Whitehead, A.N. - La Función de La Razón. Ed. Altaya. 1999

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T it u l o  O r ig in a l   The Function o í Reasort  

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O 1999. Ediciones Alfaya, S.A.

ISBN Obra completa: 84487-1250-1ISBN Volumen 45; 84487-1295-1

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INDICE

WHITEHEAD, O LA VINDICACION APASIONADA DELA RAZON ESPECULATIVA, por  Lucila GonzálezPazos  ........................................................................ Pág.  9Teoría de la ra z ó n ............................................................. 12Filosofía especulativa ....................................................... 20Directrices metodológicas de la investigación filosófica 26Optimismo ........................................................................   33

LA FUNCION DE LA RAZON

R e s u m e n   in t r o d u c t o r io  ......................................................... 43Ca pit u l o   p r i m e r o ..................................................................... 45

La función de la razón es fomentar el arte de la vida . 46Ca pít u l o  s e c u n d o  ................................................................... 75

Elevados, por sus méritos, a esa eminencianociva  ___   79Ca pít u l o  t e r c e r o ..................................................................... 98

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WHITEHEAD, O LA VINDICACIONAPASIONADA DE LA RAZON

ESPECULATIVA

El escrito que presentamos es el resumen de un ciclode conferencias pronunciadas por Whitehead en la Universidad de Princeton (EE.UU.) durante el mes de marzo de 1929. Fue publicado ese mismo año, especialmente importante dentro de la cronología filosófica white-

headiana porque en él apareció también su obra cum bre: Process and Reality (An Essay in Cosmology).  Ylas páginas que nos ocupan son excepcionales no sólo

 por el extraordinario valor intrínseco de su contenido,sino porque constituyen un documento necesario parael pleno esclarecimiento de la razón de ser, estructuray aun contenido de ese otro difícil e intrincado libro

del autor. Con la ventaja adicional de que aquí prescinde de su personalísima, rebuscada y oscura terminología técnica y acierta a expresarse de manera sencilla y diáfana.

Es cierto que la gestación de Process and Reality fueanterior. Además,Whitehead había llevado a cabo una primera lectura del mismo en la Universidad de Edim burgo a lo largo del curso académico 1927-28, con lo

cual sus ideas esenciales eran ya conocidas cuando pronuncia estas conferencias. Pero pensamos que él eraconsciente de que su concepción y elaboración de la filosofía especulativa no habían sido enteramente com

 prendidas; por eso intenta ahora realizar una especiede síntesis aclaratoria —en plan de divulgación, si sequiere— de las líneas maestras de su planteamiento cos

mológico, utilizando el tema de la razón como aglutinante.Efectivamente, han sido y son multitud los lectores

de Process and Reality que no consiguen explicarse bienqué justificación puede tener el hecho de que White-

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head comience ofreciendo su peculiar definición de fi-losofía especulativa, pase en seguida a presentar su es-quema categorial y elija como categorías básicas pre-

cisamente las que elige. Las preguntas que brotan es- pontáneamente, y se repiten incesantes, son las de porqué ha de concebirse así la filosofía especulativa, porqué ha de establecerse de entrada un esquema catego-rial, de dónde provienen las nociones categoriales quelo integran y cómo se fundamentan, si es que tienenfundamento. Las respuestas tardarán en llegar. Exigi-rán un estudio detenido de los restantes escritos del fi-lósofo, pero, sobre todo, requerirán el descubrimien-to de este ensayo. Porque en ningún otro se afrontala temática de las diversas funciones de la Razón ni dela filosofía especulativa como resultado de la más ele-vada de las mismas; en ningún otro se describe cómotrabaja la razón especulativa a su más alto nivel; enningún otro se hace ver de forma más patente que la

introducción de un esquema general de categorías cos-mológicas es una necesidad ineludible para lograr unaadecuada comprensión del mundo, objetivo primordialde toda filosofía; y en pocos se indica con tanta preci-sión a dónde hemos de acudir para buscar esas nocio-nes últimas que constituyen el esquema. Todo ello apar-te de que en ningún otro se reivindica como aquí el pa-

 pel trascendental de la propia filosofía, mediante la másresuelta y apasionada defensa de la razón especulativay de su fruto, la especulación, en tanto que motoresdel progreso de la civilización humana.

Admitimos, no obstante, que hay algo no solucio-nado por este escrito. Es el debatido problema de silas categorías están bien fundadas. No encontramos

nuevas pruebas a su favor. Quizás porque el autor con-sidere que ya ha brindado suficientes en las partes se-gunda, tercera y cuarta de Process and Reality.  Sigueinsistiendo en que sus categorías son meras hipótesis,susceptibles de ser validadas sólo en el campo de susaplicaciones. Tal validación es la que ha pretendido enese otro lugar. Allí nos dice tajantemente que la verifi-

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cación de un esquema racionalista debe buscarse en suéxito general, no en la particular certidumbre o clari-dad inicial de sus primeros principios; y trata de evi-

denciar el éxito de su esquema. Es discutible que lo lo-gre. Si lo que quiere, como parece, es efectuar una pre-sentación axiomática de su filosofía, resulta obvio que,antes de poder establecer definitivamente un sistemadeductivo, es preciso pasar por una etapa previa de ge-neralización, de formulación de hipótesis provisiona-les, y luego por otra de comprobación y captación de

errores, de experimentación. Las hipótesis prelimina-res nunca coinciden exactamente con las del sistema de-ductivo último, ni tienen idéntico rigor. En opinión demuchos de sus críticos, Whitehead ofrece de hecho unesquema categorial, un sistema hipotético, pero se que-da en la fase de comprobación. No llega a realizar losreajustes, las correcciones finales. Posiblemente por-que estime que no hay nada que corregir. O porque yalo haya hecho antes de publicar su libro. Lo cierto esque este punto suscita siempre una viva polémica enla que no deseamos entrar. Aceptaremos las categoríascomo simples hipótesis y diremos que en este trabajono se atiende a su comprobación. Como tampoco sereitera la presentación expresa del esquema categorial.

Pese a ello, continuamos opinando que su lectura es

imprescindible para comprender el exacto sentido del planteamiento cosmológico de Whitehead, para justi-ficarlo. Sin ella, las duras e interminables páginas deProcess and Reality pueden parecer a muchos mero ca- pricho, pura fantasía o densa lucubración gratuita.

Ahí radica el principal valor de La función de ¡a ra zón. Pero decir que es una obra enormemente clarifi-

cadora y que sirve de indispensable ayuda para enten-der correctamente la cosmología de Whitehead es de-cir algo muy vago, muy general, y, por tanto, es decirdemasiado poco. Vamos a tratar de concretar, pues,sus aspectos más destacables. Para no caer en la tenta-ción de explayarnos sin medida, nos ceñiremos sólo alos que juzgamos dignos de mención especialísima. Así,

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Hay que entenderla como la especial encarnación, enlos seres orgánicos, de esa tendencia ascendente que encontramos en el universo físico, de esa actividad contrapuesta que impide su desmoronamiento. A su vez,esta tendencia, esta actividad, es el correlato físico dela razón. Tal razón tiene un carácter eminentemente

 práctico, pero al llegar a la especie humana adquiereuna dimensión adicional, especulativa, que es la causadel desarrollo de la civilización.

La firme convicción subyacente en este planteamiento es que en el universo material no pueden existir so

lamente causas eficientes sino también causas finales.En los seres animados hay clara evidencia de actitudesy comportamientos dirigidos a la consecución de fines,y Whitehead concibe la materia por analogía con la vida. Siempre la trata bajo la metáfora de la vida. Nohay, para él, materia inerte, sólo naturaleza viva. Estees uno de los rasgos distintivos de Su filosofía, e impli

ca que la causación final no queda excluida de ningúnámbito de su teoría cosmológica.

Inicialmente, Whitehead intenta explicarnos la función primaria de la razón, que es, según él, la de promover o fomentar el arte de la vida. En pro de ese ob-

 jetivo, comienza con una crítica de la corriente filosófica evolucionista vinculada a Darwin, corriente que

se basa en las nociones de «lucha por la vida» y «adaptación al medio». Hace notar que la primera de esasnociones no justifica la aparición de algunos tipos deorganismos complejos cuya capacidad de supervivencia es muy escasa. En cuanto a la segunda, pone de relieve que los animales han procurado más bien adaptar el medio a ellos mismos. Esa modificación del me

dio obedece, a su juicio, a un triple afán: deseo apremiante de vivir, deseo de vivir bien y deseo de vivir me jor. Los tres fines compendian el arte de la vida. Portanto, la función primaria de la razón, como promotora de ese arte, consistirá en dirigir la modificacióndel medio. Tal dirección se traduce en la tarea de esta blecer, resaltar y enjuiciar críticamente las causas fí-

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nales, de forma que se haga efectiva la prosecución dela marcha ascendente.

En su uso pragmático, la razón encarna la urgencia,

el apremio, el impulso irresistible de transformar el me-ro estar en bienestar, la simple existencia en una bue-na existencia. Su modo de operar es la elaboración demétodos de acción inmediata. Se aplica fundamental-mente a la resolución de las dificultades concretas dela vida, a la satisfacción de las necesidades acuciantes,a la superación de los obstáculos paralizadores. Sus

usuarios, limitados a sus intereses más elementales, seciñen al método que ella les sugiere, rechazando todoslos datos que no se ajusten a él. Ese método propor-ciona, en un principio, las condiciones adecuadas pa-ra vivir bien. Pero ocurre que el empleo reiterado deun mismo método produce fatiga, su continua repeti-ción mata el bienestar inicial. En opinión de Whitehead,

cuando una especie se aferra ciegamente a un método,se estabiliza y no consigue nada más que sobrevivir;el proceso ascendente se detiene. Claro que también puede suceder que una especie, ante la insoportable fa-tiga derivada de la adopción constante de un método,se arriesgue a desecharlo, a sustituirlo por otro y a em- prender la aventura de vivir mejor. Si la elección delnuevo método es afortunada, la evolución toma otravez el rumbo ascendente. En caso contrario, la especie persiste en su estatismo hasta que termina por extin-guirse. Ya que lo cierto es que la razón, órgano que pone énfasis en la novedad, en el avance, en el progre-so, no desempeña ningún papel en la vida estabiliza-da. Y, sin ella, esa vida estabilizada ni siquiera perdu-ra. La complejidad alcanzada declina gradualmente ha-

cia formas más simples; se produce la involución.Así pues, la repetición de un método conduce a las

especies a un estatismo que da lugar a su paulatino ani-quilamiento. Pero Whitehead insiste en que, contra ello,se rebela el afán de novedad. Este afán, en su mani-festación primitiva y espontánea, es anárquico. Talanarquía es consustancial a la razón, es un típico ele-

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mentó suyo. Sin embargo, esa anarquía representa só-lo una fase, un momento de su historia. La propia ra-zón se ocupa en seguida de canalizarla y regularla,

orientándola hacia los fines que posibilitan la direcciónascendente.

Al llegar a la especie humana, la razón adquiere unanueva dimensión: la dimensión teórica o especulativa.Deja de preocuparse por la conservación de la vida y

 por el mero bienestar, si bien los presupone, y busca,con curiosidad desinteresada, una comprensión a la vez

más amplia y más profunda del mundo. Su objetivoes una vida plenamente satisfactoria, una vida radical-mente transformada por la excelencia de la compren-sión. Además, la razón especulativa permanece sin so-siego mientras no logra una comprensión completa.Constituye, por tanto, una fuerza arrolladora que lle-va desde una vida buena a una vida mejor. Pero no

hay que olvidar que el progreso que persigue es, siem- pre y sólo, el de una mayor comprensión. Aspira a pe-netrar en la esencia de las cosas y para ello no admitela limitación de ningún método, sino que pretende tras-cender todos. Cierto que su ideal es vana ambición,nunca realizada; con todo, pervive, al menos en algu-nos seres humanos, como un factor perturbador queincita sin pausa a volar tras lo inalcanzable. El elementoanárquico es especialmente pujante en la razón espe-culativa y hace que ésta pueda ser considerada inclu-so, y paradójicamente, como una potencia irracionalfrente a la razón práctica, vinculada en definitiva a mé-todos inmediatamente útiles y fecundos.

Whitehead constata que el hallazgo genial de los pen-sadores griegos consistió en ver que esa razón especu-

lativa indómita podía ser sometida, no obstante, a unmétodo específico. Método derivado, por supuesto, deella misma y capaz de controlar su inquietante elementoanárquico sin despojarla de su función de sobrepasarlos límites de lo establecido y conocido. Por eso se in-clina con respeto ante su invento: la lógica, lógica ensentido amplio, lógica del descubrimiento. La lógica

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griega, perfeccionada por los siglos posteriores, es, asu juicio, el instrumento más valioso para el progresode la civilización humana. Fundamentalmente porque proporciona un conjunto de criterios decisivo para ga

rantizar el contenido de cualquier creencia. De todosellos, el más importante es el que consiste en establecer un esquema lógico, acorde con la experiencia, coherente en sus nociones categoriales y poseedor de consecuencias metodológicas: el que consiste en establecer un sistema hipotético-deductivo. Y su importanciaestriba en que el esquema proporciona una mayor com

 prensión del mundo, incluyendo la mejor definición deideas y el análisis más directo del hecho inmediato.

Gracias al énfasis puesto en los esquemas de pensamiento, los griegos pudieron fundar las diversas ramasde la ciencia que han sido la clave de nuestra civilización. A partir de ellos, la razón especulativa asumióla tarea de producir esquemas abstractos que, aplica

dos a la realidad observable, permiten su mejor conocimiento. Estos esquemas satisfacen su peculiar demanda de comprender por el mero placer de comprendery representan un capital de ideas que cada edad acumula en beneficio de sus sucesoras. Su utilidad es patente: nadie concentra su atención si no busca algo determinado. El esquema inspira esa búsqueda. Además,

una observación nueva y trascendental hecha por casualidad —aparte de ser un accidente raro— se malgastaría de no haber un esquema donde incardinarla, porque se perdería su significación. Whitehead piensaque la ley principal subyacent» en el progreso moderno es que, excepto en poquísimos casos muy afortunados, el pensamiento precede a la observación con

creta.Lo cual no quiere decir que el pensamiento no partade la observación. Las nociones abstractas del esquema se basan en los hechos, pero los generalizan imaginativamente hasta extremos insospechados. La razónespeculativa produce esquemas abstractos mediante unesfuerzo máximo de imaginación que es el que le per

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mite sobrepasar la observación directa. Aunque luegotiene que volver a ésta para encontrar las instancias concretas que ejemplifican sus nociones generales.

La razón especulativa construye los esquemas corres

 pondientes a las ciencias particulares, pero su función primordial es la de elaborar un esquema cosmológicoque dé cuenta del estado actual del universo, génerodel cual son especies esos esquemas de las ciencias. Elcometido del esquema cosmológico, de la cosmología,es restringir los desvarios de la mera imaginación indisciplinada; pero también traspasar las fronteras de

la simple especialización del conocimiento. A lo largode sus obras posteriores —y recordamos en particular

 Adveníures o f Ideas y  Modes o f Thought— ,  White-head insistirá en que la función útil de la cosmologíaes el fomento de la sistematización más general del pensamiento cultivado. Esa sistematización supondrá, a lavez, la crítica de la generalidad mediante métodos de

rivados de la especialización de la ciencia. En el pensamiento cultivado se da siempre una reacción constante entre la especialización y el sentido común. Lacosmología aparece como la soldadura de imaginacióny sentido común, idónea para agrandar las especulaciones de los especialistas y, al mismo tiempo, para refrenar la imaginación desbordada.

Una cosmología ha de ser, sobre todas las cosas, adecuada. Y para serlo, aparte de incluir en sí las categorías de todas las ciencias particulares, ha de poder resistir en todo momento la confrontación con la experiencia. Requisito imprescindible. El esquema cosmológico ha de concordar con los hechos, con toda clasede hechos. Whitehead deja muy claro que la base de

toda autoridad es la supremacía del hecho sobre el pensamiento. Esto significa que incluso el máximo vueloespeculativo —y la cosmología es uno de ellos— ha detener su medida de verdad. Cada una de las abstractasnociones del esquema deberá ostentar la debida corres pondencia con alguna variedad de casos concretos dela experiencia. Pero hay que ir más allá: la verificación

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suprema de un esquema especulativo se obtiene sólocuando finaliza en el establecimiento de una técnica práctica al servicio de fines bien garantizados. El es-quema especulativo ha de entenderse como una eluci-dación de esa técnica. Lo cierto es que no hay más re-medio que conjuntar pensamiento y práctica: progre-sar del pensamiento a la práctica y regresar desde la

 práctica al mismo pensamiento. Es la enseñanza indis-cutible de la historia del desarrollo de la civilizaciónhumana.

En efecto, la historia de la razón práctica se remon-

ta a la vida animal de la que surgió la humanidad yse manifiesta en la lenta elaboración de métodos con-cebidos por esporádicos destellos de inteligencia. Lahistoria de la razón especulativa es mucho más brevey coincide con la historia de la civilización. Durantemucho tiempo, cada una fue por su lado, de forma quela razón especulativa no consiguió producir efectos re-

levantes sobre la tecnología. El enorme avance de losdos últimos siglos obedece, en opinión de Whitehead,al acontencimiento feliz de que la razón práctica y larazón especulativa han entrado, al fin, en contacto.Gracias a ello, la primera ha adquirido discernimientoteórico y la segunda ha adquirido contenido. La estre-cha colaboración de las dos dimensiones de la razón

ha sido el auténtico motor del progreso.Hasta aquí, en brevísimo compendio, la teoría so-

 bre la razón que aparece en este escrito. Es obvia la posición naturalista que Whitehead adopta al respec-to. La razón de que nos habla está enteramente inmer-sa en la naturaleza. Claro que eso no puede extrañar-nos demasiado, ya que una característica fundamen-

tal de su metafísica es la síntesis que efectúa entre na-turaleza y mente. Es doctrina absolutamente básica dela filosofía whiteheadiana la que sostiene que toda en-tidad real —incluso si es material— consta de un polofísico y de un polo mental, ambos mutua e inexorable-mente implicados en la constitución misma de cada en-tidad. Es verdad que la mentalidad que atribuye a los

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seres inorgánicos resulta difícilmente recognoscible como tal; pero ésta es otra cuestión y no viene ahora alcaso. Nos interesa resaltar que ese polo mental se daen todos los seres, aunque alcance diferentes niveles de

operación según sus diversos tipos. Pues bien, cuandola mente opera a un alto nivel, introduce novedad enlas apeticiones correspondientes a la experiencia mental. Surge así ese desestabilizador elemento de anarquíaal que hemos aludido; pero, al instante, la mente se convierte en autorreguladora. Canaliza sus propias operaciones mediante sus propios juicios. Genera una ape

tición más elevada que discrimina entre sus producciones anárquicas. Aparece entonces la razón, razón queutiliza la fuerza bruta de la apetición anárquica, peroque es capaz de controlarla. Como nos indica White-head, aparte de esa apetición anárquica, todo avancese detiene y se inicia la decadencia. La mera experiencia repetitiva lleva a la pura vacuidad. Por supuesto,

la simple apetición anárquica llevaría rápidamente a esemismo fin alcanzado sólo lentamente por la repetición.Gracias a la razón es posible el progreso. Y queda claro que tiene una función de salvación inmanente almundo.

La razón de Whitehead está fundida con la vida. Seorigina en la vida orgánica y adquiere tantos aspectos

como la propia vida. Pero no existen abismos insalva bles entre esos aspectos. Estamos ante un concepto am plio y unitario de razón. No es concebida como unafacultad puramente humana que sirve sólo para calcular o para establecer argumentos lógicos. Es esencialmente una más entre las operaciones implícitas en laexistencia de un ser animado y su función primaria es,

como hemos visto, promover el arte de la vida. Y paravivir —o aun para vivir bien— basta su dimensión práctica; sólo para lograr una vida plenamente satisfactoria se hará precisa su dimensión especulativa. Si la razón se aplica únicamente a la resolución de problemas prácticos, proporcionará métodos útiles y fecundos, pero sabemos que su uso reiterado provoca, a la larga,

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hastio y fatiga. Y la fatiga es la antitesis de la razón.La razón práctica elabora métodos, y todo método esya una coordinación de pensamiento y acción; pero eluso exclusivo de la razón práctica petrifica el pensa

miento y lo convierte en hábito rutinario. Por lo tanto, para que la especie humana avance, la razón práctica tendrá que ser vivificada por la razón especulativa, entronizada por encima de las tareas más burdasde la vida y dedicada a la comprensión del mundo. Contodo, aun en la realización de sus más elevadas funciones especulativas, la razón sigue siendo un produc

to de la naturaleza: está firmemente enraizada en ella. No se da una distinción radical entre razón práctica yrazón especulativa: son dos aspectos de una misma razón. Ambos nacen en la naturaleza y crecen en ella.

La teoría de la razón de Whitehead es parte o parcela de su metafísica. No puede comprenderse independientemente de ella. La noción de razón está subordi

nada a la noción esencial de proceso. Aparece en la naturaleza como resultado de un proceso históricoespacio-temporal. No es eterna, atemporal ni ahistóri-ca. Además, forma parte del proceso de constituciónde determinadas entidades actuales, representando elmáximo nivel de operaciones de su polo mental. Su pro pia vida es un proceso sometido a los condicionamien

tos específicos de su entorno y sujeto al cambio comoel resto de la naturaleza.

FILOSOFIA ESPECULATIVA

Pasemos, pues, al segundo punto que hemos antici

 pado: la exposición y justificación del núcleo básicode la concepción whiteheadiana de filosofía especulativa, punto que está en íntima conexión con el anterior. Porque ya hemos visto que la tarea suprema dela razón especulativa consiste en la construcción del esquema cosmológico o, lo que es lo mismo, del esquema categorial de la filosofía especulativa. Por consi-

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guíente, los elementos integrantes de su concepción apa-recen aquí convenientemente tratados, si bien nuncase presenta una definición expresa de filosofía especu-lativa, presuponiéndose la ofrecida en Process and Rea- lity. Según ésta, la filosofía especulativa es la empresade forjar un sistema de ideas generales coherente, ló-gico y necesario, de acuerdo con el cual pueda inter- pretarse cualquier elemento de nuestra experiencia.

Dado el modo de operar de la razón especulativa enel cumplimiento de su función más alta, la filosofía es- peculativa, su fruto, no podía ser otra cosa. Su defini-

ción se justifica en virtud de la teoría de la razón asu-mida por Whitehead; es su consecuencia obvia. Por esodeberíamos, quizás, dar por acabado el tema, no aña-dir nada al asunto. Sin embargo, juzgamos interesan-te hacer una serie de consideraciones que, a buen se-guro, redundarán en una mejor comprensión de la con-cepción whiteheadiana.

De la constitución, cometido y utilidad del esquemacosmológico hemos hablado previamente. En cuantoa sus rasgos esenciales, desde el primer momento he-mos sabido que tenía que ser lógico, coherente y acor-de con la experiencia. La logicidad del esquema era ine-vitable, pues la lógica es el único método al que se so-mete la razón especulativa. Y esa logicidad lleva apa-

rejada la coherencia o consistencia. Por otra parte, elacuerdo con la experiencia estaba exigido por la pro- pia función de la razón especulativa, que es la com- prensión de la realidad. La mera especulación sin fun-damento in re jamás la brindaría. Pero conviene mati-zar más todos estos aspectos.

En primer lugar, el esquema cosmológico debe ser

lógico no sólo por lo que hemos dicho, sino también porque Whitehead concibe la naturaleza como orde-nada lógicamente. La fe en el orden de la naturaleza,en el ordenamiento lógico de la misma, ha hecho real-mente posible la expansión de toda teoría científica,y cuando Whitehead empieza a ocuparse de la cosmo-logía establece que ese orden es una propiedad intrín-

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seca de los acontecimientos naturales. Encontramos untexto especialmente esclarecedor al final del primer ca- pítulo de Science and the Modern World:

La fe en la razón es la confianza en que las naturalezasúltimas de las cosas están en una armonía que excluye la me-ra arbitrariedad. Es la fe en que. en la base de las cosas, noencontraremos un misterio arbitrario: [...] la armonía de lalógica subyace en el universo como una férrea necesidad.

Es difícil justificar esta afirmación con datos empí-ricos. Whitehead no lo intenta. Posiblemente se limita

a pensar, con Leibniz, que eso es así porque lo fácticoes así: infinitamente, sujeto pasivo de interpretaciónmatemática. Lo cierto es que, si la armonía de la lógi-ca reina en el universo, él no la ve como una imposi-ción tiránica de la mente, sino como una necesidad im- plícita en los mismos hechos naturales. Además, ya he-mos visto que la mente es sólo un factor más dentro

de la naturaleza, luego jamás podría imponerse dicta-torialmente sobre los hechos naturales.

En segundo lugar, la coherencia del esquema cosmo-lógico quiere decir algo más que mera consistencia ló-gica. Quiere decir que las ideas generales que aparecenen él se presuponen mutuamente de tal forma que, ais-ladas, carecen de significado. Indica el ideal peculiar

de la filosofía especulativa, el ideal de que sus nocio-nes no puedan comprenderse unas sin otras. Eso su- pone que ninguna entidad puede ser concebida hacien-do caso omiso del sistema del universo, e implica queese sistema no puede excluir nada.

En tercer lugar, hay que aclarar en qué consiste elacuerdo con la experiencia, aunque parezca perfecta-

mente inteligible. La definición de filosofía especula-tiva que hemos recogido termina con la frase «de acuer-do con el cual pueda interpretarse cualquier elementode nuestra experiencia». El meollo de la cuestión estáen esa interpretabilidad. Porque «interpretar» signifi-ca para Whitehead que cualquier cosa que experimen-temos, sea porque la gocemos, percibamos, queramos

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o pensemos, debe tener el carácter de caso particular,de ejemplo, del esquema general. Con respecto a su in-terpretación, el esquema filosófico ha de cumplir otrosdos requisitos: ha de ser aplicable y adecuado. «Apli-

cable» da a entender que algunos casos de la experien-cia son interpretables de esa manera; y «adecuado»,que no hay casos que no sean susceptibles de tal inter-

 pretación. Pero la adecuación del esquema a cada ca-so no supone la mera adecuación a los casos que ha-yan podido observarse. Supone que la textura de la ex-

 periencia observada, en tanto que ilustra o ejemplifica

el esquema filosófico, es tal que toda experiencia rela-cionada tiene que exhibir la misma textura. Es así co-mo el esquema se convierte en necesario, necesario enel sentido de que lleva en sí su propia garantía de uni-versalidad a través de toda experiencia, a condición deque nos limitemos a lo que se comunica como realidadinmediata. Para Whitehead, lo que no se comunica de

ese modo es incognoscible, y lo incognoscible es, evi-dentemente, desconocido. No cuenta.

Estamos, pues, ante una ambiciosa concepción: lafilosofía especulativa es la empresa que responde a la

 peculiar demanda de la razón especulativa de lograr unasabiduría inclusiva, omnicomprensiva, que explique y

 justifique todos los aspectos de la experiencia. Todos

los aspectos de la experiencia: ésta es la clave. La filo-sofía especulativa se ocupa de todo lo experimentadode alguna manera para poder llegar a dar cuenta de to-do lo experimentadle. La experiencia humana es su ám- bito de operaciones. Cierto que es un intento de expre-sar la infinitud del universo, de abarcar el mundo conuna amplia generalidad y una gran profundidad de

comprensión. Pero es un intento llevado a cabo por larazón especulativa, que es típicamente humana, y, portanto, sólo puede operar sobre la experiencia huma-na. Por supuesto, sobre toda esa experiencia: la quecorresponde a la vida ordinaria y la que correspondea la investigación científica; la que expresa el lenguajecomún y la que expresa el lenguaje literario; la que en-

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carnan las distintas escuelas filosóficas; la que se plasma en las instituciones sociales, en los fenómenos culturales, en las diversas facetas del arte y en todas lasmanifestaciones de la civilización.

La concepción de la filosofía que Whitehead nos ex pone es la de una visión de la totalidad. Ello requiereque efectúe una síntesis no sólo entre las nociones delas ciencias particulares más diversas, sino también entre el testimonio del sentido común —y de la percepción sensible— y los resultados de la teoría física, y entre éstos y la experiencia estética. Exige un esfuerzo uni-

ficador de conocimiento común y de conocimiento científico, de hecho y valor, y, fundamentalmente, de mentey naturaleza.

Ya hemos dedicado atención a ese último aspecto einsistimos en él porque es importantísimo. La filosofía especulativa, tal como la piensa Whitehead, ha detener en cuenta toda la experiencia humana en toda su

infinita gama de matices. Desde la más oscura a la máslúcida, desde la más emocional a la más objetiva. Pero no sin motivo.Esta imposición está justificada. Precisamente porque él considera que la experiencia es unamanifestación más de las energías del organismo y queestas energías están en tan íntima conexión con el resto de la naturaleza que los rasgos de la experiencia pro

 porcionan las claves para establecer descripciones generalizadas de todos los acontecimientos naturales.Cosmología netamente antropomórfíca, dicen sus de

tractores. Para Whitehead no existe otra salida. Además, todas las concepciones cosmológicas posibles —como las concepciones de otro tipo— tienen el mismo origen: la razón especulativa humana; y todas podrían ser tachadas de antropomórficas. Para él resultaimposible hablar de la naturaleza en sí; estima que sólo cabe hablar de la naturaleza en tanto que observada, en tanto que conocida. No ve otro camino para su perar el dualismo, el agnosticismo y el escepticismo,salvo el de hallar en la experiencia humana la clave dela realidad misma. En  Adventures o f Ideas escribirá

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nuestro dato ha de ser el mundo actual, incluyéndonos a nosotros en él. Este mundo actual se expone anuestra observación con el aspecto de contenido denuestra experiencia inmediata. La explicación de la ex

 periencia inmediata es, para Whitehead, la única justificación de cualquier pensamiento; y el punto de partida del pensamiento es la observación analítica de loscomponentes de esa experiencia. El problema estribaen que no disponemos de ningún análisis de la experiencia que sea nítido y completo. No vale aquí el método del empirismo rígido, porque fracasa siempre que

se buscan generalidades amplias.De acuerdo con Whitehead, el procedimiento idó

neo para el descubrimiento de los principios generalesque deben integrar el esquema cosmológico es el de lageneralización imaginativa. Esa generalización consisteen la utilización de nociones específicas que se aplicana un restringido grupo de hechos para la adivinación

de nociones generales que se apliquen a todos los hechos. Por eso, el método adecuado para la filosofía es peculativa es el hipotético-deductivo. El método basado en hipótesis de trabajo. Nuestro autor considera queningún pensamiento sistemático ha hecho progresos serios sin alguna hipótesis apropiada a su temática especial. Tal hipótesis dirigirá la observación y decidirá so

 bre la relevancia mutua de los distintos tipos de evidencia.Las hipótesis se establecen a partir de la observación,

de la acumulación de datos. Un primer estadio es siem pre la recopilación de datos, ya que todo método esuna manera de operar con datos y evidencias. Pero larecopilación de datos en filosofía es un proceso sin fin.La recomendación que hace Whitehead es la de ponerénfasis en unas pocas escalas amplias de nociones, juntocon una cierta atención a la variedad de otras ideas quesurgen en el despliegue de las escogidas como princi pales. La cuestión está en escoger las principales. ¿Enqué evidencias debemos centrarnos? Ha quedado claro que la filosofía especulativa sólo opera con cosas

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experimentadas de alguna manera; sabemos de sobraque tiene que atender a toda la infinita gama de la ex periencia. Pero esto es algo demasiado amplio. No nossirve de mucho. Buscamos orientaciones más concre

tas. Y Whitehead las brinda: nos dice que, para encontrar las nociones generales del esquema, hemos de recurrir a la experiencia estable. No hemos de fijarnosen el cúmulo de experiencias individuales y aisladas,sino sólo en aquella experiencia plenamente compartida y muy extendida. Claro que las dudas subsisten:¿dónde hallaremos esa experiencia estable? También

se nos responde: el depósito de la experiencia humanaestable está en el lenguaje, en las instituciones socialesy en la práctica corriente de los humanos. A ese depósito debemos acudir. Ahí descubriremos los datos verdaderamente significativos cuya generalización dará lugar a las nociones categoriales.

 No obstante, los problemas no se acaban tan pron

to. Aun habiendo encontrado los datos cuya generalización puede ser una noción integrante del esquema,se mantiene la cuestión de los términos en que la ex presaremos. Dado que, por mucho que el lenguaje seafuente de evidencia significativa, no por ello deja deser deficiente. Tenemos presente la firme convicciónwhiteheadiana de que tanto el lenguaje común como

el literario, y aun el utilizado tradicionalmente en filosofía, fracasan en la tarea de expresar de forma explícita las generalidades últimas, justo las que la metafísica pretende expresar. Ahora bien, cada disciplina tiene que idear sus instrumentos, y todos estamos deacuerdo en que el instrumento filosófico por excelencia es el lenguaje. Ante la dificultad constatada, hay

que decir que el uso del método filosófico está expuesto a incurrir en el funesto error de una confianza no crítica en el lenguaje. La única salida es inventar un lenguaje que logre brindar una expresión adecuada de los primeros principios metafísicos.

Llegamos ahora a una interesantísima problemática, la que plantea la filosofía del lenguaje de White-

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head. Sin embargo, la trataremos de pasada puesto queno tiene relación alguna con el escrito que nos ocupa.Ya hemos dicho que aquí no emplea su vocabulario téc

nico sino sólo el lenguaje ordinario. Pero es la excepción dentro de sus obras filosóficas: en todas las demás asume de entrada la incapacidad del lenguaje natural para expresar la realidad última del universo. Esarealidad es esencialmente dinámica y el lenguaje natural es esencialmente estabilizador. ¿Qué opciones tiene, entonces? Podría atender a una de las sugerenciasde Bergson y recurrir a un lenguaje constituido exclu

sivamente por verbos, ya que el verbo es la única partede la oración gramatical que denota acción, dinamismo. Pero tal solución sería de una artifíciosidad insufrible. Podría recurrir al lenguaje poético hasta llegaral punto de expresar lo que escapa al lenguaje ordinario. Esta salida no tendría por qué disgustarle excesivamente. Concebir el lenguaje poético como instrumen

to filosófico no seria nada disparatado, si hacemos casodel párrafo final de  Modes o f Thought:

La filosofía es análoga a la poesía y ambas intentan ex presar ese buen sentido último que llamamos civilización. Encada una, hay una referencia a la forma más allá de los significados directos de las palabras.

O podría atender a los lógicos simbólicos, según loscuales el lenguaje natural es claramente imperfecto ydebe ser abandonado en favor de un lenguaje simbólico semejante al matemático. No hay más posibilidades. Mejor dicho, si, hay otra, justamente la que Whi-tehead elige. Porque, a la hora de la verdad, no se com portará como un poeta ni como un lógico simbólico: propondrá recrear completamente el lenguaje filosófico y acometerá briosamente la tarea de acuñar un idioma metafísico absolutamente nuevo.

Continuemos. Supongamos que hemos conseguidodescubrir una serie de nociones generales dignas de figurar en un esquema categorial y que hemos logradoexpresarlas adecuadamente. Todavía más: supongamos

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que hemos construido un esquema cosmológico. Sur-gen más problemas. Porque Whitehead nos dice queel esquema cosmológico deberá ser modificado cadavez que la especulación avance. Y habrá que hacerlo.Pero ¿cómo?

En esencia, el esquema es una matriz de la cual pue-den derivarse proposiciones verdaderas aplicables a ins-tancias particulares. La utilidad de tal matriz es quenos permite razonar desde ella con rigica lógica. Estoes importante, pues la lógica no encadena el pensamien-to. Da libertad y, sobre todo, audacia. Al menos así

lo escribía Whitehead, allá por 1915, en la última pá-gina de The Organization o f Thought.  Y añadía:

El pensamiento ilógico duda en sacar conclusiones, por-que nunca sabe lo que piensa, o lo que supone, o no sabehasta qué punto puede confiar en sus propios supuestos ocuál será el efecto de modificarlos. También [...] desconocelas clases de conclusiones que se derivan de las diferentes es-

 pecies de supuestos [...].

Pero nuestro esquema es lógico; no lo olvidemos. Seha formulado con la precisión requerida para que pue-da facilitar sólidas argumentaciones. Y la ventaja pri-maria que se obtiene de ello es, si atendemos a White-head, el incremento de la penetración descubridora de-

 bido a la expectación que provoca la conclusión del ar-gumento. Entonces, el resultado de este procedimien-to puede adoptar una de estas tres formas: a) la con-clusión concuerda con los hechos observados; b) la con-clusión ostenta una coincidencia general aun con dis-crepancias de detalle, y c) la conclusión discrepa total-mente de los hechos.

Pues bien, en el primer caso los hechos se conocencon mayor adecuación y se demuestra la aplicabilidaddel sistema al mundo. Podemos mantenerlo. En el se-gundo se necesitan, a la vez, críticas o correcciones tan-to de la observación de los hechos como de los detallesdel esquema. En el tercero se impone una reorganiza-ción básica del esquema, ya sea limitándolo a algún sec-

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tor especial, ya sea abandonando sus principales categorías. Habrá que buscar otras, acordes con la nuevasituación. Su hallazgo significará un genuino avancedel pensamiento, de la especulación.

Otro problema es el de la existencia simultánea deesquemas cosmológicos contradictorios. Este hecho esusual en la historia de la filosofía y ha contribuido no

 poco a su descrédito. La postura de Whitehead al res pecto es eminentemente conciliadora. A su juicio, cada una de esas cosmologías tiene algún elemento de verdad y todas son aproximaciones al ideal de exhibir la

esencia del universo, aunque ninguna sea definitiva. Insiste en que son sistemas de hipótesis y recuerda quees útil, incluso en la investigación científica, mantenera veces dos o más hipótesis con sus éxitos y fracasosrespectivos. Aun si son contradictorias, la ciencia es

 pera siempre su conciliación gracias a la producciónde una nueva hipótesis de ámbito más amplio. Idéntica ilusión debemos alentar en filosofía. Si los sistemasfilosóficos no son establecimientos dogmáticos de los

 primeros principios sino aproximaciones asintóticas aellos, la discrepancia es lo natural, lo único que cabríaaguardar.

Así pues, los conflictos entre teorías filosóficas noson señales de fracaso: son contradicciones dialécticasa partir de las cuales puede surgir una síntesis mucho

más cercana a la verdad. Para Whitehead, un conflicto de doctrinas no es un desastre, es una oportunidad.Una contradicción es un claro signo de derrota en lalógica formal, pero en la ciencia y en la filosofía, según la optimista opinión de nuestro autor, marca la primera etapa hacia una victoria.

Disponemos, pues, del procedimiento apropiado pa

ra investigar en filosofía. Ese procedimiento aparece bosquejado en este ensayo, si bien hemos introducidoconsideraciones complementarias para lograr una presentación más acabada. Según hemos comprobado, nose trata de un método exótico: es un método hipotético-deductivo, similar al de las ciencias. Con todo, hay una

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diferencia fundamental en el momento de aplicarlo enla una o en las otras y a Whitehead no le pasará desa

 percibida. Como nos dirá en Adventures o f Ideas,  quees la obra donde más se ocupa de cuestiones metodo

lógicas, la tarea de la filosofía es trabajar de acuerdocon ideas concebidas como ejemplificadas en los hechos concretos. La filosofía busca aquellas generalidades que caracterizan la realidad completa del hecho,aparte de las cuales cualquier hecho se convierte en unaabstracción. Pero la ciencia efectúa la abstracción y secontenta con entender el hecho completo sólo en rela

ción con algunas de sus partes esenciales. Y el problema definitivo es concebir el hecho completo.El énfasis limitado a aspectos especiales de las cosas

es el que ha hecho avanzar la ciencia; pero paraliza lafilosofía. La filosofía especulativa ha de atender a todos los aspectos de las cosas. Caemos en la tentaciónde reproducir un bello texto de Nature and U fe  —ter

cera parte de  Modes o f Thought  — sumamente suge-rente:

La ciencia no puede encontrar el goce individual en la naturaleza; la ciencia no puede encontrar finalidad en la naturaleza; la ciencia no puede encontrar creatividad en la naturaleza: encuentra sólo reglas de sucesión. Esas negaciones sonverdaderas respecto de la ciencia natural. Son inherentes asu metodología. La razón de esta ceguera de la ciencia física

radica en el hecho de que tal ciencia sólo trata con la mitadde la evidencia proporcionada por la experiencia humana.

El método de la filosofía especulativa opera, en cam bio, sobre toda esa evidencia.

OPTIMISMO

Tan sólo nos falta dedicar unas breves líneas al tono general del escrito, que es el de un optimismo exultante. En primer lugar, optimismo cosmológico. No esque Whitehead conciba nuestro universo como el me

 jor de los mundos posibles, pero está convencido de

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que mejora incesantemente. A estas alturas de nuestraexposición, creemos haber evidenciado que la responsable de tal perfeccionamiento imparable es, para él,la razón. Y las esperanzas que suscita llegan al máxi

mo cuando se trata de la razón especulativa humana.El optimismo cosmológico de Whitehead se transforma así en un optimismo fundamentalmente antropológico-

La tendencia natural al estatismo y a la decadenciaestá contrarrestada con eficacia en el universo físicoy en la esfera biológica por la tendencia contrapuestade carácter ascendente, pero es superada con creces enla especie humana. Hecho que no se produce en virtudde su mejor adaptación al medio o de su mayor capacidad de supervivencia, sino gracias al auge que en ellaadquiere la razón. Esto permite al hombre adaptar elmedio a sus propios fines de una manera más efectivaque la de los demás seres y lo faculta para comprenderlo. Tal comprensión se irá logrando mediante la ela

 boración de esquemas abstractos de pensamiento basados en una intuición especial y en una generalizaciónimaginativa que excede la mera observación de los hechos. La construcción de esos esquemas es la más altafunción de la razón especulativa, función cuyo ejercicio pone al hombre por encima de las demás especiesy constituye lo auténticamente divino en él.

Con todo, se advierte una laguna notable en este ensayo. No hay aquí ninguna alusión explícita al desarrollo ético de la humanidad. Se nos habla del induda

 ble avance científico-técnico, del progreso intelectual;queda sin resolver la incógnita de si a ese progreso intelectual va asociado un correspondiente progreso moral. Es cierto que hay indicios de que Whitehead asu

me tácitamente que el mayor conocimiento teórico delmundo traerá consigo un comportamiento ético máselevado; pero es difícil encontrar pruebas fehacientesde que mantiene una concepción puramente intelectua-lista de la moral. Quizás pudiéramos rastrear alguna,aislada, no muy rigurosa y sí un tanto forzada. Por 

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ejemplo, una afirmación del capítulo tercero en el sentido de que ningún período histórico más antiguo, consus correspondientes esquemas cosmológicos y consiguientes técnicas metodológicas, puede ser aceptado co

mo modelo definitivo, ya que, de hacerlo así, el progreso se detendría y las hórridas prácticas del pasado, brutales y repugnantes, se perpetuarían en nosotros por toda una eternidad. Los adjetivos aplicados a las prácticas del pasado parecen responder a un enjuiciamientoo evaluación de tipo moral y no suponen precisamenteque los tiempos pretéritos fueran mejores.

 No obstante, opinamos que Whitehead piensa queuna comprensión más amplia y profunda de la realidad traerá aparejada una mayor elevación moral. Pero justificamos nuestra opinión apelando a otros escritos, no a éste. Así, en la sección sexta del capitulo

 primero (parte I) de Process and Reaiity,  leemos un párrafo muy significativo:

La selectividad de la experiencia individua] es moral en lamedida en que se ajusta al equilibrio de importancia revelado en la visión racional; y viceversa; la conversión de la intuición intelectual en fuerza emocional corrige la experiencia sensitiva en la dirección de la moralidad. La correcciónestá en proporción a la racionalidad de la intelección. La moralidad de la perspectiva está inseparablemente enlazada conla generalidad de la perspectiva. La antítesis entre el bien general y el interés individual sólo puede eliminarse cuando elindividuo es tal que su interés sea el bien general, ejemplificando asi la pérdida de intensidades secundarias con el objeto de encontrarlas de nuevo, con más bella composición, enun panorama de interés de más amplio.

Es casi imposible comprender perfectamente este texto desgajado de su contexto y resultaría muy largo dar

cuenta detallada de éste. Lo que queremos resaltar principalmente es esa declaración de que «la moralidad dela perspectiva está inseparablemente enlazada con lageneralidad de la perspectiva». La palabra «perspectiva» centra la cuestión en una dimensión intelectualis-ta, aun reconociendo las derivaciones indicadas por lostérminos «fuerza emocional» e «interés».

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Posiblemente resulte más claro para todos otro texto que aparece al final del capitulo tercero de la primera parte de  Modes o f Thought.  Dice así:

Una perspectiva filosófica es el verdadero fundamento del pensamiento y de la vida [...]. Como pensamos, vivimos.

De todas formas, es evidente que Whitehead no ex pone aquí ningún punto concreto de su filosofía moral. También es verdad que jamás escribió un tratadosistemático de ética, aunque nunca dejó de preocuparse por su problemática cuando se dedicó especialmente al estudio de la naturaleza, estado actual y futurode la civilización. Ese estudio es el objeto de los quese han llamado sus ensayos críticos sobre la civilización: los ya aludidos Modes o f Thought  y Adventures o f Ideas.

En apretada síntesis, podemos apuntar que nuestroautor coloca la moralidad dentro de su metafísica. Enel capítulo primero de Modes o f Thought  la defíne como «el control del proceso en cuanto a maximizar laimportancia». Naturalmente, se refiere al proceso deautocreación de cada entidad y, en particular, al proceso de auto-constitución de una entidad humana. Enqué consiste exactamente este proceso se explica en unade las notas que introducimos a pie de página. Aquíqueremos hacer notar que la definición patentiza elcarácter dinámico de la moralidad, en perfecto acuerdo con el carácter dinámico del universo. La moralidad es procesual, no sustantiva ni estática. Además,esta definición presenta a la moralidad como subordinada a la noción de «importancia».

«Importancia» es, en la filosofía de Whitehead, unanoción genérica con diversas variantes específicas. Puede ser definida —aunque no adecuadamente— comoel interés que implica aquella intensidad de sentimiento individual que lleva a la publicidad de la expresión.Tiene dos aspectos: uno basado sobre la unidad del universo y el otro sobre la individualidad de los detalles.

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La palabra «interés» sugiere el último aspecto, y la palabra «importancia» el primero. Pero es obvio que elinterés modifica siempre la expresión y por ello «interés» puede ser usada como sinónimo de «importancia».Whitehead está convencido de que ese sentido de la im

 portancia, o del interés, está enclavado en la mismaexistencia de la experiencia animal.

Sin embargo, la noción de importancia queda me jor caracterizada diciendo que es aquel aspecto del sentimiento por el cual se impone una perspectiva sobreel universo de las cosas sentidas. La importancia surgede un proceso de interacción entre una perspectiva decosas sentidas y la unidad —armónica— última del universo, como una fusión de lo finito y lo infinito. Estásubordinada, pues, a la noción de armonía.

En su práctica moral, el hombre trata de controlarsu propio proceso de auto-creación con el objetivo demaximizar la importancia. Como ésta se supedita a laarmonía, podemos decir que el hombre tiende a la rea

lización de la unidad armónica dentro de sí mismo ydentro de la sociedad. Para Whitehead, la verdaderamoralidad aspira esencialmente a la perfección social,y esa perfección se mide por fines que van más allá delos intereses limitados de cada persona individual.

La importancia es fundamentalmente una parte delos procesos psíquicos que dan lugar a los juicios de

valor. El individuo, inmerso en la sociedad, está sometido en gran manera al carácter directivo de los valores que prevalecen en su grupo. La moralidad controla los fines, que encuentran su realización en la vida del individuo como satisfacciones. El acto de valoración está sometido a control para que las inclinaciones y aversiones del individuo se dirijan a ciertos fines

apropiados en las circunstancias dadas. Apropiados ala armonía del individuo con la sociedad y de ésta conel resto de la naturaleza. Ese ideal de armonía es, paraWhitehead, la meta a la que tiende el comportamientomoral. Se trata, en suma, de vivir de acuerdo con lanaturaleza, ya que el hombre es un factor más dentro

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de ella y no puede permitirse el lujo de subvertir su sa- bio ordenamiento.

 No nos vamos a detener en el análisis de la filosofíamoral de Whitehead. Pero hay puntos determinados

de la misma —muy sugestivos— que desearíamos se-ñalar. Por ejemplo, el rechazo de cualquier código mo-ral como definitivo; la negación de la existencia de le-yes morales universales válidas en todo tiempo y lugar;su insistencia en que la moralidad es una función aven-turera, creativa; jamás pasiva aceptación de los códi-gos morales existentes.

Por lo que acabamos de ver, la moral tiende a la ac-tualización de ideales basados en principios generalesde carácter cosmológico. Esos ideales llevan a la per-fección, objetivo utópico pero siempre vigente. ParaWhitehead, sólo caben dos opciones: o avance o deca-dencia. El estatismo, el negarse a seguir buscando la perfección, por saberla inalcanzable o por considerarque ya se ha alcanzado, sólo conduce a la decadencia.El conservadurismo es un auténtico pecado contra na

tura. Ahora bien, pese a los múltiples casos individua-les de oscurantismo y reacción, él está firmemente con-vencido de que la humanidad se dirige inexorablemen-te hacia esa perfección que es su meta.

Para terminar, no tenemos más remedio que poneren cuestión ese incurable optimismo. La mayoría de

los lectores actuales de Whitehead, por muy entusias-tas que seamos de su obra, estamos lejos de compar-tirlo. El continuo progreso científico y técnico de la hu-manidad es innegable, pero no se puede decir lo mis-mo del progreso moral. Creemos que el influjo de larazón especulativa ha sido bastante escaso en el domi-nio de la moral. Han pasado muchos años desde 1929

y los acontecimientos vividos por los humanos duran-te ellos —así como la situación del momento— no ofre-cen muchos motivos para confiar en la capacidad dela razón para imponerse como directora de un desea-

 ble progreso moral y social. Después de los largos si-glos de civilización, después de los largos siglos de rei-

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nado de la razón especulativa, ¿se ha avanzado algoen el plano moral? Aun los más optimistas reconoce-rán que muy poco. A este respecto, los que leemos hoya Whitehead nos sentimos más inclinados a conside-

rar la razón «sin esperanza» que a estimarla, como él,fundamento, clave y reducto de toda esperanza posible.

L u c i l a   G o n z á l e z   P a z o s

 No t a : A lo largo de las páginas anteriores, y también de las que si-guen, aparece a veces la palabra «apetición». Permítasenos la osa-día. Tal término corresponde a la palabra «appetition» de Whiteheady remite, en definitiva, a la «appetitio» latina. Es un vocablo que nose utiliza en nuestra lengua, como tampoco se utiliza «appetition»en inglés; sin embargo, nuestro autor la introduce en ese idioma. Enmuchos contextos es perfectamente traducible por «deseo»; en otros,no. Y dentro de la filosofía whiteheadiana tiene un significado espe-cifico que aclaramos más adelante. (Véase la nota 12 del capítulo I.)

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LA FUNCION DE LA RAZON

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RESUMEN INTRODUCTORIO

La historia revela dos tendencias principales en lamarcha de los acontecimientos. Una tendencia estáejemplificada por el lento deterioro de la naturaleza física. Con sigilosa inevitabilidad, se produce una degradación de la energía. Las fuentes de actividad se hunden más y más. Su propia materia se desgasta. La otra

tendencia está ejemplificada por la renovación anualde la naturaleza en la primavera y por la dirección ascendente de la evolución biológica. En estas páginas,considero a la Razón en su relación con estos dos as pectos contrapuestos de la historia. La Razón es laauto-disciplina del elemento originario de la historia.Aparte de las operaciones de la Razón, este elementoes anárquico.

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CAPITULO PRIMERO

El tópico considerado aquí —la función de laRazón— es uno de los tópicos más antiguos de la dis-cusión filosófica. ¿Cuál es la función de la Razón enmedio del tumulto de nuestras experiencias mentales,en medio de nuestras intuiciones, nuestras emociones,nuestros propósitos, nuestras decisiones de énfasis? Pa-

ra responder a tal pregunta, hemos de considerar la na-turaleza de la Razón, su esencia. Por supuesto, éste esun tema manido. Su discusión se remonta a los mis-mos comienzos del pensamiento filosófico. Pero el co-metido de los filósofos es discutir tópicos fundamen-tales semejantes y ponerlos en escena iluminados pornuestros modos de pensar modernos.

Se insinúan diversas frases que traen a la memoria

las especiales controversias dependientes de la deter-minación de la verdadera función de la Razón: Fe yRazón; Razón y Autoridad; Razón e Intuición; Críti-ca e Imaginación; Razón, Acción, Propósito; Metodo-logía Científica; Filosofía y Ciencias; Racionalismo, Es-cepticismo, Dogmatismo; Razón y Empirismo; Prag-matismo.

Cada una de estas frases sugiere el alcance de la Ra-zón y la limitación de ese alcance. Asimismo, la varie-dad de tópicos incluida en ellas indica que no agotare-mos nuestro tema con la ayuda de una expresión ver- bal nítida y breve.

Con todo, y a pesar de esta advertencia de eludir unamera frase, empezaré con una definición preliminar dela función de la Razón, definición que será ilustrada,

desmenuzada y ampliada a medida que esta discusiónavance.

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 LA FUNCION DE LA RA ZO N ES FOMENTAR  EL AR TE DE LA VIDA

En la interpretación de esta definición, debo opo-

nerme inmediatamente a la falacia evolucionista suge-rida por la frase «la supervivencia del más apto». Lafalacia no consiste en creer que, en la lucha por la exis-tencia, el más apto para sobrevivir elimina al menosapto. El hecho es obvio y está a la vista. La falacia esla creencia de que la aptitud para la supervivencia seidentifica con la mejor ejemplificación del Arte de laVida.

En realidad, la vida misma es relativamente deficienteen valor de supervivencia. El arte de la persistencia tien-de a ser eliminado. Sólo las cosas inorgánicas persis-ten durante largos períodos de tiempo. Una roca sub-siste durante ochocientos millones de años, mientrasque el límite de vida de un árbol es de alrededor de milaños; el de un hombre, o el de un elefante, es de cin-

cuenta o cien años aproximadamente; el de un perro,cerca de doce años; el de un insecto, más o menos unaño. El problema planteado por la doctrina de la evo-lución radica en explicar cómo se han desarrolladosiempre unos organismos complejos con tan deficientecapacidad de supervivencia. Ciertamente, no han apa-recido porque fueran mejores, en ese juego, que las ro-

cas de su entorno. Puede ser posible explicar «el ori-gen de las especies» mediante la doctrina de la lucha por la existencia entre tales organismos. Pero, desdeluego, esta lucha no arroja luz alguna sobre la apari-ción de tal tipo general de organismo complejo, conescasa capacidad de supervivencia. Este problema noserá resuelto por ningún dogma, producto de un pen-samiento meramente abstracto que elabora sus nocio-nes acerca de la aptitud de las cosas. La solución re-quiere que el pensamiento preste atención a la eviden-cia empírica y a la totalidad de esa evidencia.

La gama de especies de cosas vivas es muy amplia.Se extiende, desde los hombres, por todos los vertebra-

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dos, los insectos y los animales escasamente organiza-dos que parecen iguales a sociedades de células, y portodas las variedades de vida vegetal hasta las más di-minutas formas microscópicas de vida. En el extremo

inferior de la escala, resulta arriesgado trazar cualquierdistinción neta entre cosas vivas y materia inorgánica.Hay dos maneras de examinar esta gama de especies.Una manera prescinde del tiempo y estima la variedadde especies como ilustrativa de diversos niveles de vi-da. La otra pone acento en el tiempo, considerando lasrelaciones genéticas de las especies entre sí.

Esta última adopta la doctrina de la evolución e in-terpreta la desaparición de especies y de individuos es- porádicamente variantes como debida a la inadapta-ción al medio. Esta explicación tiene su medida de ver-dad: es una de las grandes generalizaciones de la cien-cia. Pero los entusiastas han extremado de tal suertesu interpretación que consiguen que no explique na-

da, por razón del hecho de que explica todo. Casi nuncaconocemos el carácter preciso de la lucha que ocasio-nó la desaparición. La frase es como el estribillo litúr-gico de una letanía entonada sobre los fósiles de las es- pecies desaparecidas. Si el simple hecho de extinguirsees prueba suficiente de inadaptación al medio, la ex- plicación se reduce a una tautología. La importanciade la doctrina de la lucha por la existencia depende dela asunción de que los seres vivos se reproducen en can-tidades suficientes de sanos vástagos y la adaptaciónal medio es, por tanto, el único factor decisivo. Estaasunción doble de fecundidad y buena salud no es, evi-dentemente, siempre verdadera en instancias particu-lares. Hay limitaciones a la doctrina de Malthus.

Sin embargo, en la evolución hay otro factor que no

ha sido explicado en absoluto por la doctrina de la su- pervivencia del más apto. ¿Por qué la dirección de laevolución ha sido ascendente? El hecho de que se ha-yan producido especies orgánicas a partir de distribu-ciones de materia inorgánicas y el hecho de que conel transcurso del tiempo se hayan desarrollado espe-

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cies orgánicas de tipos más y más elevados no han sido explicados en modo alguno por ninguna doctrinade adaptación al medio o de lucha. En realidad, la tendencia ascendente ha estado acompañada por un in

cremento de la relación inversa. Los animales han em prendido progresivamente la tarea de adaptar el medio a ellos mismos. Han construido nidos y viviendascomunitarias de gran complejidad; los castores han talado árboles y represado ríos; los insectos han establecido una elevada vida de comunidad con diversidad dereacciones sobre el medio.

Incluso las acciones más íntimas de los animales sonactividades que modifican el medio. Los seres vivos mássimples dejan que su comida nade en ellos. Los animales superiores persiguen su comida, la cogen y lamastican. Al actuar así, están transformando el medio en función de sus propios fines. Algunos animalesescarban la tierra en busca de su alimento, otros acechan a su presa. Naturalmente, todas estas operacio

nes están significadas por la doctrina común de la adaptación al medio. Pero quedan expresadas de un modomuy inadecuado y los hechos reales desaparecen fácilmente de la vista bajo ella. Las formas superiores devida están activamente comprometidas en la modificación de su entorno. En el caso de los hombres, esteenérgico ataque al medio es el hecho más destacado de

su existencia.Establezco ahora la tesis de que la explicación de este enérgico ataque al medio es un afán triple: 1) de vivir; 2) de vivir bien; 3) de viví*- mejor. En realidad, elarte de la vida consiste, primero, en estar vivo; segundo,  en estar vivo de una manera satisfactoria; y, tercero, en lograr un incremento de la satisfacción. En este punto de nuestro argumento es donde hemos de recurrir a la función de la Razón, a saber: el fomento delarte de la vida. La función primaria de la Razón es ladirección del ataque al medio.

Esta conclusión equivale a la tesis de que la Razónes un factor de la experiencia que dirige y critica el im

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 pulso hacia la obtención de un fin imaginado pero norealizado de hecho.

Desde el punto de vista de la doctrina Fisiológica pre-dominante, esta tesis es una completa herejía. A las dis-

cusiones más antiguas mencionadas antes —Fe y Ra-zón, Razón y Autoridad, etc.— yo añadiría otra, Fi-siología y Causación Final. En cuanto hemos añadidoese ítem, hemos situado la discusión sobre la Razón ensu marco moderno.

Realmente, tenemos ahora ante nosotros los dos mo-dos contrapuestos de considerar la Razón. Podemos

estimarla como una más entre las operaciones implicadasen la existencia de un cuerpo animal y podemos conce- birla haciendo abstracción de cualquier operación animal particular. Según este último modo de consideración, laRazón es la operación de la comprensión teórica. Enla comprensión teórica, el Universo, o al menos factoresde él, son entendidos en su carácter de ejemplificaciónde un sistema teórico. La Razón se da cuenta de la posibilidad de alguna forma definitoria compleja y, almismo tiempo, entiende el mundo como ejemplificando,en alguno de sus factores, esa forma definitoria.

Las controversias más antiguas se refieren principal-mente a este último modo de considerar la Razón. Pa-ra ellas, la Razón es la facultad deiforme que exami-na, juzga y entiende. En las controversias más moder-nas, la Razón es una de las operaciones implicadas enel tumulto del proceso. Si hay que satisfacer a la Ra-zón teórica en cuanto a su propio status,  es evidenteque los dos puntos de vista deben ser aunados. Perose ocasiona mucha confusión al fluctuar inconsisten-temente entre los dos puntos de vista sin coordinaciónalguna entre ellos. Hay una Razón que se impone por

encima del mundo y hay una Razón que se afirma co-mo uno de los muchos factores dentro del mundo. Losgriegos nos han legado dos figuras cuyas vidas, realeso míticas, se ajustan a estas dos nociones —Platón yUlises—. El uno comparte la Razón con los dioses, elotro la comparte con los zorros.

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Podemos combinar la discusión de estos dos aspec-tos de la Razón considerando la relevancia de la no-ción de causación final para el comportamiento de loscuerpos animales. Veremos entonces cómo operan de

hecho la Razón teórica y la práctica en las mentes delos hombres.

Aquellos fisiólogos que proclaman la opinión comúnde sus laboratorios nos dicen, con casi total unanimi-dad, que no hay que dejar entrar ninguna considera-ción de causas finales dentro de la ciencia fisiológica.Con relación a esto, los fisiólogos concuerdan con

Francis Bacon, al comienzo de la época científica, ytambién con la práctica de todas las ciencias naturales.En este rechazo de la causación final, el testimonio

 parece aplastante, hasta que recordamos que es un tes-timonio de exactamente la misma fuerza y carácter queel que llevó al sector culto del mundo clásico a recha-zar la perspectiva cristiana y que el que llevó al mundoescolástico culto a rechazar la nueva perspectiva cien-

tífica de los siglos xvi y xvn. Nosotros hemos logra-do tener presentes los dos aspectos de la Razón, la Ra-zón de Platón y la Razón de Ulises, la Razón en tantoque busca una comprensión completa y la Razón entanto que busca un método de acción inmediato.

Como cuestión de metodología científica, no puedehaber duda de que los científicos han estado en lo cier-

to. Pero hemos de distinguir entre el peso que hay quedar a la opinión científica en la selección de sus méto-dos y su fiabilidad en la formulación de juicios sobrela comprensión. El más insignificante examen de la his-toria de la ciencia natural muestra que la opinión cien-tífica corriente es casi infalible en el primer caso y seequivoca invariablemente en el último. El hombre con

un buen método para los propósitos de sus interesesdominantes es un caso patológico en lo que atañe a su juicio más amplio sobre la coordinación de este méto-do con una experiencia más completa. Sacerdotes ycientíficos, políticos y hombres de negocios, filósofosy matemáticos, son todos parecidos en este aspecto. To-

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dos empezamos siendo empiristas. Pero nuestro empirismo se confína dentro de nuestros intereses inmediatos. Cuanto más claramente dominamos el análisis intelectual de un modo de regular procedimientos en fa

vor de nuestros intereses, tanto más decididamente rechazamos la inclusión de una evidencia que se nieguea armonizarse inmediatamente con el método ante nosotros. Algunos de los mayores desastres de la humanidad han sido producidos por la estrechez de mirasde hombres poseedores de una buena metodología. Uli-ses desdeña a Platón y los huesos de sus compañeros

se esparcen sobre muchos arrecifes y muchas islas.La doctrina especial en cuestión es que, en las transformaciones de materia y energía que constituyen lasactividades de un cuerpo animal, no pueden discernirse más principios que aquellos que gobiernan las actividades de la materia inorgánica. No cabe disputa enlo que se refiere a los principales hechos fisiológicos. No se han observado reacciones, entre los componentes materiales de un cuerpo animal, que infrinjan dealgún modo las leyes físicas y químicas que se aplicanal comportamiento de la materia inorgánica. Pero ésta es una declaración muy distinta a la doctrina de queno pueden entrar en juego principios adicionales. Am bas son idénticas únicamente bajo el supuesto de quela clase de principios físicos implicados es suficiente pa

ra determinar con precisión las actividades particulares de cada cuerpo físico.

Ciertamente, éste no es el caso si nos referimos a principios tales como la conservación de la energía, ya las reacciones químicas. Se asume con frecuencia queincluso la sola ley de la conservación de la energía determina sin ambigüedad las actividades a las que se apli

ca. Es difícil entender cómo podría haber surgido unaficción tan carente de fundamento.

Pero el punto sobre el que deseo llamar la atenciónes la cantidad de evidencia que se encuentra más alládel alcance del método fisiológico y que es simplementeignorada en la doctrina científica que prevalece. La di

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rección de los asuntos humanos está enteramente do-minada por nuestro reconocimiento de previsiones quedeterminan propósitos, y de propósitos que se resuel-ven en conductas. Casi cada frase que pronunciamos

y cada juicio que formamos presuponen nuestra inde-fectible experiencia de este elemento de la vida. La evi-dencia es tan abrumadora, la creencia tan incuestio-nable, el testimonio del lenguaje tan decisivo, que esdifícil saber por dónde empezar a demostrarlo. Porejemplo, hablamos de la política de un hombre de Es-tado o de una corporación de negocios. Suprímase la

noción de causación final, y la palabra «política» ha- brá perdido su significado. Al escribir esta conferen-cia, tengo la intención de pronunciarla en la Universi-dad de Princeton. Elimínese la noción de causación fi-nal, y esta «intención» se quedará sin significado. Con-sidérese también el viaje del acorazado Utah alrededordel continente sudamericano. Atiéndase primero al bar-co mismo. Se nos pide que creamos que la concurren-cia de átomos de hierro, de nitrógeno y de otras clasesde elementos químicos en la forma del barco —de suarmazón, de sus cañones, de sus máquinas, de sus mu-niciones, de sus bodegas—, que esta concurrencia hasido puramente el resultado de las mismas leyes físicas por las cuales las olas del océano baten sin objeto lascostas de Maine. No podría haber más finalidad  en un

episodio que en el otro. La actividad de los construc-tores del buque ha sido meramente análoga al rodarde los guijarros en la playa.

Pásese a considerar ahora —presuponiendo todavíala doctrina fisiológica ortodoxa— el viaje del navio.El Presidente electo de los Estados U nidos1no tiene 1

1 Se refiere al Presidente Herbert Clark Hoover, elegido el mis-mo año en que Whitehead pronuncia estas conferencias (1929). Sualusión a ¿1 —aparte de constituir un buen pretexto para ilustrar su pensamiento— nos parece que quiere manifestar, de alguna mane-ra, su estima y simpatía por este hombre, el cual se había encargadode avituallar a los países beligerantes europeos en el transcurso dela Primera Guerra Mundial y, después de ella, se ocupó también del

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nada que ver con él. Sus intenciones respecto a la política sudamericana y a su buen nombre en el mundo novendrían al caso, siendo fútiles irrelevancias. Los movimientos de su cuerpo, los de los cuerpos de los mari

neros, como los movimientos de los constructores del buque, estarían gobernados simplemente por las leyesfísicas que llevan a una piedra a rodar cuesta abajo yal agua a hervir. La misma idea es ridicula.

Se nos dirá, naturalmente, que la doctrina no pretende ser aplicada a la conducta de los hombres. Sinembargo, los movimientos corporales son operaciones

fisiológicas. Si estas últimas son ciegas, también lo sonlos movimientos. Además, los hombres son animales.Con seguridad, toda la polémica en torno a la evolución se centró en este último punto.

También hemos dicho que consideraríamos el temahistóricamente. La humanidad se ha desarrollado gradualmente a partir de las formas de vida ínfimas y de be ser explicada, por tanto, en términos aplicables atodas esas formas. Pero ¿por qué construir las últimasformas por analogía con las primeras? ¿Por qué notrastrocar el proceso? Parecería más sensato, másauténticamente empírico, aceptar que cada especie viva hace su propia contribución a la demostración delos factores inherentes a las cosas vivas.

 No necesito continuar la discusión. El caso está de

masiado claro para una elaboración. No obstante, elcualificado cuerpo de fisiólogos, bajo la influencia deideas relacionadas con su lograda metodología, ignora enteramente la totalidad de la evidencia adversa. Tenemos aquí un ejemplo colosal del dogmatismo antiem

 pírico que surge de una metodología fecunda. La evi

 programa de ayuda a Europa. No hay que olvidar que la actitud deWhitehead respecto a esa guerra fue abiertamente intervencionista,considerándola como una campaña necesaria para la defensa de lacivilización occidental. Esta postura influyó decisivamente en el dis-tanciamiento mutuo que se produjo entre ¿1 y su ex-disdpulo, amigo y colaborador Bertrand Russell, ya por entonces líder del pacifismo inglés.

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dencia que se encuentra fuera del método simplemen-te no cuenta.

Hemos recordado, por supuesto, que el desprecio dela evidencia nace del hecho de que ésta cae fuera del

alcance de la metodología de la ciencia. Ese métodoconsiste en rastrear la persistencia de los principios fí-sicos y químicos en todas las operaciones fisiológicas.

Se admite el brillante éxito de este método. Pero us-tedes no pueden limitar un problema por razón de unmétodo de ataque. El problema es entender las opera-ciones de un cuerpo animal. Hay clara evidencia de queciertas operaciones de ciertos cuerpos animales depen-den de la previsión de un fin y del propósito de alcan-zarlo. Ignorar esta evidencia porque otras operacioneshan sido explicadas en términos de leyes físicas y quí-micas no soluciona el problema. La existencia de un problema ni siquiera es reconocida. Es negada vehe-mentemente. Muchos científicos han diseñado pacien-temente experimentos con el propósito de justificar su

creencia de que las operaciones animales no están mo-tivadas por propósitos. Han invertido quizás su tiem- po libre en escribir artículos con el fin de probar quelos seres humanos son como los otros animales, de suer-te que el «propósito» es una categoría irrelevante parala explicación de sus actividades corporales, incluidaslas de ellos mismos. Los científicos animados por el

 propósito de demostrar que carecen de propósito cons-tituyen un interesante tema de estudio.

Otra razón para la exclusión de la causación finales que introduce un peligroso modo de explicación fá-cil. Esto es verdad, sin duda. El laborioso trabajo derastrear la secuencia de antecedentes físicos es procli-ve al desaliento ante la fácil insinuación de una causa

final. No obstante, el mero hecho de que la introduc-ción de la noción de causación final tenga sus peligrosno es razón para ignorar un problema real. Incluso silas inteligencias flaquean, el problema permanece.

El clero cristiano ha hecho valer a menudo las mis-mas objeciones ante innovaciones estimadas como pe-

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ligrosas para la fe y la moral. El mundo científico pro-testa enérgicamente contra tales limitaciones a la libreconsideración de la evidencia. Sin embargo, en defen-sa de sus propias dogmas, los científicos no actúan de

manera distinta al clero. Los fisiólogos y el cuerpo le-gislativo del Estado de Tennessee exhiben los mismos principios acerca de la conducta humana. En realidad,todos los tipos de hombres están a un nivel en este as- pecto, y nunca mejoraremos a no ser que comprenda-mos el origen de nuestra tentación.

La evolución de la Razón desde abajo ha sido ente-ramente pragmática, con un corto alcance de previsión.La honda satisfacción primitiva que deriva de la Ra-zón, una satisfacción que procede de una herencia in-memorial, es proporcionada por la clarificación enfá-tica de algún método regulador de la práctica corrien-te. El método funciona y la Razón se satisface. No hayningún interés fuera del ámbito del método. Claro queeste último aserto es demasiado restringido.Se da uninterés activo que limita la curiosidad dentro del alcancedel método. Cualquier frustración de ese interés susci-ta un resentimiento emocional. El empirismo desapa-rece.

La mejor oportunidad para la observación más ex-tensa sería la que se presentara también con la prome-sa de un método más amplio. Algunas veces el méto-

do dominante empieza a mostrar signos de agota-miento. El síntoma principal de que una metodologíase ha desgastado se presenta cuando el progreso den-tro de ella ya no atañe a temas fundamentales. Se pro-duce una etapa final de interminables disputas acercade cuestiones menores2.

2 Nótese cómo caracteriza Whitehead el periodo de declive de unametodología. Aun teniendo en cuenta las diferencias obvias entreel pensamiento de Whitehead y el de Kuhn y Lakatos —y las de és-tos entre sí— podríamos decir que el primero anticipa aquí, de algu-na forma, la caracterización que hará luego Kuhn de la etapa finalde vigencia de un paradigma y la que hará Lakatos de un programade investigación estancado.

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Cada metodología tiene su propia historia vital. Co-mienza como un artificio que facilita la realización dealgún impulso vital naciente. En sus albores represen-ta cierta amplia coordinación de pensamiento y acción

mediante la cual este impulso se manifiesta como unamayor satisfacción de la existencia. Finalmente, entraen la lasitud de la edad senil, su segunda infancia. Losmayores contrastres obtenidos dentro del ámbito delmétodo han sido explorados y convertidos en familia-res. La satisfacción se ha desvanecido a causa de la re- petición. La vida afronta entonces las últimas alterna-tivas de las cuales depende su destino.

Estas últimas alternativas surgen del carácter del tri- ple afán que ya he mencionado: vivir, vivir bien, vivirmejor. El nacimiento de una metodología es, en suesencia, el descubrimiento de un artificio para vivir.En sus comienzos satisface las condiciones inmediatasde la vida buena. Pero la vida buena es inestable: laley de la fatiga es inexorable. Cuando cualquier meto-

dología de vida ha agotado las novedades dentro de sualcance y las ha explotado hasta la aparición de la fa-tiga, una decisión final determina el destino de una es- pecie. Puede estabilizarse y reincidir, a fin de vivir; o puede liberarse de una sacudida y emprender la aven-tura de vivir mejor.

En el último caso, la especie se apodera de una de

las metodologías nacientes disimuladas en el tumultode experiencia multivariada que se encuentra más alládel ámbito del viejo procedimiento dominante. Si laelección es afortunada, la evolución ha tomado un rum- bo ascendente; si es desafortunada, el olvido del tiem- po cubre los vestigios de una raza desaparecida.

Con una elección feliz, el nuevo método alcanza rá-

 pidamente su etapa culminante. Hay, pues, una nuevaforma de vida buena, dependiendo su prolongación dela variedad de contraste incluida dentro de su alcancemetodológico. En general, la evidencia indica una ciertarapidez de evolución desde una metodología nacientehasta una fase media, que es relativamente prolongada.

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En el primer caso, cuando la especie rehúsa la aventura, se produce un retroceso hacia el bien garantizado hábito de la mera vida. El método originario entraahora en una prolongada vejez en la que el bienestarse degrada a simple estar. La variada lozanía se ha perdido y la especie vive según las inclinaciones ciegas deviejos usos. La esencia de la Razón, en sus formas ínfimas, consiste en sus juicios sobre los destellos de novedad, novedad susceptible de realización inmediata ynovedad que es relevante para el deseo pero todavíano para la acción. En la vida estabilizada no hay sitio para la Razón. La metodología ha degenerado de mé

todo de innovación a método de repetición. La Razónes el órgano que pone énfasis sobre la novedad. Pro porciona el juicio mediante el cual la realización en ideaobtiene el énfasis por el que pasa a realización en pro pósito y, de ahí, a su realización de hecho.

El tedio vital es fatiga derivada de un impulso frustrado hacia un contraste nuevo. En la naturaleza en

contramos tres modos de asegurar la estabilización.Pueden ser denominados: el Modo de la Ceguera, elModo del Ritmo y el Modo de la Transitoriedad. Estos modos no son mutuamente excluyentes. En realidad, el Modo del Ritmo resulta omnipresente a travésde la vida. Pero el Modo de la Ceguera parece convertir en innecesaria la Transitoriedad, y el Modo de la

Transitoriedad disminuye la Ceguera. Los tres modosaparecen presentes en una estabilizada vejez de merasupervivencia; sin embargo, Ceguera y Transitoriedad parecen variar inversamente una respecto a la otra.

El Modo de la Ceguera significa reincidencia. Estareincidencia elimina aquellos destellos de deseo nuevoque han constituido los medios de ascenso a la fase exis

tente de vida compleja. Estos destellos son, en realidad, parte de la fase misma. Son el elemento de vividainnovación del goce. Pero el camino de ascenso quedaahora descartado. Son excluidas las innovaciones y surazonado énfasis. La complejidad alcanzada se vive aun nivel de operaciones inferior al de aquellas que lle-

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varón a su obtención. El rumbo ascendente se pierde.Se produce una estabilización en algún nivel más bajoo un retroceso progresivo. El órgano de la vivacidad,que es también el órgano de la innovación y el órgano

de la fatiga, ha quedado atrofiado.El Modo de la Transitoriedad significa la sustituciónde individuos efímeros como medio de proteger a laespecie de la fatiga del individuo. La transitoriedad esrealmente una forma de ceguera: proporciona individuos nuevos para afrontar ciegamente la vieja esferade experiencia.

El Modo del Ritmo penetra toda vida y, por supuesto, toda existencia física. Este principio común del Ritmo es una de las razones para creer que los principios básicos de la vida están ejemplificados, de alguna humilde manera, en todos los tipos de existencia físicaJ.

En el Modo del Ritmo, una serie de experiencias, queforma una determinada secuencia de contrastes obtenidos dentro de un método definido, es codificada demanera que el fin de tal ciclo es la fase antecedente adecuada para el comienzo de otro ciclo similar. El ciclo3

3 Uno de los rasgos distintivos de la Filosofía de Whitehead —denominada por ello Filosofía del Organismo— es precisamente la fírmeconvicción que expresa de que todo lo real puede ser tratado bajola metáfora de la vida. Todo hecho natural —entendido como dinámico e interrelacionado— es concebido como orgánico. Para Whitehead existe una Naturaleza siempre viva, aun bajo la máscara demateria inerte. Un factor de influencia decisiva en esta convicciónfue la noción contemporánea del carácter vibratorio de la materia.El incremento del énfasis científico sobre la convertibilidad mutuade materia y energía inspira esta concepción. No aparece por vez primera en este escrito, ni tampoco en Process and Reality (The Mac-millan Co., New York 1929). Está presente ya en el período que N.Lawrence califica como «periodo de transición»: 1924-1927 (cf. N.Lawrence, Whitehead’s Philosophicai Development. University ofCalifornia Press, Berkeley-Los Angeles 1956, Parte II: Introducción),y cuyas obras representativas son Science and the Módem World  (TheMacmillan Co., New York 1925) y Religión in the Making (The Mac-millan Co., New York 1926). Le dedicará más tarde un trabajo es pecífico:  Nature and Life  (The University of Chicago Press, Chicago 1934), recogido luego, como capítulos VII y VIII, en  Modes o f  Thought   (The Macmillan Co., New York 1938).

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es tal que su propia terminación proporciona las con-diciones de su simple repetición. Elimina la fatiga con-comitante a la repetición de cualquiera de sus partes.Sólo algún esfuerzo de memoria física puede agregaruna fatiga que surja del ciclo como un todo. Dado quecada ciclo es en sí mismo autorreparador, la fatiga dela repetición requiere un alto nivel de coordinación de períodos de experiencia pasada.

Al nivel de la experiencia humana encontramos unafatiga que nace de la mera repetición de ciclos. El re-curso mediante el cual esta fatiga es obviada de nuevotoma la forma de la conservación de la estructura abs-tracta fundamental del ciclo combinada con la varia-ción de los detalles concretos en los ciclos sucesivos.Este recurso está ejemplificado especialmente en la mú-sica y en la visión. Es, por supuesto, susceptible de unaenorme elaboración de complejidad de detalle. O sea,que no debe buscarse el ritmo vital en la simple recu-rrencia cíclica. El elemento cíclico se ha reducido a la

 base, y se han elaborado las variaciones de ciclos y deciclos de ciclos4.

4 Conviene destacar la atención constante de Whitehead a la no-ción de ritmo. Su universo no es nunca un universo estático, comotampoco lo es el de la física cuántica. Y ya en una obra temprana(The Principies o f Natural Knowledge, Cambridge University Press,Cambridge 1919) transforma Whitehead los fenómenos cuánticos en

una penetrante característica de la naturaleza mediante el conceptode ritmo. El último capitulo del libro está dedicado por completoal estudio de los ritmos de la naturaleza, si bien hay que señalar que, por esta ¿poca, todavía no piensa nuestro autor que todos los he-chos naturales sean hechos orgánicos, hechos vivos. Su explicaciónestá limitada a aquellos acontecimientos naturales «que ostentan vi-da». Porque lo más interesante de este capitulo es que, a partir delconcepto físico de ritmo, llega Whitehead a la identificación de rit-mo con vida: «La vida (tal como la conocemos) implica la realiza-

ción completa de partes rítmicas dentro del acontecimiento que os-tenta vida» (o.c., p. IV, cap. XVIII, p. 196). Y la vida «mantienesu expresión de ritmo y su sensibilidad al ritmo. La vida es ritmocomo tal» (Ibldem, p. 197). Donde hay algún ritmo, hay algún tipode vida: «El ritmo es, entonces, la vida» (Ibidem).

Un ritmo se ajusta a una pauta y es siempre idéntico a si mismo; pero no es una mera pauta, ya que la cualidad rítmica depende igual-

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Encontramos aquí el ejemplo más patente de la adop-ción de un método. La vida buena se obtiene median-te la fruición de contrastes dentro del alcance del mé-todo. Ejemplificamos de este modo la acción del de-

seo que opera dentro de un sistema de orden. La Ra-zón encuentra aquí su ámbito, en su función de la di-rección del rumbo ascendente. En su forma ínfima, laRazón proporciona el énfasis sobre la captación con-ceptual de alguna novedad estimulante. Es entonces unaRazón desprovista del rango constructivo del pensa-miento abstracto. Opera meramente como el simple jui-cio directo que eleva un destello conceptual a deseoefectivo, y un deseo efectivo a hecho realizado.

«Fatiga» es la antítesis de «Razón». Las operacio-nes de la Fatiga constituyen la derrota de la Razón ensu primitivo carácter de búsqueda del rumbo ascenden-te. La Fatiga significa la operación de excluir el impulsohacia la novedad. Excluye las oportunidades de la fa-se inmediata a aquella en que la vida se encuentra. Esa fa-

se ha sido alcanzada aprovechando una oportunidad. Eltriunfo meridiano de un método se da cuando facilitauna oportunidad sin trascenderse a sí mismo. La merarepetición dificulta la oportunidad. La inercia que pe-

mente de las diferencias implicadas en cada manifestación de esa pau-ta: «La esencia del ritmo es la fusión de la identidad y de la nove-

dad; o sea que el todo nunca pierde la unidad esencial de la pauta,mientras que las partes manifiestan el contraste que surge de la no-vedad de su detalle. Una mera repetición mata el ritmo, como conseguridad también lo mata una mera confusión de diferencias (...]. Ningún ritmo puede fundarse sobre la simple confusión o la simpleidentidad» (Ibídem, p. 198).

Más adelante pasará Whitehead al tratamiento del propio ritmocomo un problema de contraste estético. El ritmo, esencial a todavida, invade la naturaleza, y todo hecho natural, al ser un hecho or-gánico, un hecho vivo, se reduce en última instancia a un hecho es-tético. En Science and the Modern World, podemos leer: «La Natu-raleza no puede ser separada de sus valores estéticos», (o.c., cap.VI, p. 127). Y esta opinión se arraiga a medida que avanzan su viday su obra. Es firmísima en los escritos de su última etapa: Adveniu- res o f Ideas (The Macmillan Co., New York 1933) y el ya citado Mo- des o f Thought.

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sa sobre la Razón genera una sucesión de cambio me-ramente recurrente, no mitigada por la novedad. Elafán de la Razón, obstaculizado por tal inercia, es lafatiga. Cuando el afán contrariado ha desaparecido de-finitivamente, la vida conserva su fase hasta donde con-cierne a sus operaciones formales. Pero ha perdido elimpulso gracias al cual se alcanzó esa fase, impulso queconstituía un elemento originario de la fase misma. Seha producido una recaída en una vida simplemente re-

 petitiva, concerniente al mero vivir y despojada de cual-quier factor que implique esfuerzo para vivir bien y,todavía más, de cualquier esfuerzo para vivir mejor.

Esta fase de vida estática nunca logra realmente unaestabilidad. Representa una lenta y prolongada deca-dencia en la que la complejidad del organismo declinagradualmente hacia formas más simples.

En esta descripción general de la función primitivade la Razón en la vida animal, se ha seguido fielmentela analogía entre un cuerpo viviente, con su propia or-

ganización autónoma, y la organización física autóno-ma del universo material considerado como un todo.El universo material ha contenido en sí mismo, y qui-zás todavía contiene, algún misterioso impulso dirigi-do a desarrollar su energía. Este impulso queda vela-do a nuestra observación, en lo que atañe a su funcio-namiento general. Pero debe haber existido alguna épo-

ca en la que la tendencia dominante fue la formaciónde protones, electrones, moléculas y estrellas. Hoy, has-ta donde llegan nuestras observaciones, está en deca-dencia. Sabemos más acerca del cuerpo animal, por me-dio de nuestra experiencia personal. En el cuerpo ani-mal podemos observar la inclinación hacia el rumboascendente, con la Razón como actividad selectiva. En

el universo físico general no podemos obtener ningúnconocimiento directo de la actividad correspondiente,gracias a la cual ha alcanzado su fase actual de energíadisponible. Los agregados de energía en forma de pro-tones, electrones, moléculas, polvo cósmico, estrellasy planetas están ahí. Por muy inmensa que pueda ser 

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la escala del orden físico, aparece como finita y se estáconsumiendo a una velocidad finita. Por muy largosque puedan haber sido los períodos de tiempo, debehaber existido un comienzo del mero desgaste y debehaber un fin para él. De la nada no puede venir nada.

El universo, en cuanto construido únicamente en tér-minos de la causación eficiente de interconexiones pu-ramente físicas, presenta una completa e insoluble con-tradicción. La doctrina ortodoxa de los fisiólogos exi-ge que las operaciones de los cuerpos vivos sean expli-cadas exclusivamente en términos del sistema físico decategorías físicas. Este sistema, cuando es confronta-

do con los hechos empíricos, deja de incluir estos he-chos dentro de su propio campo, aparte de un acto desuicidio lógico. La moraleja que se extrae del examengeneral del universo físico, con sus operaciones consi-deradas en términos de leyes puramente físicas y des-deñadas en cuanto no son expresables en tales térmi-nos, es que hemos omitido alguna actividad opuesta

de tipo general. Esta actividad opuesta, en su funcio-namiento por todo el universo físico, es demasiado am- plia y difusa para nuestra observación directa. Es posi- ble que adquiramos tal poder como resultado de algúnavance. Pero actualmente, en tanto inspeccionamosel cosmos físico, no hay intuición directa de esa activi-dad opuesta a la que debe su posibilidad de existir co-

mo un organismo finito que se desgasta.Así que la doctrina fisiológica ortodoxa tiene la fra-

gilidad de que apoya exclusivamente sus explicacionessobre el sistema físico, que es internamente inconsis-tente.

Como hemos visto ya, el cuerpo animal brinda cla-ra evidencia de actividades dirigidas por un propósito.

Es, pues, natural trastrocar la analogía y argüir que al-guna humilde y vaga forma de las operaciones de laRazón constituye la amplia y difusa actividad opuestagracias a la cual el cosmos material llega a ser. Estaconclusión comporta el repudio de la radical exclusiónde la causación final de nuestra teoría cosmológica. El

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rechazo del propósito data de Francis Bacon, en el co-mienzo del siglo xvii. Como recurso metodológico, esun logro indiscutible mientras confinemos nuestra aten-ción a ciertos campos limitados.

Dado que nosotros admitimos la categoría de cau-sación final, podemos definir consistentemente la fun-ción primaria de la Razón. Esta función estriba en es-tablecer, resaltar y someter a juicio crítico las causasfinales y la fuerza de los objetivos dirigidos hacia ellas.

La doctrina pragmática debe aceptar esta definición.Es evidente que el pragmatismo no tiene sentido sincausación final. Ya que una doctrina nunca puede sercontrastada a menos que sea puesta en práctica. Apartede esta función primaria, la propia existencia de la Ra-zón carece de finalidad concreta y su originación esinexplicable. En la trayectoria de la evolución, ¿por quéel curso habría llegado a la humanidad, si sus activi-dades racionales permanecen sin influencia sobre susacciones corporales? Es conveniente dejar suficiente-

mente claro el punto de que la Razón es inexplicablesi el propósito resulta inefectivo.

O sea que, al principio mismo, ha de examinarse ladoctrina fisiológica fundamental. Este examen lleva ala distinción entre la autoridad de la ciencia en la de-terminación de su metodología y la autoridad de la cien-cia en la determinación de las categorías de explicación

últimas. Se nos induce, entonces, a considerar la reac-ción natural de hombres con una útil metodología con-tra cualquier evidencia que tienda a limitar el alcancede esa metodología. La ciencia ha padecido siempre elvicio de la exageración. De este modo, conclusiones ver-daderas dentro de limitaciones estrictas han sido gene-ralizadas dogmáticamente en una universalidad falaz.

Esta función pragmática de la Razón proporcionala actividad que procura la dirección ascendente de laevolución animal. Pero la doctrina del rumbo ascen-dente requiere igualmente explicación en el cosmos pu-ramente físico. Nuestra formulación científica de la fí-sica pone de manifiesto un universo limitado en pro-

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ceso de disolución. Requerimos una actividad opuesta para explicar la existencia de un universo en disolucióndentro de un tiempo finito. La analogía del cuerpo ani-mal sugiere que el extremado rechazo de la causaciónfinal de nuestras categorías de explicación ha sido fa-laz. Una cosmología satisfactoria debe explicar la in-teracción de causación eficiente y causación final. Sinuestra doctrina de los dos modos de causación tomala forma de una mera limitación del alcance de un mo-do por la intervención del otro modo, tal cosmologíaseguirá siendo, obviamente, una arbitrariedad explica-tiva. Lo que buscamos es una explicación de la natu-

raleza metafísica de las cosas tal que todo cuanto seadeterminable por causación eficiente esté así determi-nado, y todo cuanto sea determinable por causaciónfinal esté así determinado. Las dos esferas de opera-ción han de interactuar y han de requerirse la una a laotra. Pero ninguna de ellas ha de limitar arbitrariamen-te el alcance del modo alternativo.

Mientras tanto, encontramos que la función de cor-to alcance de la Razón, característica de Ulises, es laRazón que enjuicia críticamente, y resalta, los propó-sitos subordinados en naturaleza que son los agentesde la causación final. Esta es la Razón considerada co-mo un agente pragmático.

En esta función, la Razón es la encarnación prácti-

ca del apremio para transformar la mera existencia enexistencia buena, y para transformar la existencia buenaen existencia mejor.

Pero, si inspeccionamos el universo natural, la re-gla general parece ser una simple supervivencia estáti-ca asociada a una lenta decadencia. Las instancias dela tendencia ascendente están representadas por un mí-

nimo de casos excepcionales dispersos. O sea que el he-cho general, tal como se nos presenta empíricamente,aparece como la tendencia ascendente de la minoría,conjugada con una lenta desaparición del viejo y ex-tenso orden físico que forma la base a partir de la cualse efectúa el ascenso.

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Este hecho empírico constituye uno de los más profundos misterios sin resolver^

Cuando hemos reconocido estas dos tendencias enfuncionamiento, es inevitable que preguntemos cómo

 podemos concebir la naturaleza de las cosas para incluir este doble carácter. Todos recordamos la doctrina del élan vital de Bergson y su recaída en la materia.La doble tendencia de avance y recaída está aquí esta

 blecida claramente. Pero no hemos dado ninguna ideaexplicativa. La doctrina más antigua de sustancias individuales con sus cualidades inherentes no proporcionala más mínima razón de ese doble aspecto. Pero existeotra dualidad evidente en el mundo, cuya consideración es el primer cometido de toda cosmología: Cuer po y Mente. Si seguimos a Descartes y expresamos esta dualidad en términos del concepto de sustancia, obtenemos la noción de sustancias corpóreas y de sustancias mentales. Las sustancias corpóreas tienen, segúnesta teoría, una existencia vacía. Son puros hechos des

 provistos de todo valor intrínseco. Es intrínsecamenteimposible dar ninguna razón de por qué llegarían a laexistencia, o perdurarían, o dejarían de existir. Descartes nos dice que Dios las sustenta, pero no da razónalguna de por qué querría Dios actuar así. Esta concepción de una existencia sustancial vacía carece de toda penetración explicativa1. La maniobra de excluir la

causación final ha concluido, pues, convirtiendo a lacausación eficiente en igualmente inexplicable. Descartes ha de apelar a Dios a fin de que active sus cuerpos por doquier. Las dos tendencias, ascendente y descendente, no pueden ser separadas. Existen juntas. Tam bién el límpido corte que hace Descartes entre cuerposy mentes es una mala interpretación de los hechos em

 píricos. Nunca elaboraremos una metafísica explicativa a me-5

5 Una crítica más extensa y detallada del pensamiento de Descartes sobre este tema aparece en la sección primera del capítulo VI, parte II, de Process and Reality.

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nos que suprimamos esta noción de existencia vacia,carente de valor. La vacuidad es el carácter de una abs-tracción y ha sido erróneamente introducido en la no-ción de una cosa últimamente real, de una actualidad.Los universales y las proposiciones son vacíos, pero noson actualidades. No obstante, si descartamos la no-ción de existencia vacía, debemos concebir cada actua-lidad como algo que alcanza un fin por sí misma. Su propia existencia consiste en la presentación de sus mu-chos componentes ante si misma, por mor de sus pro- pios fines. En otras palabras, una actualidad es una uni-dad compleja que puede ser analizada como un proce-

so de sentir sus propios componentes. Esta es la doc-trina de que cada actualidad es una ocasión de expe-riencia, el resultado de sus propios propósitos6.*1

6 Doctrina fundamental en la filosofía de Whitehead. Las enti-dades u ocasiones actuales —cosas reales finales de que se componeel mundo, unidades últimas del acontecer natural, auténticas res 

vene—  son ocasiones de experiencia. Esta doctrina se apoya en unos presupuestos básicos —evidencias que Whitehead constata en su exa-men de la experiencia— y que pueden ser resumidos en los siguien-tes puntos:

1. El universo está compuesto de actualidades múltiples, peroéstas están interconectadas. No hay realidades independientes.

2. La existencia es siempre dinámica. Todo existente es un pro-ceso, exactamente un proceso de experiencia.

3. Si la realidad es un proceso, la noción de potencialidad es in-

dispensable para comprender la existencia.Así pues, aunque el Esquema Categorial presenta ocho Catego-

rías de existencia, éstas pueden ser reducidas a dos tipos elementa-les: el de las entidades actuales, o realidades finales, y el de los obje-tos eternos, o potenciales puros.

 Nos interesa ceñimos a las entidades actuales. En una primera apro-ximación vemos que Whitehead concibe toda entidad actual comoun acto de experiencia surgido de datos, como un proceso de «sen-tir» los diversos datos de manera que queden absorbidos en la uni-

dad de una «satisfacción» individual. Pero tal concepción requiereque se haga explícita:

El análisis de una entidad actual en sus elementos más concretosrevela que es una concrescencia de prehensiones que se originan ensu proceso de llegar a ser. Aquí, el término de «concrescencia» —deconcrescere: «crecer juntos»— implica el concepto de varias cosasque adquieren una unidad compleja concreta. Esas varias cosas son

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Ahora procedo de acuerdo con el método científicoordinario de búsqueda de una explicación. Habiendoencontrado un ejemplo de una dualidad fundamentalen el universo, a saber, la tendencia física hacia la degradación y la tendencia ascendente contrapuesta, enu-

las prehensiones. La noción de «prehensión», de inspiración baco-niana, significa primariamente «comprensión total» e indica la manera general en que la ocasión de experiencia puede incluir, como

 parte de su misma esencia, a cualquier otra entidad. Expresa fundamentalmente la dimensión de «apropiación» implícita en todo actode experiencia; pero no sugiere genuino conocimiento ni percepción

representativa. Whitehead adopta el término en Science and the Módem World  y lo convierte en protagonista de su Process and Rea- lity,  si bien notablemente transformado.

Según se nos presenta en esta última obra, toda prehensión consta de tres factores: un sujeto prehensor, un dato y una forma subjetiva, que es la peculiar manera en que el sujeto prehende el dato yque puede ser de varias especies: emoción, valoración, propósito,aversión, consciencia, etc. Además, cada prehensión reproduce ensí las características generales de una entidad actual: se refiere a un

mundo externo y tiene carácter vectorial.Las prehensiones pueden ser positivas —y entonces denominan«sentires», feelings — o negativas. Los sentires se caracterizan porque en ellos se conserva el dato como parte del proceso de concres-cencia. Las prehensiones negativas son activas sólo de un modo indirecto, por la contribución de su forma subjetiva a ese mismo proceso, pero eliminan a su objeto de la posibilidad de entrar en el datode la satisfacción final.

Una entidad es actual cuando tiene significación por si misma,

cuando funciona autónomamente con respecto a su propia determinación. La entidad actual que surge de la síntesis final de sus muchas prehensiones representa la transformación de la incoherenciaoriginal de sus múltiples datos en la coherencia de una experienciaunitaria última, de un sentir sintético único. La constitución formalde una entidad actual es un proceso de transición desde la indeterminación a la determinación final. Esta pasa a ser la constituciónobjetiva de esa entidad, considerada como un complejo de componentes perfectamente definidos, gracias a lo cual se convierte, a su

vez, en un dato para otras entidades.En efecto, la fase final del proceso de concrescencia que constitu

ye una entidad actual es un sentir complejo, enteramente determinado: esa fase es la satisfacción, a la que hemos aludido. Todo elemento del proceso genético de una entidad actual tiene una funciónespecífica en esa satisfacción. En cada proceso de concrescencia hayuna sucesión de fases en las cuales surgen nuevas prehensiones por 

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mero las demás dualidades básicas con la esperanza deenlazarlas dentro de un concepto coherente en el cualse expliquen mutuamente. Hemos de preguntar ahoracómo podemos interpretar las tendencias ascendentey descendente, y cuerpo y mente, como dos dualida-

¡ntegración de prehensiones de fases antecedentes. En esas integraciones, los sentires aportan sus formas subjetivas y sus datos parala formación de nuevas prehensiones integrales. Las prehensionesnegativas aportan sólo sus formas subjetivas y el proceso continúahasta que todas las prehensiones componen esa satisfacción integral,única, perfectamente definida.

Dado que cada entidad actual es el resultado de una sintesis demúltiples prehensiones, las formas subjetivas de las mismas debenser tales que hagan posible esa síntesis. Podemos decir que debenser absolutamente compatibles. Además, como ha de lograrse unagenuina unidad y no una mera adición, ningún elemento puede jugar papeles inconsistentes en ella, ni diversos elementos el mismo pa pel. Todo ello indica la necesidad de un propósito que guíe la con-crescencia desde el principio, de una visión del objetivo que debealcanzarse mediante ese proceso. Por tanto, cada entidad actual ha

 brá de iniciarse con una prehensión conceptual de un fin subjetivo;de un fin «vivo en su propia constitución», que controle el proceso por casualidad final. Así pues, la noción de entidad actual entraftauna referencia que va más allá de los meros datos habidos. Se refiere a una decisión, a un designio subjetivo que regula su propia auto-creación. Por eso nos dice Whitehead, en este texto, que una ocasión de experiencia es el resultado de sus propios propósitos. Ellaes, efectivamente, la razón última de su mismo ser, de los elementosque incluye y de los que omite. La decisión autocreadora pasa a cons

tituir el significado mismo de «actualidad». Cada entidad actual surgede una decisión tomada con respecto a sí misma —decisión condicionada, no obstante, por la potencialidad real de su entorno, desu mundo actual— y por su sola existencia provoca decisiones enotras entidades actuales. Pues, cuando una entidad culmina su proceso auto-creativo, inicia su inmortalidad objetiva: se convierte enun hecho inquebrantable. De ser sujeto de su propio proceso de auto-creación, pasa a ser un «superjeto»: un hecho totalmente determinado que es causa eficiente de otros. Constituirá, como dato, los

sentires físicos de nuevos procesos de concrescencia. Sin embargo,ambos, sujeto y superjeto, devenir y ser, no pueden ser separados,se implican y se condicionan mutuamente. La decisión auto-creadora,el designio subjetivo, el propósito interno que rige el proceso de formación de la unidad de experiencia concreta, tiene también en cuenta,siempre, la proyección de esa unidad en el universo, su vida como«objeto». Controla constantemente el modo en que ella, debido a

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des esenciales coordinadas en la naturaleza de la experiencia.

La. experiencia corporal es pura experiencia física.Tal experiencia es el goce final absoluto de ser defini-damente alguna cosa. Es auto-definición, en cuanto queconstituye un hecho completo entre las otras cosas, esdecir, entre las otras actualidades y las formas defini-torias seleccionadas*7.

lo que llegue a ser, influirá en su mundo: influencia ejercida a través de las «objetiflcaciones» que de esa síntesis plenamente determinada hagan otras entidades actuales.

Las entidades actuales se conectan, pues, entre sí, en virtud de sus prehensiones recíprocas. Ninguna ocasión concrescente puede ignorar los hechos de su entorno, de su mundo actual. Se convierte enlo que éstos hacen que sea. Una entidad prehende siempre positivamente cada ítem del universo dado, si bien algunos sólo de un modovago y oscuro. Pero los prehende desde su propio punto de vista,los prehende de la manera que interesa a sus propios fines. Ofreceasí una peculiar perspectiva del universo, una perspectiva originale irrepetible. De alguna forma se podría decir que una ocasión ac

tual es una mónada, pero no una mónada sin ventanas, sino con ellas.Además, cada entidad actual, una vez lograda su satisfacción, unavez obtenido su ser, es un objeto para las otras e interviene en lacreación de las mismas. La doctrina de los sentires atafle fundamentalmente a los hechos concretos de interrelación entre entidades.

7 Se está refiriendo a la satisfacción, momento culminante del proceso de autocreación de una ocasión de experiencia, en el queésta se convierte en un hecho concreto, nuevo y diferente de sus muchos componentes, aunque los integre en su propia unidad. Esas for

mas definitorias a las que alude son, naturalmente, objetos eternos.Hay que prestar atención a la palabra «seleccionadas». Dijimos anteriormente que cada ocasión actual prehende positivamente —osiente— cada ítem, cada entidad, de su mundo actual; pero no ocurre lo mismo con respecto a cada miembro del dominio de los objetos eternos (mundo no actual o mundo posible). Algunos de esosobjetos eternos son contrarios entre si, o sea que todos no pueden«ingresar» en la misma entidad que, como sabemos, ha de ser auto-consciente. Por tanto, cada ocasión actual se apropia sólo de aque

llos objetos eternos que son relevantes para sus propios fines, sóloelige aquellas posibilidades que le permiten cumplir su designio sub

 jetivo. Los objetos irrelevantes —o contrarios— para esa síntesis final que debe producirse son prehendidos negativamente. Esto no su pone la mera ignorancia de tales formas: cada ocasión adopta unaactitud positiva en relación con cada objeto eterno, incorporándolo positivamente a su auto-definición o excluyéndolo, también positi

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La experiencia física es el disfrute positivo de exactamente aquellos ítems que se dan en esa ocasión. Cada componente de la experiencia física juega su parteen un hecho completo.

Pero cada ocasión de experiencia es bipolar®. Es ex

 periencia mental integrada con experiencia física. Laexperiencia mental es la inversa de la experiencia cor poral. Es la experiencia de formas definitorias en sudesconexión de cualquier experiencia física particular, pero con evaluación abstracta de lo que ellas puedenaportar a tal experiencia89. La consciencia no es un

vamente, si estima su dato como inoperante para la concrescencia progresiva que constituirá la unidad del sujeto. Una entidad u ocasión actual adquiere asi el determinado carácter que pretende a causa de las formas que selecciona; pero entendámoslo bien: tanto acausa de las formas que incluye como á causa de las que excluye.(Para una correcta comprensión de las principales doctrinas de Whi-tehead, recomendamos el libro de Elizabeth M. Kraus, The Meta- 

 physics o f Experience. A Companion to Whitehead’s «Process and  

 Reaiity»,  Fordham University Press, New York 1979).8 En efecto: una de las afirmaciones más tajantes de Whiteheades la de que cada entidad consta de un polo físico y de un polo mental: el primero integrado por sus sentires físicos (prehensiones positivas de otras entidades de su mundo actual) y el segundo por sussentires conceptuales (prehensiones positivas de objetos eternos relevantes para los fines de su auto-definición). De esta manera, cadaentidad expresa su propia perspectiva del universo circundante (envirtud de cómo prehende los hechos de su mundo actual) y, además,

ejemplifica o realiza una pauta de determinaciones posible (en virtud de los objetos eternos que «ingresan» en su propia constitución).Refleja así, de un modo peculiar, el mundo actual y el mundo no-actual, el mundo de los hechos y el mundo de las formas. Todo proceso de concrescencia se inicia a partir de sentires físicos y conceptuales.

9 La experiencia mental está integrada básicamente por sentiresconceptuales —prehensiones positivas de objetos eternos—. Una prehensión conceptual pura es la captación de un objeto eterno como

una posibilidad para ser ejemplificada, como un potencial de determinación que puede ser ejemplificado, fiero nunca como algo ya ejem plificado en alguna otra ocasión actual. Por eso nos dice Whiteheadque se trata de «la experiencia de formas definitorias en su desconexión de cualquier experiencia física particular». Consiste siempre enver algún modo posible de determinar actualidades. De ahí que añada:«con evaluación abstracta de lo que ellas pueden aportar a tal expe-

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elemento necesario de la experiencia mental,0. La forma Ínfima de experiencia mental es ciego impulso hacia una form a  de experiencia, es decir, un apremio hacia una forma para  su realización. Estas formas defi-

nitorias son la formas platónicas, los universalesmedievales

rienda». La evaluación abstracta es el tipo de forma subjetiva quecorresponde a este sentir conceptual.

i° Dado que la experiencia mental es, para Whitehead, constitutivo esencial de todo existente, es lógico que no pretenda atribuirconsciencia a todo caso de experiencia mental. La consdencia sóloaparece, como forma subjetiva, en los tipos de sentires más comple

 jos y elevados, sentires que implican algún proceso de síntesis de ope-radones físicas y mentales. La parte III de Process and Reality ofreceun estudio exhaustivo de todas las especies que integran la jerarquíade sentires: sentires primarios (físicos, conceptuales y transmutados),sentires preposicionales (sentires perceptivos y sentires imaginativos),sentires comparativos (sentires intelectuales y designios físicos). Sólo los dos tipos de sentires intelectuales —percepciones conscientesy juicios intuitivos— exigen consciencia como forma subjetiva. Naturalmente, sólo se dan en la experiencia humana.

11 Ya hemos hablado varias veces de los objetos eternos, pero novendrá mal hacer unas cuantas precisiones respecto a ellos. Los ob

 jetos eternos, potenciales puros, formas posibles de determinaciónde cualquier existencia actual, son las ideas platónicas con ropajemoderno. Su inclusión en la filosofía de Whitehead constituye sudeuda máxima para con el platonismo. Contrapesan el énfasis querecae sobre la noción de proceso, derivada del influjo de la físicacontemporánea en el pensamiento de nuestro autor. Pero toda filosofía del proceso, al igual que todo platonismo, necesita distinguirelementos permanentes en medio del devenir. Los objetos eternosde Whitehead son, así, los tipos repetidos de uniformidad que constituyen los elementos del paradigma del mundo.

Estos objetivos pertenecen a un dominio que trasciende el cursoactual de las realizaciones, aunque sea indispensable para éste. Como señalamos antes, si la realidad es proceso, la existencia no puede entenderse sin referencia a la potencialidad. Los objetos eternosson, pues, posibilidades cuya auto-identidad no depende del flujode las cosas. Ingresan en ese flujo tal como las ideas de Platón lohacen en el receptáculo. Determinan, definen, a las ocasiones actualesy son un auténtico preservativo contra el peligro persistente de unflujo anónimo, informe.

Los objetos eternos son por naturaleza abstractos; son universales que definen a cada entidad actual por el modo especifico en queocurre su actualización. La actualidad no es más que el productode una decisión entre posibilidades alternativas. Las relaciones que

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En su esencia, la mentalidad es el apremio hacia unadefinidad vacía para incluirla en la realidad, que es goceno vacío. Este apremio es apetición*12. Es propósitoemocional: es actividad. La mentalidad no es más va-cía que el goce físico. Pero introduce la pura vacuidadde la forma en la realización de experiencia empírica.En la experiencia física, las formas son los factores de-finidores: en la experiencia mental, las formas conec-tan las ocasiones inmediatas con ocasiones remotas. Laconexión del hecho inmediato con el futuro radica ensus apeticiones.

Las formas más altas de experiencia intelectual sólosurgen cuando se dan integraciones complejas, y rein-tegraciones, de experiencia mental y física. La Razónaparece entonces como una crítica de las apeticiones.Es un tipo de mentalidad de segundo orden. Es la ape-tición de apeticiones.

La experiencia mental es el órgano de la novedad,el deseo apremiante del más allá. Pretende vivificar el

sólido hecho físico, que es repetitivo, con las noveda-des que la atraen. O sea que la experiencia mental con-tiene en sí misma un factor de anarquía. Podemos en-tender el orden porque, en lo más hondo de nuestra

mantienen esas posibilidades entre si son también puramente abs-tractas.

12 Hay que señalar que los objetos eternos no son, sin embargo,formas inertes que se mantienen a la espera de ser apropiadas poralguna entidad. Generan en tomo a ellos la inquietud del Eros pla-tónico. Son señuelos para el sentir. Encuentran una respuesta en laapetición, hecho inmediato que incluye en sí mismo ese principio deinquietud que impulsa a la realización de lo que no es y puede ser,que provoca la prehensión conceptual, sea ésta consciente o incons-ciente. Los objetos eternos son activos con relación a los procesosde concrescencia; su actividad no se manifiesta como intervención

directa, tipica de una causa eficiente, sino como la irresistible seduc-ción de una causa final.

Con todo, y pese a su importancia, los objetos eternos no gozande un status privilegiado, por encima de las entidades actuales. El platonismo de Whitehead no es genuino, es un platonismo modifi-cado. No se da la supremacía de las ideas sobre las cosas. Están aun mismo nivel.

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 propia experiencia, hay un elemento opuesto que esanárquico.

Sin embargo, la pura anarquía significa la anulaciónde la experiencia13. Gozamos de los contrastes de

nuestra propia variedad en virtud del orden que elimina la incompatibilidad de la mera diversidad. Así pues,la misma experiencia mental debe ser encauzada dentro de un orden.

En su forma ínfima, la experiencia mental se canaliza en una conformidad servil. Es simplemente la apetición hacia, o desde, lo que de hecho ya es. La sed ser

vil en un desierto es mero apremio desde la intolerablesequedad. Esta forma ínfima de conformidad servil penetra toda la naturaleza. Es más bien una capacidad para la mentalidad que mentalidad misma. Pero es mentalidad. En esta humilde forma, no elude dificultades: no se lanza a nuevos caminos, no perturba el carácter repetitivo del hecho físico. No puede echar unamano para salvar a la naturaleza de su decadencia definitiva. Se degrada a ser sólo uno de los actores de lacausación eficientel4.

Pero, cuando la mentalidad opera a un alto nivel,

13 Tal como va a quedar patente a lo largo de este escrito, Whi-tehead no concibe la anarquía como puro desorden, ni puro caos,ni tampoco como un orden que se ha deteriorado, sino más bien como una ausencia de forma a partir de la cual puede nacer un nuevoorden, y que, además, tolera diversas clases de orden. Es cierto que,sin una fase de anarquía, no puede surgir novedad alguna y, sin novedad, no hay Razón (excepto en el sentido humeano de hábito lógico,  que no es toda la Razón); pero Whitehead trata esa fase comocorrespondiente a un proceso total que implica también el controlde la anarquía. Este punto está adecuadamente explicado en el artículo de A.D. Ritchie, Whitehead’s Defence o f Speculative Reason, 

en P.A. Schilpp (ed.), The Philosophy o f A.N . Whitehead,  OpenCourt, Illinois 1951, págs. 329-349.14 Esa forma ínfima de experiencia mental es la percepción en el

modo de la eficacia causal, no-sensorial, directa e infalible. Este modo primitivo de percepción se da en toda entidad y puede concebirsecomo una mera transferencia de vibraciones de energía emocional.Describe la causalidad eficiente que opera en el mundo actual. Consiste esencialmente en la aprehensión vaga de presencias causales.

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introduce novedad en las apeticiones de la experienciamental. En esta función hay un claro elemento de anar-quía. Pero la mentalidad se hace ahora autorregula-dora. Encauza sus propias operaciones mediante sus

 propios juicios. Introduce una apetición superior quediscrimina entre sus propias producciones anárquicas.Aparece la Razón. La Razón, así concebida, es el te-ma de esta discusión. Hemos de considerar la introduc-ción de la anarquía, la rebelión desde la anarquía, eluso de la anarquía y la regulación de la anarquía. LaRazón civiliza la fuerza bruta de la apetición anárqui-ca. Aparte de la apetición anárquica, la Naturaleza es-tá destinada al lento descenso hacia la nada. La meraexperiencia repetitiva elimina gradualmente elementotras elemento y declina hacia la vacuidad. La mera ape-tición anárquica logra rápidamente el mismo fin alcan-zado lentamente por la repetición. La Razón es la es- pecial encarnación en nosotros de la actividad opues-ta, disciplinada, que salva al mundo.

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CAPITULO SEGUNDO

En el capítulo precedente se han distinguido dos as- pectos de la función de la Razón. En un aspecto, lafunción de la Razón es práctica. A su operación se de-

 ben el descubrimiento y clarificación graduales de lasmetodologías. De este modo, no sólo elabora la meto-dología, sino que también eleva a la experiencia cons-ciente las detalladas operaciones posibles dentro de loslímites de ese método. En este aspecto, la Razón con-siste en el esclarecimiento del propósito; hace efectivoel propósito dentro de límites. Además, cuando ha con-vertido el propósito en efectivo, ha cumplido su fun-ción y se sosiega, satisfecha de sí misma. Ha culmina-do su tarea. Este aspecto de las operaciones de la Ra-

zón era conectado con la leyenda de Ulises.El otro aspecto de la función de la Razón se conec-

taba con la obra de Platón. En esta función, la Razónse entroniza por encima de las tareas prácticas de lavida. No atañe al mantenerse vivo. Busca, con curio-sidad desinteresada, una comprensión del mundo. Na-da de lo que ocurre le es ajeno. Es impulsada hacia ade-

lante por la fe última de que todo hecho particular esinteligible como ejemplificación de los principios ge-nerales de su propia naturaleza y de su status entre otroshechos particulares. Cumple su función cuando la com- prensión ha sido lograda. Su única satisfacción es quela experiencia haya sido entendida. Presupone la viday busca la vida convertida en buena, con la bondad de

la comprensión. Además, en el supuesto de que la com- prensión sea incompleta, permanece insatisfecha. Así pues, constituye ella misma el apremio desde una vida buena a una vida mejor. Pero el progreso que busca essiempre el progreso de una mayor comprensión. Este es elafán de la curiosidad desinteresada. En esta función, la

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Razón se sirve sólo a sí misma. Es su propio interés dominante y no se deja desviar por motivos derivados deotros intereses dominantes que puedan promoverse. Esta es la Razón especulativa.

Hay una profunda intuición moral de que la com prensión especulativa por sí misma es uno de los elementos esenciales de la vida buena. La exigencia apasionada de libertad de pensamiento se basa en ello. Adiferencia de algunos otros sentimientos morales, estaintuición no es general. En la mayoría de la humanidad flamea con una intensidad muy débil. Pero ha sido transmitida a través de las generaciones por una su

cesión de individuos destacados que imponen indiscutible respeto. Asimismo la lucha incesante entre Razóny Autoridad se tiñe de amargura por la intromisión deeste sentimiento de una demanda moral última.

Toda la historia del sueño de Salomón sugiere quela antítesis entre las dos funciones de la Razón no estan rígida como parece a primera vista. La Razón es

 peculativa produce esa acumulación de comprensiónteórica que en los momentos críticos permite que seefectúe una transición hacia nuevas metodologías. Además, los descubrimientos del entendimiento práctico proporcionan el material bruto necesario para el éxitode la Razón especulativa. Sin embargo, aun cuando sehaga todo tipo de concesiones a esta interacción de las

dos funciones, permanece la distinción entre operaciones de la Razón gobernadas por los propósitos de algún interés dominante externo y operaciones de la Razón gobernadas por la satisfacción inmediata que brota de ellas mismas. Por ejemplo, la veracidad como elemento de la auto-estimación surge de una reverenciaa la Razón por derecho propio. Mientras que la vera

cidad como recurso usualmente necesario para una vida feliz depende de la noción de Razón en tanto quesirve a propósitos ajenos. A veces, estos dos fundamentos de la veracidad entran en conflicto. Puede ocurrirque los beneficios morales que dependen del últimofundamento para la veracidad inmediata, o para su

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abandono, sean superiores a aquellos que dependen del primero. Pero el punto de interés primordial es que es-tos dos fundamentos de la veracidad dan fe de las dosfunciones de la Razón.

La historia de la Razón práctica debe ser rastreadaen la vida animal, de la que ha surgido la humanidad.Su expansión se mide en términos de millones de años,si tenemos en cuenta los tenues destellos esporádicosde inteligencia que han guiado la lenta elaboración demétodos. Un examen de las especies parece evidenciarque un método habitual elimina pronto la necesidadde tales ráfagas de progreso. De este modo, la costum- bre reemplaza a cualquier vestigio de pensamiento que pudiera trascenderla. La especie se sume en una faseestacionaria en la que el pensamiento queda canaliza-do entre los diques de la costumbre.

La historia de la Razón especulativa es, en conjun-to, más corta. Pertenece a la historia de la civilizacióny su extensión es de seis mil años aproximadamente.

Pero el descubrimiento decisivo, que otorgó a la Ra-zón especulativa su suprema importancia, fue efectuado por los griegos. Su descubrimiento de las matemáticasy de la lógica introdujo un método en la especulación.La Razón fue armada entonces con un test  objetivo ycon un método de progreso. Fue liberada así de su ex-clusiva dependencia de la visión mística y de la suge-

rencia imaginativa. Su método dé desarrollo fue deri-vado de ella misma. Dejó de producir una mera seriede juicios sueltos. Produjo sistemas en vez de inspira-ciones. La Razón especulativa, armada con los méto-dos griegos, supera los dos mil años sólo por unos po-cos siglos.

Asignar enteramente a los griegos la fase moderna

de la Razón especulativa es una exageración. Las gran-des civilizaciones asiáticas, india y china, también pro-dujeron variantes del mismo método. Pero ninguna deesas variantes alcanzó la perfeccionada técnica del mé-todo griego. Sus modos de utilizar la Razón especula-tiva fueron efectivos para la especulación religiosa abs-

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tracta y para la especulación filosófica, pero fracasa-ron ante la ciencia natural y las matemáticas. Los grie-gos crearon el instrumento definitivo para la discipli-na de la especulación.

Si, no obstante, incluimos las anticipaciones asiáti-cas, podemos conceder cerca de tres mil años al usoefectivo de la Razón especulativa. Este corto períodoconstituye la historia moderna de la raza humana. Den-tro de este periodo se han generado todas las grandesreligiones, las grandes filosofías racionales, las gran-des ciencias. La vida interior del hombre se ha trans-formado.

Pero, hasta los últimos ciento cincuenta años, la Ra-zón especulativa produjo, extrañamente, poco efectosobre la tecnología y sobre el arte. Es discutible que,en general, el arte no haya hecho progresos dentro del período moderno y que, en algunos aspectos, haya de-clinado. Teniendo en cuenta el surgimiento de la mú-sica moderna, podemos rechazar la teoría de una de-

cadencia total en el arte. Sin embargo, en conjunto,en cuanto a artistas, no hemos sobrepasado ciertamentea los hombres del milenio anterior a Cristo, y es dudo-so que hayamos alcanzado su nivel. Parecemos preo-cuparnos menos del arte. Quizás tenemos más cosasen qué pensar y descuidamos así el cultivo de nuestrosimpulsos estéticos.

Desde luego, la tecnología se ha perfeccionado du-rante los últimos tres mil años. Pero sería difícil dis-tinguir cualquier influencia de la Razón especulativasobre este progreso hasta la época más reciente. Ahíno parece haberse dado una gran aceleración del pro-ceso. Por ejemplo, la tecnología europea del siglo x v i i i  

había efectuado un avance muy moderado sobre la de

los albores del Imperio romano. El avance no resultamucho mayor que el conseguido en los dos mil añosque precedieron a esta culminación de la civilizaciónclásica.

El enorme avance de la tecnología en los últimos cien-to cincuenta años surge del hecho de que la Razón es-

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 peculativa y la práctica han entrado, al fin, en contac-to. La Razón especualtiva ha aportado su actividad teó-rica, y la Razón práctica ha aportado sus metodolo-gías para el tratamiento de los diversos tipos de hechos.

Ambas funciones de la Razón han ganado en pujan-za. La Razón especulativa ha adquirido contenido, esdecir, material sobre el que opera su actividad teórica,y la Razón metódica ha adquirido intuición teórica,trascendiendo sus límites inmediatos. Estaríamos en elumbral de un avance en todos los valores de la vidahumana.

Sin embargo, tal optimismo requiere cualificación.El amanecer de épocas brillantes está ensombrecido porel impresionante oscurantismo de la naturaleza huma-na. El oscurantismo es la resistencia inercial de la Ra-zón práctica, con sus millones de años tras ella, a lainterferencia que se produce entre los hábitos de espe-culación recientes y sus métodos fijos. Este oscuran-tismo está enraizado en la naturaleza humana más pro-fundamente que cualquier tema especial de interés. Esexactamente tan fuerte entre los hombres de ciencia co-mo entre el clero, y entre los profesionales y los hom- bres de negocios como entre los demás grupos. El os-curantismo es la negativa a especular libremente sobrelas limitaciones de los métodos tradicionales. Es másque eso: es la negación de la importancia de tal espe-

culación, la insistencia en peligros incidentales. Haceunas cuantas generaciones, el clero o, para hablar conmás precisión, amplios sectores del clero eran los ejem- plos constantes de oscurantismo. Su sitio ha sido ocu- pado actualmente por los científicos:

 ELEVADOS, POR SUS MERITOS,

 A ESA EMINENCIA NOCIVA

Los oscurantistas de cualquier generación están cons-tituidos principalmente por los que practican la meto-dología dominante. Hoy predominan los métodos cien-tíficos y los científicos son los oscurantistas.

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Para comprender nuestra situación actual, debemosseñalar que, en los siglos xvi y x v i i , el sector culto deEuropa occidental heredó los resultados de casi cincosiglos de intensa actividad especulativa. La errónea ex-

 pectativa de obtener una ultimidad dogmática en los primeros principios especulativos ha oscurecido el éxi-to muy considerable de este período especulativo. Acausa de la conservación de manuscritos hasta un puntono gozado por ninguna civilización naciente anterior,este fermento de especulación pudo apropiarse de los pensamientos de la especulación clásica primitiva, pa-

gana y cristiana, que termina con la decadencia de Ro-ma. Esta ventaja trajo consigo un inconveniente. Elmovimiento medieval fue demasiado erudito. Formóun sistema cerrado de pensamiento sobre pensamien-tos de otra gente. De este modo, la filosofía medieval —y, naturalmente, la filosofía moderna— restó valora su utilidad como una disciplina de la Razón especu-lativa por su inadecuada comprensión de la fecundi-dad de la naturaleza y de la correspondiente fecundi-dad del pensamiento. Los escolásticos se limitaron aconstruir sistemas a partir de un reducido repertoriode ideas. Los sistemas fueron construidos muy inteli-gentemente. Fueron, en verdad, prodigios de genio ar-quitectónico. Pero en el cielo y en la tierra hay másideas que las consideradas en su filosofía.

Aun cuando se haga esta concesión a los defectos delescolasticismo, su éxito fue abrumador. Formó la ba-se intelectual de uno de los períodos de más rápidoavance conocidos por la historia. La comparación en-tre la flojedad intelectual de los hombres de los siglosIX y x, incluso de los hombres más capaces, y el co-lectivo intelectual de los hombres del siglo XIH revela

la magnitud de este avance. No ocurre simplemente quelos hombres supieran menos en las épocas anteriores.Fueron intrínsecamente menos hábiles para moverse en-tre ideas generales. No llegaron a distinguir entre pe-culiaridades de detalle, secundarias, y nociones prin-cipales. Lo que constituye la fuerza progresiva de la

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Razón es la capacidad para ir a buscar la idea profun-da incluso si todavía no ha entrado a formar parte deninguna metodología. Los grandes griegos poseyeronesta habilidad en grado extraordinario. Los hombres

del siglo xiii la tuvieron. Los hombres del siglo X ca-recieron de ella. En medio, transcurren tres siglos defilosofía especulativa. La historia está narrada a la per-fección en el libro de Henry Osborn Taylor, The Me

dioeval Mind.  Lo que el escolaticismo dio al mundoeuropeo fue penetración en el manejo de las ideas.

Todas las cosas operan entre límites. Esta ley se apli-ca incluso a la Razón especulativa. La comprensión deuna civilización es la comprensión de sus límites. La penetración de las generaciones, desde el siglo xiil alx v i i , operó dentro de los límites de las ¡deas propor-cionadas por el escolasticismo. Estos cinco siglos re- presentan un período de ampliación de intereses más bien que un período de crecimiento intelectual. El es-colasticismo había agotado sus posibilidades. Habíaaportado un capital de ideas fundamentales y habíahastiado a la humanidad en sus esfuerzos por brindarün sistema dogmático definitivo mediante el métodode reflexionar sobre esas ideas. Nuevos intereses se in-trodujeron sigilosamente, con lentitud al principio yluego en avalancha (literatura griega, arte griego, ma-temáticas griegas, ciencia griega). Los hombres del Re-

nacimiento utilizaron su saber más alegremente de loque lo hicieron los escolásticos. Lo mitigaron con elgoce de la experiencia directa. Así se descubrió otro an-tiguo secreto, un secreto nunca perdido del todo, perolamentablemente relegado entre el sector docto de losmedievales: el hábito de buscar por uno mismo, el há- bito de la observación.

El primer efecto fue de confusión. Los siglos xiv yxv dan una impresión de más ilustración, pero de me-nos potencia intelectual, que el siglo xm. En ciertosaspectos, ello sugiere un retroceso intelectual al siglox. Sus hombres producen la sensación de hombresaturdidos, que van a tientas en lo que concierne a inte-

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reses intelectuales. Los hombres del primer Renacimien-to nunca parecen tener bastante claro en sus mentes sihan de sacrificar un gallo o celebrar una misa. Acce-dieron a hacer ambas cosas.

Pero esta analogía es muy superficial. La herenciamedieval nunca se perdió. Después del primer períodode perplejidad, su penetración en el círculo de las ideasescolásticas empezó a destacar. Los hombres de los si-glos xvi y xvu fundaron las diversas ciencias moder-nas, ciencias naturales y morales, expresando sus pri-meros principios en términos que los escolásticos ha- brían entendido de un vistazo.

La razón por la cual los fundadores de la ciencia mo-derna fueron tan poco conscientes de su deuda paracon los medievales fue que no tuvieron la menor ideade que los hombres pudieran pensar en cualesquieraotros términos o que, por falta de penetración, pudie-ran dejar de pensar en absoluto. Galileo y sus antago-nistas, los «aristotélicos», constituyeron escuelas riva-

les que empleaban el mismo repertorio de ideas y po-seían el mismo talento agudo en el manejo de esas ideas.La refundición de las ideas medievales a fin de formarlos fundamentos de las ciencias modernas fue uno delos triunfos intelectuales universales. Se consumó prin-cipalmente en el siglo x v i i , si bien el proceso comple-to ocupó alrededor de dos o tres siglos, tomando en

consideración todas las ciencias. Pero, al celebrar estetriunfo, es ingrato olvidar los siglos anteriores de pre- paración escolástica.

La ciencia se ha desarrollado bajo el impulso de laRazón especulativa, el deseo de conocimiento explica-tivo. Su efecto sobre la tecnología no comenzó hastadespués de la invención de la máquina de vapor per-

feccionada, en el año 1769. Incluso luego, el siglo xixestuvo bien avanzado antes de que este efecto llegaraa ser uno de los hechos dominantes. Por supuesto, seinventaron instrumentos científicos (por ejemplo, el te-lescopio, el microscopio y el termómetro). Además, pueden rastrearse algunas ligeras repercusiones sobre

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el procedimiento técnico. Pero los instrumentos se usa-ron en su mayoría con propósitos científicos, y las me-

 joras técnicas se iniciaron a partir de indicaciones re-cogidas de toda clase de ocasiones, el conocimientocientífico entre otras. No hubo nada sistemático ni do-minante en la interacción entre ciencia y procedimien-to científico. La única gran excepción fue la fundacióndel Observatorio de Greenwich para el perfecciona-miento de la navegación.

El antagonismo entre ciencia y metafísica ha sido de-sastroso, como todos los pleitos familiares. Fue pro-vocado por el oscurantismo de los metafísicos de la úl-

tima Edad Media. Por supuesto, hubo muchas excep-ciones. Por ejemplo, el famoso cardenal Nicolás de Cu-sa ilustró el hecho de que podría habérsele dado un gi-ro bastante diferente a la historia del pensamiento euro-

 peo. Pero la comprensión de las funciones propias del pensamiento especulativo quedó impedida por la fala-cia del dogmatismo. Se concibió la idea de que el pen-

samiento metafísico partiera de principios que fueran,todos y cada uno, claros, distintos y ciertos. El resul-tado fue que los métodos experimentales de la ciencia parecieron totalmente en desacuerdo con los hábitosdogmáticos de los metafísicos. Además, la ciencia mis-ma no estaba suficientemente segura de su procedimien-to experimental. El triunfo de la física newtoniana asen-

tó la ciencia sobre una fundamentación dogmática deideas materialistas que perduró durante dos siglos. Des-graciadamente, esta aproximación al dogmatismo me-tafísico no produjo un sentido de compañerismo ni si-quiera en los malos hábitos. Ya que, si el materialis-mo científico es la última palabra, la metafísica deberesultar inútil para la ciencia física. Las verdades últi-

mas acerca de la naturaleza no son entonces suscepti- bles de interpretación explicativa alguna. En esta teo-ría, todo lo que hay que saber es que porciones de ma-teria inexplicables se mueven apresuradamente, de acá para allá, con movimientos correlacionados por tam- bién inexplicables leyes, expresables en términos de las

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relaciones espaciales que se dan entre unas porcionesde materia y otras. Si ésta es la verdad dogmática defi-nitiva, la filosofía no tiene nada que decir a la ciencianatural

1 El ataque frontal a la física de Newton es una de las primerasobsesiones de Whitehead. Aparece ya en The Principies o f Natural Knowledge (1919), continúa en The Concept o f Natura (1920) y ad-quiere especial virulencia en Science and the Modern World  (1926).Se apoya para ello en sólidas bases: en las principales teorías de lafísica contemporánea, fundamentalmente la teoría de la relatividady la teoría cuántica. No vamos a entrar aqui en las prolijas discusio-nes mediante las cuales invalida conceptos clave de la física de New-

ton apelando a tópicos específicos de la física de hoy —tales comola noción de vector, la noción de campo físico, ecuaciones de Max-well o disolución de los cuanta en vibraciones—, pero sí atendere-mos a una crítica de carácter más general que afecta de raíz a la cos-mología newtoniaha. La teoría newtoniana defiende la existencia in-dependiente de partículas de materia en el espacio vacío y sostienela simple local ion de cada una de estas partículas: su ubicación enun punto del espacio y en un instante del tiempo. Y esto significa, para Whitehead, incurrir en lo que él Wamafallacy o f misplaced con- 

creteness.  Esta falacia es el error que resulta de confundir lo abs-tracto con lo concreto, de tomar las construcciones lógicas abstrac-tas como elementos de la experiencia concreta y como constitutivosúltimos de la realidad. Se produce, en este caso, porque partículas, puntos e instantes, que son abstracciones científicas, se toman co-mo realidades básicas del mundo. A juicio de Whitehead, la nociónde una partícula en un punto del espacio y en un instante del tiempono puede ser revalidada nunca por la experiencia perceptual, que esel punto de partida de toda ciencia de la naturaleza. Partículas, puntos

e instantes no son inmediatamente evidentes en el conocimiento sen-sible. Son ficciones; no en el sentido de que sean meros productosde la imaginación, sino en el de que sólo se obtienen en virtud deun proceso de abstracción a partir de datos concretos de la expe-riencia. Porque no percibimos partículas, sino volúmenes; no vivi-mos en instantes, sino en duraciones; no experimentamos puntos,sino sólo magnitudes extensas. Llegamos a partículas, puntos e ins-tantes mediante una ruta de aproximación que es precisamente laruta que exhibe el método whiteheadiano de abstracción extensiva.

O sea que el ataque de Whitehead a la teoría newtoniana no essólo un ataque desde el punto de vista físico (desde el punto de vistade las principales nociones de la física contemporánea). Es en esen-cia un ataque metafísico, ya que niega tajantemente la existencia realen la naturaleza de las entidades que supone la cosmología de Newton.

De todas formas, si la física de Newton fuera la verdad definitivaacerca de la naturaleza, poco tendría que decir la filosofía, como

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Además de la natural tendencia humana a convertiruna metodología satisfactoria en un credo dogmático, dosciencias, las matemáticas y la teología, deben tener laculpa de favorecer el hábito dogmático en el pensamien

to europeo. Las premisas de las matemáticas resultanclaras, distintas y ciertas. La aritmética y la geometría,según parecía, no podían ser de otra manera y eran aplicables en todo el reino de la naturaleza. También lateología, por razón de su formulación de las cuestiones concernientes a nuestros intereses más íntimos y delicados, ha huido siempre de afrontar los momentosde perplejidad inherentes a cualquier aproximación ex perimental a la formulación de ideas.

La separación entre filosofía y ciencia natural, de bida al predominio del materialismo newtoniano, estáindicada por la división de la ciencia en «ciencia moral» y «ciencia natural». Por ejemplo, la Universidadde Cambridge*2 ha heredado el término «ciencia moral» para su departamento de estudios filosóficos. Laidea subyacente es que la filosofía atañe a tópicos relacionados con la mente, y la ciencia natural atiende

leemos en el texto. Por eso Whitehead se inspira en la física moderna, que es una física de eventos, de acontecimientos, y le permiteestablecer una filosofía del proceso que puede interpretar y explicarlos hechos físicos últimos.

2 Cualquier ocasión es buena para hablar de la Universidad deCambridge. Siempre que puede, Whitehead alude a ella y deja traslucir su recuerdo entrañable de esta universidad donde transcurriósu primera y larga etapa de vida docente (1884-1910) como miem

 bro del Trinity College. Durante su estancia allí, escribió sus grandes obras lógico-matemáticas: A Treatise on Universal Algebra (1898)y, en colaboración con Russell, los Principia Mathematica, cuyo primer volumen apareció en 1910. Para los lectores que desconozcanla biografía de Whitehead, añadiremos que en ese año pasó a la Universidad de Londres, y esta segunda etapa de su vida profesional coincide con su dedicación a la filosofía de la ciencia natural. Sus traba

 jos en este campo motivaron la invitación que en 1924 le hizo el de partamento de filosofía de la Universidad de Harvard (EE.UU.) paraque culminara en él su docencia. Permaneció vinculado a Harvardhasta su muerte, ocurrida en 1947. Sin embargo, nunca cortó suslazos con el Trinity College de Cambridge y mantuvo su pertenencia a él en calidad de fellow.

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a tópicos referentes a la materia. Se ha desvanecido to-da la concepción de la filosofía como concerniente ala disciplina de la Razón especulativa, a la que nadaes ajeno. El propio Newton fue uno de los primeroscientíficos que con más énfasis repudió la intromisiónde la metafísica en la ciencia. Hay abundantes indiciosde que sus nervios gozaron de un equilibrio frágil, co-mo los de muchos otros genios. La intromisión de con-sideraciones ajenas en la restringida vía de una tecno-logía segura produce solamente, a tales hombres, unairritación perpleja, porque perturban la sensación desupremo dominio de los métodos de su técnica. Por su- puesto, sería absurdo creer que algún hombre desper-diciaría sus energías extraviándose más allá de sus me-

 jores líneas de actividad. Pero la búsqueda del conoci-miento es una empresa cooperativa y el repudio de larelevancia de diversos modos de aproximación al mis-mo tema requiere más justificación que la apelacióna las limitaciones de las .actividades individuales.

El deseo patético de la humanidad de encontrarse así misma a partir de una base intelectual clara, distintay cierta está ejemplificado en la bravata de Newton,hypotheses non fingo, lanzada a la vez que enunciabasu ley de la gravitación universal. Esta ley establece quetoda partícula de materia atrae a cualquier otra partí-cula de materia; si bien, en el momento de la enuncia-

ción, sólo se había observado que los planetas y cuer- pos celestes atraían a «partículas de materia». La veri-ficación de que dos partículas de materia, ninguna deellas cuerpo celeste, se atraerían entre sí hubo de espe-rar a que transcurrieran casi cien años. Pero la divisade Newton tenía un segundo significado. Era una de-claración anticartesiana dirigida contra los vórtices. Es-

taba advirtiendo, muy correctamente, que esta ley ex- presaba un puro hecho y no iba acompañada por con-sideración explicativa alguna concerniente al caráctero distribución de la materia. El justo castigo de la físi-ca newtoniana fue esta barrera de materialismo que blo-queó cualquier nuevo avance al racionalismo. Es in-

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discutible el valor pragmático de la metodología de Newton en esa fase de la historia de la ciencia. El he-cho que interesa es el aferramiento a la ultimidad dog-mática.

 No necesito perder tiempo indicando cómo la ulti-midad del esquema cosmológico y de la ley especial encuestión ha pasado ahora al limbo. Newton estaba ur-diendo hipótesis. Sus hipótesis expresaban especulati-vamente la verdad discernida de un modo impreciso;encarnaban esta verdad en una formulación definidaque excedía con mucho las posibilidades de la intuiciónanalítica de su época. Las fórmulas requerían una li-mitación relativa al alcance de su aplicación. Esta de-terminación del alcance ha sido proporcionada ahora por fórmulas recientes que, a su vez, verán precisadosu ámbito de aplicación con el progreso de la ciencia.Las fórmulas de Newton no eran falsas: fueron esta-

 blecidas sin suficiente comprobación. Las fórmulas deEinstein no son falsas: han sido establecidas sin sufi-

ciente comprobación. Sabemos ahora cómo justificarlas fórmulas de Newton; ignoramos las limitaciones delas fórmulas de Einstein. En las investigaciones cientí-ficas, la pregunta ¿verdadero o falso? es habitualmenteirrelevante. La pregunta importante es: ¿en qué circuns-tancias es verdadera esta fórmula y en qué circunstan-cias es falsa? Si las circunstancias de verdad son poco

frecuentes, o triviales, o desconocidas, podemos decir,con bastante exactitud para el uso cotidiano, que la fór-mula es falsa.

Por supuesto, las ignoradas limitaciones de las fór-mulas de Einstein constituyen una limitación todavíamás sutil de las fórmulas de Newton. De este modo,la ultimidad dogmática se desvanece y es reemplazada

 por una aproximación asintótica a la verdad.La doctrina de que la ciencia parte de elementos cla-ros y distintos en la experiencia y se desarrolla por me-dio de un proceso de elaboración también claro y dis-tinto tarda bastante en desaparecer. Hay un empeñoconstante en explicar la metodología de la ciencia en

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términos que, a causa de su claridad y distinción, norequieren elucidación metafísica. Indudablemente, es posible expresar el proceder de la ciencia con una felizambigüedad que puede recibir interpretación desde una

diversidad de escuelas metafísicas. Pero cuando insistimos en el tema a fin de determinar sin ambigüedadel proceder de la ciencia, quedamos enredados en lasformulaciones metafísicas de la Razón especulativa3.

3 Habla por experiencia propia. La tesis inicial de Whitehead —nos referimos ahora a los escritos inmediatamente posteriores ala aparición de Principia Mathematica — fue la de la independencia

radical entre ciencia y metafísica: para él, la ciencia, como la metafísica, toma la experiencia inmediata como punto de arranque, perono depende en absoluto de ninguna de las conclusiones de la metafísica. Ambas siguen direcciones opuestas en sus respectivas tareas.A la metafísica le interesa investigar de qué manera nuestras percepciones de un objeto nos relacionan con una verdadera realidad.La ciencia reúne las percepciones efectivas y posibles en un concepto único, y ese concepto es todo lo que necesita.

 No obstante, Whitehead no fue nunca un antimetafisico. Aun de

fendiendo la autonomía plena de ciencia y metafísica, se preocupóen seguida de la relación entre ambas. Nos dice —por esta mismaépoca— que es cierto que la ciencia ignora deliberadamente los juicios de valor (estéticos y morales, por ejemplo); reconoce, sin em bargo, que también es cierto que no logra eliminarlos del todo, yaque son parte del motivo de su producción. La humanidad se ha dedicado a la ciencia pensando que era una tarea que valía la pena,y éste es un juicio de valor desencadenante del proceso científico.Además, ha habido una selección consciente de las partes del conocimiento científico a cultivar, y esta selección consciente encierra,a su vez, juicios de valor. En cuanto a los juicios propiamente onto-lógicos, piensa que no se excluyen porque carezcan de interés: dehecho están presupuestos en todos los actos de la vida y, por tanto,en los actos del científico. Incluso se podría indicar que la maneraen que un científico se aproxima a su materia de estudio revela yauna metafísica implícita.

Así pues, aunque Whitehead mantiene inicialmente la independencia entre ciencia y metafísica, nunca las presenta como incompati bles. En un breve escrito de 1917  —Anatomy o f Some Scientific  Ideas—  podemos leer que la ciencia no disminuye la necesidad dela metafísica. La ciencia física, en concreto, se funda en los elementos de pensamiento tales como los juicios que registran percepciones efectivas y los juicios que registran percepciones hipotéticas, que pueden llegar a ser efectivas dadas ciertas circunstancias. Estos elementos forman el contenido del aparato del pensamiento del senti-

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La doctrina moderna, popular entre los científicos,es que la ciencia es la mera descripción de las cosas observadas. Como tal, no asume nada, ni un mundo ob

 jetivo, ni causación, ni inducción. Una simple fórmu-

do común, punto de partida del científico. Pues bien, estos elementos requieren un análisis metafísico y deben encontrarse entre los datosde donde parte la metafísica. A su juicio, una metafísica que los rechaza camina hacia un estrepitoso fracaso, al igual que fracasará unaciencia que no logre armonizarlos en su teoría. Añade también quela ciencia hace más urgente la necesidad de la metafísica. Por sí misma contribuye poco a la solución del problema metafísico; pero contribuye en alguna medida, principalmente exhibiendo el hecho de que

nuestra experiencia de las cosas que se manifiestan sensiblemente essusceptible de ser analizada con rigor en una teoría, teoría incom pleta pero con posibilidades de desarrollo indefinido. Convendríaaclarar que Whitehead no distinguió nunca entre ontología y metafísica y eludió asimismo la diferenciación wolfiana entre ontologíay teología racional. Su concepción de la metafísica podría entroncarse con la de la filosofía primera de Aristóteles.

La independencia que Whitehead reclama para la ciencia con res pecto a la metafísica se mantiene como tesis en sus obras dedicadas

a la filosofía de la ciencia natural, pero en ellas hay que entenderlamás bien como una especial insistencia en que la filosofía de la ciencia natural debe proceder sin discutir la síntesis entre mente y naturaleza y como una demanda de libertad para el científico, que tienederecho a excluir todo tipo de interferencias en la realización de sutarea propia. En estas obras, él mismo quiere limitar el estudio dela naturaleza —objeto de la ciencia natural— a un examen de lo quees observado, rechazando todo planteamiento de la posible relaciónentre la mente que conoce y lo conocido. Pero se ve obligado, poco

a poco, a quebrantar sus restricciones. Los problemas epistemológicos surgen con demasiada virulencia como para ser eludidos. Enrealidad, su propia concepción de la naturaleza y de la ciencia dela naturaleza influye decisivamente en ello. Para Whitehead, la naturaleza es «lo que observamos en la percepción a través de los sentidos» (The Concept o f Nature,  cap. I), es «lo que es observado»(The Principie o f Reiativity, cap. 1); y la filosofía de la ciencia natural es «la empresa de formular los caracteres más generales de lascosas observadas» (ibidem). Sólo con estos textos se evidencia que

difícilmente va a poder librarse de las cuestiones referentes al conocimiento, a las relaciones entre mente y naturaleza. Se ve precisadoa modificar gradualmente los limites previos y a lanzarse de llenoa reflexiones epistemológicas que culminarán en una apertura decidida a la metafísica cuando se da cuenta de que los problemas que plantea la ciencia no son aislables de los problemas generales de lacosmología, de la metafísica. Pero esta comprensión es posterior.

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de millas de radio escucha la música. ¿Es creíble la opinión de que el único principio implicado es la simple descripción de las observaciones particulares primitivas?

Se nos dice, no obstante, que hemos interpretadoerróneamente la etapa intermedia señalándola como«una descripción especulativa de acontecimientosespacio-temporales». El modo apropiado de expresarel proceder de la ciencia es decir que la etapa intermedia consiste simplemente en la producción de una fórmula matemática y que, con la ayuda de esa fórmula,se predicen las experiencias de la gente que posee receptores. Pero ¿qué hace la fórmula? Puede tener al

guna relevancia para la secuencia de experiencias en lamente de algún científico, expresando la transición desde sus experiencias visuales originales a su goce finalde una excelente orquesta. La doctrina parece impro bable e inverosímil. Mediante un esfuerzo mental, yo puedo imaginarla. Con todo, tenemos que explicar lasexperiencias de la multitud indocta que posee apara

tos de radio. Esa multitud ignora los experimentos originales, ignora las fórmulas matemáticas, ignora el paradero de la orquesta y de los estudios de radio y elmecanismo interno tanto de la emisora generadora como de sus propios receptores. ¿Qué tiene que ver, enla realidad, la mera fórmula matemática con las experiencias de esta multitud de oyentes dotados de tan in

mensa ignorancia y que descansan después de buenascenas y de un duro día de trabajo?

¿Acaso la fórmula es un conjuro mágico? Podemosencontrar un símil de esta doctrina moderna de la mera descripción de observaciones junto con la intervención de una simple fórmula teniendo presentes nuestros recuerdos de la infancia: hay un público numero

so, un mago sube al escenario, coloca una mesa anteél, se quita su chaqueta, le da la vuelta, nos la enseña,comienza entonces un locuaz parloteo acompañado deestudiados gestos y, por último, saca dos conejos desu sombrero. Se nos pide que creamos que fue el parloteo el que lo logró.

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La opinión corriente sobre el tema es que las fórmulas matemáticas describen aquellas características delmundo externo común que son relevantes para la transmisión de estados físicos desde la orquesta hasta loscuerpos de los oyentes.

Si esto es verdad, estamos ahora a larga distancia dela grata simplicidad de la doctrina primitiva. Hemosintroducido la noción de mundo externo con sus acontecimientos espacio-temporales, descritos especulativamente por la ciencia. Hemos introducido la noción de

 potencialidad, sustituyendo la palabra «observado» porla palabra «observable». Además, se han invertido cien

tos de millones de dólares confiando en la generalización inductiva. Si preguntamos qué queremos decir mediante todo este aparato de nociones imprecisas, sólonos cabe apelar a la Razón especulativa.

Es bastante cierto que, exactamente en este punto, podemos amortiguar de nuevo a la Razón especulativa y reincidir en la rutina de la metodología afortuna

da. Pero la pretensión de la ciencia de que puede brindar una comprensión de sus procedimientos dentro delos límites de sus propias categorías, o de que esas mismas categorías son inteligibles sin referencia a su sta

tus dentro de categorías más amplias, bajo exploración por la Razón especulativa, esa pretensión carece enteramente de fundamento. Mientras que los filósofos fra

casen, los científicos no saben de qué hablan cuandoejercitan sus propios métodos; y, en tanto que los filósofos hayan triunfado, hasta ese punto los científicos pueden alcanzar una comprensión de la ciencia. Conel éxito de la filosofía, los ciegos hábitos del pensamiento científico se transforman en explicación analítica.

El dualismo cartesiano5—por el cual las actualida

5 Ya hemos dado cuenta del ataque de Whitehead a la cosmología newtoniana. Hay que insistir ahora en que tampoco deja de arremeter jamás contra el dualismo cartesiano y, en general, contra todo dualismo. De hecho, toda la filosofía de Whitehead puede serconsiderada como el resultado inevitable de su rebelión incesante contra todo dualismo. Preconiza una cosmología en la que aparezcan

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des últimas fueron divididas en cuerpos y mentes— yla cosmología newtoniana se conjugaron para establecer una falsa meta ante la especulación filosófica. Lanoción de meros cuerpos y de meras mentes fue acep-

reconciliados y superados los dualismos que han colmado de pro blemas la investigación filosófica y, a la vez, le han dado impulsocontinuo a lo largo de su historia: espontaneidad-orden, publicidad- privatez, cantidad-cualidad, mente-materia, materia-forma,atomicidad-continuidad, hecho-valor, permanencia-cambio, sujetoy objeto. El germen de esta reconciliación aparece ya en el capitulo11 de The Concept o f Naiure, donde critica seriamente aquellas teorías que conllevan una bifurcación de la naturaleza. Madura en sus

obras inmediatas y obtiene su plenitud en Process and Reality,  visión totalizadora de un universo armónico, uno y múltiple, de la quenada es excluido.

Para lograr esa visión totalizadora es indispensable ¡ncardinar alhombre en la naturaleza, ligar las ciencias naturales y las cienciashumanas. La filosofía de Whitehead no existiría si su autor no hu biera adoptado, como presupuesto básico, una idea central, que es,según nos dice Dewey:«[...] la idea de que la experiencia es una manifestación de las energías del organismo; que estas energías están

en tan íntima continuidad con el resto de la naturaleza que los rasgos de la experiencia proporcionan las claves para elaborar las descripciones generalizadas de la naturaleza [...) y que lo descubiertoacerca del resto de la naturaleza [las conclusiones de las ciencias naturales] proporcionan los instrumentos para analizar y comprenderlo que de otra manera es ambiguo y oscuro en las experiencias directamente habidas» (J. Dewey, The Philosophy o f Whitehead, enP. Schilpp (ed.), The Philosophy o f Whitehead,  Open Court, Illinois 1951, p. 645).

La unidad de ser, la unidad mínima de existencia está encarnadaen su filosofía, como sabemos, por una ocasión de experiencia. Nada hay en el mundo que sea un hecho inerte. Toda realidad está enél para sentir: fomenta el sentir y es sentida. Ser se reduce a experimentar. O mejor: ser es igual a sentir y a ser sentido. «Aparte delas experiencias de los sujetos, no hay nada, nada, absolutamentenada» (Process and Reality,  parte II, cap. VII, secc. 5.*).

Hay algo en la concepción de Whitehead que nos recuerda a He-gel, si bien, en lugar de la jerarquía hegeliana de categorías de pen

samiento, la filosofía del organismo presenta una jerarquía de categorías de sentir. E incluso podríamos hablar de una dialéctica im plícita en la filosofía de Whitehead. Encontramos un texto especialmente significativo donde nos ofrece su versión final del universo:

«El universo es dual porque, en su más amplio sentido, es, a lavez, transitorio y eterno. El universo es dual porque cada actualidad final es, al mismo tiempo, física y mental. El universo es dual

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tada sin crítica. Pero el ideal de explicar a las mentesen términos de cuerpos o los cuerpos en términos demente guió el pensamiento especulativo. Primeramente, Hobbes convirtió los cuerpos en fundamentales y

 porque cada actualidad requiere un carácter abstracto. El universoes dual porque cada ocasión aúna su inmediatez formal con su otrei-dad objetiva. El universo es múltiple porque ha de analizarse totaly completamente en muchas actualidades finales (o, en lenguaje cartesiano, en muchas res verae). El universo es uno a causa de la inmanencia universal. Hay, pues, un dualismo en este contraste entrela unidad y la multiplicidad. Por todo el universo reina la unión deopuestos que es la base del dualismo» (Adventures o f Ideas,  cap.

XI, p. 193).La rebelión contra el dualismo culmina en este Dualismo unifica

do, sintetizado, sublimado, superado. Unión de opuestos y armonía de contrarios.

Cabe preguntar, entonces, si la- filosofía de Whitehead es una filosofía idealista como la de Hegel. El prefiere hablarnos de realismo orgánico. Ni burdo materialismo ni simple idealismo. Todo suuniverso está construido a base de sustituir la noción de materia estática por la noción de energía dinámica. Esta energía tiene su es

tructura de acción y de flujo, y es inconcebible aparte de esta estructura. El principio de Heráclito de que «todas las cosas fluyen»se convierte en «todas las cosas son vectoriales». La doctrina atomística de Demócrito se traduce a «todo flujo de energía obedecea condiciones cuánticas». Además, la introducción de la teoría delcampo físico hace desaparecer por entero de su sistema la nociónde existencia material vacía con persistencia pasiva, con atributosindividuales primarios y con aventuras accidentales. La convertibilidad de la materia en energía, la concepción vibratoria de la mate

ria, la teoría cuántica, la noción de vector y la noción de campo físico han sido plenamente asimiladas por Whitehead y determinan sucosmología. No puede hablarse de materialismo burdo. Todo se ex plica en función de la interacción de energía, incluso la experienciamisma. Las prehensiones son vectoriales y el resultado del procesode concrescencia puede interpretarse como una magnitud escalar producto de la acción de magnitudes vectoriales. El pampsiquismo deWhitehead es de hecho un pandinamismo. ¿Puede llamarse idealismo a esta concepción? El propio Whitehead enjuicia su filosofía como

un intento de transformar las principales ideas de un idealismo ob jetivo en una base realista. Wilbur M. Urban, que se plantea de entrada la filosofía de Whitehead como una posible síntesis de idealismo y naturalismo, termina diciándonos lo siguiente: «Estoy segurode que él no pretende un mero naturalismo. También admitiría queel espíritu de su filosofía es, en un sentido, idealista. Pero no puedosustraerme de la convicción de que, en principio, su base realista es

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redujo las mentes a factores derivados. Después, Ber-keley convirtió en fundamentales las mentes y redujolos cuerpos a factores derivados (simples ideas en lasmentes, y más especialmente en la mente de Dios). El

efecto más importante sobre las relaciones entre filosofía y ciencia natural no lo causaron, sin embargo,ni Hobbes ni Berkeley, sino Kant. El efecto de su Crítica de la razón pura fue reducir el sistema de la naturaleza a mera apariencia, o, para usar el término griego, establecer que el orden de la naturaleza es fenoménico. Pero, prefiramos la palabra «apariencia» o la palabra «fenómeno», el efecto es el mismo. No puede darse una metafísica de la naturaleza, ni una aproximación a la metafísica al escudriñar el orden de la naturaleza. Ya que la naturaleza es una simple aparienciaderivada y, cuando nosotros la estudiamos, estamos le

 jos de cualquier intuición que revele verdades últimas.Es cierto que el propio Kant no extrajo esa conclusión.Los cielos estrellados le interesaron: un triunfo de loobvio sobre la filosofía. Pero, a la larga, el efecto del punto de vista kantiano fue el de degradar la cienciaa la consideración de detalles derivados. No obstante,lo obvio triunfó de nuevo. Hay una insistente importancia de los detalles de nuestra vida fenoménica en elmundo fenoménico. Kant negó que este sistema fenoménico pudiera llevarnos a la metafísica. Sin embar

go, es obvio que aquí estamos, viviendo fenoménicamente entre fenómenos. Augusto Comte fue el justo

naturalista». (Urban, Whitehead’s Philosophy o f Language and its  Relation to his Metaphysics, en P. Schilpp (ed.), The Philosophy o f  Whitehead,  o.c., p. 326).

La cualificación más acertada de la filosofía de Whitehead es, anuestro juicio, la de Albert William Levi en su libro Philosophy and  the Modem World  (Indiana University Press, Bloomington 1959, cap.Xll), donde nos la presenta como una filosofía de la síntesis. En efecto, Whitehead siempre pensó que todo antagonismo podía ser superado a un nivel más alto de generalidad, y su filosofía es una síntesisde posturas antagónicas: racionalismo y empirismo, subjetivismo yobjetivismo, idealismo y naturalismo. Su posición filosófica implica, sintetiza y supera cualquier otra posición parcial.

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castigo que se siguió de la Crítica de ¡a razón pura.  La posición positivista invierte el argumento kantiano. El positivismo sostiene que estamos ciertamente en el mun-do, y también sostiene, con Kant, que el sistema delmundo no refleja luz sobre la metafísica. De todas for-mas, desde el lado de la filosofía, Kant rompió el vínculoentre la ciencia y la Razón especulativa. Este resulta-do kantiano no obtuvo su desarrollo adecuado hastael siglo xix. El propio Kant y sus seguidores inmedia-tos se interesaron vivamente por la ciencia natural. Perolos neokantianos y neohegelianos ingleses de mediadosdel siglo xix se alejaron de ella.

Este antagonismo entre filosofía y ciencia natural ha producido funestas limitaciones de pensamiento en am- bas partes. La filosofía ha dejado de reivindicar su de- bida generalidad y la ciencia natural se ha contentadocon el reducido ámbito de sus métodos. El siglo xvuhabía erigido las nociones categoriales de las cienciascon tanta firmeza que el divorcio de la filosofía prác-

ticamente no tuvo repercusión sobre el progreso inme-diato. Ahora hemos llegado a un período crítico dereorganización general de las categorías del pensamien-to científico. Además, ciencias tales como la psicolo-gía y la fisiología se ciernen al borde de la grieta quesepara la ciencia de la filosofía.

Es probable que la actitud oscurantista de la ciencia

resulte desastrosa al demorar el progreso. Puede ser quetodavía no estemos preparados para efectuar una uniónmás íntima entre pensamiento especulativo y métodocientífico. Una cosa es cierta: la opinión científica no puede tener ninguna justificación posible para llegara esta conclusión. El rechazo de cualquier fuente de evi-dencia es siempre una traición a ese racionalismo últi-mo que insta a ir adelante tanto a la ciencia como ala filosofía.

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CAPITULO TERCERO

La Razón especulativa, en su esencia, no está traba-da por ningún método. Su función consiste en pene-trar en las razones generales, más allá de las razoneslimitadas, para entender todos los métodos como coor-dinados en una naturaleza de las cosas que únicamen-te será captada trascendiendo todo método. Este ideal

infinito nunca será alcanzado por la finita inteligenciade la humanidad. Pero lo que distingue a los hombresde los animales, a algunos seres humanos de otros se-res humanos, es la inclusión en sus naturalezas, de unmodo vacilante y oscuro, de un elemento perturbadorque es el vuelo tras lo inalcanzable. Este elemento esese toque de infinidad que ha estimulado a las razas

a ir adelante, a veces hasta su destrucción. Es un tro- pismo hacia la luz que atrae: hacia el sol que avanzahasta la ultimidad de las cosas y hacia el sol que nacede su origen. La Razón especulativa se mueve de estea oeste, desde el principio al fin, igualmente oculta bajoel borde del mundo.

La Razón que es metódica se contenta con limitarse

a sí misma dentro de las fronteras de un método afor-tunado. Trabaja a la segura luz del día de la actividad práctica tradicional. Es la disciplina de la sagacidad.La Razón que es especulativa cuestiona los métodos,negándose a concederles reposo. La exigencia apasio-nada de libertad de pensamiento es un tributo a la pro-funda conexión de la Razón especulativa con las intui-

ciones religiosas. Los estoicos resaltaron este derechodel espíritu religioso a afrontar la infinitud de las co-sas con tanta comprensión como fuera posible. En el primer período, cuando la Razón especulativa surgiócomo una fuerza distinguible, se presentó en forma deinspiraciones esporádicas. Aparecieron videntes, pro-

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fetas, hombres con un secreto nuevo. Trajeron al mun-do entusiasmo, salvación, liberación o intuición mo-ral. Su característica común fue la de ser portadoresde alguna novedad imaginativa relevante para los mo-dos tradicionales y, sin embargo, superadora de ellos.

La importancia real de los griegos para el progresodel mundo estriba en que descubrieron el casi increí- ble secreto de que la misma Razón especulativa se so-metía a un método de orden. La despojaron de su ca-rácter anárquico sin destruir su función de traspasarlos límites establecidos. Por eso hablamos ahora de Ra-zón especulativa en vez de hablar de inspiración. «Ra-

zón» hace referencia a la ordenación de lo que es ra-zonable mientras que «especulación» expresa la tras-cendencia de cualquier método particular. El secretogriego radica en cómo ha de ceñirse a un método in-cluso en su trascendencia. Los griegos apenas compren-dieron su propio descubrimiento. Pero nosotros tene-mos la ventaja de haberlo observado en funcionamiento

durante veinte siglos.La experiencia universal acerca de los presuntos vi-

dentes ha sido, en conjunto, muy desventurada. En sumayor parte, constituyen un grupo sospechoso, posee-dor de una mala reputación. Incluso si dejamos a unlado a aquellos que manifiestan algún matiz de insin-ceridad, todavía queda la petulante, ignorante, incom-

 petente y desequilibrada cuadrilla de falsos profetas queengañan a la gente. En general, las probabilidades es-tán tan sumamente en contra de cualquier profeta par-ticular que, aparte de algún método de contrastación, qui-zás sea más sensato apedrearlos de alguna manera com- pasiva. Los griegos inventaron la lógica, en el sentidomás amplio de ese término, la lógica del descubrimien-

to. La lógica griega, según ha sido decisivamente per-feccionada por la experiencia de siglos, proporciona unconjunto de criterios al que ha de ser sometido el con-tenido de una creencia. Estos criterios son:

1) Conformidad con la experiencia intuitiva.

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2) Claridad del contenido proposicional.3) Consistencia lógica interna.4) Consistencia lógica externa.5) Establecimiento de un esquema lógico que po

sea:

a)  Amplia conformidad con la experiencia.b)  Ausencia de discordancia respecto a la expe-

riencia.c)  Coherencia entre sus nociones categoriales.d)  Consecuencias metodológicas.

La equivocación que ha aparecido constantementeen todas las edades del pensamiento hasta el momento presente es que estos criterios son fáciles de aplicar. Porejemplo, los pensadores griegos y medievales vivieron bajo la impresión de que podrían obtener fácilmente premisas claras y distintas ajustadas a la experiencia.Por consiguiente, fueron relativamente descuidados enla crítica de las premisas y se dedicaron a la elabora-ción de sistemas deductivos. Los modernos han asu-mido, igual que los griegos, que es fácil formular conexactitud las proposiciones expresadas. Han asumidotambién que el examen de la experiencia es una opera-ción sencilla. Pero han reconocido que el esfuerzo prin-cipal ha de ser dedicado al descubrimiento de proposi-ciones que concuerden efectivamente con la experien-

cia. Así pues, los modernos ponen acento en la induc-ción. El punto de vista que mantengo es que ningunade estas operaciones es fácil. Aparte de una completacomprensión metafísica del universo, es muy difícil en-tender cualquier proposición clara y distintamente enlo que concierne al análisis de sus elementoscomponentes'.

1 Ha sido habitual, en la historia de la filosofía, aceptar que ellenguaje expresa proposiciones bien definidas. Whitehead no lo ad-mite en absoluto. Considera que el lenguaje es totalmente indeter-minado a causa del hecho de que todo acontecimiento presupone al-gún tipo sistemático de ambiente. A su juicio, toda proposición se

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Asimismo, es extremadamente arduo el análisis dela experiencia sin la introducción de elementos inter

 pretativos que pueden ser incorrectos. Se sigue de estas dos complicaciones que también es muy difícil queel juicio de conformidad directa con la experiencia llegue a un resultado decisivo, con la eliminación de todos los elementos de duda.

Existe, además, cierta duda incluso respecto a laautoconsistencia de una proposición. Ya que, si el análisis de la proposición es impreciso, siempre hay posi

 bilidad de que un análisis más completo revele una contradicción. Idéntica duda se aplica también al cuarto

criterio, que es el de la consistencia externa. En estecaso comparamos la proposición bajo escrutinio conotras proposiciones aceptadas como verdaderas.

Es evidente que, si los dos primeros criterios fueransusceptibles de una fácil determinación, no se buscaría ninguno más. Asimismo, si los cuatro primeros criterios pudieran ser determinados de un modo decisi

vo, el quinto criterio resultaría innecesario. Pero esteúltimo criterio es, obviamente, un procedimiento pararemediar la dificultad de juzgar proposiciones aisladas,recurriendo a un sistema de ideas cuya mutua pertinencia las clarificará entre sí, y que es consistente, de tal

refiere a un universo que ostenta algunos caracteres metaffsicos sistemáticos y generales. Prescindiendo de ese background. las entidades separadas a las que concierne una proposición, y la proposiciónmisma, carecen de carácter determinado. No se ha definido nada, porque toda entidad definida requiere un universo sistemático que proporcione su status debido. O sea que toda proposición que declare un hecho tiene que manifestar, en su análisis completo, el carácter general del universo requerido para ese hecho. Según White-head, no hay hechos que se sostengan por si mismos flotando en la

no-entidad. Es cierto que una proposición puede encerrar una verdad parcial y precisar tan sólo un cierto tipo de ambiente sistemático presupuesto en su significado, sin hacer referencia al universo entodo su detalle. Pero, al ser expresada en el lenguaje, se patentizarásu vaguedad y falta de precisión. Para conseguir un lenguaje preciso, habrá que aguardar a poseer un conocimiento metafísico com pleto.

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modo que la verificación de algunas de ellas se reflejasobre la verificación de las otras. Por último, si el sis-tema ostenta la característica de sugerir las metodolo-gías que explica, consigue la peculiaridad de generarideas coherentes con él mismo y de recibir verificacióncontinua.

Lo esencial del quinto criterio es que el esquema pro-duce una mayor comprensión del mundo, incluyendola mejor definición de las ideas y el análisis más direc-to del hecho inmediato. Una proposición aislada de- pende de vagas aprehensiones: mientras que un siste-ma de ideas proporciona su propia medida de deter-minación por la conexión mutua de sus propias nocio-nes categoriales.

Precisamente por su énfasis en esquemas de pensa-miento, los griegos fundaron las diversas ramas de laciencia que han restaurado la civilización. Una propo-sición que pertenece a un esquema científico es acep-tada con una verificación directa asombrosamente es-casa. Por ejemplo, en el momento actual todos acep-tamos la famosa doctrina del desplazamiento de las lí-neas espectrales. Pero, en lo que concierne a la expe-riencia directa, hay algunos experimentos sobre rayosdel sol con interpretaciones muy dudosas, y está el clarocaso de la luz que procede de la oscura compañera deSirio. Hay millones de estrellas no detectadas, indepen-dientemente de la cuestión de si la misma estrella pro-ducirá siempre el mismo efecto. Pero nadie duda dela doctrina porque pertenece al esquema científico vi-gente. La importancia del esquema se ilustra imaginan-do algún acontecimiento que no corresponda a ningúnesquema. Ustedes van a un extraño país extranjero, yentre las primeras observaciones de su primer día está

la de un hombre que se mantiene erguido sobre su ca- beza. Si ustedes son cautelosos se abstendrán de gene-ralizar acerca de la predisposición de los habitantes amantenerse erguidos sobre sus cabezas; además, la mi-tad de sus amigos no le creerán cuando mencione elincidente. Sin embargo, su evidencia directa es com-

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 parable a la que respecta al desplazamiento de las lí-neas espectrales.

La producción de un esquema es un esfuerzo máxi-mo de la Razón especulativa. Implica imaginación, alexceder en alto grado las observaciones directas. El en-trelazado grupo de nociones categoriales que constitu-ye el esquema admite una extensión derivada median-te la potencia constructiva de la lógica deductiva. Entoda la serie de estas proposiciones, que se refieren alas interrelaciones de las formas de las cosas, algunasde ellas admiten una comparación directa con la expe-riencia. De este modo, el esquema como un todo tiene

contacto con la experiencia. Así puede explorarse la am- plitud de su concordancia o discordancia con el hechoobservado. Un esquema que, al menos durante un tiem- po, carece de uso metodológico es un esquema que de- ja de proporcionar estos contactos observables con elhecho.

Un esquema abstracto que se desarrolla simplemen-

te mediante la abstracta metodología de la lógica, y queno llega a lograr un contacto con la realidad por me-dio de una correlativa metodología práctica de experi-mentación, puede ser, sin embargo, de la máxima im- portancia. La historia de la civilización moderna mues-tra que tales esquemas cumplen la promesa del sueñode Salomón. En primer lugar, dilatan la vida, al satis-

facer la peculiar demanda de la Razón especulativa quees la comprensión por mor de sí misma. En segundolugar, representan el capital de ideas que cada épocaguarda en depósito para sus sucesor as. La exigenciamoral última que la civilización impone a sus posee-dores es que transmitan y aumenten esta reserva de de-sarrollo potencial de la cual se han beneficiado. Una

ley fundamental subyacente en el progreso moderno esque, excepto en los más raros accidentes del azar, el pensamiento precede a la observación. No puede deci-dir los detalles, pero sugiere el tipo. Ninguna personacuya mente careciera de la idea de número sería capazde contar. Nadie concentra la atención cuando no hay

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nada que espere ver. La observación nueva que se ob-tiene por casualidad es un accidente raro y usualmentese desperdicia. Ya que, si no hay un esquema dondeencajarla, se pierde su significación. El modo en que

 procede la naturaleza carente de pensamiento es el des- pilfarro: un millón de semillas y un solo árbol, un mi-llón de huevos y un solo pez. De la misma manera, deun millón de observaciones del hecho que está más alláde la rutina de la vida humana, raramente ocurre queresulte un solo desarrollo útil.

El relativo estancamiento de la civilización asiáticadespués de su brillante evolución fue debido al hechode que agotó su capital de ideas, el fruto de la curiosi-dad. Asia no poseyó amplios esquemas de pensamien-to abstracto que vigorizaran las mentes de los hombresy aguardaran a dar una significación a sus experien-cias fortuitas. Permaneció en la contemplación, y lasideas se hicieron estáticas. Esta pura contemplación deideas abstractas ahogó la curiosidad anárquica que pro-duce novedad. La especulación debilitó gradualmentea la Razón. Millones de personas habían visto caermanzanas de los árboles, pero Newton tenía en su men-te el esquema matemático de las relaciones dinámicas.Millones de personas habían visto luces oscilantes entemplos e iglesias, pero Galileo tenia en su mente unaanticipación más vaga de este mismo esquema mate-

mático. Millones de personas habían visto animales quese atacaban entre sí, vegetales que se sofocaban unosa otros; millones de personas habían sufrido hambrey sed, pero Charles Darwin tenía en su mente el esque-ma malthusiano. El secreto del progreso radica en elinterés especulativo por abstractos esquemas morfoló-gicos. Es difícil saber durante cuánto tiempo tales es-

quemas abstractos pueden crecer en las mentes de loshombres antes de ponerse en contacto con intereses prácticos. La historia del desarrollo de la física mate-mática ha sido contada y recontada, pero su moralejaes tan aplastante que nunca debe ser perdida de vista.

Considérese la etapa primitiva de las matemáticas:

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unos cuantos ardides tecnológicos en Egipto, casi dosmil años antes de Cristo. Fue un elemento menor deuna gran civilización. Alrededor de quinientos años an-tes de Cristo, los griegos iniciaron su desarrollo teóri-

co por pura afición a la teoría. Esto sucedió aproxi-madamente cuatrocientos o quinientos años después dela fecha del sueño de Salomón, la mayor profecía he-cha jamás. El genio de los griegos se manifestó en suclara adivinación de la importancia de las matemáti-cas para el estudio de la naturaleza. La necesidad dealentar el desarrollo de la morfología abstracta queda

ilustrada al considerar la situación de la ciencia geo-métrica en el comienzo del siglo xvi. La ciencia habíasido estudiada durante casi dos mil años. Había sidoelaborada con gran detalle. Pero, aun teniendo en cuen-ta algunas salvedades sin importancia, nada había bro-tado de ella, excepto el interés intrínseco del estudio.Entonces, como si una puerta se hubiera abierto de re- pente, Kepler consiguió la primera utilización impor-tante de las secciones cónicas, la primera entre cien-tos; Descartes y Desargues revolucionaron los méto-dos de la ciencia; Newton escribió sus Principia y co-menzó el período moderno de la civilización. Apartedel capital de ideas que se había acumulado lentamen-te durante dos mil años, nuestra vida moderna habríasido imposible. No hay nada mágico en las matemáti-

cas como tales. Constituyen simplemente el máximoejemplo de una ciencia de las formas abstractas.

La teoría abstracta de la música es una ciencia se-mejante; la teoría abstracta de la economía política esotra, y la teoría abstracta de la moneda es otra más.Lo interesante es que el desarrollo de la teoría abstrac-ta precede a la comprensión del hecho. El ejemplo de

la economía política ilustra otro punto importante. To-dos sabemos que la economía política abstracta ha que-dado un tanto desacreditada en los años recientes. Seocupa de los hombres bajo una abstracción; limita su perspectiva al «hombre económico». También haceasunciones, respecto a mercados y competencia, que

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descuidan muchos factores importantes. Tenemos aquíun ejemplo de la necesidad de trascender el esquemamorfológico dado. Hasta un cierto punto, el esquemaes de un valor inestimable. Clarifica el pensamiento,sugiere la observación, explica el hecho. Pero hay unlímite estricto de la utilidad de cualquier esquema fini-to. Si se violenta el esquema más allá de su alcanceapropiado, se siguen errores precisos. El arte de la Ra-zón especulativa consiste exactamente tanto en la tras-cendencia del esquema como en su utilización.

La física matemática suscita otra reflexión. Debemosmeditar sobre la extremada abstracción de las ideas ma-temáticas implicadas. Es sorprendente que un esque-ma de ideas tan abstractas haya demostrado ser de talimportancia. Podemos imaginar que un rico propieta-rio egipcio, en el comienzo del período griego, sería ca- paz de admitir los recursos técnicos de los agrimenso-res de sus tierras, pero habría opinado que tas etéreasgeneralizaciones de los especulativos griegos eran de-

masiado sutiles, poco prácticas, una pérdida de tiem- po. Los oscurantistas de todas las épocas enarbolanlos mismos principios. Todo el sentido común está conellos. Su única antagonista seria es la Historia, y la his-toria de Europa les resulta totalmente adversa. La es- peculación abstracta ha sido la salvación del mundo:especulaciones que han construido esquemas y luego

los han trascendido, especulaciones que se han aven-turado hasta el límite extremo de la abstracción. Po-ner límites a la especulación es traicionar el futuro.

Pero la propia trabazón de las ideas requiere disci- plina. Ha de mantener alguna relación con los hechosgenerales de esta época. La cosmología es el esfuerzo para formular un esquema del carácter general del es-

tado actual del universo. El esquema cosmológico hade presentar el género del cual son especies los esque-mas particulares de las ciencias. La tarea de la cosmo-logía es doble. Refrena los extravíos de la mera imagi-nación indisciplinada. Un esquema particular ha deconcordar con la cosmología general o, por su confor-

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midad con los hechos, ha de brindar razones en virtudde las cuales la cosmología debe ser modificada. En elcaso de tal desajuste, el resultado más probable es al-guna modificación de la cosmología y alguna modifi-

cación del esquema en cuestión. O sea que la cosmolo-gía y los esquemas de las ciencias ejercen una críticamutua. La morfología limitada de una ciencia especiales reconocidamente incapaz de expresar, en sus pro- pias nociones categoriales, todas las formas que estánejemplificadas en el mundo. Pero lo esencial de unacosmología es que sea adecuada. Por esta razón, unacosmología debe considerar aquellos factores que nohan sido convenientemente admitidos en alguna cien-cia. Ha de incluir también a todas las ciencias.

Los oscuros recovecos de la experiencia presentan di-ficultades inmensas para el análisis. El simple examende la conciencia inmediata en un momento inmediatonos dice muy poco. La potencia analítica desaparece bajo tal escrutinio directo. Hemos de recurrir a la me-moria, al testimonio de otros —incluyendo susrecuerdos—, al lenguaje, en la forma de análisis de pa-labras y frases (es decir, a la etimología y a la sinta-xis). Hemos de considerar también las instituciones dela humanidad como una encarnación de su experien-cia estable.

En la búsqueda de nociones categoriales suficiente-

mente generales como para figurar en una morfologíacosmológica, debemos fijarnos en aquellos factores dela experiencia que son «estables». Con esto se quieredecir que el discernimiento de su ejemplificación en larealidad no está limitado a unas pocas personas parti-culares o a unas cuantas ocasiones especiales. La ejem-

 plificación debe apoyarse en un testimonio amplio y

muy difundido2.

2 La búsqueda de las nociones categoriales que deben figurar enun esquema cosmológico es una tarea dura y laboriosa. En las lí-neas anteriores, Whitehead indica las direcciones en que debe mo-verse la recopilación de datos significativos para el hallazgo de talesnociones. Como vemos, no se puede excluir nada: hay que atender 

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Aquí ha de hacerse una distinción. El primer discer-nimiento puede ser debido a un hombre excepcionalen un momento excepcional. Pero un secreto que no puede compartirse, debe permanecer siendo un secre-to. Las formas categoriales han de llegar a nosotros conalguna evidencia de que están muy extendidas en la ex- periencia. Sin embargo, ahora consideramos la princi- pal dificultad de la Razón especulativa, su confronta-ción con la experiencia.

a todas las ciencias particulares, a toda la experiencia humana engeneral —propia y ajena—, al lenguaje, a las instituciones sociales.

 Nótese que Whitehead habla siempre de investigar sobre «los fac-tores de la experiencia». Está claro que, según él, sólo cabe apelara lo conocido de alguna manera, a lo experimentado. Pero estimaque es un grave error ceilirse a la experiencia sensorial, aceptar sóloalgunas vías definidas de comunicación con el mundo externo: loscinco órganos sensoriales. Cree que esta postura es válida sólo enun sentido vago y general, importante sobre todo para los asuntos prácticos, si bien reconoce que de tales datos sensoriales deriva todala observación científica exacta. No obstante, piensa que las catego-

rías de una cosmología han de obtenerse de otra manera:«El órgano vivo de la experiencia es el cuerpo viviente tomado de

un modo global. Toda inestabilidad de alguna de sus partes —seafísica, química o molecular— impone una actividad de reajuste enel organismo entero, y en el curso de dichas actividades físicas seorigina la experiencia humana. La interpretación más acertada detal experiencia es la de que es una de las actividades naturales en elfuncionamiento de dicho organismo superior» (Adventures o f Ideas, cap. XV). Entonces, los actos de la naturaleza deben entenderse co-

mo una explicación de este hecho, y ello constituye una meta a laque ha de aspirar todo esquema cosmológico.

Otro error que encuentra Whitehead es el supuesto previo de quela única forma de examinar la experiencia es mediante actos de aná-lisis introspectivo consciente. Opina que la introspección está desa-creditada incluso en psicología. La introspección resalta los datos bien definidos de la sensación, a la vez que oculta las pulsiones yderivaciones vagas que constituyen la materia principal de nuestraexperiencia. Y ahí radica su grave fallo. Porque esas pulsiones in-

conscientes son las que regulan el sentido íntimo de derivación delcuerpo, que es causa de la identificación de nuestros cuerpos connosotros mismos.

Por consiguiente, para descubrir algunas de las categorías más im- portantes por las cuales se clasifican los componentes infinitamentevariados de nuestra experiencia, hemos de atender no sólo a la ex- periencia consciente, sino a todos los tipos posibles de experiencia:

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Existe un criterio convencional acerca de la experiencia, nunca admitido cuando es explícitamente cuestionado, pero persistentemente acechante en las presuposiciones tácitas. Este criterio concibe la experiencia

consciente como un conocimiento claro de claros ítemscon claras conexiones mutuas. Esta concepción es lade una límpida, nítida, experiencia finita uniformemente iluminada. Ninguna noción podría estar más lejosde la verdad. En primer lugar, equiparar experienciay claridad de conocimiento va contra la evidencia. Ennuestras propias vidas, y en algún momento aislado,

hay un foco de atención, unos pocos ítems en la clari-

«sobria y ebria, dormida y despierta, soñolienta y en completa vigilia, consciente y olvidada de sí misma, intelectual y física, religiosay escéptica, ansiosa y despreocupada, anticipatoria y retrospectiva,feliz y afligida, contenida y dominada por la emoción, iluminaday oscura, normal y anormal» (véase el mismo capítulo XV de  Ad- ventures o f ¡deasJ.

Pero no hay que olvidar que debemos ocuparnos principalmentede los factores de experiencia que sean «estables». Y los principalesdepósitos de esa experiencia estable son: el lenguaje, las instituciones sociales y la práctica cotidiana de los humanos, incluyendo lafusión de estas tres fuentes de evidencia, que es el lenguaje en cuanto que interpreta y expresa la práctica común y las instituciones sociales. Según Whitehead, el lenguaje entrega su evidencia en tres ca pítulos: el primero versa sobre los significados de las palabras, elsegundo sobre los significados que encierran las formas gramaticales, y el tercero sobre los significados que van más allá de las pala bras y formas gramaticales. Aunque el lenguaje sea imperfecto, incompleto y fragmentario, piensa que toda persona disfruta de destellos de intuición que logran traspasar los límites de los significados ya estabilizados de la etimología y de la gramática. Por eso recomienda acudir a la literatura, empeñada —junto con las cienciasespeciales y la filosofía, si bien por caminos diferentes— en encontrar expresiones lingüisticas para significados nuevos.

Es obvio que este recurso al lenguaje común, a la literatura, a la

 práctica cotidiana de los humanos y a las instituciones sociales pro porciona una base experimental para la construcción del esquemacosmológico mucho más amplia que la que depende en exclusiva delos datos sensoriales revelados por la introspección directa. Creemos, pues, que queda bien perfilada la concepción whiteheadiana de lacosmología: un intento de expresar la infinitud del universo a partirde toda la variada gama de experiencia del hombre. Porque, volviendo una vez más al sugerente capítulo XV de Adventures o f Ideas:

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dad de la conciencia, pero interconectados de un modo vago y, no obstante, insistente con otros ítems enoscura aprehensión, transformándose gradualmente esta claridad en un sentir indiscriminado.

Además, la claridad no puede ser separada de la vaguedad. La aparición conjunta3de las cosas que son

«El mundo interior de la experiencia es exactamente igual al mundoexterior a ella y la ocasión de experiencia está dentro del mundo yel mundo está dentro de la ocasión. Las categorías han de dilucidaresta paradoja de la conexión de las cosas múltiples y del mundo uno,interior y exterior». De ahí que el esquema no pueda excluir nada;

todo ha de caber en él: la ciencia —física, química, biología, psicología—, la vida ordinaria, la organización social, la literatura,toda manifestación artística y cultural, la religión, la civilización entera.

} Whitehead utiliza aquí una palabra — togetherness — que tieneun significado específico en su filosofía. Resulta bastante extrañoque lo haga, porque en estas conferencias trata de evitar al máximoel empleo de los vocablos más peculiares de su artificioso lenguajemetafísico. Rovira Armengol, autor de la versión castellana de Pro-cess and Reality (Editorial Losada, Buenos Aires 1956), traduce eltérmino por la palabra «conjuntidad» y ésta es, en efecto, su traducción literal; pero nosotros preferimos adaptarnos al estilo general del escrito y recurrir a una expresión menos «técnica». Elegimos«aparición conjunta», aunque también valdría «producción conjunta» o «darse juntamente». Según el diccionario, el significado común de togetherness es «sentimiento de estar estrechamente unidos,compañerismo, espíritu de familia», que aquí no viene al caso. En

Process and Reality,  aparece como un término genérico que abarcalos diversos modos especiales en que diversas clases de entidades «están juntas» en una ocasión actual. Presupone las nociones más básicas de «creatividad», «muchos», «uno», «identidad» y «diversidad». No olvidemos que el principio metafísico último de la filosofía de Whitehead es «el avance de la disyunción a la conjunción, quecrea una entidad nueva diferente de las entidades dadas en disyunción» (o.c., parte I, cap. II, secc. 2.*). La entidad nueva es, a untiempo, la conjuntividad de los muchos que encuentra y única entre

los muchos que deja. Los muchos se tornan uno. En sus naturalezas, las entidades son disyuntivamente muchas en el proceso de paso a la unidad conjuntiva. «Creatividad», «muchos» y «uno», nociones presupuestas en el concepto de «conjuntidad», integran lo queWhitehead llama «la categoría de lo último», presupuesta, a su vez,

 por todas las demás categorías especiales de su sistema. Esta categoría de lo último sustituye en él a la categoría aristotélica de «sustancia primera». Asi pues, la «producción de conjuntidad nueva»

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claras se niega a confiar su secreto a la clara intuiciónanalítica. El todo forma un sistema, pero cuando nos ponemos a describir el sistema, la intuición directa nosengaña. Nuestro conocimiento consciente es fluctuan-te, fugaz, y no está bajo control. Carece de penetración. La penetración de la intuición se sigue de la ex pectación del pensamiento. Este es el secreto de la atención.

Pero, fuera de este carácter de un momento inmediato de experiencia, estos momentos difieren entre síen la vida de cualquiera de nosotros. Estamos alertao estamos amodorrados, o estamos excitados, o esta

mos meditabundos, o estamos dormidos, o soñamos,o estamos resueltamente expectantes, o carecemos deexpectación concentrada alguna. Nuestra diversidad defases es infinita.

Asimismo, cuando nos fijamos en otros seres humanos y en los animales, se insinúa una variación análoga entre sus fases medias y entre las fases más eleva

das respectivamente posibles para diferentes individuos.En cuanto descendemos en la escala, parece que encontramos en los tipos inferiores una débil modorra inconsciente de sentir indiscriminado. Para los tipos inferiores, la experiencia pierde su ilustración de formas, suiluminación por la consciencia y su discernimiento del propósito. Parece terminar finalmente en un fuerte im

 pulso inconsciente derivado de un sentir indiscriminado, siendo este sentir mismo una derivación del pasado inmediato*4.

es la noción última implícita en el término «concrescencia». Ahora bien, estas nociones últimas de «producción de novedad» y «con- juntidad concreta» son inexplicables, lo mismo en términos de universales superiores que en términos de los componentes que inter

vienen en la concrescencia. El análisis de los componentes hace abstracción de la concrescencia. Sólo cabe, por tanto, apelar a una intuición especial que no coincide con la clara intuición analítica.

4 Se está refiriendo al tipo de experiencia que, a juicio de White-head, se da en todos los seres, aun en los ínfimos: lo que él llama«percepción según el modo de la eficacia causal», de la que ya hemos hablado.

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La base de toda autoridad es la supremacía del he-cho sobre el pensamiento. Sin embargo, este contrastede hecho y pensamiento puede ser concebido de unamanera falaz. Ya que el pensamiento es un factor del

hecho de experiencia. O sea que el hecho inmediato eslo que es, en parte, por razón del pensamiento impli-cado en él. La cualidad de un acto de experiencia estáampliamente determinada por el factor de pensamien-to que contiene5. Pero el pensamiento involucrado encualquiera de tales actos implica un examen analíticode la experiencia más allá de sí mismo. La supremacíadel hecho sobre el pensamiento significa que inclusoel máximo vuelo del pensamiento especulativo ha detener su medida de verdad. Puede ser la verdad del ar-te. Pero el pensamiento irrelevante para el dilatadomundo de la experiencia es improductivo.

5 Una doctrina antigua de Whitehead es que la percepción sensi- ble encierra procesos conceptuales, imaginativos y deductivos. Se ve

muy claramente en su primitiva teoria de la percepción, teoría quees expuesta en sus escritos de 1915, 1916 y 1917 —recogidos luegocomo capítulos VIII, IX y X en The Aims o f Education and Other   Essays, The Macmillan Co., New York 1929— y si bien fue poste-riormente modificada, mantuvo sus rasgos esenciales. Whitehead daun peculiar significado al término «percepción sensible». No lo in-terpreta conforme a la linea empirista de la filosofía tradicional, co-mo conocimiento directo de lo inmediatamente dado. Para él es untipo de conocimiento complejo en el que intervienen procesos abs-

tractivos, hipotéticos y construcciones inferenciales. Quizás por eso,a la ahora de establecer su teoría de la Verdad, aúne una teoría de lacoherencia y una teoría de la correspondencia. Cierto que esta cues-tión está íntimamente ligada a su especial concepción del juicio yde la función primordial de los sentires intelectuales, tema demasia-do extenso y complicado para ser considerado en unas pocas líneas.Pero, aunque su teoría de la Verdad sea una teoría de la correspon-dencia y una teoría de la coherencia, es, primaria y básicamente, unateoría de la correspondencia. Un párrafo del capítulo XVI de  Ad- 

ventures o f Ideas nos ayudará a entender su concepción de la Ver-dad: «La Verdad es una cualificación que se aplica solamente a laApariencia. La Realidad es exactamente ella misma y seria absurdoinquirir si es verdadera o falsa. Verdad es la adecuación de la Apa-riencia a la Realidad. Esta adecuación puede ser mayor o menor ytambién directa o indirecta. O sea que la Verdad es una cualidadgenérica con una variedad de grados y modos».

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ron especulativos hasta un grado máximo. En segun-do lugar, fueron rígidamente sistemáticos en su pro- pósito tanto de definición clara como de consistencialógica. En realidad, inventaron la lógica a fin de serconsistentes. En tercer lugar, fueron omnívoros en susintereses: ciencia natural, ética, matemáticas, filosofía, política, metafísica, teología, estética y todas sus simi-lares atrajeron su curiosidad. No mantuvieron estas ma-terias estrictamente separadas. Con plena intención seesforzaron por combinarlas en un sistema de ideas co-herente. En cuarto lugar, buscaron verdades de la má-xima generalidad. Además, al buscar estas verdades,

 prestaron atención a todo el bloque de sus variados in-tereses. En quinto lugar, fueron hombres de vivos in-tereses prácticos. Platón fue a Sicilia para colaboraren un experimento político, y a lo largo de toda su vi-da estudió matemáticas. En aquellos tiempos las ma-temáticas y sus aplicaciones no estaban tan alejadas co-mo pueden estar hoy. Sin duda, los hechos que obser-

vó fueron aplicaciones de teoría matemática. Pero na-die ha tenido una apreciación más perspicaz que Pla-tón de la divergencia entre la exactitud del pensamien-to abstracto y el borroso margen de ambigüedad queaparece en toda observación. Realmente, en este aspec-to, Platón, el pensador abstracto, supera con muchoa John Stuart Mili, el filósofo inductivo. Mili, en su

explicación de los métodos inductivos de la ciencia,nunca afronta la dificultad de que la observación ja-más verifica exactamente la ley que se presume que con-firma. La sensibilidad de Platón para la inexactitud dela experiencia física en contraste con la exactitud del pensamiento sugiere que él era capaz de buscar por símismo. El determinismo de Mili es, de acuerdo con su

 propia teoría, una inducción respecto a la exactitud dela adaptación a las condiciones establecidas por circuns-tancias antecedentes. Pero nadie ha tenido jamás nin-guna experiencia semejante de adaptación exacta. Cual-quiera que sea la base observacional, nunca puede serobtenida como soporte de la doctrina de Mili. Platón

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conoció este hecho primario acerca de la experiencia;Mili no. El determinismo puede ser la doctrina verda-dera,; pero no puede nunca ser confirmado por los mé-todos prescritos por el empirismo inglés.

Cuando llegamos a Aristóteles, la enumeración desus actividades hace que nos maravillemos de que ha-ya tenido tiempo para pensar. Analizó las constitucio-nes de los principales estados griegos, criticó detalla-damente la gran literatura dramática de la época, di-secó peces, estudió minuciosamente sentencias y argu-mentos, enseñó al joven Alejandro. Un hombre que

ha hecho estas cosas, y muchas otras, bien podía ha- ber sido excusado si hubiera alegado falta de tiempo para el pensamiento meramente abstracto.

Al considerar la culminación de la especulación grie-ga en Platón y Aristóteles, las características que des-tacan definitivamente son la universalidad de sus inte-reses, la exactitud sistemática a la que han aspirado yla generalidad de sus pensamientos. No es una induc-ción temeraria concluir que estas características, con-

 jugadas, constituyen una protección fundamental dela especulación contra el desatino.

La Razón especulativa opera de dos maneras a finde someterse a la autoridad de los hechos sin perdersu misión de trascender los existentes análisis de los mis-mos. En una de ellas, acepta las limitaciones de un te-ma especial, tal como una ciencia o una metodología

 práctica. Procura entonces ampliar y refundir espe-culativamente las ideas categoriales que están dentrode los límites de ese tema. Esta es la Razón especulati-va en su más íntima alianza con la Razón metodológica.

En la otra, procura construir una cosmología que ex- prese la naturaleza general del mundo tal como se re-vela en los intereses humanos. Ya se ha señalado que,

 para mantener tal cosmología en contacto con la reali-dad, debe tomarse en cuenta la multitud de institucio-nes establecidas que constituyen las estructuras de lasociedad humana a través de las épocas. Unicamentede este modo podemos apelar a los verdaderos elemen-

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tos de la experiencia de la humanidad muy generales.Lo que estas instituciones significan en la experienciade sus contemporáneos representa los sólidos hechosde autoridad última.

La discordancia, en seguida descubierta, entre lascreencias y los propósitos de los hombres es trivial. Pero, en cierto modo, la tarea se simplifica. Los detallessuperficiales se manifiestan inmediatamente por la discordancia que revelan. La concordancia entre las nociones generales sobresale. El propio hecho de las instituciones para llevar a cabo propósitos acredita la incontestable creencia de que previsión y propósito pue

den determinar la obtención de fines. La discrepanciasobre códigos morales da fe del hecho de la experiencia moral. Ustedes no pueden disputar acerca de elementos desconocidos. La base de todo desacuerdo esalguna experiencia común comprendida de modoopuesto.

Una cosmología ha de ser sobre todo adecuada. No

ha de limitarse a las nociones categoriales de una solaciencia y dejar de explicar todo lo que no encaje en ella.Su cometido no es rechazar la experiencia, sino encontrar el sistema interpretativo más general. Además, noes una mera yuxtaposición de las variadas nociones categoriales de las diversas ciencias. Generaliza más alláde cualquier ciencia particular y proporciona así el sis

tema interpretativo que expresa su interconexión. Lacosmología, dado que es el resultado de la máxima generalidad de especulación, es la crítica de toda especulación inferior a ella misma en generalidad.

Pero la cosmología comparte las imperfecciones detodos los esfuerzos de la inteligencia finita. Las ciencias particulares no cumplen su objetivo, y la cosmo- *

logia también fracasa. O sea que, cuando se producela especulación nueva, se plantea un problema triple.Alguna ciencia particular, el esquema cosmológico yel nuevo concepto tendrán puntos de concordancia y puntos de discordancia. La Razón interviene en calidad de árbitro y, sin embargo, con un nuevo ejercicio

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de especulación. La ciencia es modificada, la perspec-tiva cosmológica es modificada y el nuevo concepto esmodificado. La disciplina conjunta ha eliminado loselementos de desatino, o de simple omisión, de los tres.

Los propósitos de la humanidad sufren la modifica-ción consiguiente y la conmoción se transmite por to-da la estructura sociológica de los métodos técnicos yde las instituciones.

Cada construcción de la inteligencia humana es másespecial, más limitada que su fin original. La cosmo-logía explica el sistema general de ideas generales apli-

cables a esta época del universo. Ha de hacerse abs-tracción de todos los detalles subordinados. O sea queha de ser una cosmología que gobierne muchas cien-cias. Lamentablemente, este ideal no se ha relizado. Las

 perspectivas cosmológicas de las distintas escuelas defilosofía difieren. Más que diferir, son en su mayoríainconsistentes entre sí. El descrédito de la filosofía se

ha suscitado en gran parte por esta lucha abierta de lasescuelas.En tanto que la falacia dogmática infeste el mundo,

la discrepancia continuará siendo mal interpretada. Sila filosofía se erige sobre ideas claras y distintas, en-tonces el desacuerdo de los filósofos, hombres compe-tentes y sinceros, implica que persiguen un fuego fa-

tuo. Pero, no bien se comprende la verdadera funcióndel racionalismo, que es una aproximación gradual alas ideas de claridad y generalidad, el desacuerdo es loque puede esperarse.

Las diversas cosmologías han dejado de alcanzar, envariados grados, la generalidad y la claridad que pre-tenden. Son inadecuadas, imprecisas, y fuerzan las no-ciones especiales más allá de los límites apropiados desu aplicación. Por ejemplo, Descartes tiene evidente-mente razón, en un sentido o en otro, cuando dice quetenemos cuerpos y que tenemos mentes, y que puedenser estudiados por separado. Es lo que hacemos a dia-rio en la vida práctica. Esta filosofía hace una ampliageneralización que, obviamente, tiene alguna validez

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importante. Pero, si ustedes la convierten en una cos-mología definitiva, los errores se deslizarán impercep-tiblemente. Lo mismo ocurre con otras escuelas filo-sóficas. Todas ellas dicen algo que es una verdad im- portante. Algunos tipos de filosofía han producido cos-mologías de mayor penetración que otras escuelas. Enciertas épocas puede aparecer una cosmología que in-cluya a sus predecesoras y les asigne su esfera de vali-dez. Pero, a la larga, esa cosmología será abandona-da. Aparecerán rivales rectificándola y, quizás, dejan-do de incluir algunas de sus verdades generales.

De este modo, la humanidad avanza dando traspiésen su tarea de comprender el mundo.

Como conclusión, debemos volver de nuevo a nues-tra cuestión inicial, que es el título de esta discusión:la función de la Razón. Si contemplamos el mundo co-mo un sistema físico determinado por sus estados an-tecedentes, nos ofrece el espectáculo de un sistema fi-nito que se hunde ininterrumpidamente, que pierde sus

actividades y sus variedades. Las diversas fórmulas evo-lucionistas no dan indicios de ninguna tendencia con-traria. La lucha por la existencia no insinúa por quéhan de surgir organismos delicados, más complejos. Delmismo modo, los seísmos no indican por qué ha de ha-

 ber ciudades. Asimismo, el apiñamiento de casas noes explicación de por qué las casas han de ser hermo-

sas. Pero hay en la naturaleza una cierta tendencia as-cendente, de dirección contraria al aspecto de la deca-dencia física. En nuestra experiencia encontramos ape-tición que efectúa una causación final hacia fines idea-les y que está fuera de la mera tendencia física. En eldesierto abrasador hay deseo de agua, mientras que latendencia física es hacia la sequedad creciente del cuer-

 po animal. La inclinación hacia la satisfacción estéti-ca mediante el goce de la belleza está igualmente fueradel mero orden físico.

Pero la simple apetición ciega sería el producto delazar y no podría llevar a ninguna parte. En nuestra ex- periencia encontramos la Razón y la imaginación es-

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 peculativa. Hay una discriminación de las apeticionesde acuerdo con una regla de idoneidad. Este reino dela Razón es vacilante, impreciso y oscuro. Pero está ahí.

Tenemos, pues, algún conocimiento, en una forma

adaptada a las especiales aptitudes de los seres huma-nos; tenemos algún conocimiento de esa tendencia con-trapuesta que convierte el desmoronamiento de un or-den en el nacimiento de su sucesor.