sanar…

Y mientras haya escuelas y docentes; podremos enseñar, aprender y crecer…

¡Feliz Día Maestras! (09/09/2011)