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    Ciencia socialy filosofaPeter r7inch

    Amorrortu editoresBuenos Aires

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    1. Fundamentos filosficos

    1. Propsitos y estrategiaDecir que las ciencias sociales estn en su infancia ha lle-gado a ser una perogrullada para los autores de libros detexto relativos al tema. Sostendrn que esto es as porquelas ciencias sociales no se apresuraron a emular a las cien-cias naturales y a emanciparse de la tutela soiuzgante dela filosofa; que hubo una poca en la que no se distinguaclaramente entre filosofa y ciencia natural, pero que gra-cias a la transformacin de este estado de cosas, ocurridaalrededor'del siglo xvn, la ciencia natural progres a gran-des saltos desde entonces. En cambio -se nos dice-, talrevolucin no se produjo todava en las ciencias sociales,o solo ahora esi en proceso de realizacin. Qriz la cien-cia social an no encontr su Newton,.pero se estn crean-do las condiciones necesarias para que surja un genio deesa magnitud. Se recomienda, sobre todo, que sigamos losmtodos de la ciencia natural ms que los de la filosofasi queremos lograr algn progreso significativo.Ea-e$aqo-qografja,-89*Jrpp9rg9-qlalpilgrcrticameteesa idea dg la relacig -e_4Jrglps" estudio.s_soffiffiIa filo-sofa-y,,las-;$e& ""iiiri Pero no se d.b sr$rcr potello que lo que deb;Ae puede alinearse junto a los mo-vimientos anticientficos reaccionarios que intentan retra-sar el reloj, y que aparecieron y florecieron en algunoslugares desde los comienzos de la ciencia. Mi nico pro-psito es asegurar que el reloj marque el tiempo justo,cualquiera que este sea. Por razones que ms adelante seaclararn, la filosofa no tiene derecho a ser anticientlfi-ca: si trata de serlo, solo lbgrar ponerse en ridculo. Esosataques lanzados por la fitosofa iott tutt desagradables yfaltos de seriedad como intiles y contrarios a ella misma.Pero igualmente y por las mismas razones, la filosofa9

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    7debe estar alerta frente a las pretensiones extracientficascle la ciencia. La ciencia es uno de los rasgos distintivosms importantes de la poca actual, y esto tiende a volverimpopular al filsofo, quien puede enfrentar una reaccinsiniilr a h que enfrenta el que critica a la monarqua.Pero cuando la filosofa se convierta en un tema popular,habr llegado el momento para que el filsofo considerecundo eir el camino.Dije que mi propsito era examinar crlticamente una con-cepcin cdrriente de las relaciones entre la filosofa y losestudios sociales. Como dicha concepcin implica dos tr-minos, una parte de este libro -que a algunos podr pa-recer desproporcionadamente grande- estar dedicada aanaiizar -cuestigncs. cuy-a conexin. eon-la-naturaleza-de-l9sstudiqs "s.gqi? g: 99 9s evidgnte a primer vistp. El criterioque inteio iCtiir presupone una cierta concepcin de fitosofa, eu muchos juzgarn tan hertica como miconcepcin de la ciencia social misma. En consecuencia,y por irrelevante que pueda parecer en un principio, elanlisis de la ndole de la filosofa constituye una parteesencial del tema del presente libro. Por lo tanto, . serariesgoso pasar por alto este captulo inicial considernd

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    , f :

    pleto de todo lo que se encuentra en la filosofla; es decir,en la ciencia. Segn esta opinin, la filosofa es un parsitode otras disciplinas; no tiene problemas propios, sino quect una tcnica para resolver los problemas planteados enel curco de investigaciones no filosficas.Lr concepcin moderna de lo que constituye el

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    u1,fr 3. Filosofla y cienciaEsa concepcin es en gran medida una reaccin contra elcriterio que considera al filsofo un

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    \oo*Erto, por supuesto, simplemente exaspera al cientfico ex-perimental, y con bastante raz6n desde el punto de vistade sus qropios propsitos e intereses. Per es imposibleaprehender la validez de la pregunta filosfica en-trmi-no de las preconcepciones de la ciencia experimental; nose puede responder a la misma generalizando a partir deejemplos particulares, pues una respuesta particul ar a lapregunta filosfica ya est impllcita en la-aceptacin deesos ejemplos como . Al abordar eltema de esta manera, Moore pareca equiparar la pregun-ta: > a la prigunta: >. Por supuesto, esto quedara- probao de manera

    4. El inters del filsofo por el lenguajeLo expresado hasta el momento basta, respecto de la re-lacin entre filosofa y ciencia. Pero an dbo sealar porqu no es preciso, ni debera serlo, que el rechazo de bsaconcepcin del filsofo como conduzca a la concepcin subordinada. Me he referido aMoore, quien nos recuerda cmo se usan, de hecho, ciertasexpresiones, y he acentuado la importancia que tiene laidea de elucidacin de un concepto en filosof. Estos sonmodos de expresin que, prima facie, encajan muy bienen la concepcin subordinada. Y, en realidad, lo desacgr-tado de esa concepcin en general ha de buscarse no tantoen alguna doctrina falsa por completo como en un nfasissistemticamente errneo.

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    concluyente con la exhibicin de dos rinocerontes. pero'.t:ir'i

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    relacin del argumento de Moore con la pregunta filo-ica acerca de la existencia de un mundo i*trno no esrinocerontes con la otra pregunta, ya que, naturalmente,la duda filosfica respecto de la existencia de un mundo

    simple como la relacin de la exhibicin de los dos Sin em-bargo, el filsofo no se interesa en el uso correcto como

    aprehender en cierta forma dicha realida. De modo que

    t{'rlf,'externo abarca tanto las dos manos mostradas por MoorecgTo cualquier otra cosa. La pregunta completa es: Losobjetos, como las dos manos de Moore, estn calificadospara ser moradores de un mundo externo? Esto no quieredecir que el argumento de Moore est completament fue-ra de cuestin; lo errneo es considerarlo una

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    debemos preguntar cmo los problemas del le-nguaje -yqu clasei dJproblemas acerca de este- pueden guardarrelacin con estos temas.Prcguntarsi la realidad es inteligihle implic_a pregunt4;ff rehcin eliste . entre-prsamiento-+*realidad'"oasi-lT;;aturaleza del pensrniento -nos lleva-*ambien -alonsiderar la natrrralez4 del.lgn*un PJf&

    rticulares

    prender mtchos de losas excen

    del le6ie en seneral.#ffinto en forma polmica, refirindomeal Vocabularlt of Politics, de T. D. Weldon. La elecciri deeste libro obedece al hecho de que en sus pginas Weldonemplea su interpretacin del inters qrre la filosofa prestaal lenguaje par sustentar una concepcin de las- relacio-nes entre la- filosofa y el estudio de la sociedad que seopone fundamentalmente a la concepcin que se sostendren esta monografa. El criterio de Weldon se basa en unainterpretacin de los recientes desarrollos filosficos enInglaterra. Segn 1, ocurri que

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    cualquier distincin fcil entre el mundo y el lenguaje.Ecto -resalta con claridad cuando aborda el concepto dever un objeto como algo: por ejemplo, ver la imagende una flecha en vuelo. El siguiente pasaje es caracterfu-tico de todo el enfoque de Wittgenstein:cEn el tringulo, puedo ver ahora esto comovrtice, aque'llo como base; luego esto otro como vrtice, aquello otrocomo base. Es evidente que las palabras "ahora estoy vien-do esto como vrtice" no pueden a la saz6n significar nadapara un estudiante que acaba de enfrentarse por primeravez con los conceptos de vrtice, base, etc. Pero no quieroque esto se entienda como una proposicin emprica."Ahora lo est viendo como esto", "ahora como aquello",solo debera decirse de alguien capaz de aplicar la figuracon bastante soltura para ciertos usos.El stistrato de esta experiencia es el dominio de una tc'nica.Pero qu extrao que esa sea la condicin lgica de quealguien tenga tal y cual experiencia Despus de todo, novarnos a decir que slo se puede tener dolor de muelas sise es capaz de hacer tal y cual cosa. De esto se deduce queaqu no podemos estar utilizando el mismo concepto deexperiencia. Es un concepto diferente, aunque afn.Solo si alguien puede hacer, o aprendi, o domina tal y cualcosa, tiene sentido decir que tuvo esta experiencia.Y si esto suena algo extravagante, es menester pensar queaqu est modificado eL concepto de ver. (A menudo esnecesaria una consideracin semejante para librarse decierto sentimiento de vrtigo en matemtica.)Hablamos, proferimos palabras, y solo despus tenemoluna imagen de su vida>> l37,II, pg. xi].En consecuencia, no podemos decir, como Weldon, que loqproblemas de la filosofa surgen ms del lenguaje que delmundo,porque;[-an.aliz."ar-file-F*f "igapq4lq-"*lenggiggtamosanalizado,.d-e.hg_c_b9r _o-gyS-*gsansifu u-4gr13f,4ciente sl, -mand,a*" Nuesfra*.d de lq-.gue pertenecP lldominio de la realidad nos *ilda e-r_I_g -_ grgeig-gttl'20

    valga la pena recordar esa verdad trillada de que crlandohablamos del mundo qqt4qlgs hablando de lo que en reali-d entenclemoJpor lipreiin : es"iooli-@gp1g=cig-les-culeslfr sfirosacerca del mundo, como Weldon trata de hacer en susffi;Ai-ieliivos a la naturaleza de los problemas filo-sficos. El ilndo. r.ara -nosotros lo, .SUg*ie-_n0anifiesta atravg*d.e" esos- concEptgs. Esto no si.qnifica que nuestrosgonceptos no pu ed an ambir ; pero@l1i . iraq e{r,_ .riqs-tro concpto del mundo tambin cambia.

    \usamos. Nuesltqg*cglqE:Igas."e$a_hlgeen para. .nosotros*Ja6t-" deJlEperienciu:q.rc t"i"-os--deimundo. Tal vrcz-orma d.q la expqJiq_+S,b g *gjfemosjelnup-do. Tal vez

    5. Inuestigaciones conceptuales y empricasEste equvoco respecto del modo en que las formas filo-sficas de tratar las confusiones lingsticas son tambinelucidaciones de la naturaleza de la realidd, nos lleva alas faltas de adecuacin de los mtodos empleados en laactualidad para abordar tales problemas. Los empiristas,como Weldon, subestiman sistemticamente el alcance delo que puede decirse a prioriz para ellos, todos los enun-ciados acerca de la realidad deben ser empricos o, en casocontrario, son infundados, y los enunciados prori lo son> y no

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    (Se pretende en vano haber conocido la naturatreza de loscuerpos en la experiencia pasada. Su naturaleza'tntima-por tanto, todos sus efectos e influencias- puede cam-biar sin que cambie ningrrna de sus cualidades sensibles.Esto ocurre algunas veces con algunos objetos; por quno podra ocurrir siempre con todos los objetos? Qu cla-se de lgica, qu proceso de argumentacin aseguran con-tra este supuesto?>> 112, seccin IV, parte II].Aqu, Hume supone que si un enunciado acerca de la con-ducta uniforme de algunos objetos es una cuestin lntegra-mente emprica y sujeta a la posibilidad de ser desbaratadaen cualquier momento por la experiencia futura, lo mismovale con respecto a un enunciado acerca de la conductauniforme de todos los objetos. Dicho supuesto es muy cons-trictivo, y este carcter se deriva de una sana renuenciaa admitir que cualquiera pueda legislar a priori con res-pecto al curso de la experiencia futura, sobre la base deconsideraciones puramente lgicas. Y, por supuesto, nopodemos legislar de este modo contra una ruptura en elorden regular de la naturaleza, ruptura que imposibiliteel trabajo cientfico y destroce el lenguaje, el pensamien-.to, e, incluso, la vida; pero podemos y debemos legislara prori contra la posibilidad de describir una situacintal en los trminos que Hume intenta usar, es decir, entrminos de las propiedades de los objetos, sus causas yefectos. Porque "estos trminos ya no seran aplicables siel orden de la natrtraleza se desbaratara .de esa manera.Y si bien pueden producirse variaciones menores, o inclusomayores, dentro de dicho orden, sin que se trastorne todonuestro aparato conceptual, de ello no se desprende quepodamos usar nuestro aparato existente (y qu otro ha-bremos de usar?) para describir una ruptura en el ordenglobal de la naturaleza.Esto no es una'simple sutileza verbal. El significado filo-sfico total de investigaciones como la de Hume es aclararlos conceptos que son fundamentales para nuestra con-'ceicin de la realidad; por ejemplo, objeto, propiedadde un ob jet, ca.usa. y efecto. En una empresa de este tipo22

    es de furfdarnental importancia sealar que el uso de di-chas nociones presupone, necesariamente, la verdad inva-riable de la mayora de nuestras generalizaciones acercade la conducta del mundo en que vivimos.Ms adelante, se har aun ms manifiesta la importanciade este tema para la filosofa de las ciencias sociales. Porejemplo, sostendr que muchos de los principales temastericos suscitados por esos estudios pertenecen ms a lafilosofla que a la ciencia y, por lo tanto, deben solucio-narse mediante un anlisis conceptual a pri,ori y no a tra-

    aquello de

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    rrignificado varla en forma sistemtica y en concordanciaeon el contexto particular en el que se est usando.El cientffico, por ejemplo, trata de hacer ms inteligibleel mundo; pero lo mismo hacen el historiador, el profetareligioso y el artista, e igualmente el filsofo. Y unquepodamos describir las actividades de todos estos pensado-e8 en trminos de los conceptos de comprensin e inteli-gibilidad, es evidente que en muchas y muy importantesformas los objetivos de cada uno de ellos difiern de losobjetivos de cualquiera de los otros. Ya intent, en el pun-to 3 de este captulo, explicar someramente las difereciasque existen entre las clases de que buscan el filsofo y el cientlfico, respectiva-mente.Esto no significa que solo estamos haciendo un juego depalabras cuando hablamos de las actividades de todos es-tos investigadores en trminos de la nocin de hacer inte-ligibles las cosas; al menos, no ms que una conclusinsimilar con respecto a la palabra , saod= ,Wi t-genstein nos. clemrrestra -que no existe nrng"lu So*I\iunto"" d-epropiedades comunes y peculiares a todas - _a.-"actividadescorrectamente denciminadas db esa manefa [vase 37, l,pgs. 66-71]. Es tan correcto decir que l ciencia, el arte,la religin y la filosofa abordan el problema de hacerinteligibles las cosas como decir que 9l ftbol, el ajedrez,el solitario y los saltos son, todos ellos, juegos. Pero ascomo sera disparatado decir que todas estas actividadesforman parte de un superjuego, si furamos [o suficiente-mente inteligentes para aprender a j,ugarlo, tambin losera suponer que los resultados de todas esas otras activi-dades deberan sumarse a una gran teora de la realidad(como imaginaron algunos filsofos, con el corolario deque era su tarea descubrirla).Por lo tanto, segn mi criterio la filosofa de la ciencia de-ber ocuparse de la clase de comprensin buscada y comu-nicada por el cientfico; la filosofa de la religin, del modocmo la religin intenta presentar un cuadro inteligibledel mundo, y as con las dems. Y, por supuesto, estasactividades y sus propsitos dbern compararse y con-24

    trastarse mutuamente. La finadad de tales investigacio-nes filosficas ser contribuir a nuestra comprensin"de loque implica el concepto de inteligibilidad, de modo quepodamos comprender mejor qu significa llamar inteligi-ble a la realidad. Para mis objetivos, es importante sea-lar la gran diferencia existente entre esto y la concepcinsubordinada. En particular, la filosofa de la ciencia (o decualquier estudio de que se trate) se presenta aqu comoalgo autnomo, no como un parsito de la cienci misma,en cuanto atae al origen de sus problemas. La fircrzamotriz de la filosofa de la ciencia proviene de las entraasde la filosofla ms que del interior de la ciencia. Y su pro-psito no es meramente negativo --eliminar los obstculosque estorban el camino hacia la adquisicin de nuevosconocimientos cientficos- sino que tiene el carcter po-sitivo de una comprensin filosfica acrecentada con ies-p,e9t9 I o que est contenido en el concepto de inteligi-bilidad. La diferencia entre estas concepciones no es soloverbal.A primera vista, parecera que no ha quedado lugar parala metafsica y la epistemologla. Si el concepto de inteli-gibilidad, y tambin el de readad, son sistemticamenteambiguos segn las diferentes disciplinas intelectuales, latarea filosfica, que consiste en dar una explicacin deesas nociones, no se desintegra en las filosofas de las di-versas disciplinas en cuestin? No ser que la idea de unestudio especial de la epistemologa descansa en el falsoconcepto de que es posible reducir todas las variedadesde la nocin de integibilidad a un conjunto nico decriterios?Esto implicara extraer una conclusin falsa, aunque enrealidad proporcione una sana advertencia por parte dela epistemologa, contra la expectativa de la formulacinde una serie de uiterios de inteligibilidad. Antes bien, zutarea consistir en describir las condiciones que deben sa-tisfacerse si es que ha de eristir, al menos, tS" criteriode comprensin.

    2s

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    7, La epistemologla y la comprensin de la sociedadMe gustar ia dar aqu algunas indicaciones preliminaresrelpecto de cmo es posible esperar que esta emprbsa epis-temolgica se relacione con nuestra comprensin de lavida social. Consideremos otra vez la formulacin de Bur-net acerca del problema central de la filosofla. Dichoautor pregunta qu diferencia entraana para la vida delhombre el hecho de que su mente pueda tener contactocon la realidad. Interpretemos primero esta pregunta delmodo ms superficialmente obvio: es evidente que loshombres deciden cmo se comportarn sobre la base desu criterio acerca de cul es la situacin del mundo quelos rodea. Por ejemplo, alguien que tenga que tomar untren al da siguiente, muy temprano, pondr su desperta-dor a la hora que l cree corresponde al momento en quedicho tren parte. Si alguno se siente inclinado a objetareste ejemplo por su triviadad, dejmoslo que reflexionerespecto de la diferencia gue entraa para la vida humanala existencia de despertadores y trenes que funcionan ahorario, de mtodos para determinar la verdad de los enun-ciados con respecto a los turnos de los trenes, y as sucesi-

    serla compara con otra relativa ala importancia que tienepara la vida humana conocer el mundo tal como es enrealidad. Pienso ahora en la pregunta moral que tantopreocup a Ibsen en dramas como El pato saluaje y Es-

    la verdad en torno de su herencia. El pato saluaje partede una direccin opuesta: aqu se trata de un hombre queest viviendo una vida perfectamente placentera, la cual,26

    vamente;"Aqu, el inters de la filosofa reside en estapregunta: ;su implica de hechos

    pectros; hasta qu punto es importante que un hombreiiva s.r vi"

    sin embargo, se basa en un completo equlvoco de las acti-tudes que tienen hacia l las personas que conoce; debe-rla desilusionarse y perturbar su felicidad en inters dela verdad? Es necesario sealar que nuestra comprensinde ambos problemas depende de cmo reconozcamos laimportancia prima facie del hecho de comprender la si-tuacin en la c.ral se vive la propia vida. En EI pato sal-aaje no se pregunta si eso es importante, sino si es msimportante que ser feliz.Ahora bien, el inters del epistemlogo en tales situacionesser aclarar por qu vna comprensin de ese tipo tendrlatal importancia en la vida de un hombre, al mostrar loque involucra su posesin. En trminos kantianos, su inte-rs residir en la pregunta: cmo es posible esa compren-sin (o, en realidad, cualquier comprensin) ? Para res-ponder a esta pregunta es necesario exponer el papelcentral desempeado por el concepto de comprensin enlas actividades caracterfuticas de las sociedades lumanas.

    actitudes del personaje hacia quienes lo rodean si no esen trminos de sus ideas acerca de lo que ellos piensan de1, de lo que han hecho en el pasado, de lo que puedenhacer en el futuro, etc.; y en Espectros, sus ideas acercade cmo est biolgicamente relacionado con ellos. Asi--lmismo, un monje mantiene ciertas relaciones sociales ca- |ractersticas con sus compaeros tambin monjes y con la Igente que est fuera del monasterio, pero serla imposible Idar algo ms que una explicacin superficial de esas rela- |27

    una

    Las relaciones sociales de unsl

    ca de la@lo, en las situaciones de lbsen,'.ts---#ra laslEZ6'de referirme, serla imposible describir las

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    lciones sin tener en cuenta las ideas religiosas en torno def las cuales gira la vida del monje.-?lqul se hace un poco ms evidente cmo choca la llneade enfoque que estoy proponiendo con concepciones so-ciolgicas bastante comunes, que tambin se encuentran,por lo general, en los estudios sociales. Eqlra gln conflic-to, por eiemplo, con el criterio de E. Durkh-eiI

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    nrturaleza del significado y que alude a la relacin entreIrcruamiento y realidad es' particularmente notable.Se puede dar una primera respuesta natural diciendo queKty c paz de significar lo que significo mediante las pa-labras (monte Everesb>, debido a que las mismas me hansido definidas. Hay una variedad de modos en los que estopuede haberse hecho: me pueden haber mostrado el mon-te Everest en un mapa, me pueden haber dicho que es Iamontaa ms alta del mundo, o pude haber volado sobrelos Himalaya en un aeroplano desde el cual me sealaranel Everest. A fin de eliminar ulteriores complicaciones,hagamos la ltima suposicin, o sea, para usar la termi-nologa tcnica de la lgica, concentrmonos en el casode la definicin ostensiua.Entonces, la posicin es esta. Me han sealado el Everest.me han i"tt que su nombre es

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    r ,rcs$ est usando esta palabra del mismo modo que otroque la emplea p"o-itittirse al monte Everest' De modoque la pregrnta: q'e i*pti:" q""-:1" palabra tenga unlcnificado?,lleva a la preg'nta: @enga una regta?Empecemos por considerar una vez ms la respuesta'obvia'ffilffiJ;"il;;;;** sigue una regla si siempreacta del mismo #;;; mislma clase de situaciones'Pero, aunqu. "o"t"iJittt; halre ayarwar las cosas' dadoirffi:Tiff T:*'*",tr"il:x$ru:*"ili:tll'?nido.

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    ,

    tr"#rnr'f

    rdo r eceptar como correctas las continuaciones pro-puatrr-, todo esto sugiere un rasgo muy importante deloncepto de seguir una regla. Sugiere que se h3n 9e tegerde la conductareacciones de otros m-

    que alguien ms puede, en principio, descubrir la reglaque estoy siguiendo, es posible decir inteligiblemente queestoy, de algn modo, siguiendo una regla.Consideremos esto con ms minuciosidad. Es importanterecordar que cuando .{ escribi: 1 3 5 i, B'-represen-tando a alguien que ha aprendido aritmtica elemental-continu la serie escribiendo: 9 11 13 15, etc., como algonatural, El hecho mismo de que yo haya podido escribir en un contexto dado. Es sumamente im-portante advertir aqul que el hecho de continuar de unmodo y no de otro, considerndolo algo natural, no tienepor qu ser una peculiaridad de la persona cuya conductapretende constituir un caso de observancia de reglas. Suconducta pertenece a esa categora solo si existe la posibi-lidad de que algn otro comprenda lo que est haciendocolocndose a sl mismo hipotticamente en la situacinde cumplirlas.34

    > 137,I, pg. 2311,no es una

    up ego+si existe la posibilida@siguiendo una-regla, esto significa, que se puede ir.g.rrrt",de la nocin de cotneter

    si est haciendo las cosas correctamente o no. De ot ma-nera, no hay nada establecido en su conducta que permitaasir la nocin de regla; no tiene entonces sentiilo 'escirsu conducta de ese modo, dado que todo lo que hace estan bueno como cualquier otra cosa q,re prred" hacer; yesto porque lo central del concepto de rgla es que noscapacita para eualuar lo que se ejt hacieno.Consideremos ahora qu est involucrado en el cometidode un error (lo cual implica considerar qu est involu-cometo un efTor r una pa-lab-ra, otras personas deben tener la posibilid e searr-I

    {melo. Si no es as, puedo hacer lo que me guste y no existeningrn control externo sobre Io que h"g"; o sa, no haynada establecido. El hecho de establecr una nonna noel -una actividad que se pueda adscribir a cualquier indi-viduo completamente aislado de otros, ya que slo el con-tacto con estos ltimos posibilita el control de las propiasacciones, control inseparable de una pauta establecida.35

    ante lo que l hace. Dicho de manera ms espe-c n h que tiene sentido suPoner

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    E neceario hacer aqu una salvedad para prevenir unporible malentendido. En una sociedad humana, tal comola conocemos, con su lenguaje e instituciones establecidos,cxlrte, por supuesto, la posibilidad de que un individuo seadhiera a una regla priaada de conducta. Pero aquello enlo que insiste Wittgenstein es, primero, que debe ser posi-ble en principio que otras personas comprendan esa reglay juzguen cundo se la sigue correctamente, y segundo,que no tiene sentido suponer que haya alguien capaz deestablecer una nonna de conducta puramente personal, sdnunca tuvo alguna experiencia de la sociedad humana consus reglas socialmente establecidas. En esta parte de lafilosofa, abordamos el concepto general de seguir una re-gla; siendo esto asl, al explicar lo que impca ese conceptono podemos dar por sentada una situacin en la que esteya se ha presupuesto.9. Algunos equaocos con respecto a WittgensteinLa necesidad de que las reglas tengan un tnarco social esparticularmente importante con respecto al problema fi-losfico relativo a la n4turalez,a de las sensaciones. Estoimplica que el lenguaje que utilizamos para hablar denuestras sensaciones debe estar regido por criterios queresulten pblicamente accesibles; no es posible que esoscriterios tengan su fundamento en un individuo determi-nado, como supusieron muchos filsofos. El anlisis quehace Wittgenstein en las Philosophical Inuestigations serefiere muy especialmente a este problema. Pero, comoP. F. Strawson seala, sus argumentos se aplican igual-mente a la idea de cualquier lenguaje que no se base, hastacierto punto, en una vida comn donde participen muchosindividuos. Strawson considera este hecho como una obje-cin a la posicin de Wittgenstein; sostiene que el mismorechaza como inconcebible algo que, en realidad, podemosconcebir perfectamente bien. Declara que podemos ima-ginar, como una posibilidad lgica, a un morador de unaisla desierta que nunca haya sido educado en una sociedad36

    humana y eue, sin embargo, idee un lenguaje para supropio uso. Agrega que tambin podemos imaginar la in-troduccin de un observador (B) que, puesto frente a aquel,> 132, pg. 851.A Strawson le parece totalmente absurdo decir tal cosa.Su posicin es persuasiva porque, aparentemente, consi-gui describir en forma coherente una situacin que, segnlos principios de Wittgenstein, tenla que ser indescriptiblepor el hecho de resultar inconcebible. Pero esto es soloaparente; en realidad, Strawson hizo una completa peti-cin de principio. Su descripcin est viciada desde el co-mienzo, y no puede contribuir al problema que se analiza,por contener trminos cuya aplicabilidad es precisamentelo que se cuestiona: trminos como , ((s)),>, , > -y todos sin el be-neficio de las comillas-. Decir que el observador B puede es algo que carece de sentido, a menos que se pue-da hablar de lo que este sujeto est haciendo en trminosde los conceptos de significado, lenguaje, uso, etc. Delhecho de que podamos observarlo mientras ejecuta ciertosmovimientos y profiere ciertos sonidos -a los cuales seraabsolutamente legtimo describir en esos trminos si fue-ran.realizados por algn otro individuo en un contexto dis-tinto, el de una sociedad humana-, de ese hecho, repito,37

    lt1ji

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    no rc puede inferir de ninguna manera que sea posibledecribir legtimamente rr actividades de esa form. Y elhecho de que .B correlacione las prcticas de su sujeto conlar suyas propias no ratifica lo sostenido por Strawson, yaque toda la sustancia del argumento de Wittgenstein resi-de en que no sog-gsaq p_r4.qticase_r_l_ffitifican la apliqein de categoras como lenguaje 1, siggi-ficado, sino eI iitnxto socal donde se llevan a cabo tlesprcticas. Ntl-dice Strawson para refutar esoJ argum-tos. N. Malcolm puso esto claramente de manifiesto. En elcaso de Strawson, segn 1,

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    r-Hay un contra-argumento a la posicin de Wittgenstein,al cual Ayer parece atribuir importancia pecuar, pues louta no solo en el artlculo al que me he referido sino tam-bin en un libro publicado ms tarde, El problema delconocimienfo. Uno de los argumentos ms importantes deWittgenstein se expresa de esta manera:

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    2. La natunleza de la conductasignificativa

    l. Filosofa y socologaEn el punto 7 del captulo anterior intent indicar, de unmodo general, cmo puede esperarse que la filosofa ----con-siderada a la manera de un estudio de la nafiraGZ tle'Iacompr.errsieri-qsijlhptrie-Lisd-ells$i.elffi-;Cln--i la .naturale?a. ds las- .in 9-trela"-cJqnEs. .hum,anas e.l- $gqie-dad. .El anlisis de Wittgenstein, hecho en los puntos I'y 9, confirm esa presuncin, pues demostr que la elu-cidacin filosfica de la inteligencia humana, y las nocio-nes que se asocian a ella, exige que las mismas sean ubi-cadas en el contexto de las interrelaciones de los hombresen sociedad. En la medida en que durante los ltimos aosse ha producido una autntica revolucin en la filosofa,esa revolucin tal vez resida en el nfasis puesto en esehecho y en la profunda elaboracin de sus consecuencias,que encontramos en la obra de Wittgenstein.

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    de partida del epistemlogo son bastante diferentes de losdel rccilogo, pero si los argumentos de Wittgenstein sonbuenos, tal es lo que tarde o temprano este deber{ abordar.Ello significa que las relaciones entre sociologla y episte-mologfa deben ser diferentes y mucho ms estrechs delo que suele pensarse. Creo que el criterio aceptado es,ms o menos, el siguiente. En uno u otro momento, todadisciplina intelectual puede tropezar con dificultades filo-sficas que a menudo pregonan-una revolucin en las teo-rfas fundamentales e interponen obstculos temporarios enel camino del progreso de la investigacin cientlfica. Un,9j9mplo estara dado por las dificultades que enfrentEinstein al desarrollar la concepcin de la simultaneidad,y que presagiaron la formulacin de la revolucionaria teo-ra especial de la relatividad. Esas dificultades mostrabanmuchas de las caractersticas rq {g _4soca'a IoS pro6le-mas filosficos, y. diferan ttot"bi*ente de los.p_ro_lm_"ttericos tcnicos que se resuelven e.-4*-el poc.so ttr*"i,e4vance de la investigacin cientfia. Ahbra bien, a menu-do se supone que las disciplinas recin desarrolladas, ca-rentes de una teora slidamente establecida sobre lacual elaborar ulteriores investigaciones, estn particular-mente dispuestas a abordar los arduos problemas filos-ficos,.pero que esta es una etapa temporaria que debeexperimentarse y luego abandonarse lo -ms pronto posi-ble. Sin embargo, segn mi criterio, sera eirneo ecir1{ coa con respecto a la sociologa, ya que los problemasfilosficos que all surgen no son tediosos-cuerpo-s extraosa los que es necesario eliminar a fin de que ia sociologapueda progresar siguiendo sus propias lnes cientlficas in-dependientes. Por el contrario, el prblema central de estadisciplina ---o sea, proporcionar tna explicacin de la na-turaleza de los fenmenos sociales-- perienece en sl mismoa la-filosofa, y de hecho, si no se aclra el punto con sumocuidado, esta parte de la sociologa se coirvierte en epis-temologa bastarda; Digo porque srrs pro6le-mas fueron considerablemente mal interpretados y, por lotarto, mal manejados, como una especie de problem cien-tlfico.44

    ':l,fft

    I.iI

    1El tratamiento usual que los bros de texto sobre psicologlasocial dan al lenguaje muestra las faltas de adecuacin afas que esto puede llevar. El-Wbl,efng.de determinar-.gue-s_ el lenguaje tiene, evidEntemente, importancia vitalp,arala sogiologia, por cuanto a travs de l nos enfrentameq al pregunta global acerca del modo caracterstico que-,te-nen los seres humanos de interactuar en sociedad. Sin em-rgo;por lo comn se dejan intacas il piegunias impor-tantes. Encontramos ejemplos de cmo algunos conceptosanlogos pueden diferir segn los lenguajes de distintas so-ciedades, junto, tal vez, a alguna indicacin acerca de lasformas en que estas discrepancias corresponden a diferen-cias en .los principales intereses caracterlsticos de la vidapracticada en esas sociedades. Todo esto puede resultar in-teresante e incluso esclarecedor si se suma, a manera deilustracin, al anlisis de lo que implica para la gente po-seer un lenguaje. Pero apenas si esto se encuentra algunavez. En su lugar, la nocin de poseer un lenguaje y las no-ciones que la acompaan -significado, inteligibilidad yotras- se dan por supuestas. Se tiene la impresin deque primero est el lenguaje (con palabras que tienen unsignificado y enunciados capaces de ser verdaderos o fal-sos), y que luego, dado esto, se lo introduce en las re-laciones humanas y se lo modifica segn" las particularesrelacrones humanas de las cuales haya llegado a formarparte. Lo que se pasa por alto es que esas mismas catego-ras de significado, etc., dependen lgicamenta, respectode su sentido, de la interaccin social de los hombres. Aveces, los psiclogos sociales prestan una fingida atencina este problema. Se nos dice, por ejemplo, que [30, pg. 456]. lero los autores no trascienden-laobservacin dgl modo en que-los conceptos parttcg.Jqrospueden rflej1 ,vida peciir de la *"i.a do{de qelos utiliza. Nunca se analiza cmo la existencia mism deios cnpioJ pen;de la vid.flCs'ipg. Y -"si"que no comprenden la importancia de est problema cuan-do hablan de conceptos ,

    45 rq \ ' ) .., ,.

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    TI ui12. Este es rn caso paradigmtico de alguien que rea-liza una accin por una raz6n, pero no implica negar que,en algunos casos, aun cuando N llevase a cabo ese procesoexplcito de razonamiento, -no.sea posible discutir stJa-ra-zn que .ha 4ado _es realmente I lerrlaslera .raz.6n de suconducta- Pe-r, muy a menudo, no hay por qu dudar, ysi no fuera as la idea de una razn parauna accin corre'

    ra el riesgo de perder completamente su sentido. (Estepunto adquirir mayor importancia cuando, ms adelan-te, analice la obra de Pareto.)El caso_que tom como p4"radigpa no es el nico.qus-seincluy en el concepto- de Weber, pero expone con cl4ri-dad un rasgo que creo posee importancia ms general. Srr-pongamos que un observador, O, propofciona la anteriorexpligagifu;esp"egto .del voto..de ,lf en favor del.laborisnro;en consecuencia, es necesario advertir que la validez de laexplicacin de O reside en el hecho de que los conceptosque aparecen en la misma deben ser comprendidos no solopor O y sus oyentes, sino tambin por eI propio N. Estedebe tener alguna idea de lo que signica

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    na. N olvida enviar una carta e insiste, aun despus dereflexionar, que y que no rspondea ninguna razn. Un observador freudiano insistiia enque N aunqug no la advir-tiera, y ta| vez sugerira que, inconscientemente, N asociel envo de la carta con algo doloroso que se relaciona consu vida y que desea reprimir. En trminos weberianos,Freud califica de . Esto significa que es necesario aproximarse cautelo-samente a su caracterizacin de Sinn como algo ; con ms cautela, por ejemplo, que laempleada por M, Ginsberg, quien prece supner que loque Weber est diciendo es que la comprensin del ioci-logo con respecto a la conducta de otras personas debeapoyarse en una analoga con su propia experiencia in-trospectiva fvase 11, pgs. 153 y sigs.l. Este equvoco entorno de Weber es muy comn, tant entr. s.rs crticoscomo entre sus vulgarizadores, tema que ampliar un pocoms en otro momento. Pero l4_insiSqe{lgia d Webe"r-e_la_imporlanciad-e_1.unroH-vii-ta.rubJ-ta"p"i"ierpr.-a1se de rn modp,gge.no- st.expuqsto a las objecionei deGinsberg, qi c*olidqramos qu e lg- quE*gUie_.1g'd_qgr1-gg_guei+:lgro--Las"..explicaciorres de tipo freudiano, n c"u"i-,_tsu posible aceptacin, deben formularse.poi medio . ggl-ceptos familiares pra el zujeto. y el obierv.adpr. No t&-dra sentido decir que N olvid enviar una carta a X (porejemplo, en pago de una deuda) para expresar el resen-timiento inconsciente que siente hacia Ji porque ascen-dieron a este ltimo sin considerarlo a 1, ii N no com-prende lo que significa . Aqu tambin vale la pena meniionar que losfreudianos, cuando buscan explicaciones de este tipo enel- curso de la psicoterapia, tratan de que el paiietemismo reconozca la validez de Ia explicain ptp,reitaen realidad, para ellos esta es casi uni condiciOri nCesiia48

    para que se la pueda aceptar como la explicacin

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    I -&p9-"r--sjemp s,--s[ dp un movhis"no g pn j.geso"g'eldeffi momento en un ritual religigso. En trminos ms'gene-4,IaTes, gon qu criterios distinguimos los actos que tienen(,iXiun seniio d los que no lo tienen?" En el artlculo titulado R. Stammlers

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    l

    I

    ilI

    IIiii

    iII

    por reglas. Puede objetarse que este modo de hablar em'paa una disttrq-i-n*Uec.,esaria : -er,t-a.nto que atrgvn"#^" sesde aitividad implican un participante que obsena las.,e-*glas, no ocur{e, lg -mismo con otras clases de activid4$.,'Poi ejemplo, es indudable que la vida del anarquista libre-: pansador no est circunscripta por reglas, al menos de unmodo semejante a la del monje o el soldado; no es err,". neo incluir estas formas tan diferentes de vida en una solacategorla fundamental?Ciertamente, tal objecin indica que dg.bglngs usar concuidado la nocin de regl4, pero no que el modo de hablar"iiu h'embs adoptado sea inadecuado o poco esclarecedor.En el sentido en que yo me refiero a las reglas, resultaimportante advertir que es tan legltimo decir que el anar-quista sigue reglas en lo que hace como manifestar lomismo en el caso del monje. La diferencia entre estos dostipos de personas no reside en que uno sigue reglas y elotro no,;[o en las diversas clases de reglia.a la que geadhiere, lespectivamente, cada uno. La vida del monje{est circunscripta por reglas de conducta expcitas y deli-\neadas en forma estricta; no dejan casi nada librado a la Ieleccin individual en las situaciones que demandan ac- |din. En cambio, el anarquista evita las normas expllcitas Ithnto como le es posible, y se enorgullece de tomar en cuen-ta

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    r parr de funciones intelectuales que oPeran de acuer$o leyos propias y que son, en principio, totalmente inde-pcndientes de las formas particulares de actividad a lascuales, no obstante, pueden aplicarse.Aunque no analizado por Oakeshott, un buen ejemplo deltipo de criterio que objeta es la farnosa afirmacin deHume acerca de que

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    antalo en tu libreta, por favor. Lo llamaremos: (E) Si z{y B y C y D son verdaderas, Z debe ser verdadera. PorEupuesto, hasta que no conceda eso, no tengo necesidad deconceder Z. O sea que es un paso absolutamente necesa-rio, ves?"."Ya veo", dijo Aquiles; y haba un dejo de tristeza en8U VOD>.La historia termina algunos meses despus, cuando el na-rrador vuelve al lugar y encuentra que la pareja siguesentada alli. .La libreta est casi llena.La moraleja de esto -si se me permite ser tan fastidiosocomo para sealarla--resi

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    cY ya aqul tenemos una reaccin normal y una anormalpor parte del oyente (. . .) Por ejemplo, podemos imagi-n-ar q]e copia independientemente las cifias, pero no nel orden correcto: escribe una y otra al azar. y, por lo9n t9' l" gp.nMl*;s*deenc" -en*raplnb. , isils-mo, omete "errorest' en el orden -la diferencia entre estecaso y el primero ser, por supuesto, de frecuencia-. O co-mete un ercor sistemtico; por ejemplo, copia un nmerosf y otro no, o copia ta serie Or" lr2, g, 4, s. . . de estaf_orma: 1r 0r 3,21 5r 4... Aqrr casi estarnos tentados dedecir que comprendi mal>> [17, t, t+31.F gu" en este caso interesa es que liene irnportancia queel alumno reaccione-al.ejetplo de.s,l maistro de una fbr-Ta I no dg otra. No solo debe adquirir el hbito de seguiiel ejemplo de su maestro, sino tambin l "o-pr.rriir,49.q"talgssot4gdo$.de,.sEguir^.esc-ejemBls-soj_B-e-rsri-.tiblgq.r-$rsr np..Es-de-ci1, tiee que adquirit ii Cupciquade aplicar un criteriqi aprender no soh a haCe"i ls coiasdel mismo [Lodo que su maestrq, sino tambin qu esioq?e"". au.9ni,".mCI*equiv4lente a ese modo.Podemos destacar la importancia de esta distincin lle-v-and9 un p-aso,adelante el ejemplo de Wittgenstein. Apren-der la serie de nmeros -naturales no es exactamenteaprender a copiar una serie finita de cifras en el ordenygy grynbrpJrgg gr?p que*@. Es decir,en cierto sentido igliga .lr-ace-r algo diferente a li--qu?*sg{ia:r0b,stri6 I_E+af"ente ; wo e n l t ac'i i' i o i- ii gf,g g-se-est{-si$'iendqn esto equivale a

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    moralidad es muy semejantg a la distincin entre derechoescrito y derecho consuetudinario, y Roscoe Pound adop-ta, frente a esta ltima, una actitud algo anloga a h eOakeshott cuando afirma que el derecho escrito es

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    gsht P-ara. nsa-cla$tuq*a.danjlahj[dad. g-in esa posibi--lldrd no nos estarlamos-ncpandoJe conrlffi*iffiSca-.ily 4"o de algo que es o mera terp.t.ri" u'rtlir omanifestacin de un hbito realment cieso. Con esto noguigrq decir eue..la-rondur*a .$gldicatiuir.uJ ffi t",Pu:8t3 9n vigo ds.rineisios.reflexivos preexistentes ; talesprincipios surgen. en.el curso..de la accin y nicamer.iteresultan_inteligibles con relacin a la conducta de h gjuesurgen. Pero, del mismo modo, la naturalen Ae eru rr-ducta de la cul surgen solo puede aprehenderse como rnaencarnacin de aquellos principios. La nocin de un prin-"-ipl9 (o mxy1a) dq_cgg{ucta y lfnocito de accin sib-nificbtiva est'i en:trl2,d,as, en forma bastante similar aese entreizmieiid i niin de ,esh t "".id:e.-lo *il,*p> a -que qq referi Wjttgenstein. -A fin de comprender-esto, consideremos uno de los aspec-tos que seala Oakeshott respecto del contraste entre susdos preten{idas formas de moralidad. Dice que dilemasdel tipo es probable que solose le presenten a alguien que est tratand de seguif en for-ma consciente reglas formuladas de manera expllcita, yno a alguien que siga irreflexivamente un modo-habitualde conducta. Pero bien puede ocrrrrir que, como sostieneOakeshott, la necesidad de, indagar en tales sentimientosse presente con ms frecuencia y urgencia en alguien queest tratando de seguir una regla expllcita sin cotar, prasu ap-licaci-n, con un fundamento ofrecido por la expe-riencia cotidiana. Sin embargo, los problemajde interpie-qgin y co-nsistencia -es decir, los problemas de rfle-rin- se plantearn a alguien que tenga que abordat rasituacin extraa a su experiencia previa.-Dichas cuestio-nes surgirn con frecuencia en un ambiente social sujetoa cambios_ rpidos, no porque los modos acostumbrads ytradicionales de conducta se hayan quebrado, sino a causade la novedad de las situaciones en ls que han de llwarsea cabo dichos modos de conducta. Por jupuesto, la tensinresultante puede conducir a una ruptura de las tradiciones.Oakeshott opina que la dificultad de las costumbres occi-dentales reside en que

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    lalo

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    3. Los estudios sociales como cie ncia

    l. La de J. S. MillEn el capltulo anterior intent demostrar cdmo el criteriode ta filosofla expuesto en el captulo I lleva al anlisis dela naturaleza d hs actividades humanas en sociedad.Ahora deseo coqgidqratr algunas de -lellifiqul-tadcf .qgesursen ;and;Jtataiaem;uitra a9{Prcnsl- de;"i.d;Afen-l mtoci; di i'clrrcia natural. Miptrni;-Atp*U S J.-S. MilI, po' d3 ririnli:'primero,porque Mlll enuncia ingenuamente una posicin 9ye s-ub-yac a las declaraciones de una gran prpporcin de- cien-ificos sociales contemporneos, aunque no siempre la ha'gan explcita; segundo, porque ciertas interpretacioles qnpoco ms sofisticadas de los estudios sociales como ciencia-a las cuales examinar ms adelante- pueden compren-derse mejor si se las considera intentos de remediar {8u-nos de los defectos ms obvios de la posicin de Mill (atrn-que no quiero sugerir que esto represente.la verdadeta g'nesis histrica de tales ideas).Mill, como muchos de.nuestros contemporneos, juzg queel estado de las

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    er igual a la de cualquier otra ciencia, y todo lo que restapor hacer es aclarar.ciertas dificultades que surgen con1eipegto a zu aplicacin al tema particular estudiado porlas ciencias morales.Esta es la tarea a la que se dedica la,parte principal delanlisis de Mill. Aqu quisiera examinar un poco la vali-dez de la tesis que da por sentada en su anlisis. Para com-prenderla, necesitamos aludir a la concepcin sustentadapor Mill acetc de la investigacin cientlfica en general;dicha conpepcin se basa en las ideas de Hume en tornode la naturalez,a de la causalidad [vase 12, secciones IVa VII;. y 18, libro IIl. Decir q,r.7 es la ausa de B noes afirmar la existencia de algn ne:ro inteligible (o mis-tgrioso) entre .{ y B, sino decir que la sucesin temporalde A y B es un ejemplo de generalizacin, en el sentidode qqe siempre encontramos en nuestra experiencia que alos acontecimientos del tipo z{ siguen acontecimientos deltipo B.Si la investigacin cientlfica consiste en establecer secuen-cias causales, entonces parece deducirse que podemos haceruna investigacin cientfica de todo tema susceptible degenerazaciones. En realidad, Mill va ms all:

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    deccomponerse en uniformidades de sucesin entre estadosfisiolgicos y estados de la mente, y llega a la conclusinde qge, aunque esto pueda ser posible algn da y en gradosignificativo, ello no invalida la posibilidad de establecerleyes psicolgicas autnomas que no dependan de la fi-siologla., puedebasarse en nuestro conocimiento de las leyes de la mente[18, libro VI, cap. IV]. La misma comprende el estudiodel desarrollo mental humano, al que Mill concibe comoel resultado del funcionamiento de las leyes generales dela mente en las circunstancias propias de seies humanosparticulares. Por lo tanto, piensa que la etologa es

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    la poricin de esperar-y-ver ante la pregrmta de lo quepuede lograrse a travs de las ciencias sociales y que, entreparntesis, excluye al filsofo del panorama..Pero el problema no es en absoluto emplrico, sino cqTcep-. tl. No se trata de lo que la investigacin emplrica prr_elamostrar como problema, sino de lo que el anlisis f lg -fico pone de manifiesto respecto de qu es lo que tienesentido decir. Quiero de-m-os-14y .guc la np-e_in de- so_cigdad'humana entraiTi-tsquenla de conceplos que es lgica-mente_ incompatible con los tipos de explicacin propgr-cionados por las eiercias naturalqs.Tanto la fuerza retrica como la debilidad lgica de Millgiran en torno de la frase . Bs dierto que, como reza la llnea de pensamieto,los'seres humanos reaccionan ante su ambiente en formadiferente a otras criaturas, pero la diferetrcia reside soloen la complejidad. De modo que es imposible dudar queexisten las uniformidades, aunque resulte mucho ms di-fcil descubrirlas cuando se trata de seres humanos; y lasgeneralizaciones que las expresan tienen precisamente elmismo fundamento lgico que cualquier otra generalizacin.Ahora bien, aunque las reacciones humanas sean ms com-plejas que las de otros seres, no son tan olo mucho mscomplejas, porque lo que desde un punto de vista consti-tuye un cambio en el grado de complejidad, desde otropunto de vista es una diferencia de ilase: los conceptosque aplicams a la conducta ms compleja son lgicamen-te diferentes de lgs que aplicamos a lo menos complejo.Este es un ejemplo de algo similar a la formulacin hege-liana de la , -que mencion con relacin a Ayer en el primercapltulo. Por desgracia, tanto la explicacin que da-Hegelcon respecto a esto como el comentario de Engels acerca_dg Hegel coinciden en un error bastante semejnte al deMill, por cuanto no pueden distinguir entre ls cambiosfsicos y los cambios conceptuales. Como ejemplos de unprincipio idntico, incluyen el sbito cambio cuatativodel agua en hielo, ocurrido despus de una serie de cam-bios cuantitativos uniformes d temperatura y, por otro70

    lado, el cambio cuatativo de la vellosidad a la calviciedespus de una serie de cambios cuantitativos uniformesen la cantidad de cabellos. [Vase 1, cap. II, seccin 7.Para una apcacin detallada del principio a un problemasociolgico particular, vase 27, passim.l En cuntos grados es necesario reducir la temperaturade un balde de agua para que esta se congele? La respues-ta a esta pregunta deber establecerse experimentalmente.Cuntos granos de trigo tenenios que rzunir para formarun montn? Esto no puede establecerse a travs de unorperimento, porque los criterios que empleamos para dis-tinguir un montn de un no-montn son vagos en compa-racin con aquellos por los cuales distinguimos el agua delhielo: no existe ninguna lnea divisoria muy neta. Ni tam-poco existe ninguna lnea divisoria muy marcada, comobien seala Acton, entre lo que est vivo y lo que no loest; pero esto no detern.rina que la diferencia entre viday no-vida sea

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    potoclpaciales, y el primero resulta ms adecuado que elregundo para la concepcin del gato como criatura ani-mada. Todo aquel que piense que rn estudio de la mec-nica del movimiento de las criaturas animadas puedeaclarar el concepto de vida animada, ser vctima de unequfvoco conceptual.Consideraciones semejantes se aplican a mi anterior com-paracin entre las reacciones de un perro al que se le en-sea un truco y las de un hombre al que se le ensea unaregla de lenguaje. Sin duda, las ltimas son mucho mscomplejas, pero lo ms importante es la diferencia lgicaentre los conceptos aplicables. ${_ieqkal-qtre-- el- ho,qrbreaprende a comprender,la regl4 el perro solo aptende-a.reaccionar de un modo determinado. La diferencia.ntxegstos conceptos re desprende de la diferencia relativa a""lagomplejidad de las reacciones, pero no puede expl;lquse_en trminos de la misma. Ya se seal, en el anlisis pre-cedene, .-que el . concepio ?e-pgensfO -- _t enraiiiloen rn contexto social donde.el perro no participa comolo hace el hombre.Algunos cientficos sociales reconocieron la diferencia con-ceptual entre nuestras descripciones aceptadas en generaly las explicaciones de procesos naturales y sociales, respecti-vamente, pero sostuvieron que no necesitan adherirse aeste marco conceptual no cientlfico, y que son libres deenmarcar dichos conceptos de la manera que resulte msritil para los fines del tipo de investigacin que estn reali-zando. En el prximo captulo considerar algunas de lasfalacias de esta llnea de pensamiento; pero Mill no laadopta. Da por sentado que es cientlficamente legltimodescribir la conducta humana segn los trminos corrien-tes del lenguaje cotidiano. Las leyes de la mente son gene-ralizaciones causales de alto nivel que establecen secuen-cias invariables entre

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    de cclnducta es tan solo un sinnimo de esa misma con-ducta.Piensa tambin que existe una evidencia positiva apre-miante, aunque necesariamente circunstancial.

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    lrde los motivos, pero, sin emlarge" @ere-liil'de lls-ex-plicaciones a travs d9 _igs- molivos-'i.espcia ?" epti-Cacin causal. La concepcin por ia cual abog, a,rniueno sea muy explcito al respecto, es ms o menos la siguien-te. Un motivo es un suceso mental especfico (en el sen-tido cartesiano de

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    a suspender sus clases de la prxima semana porque piensaviajar a Londres: he aqu un enunciado de intencin parael cual se da una raz6n. Pero N no infiere su intencin desuspender las clases de su deseo de ir a Londres, como po-drla deducirse el inminente destrozo del cristal del hechode que alguien tir una piedra o de la fragilidad del mis-mo. N no da tal raz6n como una euidencia de la validezde esa prediccin con respecto a su conducta futura fvasWittgenstein: 37,I, pg. 629 y sigs.]. Por el contrario,est justificando su intehcin. Su enunciado no presentaesta forma: , nitampoco esta otra: ; su forma es: .Esto me lleva otra vez.al argumento del captulo 2, pun-to 2, que nos proporciona un modo de corregir ,la expli-cacin de los motivos dada por Ryle. Este autor dice queel enunciado acerca de los motivos de alguna persona hade entenderse como una

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    titucin es, despus de todo, una cierta,cla.se de uniformi-dad, y una uniformidad solo puede aprehenderse en unageneralizacin. Examinar ahora este argumento.Una regularidad o uniformidad es la recurrencia constan-te de la misma clase de acontecimiento o de la mismaclase de oportunidad; por lo tanto, los enunciados de uni-formidades presuponen juicios de identidad. Pero esto nosretrotrae al argumento del captulo 1, punto 8, segn elcual los criterios de identidad son necesariamente relati-vos a alguna regla: con el corolario de que dos aconteci-mientos que aparecen cualitativamente similares desde elpunto de vista de una regla, apareceran diferentes desdeel punto de vista de otra. De modo que investigar el tipode regularidad analizado en una clase dada de estudio esexaminar la naturaleza de la regla segn la cual se for-mulan, en ese estudio, los juicicis de identidad. Tales juiciossolo son inteligibles si se los refiere a un modo determinadode conducta humana, regido por sus propias reglas.t Enuna ciencia flsica, las reglas relevantes son las que rigenlos procedimientos de los investigadores en la ciencia encuestin. Por ejemplo, alguien que no comprenda en abso-luto los problemas y frocedimientos de la flsica nuclearno obtendrla ningn beneficio si es puesto frente a un ex-perimento semejante al de Cockcroft-Walton, o sea, elbombardeo de hidrgeno sobre litio; en realidad, inclusola descripcin de lo que vio en esos trminos le resultaraininteligible, dado que el trmino

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    usted le resulta posible ensearme algo> [28].En el curso de su investigacin, el cimfifreq_aplica_y des-irrolla los conptp_l*-pqttbg-"tg$ e_." g*.93mpo parti-l;'.de estudio. Esta piicuci" y-esta moifti*"i,ti stan

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    decir, como Mill, que la mquina en cuestin es, por su-puesto, inmensamente ms complicada que cualquier m-quina fsica. Si vamos a comparar al estudioso social conun ingeniero, mejor serla compararlo con un aprendiz deingeniero que est estudiando a qu se refiere la ingenie-rla -es decir, la actividad de ingeniera-. Su compren-sin de los fenmenos sociales se parece ms a la com-prensin que el ingeniero tiene de las actividades de suscolegas que a la comprensin de ese ingeniero con respectoa los sistemas mecnicos que estudia.Este punto se refleja en consideraciones de sentido comnparecidas a la siguiente: un historiador o socilogo de lareligin debe tener algn sentimiento religioso para cap-tar el movimiento religioso que est estudiando y compren-der las consideraciones que rigen las vidas de sus partici-pantes. Un historiador del arte debe poseer algn sentidoesttico si ha de comprender los problemas que enfrentanlos artistas de su poca, y sin esto habr dejado fuera desu relato precisamente aquello que hara de l una histo-ria del arte, y no tn relato externo bastante nebuloso deciertos movimientos por los cuales se vio pasar a determi-nadas personas.No es mi deseo sostener que debemos detenernos en laclase irreflexiva de comprensin de la cual di, como ejem-plo, la comprensin que el ingeniero posee con respecto alas actividades de sus colegas. Pero lo que quiero decir esque cualquier tipo de comprensin ms reflexiva debe pre-suponer necesariamente, si ha de valer como una autnticacomprensin, la comprensin irreflexiva del participante.Y esto, por s mismo, torna engaoso el hecho de compa-rarla con la comprensin que el cientfico natural poseecon respecto a sus datos cientlficos. De manera semejante,aunque el estudioso reflexivo de la sociedad < de unmodo particular de vida social- pueda considerar nece-sario el uso de conceptos que no se hayan extrado de.lasformas de actividad que est investigando, sino ms biendel contexto de su propia investigacin, todava estos con-ceptos tcnicos de su voluntad implican una comprensin84

    vidades sometidas a estudio.Por ejemplo, la preferencia de liquidez es un concepto tc-nico de la economa: generalmente no es usado por loshombres de negocios en la conduccin de sus asuntos, sinopor el economista que desea explicar la naturaleza y lasionsecuencias de ciertos tipos de conducta empresarial.Pero est, lgicamente, vinculado a conceptos que formanparte de la actividad en cuestin, porque el uso 9y. 9lconomista hace del mismo presupone su comprensin delo que significa dirigir una empresa, lo cual, a su vez, im-plica una comprensin de conceptos comerciales del tipoe dinero, beneficio, costo, riesgo, etc. La relacin entresu explicacin y estos conceptos hacen de la primera unaexplicacin he la actividad econmica que no es, digamos,una obra de teologa.Asimismo, un psicoanalista puede explicar la conductaneurtica de un paciente en trminos de factores descono-cidos para este y de conceptos que le resultaran ininteli-gibles. Supongamos que la explicacin del psicoanalistase refiera a acontecimientos ocurridos durante la primerainfancia del paciente. En tal caso, la descripcin de aque-llos acontecimientos presuporrdr una comprensin de losconceptos en trminos de los cuales, por ejemplo, se llevaa cabo la vida familiar en nuestra sociedad, y esto por-que ellos forman parte, aunque sea muy rudimentaria-mente, de las relaciones entre el nio y su familia. A unpsicoanalista que desee dar una explicacin de la etiologlade lav neurosis entre los isleos trobriandeses le resulta-ra prcticamente imposible aplicar, sin mayor reflexirlos conceptos desarrollados por Freud para situaciones quesurgen en nuestra propia sociedad. Primero, se vera obli-gado a investigar cosas tales como la idea de paternidadentre los isleos, y a tomar en cuenta todo aspecto rele-vante en el que tal idea difiera de la que es corriente ensu propia sociedad. Y es casi inevitable que una investi-gacin de ese tipo determine alguna modificacin de lateora psicolgica, adecuada para explicar la conductaneurtica en esta nueva situacin.85

    Dichas consideraciones tambin justifican, en parte, esa por O. Si en realidad ocurre esto, no hay por qu deducir

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    suerte de escepticismo histrico que R. G. Collingwood,un filsofo algo subestimado, expresa en ldea de la histo-ria 16, passim.l. Aunque no es necesario ponerlas en pri-mer plano cuando se trabaja con situaciones propias de lasociedad en que se vive, o de sociedades con cuya vida seest razonablemente familiarizado, las implicaciones prc-ticas se vuelven apremiantes cuando el objeto de estudioes una sociedad alejada culturalmente de la del investi-gador. Esto explica el peso atribuido por los idealistas aconceptos como e (conlo que no se quiere negar que tales conceptos den lugar asus propias dificultades). Tambin se vincula con ctra desus doctrinas caractersticas: que la comprensin de unasociedad humana est ntimamente relacionada con lasactividades del filsofo. En los dos primeros captulos pre-par el camino hacia esa doctrina, y volver a ella en losdos ltimos.7. La prediccin en los estudios socialesCuando analic a Oakeshott en el captulo anterior, sealque era importante el hecho de que la conducta volun-taria fuera una conducta en la cual existe una alternati-va. Dado que comprender atgo implica la comprensinde su opuesto, alguien que desempea X, comprendin-dolo, debe ser capaz de representarse la posibilidad de nohacer X. Esto no es un enunciado emprico, sino una ob-servacin respecto de lo que entraa el concepto de haceralgo con comprensin. Consideremos ahora a un observa-dor, O, de la conducta de N. Si O quiere predccir cmova a actuar N, debe familiarizarse con los conceptos queutiliza N para ver la situacin; habiendo hecho esto, pue-de, a partir de su conocimiento del carcter de N, ser ca-paz de predecir con bastante certeza qu decisin va aadoptar N. Pero las nociones que usa O para hacer suprediccin son, asimismo, compatibles con la adopcin,por parte de N, de una decisin diferente a la predicha86

    que O cometi un error en sus clculos, ya que lo esen-cial acerca de una decisin reside en que un conjunto dadode puede llevar a un resultado incluido entremuchos otros. Esto diverge totalmente de las prediccionesque se hacen en las ciencias naturales, donde una predic-cin fallida implica siempre alguna clase de error por par-te del que predice: datos falsos o inadecuados, clculosimperfectos, o teora defectuosa.Lo que sigue puede aclararnos esto un poco ms. Paracomprender la naturaleza de la decisin que confro4ta N,O debe tener conciencia de las reglas que proporcionanlos criterios que, a su vez, especifican para N los rasgosrelevantes de su situacin. Si se conoce la regla seguidapor alguien, se puede, en muchos casos, predecir lo queese alguien har en determinadas circunstancias. Por ejem-plo, si O sabe que N est siguiendo la regla:

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    se puede predecir ningn resultado determinado para unatendencia histrica, porque la continuacin o ruptura deesa tendencia entraa decisiones humanas que no estndeterminadas por sus condiciones antecedentes, en cuyocontexto reside el sentido de llamarlas

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    1. Pareto: conducta lgi,ca I conducta no-lgicaEn el captulo 3 intent demostrar +l-e*,las.co-ncepeienesmediante las cuales solemos considerar los acontecimien-tooCiili;s qo " lgicamente incompatiblgq.cg4 lg.s- cottgeptgsborrespodientes a la explicacin cientfica. IJn aspecto-importante tlel argumento era que el primer tipo de cog-epqi. n-qs-- -{qlgleu- -"p.arlq,*dS--la-,uda-sosial--misma-, f -np-ian solo-de ia-descripcin que el observador hace de ella.'P existe una poderosa corriente de pensamiet quesostiene la necesidad dg descartar las ideas de los parti-cipantes, pues lo ms probable es que nos extraven y con-fundan. Po ejemplo, a esta corriente pertenece el prrafode Durkheim citado en la parte final del capltulo 1. Mepropongo ahora examinar el intento hecho por V. ParetoenThe Mind and Society 1231, como reza su ttulo ingls,en el que el traductor capt, en forma admirable, su prin-cipal preocupacin; * o sea, mostrar empricamente quelas ideas de la gente, en su comportamiento habitual, in'fluyen en la naturaleza y el resultado de su conducta demodo mucho menos fundamental que 1o que por lo comrlnse piensa. En consecuencia, el socilogo debe desarrollarsus propios conceptos de nouo y prestar tan poca atencitcomo sea posible a las ideas de los participantes. M an.ljqi _gqt destinado a destacar dos puntos: primere,-qucPareto confunde lo que es en esencia un tema--filoglfio-con uno cientfico, de carcter emprico.;.segundon"-qc lrnclusin de su argumento es, de hecbo'falsa.Pareto comienza considerando qu implica un enfoquccientfico para la sociologa. En forma aproximadtr tllrespuesta dice que consiste en el uso exclusivo de conccptos con una referencia estrictamentc emplrica, en somct(f* El ttulo original era Trattato di sociologia generale. (N. dct El90

    que las inferencias hechas sigan siempre la lgica estricta.Esto es lo que denomina el enfoque

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    y que vinculan lgicamente medios conacciones en las que no se encuentran esos rasgos. Las dosclases de conducla son muy diferentes, segn se las consi-dere en su aspecto subjetivo o en su aspecto objetivo. Pes-de el punto e vista subjetivo, casi todas las acciones hu'manas pertenecEn a la clase lgica. A los ojos del marinerogriego, los sacrificios a Poseidn y el uso de remos eran'tanto uno como otro, medios lgicos de navegacin (. . . )Supongamos que apliczrmos el trmino accione,s l-gicas aacions que lgicamente asocian los medios a los fines nosolo desde el punto de vista del sujeto que las ejecuta, sinodesde el punlo de vista de otras personas poseedoras deun conocimiento ms extenso -en otras palabras, a accio-nes que sean lgicas tanto subjetiva como objetivamente,en e[ sentido que acabamos de explicar-. A otras accio-nes las llamaremos no-lgicas (que de ningn modo esigual a "ilgicas")> 123, seccin 150].Por lo tanto, una a'ccin lgica es aquella que cumple lassiguientes condiciones: a) el actor considera que tiene unresultado y la ejecuta con el propsito de lograrlo; ) tien-de realmente a producir el resultado que el actor se repre-senta; c) el actor tiene lo que Pareto considerarla comofundamentos slidos (es decir, dgico-experimentaleo)para su creencia, y d) el fin buscado debe ser tal -que re-iulte empricamente identificable. La diversidad de estoscriterios significa que una accin puede tambin ser no-lgica de modos muy diferentes, de los cuales los siguiert-tes se encuentran entre los ms importantes. Puede sernoJgica porque el actor no piensa lograr, a travs deella, ningn fin en absolutb; esto parece corresponder alo que Max Weber entendla como acciones wertrational,opuestas a las zueckratonal. Pero Pareto piensa que estatsn contadas y distantes, porque, segrin. dice,

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    mismas, una categora de conducta. En una sociedad don-de se practica magia, esta desempea un papel peculiary propio que se lleva a cabo segn consideraciones tam-bin propias. Lo mismo vale para la actividad empresaria,pero no para el tipo de actividad empresarial descarriadaa la que se refiere Pareto, ya que esta solo puede compren-derse por referencia a los propsitos y naturalez.a de laactividad empresarial en genefal. Por otra parte, tratar decomprender la magia haciendo referencia a los propsitosy naturaleza de la actividad cientfica, como hace Pareto,ser necesariamente considerarla en sentido errneo.Ladistincinentreunacategorageneraldeaccinforma de vida social- y una clase particular de acto in-cluido dentro de tal categorla tiene importancia funda-mental para la distincin entre conducta no-lgica e ilgi-ca. Un acto ilgico implica, presumiblemente, vn erroren lgica, pero cuando se dice que algo es no-lgico se estnegando la aplicacin de criterios lgicos. O sea, que notiene sentido decir que la conducta no-lgica es lgica oilgica, como tampoco lo tiene afirmar que algo no-espa-cial (como la virtud) es o grande o pequeo. Pero Paretono analiza las implicaciones que surgen de esto. Por ejem-plo, trata de usar el tnirino en un sentidolgicamente peyorativo, lo cual resulta similar a llegar ala conclusin de que la virtud debe ser pequea por elhecho de que no es grande. En este caso, una gran partedel problema surge del hecho de que no tuvo en cuenta elpunto en torno del cual gira el argumento principal deesta monografia: que los criterios de lgica no son un dondirecto de Dios, sino que surgen y solo son inteligibles enel contexto de las formas de convivencia o de los modosde vida social. Por lo tanto, no se pueden aplicar crite-rios de lgica a los modos de vida social como tales. lor9j9mplo, l ciencia es uno de- eqo,s.,odos. y ta eljg3-gtio; y cd una tiene criterios prepios de inte}gffiffi.D. _dg. gge-, -dS.LrC*de-Ja -ciencia-o-deJa-r.l i gi.l", ht

    Tdiones_pwde ser. lfuicas""aitfuicas:-en l eienciq. fror94

    la religin, sera ilgico suponer que las propias fuerzaspuede competir con las de Dios; y as en los otros casos'Pero ,ro es snsato decir que la prctica d,.- l-a-Si9t-tglggit-t}';t""Qe no tiene en cuenta el carcter superpuestode los ifeientes modos de vida social. Por ejemplo, al-guien podra tener razones religiosas para dedicar su vidai ta ciencia; pero no creo que esto afecte la sustancia demi argument, aunque, en detalle, su expresin precisasera ms complicad.) Ahora bien, lo que Pareto tratade decir .t qn h ciencia, en sl misma' es una form deconducta lgica (en realidad, la'forma par excellencede tal conduta), mientras que la religin es no-lgica (enun sentido lgiiamente peyrativo). Y esto, como intentdemostrar, no es permisible.Todava hay otra-fuente ms profunda de la que se derivael fracaso de Pareto para distinguir adecuadamente entre

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    estudio no comprometido'g-elaf if osof a.s9--e*c"gpa_delaelusidap.ir-r*y."sp,rnp_ar_agnde [os modos en_qus-las diferentes dissiplhasintclqetulestornan intligible_ p-l m"udp, y* cmp,*Eflto.lleva a elucidarji comparar diferentes formas de vida. El carcter no com-prometido de la filosofla se pone aqu de manifiesto enel hecho de que tambin le interesa elucidar su propiaexplicacin de las cosas; ese inters en su propio ser noes, por lo tanto, una malsana aberracin narcisista, sinouna parte esencial de lo que est tratando de hacer. Alejecutar sus tareas, el filsofo cuidar en particular dedesinflar las pretensiones de toda forma de investigacinque intente abrigar la esencia misma de la inteligibilidad,poseer la clave de la realidad. .Cb*p1g5|qr*qtsla-iufcli-gibilidad adopta muchas y muy-variSdas formas escrm-]fenacr que la realidd no tiene clave--_a-lguna. Pero Pa-ito comte preisamente este iror: su md de analizarla distincin entre conductas lgica y no-lgica implicacorisagrar la inteligibilidad cientlfica (o, ms bien, la falsaconcepcin que tiene de ella) como la norma para la inte-ligibilidad en general; pretende que la ciencia posee laclave de la realidad.La ciencia, a diferencia de la filosofa, est tan embebidaen su propia forma de hacer inteligibles las cosas queexcluye todas las otras formas. O, en caso contrario, apli-ca sus criterios de manera inconsciente, ya que ser &uto-consciente de tales cuestiones r ser filosfico. Esta faltano-filosfica de su propia conciencia es,. en su mayor parte,correcta y adecuada para la investigacin de la naturaleza(excepto en momentos crlticos, como el atravesado porEinstein antes de la formulacin de la teora especial dela relatividad) ; pero resulta desastroS _e-n la jnuestigacinde una sociedad*frrana, cuy natgvlpza misma;eride"en el hecho de estaq "o*pu.ita- pa_r nqd.os ds:ida*dlfc-r#tes y competitivos, cada uno e _bs _gglgsexplicacin distinta de Ia i .Iigibfdad-delas-cosas. Lstarea peculiar de la filosofla consiste en adoptar un criterio96

    cualquier otra cosa. Tampoco lo es defender ninguna Wel-tanschauung (del modo en que Pareto proporciona, incon-secuentemente, una W elt ans c hauun g pseudocientfica ) . Entrminos de Wittgnstein, da filosofla. deja todo como es-taba>.A este respecto, vale la pena destacar el argumento deCollingwood acerca de que algunas explicaciones ofrecidaspor antroplogos .sobre prcticas mgicas ensociedades primitivas enmascaran a menudo

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    emplricamente: por ejemplo, que los principales ocupan-tes de esta categora son las teorlas en trminos de las cua'les las personas tratan de explicar por qu s9 comportancomo l hacen. La derivacin [23, seccin 863].Pero existen dificultades filosficas bien conocidas quesurgen del intento de rechazar, por ineficaces, clases ente-ras de razonamiento, en tanto se oponen a apelaciones par-ticulares a ese tipo de razonamiento dentro de una claseaceptada. Consideremos, por ejemplo, las dificultades amenudo analizadas que implica el hecho de arrojar unaduda generl sobre la confiabilidad de los sentidos o dela memoria. Pero Pareto sostendra, sin vacilar, que sutesis est a salvo de esa lase de vacuidad gracias a l can-tidad de evidencia emprica en la que se apoya. No obs-tante, su tesis con respecto a la variabilidad relativa deIas derivaciones y la constancia de los residuos no es, comol piensa, algo comunicado directamente por los resulta-dos de la observacin, sino que entraa una mala inter-pretacin conceptual de esos resultados. No es a travs dela observacin que se distingue el elemento constante, o,y el elemento variable, , sino que esto es resultado de unarbstraccin (ilegtima). En el ejemplo citado acerca delos residuos de purificacin, el elemento invariable no es09

    mprecisamente un coniunto completo de movimientos flsi-ios,.ya que puede adoptar una enonne cantidad de formas dos, en consecuencia, utilizan la misma nocin. Podemosimaginar el airado grito de Pareto ante el filistesmo de

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    flsicas dierntes (como el mismo Pareto se toma el tra-bajo de sealar). El simple acto de lavarse las manos noconstituirla un ejemplo; sl lo serla en el caso de ejecutarlocon intencifin simblica, como un signo de purificacinmoral o religiosa. Este punto es tan importante que loejemplificar con otro caso ms, los

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    de otras actividades, como la acrobacia, no pueden sercomprendidas por un observador, a menos que l mismoposea la capacidad de desempear las actividades en cues-tin. Seala que cualquier descripcin de actividades se-mejantes a la aritmtica que no se base en condicionesaritmticas -o de lo que sea- est destinada a parecerintil y arbitraria, y asimismo compulsiva, en el sentidode que los medios ya no se presentan como elecciones sig-nificativas..Esta es precisamente la impresin que se ob-tiene cuando Pareto explica las actividades sociales a lananera de residuos, pero no es una impresin bien fun-dada, sino una ilusin ptica basada en un error con-ceptual.Segn creo, esto demuestra que la presuposicin total delprocedimiento de Pareto es absurda; es decir, la idea deque es posible tratar a las proposiciones y a las tcorascomo

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    1;l-r'1 ---)i-u 'ilC)

    su estudio, en un sentido diferente al que tenla en las socie-dades que estaba estudiando [9].3. Max Webr.' Verstehen .l explicacin causalWeber fue quien ms habl del sentido peculiar que guar-da la palabra cuando se la aplica a lasformas de vida social. Ya me he referido a su explicacinde la conducta significativa, y, en lo que sigue, me pro-pongo decir algo acerca de su concepcin de la compren-sin sociolgica (Verstehen). fVase 33, cap. 1.] El primerpunto en el que deseo concentrarme es la manera comoi Weber explica la relacin entre el hecho de adquirir una (deutend uerstehen) del sig-nificado (Sinn) de una parte de_la. conducta, -y el de pro-;porcionar una explicacin causal (kausal erleldren) de lo;que dio origen a la conducta en cuestin, y de cules son,sus consecuencias.Ahora bien, Weber nunca ofrece una clara explicacin delcarcter lgico de la comprensin interpretativa. En-gelre-ral, habla- del mismo como si se tratara simplemente deu"lt*i* iibEa;-tan lo se'ria oiiti" ae iro+ep.en la posicirr del.qtro.. Esto ha hecho que numerosos au-tores sostengan que Weber confunde lo que es apenas unatcnica para formular hiptesis con el carcter lgico dela evidencia para tales hiptesis. Asl, Popper arguye que,aunque podemos usar el conocimiento que tenemos denuestros propios procesos mentales a fin de formular hip-tesis acerca de procesos similares de otras personas, [26, seccin 29].Sin embargo, por muy aplicables que resulten tales crlticaa los vulgarizadores de Weber, no pueden usarse debida.104

    no basta y debe probarse mediante la observacin cuida-dosa. En cambio, pienso que lo errneo de Weber es suexplicacin acerca del proceso de comprobacin de la va-lidez de las interpretaciones sociolgicas propuestas. Perocorregir esto implica, ms que acercarse, alejarse de laexplicacin que Popper, Ginsberg y muchos otros que pien-san como ellos desearlan ofrecer en su reemplazo.Dice Weber:

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    no algo diferente en cuanto a su naturaleza. _I.a compati-[ilig-adder.aelnt-eJgrg_B-cj.g gSsla*estadjsgisroTutasu,1r.4 ide.7. Quien interprete los ritos mgicos de una tribucomo na forma de actividad cientfica desubicada, noencontrar rectificacin de ello en la estadstica acerca dequ es probable que hagan los miembros de esa tribu endiversas oportunidades (aunqu.e e-19_ podra fon4ar partgdel argumento) ; lo que en definitiva s ie{uiere eiunaTgurnet77tsfico al estilo del que ofrece Collingwooden Zo\, principios del arte 16, libro 1, cap. IV]. Y esto esas porque una interpretacin errnea de una forma deactividad social es algo que est ntiriramente emparentadocon el tipo de error del cual se ocupa la filosofa.Wittgenstein dice en alguna parte que, cuando nos vemosante dificultades filosficas con respecto al uso de algunosconceptos de nuestro lenguaje, somos como salvajes en-frentados a algo proveniente de una cultura extraa. Yosolo estoy indicando un corolario de lo mismo: que lossocilogos que interpretan equivocadarnente una culturaextraa son como filsofos que se enfrentan a dificultadesreferidas al uso de sus propios conceptos. Habr diferen-cias, por supuesto. En general, la dificultad del filsofo seproducir en torno de algo con lo cual est perfectamentefamiliarizado, pero que, por el momento, no puede verdesde su perspectiva adecuada. La dificultad del socilogose presentar a menudo con respecto a algo que no le esfamiliar en absoluto; puede no disponer de ninguna pers-pectiva apropiada para aplicar. Es posible que esto, a ve-ces, torne su tarea ms difcil que la del filsofo, y tam-bin es posible que en ocasiones la haga ms fcil. Pero setratara de una simple analoga entre sus problemas.Algunos de los procedimientos de Wittgenstein en sus elu-cidaciones filosficas refuerzan este punto. Se inclina aatraer nuestra atencin hacia ciertas caractersticas denuestros propios conceptos, comparndolos con los de una106

    plo, nos pide que supongamos que dicha sociedad vndemadera de la siguiente forma: [38, cap. I, pgs. 142-51). Aqu, la pregunta importantees: En qu circunstancias se puede decir que se compren-di esta clase de conducta? Ya se que JMeber 'rLg(-pr-esa- 4- tng4 dq, cqmo.. si la-pneha*ltirna era nueS_tJahlbjl {adp.ar.af ormularlqygs*$'g{ft $Lc"aq* ap_-csdgs.ngspermitiran predecir con baq 4tg^9tuc-tguS gu haran ldspersonas en determinadas circulst4ncias. Concuerda ionesto s intento de definir un im.glige'epJ-e-hedqr- la frp c-uliari-dad o sisnificado de lo oue se est haciendo o diciendo.gg-gata .il ";ci'difii alejada _{e-l m-ndodeltds-;;-*. --#.-')---dstica y@ *l Flpll se aproxima plgampo det racioiio a-Ias;9Jgies_[1gras"919_ yin-r07

    ryocurra esto no implica, "lgicamente", la menor diferen-cia>; comete asl el error de suponer que los difieren empricamente de otras cla-

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    4. Max Weber: accin significatiua y acci'n soci,alUna mejor forma de extraer las implicaciones de lo dichosera considerar otro aspecto de la perspectiva weberiana:su di.stincin entre la conducta que es simplemente signi-ficativa y aquella que es tanto significativa como social.Ahora bien, resulta evidente que una distincin tal es in-compatible con [o argumentado en el captulo 2 de estesoto putil$fTiiffifi saiiva-si e,rr,residLper sEdas,J*qgt+spresuponen q$.mg*djg gggia.[* Weber reconoce claramenteia importancia que esto tiene para la sociologla, aun cuan-do se desliza Wt lo que es preciso considerar el lado equi-vocado. Lo que interesa es que, al hacerlo, simultneamen-te comienza a escribir respecto de situaciones sociales deun modo que resulta incompatible con lo que manifiestaacerca de la Verstehen; esto es justo lo que se esperaraen la medida en que Verstehen implica Sinn,y Sinn, segrlnsostuve, implica reglas socialmente' establecidas. Recuer-do aqu ese importante artlculo, R. Sqammlers

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    referido. Asimismo, puede comparrselo con la Verfrem-dungseffekt a la que apunta B. Brecht en sus produccionesdramticas, o aI uso que Caradog Evans da a traduccio-nes remotamente literales del gals en sus historias sinies-tramente satricas sobre Gales occidental.l Bl efecto de to-dos estos recursos es sacudir al lector o al espectador ysacarlo de la complaciente miopa a la que puede inducirun exceso de familiaridad. Lo peligroso es que quien em-plea estos recursos puede llegar a considerar su modo dever las cosas como algo ms real que el modo usual. Unosospecha la posibilidad de que Brecht haya adoptado aveces esta actitud > (como sera compatible consu marxismo) ; est, sin duda, impllcita en el tratamientoque da Pareto a los , y aunque sea una actitudque, globalmente, no sea en absoluto caracterlstica de We-ber, se desprende no obstante, y en forma muy natural, desu explicacin metodolgica acerca del modo en que estnvinculadas las relaciones sociales con las ideas humanas,y de cada intento de comparar teoras sociolgicas con teo-ras de la ciencia natural. El nico uso legtimo de talVer-fremdungseffekt es atraer la atencin hacia lo familiar ylo obvio, no demostrar que ello est desuinculado de nues-tra comprensin.Adems, si se corrige este error en la explicacin de We-ber, se vuelve mucho ms fcil defender su concepcin dela Verstehen f.tente a una crltica persistentemente reite-rada. Por ejemplo, M. Ginsberg manifiesta:

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    . . ,-'o|-^ r\)\ 1. La internalidad. de las relaciones sociales

    Paraeiemplificarqusedaaentenderaldecirquelasffi;i#;i;i;.iitr. tos.hombies y is idat q9" encar-'tttt i". sciones de estos constituyen realmente Ia mrsmacra. coniiaerada desde distintos Pulltos de v-rst3' qUrgro;;";;;; ;" -quenta la naturaleza-general de lo queAiffiffi;;*bi"; las idsas corrientes*e*-u socie-u, C"u"o-se-introducen en el lengu?je-.nrevs_ideaS Yr. ;.j; . ii.ut vieja. Har "ni distincin- al hablarde . Imaginmonos a un bioqumico q9eefecta .i.ttut ot.*u"iott' y experimento-tl a talz de loscuales descubre un nuevo getmttt responsable de una de'terminada ""f.-*rr"d. En"cierto sentido, podrlamos decirque el nombre que da al germen descubierto xpresa unatrr.uu idea, pero, en este contelfto'- prefiero decir que \at.cho "" ""rimiento dentro del marco existente deideas. Estoy suponiendo que la teora de los grmenes pa-tgenos yu "rl bi.n .rtublecida en el lenguaje cientlficod. i nUU. Ahora comparemos este descubrimiento conel impacto producido noi ta. primera formulacin de esai.o.u, la p'rimera introduccin del concePto- de germenen el iengaje de la medicina. Esto constituy una nuevaapertura .o'"" t*ido mucho ms radical' que no soloentraaba*tttttodescubrimientofcticodentrodeunmodo existente de ver las cosas, sino una,forma. completa-mente nueva de considerar todo el problema de la causa. h, ."r.r*.ues, la adopcin de ntrerras tcnicas dediagnstico;i;i;tlacin d't "t"t'o' tipos de preguntas"r, io*o de las dolencias, y as sucesivamente' En suma'implic la adopcin de nuevas.formas de trabajar por par-te be las p.rrott"t comprometidas, de un.Todg u otro' eniu pra"ti;;- medicina. La explicacin de cmo las112

    el concep-to es, por s mismo, ininteligible si se lo separa de surelacin con la prctica mdica. Un mdico que a) preten-diera aceptar la teora virsica de las enfermedades, ) sepropusiera reducir la incidencia de esas enfermedades, yc) ignorase completamente la necesidad de aislar a lospacientes infecciosos, estara comportndose de una ma-nera contradictoria e ininteligible.Asimismo, imaginmonos una sociedad que carezca detodo concepto relativo a los nombres propios, tal como losconocemos. Por ejemplo, se conoce a las personas por me-dio de frases descriptivas generales, o mediante nmeros.Esto tambin acarreara una gran cantidad de otras dife-rencia$ con respecto a nuestra propia vida social. Se veraafectada la estructura total de las relaciones personales.Consideremos la inrportancia de los nmeros en la crcelo en la vida militar. Imaginemos qu diferente sera ena-morarse de una muchacha a quien solo se conozca por unnmero y no por un nombre, y cul sera el efecto que ellopodra tener, por ejemplo, en la potica amorosa. El desa-rrollo del uso de nombres propios en una sociedad tal equi-valdra, sin duda, a la introduccin de una nueva idea,mierrtras que lo mismo no ocurrira con la simple intro-duccin de un nuevo nombre propio particular dentro delmarco existente.Lo que intent demostrar a travs de estos ejemplos'es queun nuevo modo de hablar, importante hasta el punto demerecer que se lo clasifique entre las nuevas ideas, implicaun nuevo conjunto de relaciones sociales. Algo semejanteocurrira con la desaparicin de un modo de hablar. To-memos la nocin de amistad: en el libro de P. }J.all, TheSocial Seruice of Modern England (Routledge), leemosque es deber de una asistente social entablar amistad consus clientes, pero que nunca debe olvidar que su primerdeber es para con la poltica de la oficina donde est em-pleada. Ahora L.ien, tal cosa constituye una degradacinde la nocin de amistad, segn la entendemos, la cual ex-113

    fcluye esa suerte de lealtad dividida, para no decir de do-blei. En la medida en que la vieja idea deja lugar a estaotra, nueva, las relaciones sociales se empobrecen (o, si

    Por supuesto, esto no implica reintroducir ningtin nexocausal misterioso in rebus, cuya ndole Hume podrla ob-jetar legtimamente. de

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    alguien objeta la interpolacin de actitudes morales perso-nales, por lo menos cambian). Tampoco sirve argumentarque el-simple cambio en el significado de una palabra noimpide que las personas se relacionen entre s como de-seen, pues esto sera pasar por alto el hecho de que nuestrolenguje y nuestras relaciones sociales no son ms que doscars de la misma moneda. Explicar el signlfig1{o- C" ,ttupalaba es-.describir cmo ge a usfu')a esta-descripcin ifn-p,lica, 14 del ,i4tgqgambio social del cry["-fg-gaa p3ge.3i u* tCiucio"es sociIes entre Ioi iiiii solo existen ensirside-a,y_{ffi S ji-e-lt-axss-l0gic-"entncesque-riiitpol'. "i"ci,fres-ffiTas-is de tloo inierno, tambin'lasas relacions ntre las tipo interno, tambin lasrelaciones"jociIG"ileban ser una especie de relacin iq-tenn. Esto me frne en conllicto con n principio de Humefr[amente aceptado:

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    rica; ms que el sonido en s mismo, es el hecho de quelo reconozcamos lo que contiene ese reconocimiento de loque ocurri antes.Es probable que parte del rechazo que provoca la idea deque los hombres puedan relacionarse entre s mediante susacciones, exactamente del mismo modo que las proposicio-nes, se deba a una concepcin inadecuada de lo que son, ens mismas, las relaciones lgicas entre proposiciones. Nosinclinamos a pensar que las leyes de la lgica forman unaestructura rgida dada, a la cual con mayor o menorxito -pero nunca totalmente-, los hombres tratan deadecuar lo que dicen en su intercambio lingstico y socialcorriente. Se piensa que las proposiciones son de natura-leza etrea, no fsica, y que debido a ello pueden encajarentre s en forma ms ajustada que lo que es posible con-cebir con respecto a una materia tan en bruto como sonlos hombres de carne y hueso y sus acciones. En cierto sen-tido, esto es correcto, ya que tratar a las relaciones lgicasde un modo sistemtico y formal implica pensar en unnivel muy elevado de abstraccin, del cual se han elimi-nado todas las anomalas, imperfecciones y crudezas quecaracterizan el real intercambio de los hombres en socie-dad. Pero, al igual que toda abstraccin no reconocidacomo tal, ello puede resultar engaoso. Puede hacer olvi-dar que esos sistemas formales cobran vida solo a partirde su enraizamiento en este intercambio real de carne yhueso, pues la idea entera de una relacin lgica nica-mente es posible en virtud de esa suerte de acuerdo entrelos hombres y sus acciones, el cual es analizado por Witt-genstein en las Philosophical Inuestigations. Resulta opor-tuna la observacin de Collingwood con respecto a lagramtica