crubweb.uncoma.edu.arcrubweb.uncoma.edu.ar/docbiologia/Descargas/TESIS... · Web viewSin embargo,...
Transcript of crubweb.uncoma.edu.arcrubweb.uncoma.edu.ar/docbiologia/Descargas/TESIS... · Web viewSin embargo,...
Universidad Nacional del Comahue
Centro Regional Universitario Bariloche
Evaluación de los reservorios etnobotánicos en las poblaciones
rurales del centro norte de la Provincia del Chubut
Trabajo de Tesis para optar al Título de Doctor en Biología
Autora: Lic. Marina Richeri
Directora: Dra. Ana H. Ladio
Año: 2016
2
RESUMEN
En la presente tesis estudiamos el conocimiento botánico local, ligado al uso de las especies
medicinales, comestibles, combustibles, estructurales y otros usos de las plantas -y su
inmersión en un contexto ecológico y socio-cultural dinámico- en tres comunidades rurales de
ascendencia mapuche-tehuelche asentadas en la Comarca de la Meseta Central del Chubut. La
particularidad de estos poblados es que habitan un territorio marcadamente hostil, un
ambiente semi-árido, azotado por fuertes vientos la mayor parte del año, temperaturas
extremas y un alto grado de aislamiento. Actualmente, las comunidades subsisten
principalmente, mediante la actividad de ganadería criancera y en menor medida, el empleo
público. Esta investigación fue diseñada y llevada a cabo bajo un enfoque etnobotánico y,
dentro de esta línea, utilizamos como principales marcos teóricos de indagación la teoría del
Conocimiento Ecológico Tradicional - y particularmente delimitamos como eje del trabajo al
Conocimiento Botánico Local – y la teoría de la resiliencia. Los principales objetivos fueron
caracterizar el cuerpo de conocimientos vinculados a las plantas, teniendo en cuenta las
particularidades de sus componentes (especies) utilizados y los mecanismos (prácticas)
aplicados, que se vinculan con estrategias adaptativas de selección de los recursos vegetales
en estas comunidades aisladas, como son la versatilidad y la redundancia de un determinado
recurso.
La metodología etnobotánica aplicada incluye la realización de entrevistas semi-estructuradas,
enlistados libres de especies, caminatas de reconocimiento de especies y de ambientes de
obtención del recurso, observación participante, talleres participativos abiertos a la comunidad
e intercambios de información en el ámbito escolar. Realizamos 3 campañas que redundaron
en el trabajo con 69 unidades familiares. Se practicaron distintas entrevistas con diferente
grado de estructuración (libres, semi-estructuradas, enlistados libres) en dichas unidades. Se
totalizaron al menos 69 entrevistas (23 en cada comunidad) a 40 mujeres y 29 hombres con un
promedio de edad de 50 años (rango etario entre 20 y 90 años). Recolectamos herborizamos e
identificamos material vegetal citado en las entrevistas y talleres, y las copias de los herbarios
fueron depositadas en las comunas rurales correspondientes. Indagamos acerca de los
nombres populares y los usos de las plantas, así como también sobre los lugares de obtención 3
(naturales y antrópicos) y forma de adquisición del recurso. Además registramos datos acerca
de la las prácticas de manejo vinculadas al uso eficiente y autosustentable de las plantas.
En el primer capítulo definimos el enfoque etnobotánico que guió el presente estudio. Además
expusimos los marcos teóricos que nos sirvieron de perspectiva para indagar sobre los saberes
y prácticas vinculados a las plantas. En este sentido, presentamos la idea de Conocimiento
Ecológico Tradicional, y particularmente, el concepto de Conocimiento Botánico Local,
objeto de estudio de esta investigación. Finalmente, a partir de entender que existe una
identidad social, ambiental, histórica y económica que une las comunidades de la comarca de
la meseta, elaboramos el concepto de “reservorio etnobotánico” que será abarcado en el
marco de esta tesis. Este concepto propuesto como punto de aproximación, nos permite
visibilizar al conjunto de conocimientos y prácticas etnobotánicas que constituyen focos
aislados de saber en el territorio patagónico y operan de manera cotidiana en la vida de la
gente.
En el segundo capítulo comparamos cualitativamente los tres sitios de estudio, tomando en
cuenta características biofísicas y sociales vinculadas a las comunidades que integraron esta
investigación. Además incluimos una breve mirada sobre la historia compartida por la gente
de la meseta a partir de los grupos étnicos originarios locales, su desplazamiento y
sometimiento a partir de la “campaña al desierto” y los sucesivos movimientos migratorios
que continúan construyendo la población actual. Por último, abordamos algunas
particularidades de la vida rural en estos parajes que se encuentran, relativamente, aislados
geográfica y socialmente.
En el tercer capítulo presentamos los resultados principales en relación a la caracterización del
Conocimiento Botánico Local. Actualmente las tres comunidades utilizan una riqueza de
especies similar, en total registramos 117 etnoespecies útiles agrupadas en 101 especies y 16
géneros. Las especies nativas como el tomillo silvestre (Acantholippia seriphioides) y el
michay (Berberis microphylla) son las especies cuyo uso se comparte más entre los
entrevistados, así como otras especies exóticas como la cebolla, la lechuga y el ajo ocupan un
lugar destacado en la vida de la gente. Los entrevistados citaron 77 plantas medicinales, 44
comestibles, 28 combustibles y 16 estructurales entre los principales usos, correspondiedo 52
4
% a especies exóticas y 48 % a nativas de la Patagonia. Las familias botánicas más
representadas son Asteraceae, Fabaceae y Rosaceae. Dentro de los mecanismos de
adquisición de plantas encontramos que la recolección es el más importante, seguido por el
cultivo y la compra. Las especies nativas son recolectadas en su totalidad, mientras que las
introducidas son cultivadas (80%), recolectadas (15%) y compradas en comercios (5%). Los
principales microambientes de obtención del recurso vegetal son el “campo” y la “quinta”,
también recuren al “cerro”, a “los alrededores de la casa”, a la “costa” y a los “negocios” de la
zona. Del campo se recolectan la mayor parte de las plantas medicinales, combustibles y
estructurales, de la quinta se obtienen la mayoría de las especies comestibles y medicinales,
de los cerros se obtienen en su mayoría plantas medicinales, que no se localizan en otros
microambientes. Las especies más versátiles son Acantholippia seriphioides, Berberis
microphylla, Ephedra ochreata y Condalia microphylla y además representan las plantas con
mayor consenso dentro de las comunidades.
En el capítulo 4 presentamos los resultados vinculados específicamente a las plantas
medicinales como una solución local. Registramos que la mayor parte de las especies (N=77)
se utilizan para tratar dolencias digestivas, luego siguen las respiratorias entre las principales.
Observamos recursos vegetales redundantes para determinado uso, por ejemplo
Nardophyllum bryoides (sietecamisas), Tanacetum vulgare (palma), Berberis microphylla
(michay) y Solanum tuberosum (papa) se utilizan frecuentemente para bajar la fiebre.
Analizamos la variación en la riqueza de especies entre las comunidades y encontramos que
no mostró variación significativa. Hombres y mujeres de las comunidades reconocen un
número similar de etnoespecies, sin embargo aquellos que se autoidentifican como parte de
pueblos originarios citaron un número mayor de plantas. Las especies más versátiles son las
especies más citadas por los pobladores. Detectamos que las herbolarias actuales de las
comunidades de la Comarca de la Meseta Central del Chubut son mixtas, producto de
procesos de hibridación cultural tal como lo revela la alta proporción de especies introducidas,
incluidas tanto recientemente como hace más de 100 años. Entendemos que subyace en estas
herbolarias la coexistencia de diferentes mundos simbólicos que se imbrican entre sí como
formas de resistencia cultural ante el cambio del entorno. Los variados componentes y
mecanismos expuestos en este trabajo como soluciones locales reflejan, por un lado, el
5
abanico de recursos útiles aprovechables y por otro, el grado de flexibilidad del conocimiento
tradicional en la incorporación de nuevos saberes, que aportan riqueza y ayudan a afrontar las
nuevas condiciones del entorno, desarrollando patrones de sustentabilidad y un manejo local
de los recursos.
En el quinto capítulo, describimos nuestro intercambio y diálogo de saberes con la gente en
las entrevistas hogareñas, las caminatas, y los talleres participativos y escolares, de modo de
reflexionar sobre los impactos de nuestra práctica de campo en relación a esta tesis. Además
analizamos los resultados obtenidos luego de la realización de charlas educativas y talleres
sobre plantas nativas con los docentes de las escuelas rurales de cada comunidad , y el valor
de la transferencia como posible forma para reactivar los saberes y mediar en la recuperación
de la historia oral acerca de las plantas en los pobladores. Finalmente presentamos el último
capítulo con las conclusiones generales y perspectivas.
6
SUMMARY
In this work we studied local botanical knowledge (LBK) associated with the use of
medicinal, edible, combustible, and structural species, as well as other plant uses, in three
rural communities of Mapuche-Tehuelche ancestry situated in the region of the Central
Plateau of Chubut province. We also evaluated the immersion of these plants in an ecological
context and socio-cultural dynamic. The special feature of these populations is that they
inhabit a territory which is markedly hostile, a semi-arid environment buffeted by strong
winds for most of the year, extreme temperatures and a high level of isolation. At the present
time the subsistence lifestyle of these communities is mainly based on the breeding of
livestock, and to a lesser extent, state employment. This investigation was designed and
carried out using an ethnobotanical approach, and the principal theoretical frameworks of
study employed were the theory of Traditional Ecological Knowledge–focusing particularly
on LBK–and the theory of resilience. The main objectives were to characterize the body of
knowledge associated with plants, taking into account the particularities of components
(species) used, and the mechanisms (practices) applied which are linked with adaptive
selection strategies of plant resources in these isolated communities, such as versatility and
the redundancy of a certain resource.
The ethnobotanical methodology applied includes the performance of semi-structured
interviews, free listing of species, walks for recognition of species and gathering
environments, participant observation, participative workshops open to the community and
the exchange of information in a school context. We carried out 3 campaigns which involved
working with 69 family units. A total of 69 interviews (23 in each community) with different
levels of structuring (free, semi-structured, free listing) were carried out with 40 women and
29 men, whose average age was 50 years. We gathered and botanised the plant material cited
in the interviews and workshops, and copies of the herbarium were placed in the
corresponding rural communities. We enquired as to the common names and uses of the
plants, the gathering environments (natural and anthropic), and the method of obtaining the
resource. In addition, we recorded data on the management practices associated with efficient,
self-sustainable use of the plants.
In the first chapter we defined the ethnobotanical focus that guides the present study and
7
described the theoretical framework which provided the perspective for investigating
knowledge and practices associated with plants. In addition, we presented the idea of
Traditional Ecological Knowledge, and the concept of Local Botanical Knowledge (LBK) in
particular, the subject under study in this work. Finally, based on the understanding that there
is a social, environmental, historical and economic identity which unites the communities of
the plateau region, we established the concept of an “ethnobotanical reservoir” which will be
dealt with in this thesis. This concept, proposed as a point of approach, enables us to visualise
the set of ethnobotanical knowledge and practices that constitute isolated focal points of
knowledge in Patagonia, and which are applied on a daily basis in the lives of inhabitants.
In the second chapter we compared the three study sites qualitatively, taking into account the
biophysical and social characteristics of the communities involved. We also included a brief
look at the shared history of inhabitants of the plateau: the original ethnic groups, their
displacement and subjection through the “desert campaign” and their successive migrations
which continue to construct the present population. Finally, we mentioned some special
characteristics of rural life in these areas, which are relatively isolated, both geographically
and socially.
In the third chapter we presented our main results in relation to characterisation of LBK. At
present the three communities use similar species richness; in total we registered 117 useful
ethnospecies, grouped into 101 species and 16 genera. The use of native species such as
tomillo silvestre (Acantholippia seriphioides) and michay (Berberis microphylla) are
mentioned most by interviewees, along with exotic species such as onion, lettuce, and garlic,
which occupy a central place in the lives of inhabitants. Informants cited 77 medicinal, 44
edible, 28 combustible and 16 structural plants amongst the principal uses, of which 52%
correspond to exotic species and 48% to native Patagonian species. The most represented
botanical families are Asteraceae, Fabaceae and Rosaceae. We found that gathering is the
most important acquisition mechanism, followed by cultivation and purchase. The native
species are all gathered, while the introduced species are cultivated (80%), gathered (15%)
and purchased in shops (5%). The principal microenvironments where the plant resource can
be found is the “campo” (the steppe) and the “quinta” (home garden), but they also mention
the “cerro”, (mountain), “los alrededores de la casa” (close to the house), the “costa” (coast)
8
and the “negocios” (shops) in the area.
Most of the medicinal, combustible and structural plants are gathered in the steppe whereas
most of the edible and medicinal species are obtained from home gardens, and from the
mountains locals gather mainly the medicinal species not found in the other
microenvironments. The most versatile species are Acantholippia seriphioides, Berberis
microphylla, Ephedra ochreata and Condalia microphylla, and these are also the plants with
the highest consensus within the communities.
In chapter 4 we presented results related specifically to medicinal plants as a local solution.
We found that the majority of these species (N=77) are used to treat digestive complaints,
followed by respiratory affections. We observed that plant resources which were redundant
for certain uses, for example Nardophyllum brioides (sietecamisas), Tanacetum vulgare
(palma), Berberis microphylla (michay) and Solanum tuberosum (papa), were used frequently
to lower fever. We analysed the variation in species richness between communities and found
no significant variation. Men and women recognise a similar number of ethnospecies;
however, those who identify themselves as belonging to the indigenous peoples cited a greater
number of plants. The most versatile species are the species most frequently cited by
inhabitants. We detected that the current herbalism of the Chubut plateau communities is
mixed, a product of cultural hybridisation processes, as revealed by the high proportion of
introduced species, whether included recently or over 100 years ago. We understand that
underlying this herbalism is the coexistence of different symbolic worlds, which overlap and
intersect as forms of cultural resistance in the face of changes in their surroundings. The
varied components and mechanisms presented in this work as local solutions reflect, on the
one hand, the wide range of useful resources to be taken advantage of, and on the other hand,
the level of flexibility of traditional knowledge in the incorporation of new knowledge, which
is enriching and helps locals to cope with new environmental conditions, developing patterns
of sustainability and local management of resources. Finally, in the fifth chapter, we described
our interchange of knowledge and dialogue during the interviews in homes, the walks, the
participative workshops and school visits so as to reflect on the impact of our fieldwork for
this thesis. We analysed the results we obtained following educational talks and workshops on
native plants with the teachers of the rural schools in each locality, and the value of this
9
transfer of knowledge as a possible way to reactivate traditional wisdom and contribute to the
recovery of the local oral tradition in relation to plants. Finally, we present the last chapter
with final conclusions and job prospects.
10
TABLA DE CONTENIDOS
Resumen……………………………………………………………………..………………..2
Summary……………………………………………………………………………………...6
Tabla de contenidos…………………………………...…………………………………….10
Primer capítulo: Enfoque etnobotánico……………………………...……………..……..13
Introducción general.………………………………………………………………....13
Objetivos generales……...…………………………………………………………...21
Contenido de los capítulos ………………………………………………………......21
Segundo capítulo: Comunidades de la Comarca de la Meseta Central del Chubut…….23
Caracterización geográfico-ambiental de la región…………………………………..23
La gente de la meseta chubutense, una breve mirada sobre su historia……………...26
Lagunita Salada, Gastre y Gan Gan………………………………………………….31
Tercer capítulo: Conocimiento botánico local y ambientes de obtención de plantas en la
meseta chubutense…………………………………...………………………………………40
Introducción………………………………….……...…………………………….....40
Objetivos e hipótesis de trabajo………………………..………………...…………..47
Metodología…………………………………………...………………………….….47
Recolección de datos…………………………………………….…………………...49
Tratamiento de los datos……………………………………...……………………...51
Análisis estadísticos………………………………………………………………….53
Resultados y discusión………………..…………………………………………...…54
Riqueza de especies e importancia cultural de las plantas en las comunidades rurales
de la meseta……………………………………………………………………….…54
Familias botánicas…………………………………………………………………...58
Principales usos de las plantas: comestible, medicinal, combustible y estructura…..60
Similitud entre categorías de uso…………………………...………………… …….63
Repertorio de especies en cada categoría de uso……………………………... …….64
Especies nativas e introducidas…………………………………………………........70
Prácticas de recolección……………………………………………………………...74
11
Versatilidad de uso de las plantas. Descripción de algunas de las especies más
valoradas y más versátiles…………………………………………………........……76
Microambientes de obtención de las plantas……………………………………........81
Microambientes y categorías de uso de las especies…………………………...…….84
Conclusiones…………………………………………………………………………88
Anexo I…………………………………………………...…………………………..90
Cuarto capítulo: Herbolarias rurales en la meseta chubutense: soluciones locales y
versatilidad………………………………………………………...………………………...96
Introducción…………………………………………..……………………………...96
Sistemas de salud de la región………………………………………………..……...97
El conocimiento herbolario de los pobladores rurales y sus patrones de variación en
Patagonia……………………………………………….…………………………....99
Objetivos e hipótesis………………………………………………………………..101
Metodología………………………………………………………………...………102
Comunidades participantes del estudio……………………………………...……. .102
Abordaje de la investigación………………………………………...……………...102
Metodología etnobotánica………………………………………………...………...103
Tratamiento de los datos……………………………………………………………104
Análisis estadísticos………………………………………………………...……....105
Resultados y discusión………………………………………………………….......106
Riqueza de especies, usos medicinales y origen biogeográfico de las plantas
medicinales……………………………………………………………………… …106
Plantas medicinales nativas e introducidas……………………………………...….108
Formas de obtención de las plantas medicinales……………………………............112
Variación del Conocimiento Herbolario (CH): entre comunidades, entre edades,
género y grupos étnicos……………..……………………..…………………….….113
Otro aspecto de la herbolaria: mecanismos que reflejan flexibilidad………………119
Conclusiones……………………………...………………………………………...123
Anexo II…………………………………………………………………………….125
Quinto capítulo: Trayectorias y reflexiones sobre el trabajo de campo y las tareas de
12
devolución de los resultados………………………………..………………..……….……128
Algunas palabras sobre la oralidad como una de las fuentes de investigación en este
estudio…………………………………………………………...…………………….…….128
El saber local en contextos escolares………………………………………………………..128
Entrevistas personales…….…………………………………………………………………130
Caminatas de reconocimiento de especies y observación participante….…………………..133
Talleres participativos e intervenciones escolares: devolución de resultados a la
comunidad...............................................................................................................................136
Consideraciones finales respecto de los talleres participativos e intervenciones
escolares…............................................................................................................................. 144
Último capítulo: Conclusiones finales, perspectivas y sugerencias…………………..…147
Bibliografía general. ……………………………………………………………………….151
Agradecimientos…………………………………………………………………………... 170
Artículos de respaldo………………………………………………………………………171
13
PRIMER CAPÍTULO
Enfoque etnobotánico
[…] el hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido también. Ahora
no sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos o un caos
azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y
un hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en
una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o
en la mera y sencilla felicidad.”
De El hilo y la fábula, Jorge L. Borges
INTRODUCCIÓN GENERAL
Gran crisis ambiental, sequías históricas, inundaciones, cambio climático, inseguridad
alimentaria y sanitaria, restricciones al uso ancestral de la tierra, despoblamiento progresivo
de las zonas rurales y avance de emprendimientos extractivistas de gran escala constituyen,
solamente, algunos de los desafíos para la humanidad en este siglo (Sala et al., 2000). Dentro
de este panorama de rápido cambio ambiental y cultural resulta urgente el desarrollo de
medidas que tiendan a mantener y/o recuperar la seguridad sanitaria y alimentaria de sus
poblaciones humanas En este escenario, la etnobotánica surge como un área del
conocimiento científico capaz de abarcar dicha complejidad ya que integra las ciencias
exactas y naturales con las sociales y permite un estudio más integrador de la compleja
relación que existe entre las sociedades humanas y los elementos vegetales que conforman su
entorno y su universo (Tuxtill y Nabhan, 2001; Campbell y Luckert, 2002; Albuquerque et
al., 2014).
Uno de los pilares teóricos más utilizados y citados en los estudios etnobotánicos lo
constituye el Conocimiento Ecológico Tradicional (CET) que se define como el conjunto
acumulativo de conocimientos, experiencias, prácticas y representaciones desarrolladas y
conservadas activamente por los pueblos con extensas historias de interacción con el entorno 14
natural (Berkes et al., 2000). Este sofisticado y ajustado sistema de entendimientos,
interpretaciones y significados son parte de un complejo cultural multidimensional que abarca
el lenguaje, la nomenclatura, las clasificaciones y prácticas de uso de los recursos que brinda
la naturaleza, los rituales, los conceptos vinculados a la espiritualidad, en resumen, se trata de
la forma particular de ver el mundo de cada grupo humano (Berkes, 1993; Gadgil et al.,
1993; Hunn, 2002). A su vez, este cuerpo de saberes y prácticas, es mantenido y alimentado a
lo largo de las generaciones, en mayor medida por transmisión cultural, de aspectos materiales
y simbólicos, y generalmente en forma oral (Voghl et al., 2002). Es así que el CET
constituye parte importante del acervo cultural de las comunidades locales porque refleja una
forma de integración ser humano-sociedad-naturaleza que evolucionó mediante mecanismos
adaptativos de selección cultural y que permanece vigente hasta el día de hoy por diversos
modosde transmisión (Berkes et al., 2000).
Figura1.1 Las plantas son, frecuentemente, una solución efectiva para
solucionar problemas en el ámbito doméstico. Dina nos muestra con
orgullo una plantita de menta que creció “sola” en su invernáculo y que
ella usa para saborizar el mate.
La integración de los aspectos sociales, económicos y culturales, lamentablemente ha sido
escasamente incluida en las investigaciones provenientes desde la biología de la conservación.
15
En los últimos tiempos, ha sido señalado especialmente la necesidad de abordar
adecuadamente las dimensiones humana y biológica para la sustentabilidad de los
ecosistemas. Por ejemplo, algunos estudios revelan que existe una correlación entre una alta
diversidad lingüística y la diversidad biológica sustentadas por dichas culturas (Sutherland,
2003). A a su vez Primack et al. (2006) sugieren que las comunidades humanas han
coevolucionado con sus ecosistemas locales, desarrollando formas particulares de describir,
relacionarse y coexistir con éstos. Esta conexión e interrelación entre diversidad biológica y
cultural se ha llamado diversidad biocultural, y es una expresión del reconocimiento del
vínculo intrínseco entre la diversidad de culturas humanas, lenguajes y ecorregiones (Toledo y
Barrera-Bassols, 2008; Maffi, 2001).
Dentro de este contexto, podemos delimitar al Conocimiento Botánico Tradicional (CBT)
como un subconjunto del CET que representa a aquellas prácticas, creencias y valoraciones -
por parte de hombres y mujeres- para con los elementos vegetales de su entorno (Pochettino y
Lema, 2008). Tanto la construcción del CBT (y obviamente del CET) como su desarrollo
implican procesos dinámicos que, en general, responden de manera flexible y que permiten
una mayor sustentabilidad en las prácticas llevadas a cabo, sobre todo, por comunidades que
desarrollan sus tareas cotidianas y sus economías en íntima conexión con las plantas que
conforman su entorno ecológico (Davidson- Hunt y Berkes, 2003; Ladio y Lozada, 2008).
Por otra parte y dado que la compleja interrelación entre los hombres y mujeres con las
plantas tiene varios estratos y aristas, es necesario - para lograr una adecuada interpretación y
entendimiento de tal sistema - evaluar y analizar la información con una mirada que sea lo
más abarcadora posible. En este sentido, lo que llamamos en este texto “recurso vegetal” toma
una amplitud mayor que la concepción clásica de la ecología, en donde los recursos naturales
son vistos como elementos plausibles de explotación por otros, por ejemplo los animales y/o
humanos (Begon et al., 1987). En cambio, desde una mirada etnobotánica (que visibiliza la
mirada local), los recursos comprenden a las plantas en toda su dimensión cultural e incorpora
a todos aquellos elementos (materiales e inmateriales) que permiten que las comunidades
desarrollen y conserven actividades, que propicien su dignidad, la de su familia, la de la
comunidad toda y el bienestar de las generaciones futuras, según su propia visión del mundo y
su sistema de valores (Ladio, 2006; Pochettino et al., 2010; Ladio y Molares, 2014).
16
Particularmente, la temática vinculada a la relación entre sociedades y plantas ha estado
abordada por la biología de la conservación guiada por conceptos y metodologías de la
ecología clásica. Sin embargo, el modelo ecológico imperante hasta hace unos años, suponía
que un equilibrio ecológico está centrado en el balance ideal de la naturaleza. Este paradigma
posiciona a la naturaleza en un estado específico que debe ser mantenido y aislado en su
interrelación con otros sistemas, como el social (Pickett y Ostfeld, 1995) y bajo esta
perspectiva, los humanos están excluidos debido a que están fuera del control del manejo del
ecosistema y la dinámica del sistema es cerrada (Pickett et al., 1997). Este modelo, también
referido como el “modelo prístino de la naturaleza”, considera a los humanos como seres no
naturales y dañinos para el ambiente, y como conclusión, los seres humanos deben estar
físicamente fuera de las áreas de conservación para prevenir el daño a los procesos ecológicos
(Acosta, 2009; Estévez et al., 2010). Desde que se llevó a cabo la Cumbre de la Tierra de Río
de Janeiro (1992) ha comenzado a evidenciarse una mayor inclusión de los aspectos
culturales en los problemas de conservación ambiental. Estos nuevos paradigmas, como el
llamado “etnoconservacionismo” (Santos Fita et al., 2009), renuevan la mirada para esta
temática e incluyen a las poblaciones locales como actores principales y fundamentales para
la sustentabilidad de los sistemas.
Figura 1.2. Algunos pueblos rurales organizan encuentros donde participan
los líderes comunales, los vecinos y grupos científicos-técnicos..
Sin embargo, aún hoy continúa siendo un desafío para científicos, extensionistas y políticos 17
incorporarse al nuevo paradigma etnoconservacionista. Muchos proyectos vinculados al
llamado “manejo de los recursos naturales” tienden a ignorar, subestimar o incluso a
desautorizar otros sistemas de conocimiento que suelen conocerse como no científicos o
pseudocientíficos (Aikenhead y Michelle, 2001, Santos Fita et al. 2009). Una de las
diferencias más marcadas entre conocimiento local y científico es que el primero es
“situado”, adaptado a las condiciones locales, mientras que el científico se construye en la
universalidad –a medida de políticas globalizadoras y homogeneizantes-, por ende muchas
veces no ofrece soluciones locales a problemas de sustentabilidad de los sistemas (Escobar,
2009, Toledo y Bassols, 2010).
En este marco de conflicto, el reconocimiento y el desarrollo de investigaciones guiadas por el
paradigma del pluralismo de ideas que ofrecen los sistemas de conocimiento tradicionales o
populares, resultan una opción indispensables (Mundy, 1995). Dicha forma de comprender la
naturaleza, desarrollada por gente fuera del ámbito científico-académico, encierra una enorme
riqueza, aunque ésta comúnmente sea poco aprovechada e incluida en las políticas de
gobierno (Figura 1.2). En este sentido, la Conferencia Mundial sobre Ciencia de la UNESCO–
ICSU (1999) destacó la importancia de integrar el conocimiento tradicional, especialmente en
la educación y la investigación científicas (Liebenstein, 2000). Diversos estudios han puesto
de relieve las contribuciones de los sistemas de conocimiento tradicional a algunos campos de
la ciencia, sobre todo en lo referente a la agricultura, los recursos naturales y la salud
(Liebenstein, 2001; Anon., 2011). En definitiva, se trata de comprender que una verdadera
integración o diálogo entre los distintos tipos de percibir y conocer el entorno permitirá un
mayor grado de entendimiento y una verdadera innovación para resistir y responder con
inteligencia a los procesos de cambio global, nombrados más arriba, como son el cambio
climático, la seguridad alimentaria y los conflictos socio-ambientales en general.
La etnobotánica –y la etnobiología en general- recurre frecuentemente al concepto de
“resiliencia” para explicar numerosos procesos que marcan la relación entre el ser humano y
la naturaleza.. El vocablo “resiliencia” provine del latín resilium, que significa “volver atrás”,
“volver de un salto”, “volver al estado inicial”, “rebotar”. Es un término que originariamente
proviene de la Física para referirse a la cualidad de elasticidad y plasticidad de una sustancia y
puede medirse como la energía de deformación que puede ser recuperada a partir de un
18
cuerpo deformado cuando cesa el esfuerzo que causa tal deformación (Greene y Conrad,
2002). Actualmente, la resiliencia es un concepto utilizado por varias disciplinas. Desde la
psicología, se entiende a la resiliencia como sinónimo de “entereza”, es decir como la
capacidad de superar algún conflicto y salir fortalecido de tal situación (Vera Poseck, 2004).
Desde el campo de la Ecología, algunos autores (Berkes et al., 2003; Walker et al., 2004)
definieron el concepto de resiliencia, aplicada a sistemas socio- ecológicos complejos,
mediante tres capacidades distintivas: 1) de soportar o amortiguar las transformaciones del
medio, manteniendo su estructura y función esencial; 2) de auto-organización y 3) de
continuo aprendizaje e innovación. En resumen, un sistema es resiliente si posee la capacidad
de absorber perturbaciones del ambiente y reorganizarse mientras conserva esencialmente la
misma función, estructura, identidad pero integra nuevos elementos a su matriz básica.
En forma complementaria, Scheffer et al. (2001) argumentan que la resiliencia de una
comunidad incrementa la probabilidad de evitar, en sistemas complejos, estados o resultantes
no deseados como aquellos que son producto de la tensión entre procesos conservadores e
innovadores (llamados “dominios de estabilidad”). Más aún, los autores sostienen que la
resiliencia genera flexibilidad y oportunidades para desarrollar un sistema más sustentable.
Precisamente y en relación con los eventos socioglobales vigentes, Calvente (2007) advierte
que evitar los “dominios de estabilidad” no deseados podría ser uno de los desafíos para una
humanidad que desarrolla lazos cada vez más agresivos con su medio natural.
Figura 1.3. Las huertas domiciliarias son un claro ejemplo de aplicación de estrategias que
permiten mantener una alimentación variada a pesar de estar emplazadas en sitios de clima hostil y
cambiante.
19
En este sentido, el Conocimiento Botánico Local (CBL) constituye una fuente fundamental
para la comprensión de cómo la gente puede vivir dentro de un contexto de rápida
transformación ambiental- social y aumentar su capacidad de recuperación o amortiguación
del impacto (de dicho cambio) mediante la aplicación de una gran diversidad de estrategias,
experiencias e innovaciones para el futuro (Figura 1.3). Dentro de este panorama, las
comunidades rurales que habitan la parte extraandina de la Patagonia constituyen,
actualmente, verdaderos reservorios de CBL. Estos pequeños y aislados parajes constituyen
un interesante foco de estudio por su rico cuerpo de saberes locales vinculados a las plantas y
a la naturaleza en general (Richeri et al., 2012; 2013; Cardoso et al., 2013; Ochoa y Ladio,
2014). Sumado a esto, estos pueblos vienen sufriendo marcados procesos de rápido cambio
ecológico, económico y social.
Particularmente, nos interesa estudiar las comunidades rurales que conforman la Comarca de
la Meseta Central del Chubut (Figura 1.4) Estos pequeños parajes se caracterizan por estar
emplazados en ecosistemas semiáridos, con regímenes climáticos de escaso aporte de agua,
pero con la presencia de surgimientos naturales de agua de deshielo y mallines que afloran,
más o menos, regularmente en toda la comarca y que definen el establecimiento de estancias
ganaderas particulares, aldeas rurales escolares o, en algunos casos, pequeños poblados con
presencia de varias instituciones públicas.
Figura 1.4. Mapa de la Provincia del Chubut, el recuadro negro indica la extensión de la Comarca de la Meseta
Central (izq.). Típico poblado de la comarca, asentado a lo largo de vertientes naturales y cerros (der.).
La identidad social, ambiental, histórica y económica que comparten las comunidades que
20
componen la comarca, nos llevó a elaborar el concepto de “reservorio etnobotánico” y que
será evaluado en el marco de esta tesis. Este concepto propuesto como punto de
aproximación nos permite visibilizar al conjunto de conocimientos y prácticas – que están
vinculados al uso de las plantas- que responden a selecciones adaptativas por parte de los
pobladores rurales a lo largo de la historia de dichas comunidades y que son mantenidas
“localmente”, hasta la actualidad, en el seno de las mismas (Figura 1.5). Estos reservorios
etnobotánicos constituyen focos aislados de saber en el territorio patagónico, están
mayormente invisibilizados por y para los técnicos y científicos que trabajan en la región,
pero operan de manera cotidiana en la vida de la gente.
Figura 1.5. Las comunidades rurales de la Comarca de la Meseta Central del Chubut funcionan como reservorios activos y dinámicos de conocimiento del ambiente natural: saben localizar fuentes de agua pura, reconocer las plantas medicinales que necesitan, utilizar eficientemente las plantas como combustible, entre otros usos.
Habitualmente, los saberes locales son percibidos como un cuerpo inflexible de
conocimientos que se va transmitiendo de generación a generación de manera conservativa
(Boy y Richerson, 1988), sin embargo, dichos conocimientos tienen en su lógica inherente
una gran capacidad de cambio (Ladio, 2011) y en esta flexilibilidad reside la capacidad de
resiliencia del mismo. El término “tradicional” recuerda sin dudas algo que no cambia, que es
rígido. Nuestra proposición en cambio sugiere que los conocimientos locales son
constantemente readaptados, renovados y cambiados. Cada generación reinterpreta la cultura
heredada de sus mayores y las utiliza como base para poder crear estrategias que le permitan 21
vivir lo mejor posible en un entorno que cambia muy rápidamente. En este sentido, es común
que se haya interpretado la incorporación de nuevas herramientas o tecnologías como una
“erosión” del conocimiento tradicional de un grupo humano (Lozada et al., 2006). Sin
embargo, el dinamismo de las culturas tradicionales parece estar más relacionado con su
resiliencia o capacidad de amortiguar y reorganizarse frente a un cambio que con la fragilidad
de su cultura, aunque en este último caso no pueden desestimarse procesos ligados a la
dominación cultural que están actuando en los sistemas locales. De esta manera es a través de
la combinación de modernidad y tradición, vinculadas al uso de los recursos
naturales/vegetales, que las comunidades rurales pueden mantener la particularidad de sus
modos de vida, sus valores y visiones del mundo (Ladio y Albuquerque, 2014).
OBJETIVOS GENERALES
- Explorar y analizar el reservorio etnobotánico actual mantenido y utilizado por las
comunidades de la Comarca de la Meseta Central del Chubut y determinar los principales
factores socio-ambientales que influyen en los patrones de uso de las plantas y que son parte
de sus procesos de resiliencia socio-ambiental.
- Analizar y reflexionar sore el trabajo etnobotánico y las actividades conjuntas de
participación que se han efectuado en las comunidades con el fin de recuperar y poner en
valor los saberes locales vinculados a las plantas, como una posible herramienta más que
aporta a la sustentabilidad.
OBJETIVOS PARTICULARES E HIPÓTESIS DE TRABAJO
Serán enumerados en los correspondientes capítulos.
CONTENIDOS DE LOS CAPÍTULOS RESTANTES
En el capítulo 2 abordaremos algunas características ambientales, sociales, económicas y
vinculadas a la historia de la meseta chubutense así como también algunas particularidades
de cada comunidad participante. El objetivo de este capítulo será contextuar al lector y brindar
un marco de interpretación de los datos etnobotánicos recabados.
La totalidad de la información etnobotánica registrada en los tres sitios estará descrita y
22
analizada en el capítulo 3, respondiendo a las preguntas iniciales de este estudio: ¿Cuál es la
riqueza de saberes y prácticas asociado a las plantas en la zona estudiada?, ¿Cuáles son las
plantas con mayores consensos entre los participantes?, ¿Para qué las utilizan y cómo?, ¿En
qué tipo de ambientes se obtienen las plantas?, ¿Cómo se asocian los conocimientos acerca de
plantas respecto a los usos medicinales, comestibles, leñateros y otros?.
El capítulo 4 tratará más profundamente los aspectos vinculados al conocimiento local de las
plantas medicinales al cual denominaremos “conocimiento herbolario local (CH)” y su
variación dentro de las comunidades que viven en la comarca. Las preguntas que guiaron el
desarrollo de esta sección son: ¿Cómo varía el CH entre los sitios de estudio, teniendo en
cuenta variables de tipo socio-económicas como edad, género y autodeterminación cultural?
Además, exploraremos algunas de las soluciones locales como indicios/respuesta de
flexibilidad y resiliencia en el CH frente a los procesos de cambio ambiental y social.
Abordaremos los componentes y mecanismos que generan flexibilidad en el CH y permiten a
los pobladores ser más autosuficientes en la prevención y tratamiento de las dolencias más
comunes.
En el capítulo 5, finalmente, expondremos con detalle las actividades de divulgación e
intercambio llevadas a cabo junto a cada comunidad participante de esta investigación.
Además haremos un análisis cualitativo del efecto de la intervención pasiva y participativa
dentro de la comunidad al llevar a cabo este trabajo.
23
SEGUNDO CAPÍTULO
Comunidades de la Comarca de la Meseta Central del Chubut
“[…] Cada día transcurrido, cada combate librada, cada
escaramuza trabada, son nuevos estímulos para la continuación de
la pelea. El eco de los ayes de mil caídos entre los escombros es el
toque de clarín que llama a un millón al pie de las barricadas.
El Proletariado ha luchado medio siglo, tiene sus glorias, sus
tradiciones, su historia.[…]
[…]En el recuerdo está el ejemplo. Y un buen ejemplo es un
presagio de redención.”
De Retrospeccción, José Ingenieros
Caracterización geográfico-ambiental de la región
Ubicación
La Comarca de la Meseta Central del Chubut abarca un amplio sector de la provincia desde el
Paralelo 42º S al norte y la Ruta Nacional Nº 25 al sur, y entre los meridianos 71º a 66º de
Latitud Oeste, incluyendo los departamentos Cushamen, Gastre, Languiñeo, Mártires, Paso de
Indios, Colan Conhue, Dique Ameghino, Gan Gan, Lagunita Salada, Yalalaubat, Las Plumas,
Los Altares, Paso del Sapo y Telsen. En la Figura 2.1 mostramos el contexto geográfico de
estudio y las tres comunidades seleccionadas que integran la presente investigación: Gastre,
Lagunita Salada y Gan Gan.
24
Figura 2.1. Mapa físico de la Provincia del Chubut donde señalizamos la ubicación correspondiente a las tres comunidades estudiadas.
Geografía y origen geológico de la meseta
Las comunidades que integran este estudio se emplazan en la gran meseta patagónica que se
formó en el precámbrico por orogenia Hurónica o Assyntica. Algunas zonas fueron formadas
por antiguos macizos precámbricos y otras por el depósito de materiales de diferentes
orígenes marino y continental. Una de los rasgos geográficos más característicos de la
Patagonia lo constituyen las mesetas de altura decreciente hacia el este. Las mesetas suelen
estar cubiertas por mantos de basalto, producto de las erupciones volcánicas en la era
cenozoica, o por rodados patagónicos: fragmentos de roca redondeados por el desgaste y
transportados por las aguas del deshielo (Frenguelli, 1946). Dentro de este este paisaje, en la
Gastre
Lagunita Salada
Gan Gan
25
parte norte y central, cobran gran importancia las sierras y geoformas de origen volcánico.
Este paisaje surge como resultante de varios fenómenos relacionados: el volcanismo, la
emergencia de los Andes y la actividad fluvioglacial (Ruzzante y Rabassa, 2011). La red de
drenaje regional consiste en una serie de ríos de curso oeste-este que alimentan las húmedas
de los Andes y atraviesan las estepas y los semidesiertos en su camino al Atlántico. Por otra
parte, los detritos glaciales y los materiales volcánicos son los materiales parentales más
importantes de los suelos patagónicos y en las porciones occidentales más húmedas y frías
pueden desarrollarse suelos mólicos. En cambio, en las tierras más áridas del este se
encuentran los Aridisoles y los Entisoles, suelos que suelen presentar una gruesa capa
calcárea cementada de entre 40 y 50 cm de profundidad (Del Valle, 1998).
En este escenario existe una serie de serranías de cumbres de poca altura. La importancia de
estas sierras se basa en que son centros reservantes y dispensarios de agua y además, en
algunos casos, poseen importantes yacimientos minerales, como oro, plata, litio, cobre, uranio
y plomo. Las sierras más importantes son las Patagónides (Sierra Rosada, Sierra Cuadrada,
Taquetrén entre las principales de esta zona), que no llegan a los 2000 metros de altura
(Frenguelli, 1946). Los valles fueron formados por la acción erosiva de los ríos que bajan
desde los Andes patagónicos, y en ellos es posible el desarrollo de la actividad agrícola. La
abrupta geografía de la meseta ha sido remontada en el siglo pasado por huellas abiertas por
rutina transhumante de los pueblos nativos, y ya en el siglo XX fue escenario de cambios
tecnológicos como el ferrocarril de Comodoro Rivadavia y el Ferrocarril Patagónico.
Actualmente, algunos de esos caminos constituyen la base de la Ruta Nacional nº 3.
Clima
Puede definirse como estepario con tendencia al régimen mediterráneo, con una estación
húmeda invernal, en la que ocasionalmente se producen fuertes heladas, nevadas y la mayor
parte de las precipitaciones anuales que oscilan entre los 200 y 300 mm. La escasa
precipitación y su distribución invernal determinan un fuerte déficit hídrico estival que se
encuentra agravado por una histórica época de sequía. Los vientos del oeste, provenientes del
anticiclón del Pacífico y cargados de humedad precipitan copiosamente en la parte occidental
de los Andes, pero se desecan con rapidez hacia el este, llegando a la meseta central con
fuerza pero con muy poca humedad (Beeskow et al., 1987)26
Hidrografía
Los cauces de grandes ríos de la era glacial, procedentes de los Andes, forman profundos
valles por los que circulan corrientes como las de los ríos Colorado, Chubut, Deseado, Negro,
Senguerr y Chico. Otros cauces están completamente secos (como por ejemplo el Arroyo
Perdido que cruza las tres poblaciones estudiadas, excepto en algunas depresiones ocupadas
por mallines, vertientes o surgencias espontáneas. Predominan las cuencas endorreicas pero
también hay cuencas arrecidas (Beeskow et al., 1987)
Biomas
En su mayor parte corresponde al complejo de la estepa patagónica. Los arbustos más
conspicuos presentas arbustos numerosas adaptaciones a los fuertes vientos provenientes del
oeste y a la extrema aridez, como el “quilimbai” (Chuquiraga avellanedae), la “matalaguna”
(Lycium ameghinoi), el “yaoyín” (Lycium chilense), el “ligustro” (Verbena ligustrina) y el
“algarrobillo” (Prosopis denudans) (Cabrera, 1971; León et al., 1998). En las áreas más
bajas, presenta mallines: suelos muy húmedos y con un gran desarrollo de hierbas, ubicados a
lo largo de cursos de aguas permanentes o semipermanentes, y cuencas sin salida donde se
acumula el agua. Los mallines reciben tanto aguas subterráneas como superficiales y sirven
como recurso para la ganadería y el asentamiento de las aldeas. La vegetación esteparia
soporta bajas temperaturas, fuertes vientos y escasas precipitaciones, y se desarrolla a menudo
sobre suelos cubiertos por cantos rodados. Por su parte, en el sector norte domina el bioma del
monte de llanura, compuesto por distintas especies arbustivas que varían según la
disminución de la humedad y la temperatura, aunque predominan distintas especies de jarillas
(Larrea divaricata, L. nítida, L. ameghinoi), y el chañar (Geoffrea decorticans) (Cabrera,
1971; León et al., 1998).
La gente de la meseta chubutense, una breve mirada sobre su historia
La Comarca de la Meseta Central de Chubut es un territorio que puede ser descripto según la
acepción de la gestión territorial rural de Herman et al. (2003), un espacio socialmente
27
construido con identidades e institucionalidades que definen las relaciones entre los
actores y la distribución y uso de los recursos. Este concepto de territorio implica un
proceso de apropiación social del espacio, referido a la forma en cómo la población se
identifica con dicho territorio, sus recursos y sus características. Entran así en escena los
símbolos y procesos de construcción de identidades territoriales que permiten la formación de
tejidos sociales muy complejos.
La región patagónica ha sido habitada como mínimo hace 13.000 años, y particularmente en
la estepa los sitios arqueológicos estudiados hablan de una ocupación temprana. Se han
identificado distintos grupos, entre ellos los denominados “gününa këna”, llamados por el
europeo “patagones” y “tehuelches” (gente bravía) por el pueblo mapuche según Bórmida y
Casamiquela (1958-1959). Estas poblaciones locales formaban parte de un grupo regional de
cazadores-recolectores que ocupaban y aprovechaban las tierras del denominado, por
Boschín y Castillo Bernal (2005), “Complejo Arqueológico, Histórico y Etnográfico
Yamnago”. Dichas autoras señalan que “el topónimo Yamnago en lengua pampa o gününa
iájëch designa un territorio de 250 km2 (con límites al norte 41º S, al sur 42º S, al este 67º W
y al oeste 69º 40’ W) donde las sociedades de cazadores-recolectores de la Patagonia
septentrional argentina realizaban la caza estacional de guanaco; aportando el mayor
volumen de carne a su dieta, así como hueso y cuero para su manufactura.
Complementariamente, existen registros que indican que, mediados del siglo XIX , el área
que fue abordada en este estudio, estuvo bajo la mirada de los caciques Francisco, Antonio,
Kual, Pichalao y Chiquichano, que se movían entre Jacobacci, Maquinchao y Valcheta por el
norte (Prov. de Río Negro) y Gan-Gan, Lagunita Salada, El Escorial y Gastre al sur (Prov. del
Chubut). En este período, el ganado lanar y vacuno era manejado con gran eficiencia por los
pueblos nativos ya que implementaban una suerte de rotación de uso de la tierra según la
estación del año: la invernada se realizaba en los ambientes del norte y la veranada en las
tierras de más al sur (Coronato, 2010), lo cual permitía a las pasturas recuperarse cada año.
A partir de la desafortunada y mal llamada “Conquista del Desierto”, entre 1878 y 1885 , el
Estado argentino efectivizó un genocidio de los mapuche y tehuelche como acción
“necesaria” para la construcción de una nación soberana y con dominio de los “salvajes”
28
(Bandieri, 2005). Previamente Rosas, Alsina y Roca realizaron tratados con los dirigentes
indígenas que habitaban, entre otras, la actual zona de la Comarca de la Meseta Central del
Chubutcon el fin de pacificarlos y sedentarizarlos en este territorio restringido y poco
productivo de la Patagonia. El proceso de empobrecimiento al que fueron sometidos los
pueblos originarios fue registrado por los protagonistas de las expediciones y por los
representantes de la iglesia que los acompañaron (Kalinsky y Cañete, 2000). Cabe señalar
que la muy divulgada noción de desierto ha cargado con el símbolo del espacio inhabitado,
concepto necesario para la ocupación por parte del Estado de este territorio. En el
cumplimiento de esto se trata de impedir el avance del indio y se promueve la ocupación
efectiva de colonos que defiendan la soberanía del espacio territorial en disputa con Chile y en
consecuencia, se construye un discurso que acusa a los mapuche de extranjería (Soto, 2011).
Entonces tehuelches y mapuches fueron sometidos y comenzaron a transformarse – en
algunos casos hasta el día de hoy - en los peones rurales sometidos a un régimen de trabajo
inhumano, viviendo en condiciones en el límite de la supervivencia, cambiando trabajo por
raciones de alimento, alcohol, tabaco, yerba o azúcar.
Un hecho significativo para el contexto de esta tesis es la documentación que a partir de la
década del 40 comenzaron a establecerse en los principales pueblos la meseta chubutense,
algunas instituciones estatales que intentaron desacreditar y reemplazar el sistema de
curación tradicional de los grupos nativos asociado fuertemente a un rol simbólico y al uso de
plantas y animales (Citarella et al., 1995). Por ejemplo el rol de machi (hombres o mujeres),
guías espirituales que se intercomunican con los espíritus ancestrales, combatientes de las
enfermedades y fuerzas del mal, conocedores de los sagrados códigos y normas que velan por
la comunidad y de las hierbas y remedios, comenzó a ser castigado y perseguido. Para los
representantes de la iglesia (católica y anglicana) las rogativas y rituales sagrados fueron y
son interpretados como actos impuros e infieles a los preceptos de la Iglesia, por lo cual los
miembros de la comunidad que participaban de tales encuentros eran denunciados y
expulsados del poblado (Soto, 2011). Por último, cabe mencionar que como parte del legado
de estas intervenciones crueles y despiadadas, los grupos nativos de la meseta chubutense
contrajeron enfermedades tan desconocidas -para las machis y curanderos- que ya no
pudieron sanarlas; la alimentación y el estilo de vida de los grupos que habitaron hasta ese
29
momento la región, fue trastocado a tal punto que la estructura de la sociedad sufrió profundas
transformaciones y en muchos casos, dichos cambios significaron una fuerte disminución en
la calidad de vida de los habitantes (Soto, 2011).
En este contexto, se inició entonces un nuevo poblamiento de la meseta del Chubut. Las
campañas militares tuvieron entre sus objetivos la usurpación en donde el uso de sus
superficies se orientó a la producción de carne y lana de ovinos. De este modo, se cambió el
uso del suelo en la región pampeana que fue destinado a la producción de granos y ganado
bovino respondiendo a la fuerte demanda de los mercados de estos productos. Previamente las
tierras apropiadas por el Estado fueron redistribuidas en beneficio de quienes financiaron y
participaron activamente en la “conquista” (Viñas, 1982).
Sin embargo, como un ejemplo antagónico con lo ocurrido con el Estado Argentino, cabe
destacar la relación de solidaridad que desarrollaron los Tehuelches que habitaban en esas
tierras con los Galeses que habían migrado a la Patagonia (Matthews, 1894), demostrativa de
la falsedad del argumento enunciado por el Estado Nacional que los calificaba de salvajes
violentos a los habitantes tradicionales de esta zona, para justificar la invasión a sus tierras.
Hacia 1886, la creciente actividad comercial implementada tanto en relación a mercados
externos como internos, respecto a la Patagonia, dio lugar a un correlativo incremento en la
actividad portuaria y a la construcción del Ferrocarril, consolidando el proceso de ocupación
del territorio del que forma parte actualmente la ciudad de Puerto Madryn (distante 400 km,
en promedio, de la meseta central y muy frecuentada actualmente, por los pobladores del
interior del Chubut), convirtiéndose en el sitio de entrada y salida de productos de y hacia la
Colonia instalada en el Valle Inferior del Río Chubut.
Aproximadamente hasta el año 1920 se produjo la mayor ocupación territorial de la actual
Comarca de la Meseta Central del Chubut. Por aquellos tiempos, sólo se podían encontrar
comercios rurales o sucursales de las casas matrices de la zona de la costa y almacenes de
ramos generales o “boliches”, pertenecientes a pobladores del lugar, conformando una
incipiente y pequeña burguesía local. Por ende, desde fines del siglo XIX y principios del
siglo XX la zona se transformó en un punto de encuentro entre arrieros, mercachifles
(comerciantes ambulantes), carreros y viajantes (inmigrantes europeos) que acarreaban sus
30
productos hacia Trelew y el Puerto de Madryn (Chubut).
De esta manera, desde los inicios del nuevo poblamiento de la región, se fueron plasmando
relaciones asimétricas entre los diferentes grupos sociales, definidas en función al ejercicio
del poder. Institucionalmente, las tierras de la meseta estaban en jurisdicción nacional y por lo
tanto bajo la administración de organismos nacionales. Hacia el año 1930 la superficie de la
meseta estaba distribuida entre ocupantes que revestían la titularidad de la misma bajo formas
de tenencias precarias prevaleciendo dicha situación hasta la creación de la provincia del
Chubut, acaecida en la década de los años ’50 del siglo XX (Bandieri, 2005). Hasta aquí, la
economía de la meseta estaba basada en la producción de lana y cueros de ovinos, y de
plumas de choique (Rhea pennata) y pieles de la fauna nativa (ej. guanacos, Lama guanicoe).
El incremento en las relaciones mercantiles fue otro punto de inflexión que contribuyó a
configurar un nuevo mapa de la región, donde el transporte de la lana hacia los mercados
acopiadores (Trelew y Puerto Madryn al este e Ing. Jacobacci al noroeste) y su venta, estuvo
mucho tiempo a cargo de los mismos productores. Cabe también señalar que en la compra y
comercialización de la producción actuaban los nombrados “mercachifles” quienes recorrían
los campos adquiriendo la producción en los establecimientos productores de lana (Altamir,
1970).
A mediados del siglo XX se introdujo el alambrado, como un signo más de la organización
espacial capitalista, generando otro cambio importante en el paisaje de la meseta. La
progresiva privatización del suelo y la formación de grandes explotaciones ganaderas
impactaron en las formas de organización y ocupación de la fuerza de trabajo. Su principal
efecto se manifestó en la migración de gran parte de los jóvenes del campo -que integraban
grupos familiares titulares de pequeños predios rurales hacia sectores urbanos. El mencionado
proceso de despoblamiento del medio rural, ocurrido por las razones señaladas en los párrafos
anteriores, fue complementario de las políticas públicas de promoción industrial que
implicaban la instalación de establecimientos en las ciudades (ubicadas en la costa y cordillera
de la provincia), con implicancias de oportunidades de progreso y de concreción de una mejor
calidad de vida, mientras que a la meseta se la seguía identificando con la idea de desierto e
implementando políticas públicas que profundizaban ese concepto (Altamir, 1970). Esta
dinámica de la migración rural-urbana se acentuó, a partir de la década de los años ’70 del
31
siglo XX, con la crisis del modelo ovino-extensivo que caracterizó a la región Patagónica
Austral. La información estadística muestra que en el año 1960, el 45,5 % de la población de
la provincia residía en áreas rurales, mientras que en el 2005 los habitantes rurales constituían
aproximadamente 10% de la población total provincial (Laveglia, 2004). Según el Censo
Nacional del año 2010 (INDEC, 2010) solo 1,2 % (6.026 habitantes) de la población total de
la provincia vivía en el medio rural; y el 75 % (4.535 habitantes) de dicho total habitaba en
los departamentos de la Comarca Central.
En síntesis, la reducción extrema de los pueblos originarios de la meseta, la usurpación
territorial y la redistribución inequitativa de la tierra restante de bajo valor productivo a los
pobladores originarios, la introducción de un modelo capitalista de producción basado en la
ganadería ovina para la producción industrial, y más recientemente, el desarrollo de nuevas
actividades extractivas metalíferas, entre otras, han determinado cambios contundentes en la
vida de los pobladores, tanto culturales como económicos (Laveglia, 2004). Por otra parte, la
instalación de nuevos habitantes en la región y, consecuentemente; de una serie de
instituciones (escuelas, juzgados de paz, policía, puestos sanitarios y otros representantes del
estado provincial) han dado origen y han moldeado la estructura actual de los pueblos y aldeas
que forman parte de este estudio
Lagunita Salada, Gastre y Gan Gan
El trabajo de campo que integra la presente tesis, se llevó a cabo en las tres comunas rurales
ubicadas en la región centro- norte de la provincia del Chubut: Gan Gan, Lagunita Salada y
Gastre (Figura 1). Estos poblados pequeños están localizados en paisajes mesetiformes
alejados de los principales cursos de aguas provinciales y están conectados entre ellos por la
Ruta Provincial Nº 4 (ripio) y caminos vecinales. Es importante destacar que si bien, cada
comunidad presenta algunas características geomorfológicas particulares, están emplazadas en
ambientes fisiográficos similares. Sin embargo, la historia de fundación y los procesos
demográficos que atravesó cada aldea difiere en gran medida y afecta, de algún modo u otro,
la identidad cultural de la misma. En la actualidad no contamos con bibliografía histórica de 32
cada paraje, solamente existen potenciales relatos de viejos pobladores (quizás los últimos
testigos) que atesoran la historia directa y las percepciones locales frente a cada hecho. En
esta tesis no abordaremos este aspecto de las comunidades, sino que queda como una tarea
pendiente.
La Tabla 2.1 resume las principales características de cada comuna que contiene información
de campo relevada en este trabajo y de estadísticas regionales de clima (Dirección de Identificación y Registro de Familias, 2009) y población (INDEC, 2010).
Tabla 2.1. Características climáticas, fitogeográficas y socio-económicas de las tres comunidades protagonistas de la investigación
Característica y fuente de la información
Lagunita Salada
42° 44′ S 69° 08′ O
Gastre
42°17’ S 69°16’ O
Gan Gan
42° 30′ S 68° 16′ O
Temperatura promedio anual (C°)
Precipitaciones promedio anual (mm)
Altitud (msnm)
(Dirección General de Estadísticas y Censos Chubut, 2009)
8.6
171
960
8.2
182
1028
9.3
172
634
Fisonomía general y especies vegetales dominantes.
(León et al., 1998)
Estepa arbustivo-graminosa con Chuquiraga avellanedae, Lycium ameghinoi, L. chilense, Verbena tridens, Prosopis denudans, Acantholippia seriphioides, Pappostipa speciosa, Jarava neaei entre otras.
Estepa arbustivo-graminosa con Pappostipa speciosa, P. humilis, Adesmia volckmanii, , Stillingia patagonica, Nassauvia axillaris, Berberis microphylla, Tetraglochin ameghinoi, Grindelia chiloensis, G. patagonica entre otras.
Estepa sub-arbustiva con Nassasuvia glomerulosa, N. ulicina, Chuquiraga aurea, Ch. avellanedae, Hoffmannseggia trifoliata, Acaena caespitosa, Pappostipa humilis y P.ibarii entre otras.
Tamaño poblacional
Superficie (km 2)
129
100
557
250
661
225
33
Densidad (Hab/km 2)
Cantidad de hogares
(INDEC, 2010; Ministerio de la Familia y Promoción Social de la Salud del Chubut, 2010)
1.3
36
2.3
43
2.9
140
Instituciones públicas presentes
(Ministerio de la Familia y Promoción Social de la Salud del Chubut, 2010)
Escuela primaria, puesto sanitario, comisaría, comuna vecinal, biblioteca, salón de usos múltiples.
Escuela primaria, secundaria y semi-presencial abierta, hospital sub-zonal, comisaría, junta comunal, biblioteca popular, salón de usos múltiples.
Escuela primaria y secundaria, hospital rural, comisaría, correo, club social y deportivo, juzgado de paz, gimnasio municipal.
Actividades económicas
(Ministerio de la Familia y Promoción Social de la Salud del Chubut, 2010)
Ganadería, empleos públicos y escasos comercios
Ganadería, minería, empleos públicos, algunos comercios privados y hospedajes.
Ganadería, minería, empleos públicos, actividad comercial privada, hotelería.
Distancia (km) a Trelew
Distancia (km) a Esquel
Distancia (km) a Puerto Madryn
294
194
320
453
210
610
339
285
500
Uso (% ) de combustible vegetal para cocinar o calefaccionar (leña y/ o carbón)
(Ministerio de la Familia y Promoción Social de la Salud del Chubut, 2010)
95 65 64
Como adelantamos más arriba, las comunidades participantes de este estudio presentan
particularidades que son consecuencia de micro-regionalizaciones tanto del ambiente físico
como del social.
Para finalizar y complementar la caracterización de los sitios que colaboraron con el presente
estudio, exponemos un breve resumen y algunas imágenes ilustrativas de cada paraje,
informaciones adicionales serán vertidas también en los subsiguientes capítulos.
34
Aldea Escolar Lagunita Salada
Su nombre proviene de una depresión situada al este de la aldea que, según cuentan los
ancianos del lugar, hace 30 años contenía agua salada en gran cantidad y en forma
permanente. En la orilla de esa laguna se fundó la primera escuela que le dio origen al pueblo.
Hoy día, el sitio de la laguna solo contiene agua luego que haya caído una lluvia abundante y
duradera (R. Ñancutil, poblador de Lagunita Salada).
Lagunita Salada es la más pequeña de las tres comunidades, sin embargo cuenta con una
amplia inversión en asistencia social por parte del gobierno provincial a partir del año 2003,
lo que generó la construcción de dos grandes edificios de uso comunitario, de la puesta en
marcha del Plan Calor (para distribución gratuita de leña), y subsidios por zona de sequía y
cenizas, entre otros proyectos. En las fotografías podemos observar la inserción de la aldea en
el ambiente de estepa nativa (Figura 2.2), típicas casas de la meseta chubutense, algunas de
material (Figura 2.3) y otras de adobe (Figura 2.4). La leña suele ser el principal medio para
calefaccionar y cocinar en esta aldea (Figura 2.5).
Figura 2.2. Vista panorámica de Lagunita Salada Figura 2.3. Viviendas de adobe del centro del pueblo
35
Figura 2.4. Vivienda tradicional periférica Figura 2.5. Acopio doméstico de leña
Gastre
El nombre deriva del término Gününa këna (voz de uno de los grupos originarios) Gástrrek,
con el que se designa un arbusto difundido en la región (Azorella monantha, “leña-piedra").
Los pueblos originarios utilizaban su raíz molida para comer mezclada con grasa o agua
(Bórmida y Casamiquela, 1958-1959).Sin embargo, existe otra versión alrededor del
significado de la palabra que la traduce como “cancha rayada”; los pobladores relacionan esta
idea con la imagen de numerosos caminos que convergen en el centro Gastre.
Por otra parte, si tenemos en cuenta la ubicación de los tres sitios estudiados, Gastre
representa la comuna más occidental y se distingue por presentar gran cantidad de
elevaciones (cerros y sierras) en los cuales suele dispersarse el ganado (ovino o caprino)
(Figura 2.6). El puesto sanitario, el salón de usos múltiples (para fiestas y deportes) y la
escuela son las últimas construcciones realizadas por el gobierno provincial hace más de 10
años (Figuras 2.7, 2.8 y 2.9 respectivamente). Gastre es una aldea con intensa actividad de
faena de ovinos, por lo cual es una imagen habitual encontrar colgaderos de cueros luego de la
carneada (Figura 2.10). Por último, destacamos que la presencia de vertientes naturales y
mallines en buen estado es característico de este sitio (Figura 2.11).
36
Figura 2.6. Cerro Solo con un rebaño de cvas Figura 2.7. Puesto Sanitario y dispensario de vacunas.
Figura 2.8. Salón de usos múltiples Figura 2.9. Escuela rural primaria con internado.
Figura 2.10. Secado doméstico de los cueros Figura 2.11. Mallín con hunquillos y berros
37
Gan Gan
El pueblo originario de la meseta central del Chubut, gününa-këna llamaban con la voz “gan
gan” a los pastos (huncos) que crecían habitualmente en los los mallines y, particularmente, a
los que abundaban en el -denominado hoy- "potrero de Gan Gan o Mallín de los
Cual"(Bórmida y Casamiquela, 1958-1959).
Posteriormente, debido a la influencia del Mapudungun (la lengua Mapuche), surgió una
interpretación local por la que Gan se derivaría de Kan que significa carne y el nombre se
traduciría como Asado Asado o un gran asado, ya que era costumbre entre locales, carreros y
viajeros del camino, alimentar el fogón con aportes de carne por parte todos los presentes que,
además, avivaban la comida colectiva con cuentos, leyendas y payadas.
Actualmente, Gan Gan representa la comunidad más poblada y activa comercialmente. A su
entrada hay una alameda (Figura 2.12) y luego el mallín de los Cual aparece como un micro-
sitio árido y hostil, comúnmente afectado por fuertes vientos y sobrecarga de ganado y a
veces escenario de protestas sociales (Figuras 2.13 y 2.16). Cuenta con una arbolada plaza
central (Figura 2.14) y un relativamente moderno hospital (Figura 2.15) del cual parten las
ambulancias y servicios médicos hacia hogares más aislados. Antiguamente, Gan Gan era un
lugar de encrucijada, es decir era el centro de unión de varias rutas que iban tanto para la
cordillera como hacia el mar. Una ruta muy utilizada era Gan Gan -Colelache - Lagunita
Salada - Paso del Sapo - Quichaura – Teka (Bórmida y Casamiquela, 1958-1959).
Figura 2.12. Arboleda de álamos a la entrada Figura 2.13. Mallín de los Cual, manifestación popular
38
Figura 2.14. Plaza del pueblo con bosque exótico . Figura 2.15. Hospital Rural de Gan Gan
Figura 2.16. Vista panorámica de la comuna. Figura 2.17. Asamblea de los pueblos originarios
Gan Gan suele ser centro de las asambleas ordinarias y anuales de los pueblos originarios, convocando asambleístas de diversos parajes vecinos (Figura 2.17).
Por último queremos remarcar que las tres comunidades que protagonizan esta investigación
están unidas -desde tiempos remotos, desde épocas prehispánicas- por intensas actividades
trashumantes. La actividad de intercambio entre grupos étnicos y otras poblaciones de la
región patagónica era fundamental, y representaba la única solución para enfrentar la dureza
del clima y la sequía (Pérez de Micou y Castro, 2007).
Finalmente, debemos destacar que nuestro trabajo con las tres comunidades siguió un
abordaje cuya línea argumental profundiza y reflexiona, mediante datos empíricos propios de
la interdisciplina, acerca de una realidad local en la cual no se vislumbra una dicotomía
39
Naturaleza-Cultura en el uso de sus plantas y su ambiente, sino un entramado complejo y
poroso que, lejos de estar cristalizado, se va construyendo mediante distintas interpretaciones
acerca de su paisaje y de los distintos seres naturales y sobrenaturales que componen su visión
del mundo.
40
TERCER CAPÍTULO
Conocimiento botánico local y ambientes de obtención de plantas en la meseta
chubutense
“Mi agüelo fue carretero,
mi tata fue domador;
nunca se buscó dotor
pues se curaban con yuyos,
o escuchando los murmullos
de un estilo de mi flor.”
Coplas del Payador perseguido, Atahualpa Yupanqui
Introducción
En las dos últimas décadas, la etnobotánica ha buscado entender y promover el papel
que juegan los sistemas locales de conocimiento -relacionado con las plantas- en la
conservación biocultural y el desarrollo local. La etnobotánica, vista como una rama de
la etnoecología, es la línea del conocimiento que estudia la relación entre las plantas y
los seres humanos (Toledo, 1992). Esta línea de trabajo investiga las diferentes formas
de manejo, conservación y aprovechamiento de los recursos de una comunidad
mediante la visibilización del Conocimiento Ecológico Local, incorpora los saberes
locales a la visión académica, brinda información valiosa que permita el diseño de
proyectos de investigación y extensión y, finalmente, constituye una guía para elaborar
programas de conservación y toma de decisiones interculturales. Como ya explicamos
en el primer capítulo, este tipo de conocimiento ha sido definido como “un cuerpo
acumulativo de conocimientos, prácticas y creencias acerca de las relaciones entre seres
vivos, incluyendo los seres humanos, con su medio ambiente, que evoluciona a través
de procesos adaptativos y es transmitido mediante formas culturales de una generación a
otra” (Berkes et al., 2010).
41
Al comienzo de su historia, la etnobotánica tuvo un enfoque, principalmente,
descriptivo lo cual generó una invalorable fuente de conocimiento básico sobre las
plantas nativas de la región y sus usos, lo cual le permitió a la investigación más
reciente, profundizar y a la vez, ampliar su mirada y su campo de acción (Pardo de
Santayana y Gómez Pellón, 2003). Actualmente, los estudios etnobotánicos tienden a
ser más integradores ya que incluyen la realidad social y la historia reciente de las
comunidades que se estudian. Si bien la tendencia en la investigación camina en el
sentido de la apertura de la mirada, todas las investigaciones poseen sesgos y recortes a
la hora de seleccionar el tema de estudio, los marcos teóricos, la metodología, y sobre
todosobre todo, en interacción con el devenir histórico-psicológico del investigador
que interpreta la realidad que eligió estudiar (Gleen, 1985; Ruse, 1999).
Con respecto a la investigación etnobotánica local, contamos con estudios de caso de la
Patagonia andina, que centraron sus sitios en las comunidades Mapuche de Neuquén y
Río Negro (Ladio, 2001; 2002; Ladio y Lozada, 2000; 2003, 2004; Estomba et al. 2006)
que pudieron evidenciar y registrar procesos de pérdida de conocimiento tradicional de
dichas comunidades, especialmente en las generaciones más jóvenes. Por otro lado, para
la Patagonia extraandina, que comprende parte de la provincia fitogeográfica del monte
y la estepa patagónica, existe escasa información actualizada acerca de la relación entre
las comunidades y los recursos que el medioambiente les proporciona (Ladio y Lozada,
2009). Casamiquela (1999) ha recopilado numerosos relatos de aquellos primeros
viajeros y exploradores en la zona, en relación al rico reservorio de especies comestibles
y medicinales, con principios activos útiles y de aplicación industrial, aprovechado por
los pueblos originarios.
Algunos otros autores, cuyo sitio de estudio involucra la región árida de la Patagonia,
han registrado también, una gran cantidad de especies medicinales, así como también de
uso alimentario, leñatero, forrajero y tintóreo (Jardín Botánico de la Patagonia
Extraandina, 2002; Kutschker et al., 2002 ;González y Molares, 2004; Ladio et al.,
2007, Ladio y Lozada, 2009; Ochoa et al., 2010; Eyssartier et al., 2011; Toledo y
Kutschker, 2012); Cardoso et al., 2015). Cabe destacar, que los pueblos ancestrales
originarios de la región (mapuches, tehuelches y sus descendientes) poseen una larga
42
historia de exploración y uso de ambientes ecológicos y de recolección de plantas
silvestres comestibles, medicinales y combustibles (Bengoa, 1987; Citarella et al.,
1995), entre otros usos.
La percepción acerca de la abundancia de ciertas especies así como de su distribución
espacial son dominios significativos en las poblaciones rurales. Varios estudios han
mostrado que la utilización del paisaje, y en especial de los recursos vegetales , está
asociada a una concepción holística del mundo, caracterizada por la existencia de una
conexión indisoluble entre las relaciones que establecen el ser humano, la naturaleza y
lo sobrenatural (Lema et al., 2012; Molares y Ladio, 2014). Entidades naturales y
sobrenaturales forman parte de un mundo animado que tiene poder para brindar cobijo,
sanación, alimento, y también diversas experiencias de enseñanza para sus habitantes.
Sin embargo, el continuo intento de dominación cultural y sometimiento, por parte de
las sociedades que formaron parte de la construcción del estado argentino, y
posteriormente los efectos del mercado y la globalización actual, han producido
notorios cambios en la vida y la cultura de los pueblos originarios tehuelches y
mapuches asentados en la meseta patagónica. Hoy día, las comunidades habitan
diferentes ambientes, rurales y urbanos, a veces organizados o no en comunidades
territoriales, manteniendo algunas tradiciones ancestrales sumadas a nuevas
concepciones y prácticas (Bengoa, 1987; Golluscio, 2006). Algunos de estos cambios
se manifiestan, por ejemplo, en la desaparición de las prácticas agrícolas tradicionales
y/o desuso de especies cultivadas de importancia histórica local (Eyssartier et al., 2008,
Eyssartier et al., 2015). Pero principalmente la imposibilidad de acceder libremente a las
tierras que anteriormente eran de uso comunitario -y que fueron usurpadas
violentamente y pasaron a ser propiedad privada y/o del Estado- constituye la
transformación más drástica a la que fueron sometidas muchas comunidades originarias.
Este proceso, que para muchos autores se inscribe en un genocidio (Delrío, 2005),
implicó especialmente la inaccesibilidad a aquellos ambientes con abundancia de
recursos naturales. Esta situación de hace dos siglos se siguió perpetuando hasta al
presente, generando un alejamiento de aquellos territorios donde los ancestros
habitaban y recolectaban plantas, y de los cuales dependían para la reproducción de sus
43
modos de vida.
Dichas sociedades han basado su supervivencia en múltiples estrategias con una
racionalidad propia de la economía social. Los animales domésticos son usados para el
autoconsumo, la venta de carne y lana, hilados, trabajos en cuero, venta de huevos y
animales de granja en complementación con la producción de huertas familiares
(Eyssartier et al., 2011; Ladio and Lozada, 2008). En este contexto, a lo largo del
tiempo se fueron generando diversos vínculos vitales y recíprocos, generando prácticas
adaptativas y una construcción dinámica del conocimiento ecológito local (Bandieri,
2005; Coronato, 2011). Sin embargo, la degradación ambiental producida por el sobre-
pastoreo y la sequía han afectado de manera directa la diversidad biológica de la región
y la reproducción de estos modos de vida que son identitarios (Ladio, 2001; Ladio y
Lozada, 2004; Estomba et al., 2006; Lozada et al., 2006). Varios estudios han
documentado que la actividad de recolección de especies leñateras, medicinales,
comestibles y tintóreas, si bien sigue presente en las comunidades, ha ido cambiando, y
según los dichos de los adultos son los jóvenes que muchas veces han perdido el interés
en estos conocimientos (Ladio y Lozada, 2003; Lozada et al., 2006). En este sentido,
algunos estudios latinoamericanos sugieren que la educación formal descontextualizada
-que se lleva a acabo en las aldeas rurales- tiende a desvalorizar los conocimientos
locales que los chicos aprenden informalmente con sus familias y fomentan la
incorporación de conceptos que no les son propios (Benz et al., 2000).
Por otra parte, algunas autoras estudiaron los efectos de los fenómenos socioculturales
sobre el CET y pudieron observar que las poblaciones que tienen un mayor grado de
contacto con el estilo de vida urbano, utilizan y/o conocen en general un mayor número
de especies introducidas o de distribución cosmopolita que las comunidades más
aisladas (Ladio et al., 2007; Ladio y Lozada, 2001; Cardoso et al., 2013; Eyssartier et
al., 2013). Si bien, existen estudios que señalan que la disminución en el uso de
especies nativas podría significar una pérdida cultural, hay otros (Hersch-Martinez,
2002; Stepp, 2004) que aseguran que el hecho de que las comunidades utilicen recursos
vegetales nativos e introducidos es síntoma de flexibilidad y de adaptación a un entorno
cambiante. Particularmente para el caso de las plantas medicinales, Moerman et al.
44
(2001) propuso que los lugares disturbados y terrenos removidos de las banquinas o
alrededor de los hogares son ámbitos de adquisición de un gran número de plantas
introducidas que las personas aprovechan para resolver problemas de salud en el ámbito
doméstico. Ya para la Patagonia, se ha constatado la importancia de las plantas exóticas
como parte del cuerpo de conocimientos de una comunidad (Estomba et al., 2006;
Ochoa et al., 2010; Ladio, 2011).
En este sentido, la redundancia de plantas útiles para un mismo fin en un ambiente
dado, puede jugar un papel crucial en la supervivencia de las comunidades locales
(Ladio y Lozada, 2006). Ambientes que poseen varias especies útiles con un uso
similar permiten que las personas puedan seleccionar distintas especies y de esa manera
se favorece la conservación. Los ambientes que ofrecen otras alternativas a la
explotación focalizada de los recursos nativos estarían capacitados, en caso de
extinción o reducción de la población de una especie local, para que otra especie, por
ejemplo de origen exótico, suplante este uso, lo cual sugiere flexibilidad y resiliencia en
el sistema (Santoro et al., 2015).
Actualmente, las comunidades rurales de la meseta, en su mayoría, están conformadas
por pobladores de diversos orígenes y culturas que han variado su acervo cultural a
través del tiempo. Los saberes sobre plantas nativas se han nutrido con aquellos
provenientes de prácticas y conocimientos vinculados a especies foráneas. Por ejemplo,
varios estudios mostraron que el cuerpo de plantas medicinales y comestibles se fue
enriqueciendo con elementos exóticos (Lozada et al., 2006), del mismo modo el de las
plantas leñateras (Cardoso et al. 2013) y ornamentales (Rovere et al. 2013). Este tipo de
saber es transmitido socialmente de diversas maneras pero, fundamentalmente dentro el
ámbito familiar, aunque los maestros rurales, los medios de comunicación y los
agentes de promoción institucionales suelen ser, actualmente, un factor muy importante
en la transmisión de los conocimientos sobre el uso de las plantas. (Ladio y Molares,
2013; Eyssartier et al., 2013).
Por otra parte, estudios realizados en comunidades rurales patagónicas con distinto
grado de aislamiento registraron que las especies más versátiles, es decir aquellas
plantas elegidas para más de una finalidad, representaban a su vez, a las especies con
45
mayores consensos entre los habitantes (Lozada et al. 2006, Ladio y Lozada, 2008,
Richeri et al. 2010; Ladio, 2011b; Cardoso et al. 2012b; Richeri et al., 2013; Molares y
Ladio, 2014). Este patrón sugiere que el cuerpo de plantas que es consensuado en una
comunidad deriva de procesos de ajuste y adaptación, y no de procesos al azar, y que
esta particular selección conllevaría también a una mayor flexibilidad y a un uso más
eficiente de los recursos naturales (Berkes y col, 2000; Folke y col, 2002; Ladio y
Lozada, 2009; Ladio, 2011). La multiplicidad representa, en muchos casos,
complementariedad. Etkin (1994) ha constatado que muchos de los alimentos
seleccionados por diversos grupos culturales presentan, además, beneficios a nivel
medicinal. Otros estudios dan cuenta de que una gran cantidad de especies utilizadas
como leña son aprovechadas, también, como madera o soporte para la construcción de
estructuras ya sea por su dureza o su flexibilidad (Arias, 1994)
Paralelamente ha sido propuesto que las comunidades parecen seguir un “patrón global
de uso de plantas” (Moerman, 1996). Esta idea se refiere a un conjunto de reconocidas
especies de uso común, que coexiste con los elementos propios del conocimiento
botánico local. Adicionalmente, Stepp y Moerman (2001), han documentado que la
mayoría de estas plantas son de hábito herbáceo, de fácil cultivo o que crecen
espontáneamente y de forma rápida en suelos modificados (plantas ruderales y/o
cosmopolitas). Asimismo, dichas plantas corresponden a familias botánicas de
reconocida actividad farmacológica (Molares y Ladio, 2009). Varios trabajos
etnobotánicos desarrollados en diferentes regiones del planeta han registrado como
familias más frecuentes a Asteraceae, Lamiaceae, Fabaceae y Solanaceae entre las
principales (Ladio y Lozada, 2008; Stepp y Moerman, 2001, Molares y Ladio, 2009).
Cabe destacar que las especies nativas de la Patagonia pertenecen mayormente a las
familias Poaceae, Asteraceae, Fabaceae y Brassicaceae (Zuloaga y Morrone, 1999 a, b).
Varios autores han señalado que los pobladores rurales, que habitualmente están en
estrecho contacto con la naturaleza que los rodea y dependen particularmente de los
ciclos naturales, han desarrollado un profundo conocimiento acerca de las
heterogeneidades del paisaje que los sustenta (Hurrell, 1989; Crivos et al., 2002; Scarpa
y Arenas, 2004). Esta profunda sabiduría colectiva constituye una base fundamental
46
sobre la cual las comunidades rurales reproducen sus modos de vida y aprovechan
todos los recursos de manera exhaustiva y eficiente. Más aún, el contacto directo con la
dinámica natural de los recursos que utilizan, conlleva a la construcción de normas y
reglas comunitarias que fomentan la sustentabilidad de dichas actividades de
subsistencia.
En este contexto de activa interrelación y profunda continuidad entre humanos y no
humanos, resulta interesante recurrir al enfoque propuesto por Lema (2014) referido a
la “crianza” mutua entre plantas y humanos. La autora sugiere que dentro de la
cosmovisión andina, las personas crían a las plantas a la vez que las plantas son criadas
por las personas -así como también ocurre con el resto de los seres vivos y no vivos del
mundo- de esta forma, la crianza implica fluidez y porosidad entre los ámbitos que,
nosotros denominamos, doméstico y no doméstico. En este sentido, en la Patagonia,
este diálogo entre las personas y el resto de las entidades del mundo, fue construyendo y
delimitando las particularidades que actualmente constituyen el paisaje biocultural de la
meseta central del Chubut.A lo largo del texto denominaremos “microambientes” a
aquellos lugares que representan la fuente de obtención de las plantas por parte de una
comunidad local. Esta unidad de paisaje es distinguida por los pobladores locales y
muchas veces posee una denominación local de referencia. Su distinción y
caracterización resulta de especial interés dado que son estos sitios particulares los que
son relevantes para el campesino para su subsistencia.
En esta línea, por ejemplo, Martínez y Pochetino (2004), Martínez y Cúneo (2009) han
encontrado que las sociedades rurales pueden utilizar hasta 10 microambientes
diferentes que son explorados y nombrados de forma diferencial. En este sentido
Cardoso et al. (2012) sugieren que la ampliación del espacio de exploración en la
búsqueda de especies combustibles y el cultivo de árboles para uso de leña en el
ambiente peridoméstico podrían colaborar en la reducción de los impactos locales por
deforestación en los ambientes semiáridos de la Patagonia.
Finalmente, es interesante remarcar que en otras sociedades rurales de la región, como
signo de su flexibilidad, las comunidades utilizan otras prácticas que complementan la
adquisición de plantas por recolección en ambientes silvestres, semi-silvestres y
47
domésticos. En la actualidad, las comunidades rurales de la estepa patagónica
mantienen sus costumbres hortícolas en huertas y jardines e incorporan nuevas prácticas
y manejos del cultivo. Éstas prácticas son puestas a disposición por parte de agentes de
extensión que propician la agricultura familiar -y comunitaria- y promueven la
aplicación de nuevas tecnologías, como los invernaderos y el cultivo de plantas exóticas
(Eyssartier et al., 2009; 2011a). Además Ladio et al. (2013) pudieron constatar que la
venta e intercambio de plantas hortícolas, así como de las malezas que crecen en dichos
ámbitos, denominadas -“buenezas o malezas buenas” y las hierbas medicinales sin
agrotóxicos que se venden en las ferias francas del Nahuel Huapi, reflejan otros
procesos y mecanismos que activan el cuerpo de saberes sobre las plantas de una
población. Tanto las estrategias de manejo o cultivo de plantas, el intercambio o trueque
de especies de interés como la adquisición de recursos vegetales mediante el comercio a
nivel comunitario, demuestra la importancia de “lo local” sumado a innovaciones como
forma de contribuir a la resiliencia, y al desarrollo humano y económico de un grupo.
Objetivos e hipótesis de trabajo que guiaron esta sección de la investigación
fueron:
1. Evaluar la composición, riqueza e importancia cultural (medida en términos de
consenso de uso) de especies vegetales utilizada en tres poblaciones rurales asentadas en
la meseta central del Chubut.
H1.1: Los pobladores valoran mayormente las plantas que pertenecen a su paisaje
natural, las plantas silvestres (que vienen siendo utilizadas ancestralmente) así como
también aquellas plantas incorporadas más recientemente a su historia pero que
presentan características que hacen que dicho recurso sea importante dentro del cuerpo
de saberes de la población.
H1.2: Las familias botánicas más importantes dentro del cuerpo de conocimientos de la
comunidad son a su vez, las principales familias que conforman la flora local pero
también están presentes las familias botánicas de las plantas de uso más común o
cosmopolitas y que se encuentran en la mayor parte de los asentamientos humanos.
2. Conocer las diferentes categorías de uso de las plantas en la meseta central del 48
Chubut y evaluar comparativamente su importancia dentro de las comunidades.
H2.1: Dada la importancia que las plantas tienen dentro de la medicina doméstica de
las comunidades rurales y debido a la, aún hoy, escasa atención médica que reciben los
pobladores más aislados, proponemos que el uso medicinal de las plantas, es una de las
categorías de uso más importantes dentro de estas comunidades.
H2.2: Las especies utilizadas como medicina son también utilizadas como alimento.
H2.3: Las especies leñosas citadas como combustibles son, además, utilizadas para
fabricar estructuras.
3. Analizar la composición de especies utilizadas según sean nativas de la Patagonia o
introducidas y relacionar el origen de las especies con su modo de obtención.
H2.1: Las comunidades de la meseta chubutense utilizan un mayor número de especies
vegetales nativas de la Patagonia.
H2.2: Las plantas nativas son utilizadas principalmente como combustible (para generar
calor y cocinar los alimentos) y como medicina casera.
H2.3: Las plantas nativas son principalmente obtenidas por recolección mientras que las
introducidas pueden ser adquiridas de diversas formas, principalmente mediante el
cultivo.
4. Evaluar si existe una relación entre la versatilidad de las especies y la importancia de
las mismas dentro de las comunidades.
H4.1: Las especies más versátiles son las más consensuadas por brindar soluciones a
múltiples necesidades.
5. Identificar y analizar los microambientes distinguidos por los pobladores rurales
como fuentes de recursos vegetales.
H5.1 La mayor parte de las especies utilizadas por los pobladores de la meseta del
Chubut provienen de los terrenos con vegetación nativa que rodean los poblados.
49
H5.2: Los pobladores utilizan los microambientes de forma diferencial según la
categoría de uso de las plantas buscadas. Particularmente, proponemos que las plantas
medicinales son obtenidas del monte nativo cercano a las aldeas y que las comestibles
se obtienen por cultivo en las quintas domésticas.
METODOLOGÍA
Recolección de datos
Este estudio lo llevamos a cabo luego de ocho campañas de campo realizadas entre el
año 2009 y 2014 en las cuales entrevistamos a 69 pobladores rurales residentes en las
aldeas de Lagunita Salada, Gastre y Gan Gan (Figura 3.1, del capítulo anterior).
Seleccionamos a los informantes mediante la técnica de referencias encadenadas o
“snow ball” (Albuquerque et al., 2010). Anteriormente a iniciar las entrevistas,
obtuvimos el consentimiento informado del entrevistado, de acuerdo a lo establecido en
el Código de Ética Etnobiológica (ISE, 2006). Recabamos la información mediante
distintas metodologías propias de la etnobotánica: recurrimos a entrevistas semi-
estructuradas, abiertas y libres, a observación participante en diversas actividades
comunitarias- familiares, y a talleres sobre el uso de las plantas de la región en escuelas
locales y comunas (Albuquerque et al. 2010).
Las entrevistas se desarrollaron casi en su totalidad en los hogares que participaron de
este estudio, a excepción de unos pocos casos donde nuestra visita se desarrolló en la
escuela. Si bien, en cada entrevista respondía una persona, ésta representaba al grupo
familiar en el sentido que nombraba las plantas utilizadas a nivel general por todo el
grupo. Durante las visitas en los hogares, indagamos sobre las principales plantas
utilizadas en la vida cotidiana de la familia, sus diferentes utilidades y modos de
obtención, y sobre los ambientes en los cuales es posible conseguir dichos recursos
vegetales. Es decir, que cada participante realizó un enlistado libre (Martín, 1995) de las
especies vegetales más utilizadas en la casa y luego profundizamos conjuntamente, en
su identificación taxonómica mediante el uso de herbarios o muestreo de campo que
permitiera atestiguar con el menor grado de error, la identidad de la planta en cuestión
50
(Albuquerque et al., 2014). Además de las entrevistas, realizamos caminatas conjuntas y
encuentros participativos con la comunidad. En estos espacios comunitarios de
intercambio, los vecinos pudieron dialogar sobre las plantas entre ellos y con nosotros,
de forma tal que ocurrió un interesante intercambio de saberes y prácticas vinculados a
las plantas útiles que vienen utilizando en la familia (Albuquerque et al., 2010). La
aplicación de distintas estrategias para el reconocimiento mutuo (investigador-
participante) de las plantas utilizadas nos permitió triangular la información registrada y
tener un mayor rigor científico en la determinación de las especies y sus usos
(Albuquerque et al., 2010). Las especies identificadas por los entrevistados y las plantas
colectadas en caminatas y actividades comunitarias fueron determinadas, en parte, por
la MSc Ana María Beeskow (responsable hasta el 2013 del Jardín Botánico de la
Patagonia Extraandina CENPAT-CONICET).
Figura3.1. Entrevistas personales con herbarios de referencia (izq.) y caminatas de reconocimiento (der.)
Paralelamente, contamos con material fotográfico, ilustraciones botánicas (de Green y
Ferreyra, 2012) y material fresco y herborizado que nos permitió resolver algunas
dudas de identidad acerca de las plantas citadas durante las entrevistas. Por otra parte,
los ejemplares que pudimos recolectar y herborizar –conjuntamente con los
participantes- fueron incorporados como muestrario de referencia (herbario de campo)
durante las entrevistas personales (Figura 2.1). La nomenclatura científica fue
actualizada consultando la base de datos del Catálogo de Plantas Vasculares del
Conosur del Instituto de Botánica Darwinion
51
(http://www.darwin.edu.ar/proyectos/floraargentina/fa.htm).
Todo el material vegetal recolectado y herborizado forma parte de la Colección del
Herbario del Jardín Botánico de la Patagonia Extraandina CENPAT-CONICET.
Tratamiento de los datos
La información obtenida a partir de la metodología etnobotánica (1777 registros o datos
crudos) se analizó de dos formas (Albuquerque et al., 2010), cualitativamente, mediante
del análisis discursivo de las entrevistas y los registros de la observación participante y
de los talleres comunitarios; y cuantitativamente, a través de la recategorización de los
datos, del cálculo de las frecuencias, de la estimación de consensos, y de la utilización
de índices. Posteriormente y según el caso, los datos se analizaron estadísticamente.
Principales variables y categorizaciones:
Riqueza de especies total: sumamos la totalidad de especies identificadas (por
lo menos a nivel de género) por los 69 entrevistados.
Representatividad de familias botánicas: la expresamos como el porcentaje de
especies pertenecientes a cada familia teniendo en cuenta el número total de
especies (N=117). La determinación de las familias correspondientes a cada
especie fue realizada mediante el uso de la nomenclatura científica actualizada y
publicada en la base de datos del Catálogo de Plantas Vasculares del Conosur.
Categorización de cada especie según su origen biogeográfico: tomamos
como “nativas” aquellas especies que están registradas como nativas o
endémicas y que habitan la región patagónica según Zuloaga et al. (2008), y al
resto las categorizamos como “introducidas”. Esta última categoría la
subclasificamos, teniendo en cuenta además, la forma de obtención de las
especies en: “Introducidas asilvestradas” (crecen espontáneamente y se
recolectan), “Introducidas cultivadas” (manipuladas voluntariamente mediante la
siembra o transplante en macetas, huertas, jardines o invernáculos) y finalmente,
“Introducidas comercializadas” (cosmopolitas, plantas que se consiguen
fácilmente en los comercios regionales y almacenes, se presentan como hierbas 52
disecadas a granel o bien en forma de saquitos individuales para té).
Recategorización a posteriori de los microambientes: Como explicamos en la
introducción, denominamos microambientes a aquellos sitios donde los
pobladores recolectan el recurso vegetal que utilizan. Del análisis de las
descripciones que los pobladores realizaron durante las entrevistas (categorías
émicas), le agregamos información de índole ecológica que complementa con
los criterios de identificación de los pobladores como los rasgos del terreno, el
tipo de suelo, tipos de vegetación, gradiente altitudinal y relación con la
actividad humana (Martin 1995; Martínez y Pochettino, 2004).
Consenso de uso (CU): Como una de las estimaciones de la importancia
cultural de las especies calculamos este índice considerando el número de
informantes que citó cada especie respecto al total de informantes (N = 69)
x 100 (Estomba et al. 2006; Ladio y Lozada, 2008; Molares y Ladio, 2009).
Índice de Significancia Cultural (ISC): este índice fue propuesto Silva et al.
(2006) y consta de los siguientes términos: ISC = Σ (i x e x c) x CF, donde i
representa el grado de manejo de la especie (2 = especie cultivada y 1 = especie
recolectada); e indica la preferencia de uso (2 = uso preferencial; 1 = uso
alternativo; c refleja la frecuencia de uso (2 = plantas efectivamente conocidas y
usadas; 1 = plantas raramente citadas) y finalmente, CF es el factor de
corrección asociado al consenso de uso de la planta (CU). Una especie con
mayor ISC que otra sugiere una mayor relevancia de dicha especie dentro de la
comunidad en cuestión.
Similitud de especies (ISE): Para evaluar la similitud de las especies entre pares
de categoría de uso, utilizamos el índice de similitud de Jaccard (Albuquerque
et al., 2010). Este índice tiene en cuenta la presencia / ausencia de determinada
especie en un conjunto de datos y expresa el número de especies en común entre
dos conjuntos con respecto al número total de especies. La fórmula es la
siguiente: ISE = (c / a + b + c) x 100, donde c es el número de especies
communes a ambas categorías, a es el número de especies únicas presentes en
53
una categoría dada y b es el número de especies únicas presentes en la otra
categoría. El valor del IS, calculado con el programa SPSS versión 17, varía de 0
a 1 a medida que aumenta la similitud entre los grupos.
Versatilidad: La versatilidad de cada especie se calculó a partir de la suma total
de los diferentes usos reputados para cada especie citada durante las entrevistas
(tomado de Ladio y Lozada, 2008). La versatilidad puede tomar valores mayores
a 1 en correspondencia al número de usos diferenciales citados por los
entrevistados. A modo de ejemplo: si una especie se usa exclusivamente como
leña, tendrá valor 1 pero si además es medicinal, tomará el valor 2.
Análisis estadísticos
Utilizamos pruebas no paramétricas para analizar los datos ya que no presentan una
distribución normal (Höft et al., 1999).
En este sentido, recurrimos a la prueba de Kruskal-Wallis (p<0.05) para evaluar las
diferencias significativas entre los CU (%) promedio correspondientes a cada origen
biogeográfico y forma de obtención de las plantas.
Utilizamos la prueba binomial para detectar diferencias entre la riqueza de especies
citada para los diferentes usos. También evaluamos el CU (%) referido a cada categoría
mediante la prueba U – Mann-Whitney.
Por otra parte, recurrimos a la prueba Chi – cuadrado con el objetivo de evaluar
diferencias entre la proporción de especies según su origen biogeográfico /modo de
obtención, según las diferentes categorías de uso y los micro-sitios de obtención de las
mismas.
Finalmente, utilizamos la correlación de Spearman (p < 0,05) para analizar la
asociación entre la versatilidad de las especies y su consenso de uso (CU %).
Todos los análisis estadísticos fueron realizados con el programa SPSS versión 17.
54
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Riqueza de especies e importancia cultural de las plantas en las comunidades
rurales de la meseta
La población participante estuvo conformada por 69 participantes – 60% mujeres y
40% hombres de edad promedio de 50 años y con un rango que oscila entre los 20 a los
91 años - quienes mencionaron una riqueza de 117 etnoespecies útiles (nombres
populares o tradicionales) correspondientes a 101 especies y 16 géneros agrupados en
45 familias botánicas (Tabla 3.2 en el anexo de este cap. y Figura 3.1).
El análisis de la importancia cultural (mediante la valoración por consenso de uso) de la
totalidad de las especies citadas durante las entrevistas (N=117) nos reveló que la
especie con mayor CU es Acantholippia seriphioides (tomillo patagónico, 58%)
seguida por Berberis microphylla (michay o calafate, 48%), Ephedra ochreata (sulupe,
44%), Allium cepa (cebolla, 44%) y Larrea divarcata (jarilla, 41%). Como podemos
observar, estas especies muy valoradas por las personas de la comunidad son tanto
nativas como introducidas (Tabla 3.2, Anexo).
En cambio, si observamos el índice de significancia cultural (ISC) vemos que el orden
es diferente, en primer lugar está Allium cepa (cebolla común) con un alto valor de
importancia dentro de la comunidad, seguido por Lactuca sativa (lechuga), Berberis
microphylla (michay), Allium sativum (ajo) y Ephedra ochreata (sulupe). Recordamos
que el ISC no solamente pone el peso en el CU sino que toma en cuenta la versatilidad
de la especie, su frecuencia real de uso, posibilidad de manipulación o cultivo, y
preferencia de uso (Tabla 3.2).
Mientras que el CU (%) nos indica que las nativas como el tomillo silvestre y el michay
son las especies cuyo uso se comparte más entre los entrevistados de la meseta, el ISC
nos indica, desde otro punto de vista, que las especies exóticas como la cebolla, la
lechuga y el ajo ocupan un lugar destacado en la vida de la gente si se consideran otros
atributos en complementación.
Para tener una visión más integradora de la importancia cultural de las especies valorada
55
con ambos índices (ISC y CU), mostramos, en la tabla 3.3, las 15 especies más citadas.
Podemos ver (en la columna de la izquierda, ISC) que la importancia de muchas
especies podría residir no exclusivamente por ser las más utilizadas dentro de la
comunidad, sino por tener utilidad para varios fines, por ser especies con facilidad para
su cultivo, por ser abundantes, y todo esto se ve reflejado en la preferencia de uso frente
a otras plantas, ya que eso mide el ISC.
En resumen, y como propusimos en la hipótesis 1.1, entre las especies más valoradas
por las comunidades encontramos algunas que forman parte de la flora local nativa y
otras, que ya cuentan con amplio registro de uso en la mayoría de los asentamientos
humanos, coincidiendo además, con lo observado en otros sitios de la Patagonia.
Algunos ejemplos son la “cebolla” y el “tomillo silvestre” muy utilizados para preparar
comidas, remedios y tintes; el “michay” ampliamente conocido por sus ricos frutos y
por la propiedad febrífuga y tintórea de la decocción de su corteza, y el “sulupe”
recolectado muy frecuentemente por sus frutos ricos en agua y azúcares, por ser un
efectivo analgésico y diurético natural, y por poseer tintura en su raíz. Estas plantas
aparecen frecuentemente en los estudios etnobotánicos pertenecientes a la zona
patagónica ecotonal (Molares y Ladio, 2008; Eyssartier et al., 2009; Ochoa et al., 2010)
o extraandina propiamente dicha (Casamiquela, 1999; Jardín Botánico de la Patagonia
Extraandina, 2003).
Tabla 3.3. Las 15 especies más citadas y ordenadas según el valor decreciente de su Índice de Significancia Cultural (1° columna) y Consenso de Uso (2° columna)
Especie y nombre popular ISC Especie y nombre popular CU (%)
Allium cepa L. “cebolla” 21,30Acantholippia seriphioides A.Gray (Moldenke) “tomillo silvestre”
58,47
Lactuca sativa L. “lechugas” 15,55Berberis microphylla G. Forst. “michay o calafate”
48,31
Berberis microphylla G. Forst. “michay o calafate”
13,33 Ephedra ochreata Miers “sulupe” 44,9
Allium sativum L. “ajo” 13,09 Allium cepa L. “cebolla” 44,07
56
Ephedra ochreata Miers “sulupe” 12,39 Larrea divaricata Cav.”jarilla” 41,53
Condalia microphylla Cav. “piquillín” 10,76 Condalia microphylla Cav. “piquillín” 38,98
Populus spp. “álamos” 10,24 Fabiana imbricata Ruiz et Pav. “palopiche” 38,14
Acantholippia seriphioides A.Gray (Moldenke) “tomillo silvestre”
10,07Chuquiraga avellanedae Lorentz “trayao o quilimbay”
36,44
Larrea divaricata Cav. “jarilla” 10,02Erodium cicutarium L'Hér. ex Aiton “alfilerillo”
35,59
Tanacetum vulgare L. “palma” 7,95 Adesmia boronioides Hook.”paramela” 33,9
Schinus johnstonii F. A. Barkley “molle” 6,98Clinopodium darwinii (Benth.) Kuntze”té pampa”
32,2
Chuquiraga avellanedae Lorentz “trayao o quilimbay”
6,30 Prosopis alpataco Phil.”alpataco” 30,51
Matricaria recutita L. “manzanilla” 6,07Mentha spicata x piperita L.”menta pastilla”
30,51
Beta vulgaris L. “acelga” 5,87Nardophyllum bryoides (Lam.) Cabrera “sietecamisas”
30,51
Prosopis alpataco Phil. “alpataco” 5,26 Tanacetum vulgare L.”palma” 28,81
En líneas generales, el resultado integral de la aplicación de ambos índices nos permite
obtener del conjunto de plantas más utilizado y valorado por las comunidades
estudiadas. Sin embargo, si tenemos en cuenta el análisis del ISC y CU por separado,
podemos afirmar que la interpretación de sus resultados depende del índice que se está
analizando. En este sentido, en la tabla 3.3 podemos observar que dentro las 15 especies
con los mayores valores, la mitad son especies comunes (cuya importancia es captada
por ambas estimaciones) aunque difieren en el orden de importancia. De este grupo
Berberis microphylla, Ephedra ochreata, Allium cepa y Condalia microphylla son las
plantas más utilizadas y valoradas por los entrevistados, es decir que son altamente
utilizadas pero además muy valoradas. La otra mitad de las especies no es coincidente,
por ejemplo, el ISC otorga mayor valor a las especies cultivadas que el CU (como por
ej. Allium sativum, Lactuca sativa y Populus spp.) ya que estas plantas de huerta y
jardines son muy requeridas tanto por ser alimento, remedio, tintura o brindar sombra; y
57
además, representan el resultado del esfuerzo de su cultivo o de la compra.
Finalmente, en la figura 3.2 mostramos imágenes de algunas de las especies con mayor
consenso en las comunidades. Muchas de estas plantas son cuidadosamente buscadas,
recolectadas y en algunos casos, almacenadas en los hogares. Este cuidado que se
observa en las prácticas, nos habla de la importancia de las especies en la vida de la
gente y para ello se articulan distintas tareas para conservarlas. En otros casos, según
explican algunos pobladores, la alta valoración viene de la mano con la facilidad de
adquisición (proveniente de huertas o comercio), el poco esfuerzo que conlleva su
preparación (en caso de medicinales o tintóreas algunos casos, la efectividad o
rendimiento que poseen (en el caso de medicinales y combustibles, por ejemplo).
58
Figura 3.2. Mostramos algunas de las especies con mayor consenso dentro de las comunidades de la meseta. Arriba izq.: Invernáculo con cebollas, lechugas y acelgas, entre otras. Arriba der.: Una abuela y su nieto nos muestran las plantas secas de jarilla y palopiche que atesoran en su casa. Centro izq.: Cantero con variedad de mentas. Centro der.: Matas de quilimbai y alpataco en el campo de Gastre. Abajo izq.: Dos chicos de Lagunita Salada abonando la tierra de las palmas, en su jardín. Abajo der.: Las calles de Gastre forestadas con variedades de álamos.
Familias botánicas
La riqueza de familias botánicas citada: Asteraceae (17%), Rosaceae (9%) y Fabaceae 59
(7%) son las familias mayormente representadas por las especies citadas por los
participantes de esta investigación, lo cual nos permite aceptar la hipótesis 1.2 (Figura
3.3).
17%
7%
5%
5%
5%4%3%
45% 9%
Asteraceae
Rosaceae
Fabaceae
Apiaceae
Poaceae
Solanaceae
Lamiaceae
Chenopodiaceae
Otras
Figura 3.3. Representatividad (% de especies) de las familias botánicas utilizadas en las comunidades de la Comarca de la Meseta Central del Chubut. Dentro de la categoría “Otras” agrupamos aquellas familias con menos de 4 especies citadas (N=117).
Observamos que dentro de la familia Asteraceae se encuentran especies nativas muy
frecuentes en el paisaje natural de la Patagonia extraandina como Chuquiraga
avellanedae, Ch. hystrix, Mulinum spinosum y Nassauvia glomerulosa, todas plantas
muy conocidas por los pobladores y utilizadas para diversos fines que trataremos más
adelante. Sin embargo, también encontramos especies que son cultivadas en todo el
mundo, por ejemplo con fines medicinales y comestibles, como Matricaria recutita,
Artemisia absinthium, Lactuca sativa y Tanacetum vulgare y coincide con lo registrado
en otros trabajos etnobotánicos de la Patagonia (Molares y Ladio, 2015; Eyssartier et al.,
2010; 2011). Dentro de la familia Rosaceae encontramos la mayor parte de las especies
cultivadas globalmente para aprovechar sus frutos como Prunus avium, P. cerasus,
Prunus persica, Rosa sp. y Rubus sp., observadas también en huertas y jardines de
zonas más cordilleranas (Eyssartier et al., 2011). Por otra parte, es interesante remarcar
que las especies que conforman la familia Fabaceae son todas nativas de la región,
60
siendo algunas de ellas, además, elementos florísticos muy frecuentes como
Prosopidastrum globosum, Prosopis denudans y otras más escasas como Adesmia
boronioides, A. volckmanii y Anarthrophyllum desideratum.
El resto de las familias están poco representadas pero algunas de ellas tienen un alto
consenso de uso como por ejemplo, Verbenaceae (involucra a Acantholippia
seriphioides, una de las especies más citadas) y Lamiaceae (contiene a Clinopodium
darwinii, Mentha sp., Rosmarinus sp., Marrubium vulgare etc.), plantas aromáticas
ampliamente utilizadas en las comunidades patagónicas como han registrado Eyssartier
et al. (2009), Ochoa et al. (2010); Molares y Ladio (2015).
Principales usos de las plantas: comestible, medicinal, combustible y estructural
Los diferentes usos nombrados por los entrevistados (categorías de tipo émico) fueron
recategorizados éticamente (agrupando las categorías émicas en otras nuevas categorías
creadas por nosotros a posteriori a fin de reunir usos similares y simplificar la
información. El siguiente cuadro (Tabla 3.1) resume dicho proceso:
Tabla 3. 1. La recategorización de los usos citados por los entrevistados se muestra en la columna de la izquierda mientras que en la columna de la derecha mostramos algunos ejemplos de las citas de uso correspondientes.
Categoría de uso (ética)Algunos ejemplos de citas de uso agrupadas (categorías émicas)
Medicinal
“bueno para la salud”, “remedio casero”, “para la mala suerte”, “compone”, “arregla el cuerpo”, “se toma como tecito”, “se usa como yuyo”, “se toma y hace bien para… (alguna parte del cuerpo o dolencia)”. En el capítulo siguiente ampliaremos este tema.
Comestible“para preparar comidas”, “se come”, “es rico en ensaladas”, “con el fruto se prepara dulce”, “se usa para licor”
Combustible“es leña”, “sirve para calentar”, “sirve para cocinar”
61
Estructural“se hacen cercos”, “para la mezcla de adobes”, “es buena madera “,”para techar”
Otras (incluye usos tintóreos, ornamental y forrajero entre los principales)
“queda linda en la casa”, “le da color a la lana”, “sirve para lavar y aclarar lana” “da alegría a la casa”, “sirve para engordar los animales”, “para ahuyenta los mosquitos”
La riqueza de especies difiere significativamente entre todas las categorías de uso. La
categoría de uso medicinal tiene la mayor riqueza (77 spp.), seguida por los usos
comestible (44 spp.), combustible (28 spp.) y estructural (16 spp.). Si analizamos las
diferencias entre las mismas categorías pero teniendo en cuenta, ahora, el consenso de
uso (CU %) en lugar de la riqueza de especies, encontramos el mismo patrón (Figura
3.4). Este resultado nos permite ir vislumbrando una relación entre la importancia
cultural de las plantas (representada por el promedio del CU) y la versatilidad de uso
(medida a través de la riqueza de especies para cada categoría), que será luego
profundizada en la última sección de este capítulo. Dicho de otro modo a fin de aclarar
el concepto, la importancia que recae en las plantas utilizadas como medicina puede
verse reflejada en el gran repertorio de especies que conforma el cuerpo de saberes
sobre plantas medicinales. A su vez ha sido demostrado que la redundancia de especies
sugiere mayor flexibilidad y por ende, mayor resiliencia del CBL (Albuquerque y
Oliveira 2007; Ladio 2011; Soares Ferreira y col. 2011).
.
62
Figura 3.4. Los usos principales de las plantas en la meseta central del Chubut. Mostramos el CU (%) promedio para cada categoría de uso (N= 117). La prueba U de Mann –Whitney (p<0.05) detectó diferencias significativas entre los CU promedios de todas las categorías de uso.
Estos resultados muestran, en concordancia con la hipótesis 2.1, que los problemas
vinculados a la salud son el principal foco de utilidad de las plantas en los parajes
estudiados. En los talleres pudimos registrar que la mayoría de los participantes
consideraban que las plantas poseen mayor eficacia que los medicamentos recetados por
los médicos o comprados sin receta, en las farmacias de la ciudad o en el negocio del
pueblo. Además de la alta efectividad, el bajo o nulo costo de las plantas medicinales
fue uno de los argumentos más frecuentes para explicar la preferencia de “curarse con
yuyos” en estas comunidades. Como veremos en el próximo capítulo, las plantas
medicinales son tan valoradas que los pobladores se aseguran su provisión por medio de
una gran variedad de prácticas y/o formas de obtención.
Por otra parte debemos contemplar que si bien el consenso de uso de las plantas
combustibles no resultó tan importante como el de las medicinales, tenemos
información acerca de la significancia de la leña y de todos los conocimientos y
prácticas asociados a su uso en comunidades similares de la Línea Sur rionegrina, de
bajos recursos, sin servicios regulares de electricidad, gas y agua en las viviendas, y
asentadas en ambientes con un clima extremadamente frío gran parte del año (Cardoso
63
et al., 2013). Esta observación coincide con resultados hallados para especies leñateras
de otras regiones áridas de la Patagonia. Esto nos refleja la importancia que presentan,
en general, las plantas de la flora nativa en el cuerpo de saberes de una población rural.
64
Similitud entre categorías de uso
En contraste con lo esperado en la hipótesis 2.2, encontramos que las especies
medicinales y comestibles son coincidentes solamente en un 21%. Sin embargo, las
categorías referidas al uso combustible y estructural comparten casi la mitad de las
especies citadas (46%), lo que nos permite comprobar la hipótesis 2.3.
Los pobladores de las comunidades estudiadas no utilizan, en general, remedio caseros
preparados con plantas que sirven como alimento. Los pocos casos que plantean una
excepción están relacionados al uso de la cebolla, el ajo, la papa, el orégano, el tomillo,
el romero y el hinojo, entre otros. Este resultado no coincide con la teoría de
complementariedad de usos propuesta por Etkin (1994) en donde se postula que las
comunidades tradicionales poseen conceptualizaciones ligadas a alimentos que también
actúan como remedios, referidos en la etnofarmacología actual como alimentos
funcionales. Es probable que mayores indagaciones agreguen más luz a estos
resultados, dado que otras regiónes patagónicas se ha encontrado un solapamiento del
60% de las plantas alimenticias con función medicinal (Ladio, 2006).
En relación a esto, pudemos observar que la dieta tradicional de los pobladores
patagónicos está basada en la ingesta de carne y panificados, y en menor medida, en el
consumo de vegetales. En los talleres y en las observaciones de campo pudimos
registrar que, en la meseta, la comida está asociada a la carne ovina, caprina e incluso
equina pero nunca a los vegetales. En cambio, las plantas suelen ser percibidas como
entidades que acompañan la vida de los pobladores, curan sus malestares y les permiten
luchar contra las bajas temperaturas al proporcionarles calor y refugio.
65
En este sentido, la redundancia de especies leñateras y estructurales, que compone el
reservorio botánico de estas comunidades rurales, sugiere que la necesidad de calor, de
cocinar las carnes, y el aprovisionamiento de madera para fabricar techos y de fibras
vegetales para endurecer el adobe, resultó en estrategias que aseguraran su provisión
material. La flexibilidad reflejada en esta redundancia de los recursos podría disminuir
la vulnerabilidad de la comunidad, en relación a la solución que dichos recursos brindan
(Santoro et al., 2015) y por lo tanto, estas prácticas ajustadas, contextualizadas a esta
región particular, construirían procesos mayores de resiliencia.
Repertorio de especies en cada categoría de uso
En las comunidades rurales de la Comarca de la Meseta Central encontramos un
repertorio de usos y prácticas vinculadas a las plantas que cubren fundamentalmente las
necesidades sanitarias, alimenticias, combustibles y de armado de estructuras como
ejemplificamos en los siguientes párrafos:
* Plantas medicinales (77 spp., 66%): Son utilizadas para el tratamiento de numerosas
dolencias (detallaremos este tópico en el cuarto capítulo). Las plantas citadas como
“digestivas” y “para el hígado” son las más frecuentes, como por ejemplo,
Acantholippia serphioides, Buddleja globosa (pañil), Mentha spp. (mentas) y
Baccharis crispa (carqueja), mientras que Fabiana imbricata (palopiche), Valeriana
carnosa (ñanculawen) y Matricaria recutita (manzanilla) tienen un amplio consenso de
uso para problemas del riñón, infecciones urinarias y mala sangre. También cabe
destacar el importante papel que juegan dentro de la salud familiar, las especies
utilizadas para “calmar la tos”, “tratar el asma” y “paliar gripes y resfríos” como
Chuquiraga avellanedae (trayao), Adesmia boronioides (paramela) y Clinopodium
darwinii (té pampa o andino) respectivamente
*Plantas comestibles (44 spp., 38% ): Luego del uso medicinal, la categoría de uso
comestible es la más importante (Figura 3.4). Las plantas cultivadas en las huertas,
macetas, viveros y jardines son las de uso más consensuado como Allium cepa
(cebolla), A. sativum (ajo), Beta vulgaris (acelga) y Solanum tuberosum (papas),
Lactuca sativa (lechugas) y Raphanus sativum (rabanitos) entre los más frecuentes. Por
66
otra parte, resultan frecuentes también, las citas referidas a la recolección de frutos
silvestres como los de Berberis microphylla (calafate), Condalia microphylla
(piquillín), Ephedra ochreata (sulupe) y en menor medida los pobladores citan al
tubérculo de Arjona tuberosa (bulbito dulce del macachín o trawil), a Magallana
poriflora (papita lulú) y a Azorella monantha (leña de piedra). La mayor parte de las
especies citadas como comestibles cultivadas en este trabajo también están registradas
en relevamientos de huertas de todo el mundo y particularmente de otros poblados
rurales cordilleranos (Eyssartier et al., 2015), lo cual demuestra que estas comunidades,
a pesar de estar aisladas geográficamente de otras, recibieron la influencia cultural
producto de los movimientos migratorios y de las políticas regionales de agricultura
familiar. Sin embargo, en dichas comunidades, las autoras registraron 60 especies
totales comestibles cultivadas, unas 16 especies más que lo que registramos en la meseta
central. La falta de lluvias y de agua para riego y la imposibilidad de conseguir semillas
para iniciar los cultivos son los motivos más habituales que limitan la horticultura en
esta parte más árida de la Patagonia.
Las plantas comestibles - como Solanum tuberusum (papa), Lactuca sativa (lechuga),
Beta vulgaris (acelga), Daucus carota (zanahoria), Prunus ceraseus (guindo), P.
persica (duraznero)- cultivadas en las quintas son incorporadas a la dieta familiar ya
sea para la elaboración de comidas cocidas (ej. guisos, sopas, pucheros, hortalizas al
horno, dulces) o crudas (ej. fruta fresca, ensaladas, jugos). Las frutos comestibles
silvestres que se recolectan – como Condalia microphylla, Ephedra ochreata, Berberis
microphylla- en general, son consumidos en el momento o bien destinados a la
elaboración de dulces y “guindados” (bebida a base de fruta fermentada con azúcar).
Las plantas silvestres con órganos subterráneos comestibles –como Arjona tuberosa y
Magallana poriflora suelen ser buscados y comidos por los integrantes más pequeños
de la comunidad. Ochoa y Ladio (2011) realizaron un relevamiento de conocimientos y
prácticas asociados a plantas con órganos subterráneos comestibles y registraron más de
50 especies de plantas de este tipo y observaron que actualmente la riqueza conocida es
muy pobre, lo cual sugiere la pérdida colectiva de esa costumbre de uso patagónica.
* Plantas combustibles: (28 spp., 24%): La categoría combustible está representada
67
mayormente por las especies nativas leñosas que son utilizadas para calefaccionar y/o
cocción de los alimentos como Condalia microphylla (piquillín), Berberis microphylla
(michay), Prosopis alpataco (alpataco), P. denudans (algarrobillo), Schinus johnstonii
(molle) y Chuquiraga hystrix (uña de gato) entre otros (Figura 3.5). En los resultados
encontramos que existen algunas pocas especies de árboles cultivados que son
utilizados por el valor calorífico de su leña como Salix spp. (sauces), Tamarix sp.
(tamarisco) y Populus spp. (álamos). Cabe destacar que el cultivo de árboles representa
una gran demanda de agua de riego y son pocas las familias de la comunidad que
cuentan con una adecuada disponibilidad de agua para sostener estas especies. En
general, además de contar con la leña recolectada del campo y de la poca oferta de
árboles cultivados, algunos pobladores obtienen leña a partir del “Plan Provincial Calor”
que tiene como fin proveer combustible a los hogares más desamparados de la
provincia, y también mediante la compra de leña y carbón en los negocios locales. En
este sentido, existen varios estudios sobre plantas combustibles realizados con
comunidades asentadas en regiones semiáridas de la Patagonia, por ej. Cardoso (2013),
Cardoso et al. (2015), quienes detectaron que los patrones de recolección están
asociados a factores ecológico-ambientales y culturales y que difieren en relación con la
distancia y los medios de búsqueda de cada familia, al grado de dispersión del poblado,
a su acceso a una economía de mercado, y a su vinculación con la cría de ganado, entre
otros.
En general, los pobladores perciben una disminución en la disponibilidad actual de
leña, lo cual los impulsa a complementar el uso de plantas con otros medios como el uso
de gas envasado (inaccesible para la mayoría por los altos costos), la quema de material
de descarte (maderas de construcción, ropa, basura, etc.) y el uso de estiércol o bosta de
caballo o vacas.
* Plantas estructurales (16 spp., 14%): Las especies más utilizadas para fabricar techos,
en las viviendas tradicionales de adobe, son Larrea divaricata, L. nitida y Colliguaja
integerrima (duraznillo). En general, los pobladores recolectan las ramas de estas
plantas cuando no están muy leñosas, es decir, que presentan cierta flexibilidad. Las
ramas verdes y flexibles son dispuestas en forma entrelazada o tejidas sobre vigas -que
68
pueden ser de de madera ( proveniente, en general, del reciclado de estructuras de obra,
pallets, etc.), de caña vegetal (que algunas personas consiguen en comercios urbanos)
o de caño- y luego son cubiertas por una “colada” de barro o adobe. El adobe es una
mezcla realizada con tierra bien arcillosa (de color claro), algo de arena, agua y fibra
proveniente de especies gramíneas, llamadas pastos o coirones, como Pappostipa
humilis, S. speciosa, Poa lanuginosa y P. ligularis, entre otras.
Por otra parte, las especies leñosas nativas (Figura 3.5) son utilizadas para construir
cercos para ganado y para los jardines y quintas. Las ramas limpias, sin ramificaciones
secundarias ni espinas son preparadas con mucho cuidado para luego ser utilizadas en la
fabricación de los cercos. Se utilizan ramas del molle, del michay, del piquillín,
algarrobillo y alpataco. Las varas verticales de los cercos pueden ser tejidas
horizontalmente con alambres o bien con otras especies vegetales como ramas de sauce,
jarilla o duraznillo. El uso estructural de las plantas patagónicas no fue documentado en
detalle anteriormente, por lo cual esta información resulta muy valiosa. Existen registros
anteriores del uso de especies nativas como el piquillín y el molle para la fabricación de
herramientas y cercos, así como también existen datos del uso de las jarillas en la
fabricación de los toldos y ranchos patagónicos (Casamiquela, 1999; Caruso Fermé,
2016).
Figura 3.5. Cercos o “enramadas” de jarilla (izq.) y acopio casero de leña nativa, piquillín y uña de gato
69
* Otros usos (56 spp., 47%): Esta categoría está representada por especies que, si bien
fueron citadas en baja frecuencia o esporádicamente, tienen un uso relevante para la
vida de la gente. Además presentanun gran abanico de aplicaciones), por lo cual estos
datos no fueron incorporados a los análisis cuantitativos ni se detallaron en profundidad
en esta tesis. Aprovecharemos esta sección para comentar algunos ejemplos de plantas
utilizadas como tintura de lana, como forraje, que ofrecen protección frente al viento
(“cortinas”), brindan sombra, que adornan el interior y exterior de las casas, y también
aquellas plantas con función o valor simbólico ya sea por su sola presencia en la casa o
mediante algún preparado especial que se realice con ellas. Las especies tintóreas (12
spp.) más utilizadas son Berberis microphylla (calafate) que tiñe de color violáceo,
Larrea nitida (jarilla), tintura de color amarillo-dorada, y Allium cepa (cebolla) que
colorea la lana de un fuerte color pardo. Las especies forrajeras utilizadas como
alimento del ganado ovino, caprino y equino (10 spp.) las constituyen algunas plantas
anuales como Erodium cicutarium (alfilerillo), Calceolaria sp. (zapatito o bolsa de
pastor) y Plantago lanceolata (sietevenas). Destacamos que aquí presentamos algunos
datos que surgieron espontáneamente en las entrevistas pero esta categoría no fue
indagada en profundidad en esta tesis.
Los árboles (5 spp.) utilizados preferentemente en forestaciones son valorados por los
pobladores por su sombra y capacidad de generar refugios del viento ocortinas, como
por ejemplo Populus spp. (álamos), Tamarix ramosissima (tamarisco), Salix spp.
(sauces y mimbres) y Eucalyptus spp. (eucaliptos) . Existen también algunas especies
ornamentales que adornan los hogares y jardines de la meseta y que suelen
intercambiarse entre los vecinos y familiares como Rosa spp. (rosas arbustivas),
Tanacetum vulgare (palma), Crysanthemum sp. (crisantemo común) y también
registramos especies ornamentales muy valoradas por ser “protectoras de la casa” como
Ruta spp. (rudas) y Artemisia absinthium (ajenco). La presencia de ramitos colgados de
los dinteles de las casas, o el sahumado del hogar con Atriplex lampa (zampa) también
ha sido registrado en varias casas.
70
Reyes García et al. (2007) concluyeron que el conocimiento botánico local es clave en
el manejo de los recursos naturales y que también podría contribuir al bienestar humano
y al desarrollo económico rural. Además, la vigencia de las prácticas tradicionales
repercuten directamente en el estado nutricional y en la salud humana, sobre todo en
zonas rurales con bajos recursos económicos como las que trata la presente
investigación. Si bien, estos primeros datos recabados dan cuenta de la importante
riqueza de especies vegetales que los pobladores utilizan e incorporan en sus tareas
cotidianas, no contamos con información sobre el número de especies utilizadas
históricamente en la zona. Entonces solamente podemos cotejar nuestros resultados con
datos registrados en comunidades rurales de zonas –semiáridas y boscosas –
correspondientes a regiones más occidentales de la Patagonia, lindantes con la
Cordillera de los Andes. Es así que Molares y Ladio (2008) estudiaron los usos
medicinales de las plantas, en una comunidad del NO patagónico y registraron 131
especies utilizadas como remedio para diversas dolencias contando plantas nativas y
exóticas. Por otra parte, Cardoso et al., (2012) analizaron exclusivamente las especies
utilizadas como combustibles en dos pueblos de la estepa occidental rionegrina y
encontraron una riqueza de 26 especies leñateras. Con respecto a las especies
comestibles cultivadas y recolectadas en otro pueblo de la Patagonia andina, Eyssartier
et al. (2015) encontraron un total de 166 especies.
La riqueza de especies y familias botánicas relevadas mediante la presente investigación
resulta mucho menor que las registradas para otras regiones vecinas. Los factores que
explican estas diferencias son varios, por un lado está la mayor rigurosidad climática
que determina una riqueza y abundancia limitada del recurso útil nativo y también
afecta negativamente todas las actividades vinculadas al manejo de cultivos domésticos
y la recolección de plantas. Sumado a esto encontramos evidencias, a través del análisis
de las entrevistas, de que las aldeas presentan serios problemas en el suministro
continuo de agua, cuestión esencial a la hora de mantener cultivos domésticos. La falta
de terrenos disponibles para el cultivo de plantas comestibles es otro problema que
afrontan estas comunidades y en muchos casos, solamente cuentan con pequeños
canteros, veredas o macetas para obtener algún cultivo alimenticio o medicinal.
71
Finalmente, los entrevistados revelaron que existe una gran dificultad para
conseguir,dentro del pueblo, buenas semillas o gajos de plantas ya que los programas
nacionales que fomentan la agricultura familiar y orgánica (por ej. PRO-HUERTA-
INTA) no están funcionando localmente – a diferencia de lo que ocurre en parajes
coordilleranos. Entonces, las personas que quieren cultivar alimentos dependen que
haber guardado semillas de años anteriores, de haber intercambiado con algún vecino o
de comprarlas en los comercios de ciudades como Esquel o Trelew.
Especies nativas e introducidas
Del total de las especies registradas, el 52 % lo constituyen especies con origen
biogeográfico fuera de la meseta chubutense llamadas, por nosotros, “introducidas” (los
pobladores no tienen una denominación particular para este grupo) mientras que el 48 %
lo constituyen especies nativas que se recolectan en su totalidad y son nombradas
localmente como “plantas del campo”, “las que crecen solas”, “plantas silvestres”.
La categoría “introducidas” comprende en su mayoría, plantas que se cultivan en las
quintas domésticas (42 %) y en menor medida, son recolectadas de terrenos removidos
como los alrededores de las casas y banquinas (7%), y finalmente las especies
introducidas que son obtenidas mediante el comercio en los escasos y pequeños locales
(3%) de las aldeas. Los resultados indican que no hay diferencias significativas (Chi-
cuadrado=0.054, p= 0.85) en la riqueza de especies nativas e introducidas, con lo cual
rechazamos la hipótesis 3.1 que propusimos en relación a una mayor representatividad
de elementos nativos. Sin embargo y a pesar de no ser la mayoría, las nativas fueron
citadas en una alta proporción.
Dentro de este grupo de plantas, encontramos que los pobladores incorporaron muchas
especies utilizadas actualmente en todo el mundo y que pueden ser recolectadas,
cultivadas o comercializadas, como por ejemplo Mentha spicata x piperita, Erodium
cicutarium y Tanacetum vulgare. En este sentido, existen estudios en Patagonia que
72
documentaron la influencia de las inmigraciones humanas en la incorporación de
especies exóticas al paisaje nativo (Rapoport et al., 1998; Ezcurra y Brion, 2005). En
algunos casos, ha transcurrido un tiempo suficiente para que sean incorporadass en las
costumbres de las comunidades rurales de la meseta, por lo que son consideradas por los
pobladores como elementos de gran importancia. Por otro lado, la fuerte influencia de
agentes de promoción más recientes ha contribuido a la incorporación de elementos
foráneos en sus espacios de cultivo, incluyendo las medicinales, comestibles y forestales
mediante el aporte de semillas de hortalizas o estacas de árboles (Eyssartier et al., 2015;
Cardoso et al., 2016). Asimismo, en otras investigaciones, al igual que en la nuestra, se
ha encontrado que el uso de las exóticas podría estar relacionado con el
aprovechamiento de espacios ligados a los ambientes antrópicos, como lo son las
huertas, invernaderos, jardines y terrenos baldíos, lo que refleja una continua interacción
entre los seres humanos y los ambientes que ellos mismos generan (Bennett y Prance,
2000; Ladio y Lozada, 2000; 2001; Stepp, 2004; Albuquerque et al., 2005). Sin
embargo, a pesar del importante porcentaje de especies exóticas, en las comunidades
rurales de la meseta, aún se conserva el uso de plantas nativas.
Las plantas nativas son recolectadas en su totalidad y este dato coincide con lo
registrado en diversos estudios que dan cuenta de que las especies locales son obtenidas
principalmente en ambientes naturales y que las personas recorren grandes distancias
para acceder a estos valiosos recursos (Ladio, 2001, 2002, 2007; Estomba et al., 2006;
Ladio et al., 2007). Los participantes de los talleres realizados en las comunidades (tema
desarrollado en el capítulo 5) nos revelaron que los más chicos aprenden a ubicar los
lugares de recolección de las plantas nativas cuando acompañan a los mayores a las
caminatas de recolección o los ayudan preparando las plantas para secarlas y guardarlas
en los hogares. En esos ámbitos de aprendizaje directo, los chicos reconocen, de a poco,
las especies que su familia viene seleccionando desde hace mucho tiempo. Estos
conocimientos se han mantenido durante generaciones mediante transmisión cultural,
hecho que podría revelar la importancia de su historia y su inercia cultural (Ladio y
Lozada, 2008).
En esta sección estudiamos, hasta ahora, la riqueza de plantas nativas e introducidas que
73
fueron citadas por los pobladores. Si comparamos, ahora, el consenso de uso (CU%)
entre nativas e introducidas (teniendo en cuenta todas las especies, n=118) veremos
(Figura 3.5) que las diferencias tampocon resultaron significativas (U de Mann
Whitney= 1358, p= 0.057). Hay un consenso de uso similar en las nativas e
introducidas.
Figura 3.6. Consenso de uso (CU%) de especies nativas e introducidas. La prueba Mann-Whitney no detectó diferencias significativas (U=1358, p=0.057)
Sin embargo, cuando analizamos los CU (%) respecto de las nativas e introducidas,
ahora, dentro de cada categoría de uso (Figura 3.7) observamos que existen diferencias
significativas en cada una de ellas. Las plantas comestibles introducidas tienen mayor
CU que las nativas (U=13056, p=0.005). Este resultado está influido por la gran
proporción de plantas cultivadas destinadas a la alimentación tal como lo planteamos al
inicio de esta seccion al explicar el alto porcentaje de especies introducidas citadas por
los entrevistados. Las plantas comestibles nativas más citadas son aquellas que tienen
frutos como el piquillín, el sulope y el calafate.
74
Comestibles
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
20
nativo introducidoOrigen
CU
(%) p
rom
edio
Medicinales
0
5
10
15
20
25
30
nativo introducidoOrigen
CU
(%) p
rom
edio
Combustibles
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
20
nativo introducidoOrigen
CU
(%) p
rom
edio
Estructurales
0
24
6
8
10
12
14
16
1820
nativo introducidoOrigen
CU
(%) p
rom
edio
Figura 3.7. Consenso de uso promedio (CU (%) en cada categoría de uso y según su origen biogeográfico. En los recuadros de cada figura presentamos los resultados de la prueba U de Mann-Whitney.
Las plantas medicinales siguen otro patrón, las de mayor consenso de uso son las
especies locales (U=1016, p=0.0001), las que son utilizadas ancestralmente por las
comunidades y cuyos usos se van transmitiendo de generación en generación. La mayor
parte de los pobladores manifestaron, en los talleres participativos que serán abordados
en el último capítulo, que prefieren los remedios hechos con plantas nativas por ser más
fuertes y porque vienen siendo “recomendados” por los seres queridos de la familia,
entre otras razones. En el capítulo cuarto desarrollaremos más profundamente distintos
aspectos de las plantas medicinales.
Las plantas nativas utilizadas como combustible y estructurales tienen mayor CU que
las introducidas (U=1375, p=0.001 y U=1367, p=0.038). Las especies más citadas para
estas necesidades son el molle, el piquillín, el alpataco, el michay, las jarillas y el
duraznillo entre otras. Los árboles introducidos como el álamo, tamarisco y sauce
representan una opción como leña. En los talleres las personas manifestaron su
preferencia por utilizar estos árboles como cortina de viento y sombra (sin podarlos en
exceso) y no para uso leñatero ya que necesitarían un cultivo destinado a tal fin, y en la
U= 1305
p=0.005
U= 1016
p=0.000
U= 1375
p=0.001
U= 1367
p=0.038
75
actualidad son escasos los árboles adultos en los poblados. La escasez de agua es el
motivo por el cual no existen bosques exóticos para uso combustible.
Don Alberto Ñ. nos comentó al respecto:
“… y la leña… no hay mejor que la del monte de molle o piquillín si se encuentra… el
algarrobillo también…. Es leña buena, que sirve para cocinar despacito y parejo… la
leña que traen de la ciudad, dicen que es álamo y pino… esa no sirve porque quema
muy rápido… enseguida hace ceniza pura… no queda brasita…. Y para los techos
siempre usamos la jarilla y el duraznillo… todos los ranchos que Uds. ven por acá
fueron hechos de adobe y techo de jarilla… después el jefe comunal trajo algunas
chapas y vinieron las mejoras… pero los techos se hacían a pura planta y barro no más
(risas)…”
Este relato, junto con los datos numéricos, ilustra la preferencia de los pobladores por
las plantas provenientes de arbustos nativos como así también por sus ramas, las cuales
utilizan para construir los techos de las viviendas tradicionales de esta zona, los cuales
entrecruzan, en algunos casos, sobre estructuras más resistentes como pueden ser
maderas o cañas (de origen vegetales) u otros materiales industriales.
Prácticas de recolección
Por otra parte, plantas nativas e introducidas, ambas obtenidas por recolección, son las
más importantes dentro de la categoría medicinal. Ejemplos de especies nativas usadas
como remedio casero son, el ya nombrado tomillo patagónico, el sietecamisas, el
quilimbay y la jarilla. Dentro de las introducidas recolectadas se encuentran las especies
asilvestradas como el alfilerillo, el paico, el sietevenas y la malvarrubia. Las especies
medicinales introducidas cultivadas se utilizan en menor medida, como la palma, el
bálsamo, el ajenco, seguidas por los escasos ejemplos de introducidas comercializadas
como el caso de la manzanilla, el boldo y el lapacho. El relato siguiente expone la
mirada, al respecto, de una pobladora de la región:
Carolina Ñ. “…las [plantas] que crecen solitas por ahí y en el campo abierto son las
mejores, tienen más fuerza, si son remedios hacen mejor que las de la quinta que están
76
regadas… te das cuenta no más al olerlas… tienen un olor fuertecito, las de la quinta y
las que vienen en saquito (comercializadas) casi no huelen o hay que tomar mucho para
que hagan algo…”
La mayor parte de los entrevistados demostró una mayor apreciación de las plantas
versus los remedios producidos por la industria farmacéutica. De todas maneras, los
pobladores recurren al médico del hospital local y, en general, aceptan y siguen los
tratamientos que ellos les indican. En muchos casos, las personas reconocieron que
aunque estén con el tratamiento médico siguen recurriendo a las plantas medicinales.
Los resultados que presentamos en esta sección nos permiten comprobar la hipótesis 3.2
planteada en este capítulo en relación a la importancia de las especies nativas como
fuente combustible y medicinal. Numerosos trabajos realizados en Patagonia también
dan cuenta del lugar preponderante de las especies locales ya sea combustibles (Cardoso
et al., 2012; 2015) o medicinales (Molares y Ladio, 2012). Por otro lado, al la luz de la
información recabada y los análisis estadísticos, podemos comprobar, también, la
hipótesis 3.3 propuesta en relación a que las especies nativas son obtenidas por
recolección del entorno natural mientras que las introducidas se obtienen principalmente
por cultivo (en quintas, viveros comunitarios, jardines y macetas) pero también
mediante la recolección (especies introducidas asilvestradas o espontáneas) y la compra
en los comercios.
En los talleres de intercambio de saberes, pudimos comprobar que las plantas “del
campo”, las plantas que conviven con los pobladores durante toda la vida, que no
requieren cuidados especiales, son las más respetadas y queridas. Es habitual que los
hombres y mujeres de la meseta lleven ramitos de alguna planta nativa en sus alforjas o
bolsos, además de tenerlos colgados de las paredes de la casa como símbolo de
protección y respeto (obs. pers.).
77
Versatilidad de uso de las plantas. Descripción de algunas de las especies más
valoradas y más versátiles
La figura 3.7 nos muestra la correlación positiva y significativa, entre la versatilidad y
el valor de CU (%) de las especies. Las plantas con 5 usos diferentes como el tomillo
patagónico, el calafate, el sulupe y el piquillín además de representar las más versátiles
en sus usos, son las plantas más utilizadas por la comunidad, las de uso más
consensuado.
Figura 3.7. Relación entre la versatilidad* y el Consenso de uso (%) de las especies utilizadas por los pobladores de la meseta chubutense (mostramos los nombres populares de las especies). *Definimos versatilidad como el número de usos –correspondientes a las diferentes categorías - que fueron citados para una especie, por ej. si una especie se usa como medicina para riñones y también es analgésica, su versatilidad será 1 (uso medicinal) y si además se usara como leña su versatilidad será 2 (uso medicinal y combustible). Rho de Spearman= 0.649 (p< 0.01)
78
El tomillo patagónico, silvestre o del campo (Acantholippia seriphioides) es un arbusto
mediano a pequeño endémico del centro-sur de Argentina (Zuloaga y Morrone, 1999) y muy
frecuente en toda la meseta central del Chubut (Figura 3.8). El caso del tomillo es muy
interesante porque constituye una de las plantas más citadas, más valoradas y más importantes
para los pobladores del lugar. En primer lugar, la mayoría de los entrevistados preparan el “té
de tomillo” cuando empiezan a sentirse los primeros fríos del año, es una decocción rápida de
las ramitas, hojas y flores que se toma como remedio muy efectivo en la prevención y alivio
de gripes y resfríos. Además, este té puede ser mezclado con aceite o grasa y con la pasta
resultante muchas personas se realizan fricciones que alivian contracturas, golpes y abre el
pecho (en caso de bronquitis y asma). El tomillo patagónico es citado muy frecuentemente
como comestible, condimento seco o fresco para las comidas, de la misma manera que se usa
la especie introducida Thymus vulgaris. Por otra parte, las ramitas flexibles del tomillo pueden
complementar las varas de jarilla y duraznillo en la construcción del entramado de techos,
cercos y en la mezcla del adobe. Las ramas secas suelen sahumarse (quemarse) para “limpiar
el aire”, “ahuyentar la mala suerte de las casas”, “evitar las pesadillas o sustos de los chicos”
con el humo oscuro. Finalmente, las plantas vivas de esta especie son muy queridas dentro de
los jardines (crece espontáneamente, no la cultivan) y su presencia cercana a la casa es
celebrada y reconocida como “buena suerte”
Figura 3.8. Aspecto de la planta de tomillo patagónico en flor (izq.) y Don Chaina, poblador antiguo
de Lagunita Salada, nos muestra el ramito de tomillo que siempre tiene en su casa.
El calafate o michay (Berberis microphylla) es una especie arbustiva endémica de la
Patagonia argentina y chilena, que se distribuye desde el centro de la meseta hacia el oeste,
79
internándose en el bosque andino (Figura 3.9). Es una especie muy apreciada por su amplia
gama de utilidades. Su tronco y ramas secas son utilizados como leña de buena calidad, sin
embargo la mayoría de los pobladores se abastece de la recolección de troncos y ramas secas
de esta planta y no tala las matas vivas. Sus troncos leñosos también son muy buscados para
ser usados como postes pequeños en el alambrado. La parte más externa de la corteza, se
raspa y se hierve para preparar un agua que ayuda a bajar la fiebre y alivia dolores del cuerpo.
Las raíces y troncos inferiores se cortan en trozos y se hierven a fin de lograr un tinte natural
color morado grisáceo, muy apreciado por las hilanderas y tejedoras locales. Finalmente, los
frutos maduros negruzcos se comen frescos o se recolectan en grandes cantidades para la
elaboración de dulces, vinos, licores y jugos que se venden o regalan entre vecinos y
familiares.
Figura 3.9. Vista de la mata de michay o calafate (izq.) y detalle de sus frutos maduros (centro). Vecina de
Gastre prepara el dulce con los calafates que cosecharon durante 5 días (der.).
El sulupe o solupe, o escoba, o frutilla de campo (Ephedra ochreata) es endémica del
centro y sur de Argentina (Zuloaga y Morrone, 1999) y es una especie muy común en la
meseta, forma matas achaparradas muy extensas y llamativas (Figura 3.10). Los pobladores
reconocen las dos plantas de sulupe, la hembra - que forma los abundantes frutos rojos,
brillantes y dulces- y el macho – que forma unos conos amarillos (por los estambres) sin
fruto. La característica dioica de esta especie está reconocida en la bibliografía (ej. Correa,
1998; Rapoport et al. 2001) por lo tanto, el conocimiento popular y el científico se
entrecruzan y refuerzan el diálogo entre saberes. Los entrevistados cuentan que cuando
80
encuentran en el campo una planta macho, muy cerca estará la hembra. Esta mata es muy
apreciada en los campos por su alto valor como forraje para caballos, ovejas y chivos, los
cuales ramonean los tallos hasta dejar los macollos al ras del suelo. La mayoría de los
pobladores utiliza esta planta como un analgésico suave, cuando tienen un golpe, para aliviar
los dolores articulares y algunas familias preparan un remedio contra el asma. Para todos los
usos medicinales, la mayor parte de los pobladores hierven por 10 minutos un jarro con agua
al cual le agregan entre 5 y 10 varas de la planta, el agua se cuela y se toma el té durante el día
o cuando sea necesario. Las raíces son muy buscadas por teñir la lana de color azulado.
Además con los tallos más duros algunas personas fabrican escobas que usan para barrer los
pisos de tierra de la casa. Los frutos que crecen en la planta hembra constituyen el elemento
más valorado de esta especie, sobre todo por los más chicos quienes describen su sabor como
“muy dulce”, “como las gomitas”, “parece que estás comiendo frutillas chiquitas”.
Figura 3.10. Aspectos de los montes de sulupe hembra con frutos maduros (izq.) y macho (der.).
El piquillín (Condalia microphylla) es endémica del centro y sur de Argentina (Zuloaga y
Morrone, 1999) y constituye una de las especies más conocidas por todos los pobladores
rurales de la zona (Figura 3.11). Su madera es muy buscada porque su alto poder calorífico
(Cardoso, 2011) es útil para calefaccionar las viviendas de forma duradera y para lograr
cocciones lentas y parejas de la carne. Además, los pobladores la utilizan para fabricar
estructuras que demarcan límites o cercos para ganado, postes para alambrado, etc. La corteza
del piquillín es hervida y el agua de dicha decocción es utilizada para combatir la fiebre y la
diarrea. Algunas mujeres tejedoras elaboran una tintura para la lana de color pardo rojizo,
hecha con la decocción de sus raíces. Finalmente, los frutos de piquillín son recolectados a fin
81
del verano o principio del otoño para ser comidos en forma directa –son “dulces casi con
sabor a cereza”- o bien se envasan herméticamente luego de cubrirlos con azúcar a fin de
lograr una bebida fermentada alcohólica, llamada licor o guindado de piquillín. Es habitual
que la familia entera se dedique a la recolección de los frutos, la actividad consiste en colocar
una manta debajo del arbusto y pegarle con un palo a fin de desprender los frutos ya maduros.
Es interesante marcar que tener una planta de piquillín cerca de la casa es indicio de buena
suerte, según comenta Ángel, un poblador de los más antiguos de Gastre, recordándonos que
el uso simbólico (contabilizado como categoría “otros usos” en este trabajo) es muy común en
esta parte de la Patagonia y puede incluir a animales, plantas y rocas (obs. pers.).
82
Figura 3.11. Detalle de sus frutos maduros (izq.) y familia de Lagunita Salada que muestra la pila de leña de
piquillín acopiada, luego de hachar los troncos (der.)
Volviendo un momento a la Figura 3.7 (de la pág. 29), podemos observar unas ocho especies
que pueden utilizarse para 4 categorías de uso diferentes. Entre las más importantes está la
cebolla (Allium cepa) muy utilizada como medicina, alimento, tintura y repelente de liebres.
La jarilla (Larrea divariata) es citada frecuentemente para la preparación de varios remedios
caseros, para la fabricación de techos y enramadas, como ornamental espontánea en los
jardines y ambientes peri-domésticos y como combustible de gran valor calorífico pero corta
duración – muchos entrevistados preparan el “pan de jarilla” o “asado de jarilla” que consiste
en terminar la cocción de estas comidas con unas ramas de la planta para darles el sabor
característico. El quilimbay o trayao (Chuquiraga avellanedae) es muy utilizado como
remedio para la tos y la gripe, para ello suelen preparar “quilimbay con azúcar quemada”,
también es valorado porque sus flores “engordan a los animales”, la planta seca es muy usada
como combustible de baja calidad y las ramas con sus flores adornan, habitualmente, algunas
casas de la meseta.
83
El resto de las especies que mostramos en la Figura 3.7 fue citado para categorías
correspondientes a 1, 2 y 3 categorías de usos. Dentro de este abundante grupo, una de las
más citadas (mayor CU) es por ejemplo, el palopiche (Fabiana imbricata) que es una planta
medicinal muy importante para limpiar la sangre, los riñones y aliviar el dolor de golpes,
además se usa como combustible y como tintura azulada para lana. La paramela (Adesmia
boronioides) es una planta medicinal usada, buscada y valorada por las personas asmáticas o
para los casos de bronquitis y además se sahúma (quema) para perfumar y limpiar las casas.
Finalmente podemos destacar el té pampa (Clinopodium darwinii) que tiene un amplio
consenso entre la comunidad y es muy valorado como planta digestiva y antigripal.
Los datos permiten comprobar la hipótesis 4.1 planteada respecto de la relación entre
importancia cultural y plantas versátiles. El hecho de que una gran cantidad de pobladores
satisfagan más de una necesidad con una determinada especie sugiere la existencia de
mecanismos de flexibilidad y adaptación al ambiente que actúan moldeando el cuerpo de
saberes y prácticas, vinculadas a los elementos vegetales.
Microambientes de obtención de las plantas
Durante las entrevistas y en los talleres surgió un gran abanico de tipologías (émicas) referido
a los lugares puntuales de donde los pobladores obtienen las plantas. Luego de analizar estos
datos y de agrupar a aquellas descripciones más similares desde el punto de vista de los
pobladores, aplicamos un criterio de agrupación propio y decidimos clasificar los
microambientes en las siguientes categorías (éticas):
Cerro (7 spp.): zona de mayor altitud y suelo con afloramientos rocosos. Allí se encuentran
arbustos achaparrados por la acción de los fuertes vientos y algunas especies exclusivas de
estos sitios como Clinopodium darwinii (té pampa), Acantholippia seriphioides (tomillo del
campo)y Valeriana carnosa (ñanculawuen) entre otros. El “cerro” es el micrositio menos
accesible para las personas mayores o con problemas de movilidad por eso, en los tres sitios,
algunos vaqueanos crianceros se prestan para traer “yuyos” a pedido cada vez que salen a
caballo para arrear sus chivos. También es llamado sierra.
Campo (45 spp.): terreno llano, en general, de amplia extensión. Zona que rodea los mallines
y tiene menos humedad. Es el ambiente donde los pobladores recolectan la mayor parte de las 84
plantas que utilizan por ser más accesible que el resto de los ambientes naturales. Por ejemplo,
en este microambiente se encuentra Nardophyllum brioides (sietecamisas), Grindelia
chiloensis (botón de oro), Berberis microphylla (michay), Schinus johnnstonii (molle) entre
otras especies.
Quinta (48 spp.): parte del terreno, propio o prestado, destinado al cultivo de plantas. Dentro
de esta categoría incluimos las macetas, huertas, canteros, viveros e invernáculos que
representan espacios donde los pobladores cultivan hortalizas, aromáticas, árboles frutales y
de sombra.
Vertiente (1spp.): zona del terreno con una surgencia natural de agua, manantial. Los
entrevistados obtienen Nasturtium officinale, el berro del campo que crece bordeando la
surgencia de agua pura. En general, estos ambientes están rodeados de plantas típicas de los
mallines. El agua de la vertiente es recolectada por los pobladores, ya sea para consumo o
para riego.
Negocio (4 spp.): Comercio del pueblo o de la ciudad donde venden saquitos de té e
infusiones varias de tipo comercial.
Alrededor de la casa (6 spp.): Ambiente característico por haber sido removida su vegetación
nativa. En esta tierra removida ya sea antiguamente o más recientemente, suelen hallarse
especies introducidas espontáneas, típicas de la banquina de las rutas como Nasturtium sp.,
Dysphania ambrosioides (paico), Cardaria draba (wensii), Diplotaxis tenuifolia (florcita,
ruculeta, flor amarilla), Eruca sativa (rúcula), Cichorium intybus (achicoria), entre otras.
Cordillera (4 spp.): Se trata de la zona de la Cordillera de los Andes, en general, las personas
cuando viajan (ellas o personas afines) traen algunas plantas típicas de montaña que no
consiguen en la meseta. Es habitual que muchos pobladores actuales de la Meseta hayan
nacido o tengan familia en la zona de Esquel, Bariloche o pueblos cordilleranos cercanos a
estas ciudades, por lo cual conocen muchas de las plantas que allí se utilizan (obs.pers.). Las
especies que más frecuentemente traen desde la cordillera son Fabiana imbricata (palopichi),
Valeriana carnosa (ñanculawen) y Usnea spp (barba o yerba de la piedra). Estas plantas son
usadas como remedio y conservadas envueltas en un lienzo o papel y colocadas dentro de
algún mueble o armario oscuro a fin de mantener sus propiedades medicinales. 85
Costa (4 spp.): Se trata del accidente geográfico correspondiente al antiguo cauce del Río
Chubut (y sus arroyos). Dentro de la zona de estudio, según los pobladores, solo es posible
conseguir las tres especies del género Larrea, conocidas como “jarillas” en este
microambiente.
Con respecto a la riqueza de especies obtenida en cada lugar, hallamos que los
microambientes vinculados al manejo y cultivo de las plantas -como las quintas, jardines,
viveros y macetas- junto con el campo, proveen la mayor parte de las plantas que los
pobladores rurales utilizan (41% y 38 % de las especies respectivamente). Luego le sigue los
terrenos alrededor de las casas, banquinas y calles (7%) y el cerro (6%). El resto de los micro-
sitios de obtención minoritaria son el negocios, la costa, la cordillera (con 3% cada uno) y
finalmente la vertiente (0.9%). Estos resultados corroboran, en parte, la hipótesis 5.1 referida
a la preponderancia del monte nativo en relación al suministro de plantas. En resumen, la
recolección de las plantas nativas del campo y las plantas introducidas presentes en los
espacios de cultivo de la meseta son igualmente importantes y proveen la mayor parte del
recurso vegetal.
La importancia del cultivo de plantas sugiere un indicio más, que da cuenta del grado de
incorporación de prácticas, relativamente innovadoras para la obtención de los recursos. La
construcción de invernaderos comunitarios desarrollados dentro del predio de las escuelas
locales, los talleres de huerta y cultivo de plantas ornamentales, y el énfasis puesto por los
docentes de la escuela y las casas, demuestran que el reservorio de conocimientos
comunitarios es permeable, abierto y se encuentra en continuo proceso de construcción.
Con respecto a la relación de las comunidades con los microambientes naturales, los
resultados encontrados dan cuenta de la variedad de lugares partiulares determinada por los
propios pobladores locales. Este conocimiento colectivo tan definido y ajustado acerca de las
posibilidades de obtención de recursos alimenticios, medicinales, tintóreos, combustibles
conforma la base fundamental del reservorio etnobotánico de las comunidades de la meseta
del Chubut, Las comunidades se relacionan con el ambiente natural que los rodea de forma
variada y aprovechan la diversidad de microambientes en función de sus necesidades y
posibilidades, lo cual promueve procesos de resiliencia y flexibilidad vinculadas al uso de las
86
plantas.
Microambientes y categorías de uso de las especies
Los resultados referidos al número de especies por microambiente y por categoría de uso, los
presentamos en la figura 3.12. Los datos nos sugieren que los pobladores obtienen de cada
microambiente una batería de especies para determinado uso más que para otro (p<0.05); este
resultado nos permite corroborar la hipótesis 5.2 vinculada al uso diferencial de los micro-
sitios. Más aún, al analizar comparativamente cuáles son las especies adquiridas en cada lugar
pudimos constatar que existe una especialización en la adquisición de especies en cada
micrositio. Por ejemplo, el campo y las quintas comparten solamente un 15% de especies, el
campo y los cerros el 20% y entre los alrededores de la casa y las quintas, coinciden cerca del
30 % de las especies.
0
5
10
15
20
25
30
35
40
CAMPO CERRO CORDILLERA COSTA NEGOCIO QUINTA ALREDEDORDE LA CASA
VERTIENTE
Micro-ambientesde obtención
Riq
ueza
de
espe
cies
(%)
comestiblemedicinalcombustibleestructural
Figura 3.12. Porcentaje de especies citadas para cada micro-sitio de obtención del recurso y para cada
categoría de uso.
El ambiente que representa el “campo” y todo el terreno bajo, que rodea los cerros,
representan microambientes de obtención de plantas nativas, las cuales son muy valoradas y
cuya información de su ubicación suele guardarse y revelarse solamente a aquellas personas
de confianza o cercanas a la comunidad. En la Figura 3.12 podemos observar que del campo
se obtienen mayormente plantas medicinales y combustibles. Por ejemplo, del campo abierto
87
los pobladores recolectan el sietecamisas (Nardophyllum brioides), arbusto utilizado para
bajar la fiebre en los más chicos; el trayao o quilimbay (Chuquiraga avellanedae) citado casi
exclusivamente por ser expectorante y calmar la tos; y el sulupe (Ephedra ochreata), planta
citada frecuentemente como analgésico y antiasmática. Como ya mencionamos, este
microambiente natural también contiene especies arbustivas con leña de diferentes calidades
como, por ejemplo, el alpataco (Prosopis alpataco), la leña de piedra (Azorella monantha), el
molle (Schinus johnstonii) y el mamilchoique (Adesmia volckmanii). Por otro lado, con menor
valor de consenso de uso, el campo provee de especies de uso comestible y estructural.
Algunos ejemplos de plantas comestibles del campo son el calafate (Berberis microphylla), el
sulupe (Ephedra ochreata), el piquillín (Condalia microphylla) y el macachín (Arjona
tuberosa); las especies utilizadas para fabricar estructuras son las mismas que dan leña
sumada la flor dorada (Chuquiraga hystrix) y la jarilla (Larrea nítida).
Figura 3.13. Caminatas conjuntas de reconocimiento de microambientes. Campo rodeado por cerros (arriba
izq.). Una pobladora muestra su jardín (arriba der.). Vertientes o manantiales (abajo izq.). Almacén en Lagunita
Salada (abajo der.)
Por otro lado, los cerros constituyen lugares de recolección exclusivos, es decir que son
asiento de especies medicinales que no pueden adquirirse en ningún otro sitio, como la
88
paramela y el té pampa. Además, en este ambiente los pobladores obtienen algunas de las
especies leñateras como el algarrobillo y el alpataco. En los terrenos que rodean los barrios y
la mayoría de los hogares se obtienen plantas de interés medicinal y sin aplicar mucho
esfuerzo de búsqueda y recolección, como pasa con Erodium cicutarium (alfilerillo),
Plantago lanceolada (sietevenas), Dysphania ambrosioides (paico) y Marrubium vulgare
(malvarrubia). De la cordillera los pobladores obtienen especies medicinales que no se
consiguen en la meseta y que tienen amplio consenso de uso como Fabiana imbricata
(palopiche) y Valeriana carnosa (ñanculawen). La costa antigua del Río Chubut (hoy es un
cauce seco y de elevadas pendientes) es fuente de recursos medicinales, exclusivos de ese
ambiente y muy valorados también, como las jarillas (Larrea nitida y L. divaricata) y el
colencillo (Conium maculatum) pero también se obtiene Colliguaja integerrima (duraznillo)
muy valorado para la construcción.
Los datos recabrecabados también nos permiten aceptar lo que planteamos en la segunda parte
de la hipótesis 5.2. Los espacios de cultivo, utilizados por los pobladores de la meseta, son
fuente de adquisición de la mayor parte de las plantas comestibles pero además representan un
lugar de gran importancia para el cultivo de las plantas medicinales introducidas. A grandes
rasgos, en estos microambientes antrópicos, podemos observar cultivos, como detallamos ya
anteriormente, de las hortalizas más comunes en las huertas domésticas, como como Beta
vulgaris (acelga), Solanum tuberosum (papa), Lactuca sativa (lechuga), Daucus carota
(zanahoria), Petroselinum crispus (perejil), Origanum officinale (orégano). También
registramos la presencia de plantas típicas de jardín o interior que embellecen los hogares y
además tienen valor medicinal, comestible, forestal y/o simbólico como Sedum telephium
(bálsamo) utilizada para cicatrizar la piel quemada y como refrescante en caso de insolación.
Finalmente, los arbustos frutales como Ribes rubrum (corinto) que con sus frutos preparan
dulces y licores caseros y los árboles Populus spp. (álamos) y Tamarix ramosissima
(tamarisco) que constituyen la única posibilidad de sombra, sirven como madera y leña y son
comunes en el perímetro que delimita el terreno de las casas como barrera contra viento.
Los negocios locales son lugares de obtención de infusiones comerciales (en forma de
“saquitos”) de tilo (Tilia sp.), boldo (Peumus boldus) y cascarilla de cacao (Theobroma
cacao). También comercializan a gran escala yerba mate, té negro, arroz y otros productos
89
vegetales de consumo masivo pero que no fueron citados en los enlistados libres ni
nombrados nombrados durante las entrevistas. Por último, las vertientes son surgimientos
naturales del agua de deshielo que aflora en el campo, en general las personas marcan estos
lugares con grandes piedras y recolectan allí berro silvestre (Nasturtium sp.) para comerlo
crudo en ensaladas o en guisos.
Toledo y Barrera-Bassols (2012) proponen la estrategia de usos múltiples como una forma
de manejo comunitario de los diferentes recursos (bióticos y abióticos) localizados en
distintos microambientes dentro de una comunidad. A su vez, se llevaron a cabo estudios en
otras comunidades rurales de América que sugieren que las estrategias de diversificación y
distribución de la presión de uso, de l recursos y microambientes, promueven procesos de
sustentabilidad de las actividades y resiliencia de la comunidad (Folke et al., 2010; Toledo et
al., 2003). La variedad de sitios para la obtención de los recursos (Figura 3.13), la
redundancia vinculada a especies que tratan una misma afección de salud y la inclusión de
nuevos escenarios (Figura 3.14) que representan, en forma incipiente, fuentes de adquisición
de plantas útiles, reflejan mecanismos de conservación, adaptabilidad y transformación de los
elementos y prácticas que conforman el reservorio etnobtánico de las comunidades de la
meseta chubutense.. En este sentido, Riat y Pochettino (2013) estudiaron los patrones de
recolección de plantas silvestres del bosque santiagueño y pudieron comprobar, también, que
el uso múltiple de los espacios y recursos por parte de los campesinos fvorece al manejo
sustentable de los mismos pero sobre todo, les permite a estas comunidades rurales resistir al
avance del modelo extrativo hegemónico. Para el caso de las comunidades estudiadas, la
resistencia equivale a continuar desarrollando las múltiples actividades de subsistencia a pesar
de los avances del modelo extractivo megaminero y ganadero a gran escala.
90
Figura 3.14. Reciclado de materiales (botellas y cubiertas de autos) para la fabricación de cercos, quintas y
viveros.
CONCLUSIONES
En este capítulo, detallamos la riqueza de especies utilizada por los pobladores de la meseta
central del Chubut. Además, presentamos los ambientes de obtención de las plantas y
analizamos la mayor parte de los conocimientos y prácticas que forman parte del reservorio
cultural de estas comunidades rurales. Concluimos que:
- Las plantas - aún en estos tiempos en los que el desarrollo y la aplicación de tecnologías
específicas y sofisticadas parece ser una política prioritaria y que engloba a toda la sociedad-
constituyen un recurso esencial, irremplazable y por ende muy valorado en estas
comunidades.
- El paisaje natural y los espacios destinados al cultivo de plantas alojan una gran variedad de
especies que tratan problemas de salud similares, y esta redundancia sugiere la existencia de
mecanismos generadores de resiliencia (Santoro et al., 2015), sobre todo en relación a
resolver las cuestiones de salud en el ámbito dompestico.
- Las comunidades seleccionaron algunas especies multipropósito - por ejemplo, el calafate
(Berberis microphylla), el piquillín (Condalia microphylla) y el solupe (Ephedra ochreata)-
las cuales son utilizadas por casi la totalidad de la población. Los más chicos reconocen estas
especies muy fácilmente y conocen, además, en forma detallada el tiempo de la floración y
fructificación. Estos procesos de transmisión, si bien no fueron abarcados en esta tesis,
91
podrían ser un punto de investigación para entender el proceso de selección de las especies y
desarrollar posibles formas de incluir estos conocimientos, en la escuela.
- A pesar de que las comunidades obtienen las plantas en una variada gama de
microambientes, no hay solapamiento en las categorías de uso en cada uno de las fuentes de
recursos. Es decir, cada microambiente es proveedor de la mayor parte de las especies
pertenecientes a una categoría de uso y no de otra. Proponemos que esta especialización
refleja la importancia, irremplazable, que tienen estos espacios para la provisión de recursos.
Esto toma una particular importancia si tenemos en cuenta que la región está atravesando
cambios rápidos a nivel de paisaje y sociedad. Hoy día, la actividad megaminera que ya se
asentó en la zona y tiene perspectiva de desarrollo en años venideros, requiere la destrucción
masiva de gran parte de las sierras y cerros, así como de los campos que los rodean (Aranda,
2015). En caso de concretarse el proyecto, desaparecería gran parte del paisaje, numerosos
microambientes y junto con ellos, disminuiría drásticamente gran parte de la riqueza de
especies que los pobladores utilizan en su vida diaria y que les garantiza una mejor calidad de
vida en esta zona tan hostil.
- Si bien el número de especies es bajo en comparación con otros sitios en donde se han
realizado estudios etnobotánicos, evidenciamos que las plantas citadas en este estudio
representan valiosos recursos que se distinguen por su versatilidad y por ser la clave para
solucionar muchos de los problemas que sufren las comunidades rurales patagónicas.
- Estos saberes populares son desconocidos y/o poco valorados por las personas que residen
en las ciudades alejadas del interior profundo del Chubut y que tienen poder de tomar
decisiones políticas en representación de la mayoría. Sin embargo, está comprobado que
sociedades pequeñas que desarrollan sus actividades de subsistencia, en estrecha interrelación
con la Naturaleza, pueden organizarse, desarrollar sus conocimientos y prácticas tradicionales
en pos de un uso sustentable de los recursos que les permiten subsistir dignamente.
- La información presentada en este capítulo, podría ser parte del inicio del diálogo entre los
científicos y las comunidades locales (Ruiz-Mallén y Corbera, 2013) para generar
herramientas que permitan la solución a muchos de los problemas que afectan a esta región
patagónica, tan aislada y empobrecida económicamente.
92
ANEXO I
Tabla 3.2. Etnoespecies utilizadas y reconocidas por los pobladores rurales participantes de esta investigación (ordenadas alfabéticamente según la especie). La determinación de especies, familias botánicas y origen biogeográfico fue realizada siguiendo a Zuloaga y Morrone (1999), Zuloaga et al., (2008) y consultando a la base de datos digital correspondiente al Catálogo de Plantas Vasculares del Cono Sur (http://www2.darwin.edu.ar/Proyectos/FloraArgentina/fa.htm). La versatilidad (V) indica el número de usos diferentes de cada especie. Los microambientes hacen referencia a los lugares de obtención de las plantas. El consenso de uso (CU%) está discriminado por categoría de uso y calculado como el número de entrevistados que citaron la especie para dicho uso en relación al total de entrevistados (N=69) y el CU Total se refiere a la sumatoria de los CU para cada categoría de uso. El Indice de Significancia Cultural (ISC) representa otra estimación de la importancia de la especie dentro de la comunidad y está calculado como = Σ (i x e x c) x CF, donde i representa el grado de manejo de la especie (2 = especie cultivada y 1 = especie recolectada); e indica la preferencia de uso (2 = uso preferencial; 1 = uso alternativo; c refleja la frecuencia de uso (2 = plantas efectivamente conocidas y usadas; 1 = plantas raramente citadas) y finalmente, CF indica el Factor de Corrección calculado como el número de citas de la especie para un determinado uso dividido el número de citas de la especie más citada en total (Silva et al., 2006).
Nombres comunes FamiliaOrigenModo de obtención
V Micro-ambiente
CU (%)ISC
Especie Comest. Med. Comb. Est. Otros TOTAL
Acaena pinnatifida Ruiz & Pav. Abrojito/Pimpinela Rosaceae Nativa 1 Campo 0 5,9 0 0 0 5,93 0,2
Acaena splendens Hook. & Arn. Sillolahuen Rosaceae Nativa 1 Campo 0 12,7 0 0 0 12,71 0,44
Acantholippia seriphioides (A.Gray )Moldenke Tomillo patagónico Verbenaceae Nativa 5 Cerro 11 46,6 0 0 0,8 58,47 10,07
Adesmia boronioides Hook. f. Paramela/pegapega Fabaceae Nativa 2 Cerro 0 32,2 0 0 1,7 33,9 4,68
Adesmia volckmanni Phil. Mamilchoique/Florcita Fabaceae Nativa 2 Campo 0 0 13,6 0 1.6 16,26 2.02
Allium cepa L. Cebolla Liliaceae I-cultivada 4 Quinta 25,4 13,6 0 0 5,1 44,07 21,3
Allium sativum L. Ajo Liliaceae I-cultivada 3 Quinta 16,1 8,5 0 0 2,5 27,12 13,09
Anarthrophyllum desideratum (DC.) Benth. Matafuego/mataguanaco Fabaceae Nativa 2 Campo 0 1,7 0 0 0,8 2,54 0,09
Arjona tuberosa Cav. Traguil/macachín Santalaceae Nativa 1 Campo 12,7 0 0 0 0 12,71 0,22
Artemisia abrotanum L. Éter Asteraceae I-cultivada 1 Quinta 0 1,7 0 0 0 1,69 0,06
Artemisia absinthium L. Ajenco/ajenjo Asteraceae I-cultivada 2 Quinta 0 17,8 0 0 4,2 22,03 4,55
93
Astragalus ssp. Porotillo Fabaceae I-recolectada 1 Campo 0 0 0 0 0,8 0,85 0,03
Atriplex lampa (Moq.) D. Dietr. Zampa Chenopodiaceae Nativa 4 Campo 5,1 10,2 5,1 0 3,4 23,73 4,93
Austrocactus patagonicus (F.A.C. Weber) Hosseus Chupasangre, tuna Cactaceae Nativa 2 Campo 4,2 0 0 0 0,8 5,08 0,69
Azorella monantha Clos Leña de la piedra Asteraceae Nativa 3 Campo 10,2 1,7 11,9 0 0 23,73 4,11
Baccharis crispa Spreng. Carqueja Asteraceae Nativa 2 Campo 0 6,8 0 0 0 6,78 0,47
Berberis microphylla G. Forst. Michay/Calafate Berberidaceae Nativa 5 Campo 20,3 8,5 4,2 1,7 13,6 48,31 13,33
Beta vulgaris L. Acelga Chenopodiaceae I-cultivada 2 Quinta 15,3 0 0 0 1,7 16,95 5,87
Brassica oleracea L. Repollo Brassicaceae I-cultivada 1 Quinta 5,1 0 0 0 0 5,08 1,41
Buddleja globosa Hope Pañil/matico Scrophulariaceae I-cultivada 1 Quinta 5,9 0 0 0 0 5,93 0,81
Calceolaria sp. Zapatito Calceolariaceae Nativa 1 Campo 0 1,7 0 0 0 1,69 0,03
Capsicum annum L. Ajíes Solanaceae I-cultivada 1 Quinta 11 0 0 0 0 11,02 2,28
Centaurium cachanlahuen (Molina) B.L. Rob. Canchalagua Asteraceae Nativa 1 Campo 0 11 0 0 0 11,02 0,38
Chrysanthemum sp. Crisantemo Asteraceae I-cultivada 2 Quinta 0 1,7 0 0 2,5 4,24 0,14
Chuquiraga aurea Skottsb. Flor dorada Asteraceae Nativa 3 Campo 0 2,5 1,7 0 2,5 6,78 0,35
Chuquiraga avellanedae Lorentz Quilimbay-Trayao Asteraceae Nativa 4 Campo 0 24,6 8,5 1,7 1,7 36,44 6,3
Chuquiraga erinacea D. Don Uña de gato Asteraceae Nativa 4 Campo 0 1,7 8,5 2,5 4,2 16,95 2,33
Cichorium intybus L. Achicoria Asteraceae I-cultivada 2 Quinta 13,6 1,7 0 0 0 15,25 2,11
Clinopodium darwinii (Benth.) Kuntze Te pampa o andino Lamiaceae Nativa 1 Cerro 0 32,2 0 0 0 32,2 2,22
Colliguaya integerrima Gillies & Hook. Duraznillo Euphorbiaceae Nativa 3 Costa 0 1,7 0 5,1 1,7 8,47 1,17
Condalia microphylla Cav. Piquillín Rhamnaceae Nativa 5 Campo 19,5 5,1 8,5 3,4 2,5 38,98 10,76
Conium maculatum L. Colencillo/cicuta Apiaceae I-recolectada 1 Costa 0 0,8 0 0 0 0,85 0,03
Coriandrum sativum L. Coriandro Apiaceae I-cultivada 1 Quinta 1,7 0 0 0 0 1,69 0,06
Crocus sativus L. Azafrán Iridaceae I-comercializada 1 Quinta 0,8 0 0 0 0 0,85 0,01
94
Cucurbita spp. Zapallos Cucurbitaceae I-cultivada 1 Quinta 11,9 0 0 0 0 11,86 1,64
Daucus carota L. Zanahoria Apiaceae I-cultivada 1 Quinta 5,9 0 0 0 0 5,93 0,81
Dichondra sericea Sw. Oreja de ratón Convolvulaceae I-recolectada 2 Campo 0 8,5 0 0 1,7 10,17 0,53
Dysphania ambrosioides (L.) Mosyakin & Clemants Paico grande Chenopodiaceae Nativa 1 Alrededor de casa 0 21,2 0 0 0 21,19 1,46
Dysphania multifida L. Paico arrastrado Chenopodiaceae Nativa 1 Campo 0 4,2 0 0 0 4,24 0,29
Eleagnus angustifolia L. Olivillo Elaeagnaceae I-cultivada 1 Quinta 0 0 0 0 3,4 3,39 0,23
Ephedra frustillata Miers Frutilla Ephedraceae Nativa 2 Campo 0 0,8 0 0 2,5 3,39 0
Ephedra ochreata Miers Sulupe/frutilla Ephedraceae Nativa 5 Campo 2,5 23,7 8,5 3,4 6,8 44,9 12,39
Erodium cicutarium L'Hér. ex Aiton Alfilerillo Geraniaceae I-recolectada 3 Alrededor de casa 10,2 16,9 0 0 8,5 35,59 4,91
Eucaliptus spp. Eucaliptos Mirtaceae I-cultivada 2 Quinta 0 4,2 0 0 1,7 5,93 1,22
Euphorbia collina Phil. Meona Euphorbiaceae I-recolectada 1 Alrededor de casa 0 2,5 0 0 0 2,54 0,04
Fabiana imbricate Ruiz & Pav. Palopiche/pichi Solanaceae Nativa 3 Cordillera 0 27,1 0 8,5 2,5 38,14 5,26
Ficus carica L. Higuera Moraceae I-cultivada 4 Quinta 2,5 0,8 2,5 1,7 0 7,63 2,59
Foeniculum vulgare L. Hinojo Apiaceae I-cultivada 2 Quinta 4,2 2,5 0 0 0 6,78 0,46
Frankenia patagonica Speg. Falso tomillo Frankeniaceae Nativa 3 Campo 0 0 5,1 1,7 1,7 8,47 0,44
Grindelia chiloensis (Cornel.) Cabrera Botón de oro Asteraceae Nativa 3 Campo 0 11,9 5,1 0 2,5 19,49 2,02
Hoffmanseggia erecta Phil. Porotillo Fabaceae Nativa 2 Campo 0 1,7 0 0 1,7 3,39 0,12
Junellia sp. Verbenas Verbenaceae Nativa 1 Campo 0 0 2,5 0 0 2,54 0,04
Lactuca sativa L. Lechugas Asteraceae I-cultivada 2 Quinta 14,4 1,7 0 0 0 16,1 15,55
Larrea ameghinoi Speg. Jarilla arrastrada Zygophyllaceae Nativa 1 Campo 0 5,1 0 0 0 5,08 0,35
Larrea divaricata Cav. Jarilla/jarilla macho Zygophyllaceae Nativa 4 Costa 0 25,4 8,5 5,9 1,7 41,53 10,02
Larrea nitida Cav. Jarilla/jarilla hembra Zygophyllaceae Nativa 4 Costa 0 17,8 4,2 2,5 3,4 27,97 4,81
95
Lycium chilense Miers ex Bertero Yaoyín/matalaguna Solanaceae Nativa 2 Campo 0 0 4,2 0 2,5 6,78 0,46
Magallana porifolia Cav. Papita dulce/Papa Lulú Tropaeolaceae Nativa 1 Campo 8,5 0 0 0 0 8,47 0,15
Malus domestica L. Manzano Rosaceae I-cultivada 1 Quinta 7,6 0 0 0 0 7,63 1,05
Marrubium vulgare L. Malvarrubia Lamiaceae I-recolectada 1 Alrededor de casa 0 14,4 0 0 0 14,41 0,99
Matricaria inodora L. Manzanillón/manzanilla amarga Asteraceae I-recolectada 2 Alrededor
de casa 0 2,5 0 0 2,5 5,08 0,17
Matricaria recutita L. Manzanilla Asteraceae I-cultivada 2 Quinta 0 16,9 0 0 5,1 22,03 6,07
Melissa officinalis L. Toronjil Lamiaceae I-cultivada 1 Quinta 0 15,3 0 0 0 15,25 1,06
Mentha sp. Menta Lamiaceae I-cultivada 1 Quinta 0 14,4 0 0 0 14,41 1,99
Mentha spicata x piperita L. Menta pastilla Lamiaceae I-cultivada 1 Quinta 0 30,5 0 0 0 30,51 4,21
Monttea aphylla (Miers) Benth. & Hook. Alita de loro Scrophulariaceae Nativa 1 Campo 0 0 1,7 0 0 1,69 0,03
Mulinum spinosum (Cav.) Pers. Neneo Apiaceae Nativa 3 Campo 0 5,1 8,5 0 4,2 17,8 2,46
Nardophyllum bryoides (Lam.) Cabrera Sietecamisas Apiaceae Nativa 2 Campo 0 26,3 4,2 0 0 30,51 3,16
Nassauvia axilaris (Lag. ex Lindl.) D. Don Uña de gato Asteraceae Nativa 1 Campo 0 0 2,5 0 0 2,54 0,09
Nassauvia glomerulosa (Lag. ex Lindl.) D. Don Colapiche Asteraceae Nativa 2 Campo 0 0 5,1 0 4,2 9,32 0,64
Nasturtium sp. Berro silvestre Brassicaceae Nativa 1 Vertiente 6,8 0 0 0 0 6,78 0,47
Origanum vulgare L. Orégano Asteraceae I-cultivada 2 Quinta 4,2 1,7 0 0 0 5,93 1,22
Pappostipa humilis Cav. Romasch. Coirón amargo/coirón llama Poaceae Nativa 1 Cerro 0 0 0 0 0,8 0,85 0,03
Pappostipa speciosa Trin. & Rupr. Coirón amarillo/despeinado Poaceae Nativa 1 Cerro 0 0 0 0 1,7 1,69 0,03
Petroselinum crispus L. Perejil Apiaceae I-cultivada 2 Quinta 5,1 3,4 0 0 0 8,47 1,17
Peumus boldus Molina Boldo Monimiaceae I-cultivada 1 Negocio 0 4,2 0 0 0 4,24 0,14
Pinus sp. Pino Pinaceae I-cultivada 2 Quinta 0 0 0 0 3,4 3,39 0,12
Plantago lanceolata L. Llantén/sietevenas Plantaginaceae I-recolectada 2 Alrededor de casa 5,1 16,1 0 0 0 21,19 2,19
Poa lanuginosa Poir. Poas, pastos Poaceae Nativa 2 Campo 0 0 0 0 1,7 1,69 0,06
96
Poa ligularis Nees ex Steud. Poas, pastos Poaceae Nativa 1 Campo 0 0 0 0 2,5 2,54 0,09
Polygonum brasilense K. Koch. Sanguinaria Polygonaceae Nativa 1 Campo 0 4,2 0 0 0 4,24 0,14
Populus spp. Álamos Salicaceae I-cultivada 2 Quinta 0 1,7 0 0 11,9 13,56 3,75Prosopidastrum globosum (Gillies ex Hook. & Arn.) Burkart
Mancacaballo/barba de chivo Fabaceae Nativa 3 Campo 0 8,5 12,7 5,1 0 26,27 2,72
Prosopis alpataco Phil. Alpataco Fabaceae Nativa 3 Campo 2,5 0 22,9 5,1 0 30,51 5,26
Prosopis denudans Benth. Algarrobillo Fabaceae Nativa 2 Cerro 0 0 17,8 3,4 0 21,19 2,93
Prunus avium L. Cereza Rosaceae I-cultivada 1 Quinta 5,9 0 0 0 0 5,93 0,81
Prunus cerasus L. Guindo Rosaceae I-cultivada 1 Quinta 0,8 0 0 0 0 0,85 0,11
Prunus persica L. Duraznero Rosaceae I-cultivada 1 Quinta 1,7 0 0 0 0 1,69 0,23
Pyrus comunis L. Pera Rosaceae I-cultivada 1 Quinta 1,7 0 0 0 0 1,69 0,23
Raphanus sativus L. Rabanito Brassicaceae I-cultivada 1 Quinta 14,4 0 0 0 0 14,41 1,99
Retanilla patagonica (Speg.)Tortosa Palmalahuén-malaspina Fabaceae Nativa 1 Cordillera 0 0,8 0 0 0 0,85 0,03
Ribes grossularia L. Grosella Rosaceae I-cultivada 1 Quinta 11,9 0 0 0 0 11,86 1,64
Ribes rubrum L. Corinto Grossulariaceae I-cultivada 1 Quinta 13,6 0 0 0 0 13,56 1,88
Rosa spp. Rosa Rosaceae I-cultivada 2 Quinta 0 4,2 0 0 5,1 9,32 2,57
Rubus idaeus L. Frambuesa Rosaceae I-cultivada 1 Quinta 1,7 0 0 0 0 1,69 0,23
Rubus sp. Frambuesa Rosaceae I-cultivada 2 Quinta 6,8 1,7 0 0 0 8,47 0
Ruta graveolens L. Ruda Rutaceae I-cultivada 2 Quinta 0 1,7 0 0 13,6 15,25 4,22
Salix spp. Sauces Salicaceae I-cultivada 4 Quinta 0 5,1 9,3 5,1 1,7 21,19 10,24
Sambucus nigra L. Sauco Adoxaceae I-cultivada 2 Quinta 8,5 1,7 0 0 0 10,17 2,11
Schinus johnstonii F.A. Barkley Molle Anacardiaceae Nativa 3 Campo 0 6,8 13,6 8,5 0 28,81 6,98
Sedum telephium L. Bálsamo Crassulaceae I-cultivada 2 Quinta 0 15,3 0 0 5,1 20,34 4,22
Senecio filaginoides DC. Charcao-mata mora Asteraceae Nativa 2 Campo 0 12,7 0 0 5,1 17,8 1,23
97
Sisyrinchium sp. Sisiringio-Florcita Iridaceae Nativa 1 Campo 0 0 0 0 2,5 2,54 0,04
Solanum lycopersicum L. Tomates Solanaceae I-cultivada 2 Quinta 8,5 1,7 0 0 0 10,17 2,11
Solanum tuberosum L. Papa Solanaceae I-cultivada 2 Quinta 14,4 6,8 0 0 0 21,19 4,39
Stillingia patagonica (Speg.) Pax & K. Hoffm. Yuyo crespo/yuyo verde Euphorbiaceae Nativa 1 Cerro 0 2,5 0 0 0 2,54 0,09
Tabebuia sp. Lapacho Bignoniaceae I-comercializada 1 Negocio 0 0,8 0 0 0 0,85 0,01
Tamarix ramosissima Ledeb. Tamarisco Tamaricaceae I-cultivada 1 Quinta 0 0 0 0 7,6 7,63 1,57
Tanacetum balsamita L. Menta romana Asteraceae I-cultivada 2 Quinta 0 10,2 0 0 2,5 12,71 1,75
Tanacetum vulgare L. Palma Asteraceae I-cultivada 2 Quinta 0 20,3 0 0 8,5 28,81 7,95
Tetraglochin alatum (Gillies ex Hook. & Arn.) Kuntze Coronilla-puelneneo Rosaceae Nativa 3 Campo 0 10,2 1,7 0 1,7 13,56 1,88
Theobroma cacao L. Cacao cascarilla Rosaceae I-comercializada 1 Negocio 0,8 0 0 0 0 0,85 0,01
Tilia sp. Tilo Tiliaceae I-comercializada 1 Negocio 0 1,7 0 0 0 1,69 0,03
Urtica dioica L. Ortiga Urticaceae I-recolectada 1 Quinta 0 1.7 0 0 0 1.7 0.76
Usnea spp. Barba de la piedra Usneaceae Nativa 2 Cordillera 0 11 0 0 0 11,02 0,76
Valeriana carnosa Sm. Ñanculahuén Valerianaceae Nativa 2 Cordillera 0 23,7 0 0 1,7 25,42 1,75
Zea mays L. Choclo, maíz Poaceae I- cultivada 2 Quinta 7.6 5.1 0 0 0 12.71 2.63
98
CUARTO CAPÍTULO
Herbolarias rurales en la meseta chubutense: soluciones locales y versatilidad
“La tierra late como un tambor que sólo escuchan los pájaros y los árboles”
“Y que este círculo sea como la tierra y los vientres que esperan hijos. Que este círculo sea como la vida, sin retorno, siempre
avanzando hacia la primavera”.
María Epul de Cañuqueo, curandera de la Patagonia
INTRODUCCIÓN
En la actualidad, está ampliamente aceptado que el reconocimiento y la aplicación del
conocimiento tradicional sobre plantas y las prácticas de manejo asociadas en una comunidad
constituye una herramienta que puede contribuir al desarrollo en aquéllas que están
deprimidas social y económicamente (Berkes et al., 2000; Olsson et al., 2004; Folke et al.,
2005; Toledo y Barrera-Bassols, 2008). Particularmente, se ha constatado que el saber sobre
plantas provenientes del entorno natural o cultivadas (que denominamos herbolaria), permite
a los pobladores sobrellevar la ausencia o las limitaciones de la medicina oficial en el ámbito
de las comunidades rurales que se encuentran alejadas de los centros urbanos (Ladio y
Lozada, 2008). Por otra parte se ha observado que ante un inevitable cambio del entorno, una
comunidad con una herbolaria resiliente, es decir aquella que sea diversa y versátil, presenta
mayor capacidad de reorganización y ajuste a las nuevas condiciones al mantener activo su
cuerpo de conocimientos sobre las plantas (Ladio, 2011).
Varios autores coinciden en señalar que las comunidades rurales que viven en la Patagonia
extra-andina, como las que se asientan en la parte central del Chubut, han sufrido fenómenos
sucesivos de transformación cultural como respuesta a la influencia hegemónica de las
sociedades de mercado (Ladio y Lozada, 2004a, 2004b; Molares y Ladio, 2009; Eyssartier et
99
al., 2011b). Los reiterados procesos migratorios desde y hacia el interior patagónico
(Benencia y Gazzotti, 1995; Gundermann et al., 2009) han afectado particularmente a las
comunidades originarias tehuelches y mapuches asentadas en la estepa patagónica,
produciendo notorios cambios en la vida de estos pueblos.
Para las pequeñas comunidades aisladas en la estepa patagónica, como sucede en otros
poblados asentados en zonas semiáridas (Ladio et al., 2007), la provisión de distintas plantas
medicinales que cubran el espectro de dolencias de la comunidad, representa una ardua tarea
debido a la hostilidad del clima y las grandes distancias que existen hacia las zonas de
obtención del recurso vegetal. Las distintas especies son seleccionadas en función de costos y
beneficios asociados a su recolección, que son considerados según la interpretación y
valoración cultural propia de cada grupo acerca de la potencialidad del entorno y de cada una
de las plantas (Estomba et al., 2006, Ladio, 2006). De esta manera, algunas veces las
poblaciones humanas que viven lejos de los bosques (éstos poseen gran cobertura vegetal)
deben realizar viajes que implican largas distancias para la recolección de especies nativas
muy valoradas culturalmente, mientras que para las plantas exóticas, en general, se recolectan
en sitios cercanos a las casas y/o son producto del cultivo (Ladio et al., 2007).
Finalmente, contamos con numerosos estudios que proponen que las especies medicinales
más versátiles -especies con amplio espectro de usos medicinales- cuentan con los mayores
consensos entre los habitantes (Lozada et al. 2006, Ladio y Lozada, 2008, Richeri et al. 2010,
Molares y Ladio, 2014). Este patrón sería indicativo de que el cuerpo de plantas medicinales
que es consensuado en una comunidad deriva de procesos de ajuste y adaptación y no de
procesos al azar (Berkes et al., 2000; Toledo, 1992).
Sistemas de salud de la región
Un sistema etnomédico es un entramado multicultural compuesto por elementos y agentes de
salud que poseen distintos roles y funciones según la cosmovisón local de salud. Los
elementos pueden ser producto de la historia local del lugar como también aquellos que
provienen de la biomedicina o de terapias alternativas. Dichos elementos son utilizados en el
autotratamiento domiciliario o como parte de prácticas y curaciones más complejas.
100
Involucran elementos naturales y recetas específicas que en la mayoría de los casos están
acompañadas de prácticas mágico religiosas (Good, 1987; Idoyaga Molina, 1997).
En las comunidades del norte de Patagonia, al igual que en otros poblados rurales de
Argentina (Idoyaga Molina, 1999; Martínez y Planchuelo, 2003), el sistema de salud ha sido
caracterizado como un complejo etnomédico en el cual cobran importancia tanto los
conocimientos provenientes de hospitales como los relacionados al saber popular vinculado a
curanderos y al autotratamiento con medicina casera –a su vez- de orígenes diversos. La
medicina Mapuche, dentro de los saberes médicos populares de la región, constituye uno de
los sistemas médicos más importantes y extendidos en la Patagonia (Mösbach, 1992; Ladio,
2011).
En este contexto, Ochoa et al. (2010), realizaron un estudio comparativo del conocimiento
sobre plantas medicinales entre mapuches y criollos en una comunidad de Río Negro y ponen
en evidencia que los pobladores auto- reconocidos y organizados en una comunidad mapuche
poseen un conocimiento herbolario general y sobre plantas nativas, más profundo que los
criollos. Los autores concluyen que la organización comunitaria y la identidad mapuche -
ligada ancestralmente al uso de plantas medicinales- influyen directamente sobre la riqueza
de especies medicinales nativas y no así sobre la de plantas exóticas. En este sentido, Ladio y
Molares (2014) indicaron que la presencia de instituciones y medios de comunicación, dentro
de las comunidades rurales, favorece la transmisión de saberes vinculados a especies exóticas
que tienen un alto consenso a nivel mundial y son incorporadas, con confianza, en las
herbolarias locales.
Por otra parte, la concepción local de enfermedad en áreas rurales patagónicas se asocia a una
idea de pérdida de equilibrio en todos los niveles: individual, familiar, comunitaria y
ambiental. En este contexto de desarreglo integral que abarca todos los aspectos de la persona,
hacen efecto los agentes que producen la enfermedad y que pueden ser de origen natural como
sobrenatural (Citarella et al., 1995). En el segundo capítulo hicimos una reseña de los
movimientos migratorios y la confluencia étnica y cultural que conformó la composición
actual de las comunidades de la meseta. La influencia de la herbolaria medicinal mapuche le
otorga una serie de características y sentidos al uso de las hierbas, los cuales nacen a partir de
la relación estrecha que mantiene el mapuche con el cosmos, originando una variedad de
101
símbolos y significaciones, cargadas de percepciones relacionadas con aspectos mágico-
religioso (Citarella et al., 1995).
El conocimiento herbolario de los pobladores rurales y sus patrones de variación en
Patagonia
En Patagonia existen, actualmente, cerca de 500 especies, nativas y exóticas, que se utilizan
como medicina (Molares y Ladio, 2009). Sin embargo, entre cada comunidad hay una gran
variación en la riqueza de plantas medicinales; el número varía entre 30 y 150 especies por
localidad. Por ejemplo, en la comunidad Arroyo Las Minas citaron 35 especies (Ochoa et al.,
2010), en Curruhuinca totalizan 89 especies (Estomba et al. 2006), mientras que en la
comunidad mapuche de Lago Rosario se citan 131 especies (Molares y Ladio, 2008).
Las principales categorías de uso medicinal, dentro del ámbito doméstico patagónico son:
digestiva, respiratoria, inflamatoria, hepática y diurética (Molares y Ladio, 2009; Ochoa et al.,
2010; Ladio et al. 2013). En las comunidades rurales, los habitantes interpretan a las plantas
de manera holística considerando sus propiedades utilitarias, físico-químicas y ecológicas
para su identificación junto con apreciaciones de carácter simbólico y cultural.
El aroma y el sabor de las plantas son muy importantes en su selección y uso como recursos
medicinales (Molares y Ladio 2012; Molares y Ladio 2014). Las autoras encontraron que de
las 150 especies medicinales usadas actualmente por las comunidades Mapuche de Lago
Rosario y Nahuelpan (Chubut), cerca del 70% tienen aroma y/o sabor y que estas
características brindan información sobre los tipos específicos de usos medicinales. Así, entre
las especies con mayores consensos de uso se destacaron algunas plantas fuertes y amargas
que combaten trastornos digestivos, por ejemplo el ajenjo (Artemisia absinthium), el paico
(Dysphania ambrosioides), la carqueja (Baccharis sagittalis) y el ñanculawen (Valeriana
carnosa). En cambio, las de aroma dulce y gusto amargo fueron citadas para combatir los
resfríos, por ejemplo la paramela (Adesmia boronioides). Además registraron plantas muy
aromáticas asociadas al sahumado de ambientes y limpieza de los “malos aires” de las
viviendas.
102
Paralelamente, Molares y Ladio (2012) detectaron que la localización de las plantas en el
ambiente les sirve a los pobladores para recordar su identidad y eficacia. Las características
del suelo, la asociación entre plantas, y la altitud brindan información para su
reconocimiento, recolección y uso. Por ejemplo, las plantas que crecen a mayor altitud suelen
considerarse más fuertes, aromáticas y efectivas que sus sucedáneas del valle, por lo que son
preferidas. Hoy en día – debido a conflictos político-territoriales o por disminución de la
biodiversidad local- los pobladores lidian con el problema de no poder acceder a los
microambientes de obtención de recursos herbolarios que fueron utilizados, y su
conocimiento transmitido, por sus ancestros.
Lamentablemente, los conocimientos y prácticas vinculados a las plantas medicinales se
están olvidando y en algunos casos, se han suspendido sus usos, sobre todo en los integrantes
más jóvenes. Este fenómeno se ve reflejado en la baja proporción de plantas que se utilizan
efectivamente, en relación a las que se conocen pero su uso no está vigente. Ladio y Lozada
(2004) propusieron que la sustitución de las plantas por productos comercializados o
industrializados y los cambios en el estilo de vida de los pobladores, afectan negativamente la
riqueza herbolaria efectiva. En este sentido, Reyes García et al. (2005) estudiaron dos
comunidades afectadas por distinto grado de intervención del mercado en sus actividades, y
concluyeron que aquellas que no abrieron sus economías al comercio de gran escala, citaron
una mayor riqueza de especies que conocen y usan efectivamente que los productores de
plantas que utilizan los grandes mercados para vender sus productos.
Los trabajos etnobotánicos desarrollados en comunidades rurales de la región también
revelaron que la adquisición del saber sobre plantas ocurre a edades tempranas entre los niños,
y que cuando dejan de acompañar a sus padres en las actividades del campo por ir a la escuela
(en general escuelas con internado, alejadas de sus hogares) ellos pierden el acceso y contacto
con esta información (Ladio y Lozada, 2004; Lozada et al. 2006). Es por ello que el papel de
los conocimientos de los maestros sobre el ambiente local se vuelve clave para una
integración multicultural dado que para los niños es importante en su proceso escolar que sus
103
conocimientos sobre el ambiente sean valorados y articulados con la currícula oficial (Ladio y
Molares, 2014).
Finalmente, los papeles que desempeñan hombres y mujeres dentro de una comunidad no
pueden generalizarse ya que obedecen a circunstancias locales; sin embargo, contamos con
información que indica que las mujeres transmiten el saber sobre plantas dentro de su familia
y su comunidad. En la casa, las mujeres son las encargadas de la preparación y aplicación de
los remedios caseros. La recolección de plantas se realiza a pie o a caballo, en general en
complementación con el cuidado del ganado, mientras cuidan los animales, tanto los hombres
como las mujeres y los niños aprovechan para recolectar leña y acopiar plantas medicinales
(Cardoso et al., 2015).
Objetivos e hipótesis
Objetivo general: Describir y analizar distintos aspectos de la herbolaria de tres poblados
pequeños de la CMCCh que se caracterizan por su grado de aislamiento.
Objetivos particulares e hipótesis de trabajo:
1. Caracterizar la herbolaria vigente en las comunidades de la meseta chubutense
H1. Las plantas utilizadas para tratar dolencias digestivas y respiratorias son las más citadas.
H2. Las plantas nativas son los elementos herbolarios más citados.
H3. Las plantas medicinales se obtienen principalmente por recolección y en segunda
instancia, por cultivo.
2. Comparar el conocimiento herbolario en las tres comunidades participantes.
3. Evaluar la variación del Conocimiento Herbolario (CH) en función del género, edad y
grupo étnico o cultural.
H4. Los miembros de la comunidad con mayor edad, utilizan un mayor número de especies
medicinales que los más jóvenes
H5. Las mujeres utilizan una mayor riqueza de plantas medicinales que los hombres.
104
H6. La riqueza de especies promedio citada por pobladores auto-adscriptos como originarios
o mapuches/ tehuelches será mayor que la nombrada por los que se reconocen dentro de otros
grupos étnicos o culturales.
4. Analizar los mecanismos implicados en el uso de plantas medicinales que se articulan a
modo de soluciones locales domésticas frente a los problemas de salud más frecuentes.
METODOLOGÍA
Comunidades participantes del estudio
En el segundo capítulo de esta tesis desarrollamos ya, con mayor grado de detalle, las
características e identidades correspondientes a las comunidades rurales que forman parte de
la meseta chubutense y que participaron de este estudio. Al iniciar los estudios de campo, nos
encontramos con personas que viven en forma relativamente aislada de otras comunidades y
que deben sortear condiciones ambientales y sociales difíciles. El acceso a esta zona, que se
hace por caminos consolidados de ripio, suele dificultarse y a veces interrumpirse por
presencia de nieve o impacto de la lluvia durante varios meses del año, principalmente de
junio a octubre.
Particularmente el acceso a Lagunita Salada conlleva mayor dificultad ya que gran parte de la
ruta está constituida por suelo rocoso en muchos lugares y de arcillas sueltas en otros. Muchos
hogares se encuentran, a su vez, alejados más de 40 km de camino sinuoso desde la aldea o
del vecino más cercano. Gastre presenta un relieve más continuo y sus caminos, si bien están
hechos sobre suelos rocosos, no presentan gran dificultad para la mayoría de los vehículos, de
manera que si bien los hogares periféricos están muy asilados, pueden ser visitados por
familiares o por personal del hospital regional. Gan Gan, además de ser la localidad más
numerosa es la que presenta mayor conectividad entre las instituciones con base en la aldea
central y su periferia. Tanto los médicos del hospital, los puesteros sanitarios, la policía y el
juez de paz recorren todo el área con una cierta frecuencia y relativa continuidad.
Abordaje de la investigación
105
La metodología etnográfica, la observación participante, la realización de talleres
comunitarios sobre el uso de las plantas y la utilización de herbarios de reconocimiento de
especies de interés medicinal, fueron los instrumentos principales que nos posibilitaron
cumplir con el objetivo propuesto.
Los datos que presentamos en este capítulo, al igual que el resto, fueron recabados teniendo
en cuenta la autorización previa de las autoridades locales y líderes de los pueblos originarios
correspondientes. Además, y siguiendo el código de Ética de la Sociedad Internacional de
Etnobiología (ISE, 2006), solicitamos el consentimiento previamente informado de cada
familia en forma previa al registro de la información.
Metodología etnobotánica
Mediante un enlistado libre (Martín, 2001) cada uno de los 69 entrevistados citó los nombres
comunes de las plantas medicinales utilizadas más frecuentemente y luego profundizamos en
su identificación taxonómica mediante el uso de herbarios o muestreo de campo, sobre las
aplicaciones medicinales particulares, y los modos de obtención de las mismas. Los talleres
participativos (Alburquerque et al., 2010) representaron un espacio donde los vecinos
pudieron intercambiar entre ellos, y con nosotros, saberes, prácticas y recetas muy específicas
vinculados a los remedios caseros que vienen utilizando, en general, desde varias
generaciones atrás y que fueron transmitidos muy frecuentemente, por miembros de la familia
(Eyssartier et al., 2008).
Finalmente, en el contexto de los talleres participativos tomamos muestras de las distintas
especies vegetales que fueron identificadas por los pobladores como “remedio”, “medicina”,
“lawen” o “bueno para…” durante recorridos de identificación a través del campo, base de
cerros, jardines, quintas o lugares de cultivo y veredas. El material recolectado se incorporó a
la colección preservada del Jardín Botánico de la Patagonia Extraandina - CENPAT -
CONICET. Los ejemplares fueron identificados y determinados siguiendo a Correa (1969,
1971, 1984, 1988a, 1988b, 1999). La nomenclatura científica fue actualizada consultando la
base de datos del Catálogo de Plantas Vasculares del Conosur Sur.
(http://www2.darwin.edu.ar/Proyectos/FloraArgentina/fa.htm)). La categorización de las
plantas según su status fue basada en Zuloaga y Morrone (1999 a, b). De esta forma, las
especies que clasificamos como “nativas” corresponden a especies con distribución en la 106
Patagonia y las “introducidas” hacen referencia a las especies que se distribuyen fuera de la
Patagonia,
Tratamiento de los datos
Las variables que tomamos en cuenta para responder nuestras preguntas y lograr los objetivos
propuestos fueron ordenadas y categorizadas, según el caso, de la siguiente forma:
Composición y riqueza de especies y de familias botánicas: La composición total y riqueza de
especies se estimó teniendo en cuenta el número de especies y de familias botánicas que
fueron citadas por el total de entrevistados en las tres comunidades (Ladio y Lozada, 2003,
2004).
Usos medicinales: Los diferentes usos medicinales para cada una de las especies fueron
categorizados en función de las afecciones citadas por los informantes tomando el criterio de
la medicina occidental según Estomba et al. (2006). La categoría”digestivo” incluye el uso
vinculado al hígado, vesícula biliar, estómago e intestino. Dentro de la categoría
“respiratorio” incluimos los usos antitusivo, expectorante y para las anginas. El uso “urinario”
representa las menciones de uso diurético, para disolver piedras y tratar inflamaciones del
tracto urinario. Las afecciones dermatológicas están asociadas a los eczemas, sarpullidos,
acné y forúnculos. Los usos exclusivamente femeninos relacionados a dolencias
ginecológicas, parto y control de la natalidad están agrupados como uso “ginecológico”.
Dentro de la categoría “analgésico-antiinflamatorio” reunimos las citas vinculadas al dolor
reumático, articular, golpes y caídas y neuralgias. La categoría “fiebre” incluye la temperatura
corporal elevada y también la insolación. El tratamiento de inflamación y/o infección de
encías y el dolor vinculado a piezas dentales enfermas y la provocación de la caída de dientes
y muelas está representado por el uso “odontológico”. Aquellas dolencias o afecciones cuyos
síntomas representaban múltiples orígenes, naturales y sobrenaturales y su diagnóstico y
tratamiento dependen de la cultura y contextos particulares, fueron agrupadas dentro la
categoría “síndrome de filiación cultural” (Remorini et al., 2012).
107
Importancia cultural de las plantas medicinales : Para determinar la importancia de cada
especie medicinal dentro de las comunidades participantes, estimamos el consenso de uso
(CU), considerando el número de informantes que citó cada especie respecto al total de
informantes (N=69) x 100 (Ladio y Lozada, 2008).
Variación del conocimiento herbolario: Definimos como indicador del conocimiento
herbolario (CH) de cada participante a la riqueza de especies medicinales citadas por los
mismos. De esta manera consideramos al conocimiento herbolario promedio (CHP) como el
número de especies medicinales citadas por cada grupo evaluado (por eje. la comunidad, el
género y grupo étnico o cultural) dividido por el total de las especies citadas entre todos
(N=69). La autodeterminación étnica o cultural la categorizamos en función de la respuesta de
los propios entrevistados a preguntas directas del estilo: ¿Usted es mapuche o tehuelche?
¿Usted es descendientes de mapuches o tehuelches? De esta forma agrupamos a los
entrevistados en la categoría “originarios” (respuesta positiva) y “no originarios” (respuesta
negativa).
Versatilidad medicinal: La versatilidad de uso de cada especie está calculada a partir de la
suma total de usos medicinales diferentes reputados para cada especie citada por el total de los
entrevistados, tomado de Ladio y Lozada (2008).
Análisis estadístico
Finalmente, el análisis estadístico de la información cuantitativa se llevó a cabo utilizando
pruebas no paramétricas dado que los datos no presentaron una distribución normal (Höft et
al., 1999). Mediante la prueba Chi2 se evaluó por un lado, la significancia del uso distintivo de
especies nativas e introducidas y también del número de citas vinculado a los distintos modos
de obtención de las especies (Richeri et al. 2013b). El test Chi2 pone a prueba la hipótesis nula
de igualdad entre frecuencias esperadas y observadas. Para estudiar la variación del CHP
entre los tres sitios estudiados, utilizamos la prueba de Kruskall Wallis (p<0.05). Luego
comparamos la similitud de las especies entre las tres comunidades mediante el índice de
Jaccard (IJ) (Höft et al., 1999), utilizando la siguiente fórmula: IJ= c/ (a + b+ c) x 100, donde
c es el número de especies comunes, a es el número de especies únicas presentes en un sitio
108
dado y b es el número de especies únicas presentes en el otro sitio. Por otra parte, y a fin de
comparar el CHP en hombres y mujeres recurrimos a la Prueba U de Mann Whitney (p<0.05).
Luego analizamos la relación entre el CH y la edad mediante la Correlación de Spearman
(p<0.01) y utilizamos la misma prueba para evaluar si el consenso (CU%) está relacionado
significativamente con la versatilidad de uso de las especies. (Conover, 1971).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Riqueza de especies, usos medicinales y origen biogeográfico de las plantas medicinales
Luego de analizar las entrevistas y la información recabada en caminatas y talleres,
registramos un total de 1571 citas de uso de plantas utilizadas como remedios caseros que
corresponden a 68 especies y 8 géneros (Anexo II,Tabla 4.1). Las entrevistas revelaron el uso
de otras 15 etnoespecies, plantas que no pudieron ser determinadas por lo cual fueron
excluidas de los análisis estadísticos.
Las especies con mayor consenso de uso entre los participantes son Acantholippia
seriphioides (tomillo patagónico) y Clinopodium darwinii (te pampa) como digestivos y
Adesmia boronioides usado para aliviar las dolencias respiratorias como el asma y la tos. Le
siguen en orden Mentha spicata x piperita (menta) utilizada mayormente para enriquecer el
mate o preparar una infusión digestiva y refrescante; Nardophyllum brioides (sietecamisas)
citada como tratamiento muy efectivo de la fiebre en niños y adultos; Fabiana imbricata
(palo piche) muy utilizada para limpiar los riñones y la sangre y Larrea divaricata (jarilla)
especie útil para combatir dolores reumáticos, articulares, micosis y pediculosis.
109
ddcc
bbbbbb
a
0
10
20
30
Usos medicinales
% d
e ci
taci
ón
Figura 4.1. Importancia de los usos medicinales de las plantas de la CMCCh. El eje vertical representa el porcentaje de citas respecto de determinada categoría medicinal teniendo en cuenta el total de entrevistados (N=69). Las distintas letras sobre las barras indican grupos con porcentajes de citación significativamente diferentes, según los resultado de la prueba Chi- cuadrado (p<0.05).
Con respecto a los usos medicinales, la Figura 4.1 nos muestra que el uso medicinal
prevalente corresponde a la categoría digestivo con el (23% de citación), le siguen los usos
respiratorio, circulatorio, urinario, dermatológico, para la fiebre y ginecológico (entre 12 y 10
% de citación). Luego siguen las categorías sedante y analgésico (8% cada una) y, finalmente,
los síndromes culturales y el uso odontológico (3% cada uno; p<0.05). Al interpretar estos
resultados podemos destacar, en primera instancia, que son coincidentes con la mayoría de
los datos recabados en otras comunidades rurales patagónicas (González y Molares, 2004;
Ladio et al., 2007; Ochoa y Ladio, 2010). La primera hipótesis de trabajo sostiene que tanto
las afecciones digestivas como las respiratorias son las más frecuentemente tratadas con
plantas, por lo tanto solamente podemos comprobar la primer parte de la hipótesis planteada.
Sin embargo las especies que tratan dolencias respiratorias, si bien no son tan citadas con las
digestivas, representan la segunda categoría de citación.
Cabe destacar que los encuentros participativos y las entrevistas en profundidad nos revelaron
que la dieta muy alta en carnes, grasas y harinas, que llevan los pobladores rurales de esta
región, podría determinar la elevada incidencia de dolencias vinculadas al sistema digestivo,
sobre todo al mal funcionamiento hepático-vesicular. En este sentido, es muy habitual
encontrar ejemplares cultivados de Buddleja globosa (pañil) y hojitas secas de Baccharis
crispa (carqueja) guardadas en armarios, con el fin de tener a mano plantas que alivian las 110
frecuentes “patadas al hígado” que la familia experimenta luego de comer abundante cordero,
tortas fritas y vino. La mayoría de las aromáticas utilizadas como digestivo y refrescante del
estómago son incorporadas al mate en forma de hoja seca o fresca, como por ejemplo,
Clinopodium darwinii (té pampa), Mentha ssp. (variedades de mentas) y Acantholippia
seriphioides (tomillo patagónico).
Por otro lado, registramos que la importante presencia de plantas que alivian dolencias
respiratorias y circulatorias podría estar vinculada a la rigurosidad del clima frío, ventoso y
seco que domina el entorno de las comunidades. Es así que predomina la aplicación del
“jarabe de quilimbay (Chuquiraga avellanedae)”, “paramela (Adesmia boronioides) con
azúcar quemada” y “tecito de cebolla (Allium cepa)” para prevenir y tratar bronquitis, tos,
resfríos y entumecimientos de manos y pies, que prevalecen durante la época invernal.
Es importante destacar el uso frecuente de plantas de uso urinario que “limpian riñones”,
curan las infecciones urinarias y “mantienen el cuerpo limpio” como por ejemplo, Fabiana
imbricata (palopiche), Valeriana carnosa (ñanculauén), Ephedra ochreata (sulupe) y Zea
mays (maíz). Estas plantas suelen tenerse disecadas en ramitos y colgadas dentro de armarios
oscuros para utilizarse, cuando algún integrante de la familia lo requiera, en forma de
infusión.
Las dolencias digestivas son las afecciones mayormente tratadas con las plantas en otras áreas
rurales patagónicas (Estomba et al. 2006; Molares y Ladio 2010), hecho que demuestra que
los componentes adoptados son sustanciales para paliar las dolencias más prevalentes, y por
ende, no son elegidos al azar. Del mismo modo se evidencia su uso preventivo, para evitar
dolencias futuras, activar el funcionamiento del hígado y también mantener el equilibrio
(cuerpo limpio) dando cuenta de elementos propios de la medicina mapuche (Citarella et al.,
2000).
Plantas medicinales nativas e introducidas
Con respecto al origen biogeográfico de las especies medicinales, encontramos que los
entrevistados citaron aproximadamente el mismo número de nativas e introducidas (U de
Mann Whitney=0.66; p<0.05). La composición de una herbolaria refleja, en algún sentido, la
historia del poblamiento de la comunidad que ha atesorado el uso de plantas nativas y son las
que desean seguir utilizando. En este sentido, Richeri et al., (2010) han encontrado que por
111
ejemplo las personas cuando migran llevan consigo los objetos, pero también las plantas más
queridas y/o útiles en su historia familiar, y buscan los mecanismos para el caso de aquellas
que no pueden reproducirse en el nuevo ámbito de obtenerlas por trueque o compra.
La alta presencia de especies introducidas, la mayoría de distribución cosmopolita como
Erodium cicutarium (alfilerillo), Plantago lanceolata (sietevenas, llantén) o Marrubium
vulgare (malvarrubia) dentro de las herbolarias estudiadas muestra los procesos de
sincretismo e hibridación de saberes y culturas que existe hoy en día en la CMCCh, producto
de la historia social y ambiental comentada en el segundo capítulo. Los medios de
comunicación (radio, televisón e Internet) y las instituciones extensionistas que operan en las
localidades, constituyen otra herramienta de transmisión informal de conocimientos (además
de la familiar o vecinal). De esta manera, encontramos un poblador que toma infusión de
Tabebuia sp. (lapacho) por recomendación de un programa televisivo; otros entrevistados
compran saquitos para preparar té de Peumus boldus (boldo) ya que lo encuentran en el
mercado local; algunos cultivan y utilizan remedios hechos con Matricaria recutita
(manzanilla), Origanum officinale (orégano) o Petroselinum crispus (perejil) con información
recibida en un taller del Programa Nacional Pro Huerta (INTA). Los resultados no nos
permiten aceptar, con este análisis, la segunda hipótesis planteada respecto a la
preponderancia de las plantas nativas dentro de la herbolaria.
A modo de ilustrar la percepción de los cambios, por parte de los pobladores más antiguos de
las aldeas rurales, transcribimos una parte de la entrevista a Don Rosario (poblador de
Lagunita Salada, 82 años) quien nos comentó:
“…ahora estoy ya viejo y no puedo salir a buscar los yuyitos que siempre anduve tomando…
para los achaques, ¿vio?... Tengo que mandar a mi hijo nomá… no me trae nada… dice que
no encuentra nada che… dice que vaya al puesto (sanitario) si me duele algo,… que me van a
poner la pichicata (inyección) o me van a dar la pastillita… crié a mi hijo tomando los
remedios que buscábamos ahí ajuera nomá con la tata … y ahora él se olvidó de todo
parece…antes nos curábamos con las cosas del campo nomá…de todo había, para la fiebre
de los chicos, para el empacho, hasta para las pesadillas (risas)…”
112
Este relato recogido de uno de los talleres participativos (que detallaremos en el quinto
capítulo) corresponde a un hombre de campo nacido y criado en el lugar y nos ilustra una
situación que comúnmente registramos al entrevistar a personas mayores. Por un lado,
podemos distinguir esa idea arraigada en los ancianos de “todo pasado fue mejor” al recordar
que muchas de las cosas necesarias para criarse sano o curarse de alguna afección estaban al
alcance de las manos, en el campo que los rodeaba. Por otra parte este relato, junto a otros que
se hicieron eco en el taller, dan cuenta de cambios en el sistema de salud tradicional y en la
concepción de salud/enfermedad de las generaciones más jóvenes.
Ahora, si analizamos el consenso que tienen las especies medicinales dentro de las
comunidades, podemos ver que las nativas tienen mayor consenso que las introducidas
(U=1367, p=0.038). Sin embargo, si agregamos información y cruzamos los datos de origen
con las formas de obtención del recurso, comprobamos, mediante la prueba Kruskal Wallis
(que dio un valor de Chi2=5.367, p=0.147) que tanto las nativas e introducidas recolectadas
como las introducidas cultivadas y comercializadas tienen igual consenso medicinal entre los
pobladores (Figura 4.2).
Figura 4.2. Consenso de uso promedio (CU%) de las plantas medicinales según su origen y modo de obtención. La prueba K-Wallis no detectó diferencias significativas entre las categorías (Chi2=5.367, p=0.147)
113
Estos resultados sugieren la existencia de procesos flexibles y dinámicos en el moldeado de
la herbolaria de estas comunidades aisladas, dado que se observan formas diferentes de
aprovisionamiento, y abonan la idea de que los pobladores han construido una herbolaria
compleja basada en la interacción entre conocimientos nuevos y tradicionales. El cultivo de
plantas medicinales (eje., ver en Tabla 1, Mentha spicata x piperita “menta pastilla”,
Artemisia absinthium “ajenco”, Matricaria recutita “manzanilla”) permite a los pobladores
con bajos recursos económicos, la obtención de especies importantes para tratar determinadas
dolencias, al mismo tiempo que reduce el esfuerzo de búsqueda y presión de uso en relación a
las plantas silvestres. Sin embargo, estas últimas son muy importantes en términos culturales,
ya que no sólo tratan varias dolencias, sino que también son utilizadas frecuentemente (ej., ver
en Tabla 1 Clinopodium darwinii “té pampa”, Acantholippia seriphioides “tomillo silvestre”,
Nardophyllum bryoides “sietecamisas”, Chuquiraga avellanedae “quilimbay” y Valeriana
spp. “ñancolawuen”).
En este sentido, Ladio (2011) sugiere que el aprendizaje y el conocimiento sobre plantas
nativas y exóticas, para comunidades rurales nor-patagónicas, aumenta con el mantenimiento
de las prácticas culturales asociadas a un estrecho contacto con la naturaleza, como la caza, la
recolección de frutos silvestres o la arriada del ganado por el campo: actividades cotidianas
para los habitantes de la meseta del Chubut. Por otra parte, la autora afirma que la memoria
social vinculada al uso de plantas es dinámica y se transforma en sintonía con los cambios
ambientales de los contextos rurales patagónicos. Sin embargo, hasta hace poco tiempo, el
uso de plantas exóticas se ha relacionado con la pérdida del conocimiento tradicional, sobre
todo debido a la efectos de la sustitución, proceso documentado en estudios realizados en
varias poblaciones humanas de la región (Ladio y Lozada 2001; Estomba et al., 2006; Ochoa
et al. 2010). En contraposición, Albuquerque y Ferreira de Oliveira (2007) proponen que las
plantas adventicias incorporadas a la herbolaria de las comunidades (junto con las
alimenticias, combustibles y otras) deben ser consideradas como fuentes alternativas de
tratamiento y alivio de las dolencias, ofreciendo redundancia, es decir, solapamiento de
funciones entre especies nativas e introducidas. La redundancia puede jugar un papel crucial
en la conservación de ambientes, ya que ofrece alternativas a la explotación de plantas
medicinales nativas y también sirve como un amortiguador frente a especies que se extinguen
localmente o en otras situaciones de cambio sociocultural.
114
Formas de obtención de las plantas medicinales
La recolección (57%) es la principal forma de obtención de recursos medicinales (Chi 2=
4.18, p< 0.05). Le siguen el cultivo (34%), luego la compra en comercios de la zona (5%) y
de las ciudades aledañas, y el pedido (4%) de plantas específicas a personas que pueden
conseguirlas más fácilmente (Figura 4.3).
CC
B
A
0,00
10,00
20,00
30,00
40,00
50,00
60,00
Recolección Cultivo Comercio Pedido
Modos de obtención
% d
e ci
tas
Figura 4.3. Principales modos de obtención de las plantas medicinales. Las letras sobre las barras indican diferencias significativas en el % de citas referido a cada modo de obtención según la prueba Chi 2 (p<0.05).
Las plantas recolectadas son las nativas del lugar y las introducidas que crecen
espontáneamente, en general, alrededor de las casas, en terrenos removidos y en las
banquinas. Los pobladores recolectan las especies nativas cuando las necesitan o bien para
tener en forma seca, en los hogares. Los talleres revelaron que los “cerros” son ambientes
muy importantes para la recolección de Clinopodium darwinii (té pampa), Acantholippia
seriphioides (tomillo), Valeriana carnosa (ñanculaguen) y Azorella monantha (leña de
piedra). El “campo” o “llano” es fuente de plantas medicinales recolectadas como
Nardophyllum bryoides (sietecamisas), Grindelia chiloensis (botón de oro), Dysphania
multifida (paico arrastradito), Larrea divaricata (jarilla), L. nitida (jarilla) y L. ameghinoi
(jarilla rastrera).
115
El cultivo de plantas medicinales se realiza, principalmente dentro de las mismas huertas
domésticas pero también utilizan canteros y macetas para reproducir las plantas de interés. Es
muy común observar en los jardines de los pueblos patagónicos una variedad de especies
medicinales como por ejemplo, Tanacetum vulgare (palma), T. balsamita (menta romana),
Artemisia absinthium (ajenco), Rosa sp. (rosa común), Chrysanthemum sp. (crisantemo),
Mentha spicata x piperita (menta pastilla) y Matricaria recutita (manzanilla). Los vecinos
suelen intercambiar o regalar “gajos” o semillas de plantas medicinales como forma de
interactuar y colaborar con la salud de las familias vecinas.
El comercio de plantas medicinales está asociado a la venta de infusiones comerciales en los
almacenes rurales, ya que algunos entrevistados adquirieron en estos negocios saquitos con
Peumus boldus (boldo) y Matricaria recutitca (manzanilla). Si bien los entrevistados
reconocen que la efectividad no es la misma que la conseguida con las plantas frescas,
continúan comprando estas infusiones por ser más accesibles y fáciles de preparar.
Por último, registramos el modo de adquirir plantas medicinales por pedido a personas
específicas que se dedican a esta actividad o bien que trabajan en campos donde crecen las
especies solicitadas. Las especies que crecen en los lugares muy aislados o en los cerros
constituyen ejemplos para esta categoría. A su vez, los entrevistados consiguieron algunas
plantas medicinales, como por ej. Larrea divaricata, Valeriana carnosa, Fabiana imbricata,
pidiéndoselas a familiares que viajaban a zonas de distribución de dichas especies. Éstas
suelen ser plantas muy queridas y valoradas por los pobladores. Los resultados refuerzan la
idea planteada en la tercera hipótesis vinculada a la recolección como principal forma de
adquisición del recurso herbolario dentro de las comunidades.
Variación del Conocimiento Herbolario (CH): entre comunidades, entre edades, géneros
y grupos étnicos o culturales
116
La Figura 4.4 nos muestra que el número de especies citadas (riqueza) varía entre las
comunidades pero estas diferencias no son estadísticamente significativas ( Kruskal-Wallis
Chi2=2.49, p =0.287). Más aún, cuando comparamos la composición de especies, mediante un
análisis de de similitud (Índice de similitud de Jaccard) entre sitios, pudimos ver que Gastre y
Gan Gan comparten el 82% de las especies mientras Gan Gan y Lagunita Salada comparten el
80% y, finalmente, Gastre y Lagunita Salada 78% de especies en común. Estos resultados nos
sugieren que las tres comunidades comparten no solamente una historia común como
contamos en el segundo capítulo, sino que también comparten el acervo cultural vinculado al
uso de la variedad de especies que coexiste con las comunidades y es parte de su vida
cotidiana.
Figura 4.4. Conocimiento herbolario, medido según la riqueza promedio de especies citadas, en cada comunidad participante. La prueba Kruskal Wallis no detectó diferencias significativas entre comunidades (La prueba K-W arrojó un valor Chi2=2.84, p=0.287)
En resumen, el análisis de la herbolaria de las comunidades nos puede hablar de su historia,
de las interconexiones que ocurrieron en el pasado y del actual flujo de información y
materiales (en este caso, plantas) que permiten la construcción activa y continua de los
reservorios etnobotánicos. Particularmente, pudimos comprobar que la Comarca de la
Meseta Central del Chubut es asiento de un sólido cuerpo de saberes y prácticas herbolarias
que fue construido en forma colectiva y mediante sucesivos procesos históricos.
117
Por otro lado, encontramos una correlación positiva significativa entre el conocimiento
herbolario (CH) y la edad de los entrevistados (Figura 4.5, r=0.378, p=0.001). Este resultado
nos permite aceptar la hipótesis cuarta, referida a un mayor CH herbolario en los miembros
mayores de la comunidad. En la figura podemos observar que el pico máximo de CH ocurre
entre los 55 y 70 años y luego disminuye un poco en las edades más avanzadas.
Figura 4.5. Correlación entre el conocimiento herbolario y la edad de los entrevistados (Rho de Spearman=0.378, p=0.001)
Con respecto a la incorporación de los saberes, pudimos constatar que los adultos con
experiencia en horticultura brindan consejos a los que recién se inician en la huerta, -
escolares, familiares o pares -y enseñan sobre las épocas de siembra, cosecha y
requerimientos de las plantas medicinales cultivadas (Figura 4.6). Asimismo, en los talleres
comunitarios que organizamos en el marco de este estudio, pudimos observar el intercambio
tanto de conocimientos como de materiales vinculados al cultivo (por ej, semillas, plantines,
tierra fértil, etc.) que existe entre vecinos que llegan incluso desde lugares muy lejanos dentro
del área de estudio. Además, nos resulta muy importante destacar la interacción entre niños y
adultos: los primeros suelen abonar el suelo y sembrar las especies medicinales, mientras que
118
los mayores airean la tierra y preparan los surcos. Durante estas jornadas de trabajo, se
comparte una variada información sobre las plantas y sus posibles formas de
aprovechamiento.
Figura 4.6. Actividades familiares de preparación de la tierra y siembra en Gastre. Estas tareas le permiten a los más chicos aprender naturalente cuestiones de la tierra, abono, riego, siembra y ciclos de las plantas medicinales cultivadas.
La relación entre la edad y el conocimiento tradicional ha sido tratada, usualmente en los
trabajos etnobiológicos, como una relación lineal y en este sentido, los datos presentados en
esta tesis coinciden con dicha tendencia. Sin embargo, como se destacó previamente, si se
analizan los puntos de la gráfica, se observa una posible relación curvilínea. En este sentido,
Koster et al (2016) ha mostrado que la relación entre la edad y el conocimiento etnobiológico
posee un proceso acumulativo que alcanza un pico entre las personas de 30 y 40 años y luego
decrece a la edad más avanzada.
Este modelo parece ajustarse bien a lo que ocurre con el CH en las comunidades estudiadas,
donde el factor principal que determina la incorporación de conocimientos y prácticas sobre
plantas medicinales está fuertemente vinculado a las oportunidades y capacidad de adquirir
las plantas y de recordar sus nombres, usos y lugares de obtención que se da en esta etapa de
la vida. Más tarde, en el caso de los adultos mayores, las oportunidades de movilizarse,
obtener recursos nuevos y memorizar nueva información podrían ser más reducidas.
Contrariamente a lo que esperábamos, no registramos diferencias significativas entre el CH
promedio citada por hombres y mujeres (Figura 4.7; p>0.05). Este último resultado no
concuerda con lo planteado a priori en la quinta hipótesis de trabajo ni con lo observado en
119
otros trabajos etnobotánicos como, por ejemplo, los realizados por Balick et al. (2000),
Benvenuto y Sánchez (2002), Eyssartier et al. (2008), Lozada et al. (2006), Pieroni et al.
(2005) y Cardoso et al., (2016), los cuales indican que, en la mayor parte de las culturas, son
las mujeres las portadoras mayoritarias del conocimiento sobre las plantas y sus aplicaciones
medicinales.
Figura 4.7. Riqueza promedio de especies citada por los hombres y mujeres entrevistados
En parte, nuestros datos podrían explicarse si tenemos en cuenta que en la actualidad hombres
y mujeres trabajan, la mayor parte del día, en contacto con la flora local, mientras llevan a
cabo sus tareas diarias vinculadas al cuidado del ganado y la recolección de leña. En muchas
oportunidades registramos que los hombres de la casa son los que traen las plantas nativas al
hogar, ya sea por pedido de otro integrante de la familia o por decisión propia.
120
Finalmente, la última parte del objetivo 3 fue comparar el CH entre pobladores que se
identificaron como pertenecientes al pueblo originario Mapuche-Tehuelche y el resto. Los
resultados (Figura 4.8) indican que los participantes que se auto-adscribieron como
“originarios” o “mapuche” o “tehuelche” o “indios” presentan, en promedio, un
conocimiento levemente mayor que aquellos que no se reconocieron pertenecientes a un
grupo étnico local, aunque estas diferencias no se encontraron estadísticamente significativas
(U de Mann Whitney=335, p=0.089), con lo cual no corroboramos la sexta hipótesis
planteada.
Figura 4.8. Riqueza promedio de especies medicinales correspondientes al género de los entrevistados y a la autoderminación étnica o cultural
Estos datos no coinciden con los registros de Ochoa et al. (2010) quienes comprobaron que
los miembros de un poblado rionegrino, auto-adscriptos como mapuches, poseían un
conocimiento mayor sobre las plantas nativas medicinales, que los pobladores criollos. Si bien
la vasta historia de uso de remedios vegetales construida por el pueblo Mapuche-Tehuelche
se ve reflejada en algunas comunidades de la Patagonia, en la herbolaria de las comunidades
de la meseta chubutense encontramos indicios del sometimiento y hostigamiento cultural
sufrido por los pobladores locales en el pasado que habría llevado a una desarticulación del
121
CH. Particularmente, solo el 10 % de los entrevistados, auto-adscriptos como originarios,
reveló conocer algunos vocablos y canciones en la lengua nativa (Mapudungun). En este
sentido, Ladio (2011) pudo comprobar que el mantenimiento del idioma nativo –que
representa la experiencia directa con el medio ambiente, y la familiaridad con las categorías
lingüísticas que representan cosmovisión del pueblo- se asocian con una mayor diversidad de
conocimientos sobre las plantas nativas y exóticas y una mayor resiliencia de dicho
conocimiento. Afortunadamente en la actualidad, las escuelas rurales del Chubut desarrollan
programas que incluyen el aprendizaje del Mapudungun como parte de la currícula opcional
ofrecida a los estudiantes y sus familias. Esta iniciativa, si bien es reciente y exploratoria,
podría contribuir con la recreación de conocimientos y prácticas que fueron,
intencionalmente, anuladas junto con las lenguas locales.
Otro aspecto de la herbolaria: mecanismos que reflejan flexibilidad
Los resultados que mostramos, hasta ahora, describen los componentes de la herbolaria
utilizada por las comunidades de la CMCCh. En esta sección nos focalizaremos en los
mecanismos, vinculados a la herbolaria, desarrollados por los pobladores ante las diferentes
necesidades, pero que resultan en un conjunto de prácticas o soluciones locales,
contextualizadas, que aportan a la autosuficiencia (Figura 4.9).
122
Figura 4.9. Componentes y mecanismos que forman parte de las soluciones locales que los pobladores
rurales desarrollaron para hacer frente a los problemas de salud.
El análisis de las entrevistas refleja la existencia de mecanismos que permitirían hacer un uso
eficiente y flexible de los componentes que conforman la herbolaria de las comunidades.
Estos mecanismos actúan directamente sobre los recursos vegetales y se ponen en acción
junto con otros mecanismos socio-culturales, como por ejemplo la transmisión social de la
información, que mantienen vivos los saberes acumulados en la experiencia con el ambiente
(Davidson-Hunt y Berkes 2006). Los mecanismos que encontramos en este trabajo (Figura
4.9) son:
1) Versatilidad medicinal: Las especies medicinales con mayor consenso de uso dentro de las
comunidades de la CMCCh se mostraron asociadas con aquellas que poseen mayor
versatilidad de usos medicinales (Rho de Spearman de 0.677, p <0.05). En otras palabras, las
especies que pueden suministrar una solución a varios problemas de salud, dentro del ámbito
doméstico, son aquellas que son usadas y compartidas por un número mayor de personas
(Berkes 1999; Ladio y Lozada 2008; Richeri et al. 2013a). El amplio espectro de uso que
123
presenta Acantholippia seriphioides (digestivo, respiratorio, circulatorio y analgésico),
Valeriana carnosa (digestivo, circulatorio, sedante y urinario) y Plantago lanceolata
(respiratorio, circulatorio, digestivo y ginecológico) ilustra la importancia de especies que
proporcionan tratamiento para tres o más afecciones de la salud, y estas plantas son
particularmente valoradas por los pobladores. Los datos sugieren que, a pesar de que la
herbolaria se compone de una cantidad relativamente baja de especies (68 spp.), existen
mecanismos de ajuste a las condiciones ambientales limitantes actuales.
2) Redundancia del recurso medicinal: Con redundancia nos referimos a la existencia de
numerosos recursos que sirven para la misma función y que pueden ser utilizados de manera
alternativa (Albuquerque y Oliveira 2007; Ladio 2011; Soares et al. 2012). En nuestro
trabajo podemos citar como ejemplos a Artemisia absinthium (ajenco), Matricaria recutita
(manzanilla) y Mentha spicata (menta pastilla) que se utilizan todas como digestivas. Otro
conjunto de especies que tratan una misma dolencia son Nardophyllum bryoides
(sietecamisas), Sedum telephium (bálsamo) y Tanacetum vulgare (palma) utilizadas para bajar
la fiebre. Estas mismas especies fueron las más importantes en otras regiones patagónicas
(González y Molares, 2004; Ladio y Lozada, 2008; Eyssartier et al., 2009; Ochoa y Ladio,
2010).
3) Complementariedad de actividades: La recolección, el cultivo de plantas, el pedido y la
compra se complementan y de esta manera se incrementa las posibilidades de obtener mayor
riqueza de componentes (Ladio y Lozada 2004; Eyssartier et al. 2009; Ladio 2011). Por otra
parte, las actividades de recolección no se realizan fuera del ámbito de la cría de ganado, eje
fundamental de la vida de los pobladores; mientras que se cuida el ganado una gran cantidad
de plantas son buscadas, recolectadas y llevadas posteriormente al hogar (Ochoa y Ladio,
2015; Molares y Ladio, 2014). Esta complementación refiere a la lógica propia de la
economía social en donde la multiplicidad de actividades forma parte de la vida cotidiana del
campesino rural que le permite ajustarse a cambios (Ladio, 2011), y en este caso, le permite
componer una farmacia casera de plantas medicinales.
4) Viajes multipropósito: El 21 % de los informantes realizan viajes multipropósito de
recolección, de manera que los esfuerzos energéticos se reparten con otras actividades - cría 124
de ganado, búsqueda de leña, viajes por salud o visitas a familiares que viven en otros sitios–
de modo que sigue siendo posible la recolección de plantas, aún en microambientes que no
son los más familiares. La mayor parte de los entrevistados que viaja, lo hace a la zona
cordillerana –Esquel y Epuyen y otros parajes chubutenses- y de la zona del bosque suelen
traer “tronquitos” de ñanculawen, palopiche y pañil entre otras. Los viajes multipropósito de
búsqueda de los recursos implican la minimización de costos energéticos y tiempos de viaje
(Ladio y Lozada 2004; Costa Neto et al. 2009).
5) Hibridización : Observamos que, muchos componentes de la herbolaria fueron
incorporados por sugerencia de actores externos a la comunidad –maestros, agentes sanitarios
foráneos y promotores de huertas familiares. La herbolaria evidencia procesos de
hibridización al incorporar especies introducidas al conjunto de recursos curativos (i.e Mentha
spp. “mentas”, Matricaria recutita “manzanilla”, Peumus boldus “boldo”, entre otras). Los
pobladores que provienen de otros sitios llevan consigo saberes y prácticas vinculados a las
plantas - y en algunos casos incluso trasladan plantas de interés para cultivar y cosechar en el
nuevo hogar – que luego son transmitidos e incorporados al resto de la población.
Además, luego de analizar las entrevistas, observamos que podrían existir innovaciones en el
uso de las especies introducidas mediante la exploración del entorno natural y la
experimentación directa con las plantas nativas poco conocidas como es el caso de la
incorporación a la herbolaria local de Dysphania ambrosioides (paico arrastrado) descubierto
por un poblador atraído por “un olorcito igual al boldo” e incorporado, al igual que el boldo
(Peumus boldus), como “remedio para el hígado”. Otro ejemplo de innovación lo representa
la incorporación de Thymus vulgaris (tomillo común) por parte de una pobladora que lo
recibió como regalo (sin conocerlo previamente) y comenzó a usarlo como remedio para
resfríos y condimento de cocina “igual que el tomillo silvestre porque tiene el mismo olor y
forma, solo que es más verde…”.
Adicionalmente, el uso de invernaderos constituye una de las innovaciones traídas por los
extensionistas más aceptadas en la región que provee de nuevos recursos y/o por más largo
tiempo (Eyssartier et al. 2011a, b). Los saberes tradicionales se mezclan con saberes nuevos,
son asimilados por la comunidad e incorporados al conocimiento herbolario local. En general,
125
los saberes incorporados provienen de los ámbitos científicos/tecnológicos (Molares y Ladio,
2008).
6) Prácticas de manejo de plantas medicinales: Encontramos que, en las comunidades
estudiadas, se despliegan prácticas sustentables de manejo de distinta índole, por ejemplo el
33% de los pobladores aprovechan las plantas invasoras dispersadas por el ganado (ej.
Erodium cicutarium, alfilerillo; Marrubium vulgare, malvarrubia; Dysphania ambrosioides,
paico; entre otras), mostrando una gran sintonía con los cambios del ambiente y un
aprovechamiento diversificado; el 71% de los entrevistados realiza el secado y
almacenamiento de las especies que representan un mayor esfuerzo de búsqueda y obtención
(en el caso de Adesmia boronioides “paramela”, Valeriana spp. “ñancolahuen” y Fabiana
imbricata “palopiche”), lo cual asegura su aprovisionamiento por mayor tiempo y un uso más
eficiente del recurso medicinal.
Otra estrategias de buen manejo local de las plantas se refleja en que, casi la totalidad de los
entrevistados resaltaron que sólo hay que recolectar lo que se necesita para no sobre-explotar
a las plantas medicinales. Por otra parte, es interesante destacar que las plantas que son
difíciles de obtener o con una disponibilidad muy marcada estacionalmente, se secan y se
aprovisionan dentro de los hogares como un recurso muy valioso, ése es el caso de Valeriana
carnosa (ñancolawén), Fabiana imbricata, (palopiche), Larrea divaricata (jarilla), L.
ameghinoi (jarilla rastrera) y Adesmia boronioides (paramela). Los mecanismos registrados
propician la perpetuación del recurso e implican valores y normas sociales que favorecen la
sustentabilidad y el mantenimiento de la biodiversidad (Gadgil et al., 2000; González-Insuasti
y Caballero 2007; Blancas et al. 2010).
CONCLUSIONES
Los variados componentes y mecanismos expuestos en este trabajo como soluciones
locales reflejan, por un lado, el abanico de recursos útiles aprovechables como medicina. Por
otra parte, el grado de flexibilidad del conocimiento tradicional en la incorporación de nuevos
saberes, que aportan riqueza y ayudan a afrontar las nuevas condiciones del entorno,
126
desarrollando patrones de sustentabilidad y un manejo local de los recursos. Por ejemplo, el
cultivo de plantas exóticas, en quintas, macetas y canteros, para distintos fines genera
indirectamente una menor presión sobre los recursos nativos. Estas soluciones locales podrían
estar indicando procesos de resiliencia ecológico-social, los cuales en ciertos casos han sido
desencadenados en periodos cortos de tiempo.
Las herbolarias actuales de las comunidades de la meseta del Chubut son mixtas, producto
de procesos de hibridación cultural tal como lo revela la alta proporción de especies
introducidas, incluidas tanto recientemente como hace más de 100 años. Siguiendo a Ladio y
Albuquerque (2014), entendemos que subyace en estas herbolarias la coexistencia de
diferentes mundos simbólicos que se imbrican entre sí como formas de resistencia cultural
ante el cambio del entorno.
Por otra parte, podríamos concluir que estas respuestas de hibridación, mezcla cultural y
adición de especies introducidas conduce a procesos de resiliencia que permiten la
subsistencia en condiciones limitación y la autosuficiencia sanitaria.
Entonces, si bien estas soluciones encontradas corresponden a prácticas de manejo
adaptativo, dado que les permite responder a los cambios sin perder opciones para el futuro
(Berkes et al. 2000), es necesario una mayor atención de modo de encontrar soluciones
superadoras que mejoren la calidad de vida de los habitantes. Esto sólo es posible, si se
empieza a considerar a la conservación desde una mirada no centrada solo en los recursos
biológicos, sino centrada en un sistema acoplado e indivisible ecológico-social.
Finalmente, nos resulta importante advertir que la lógica flexible de la medicina
tradicional es parte de su sistema actual de supervivencia. En consecuencia, la
medicina oficial y ortodoxa debería sumarse más fuertemente al nuevo paradigma de
salud multicultural e incorporar el saber popular a su cuerpo de conocimientos, a fin
de permitir que las prácticas tradicionales más efectivas y útiles sean valoradas y
respetadas, y no se pierdan, como tantísimas otras, por la imposición de un sistema
foráneo.
127
ANEXO II
Tabla 4.2. Especies medicinales que componen la herbolaria de la zona rural estudiada ubicada dentro de la Meseta Central del Chubut. CU= Consenso De uso; ISC= Índice de Significancia Cultural Familia botánica Nombre científico Nombre popular Origen Categoría
medicinalCU (%) ISC
Adoxaceae Sambucus L Sauco exótica Febrífugo 4,3 0,40
AnacardiaceaeSchinus johnstonii F.A.Barkley
Molle nativaanalgésico/anti-inflamatorio
17,4 1,20
Apiaceae Conium maculatum L. Colencillo/cicuta nativa Febrífugo 4,3 0,20
ApiaceaeMulinum spinosum (Cav.) Pers.
Neneo nativaanalgésico/anti-inflamatorio
4,3 0,30
Asteraceae Artemisia abrotanum L. Éter exótica Digestivo 4,3 0,80
128
Asteraceae Artemisia absinthium L. Ajenco/ajenjo exóticahígado y vesícula/síndrome cultural
34,8 9,60
Asteraceae Chrysanthemum L. Crisantemo exótica syndrome cultural 4,3 0,40
AsteraceaeChuquiraga avellanedae Lorentz
Quilimbay-Trayao nativa Antitusivo 30,4 1,40
Asteraceae Cichorium intybus L. Achicoria exótica Digestivo 4,3 0,20
AsteraceaeGrindelia chiloensis (Cornel.) Cabrera
Botón de oro-virreina
nativadermatológico/síndrome cultural
26,1 1,80
Asteraceae Matricaria recutita L. Manzanilla exótica digestivo/sedativo 30,4 8,40
AsteraceaeNardophyllum bryoides (Lam.) Cabrera
Sietecamisas nativa febrífugo/digestivo 34,8 4,80
Asteraceae Senecio filaginoides DC.Charcao-mata mora
nativa síndrome cultural 17,4 0,80
Asteraceae Tanacetum balsamita L. Menta romana exótica digestivo 13,0 0,60
Asteraceae Tanacetum vulgare L. Palma exótica febrífugo 21,7 4,00
Buddlejaceae Buddleja globosa Hope Pañil nativa hígado y vesícula 17,4 3,20
ChenopodiaceaeAtriplex lampa (Moqu.) D. Dietr.
Zampa nativa síndrome cultural 8,7 0,40
ChenopodiaceaeDysphania ambrosioides (L.) Mosyakin & Clemants
Paico grande exóticahígado y vesícula/síndrome cultural
4,3 0,60
Chenopodiaceae Dysphania multifida (L.) Paico arrastrado exóticahígado y vesícula/síndrome cultural
21,7 1,50
Convolvulaceae Dichondra serícea Sw. Oreja de ratón nativa obstétrico 4,3 0,20
Crassulaceae Sedum telephium L. Bálsamo exótica dermatológico 26,1 4,80
Ephedraceae Ephedra ochreata Miers Solupe nativaanalgésico/anti-inflamatorio
21,7 1,50
FabaceaeAdesmia boronioides Hook. f.
Paramela nativa antitusivo 26,1 2,40
FabaceaeProsopidastrum globosum (Gillies ex Hook. y Arn.) Burkart
Mancacaballo nativa tracto urinario 8,7 0,40
Gentianaceae Centauriumcachanlahuen (Molina) B.L.Rob.
Canchalagua nativa digestivo 4,3 0,20
GeraniaceaeErodium cicutarium L'Her. Ex Aiton
Alfilerillo nativacirculatorio/digestivo/antibiótico
26,1 2,40
Lamiaceae Clinopodium darwinii Te pampa o nativa digestivo 39,1 3,60
129
(Benth.) Kuntze andino
Lamiaceae Marrubium vulgare L. Malvarrubia exóticaanalgésico/anti-inflamatorio
21,7 1,50
Lamiaceae Melissa officinalis L. Toronjil exótica digestivo/sedativo 21,7 6,00
Lamiaceae Mentha spicata L. Menta pastilla exótica digestivo 43,5 8,00
Monimiaceae Peumus boldus Molina Boldo exótica hígado y vesícula 8,7 0,80
Plantaginaceae Plantago lanceolata L.Llantén/sietevenas
nativacirculatorio/digestivo/antibiótico
17,4 1,60
PolygonaceaePolygonum brasiliense K. Koch.
Sanguinaria exóticaobstétrico/circulatorio
8,7 0,60
RhamnaceaeRetanilla patagonica (Speg.)Tortosa
Palmalahuén-malaspina
nativaanalgésico/anti-inflamatorio
17,4 1,20
Rosaceae Acaena sp.Sillolahuen/yerba de la perdíz
nativa Obstétrico 4,3 0,20
Rosaceae Acaena sp. Cepacaballo nativa Antitusivo 13,0 0,60
RosaceaeTetraglochin alatum (Gillies ex Hook. Y Arn.) Kuntze
Coronilla-puelneneo
nativa Obstétrico 13,0 0,60
Rutaceae Ruta graveolens L. Ruda exóticadigestivo/síndrome cultural
17,4 2,40
SolanaceaeFabiana imbricata Ruiz y Pav.
Palopiche/pichi nativatracto urinario/ analgésico
26,1 7,20
Solanaceae Solanum tuberosum L. Papa común exóticaanalgésico/anti-inflamatorio
4,3 0,60
Usneaceae Usnea sp.Barba de la piedra
nativaanalgésico/anti-inflamatorio
17,4 1,20
Valerianaceae Valeriana sp. Ñancolahuén nativa digestivo/analgési 30,4 7,00
VerbenaceaeAcantholippia seriphioides (A. Gray) Moldenke
Tomillo patagónico
nativadigestivo/analgésico/anti-inflamatorio
39,1 9,00
Zygophyllaceae Larrea ameghinoi Speg. Jarilla arrastrada nativa obstétrico 8,7 0,40
Zygophyllaceae Larrea nitida Cav. Jarilla nativaanalgésico/anti-inflamatorio
26,1 1,80
130
QUINTO CAPÍTULO
Trayectorias y reflexiones sobre el trabajo de campo y las tareas de devolución de los resultados
“[…] La comprensión es justamente una acción participante que comprometenecesariamente la subjetividad del intérprete. No hay manera de escapar de ella,
pero aunque fuere posible tampoco sería necesario, ya que en la intersubjetividades donde se enaltece el proceso de conocimiento y comprensión.”
Para una teoría de la interpretación, V. Papalini
Algunas palabras sobre la oralidad como una de las fuentes de investigación en este
estudio
En el primer capítulo propusimos el tema y el enfoque que constituye esta tesis, intentamos
caracterizar la etnobotánica, los marcos teóricos que la sustentan, sus problemáticas y campos
de estudio actuales. Además presentamos los objetivos que nos planteamos al abordar la
presente investigación acompañados por las correspondientes hipótesis de trabajo.
Seguimos con el segundo capítulo y una descripción integral de las comunidades que fueron
parte de la investigación, de modo que el lector pueda comprender las cuestiones históricas,
económicas y sociales, si no las conociera, que contextualizan y completan la información -ya
más referida al reservorio etnobotánico propiamente dicho del grupo- y que presentamos en
los capítulos tercero y cuarto.
En todo el cuerpo de la tesis recurrimos a diferentes análisis, ejemplos y algunos relatos que
nos permiten conectarnos con los saberes y valoraciones de los pobladores respecto del
entorno vegetal que los rodea. Las personas que participaron de este estudio nos abrieron las
puertas de su casa, de su memoria, de sus valores y de la vida en comunidad. En este sentido
asumimos que, como propone Romero (2013), “si el fin último es poder acceder a aristas de
la vida social, las herramientas que alienten el sentido, la significación y la interpretación de
los actores involucrados, y del propio investigador, son significativas”.
Por tanto, en este contexto, la oralidad representa una fuente indispensable para el registro de 131
los datos. Desde esta perspectiva, los relatos de los pobladores locales, son el sustrato de la
metodología etnobotánica que aplicamos, principalmente, para para acceder, complementar y
construir el conocimiento sobre las plantas y sus usos. De acuerdo a Pozzi (2012):
“…El rescate de la memoria histórica dio y sigue dando impulso al trabajo de
diversos grupos en la indagación acerca de procesos y acontecimientos, pero también
de todo un conjunto de significados que daban ahora la palabra a aquellos que
tradicionalmente habían quedado fuera de la historiografía oficial. El protagonismo de
los trabajadores y el pueblo ya no puede dejarse de lado.”
Desde esta perspectiva, podemos ver a la oralidad no sólo como objeto de conocimiento sino
como forma de acceso a los matices sensibles de los acontecimientos vinculadas a las
historias de vida individuales y comunitarias.
La comprensión es el objetivo último de todas las metodologías y descripciones que se
abordan en una investigación. Sobre todo, al estudiar procesos sociales complejos, cuanto
mayor sea la diversidad de datos registrados mayor será el grado de interpretación y
comprensión del tema encarado (Romero, 2013).
En este sentido, como fuimos adelantando en cada capítulo, la metodología que aplicamos
para recopilar los datos y luego analizarlos, es múltiple y complementaria. Es decir,
recurrimos a entrevistas personales domésticas, observación participante, caminatas de
reconocimiento de plantas y de microambientes guiadas por pobladores, y talleres
participativos y escolares.
El saber local en contextos escolares
Es necesario destacar el papel que juega el registro mismo de la oralidad no sólo en la
recopilación de datos -que muchas veces no sería posible de otro modo- sino también como
manera de lograr una mayor integración entre la persona que está relatando, el investigador y
el contexto en el cual interaccionan (Romero, 2013). Los conocimientos, tanto los propios de
las culturas locales o nativas como los naturalizados por el modelo civilizatorio occidental, se
mueven en el mundo de la cotidianidad y dentro de ellos subyacen códigos culturales que se
crean y recrean dinámicamente. Desde una perspectiva científica intercultural, como
132
introducimos en el primer capítulo, existen posibilidades de establecer interrelaciones y
compartir saberes, entre las culturas originarias y las universales (ciencia formal oficial) y así
colaborar en la construcción de nuevas teorías y nuevos métodos (Nuñez, 2008).
Sinergizar los conocimientos locales y científicos universales por ejemplo en el ámbito de la
escuela, requiere, según Sánchez (1995), desaprender para luego aprender sobre la base de sus
fortalezas y de sus debilidades. La revalorización de los saberes populares implica
necesariamente la creación de instituciones mixtas a fin de desarrollar metodologías
adecuadas que permitan reconstruir integralmente la lógica de los procesos del mundo de la
vida de los actores sociales. Desde ese marco institucional integrador de saberes se deben
propiciar estrategias de formación profesional que abandonen el tratamiento atomizado de la
realidad-como propone el modelo hegemónico de la educación formal actual- y recuperen la
visión holística característica de las comunidades rurales de la meseta del Chubut, según
vimos en el segundo capítulo.
Finalmente, la educación, como proceso vital en la transformación de las sociedades, ocupa
un rol fundamental en el diálogo intercultural. Estas posibilidades de interrelación suponen
repensar el sistema educativo a fin de revitalizar las culturas locales dentro de nuevos
contextos e instituciones que le otorguen pertinencia y voz propia a los procesos de formación
de los grupos sociales rurales (Núñez, 2008).
Este quinto capítulo tiene como fin, a) brindar al lector elementos que le permitan reconstruir
los ámbitos de conocimiento que protagonizaron esta investigación, a fin de ampliar la
capacidad de interpretación de los resultados que presentamos y b) evaluar cualitativamente el
efecto de las intervenciones realizadas en los talleres escolares, junto a docentes y estudiantes.
Entrevistas personales
A lo largo de todo el período correspondiente al trabajo campo (desde 2009 al 2014)
llevamos a cabo 69 entrevistas domésticas en total, es decir realizamos 23 entrevistas en cada
poblado. Antes de comenzar las visitas a los hogares y siguiendo las recomendaciones del
Código de Ética de la Sociedad de Etnobiología (ISE, 2006), nos apersonamos en la Comuna
rural de cada sitio a fin de solicitar el permiso del jefe comunal para llevar a cabo el
relevamiento de datos. 133
Asimismo, recurrimos a las comunidades originarias o aborígenes locales con el objetivo de
contarles nuestro proyecto y solicitar su colaboración en caso de estar de acuerdo. Todos los
parajes nos dieron su consentimiento (en los tres sitios) luego de conocer los objetivos y
métodos de esta investigación y de acordar las formas de devolución de dicho trabajo
conjunto.
Una vez consensuadas estas cuestiones formales pero no poco importantes, comenzamos con
la realización de las entrevistas. Según Guber (2004) las entrevistas pueden considerarse un
caso particular, más estructurado, de la observación participante y en nuestro caso, nos
permitieron por un momento “ser parte” de la familia a la cual estábamos entrevistando.
Por otra parte, queremos remarcar que utilizamos un modelo de entrevista semi-estructurada.
Es decir que en general sostuvimos un diálogo con los participantes teniendo como eje un
“guión”, a fin de no pasar por alto las preguntas definidas a priori. Además solicitamos a cada
entrevistado un “enlistado libre” de las especies más usadas por él y su familia.
En nuestro estudio, cada entrevista duró un promedio aproximado de tiempo de casi dos
horas, y en los 30 hogares repetimos la visita en otro momento del día o de la semana que
duraba nuestra estadía. En muchos casos el ámbito en el cual se desarrollaba la charla era el
laboral o el hogareño con el apoyo de material herborizado y determinado en gabinete (Figura
5.1). Otras entrevistas las realizamos enteramente afuera de la casa mientras el jefe/a de la
familia nos indicaba las plantas de su jardín o bien en qué parte del campo se encontraba
determinada especie (Figura 5.2).
Figura 5.1. Realización de la entrevista en el ámbito laboral del entrevistado (enfermería de Gastre) con
134
reconocimiento de especies herborizadas (izq.). Entrevista en la cocina de una casa en las afueras e Lagunita Salada (der.)
Figura 5.2. Entrevista en el patio de una casa a 40 km de Lagunita Salada con toda la familia presente (izq.). Relevamiento de información referida a las plantas y a la actividad económica de la familia.
Figura 5.3. El ámbito de las entrevistas domésticas fue, mayoritariamente, de mucha calidez y confianza. Una familia de Gan Gan recuerda el modo de comer los macachines silvestres (izq.). En Gastre, una abuela, su hija y nietos nos cuentan los lugares de donde recolectan buena leña.
En cada hogar visitado, si había chicos en la casa, enseguida se acercaban y contaban todo lo
que sabían sobre las plantas y los animales locales (Figura 5.3). En cada uno de estos ámbitos,
la información sobre el uso de las plantas estuvo tejida junto con historias de vida, muchas
veces con lágrimas y otras con alegría, que lejos de desviar el tema de estudio, le dio el
verdadero sentido a la entrevista.
135
Caminatas de reconocimiento de especies y observación participante
Las entrevistas, en muchas ocasiones, incluyeron caminatas a los microambientes naturales
como por ejemplo, el campo, los cerros y los mallines, como así también a las quintas, viveros
y jardines (Figura 5. 4). Fue en estos ámbitos en los cuales las prácticas y conocimientos
fueron aflorando naturalmente a medida que recorríamos dicho ambiente.
En estos recorridos, aprovechamos para colectar material fresco que luego utilizaríamos en las
entrevistas o bien, material destinado a ser herborizado y montado en nuestro herbario de
campo. Es habitual en la meseta, que las personas recorran las afueras del poblado mediante
caminatas ya sea con fines deportivos, recreativos o utilitarios. En las caminatas muchos
pobladores, detectan sitios de recolección de especies leñateras o bien, de plantas medicinales.
Los más chicos, como viene reproduciéndose desde hace más de 50 años, suelen tener por
costumbre, si las condiciones del tiempo son buenas, salir de la escuela y recorrer el campo y
los sitios que rodean los parajes en busca de animales pequeños, cactus o piedras extrañas
(obs. pers.). En nuestra participación en una de estas salidas, una nena de Lagunita Salada nos
enseñó la variedad de líquenes (Usnea spp., entre otros) que había entre las piedras e incluso
ensayó una explicación sobrenatural acerca de la presencia de esos elementos (llamados por
ella “plantitas”) y la interacción con las personas (Figura 5.5). Estas observaciones nos hablan
de la importancia que tienen los espacios naturales para el afianzamiento de la cultura, la
apropiación del entorno natural y la incorporación de los saberes, desde las edades más
tempranas, tal cual lo sugerimos en el cuarto capítulo de esta tesis.
136
Figura 5.4. Reconocimiento de las plantas citadas. Doña Luisa y Ani Beeskow (inegrante del equipo de investigación) preparando macetas con plantas de pañil (arriba izq.). En una caminata hacia el mallín, Carmen nos muestra la manera de comer “bichocro”, el brote tierno del molle (arriba der.). Vivero compartido por dos familias en Lagunita Salada (abajo izq.). Reconocimiento de la leña de piedra en el campo de Lagunita Salada.
Figura 5.5. Los más chicos recorren diariamente los ambientes naturales en busca de plantas y animales. Maylen nos muestra su planta de calafate preferida.
Muchas de las caminatas las hicimos mientras acompañábamos a pobladores en sus recorridos
matutinos habituales vinculados al cuidado de los animales y/ u otras actividades cotidianas
ligadas a diligencias personales, y conversábamos sobre las plantas del lugar y sus usos
(Figura 5.6). Fue a través de las caminatas que pudimos registrar la mayor parte de la
información sobre el uso de las plantas nativas del campo. Como por ejemplo, aprendimos 137
junto con Mabel (pobladora de Lagunita Salada), que del molle (Schinus johnstonii) se saca
una goma o resina, que algunos llaman mastic y si se siguen ciertas indicaciones, sirve para
limpiar los dientes y desinflamar las encías.
Figura 5.6. Caminata con pobladoras de Gan Gan en una mañana nevada (izq.). Reconocimiento del vivero comunitario escolar de donde se provee la escuela para cocinar verduras a los chicos.
Por otra parte, la participación en las reuniones populares o fiestas de la comunidad son
instancias en las cuales pudimos registrar gran parte de la información sobre plantas, sobre
usos y sobre algunos aspectos de la comprensión del mundo por parte de los pobladores
locales (Figura 5.7). Por ejemplo, durante una “guitarreada con acordeón” un vecino de
Gastre nos contó que desde chico su abuela le daba paramela (Adesmia boronioides) con
azúcar quemada para aliviar la tos. Él mismo, subía al cerro y cosechaba las ramitas que ella
le pedía; hoy, ya adulto, piensa en la sabiduría de su abuela, ya que para él, ascender al cerro
también formaba parte de la curación. La observación participante es una metodología de
relevamiento de información que nos permitió interpretar los datos recabados y ampliar
información sobre las especies ya citadas en otros ámbitos.
138
Figura 5.7. Observación participante en las fiestas populares y ferias de las comunidades (izq.) y en las reuniones o festejos familiares (der.)
La observación participante consiste, según Guber (2004), en dos actividades principales:
observar sistemática y controladamente todo lo que acontece alrededor del observador, y
participar en una o varias actividades de la población. Según la autora "participar" significa
"desempeñarse como lo hacen los nativos" es decir, aprender a realizar ciertas actividades e
intentar ser “uno más”. Nuestras participaciones en actividades que son muy valoradas y
propias de cada poblado, además de lograr nuestro propósito de recolectar información
etnobotánica, nos permitieron establecer, poco a poco, lazos de confianza y generar
conocimientos y prácticas nunca antes registradas para estas comunidades. Pero sobre todo,
mediante el rescate y registro de los relatos y comportamientos de los pobladores, pudimos
contar una historia, una que muy pocos conocen, incluso dentro de la misma región.
Talleres participativos e intervenciones escolares: devolución de resultados a la comunidad
Talleres participativos comunitarios
Realizamos talleres participativos abiertos a toda la comunidad, los cuales formaron parte del
proceso de relevamiento de información etnobotánica, pero también realizamos talleres de
devolución e intercambio de los resultados de la investigación (Figura 5.8).
139
Figura 5.8. Las rondas de saberes sobre las plantas fueron una de las metodologías utilizadas en los talleres comunitarios
La concurrencia a cada taller fue variada. En Gan Gan contamos con la participación de casi
50 pobladores, en Gastre asistieron 25 vecinos y en Lagunita Salada participaron 15
integrantes de la comunidad. La temática disparadora en los tres talleres fue la misma:
Hablar sobre el papel de las plantas en la vida cotidiana de los pobladores rurales a partir de la
información y relatos recabados en nuestro trabajo de campo para luego abrir la puesta en
común y generar un ámbito de coparticipación. Los anuncios radiales y las invitaciones
gráficas invitaban a que las personas lleven consigo (o en su memoria) ejemplos de las plantas
más utilizadas. Cada encuentro tuvo una duración promedio de 3 horas incluyendo un lapso
para descansar y renovar el mate.
Luego de la presentación de los resultados y de la entrega de una copia del herbario con parte
del material recolectado (a partir de las citas de los entrevistados) llevábamos a cabo distintas
actividades de aplicación de las técnicas citadas por los participantes de las entrevistas. Por
ejemplo, en Gan Gan elaboramos ungüento de pañil (Buddleja globosa), en Lagunia Salada
hicimos pomada de jarilla (Larrea nitida) y en Gastre preparamos un tinte natural con
cebollas (Allium cepa) (Figura 5.9).
El ámbito de taller lo concebimos como una realidad integradora, compleja, reflexiva, en que
se unían la teoría y la práctica, en este caso vinculada al uso de las plantas, como fuerza 140
motriz del proceso de construcción del saber. Nuestro papel dentro del taller, fue facilitar la
comunicación entre los participantes, nosotros y el tema de interés.
Figura 5.9. Taller comunitario en Lagunita Salada. Una participante elabora un ungüento de jarilla mientras nos hace saber su receta (der.) y los chicos hacen un tinte natural con cebolla siguiendo las indicaciones de su abuela (izq.).
A pesar de que, en un principio, nos resultó difícil lograr la participación de los concurrentes,
de a poco con el correr del tiempo del taller, fuimos generando un ambiente de confianza. En
general, a la hora de comenzado el encuentro, ya lográbamos mantener conversaciones
fluidas y generar instancias propicias para el surgir de los conocimientos que fueron
construyéndose por el aporte de los participantes y nosotros.
Uno de los elementos comunes en los talleres, y en entrevistas también, fue la sorpresa de los
pobladores ante su propio saber. Esta observación nos da información vinculada,
probablemente, a que los conocimientos son aplicados de forma cotidiana y naturalizados de
tal manera, que cuando los pobladores los exteriorizan, toman otras dimensiones (Fuentes et
al., 2000). Pero por otro lado, cuando hablamos de la autovaloración de los saberes, sabemos
que influyen en su construcción, la historia de la comunidad, y los procesos sociales por los
cuales los pobladores moldearon sus tradiciones (Ñunez, 2008). La triste y desgarradora
historia de genocidio, sometimiento y persecución, que sufrieran los pueblos del interior
patagónico y, que abordamos en el segundo capítulo, definió en la mayoría de los
descendientes un carácter reservado, con “miedo a reconocerse”, “terror por expresar lengua y
cultura propia” que continúa en el presente. Esta situaciónfue construida tanto por las 141
personas que resistieron y murieron como por las que callaron y agonizaron en silencio.
Los relatos, las charlas e intercambios de información sobre el uso de las plantas permitieron
recrear, reconstruir y re-activar los saberes locales, movilizando conocimientos desde la
memoria ancestral, familiar e individual hasta el contexto de la realidad del taller.
Intervenciones escolares y su evaluación
Concebimos la idea de intervención escolar, distinta de la modalidad de taller participativo, ya
que nuestra participación atravesó una parte de la currícula escolar –relacionada a las ciencias
naturales y biología- que los docentes estaban desarrollando en esos momentos. Con otras
palabras, nos adentramos en el desarrollo de una clase que ya estaba sucediendo y le dimos
otra dimensión que, hasta ese momento, ni docente ni chicos habían explorado.
En estas intervenciones en las escuelas locales pudimos utilizar metodologías pedagógicas
aplicadas a la etnobotánica (Gonzáles Vargas, 2014). En este sentido, el desarrollo de las
actividades consistió en cuatro etapas claramente definidas y consensuadas con los chicos y
docentes:
1. Recorrido por los alrededores de la escuela con el fin de identificar especies, su
estado de conservación y abundancia, reconocimiento de microambientes y
percepciones de salud del ecosistema (Figura 5.10). Las caminatas fueron
realizadas junto a aproximadamente, 25 chicos (entre 8 y 14 años) y 2 docentes.
En líneas generales, las caminatas tuvieron una duración promedio de 2 horas, en
cada localidad. En esta actividad, la consigna general fue registrar, en libretas de
campo, los nombres conocidos y el estado de conservación de todas las plantas que
aparecieran en el recorrido. De cada planta, los chicos recolectaban una rama (en
lo posible con flor y fruto).
142
Figura 5.10. Caminata de reconocimiento de ambientes y estado de las plantas, en Lagunita Salada
2. Actividad áulica vinculada al armado del herbario escolar y a la identificación de
las plantas y sus usos (Figura 5.11). Luego de la caminata, realizamos el armado
de las prensas para el secado de los ejemplares recolectados. Luego, con
ejemplares ya secos, procedimos a mostrarles el montado y fichado de un herbario.
En cada ficha, los chicos escribieron los nombres populares, usos y ambientes
vinculados a la especie. El nombre científico lo corroboramos con nuestro herbario
de campo (cuando fue posible) y con la bibliografía (en caso de dudas).
143
Figura 5.10. Tarea de reconocimiento de las plantas, sus partes y sus usos (izq.). Armado del herbario local con ejemplares de quilimbay, yaoyín, botón de oro y paramela (der.).
3. Actividad grupal de armado de afiche catálogo de especies útiles de los alrededores de la escuela (Figura 5.12). El catálogo lo realizamos con ramas de 10 plantas preferidas por el grupo, durante el recorrido. Al lado de cada ramita, escribieron sus usos y lugares de recolección. El material resultante fue expuesto en las paredes de cada escuela, como un resultado de la intervención.
Las plantas más citadas (fueron 25 spp. promedio en cada taller) en esta actividad fueron el
calafate (Berberis microphylla), el sulupe (Ephedra ochreata), el botón de oro (Grindelia
chiloensis), el yaoyín (Lycium chilense), el tomillo (Acantholippia seriphioides) en sus tres
variedades, alimonado, común y oreganado, y el colapiche (Nassauvia glomerulosa) (ver
Anexo I, Tabla 3.1). Los chicos mostraron un gran interés por recolectar las ramas de las
especies nativas con frutos comestibles, aunque en la época del taller no tuvieran frutos. Uno
de los chicos, recolectó una plantita de macachín (Arjona tuberosa) y contó la técnica para
retirar “la papita” sin que se corte el tallito y dicha técnica fue reconocida por sus pares. Otro
grupo de chicos demostró, con mucha seriedad y pericia, “ cómo comemos la chupasangre sin
pincharnos”, haciendo referencia a la forma de pelar con cuchilla y rebanar plantas de
Austrocactus patagonicus.
144
Figura 5.12. Última etapa del taller escolar con armado de afiches con catálogo de especies útiles seleccionadas por los chicos de nivel primario.
Los integrantes más grandes del grupo, armaron un afiche pero con un enlistado de las
especies que observaron en la zona seguida por información del estado de conservación, sitios
de recolección y valoración de la planta. Los chicos nombraron unas 10 plantas en promedio
entre los tres sitios. Algunos resultados los mostramos en la figura 5.13, en la cual se nombra
al yaoyín (Lycium chilense), calafate (Berberis microphylla), molle (Schinus johnstonii),
coirones (Pappostipa spp.) y pastos (Poa sp.), entre otras. Como posibles factores que afectan
la conservación de las especies citaron (según sus palabras), las ovejas, hombres, liebres,
sequía y bichos en general.
145
Figura 5.12. Actividad de enlistado de especies observadas en el campo y su estado de conservación.
4. Evaluación: Pudimos evaluar las intervenciones desde dos aspectos.
Primeramente, la evaluación cualitativa nos permitió desarrollar un proceso de
reflexión colectiva entre las personas participantes (docentes, chicos, nosotros) en
torno al proceso participativo y esto nos aportó un gran valor añadido a la
evaluación (Figura 5.13). Además, desde la evaluación cualitativa aparecieron
elementos de mayor detalle, elementos más específicos del proceso en concreto,
surgieron argumentos y explicaciones de por qué algunas cuestiones del taller
pudieron llevarse a cabo y otras no. Por ejemplo, uno de los aspectos que surgió,
producto de una evaluación, fue la extensa duración de la actividad áulica (por
ejemplo, la realizada por el armado de un afiche). Por otra parte, una actividad que
fue ampliamente aceptada fue la caminata de reconocimiento de plantas útiles y la
elaboración de un herbario local.
146
Figura 5.13. Momento final de la intervención escolar en Lagunita Salada. Realizamos una puesta en común en donde resumimos, con ayuda del material elaborado, la riqueza de plantas abordada, sus usos y estado de conservación de la flora.
Por otro lado, la evaluación no sólo pudo realizarse sobre las mismas intervenciones, sino que
a partir de dicha actividad, nosotros pudimos evaluar el efecto en el quehacer futuro de los
docentes. En este sentido, dos grupos de maestras de Gastre y Gan Gan (provenientes de
Salta, Córdoba y San Juan) se juntaron y organizaron una jornada de capacitación sobre la
flora local y taller de huerta. La jornada se realizó, más tarde, con el apoyo de un proyecto de
extensión del Jardín Botánico de la Patagonia Extraandina- CENPAT-CONICET (gestionado
por una fundación).
Consideraciones finales respecto de los talleres participativos e intervenciones escolares
Tanto los talleres participativos como las intervenciones en las escuelas se tornaron
situaciones fundamentales a la hora de comprender los procesos que se estaban activando en
cada taller y en la comunidad en general. Según Romero (2013) el abordaje de la oralidad,
respecto del registro escrito, posibilita una mayor expresión de cosmovisiones, saberes y
147
subjetividades de un grupo. El registro oral de los conocimientos sobre la flora regional y las
plantas cultivadas, posibilitó que tanto nosotros como las personas que nos mostraron una
parte de su vida y sus costumbres, compartiéramos juntos una trayectoria colectiva de
rememoración y aprendizaje. En otras palabras, el resultado final del trabajo no es la mera
sumatoria de las entrevistas o relatos sino que es una nueva construcción de conocimientos
que formará parte tanto del cuerpo de saberes de quien escribe como del reservorio de
conocimientos de las comunidades rurales de la meseta central del Chubut.
Algunos investigadores del campo de la etnobotánica registraron que, en general, los
pobladores rurales tienen una actitud humilde frente a su sabiduría sobre plantas (Igon et al.,
2005). Estos relatos son coincidentes a los encontrados aquí, y muestran al conocimientor
popular como un saber que, por ser tan cotidiano, pareciera que no ocupa un espacio en la
intelectualidad valorada por el grupo. Por otro lado, el hecho de que personas de la ciudad se
acerquen a las pequeñas aldeas, inviertan tanto esfuerzo y muestren gran interés por los
saberes populares sobre las plantas, representa para la gente, una sorpresa y ha sido un
fenómeno registrado en la mayor parte de los encuentros.
El abordaje de los talleres e intervenciones pone en un mismo nivel a los dos sistemas de
conocimiento, el proveniente de la modernidad (conocimiento de zonas urbanas, o del sistema
científico) y el saber popular sobre las especies vegetales, por lo que constituye una
herramienta de trabajo pero también es un camino de integración y aprendizaje mutuo. Estos
ámbitos constituyen una verdadera interculturalidad que se manifiesta y pone en práctica con
un objetivo bien definido: el papel de las plantas en la vida cotidiana rural.
A continuación punteamos algunas consecuencias que se generaron a partir de la devolución
de los resultados en los encuentros:
Re-activación de la memoria sobre el uso de las plantas en los adultos
mayores. Este grupo fue uno de los más movilizados frente a la “sorpresa” de
reconocerse sabedores de las cuestiones vinculadas a las plantas y sus usos. Tal
148
fue así que en Gastre, una abuela (Palmira) se propuso como “contadora” de
historias sobre el uso de las plantas en la comuna vecinal.
Don Carlos Ñancutil, se propuso enseñar el nombre mapuche de las plantas en
la escuela.
Los más chicos nunca se sorprendieron de su saber sobre plantas, al contrario,
la mayoría se mostraron seguros, cómodos y hasta orgullosos de colaborar con
nosotros en esta investigación. Incluso algunos manifestaron con gran
entusiasmo su interés en ayudar, a partir de ese momento, a los mayores a
buscar leña y plantas medicinales.
Finalmente, remarcamos que la escuela - que debería ser un contexto propicio para la
formación de las personas a partir de sus propias particularidades individuales y colectivas-
fue convertida, por las culturas hegemónicas, en un espacio para la reproducción etnocéntrica
de modelos civilizatorios. En este contexto, la escuela reproduce modelos propios de la
cultura occidental, que por la vía de la sumisión y la domición subordina a otros modeles del
saber (Nuñez, 2008). Los hallazgos aquí presentados nos permitieron recrear, reconstruir y
revalorizar a pequeña escala algunos saberes locales sobre las plantas, ya sea como una
humilde forma de subsanar siglos de sometimiento cultural, visibilizando un conocimiento
local sobre la Naturaleza que le sirve a las poblaciones para solucionar algunos de sus
problemas vinculados con el aislamiento y la pobreza.
149
ÚLTIMO CAPÍTULO
Conclusiones finales, perspectivas y sugerencias
“Sonidos de cascos de caballos; el kolo apoyado en la boca para
que esta sirva de caja de resonancia; el tambor: un cuero
estaqueado de lama guanicoe sobre un pequeño hoyo; el fuego:
que nos trajo al héroe mítico; el baile, para celebrar un natalicio,
o la perforación de las orejas a los cuatro años; la casa bonita:
para aquellas jóvenes que menstrúan por primera vez; el
matrimonio y la salud del toldo. Todo, todo tuvo el guiño de las
doce lunas de antaño, de primaveras, de avestruces y guanacos
tan nómades, tan tehuelches como el viento”.
Empatía, Carlos Sacamata
La premisa de partida del presente estudio se fundamenta en los rápidos y notorios
cambios sociales y ambientales que afectan al mundo entero, pero más
significativamente a las comunidades empobrecidas y aisladas. Es por eso que nos
enfocamos en esta tesis en el concepto de reservorio, no por pensarlo como un ente
estático sino como una conceptualización que refleje saberes que se han refugiado en
lugares distantes de las ciudades, pero que a su vez se siguen enriqueciendo
permamentente con lo nuevo. Aquellos cambios impuestos por los modelos de
desarrollo occidentales y capitalistas que impulsan, animosamente, la pérdida de
identidad cultural, la migración hacia las grandes ciudades, la pobreza rural extrema y la
destrucción de la biodiversidad de los ecosistemas, como un modo de asegurar la
riqueza para unos pocos son los que principalmente atentan con estos reservorios,
aunque su resistencia subyace justamente en poder articular lo “viejo” y “lo nuevo” sin
perder sus lógicas y visiones del mundo.
150
Un aspecto fundamental de este estudio es el abordaje integrador que hicimos del tema,
ya que desde una mirada etnobotánica, las plantas no solo forman parte de elementos
materiales que la gente utiliza, sino que también se incluyeron aspectos simbólicos y
valoraciones subjetivas en relación al mundo vegetal que delinean las prácticas de uso
cotidiano, que moldean el paisaje y que configuran cómo las plantas son percibidas y
utilizadas por hombres y mujeres, y por las distintas generaciones que componen las
familias. Fue a través de nuestro trabajo empírico de campo que pudimos interpretar
los datos y entretejer –y comprender- el papel de las plantas, en el entramado histórico,
social y económico de estas comunidades.
En este sentido, los resultados nos permiten comprender aspectos que contribuyen a la
resiliencia local. Es decir, pudimos registrar el papel que juegan más de 100 especies de
plantas en la capacidad, que tienen pobladores y comunidades, de afrontar los cambios y
sobreponerse a las crisis mediante la selección de numerosos mecanismos como la
recolección, el cultivo, el comercio y el encargo de plantas que no encuentran en su
localidad. El almacenamiento doméstico de especies muy valoradas y poco abundantes
en la zona como el ñancolawen (Valeriana carnosa), el palopiche (Fabiana imbricata),
las jarillas (Larrea spp.) y la ruda (Ruta graveolens) ilustra, a modo de ejemplo,
mecanismos que aseguran la provisión del recurso y reflejan flexibilidad y resiliencia.
En consecuencia, proponemos que el Estado recononozca y asegure la permanencia de
las familias en los espacios de obtención de recursos vegetales, que sirven de alivio
frente a las enfermedades, proveen alimento, material combustible para calentarse y
cocinar y que generan una alternativa a la sobre-explotación del monte nativo. Los
pobladores con menos recursos apelan, casi exclusivamente, a la recolección de plantas
combustibles nativas y manifiestan que este recurso escasea más cada invierno.
Debemos instar a las instituciones gubernamentales y fundaciones sin fines de lucro a
que inviertan esfuerzos urgentemente en crear áreas de cultivo de especies combustibles
y maderables, sin desatender el suministro de agua que ello requiera.
Otro punto importante dentro de las sugerencias que planteamos, se relaciona con
incorporar los saberes locales (sobre las plantas y otros elementos del entorno) a los
151
futuros planes de manejo o desarrollo local. Según Lebel et al. (2006) existen tres vías
fundamentales para que el manejo de los recursos locales permita aumentar la
adaptación de las comunidades (frente a un cambio) de forma tal de que puedan volver a
organizarse sin perder autonomía:
1) Inclusión de pobladores locales en los proyectos, ya que generan confianza, propician
un marco local de entendimiento del problema y promueven la auto-organización y
movilización.
2) Creación de instituciones que favorezcan una respuesta adaptativa de las
comunidades, ante los cambios, mediante la generación de lazos entre el conocimiento,
las acciones y el contexto socio-ecológico actual.
3) Presencia de autoridades responsables (elegidas democráticamente) que estén
capacitadas para distribuir de forma justa, tanto los beneficios de una actividad como los
posibles riesgos.
En relación al papel que tiene la escuela en la construcción del conocimiento sobre las
plantas y el entorno natural, proponemos generar estrategias de formación profesional
que abandonen el tratamiento atomizado de la realidad (Núñez, 2008), recuperen los
saberes propios de la comunidad y se transmitan como soluciones locales que ayuden a
la resolución de problemas de la vida diaria de las chicos y los pobladores en general.
Bajo este enfoque, los profesionales relacionados con el sector rural deben impulsar la
"promoción del conocimiento local entre los investigadores, políticos (...) y
fundamentalmente promover los cambios en la educación formal en todos los niveles
(...)" (Sánchez, 1995).
En esta tesis, remarcamos que las comunidades locales están experimentando
transformaciones en sus sistemas de valores y en su conocimiento ecológico
tradicional, lo cual va de la mano con una disminución de la diversidad cultural y con la
desarticulación de las redes sociales que fomentan un sentido de comunidad. Estos
procesos de empobrecimiento socio-cultural se manifiestan en los actuales sistemas
mundiales de salud y producción de alimentos, entre otros. El modelo hegemónico
152
transforma alimentos y remedios en una simple mercancía y obliga a las personas a
cumplir con una única forma de producir y consumir la misma. En contraposición a
este escenario globalizado, esta tesis aborda el concepto de reservorio para las
comunidades rurales de la meseta, en coincidencia con otros autores como Barthel et al.
(2013) siguiendo la idea de “refugios bioculturales” como lugares de alta retención de la
memoria social y construcción de conocimientos y prácticas específicos- relacionados
con la seguridad alimentaria, sanitaria y la administración de la biodiversidad- que es
patrimonio de una comunidad. En concordancia, Pieroni et al. (2016) han propuesto la
idea de “paisajes alimentarios”, es decir aquellos paisajes que proveen de alimentos y
medicinas creados a la medida y a la manera de los habitantes de una comunidad dada.
Dichos escenarios constituyen reservorios que generan bienestar integral y por ende
debieran ser el objeto de protección y desarrollo local.
En este contexto, la relevancia principal de esta investigación es constituir el primer
registro escrito sobre el uso total y actual de las plantas, y sus prácticas asociadas, que
forman parte del reservorio etnobotánico, en continua construcción, patrimonio del
entramado cultural que conforman las comunidades rurales asentadas en la meseta del
Chubut.
153
BIBLIOGRAFÍA
Abraham M. 1894, edición 1995. Crónica de la colonia galesa en la Patagonia, editorial El
Regional.
Acosta A. 2009. "El buen vivir, una oportunidad por construir", Debate, núm. 75, pp. 33-
48.
Aikenhead G, Michelle, H. 2011. Bridging Cultures: Indigenous and Scientific Ways of
Knowing Nature. Pearson Education Canada.
Albuquerque UP, Paiva de Lucena RF, 2005. Can apparency affect the use of plants by
local people in tropical forest? Interciencia 30 (8): 506–511.
Albuquerque UP, De Oliveira Rf. 2007. Is the use-impact on native caatinga species in
Brazil reduced by the high species richness of medicinal plants? Journal of
Ethnopharmacology 113: 156-170.
Albuquerque UP, Paiva de Lucena RF, Cruz da Cunha LVF. 2010. Métodos e técnicas na
pesquisa Etnobiológica y Etnoecológica. Recife, Brasil: 1° Ed. Nuppea.
Albuquerque UP, Cunha, LVFC, Lucena RFP, Alves RRNA. 2014. Methods and
Techniques in Ethnobiology and Ethnoecology. Springer, New York, NY
Altamir O. 1970. Análisis de la economía del Chubut y sus perspectivas de desarrollo,
Asesoría de Desarrollo, Rawson, Chubut.
Anon H. 2011. Potentials and pitfalls in exchange of knowledge systems in cross-scale
ecosystem assessments. Report from an informal expert meeting with
representatives of the International Indigenous Forum on Biodiversity (IIFB), EU
experts and scientists engaged in TK and IPBES. Jokkmokk J.
Aparicio S, Crovetto M. 2009. Un objeto de estudio complejo: los mercados de trabajo
"rururbanos" [en CD]. VI Congreso de la Asociación Latinoamericana de
Sociología del Trabajo (ALAST). México D.F.
Aranda D. 2015. Tierra arrasada. Ed. Sudamericana. 432 pp.
154
Arias R. 1994. Árboles nativos de usos multiples utilizados por pequeños productores de
Guatemala. Revista Forestal Centroamericana N°7 (3): 10-15.
Balick M, Kronenberg F, Ososki A. 2000. Medicinal plants used by Latino healers for
women’s health conditions in New York City. Economic Botany 54:344–357
Bandieri Susana. 2005. Historia de la Patagonia. Buenos Aires, Sudamericana, 445 pp.
Barthel S, Crumley CL, Svedin U. 2013. Biocultural refugia: combating the erosion of
diversity in landscapes of foo production. Ecol Soc 18:71.
Beeskow AM, Del Valle HC, Rostagno M. 1987. Los sistemas fisiográficos de la región
árida y semiárida de la provincia del Chubut. CENPAT (CONICET) - SECYT
(Regional Patagonia). 184 pp.
Begon M, Harper JL, Townsend CR.1987. Ecología: individuos, poblaciones y
comunidades. Ed. Omega, Barcelona.
Bengoa J. 1987. Historia del pueblo Mapuche. Santiago de Chile.
Benencia R, Gazzotti A. 1995. Migración limítrofe y empleo: precisiones e interrogantes.
Estudios Migratorios Latinoamericanos 31:576-609.
Bennett BC, Prance GT. 2000. Introduced plants in the indigenous pharmacopoeia of
Northern South America. Economic Botany 54 (1): 90–120.
Benvenuto A, Sánchez D. 2002. Madres que curan: El uso de plantas medicinales y otras
practicas populares de curación entre las madres de los barrios Vista Alegre, Villa
Nocito, Maldonado y 1 de Mayo de Bahía Blanca. 3er. Congreso Virtual de
Antropología y Arqueología. Disponible en:
www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/adriana_benvenutto.htm(verificado 19
de junio de 2009).
Benz BF, Cevallos EJ, Santana MF, Jesus AR, Graf MS. 2000. Losing knowledge about
plant use in the Sierra de Manantlan Biosphere Reserve, Mexico. Economic
Botany 52: 183-191.
155
Berkes F. 1993. Traditional ecological knowledge in perspective. In Traditional Ecological
Knowledge: Concepts and Cases (J. T. Inglis, ed.). Ottawa: Canadian Museum of
Nature and the International Development Research Centre, 1-9.
Berkes F. 1999. Sacred Ecology. Traditional ecological knowledge and resource
management. Ed. Taylor y Francis. Philadelphia and London.
Berkes FJ, Colding, C Folke. 2000. Rediscovery of traditional ecological knowledge as
adaptive management. Ecol. Appl., 10:1251-1262Berkes F, Colding J, Folke C.
2003. Navigating Social-Ecological Systems: Building Resilience for Complexity
and Change. Cambridge: Cambridge University Press.
Beeskow AM, Del Valle H, Rostagno CM. 1987. Los Sistemas Fisiográficos de la Región
Árida y Semiárida de la Provincia del Chubut. Ed. SECYT, Puerto Madryn,
Argentina.
Blancas J, Casas A, Rangel-Landa S; Moreno-Calles A, Torres I. 2010. Plant Management
in the TehuacánCuicatlán Valley, Mexico. Econ. Bot., 64:287-302.
Bórmida M, Casamiquela R. 1958/1959. Etnografía gününa-kena. Testimonios del último
tehuelche septentrional, en Runa, Bs.As. pág. 165.
Boschín, MT, Del Castillo Bernal MF. 2005. El Yamnago: del registro histórico al registro
arqueológico. Revista Española de Antropología Americana. 35: 99-116.
Universidad Complutense. Madrid.
Boschín MT, Nacuzzi L. 1979. Ensayo metodológico para la reconstrucción etnohistórica.
Su aplicación a la comprensión del modelo tehuelche meridional. En Actas del
VII Congreso de Arqueología de Chile.
Boyd R, Richerson PJ. 1988. Culture and the evolutionary process. University of Chicago
Press.
Cabrera AL. 1971. Fitogeografía de la República Argentina. Boletín de la Sociedad
Argentina de Botánica 14:1-42.
Campbell B, Luckert M. 2002. Towards understanding the role of forests in rural
livelihoods. Pages 1-16 in Campbell B M and Luckert M editors. Uncovering the
156
hidden harvest: valuation methods for woodland and forest resources. Earthscan,
UK.
Cardoso MB. 2013. Utilización de especies combustibles en comunidades locales del
noroeste de Patagonia: bienes culturales y ambientales en la subsistencia rural.
Bariloche: Tesis para optar al grado de Doctora en Biología. Universidad
Nacional del Comahue.
Cardoso MB, Ladio AH. 2011. Forestación peridoméstica en Patagonia. Sitientibus série
Ciencias Biológicas 11(2): 322-327
Cardoso MB, Ladio AH and Lozada M. 2012. The use of firewood in a Mapuche
community in a semi-arid region of Patagonia, Argentina. Biomass and
Bioenergy; 46 (2012):155-164.
Cardoso MB, Ladio AH and Lozada M. 2013. Fuelwood consumption patterns and
resilience in two rural communities of the northwest Patagonian steppe,
Argentina. Journal of Arid Environments, 98:146-152.
Cardoso B, Ochoa J, Richeri M, Molares S, Pozzi C, Castillo L, Chamorro M, Aigo J,
Ladio A. 2016. Las mujeres y las plantas. Subsistencia de las comunidades rurales
de la Patagonia. Revista LEISA 31 (4): 19-22.
Carpenter SR, Folke C, Norström, Schultz L.. 2012 Program on ecosystemand society: an
international research strategy for integrated social ecological systems, Curr Opin
Environ Sustain doi:10.1016/j.cosust.2012.01.001
Caruso Fermé L. 2016. MODALIDADES de adquisición y usos de la madera en sociedades
caza doras-recolectoras patagónicas. Ed. Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, España. 388 pp.
Catrilaf Antiñir F. 2006.,Ñamkulawen. Ponencia presentada en Congreso de Historia
Regional de la UNPSJB, Comodoro Rivadavia.
Casamiquela RM. 1999. Proyecto etnobotánico de la Patagonia: Primer Informe. en E.
Suárez, R. H. Fortunato, M. Elechosa, R. Casamiquela, E. Saavedra y B. N.
157
Timmermann (eds.). Aspectos Técnicos, Culturales, Políticos y Legales de la
bioprospección en Argentina. Buenos Aires: ICBG. INTA. CENPAT. UNP y UA.
Citarella L, Conejeros AM, Espinosa B, Jevels I, Marileo A, Oyarce AM, Vidal A. 1995.
Medicinas y Cultura en la Araucania. Santiago, Editorial Sudamericana. Chile,
Ediciones Sur.
Citarella L, Conejeros AM, Espinosa B, Jevels I, Oyarce AM, Vidal A (eds.). 2000.
Medicinas y Culturas en La Araucanía. Editorial Sudamericana, Santiago.
Conover WJ. 1980. Practical Nonparametric Statistics. Ed. Wiley y Son. New York, USA.
Correa, MN. 1969, 1971, 1978, 1984, 1988 a y b, 1998. Flora Patagónica (1, 2, 3, 4, 5, 6 y
7). Colección Científica del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
Buenos Aires, Argentina.
Costa Neto EM, Santos Fita D, Vargas-clavijo M. 2009. Manual de Etnozoología. 1 edicion
ed. Tundra Edicones, Valencia
Coronato F. 2010. El rol de la ganadería ovina en el construcción del territorio de la
Patagonia. Tesis de doctorado, AgroParisTech, París, Francia.
http://pastel.archivesouvertes.fr/pastel-00593011/fr/
Crivos M, Martínez MR, Pochettino ML. 2002. El aporte etnográfico en estudios
interdisciplinarios acerca de la relación hombre/entorno natural (comunidades
Mbyá-Guaraní, provincia de Misiones, Argentina). Etnobiología 2: 76-89,
México.
Davidson- Hunt IJ, Berkes F. 2003. Nature and society through the lens of resilience:
toward and human-in-ecosystem perspective, en F. Berkes, J. Holding y C. Folke
(eds.), Navigating socio-ecological systems. Building resilience for complexity
and change. Cambridge: Cambridge University Press, 53-82.
Delrío WM. 2005. Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la
Patagonia, 1872- 1943. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes. 310 pp.
Del Valle H. 1998. Patagonian soils: a regional síntesis. Ecología Austral 8:103-124.
158
Díaz Mujica A, Pérez Villalobos M, González Parra C, Simon J. 2004. Conceptos de
enfermedad y sanación en la cosmovisión mapuche e impacto de la cultura
occidental. En revista Ciencia y Enfermería, X (1):9-16, disponible en:
http://www.scielo.cl/pdf/cienf/v10n1/ art02.pdf, consulta 02-03-11.
Dirección de Identificación y Registro de Familias. 2009. Dirección General de
Planeamiento Social y Programas Ministerio de la Familia y Promoción Social.
Gobierno de la Provincia del Chubut.
Dirección General de Estadísticas y Censos Chubut. 2009. La economía en Chubut: algunos
aspectos. [en línea] Recuperado el 29 de noviembre de 2010 de
http://www.estadistica.chubut.gov.ar.
Escobar A. 2009. Una minga para el desarrollo. América Latina en Movimiento N° 445.
Estévez RA, Sotomayor DA, Poole AK, Pizarro JC. 2010. Formando una nueva generación
de investigadores capaces de integrar los aspectos socioecológicos en
conservación biológica. Revista chilena de historia natural, 83(1), 17-25.
Estomba D, Ladio A, Lozada M. 2006. Medicinal wild plant knowledge and gathering
patterns in a Mapuche community from North-western Patagonia. Journal of
Ethnopharmacology. 103: 109 - 119.
Etkin NL. 1994. Consuming a therapeutic landscape: a multicontextual framework for
assessing the Elath significance of human-plant interactions. In: Flagler J,
Poincelot RG (Eds.). People—Plant Relationships: Setting Research Priorities.
Haworth Press, pp. 61–81.
Eyssartier C, Ladio AH, Lozada M. 2008. Transmisión de conocimientos tradicionales en
dos poblaciones rurales del noroeste patagónico. Actas de la I Reunión
Latinoamericana de Análisis de Redes Sociales. Universidad Nacional de La
Plata. Bs.As.
Eyssartier C, Ladio AH, Lozada M. 2009. Uso de plantas medicinales cultivadas en una
comunidad semi-rural de la estepa patagónica. BLACMA, 8:77-85.
159
Eyssartier C, Ladio AH, Lozada M. 2011a. Horticultural and gathering practices
complement each other: a case study in a rural population of northwestern
Patagonia. Ecology of Food and Nutrition,50 (5):429–451.
Eyssartier C, Ladio AH, Lozada M. 2011b. Traditional horticulturalknowledge change in a
rural population of the Patagonian steppe.Journal of Arid Environments, 75: 78–
86.
Eyssartier C, Ladio AH, Lozada M. 2015. Horticultural practice and germplasm
conservation: a case study in a rural population of the Patagonian steppe. Food
Sec. DOI 10.1007/s12571-015-0514-1
Ezcurra C, Brion C. 2005. Plantas del Nahuel Huapi. Catálogo de la Flora Vascular del
Parque Nacional Nahuel Huapi. San Carlos de Bariloche: Universidad Nacional
del Comahue. Red Latinoamericana de Botánica.Freddo V. 2012. Impacto de las
políticas de promoción industrial en la provincia del Chubut. En Observatorio de
la Economía Latinoamericana Nº 169. Accesible completo en
http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ar/
Frenguelli J. 1946. Las grandes unidades físicas del territorio argentino. En: Geografía de la
República Argentina, 5-114 pp. Sociedad Argentina de Estudios Geográficos
GAEA. Buenos Aires.
Folke C, Hahn T, Olsson P, Norberg J. 2005. Adaptive governance of social-ecological
systems. Environment and Resources. 30:441-473.
Folke C, Carpenter SR, Walker B, Scheffer M, Chapin T, Rockstrom J. 2010. Resilience
thinking: integrating resilience, adaptability and transformability.
Fuentes, P, Ayala A, Galán JI, Martínez P. 2000. Técnicas de trabajo en grupo. Una
alternativa en educación. Madrid, Ediciones Pirámide.
Gadgil M, Berkes F, Folke C. 1993. Indigenous knowledge for biodiversity conservation.
Ambio 22:151-156.
Gleen ES. 1985. El hombre y la humanidad: conflicto y comunicación entre culturas.
Paidós, Bs. Aires, 1985, p. 12.
160
Golluscio RA, Román ME, Cesa A, Rodano D; Bottaro H. 2010. Aboriginal settlementes
of arid Patagonia: Preserving-or sociodiversity? The case of the Mapuche pastoral
Cushamen Reserve. J. Arid Environ.: 74:1329- 1339.
González SB, Molares S. 2004. Plantas Medicinales utilizadas en comunidades rurales del
Chubut, Patagonia Argentina. Boletín Latinoamericano y del Caribe de Planta
Medicinales y Aromáticas. 3: 58 - 62.
González-Insuasti MS, Caballero J. 2007. Managing plant resources: How intensive can it
be? Human Ecol.,35: 303-314.
González Vargas TH. 2013. Los materiales didácticos y su incidencia en el desarrollo de la
creatividad en el área de Estudios Sociales.
Green L, Ferreyra M. 2012. Flores de la Estepa Patagónica. Ed. Vazquez Mazzini. Buenos
Aires. 288 pp.
Greene RR, Conrad AP. 2002. Basics Assumptions and Terms. En R. Greene (ed.).
Resiliency. An Integrated Approach to Practice, Policy and Research.
Washington, DC. NASW Press
Guber R. 2004. El salvaje metropolitano: reconstrucción del conocimiento social en el
trabajo de campo. Buenos Aires: Paidós.
Gundermann H, Canihuan J, Clavería A, Faúndez C. 2009. Permanencia y desplazamiento,
hipótesis acerca de la vitalidad del mapuzugun. Revista de Linguística Teórica y
Aplicada 47(1): 37-60.
Hair JF, Anderson ER, Tatham RL, Black WC. 1998. Multivariate Data Analysis. Prentice
Hall, New Jersey.
Herman R, Kandel S, Dimas L. 2003. Compensación por servicios ambientales y
comunidades rurales: Lecciones de las Américas y temas críticos para fortalecer
estrategias comunitarias. PRISMA, San Salvador.
Hersch-Martínez P. 2002. La doble subordinación de la etnobotánica latinoamericana en el
descubrimiento y desarrollo de medicamentos: algunas perspectivas. Etnobiología
2.
161
Höft M, Barik SK, Lykke AM. 1999. Quantitative ethnobotany: Applications of
multivariate and statistical analyses in ethnobotany. People and Plant Working
Paper, Division of Ecological Sciences, UNESCO, Paris, France.
Hunn ES, Johnson D, Russell P, Thornton TF. 2003. Huna Tlingit traditional
environmental knowledge, conservation, and the management of a “wilderness”
park. Current Anthropology 44.
Hurrell JA. 1989. Interpretación de relaciones en ecología a partir de la noción de sistema
para el referente empírico Santa Victoria e Iruya (Salta, Argentina). Tesis doctoral
inédita 548, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La
Plata
Igon PA, Ladio, AH, Lozada M. 2007. Plantas medicinales utilizadas en las comunidades
de Villa Traful y Cuyín Manzano. UNCo. Bariloche: Ed. Imaginaria.
INDEC, 2010. Dirección Nacional de Estadísticas y Censos. [http://www.indec.gov.ar]
[Consultado 10 febrero de 2015]
ISE. 2006. International Society of Ethnobiology Code of Ethics
http://ethnobiology.net/code-of-ethics [Consulted 10 december, 2014].
Jardín Botánico de la Patagonia Extraandina. 2002. Usos tradicionales de las plantas en la
meseta patagónica. Ed. CENPAT - CONICET - ICBG, Puerto Madryn, Argentina.
Joyal E. 1996. The palm has its time: an ethnoecology of Sabal uresana in Sonora, Mexico.
Economic Botany 50(4):446-462.Kalinski B, Cañete O. 2000. Hechos escritos con
fuego. Las formas de las Relaciones Sociales en la Zona de Frontera en el Sur del
Neuquén, Colección Argentina Indígena, Buenos Aires Editorial Plus Ultra.
Kalinsky B, Cañete O. 2000. Hechos escritos con fuego. Las formas de las Relaciones
Sociales en la Zona de Frontera en el Sur del Neuquén, Colección Argentina
Indígena, Buenos Aires Editorial Plus Ultra.
Koster J, Bruno O, Burns JL. 2016. Wisdom of the Elders? Current Anthropology 57:1.
Kutschker A, Menoyo H, HECHEM V. 2002. Plantas medicinales de uso popular en
comunidades del oeste del Chubut.. INTA-GTZ-UNPSJB, Esquel.
162
Ladio AH. 2001. The maintenance of wild plants gathering in a Mapuche community of
Patagonia. Econ Bot 55: 243 - 254.
Ladio AH. 2002. Las plantas comestibles en el noroeste patagónico y su utilización por las
poblaciones humanas: una aproximación cuantitativa. Tesis Doctoral, Universidad
Nacional del Comahue. Bariloche, Argentina
Ladio AH. 2006. Uso y conservación de plantas silvestres con órganos subterrá- neos
comestibles en comunidades Mapuche de la estepa patagónica argentina. In:
Alburquerque, UP., Andrade Maris, JF., Almeida, CBR. (Eds.), Tópicos em
conservação e etnobotánica de plantas comestíveis. Recife, Brasil, pp. 53–72.
Ladio AH, 2007. Plantas medicinales del noroeste de la Patagonia: aportes de la
etnobotánica cuantitativa para la conservación biocultural. Bol. Latinoam. Caribe
Plantas Med. Aromát 6 (5): 197–198.
Ladio AH. 2011. Traditional knowledge of edible wild native and exotic plants in the
context of cultural change in human populations of arid Patagonia. Bioremediat
Biodivers BioAvailab 5(1):60–64
Ladio AH, Albuquerque UP. 2014. The concept of hybridization and its contribution to
urban ethnobiology. Ethnobio Conserv 3:6
Ladio AH, Lozada, M., 2000. Edible wild plant use in a Mapuche community of
northwestern Patagonia. Human Ecology 28 (1): 53–71.
Ladio AH, Lozada M. 2001. Non-timber forest product use in two human populations from
NW Patagonia: a quantitative approach. Human Ecology 29 (4): 367–380.
Ladio AH, Lozada M. 2003. Comparison of wild edible plant diversity and foraging
strategies in two aboriginal communities of northwestern Patagonia. Biodiversity
and Conservation.12: 937–951.
Ladio AH, Molares, S. 2013. Evaluating traditional wild edible plant knowledge among
teachers of Patagonia: Patterns and prospects. Learning and Individual
Differences 27: 241–249.
163
Ladio AH, Lozada M. 2004. Patterns of use and knowledge of wild edible plants in distinct
ecological environments: A case study of a Mapuche community from
Northwestern Patagonia. Biodiv Conserv 13: 1153-1173.
Ladio AH, Lozada M. 2008. Medicinal plant knowledge in rural communities of North-
western Patagonia, Argentina. A resilient practice beyond acculturation. Pp. 40-
53 en: Albuquerque, UP y MA Alves Ramos (eds.).Current Topics in
Ethnobotany. NUPEEA, Brazil.
Ladio AH, Lozada M. 2009. Human ecology, ethnobotany and traditional practices in a
rural population of the Monte region, Argentina: Resilience and ecological
knowledge. Journal of Arid Environments 73 (2): 222-227.
Ladio AH, Lozada M, Weigandt M. 2007. Comparison of tradicional wild plant knowledge
between aboriginal communities inhabiting arid and forest environments in
Patagonia, Argentina. Journal of Arid Environments 69: 695–715.
Ladio AH, Molares S, Ochoa J, Cardoso B. 2013. Etnobotánica aplicada en Patagonia: la
comercialización de malezas de uso comestible y medicinal en una feria urbana de
San Carlos de Bariloche (Río Negro, Argentina). Bol Latinoam Caribe Plant Med
Aromat 12(1): 24 – 37.
Laveglia F. 2004. Apuntes de la Economía del Chubut: una visión al comienzo de siglo.
Buenos Aires, Editorial Dunken,
Lebel L, Anderies JM, Campbell B, Folke C. 2006. Governance and the Capacity to
Manage Resilience in Regional Social-Ecological Systems. Ecol. Soc. 11, 12
Lema V, Della Negra C, Bernal V. 2012. Explotación de recursos vegetales silvestres y
domesticados en Neuquén: implicancias del hallazgo de restos de maiz y
algarrobo en artefactos de molienda del holoceno tardío. Magallania 40(1):229-
247
Lema V. 2014. Criar y ser criados por las plantas y sus espacios en los Andes
septentrionales de la Argentina», en Espacialidades altoandinas. Nuevos aportes
164
desde la Argentina, A. Benedetti y J. Tomasi, comps., pp. 301-338. Buenos Aires:
Universidad de Buenos Aires.
León RJC, Bran D, Collantes M, Paruelo JM y Soriano A. 1998. Grandes unidades de
vegetación de la Patagonia extra andina. Ecología Austral 8:125-144.
Lesser, CG. 2006. La Medicina Mapuche: Cosmovisión e Identidad, Pérdida y
Recuperación. Independent Study Project (ISP) Collection. Paper 285.
http://digitalcollections.sit.edu/isp_collection/285
Liebenstein GW. 2000. Interfacing Global and Indigenous Knowledge: Towards an
Indigenous Knowledge Information System. Paper presented in the Sixth
UNESCO-ACEID International Conference on Education, Bangkok, Thailand.
Liebenstein GW. 2001 "Linking Local and Global Wisdom", IK Monitor 2001 (9-3).
[Disponible en http://www.nuffic.nl/ciran/ikdm/9-3/column.html].
Lozada M, Ladio AH, Weigandt, M. 2006. Cultural transmission of ethnobotanical
knowledge in a rural community of Northwestern Patagonia. Economic Botany,
60(4): 374–385.
MaffiL L. 2001. On biocultural diversity: Linking language, knowledge and the
environment. Smithsonian Institution Press, Washington DC.
Maffi L, Oviedo G, Larsen PB. 2000. Indigenous and Traditional Peoples of the World
Ecoregion Conservation. An Integrated Approach to Conserving the World's
Biological and Cultural Diversity, wwf International, Terra Lingua, Gland.
Martínez GJ, Cúneo P. 2009. Las denominaciones vernáculas y el conocimiento toba del
entorno vegetal. Revista De Dialectologãa Y Tradiciones Populares LXIV p. 181-
200.
Martin GJ. 1995. Ethnobotany : a methods manual. Chapman y Hall, London ; New York,
268p.
Martínez MR, Pochettino ML. 2004. Análisis de los Recursos Terapéuticos Utilizados en
el Valle Calchaquí. Las mujeres dicen acerca de Dolencias y "remedios".
Relaciones de la S.A.A., vol. XXIX: 163-182. Buenos Aires.
165
Matthews A. 1894(1995). “Crónica de la Colonia Galesa de la Patagonia”, Ediciones
Alfonsina, Buenos Aires.
Moerman DE. 1996. An analysis of the food plants and drug plants of native North
America. Journal of Ethnopharmacology 52, 1–22
Molares S, Ladio AH. 2008. Plantas medicinales en una comunidad Mapuche del NO de la
Patagonia Argentina: clasificación y percepciones organolépticas relacionadas con
su valoración. Bol. Latinoam. Caribe Plantas Med. Aromát. 7, 149–155.
Molares S, Ladio AH. 2009. Ethnobotanical review of the Medicinal Mapuche Flora: use
patterns on a regional scale. J Ethnopharmacol 122: 251- 260.
Molares S, Ladio AH. 2010. Métodos micrográficos aplicados à pesquisa etnobotánica Pp.
381-399 en: UP Albuquerque, RFP Lucena y LVFC Cunha (eds.). Métodos e
Técnicas na Pesquisa Etnobiológica e Etnoecológica. NUPEEA. Brasil.
Molares S, Ladio AH. 2012. Mapuche perceptions and conservation of Andean Nothofagus
forests and their medicinal plants: A case study from a rural community in
Patagonia, Argentina. Biodiversity and Conservation 21 (4): 1079-1093. DOI:
10.1007/s10531-012-0241-2.
Molares S, Ladio AH. 2014. Medicinal plants in the cultural landscape of a Mapuche-
Tehuelche community in arid Argentine Patagonia: an eco-sensorial approach.
Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine10:61.
Molares S, Ladio AH. 2015. Complejos vegetales comestibles y medicinales en la
Patagonia Argentina: sus componentes y posibles procesos asociados. Bol
Latinoam Caribe Plant Med Aromat 14 (3): 237 – 250.
Mösbach Wilhem de E. 1992. In: Fundación, Andes (Ed.), Botánica Indígena de
Chile. Museo Chileno de Arte Precolombino. Andrés Bello, Santiago.
Mundy PA, Compton JL. 1995. Indigenous Communication and Indigenous Knowledge,
en: Warren D.M., Slikkerveer L.J., Brokensha, D. (eds): The Cultural Dimension
166
of Indigenous Knowledge Systems, Londres, Intermediate Technology
Publications p:120-123.
Naredo JM, Parra F. (compiladores) (1993) Hacia una ciencia de los recursos naturales.
Siglo XXI de España Editores, Madrid.
Núñez J. 2008. Disonancias epistemológicas en la educación rural venezolana. Ensayo no
publicado, Instituto Pedagógico Rural Gervasio Rubio, Estado Táchira.
Ochoa JJ, Ladio AH, Lozada M. 2010. Uso de recursos herbolarios entre mapuches y
criollos de la comunidad campesina de Arroyo Las Minas (Río Negro, Patagonia
Argentina). Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y
Aromáticas. 9 (4): 269-276.
Ochoa JJ, Ladio AH. 2011. Pasado y presente del uso de plantas silvestres con órganos
subterráneos de almacenamiento comestibles en Patagonia. Bonplandia 20(2):
265–289.
Pardo De Santayana M, Gómez Pellón E. 2003. Etnobotánica: aprovechamiento tradicional
de plantas y patrimonio cultural. Anales Jard. Bot. Madrid 60(1): 171 -182.
Pérez de Micou C, Castro A. 2007. Los caminos indígenas. La ruta de Gan -Gan /Gastre
(Chubut). En (C. Perez de Micou, S Burry, M Trivi de Mandri Eds) Aqui
vivieron. Arqueología y ambiente en Patagonia. Asoc. Amigos del Instituto
Nacional de Antropología. Buenos Aires.
Pieroni A, Nebel S, Quave C, Münz H, Heinrich M. 2002. Ethnopharmacology of liakra:
traditional weedy vegetables of the Arbëreshë of the Vulture area in southern
Italy. Journal of Ethnopharmacology 81:165–85.
Pieroni A, Pawera L, Mujtaba Shah G. 2016.Gastronomic Ethnobiology. U.P.
Albuquerque, R. Alves (eds.), Introduction to Ethnobiology. Springer
International Publishing, Switzerland.
Pickett S, Ostfeld R. 1995. The shifting paradigm in ecology. En: Knight RL y SF Bates
(eds) A new century for natural resources management: 261-278. Island Press,
Washington DC.
167
Pochettino ML, Lema V. 2008. La variable tiempo en la caracterización del conocimiento
botánico tradicional XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina. San
Salvador de Jujuy, Argentina.
Rapoport E, Ladio AH, Raffaele E, GhermandiI L, Sanz EH. 1998. Hay yuyos y yuyos…
Revista Ciencia Hoy (9) nº 49.
Rapoport EH, Ladio AH, Sanz EH. 2001. Plantas nativas comestibles de la Patagonia
Andina. Argentino-Chilena, Parte I. Programa de Extensión Universitaria,
Universidad Nacional del Comahue, Bariloche, 81 pp.
Reyes-García V, Vadez V, Byron E, Apaza L, Leonard E, Pérez E, Wilkie D. 2005. Market
economy and the loss of ethnobotanical knowledge: Estimates from Tsimane’
Amerindians, Bolivia. Current Anthropology 46:651- 656.
Reyes-García, V, Vadez V, Huanca T, Leonard W, McDade T. 2007. Economic
development and local ecological knowledge: a deadlock? Data from a native
Amazonian society. Hum. Ecol. 35: 371-377.
Riat P, ML Pochettino. 2013. ¿Para usar o para eliminar? El uso local del Monte
Santiagueño (Argentina) y el avance de la agricultura industrial. Revista Zonas
Áridas 15 (1): 68-91.
Richeri M; Ladio AH y AM Beeskow. 2010. Etnoecología en la Patagonia árida: la
adaptación de la herbolaria de una comunidad inmigrante boliviana a un nuevo
contexto ambiental. Angelo Giuseppe Chaves Alves, Francisco José Bezerra
Souto e Nivaldo Peroni (Eds.) Etnoecologia em perspectiva: natureza, cultura e
conservação. Nuppea. Brasil (203-227 pp).
Richeri M, Ladio AH, Beeskow AM. 2013a. Conocimiento tradicional y autosuficiencia: la
herbolaria rural en la meseta central del Chubut (Argentina). Boletín
Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas 12: 44 - 58.
168
Richeri M; Cardoso B y Ladio AH. 2013b. Soluciones locales y flexibilidad en el
conocimiento ecológico tradicional frente a procesos de cambio ambiental:
estudios de caso en Patagonia. Ecología Austral 23 (3): 184-193.
Romero A. 2013. Comunidades de oralidad primaria en una sociedad letrada: el anclaje de
la experiencia (Ensayos).
Rovere AE, Molares S, Ladio AH. 2013. Plantas utilizadas en cercos vivos de ciudades
patagónicas: aportes de la etnobotánica para la conservación. Ecol Austral:
23:165–173.
Ruiz-Mallén I, Corbera E. 2013. Community-based conservation and traditional ecological
knowledge: implications for social-ecological resilience. Ecology and Society
18(4):12.
Ruiz-Mallén I, Corbera E, Calvo Boyero D, Reyes-García V. 2015. Participatory scenarios
to explore adaptation to global change in biosphere reserves: Experiences from
Bolivia and Mexico. Environmental Science and Policy 54: 398-408.
Ruse M. 1999. Mystery of Mysteries. Is Evolution a Social Construction? Cambridge MA:
Harvard University Press.
Ruzzante DE, Rabassa J. 2011. Palaeogeography and Palaeoclimatology of Patagonia:
Implications for Biodiversity. Biological Journal of the Linnean Society Volume
103(2): 221–529.
Sánchez J. 1995. Tecnología y conocimiento campesino en los andes del Perú: bases para
una propuesta agroecológica. CIED, Consulta: http://www.clades.org/r8-
arti5.html.
Santoro FR, Júnior WSF, de Souza Araújo TA, Ladio AH, Albuquerque UP. 2015. Does
plant species richness guarantee the resilience of local medical systems? A
perspective from utilitarian redundancy. PloS one, 10(3).
Santos-Fita D, Costa-Neto EM, Cano-Contreras EJ. 2009. El quehacer de la etnozoología.
En: CostaNeto, E. M., D. Santos-Fita y M. Vargas-Clavijo (eds.). Manual de
169
Etnozoología. Una guía teórico-práctica para investigar la interconexión del ser
humano con los animales. Tundra Ediciones, Valencia.
Scarpa G, Arenas P. 2004. Vegetation units of the Argentine semi-arid Chaco:The Toba-
Pilagá perception. Phytocoenologia 34 (1): 133-161.
Scheffer M, Carpenter SR, Foley J, Folke C, Walker BH. 2001. Catastrophic shifts in
ecosystems. Nature 413: 591-96
Silva VA, Andrade y Up Albuquerque. 2006. Revising the cultural significance index: the
case of the Fulni-ô in northeastern Brazil. Fiel Methods, 18:98-108
Soares Ferreira Júnior W, Ladio AH, UP Albuquerque. 2011. Resilience and adaptation in
the use of medicinal plants with suspected anti-inflammatory activity in the
Brazilian Northeast. J Ethnopharm, 138: 238-252.
Soto V. 2011. La intervención profesional con familias mapuche-tewelche en territorios
urbanos de pobreza. Revista Margen n° 62. UNPSJB, Comodoro Rivadavia,
Chubut.
Stepp JR, 2004. The role of weeds as sources of pharmaceuticals. Journal of
Ethnopharmacology 92: 163–166.
Stepp JR, Moerman D. 2001. The importance of weeds in ethnopharmacology. Journal of
Ethnopharmacology 75: 19–23.
Sutherland WJ. 2003. Parallel extinction risk and global distribution of languages and
species. Nature 423: 276-279.
Toledo VM. 1992. Utopía y Naturaleza: el nuevo movimiento ecológico de los campesinos
e indígenas de Latinoamérica. Nueva Sociedad No 122: pp 72-85.
Toledo VM, Barrera-Bassols N. 2008. La Memoria Biocultural: la importancia ecológica de
los saberes tradicionales. Barcelona: Icaria Editorial. Texto completo
[enhttp://www.agroeco.org/socla/publicaciones.html] consultado el 10 de abril del
2016.
Toledo V, Barrera-Bassols N. 2012. La memoria biocultural. Icaria Editorial.
Perspectivas agroecológicas. Barcelona.
170
Toledo V, Ortíz-Espejel B, Cortés L, Moguel P, Ordoñez MJ. 2003. The multiple use of
tropical forests by indigenous peoples in Mexico: a case of adaptative
management. Ecology and Society 7(3): 9.
Toledo C, Kutschker A. 2012. Plantas medicinales en el Parque Nacional Los Alerces,
Chubut, Patagonia Argentina. Bol. Soc. Argent. Bot. 47 (3-4): 461-470.
Tuxill J, Nabhan GP. 2001. People, plants and protected areas. A guide to in situ
management. London, Earthscan.
Vera Poseck B. 2004. Resistir y rehacerse: Una reconceptualización de la experiencia
traumática desde la psicología positive. Revista de Psicología Positiva, vol. 1.
Vitousek PM, Mooney HA, Lubchenco J, Melillo JM. 1997. Human domination of earth's
ecosystems. Science 277: 494-499.
Viñas D. 1982 (2003). Indios, ejército y frontera. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires. 322 pp.
Vogl CR, Vogl-Lukasser B, Caballero J. 2002. Homegardens of Maya Migrants in the
District of Palenque (Chiapas/Mexico): Implications for Sustainable Rural, en J.
R. Stepp, F. S. Wyndham y R. K. Zarger (eds.), Ethnobiologyand biocultural
diversity, pp. 631 - 647. Athens (Georgia, USA): University of Georgia Press.
Walker B, Holling CS, Carpenter SC, Kinzig A. 2004. Resilience, Adaptability and
Transformability in Social– ecological Systems. Ecology and Society 9(2): 5.
Zuloaga F, Morrone O. 1999a. Catálogo de las plantas vasculares de la República
Argentina I. Acanthaceae. Euphorbiaceae (Dicotyledoneae). Ed. Missouri
Botanical Garden Press, Missouri, USA.
Zuloaga F, Morrone O. 1999b. Catálogo de las plantas vasculares de la República
Argentina II. Fabaceae . Zygophyllaceae (Dicotyledoneae). Ed. Missouri
Botanical Garden Press, Missouri, USA.Zuloaga FO, Morrone & D.
Rodríguez. 1999. Análisis de la biodiversidad de plantas vasculares de la
Argentina. Kurtziana 27: 17-167.
Zuloaga FO, Morrone O, Belgrano MJ. 2008. Catálogo de las plantas vasculares del Cono
Sur (Argentina, Sur de Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay), Monographs in
171
Systematic Botany from the Missouri Botanical Garden, Volume 107. St. Louis:
Missouri Botanical Garden Press..
172
AGRADECIMIENTOS
A Ana Ladio por su paciencia, guía y exigencia. También agradezco profundamente a Ani Beeskow por su
enseñanza, apoyo y tiempo dedicado a las primeras etapas del trabajo.
Al jurado que revisó exhaustivamente todo el texto de este trabajo, me marcó todos los errores y me
brindaron sugerencias muy concretas y pertinentes.
Fundamentalmente estoy muy agradecida con los pobladores de las comunidades de Lagunita Salada, Gastre
y Gan Gan, quienes abrieron su corazón, su casa y todo su saber para compartirlos, humildemente, con
nosotros y con el resto de las personas. Agradezco a las escuelas rurales donde me alojé en cada localidad.
A CONICET y a FONCYT por elegir financiar esta investigación y confiar en un proyecto que priorice los
saberes locales.
Al Centro Nacional Patagónico por darme un lugar cómodo y equipado para desarrollar el proyecto.
Al Centro Regional Universitario Bariloche y a la Universidad Nacional del Comahue por permitirme la
posibilidad de graduarme por segunda vez en una Institución pública y gratuita.
A Celia Beloso y por llevarme de campaña en su auto y ayudarme en el campo.
Al grupo de etnobiología con el cual compartimos cursos, jornadas y congreso, Juana, Lucía, Betina, Juan y
Cecilia.
Finalmente, a mi hermosa familia, Tomás, Juan y Otto Buenaventura.
173
TRABAJO DE RESPALDO
Conocimiento tradicional y autosuficiencia: la herbolaria rural en la
Meseta Central del Chubut (Argentina)
[Traditional knowledge and self-sufficiency: rural herbal medicine in Central Plain of Chubut (Argentine)]
Marina RICHERI1, Ana H. LADIO2 & Ana M. BEESKOW1
1Centro Nacional Patagónico – CONICET
2INIBIOMA. Instituto de Biodiversidad y Medio Ambiente (CONICET-UNCo). Quintral 1250, 8400, Bariloche, Río Negro, Argentina
Contactos | Contacts: Ana H. LADIO - E-mail address: [email protected]
Abstract
We studied the herbal use into a rural area of the Patagonian steppe inhabited predominantly by descendants of the mapuche - tehuelche indigenous people.
This work emphasizes the versatility of medicinal species and their possible contribution to self-reliance of rural populations. The methodology was based on free and semistructured interviews, besides tours with informants. Respondents cited 45 medicinal species (52% native, 48% in troduced) obtained mainly by harvesting and cultivation. The most common ailments treated with plants were gastrointestinal and respiratory diseases. The most culturally important species are the most versatile: Acantholippia seriphioides (wild thyme), Valeriana spp. (ñancolahuen), Mentha (mint) and Artemisia absinthium (ajenco), those plants that cover a wide spectrum of conditions. The body of knowledge on medicinal plants that we found reflects processes of adaptation to conditions of scarcity and self-sufficiency to combat diseases commonly treated in the household. This work highlights the importance of global, regional and local processes about herbal medicine building, even in isolated areas.
Keywords: local knowledge; herbolaria resilient; rural communities.
Resumen
Se estudió la herbolaria utilizada en una zona rural de la estepa patagónica habitada predominantemente por descendientes del pueblo ori ginario mapuche -
174
tehuelche. Este trabajo pone énfasis en la versatilidad medicinal de las especies y su posible aporte a la autos uficiencia de las poblaciones campesinas. La metodología se basó en entrevistas libres y semiestructuradas además de recorridos junto a informantes. Los entrevistados citaron 45 especies medicinales (52% nativas, 48% introducidas) obtenidas principalmente por recolección y cultivo. Las dolencias más frecuentemente tratadas con plantas fueron gastrointestinales y respiratorias. Las especies con mayor importancia cultural son las más versátiles: Acantholippia seriphioides (tomillo silvestre), Valeriana spp. (ñancolahuen), Mentha spicata (menta) y Artemisia absinthium (ajenco), es decir, aquellas plantas que cubren un amplio espectro de afecciones. El cuerpo de conocimientos sobre plantas medicinales encontrado refleja procesos de adaptación a condiciones de escasez y de autosuficiencia para combatir dolencias comúnmente tratadas en el ámbito doméstico. Este trabajo pone en evidencia la importancia de procesos a nivel mundi al, regional y local en la construcción de las herbolarias, aún en áreas totalmente aisladas.
Palabras Clave: saberes locales; herbolaria resiliente; comunas rurales
Recibido | Received: 28 de Marzo de 2012.
Aceptado en versión corregida | Accepted in revised form: 26 de Mayo de 2012.
Publicado en línea | Published online: 30 de Enero de 2013
Declaración de intereses | Declaration of interests: Esta investigación fue financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, PIP 0337) y el
Fondo Nacional de Ciencia y Técnica (FONCYT) de Argentina (PICT 07-02289).
Este artículo puede ser citado como / This article must be cited as: M Richeri, AH Ladio, AM Beeskow. 2013. Conocimiento tradicional y autosuficiencia: la herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina). Bol Latinoam Caribe Plant Med Aromat 12(1): 44 – 58.
44
175
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/45
INTRODUCCIÓN
En la actualidad, está ampliamente aceptado que la re- activación del conocimiento tradicional sobre plantas y
las prácticas de manejo asociadas en una comunidad constituye una herramienta que puede contribuir al desarrollo en aquéllas que están deprimidas social y
económicamente (Berkes et al., 2000; Olsson et al.,
2004; Folke et al., 2005; Toledo, 2007). Particularmente, se ha constatado que el saber sobre
plantas provenientes del entorno natural o cultivadas,
permite a los pobladores sobrellevar la ausencia de la medicina oficial que llega en forma muy limitada a las
comunidades rurales que se encuentran lejos de los
centros urbanos (Ladio y Lozada, 2008). Por otra parte se ha observado que ante un inevitable cambio del entorno, una comunidad con una herbolaria resiliente, es decir aquella que sea diversa y versátil, presenta mayor capacidad de reorganización y ajuste a las nuevas condiciones al mantener activo su cuerpo de conocimientos sobre las plantas (Ladio, 2011a). En estudios realizados por Ladio y Lozada (2008) y Richeri et al. (2010) se encontró que las especies medicinales más versátiles, es decir aquellas plantas que eran usadas para combatir distintas dolencias, eran las especies más citadas por las personas de distintas comunidades patagónicas. Este patrón sería indicativo de que el cuerpo de plantas medicinales que es consensuado en una comunidad deriva de procesos de ajuste y adaptación y no de procesos al azar (Berkes et al., 2000; Toledo, 1992).
Varios autores coinciden en señalar que las comunidades rurales que viven en la Patagonia extra- andina, como es el caso de la Provincia de Chubut, han sufrido fenómenos sucesivos de transformación cultural como respuesta a la influencia hegemónica de las sociedades de mercado (Ladio y Lozada, 2004a; Ladio y Lozada, 2004b; Molares y Ladio, 2009a;
Eyssartier et al., 2011). Los reiterados procesos migratorios desde y hacia el interior patagónico (Benencia y Gazzotti, 1995; Gundermann et al., 2009) han afectado particularmente a las comunidades originarias tehuelches y mapuches asentadas en la estepa patagónica, produciendo notorios cambios en la vida de estos pueblos.
En este sentido, las investigaciones etnobotánicas sobre plantas medicinales ha adquirido
especial relevancia, en repuesta a la acelerada pérdida
del conocimiento tradicional, al decrecimiento de la diversidad vegetal como consecuencia de la degradación de áreas naturales, como así también al
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/46
auge de la prospección de compuestos activos de origen vegetal (Bermúdez et al., 2005; Ladio, 2005; Toledo, 2005; Toledo et al., 2010). Los estudios etnobotánicos realizados hasta el momento en la región andino-patagónica han estado principalmente orientados al análisis de patrones y procesos vinculados al uso de plantas medicinales y comestibles (Molares y Ladio, 2009a; Molares y Ladio, 2009b; Ladio, 2011b). En la Patagonia extraandina, en cambio, los estudios son más escasos pero revelan un gran potencial biocultural de estudio (Casamiquela,
1999; Jardín Botánico de la Patagonia Extraandina,
2002; Kutschker et al., 2002; Forcone, 2004; Ladio et al., 2007; Ladio y Lozada, 2009).
Para las pequeñas comunidades aisladas en la
estepa patagónica, como sucede en otros poblados asentados en zonas áridas (Ladio et al., 2007), la provisión de distintas plantas medicinales que cubran el espectro de dolencias de la comunidad, representa una ardua tarea debido a la hostilidad del clima y las grandes distancias que existen hacia las zonas de obtención del recurso vegetal. Por ende, las distintas especies son seleccionadas en función de costos y beneficios (Estomba et al., 2006, Ladio, 2006) asociados a su recolección que son considerados según la interpretación y valoración cultural propia de cada grupo acerca de la potencialidad del entorno y de cada una de las plantas. De esta manera, en las poblaciones humanas que habitan o que tienen acceso a áreas boscosas, las especies nativas que utilizan están asociadas a largas distancias de recolección, mientras que las plantas exóticas, en general, se recolectan en sitios cercanos a las casas y/o son producto del cultivo (Ladio et al., 2007).
Este estudio de caso corresponde a dos poblados pequeños de la meseta chubutense que se
caracterizan por su grado de aislamiento. La hipótesis
general de este trabajo plantea que las especies nativas y exóticas utilizadas por las personas han sido
seleccionadas para conformar una herbolaria local que
le permite a los pobladores resolver en el ámbito
doméstico los problemas de salud más frecuentes y constituye un cuerpo de saberes que ofrece autosuficiencia en este aspecto de su vida cotidiana.
Los objetivos que guiaron el estudio fueron: a) Caracterizar la herbolaria utilizada en poblaciones de
la meseta chubutense; b) Analizar las prácticas
asociadas al uso de plantas medicinales vinculadas a la autonomía y al uso eficiente del recurso por parte de los pobladores del lugar; c) Evaluar si las plantas con
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/47
mayor versatilidad son las más importantes culturalmente en esta región.
MATERIALES Y MÉTODOS
Sitios de estudio
La investigación se llevó a cabo en una zona rural
esteparia de la provincia de Chubut que comprende la comuna Lagunita Salada y el paraje aldea escolar El
Escorial, dependiente administrativamente y distante
100km de la mencionada comuna (Figura 1). Una gran
proporción de los pobladores asentados en la zona de estudio tienen ascendencia Mapuche – Tehuelche. Del total de entrevistados, el 78% son oriundos de los parajes citados, mientras que el 13% corresponden a otras localidades de la Patagonia y sólo el 9% provienen de otras regiones de la Argentina. Ambas comunidades presentan lazos de parentesco muy marcados y por ende fueron tratadas en forma conjunta.
Figura 1
Mapa de la Provincia del Chubut. El área sombreada representa la zona rural de estudio. Se incluyen algunas localidades vecinas.
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/48
Ubicada en el centro norte de la provincia del Chubut, el área de estudio se encuentra en el sector árido de la región patagónica. Lagunita Salada (960 msnm), está emplazada en un paisaje de planicie pedemontana rodeada de serranías e interrumpida por depresiones con fondos de lagunas temporarios donde confluyen cursos de agua intermitentes (Beeskow et al., 1987). La aldea escolar El Escorial (760 msnm), está localizada en un sector de relictos de meseta basáltica, piedemonte de poca extensión y angostos
cañadones. Alternan un paisaje serrano de laderas suaves con afloramientos rocosos de laderas abruptas (Beeskow et al., 1987). En el primero de los ambiente, la fisonomía vegetal dominante es la de una estepa subarbustivo - herbácea. En el ambiente basáltico, más árido y templado, predominan las estepas arbustivas. Entre las especies nativas más conspicuas en la zona se encuentran Berberis microphylla, Senecio spp. Mulinum spinosum, Chuquiraga avellanedae Nardophyllum bryoides, Schinus spp., Grindelia
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/49
chiloensis, Acantholippia seriphioides, Nassauvia axilaris, N.glomerulosa, Acaena spp., Sisyrinchium spp., Pappostipa spp., Poa spp.y Erodium cicutarium.
El clima seco y frío (temperatura media anual de 11.3º C y precipitación media anual 174 mm)
durante gran parte del año, expone a los pobladores a
duras condiciones en algunas épocas del año
(promedio anual de 98 días con heladas). El acceso a esta zona, que se hace por caminos consolidados, suele dificultarse y a veces interrumpirse por presencia de nieve o impacto de la lluvia. Existe un transporte público desde los centros urbanos costeros, que circula con una frecuencia semanal.
En ambos poblados, los recursos económicos provienen principalmente de la cría de ganado ovino y
caprino como así también del empleo en tareas de
servicios públicos tales como la comuna, el juzgado de paz, la escuela, la biblioteca, la cooperativa de servicios eléctricos y vialidad provincial. En materia de salud pública, cuentan de un puesto de enfermería atendido por un agente sanitario local que brinda atención preventiva y primaria (controles y curaciones) y de visitas mensuales por parte de médicos hospitalarios ambulantes que recorren la región.
Metodología
Se seleccionaron a los informantes aplicando la
técnica de referencias encadenadas o “snow ball”
(Alburquerque et al., 2010). Previo a iniciar las entrevistas, se obtuvo el consentimiento informado del entrevistado de acuerdo a lo establecido en el Código de Ética Etnobiológica (ISE, 2006). El trabajo etnográfico presentado en este artículo fue de carácter cualitativo-interpretativo con aportes cuantitativos. Se realizaron 23 entrevistas familiares semiestructuradas (52% del total de viviendas) en donde se indagó sobre las principales especies medicinales utilizadas por la
familia mediante un enlistado libre (Martín, 2001). Los participantes brindaron información acerca de los nombres vulgares y las afecciones tratadas con las plantas dentro del ámbito doméstico. Durante las entrevistas, se utilizó material vegetal de apoyo (herbarios, fotografías y plantas frescas o secas) para facilitar el reconocimiento de las especies citadas por los informantes. Adicionalmente, se registraron datos socioculturales y se indagaron con observación participante y entrevistas libres aspectos ligados a las prácticas involucradas para la provisión de las especies. El contenido principal de las entrevistas se detalla en el Anexo 1 (cabe aclarar que este trabajo
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/50
forma parte de un proyecto mayor y solamente se presentan en el anexo aquellas preguntas pertinente a los objetivos aquí planteados). Paralelamente, se realizaron talleres comunales y escolares en los cuales los vecinos compartieron sus saberes sobre las plantas de la zona y la preparación de remedios caseros, validándose la información obtenida por los otros medios.
En los alrededores de las comunidades rurales estudiadas, se recolectaron muestras de las distintas
especies vegetales que prosperan en los diferentes
ambientes. El material recolectado fue acondicionado para su posterior identificación e incorporación a la
colección preservada del Jardín Botánico de la
Patagonia Extraandina - CENPAT - CONICET. Los ejemplares fueron identificados y determinados siguiendo a Correa, 1969; Correa, 1971; Correa, 1984; Correa, 1988a; Correa, 1988b; Correa 1999). La nomenclatura científica fue actualizada consultando la base de datos del Catálogo de Plantas Vasculares del Conosur (http://www.floraargentina.edu.ar/).
Análisis de los datos
La riqueza total citada por ambas comunidades se
estimó teniendo en cuenta el número de especies y de familias botánicas que fueron citadas por el total de entrevistados (Ladio y Lozada, 2003; Ladio y Lozada,
2004a). Los diferentes usos reputados para cada una de las especies fueron categorizados en función de las
afecciones citadas por los informantes tomando el criterio de la medicina occidental según Estomba et al.
(2006). Aquellas dolencias o afecciones cuyos síntomas representaban múltiples orígenes y su diagnóstico y tratamiento dependen de la cultura y
contextos simbólicos específicos, fueron agrupadas dentro la categoría síndromes culturales (Mellado et
al., 1996). Las especies utilizadas en la comunidad se clasificaron según su origen biogeográfico en nativas y exóticas siguiendo a Zuloaga y Morrone, 1999a y
Zuloaga y Morrone, 1999b.
Para determinar la importancia de cada especie dentro de las comunidades rurales, se estimaron dos
índices. Por un lado se calculó el Consenso de Uso
(CU), considerando el número de informantes que citó cada especie respecto al total de informantes (N = 23) x 100 (Ladio y Lozada, 2008). Por otra parte, se aplicó el Índice de Significancia Cultural (ISC) propuesto por Silva et al. (2006):
ISC = Σ (i x e x c) x CF
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/51
donde i representa el grado de manejo de la especie (2
= especie cultivada y 1 = especie recolectada); e indica la preferencia de uso (2 = uso preferencial; 1 = uso
alternativo; c refleja la frecuencia de uso (2 = plantas
efectivamente conocidas y usadas; 1 = plantas raramente citadas) y finalmente, CF es el factor de corrección asociado al consenso de uso de la planta (CU). La versatilidad de cada especie se expresó a partir de la suma total de usos diferentes reputados para cada especie citada por los entrevistados tomado de Ladio y Lozada (2008).
El análisis estadístico de la información cuantitativa se llevó a cabo utilizando pruebas no
paramétricas dado que los datos no presentaron una
distribución normal (Höft et al., 1999). Mediante la prueba Chi cuadrado (X2) se evaluó, por un lado, la independencia de la riqueza de especies y de familias botánicas utilizadas en relación a cada dolencia. Se aplicó la correlación de Spearman (Conover, 1980) con el fin de explorar si el consenso de uso (CU) está asociado con la versatilidad de las especies.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Composición y características de la herbolaria
La riqueza de plantas medicinales citadas por los informantes totalizó a 45 especies, un 52% de las
mismas son nativas de la Patagonia y un 48% de las especies son introducidas. La riqueza es más baja en comparación a otros estudios realizados en la región
(Ladio et al., 2007; Estomba et al., 2006, Molares y
Ladio, 2009a) mostrando un uso más restringido y acotado debido principalmente a factores ambientales. Estudios comparativos en la Patagonia dan cuenta que las poblaciones rurales que viven en zonas boscosas y/o ecotonales de la precordillera de los Andes utilizan un mayor número de plantas silvestres medicinales que aquellas que viven en la estepa debido a la menor oferta ambiental (Ladio et al., 2007). Por otra parte, esta zona se ve influenciada por fuertes procesos de erosión ambiental que sin duda atentan negativamente con la diversidad y disponibilidad de especies útiles (Del Valle et al., 1998).
Los recursos herbolarios dependen fuertemente de las áreas silvestres, dado que la mayoría son producto de de las prácticas de recolección (70%), le sigue el cultivo (28.7%) y por último, por medio de la adquisición en el comercio (1.3%) (Tabla 1). Diversos estudios en la zona han comprobado que las poblaciones rurales están fuertemente asociadas a la recolección para la provisión de plantas medicinales (Molares y Ladio,
2009a; Molares y Ladio, 2009b), a pesar de que esto implique estar sometidos a los efectos de una variabilidad ambiental marcada debido al clima, al sobrepastoreo y a efectos estocásticos que son probables en el paisaje. Sin embargo, los pobladores saben donde crecen las plantas y sobrellevan la impredecibilidad de la disponibilidad de los elementos de su herbolaria silvestre.
Tabla 1
Especies medicinales que componen la herbolaria de la zona rural estudiada ubicada dentro de la Meseta
C en t r a l d e l C h u b u t . C U = C onsenso De u so ; ISC = Í n d i ce d e S i g n i fi ca n c i a C u l t ural
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/52
Familia botánica Nombre científico Nombre vernáculo Status Categoría medicinal CU ISC
Asteraceae Cichorium intybus L. Grindelia chiloensis (Cornel.) Cabrera
Achicoria introducida digestivo 4,3 0,20
Asteraceae Matricaria recutita L. Nardophyllum bryoides (Lam.) Cabrera
Manzanilla cultivada digestivo/sedativo 30,4 8,40
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/53
Dysphania ambrosioides (L.)
Dysphania multifida (L.) Mosyakin
Prosopidastrum globosum (Gillies
Centaurium cachanlahuen
Erodium cicutarium (L.) L'Her. ex
Clinopodium darwinii (Benth.)
Plantaginaceae Plantago lanceolata L. Llantén/sietevenas nativa circulatorio/digestivo/antibiótico 17,4 1,60
Retanilla patagonica
Sillolahuen/yerba de la
Tetraglochin alatum (Gillies ex
digestivo/analgésico/anti-
Acantholippia seriphioides (A.
La dependencia con el mercado es baja reflejando la vigencia de la medicina tradicional que valora la recolección como práctica de adquisición de plantas curativas sobre otras prácticas (Molares y Ladio,
2009a). Sin embargo, factores económicos puede ser también atribuidos dado que las personas prefieren no
utilizar el escaso dinero circulante en medicinas que
pueden obtener directamente de sus alrededores.
Las especies nativas son las más citadas y coinciden con lo registrado en otras comunidades
rurales patagónicas más próximas a la cordillera y asentadas en zonas de ecotono estepa - bosque
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/54
(González y Molares 2004; Ladio y Lozada, 2009; Molares, 2010; Moreno et al., 2010; Ladio, 2011a). Esta semejanza entre las herbolarias se debe en parte a factores de similitud florística regional y a su vez, al intercambio de conocimientos sobre plantas medicinales entre los pobladores de distintas sociedades patagónicas que ha sido registrado desde tiempos pre-históricos (Casamiquela, 1999; Molares y Ladio, 2009a)
Por otra parte, la riqueza de especies exóticas refleja por un lado, la larga historia de introducción de
especies en la región (Rapoport et al., 1995), y por el
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/55
otro, la incorporación dinámica de nuevos conocimientos herbolarios producto del intercambio de plantas entre nativos y foráneos desde tiempos históricos. Además, el ganado introducido es una fuente de dispersión de especies cosmopolitas contenidas en los fardos de pasturas (Grigera, 1999) generando posiblemente una contaminación por especies que es aprovechada por los crianceros. No hay duda, que la incorporación de las plantas exóticas asilvestradas o de la huerta complementa la oferta de plantas medicinales nativas construyendo una herbolaria mucho más versátil y rica.
Es decir, dicha herbolaria presenta características de hibridización de saberes ancestrales con nuevos componentes de orígenes diversos. La mayoría de las plantas cultivadas son exóticas y forman parte de las farmacopeas mundiales, lo que corrobora la influencia de fenómenos de globalización sobre las herbolarias locales, concordando con los resultados de otras investigaciones (Moerman, 2001; Pardo de Sanatayana y Gómez Pellón, 2003; Eyssartier et al., 2009; Ladio, 2011a). Según Ladio (2011a,
2011b) la adopción de estos nuevos recursos foráneos que significan el aprovechamiento de nuevos
elementos del ambiente circundante o el manejo de los mismos por cultivo, podría ser interpretado como una
estrategia vinculada a la flexibilidad y la autosuficiencia. Nuestros resultados concuerdan con estas ideas, dado que los pobladores aumentan la
riqueza de plantas cultivándolas en sus casas y por
ende asegurándose una “farmacia casera”. Martínez y
Pochettino (1992) han establecido que las farmacias caseras, es decir ese set de recursos recolectados o cultivados cuidadosamente por la encargada de la salud de la familia, u obtenidos por intercambio con los vecinos o a través del comercio, surgen de las necesidades cotidianas del grupo y representan una alternativa insustituible para asegurarse la salud familiar.
Las familias botánicas y los usos reputados de las plantas medicinales
El total de la flora citada por los informantes se
distribuye en 22 familias botánicas, de las cuales Asteraceae, Lamiaceae, Rosaceae y Chenopodiaceae presentan los mayores porcentajes de taxones con uso medicinal (Figura 2). Resultados similares se observaron en estudios realizados en otros sitios de Patagonia (Molares y Ladio, 2008 y Ochoa et al.,
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/56
2010). Adicionalmente, la importancia a escala mundial de estas familias botánicas es innegable siendo las principales portadoras de sustancias reconocidas de compuestas activos de gran interés farmacológico (Molares y Ladio, 2009a; Oliviera et al., 2010). Por otra parte, la relevancia de estas familias está directamente asociada con las familias botánicas patagónicas más ricas en especies en la región (ej. Asteraceae) evidenciando la significancia de la oferta ambiental (Correa, 1971; Molares y Ladio,
2009a).
Las distintas familias botánicas a las cuales pertenecen las plantas seleccionadas por los habitantes
dependen del tipo de dolencia para la cual son empleadas (X2 = 117.58, p < 0.05). Por ejemplo, las especies pertenecientes a la familia Asteraceae (26% del total de especies) se utilizan para el tratamiento de un amplio espectro de afecciones, mientras que las
correspondientes a la familia Lamiaceae se destinan al tratamiento de afecciones digestivas y en menor medida, del sistema nervioso. Las dolencias ginecológicas y urogenitales en la mujer son tratadas preferentemente con especies pertenecientes a la familia Rosaceae y las especies de la familia Chenopodiaceae se utilizan mayormente para contrarrestar desórdenes de tipo gastrointestinal. Este patrón de uso de las plantas posiblemente asociado a la riqueza de los compuestos activos contenidos en las diferentes familias taxonómicas, coincide con el reportado por otros autores que centraron su estudio en la medicina hogareña de pueblos patagónicos (Ladio,
2001; Ladio, 2002; Ladio y Lozada, 2000; Ladio y
Lozada, 2003; Ladio y Lozada, 2004a; Estomba et al.,
2006) y con resultados procedentes de trabajos etnofarmacológicos (Bozin et al., 2006; Oliveira et al.,
2010).
Por otra parte, se encontró que del total de registros de uso medicinal relevados, la mayoría están vinculados con afecciones gastrointestinales, luego respiratorias y aquéllas vinculadas a procesos dolorosos o inflamatorios (Figura 2). Investigaciones
llevadas a cabo en distintos lugares del mundo, comprobaron que existe una prevalencia de uso de plantas para el tratamiento de dolencias gastrointestinales porque son afecciones que pueden ser tratadas fácilmente en el ámbito doméstico (Schlage et al., 2000; El-Hilaly et al., 2003; Katewa et al., 2004; Novais et al., 2004; Macía et al., 2005; Almeida et al., 2006; De la Cruz et al., 2007).
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/57
Figura 2
Familias botánicas y su relación con usos reputados de las plantas en la zona estudiada. Las diferentes barras indican el porcentaje (%) de uso de cada una de las familias botánicas más representativas de la
herbolaria en relación a cada categoría medicinal (X2 = 117.58, p < 0.05)
Las duras condiciones climáticas de la zona (bajas temperaturas y fuertes vientos) sumado a la dieta altamente graso-proteica derivada del consumo diario de carne ovina, podrían estar influenciando las afecciones sanitarias de la población y por ende, moldeando su herbolaria. Algunos estudios realizados en Patagonia han arrojado resultados semejantes en referencia a la importancia de las dolencias gastrointestinales (Estomba et al., 2006; Ladio y Lozada, 2008; Eyssartier et al., 2009) y/o de afecciones de tipo dolorosas y/o inflamatorias (Ochoa et al., 2010).
Todos estos resultados podrían indicar el carácter prevalente de ciertas dolencias en la región y
de las tradiciones comunes que se reproducen para
resolverlos (Martínez et al., 2004). Por otra parte, denota que el ámbito doméstico como contexto de curación para este tipo de poblaciones rurales de una
gran significancia cultural (Idoyaga Molina, 2000; Martínez et al., 2004).
Autosuficiencia y plantas medicinales
La recolección y el cultivo de plantas medicinales son
las principales estrategias utilizadas por los pobladores de la meseta chubutense, prácticas de alto contenido cultural que implican autosuficiencia. Ambas tareas
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/58
implican poner en práctica una serie de conocimientos que han sido ajustados a lo largo de la historia y que constituyen herramientas indispensables para que los pobladores rurales logren cierta independencia para subsanar los problemas de salud más comunes
La recolección de plantas silvestres medicinales, que puede implicar largos viajes, en general está asociada a otras actividades de la vida cotidiana de los habitantes por lo que los gastos energéticos de búsqueda se comparten con otras tareas. Por ejemplo, las entrevistas dan cuenta de que los pobladores que se dedican al cuidado ganado caprino en los alrededores del poblado son proveedores de algunas plantas que se encuentran mas alejadas. Tal es el caso de especies silvestres tales como Adesmia boronioides, Valeriana spp. Acantholippia seriphioides y Clinopodium darwinii. Los traslados multipropósito para la búsqueda y manejo de recursos silvestres han sido encontrados en otras poblaciones patagónicas como un medio de adaptación a las limitaciones ambientales (Ladio y Lozada, 2000).
Además, es interesante destacar que las plantas que son difíciles de obtener o con una
disponibilidad muy marcada estacionalmente, se secan y se aprovisionan dentro de los hogares como un
recurso muy valioso, ése es el caso de Valeriana sp.,
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/59
Fabiana imbricata, Larrea divaricata, L. ameghinoi y
Adesmia boronioides.
Es decir que la recolección de estas plantas está asociada a prácticas de uso eficiente de los esfuerzos humanos y del máximo aprovechamiento de los recursos vegetales poniendo en acción distintas formas de conservación y manejo del material vegetal. Por otro lado, con el fin de perpetuar la tradición entre las generaciones más jóvenes, ha sido observado que los niños acompañan al campo a los adultos, colaborando en las tareas de recolección de plantas y al mismo tiempo aprendiendo modos de reconocerlas, extraerlas y transportarlas hasta el hogar.
Por otra parte, también se pudo constatar que las plantas medicinales que se obtienen por cultivo
implican otro set de situaciones y prácticas efectivas.
Los adultos con experiencia en horticultura brindan consejos a los que recién se inician en la huerta y enseñan sobre las épocas de siembra, cosecha y requerimientos de las plantas medicinales cultivadas. Asimismo, en los talleres comunitarios, realizados en el marco de este estudio, se pudo observar el intercambio tanto de conocimientos como de materiales vinculados al cultivo (por ej, semillas, plantines, tierra fértil, etc.) que existe entre vecinos que llegan incluso desde lugares muy lejanos dentro del área de estudio. Además, es importante destacar en este contexto, la interacción entre niños y adultos: los primeros suelen abonar el suelo y sembrar las especies medicinales, mientras que los mayores airean la tierra y preparan los surcos. Durante estas jornadas de trabajo, se comparte una variada información sobre las plantas y sus posibles formas de aprovechamiento. En este contexto y siguiendo un patrón similar al encontrado en otras comunidades (Vogl - Lukasser y Vogl, 2004; Lozada et al., 2006), son las mujeres de la familia - en general madres y abuelas - las que se encargan de transmitir las recetas o preparaciones caseras a base de plantas, así como también guían al resto de la familia en la preparación del terreno y/o invernáculo.
Importancia cultural y versatilidad de uso
Las especies con mayor consenso de uso (CU) entre los pobladores locales son Mentha spicata, Clinopodium darwinii, Acantholippia seriohioides,
Artemisia absinthium, Nardophyllum bryoides,
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/60
Chuquiraga avellanedae, Matricaria recutita y Valeriana spp. (Tabla 1). Este mismo grupo de especies, exceptuando Ch. avellanedae, N. obtusifolium y C. darwinii, son las que presentan a su vez, los mayores valores cuando se aplica el índice de Significancia Cultural (ISC) (Tabla 1). El bajo valor del ISC de Ch. avellanedae, N. obtusifolium y C. darwinii está dado por ser especies no cultivadas y con menos de dos usos medicinales. .Es decir que la composición de la herbolaria depende de plantas recolectadas de áreas silvestres, mostrando que en situaciones de stress hídrico, donde el cultivo de plantas es difícil, la herbolaria se compone principalmente de plantas silvestres. Esta interpretación coincide con información de la observación participante y de las entrevistas en donde se recabó que en situaciones de falta de agua para riego y/o sequías prolongadas, falta de semillas u otros problemas que difícultan las tareas de cultivo, la comunidad depende exclusivamente de las plantas medicinales silvestres.
El análisis de correlación entre la versatilidad de uso y el grado de significancia cultural de cada especie (utilizando como el ISC como indicador) demostró que las plantas más valoradas culturalmente dentro de las comunidades son las más versátiles, es decir aquellas que cubren un amplio espectro de dolencias (Figura 3, r = 0.46, n = 45, p < 0.05). El amplio espectro de uso que presenta Valeriana spp. (ñancolahuen), Acantholippia seriphioides (tomillo silvestre) y Plantago lanceolata (llantén, sietevenas) ilustra la importancia de especies que proporcionan tratamiento para tres o más afecciones de la salud, estas plantas son particularmente valoradas por los pobladores como así también lo son aquéllas que se presentan como diferentes alternativas para afrontar una dolencia determinada como es el caso de Artemisia absinthium (ajenco), Matricaria recutita (manzanilla) y Mentha spicata (menta pastilla) que se utilizan como digestivas y Nardophyllum brioides (sietecamisas), Sedum telephium (bálsamo) y Tanacetum vulgare (palma) utilizadas para bajar la fiebre. Este patrón coincide, en líneas generales, con los obtenidos por otros autores en estudios de herbolarias de la región (Ladio y Lozada, 2008;
Richeri et al., 2010).
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/61
Figura 3
Relación entre la versatilidad (n° de usos medicinales) y el índice de significancia cultural (ISC) de las especies medicinales que componen la herbolaria de la zona rural estudiada
(Correlación de Spearman r = 0.46, n = 45, p < 0.05)
Por otra parte, cabe destacar que dentro de la herbolaria existen especies que a pesar de no ser versátiles, son importantes para la comunidad ya sea por su alta disponibilidad, fácil obtención y/o preparación o porque tratan algunas de las dolencias más frecuentes. Dentro de este grupo de plantas se encuentran Artemisia absinthium (ajenco), Matricaria recutita (manzanilla) y Mentha spicata (menta pastilla) que se utilizan como digestivas y Nardophyllum bryoides (sietecamisas), Sedum telephium (bálsamo) y Tanacetum vulgare (palma)
utilizadas para bajar la fiebre.
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/62
CONCLUSIONES
Las herbolarias utilizadas por las comunidades de la meseta central del Chubut representan
por un lado un relicto de conocimientos
tradicionales locales provenientes de los pueblos originarios y por el otro, el resultado
de procesos de hibridación cultural con otras
sociedades.
Este cúmulo integral y flexible de saberes vinculados a la estructura y dinámica del entorno natural se mantiene vigente y activo.
Las plantas representan una alternativa eficiente y autosustentable para el tratamiento casero de las dolencias más frecuentes que afrontan las comunidades aisladas y con escasos recursos económicos.
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/63
Este trabajo pone en evidencia la importancia de procesos a nivel mundial, regional y local en la construcción de las herbolarias, aún en áreas totalmente aisladas como las de la meseta patagónica chubutense.
La importancia de esta herbolaria de 45 especies parece constituirse como conjunto y no de manera individual a nivel de especies, dado que este set de recursos, como un todo, presenta características resilientes basadas en la versatilidad de las mismas, y no tanto en la riqueza total de las plantas.
Por lo tanto, este tema podría constituir un eje de estudio para investigaciones
etnofarmacológicas futuras que contribuya a
comprender la complejidad de compuestos activos que están interactuando a través de las prácticas y las plantas en forma conjunta.
plantas medicinales: una revisión de sus objetivos y enfoques actuales. Interciencia
30: 453 - 459.
Bozin B, Mimica-Dukic M, Simin N, Anackov G.
2006. Characterization of the volatile composition of essential oils of some lamiaceae spices and the antimicrobial and antioxidant activities of the entire oils. J Agricul Food Chem 54: 1822 - 1828
Casamiquela R. 1999. Proyecto etnobotánico de la Patagonia, I Informe. En Aspectos técnicos, culturales, políticos y legales de la Bioprospección en Argentina. Ed. Suarez P, INTA, CENPAT, UNP, UA. Puerto Madryn, Argentina.
Conover WJ. 1980. Practical Nonparametric
Statistics. Ed. Wiley & Son. New York, USA. Correa MN. 1969. Flora Patagónica. Typhaceae a
Orchidaceae Parte II. Ed. Colección
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a los habitantes de las comunidades de Correa
Científica INTA, Buenos Aires, Argentina. MN. 1971. Flora Patagónica. Compositae
Parte VII. Ed. Colección Científica INTA, Buenos Aires, Argentina.
investigación fue financiada por el Consejo Nacional Correa MN. 1984. Flora Patagónica. Dicotiledóneasde Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Dialipétalas (Salicaceae a Cruciferae) PartePIP 0337) y el Fondo Nacional de Ciencia y Técnica IVa. Ed. Colección Científica INTA, Buenos
(FONCYT) de Argentina (PICT 07-02289).
REFERENCIAS
Alburquerque UP, Paiva de Lucena RF, Cruz da Cunha LVF. 2010. Métodos e Técnicas na Pesquisa Etnobiológica y Etnoecológica. Ed.
I NUPPEA, Recife, Brazil.
Almeida CFCBR, de Amorim ELC, Albuquerque UP, Maia MBS. 2006. Medicinal plants popularly
used in the Xingó region – a semi-arid location in Northeastern Brazil. J Ethnobiol
Ethnomed 2: 15 - 19.
Beeskow AM, Del Valle H, Rostagno CM. 1987. Los
Sistemas Fisiográficos de la Región Árida y Semiárida de la Provincia del Chubut. Ed.SECYT, Puerto Madryn, Argentina.
Benencia R, Gazzotti A. 1995. Migración limítrofe y empleo: precisiones e interrogantes. Estudios Migratorios Latinoamericanos 31: 576 -
609.
Berkes F, Colding J, Folke C. 2000. Rediscovery of traditional ecological knowledge as adaptive
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/64
management. Ecol Appl 10: 1251 - 1262.
Bermúdez A, Oliveira–Miranda MA, Velázquez D.
2005. La investigación etnobotánica sobre
Aires, Argentina.
Correa MN. 1988a. Flora Patagónica. Dicotiledóneas
Dialipétalas ((Droseraceae a Leguminosae) Parte IVb. Ed. Colección Científica INTA, Buenos Aires, Argentina.
Correa MN.1988b. Flora Patagónica. Dicotiledóneas Dialipétalas ((Oxalidaceae a Cornaceae). Parte V. Ed. Colec Cient. INTA, Buenos Aires, Argentina.
Correa MN.1999. Flora Patagónica. Dicotiledóneas
Gamopétalas (Ericaceae a Calyceraceae). Parte VI. Ed. Colec Cient. INTA, Buenos Aires, Argentina.
De la Cruz H, Vilcapoma G, Zevallos PA. 2007.
Ethnobotanical study of medicinal plants used by the Andean people of Canta, Lima, Peru. J
Ethnopharmacol 111: 284 - 294.
Del Valle HF, Elissalde NO, Gagliardini DA, Milovich J. 1998. Status of desertification in the Patagonian region: Assessment and mapping from satellite imagery. Arid Soil Res Rehab 12: 1 - 27.
El-Hilaly J, Hmammouchib M, Lyoussi B. 2003.
Ethnobotanical studies and economic evaluation of medicinal plants in Taounate
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/65
province (Northern Morocco). J Ethnopharmacol 86: 149 - 158.
Estomba D, Ladio AH, Lozada M. 2006. Medicinal wild plant knowledge and gathering patterns in
a Mapuche community of North-western Patagonia. J Ethnopharmacol 103: 109 - 119.
Eyssartier C, Ladio AH, Lozada M. 2009. Uso de
plantas medicinales cultivadas en una comunidad semi-rural de la estepa patagónica.
Bol Latinoam Caribe Plant Med Aromat 8:
77 - 85.
Eyssartier C, Ladio AH, Lozada M. 2011.Traditional horticultural knowledge change in a rural
population of the Patagonian steppe. J Arid
Environ 75: 78 - 86.
Folke C, Hahn T, Olsson P, Norberg J. 2005. Adaptive governanceof social–ecological systems. Ann
Rev Environ Res 30: 441 - 473.
Forcone A. 2004. Hierbas y Arbustos frecuentes en el Valle Inferior del Río Chubut. Ed. UNS,
Chubut, Argentina.
Gonzalez S, Molares S. 2004. Plantas medicinales utilizadas en comunidades rurales del Chubut, Patagonia-Argentina. Bol Latinoam Caribe Plant Med Aromat 3: 58 - 62.
Grigera D. 1999. Conocimiento y estado de conservación de la biodiversidad de
vertebrados en la Patagonia Argentina.
Gestión Amb 5: 62 - 78.
Gundermann H, Canihuan J, Clavería A, Faúndez C.
2009. Permanencia y desplazamiento, hipótesis acerca de la vitalidad del
mapuzugun. Revista de Lingüistica Teórica
y Aplicada 47: 37 - 60.
Höft M, Barik SK, Lykke AM. 1999. Quantitative Ethnobotany. Applications of multivariate and statistical analyses in ethnobotany. Ed. People and Plant Working Paper 6, UNESCO, Paris, France.
Idoyaga Molina A. 2000. La calidad de las prestaciones de salud y el punto de vista del usuario en un contexto de medicinas múltiples. Scripta Ethnobiol 22: 21 - 85.
ISE. 2006. International Society of Ethnobiology
Code of Ethics h tt p : / / e t hno b i o l o gy .ne t / co d e - o f - e t h i cs [Consulted 10 december, 2011].
Jardín Botánico de la Patagonia Extraandina. 2002.
Usos tradicionales de las plantas en la meseta patagónica. Ed. CENPAT - CONICET - ICBG, Puerto Madryn, Argentina.
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/66
Katewa SS, Chaudhary BL, Jain A. 2004. Folk herbal medicines from tribal area of Rajasthan, India. J Ethnopharmacol 92: 41 - 46.
Kutschker A, Menoyo H, Hechem V. 2002. Plantas
medicinales de uso popular en comunidades del oeste del Chubut. Bariloche, INTA Esquel. GTZ. Bariloche, Argentina.
Ladio AH. 2001. The maintenance of wild plants gathering in a Mapuche community of Patagonia. Econ Bot 55: 243 - 254.
Ladio AH. 2002. Las plantas comestibles en el
noroeste patagónico y su utilización por las poblaciones humanas: una aproximación cuantitativa. Tesis Doctoral, Universidad Nacional del Comahue. Bariloche, Argentina.
Ladio, AH. 2005. Wild Plant Foods with medicinal
use in a Mapuche Community of NW Patagonia. Ed. A Pieroni, L Price, Haworth, USA.
Ladio AH. 2006. Uso y conservación de plantas silvestres con órganos subterráneos comestibles en comunidades Mapuche de la estepa patagónica argentina. En Tópicos em conservaĉăo e etnobotănica de plantas comestíveis. Ed. Alburquerque UP, Andrade MF y Castelo Branco Rangel de Almeida CF, NUPPEA, Brasil.
Ladio AH. 2011a. Traditional knowledge of edible wild native and exotic plants in the context of
cultural change in human populations of arid
Patagonia. Biorem Biodiv Bioavail 5: 60 - 64. Ladio AH. 2011b. Traditional knowledge of edible
wild native and exotic plants in the context of
cultural change in human populations of arid
Patagonia. Biorem Biodiv Bioavail 5: 81 - 84. Ladio AH, Lozada M. 2000. Edible wild plant use in a
Mapuche community of northwestern
Patagonia. Hum Ecol 28: 53 - 71.
Ladio AH, Lozada M. 2003.Comparison of wild edible plant diversity and foraging strategies in two
aboriginal communities of northwestern
Patagonia. Biodiv Conserv 12: 937 - 951. Ladio AH, Lozada M. 2004 a). Patterns of use and
knowledge of wild edible plants in distinct ecological environments: A case study of a Mapuche community from Northwestern
Patagonia. Biodiv Conserv 13: 1153 - 1173. Ladio AH, Lozada M. 2004 b). Summer cattle
transhumance and wild edible plant gathering in a Mapuche community of NW Patagonia. Hum Ecol 32: 225 - 240.
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/67
Ladio AH, Lozada M. 2008. Medicinal plant knowledge in rural communities of North- western Patagonia, Argentina. A resilient practice beyond acculturation. In Current Topics in Ethnobotany. Ed. Albuquerque UP and Alves Ramos M, NUPEEA, Brazil.
Ladio AH, Lozada M. 2009. Human ecology, ethnobotany and traditional practices in a rural
population of the Monte region, Argentina:
Resilience and ecological knowledge. J Arid
Environ 73: 222 - 227.
Ladio AH, Lozada M, Weigandt M. 2007. Comparison of traditional wild plant knowledge between
aboriginalcommunities inhabiting arid and
forest environments in Patagonia, Argentina. J Arid Environ 69: 695 - 715.
Lozada M, Ladio AH, Weigandt M. 2006. Cultural transmission of ethnobotanical knowledge in a rural community of northwestern Patagonia.
Econ Bot 60: 374 - 385.
Macía MJ, García E, Vidaurre PJ. 2005. An ethnobotanical survey of medicinal plants
commercialized in the markets of La Paz and
El Alto, Bolivia. J Ethnopharmacol 97: 337 -
350
Martin G. 2001. Etnobotánica: Manual de métodos.
Ed. Nordan-Comunidad. Montevideo, Uruguay.
Martínez MR., Pochettino ML. 1992. The “farmacia
casera”: a source of ethnopharmacobotanical
information. Fitoterapia 63: 209 - 216. Martínez MR, Pochettino ML, Cortella AR. 2004.
Environment and illness in the Calchaquí
Valley (Salta, Argentina): phytotherapy for osteo-articular and cardio-circulatory diseases.
J Ethnopharmacol 95: 317 - 327.
Mellado V, Medina E, San Martín C. 1996.
Herbolaria medica de Chile. Diagnostico de su estado actual y perspectivas futuras para la Medicina Oficial Chilena. Ed. Ministerio de Salud de Chile, Chile.
Moerman DE, Pemberton RW, Kiefer D, Berlin B.
2001. A comparative analysis of five medicinal floras. J Ethnobiol 19: 49 - 67.
Molares S, Ladio AH. 2008. Plantas medicinales en
una comunidad Mapuche del NO de la
Patagonia Argentina: clasificación y percepciones organolépticas relacionadas con su valoración. Bol Latinoam Caribe Plant Med Aromat 7: 149 - 155.
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/68
Molares S, Ladio AH. 2009a. Ethnobotanical review of the Medicinal Mapuche Flora: Use patterns on a regional scale. J Ethnopharmacol 122:
251 - 260.
Molares S, Ladio AH. 2009b. Chemosensory perception and medicinal plants for digestive ailments in a Mapuche community in NW Patagonia, Argentina. J Ethnopharmacol
123: 397 - 406.
Molares S. 2010. Flora medicinal aromática de la Patagonia: características anatómicas y propiedades organolépticas utilizadas en el reconocimiento por parte de la terapéutica popular. Tesis Doctoral, Universidad Nacional del Comahue, Bariloche, Argentina.
Moreno J, Aparicio R, Velasco J, Rojas LB, Usubillaga A, Lue-Merú M. 2010. Chemical
Composition and Antibacterial Activity of the
Essential Oil from the Fruits of Bursera tomentosa. Nat Prod Commun 4: 1 - 3.
Novais MH, Santos I, Mendes S, Pinto-Gomes C.
2004. Studies on pharmaceutical ethnobotany in Arrabida Natural Park (Portugal). J Ethnopharmacol 93: 183 - 195.
Ochoa J, Ladio AH, Lozada M. 2010. Uso de recursos herbolarios entre mapuches y criollos de la
comunidad campesina de Arroyo Las Minas (Río Negro, Patagonia Argentina). Bol Latinoam Caribe Plant Med Aromat 9: 269
- 276.
Oliveira HB, Kffuri CW, Casali VWD. 2010.
Ethnopharmacological study of medicinal plants used in Rosario da Limeira, Minas Gerais, Brazil. Rev Bras Farmacogn 20: 256
- 260.
Olsson P, Folke C, Berkes F. 2004. Adaptive co- management for building resilience in social-
ecological systems. Environ Manag 34: 75 -
90.
Pardo de Santayana M, Gómez Pellón E. 2003.
Etnobotánica: aprovechamiento tradicional de plantas y patrimonio cultural. Anal Jard Bot
Madrid 60: 171 - 182.
Rapoport EH, Raffaele E, Ghermandi L, Margutti L.
1995. Edible weeds: A scarcely used resource.
Bull Amer 76: 163 - 166.
Richeri M, Ladio AH, Beeskow AM. 2010.
Etnoecología en la Patagonia árida: la adaptación de la herbolaria de una comunidad inmigrante boliviana a un nuevo contexto ambiental. En Etnoecologia
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/69
em perspectiva: natureza, cultura e conservação. Ed. Chaves Alves, Bezerra Souto e A Peroni, Nuppea, Brasil.
Schlage C, Mabula C, Mahunnah RLA, Heinrich M.
2000. Medicinal plants of the Washambaa (Tanzania): documentation and ethnophar- macological evaluation. Plant Biol 2: 83 - 92.
Silva VA, Andrade LHC, Albuquerque UP. 2006.
Revising the cultural significance index: the case of the Fulni-ô in northeastern Brazil.
Field Methods 18: 98 - 108.
Toledo VM. 1992. What is ethnoecology? Origins, scope, and implications of a rising discipline.
Etnoecol 1: 5 - 21.
Toledo VM. 2005. Lessons from the Maya. Bioscience
55: 377 - 379.
Toledo VM. 2007. Metabolismos rurales: hacia una teoría económica y ecológica de la apropiación de la naturaleza. Rev Iberoam Econ Ecol 7: 1
- 2.
Toledo VM, Boege E, Barrera-Bassols N. 2010. The biocultural heritage of México: an overview.
Landscape 3: 6 - 10.
Vogl CR, Vogl-Lukasser B. 2004. Tradition, dynamics and sustainability of plant species composition
and management in homegardens on organic
and non-organic small-scale farms in Alpine Eastern Tyrol, Austria. J Biol Agricult Horticult 21: 349 - 366.
Zuloaga F, Morrone O. 1999a. Catálogo de las
plantas vasculares de la República Argentina I. Acanthaceae. Euphorbiaceae (Dicotyledoneae). Ed. Missouri Botanical Garden Press, Missouri, USA.
Richeri et al. Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)
Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/70
Zuloaga F, Morrone O. 1999b. Catálogo de las plantas vasculares de la República Argentina II. Fabaceae . Zygophyllaceae (Dicotyledoneae). Ed. Missouri Botanical Garden Press, Missouri, USA.
Richeri et al.Herbolaria rural en la Meseta Central del Chubut (Argentina)Boletín Latinoamericano y del Caribe de Plantas Medicinales y Aromáticas/71