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XXIX PREGÓN SEMANA SANTA. TEBA, CUARESMA 2.014

1 Pedro Jiménez Lebrón

María, Madre de Dios, Madre Mía, Reina de la Paz,

Pide a tu Hijo Jesús, me conceda el don de la Palabra.

Ora por mí para obtener paz, paz en mi corazón,

paz en mi alma, paz en mi familia,

paz con todos aquellos que me encuentro en mi camino,

la paz de Jesús.

Una sólida devoción a la Stma. Virgen nos debe servir para

establecer más perfectamente la devoción a Jesucristo. La Virgen

nos ofrece un medio fácil y seguro para encontrar al Señor.

Pido desde aquí a la Virgen y a Jesucristo que me iluminen,

que me den claridad de ideas, en definitiva, que me concedan la

gracia suficiente para que este pregón sea, ya que no memorable,

sí, al menos, soportable.



Reverendo Sr. Cura Párroco, estimadas Hermanas Siervas del

Evangelio, Excma. Sra. Alcaldesa, distinguidas Autoridades

civiles y militares, Sr. Presidente y Sres. Expresidentes de la

Agrupación de Cofradías y Hermandades, Hermanos y Hermanas

Mayores, amigos cofrades, señoras y señores, amigos todos:

Muy buenas noches.

La primera luz de este pregón ya ha sido encendida por la

generosidad de mi presentador, haciendo brillar en sus palabras el

cariño y la amistad. Gracias, amigo Sebastián, por tus bonitas y

cariñosas palabras hacia mi persona, de todo corazón, que Cristo

y la Virgen de los Dolores te sigan bendiciendo.

Gracias, al Presidente y al Cabildo General de la Agrupación

de Cofradías y Hermandades, por haber aceptado la propuesta de

mi persona para ser pregonero.

Gracias, al grupo de amigos cofrades de mi Hermandad de la

Paz y, en especial, al Hermano Mayor, Rafael, hombre bueno y

sencillo donde los haya, por ser el principal valedor de mi

proposición para pregonar nuestra Semana Mayor.

Gracias, al Coro Parroquial María de Nazaret, por la magnífica

actuación realizada, sé de vuestro trabajo y esfuerzo y por eso lo

valoro más. La verdad es que me habéis emocionado con vuestra

última canción. ¡Cada vez lo hacéis mejor!



Gracias a mi familia, a mis padres, de los que heredé mi

devoción cofradiera, a mis hijas, Mª Ángeles y Rosa Mª, y muy

especialmente a mi mujer, Loli, por su gran ayuda y apoyo

constante, os quiero.

A todos, amigos, gracias por vuestra presencia.

Quiero, antes de comenzar mi pregón, deciros que este no lo he

escrito con frases bonitas o preparadas, ni con palabras

rebuscadas, sino que he escrito lo que siento, de la manera más

sencilla. No he buscado la forma, sino el fondo. Intentaré hablar

claro y que se me entienda, eso es parte de mi trabajo diario,

intentar transmitir con la mayor claridad posible.

Mis primeros recuerdos de la Semana Santa se remontan a

cuando tenía cinco o seis añitos…es una de esas imágenes o

recuerdos que se quedan grabados en la mente; me veo saliendo

de mi casa, en la calle Grande, rodeado de nazarenos vestidos de

celeste, eran mis hermanos y primos de la casa de enfrente, pero,

curiosamente, yo lo que más miraba era mi fajín bordado en

dorado con las letras JHS, «Jesús Hombre Salvador». Pues yo iba

vestido con mi tuniquita morada, bueno, si se puede decir morada,

pues la historia de esa túnica es curiosa y con vuestro permiso os

la voy a contar.



La túnica me vino rebotada de mi primo Antonio Maldonado

Lebrón y a él le había llegado de mi hermano Antonio. Una túnica

que siendo de la Paz también se utilizó en los desfiles de Jesús.

Con tantos lavados había perdido color, ¿solución? ¡tintes Iberia!,

para que de nuevo tenga su color celeste original. Pero, aunque mi

madre puso todo su empeño, la tintada no salió como se esperaba

y aquello más que celeste era un azul oscuro tirando más a

morado. ¡Esto hay que aprovecharlo! Mi madre se lo diría a mi tía

Lola y asunto arreglado, ¡la túnica para mi Antonio! Aunque

Antonio tenía entonces unos cinco años, ya estaba apuntado a

Jesús y siempre acompañaba a su abuelo en la procesión. Yo la

utilicé un par de años y no sé qué sería de esa túnica después, pero

pienso que durante años la seguirían utilizando jovencísimos

hermanos de Jesús. Yo me siento orgulloso de haberla llevado.

Sirva esta pequeña historia para comprender que nuestras

Hermandades, todas, deben ayudarse y permanecer unidas.

Aunque siempre ha sido así, hoy vivimos unos tiempos de

hermandad muy buenos, gracias a la Agrupación y a los

Hermanos Mayores que han conseguido afianzar una amistad

personal entre ellos, el resto tenemos que seguir ese ejemplo:

¡Cada uno con su Hermandad, pero todos juntos!

Ya con más edad, recuerdo que el Jueves Santo por la mañana,

subía rápido a la Iglesia y observaba cómo preparaban el trono y a



la Virgen. Estaba atento y a la espera de que los mayores me

mandasen algo que hacer, casi siempre ir a por flores. Empezaba

por mi casa, donde la buena de Rafaela ya tenía preparado un gran

ramo de lilas y otro de geranios y después, a la calle Moral, donde

mi tía Antonia, que seguro no hacía mucho rato habría llegado de

la Terrona, en ese mismo instante me cortaba todas las que tenía

su bonito lilar. ¡Qué contenta se ponía Mariquita Jiménez al ver

que traíamos flores! En aquellos difíciles años para las

Hermandades, todo valía….Recuerdo cuando mi hermano Paco

cogía cuatro o cinco túnicas y se iba al balconcillo a esperar a los

parientes que venían de Nina para, posteriormente, llevar el trono

de la Virgen.

Ya de adolescente, me acuerdo de cómo convencía a mis

amigos para que se vistieran conmigo. El problema era que no

había túnicas para todos y con dos o tres nos apañábamos,

compartiéndolas y cambiándonos en la mitad del recorrido, cosa

que hacíamos en el portal de la casa de mi amigo Paco Troyano,

pues en aquel tiempo la procesión hacía su recorrido por la calle

Moral.

Más tarde llegaron los estudios fuera de Teba, la mili y los

primeros años de trabajo. Durante ese tiempo mi participación en

el mundo cofrade fue más bien escasa, como muchos aparecía

unos días antes del Jueves Santo. Fue con el nombramiento de mi



hermano Paco como Hermano Mayor, cuando Juan Cansino me

dijo: - Pedro en tu casa están los libros de la Hermandad, ayuda a

tu Paco. Entonces fui entrando más de lleno en todo lo referente a

mi Hermandad y cuando Pedro Escalante le cedió el cargo de

Hermano Mayor a Rafael Escalante Vázquez, el mismo Pedro, me

propuso formar parte de la nueva Junta. Acepté y desde entonces

no he dejado ni dejaré de trabajar para mi Hermandad. Son

muchos los momentos vividos desde entonces y muchas las

buenas personas con las que he compartido el trabajo de la

Hermandad. ¡Qué bien se pasa en las pedidas del campo o la

calle, en las subastas, montando y desmontando el trono o la

noche del miércoles santo al ir a coger palomas! Momentos que

serían muy largos de contar y no es mi intención contar lo que la

mayoría ya sabéis. Pero sirva de muestra un botón:

Las pedidas en el campo siempre me han gustado por la cantidad

de anécdotas y aventuras vividas; como la vivida junto a Manolo

Palacios, mi amigo “el cartero” con el que siempre he salido por

la zona de Guadalteba, junto a nosotros venía Francisco Guerrero

hijo, “Frascorrillo chico”.

Llegamos a las Utreras, donde el bonachón de José Cantos “el

lecherito”, como siempre, tenía un tira y afloja sobre lo que quería

dar y lo que nosotros pedíamos. Al ver que el niño era pequeño,

Paquito entonces tenía no más de 10 años, dijo: - Os podéis llevar



el gallo que queráis pero lo tiene que coger el niño -. Paquito

corría y corría tras la desbandada de gallos y gallinas, cuando de

pronto vemos que cae rodando por el revellín de la era, que allí es

bastante alto, nos asustamos y corrimos rápido a socorrerlo pero

al punto de llegar se incorporó con los brazos en alto y

sosteniendo en sus manos el mejor gallo de la partida. José no

tuvo otra reacción más que aplaudir, al tiempo que exclamaba:

-¡si no lo veo no lo creo!-. Para a continuación decirle: - puedes

coger, también, la gallina que quieras-.

De aquella primera Junta a la que pertenecí, entre otros

acuerdos, quiero destacar uno por su gran importancia. Por

primera vez, en los tiempos modernos, nombramos a cuatro

mujeres para formar parte de la Junta de Gobierno y, también, a la

camarera. Como es sabido, en todas las hermandades, las mujeres

jugaban un papel secundario, a excepción de las camareras,

aunque estas tampoco formaban parte de las Juntas. En el caso de

Mariquita Jiménez, que yo recuerde, sí asistía a las reuniones y

Cabildo de su Hermandad en los años 80.

En un principio, algunos de mi hermandad y de otras

hermandades no lo vieron bien. Pero como las cosas lógicas caen

por su peso, poco a poco, las hermandades las fueron

incorporando, y hoy, todas las Juntas de Gobierno cuentan,

afortunadamente, con un gran grupo de mujeres que han



conseguido un lugar propio, lugar que han ido forjando a través

de estos últimos años, gracias a su entusiasta labor, esfuerzo y

dedicación.

¡Ánimo y felicidades, mujeres cofrades!

¡Cómo han cambiado los tiempos! Desde los años 60, Teba ha

perdido cerca de tres mil habitantes y, sin embargo, hoy podemos

estar orgullosos de que nuestras hermandades tengan un gran

número de hermanos y hermanas. Más de la mitad de la población

de Teba pertenece a alguna hermandad. ¿Hay algún colectivo o

asociación que pueda decir lo mismo? Somos el referente social

del pueblo, por ello podemos y debemos exigir que se nos

considere y respete. Con la cantidad de actos, eventos y desfiles

que organizamos, se echan a la calle cientos de personas que

hacen que el pueblo y los negocios tengan vida.

La Agrupación planifica y coordina todos estos actos y cultos;

el camino que ha emprendido el nuevo Cabildo con su Presidente,

Antonio, a la cabeza, es sin duda muy acertado y debe contar con

el apoyo de todos, absolutamente todos los cofrades.

Señor Presidente y componentes del Cabildo General de la

Agrupación de Cofradías y Hermandades de Teba, felicidades y

esperamos que sigáis el buen camino que habéis emprendido.



Quisiera, también, recordar aquí y felicitar al anterior

Presidente de la Agrupación por su trabajo incansable durante,

que se dice pronto, ¡20 años!, 15 de ellos como Presidente.

¡Cuántas horas de trabajo, cuántos momentos con problemas que

resolver, cuántas reuniones y cuántos viajes! En definitiva:

¡cuánto trabajo! Trabajo bien hecho.

Amigo Gabriel, mi más, bueno, mío y creo que de todos los

cofrades, cálido abrazo de felicitación por tu dedicación y el gran

trabajo que has realizado durante estos años.

En el pasado, las Cofradías y Hermandades celebraban los

misterios de la fe con piadosa devoción y acudían en socorro de

enfermos y necesitados. Culto y Caridad eran inseparables, pues

honrar al señor crucificado era curar sus heridas en las personas

enfermas, moverse a compasión conducía a tener misericordia con

el pobre desvalido, oír sus palabras en la cruz era como mandato

para el perdón de las ofensas, para el amor a los enemigos, para

suscitar el deseo eficaz de caridad fraterna….Las primeras

hermandades se inspiran en el deseo de encontrar un apoyo en la

vida y un socorro tras la muerte. Destacaron algunas que

perseguían un fin piadoso para aumentar la devoción hacia Dios,

los santos y, especialmente, a la Santísima Virgen, como la

existente en Grecia hacia el año 1.048, honrando su imagen que se



trasladaba de una casa a otra, como actualmente hacemos en Teba

con la imagen de María Auxiliadora.

Nacidas en la Edad Media se multiplican por todas partes, pero

fue la Época Barroca la etapa en la que se produjo una verdadera

eclosión cofradiera. Ya en la Edad Moderna, las cofradías eran

una importante célula social. Se podían considerar como el cauce

asociativo más generalizado.

En el siglo XVIII, en el reino de España, las cofradías se

distribuyen en cinco categorías: las de gremios, las sin aprobación

civil ni eclesiástica, las aprobadas por ambas autoridades, las

erigidas con solo la autoridad eclesiástica y las sacramentales. En

tiempos de Carlos III y en aplicación de una normativa regia, las

de gremio quedan extinguidas, al igual que las que no tienen

autorización real ni eclesiástica.

Las advocaciones eran muy numerosas y diversas, la mayoría

hacia la Virgen. La devoción a la Virgen María ha estado siempre

muy arraigada en la gente sencilla de nuestro país, por eso en esa

época, no es de extrañar, que las cofradías dedicadas a ella,

fueran, sin duda, las más frecuentes. Como ocurre hoy, la Virgen

era patrona de muchos pueblos y ciudades. Las advocaciones

hacia ella eran muy variadas, pero algunas tuvieron especial

fortuna. Sobre todas destacaba la de la Virgen del Rosario,

devoción difundida por los dominicos.



En el mencionado S. XVIII es cuando se fundan varias de

nuestras Cofradías, aunque seguro que las imágenes se venerarían

desde mucho antes. En concreto, la de la Virgen de la Paz con el

nombre de Hermandad y Esclavitud de María Santísima de la Paz,

sita en el convento de nuestro Seráfico Padre San Francisco,

fundada por el Padre Fray José Díaz Del Pedregal, Predicador

General Apostólico y Guardián de dicho Convento, se constituyó

el día primero de abril de mil setecientos cuarenta y seis.

Así nacieron las Cofradías y Hermandades, y desde sus

orígenes han sido un movimiento religioso integrado por seglares

empeñados en vivir y proclamar públicamente su fe. Seglares que,

durante unas horas, en los desfiles procesionales, cubrimos

nuestros rostros con un capirote, pero que durante todo el año

hemos de llevar la cara descubierta, para que se vea un

compromiso de comportamiento público y cristiano.

Nuestra labor, la labor de los cofrades, no debe ir encaminada

únicamente a sacar los tronos con nuestros Sagrados Titulares, la

humildad y la caridad deben formar parte de nuestros objetivos.

Somos cristianos y como tales debemos comportarnos.

El acto solidario que realizaremos esta noche debe servir,

además de, para homenajear a una serie de hermanos y hermanas

que, gracias a su trabajo y devoción a sus Sagrados Titulares, lo

tienen más que merecido, debe servir como digo también, para



afianzar nuestro sentido cristiano y como comienzo de otras

actuaciones que vengan posteriormente.

Una de esas actuaciones, creo yo, debe ser seguir colaborando

con las obras de la parroquia. Todas las hermandades y muchos

hermanos a título personal lo estamos haciendo y, aunque ahora el

esfuerzo es grande, con el tiempo nos alegraremos y

presumiremos, como siempre hemos presumido, de tener la

iglesia más monumental y más bonita de toda la comarca. ¡Qué

comarca!, ¡de toda la provincia!...y me quedo corto.

Volviendo a nuestras hermandades. En todas ellas hay siempre

un pequeño grupo que lleva el peso y la responsabilidad del buen

funcionamiento de las mismas, pero no por ello el resto de

hermanos son menos importantes, todos, absolutamente todos

somos importantes, que nadie se crea imprescindible, que nadie

diga: ¡si no fuera por nosotros! Los años pasan y las personas

también, pero las Hermandades siguen. Repito, nadie es

imprescindible, pero sí, todos somos necesarios. Lo mismo que el

buen pan necesita de una buena harina que sin una buena agua de

nada serviría, ambas también necesitan de la levadura, de una

pizca de sal, de una buena fuente de calor y, sobre todo, del mimo

y buen hacer del panadero.

Igualmente en nuestras hermandades todos somos necesarios,

desde el Hermano Mayor hasta el clásico costalero que aparece el



día del desfile unos minutos antes de la salida del trono, para

luego desaparecer hasta el próximo año, también a ellos los

necesitamos, ojalá algunos participaran más en el devenir de las

cofradías, pero como me repiten muchas veces, mis queridos y

apreciados, Antonio Palacios, “Navajilla” y Francisco Guerrero,

“Frascorrillo”: - ¡que no falten, Pedro, que no falten!

Como lo cortés no quita lo valiente, lo que acabo de decir no

debe servir para no valorar, en su justa medida, a tantas y tantas

personas que no aparecen el día del desfile procesional, sino que

han estado o están todo el año trabajando duro. A todos ellos les

debemos un gran respeto y agradecimiento. No quiero nombrar a

algunos en concreto, pues seguro olvidaría a muchos que han sido

importantes en sus respectivas hermandades, por eso os voy a

pedir que tengamos unos breves segundos de reflexión y recuerdo

para ellos; que cada uno de nosotros piense y recuerde a aquellas

personas que en su hermandad son o lo fueron, ejemplo de trabajo

y dedicación.

Con mirar a nuestro alrededor y con nuestros recuerdos a los

que ya nos dejaron, seguro que no olvidamos a ninguno.

Miremos, recordemos y reflexionemos unos segundos.

¡Cuántos buenos cofrades estamos viendo aquí sentados, cuántos

se nos han venido a la memoria!, ¡qué buenos recuerdos! Seguro



que con la suma de todos no hemos olvidado a nadie, por ello os

pido que ofrezcamos para todos ellos un cálido y fuerte aplauso.

A pesar de decir que no quería nombrar a nadie para

nombrarlos a todos, os quiero pedir que me permitáis hacer una

sola excepción:

Amigo José, hermano cofrade José, tu muerte inesperada

produjo lágrimas en nuestros ojos y afligió nuestros corazones.

Fuiste un buen trabajador y ejemplo de esposo, padre, abuelo,

cofrade y amigo. Hiciste el bien a tu familia y a todos los demás.

En tu Hermandad lo hiciste todo y fuiste ante todo una buena

persona. Todo eso no lo arrebata la muerte, sino que lo

transforma.

No sé que tienen tus ojos

Madre mía de la Paz,

cuando miramos tu rostro

no encontramos otro igual.

No llores tú, Madre mía,

con tanta pena,

que Teba te quiere y te venera.



José Linero Linero,

amabas a la Virgen con devoción,

te recordamos con pena

y rezamos por tu alma

una bendita oración:

Recemos todos:

Dios te Salve María,

llena eres de gracia,

el Señor es contigo,

Bendita tú eres entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros pecadores,

ahora y en la hora

de nuestra muerte, Amén.



Quiero hacer un breve recorrido por la historia de nuestras

hermandades: su pasado, su presente y su futuro.

La historia de nuestras hermandades es antigua, amplia y

apasionante. Os recomiendo que leáis las revistas Nazareno y

Servitas y que entréis en la página Web de la Hermandad de la

Paz, para que conozcáis mejor la historia de nuestras

hermandades. Aunque ya los pregoneros que me han precedido

han contado muchos de esos capítulos, los cuales yo no quiero

repetir, en esos medios de difusión podréis encontrar documentos

antiguos y escritos más recientes que nos dan buena cuenta de

nuestra historia cofrade.

Visitando los archivos del Arzobispado de Sevilla disfruté

junto a Pedro Escalante y Juan Cansino con lo que íbamos

encontrando y recopilando, ¡cuántos escritos de las Hermandades

históricas!: la Cabeza, Jesús, los Dolores y la Paz. La mayoría de

ellos ya están fotocopiados y algunos traducidos gracias a nuestro

maestro de maestros, D. Pedro Pérez Gil. Todos ellos son un

fabuloso tesoro que tenemos que valorar y difundir para su

conocimiento general.

En esos documentos podemos conocer cómo eran nuestras

hermandades, qué funciones tenían, cómo se organizaban, de qué

enseres disponían, qué reglas eran de obligado cumplimiento...

Algunas tan curiosas como la que pide a las hermanas de la Paz su



respeto y buen comportamiento con las hermanas de los Dolores.

En las reglas aprobadas por el Arzobispado de Sevilla en mayo de

1746, el capítulo quinto dice así:

Y porque es muy conveniente el que todas las hermanas vivan con mucha

Honestidad y Recato, para el buen ejemplo y común edificación, se Ordena y

Manda, que en el Cabildo, se nombren dos hermanas de las más ancianas

que deben Celar por el modo de proceder de cada una de las hermanas y si

hallaren alguna que no se portare como debe, dando algunos escándalos o

sembrando discordias entre esta Santa Esclavitud y la Hermandad de

Nuestra Señora de los Dolores que está en la Parroquia de esta villa, con

todo sigilo y secreto, darán aviso a la Hª Mayor para que la reprenda a

solas; y si amonestada por tres veces , no se enmendare, se borrará de los

Libros y se echará de esta Santa Esclavitud.

O el documento que narra la petición que hace la Hermandad

al Arzobispado de Sevilla, en el año 1770, para sacar en procesión

por las calles del pueblo a la Virgen de la Paz, en su día, el 24 de

enero. Dicho documento consta de varios escritos en los que la Hª

Mayor, Dª María Linero Hinojosa, ante el notario D. Juan Moriel

Navarrete, da un Poder amplio y sin limitación alguna a un

procurador de Sevilla, para presentar Pedimentos de la

Hermandad ante el Vicario General del Arzobispado de Sevilla.

Este Acto lo preside el Muy Reverendo Padre Fray Francisco

Jiménez, Guardián del Convento y director espiritual de la

Hermandad, y actúan como testigos varias hermanas de la



Cofradía. Le siguen otros escritos con la petición de información

que el Vicario del Arzobispado de Sevilla hace al Vicario de Teba

y la contestación de este último en la que informa que en años

anteriores, siendo Hermana Mayor Dª Antonia Palacios y sin

licencia de la Superioridad Eclesiástica, sacó la procesión de la

Señora por las calles principales de la Villa con el

acompañamiento del Padre Guardián del Convento, hechos que

fueron denunciados ante el Arzobispado, y cómo el Reverendo

del provincial ordenara comparecer en Sevilla al Padre Guardián

que acompañaba a las Hermanas, para que pidiera perdón y

ofreciera que no cometería semejante desarreglo en lo sucesivo.

Por el presente pedimento se entiende que todo seguía igual.

Difíciles fueron los tiempos en el siglo XIX por las tensiones

políticas y las continuas crisis económicas, aunque a finales de

dicho siglo y principios del XX, nuestras Hermandades estaban

bien organizadas y disponían de un patrimonio aceptable, según

muestran los inventarios de la época y los guiones de

mayordomía. Muy malos fueron los años 30, llegando a

desaparecer la mayor parte del patrimonio cofrade de Teba. Es a

finales de esos años cuando de nuevo nuestras hermandades

resurgen con ganas, con un gran esfuerzo humano y económico de

los cofrades, cuando, apenas si había para cubrir las necesidades

básicas. Así lograron poco a poco levantar, de nuevo, nuestras

cofradías;



¡Esos cofrades sí que se merecían diplomas, escudos y

homenajes!

Este año, como sabéis, estamos celebrando el 75 aniversario de

algunos de aquellos momentos, en concreto, la presencia en Teba

de la Imagen de Nuestro Padre Jesús y la primera salida

procesional de la actual imagen de la Virgen de la Paz. La imagen

de la Virgen de los Dolores también fue próxima a esas fechas y

obra del mismo autor que la imagen de la Paz, el sevillano de

Umbrete D. Antonio Illanes Rodríguez. La imagen del Cristo se

adquirió algo más tarde.

La segunda mitad del S. XX fue como la cruz y la cara,

durante los años 50, 60 y 70, aunque las hermandades se

afianzaron y aumentaron su número de hermanos, con la

mecanización del campo y la consiguiente falta de trabajo en el

mismo, se produjo una gran emigración, primero a América y más

tarde a Europa y a las regiones más industrializadas de España.

Esta carencia de hermanos provocó que los responsables de las

hermandades mirasen hacia los jóvenes, muchos de ellos todavía

adolescentes, que serían la savia nueva y el futuro de nuestras

cofradías. Muchos de aquellos jóvenes estáis aquí sentados, por

supuesto bien maduritos ya, pero satisfechos por la gran labor

realizada en todos estos años.



Después vinieron los años de bonanza, los 80, los 90 y

principios del nuevo siglo. Cuando ahora se escuchan a algunos

hablar de crisis en nuestras hermandades y Semana Santa, los más

mayores se miran y comentan: - ¡que sabrán estos lo que son

tiempos difíciles si tienen menos de 40 años!

Estos últimos años han servido para afianzar el patrimonio de

todas las cofradías, organizando cantidad de eventos para

recaudar fondos: las rifas, loterías, desfiles, casetas o chiringuitos.

Por supuesto con un gran esfuerzo colectivo, trabajo colectivo que

hace Hermandad; qué lástima que los chiringuitos estén en horas

bajas, pues además de ser una buena fuente de ingresos para las

hermandades, lo más importante es que sirven para que mucha

gente colabore y se sienta partícipe de las compras o inversiones

que se hacen, bien sean en enseres o en las obras. Ese trabajo en

común, al igual que el de las pedidas para las subastas, hace

hermandad, repito, eso hace hermandad.

Hoy, todas nuestras cofradías gozan de buena salud, tienen un

gran número de hermanos y hermanas, se han adquirido cantidad

de nuevos enseres, tronos y retablos, se han podido construir o se

está en ello, casas hermandad o derribar y construir una nueva

ermita que es un orgullo para la Hermandad de Jesús y para todo

el pueblo de Teba.



En la actualidad, hemos afianzado todos esos logros y

conseguido que nuestros pasos sean dignos de las fabulosas

imágenes que portamos. Hemos logrado que nuestras filas de

nazarenos sean larguísimas, que cada año haya más mujeres

ataviadas con el traje de mantilla, que nos toquen buenas bandas,

hasta que en el pueblo haya una gran banda, como es

Resurrección; nos queda mejorarlo en lo posible y sobre todo

conservarlo y mantenerlo.

Hay sensaciones en la vida que, incluso en el peor de los

momentos, te reconcilian con el hecho de haber nacido. Son los

olores del recuerdo, los olores de la niñez, el olor de la madre, que

es el aroma insustituible del hogar, y el olor a tierra mojada y pan

tierno, después vendrán otros olores: la leña quemada, las flores

en primavera, el olor a matalahúga, que conozco bien, y el olor a

incienso, olor a Semana Santa.

La Semana Santa es en su conjunto una conmemoración

eucarística. Cristo vuelve anualmente en imagen multiplicada y en

devoción colectiva a repetir su sacrificio, y nosotros lo

conmemoramos fuera del templo, en las calles anegadas de gentes

con una unión de fervor sencillo y sensibilidad estética.



El relato de la Pasión nos habla de la victoria de Cristo sobre

el pecado y la muerte, conseguida a través de su entrega amorosa

hasta dar la vida por nosotros.

Jesús entra en Jerusalén humildemente, montado en un burrito,

rodeado de niños y personas que lo aclaman agitando ramas de

olivo. Viene dispuesto a luchar contra el pecado y la única arma

para su lucha es el amor. Triunfa en su batalla, pero su victoria,

que es el triunfo de la fidelidad a Dios y de la solidaridad con el

hermano, encuentra su máxima consumación en el aparente

fracaso de la crucifixión. Finalmente, por medio de su

Resurrección, acaba victorioso y entronizado junto al Padre.

Nuestros desfiles procesionales están en la calle para

representar la pasión, muerte y resurrección de Cristo y hemos

conseguido que sean como los de una Semana Santa de las

grandes ciudades.

¡Como están las calles el Jueves Santo¡, ¡cómo se pone la

puerta de la iglesia a las siete de la tarde esperando la salida de

Nuestro Padre Jesús y la Virgen de la Paz!, ¡cuántos nazarenos

suben por la calle Grande!, ¡qué alegría proporcionan los acordes

musicales!, ¡qué emoción cuando aparece la figura del Nazareno

por el cancel!, ¡cuántos vivas, cuántos sentimientos, cuántas

emociones, cuántas lágrimas y cuántos aplausos!, ¡qué imagen



más impresionante!, ¡qué devoción muestra el pueblo de Teba

hacia su Nazareno!

Cuando el trono poco a poco avanza y ocupa su lugar en la

calle Grande, la gente no se mueve, sigue apiñada, no cabe.

-¡señora que el trono llega hasta la escalinata!, ¡que necesitamos

espacio para los músicos!, ¡que hay que lanzar las palomas!...

De nada sirve lo que les digas, nadie se aparta, todos esperan

con emoción la salida de la Madre, la salida de la Virgen que

quiere ir tras los pasos de su hijo. La Virgen de la Paz ya asoma,

¡silencio! ¡costaleros atentos!, el espacio es estrecho, casi justo,

¡arriba!, ¡ahora!, ¡las palomas! Aplausos, vivas, guapa, guapa…

¡cuántas emociones!, ¡qué cara de alegría llevan los costaleros!

¡Qué bonita va la Virgen! ¡Qué flores más hermosas y qué

bien puestas! ¡El que no lo vive se lo pierde!

A lo largo del recorrido hay momentos que a cada uno le

puede emocionar más o menos. ¡Yo, me quedo con la salida!

Me decía un costalero de la Paz: - Pues yo nunca he visto salir

a Nuestro Padre Jesús, como estoy dentro en el trono. Le dije:

-¡pues sal, sal y ve a verlo!, después entra y ocupa tu sitio.

Seguramente al contrario también ocurre, habrá gente en el trono

de Jesús que no ha visto salir a la Virgen de la Paz, pues lo mismo

le digo, ¡escápate!, ¡escápate un momento y vívelo!



Durante el recorrido, con la intimidad que da el capirote,

puedes observar el rostro de las personas, y te sorprende ver

cuántas hay que esperan en sus puertas o balcones. Están

emocionados, con ojos brillantes y humedecidos. Es la añoranza,

esa anciana vestida de niña que vuelve a nosotros cada año por

primavera y conforme va pasando nuestra vida más niña se

vuelve. Si no que se lo pregunten a los más mayores o a los

ancianos, a los que la edad les impide salir a la calle para

acompañar las procesiones y desde sus casas ven pasar nuestras

imágenes; recuperan, en su pensamiento, la juventud perdida, con

lágrimas de añoranza que resbalan por mejillas surcadas por el

tiempo y que son la oración más sincera que se pueda ofrecer.

Cuando todo termina y después de la entrada en el templo los

costaleros se felicitan, disfruto viendo como los Mayordomos y

Hermanos Mayores se abrazan con caras de felicidad por el

trabajo bien hecho y por la alegría de que todo ha salido bien.

Acerquémonos todos al monumento, allí está el verdadero sentido

de nuestra fe, recemos unidos: morados y celestes, celestes y

morados, recemos como hermanos y felicitémonos con alegría.

También es un momento emotivo y de satisfacción en el que

comparto abrazos con muchos, aunque desde hace tres años, este

será el tercero, me falta un abrazo que para mí era muy

importante, el de un gran jesuita, el de mi primo José Jesús

Maldonado Lebrón.



Si el Jueves Santo es impresionante, no lo es menos el Viernes

Santo. Caminemos con ese Cristo que perdona en silencio por las

calles de nuestro pueblo, perdonemos como Cristo nos perdonó y

empecemos a tener una libertad que nos permita, gracias al

perdón, ser más felices de lo que somos.

Virgen de los Dolores, María al límite del aguante y la

resistencia, soportando el dolor, va tras su hijo en la cruz.

Noche de Viernes Santo, negra noche de los tiempos. Dolor y

Sangre en las calles, oración en luna llena. La muerte se pasea

sobre la niebla del incienso y el rojo de las flores.

¡Qué imágenes más hermosas!, ¡qué Virgen más fina y bonita!,

¡qué Cristo más impresionante!, ¡qué pasos más bien llevados!,

¡qué desfile más bien organizado!

El momento de la llegada y entrada en el templo es para mí muy

emotivo. Cuántas personas nos apiñamos para verlo a pesar de la

hora y, la mayoría de las veces, el frío. Qué satisfacción por el

trabajo bien hecho. ¡Felicidades, hermanos de los Dolores y el

Cristo, por lo bien que lo hacéis!



Tras la muerte, la Resurrección.

El Domingo de Resurrección es la fiesta más importante para

todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando

adquiere sentido toda nuestra religión.

Jesús ha resucitado, ya terminó la Pasión. Es domingo de

sonrisas, fiesta e ilusión. ¡Campanas, sonad con fuerza, anunciad

la Resurrección!

Detrás del Resucitado ya no va el dolor, sino la alegría y el

amor. Atrás ha quedado el recuerdo de esos días de dolor y

amargura, de pena y de pasión.

¡Caminemos todos, junto a Cristo Salvador!

Qué acierto la creación de la Hermandad del Resucitado, sin

ella nuestra Semana Santa estaba falta de su momento cumbre.

La procesión de Cristo Resucitado comenzó el mismo año

que el pregón. Este año, por tanto, será la vigésimo novena salida.

Aquellos primeros jóvenes ya ayudan a sus hijos a preparar el

desfile del Domingo de Resurrección.

Ahí está el futuro. En transmitir nuestras creencias y

devociones.



Miremos el futuro con optimismo, miremos, como nuestros

padres, en los años 60, miraron a la juventud. Hay muchos y

buenos cofrades entre nuestros jóvenes, hay que darles más

responsabilidades en nuestras hermandades. Los jóvenes, además

de ser el futuro, tienen que ser, también, el presente. Si están en

las Juntas de Gobierno sólo para oír y aprender, se aburren, hay

que incluirlos, con los mayores, en temas de más responsabilidad.

A vosotros jóvenes me dirijo, a vosotros que sois cofrades,

tenéis que participar más en los cultos y actos que organizan

nuestras hermandades, no conformaros con sacar los tronos, no

miréis desde afuera, entrad y opinad, tomad decisiones con

nosotros.

No quiero alargarme más, pero sí recordar lo esencial de

nuestras obligaciones.

Estamos llamados a dar cumplimiento al rito de sacar nuestras

procesiones a la calle, estamos convocados por nuestras cofradías

a vestir la túnica penitencial, a portar los tronos sobre nuestros

hombros, estamos comprometidos con la fe y la tradición que

recibimos de nuestros mayores y que hemos de entregar como el

más preciado tesoro material y espiritual a nuestros sucesores.



Abrid las puertas, salgamos a las calles, Teba nos espera. Que

cada cofrade cumpla su misión con fidelidad, que cada uno

ofrezca el testimonio verdadero de su vocación nazarena, que

nuestras procesiones cumplan con su privilegiada misión de

evangelizar y de conmover. Si así lo hacemos, sintámonos

orgullosos de ello y proclamemos con alegría nuestras creencias.

Por el honor y la ilusión que me habéis hecho vivir, estando

esta noche con mi pueblo y con mi Semana Santa:

A todos, mis más sinceras gracias.

¡Gracias!

Teba a 5 de abril de 2.014



Bibliografía :

- Agrupación de Cofradías y Hermandades de Teba

Pregones de la Semana Santa de Teba (1986-2003)

- ARIAS de SAAVEDRA I. Y LÓPEZ GUADALUPE, M.L.

Cuadernos de Historia Moderna. Las cofradías y su

dimensión en España, Cuadernos de Historia, 2.000.

- Diccionario Cofrade malagueño.

La Semana Santa de Málaga. Wordpress.com

- Pregones de Semana Santa de diversas localidades de

España.

- Wikipedia. Enciclopedia libre. La Semana Santa

- TORRES MONTESINOS, Antonio, Poesías a la Virgen de

la Paz.

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