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Bienvenidos a la Cuentorieta¿Que es una ‘Cuentorieta’? se preguntarán…Ciertamente es una palabra que yo inventé y se refiere a la imbricación de un cuento con una historieta.Un ingenioso equilibrio de narrativa y conversación entre personajes, para el deleite de niños y adultos.

Los personajes de la ‘Cuentorieta’ tienen identidades complejas. Por un lado el protagonista: Dinosaurio Vampiro, es un ser cándido y bondadoso pero en su interior, se dan las batallas más profundamente abruptas entre el bien y el mal que la literatura nos ha dado. Luego esta Sr. Rústico, ese interlocutor carente de las convenciones humanas básicas, (especialmente porque es un pájaro), dispuesto a dar la vida por sus amigos y convicciones pero dueño de una lógica implacable, tal vez extremadamente frío y calculador. Dinosaurio Vampiro y Sr. Rústico serán los intérpretes de una extensa saga de historias increíbles. Sin embargo vale la aclaración: Esta vez no todo el trabajo será realizado por la imaginación del lector. Por primera vez los diálogos entre las estrellas de la trama podrán ser escuchados.Las maravillas de la tecnología podrán asistirnos para diseñar el indomable mundo mágico en que las historias fantásticas de este entrañable dúo tendrán lugar.

Gracias a mi hermosa familia (especialmente a Dober, Sabrini, Ale y July por prestar sus voces), y gracias a mi talentoso Juanma.

Amorcito vos hiciste posible que estas historias no solo vivan en mi cabeza.

Marcelix

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Dinosaurio Vampiro y Sr.

Rústico en…

La caída del espectro sanguinario

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Una autentica cacería comenzó ese atardecer. Decenas de hombres armados y enfurecidos se movilizaban por el patio principal del castillo, con varonil elocuencia.El centenario portón de roble fue franqueado sin problemas. Podía advertirse que el odio y desagravio que impulsaba a la turba los realizaba indetenibles.La destrucción del espectro era inminente.Sin embargo advertido por el escándalo resonante, una mórbida masa humana abrió los ojos y habló.Un rugido diabólico descendió, como un velo gigantesco, apagando el candor de los corazones vigorosos de la multitud. La marcha se detuvo de pronto y un temor que helaba la acción los invitó a replantearse su torpe gesta.Por unos instantes las miradas se cruzaron presurosas, erráticas y desesperadas. El aliento de las respiraciones agitadas se aunó en un suspiro sublime que anticipaba una retirada indecorosa. Eran conscientes que estaban a punto de vivenciar la más espeluznante de las pesadillas.

Lascivo sudor circundaba la sien de Romualdo. Su cuerpo fornido, pero inmovilizado por el temor, luchaba contra la desazón por la muerte de su amada esposa. Ese sentimiento lo empujaba desde las entrañas para exterminar a la bestia abominable, que descansaba impunemente en el piso superior del castillo. La bestia horrible y vetusta había consumido la energía vital de Leonora, masticando su carne y bebiendo su sangre.Sin embargo, el asesino no gestaba ni instituía nuevos espectros. Simplemente se nutría egoísta e inefable.

Romualdo guerreaba violentamente en su profundo ser entre el honor y el horror. El deber intentaba subyugarlo, su rostro reflejaba ansiedad y desborde emocional y al mismo tiempo, el miedo lo paralizaba y se destacaba en sus gestos.Su mirada gélida e indiferente, que expresaba hasta esa mañana su pena y luto, ahora irradiaba exaltación. Un furor contenido era bañado por recuerdos felices y calurosos que surcaban su memoria y evocaban reminiscentes su promesa de venganza, proferida junto al destazado cadáver de Leonora no hace mucho tiempo atrás.

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De súbito se decidió. Gritó desgarradoramente el nombre de su amada, cortando como blandido de espada el sepulcral silencio que rondaba la escena y se acercó hasta los hombres que lo rodeaban para abrazarlos con apego fraternal. Se sintió como un valeroso saludo de despedida antes de su inminente viaje hacia la muerte. Giró sobre sus pasos con actitud impropia y una ventisca funesta lo empujó escaleras arriba para enfrentar su destino. De pronto todos notaron que la luz se desvanecía y venciendo su temor corrieron con aprensión tras Romualdo, para acompañarlo en tan briosa pero suicida campaña.

Las sombras se deslizaban vitales por los corredores del roído castillo con magistral coordinación. La marcha casi militar de los aldeanos inundaba los techos abovedados con ecos distantes como el cabalgar rítmico de la muerte.Frente a la puerta doble de la habitación principal se pararon en seco. Empujaron la madera con un improvisado ariete y entraron rebosantes de odio y desprecio pero también mesura.

Romualdo levantó con ambas manos la tapa del lujoso cofre mortuorio, ubicado en el centro de la morada y sus ojos derramaron lágrimas de pavor y desolación.

En la oscuridad tras el joven viudo se recortaban figuras que se movían espantadas con cautela, tras observar la lúgubre escena. El silencio aterrador de la muerte los rodeo nuevamente.

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Las nubes nocturnas cubrieron macabramente la luna y la luz se torno aun más peligrosamente escasa. La recamara lujosamente dispuesta era un real monumento miserable de tribulación que contrastaba con el resto del castillo.

Romualdo se veía notablemente conmovido pero resuelto; quitó sigilosamente la espada de la funda e intentaba sostenerla para enfrentar al espectro criminal. En ese momento, la luna empujó la oscuridad brumosa y provocó que el acero homicida suspendido en alto por las manos temblorosas del joven viudo, resplandeciera centellante.

Somnoliento, pero presto a abandonar su majestuoso féretro, el monstruo se incorporó súbitamente. Su cuerpo desgarbado y antropomorfo de grisáceas proporciones daba repugnancia y provocó que muchos retrocedieran asqueados. A pesar del espeluznante espectáculo y sin poder reaccionar a tiempo, la bestia recibió un impacto punzante.

Imbricado entre vítores de júbilo de los pobladores aliviados, un lamento fantasmal robó la escena inevitablemente.

Un hilo de sangre espesa, salpicó el satén del ataúd con rabia. El monstruo estaba herido gravemente pero resistía.Se elevó sobre las cabezas de los presentes sobrenaturalmente como un aura monumental que destrozó toda expectativa de salvación. La congoja repentina ahogó con pesar las almas dubitativas y el horror

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manifiesto en los rostros campesinos encaramó los últimos esfuerzos del demonio perverso.

Los observó fijamente con su mirada asesina y maliciosa y al advertir nada más que súplica en sus ojos ansiosos, con inmutable desden y aun sangrando profusamente, se convirtió en un despojo maltrecho y negruzco con alas y se arrojo por la única ventana abierta que lindaba con una escarpada cañada.Todos corrieron estupefactos para observar el fenoménico evento, sin embargo, solo pudieron advertir la espuma brillante del océano golpeando impunemente el acantilado. En un dialogo silencioso y expectante, la poblada regreso a sus hogares. Esa noche, juraron solemnemente estar atentos a las señales que pudieran surgir, por si el espectro regresaba a su páramo inmundo a cobrar venganza.

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Cuando la capa de rocío sobre las cortaderas comenzó a desaparecer, el pequeño dinosaurio caminó en dirección al sol.La luna se mantuvo unos instantes compañera en el cielo, pero luego desapareció tras las nubes, bajo la mirada atenta y sin parpadeos del carnívoro.Llegó sin darse cuenta hasta la playa. En su andar solitario y meditante no advirtió que un vetusto manchón oscuro se depositaba suavemente sobre la arena cuando la marea bajaba y abruptamente se convertía en un cuerpo humano.

La poca fuerza del mar en retirada ya no podía arrastrarlo aguas adentro.

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El dinosaurio marcaba sus pisadas con saltarines pasos para ver sus garras desaparecer en la arena suelta, que comenzaba a entibiarse.

De pronto levantó la cabeza y advirtió un brazo agonizante suspendido en el aire que intentaba llamar su atención.

Abandonando sus cavilaciones se acercó curioso...

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Y así, sin meditarlo demasiado, el dinosaurio flexionó su animalidad sobre el estropeado monstruo y le ofreció su cuello escamoso, por considerar que era la zona más blanda y accesible para morder.Posó su mirada difusa pero enigmática en una rama, donde un ave de plumas de ocre profundo y de abundantes cejas, observaba imperturbable la caridad caballerosa del joven carnívoro.El inmenso silencio solo se quebraba por el distante chasquear del océano y por los sonidos asquerosos de succión ejecutados por la bestia de las profundidades tras propinar un punzante mordisco.

Un acto piadoso, nacido en el seno de un alma cristalina y desinteresada, no fue suficiente medicina para el maltrecho vampiro. Días al sol y sometido a los avatares del océano, habían mermando la espantosa malignidad de la bestia y los esfuerzos por recuperarse eran claramente infructuosos. La energía brillante y vivaz que irradiaba el titán del cielo lo condenó al mismo tiempo que acompañaba su travesía.

Con lacónico dolor, el vampiro se incorporó en su lecho y estrechó con ambas manos la trompa babosa y maloliente del dinosaurio, mientras se extendían en este un par de colmillos doblemente mortales, no solo capaces de desgarrar su presa, ahora también eran diestros para drenar a su victima por completo.

El monstruo jamás había expresado agradecimiento por lo que era una sensación nueva y desafiante para él.El guerrero de la oscuridad, por primera vez, estaba conmovido y enternecido. Sus entrañas gemían de angustia por el daño físico y por no tener salvación.La espada justiciera que lo atravesó, minó su avaricia para siempre y su cobarde huida, solo relajó su pasaje fuera de nuestro mundo dilatándolo.Con apacible destreza, antes de atravesar el umbral al infierno ardiente, el vampiro le explicó al despreocupado Dinosaurio, los efectos que la mordida tendría sobre su vida de allí en más. La inmortalidad ahora era su destino implacable.Con su último aliento, la bestia narró detalladamente como fue acorralado y herido. Mintió abiertamente cuando dijo desconocer los motivos que impulsaron a la turba iracunda, a emprender la cacería que desencadenó su catastrófico final.

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Reflexivo y horrorizado el Dinosaurio escuchaba atentamente la triste historia, mientras el calor húmedo del paraje se filtraba entre la vegetación.Sobre ese lecho de hojas verdes el dinosaurio juró vengar la muerte del pobre engendro.

La historia narrada lo había tocado en su más profundo ser. Se había identificado con el monstruoso paria y había execrado la injusticia del cobarde ataque del que fue victima.Lo asesinaron impunemente y debía hacer algo al respecto.Mientras rumiaba acongojados rezos de despedida, asía fuertemente la mano grisácea como garra que tenia aspecto horrendo y se comprometía a emprender una honorable cruzada vindicatoria. Las heridas del vampiro demostraban el largo contacto con el agua de mar.

El pájaro de aspecto extraño que los observó todo el transcurso de la agonía, voló desde la encumbrada rama desde donde permanecía expectante y frente al ultimo aliento del espectro, lo tranquilizó prometiendo ayudar al voluminoso carnívoro, el cual dio señales suficientes de no poseer todas las luces.

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Parecía un día como cualquier otro pero podía sentirse ostensiblemente que no lo seria por mucho tiempo más. De repente llegó la bruma, comenzó en el horizonte. Tras la sombra apareció una embarcación pequeña que tocó la playa velozmente. De su interior descendió una dupla sensiblemente funesta y con un propósito concreto: la venganza.El Dinosaurio Vampiro y Sr. Rústico abandonaron la playa en dirección al pueblo con paso presuroso pero firme. Una maquinaria indetenible motiva sus espíritus aventureros.

Ser forasteros iba a obstaculizarlos y demorar su búsqueda. Encontrar al pérfido homicida iba a ser una tarea difícil que agotaría sus emociones y eclipsaría de vitalidad sus jóvenes vidas. Lo sabían y era una situación que habían analizado durante su travesía ultramarina.La venganza fue planeada concienzudamente y ningún detalle fue librado al azar.

A mitad de camino se encontraron con un campesino amable que los reconoció como forasteros; contra todos los pronósticos lo encontraron dispuesto a ayudar a tan singular equipo.Les indicó el camino mas corto a la posada y también los invitó a pagarse alimento y hospedaje trabajando en el negocio. Era el dueño del parador.Sin dudas se trataba de un excepcional golpe de fortuna. La buena estrella evidentemente brillaba sobre sus acciones, impulsándolos con vítores silenciosos. La dupla se miro victoriosa a espaldas del posadero al aceptar el gentil ofrecimiento; ambos sintieron como el vibrar afligido de su repentina suerte, calentaba sus corazones al ritmo de un lúgubre palpitar conspirador.

Que eran venturosos había quedado demostrado…Ni una tormenta funesta en tantos días de travesía marítima parecía evidenciar que la providencia les otorgaba un gesto maléfico de beneplácito a su cometido. Un evento climático no los hubiese detenido porque seguirían intentando perpetrar la revancha que inunda sus corazones pero el clima permaneció imperturbable. Aciaga señal para Romualdo, guiño triunfal de avance para ellos. Infausta magia los abruma. Es curioso que varios días en altamar no los afectó en lo mas mínimo.

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Los temores de Sr. Rústico respecto a la exposición solar del recientemente convertido Dinosaurio en Vampiro quedaron desterrados. Supuso que al haber sido la dieta carnívora de su compañero la única fuente de alimentación toda su vida y habiéndolo realizado siempre a plena luz del día, lo preparó para la singular circunstancia que atravesaba por su mutación a nivel celular o tal vez solo fue suerte.

La posada del pueblo era una cabaña lánguida, silvestre, tosca y de diminutas proporciones.

El techo de paja estaba muy maltratado por la brisa del océano, requería una intervención urgente.Sin embargo las paredes lucían cuidadas con fervorosa

devoción. Parecían nuevas, impecables. Incluso exhibían con mucha prolijidad, símbolos rúnicos que Sr. Rústico reconoció como estimulantes de protección.

Con la energía en pleno Dinosaurio Vampiro y Sr. Rústico se dispusieron a alimentar a los animales de corral, ordeñaron vacas y cabras y luego de reparar el techo del hospedaje se dispusieron a descansar en una modesta habitación ubicada en la parte posterior de la construcción, para emprender sus investigaciones a primera hora del día siguiente.

Las personas de esa comunidad se comportaron sorpresivamente abiertas y colaboradoras. Ya no podía tratarse de una excepción como supusieron ya que, en los primeros instantes de pesquisas, encontraron una joven madre dispuesta a indicarles donde ubicar a Romualdo.

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A menos de media hora de caminata encontraron la modesta casa de su objetivo que además… los recibió sin recelos como parientes extrañados y queridos.La casucha de Romualdo estaba en un páramo rupestre. Unos patos caminaban cansinamente para comer el alimento dejado por su benefactor, mientras las vacas se acercaban a la pileta junto al aljibe para tomar agua fresca.

Dinosaurio Vampiro y Sr. Rústico estaban confundidos, contrariados y disgustados. La maquinaria infernal que pensaban desplegar a su arribo ya no tenía razón de ser.No podían asesinar a tan lozano personaje. Optaron por apelar a la sinceridad de su presencia y expusieron al cálido Romualdo, su objetivo infernal de aniquilarlo sin miramientos.Tras una espástica parálisis por el susto, Romualdo se dispuso a relatar en detalle los sucesos de aquella inefable noche.

Un torrente de imágenes infaustas se dibujaba reveladora en las mentes del dúo conspirador. Ciertamente Romualdo, había herido de muerte a la bestia, pero el monstruo nunca había revelado que había desgarrado la humanidad de Leonora e ingerido sus entrañas.

Era la hora de comer y tras terminar la faena campestre diaria, el joven viudo, los invitó a quedarse. Traición y estupor comulgaban los pensamientos del Dinosaurio Vampiro mientras observaba al Sr. Rústico y Romualdo preparar los alimentos. Sentía un ardor e indignación en sus rugientes tripas que como fuego implacable consumían su paciencia. No le gustaba sentirse utilizado ni contribuir a la ignominia de la injusticia.Comieron en silencio a pesar de haber transcurrido la jornada conversando incesantemente como viejos amigos.

Finalizado el festín el Dinosaurio Vampiro interrumpió las cavilaciones de sus compañeros comensales indicando que sabia como recibir las explicaciones del caso.Iban a celebrar una sesión espiritista para convocar al espectro traidor. Quería explicaciones y las tendría a como de lugar.

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Romualdo recomendó recurrir a la talentosa Rowina, una bruja célebre y misteriosa, expulsada del aquelarre de la comarca vecina por conducir exitosamente a la invocación de apariciones y fantasmas.El atardecer del día siguiente los alumbró con destellos de un brillante naranja mientras atravesaron el bosque en busca de la mortífera bruja.

La precaria choza de madera de abeto permanecía oscura e inquietantemente sin vida. Entre la prolífica aparición de árboles añosos que contenían la humedad del bosque, una perniciosa bruma los envolvía en plena mañana, como reverencia del espanto al que iban a enfrentarse. Un caballo comía de los arbustos a escasa distancia y los distrajo de la súbita aparición de la bruja, lo que hizo que los tres se sobresaltaran sin disimulado terror.Romualdo dejo caer su espada desenfundada con cauto aplomo. Sin embargo la hechicera los recibió amistosamente.

Charlaron en la puerta de la casucha mientras innumerables ojos gigantes desde los árboles los observaban con curiosidad.

En cierto punto Dinosaurio Vampiro y Sr. Rustico se estaban hastiando de sacar

conclusiones apresuradas que siempre los enfrentaba con prejuicios absurdos e inaceptables. Se prometieron conocer primero a sus interlocutores antes de apremiarlos con sus antojadizos preconceptos.

Resulta que la expulsión de Rowena de la comarca vecina se relacionó con indiscreciones extramaritales ejecutadas por el alcalde del poblado, de las cuales la bruja tomó conocimiento por parte de espíritus informantes.

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Ante la inminente revelación, el corrupto político, denunció a Rowena como instigadora de su mal comportamiento y profanó la santidad de la bruja acusándola de profesar placer por el ocultismo.

Los visitantes acongojados por el relato descarnado ejecutaron un respetuoso y silencioso alto, antes de comenzar a explicar los motivos de su presencia. Sin embargo la sabia bruja los interrumpió y les advirtió que ya conocía su propósito. Las runas y los espíritus del bosque eran sus confidentes mas devotos y la mantenían en contacto con las contingencias a su alrededor.

Ingresaron en la choza y mecánicamente dispuso la sesión espiritista de inmediato, alrededor de un caldero crepitante, que emanaba un potente e intoxicante hedor a azufre y tomates.Las velas negras y azules se encendían solas de repente con fogonazos y al ritmo de las murmuraciones de la hechicera, emitiendo una luz siniestra y calida que invitaba al ensueño.

Vapores del infierno penetraron la respiración de los asistentes. Unos misteriosos y aterrorizantes aullidos y murmullos inentendibles elevaban su resonar a cada instante.Se escuchaban punzantes desde el bosque, desde el caldero, a sus espaldas e incluso desde sus propios y perturbados corazones.Sin dudas estaban aterrorizados. Lo único que les impedía abandonar corriendo la choza, ahora que emulaba la antesala del mismísimo infierno, era su poderosa ansia de desentrañar el misterio que los tiene como deliberados protagonistas.

Lentamente desde las burbujas que flotaban y brotaban de la poción, comenzaron a emerger sombras amenazantes y se conjuraron frente a los presentes. Los arremolinados vapores dibujaron al fin el rostro mortecino del engendro asesinado en una nube plateada y encandilante. Su mirada siniestra y llena de rencor recorrió la habitación y se poso sobre el dúo animal que no salía de su asombro frente a la espectacular aparición. Cuesta creer que la bestia aberrante convocada desde los bajíos ardientes del averno tenebroso, al verlos, sonrió complaciente.

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El añejo monstruo de la oscuridad, muy apesadumbrado, relató que hacia siglos había abandonado la ingesta de carne y sangre humana, ya que había desarrollado devoción y verdadero paladar por la sangre de chacales. Junto con el descenso del candor del fuego, que mantenía hirviendo el brebaje fantasmal en el caldero, el rostro compungido del engendro se desvaneció habiendo recibido las disculpas y la comprensión de los únicos seres que alguna vez se interesaron por su existencia.

Sin embargo aun permanecía vigente e imperante encontrar al responsable por la viudez temprana de Romualdo.Ya alejados de noches espectrales y lúgubres, la mañana los recibió con una deuda de honor con el aun apesadumbrado anfitrión.Con pocos indicios, pero con gran perseverancia, el par de justicieros se dirigieron al páramo donde Leonora segaba el trigal cuando fue atacada.

Las fosas nasales de Dinosaurio Vampiro aletearon olfateantes.Sr. Rústico sobrevoló la escena intentando captar sin éxito alguna prueba que los conduzca a esclarecer el aberrante crimen.

Pensativos y sorprendidos por la prematura aparición de la luna son concientes del extenso tiempo transcurrido desde el hecho fatídico de la muerte de Leonora hasta la indagación; esto hacia prácticamente imposible descubrir al homicida, pero tan amarga conclusión, no hacia mella en sus ansias indomables.

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La noche los sorprendió de súbito y se dispusieron a volver con el gentil Romualdo cuando de pronto, un aullido los detuvo.En las sombras impenetrables que los acosaban percibieron una respiración agitada y calurosa.El palpitar intrigante los dispuso a darse vuelta. Miraban infructuosamente la negrura sin poder distinguir algún movimiento. Sus instintos bestiales no podían ayudarlos y el peligro crecía con el transcurrir de los segundos.Alguien los observaba amenazante y no se atrevían a emitir sonido alguno por temor a provocar la crueldad creciente.La respiración que los asediaba era cada vez más potente.

El olor a muerte estaba sobre ellos.De repente, un hocico rabioso y despreciable, reflejó los leves destellos del brillo de la luna y puso en evidencia un acechante animal.

Un chacal gigantesco, con patas como columnas, se dispuso a asaltarlos impávidamente.El instante sempiterno concluyó con un manotón raspante y fugaz de Dinosaurio Vampiro, que al vuelo, aferró al mastin asesino, ahora convertido en presa. Sin vacilar lo hundió en su hocico.

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Comió y bebió placentera y gustosamente del cuerpo destrozado que chorreaba sus vísceras aun latientes, sobre el suelo cubierto de despojos de henoY así fue certero e indubitable. El espectro inmundo solo fue responsable de ocultar lo evidente. Si delataba a los chacales, seria cazada indiscriminadamente su fuente de alimento, por ello su apetito infernal le costó la propia existencia.Los chacales habían saboreado la sangre humana y ya no iban a conformarse con sorprender animales incautos pastando perdidos en los valles. Sin embargo y con la muerte de su líder a mano de Dinosaurio Vampiro, la manada funesta de chacales ya no seria una amenaza pues los lugareños estaban en alerta ahora.

El pueblo entero se acercó a despedir a los flamantes héroes para desearles lo mejor en su nueva empresa.Con ahínco y dedicación lograron su cometido. No la venganza absurda y cruenta pero si la búsqueda de la verdad.Dinosaurio Vampiro y Sr. Rústico serian detectives. La buena fortuna les sonreía prometedora.

Estaban dispuestos a investigar enigmas insondables, aquellos misterios que ofuscan la justicia.

Fin21