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LAS CALLES DEL ESTRÉS

Dénix Alberto Rodríguez Torres Departamento de Humanidades, Universidad Santo Tomás, Bucaramanga

Cuenta la historia que en 1920 Freud formuló su postulado del “Instinto de la Agresividad” luego de perder dos hijos en la primera guerra mundial, fue tal su trauma que intentó elaborar teóricamente el horror de aquella guerra. Dicho postulado gozó de gran popularidad en buena parte de los países occidentales.

Lo que es claro para nuestro contexto, es que agresivos por naturaleza o no, dicha conducta cobija nuestra realidad y nos pone a la defensiva ante cualquier estímulo. Las calles de nuestras ciudades, en medio del mundanal ruido son el mejor escenario para observar recurrentes episodios de agresividad que recrean la cotidianidad: en la marcha, buena parte de los conductores dirigen sus autos a la defensiva del peatón imprudente, del motociclista osado y de los desprevenidos o avispados conductores del frenético caudal de automóviles, en este escenario improperios van y vienen, terminando muchas veces en improvisados cuadriláteros callejeros ante la más irrisoria desavención.

A lo anterior se suma, en nuestras calles y “autopistas” provincianas, la persecución legalizada de los guardas de tránsito, que surgen de la nada y como espantos están prontos a sancionar y perseguir a los conductores que por naturaleza para éstos significa “Infractor”. No hay pedagogía ni acciones de prevención, sino el control excesivo y

obsesivo que sanciona y genera dividendos económicos a sus arcas. De allí se desprende una moraleja: Se teme a la ley por temor a la multa, más no se le respeta por que se le conoce y se miden las consecuencias.

Los grandes exabruptos del servicio público, la delincuencia callejera, la contaminación generada por la emisión de gases nocivos para la salud, el afán de llegar a tiempo, la desconfianza, los ríos de ventas informales bajo la ley del rebusque, la mendicidad, el afán de los centros comerciales con altos decibeles de sonido por atraer a sus clientes, el acoso de las

autoridades ante lo prohibido, los periódicos accidentes de todo tipo, sólo afirman el estrés y éste se convierte finalmente en la agresividad con la que cualquier peatón o conductor carga su vida y está muy proclive a la agresividad que como “instinto” aflora sin mayor contratiempo y podría explicar cientos de actos violentos.

Quienes no empuñamos armas, quienes optamos por una vida honesta y al servicio de los demás, quienes no queremos ni permitimos la violencia en ninguna de sus manifestaciones, quisiéramos también estar exentos del “instinto de agresividad” que Freud proclamó, pero que sin renuncia alguna se reafirma en las calles del estrés.

FUENTE DE LA IMAGEN: http://es.123rf.com/clipart-vectorizado/congestionamiento_vial