West, HR (1982) La Prueba Del Princiioio de Utilidad

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  1 “La ‘prueba’ del Principio de Utilidad de Mill” Henry R. West (Traducción de Magdalena Nápoli y Livio Mattarollo) * West, Henry “Mill’s Proof of the Principle of Utility”, en Lyons, D. (ed.), Mill’s Utilitarianism - Critical Essays, 1982. El utilitarismo, en cada una de sus formas o formulaciones, requiere una teoría para la evaluación de las consecuencias. Ya sea que las unidades de comportamiento que se juzgan sean actos, reglas, prácticas, actitudes o instituciones, para juzgarlas por su utilidad, es decir a través de su contribución a fines buenos o malos, se necesita una teoría acerca de qué cuenta como buenos o malos fines. Alguna variedad de hedonismo sirvió a este propósito en las filosofías de los utilitaristas clásicos, como Jeremy Bentham y John Stuart Mill. El propio Mill la llama: la teoría de la vida sobre la que se funda esta teoría de la moralidad -a saber, que el placer y la exención de sufrimiento son las únicas cosas deseables como fines-; y que todas las cosas deseables (que son tan numerosas en el proyecto utilitarista como en cualquier otro) son deseables ya bien por el placer inherente a ellas mismas, o como medios para la promoción del placer y la evitación del dolor.1 En el capítulo IV de su ensayo titulado El Utilitarismo, Mill trata la cuestión de a qué tipo de prueba es susceptible este principio. Los doce parágrafos del capítulo presentan un argumento que, de ser exitoso, es u no de los argumentos más importantes en toda la filosofía moral, pues aunque Mill diga q ue las cuestiones referidas a los fines últimos no son pasibles de “prueba directa”, cree que se pueden presentar consideraciones capaces de determinar al intelecto a asentir a la doctrina.2 Desafortunadamente, los intelectos de pocos comentadores de Mill han sido convencidos y quizás aún menos han acordado en la interpretación de su argumento. J. B. Schneewind dice de él: Casi nunca se ha generado tal revuelo. Ahora, en general, se acepta que Mill no está, en este capítulo, traicionando su propia creencia de que no se puede dar una prueba de un primer principio moral, pero no hay un acuerdo general sobre qué está haciendo. En los últimos quince años ha habido más ensayos tratando el tema de “la ‘prueba’ de Mill” que de cualquier otro tema en la historia del pensamiento ético.3 Mill dice que es imposible dar una prueba, en el “sentido ordinario y popular del término”, de la fórmula utilitarista sobre los fines últimos, pero continúa, No hemos de inferir, sin embargo, que su aceptación o rechazo haya de depender del impulso ciego o la elección arbitraria... El tema es susceptible de conocimiento mediante la facultad de la razón y, por ende, tampoco esta facultad se enfrenta con él solamente vía intuición. Pueden ofrecerse consideraciones capaces de lograr que el intelecto otorgue o deniegue su aprobación a esta doctrina; y ello equivale a una prueba.4 Más aún, al final de capítulo IV, dice que si la doctrina sobre la que ha argumentado es verdadera, “el principio de utilidad está comprobado”.5  Dada la afirmación de que ha comprobado su principio, o presentado algo equivalente a una prueba, creo que vale la pena desglosar la estructura del argumento en una forma deductiva. De esa manera, podemos determinar la naturaleza de las premisas que introduce, localizar los defectos que le impiden ser una deducción válida y ver si pueden formularse sup uestos plausibles u ofrecerse interpretaciones que sostengan las premisas y eliminen los defectos. Presentaré lo que creo que es una interpretación razonable de lo que Mill tenía en mente, y defenderé que los supuestos que se necesitan para hacer que el argumento sea efectivo son al menos plausibles aunque sean controversiales. La conclusión que él está buscando se establece en el parágrafo 2: “La doctrina utilitarista sostiene que la felicidad es deseable, y además la única cosa deseable como fin, siendo todas las

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West, HR (1982) La Prueba Del Princiioio de Utilidad

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    La prueba del Principio de Utilidad de Mill Henry R. West (Traduccin de Magdalena Npoli y Livio Mattarollo) * West, Henry Mills Proof of the Principle of Utility, en Lyons, D. (ed.), Mills Utilitarianism-Critical Essays, 1982. El utilitarismo, en cada una de sus formas o formulaciones, requiere una teora para la evaluacin de las consecuencias. Ya sea que las unidades de comportamiento que se juzgan sean actos, reglas, prcticas, actitudes o instituciones, para juzgarlas por su utilidad, es decir a travs de su contribucin a fines buenos o malos, se necesita una teora acerca de qu cuenta como buenos o malos fines. Alguna variedad de hedonismo sirvi a este propsito en las filosofas de los utilitaristas clsicos, como Jeremy Bentham y John Stuart Mill. El propio Mill la llama: la teora de la vida sobre la que se funda esta teora de la moralidad -a saber, que el placer y la exencin de sufrimiento son las nicas cosas deseables como fines-; y que todas las cosas deseables (que son tan numerosas en el proyecto utilitarista como en cualquier otro) son deseables ya bien por el placer inherente a ellas mismas, o como medios para la promocin del placer y la evitacin del dolor.1 En el captulo IV de su ensayo titulado El Utilitarismo, Mill trata la cuestin de a qu tipo de prueba es susceptible este principio. Los doce pargrafos del captulo presentan un argumento que, de ser exitoso, es uno de los argumentos ms importantes en toda la filosofa moral, pues aunque Mill diga que las cuestiones referidas a los fines ltimos no son pasibles de prueba directa, cree que se pueden presentar consideraciones capaces de determinar al intelecto a asentir a la doctrina.2 Desafortunadamente, los intelectos de pocos comentadores de Mill han sido convencidos y quizs an menos han acordado en la interpretacin de su argumento. J. B. Schneewind dice de l: Casi nunca se ha generado tal revuelo. Ahora, en general, se acepta que Mill no est, en este captulo, traicionando su propia creencia de que no se puede dar una prueba de un primer principio moral, pero no hay un acuerdo general sobre qu est haciendo. En los ltimos quince aos ha habido ms ensayos tratando el tema de la prueba de Mill que de cualquier otro tema en la historia del pensamiento tico.3 Mill dice que es imposible dar una prueba, en el sentido ordinario y popular del trmino, de la frmula utilitarista sobre los fines ltimos, pero contina, No hemos de inferir, sin embargo, que su aceptacin o rechazo haya de depender del impulso ciego o la eleccin arbitraria... El tema es susceptible de conocimiento mediante la facultad de la razn y, por ende, tampoco esta facultad se enfrenta con l solamente va intuicin. Pueden ofrecerse consideraciones capaces de lograr que el intelecto otorgue o deniegue su aprobacin a esta doctrina; y ello equivale a una prueba.4 Ms an, al final de captulo IV, dice que si la doctrina sobre la que ha argumentado es verdadera, el principio de utilidad est comprobado.5 Dada la afirmacin de que ha comprobado su principio, o presentado algo equivalente a una prueba, creo que vale la pena desglosar la estructura del argumento en una forma deductiva. De esa manera, podemos determinar la naturaleza de las premisas que introduce, localizar los defectos que le impiden ser una deduccin vlida y ver si pueden formularse supuestos plausibles u ofrecerse interpretaciones que sostengan las premisas y eliminen los defectos. Presentar lo que creo que es una interpretacin razonable de lo que Mill tena en mente, y defender que los supuestos que se necesitan para hacer que el argumento sea efectivo son al menos plausibles aunque sean controversiales. La conclusin que l est buscando se establece en el pargrafo 2: La doctrina utilitarista sostiene que la felicidad es deseable, y adems la nica cosa deseable como fin, siendo todas las

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    dems cosas slo deseables en cuanto medios para tal fin. La conexin entre esta idea y la moralidad est mencionada al final del pargrafo 9, donde dice que la promocin de la felicidad es la prueba con la que debe juzgarse toda conducta: La doctrina utilitarista sostiene que la felicidad es deseable, y la nica cosa deseable como un fin, siendo todas las otras cosas medios para tal fin. Mill tiene una visin compleja del modo en que el ltimo standard de la promocin de la felicidad debe aplicarse a la moralidad, y la moralidad es slo uno de los tres departamentos de lo que l llama el arte de la vida. Estas perspectivas generales y teleolgicas para probar la conducta, y el lugar de la moralidad en este marco teleolgico pueden encontrarse en otros lugares del ensayo y en la Lgica.6 No son parte de esta prueba, y no las discutir en este trabajo. Slo examinar cmo llega a la conclusin de que la felicidad es deseable y que es la nica cosa deseable como fin. La estructura del argumento es muy simple. En el pargrafo 3 argumenta que la felicidad es deseable. En lo que queda del captulo, argumenta que la felicidad es la nica cosa deseable. Un bosquejo del argumento puede esbozarse en las palabras del propio Mill: (1) El nico testimonio que es posible presentar de que algo es deseable es que la gente, en efecto, lo desee realmente (p. 3) (2) Cada persona, en la medida en que considera que es alcanzable, desea su propia felicidad (loc. cit) (Por lo tanto,) (3) La felicidad es un bien (loc. cit) l sustituye la expresin es bueno por la expresin es deseable, pero presumo que es slo por razones estilsticas. Pienso que, en este contexto, Mill considerara el uso de estas dos expresiones como intercambiables.7 El argumento para mostrar que la felicidad es la nica cosa deseable est igualmente basado en la evidencia del deseo actual: (4) La naturaleza humana est constituida de tal forma que no desea nada que no sea ya bien una parte de la felicidad o un medio para la felicidad (p. 9, argumentado a lo largo de los pargrafos 5-10) (Por lo tanto,) (5) Nada es un bien para los seres humanos sino en la medida en que sea agradable o sea un medio para obtener placer o evitar dolor (p. 11) Aqu el uso de placer y placentero en lugar de felicidad es meramente estilstico. A lo largo del ensayo l dice que por felicidad entiende placer y ausencia de dolor. Este es un simple bosquejo del argumento. Tal argumento se hace ms complejo por el hecho de que el deseo de felicidad es de cada individuo para con la propia, mientras que la doctrina utilitarista que Mill busca establecer es que la felicidad general es el fundamento de la moralidad.8 En el pargrafo 3, esta distincin es explcita. Habiendo dicho que cada persona desea su propia felicidad, Mill dice que tenemos la prueba completa que pueda exigirse para afirmar que la felicidad es un bien: que la felicidad de cada persona es un bien para esa persona, y la felicidad general, por consiguiente, un bien para el conjunto de todas las personas (p. 90) A estas proposiciones las podemos establecer como tesis separadas: (3A) La felicidad de cada persona es un bien para esa persona (Por lo tanto,) (3B) La felicidad general [es] un bien para el conjunto de todas las personas La distincin tambin puede introducirse en la segunda parte del argumento. Sin duda, la premisa psicolgica (4) significa:

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    (4) Cada persona no desea nada que no sea o una parte de su felicidad o un medio para obtenerla.9 Y paralelamente a (3A) y (3B), puede introducirse la distincin entre cada persona y el conjunto de todas las personas. Esto dara: (5A) Nada es un bien para cada persona sino en tanto es o una parte de su felicidad o un medio para obtenerla. (Por lo tanto,) (5B) Nada es un bien para el conjunto de todas las personas sino en tanto es una parte de la felicidad general o un medio para obtenerla. A partir de (3B) y (5B) podemos deducir una interpretacin de la doctrina utilitarista, tal como sigue: (6) La felicidad [general, o una parte de la felicidad general] es deseable, y adems, la nica cosa deseable como fin, siendo todas las dems cosas slo deseables en cuanto medios para tal fin. Examinando el argumento, puede verse que (1) es una premisa metodolgica; que (2) y (4) son premisas fctico-psicolgicas; que sobre la base de (2) y de (4) se sostienen, respectivamente, (3) o (3A) y a (5) o (5A). La premisa (2) probablemente no sea controversial. Las premisas controversiales son (1) y (4), y los pasos controversiales son: el que se da al afirmar que la felicidad es normativamente deseable porque de hecho se la desea y el que se da al afirmar la conclusin de que la felicidad general es deseable para el conjunto de personas porque cada persona desea la felicidad para s. Parece haber tres temas centrales: (A) la metodologa de Mill, que consiste en argumentar a favor de aquello que es deseable con la evidencia de lo que de hecho se desea; (B) su hedonismo psicolgico, es decir, que cada persona desee su propia felicidad como un fin y no desee nada como un fin que no sea parte de su felicidad, y (C) el argumento de que si la felicidad de cada persona es un bien que incluye el nico bien para l, como un fin, entonces la felicidad general es un bien que incluye el nico bien, como un fin, para el conjunto de todas las personas. Tratar a estos temas por separado. A. EL DESEO COMO EVIDENCIA DE LO DESEABLE Considero que difcilmente es necesario sealar que Mill no dijo que deseable o lo bueno signifique deseado, como Moore dice que s dijo.10 Mill no est cometiendo una falacia naturalista o definista.11 Cuando demarca proposiciones fcticas y normativas, Mill es demasiado explcito.12 Tambin considero que no es probable que la similitud de las terminaciones verbales de visible y audible lo haya llevado a pensar que deseable significa capaz de ser deseado.13 El significado de la analoga con visible y audible se anuncia en el primer pargrafo del captulo. Las primeras premisas de nuestro conocimiento no admiten pruebas de razonamiento, pero estn sujetas a una apelacin directa a los sentidos; Mill sugiere que las primeras premisas de las conductas estn sujetas a una apelacin directa a nuestra facultad de deseo. No se sigue de ello que l considere lo que es deseable como una posibilidad permanente de deseo. Eso sera considerarlo como una cuestin de hecho. La analoga consiste en que tal como los juicios existenciales estn basados en la evidencia de los sentidos y son corregidos por una evidencias ms profundas de los sentidos, del mismo modo los juicios acerca de lo que es deseable se basan en lo que se desea y son corregidos por una evidencia ms profunda de lo que es deseado. La nica evidencia en la que una recomendacin de un fin de la conducta puede basarse es aquello que se encuentra apelando a la facultad de deseo. Mill tambin fundamenta su apelacin al deseo mediante un argumento pragmtico: Si el fin que la doctrina utilitarista se propone a s misma no fuese, en la teora y en la prctica, reconocido como fin, nada podra convencer a persona alguna de que es tal cosa.14

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    Nada de lo que puede decirse acerca de la lgica de recomendar un fin de la conducta impide que cualquier fin sea recomendado, pero slo aqul que se base en los deseos actuales ser convincente. Este es un caso en el cual la prueba no es una prueba en el sentido ordinario. No hay ninguna necesidad de aceptar el deseo como la nica evidencia de deseabilidad. Es lgicamente posible que los fines de la conducta que no son, de hecho, deseados, sean recomendados sin contradiccin alguna. La fuerza de la apelacin a aquello que se desea es slo para convencer, no para descartar lgicamente todas las otras posibilidades. El significado de la premisa (1), no obstante, es primariamente negativo. Niega la existencia de una intuicin intelectual de los fines normativos de conducta. La facultad a la cual Mill apela es una que toma conocimiento de los fines prcticos, pero por medio del sentir o la sensibilidad ms que a travs del intelecto o el sentido moral. Est negando que intuyamos lo que es intrnsecamente un bien de un modo cognitivo y directo. La nica manera de argumentar una posicin negativa como sta de forma concluyente sera tomar cada intuicin putativa y examinarla crticamente para intentar mostrar que puede reducirse a un deseo o, de otro modo, a un absurdo. Yo puedo, obviamente, no hacer esto para defender la prueba de Mill. Puedo slo afirmar que no encuentro convincentes todas las posiciones que afirman la intuicin de valores, independientemente de los deseos (o agrados y desagrados); as que creo que su punto de partida escptico es plausible. Sin embargo, los deseos que tenemos proveen fines prcticos que sern perseguidos, a no ser que se frustren por la persecucin de los fines de otros deseos. Esto provee un espacio en el cual la razn prctica puede buscar un orden en el desorden, analizando los deseos para determinar cules son ilusorios; cules son fundamentales, y cul es el objeto comn a todos ellos. Es a esta ltima cuestin a la que el hedonismo psicolgico de Mill pretende haber respondido. B. EL HEDONISMO PSICOLGICO El argumento que ofrece Mill para (4) tiene dos partes. Una est en el pargrafo 11, donde clasifica como meros hbitos aquellos fines de la conducta que no busca ni como fines para obtener la felicidad ni como partes de la misma. Afirma que ellos han devenido fines de la conducta: La voluntad es hija del deseo, y abandona el dominio de su progenitor slo para pasar a depender del hbito. Aquello que resulta del hbito no abona el presupuesto de que sea intrnsecamente bueno.15 Tal argumento lo deja con que todo lo que proporciona una presuncin de ser intrnsecamente bueno es un objeto de deseo consciente. Creo que no es necesario aceptar las consideraciones asociacionistas de Mill respecto a todas las conductas habituales, o su identificacin con hbitos voluntarios no-deliberativos, no-deseantes, voluntarios como hbitos. Alcanza con que las acciones que no son resultado de la deliberacin y el deseo consciente no proporcionen presunciones de que sus fines nos ayudan a identificar lo que es deseable para nosotros. Los ticos evolucionistas, los tericos de la ley natural y muchos otros quizs negaran esto, pero yo creo que es un escepticismo plausible. La otra parte de su argumento consiste en afirmar que todos los objetos del deseo consciente estn asociados con el placer o la ausencia de dolor, sea como medio o como fin. Muchos deseos son adquiridos, tales como el deseo de virtud o de poseer dinero, y fueron deseados a travs del mecanismo de asociacin [de esas cosas] con el placer o la ausencia de dolor. Sean adquiridos o no, los fines ltimos de los deseos pueden ser considerados como experiencias o estados de cosas, con un componente de placer: son placeres o partes de la felicidad. Aunque puedan caer bajo varias otras descripciones, es el hecho de que son ingredientes de la felicidad lo que proporciona un comn denominador y una versin unificada del deseo. Si Mill acierta en que hay un componente de placer para el fin ltimo de todo deseo, y en que ningn otro denominador comn provee un relato unificado del deseo, entonces es persuasiva su pretensin de que es el componente de placer (i.e., ser una parte de la felicidad) el elemento que hace deseables como fines a los objetos de deseo, el que los recomienda al intelecto como

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    base para la accin y el cual puede suministrar una evaluacin crtica en el caso de que haya conflicto entre deseos. Es tentador leer en Mill la afirmacin de que la cualidad agradable del estado de conciencia deseado es el objeto real de deseo. As como el terico de los datos sensoriales afirma que uno ve slo datos de los sentidos, aunque sea palpable que ve cosas que, en los lenguajes comunes, son decididamente distinguibles de los datos de los sentidos (i.e., cualquier palabra de un lenguaje comn es una palabra de datos de los sentidos- suspiros, sonidos, apariencias, o cualquiera), de la misma manera, puede pensarse que Mill sostiene que uno desea slo el componente de placer de las experiencias deseadas, aunque sea palpable que la gente desea cosas que, en lenguaje comn, se distinguen claramente de la felicidad.16 Creo que esto es imposible de reconciliar con el discurso de Mill acerca de que los objetos de deseo son msica, salud, virtud, poder, fama, posesin de dinero, y no slo el sentimiento agradable que los acompaa. Adems, no necesita hacer una afirmacin tan fuerte. Solamente necesita sostener que, como un hecho psicolgico, la msica, la salud, etc., no seran deseadas si no estuviesen conectadas con el placer o la ausencia de dolor o con asociaciones pasadas. El deseo es evidencia de deseabilidad, pero no confiere deseabilidad. Esto es obvio en el caso de las cosas que se desean como medios. Por reflejo, es obvio en el caso de las cosas que se desean como fines. El avaro desea la posesin de dinero. El deseo no hace a la posesin de dinero un objeto normativo de la accin para una persona razonable. La evidencia provista por el deseo debe ser analizada; es slo mediante el anlisis del hecho de que el avaro desee la posesin de dinero como una parte de su felicidad que l resultara feliz mediante tal posesin- que la evidencia del deseo encaja en una teora comprehensiva. Es esta teora la que identifica el placer inherente a las cosas deseables como aquello que las hace deseables. El placer inherente a ellas no tiene que ser discriminado en s mismo como el objeto del deseo. Algunos comentadores tambin han pensado que Mill reduce la relacin entre el deseo y los placeres a una relacin trivial en el pasaje que dice: ...desear una cosa y encontrarla agradable, sentir aversin por la misma y considerarla dolorosa, son fenmenos absolutamente inseparables, o ms bien dos partes del mismo fenmeno. Siendo estrictos, habra que decir que se trata de dos modos distintos de nombrar el mismo hecho psicolgico: que el considerar a un objeto deseable (a menos que se tengan en cuenta sus consecuencias) y considerarlo agradable son una y la misma cosa, y que desear algo, a no ser en la medida en que la idea de ellos sea agradable es una imposibilidad fsica y metafasica17 Esta afirmacin es ciertamente sorprendente para el lector del siglo XX, pero, en su contexto, Mill le est pidiendo al lector que se ocupe de practicar auto-conciencia y auto-observacin. Si los trminos fueran reductibles el uno al otro, independientemente de la observacin, es difcil ver por qu Mill nos invitara a intentar algo que aparenta ser un descubrimiento emprico. Una pista para la interpretacin es que para Mill metafsico significa aproximadamente psicolgico.18 En las notas que hace al libro de su padre, Analysis of the Phenomena of the Human Mind, Mill discute el siguiente enunciado: El trmino Idea de un placer expresa precisamente la misma cosa que el trmino Deseo. Esto es as por el mismo significado de las palabras.19 J. S. Mill dice que el deseo es ms que la idea del placer deseado, siendo, en verdad, el estado inicial de la Voluntad. En lo que llamamos Deseo, creo que siempre est incluido un estmulo positivo para la accin.20 De acuerdo con J. S. Mill, entonces, debe hacerse una distincin entre desear una cosa y pensar que es placentera. El deseo es psicolgicamente ms complejo y es concebible que pueda poseer un objeto pensado como no placentero. Es obvio que puede tener un objeto ms inclusivo, como es el caso de desear los medios para un fin cuando los medios son desagradables. En todo caso, la cuestin es psicolgica, no lingstica. La afirmacin sustantiva de Mill es que el deseo y el placer (o la ausencia del dolor) son psicolgicamente inseparables. Si esto es verdad, se siguen dos cosas: primero, (4) queda establecido cada persona no desea nada que no sea o una parte de su felicidad o un medio para

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    obtenerla; segundo, dado que la obtencin de placer y la ausencia del dolor son los denominadores comunes del deseo, la evidencia del deseo apoya la teora de que son los aspectos placenteros y dolorosos de los objetos del deseo y de la aversin los que los hacen deseables e indeseables y que eso debera servir como el criterio para evaluar las buenas y malas consecuencias en una teora normativa de la conducta. Una defensa adecuada de la posicin de Mill requerira un anlisis ms profundo del deseo, del placer y del dolor, de la felicidad y de la desdicha. Considero, no obstante, que la interpretacin ofrecida anteriormente muestra que la posicin no carece completamente de plausibilidad y que puede sostenerse con un anlisis ms refinado. C. DESDE LA FELICIDAD DE CADA PERSONA HACIA LA FELICIDAD GENERAL Si se convence al intelecto de que la felicidad de la persona es un bien y, adems, de que es el nico bien para esa persona, se sigue de ello que el intelecto ser convencido de que la felicidad general es un bien y, adems, el nico bien para el conjunto de las personas? Mill piensa, presumiblemente, que esto es obvio, ya que lo afirma sin ningn argumento. Aparentemente, piensa que prcticamente ha establecido (3B) cuando ha establecido (3A), y (5B) cuando ha establecido (5A). Creo que Mill fue malinterpretado en este argumento porque los comentadores consideraron que su conclusin es una afirmacin mucho ms fuerte de lo que realmente es. Mill hace una afirmacin bastante dbil, lo que se ve cuando notamos qu quiere decir con la felicidad general. De a cuerdo con Mill, la felicidad general es una mera suma de instancias de felicidad individual. As como la felicidad personal no es un algo colectivo sino, simplemente, una suma de placeres,21 de la misma manera podemos pensar que Mill sostiene que la felicidad general es simplemente una suma de placeres individuales. An as, hay dos maneras de entender el argumento. Una es que para esa persona representa el punto de vista del agente cuando est tomando decisiones prudenciales; para el conjunto representa el punto de vista del hombre benevolente cuando acta moralmente. Pueden sealarse algunos puntos a favor de esta interpretacin, pero no creo que sea la correcta. Preferira pensar que Mill cree que su anlisis del deseo muestra que la felicidad es el tipo de cosa que constituye el bienestar intrnseco, donde sea que ocurra. Todas las instancias de la felicidad sern parte del bienestar personal de alguien, esto es, un bien para alguien, pero, al ser instancias de la felicidad, tienen un denominador comn que las hace del mismo tipo donde sea que ocurran -ya sea en experiencias diferentes de un individuo determinado o en las experiencias de individuos diferentes. Ms an, Mill asume que el valor de diferentes instancias de felicidad puede considerarse como sumado para generar un bien ms grande. Estos supuestos estn explcitos en una carta que Mill escribi con respecto al movimiento desde (3A) hacia (3B): Con respecto a la oracin de mi [obra] El utilitarismo que usted cita, cuando dije que la felicidad general es un bien para el conjunto de las personas, no quise decir que la felicidad de cada ser humano es un bien para cada uno de los otros seres humanos, aunque pienso que en un estado de sociedad y una educacin buenos esto podra darse. En esta oracin en particular, simplemente quise argumentar que, dado que la felicidad de A es un bien, la de B es un bien, la de C es un bien, etc., la suma de todos estos bienes debe ser un bien.22 Sus supuestos son an ms explcitos en una nota al pie del captulo V de El utilitarismo. All, respondiendo a la objecin de que el principio de utilidad presupone el principio anterior de que todos tienen igual derecho a la felicidad, Mill dice: Podra ser correctamente descripto suponiendo que las mismas cantidades de felicidad son igualmente deseables, ya sean sentidas por la misma persona, o personas diferentes. Esto, sin embargo, no es un supuesto, no es una premisa necesaria para sostener el principio de utilidad, sino el principio mismo; [] Si hay un principio anterior implicado, no puede ser otro que ste que las verdades de la aritmtica son aplicables a la valoracin de la felicidad, como a todas las otras cantidades mesurables.23

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    Parece claro, entonces, que el para cada persona en (3A) y (5A) no representa un punto de vista, sino simplemente la localizacin o encarnacin del bienestar que no puede existir sin localizacin o encarnacin, y el para el conjunto de todas las personas en (3B) y (5B) se refiere a la localizacin o encarnacin del bienestar en un grupo de individuos, y no un punto de vista. Mill interpreta que el bien para el conjunto de A, B, C, etc., es una suma de los bienes para A, los bienes para B, los bienes para C, etc. l asume que la felicidad es aritmtica, capaz de ser sumada para obtener una felicidad total, general, y que los bienes para personas diferentes son aritmticos, capaces de ser sumados para obtener un bien total para el conjunto de todas las personas. Con estos supuestos, (3B) se sigue de (3A), porque decir que la felicidad general es un bien para el conjunto de las personas es decir, meramente, que la felicidad de A, ms la de B, ms la de C, etc., constituye un bien para A, ms un bien para B, ms un bien para C, etc. Y (5B) se sigue de (5A). Si nada es un bien para cada persona sino en tanto es una parte de su felicidad (o un medio para obtenerla), entonces nada ser parte de la suma de bienes para A, ms bienes para B, ms bienes para C, etc., sino en tanto sea una parte de la felicidad de A, o una parte de la felicidad de B, etc., o un medio de obtenerlas. Esta interpretacin explica por qu Mill no se molest en afirmar (5A) y (5B) explcitamente y por qu pas de (3A) a (3B) en una oracin. La evidencia del deseo muestra que la felicidad es la clase de cosa deseable como fin. No es una clase diferente de cosa cuando est localizada en la experiencia de A que cuando lo est en la experiencia de B. Por lo tanto, ya sea que un individuo desea la felicidad general o no, si cada una de sus partes se muestra como deseable por la evidencia del deseo, debido a la clase de cosa que cada parte es, entonces la suma de estas partes ser deseable porque es simplemente una sumatoria de instancias del mismo tipo de cosas.24 Dada esta interpretacin de la doctrina utilitarista, representada por (6), quizs resulte mejor planteada aclarando que Mill cree que la felicidad, donde sea que ocurra, es lo que se desea como un fin. Esto podra reformularse con la siguiente interpretacin: (6) La felicidad es [el tipo de cosa que es] deseable, y la nica [clase de cosa] deseable, como fin, siendo todas las otras cosas deseables slo como medios para ese fin. De esto, dice seguirse la conexin con la moral: (7) La promocin [de la felicidad] es el nico criterio mediante el cual juzgamos toda conducta humana; de donde se sigue necesariamente que debe constituir el criterio de la moral, ya que la parte est incluida en el todo.25 Si mi elucidacin anterior del argumento que Mill ofrece a favor de la felicidad como la clase de cosa que hace que los objetos de deseo sean deseables fue convincente, entonces el argumento tiene cierta plausibilidad. El deseo no confiere deseabilidad; es la evidencia de qu tipo de cosa constituye el bienestar. De esta manera, que uno desee slo su propia felicidad no restringe la deseabilidad de la felicidad slo a la propia. Si la deseabilidad de la felicidad como tal es identificada (y no creada) por el propio deseo en la propia experiencia, su deseabilidad -donde sea que se localice- puede ser admitida por el intelecto. Que el valor de diferentes instancias de felicidad es aritmtico es ciertamente controvertido, pero no es, creo, indefendible. Sin una definicin operacional para medir, es difcil saber cun felices son dos individuos diferentes, pero parece plausible que si dos personas son, de hecho, igualmente felices, entonces existe el doble de felicidad. Mill reconoce la dificultad que hay en determinar cun feliz es una persona. Considera que las medidas de Bentham de la intensidad y duracin son inadecuadas para capturar las complejas dimensiones hednicas de la experiencia, afirmando que la nica prueba del placer comparativo de dos experiencias es la preferencia imparcial de aquellos que han experimentado ambas. sta no es una medicin directa del sentimiento de la experiencia, dado que las experiencias casi nunca son simultneas. Es un juicio basado en la memoria. An es menos confiable cuando se realizan comparaciones interpersonales, dado que slo uno puede asumirse una igualdad aproximada de sensibilidad entre personas o hacerse una estimacin aproximada de diferencia en caso de que la evidencia basada en el comportamiento o la fisiologa muestre una base para la diferencia. De esta manera,

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    las sumatorias de las instancias de felicidad sern imprecisas, pero nosotros juzgamos que un curso de accin har ms o menos felices a las personas. Estos no son juicios sin significado; an siendo slo estimaciones aproximadas, ellas asumen (y creo que justificadamente) que diferentes instancias de felicidad son conmensurables. Que la felicidad general es simplemente la suma de la felicidad de todos los individuos y que el bien para el conjunto de todos es simplemente la suma de los bienes para cada uno es, como el principio metodolgico, primariamente negativo en su significado. Est negando que haya alguna felicidad o algn valor que no pueda ser analizado sin remanente como la felicidad o el bien de algn o algunos individuos. Para probar esto se requerira refutar toda pretensin de algo semejante a un bien social irreductible. As que, de nuevo, simplemente afirmo que considero que su escepticismo es plausible. Si la prueba de Mill es plausible, como he sugerido, no se sigue que cualquiera acte conforme a ella. El intelecto puede estar convencido de que es plausible y hasta de que es correcta, sin ser movido a conducir su vida de modo tal de maximizar la propia felicidad o a identificar la felicidad general con la propia y volverse un utilitarista practicante. Esto, de acuerdo con Mill, requiere un buen estado de la sociedad y de la educacin. Pero convencer al intelecto puede ser un primer paso. Notas: 1 John Stuart Mill, Utilitarismo, captulo II, pargrafo 2. Utilitarismo, publicado en 1861, es reimpreso en Obras completas de John Stuart Mill, volumen X: Ensayos sobre tica, Religin y Sociedad, editor J. W. Robson (Toronto, Imprenta de la Universidad de Toronto, 1969), pp. 203-259, y en varias otras ediciones. Las referencias sern a captulo y pargrafo. A menos que no se aclare, las referencias sern a pargrafos del captulo IV. 2 Captulo I, Pargrafo 5. 3 Introduccin a Mills Ethical Writings, editados con una introduccin de J. B. Schneewind (Londres: Collier-Mcmillan Ltd., Nueva York: Collier Books, 1965), p. 31. En los aos posteriores a 1965 cuando Schneewind escribi esto, la frecuencia de ensayos sobre este tema aument considerablemente. 4 Captulo I, Pargrafo 5. 5 Pargrafo 11. (nfasis agregado). 6 Libro VI, captulo XII. Para un anlisis de estas observaciones complejas, vase (D. P. Dryer, El utilitarismo de Mill, en Obras completas de John Stuart Mill, volumen X: Ensayos sobre tica, Religin y Sociedad, pp. Xiii-cxiii, especialmente xcv-cxiii, y D. Lyons, La teora de la moral de Mill, Nous 10 (1976): 101-120. 7 En su ensayo La teora del valor de Mill, Teora 36 (1970): 100-115, Doroty Mitchell hace una distincin entre deseable y bien basada en un anlisis del uso de deseable en contextos de lenguaje ordinario. Considero correcta su idea de que no son sinnimos en Ingls, pero pienso, sin embargo, que Mill los est usando como tales en su ensayo. 8 Para una discusin de este punto, vase H. R. West, Reconstruyendo la prueba de Mill del Principio de Utilidad, Mind 81 (1972): 256-257. 9 Esta parte de la doctrina psicolgica de Mill se establece explcitamente en su ensayo sobre La filosofa moral de Whewell. Cita a Whewell como dieciendo que no podemos desear algo ms a menos que se identifique con nuestra felicidad. Para esto Mill dice que no tiene objecin alguna, si con identificacin quiso decir que debe darse primero que lo que deseemos no-egostamente, mediante un proceso mental, devenga una parte actual de lo que buscams como felicidad; que el bien se los otros devenga placer propio porque hemos aprendido a encontrar pacer en l; pensamos que esto es el verdadero relato filosfico de la cuestin (La filosofa moral de Whewell, Obras completas de John Stuart Mill, volumen X: Ensayos sobre tica, Religin y Sociedad, nota de la p. 184; Schneewind, editor, Escritos ticos de Mill, nota de la p. 192). 10 George Edward Moore, Principia Ethica (Cambridge, Imprenta de la Universidad de Cambridge, 1984 [primera edicin: 1903]), p. 66. 11 La interpretacin de Moore sobre la falacia naturalista cometida por Mill es analizada y refutada por E. W. May en La prueba de la Utilidad en Bentham y Mill, Ethics 61, (1650-51): 66-68. R. F. Tkinson en La prueba del principio de utilidad de J. S. Mill, Philosophy 32 (1957): 158-167, llama la atencin sobre la continua dificultad presentada por una nota al pie en el Captulo Iv, donde Mill dice ... por lo que es el principio de utilidad, si no es que felicidad y deseable son trminos sinnimos. Esto es un extrao uso de sinnimos pero no pienso que debe ser interpretado (absurdamente) como si dijera que la Felicidad es deseable es una tautologa. l podra querer decir simplemente que los dos trminos son aplicables al mismo fenmeno. Uno de modo descriptivo, otro de modo normativo. 12 Esto se encuentra en el libro VI, captulo XII, seccin VI de la Lgica, donde dice que un primer principio de un Arte (incluyendo el Arte de la Vida, que encarna los primeros principios de toda conducta) enuncia el objeto al que se apunta y afirma que es un objeto deseable. No afirma que algo sea, pero aconseja que algo debiera ser. Una proposicin cuyo predicado est expresado por las palabras debera (ought) o debera ser (should be), es genricamente diferente de otra expresada con las palabras es o ser. 13 Otro de los cargos de Moore, en Principia Ethica, p. 67 14 Pargrafo 3.

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    15 Pargrafo 11. 16 Pargrafo 4, el padre de J. S. Mill, James Mill, aparentemente sostena esa perspectiva: deseamos agua para beber, fuego para calentarnos, y as sucesivamente. Pero, no es el agua lo que deseamos, sino el placer de beber; no es el fuego lo que deseamos, sino el placer del calor. (James Mill, Analysis of the Phenomena of the Human Mind, 2nd edition, ed. John Stuart Mill, captulo XIX). 17 Pargrafo 10. 18 Por ejemplo, dice que el carcter peculiar de lo que llamamos sentimientos morales no es una cuestin de la tica, sino de la Metafsica. (Whewells Moral Philosophy, p. 185). Esta interpretacin del trmino metafsico se argumenta vivamente en M. Mandelbaum, On Interpreting Mills Utilitarianism, Journal of the History of Philosophy 6 (1968): 39. 19 James Mill, Analysis of the Phenomena of the Human Mind, captulo XIX. El pasaje continua: La idea de un placer es la idea de algo que es bueno tener. Pero, qu es el deseo, sino la idea de algo que es bueno tener; siendo bueno tener ni ms ni menos que deseable de tener? Por lo tanto, los trminos idea de placer y deseo no son sino dos nombres; la cosa nombrada, el estado de la conciencia, es uno y el mismo. 20 James Mill, Analysis of the Phenomena of the Human Mind, 2nd edition, volume II, nota 36. 21 Pargrafo 5 y pargrafo 6. 22 The Letters of John Stuart Mill, 2 volumes, ed. H. S. R. Elliot (London: Longmans, Green and Co., 1910), Vol. 2, p. 116; Collected Works of John Stuart Mill, Vol. XVI: The Later Letters of John Stuart Mill 1819-1873, editado por Francis E. Mineka y Dwight N. Lindley (Toronto: University of Toronto Press, 1972), p. 1414. Citado en Schneewing (ed.), Mills Ethical Writings, p. 339. 23 Captulo V, el segundo pargrafo contando desde el ltimo del captulo. 24 John Marshall, en The Proof of Utility and Equity in Mills Utillitarianism, Canadian Journal of Philosophy 3, (1973-74): 13-26, especialmente p. 16, seala la ambigedad de la pregunta Qu es deseable como fin? Puede interpretarse como preguntando Qu tipo de cosa? o Qu cosa especfica? l interpreta a Mill como pensando ms en trminos de la primera pregunta cuando argumenta que la felicidad de cada persona es deseable. Yo afirmo que la prueba de Mill se ocupa slo de la primera cuestin y creo que Marshall lee demasiado profundo al encontrar una prueba de la equidad tambin. Para una visin ms profunda de la posicin de Marshall, vase Egalitarianism and the General Happiness en The Limits of Utilitarianism, ed. por Harlan B. Miller y William H. Williams (Minneapolis: University of Minnesota press, 1982). 25 Pargrafo 9.