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El Estado: pasión de multitudes Eduardo Grüner Cuando se retiran los cadáveres, empieza la política. Todo “orden justo” instaurado por un “contrato” es, no sólo pero también, el resultado de la victoria de una de las partes en una relación de fuerzas; que la “universalidad” del consenso es el reconocimiento (no necesariamente conciente) de la hegemonía de un partido que tiene el poder suficiente para imponer su imagen del orden y de la justicia: Jacques:Rancière afirma que la política, cualquier política es necesariamente “antidemocrática”, si se entiende por “democracia” la libre y soberana iniciativa de las masas, que puede muy bien suponer un desborde de violencia: de La República platónica en adelante, todo “modelo” político es una estrategia de contención de esas masas para las cuales se hace política. Las “reformas del estado” en América Latina: sus negativas consecuencias sobre la inclusión social y la participación democrática Atilio A. Boron Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales La reforma del estado ha estado estuvo rodeada por una alta dosis de corrupción. El desmantelamiento del estado ha llegado tan lejos que si se incendian los bosques naturales de la cordillera -como ocurriera, por negligencia criminal, a comienzos de 1996- ya no se disponen de aviones hidrantes para apagar el fuego ni de equipos adecuados para enfrentar esta catástrofe. Los neoliberales sostienen que es necesario reducir aún más el gasto público y, para “atraer” las inversiones, reducir o simplemente suprimir impuestos. Fiel a esta creencia, en su momento el gobierno argentino hizo suya la propuesta del por entonces Ministro de Economía Domingo Felipe Cavallo de eliminar los “impuestos discriminatorios” que injustamente gravaban a las bebidas cola, el champagne y las alfombras de lujo. Como ésto suponía una merma de unos 300 millones de dólares anuales en ingresos tributarios el gobierno propuso, a cambio, aumentar en dos años la edad mínima de jubilación de las mujeres, de 60 a 62 años, y de ese modo aprovechar las excelentes condiciones de salud y atención médica de que se dispone en la Argentina para compensar los ingresos perdidos por la supresión de aquellos impopulares impuestos. a) no lograron promover un crecimiento económico estable; b) no lograron aliviar la situación de pobreza y exclusión social que prevalecía en nuestra región como producto del desplome del

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El Estado: pasión de multitudes

Eduardo Grüner

Cuando se retiran los cadáveres, empieza la política. Todo “orden justo” instaurado por un “contrato” es, no sólo pero también, el resultado de la victoria de una de las partes en una relación de fuerzas; que la “universalidad” del consenso es el reconocimiento (no necesariamente conciente) de la hegemonía de un partido que tiene el poder suficiente para imponer su imagen del orden y de la justicia:

Jacques:Rancière afirma que la política, cualquier política es necesariamente “antidemocrática”, si se entiende por “democracia” la libre y soberana iniciativa de las masas, que puede muy bien suponer un desborde de violencia: de La República platónica en adelante, todo “modelo” político es una estrategia de contención de esas masas para las cuales se hace política.

Las “reformas del estado” en América Latina: sus negativas

consecuencias sobre la inclusión social y la participación democrática

Atilio A. Boron

Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales

La reforma del estado ha estado estuvo rodeada por una alta dosis de corrupción. El desmantelamiento del estado ha llegado tan lejos que si se incendian los bosques naturales de la cordillera -como ocurriera, por negligencia criminal, a comienzos de 1996- ya no se disponen de aviones hidrantes para apagar el fuego ni de equipos adecuados para

enfrentar esta catástrofe.

Los neoliberales sostienen que es necesario reducir aún más el gasto público y, para “atraer” las inversiones, reducir o simplemente suprimir impuestos. Fiel a esta creencia, en su momento el gobierno argentino hizo suya la propuesta del

por entonces Ministro de Economía Domingo Felipe Cavallo de eliminar los “impuestos

discriminatorios” que injustamente gravaban a las bebidas cola, el champagne y las alfombras de

lujo. Como ésto suponía una merma de unos 300 millones de dólares anuales en ingresos

tributarios el gobierno propuso, a cambio, aumentar en dos años la edad mínima de jubilación de

las mujeres, de 60 a 62 años, y de ese modo aprovechar las excelentes condiciones de salud y

atención médica de que se dispone en la Argentina para compensar los ingresos perdidos por la

supresión de aquellos impopulares impuestos.

a) no lograron

promover un crecimiento económico estable; b) no lograron aliviar la situación de pobreza

y exclusión social que prevalecía en nuestra región como producto del desplome del

modelo de industrialización sustitutiva de importaciones y la crisis de la deuda; c) lejos de

fortalecer las instituciones democráticas y su legitimidad popular, este modelo tuvo como

consecuencia debilitarlas y desprestigiarlas hasta un nivel sin precedentes en la historia

latinoamericana.

SELECCIÓN DE TEXTOS:

ENGELS EL ORIGEN DE LA FAMILIA DE LA PROPIEDAD PRIVADA Y DEL ESTADO

El estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se las arreglaron sin él. Al llegar a cierta fase del desarrollo económico, que estaba ligada necesariamente a la división de la sociedad en clases, esta división hizo del estado una necesidad.

El estado no es en modo alguno un poder impuesto desde afuera a la sociedad, tampoco es la realidad de la idea moral ni la imagen y la realidad de la razón. Es un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado, es el reconocimiento de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables que es impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril , se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque a mantenerlo en los límites del orden. Y ese poder nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella es el Estado.

Otro rasgo característico es la institución de una fuerza pública que consiste en destacamentos especiales de hombres armados que tienen a su disposición cárceles y otros elementos.

En la república democrática la riqueza ejerce su poder indirectamente, pero de un modo tanto más seguro, y lo ejerce, en primer lugar, mediante la corrupción directa de los funcionarios y en segundo lugar, mediante la alianza entre el gobierno y la bolsa.

LENIN OBRAS ESCOGIDAS

(Lenin desarrolló la teoría del Estado y señaló sus principales características: la burocracia y el ejercito permanente. Cuando los gobiernos máximos manejadores de la burocracia, fallan, el principal eslabón, el más caracterizado para asegurar la defensa de sus intereses y ejercer la represión aunque sea descarada y brutal, asume el papel que la burocracia gobernativa no supo defender.)

EL ESTADO Y LA REVOLUCION : Capítulo 1 : LA SOCIEDAD DE CLASES Y EL ESTADO

El estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. Según Marx el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del orden que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. Entonces resulta evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible sin la destrucción del aparato del poder estatal que ha sido creado por la clase dominante.

Para mantener un poder público especial, situado por encima de la sociedad, son necesarios los impuestos y la deuda pública.

UNIDAD 6

BOBBIO MARX Y EL PROBLEMA DEL ESTADO

Como es sabido, Marx no escribió ninguna obra de teoría del Estado en sentido estricto. Narró cómo pasó de los primeros estudios jurídicos y filosóficos a los estudios de economia política, y cómo, a través de estas investigaciones, había llegado a Ia conclusión de "que ni las relaciones jurídicas como las formas del Estado pueden comprenderse ni por sí mismas ni por la así llamada evolución general del espíritu humano, sino que tienen sus raíces, más bien, en las relaciones materiales de la existencia”.

A partir de la crítica a la filosofia del derecho y del Estado de Hegel, que lo lleva a un trastocamiento de la relación tradicional entre sociedad (natural o civil) y Estado, Marx propone una teoría del Estado estrechamente ligada con Ia teoría general de la sociedad y de la historia que éI recaba del estudio de la economía política. Esta teoría general le permite dar una interpretación y hacer una crítica del Estado burgués contemporáneo suyo en lar diversas formas en que se presenta, y dar una interpretación y formular algunas propuestas relativas al Estado que deberá seguir a aquel burgués; por último, deducir el final o la extinción del Estado.

LA CRITICA DE LA FILOSOFÍA POLITICA HEGELIANA Hegel sigue la tendencia del pensamiento político que acompaña el nacimiento y la formación del Estado moderno, de Hobbes en adelante, de celebrar el Estado como la forma racional de la existencia social del hombre, en cuanto garante del orden y de la paz social, que es el único interés que todos los individuos vivientes en sociedad tienen en común (Hobbes); o en cuanto árbitro imparcial por encima de las partes, que impide la degeneración de la sociedad natural, es decir regida sólo por lar leyes de la naturaleza o de la razón, en un estado de conflictos permanentes e insolubles (Locke); o en cuanto expresión de la voluntad general a través de la cual cada uno, renunciando a la libertad natural en favor de todos los demás, adquiere la libertad civil o moral y es más libre que antes (Rousseau); o en cuanto es el medio a través del cual es posible dar actuación empírica al principio jurídico ideal de la coexistencia de las libertades externas, de donde es no solo el efecto de un cálculo unitario sino de una obligación moral por parte de los individuos el salir del estado de naturaleza y entrar en el Estado (Kant). Al inicio de la sección de la Filosofía del derecho dedicada al Estado, Hegel habia dicho que "el Estado, en cuanto es la realidad de la voluntad sustancial [...]es el racional en sí y por sí", deduciendo de ello que el "deber supremo" de cada uno de los individuos era el "de ser componentes del Estado".

Lo que Marx critica y rechaza es el mismo planteamiento del sistema de la filosofia del derecho de Hegel, fundado sobre la prioridad del Estado sobre Ia família y sobre la sociedad civil (es decir sobre Ias esferas que históricamente preceden al Estado.

Marx le critica a Hegel la concepción del Estado como organismo, la exaltación de la monarquía constitucional, la interpretación de la burocracia como clase universal, la teoria de la representación por sectores contrapuesta al sistema representativo nacido de la Revolución francesa. Marx trastoca la relación sociedad civil / estado prestándole más atención a la sociedad civil que al Estado y, por consiguiente, entrevé la solución deI problema político no ya en la subordinación de la sociedad civil al Estado sino, al contrario, en la absorción del Estado por parte de la sociedad civil, en lo que consiste la "verdadera" democracia, de la que los franceses dicen que en ella "el Estado político sucumbe".

EL ESTADO COMO SUPERESTRUCTURA El trastocamiento de la relación entre sociedad civil y Estado operado por Marx respecto a la filosofía política de Hegel marca una verdadera ruptura con toda la tradición de la filosofía política moderna. Mientras ésta tiende a ver en la sociedad anterior al Estado (ya sea el estado de naturaleza de Hobbes, o la sociedad natural de Locke, o el estado de naturaleza o primitivo de Rousseau del Contrato social, o el Estado de relacicnes de derecho privado-natural de Kant, o precisamente la familia y la sociedad civil de Hegel) una subestructura, realidad, sí, pero efímera, destinada a ser resuelta en la estructura del Estado en que sólo el hombre puede conducir una vida racional, y por consiguiente a desaparecer en todo o en parte, una vez constituído el Estado, Marx considera al Estado, entendido como el conjunto de las instituciones políticas, en que se concentra la máxima fuerza imponible y disponible en una determinada sociedad, pura y simplemente como una superestructura respecto a la sociedad prestatal, que es el lugar donde se forman y se desarrollan las relaciones materiales de existencia y, en cuanto superestructura, destinado a desaparecer a su vez en la futura sociedad sin clases. Mientras la filosofía de la historia de los escritores anteriores hasta Hegel (y con particular fuerza precisamente en Hegel) avanza hacia un perfeccionamiento siempre mayor del Estado, la filosofía de la historia de Marx avanza a la inversa, hacia la extinción del Estado.

Lo que para los autores precedentes es el reino de la fuerza irregular e ilegítima -ya sea la guerra de todos contra todos de Hobbes, o el estado anarquía que, según Locke, una vez comenzado no puede ser abolido sino con un salto en la sociedad civil o política, o la société civil de Rousseau, en que está vigente el pretendido derecho del más fuerte, que en realidad no es derecho, sino mera constricción, o el estado de naturaleza como estado "sin ninguna garantía jurídica" y por lo tanto provisional de Kant--, para Marx todavía el Estado, el cual, en cuanto reino de la fuerza o, según la conocida definción que se nos da en El capital, "violencia concentrada y organizada de la sociedad", no es la abolición ni la superación, sino más bien la prolongación del estado de naturaleza.

La ideología alemana (1845-1846), afirma que: La vida material de Ios individuos (que no depende efectivamente de su pura "voluntad"), su modo de producción y la forma de relaciones que se condicionan mutuamente, son la base real del Estado y continúan siéndolo en todos los estados en que son todavía necesarias la división del trabajo y la propiedad privada, completamente independiente de la voluntad de los individuos. Estas relaciones reales no son, en efecto, creadas por el poder del Estado; son más bien el poder que crea a aquél.

Prefacio Para una crítica de la economía política: El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, o sea la base real sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la cual corresponden formas determinadas de la conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona, en general, el proceso social, político y espiritual de la vida.

EL ESTADO BURGUÉS COMO DOMINIO DE CLASE El condicioriamiento de la superestructura política por parte de la estructura económica o, lo que es lo mismo, la dependencia del Estado de la sociedad civil, se manifiesta en que la sociedad civil es el lugar donde se forman las clases sociales y se expresan sus antagonismos, y el Estado es el aparato o el conjunto de los aparatos, de los cuales el determinante es el aparato represivo (el uso de la fuerza monopalizada), cuya función principal es, por lo menos en general, y salvo casos excepcionales, impedir que el antagonismo degenere en lucha perpetua (que sería un retorno puro y simple al estado de naturaleza), no ya mediando los intereses de las clases contrapuestas sino reforzando, es decir contribuyendo a mantener, el dominio de la clase dominante sobre la clase dominada. En el Manifiesto del Partido Comunista el "poder político" es definido, con una fórmula que ha venido a ser ya clásica, como "el poder organizado de una clase para la opresión de otra". Aunque sin descuidar las formas de poder político en otros tipos de sociedades, distintas de la burguesa, Marx concentró su atención y reunió la gran mayoría de sus reflexiones sobre el Estado burgués. Cuando él habla del Estado como del "dominio", o como del "despotismo” de clase, o como de la "dictadura" de una clase sobre la otra, el objeto histórico es casi siempre el Estado burgués.

Marx afirma en la Ideología alemana que el Estado "no es otra cosa que la forma de organización que los burgueses se dan por necesidad, tanto hacia el exterior como hacia el interior, a fin de garantizar recíprocamente su propiedad y sus intereses". "El Estado es la forma en que los individuos de una clase dominante hacen valer sus intereses comunes y en que se sintetiza toda la sociedad civil de una época"

Que en ciertos períodos de crisis, en que el conflicto de clase se vuelve más agudo, la clase dominante ceda o sea constreñida a ceder su propio poder político directo, que ejercita a través del parlamento (el cual no es otra cosa que un "comité de asuntos" de la burguesía), a un personaje que aparece por encima de las partes, como sucedió en Francia luego del golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851 que dio el supremo poder a Luis Napoleón, no significa en efecto que el Estado cambie su naturaleza; lo que acontece en este caso (el así llamado "bonapartismo"; que Engels extenderá, haciendo de éI una categoría histórica, al régimen instaurado por Bismarck en Alemania), es pura y simplemente el paso de las prerrogativas soberanas dentro del mismo Estado burgués, del poder Legislativo al poder Ejecutivo, representado por el regidor de la administración pública, en otras palabras, deI parlamento a la burocracia que, por lo demás, existe antes del parlamento, pues se formó durante la monarquía absoluta y constituye un "espantoso cuerpo parasitado que enrolla como en una envoltura el cuerpo de la sociedad francesa y obstruye todos los poros".

20EL ESTADO DE TRANSICION De la muchas veces afirmada dependencia del Estado de la sociedad civil deI poder político de la clase dominante, Marx da una confïrmación precisa ahí donde plantea el problema deI paso del Estado en el cual la clase dominante es la burguesía al Estado en el cual la clase dominante será el proletariado.

"el próximo intento de la Revolución francesa no consistirá en transferir de una mano a otra la máquina militar y burocrática, como ha sucedido hasta ahora, sino era destrozarla, y que ésa es la condìción preliminar de toda revolución popular en el continente"

Si el Estado fuese sólo un aparato neutral por encima de las partes, la conquista de este aparato, o hasta la sola penetración en él, serían por sí mismas suficientes para modificar la situación existente. El Estado es, sí, una máquina, pero no es una máquina que cada uno pueda manejar a su antojo: cada clase dominante debe formar la máquina estatal según las propias exigencias. Sobre los caracteres deI nuevo Estado Marx da algunas indicaciones tomadas justamente de la experiencia de la Comuna (de las cuales sacará inspiración Lenin para el ensayo Estado y revolución y los escritos y discursos de los primeros meses de la Revolución): supresión del ejército permanente y de Ia policía asalariada, y su sustitución por el pueblo armado; funcionarios o de elección o bajo el control popular y por lo tanto responsables y revocables; jueces elegibles y revocables; sobre todo sufragio universal para Ia elección de los delegados con mandato imperativo y por lo tanto revocables; abolición de la tan mentada pero ficticia separación de los poderes. ("La Co-muna debía ser, no un organismo parlamentario, sino de trabajo, ejecutivo y legislativo al misrno tiempo"); y finalmente amplia descentralización capaz de reducir a pocas y esenciales las funciones del gobierno central. ("Las pocas pero importantes funciones que hubieran quedado todavia para un gobierno central [. . .] habrían sido cumplidas por funcionarios comunales, y por lo tanto estrictamente responsables."). Marx Ilamó a esta nueva forma de Estado "gobierno de la clase obrera".

LA EXTINCION DEL ESTADO Como aparece por la carta a Weydemeyer, el tema de la dictadura del proletariado está estrechamente ligado al de la extinción del Estado. Todas los estados que han existido son siempre estados dictadura de una clase. A esta regla no hace excepción el Estado en el cual la clase dominante llega a ser el proletariado; pero, a diferencia de las dictaduras de las otras clases, que han sido siempre dictaduras de una minoria de opresores sobre una mayoría de oprimidos, la dictadura del proletariado, en cuanto dictadura de la enorme mayoría de los oprimidos sobre una minoria de opresores, destinada a desaparecer, es todavía, en verdad, una forma de Estado, pero tal que, por tener como objetivo la eliminación del antagonismo de clase, tiende a la gradual extinción de ese instrumento de dominio de clase que es precisamente el Estado. La primera alusión a la desaparición del Estado se encuentra en la última página de la Miseria de la filosofía: "La clase trabajadora sustituirá, en el curso de su desarrollo, a la antigua sociedad civil, una asociación que excluirá las clases y su antagonismo, y no habrá más poder político propiamente dicho'” . contra los anarquistas Marx sostiene que el estado no debe ser destruído, lo que debe ser destruído es el estado burgués.

Nietzche Así habló Zaratustra Del nuevo ídolo

En otras partes hay todavía pueblos y rebaños, pero ya no en nuestro medio, hermanos; aquí hay Estados.¿Quién es el Estado? ¡Atención!, que voy a hablaros de la muerte de los pueblos. "Llámase Estado al más frío de todos los monstruos fríos. Y miente fríamente, siendo su mentira ésta: "Yo, el estado, soy el pueblo". ¡Mentira! Hombres creadores crearon los pueblos y suspendieron sobre ellos una fe y un amor; así sirvieron a la vida.Hombres destructivos arman armas para atrapar multitudes y las llaman Estado: suspenden sobre ellas una espada y cien apetitos.Donde quiera que haya todavía pueblos, no entienden el estado y lo odian teniéndolo por mal de ojo y un atentado contra las normas y costumbres.Tomad nota de este dato: cada pueblo habla su propio lenguaje del bien y del mal, que el vecino no entiende; se ha inventado su propio lenguaje en las normas y costumbres.Pero el estado miente en todos los lenguajes del bien y del mal; cuanto dice es mentira, y cuanto tiene, a título ilegítimo lo tiene.Todo en él es postizo; con dientes robados muerde el mordaz. Hasta sus entrañas son postizas.Torre de Babel del bien y del mal, tomad nota de este dato como signo del estado. ¡Sugiere este signo la voluntad de morir! ¡Hace señas este signo a los predicadores de la muerte!.Nacen demasiados hombres. ¡Para los superfluos ha sido inventado el estado!.¡Mirad como atrae al montón de los superfluos! ¡Como los traga y machaca!. Ruge el monstruo: "Nada más grande que yo existe sobre la tierra; soy el dedo ordenador de Dios". ¡Y no sólo los que tienen las orejas largas y la vista corta doblan las rodillas!.La lucha os ha cansado, y ahora aún vuestro cansancio sirve al nuevo ídolo. Ansía el nuevo ídolo rodearse de héroes y hombres honrados. ¡Le gusta al frío monstruo entrar en calor al sol de las consciencias limpias!.Está dispuesto a darnos todo con tal que le rindáis culto; así, compra el brillo de nuestra virtud y el gallardo mirar de vuestros ojos.¡Pretende valerse de vosotros para atraer el montón de superfluos!. ¡Ay, ha ideado una treta diabólica, un caballo de Troya de la muerte, magníficamente enjaezado con honores de púrpura!.¡ Ah, se ha inventado una matanza que se enlaza como vida, gratísima a todos los predicadores de la muerte!.Yo le llamo estado a donde se envenenan todos los buenos y malos, donde se pierden todos, los buenos y los malos; donde el suicido lento de todos se llama la vida.¡ Mirad a esos superfluos! Constantemente están enfermos; se les derrama la bilis y le llaman a eso "diario". Se devoran unos a otros y ya no pueden dirigirse. ¡Mirad a esos superfluos! Se hacen ricos, y sin embargo empobrecen.Codician poder y, antes que nada, la palanqueta del poder: mucho dinero, ¡pobres de ellos!.¡Mirad como trepan esos ágiles monos! Trepan atropellándose unos a otros y se hunden así en el fango y las profundidades.Precipitándose todos hacia el trono; tal es su locura, Locos y frenéticos y monos trepadores se me antojan todos ellos. Su ídolo, el frío monstruo, despide mal olor; esos idólatras todos despiden mal olor.¿Pensáis acaso asfixiaros, hermanos, en el vaho de sus bocas y apetitos?. Más vale que rompáis los vidrios y saltéis por las ventanas. Todavía está abierta a las almas grandes una vida libre.Quien poco posee corre poco peligro de ser un poseso.¡Loada sea la humilde pobreza!.Donde termine el estado, empieza el hombre que no es superfluo, la canción de los necesario, la melodía única e insustituible .Donde termina el estado, ¡mirad, hermanos! ¿no veis el arcoiris y los puentes del superhombre?."Así habló Zaratustra.

Lunes 21

Enero 2008

EE.UU. Y EUROPA APELAN A MECANISMOS QUE ANTES CRITICABAN

Un salvataje para los grandes bancos

Por:  Daniel Muchnik

El primer ministro británico Gordon Brown aseguró que su Gobierno plantea seriamente la posibilidad de nacionalizar Northern Rock, el banco inglés que se hizo famoso, a fines de 2007, por la larga fila de depositantes queriendo retirar sus depósitos, una tensa imagen que recordaba los graves momentos vividos en la Argentina hace no demasiado tiempo.

Brown reconoció que, aunque varias empresas privadas expresaron su interés por el banco, la nacionalización sería necesaria para preservar la estabilidad de la economía británica. El Northern Rock no pudo recomponer sus activos y está fuertemente endeudado con sus depositantes y con el Banco de Inglaterra que salió presuroso en su auxilio.

Estas declaraciones se dan en un momento en que los bancos centrales de Europa y Estados Unidos están inyectando fuertes sumas de dinero (cientos de miles de millones) para mantener la liquidez del sistema financiero, a sabiendas incluso de que muchas instituciones nunca podrán devolver esos redescuentos o préstamos o salvavidas o socorros sofocantes.

El dinero de los depositantes -que no es de los banqueros, por supuesto- y de los contribuyentes -que no es el de los Gobiernos- se está destinando al salvataje de grupos privados que lucraron con las tasas de interés y la hipotecas. Ahora, al revelarse los préstamos irresponsables que otorgaron, reclaman la "ayuda" de los Bancos Centrales y de los Estados. El pedido de ayuda urgente es atronador e insistente.

¿Y la economía de mercado? ¿En qué quedó? ¿Y las diatribas contra el intervencionismo estatal, que ahoga la iniciativa privada? ¿Adónde se refugió la famosa "mano invisible" que oficiaría de elemento equilibrador de las fuerzas económicas y sociales?.

Fue la "libertad del mercado", la "apertura irrestricta de la economía", el desguace del Estado por su mentada "ineficiencia", la "privatización de los activos del Estado" la ola ortodoxa y avasalladora que llegó del Norte del planeta y que se constituyó como paradigma en las naciones periféricas. Los gobiernos en la Argentina, a partir del golpe militar de 1976 se aferraron a esa ideología y la aplicaron a rajatabla en los noventa dando vuelta como una media la estructura productiva, creando masas de desocupados y empresas quebradas.

Hoy no se conocen ni editoriales ni declaraciones de los partidarios de las economías desreguladas en contra del intervencionismo estatal que recorre Estados Unidos y Europa. Aunque los detalles serán seguramente tema de debate en el Congreso en Washington, el desprestigiado y vapuleado presidente George Bush anunció a fin de la semana pasada una reducción impositiva de 145.000 millones de dólares para estimular la economía de su país, seriamente golpeada por la crisis hipotecaria, los bancos exhaustos, la acumulación de las deudas de los ciudadanos y los voluminosos déficit estatales.

Como siempre, el Republicano Bush se preocupó de las empresas en un paquete de medidas que incluye reducciones impositivas, también respaldado por algunos dirigentes del Partido Demócrata. Ofrece, del mismo modo, exenciones fiscales a los particulares.

Es importante, pese a todo, su olvido de impulsar imprescindibles programas sociales para los que nada o poco tienen o para los desocupados o para frenar la inflación, ya en las alturas. Hay millones de desamparados sin destino y vastos sectores de clase media paralizados por el miedo.

Al momento de la verdad, de correr las cortinas del escenario donde el sistema aparece seriamente herido, la intervención estatal es reclamada.

Lunes 28

Enero 2008

LA CAPACITACION DE LA BUROCRACIA, UN EJE CENTRAL PARA INCREMENTAR LA EFICIENCIA

Redefinir el modelo de Estado para el país, un tema que vuelve a debatirse

La crisis que atravesó el país y la de la economía mundial demuestran el peso del rol estatal.

Por:  Daniel Muchnik

Aunque el tema provoca cierto escozor en algunos ámbitos, la vuelta al Estado, a su reconstrucción, a la redefinición de las políticas públicas, está en el centro de la escena. Se escuchan propuestas al respecto, teniendo en cuenta que en momentos de crisis como los que vivió el país y por los que transita la economía mundial se ha reclamado a voz en cuello la presencia del Estado. Está claro que sin la intervención de la Reserva Federal, gran parte del sistema financiero norteamericano merodearía la bancarrota. El "libre albedrío" no ofreció ningún socorro frente a las desventuras de los negocios y la especulación.

Es el Estado nacional el que piloteó a la Argentina en los vaivenes del colapso del 2001 y las instancias posteriores. Se habla ahora con insistencia de la recreación de un Banco de Desarrollo que aliente proyectos industriales. Eso no es todo. Se trata de volver a montar una arquitectura de participación estatal después de décadas de desprestigio de su papel a cargo del Gobierno Militar desde 1976 y luego en los años noventa, con el menemato.

Pero, ¿qué Estado es el más eficiente para la Argentina? ¿Cuál debe ser su estructura, su perfil más adecuado? ¿Es el de finales de los 50 o de los 60, donde se lo propuso, perfeccionado, para pilotear los desafíos del desarrollo que se esfumó por otras opciones políticas en los años que siguieron? ¿Es el que llevó adelante el Japón en su reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, donde el Estado suministró los nuevos capitales que hicieron posible el boom industrial, asentado en una burocracia especializada? ¿El de Corea, donde el Estado mantuvo un papel decisivo en la estrategia industrial, en las inversiones de riesgo y en el fomento activo de las exportaciones? ¿O acaso sea posible un tipo de Estado como el de Brasil, donde el funcionariado se consigue más por conexiones personales que por idoneidad, pero donde se crearon "círculos de eficiencia", como lo fue la conducción del Banco de Desarrollo (BNDS)?

La Casa Rosada no estaría ausente en la búsqueda. En un trabajo editado por iniciativa de la Jefatura de Gabinete, incluyéndolo en el "Proyecto de Modernización del Estado" y con la intención de retomar un debate ausente, se reprodujeron los más relevantes estudios de especialistas de los últimos veinticinco años. Aparecen reflexiones acerca de una reforma imprescindible del Estado, de su lógica particular y de los mecanismos de control.

El tema comprende varios problemas a sortear. Uno es la delimitación del tamaño del Estado deseado. El segundo, la redefinición del papel "regulador" del Estado. Otro es una traducción no literal del término anglosajón "governance", que tiene que ver con la capacidad financiera y administrativa de llevar adelante las decisiones políticas. El cuarto factor se refiere a la capacidad o no que posee el Gobierno de garantizar la legitimidad y de intermediar en la lucha de intereses.

En la actualidad son varios los que advierten acerca de un "vacío institucional" en la Argentina, porque no se visualiza un moderno aparato estatal. El ciudadano paga ineficiencias con largas colas, respuestas vagas y malos tratos. En ese caso el Estado agobia en vez de colaborar.

Al que reclama se lo abruma con normas y leyes de alta complejidad, muchas de ellas contradictorias e impracticables. Pocas son las áreas que pidan profesionales formados en los mejores institutos universitarios, en donde se califica y se valora el mérito. Es decisivo sostener, frente a ello, que la eficiencia del servicio estatal, con pocas excepciones, es indispensable cualquiera sea el modelo de Estado que se elija.

El diseño de un país distinto, más apto y productivo sólo podrá ser con un servicio civil de excelente formación en la difícil tarea de mover cotidianamente al Estado. Y al mismo tiempo otorgar poder y relevancia a los Organismos de Control (Auditorías, Tribunales de Cuenta, Defensorías del Pueblo, Sindicatura). Otros países tienen Centros de Formación especializados. Es importante crearlos y respaldarlos en todo el país.

El Estado moderno. Breve recorrido por su desarrollo teórico

Por Marcelo Garabedian

Introducción

Norbert Lechner realiza un aporte interesante sobre la concepción moderna de la política:

“[...] la política moderna, a partir de Maquiavelo, descansa en el cálculo de las posibilidades. El análisis político se centra en el cálculo de la necesidad. Lo posible es lo factible técnicamente [...]”

Definición del concepto de Estado

El politólogo argentino Guillermo O’Donnell (n. 1933) define al Estado de la siguiente manera:

“Entiendo por Estado el componente específicamente político de la dominación en una sociedad territorialmente delimitada. Por dominación (o poder) entiendo la capacidad, actual y potencial, de imponer regularmente la voluntad sobre otros, incluso pero no necesariamente contra su resistencia. Lo político en sentido propio o específico lo entiendo, entonces, como una parte analítica del fenómeno más general de la dominación, aquella que se halla respaldada por la marcada supremacía en el control de los medios de coerción física en un territorio excluyentemente delimitado.”

Por su parte Oscar Oszlak, politólogo argentino, concibe al Estado de la siguiente manera:

“[…] una relación social, como la instancia política que articula un sistema de dominación social. Su manifestación material es un conjunto interdependiente de instituciones que conforman el aparato en el que se condensa el poder y los recursos de la dominación política.”

Los atributos del estado, en la visión del autor, son:

1- Reconocimiento de la soberanía estatal por parte de los otros estados (externalizar su poder).

2- Capacidad cierta de ejercer el monopolio de los medios legítimos de coerción.

3- Desarrollo de un sistema de administración burocrática profesional y autónoma, de la sociedad civil, especializado en las tareas de extracción de recursos y asignación eficiente de los mismos, compuestos por funcionarios aptos e idóneos.

4- Capacidad y decisión de generar en los habitantes un sentimiento de “pertenencia” y de crear los lazos de solidaridad para responder sólo a ese Estado.

El Estado está conformado por una serie de componentes constitutivos. Éstos conforman la médula del aparato del Estado. Estos son: Soberanía, territorio, población, un aparato administrativo de naturaleza burocrática y un gobierno.

Para Portantiero sociedad civil: “es el cuadro de clivajes sociales que pueden dar lugar a un primer nivel asociativo a partir de la solidaridad de intereses”

La sociedad civil incluye a todos los actores económicos y sociales, desde los medios de comunicación hasta la Iglesia. Instituciones privadas y civiles conforman el grueso de su composición. De todas maneras, también las instituciones del Estado (burocracia civil, fuerzas armadas y de seguridad) se ubican en la sociedad civil. Esto ocurre fundamentalmente porque ambas dimensiones, “Estado y sociedad civil”, se relacionan y se moldean mutuamente.

La noción de sistema político presenta aquí una visión más globalizadora.

Vemos en el cuadro que este concepto abarca la suma del Estado y sus instituciones con la sociedad civil y todas las fuerzas vivas que la componen. Así cuando hablamos de sistema político no hablamos sólo del Estado, sino de éste en relación con las demás instituciones sociales. También abarca a la totalidad de prácticas y procesos políticos que se llevan adelante por parte de los actores implicados en la toma de decisiones. La definición de sistema político provista por Portantiero, en el citado libro La producción de un orden, aporta claridad conceptual para nuestro estudio:

“Conjunto de instituciones y procesos políticos, gubernamentales y no gubernamentales, desempeñados por actores sociales constituidos como tales y dotados de una cierta capacidad de poder. Su carácter de sistema deriva de la interdependencia relativa de sus elementos y de la existencia de zonas de frontera que limitan al sistema en relación con otros. Todo sistema político incluye interacciones entre gobernantes y gobernados en el interior de una cultura política determinada, lo cual difiere de sociedad en sociedad”. (Portantiero, J. C., ob. cit.)

concepto de régimen político. Componentes que conforman el régimen político: los partidos políticos, las leyes electorales, los sistemas de contabilización de votos, las normas que regulan la cantidad de representantes, la conformación de colegios electorales y también la forma de gobierno entre otros elementos.

Las formas de gobierno se orientan a distinguir cuál es la mejor organización política institucional para cada país. Las formas de gobierno obedecen a la conveniencia política e histórica de cada organización social. Entre las formas de gobierno más conocidas citaremos la que posee actualmente la Argentina: el presidencialismo. Otra forma de gobierno es el parlamentarismo, muy extendido en los países de Europa.

Bidart Campos, ofrece una explicación para este tema:

“Si el Estado es un ente político organizado en forma de régimen político, y si entre los elementos del Estado (territorio, población, instituciones, soberanía y gobierno) hay uno, el gobierno, que importa una estructura de órganos que ejercen las funciones del poder, las formas de Estado serán las formas de organización del Estado mismo, mientras las formas de gobierno serán únicamente las formas de organización del elemento gobierno”. (Bidart Campos, G., ob. cit., “El fin del Estado”)

Weber entiende la política como enfrentamientos entre los diferentes sectores sociales, políticos y económicos por obtener el poder. Las relaciones entre las personas son, en definitiva, relaciones de fuerza, de una persona sobre la otra y de una clase social sobre la otra. Estas luchas se dirimen a través de la movilización de diferentes recursos y en última instancia, a través de la fuerza.

“Una asociación de tipo institucional, que en el interior de un territorio ha tratado con éxito de monoplizar la coacción física legítima como instrumento de dominio, y reúne a dicho objeto los medios materiales de explotación en manos de sus directores pero habiendo expropiado para ello a todos los funcionarios de clase autónoma, que anteriormente dependían de aquellos por derecho propio, y colocándose a sí mismo, en el lugar de ellos, en la cima suprema”. (Weber, M., Economía y Sociedad, México, Fondo de Cultura Económica, varias ediciones)

El análisis sobre el Estado moderno como organización política institucional cuyo objetivo final es el mantenimiento de la dominación, es sólo una parte del trabajo de Weber. La otra gran cuestión de su obra, es cómo lograr que esta dominación sobre un territorio dado, sea duradera e incuestionable por parte de los diferentes actores del sistema. Al respecto, el filósofo político italiano Norberto Bobbio (1909–2004) nos introduce en la cuestión.

“El monopolio de la fuerza, como se ha dicho, es condición necesaria pero no suficiente de la existencia de un grupo político que pueda definirse como estado. En todos los contextos Weber añade que esta fuerza debe ser legítima. El problema que surge de inmediato es que sólo un poder legítimo está llamado a perdurar, y sólo un poder duradero y constante puede constituir un Estado […] No basta que el poder soberano sea absoluto, también debe ser perpetuo.” (Bobbio, N., Estudios de Historia de la Filosofía. De Hobbes a Gramsci, Buenos Aires, Ed. Debate, 1985; “Espacio y poder en Max Weber”)

b. Karl Marx

el Estado es un instrumento al servicio de la burguesía para la explotación de la clase trabajadora. En este sentido, es un Estado clasista.

“La burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva de Poder político del Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la burguesía”

Gramsci: “la hegemonía es dirección política y dirección cultural”

f. La concepción fascista del Estado

El fascismo fue un movimiento político surgido en las primeras décadas del siglo XX, desarrollándose plenamente en Italia. Su líder más representativo fue Benito Mussolini (1883 – 1945), fundador del Partido Fascista en 1919.

Este movimiento surge y se desarrolla en un contexto político y económico particular. Debemos considerar la expansión del sistema capitalista industrial y su correlato manifestado por el crecimiento del movimiento obrero y la sociedad de masas. El fascismo es una ideología que se opone con igual fuerza tanto a la democracia liberal, que se ahonda después de la catástrofe de la Primera Guerra Mundial y la crisis económica de 1930, como al socialismo y al comunismo. En este sentido el fascismo se muestra como una faceta autoritaria del Estado capitalista, buscando sus fuentes de legitimidad en una política expansionista y recurriendo al peso de las tradiciones, reales o ficticias, con un pasado glorioso al que se lo pueda reivindicar.

El período caracterizado como de “entreguerras” marcó fundamentalmente en Europa un creciente apego a formas de organización política que se alejaban paulatinamente de la democracia liberal y de la división de poderes. España, por ejemplo, adoptó durante la década de 1920 un gobierno dictatorial encabezado por Miguel Primo de Rivera (1870 – 1930) y tras el interregno de la República

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Española y la terrible guerra civil que se desarrolló durante la década de 1930, sobrevino la dictadura de Francisco Franco (1892 – 1975) durante 40 años. Otro caso más resonante fue el surgimiento del nazismo en Alemania, movimiento que fue también contemporáneo al fascismo. Si bien la tendencia es a homologar a estos dos movimientos, debemos tener en cuenta que a pesar de algunas semejanzas conceptuales, el nazismo se caracterizó por ser un régimen totalitario que basaba su legitimidad en las teorías de superioridad racial y biológica, fue profundamente xenófobo e implementó una política sistemática de exterminio unidas a una política de eugenesia (actividades experimentales para el mejoramiento de la raza humana) sin precedentes.

Para acercarnos mejor al concepto de fascismo recurriremos a la definición de Edda Saccomani:

“Se entiende por fascismo un sistema de dominación autoritario caracterizado por un monopolio de la representación política por parte de un partido único y de masas organizado jerárquicamente, una ideología fundamentada en el culto al jefe, una exaltación de la colectividad nacional y en el desprecio de los valores del individualismo liberal y también una confrontación ante el socialismo y el comunismo” (Saccomani, E., “Fascismo”, en Bobbio, N.; N. Matteucci y G. Pasquino, -eds.-, ob. cit., pág. 616)

Sobre la idea de la reivindicación de la “comunidad nacional” y la pertenencia a un grupo con una identificación común inaccesible a “los otros”, el fascismo realizó una exaltación del Estado como fin último. A su vez proponía una organización corporativa en el marco de una integración de las diferentes clases sociales. Las palabras escritas por Mussolini en el libro El Espíritu de la Revolución Fascista nos servirán para ilustrar mejor esta postura: “¿qué es el Estado? En los postulados programáticos del Fascismo queda definido como la encarnación jurídica de la Nación”.

g. Charles Maurras (1868–1952)

Siguiendo con la tradición teórica opuesta a la teoría democrática y republicana, nos toca ahora abordar el pensamiento de un intelectual controvertido. Maurras encarnó, sin duda alguna, el pensar y el sentir de un arco muy grande de la sociedad mundial de su tiempo. Destacando y reivindicando posiciones extremas, relacionadas con la violencia política, el exterminio y el terror, su pensamiento nos será de utilidad para analizar aquellas posiciones ideológicas y políticas que critican un orden social y estatal basado en la tolerancia política y religiosa, la diversidad y en la libertad de expresión.

Defensor de la tradición monárquica y de las libertades pactadas, ataca la tradición liberal democrática por considerarla causante de los desórdenes sociales y de la laxitud de la norma. El liberalismo, en la visión del autor, generará “pobreza de espíritu” entre los habitantes por estar éstos “desviados” de la “forma ideal” que poseen las sociedades. He aquí un pasaje de su libro, El orden y el desorden, que deja clara su postura sobre el orden social:

“La desigualdad es un hecho, queremos que se lo reconozca como hecho vital, como hecho fuera del cual no existe vida posible. La desigualdad o la muerte, hemos dicho. Lo repetimos. No es esto todo. Queremos que este país renuncie a la obsesión, a la idea fija, judeoprotestante, suiza, de la igualdad considerada como bien absoluto”. (Maurras, Ch., El orden y el desorden,Buenos Aires, Huemul, 1964, pág. 31)

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Para Maurras, el orden político debe estar sujeto a un interés que trasciende incluso a las mismas personas que es el “interés nacional” como colectivo general. Allí todos los habitantes encontrarán las máximas de su acción basados en los principios de la “patria” y de la “tradición”. Como afirma en uno de los pasajes de su libro:

“La sana política se subordina al interés de la comunidad política real más extendida y más resistente: ayer la cristiandad; hoy la nación.” (Maurras, Ch., ob. cit., pág. 19)

En Maurras, es el Estado quien debe encarnar este orden político jerarquizado y a su vez “encuadrar” a la población dentro de dicho orden. Es la función del Estado, a través de un líder fuerte, fijar el rumbo de la nación. A lo largo de la obra de este autor, puede observarse que el Estado debe impedir la integración dentro de su territorio con “el diferente”, en materia de raza, de política o de religión, y a su vez, en materia internacional, se debe privilegiar el interés de la nación.

La defensa de la nacionalidad y el ataque a la modernidad son, en Maurras, una constante. Además de proponer un orden basado en la tradición monárquica y en los valores católicos, propone paralelamente la no integración y el restablecimiento de la autoridad nacional como estrategia frente a la disgregación que promueven la modernidad y la democracia de los iguales. En este sentido, la Revolución Francesa como icono de la igualdad, la libertad y la fraternidad es para el autor, el gran causante de la decadencia de Francia. Al respecto afirma:

“El régimen democrático es el que exige más virtud y el que promueve más tentaciones. Esto se vio en 1792 – 99 y se volverá a ver tan frecuentemente como gocemos, bajo el nombre de la soberanía nacional, el régimen de Anonimato, la Irresponsabilidad, las Elecciones, el Dinero y el Extranjero”. (Maurras, Ch., ob. cit., pág. 73)

En la concepción política de Maurras, el Estado debe ser un Estado mínimo y guiado por la autoridad monárquica, organizado además en base a corporaciones, religiosas, militares y profesionales. Ésta organización institucional, alejada de las organización republicana y democrática, es la más adecuada en su visión del orden. Esta visión no concibe la organización social y la generación de un poder “ascendente” basado en la deliberación democrática, sino que por el contrario, el ideal de autoridad debe estar refrendado en un poder “descendente”, aquel que proviene de las diferencias derivadas de la desigualdad en el acceso a los recursos. Para obtener una aproximación más cabal a su línea de pensamiento, reproducimos el siguiente párrafo:

“El único Estado francés asistido de sentido común comportará la existencia de un rey poderoso en su centro y organizaciones autónomas en la periferia. En efecto, nuestro Estado deberá ser fortificado y limitado, y tan limitado como fortificado. Hay que sacrificar al genio de la autoridad la ridícula palabrería del Parlamento central: por el contrario, se debe favorecer, ayudar, emancipar y reorganizar todos los cuerpos, compañías y comunidades susceptibles de expresarse a través de asambleas locales profesionales o religiosas, de la CGT a la Iglesia, de los estados de Provenza a los de Normandía, Bretaña y Flandes. Esto se adecua a todas las comunidades del público” (Maurras, Ch., ob. cit., pág. 38)

Y a continuación afirma:

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“el apego a los principios de la Revolución (francesa) es la garantía más fuerte de nuestra desintegración, pero dicha desintegración individualista representa, a su vez, la mejor prenda de la dominación del extranjero sobre nuestros hijos y nietos”. (Maurras, Ch., ob. cit., pág. 63)

V. Tipos de Estado

a. Estado absolutista

Podemos ubicar este tipo de Estado en Europa entre el siglo XVI y finales del siglo XVIII. El término de absolutismo, acuñado durante el siglo XIX por el liberalismo, está en estrecha relación con el concepto de poder. Efectivamente se denomina “absolutismo” por cuando la utilización y concepción que los monarcas hacían del poder era absoluto. Pero, el Estado absolutista no es necesariamente sinónimo de tiranía o despotismo. La existencia de límites y regulaciones está mediando entre estas concepciones de Estado.

Como afirma Pierángelo Schiera refiriéndose al absolutismo “se trata entonces de un régimen político constitucional (en el sentido de que su funcionamiento está, de cualquier manera, sometido a limitaciones y normas preestablecidas), no arbitrario (en cuanto que la voluntad del monarca no es ilimitada) y sobre todo de tipo secular, profano.” (Schiera, Pierángelo, “Absolutismo”, en Bobbio, N.; N. Matteucci y G. Pasquino eds.-, ob. cit., págs. 1 a 8).

El Estado absolutista es la consolidación del poder bajo la tutela del monarca en relación con los “reinos” que proliferaban en Europa durante los siglos precedentes. Podría afirmarse que con los estados absolutistas a partir del siglo XVI, comienzan a delinearse los contornos del Estado moderno.

Las características que guardan estos estados fueron evaluadas favorablemente por Nicolás Maquiavelo en su célebre tratado El Príncipe, cuando hace mención a la unificación que durante el siglo XVI estaban llevando adelante los reinos de Castilla y Aragón.

Las características que poseía el Estado absolutista fueron la concentración del poder con respecto a los reinos menores y su consecuente delimitación geográfica. Esto se evidencia a través de la posibilidad manifiesta de imponer sus decisiones sobre los otros dentro de su territorio.

Además de estas características, consideradas fundamentales, vale recordar el hecho del carácter profano de estos reinos, separando la órbita de lo religioso y de lo político. Es con los estados absolutistas que las cuestiones de gobierno y administración comienzan a realizarse en términos de racionalidad y eficiencia.

El desarrollo de este tipo de organización política va a la par del cambio paulatino pero irreversible de las estructuras sociales y económicas; a partir del siglo XIII en adelante, podemos encontrar un creciente desarrollo del comercio y de las industrias.

Por otra parte, en el siglo XVI comienzan las grandes empresas colonizadoras de los reinos de España y de Portugal en América, y también en otros continentes como África y Asia. Estas políticas expansionistas fueron llevadas adelante por estados absolutistas. La teoría económica que está íntimamente ligada a esta concepción de organización política es el mercantilismo, teoría que afirmaba que la riqueza de una “nación” estaba unida a la acumulación de riquezas, fundamentalmente oro y plata. Esta teoría opera

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sobre la base de un territorio delimitado y en base a una decisión política unívoca, es decir, un Estado soberano.

Las luchas religiosas del siglo XVI y XVII -fundamentalmente el movimiento protestante- jugaron también un papel fundamental en la constitución de un cierto tipo de concepción ideológica. Estos movimientos ayudaron a la constitución de los estados absolutistas sobre bases racionales y profanas.

Algunas obras que desarrollaron las bases teóricas del Estado absolutista fueron El Príncipe de Nicolás Maquivelo (1469 - 1527), Leviatán de Thomas Hobbes (1588 - 1679) y Los seis libros del Estado de Jean Bodin (1530 - 1596).

b. Estado liberal

El liberalismo como corpus ideológico reconoce algunas influencias de gran trascendencia. El primero que destacaremos en este trabajo será John Locke (1632 - 1704), quien escribió el Segundo tratado sobre el gobierno civil, aparecido en el año 1690. La otra gran influencia fue Adam Smith (1723 - 1790), quien con su libro Investigación acerca de la Naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, aparecido en 1776, se constituyó en el fundamento teórico del libremercado.

El liberalismo surge en Europa, particularmente en Inglaterra. Podemos ubicarlo a partir de mediados del siglo XVII y cobra pleno desarrollo teórico en el siglo XVIII. Los hechos históricos más importantes con los que se relaciona al liberalismo en sus inicios fueron los sucedidos con la “Gloriosa Revolución” de 1688. A partir de allí se abandona los postulados del Estado absolutista y se comienza con los lineamientos de una monarquía constitucional.

Existen un número de postulados básicos que caracterizan al liberalismo como forma de vida y de organización económica, política y social. Algunos de estos son:

Defensa y reivindicación del individuo en contraposición a una sociedad por estamental y corporativa, característica de la Edad Media.

Defensa de la libertad, en todos sus ámbitos (económico, político, religioso, cultural, etc.)

Defensa de la propiedad privada, como fundamento del desarrollo económico y político.

División de poderes, garantizando de esta manera una distribución del poder y evitando los poderes absolutos.

Importancia de la ley y del constitucionalismo como medio para evitar la arbitrariedad del poder. La ley no es un producto de la divinidad (trascendental), sino que es el producto del debate y del consenso entre los hombres.

Fundamentación del corpus ideológico en la racionalidad del individuo y en el creciente proceso de secularización social.

La idea fuerza de la construcción política a través de un “contrato” realizado de manera voluntaria (pacto de asociación).

La economía debe seguir un “orden natural” (espontáneo) sin mayor intervención de los hombres para alcanzar ciertos niveles de opulencia y bienestar. Mientras menores sean los controles, mejor funcionará el “mercado”.

La ambición por lograr una transformación social de la sociedad.

Todas estas características se materializaron en un determinado orden político y social: el Estado liberal. El liberalismo entiende al Estado como un “Estado mínimo”, es decir, aquel que está destinado a cumplimentar aquellas

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funciones básicas para el funcionamiento social, garantizando los niveles adecuados de paz, seguridad y armonía, administrar justicia y defensa de los límites geográficos del Estado. A partir de esta concepción, propia de comienzos del siglo XIX, entendemos que este Estado deja en manos del mercado y de la sociedad civil las tareas destinadas a la generación y, por sobre todo, a la distribución de la riqueza. Para el liberalismo, es el mercado, la instancia que asigna eficientemente los recursos entre las personas. Esta concepción es fundamentalmente optimista, pues entiende que dejando actuar “libremente” al mercado, todas las partes saldrán beneficiadas por el intercambio económico.

Nicola Matteucci afirma que el “liberalismo es hijo del Estado moderno o, más ampliamente, nace como consecuencia o como respuesta a la nueva forma de organización del poder que se instaura en Europa a partir del siglo XVI” (Matteucci, N., “Estado Liberal”, en Bobbio, N.; N. Matteucci y G. Pasquino eds.-, ob. cit., págs. 563 a 570). Paralelamente al liberalismo y al Estado moderno, debemos mencionar al protagonista principal de este período histórico, la burguesía. Este sector social dinámico, se va configurando a lo largo de un proceso histórico que podemos ubicar entre los siglos XVI y XVIII, y tuvo la característica de ser un sector dinámico pero por sobre todo de gran movilidad. Fruto del aumento del comercio y de la producción, proceso que experimenta Europa dado el creciente comercio internacional que afecta a varias naciones, este sector fue ganando cada vez más influencia social y política, llegando a los albores del siglo XIX como la gran fuerza política dominante.

Tanto el Estado moderno como forma de organización política, como el liberalismo como corpus ideológico, se extendieron a lo largo de todos los continentes hacia mediados del siglo XIX. El creciente comercio internacional y la mayor conexión entre los continentes, entre Europa (el centro) y los demás continentes (la periferia), estimuló la adopción de estas ideas y formas de organización. Durante la segunda mitad del siglo XIX y el comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914–1918), el mundo conoció niveles de producción y de comercio mundial sin precedentes.

La complejización de las relaciones sociales, políticas y económicas trajo aparejado que el Estado mínimo característico del liberalismo del siglo XIX resultara insuficiente. En efecto, la emergencia del capitalismo industrial sumada a la sociedad de masas llevó, a principios del siglo XX, a replantear algunos de los postulados más importantes de esta organización estatal y de sus funciones. Así es que muchos de los estados liberales, comenzaron a brindar otros servicios y funciones, salud, educación, intervención en los conflictos capital – trabajo, etc. De todas maneras, estas funciones no quitaron del centro de la escena, los grandes postulados que perseguían estos estados; a saber, la defensa de la propiedad privada y la libertad de empresa.

c. Estado de bienestar

Esta forma particular de Estado encontró un desarrollo sistemático en Europa Occidental con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Si bien podemos encontrar algunas acciones de política social en la Alemania de Bismark hacia finales del siglo XIX, y también como consecuencia de la crisis económica de 1929, la conformación definitiva y sistemática de esta forma estatal y su correlato político se asienta a partir de 1950, conociendo su “época de oro” durante las décadas del 50 y del 60 para llegar a una progresiva etapa de agotamiento hacia finales de la década de 1970. El Estado de bienestar keynesiano, así se lo conoce, se estructuró sobre una reconceptualización de las

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funciones del Estado, inspirada principalmente sobre la obra de John Maynard Keynes (1883 – 1946), economista inglés, a partir de su libro Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero, publicado en 1936.

Para sintetizar el concepto de Estado de bienestar, recurriremos al trabajo de Gloria Regonini quien lo desarrolla de la siguiente manera en el apartado sobre el “Estado de bienestar” incluido en el Diccionario de Política de N. Bobbio:

“Es necesario llegar a la Inglaterra de los años cuarenta para poder encontrar una afirmación explícita del principio fundamental del Estado de Bienestar: independientemente de sus ingresos, todos los ciudadanos – en cuanto tales – tienen el derecho a ser protegidos – con pagos en efectivo o con servicios – en situaciones de dependencia de largo plazo (vejez, invalidez) o de breve plazo (enfermedad, desempleo, maternidad). El eslogan de los laboristas ingleses de 1945 ‘la parte justa para todos’ resume con eficacia el concepto universal de las prestaciones del Estado de bienestar” (Regonini, Gloria, “Estado de bienestar”, en Bobbio, N.; N. Matteucci y G. Pasquino eds.-, ob. cit., pág. 551).

Para comprender el contexto en donde se desarrolló este tipo de Estado, debemos remarcar que existe una relación directa entre este tipo de organización y el desarrollo de un capitalismo industrial, con una amplia base de trabajadores asalariados y también con una alta tasa de sindicalización. A partir de allí, el objetivo del Estado fue siempre mantener altos niveles de ocupación, cercanos al pleno empleo, y con un alto poder adquisitivo de la población para mantener altos niveles de productividad. Estas condiciones son indispensables para lograr una eficaz política redistributiva.

Una de las características que se resaltan, en relación con las políticas redistributivas, es la “prestación social universal” a la que están sujetos todos los habitantes. Esto puede traducirse en los siguientes términos: es con el Estado de bienestar que la población, alcanza la “ciudadanía social”, entendida ésta como la satisfacción de las necesidades básicas del individuo en lo que hace a salud, educación, servicio social, empleo, etc.

La prestación de estos servicios no es entendida en términos de “beneficencia”, sino que por el contrario, es entendida en términos de “derecho político”, o sea, una conquista histórica de la ciudadanía. Las “políticas universales” tienden en definitiva a lograr cierta homogeneidad en la población, apuntando sobre todo al desarrollo armónico de la sociedad. En este sentido, el Estado de bienestar tiene como objetivo lograr una “conciliación de clases”, a través de una articulación que lo tenga como árbitro y regulador de las relaciones capital - trabajo. De esta manera, la autoridad política que deviene desde la esfera estatal y, por lo tanto, sus decisiones, deben gozar de la legitimidad necesaria por parte de todos los actores implicados en el sistema político.

A partir de estas prestaciones universales de bienes y servicios por parte del Estado, podemos hablar de otra de las características centrales de esta forma estatal: alto porcentaje del PNB (producto nacional bruto) destinado a gastos sociales. Estos recursos surgen fundamentalmente de la implementación de un sistema fiscal que grava las tasas de rentabilidad de las empresas, el sector financiero y los sectores acomodados de la sociedad, logrando de esta forma, un eficaz proceso de redistribución de las riquezas.

Finalmente, para mencionar una última gran característica de este tipo de Estado, debemos señalar que para conseguir estos niveles de igualación social y justicia redistributiva, se basa en una economía mixta. Esto quiere decir que había un fuerte componente estatal en el manejo de la economía, o sea, que las

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decisiones económicas están tamizadas por una decisión “política”. Estas decisiones políticas surgen del consenso y la deliberación entre los distintos sectores sociales y económicos implicados en el marco de un capitalismo nacional. Fundamentalmente nos referimos a la tríada capital – trabajo – Estado. A partir de esta forma de concertación de fuerte contenido político, se avanza sobre los grandes temas de la economía.

Podemos encontrar en países tales como Inglaterra, Francia, Alemania y Suecia, modelos de estados de bienestar muy extendidos y desarrollados durante el período citado. En la actualidad, algunos países como Inglaterra pasaron por un profundo ajuste estructural durante la década del 70 y del 80 que ha transformado la relación Estado - sociedad. En cambio, países como Francia y Alemania han mantenido gran parte de sus estructuras, aún a costa de profundos conflictos sociales y actualmente están en proceso de revisión y reformulación. Suecia y los demás países escandinavos, en cambio, aún con intentos de reformas sobre su Estado de bienestar, se mantendrían como los países que más se aproximan a su ideal.

d. Estado neoliberal

Intelectuales y pensadores como Miton Friedman (Premio Nobel de Economía en 1976), Samuel Huntington, Michael Crozier, Rudiger Dornbusch y otros, encabezaron las críticas, económicas y políticas, al Estado de bienestar hacia mediados de la década de 1970. Con la crisis del Estado de bienestar -como consecuencia de la crisis del petróleo de 1973 y de su gran déficit fiscal entre otras causas- comienza a surgir una corriente de pensamiento, con una matriz fuertemente economicista en la concepción de la organización social, conocida como “neoliberalismo”.

Para lograr un entendimiento cabal acerca del Estado neoliberal, necesitamos comprender la relación que existe con el fenómeno de la globalización (ver el trabajo de Antonio Federico que forma parte de la bibliografía obligatoria de esta asignatura). Este cambio de paradigma mundial nos permite una mejor comprensión de los cambios que se produjeron en la relación Estado – sociedad a partir de las transformaciones en el aparato estatal.

Esta creciente tendencia globalizadora, que se vio fortalecida como consecuencia de la caída de la URSS a fines de la década del 1980, fue erosionando la capacidad de los estados nacionales para controlar y regular sus políticas económicas. Con la movilidad y la libertad de que gozan los flujos de capital y de información, los Estados se han visto en la necesidad de competir por la atracción de los capitales en un mercado mundial cada vez más interdependiente.

Para “incorporarse” a esta nueva fase del capitalismo a escala mundial, los estados comenzaron un proceso de reestructuración que no fue sólo estatal, sino una reestructuración “societal”. Estos cambios al nivel de la sociedad en su conjunto, son explicados por Daniel García Delgado en la siguiente cita:

“La influencia de un paradigma individual – competitivo muestra el pasaje de un modelo cultural vinculado a lo público –estatal de solidaridades nacionales hacia otro vinculado al mercado, a la sociedad civil y competencia. La amplia socialización de valores individualistas, narcisistas, en el seno de la sociedad de consumo y el impacto desmovilizador de la crisis desplazan el centro de atención ideológico del ámbito público al privado y de la acción colectiva al espacio de la privacidad. Es el pasaje de la centralidad que adquiría la figura del ‘trabajador’ en el welfare estate [Estado de bienestar] a la del ‘consumidor’”. (García Delgado, Daniel, Estado y Sociedad. La

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nueva relación a partir del cambio estructural, Buenos Aires, Tesis – Norma, 1994, pág. 62)

El proceso político por el cual se llevó adelante la reforma del Estado, no estuvo ajeno a conflictos y controversias en el interior de los países. Este camino estuvo marcado por la “necesidad” del capital de adecuarse y permitir la competencia frente a las otras sociedades en el mercado internacional. Las principales reformas que se llevaron adelante marcan una transformación completa de los límites entre la sociedad y el Estado, achicando los espacios estatales, característicos del modelo anterior correspondiente al Estado de bienestar.

Entre las políticas reformistas más importantes cabe mencionar:

Decisión política de trasladar el peso de las decisiones económicas hacia la esfera del “mercado”. Esto significa que las estrategias referidas al desarrollo, inversión estratégica, capacitación, distribución y acumulación queda en manos de las corporaciones económicas nacionales y trasnacionales.

El creciente proceso de eliminación de los controles y regulaciones (desregulación) que ejercían los estados sobre aspectos estratégicos de la economía. Esto implicaba ahorrar costos y alivianar el proceso productivo de las empresas para permitirles competir en el mercado internacional. La desregulación de la economía elimina la protección “superflua” de algunos sectores económicos, permitiendo así la “libre competencia” que redundaría en baja de costos y de precios.

El proceso de privatización de las empresas públicas, en parte para permitir un nuevo proceso de capitalización de las mismas y también para que el Estado se desentienda de la gestión directa de dichas empresas, dedicándose solamente a su control.

Apertura de la economía nacional al mercado internacional, ya sea en lo referente a bienes como a servicios y también en lo que se refiere a los capitales. El proceso de reforma del Estado cuenta con la presencia del capital extranjero, ya sea a manera de radicación de empresas, compra de empresas públicas, préstamos para llevar adelante políticas de subsidio y despido masivos y capital para la especulación financiera.

Eliminación de controles y restricciones a la actividad financiera. Progresiva eliminación y desgravación fiscal a las actividades relacionadas con lo financiero y también a las grandes empresas, tanto locales como internacionales. Esta medida está destinada a promover la radicación de capital extranjero mejorando las utilidades y la rentabilidad. La remisión de utilidades de las filiales a las casas matrices, por lo general, tampoco está gravada y posee además libre disponibilidad.

Decisión política destinada a achicar el gasto público. La meta política y económica de este tipo de estados es lograr “superávit fiscal” como una muestra de la “salud de la economía”.

Creciente proceso de flexibilización laboral, tendiente a minimizar los costos que implican para las empresas la contratación de nuevos

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trabajadores. Estas medidas buscan la radicación de empresas para producir a precios competitivos en el mercado internacional.

Descentralización y la nueva reasignación de funciones entre el Estado nacional y las jurisdicciones provinciales y regionales fue un aspecto fundamental de las políticas llevadas adelante por el neoliberalismo. Éstas implican que ciertas funciones del Estado nacional, léase salud y educación, pasan a manos de las provincias. Éstas deben responsabilizarse de estos ámbitos, tanto en lo que hace a la planificación de las actividades, mantenimiento de la infraestructura, como al pago de sueldos.

El neoliberalismo tiene en Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en los Estados Unidos a los políticos más representativos de esta corriente ideológica durante la década de 1980. En América Latina, podemos mencionar entre otros, a Carlos Salinas de Gortari, Presidente de México entre 1988 y 1994, Alberto Fujimori, Presidente de Perú entre 1990 y 2000 y Carlos Menem, Presidente de la República Argentina entre 1989 y 1999.

VI. Epílogo: El Estado y la política hoy. Una relación para seguir pensando

Resumiendo, el momento actual se caracteriza por una lucha abierta sobre los límites entre lo político y lo no político. La definición social de lo que es “política” forma actualmente un terreno privilegiado de la lucha de poder, de esta reestructuración del hacer política dependerá en buena medida lo que será la sociedad futura.

La creciente despolitización que sufren nuestras sociedades actualmente atenta fuertemente contra el proceso político, como ámbito de la toma de decisiones, y también contra la política como la única vía posible para establecer consensos mínimos que permitan la vida en sociedad. En este sentido, la “naturalización” de la realidad y la sensación de que es imposible cambiar la realidad, separa a los individuos entre sí volviéndolos individualistas, apolíticos. También separa a los individuos como colectivo del Estado, sintiendo que éste último les es ajeno. La visión desencantada que afirma que nada se puede esperar del Estado y de “los políticos” hiere fuertemente la concepción heredada de la modernidad que afirmaba que la política nacía de los ciudadanos y eran éstos los portadores del cambio social.

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LA CRITICA DE LA FILOSOFÍA POLITICA HEGELIANA Hegel sigue la tendencia del pensamiento político que acompaña el nacimiento y la formación del Estado moderno, de Hobbes en adelante, de celebrar el Estado como la forma racional de la existencia social del hombre, en cuanto garante del orden y de la paz social, que es el único interés que todos los individuos vivientes en sociedad tienen en común (Hobbes); o en cuanto árbitro imparcial por encima de las partes, que impide la degeneración de la sociedad natural, es decir regida sólo por lar leyes de la naturaleza o de la razón, en un estado de conflictos permanentes e insolubles (Locke); o en cuanto expresión de la voluntad general a través de la cual cada uno, renunciando a la libertad natural en favor de todos los demás, adquiere la libertad civil o moral y es más libre que antes (Rousseau); o en cuanto es el medio a través del cual es posible dar actuación empírica al principio jurídico ideal de la coexistencia de las libertades externas, de donde es no solo el efecto de un cálculo unitario sino de una obligación moral por parte de los individuos el salir del estado de naturaleza y entrar en el Estado (Kant). Al inicio de la sección de la Filosofía del derecho dedicada al Estado, Hegel habia dicho que "el Estado, en cuanto es la realidad de la voluntad sustancial [...]es el racional en sí y por sí", deduciendo de ello que el "deber supremo" de cada uno de los individuos era el "de ser componentes del Estado". Bobbio

UN ESTADO PEQUEÑO, PEQUEÑO (Clarín, zona)

El fin del mito del Estado elefante Alberto González Toro y Néstor Restivo. DE LA REDACCION DE CLARIN.

José Alfredo Martínez de Hoz acuñó un eslogan que hoy suena irreal: que achicar el Estado era agrandar la Nación. Importantes sectores de la sociedad argentina se convencieron, durante años, de que el Estado argentino era un terrible elefante. Fue un mito trágico porque al achicar el Estado, que durante la historia argentina estructuró la Nación, el país se fragmentó. La sociedad argentina padeció y padece la falta de un Estado que se ocupe del bienestar social. La deuda pública y la poca eficiencia de los gobernantes oscurecieron aun más el panorama. Países desarrollados, o vecinos como Chile, Uruguay y Brasil, destinan un alto porcentaje de su PBI a gastos estatales. Este es un debate necesario.

Esto es lo que demuestra un estudio del Banco Mundial (datos de 1999): la Argentina tiene uno de los Estados más pequeños del mundo. Casi tan pequeño como el de Camerún. Algunos ejemplos: en Francia, el gasto público representa el 46,2 por ciento del Producto Bruto Interno(PBI); en Italia, el 41,9; en Noruega, el 37,0; en Gran Bretaña, el 36,4; en Uruguay, el 32,1; en Brasil, el 26,8; en Chile, el 23,9; en Estados Unidos, el 19,3; en Japón, el 17,8. La Argentina, sólo invierte el 17 por ciento.

Según el Ministerio de Economía argentino, el gasto total consolidado (se suman los gastos de la Nación, provincias y municipios), roza, en 2002, el 29 por ciento de su PBI, todavía muy inferior al de muchos países. Y el gasto de la Administración (se excluye a las provincias y a los municipios) es el 15 por ciento del PBI. Si no se incluye el pago del servicio de la deuda pública, el gasto es el 12,8 del PBI. Con el pago del "servicio", el gasto alcanza el 26,6 por ciento. La deuda pública, interna y externa, es un elemento central del gasto, y es un ejemplo —también una causa— de la falta de beneficio general. (Basta con comprobar el porcentaje que la Argentina invierte en Salud Pública y en Ciencia, Investigación y Desarrollo.)

El ciclo actual —de un fenómeno que tiene tanta historia como la Argentina— empezó con el golpe militar del 24 de marzo de 1976: a pesar de que no había necesidades reales de financiamiento de la balanza de pagos, la política económica de la dictadura llevó a un endeudamiento creciente y constante del Estado y de sus empresas. Casi treinta años después, a fin de 2003 la Argentina tendrá una deuda pública total de 172.544 millones de dólares. De este total, la Argentina hoy está pagando servicios e intereses sobre 95.843 millones, mientras está en "default" el resto, 76.701 millones. A fines de 2001, cuando estalló la crisis y renunció Fernando de la Rúa, se debían 144.500 millones

Otro mito: la supuesta superabundancia de empleados públicos. Sin embargo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ( OCDE), Naciones Unidas e Indec, la Argentina tiene pocos empleados públicos en relación con sus habitantes: apenas un 5,04 por ciento, una tercera parte de los estatales que trabajan en Noruega, menos de la mitad de los que lo hacen en Estados Unidos y Gran Bretaña, y bastante lejos del 7,76 por ciento de Brasil o del 6,8 por ciento de Uruguay.El economista de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Claudio Lo zano, dice que "el problema más serio en la Argentina nunca ha sido el tamaño del gasto sino cómo se debe financiar éste. Y los problemas que existen para financiarlo están vinculados con el tipo de impuestos que se recaudan; en general, no se cobran impuestos a los sectores con mayor capacidad retributiva. Nunca el déficit fiscal tuvo que ver con el gasto, sino con el carácter y la composición de su recaudación".

ESTADO

Cuando se plantea el problema del Estado, se proponen diversas soluciones en la filosofía política. Podemos distinguir cuatro tipos:

a) El Estado absolutista: es la propuesta de la coerción que debe imponer el orden por medio de la fuerza. Se piensa que los individuos de la sociedad civil se encuentran, como dice Hobbes, en un estado de naturaleza, pre-social, en el cual cada cual vela por sí mismo y agrede a los otros. La única solución es un pacto mediante el cual se entregue absolutamente todo al soberano, que

como gran Leviatán mantenga a todos en orden.

b) El Estado liberal: es el Estado que ya no debe inmiscuirse demasiado en la sociedad civil, o sea, en lo económico. Debe proteger la propiedad, o sea el mercado, y dejarlo que se desarrolle de acuerdo con sus propias leyes, pues es el encargado de distribuir los bienes y lo hace como con “una mano invisible”.

Es la propuesta de Locke y de Adam Smith.

c) El Estado democrático: es el Estado en el cual el contrato es de todos con todos, mediante el cual se crea la voluntad general, la plena libertad. Dos son sus ejes, el contrato y la religión, pero una religión civil, sin dogmas que unan interiormente a todos los individuos como verdaderos ciudadanos de la patria y no del cielo. Es la propuesta de Rousseau.

d) El Estado ético: es el Estado como plena realización de los seres humanos mediante una dialéctica que incorpora por vía de superación todos los logros de la historia, desde el derecho, pasando por la moral individual, para culminar en la eticidad, matriz de los valores más altos de la humanidad, expresados en el arte, la religión y la filosofía. Es la propuesta de Hegel que debemos

analizar.

Las personas y sus necesidades naturales son los fundamentos de la sociedad civil. La persona se eleva de lo articular a lo universal por necesidades. Sus necesidades pueden ser alcanzadas en tanto deerminan de un modo universal su saber, su querer, su hacer. Elevan su naturalidad e individualidad a libertad y universalidad. La sociedad civil tiene 3 momentos: 1)sistema de las necesidades: la mediación de la necesidad y la satisfacción del individuo con su trabajo y con el trabajo y la satisfacción de las necesidades de todos los dem´s. 2)la realidad de lo universal de la libertad y la defensa de la propiedad mediante la administración de la justicia. 3) la prevención contra los accidentes y el cuidado de los intereses particulares en canto cosa comú por medio de la policía y la corporación. El estado es lo individual elevado a univesal. Es lo racional. Aquí es donde la libertad alcanza la plenitud. El deber supremo de los individuos es ser miembros del estado. La asociación del individuo en el estado no deviene de un contrato que tiene como base su capricho y su consentimiento libre. El estado es una instancia superadora del estado de naturaleza

Estado árbitro: El poder en las sociedades occidentales está fragmentado. Existen bloques de intereses que compiten entre sí y el Estado debe garantizar que ningún poder pesará demasiado. El estado no puede exhibir ninguna predisposición en favor de algún grupo de presión. Su papel es reconciliar a todos.

Estado de clase: Para el marxismo, la sociedad civil es una sociedad dividida en clases sociales y el Estado es el instrumento de la clase dominante para la explotación de la clase dominada. Es la cristalización de las relaciones de fuerza en un momento dado. El estado es el producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El estado es un órgano de dominación, de opresión. La liberación de la clase oprimida es imposible sin la destrucción del estado burgués y su reemplazo por el estado proletario. Desaparecidas las clases el Estado se extinguirá. El estado no es algo natural que ha existido siempre, es algo histórico que algún día también desaparecerá.

Estado para Antonio Gramsi es una síntesis de un sistema hegemónico. Como combinación de coerción y consenso, como articulación entre sociedad civil y sociedad política. El estado como dirección política, como ordenamiento moral e intelectual. No es sólo el aparato de gobierno, el conjunto de instituciones públicas. Y ve el desarrollo de los consejos obreros como gérmen del Estado socialista. Para Gramsci “el Estado es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados.”

Estado garante: Para Max Weber lo social genera lo político pero la política no es mera expresión de la sociedad sino que tiene un ámbito propio: lo público, lo estatal y este ámbito está regido por la norma en cambio la sociedad pertenece al ámbito de lo privado y está regido por las reglas del mercado. El ciudadano es el nexo entre sociedad civil y Estado

La clase dominante le da al Estado las armas para que aparezca como un garante del orden. El estado trabaja como una empresa y detrás de las consignas de organización y economía se oculta la burocratización. Cuando la burocratización de la administración se ha realizado por completo se ha creado así una forma práctica e inquebrantable de las relaciones de poder. La burocracia es de carácter racional: reglas, objetivos, medios, etc.

El estado es entonces la relación de dominación en un territorio que reclama para sí el monopolio de la violencia física legítima y es obedecido debido a su legitimidad fundada en la costumbre, legalidad o carisma.

Para O’Donnell, el estado tiene apariencia de un tercer sujeto, no respalda directamente al capitalista, sino a las relaciones de producción. La separación entre sociedad civil y estado es el fundamento principal de la ideología encubridora. La oposición entre público y privado también es falso. El estado como garante de la sociedad capitalista tiende a ser negado por mediaciones que ocultan las contradicciones y subrayan las igualdades: ciudadano, nación, pueblo.

Estado total: Schmit critica al liberalismo que separa lo público de lo privado. En el estado total no hay ámbito privado, todo es público. El estado es el único referente válido. Es la materialización de la relación política amigo/enemigo. No hay necesidad de que el enemigo político sea moralmente malo o económicamente competidor, nuestro. El enemigo es simplemente el otro. Critica al humanismo, pues excluye el concepto de enemigo. Schmitt vive en Alemania antes del ascenso de Hitler. Con el Estado total Schmitt piensa que se puede lograr la unidad alemana y terminar con la anarquía: una sola religión, una sola cultura, un solo partido. El enemigo no es sólo el enemigo externo, sino que el estado construye también un enemigo interno. Por ejemplo, para la dictadura del 76 el enemigo interno eran los trabajadores y los estudiantes que participaban en política.

El estado es la superación que absorve a la sociedad civil. Para el estado todo es política, todo puede dar lugar a la construcción de un enemigo: la cultura, la religión, etc. La neutralidad no es posible. Enemigo es sólo enemigo público. La posibilidad de lucha está siempre presente para que se pueda hablar de política. La lucha es la posibilidad real de la eliminación física del enemigo (por ejemplo, los campos de concentración) La guerra es un presupuesto siempre presente como posibilidad real.

El estado tiene la obligación de mantener un orden, una paz interna, lo que lo lleva a determinar un enemigo interno. El concepto de humanidad es una mentira porque excluye el concepto de enemigo.

Actividad:

¿el estado se encuentra por encima del derecho o viceversa?

El soberano se puede apartar de la ley?