¿Y quién está por la muerte?

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Los temas que nos ocupan en este 2015, la despenalización del aborto y el uso de la marihuana, son muy similares, no porque intrínsecamente lo sean, sino por el trato que les dan la sociedad y los gobiernos H ay varias cosas que me desgastan, me cansan y me enfadan de aquellos que están en contra de la interrupción del embarazo, pero la que más me jode, es la fracesita esta de “estoy a favor de la vida”. ¡Ay caray!, díganme entonces: ¿y quién está a favor de la muerte? El problema, el gran problema del asunto, es la (de nuevo) falsa moral. No falta comentario en los actuales debates del los candidatos republicanos en Estados Uni- dos, donde no haya un “I am pro life” (estoy por la vida), pero nuestros candidatitos lo usan igual, Margarita Za- vala, la ex primera dama medianamente congruente, de- cía en una entrevista hace poco que estaba “a favor de la vida” en el tema del aborto. Y cada vez que escucho a un político decir esta frase, me convencen más de que es una frase electoral, porque suena bien. “Estoy a favor de la vida”. Hasta me emociona escribirlo. “Estoy a favor de la muerte”. Escribir esta última no me emociona tanto, tengo que admitirlo. Digo que es una frase electoral, porque no es una fra- se real, porque penalizar el aborto, a quienes abortan, es un tema de falsa moral que sobrepasa el sentido común y el debate con la dura realidad. Los temas que nos ocupan en este 2015, la despenalización del aborto y el uso de la marihuana, son muy similares, no porque intrínseca- mente lo sean, sino por el trato que les dan la sociedad y los gobiernos; los tratan limitados por la visión de su mo- ral, no por un juicio común, no por hechos reales, no por las causas y efectos comprobables, los tratan ante todo por medio de un sentido de moral que se nos ha expuesto. Y eso es, tristemente, lo que definen las leyes y lo que define la actitud de la sociedad. Quien quiera tomar la decisión de interrumpir su embarazo lo va a realizar, no hay ley, ni lección, ni ser- món que impedirá que una mujer tome esa decisión por razones que van más allá de las clases de moralidad que deseemos impartir. Y sí, el aborto no es un método anticonceptivo, pero la opción debe de existir, la opción de que la mujer elija. Como siempre, quienes pagan el precio de las leyes hechas a bases de la moralidad son los pobres, en este caso, las más pobres. Porque si definimos el tema del aborto por la realidad y no por la moral, beneficiamos entonces a quienes no pueden pagar un doctor privado y quienes no pueden pagar un viaje a Houston (o ahora, a la Ciudad de México). Porque más o menos son quie- nes imponen las leyes en contra de la despenalización del aborto, quienes sí tienen los medios para que sus hijas puedan interrumpir su embarazo. No es para los políticos y la sociedad hiriente, sufi- ciente penalizar legalmente el aborto, también lo tienen que penalizar de manera social. Si ya la idea, el hecho, de recurrir a realizar un aborto es una opción lo suficiente- mente dura, el estigma social lo pudiera ser más. Si el aborto no está despenalizado, se ve mal, se trata mal a quienes lo realizan. Si no está legalizado, entonces no hay información real. La despenalización del aborto, igual que el uso de la marihuana, no debe venir sin informa- ción; de lo que es, y sobre todo de la prevención que tie- ne que haber. ¿Por qué México tiene tan altas cifras de adolescentes embarazadas? Por la falta de una campaña real de prevención del embarazo, del uso de métodos an- ticonceptivos. En nuestro país hablar de condones con los adolescentes nos da pudor, somos una sociedad pro- fundamente marcada por la doble moral. En un país medianamente normal, se trata a aquellas que deciden abortar de una manera congruente, justa, sin prejuicios. No somos nosotros, la sociedad, quienes estamos aquí para juzgar, estamos aquí para entender y, en el mejor de los casos, para ayudar a quienes por cir- cunstancias que sobrepasan cualquier lección de morali- dad deciden abortar. A favor de la muerte nadie está, terminemos de una vez por todas con esta estúpida doble moral. ¿Y quién está por la muerte? SIGLO NUEVO 57 Christian Sida / / / / Twitter: @ChristianSida NUESTRO MUNDO

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Los temas que nos ocupan en este 2015, la despenalización del aborto y el uso de la marihuana, son muy similares, no porque intrínsecamente lo sean, sino por el trato que les dan la sociedad y los gobiernos

Hay varias cosas que me desgastan, me cansan y me enfadan de aquellos que están en contra de la

interrupción del embarazo, pero la que más me jode, es la fracesita esta de “estoy a favor de la vida”. ¡Ay caray!, díganme entonces: ¿y quién está a favor de la muerte?

El problema, el gran problema del asunto, es la (de nuevo) falsa moral. No falta comentario en los actuales debates del los candidatos republicanos en Estados Uni-dos, donde no haya un “I am pro life” (estoy por la vida), pero nuestros candidatitos lo usan igual, Margarita Za-vala, la ex primera dama medianamente congruente, de-cía en una entrevista hace poco que estaba “a favor de la vida” en el tema del aborto. Y cada vez que escucho a un político decir esta frase, me convencen más de que es una frase electoral, porque suena bien. “Estoy a favor de la vida”. Hasta me emociona escribirlo. “Estoy a favor de la muerte”. Escribir esta última no me emociona tanto, tengo que admitirlo.

Digo que es una frase electoral, porque no es una fra-se real, porque penalizar el aborto, a quienes abortan, es un tema de falsa moral que sobrepasa el sentido común y el debate con la dura realidad. Los temas que nos ocupan en este 2015, la despenalización del aborto y el uso de la marihuana, son muy similares, no porque intrínseca-mente lo sean, sino por el trato que les dan la sociedad y los gobiernos; los tratan limitados por la visión de su mo-ral, no por un juicio común, no por hechos reales, no por las causas y efectos comprobables, los tratan ante todo por medio de un sentido de moral que se nos ha expuesto. Y eso es, tristemente, lo que defi nen las leyes y lo que defi ne la actitud de la sociedad.

Quien quiera tomar la decisión de interrumpir su embarazo lo va a realizar, no hay ley, ni lección, ni ser-món que impedirá que una mujer tome esa decisión por razones que van más allá de las clases de moralidad que deseemos impartir.

Y sí, el aborto no es un método anticonceptivo, pero la opción debe de existir, la opción de que la mujer elija.

Como siempre, quienes pagan el precio de las leyes hechas a bases de la moralidad son los pobres, en este caso, las más pobres. Porque si defi nimos el tema del aborto por la realidad y no por la moral, benefi ciamos entonces a quienes no pueden pagar un doctor privado y quienes no pueden pagar un viaje a Houston (o ahora, a la Ciudad de México). Porque más o menos son quie-nes imponen las leyes en contra de la despenalización del aborto, quienes sí tienen los medios para que sus hijas puedan interrumpir su embarazo.

No es para los políticos y la sociedad hiriente, sufi -ciente penalizar legalmente el aborto, también lo tienen que penalizar de manera social. Si ya la idea, el hecho, de recurrir a realizar un aborto es una opción lo sufi ciente-mente dura, el estigma social lo pudiera ser más. Si el aborto no está despenalizado, se ve mal, se trata mal a quienes lo realizan. Si no está legalizado, entonces no hay información real. La despenalización del aborto, igual que el uso de la marihuana, no debe venir sin informa-ción; de lo que es, y sobre todo de la prevención que tie-ne que haber. ¿Por qué México tiene tan altas cifras de adolescentes embarazadas? Por la falta de una campaña real de prevención del embarazo, del uso de métodos an-ticonceptivos. En nuestro país hablar de condones con los adolescentes nos da pudor, somos una sociedad pro-fundamente marcada por la doble moral.

En un país medianamente normal, se trata a aquellas que deciden abortar de una manera congruente, justa, sin prejuicios. No somos nosotros, la sociedad, quienes estamos aquí para juzgar, estamos aquí para entender y, en el mejor de los casos, para ayudar a quienes por cir-cunstancias que sobrepasan cualquier lección de morali-dad deciden abortar.

A favor de la muerte nadie está, terminemos de una vez por todas con esta estúpida doble moral.

¿Y quién estápor la muerte?

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Christian Sida ///// / / Twitter: @ChristianSida

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