Warisata mia - parte 2 - Elizardo Perez

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Testimonio que cuenta de forma elocuente una de las experiencias más importantes en educación del Continente, que ha tenido repercusiones importantes. Escuela productiva, es solo uno de los términos que fueron creados en esta experiencia de Elizardo Perez, Avelinno Siñani y los indios de Warisata. Simplemente imperdible.CAPITULO I PRIMEROS ENSAYOS DE EDUCACIÓN CAMPESINA1. Las escuelas ambulantesJunto a las grandes enseñanzas recogidas de la sociología inkaica, hubimos de estudiar la experiencia, relativamente reciente, de la época republicana. Vale la pena referirse al criterio con que gobiernos de comienzos de este siglo enfocaban el problema de la educación del indio; criterio que nos dará una imagen asaz curiosa que, por pasiva, nos enseñaba qué es lo que NO debíamos hacer. El año 1905, Juan Misael Sarach

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CAPITULO I PRIMEROS ENSAYOS DE EDUCACIN CAMPESINA

1. Las escuelas ambulantesJunto a las grandes enseanzas recogidas de la sociologa inkaica, hubimos de estudiar la experiencia, relativamente reciente, de la poca republicana. Vale la pena referirse al criterio con que gobiernos de comienzos de este siglo enfocaban el problema de la educacin del indio; criterio que nos dar una imagen asaz curiosa que, por pasiva, nos enseaba qu es lo que NO debamos hacer. El ao 1905, Juan Misael Saracho, Ministro de Instruccin en el gobierno de Montes, fund las primeras escuelas indigenales, con el nombre de escuelas ambulantes, cuya misin se limitaba a la enseanza del alfabeto y un poco de la doctrina cristiana. El nombre les vena del hecho de que un mismo maestro tena que desempear el cargo en dos comunidades separadas por distancias de cinco o seis kilmetros, alternando su labor por perodos de quince das en cada una. Es significativo que Bolivia hubiera sido el primer pas latinoamericano que abri escuelas para indios; escuelas de simple alfabetizacin, es verdad, pero escuelas al fin y al cabo, y creadas sin ningn afn de simulacin, como que estaban provistas de todo el mobiliario, material didctico y de consumo para que la labor fuera eficiente. Adems, los maestros se reclutaban con mucho cuidado entre los profesionales jvenes, sus haberes eran superiores a los que perciban maestros de ciudades, y en fin, el trabajo en el campo no era, como en pocas posteriores, un signo de degradacin e ineptitud; al contrario: varios de los primeros maestros indigenales, reintegrados a sus actividades propias, alcanzaron elevadas posiciones pblicas. 69

Con todo, la escuela era pasiva y de simple alfabetizacin; no poda exigirse ms de las concepciones de aquella poca; lo singular es que este tipo de escuela haya sobrevivido con tenacidad tanto en el campo como en la ciudad, donde se multiplican los establecimientos carentes de dinmica escolar y ausentes por completo de toda funcin econmica y social. No cabe duda de que en este aspecto se ha producido una verdadera estratificacin, y a pesar de haber sido Bolivia el pas que dio los primeros pasos para llevar el alfabeto al indio, han sido otros pases los que han realizado progresos evidentes en este aspecto, aprovechando nuestras propias experiencias. En 1910 se fund en la ciudad de La Paz, en el barrio residencial de Sopocachi y por iniciativa del doctor Daniel Snchez Bustamente, Ministro de Instruccin, una escuela normal para indgenas, a cargo del pedagogo chileno Zoto y siendo Inspector de Instruccin el doctor Felipe Guzmn. Los alumnos eran en su totalidad nativos analfabetos trasplantados de diferentes regiones altiplnicas. El establecimiento tuvo muy poca duracin, y de su breve existencia da cuenta un informe de risueo contenido que, con la mayor gravedad, dio el doctor Guzmn en 1922, al Congreso, siendo ya Ministro de Instruccin; es un documento que no tiene desperdicio y vale la pena transcribir algunos de sus prrafos. Dice as: La Educacin de la Raza Indgena Boliviana. "Desde luego debo hacer notar que las actuales escuelas normales rurales de Sacaba, trasladadas ltimamente a Tarata y que se las fund al parecer con el fin de formar preceptores de la raza indgena, descansan en un grave error que ha pesado en sus iniciadores: el de creer que los blancos sean los mejores maestros para los indios". Refirindose a la escuela normal de Sopocachi, contina: "Tuve tambin ocasin de realizar por m mismo un pequeo ensayo o experiencia en este gnero de educacin. Cuando fund en la regin de Sopocachi una pequea escuela normal para maestros de indios, quise proporcionar a los alumnos trados de varios centros indgenas, las mejores comodidades para evitar que se aburran; as j. fue cmo les mand instalar un amplio dormitorio con catres y colchones, un bao en uno de los patios del local y un comedor confortable. Lo que su-;; cedi, HH. Representantes, fue que los indiecitos se bajaban en las noches despus de la hora del silencio, de los catres, y se echaban en el suelo pelado, cubrindose con sus ponchos y durmiendo as mejor que en los colchones. El ingreso al comedor les disgustaba marcadamente; ellos preferan comer en la cocina, puestos de cuclillas y sin servirse del cubierto ni de la cuchara. El bao les causaba horror. En mi afn de pretender cambiarles las costumbres, no hice otra cosa que aburrir a los nios indgenas, quienes aprovecharon de una noche en que se descuid el inspector para marcharse de huida a sus respectivas estancias".

con todo su equipo de profesores, mobiliario, etc., menos los alumnos, ya que stos haban fugado a sus ayllus. En su nueva ubicacin aldeana, que tampoco constituye el medio natural del indio, se le dio una orientacin agropecuaria, por lo menos en lo que se refiere a su nombre, pues se llam entonces Escuela de Agricultura, con la misin de preparar maestros para las escuelas de indios. Pero no tena un palmo de tierra! Un poeta, dilecto amigo mo, fue nombrado profesor de castellano en tal instituto. Algn amigo juguetn -dicen que fue don Juan Francisco Bedregal- public en un periodiquillo de "Alasitas", la tradicional feria de las miniaturas bolivianas, un poema que titulaba "Primera leccin dictada por Ral Jaimes Freyre en la Escuela de Agricultura de Guaqui", y del cual me quedan en la memoria los siguientes versos: Con la punta de una espada se cosecha la cebada. Es mera cuestin de meollo el cultivo del repollo. A la orilla de un remanso crece muy bien el garbanzo... La falta de tierras impona una enseanza libresca y verbalista. No se poda dudar de los resultados! Alcanzaron a titularse no ms de seis maestros, que no eran por cierto un modelo de eficiencia. Algunos tuvieron que complementar sus estudios en la Normal de Sucre, con lo que acabaron por desvincularse del campo. La escuela sigui su odisea al ser nuevamente trasladada, en esta ocasin a una hacienda denominada Kullta, magnficamente ubicada, a cerca de medio kilmetro de Patacamaya, estacin del ferrocarril La Paz-Oruro; estaba dotada de un equipo completo de maquinaria agrcola, semillas, sementales, etc. La escuela mantuvo su carcter de normal con orientacin agrcola y ganadera, aprovechando los extensos terrenos de la hacienda, de primera calidad en su mayor parte y provistos de riego. Todo pareca promisorio aqu. Sin embargo, cuando conoc Kullta, el ao 1916, haca tiempo que su primer Director, el Ingeniero Zeballos Tovar, haba sido sustituido por otro profesional de la misma categora, el cual, empero, descuid del todo sus obligaciones al extremo de proscribir toda accin educacional o de trabajo. La hacienda, que con sus propios recursos hubiera podido sostener a los treinta alumnos de su internado -muchachos procedentes de ciudades y aldeas- no produca ni el forraje para la alimentacin de las doce muas que tena a su servicio. El fracaso era inevitable y as concluy el nico ensayo efectivo realizado para revalorizar al indio. Kullta, con una direccin dinmica e inteligente pudo haber sido el punto de partida para cimentar las bases de un instituto socio-econmico de gran trascendencia, y conste que tena, excepcionalmente, el decidido apoyo gubernamental. Para realizar su obra en el campo social, agrario, industrial, pedaggico, etc., tena no menos de cien familias de colonos indgenas; dispona de dinero y de vastos recursos, y ante todo, estaba ubicada en el mismo medio indgena. Qu le falt, pues, para obtener xito? La voluntad cradora, el

2. Peregrinacin de una escuela y su ubicacin en el campoEste fracaso era una demostracin de que la escuela del indio no poda funcionar fuera de su ambiente natural. Sin embargo, el remedio consisti en trasladar el plantel a Guaqui, aldea situada a orillas del Lago Titicaca, 60

hombre que formado en el ambiente indio fuera capaz de cumplir un programa y un destino. En Kullta se instal la burocracia y sobrevino su ruina. No es el burcrata educado en ciudades o aldeas el llamado a conducir las escuelas indigenales, porque el problema no es de ciudad o de aldea -as lo hemos repetido muchsimas veces- sino un problema agrario, eminentemente campesino. Tal conviccin la mantengo para referirme a otro tipo de escuelas: las normales rurales de Umala -1915-, Puna -1917-, Sacaba -1919-, y otras (todas ellas clausuradas por el Presidente Saavedra). 3. Avelino Siani y la primera escuela de Warisata Corra el ao 1917. En mi carcter de Inspector del Departamento de La Paz visitaba las escuelas del distrito, incluyendo las indigenales de Saracho -que se haban convertido en fijas porque su funcionamiento se hizo permanente en una sola comunidad, probada como estaba la ineficacia de su atencin por perodos espaciados-. Entonces conoc la regin de Warisata, donde funcionaba una de estas humildes escuelas fiscales, y en la cual, como es de suponer, nada haba de particular. Mi visita no hubiera tenido, pues, ninguna trascendencia, si no hubiera encontrado, en la misma zona, otra escuelita, particular, dirigida por un indio llamado Avelino Siani. Al referirme a este hombre, lo hago con una emocin contenida. Carez-1 co de una pluma como para poder transmitir al lector los sentimientos que me embargan al recordar a este preclaro varn de la estirpe aymara. Intentar, al menos, sealarlo como un ejemplo de las ms altas virtudes humanas. En otro medio, o en otra poca, Avelino Siani hubiera sido honrado por la sociedad; pero hubo de nacer y vivir en el srdido ambiente feudal del Altiplano, degradante y oscurantista, adverso a esta clase de espritus. Y hubo de ser un indio, esto es, un individuo de la ms baja condicin social en el concepto general. Sin embargo, bajo su exterior adusto, enteramente kolla, se ocultaba un alma tan pura como la de un nio y tan esforzada como la de un gigante. No importa que apenas dominara el alfabeto y su castellano fuera del todo elemental: su cultura no resida en los mbitos de Occidente; era la cultura de los viejos amautas del Inkario, de los sabios indgenas de antao, capaces de penetrar tanto en el misterio de la naturaleza como en el de los espritus humanos. Avelino Siani era la encarnacin de la doctrina contenida en el ama sa, ama Hulla, ama kella, y en dimensin insuperable. Obligado a gravitar en su pequeo mundo, abri una escuelita, pobrsima como l, pero de grandiosas miras, como que se propona nada menos que la liberacin del indio por medio de la cultura. No es que Siani no fuera solidario con los campesinos que solan alzarse: comprenda perfectamente la clera que encegueca al sublevado, en la cual se manifestaban siglos de opresin y miseria; pero, hombre moderno, de exacta visin, comprenda tambin que ese sacrificio era estril e insensato, por lo menos en esa poca. Haba que elegir otra senda, haba que capacitar a la masa, iluminarla con el fuego sagrado, prepararla para futuros das. Tal el sentido de su escuela, en cuya humildad contempl, en silencio, las ms radiantes auroras para Bolivia. Cmo no ayudar y estimular a este hombre? Sin perder tiempo le dije que aparejara dos muas para encaminarnos en seguida a Copacabana, a

cien kilmetros de distancia, donde le proporcionara todo el material escolar que precisaba. Bien saba yo que aquella ayuda era minina! Sin embargo, era todo lo que en ese instante poda hacer por l. En Copacabana, donde tena a mi disposicin un depsito de material de enseanza, equip a Siani con todo aquello que le era menester; recuerdo que hasta se llev un reloj de pared. Qu tiempos aquellos! Dicen que todo tiempo pasado fue mejor... Pudiera ser as en lo que a educacin boliviana se refiere. La verdad es que, antes del advenimiento i del llamado "normalismo", haban autoridades que, sin ttulos rimbombantes ni estudios de especializacin, tenan verdadera responsabilidad y previsin, y las escuelas fiscales de provincia, en todo el pas, eran dotadas, antes de que se iniciara el ao escolar, de todo el material necesario para que pudieran trabajar. Excusado es decir que no me estoy refiriendo a las finalidades mismas que se proponan los gobiernos de entonces. Pero no cabe duda de que el maestro era mejor tratado, ms apreciado y ms atendido que el maestro de ahora. Quede, pues, sealado mi encuentro con Avelino Siani como uno de los antecedentes que contribuyeron decisivamente a encaminarme a la fundacin de Warisata.

4. Daniel Snchez Bustamante y su poltica indigenistaDaniel Snchez Bustamante fue el galardn de los regmenes liberales del pasado. Intuy como pocos el problema de la educacin del indio y, sin embargo, en la prctica no pudo o no quiso aplicar sus postulados. Limitacin frecuente en los educadores que se proponen transformar culturalmente a los pueblos y tropiezan con el cerrado ambiente de los privilegios y los intereses de clase. En 1919, siendo Ministro de Instruccin, el "maestro de la juventud" dict su decreto de 21 de febrero, encaminado a dar normas a la educacin indigenal. Consta de 57 artculos, de los cuales los dos primeros son los ms importantes. Dicen as: Art. lro.- La educacin de la raza indgena en Bolivia, se efectuar desde la fecha en tres clases de institutos, sostenidos por el Estado: a) Escuelas elementales; b) Escuelas de trabajo; c) Escuelas Normales Rurales. A la primera clase correspondern las escuelas fundadas con el objeto de inculcar en el alumno el idioma castellano, con aptitudes manuales, como preparacin de oficios, y las nociones indispensables para la vida civilizada; a la segunda los institutos cuyo objeto es despertar slidas aptitudes de trabajo y dar al indgena boliviano la capacidad de desenvolverse con xito en el medio en que vive, constituyndolo en factor de avance y de riqueza colectivos; y la tercera los institutos cuyo fin es graduar maestros eficientemente preparados para la enseanza en las escuelas elementales de indgenas. Art. 2do.- Las escuelas elementales fiincionarn en centros de poblacin indgenas (comunidades, caseros, ayllus, cantones) (subrayado mo, E.P.); sern distribuidas conforme a las partidas del Presupuesto Nacional y 63

puestas siempre bajo la direccin de maestros titulados en escuelas normales. Las escuelas de trabajo sern constituidas paulatinamente, en ios puntos centrales de los distritos ms densos de poblacin indgena, sobre la base cardinal de aprovechar y utilizar los elementos naturales caractersticos de la zona, a fin de situar sobre ellos la subsistencia, la industria y el perfeccionamiento del lujo de la regin, en consonancia con la riqueza y el bienestar de Bolivia. Las escuelas normales rurales sern situadas con proximidad a capitales de provincia, que se presten por sus medios de comunicacin y peculiares recursos, al desarrollo de este gnero de institutos cuyo objeto exclusivo tender a preparar individuos capaces de aplicar sus dotes de carcter e inteligencia, al sacerdocio de civilizar al indio. Como se ve, Snchez Bustamante enfocaba el asunto con criterio realista y moderno, tratando de hacer de las escuelas indigenales instrumentos de mejoramiento econmico nacional. Por desgracia, Snchez Bustamante dej el Ministerio de Educacin poco tiempo despus, y como es de suponer, nadie volvi a acordarse de su Decreto, el cual qued sin efecto alguno. Anotemos al respecto una coincidencia que se presta a reflexiones: en 1921, cuando se gestaba en Mxico la escuela que revalorizara al indio, se cerraban en Bolivia las pocas escuelas normales rurales que haban venido funcionando. Como hemos dicho, fue el Presidente Saavedra quien dispuso tal medida, y no porque las escuelas tuvieran deficiencias o carecieran de orientacin doctrinal; sino porque su clausura corresponda a una definida lnea de conducta gubernamental respecto al problema indio.

5. Jess de Machaca: la masacre como sistema i U{En efecto, la actitud de los regmenes polticos del pasado, con las pocas excepciones que hemos mencionado, era uniforme en lo que se refiere a menospreciar los valores culturales, sociales y econmicos de la masa campesina; se prefera, en todo caso, una actitud de fuerza como sistema de educacin; no se apreciaba al indio: se le tema; no trataba de educrselo: se lo reprima. Y cuando el indio, colmada su paciencia, se alzaba, entonces se usaba el instrumento preferido: la masacre en gran escala. Los historiadores generalmente soslayan este asunto, y a veces ni lo mencionan, aunque en toda nuestra vida republicana el gran fondo en que se mueve la nacionalidad est salpicado con el rojo resplandor de las sublevaciones y su correspondiente apaciguamiento con la metralla. A m se me refiri de primera mano uno de estos casos, quiz el ms trgico y violento: el de Jess de Machaca, ocurrido en 1921. Se me permitir relatarlo, porque corresponde tambin a una poltica gubernamental respecto al indio y es, en su sangrienta evidencia, una prueba de la mentalidad altoperuana que vea en el exterminio de los indios la salvacin de la Patria-Jess de Machaca era una de las marcas ms puramente conservadas del altiplano, a pesar de haberse fundado en su seno un pueblo mestizo que representaba todo el sistema de opresin feudal en contra del indio. En Jess de Machaca el indio era el paria sin derechos, el esclavo, la "bes64

ta parlante" desprovista de toda condicin humana. El ltigo y la escopeta eran la ley ante la cual deba inclinar la cerviz y callar, aunque en su fuero interno acumulase clera en volumen siempre creciente. Corregidores, jueces parroquiales, alcaldes, curas y vecinos, todos se complacan en ^ hacer del indio juguete de escarnio y humillacin, y como es lgico, el fun- ^ damento de su propio bienestar como "servidores del orden", en cuya cspide se hallaban los grandes poderes del Estado. Cunto tiempo padecieron los indios en silencio? Cuntas veces complotaron para poner en ejecucin los proyectos de venganza? Cuntas veces postergaron para mejor oportunidad el estallido de la accin? El indio es paciente y sabe esperar, pero cuando llega su hora, nada lo detiene. Un caso como cualquier otro fue la gota que colm la copa en Jess de Machaca: un corregidor haba apresado a dos indios, por motivos insignificantes, c imponindoles una multa que, por elevada, era imposible que pudiera ser ' cancelada. Pues bien, la autoridad dispuso que, en tanto no se reuniera el monto requerido, los dos presos no recibieran alimento alguno. Pasaron un da y otros das, ante la tensa expectativa de las indiadas que todava esperaban un rasgo de piedad. A esto, los opresores celebraron algn acontecimiento familiar con festejos que, como siempre, se prolongaron mucho tiempo en medio de libaciones sin cuento, hasta que todos cayeron en la inconsciencia alcohlica. Cmo podan escuchar, en tales condiciones, los ruegos angustiosos de los parientes de ambas vctimas? Otros das ms transcurrieron, y cuando pasada la borrachera y el jolgorio, la autoridad se acord de los prisioneros, no para verificar el estado de su salud sino para hacer nuevo cobro de la multa, se encontr ante el espectculo de la agona y de la muerte de los desdichados. La pampa se conmovi ante la vibracin cruel de la noticia. Los indios deliberaron en silencio, sin que se produjera reclamo alguno ni se implorara justicia. Se reuni la ulaka, el Cabildo, representado por los ancianos de las comunidades, y calladamente, se resolvi hacer justicia por sus propias manos. El corregidor intuy lo que haba de ocurrirle. El miedo lo arroj de la aldea y huy a La Paz, llevando consigo a toda su familia. Presa tan importante no deba perderse. Haba que buscar su retorno al lugar, y para lograrlo, una comisin de indios se constituy en la capital, llevndole saludos de toda la indiada, con algunos regalos y el encargo especial de que volviese prontamente. El corregidor, engredo como todos los de su laya, crey en la humillacin de sus vctimas y acept, aunque con reservas. Transcurrido algn tiempo, una segunda comisin, ms numerosa que la anterior, le llev como presente una kjumunia (cargamento de vveres), reiterndole el petitorio y hacindole constar el profundo afecto que sentan por su autoridad, a la que extraaban sinceramente. Ante tales manifestaciones, el corregidor se convenci de que sus temores eran infundados y seal fecha para su retorno, para que fuera recibido como mereca un individuo de tal calidad. Y as fue. Tras de lo cual, y sin que nadie lo esperara, una madrugada se escuch el ulular funerario de los pututus (cuernos de guerra) a cuyo son las doce comunidades de indios atacaron Jess de Machaca. No hubo defensa posible. Los sublevados incendiaron el pueblo, salvndose nicamente la 65

iglesia y dos viviendas cuyos propietarios dieron el santo y sea, que era "VIVA REPUBLICANOS", lo que quera decir que pertenecan al Partido Republicano, cuyo jefe, Bautista Saavedra, era entonces Presidente de la Repblica. Empero, las vctimas no pasaron de seis o siete. Jess de Machaca, en aquella poca, era un centro del cual ya se haba producido el xodo de su poblacin mestiza, debido a la construccin del ferrocarril Arica-La Paz, que elimin el comercio entre las poblaciones intermedias; por eso, la mayora de las viviendas perteneca a las comunidades indgenas. Se desmiente as la creencia de que los vecinos muertos se contaban por varias decenas. Del cura de la aldea dicen que se salv por milagro. En cuanto al corregidor, conducido a la trampa de manera tan astuta, pereci en su casa incendiada. El Presidente Saavedra, sabedor del alzamiento, orden la inmediata ^movilizacin del Regimiento Abaroa, lro. de Caballera, que se hallaba - f acantonado en Guaqui, a slo 15 kilmetros del teatro de los sucesos. Este cuerpo, de 1.200 hombres perfectamente armados, acudi sin tardanza, lanzndose al ataque con furia irresistible, iniciando as la represin ms salvaje de que se tenga memoria en Bolivia. Los soldados se dedicaron durante varios das a una feroz carnicera, complementada por el pillaje y el saqueo. No se respet a nadie: en la orga dantesca sucumbieron mujeres, nios y ancianos. Cuntos campesinos cayeron? Nadie ha podido dar una cifra, ni siquiera aproximada. Los indios que huan eran cazados a lanzada limpia, como fieras... Las comunidades fueron asoladas, despojadas de su ganado y de sus bienes, los sembros fueron destrozados, las poblaciones incendiadas. El ganado que no pudieron llevarse fue exterminado a bala... Todo lo que tengo relatado me lo refirieron los mismos indios de Jess de Machaca, cuando fui a fundar su escuela. Pude darme cuenta, adems, del terror y del odio con que se recuerda en toda la regin al Presidente Bautista Saavedra, responsable directo de la masacre. Qu habrn dicho ^ jesas gentes al saber que trpidos funcionarios del Ministerio de Educacin i- ^"bautizaron con ese nombre, de sangrientas evocaciones, a la Escuela Nor?* > yna\ Rural de Santiago de Huata? v * Humillantes cosas de nuestra psicologa altoperuana! Quiz pcjr estas ^*^ mismas paradojas, el Presidente que orden la masacre de Jess de Ma- c '* chaca, fue el mismo abogado que en su juventud, defendiera con hbil alegato a los indios sublevados de Mohoza, en 1898, durante la llamada "revolucin federal". En esa ocasin, los indios haban pasado a degello a no menos de cien soldados del ejrcito federal, a quienes se haba atrado, con la complicidad del cura y otros vecinos, a una misa en el templo de la poblacin. Los soldados haban asistido desarmados al santo oficio, de acuerdo al expreso y malvado pedido del cura. Y cuando ste alzaba la hostia, seal esperada, los conjurados acometieron, cuchillo en mano, a la indefensa hueste. Slo uno sobrevivi, oculto en el vigmen que sostena el techo. Saavedra, al asumir la defensa de los indios, produjo una notable pieza que sent jurisprudencia y tuvo mucha resonancia (12 de octubre de 1901); hay que suponer que no lo guiaba ningn sentimiento de solidaridad para con la indiada: debi ser el clculo poltico el que lo indujo a adoptar tal 66

posicin. El caso es que en su alegato sostena el principio jurdico de que los delitos de Mohoza constituan lo que el derecho llama delitos colectivos, segn lo cual, y basado en antecedentes tnicos y sociales, dice, Creo haber demostrado que la sugestin colectiva produce en el hombre civilizado, y con mucha ms razn en el indio aymara, un verdadero delirio mental; por tanto, falta de elemento de la inteligencia... los delitos colectivos no estn sujetos sino a una semirresponsabilidad.... En otro prrafo de su defensa se expresa de esta manera: La hecatombe de Mohoza es un hecho de carcter social; pertenece a esos fenmenos naturales que se producen de una manera casi espontnea. Debe ser considerado slo como un delito colectivo, para el que la justicia comn no establece penas. Se deben combatir estos estallidos como se combaten aquellas turbulencias populares: las huelgas de los obreros, el anarquismo y el socialismo modernos. Se les combate indirectamente, removiendo laa causas y evitando las ocasiones. Lo que debemos hacer con la raza indgena, es organizar una colonizacin civilizadora y humana, sometindola a una legislacin autctona, como lo han hecho los ingleses en la India.... Era, sin duda, una hbil defensa, que atrajo la atencin sobre el joven y brillante abogado, el cual comenz as su carrera poltica, la que, con el favor de las masas campesinas, culmin con la revolucin de 1920. Pero una vez en el poder, el eminente hombre pblico, el socilogo de "El Ayllu", olvida por completo sus antiguos razonamientos en tomo a los delitos colectivos, y cuando las masas indgenas exacerbadas hasta el "delirio mental" se insurreccionan y matan, entonces no halla ms respuesta que la metralla para los sublevados... En tal ocasin ya no consider ningn atenuante, ningn antecedente tnico o social: el antiguo defensor del indio se convirti, por irona del destino, en su peor verdugo.

6. Una contradiccin de Snchez BustamanteLa cada del Presidente Siles en 1930 dio nueva oportunidad a Snchez Bustamante para poner en prctica sus ideas respecto a la educacin popular. Lo hizo, como es sabido, con gran energa e inteligencia, y si hemos de ser sinceros, con verdadero espritu revolucionario. Es autor del Estatuto que concede la autonoma universitaria y crea el Consejo Nacional de Educacin, dndole a ste sus normas fundamentales y otorgndole tuicin sobre los ciclos primario, secundario y normal, mientras que la educacin indigenal y ia educacin fsica dependan directamente del Ministerio. Ms tarde veremos la importancia de esta ltima disposicin. El ao 1931, siendo Ministro de Educacin el seor Bailn Mercado, se cre la Direccin General de Educacin Indigenal. Y siempre bajo la inspiracin de Snchez Bustamante, se fund una Escuela Normal Indigenal en el barrio residencial de Miraflores. He aqu que, disponiendo de poderes casi dictatoriales en la materia, Snchez Bustamante no puede, no obstante, aplicar los principios sentados en su Decreto de 1919. No vamos a analizar las razones de tan curiosa contradiccin. El caso es que, contra todo lo que haba sostenido, en senti67

do de que las escuelas para indios deban fundarse en "centros de poblacin indgena", ahora resultaba fundando una escuela indigenal nada menos que en la mismsima ciudad de La Paz, ajena por completo al ambiente nativo. Cedi Snchez Bustamante al confusionismo en boga, o tuvo serias razones para cambiar tan radicalmente de criterio?. No lo sabemos. Pero tal determinacin significaba un profundo retroceso con respecto a sus clarsimos postulados de 1919. Y hay que suponer que fueron razones de clase las que impidieron aplicar su Decreto, pues, con esa conciencia tan clara de sus intereses, la feudal-burguesa no poda ver sin temor que se dieran pasos reales en favor del indio. Snchez Bustamante, abanderado de una serie de reivindicaciones institucionales, universitarias y educativas en general, lo era en tanto no se salieran del orden establecido. Cuando alguna de sus ideas, como las del Decreto de 1919, significaba un peligro, aunque remoto, para el indefinido predominio de los privilegios, entonces el aparato gobernante se daba modos para anularla y dejarla sin efecto. Al menos, lo que le sucedi a Snchez Bustamante lo experimentamos nosotros en la prolongada lucha que casi por diez aos sostuvimos en Warisata contra todas las fuerzas desplegadas del gamonalismo y la reaccin.

CAPITULO II GNESIS DE WARISATA

1. Bailn Mercado y una frase histricaEn abril de 1931 fui nombrado Director de la Escuela Normal Indigenal de Miraflores. Mi tarea consista en preparar maestros para el campo. El caso es que no pude ocupar el cargo ms de quince das, porque descubr el engao que la escuela significaba para el pas. En concepto mo, era tan slo una obra de simulacin porque estaba ubicada en una zona residencial, completamente ajena al indio, y porque en su alumnado no haba un solo muchacho campesino. La enseanza que se imparta a los futuros maestros para consagrarlos al magisterio indigenal era absolutamente terica, libresca e intelectualista, y los alumnos reclutados en las aldeas seguramente que saldran dispuestos a cualquier empresa menos a la enseanza en el campo. As, desde sus comienzos, quedaban defraudados los propsitos, tal vez sinceros, de don Daniel Snchez Bustamante, y ya entonces se manifestaba, en las escuelas destinadas al indio, la monstruosa farsa del "normalismo", enfermedad que ha corrompido a toda una generacin de maestros bolivianos. Cuando me percat de que lo que en realidad se montaba era un semillero de burcratas, y nada dispuesto a complicarme en tan burda comedia, me dirig al Ministro Mercado dirindole con toda claridad y franqueza que renunciaba al cargo porque aquella no era una escuela indigenal ni nada por el estilo, constituyendo un engao al que no iba a contribuir. Perdneseme las referencias personales. No tengo ms remedio que hacerlo, porque la historia de Warisata es, asimismo, la autobiografa de mi 69

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vida. Por ello, sin falsas modestias, he de sealar cuanto tuve que hacer y decir en el proceso de la escuela campesina de Bolivia. Pues bien, Bailn Mercado, sorprendido por mi actitud, repuso: - Qu es lo que entonces piensa usted, Prez? I /- Yo pienso -le dije- que la escuela del indio debe estar ubicada en el am/ biente indio, all donde l lucha para no desaparecer; que no debe contraerse nicamente al alfabeto sino que su funcin debe ser eminente-r mente activa y hallarse dotada de un evidente contenido social y econmico; que los padres de familia deben cooperar a su construccin con su propio trabajo y cediendo tierras como un tributo a la obra de su cultura; que la escuela debe irradiar su accin a la vida de la comunidad y atender al desarrollo armnico y simultneo de todas las aptitudes del nio en su proceso educativo. Vase cmo, hace treinta aos1 ya estaban planteados los puntos principales de aquello que se ha dado en llamar "educacin fundamental", que ahora se aplica en Bolivia como una importacin del exterior en cuya gnesis no hubiramos tenido parte... Probablemente impresionado por el calor que puse en mi respuesta, Bailn Mercado contest apuntndome con el dedo: . - Eso, eso que est usted pensando, eso vaya usted a hacer. ^ En esta poca de mi vida, rememoro estas palabras y veo cmo una simple frase puede tener un contenido histrico; porque el hecho es que fue en ese instante que qued creada la escuela campesina de Bolivia. Recib la respuesta del Ministro con extraa uncin y respeto, y algo se conmovi en mi espritu al sentirme, por fin, destinado a cumplir un mandato tal vez ancestral que dorma en mi sangre. Inmediatamente part a la altiplanicie andina en busca de la regin ms apropiada para levantar la escuela. Me embarqu en un camin, en direccin a Santiago de Huata, y en medio de indios y cholitas meditaba en las palabras de Mercado, que a cada instante volvan a mi memoria: "Eso, eso que est usted pensando, eso vaya usted a hacer...". Quena decir que ahora yo era el responsable de una altsima misin histrica, y que era el depositario de la confianza de un hombre en quien, a treinta aos de distancia, he de reconocer una excepcional ponderacin de espritu. Ahora, todo dependa de m, de mi aptitud creadora, de mi capacidad de trabajo. Sin embargo, an no tena proyecto alguno "in mente", y nicamente me guiaba el afn de ubicar las escuelas de indios en pleno ambiente indio; la que ms tarde fue una doctrina, un aporte original a la educacin del indgena americano, se fue edificando paulatinamente, a medida que bamos captando enseanzas de la vida misma del indio, de sus tradiciones y de su cultura. Llegu a Santiago de Huata, a orillas del lago Titicaca, donde al saberse mi propsito, muchos personajes de la regin me buscaron para pedirme que ubicara la escuela precisamente en esa localidad, hacindome ver las favorables condiciones del clima y la belleza del paisaje. Percatados1. Antes de 1962, fecha de la primera edicin de este libro. (N. del E.)

de que el proyecto no dispona de fondos, ofrecieron gratuitamente una/ hectrea de tierras en el pueblo, materiales de la regin y trabajo gratuito. Realmente, toda la zona de Santiago de Huata era de grandes atracti vos; pero hube de desechar el ofrecimiento, porque yo no buscaba la aldea, / hereditaria de los vicios coloniales y republicanos, sino el ayllu donde ' tendra palpitante la realidad indgena. Adems, yo saba que fundando la escuela en la aldea, habran de ser los indios quienes la levantaran con su esfuerzo y sudor, para que a continuacin la aprovecharan nicamente los hijos de la localidad y otros pueblos mestizos. Hubiera sido caer en el mis mo pecado de Miraflores, donde los usufructuarios de la Normal eran los hijos de los gamonales de provincia, que una vez egresados se convertiran en nuevos explotadores del indio agregados a la ya numerosa fauna que viva del pongueaje y la servidumbre. Yo quera una escuela levantada en medio de los indios, a la que el autctono le prestara su desinteresado con- I curso, que pudiera llamarse efectivamente escuela indigenal y cuya misin 1 fuera beneficiar directamente a los indios y a sus hijos. ^

2. Cmo llegamos a Warisata y fundacin de la EscuelaDejando Santiago de Huata, continu mis exploraciones en densas poblaciones como Kalaque, Tiquina, Copacabana y otras. En todas ellas encontr dudas, vacilaciones y desconfianza. No poda ser de otra manera! El gran engaado de siempre, el indio, no poda aceptar de primera intencin la propuesta de levantar una escuela no solamente con su trabajo personal sino adems con la contribucin de adobes, ladrillos y otros materiales de la zona, y sobre todo, con la dotacin de tierras. Me dirig entonces a Warisata, donde, como he dicho, conoca a Avelino Siani en 1917. Al pasar por Achacachi, capital de la Provincia Omasuyos, me recibieron las autoridades y. vecinos ms destacados, hacindome igual solicitud que los de Santiago de Huata. Respond que yo buscaba eljiW/it,' la comunidad indgena, para edificar la escuela; que el Gobierno o3ispona de un slo centavo para tal obra y que buscbamos de momento la cooperacin del indio en tierras y trabajo. Expliqu que con tales miras me diriga a Warisata, situada a doce kilmetros de distancia. El vecindario me expres su plena conformidad con el plan expuesto, ofrecindome su amplia colaboracin en todo sentido para poner en marcha la obra. En cuanto a las tierras, se comprometieron a adquirirlas por cuenta de la Municipalidad, en el lugar y extensin que se indicara oportunamente. Como es natural, acept los ofrecimientos, sin saber que el vecindario de Achacachi sera nuestro ms encarnizado enemigo. Hay que decir que sin tardanza, se tomaron todas las medidas para que al da siguiente nos esperara la indiada de Warisata. As sucedi. Asistimos a la cita... De entre la gran multitud de indios surgi un hombre, de regular estatura, de evidente ascendencia kolla: era n Avelino Siani. Nos confundimos en abrazo fraterno y solidario. ( Estbamos sellando nuestro comn destino.... Habl a la multitud en aymara, despus de que las autoridades hicieron conocer el objeto de mi visita. 71

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Siani, a nombre de la comunidad, acept todas las condiciones, que eran las mismas que haba propuesto en Kalaque y otros lugares. Seal el sitio en que se edificara la escuela, y ponindome de pie sobre un muro que haba a la vera del camino, indiqu la extensin de tierras que deban ser donadas por la Municipalidad. Todos estuvieron de perfecto acuerdo. Volv a la ciudad para informar al Ministro, quien exclam: - Prez ha vuelto con los bolsillos repletos. Corra el tiempo y ya nos hallbamos a mediados de mayo sin disponer de un centavo. Todas las tentativas para financiar recursos resultaron intiles, hasta que por fin Bailn Mercado consigui, no s cmo, la suma j de cinco mil bolivianos destinada en su totalidad al pago de haberes del persona]. Para entonces ya estbamos a fines de julio. El 2 de agosto dei 193Huvo lugar la fundacin de la escuela, fecha, sin duda, de grave recordacin para el pas. Fue en homenaje a tal acontecimiento que, aos ms tarde, el Presidente Busch dispuso que el 2 de agosto fuera el "Da del Indio", actitud seguida por organismos educacionales panamericanos que sealaron la misma fecha como da del indio americano. Posteriormente, se eligi el mismo da para decretar la reforma agraria en Bolivia (2 de agosto de 1953), con la cual se daba fin al rgimen feudal, cumpliendo as una de las proyecciones de Warisata. Ya que nuestro propsito es hacer historia, transcribo aqu el Acta de Fundacin de la Escuela, tal como se public en "El Diario", de La Paz, el 2 de agosto de 1936: Huarizata a los diez kilmetros de la Villa de la Libertad (ciudad de Achacachi), capital de la Provincia Omasuyos, constituidos el dos de agosto de 1931, a horas once de la maana, el seor Prefecto y Comandante General del Departamento de La Paz: Dr. Enrique Hertzog, el subprefecto de la Provincia don Juan Silva V., el seor doctor Vctor Andrade, Oficial Mayor del Ministerio de Instruccin Pblica, el Presidente de la H. Junta Municipal de Achacachi, seor Claudio Vizcarra Collao, el Vicario Forneo de la Provincia don Elseo Oblitas, en nombre del poder Judicial Dr. Justo Duran, el Inspector de Instruccin Indigenal don Juvenal Mariaca, el seor Elizardo Prez, Director de la Escuela fundada y dems comitiva oficial, se procedi en acto solemne a la inauguracin de la Escuela Profesional de Indgenas de Huarizata: el ssor Subprefecto de la Provincia inaugur procediendo el seor Vicario Forneo a la bendicin solemne de la piedra fundamental del edificio a construirse para el local de la Escuela, acto que fue apadrinado por el Dr. Enrique Hertzog; el Dr. Andrade, en nombre del Ministerio de Instruccin Pblica clausur el acto. ^ En fe de lo cual suscriben est acta en cuatro ejemplares que deben ser guardados: uno en la piedra fundamental, otro en la Junta Municipal de Acnacachi, otro en la Subprefectura de la Provincia, y finalmente la ltima en la Direccin de la Escuela. (Firman) E. Hertzog, Prefecto del Departamento.- Vctor Andrade, delegado del Ministerio de Instruccin Pblica.- Juan Silva V., Subprefecto de Omasuyos.- Claudio Vizcarra Collao, Presidente de la Junta Municipal de Achacachi.- Elseo Oblitas, Vicario de la Provincia.- Justo Duran, Juez Instructor de Omasuyos.- Juvenal Mariaca, Inspector General de Educacin Indigenal de la Repblica.- Elizardo Prez, Director de la Escuela.- Humberto Mollinedo, Director de las escuelas de Achacachi.- Macario Franco, Muncipe.- Policarpio Saravia.- ngel Ibez, Intendente de la Polica de72

Seguridad.- Juan Monterrey, Actuario Pblico.- Luis Ariez C- Luis Mollinedo, Intendente Municipal.- M. Mollinedo, Presidente de la Junta de Obras Pblicas.- AnacletG Zeballos.- Avelino Siani y Eduardo Ramos, Caciques de la ex-comunidad de Huarizata. La nmina de firmantes es curiosa, predominando las autoridades de") Achacachi, las cuales probablemente no imaginaban la trascendencia que 1 tena el acto; pues de haberlo sabido, hubieran procurado que la Escuela J se ubicase lo ms lejos posible...

3. Venciendo al medio hostilEl personal de la naciente escuela era el siguiente: Director, Elizardo Prez; maestro de carpintera, Quiterio Miranda; maestro de mecnica y cerrajera, Jos de la Riva, y maestro de albailera, Manuel Velasco. Yo no s qu ojo tuve para elegir a mis tres compaeros de trabajo; el caso es que nunca en mi vida volv a encontrar tanto esn^)tanta honradez, tanta mltiple eficiencia para el desarrollo de una obra. Recordados sean, y estas paginas sirvan para rendirles homenaje! El Director tuvo que elegir como vivienda una chujlla (choza) y hacer J vida de indio y con el indio, mientras planeaba sus labores y venca los \ obstculos del ambiente. Los maestros de talleres se acomodaron comoj pudieron. La pampa era hostil! Se trataba de una planicie situada entre el lago Titicaca y la cordillera, cuyos vientos se cruzaban en frecuentes remolinos. El clima era frgido, la planicie inclemente. Y todo dominado por la mole del Illampu, a cuya vista el hombre se recoge en religioso silencio, abrumado por su grandeza y(nveo)resplandor. Pronto se percatTDirector de Warisata de que haba elegido para su \ labor no precisamente un ayllu, sino un centro latifundista donde no llega- 1 ban a una decena los indgenas libres, esto es, pertenecientes al ayllu. Wa- / risata haba sido absorbida por la hacienda y funcionaba como territorio sujeto a la explotacin de los terratenientes de Achacachi, quienes haban \ despojado paulatinamente al indio hasta convertirse en dueos de casi -> toda la zona. El descubrimiento no le arredr, y por el contrario, lo consider una suerte, pues de ese modo su accin sera ms densa, ms virtual y enrgica. Haba ido a caer en un lugar donde el problema indgena se ofreca en sus aspectos ms intensos. Convena, pues, quedarse. Sin embargo, los indios le miraban con recelo, pensando tal vez que el nuevo maestro no se diferenciaba gran cosa de los otros que conocan. Al da siguiente de la fundacin inscribimos hasta 150 alumnos para su alfabetizacin, encargando esa tarea al maestro de la Riva, el mecnico. Habamos llevado abundante material de enseanza: cuadernos, silabarios, libros de lectura, reglas, lpices, tiza, plumas, etc., riqueza que deslumbr a los nios indios. El carpintero instal su taller en una choza y el mecnico puso sus herramientas en otra chujlla junto a la ma. El albail inici sus labores a la vera del camino, azotado por furioso vendaval. Las herramientas, muy deficientes por cierto, eran de su propiedad. Por73

ltimo, dijimos a las autoridades indias que desde el da siguiente esperbamos la colaboracin de los pobladores del lugar, para lo cual apenas contbamos con dos picos, dos palas y dos carretillas, que yo llev de mi casa en La Paz. As fue cmo empezamos a trabajar, hace treinta aos, en el pramo de Warisata. Nada haca suponer que un da, en el mismo lugar, se alzaran las monumentales construcciones que hoy se ven. En aquella poca no exista sino la capilla que se ve en el recodo de la montaa, y junto a ella una chujlla que me serva de Direccin y vivienda. Fue en el recinto de la capilla donde funcion el primer curso de Warisata, y juzgo yo que nunca hubo una mstica tan honda como la que vibraba al escuchar al maestro de la Riva enseando las primeras letras a los desharrapados. Santidad de otra clase, ciertamente, que vena a llenar los espritus con un hlito de esperanza y redencin!. El da sealado no se present un solo indio. El albail Velasco y yo i principiamos la obra. Hicimos el trazo del edificio de acuerdo a un plano que me facilit la Direccin del Instituto Americano de La Paz, y que co[ rresponde al local que posee sobre la calle Ecuador. Despus, nos pusimos a abrir los cimientos. Transcurrieron los das... En la soledad de la pampa parecamos ser los nicos seres vivientes. Los indios no se nos allegaban. Nos haran sentir nuestro aislamiento y la vida comenzaba a hacrsenos difcil. La Municipalidad de Achacachi no se acord ms de su promesa de dotacin de tierras, y lo mismo ocurri con todos los ofrecimientos antes tan espontneamente realizados. Mis requerimientos para lograr alguna ayuda no tuvieron resultado alguno. Estbamos al frente de un proyecto que yo adivinaba de gran magnitud, y para llevarlo a cabo no tenamos otro instrumento que una inquebrantable perseverancia. De haber perdido la fe en esos instantes, no se hubiera creado Warisata. Tuve urgencia de viajar a La Paz por un par de das. A mi regreso, encontr a los tres maestros y a la seora Mara Romero, esposa del mecnico, esperando un camin a la vera del camino, para restituirse a La Paz. Haban resuelto marcharse en vista de la hostilidad del ambiente y de la aparente inutilidad de los esfuerzos realizados. Tuve que persuadirles de que desistieran^ de tal propsito, calificando su abandono como una retirada vergonzosa, ya que nuestro deber era mantenernos en el lugar a costa de cualquier sacrificio. Los pobres maestros aceptaron mis palabras y se quedaron, y para que pudieran sobrevivir viaj nuevamente a La Paz para llevarles, de mi despensa, los vveres necesarios. En cuanto al Gobierno, todava no haba pagado un centavo de nuestros haberes. As fue cmo, un da a las tres de la tarde, se me present Avelino Siani, cuya ausencia ya me estaba apesadumbrando. No tengo tiempo de hablar, le dije, pero aydame... y as continuamos la labor de poner el cimiento hasta que obscureci. Ahora s, le expres, podemos hablar. Despus de escucharme atentamente, Avelino me respondi: - No, tata, no te hemos abandonado a tu suerte. Desde todos los puntos de esta pampa aparentemente desierta miles de nosotros te contempla74

mos con admiracin. Ya saldremos a ayudarte, ten paciencia. Como me dices, sabemos que ests pisando barro, que tus manos ya estn encallecidas, que trabajas desde las cinco de la maana hasta que muere el da. Todo lo sabemos... nada se nos ha pasado desapercibido. Desde los riscos de la montaa, de todas partes, desde nuestras chujllas te observamos. Ten paciencia, tata. Muy pronto las indiadas de esta tierra sagrada llegarn hasta t. Se levantarn la pampa y las montaas y como un solo hombre la comunidad ntegra estar a tu lado para cumplir su deber y dar de s todo lo que corresponde. Desde luego, yo vendr desde maana con mi mujer y mi hijita. Mientras hablaba, nos envolvi la noche con su negro manto y el viento del Illampu empez a azotarnos con furor. J Siani cumpli lo prometido. Acuda al trabajo con toda su familia y dos burritos para el traslado de materiales. En el simptico grupo estaba Tomasita, una pequeuela de grandes y azorados ojos, hya de Avelino y que, segn veremos, hizo tambin historia.

4. Esfuerzo y trabajo, fundamentos de nuestra pedagogaNuestro horario de trabajo no era ciertamente como para dedicarse al ocio: todo lo contrario. Desde las cinco de la maana empezbamos a acumular arena para las labores del da, transportndola desde kilmetro y medio en las dos carretillas, una a cargo de Miranda y del Director y la otra lle vada por de la Riva y un llokalla apodado el Kkelluwawa (el nio amarillo) que se empeaba en asistir a esa hora para ayudarnos. El ms fuerte sos tena y empujaba la carretilla cargada hasta ms no poder, y el otro haca traccin mediante un lazo. El albail estaba exceptuado de este sobretiempo. Desde las ocho hasta que oscureca, todos permanecamos en nuestros respectivos puntos de trabajo, convertido el Director en ayudante del albail Velasco. Bien s que tal relato har sonrer a ms de uno. Pero comprndase la tremenda indigencia con que estbamos empezando la obra! No haba ms j remedio que trabajar as. Los indios que al principio me miraban con recelo, empezaron a cobrar confianza poco a poco. Cuando vieron que el profesor conviva con ellos, que se alimentaba de sus propios alimentos, que coma en una cha (plato de barro), que dorma en un poyo cubierto con un jergn indgena, que, en suma, era uno de ellos, fueron cediendo con esa cautela que les es propia ante el temor de ser nuevamente engaados. Primero asom uno, luego diez, y finalmente cien, doscientos y trescientos. Siani haba realizado la ms eficaz propaganda, de casa en casa, para avisar a los indios que "el profesor no era como los otros" y que haba razones para confiar en l, | porque trabajaba como un indio, prenda de su honrado propsito. De esa manera, los cimientos avanzaron rpidamente. Como siempre, Siani era el primero en acudir, a las cinco de la maana, para extraer bloques de piedra y trasladarlos con sus dos burritos; triunfaba as la constancia o terquedad del Director, cuyo esfuerzo tesonero no pareca en vano. \

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Los primeros materiales para mover los talleres de carpintera y cerrajera fueron adquiridos con nuestro propio peculio; pero luego se nos presentaron los problemas: necesitbamos cemento para los cimientos, madera para los dinteles, tirantes, techumbres, puertas, ventanas, pupitres y mesas; fierro para fabricar catres, sillas y otros enseres y tiles. Para tales finalidades se haban instalado los talleres. Sin embargo, el Gobierno no haba dado un centavo para esos gastos. Qu hacer, en tales circunstancias? Dej organizado el trabajo a cargo de Siani y Mariano Ramos, y de los jefes de taller, trasladndome a La Paz para ver cmo me las arreglaba. Me haba hecho el propsito de no volver a Warisata si no era con un cargamento de los materiales de construccin requeridos y las herramientas necesarias para dotar a los dos talleres siquiera fuese en forma modesta. Con este objetivo me dirig a todas las barracas y ferreteras de la ciudad, para que atendieran el pedido que formulaba, a cargo del Ministerio de Instruccin. Mis gestiones no tuvieron resultado algunos. Nadie otorgaba crdito y todas las puertas se me cerraban. Ni siquiera pude obtener la ayuda de las reparticiones del Estado y de hombres de negocios a quienes me dirig. Cuando ya desesperaba del xito, fui a dar por casualidad a un gran depsito donde haban todos los materiales y herramientas que con tanta urgencia necesitaba. Pertenecan a una empresa minera de Corocoro, que los haba puesto en venta a precios sumamente bajos. Fui atendido por un ciudadano espaol, al que le brillaron los ojos sin poder disimular su satisfaccin al examinar mi pedido... aceptando hacer la entrega inmediata de todo. Pero aqu se present otra gravsima dificultad: no tena ningn vehculo para trasladar el cargamento, el cual deba ser retirado en el acto, so pena de que el vendedor se diera cuenta de que, adems de la tradicional insolvencia estatal, en este caso la adquisicin no tena respaldo alguno ya que la escuela de Warisata ni siquiera figuraba en el presupuesto. Acud a la Intendencia de Guerra, al Ministerio de Guerra, al de Gobierno, a la Prefectura y otras entidades; ninguna pudo atender mi solicitud y, sin duda, ni se dieron cuenta de mi angustiosa situacin. Pero me salv un hermano mo, Arturo Prez, aos ms tarde duramente atacado y difamado por la Sociedad Rural Boliviana; fue l quien me proporcion, por cierto gratuitamente, dos camiones con los que pude recoger todo el material. Tenamos diez toneladas de cemento, grandes cantidades de madera, fierro, alambre tejido, carretillas, picos, palas, dos o tres yunques, carbn de piedra, etc. Por suerte, no haba sido parco al formular el pedido! Y con semejante tesoro me fui a Warisata. La llegada de tanto material de construccin fue un acontecimiento extraordinario en la comunidad y contribuy a levantar definitivamente el espritu de los indios y a ganar su confianza de una vez por todas. Hasta los indecisos se plegaron entusiastamente a nuestra causa. Tal cosa suceda el 20 de septiembre de 1931. En cincuenta das habamos ganado dos grandes batallas en la guerra implacable que

inicibamos contra la ignorancia y el feudo. La primera fue lograda, ms que por la persuaden, por la fe y la perseverancia, por el ejemplo personal, por el trabajo rudo, por el esfuerzo cotidiano, por el amor a una causa. As ganamos el espritu del indio y lo incorporamos a la tarea de su propia redencin.

5. Al margen de la legalidadLa segunda batalla de afirmacin, que consagrara nuestros esfuerzos consolidando la primera conquista, la ganamos por medios que he de confesar no fueron del todo escrupulosos. Pero nunca como ahora, el fin justificaba los medios: se trataba, nada menos, que de levantar a un pueblo de su postracin para conducirlo a la libertad y al progreso. Han pasado treinta aos y ya podemos declarar que nuestra accin constructiva, comenz al margen de la legalidad. No poda ser de otro modo. Si hubiramos esperado que nos cedieran legalmente las tierras que necesitaba la escuela, o que los materiales nos fueran entregados por las consabidas vas burocrticas, estoy cierto de que no hubiera existido Warisata ni los dems ncleos de educacin indigenal, no slo en Bolivia, sino tambin en el Per, Ecuador y Guatemala, a donde irradi nuestra actividad, ni se hubiera forjado esa tremenda corriente de opinin en torno al problema del indio en todo el mbito nacional y americano. Pero as comenzamos, y de esa manera se inici la controversia doctrinal respecto al indgena americano, llevando la discusin a un plano de primera categora y obligando a la realizacin peridica de congresos indigenistas mediante los cuales se trata de realizar una poltica uniforme para la incorporacin del indio a las nacionalidades del continente. Por otra parte, si digo "al margen de la legalidad" es porque Warisata, desde un comienzo, se situ en contra del orden de cosas existente, o ms bien, porque todos los organismos representativos de la feudalidad vieron en ella un peligro para la subsistencia de sus privilegios. Al comenzar nuestros trabajos no disponamos de un palmo de tierra ni del sitio estrictamente necesario para construir el edificio. Cavamos los cimientos en una propiedad particular dispuestos a arrostrar todas las consecuencias, y en los das en que no tenamos ningn respaldo, ni siquiera el de las indiadas circundantes, pues, como hemos visto, los campesinos se nos mostraban en esos momentos tan huraos como con las autoridades de Achacachi. Nos ubicamos sin ms ni ms, de pura prepotencia, en el lugar de la obra, y del mismo modo tomamos el terreno necesario, abrimos los cimientos, derribamos muros y principiamos a construir haciendo uso de los materiales del lugar. Una propietaria de Achacachi me escriba al respecto una carta que no me resisto a transcribir. Dice as: "Achacachi, agosto 26 de 1931. Seor: He tenido noticia de una manera casual que Ud. est haciendo trabajos en mi canchn, pues es muy extrao que una persona sensata como le crea cometa tal abuso mucho ms que el seor Subprefecto lo notific a Ud. no tocar mis terrenos, por consiguiente no extraar que lo acuse a Ud. ante los superiores as como ante los tribunales ordinarios, porque Ud. no tiene derecho de cometer tales abusos, y queriendo sublevar a mis indios se va a77

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apoderar de lo ajeno, debe saber que poseo cualquier pedazo con perfecto derecho, no como han engaado a mis colonos a desconocerme, sabe Ud. i que la justicia tarda pero llega contra los abusivos, sabr cmo responder por los perjuicios que me ocasiona, y si no suspende los trabajos en mis terrenos tomar cuanta medida pueda contra Ud., no por ganar sueldo ha de quitar el trabajo de una mujer, mi propiedad cuesta 30.000 bolivianos y sabr cmo responder. Su atta. Primitiva v. de Riveros". En el momento de recibir la anterior comunicacin ignoraba a quien perteneca el terreno reclamado. Ubiqu ah la escuela y se puso la piedra fundamental por lo estratgico del lugar: sobre el camino a Sorata, resguardado por la montaa, con buenas tierras de regado y agua potable de las vertientes, en el corazn de la comunidad, etc. El lugar era magnfico y resolv quedarme, sobre todo para mantener la moral del indio, pues mi traslado a otro sitio, de acuerdo al deseo expresado ms tarde por la propietaria, hubiera causado suspicacias y recelos que hubieran dado al traste con los esfuerzos realizados. Prefer atenerme a las consecuencias y no ced. Ms tarde se descubri que esa seora no tena ttulo alguno de propiedad sobre el lugar: era simplemente usufructuaria de tierras despojadas a los indios. Las amenazas se cumplieron prontamente. La primera denuncia fue dirigida al Ministro de Educacin y luego al propio Presidente de la Repblica, el Dr. Salamanca, quien la ignor lisa y llanamente. Despus, las denuncias llovieron a la Prefectura, a las autoridades de Achacachi, etc., concluyendo por iniciarse en contra ma varios juicios criminales. Habindome aconsejado un abogado mo que no me dejara notificar, yo viva prcticamente a salto de mata. Para viajar a La Paz me vea obligado a no pisar Achacachi -punto obligado de trnsito- y dando un rodeo a pie esperaba el camin al otro lado del pueblo, y lo mismo cuando volva. As poda eludir a la justicia que me tena en acecho. Cuando me encontraba en la escuela, vigas indios atalayaban los caminos para que escurriese el bulto si algn diligenciero me buscara. De ese modo me salv muchas veces de ser notificado. Mi tctica defensiva consista en acelerar la obra. Una vez levantada, les deca a los indios, ya nadie podra destruirla. "Apresurmonos lo ms que se pueda para realizar este esfuerzo que tendr la virtud de ponernos a salvo de una accin que pudiera detener la ejecucin de nuestros ideales". Los indios se dieron perfecta cuenta de la situacin y redoblaron sus energas en el trabajo. Haba que levantar aquella estructura cuanto antes. Ella sera nuestro amparo contra la adversidad. Estaba destinada a ser el faro que iluminara los entendimientos y el hogar que acogiera a los indios oprimidos por la esclavitud y la servidumbre. Ese era el tono que se hablaba a los indios, aunque estas frases dichas en aymara adquieren robustas tonalidades sobre todo cuando son los propios indios quienes las pronuncian. Pero a su conjuro, el trabajo avanzaba prodigiosamente. Era una colmena humana donde no menos de cuatrocientas personas entre hombres, mujeres y nios desplegaban actividad nunca vista. Los indios asistan al trabajo portando sus propias herramientas y animales para l transporte de piedra, arena, cascajo y otros materiales. Infinidad de grupos familiares integrados por padres, hijos, parientes y allegados apisona78

ban el barro para los adobes; otros se dedicaban a cavar cimientos, otros ayudaban a los albailes. Nunca en Bolivia ha debido producirse un caso igual en que el indio asistiera al trabajo con tanto entusiasmo como inters. Parece que la persecucin de que era objeto el Director, identificado con su causa, sirvi para que la colectividad pusiera el mayor mpetu en la construccin. Todos reclamaban para s el honor de que sus nombres figuraran en el libro de contribuyentes de la obra. Ellos hubiesen considerado una ignominia estar ausentes de sus pginas... Indudablemente, y como ms tarde se hizo evidente, el indio de Warisata acept colaborar con tantas energas porque vio en la obra del Director un verdadero instrumento de liberacin en el que era relativamente secundaria la cuestin de la letra. Ms all de la simple alfabetizacin, el indio warisateo acab por ver en la escuela que se levantaba, el smbolo redentor por excelencia, y de ah el nombre de Taika (madre) con que solan designarla. Habamos ganado totalmente al indio. El tata, o sea, el Director, era para estas gentes buenas y sencillas algo as como un ser sobrehumano. Su palabra era escuchada con cario y profundo respeto. "El tata ha dicho que se haga, y bien, hay que hacerlo", decan. Estaban convencidos de que jams los engaara (creo que no defraud la fe que pusieron en m, como ellos no defraudaron la ma). Estaban seguros de que era posible cualquier cosa que l afirmase, y que adems proceda con justicia. Se haba calado muy hondo en el espritu indio. Todo lo que quedare por hacer ya era incuestionablemente ms fcil. No obstante, el Director viva torturado por la angustia que le ocasionaban los cotidianos abusos de las autoridades en contra de los indios: exacciones, multas, encarcelamientos, arrestos policianos, flagelamientos, despojos, etc. Era una situacin exasperante, y tanto ms dura cuanto que era impotente para ponerle atajo. Constantemente iba al pueblo -ya las famosas notificaciones haban sido abandonadas- a reclamar por la libertad de los detenidos o para la reparacin de los abusos y escarnios que sufran los campesinos. Algunas veces lograba su objetivo. Volva a pie -en los primeros das no tenamos movilidad alguna- solo, en la inmensidad de la pampa, venciendo a buen paso los doce kilmetros que mediaban entre Warisata y Achacachi. Varios aos despus, Alfredo Guillen Pinto me refiri un hecho que yo ignoraba por completo. "Siani y otros amautas -me dijo- me visitaron en Caquiaviri, y entre otras cosas, me refirieron que, cuando ibas a Achacachi para defender a los indios, la comunidad destacaba de antemano diez nombres para que cuidaran de t, sin que lo supieras. Los comisionados seguan tus movimientos y se informaban sobre el resultado de tus gestiones, y retornaban siempre vigilndote". Al preguntarle por qu razn procedan as, Guillen Pinto me respondi: "Porque te disgustaba ir acompaado cuando tenas que enfrentarte a las autoridades". Ya he dicho que en gran parte, esta historia es autobiogrfica. No vacilar, por ello, en referirme a estos hechos, que por muy personales que parezcan, pertenecen todos ellos al proceso que se llevaba a cabo en Warisata.

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CAPITULO III GESTA ORGANIZATIVA

1. Primeros resultadosGanar la voluntad del indio, despus de la primera etapa de hostilidad y desconfianza; lograr los ms indispensables materiales de construccin y algunas herramientas, fueron factores que nos aseguraron la posibilidad de un trabajo acelerado, con resultados significativos tanto en lo material cuanto en lo espiritual, y sobre todo, nos permiti enfocar una organizacin realista, acorde con el medio en el que trabajbamos. El indio aprendi as el uso de la plomada, del nivel, del metro, la escuadra, la regla y la lienza; se enter de la manera de preparar el cemento, el barro para los adobes y para los ladrillos; adquiri nociones de arquitectura y construccin, y en fin, se plasm en su espritu un nuevo concepto acerca de lo que es y debe ser una vivienda. Del mismo modo, todas las necesidades vitales del desarrollo de la escuela, en sus mltiples aspectos, estaban sistemticamente asistidas y se incorporaban a la vida misma de la comunidad. No hubiera bastado, no obstante, el simple entusiasmo del Director y su constancia para producir en los ayllus aquellas saludables eclosiones espirituales, si en el fondo mismo de nuestra obra no hubiera palpitado una autntica gesta libertaria. La educacin del campesino sometido a la servidumbre implica necesariamente una condicin de libertad. El educador del indio, si es sincero, no puede eludir el planteamiento de este problema; slo que nosotros queramos valemos de instrumentos de combate algo distintos a los que utiliza la demagogia poltica: nuestros medios eran el esfuerzo y el trabajo, 81

elementos que incorporados a la personalidad del indio, le permitieran las ms atrevidas empresas. Nuestro culto a ambas disciplinas alcanzaba una categora mstica. Nadie deba estar desocupado, y para cada uno haba alguna actividad, de acuerdo a sus aptitudes y a sus energas. Sobrehumana gesta la de nuestros maestros de taller, en su infatigable accionar! Qu prodigios de abnegacin los del maestro albail, requerido por todos y en todas partes! En ese ambiente dinmico, de movimiento constante, la voluntad lo supla todo. El deseo de superacin nos brindaba recursos para la solucin de los problemas que a cada momento se nos presentaban, aunque no tenamos ingenieros, ni capataces, inspectores, sanitarios, cocineros, agrnomos, profesores especializados y en fin nada de esa burocracia que caracteriz y sigue caracterizando nuestras instituciones docentes. Surgamos a la vida templndonos en la lucha cotidiana que nos iba equipando de recursos tcnicos para alcanzar una vida mejor, al propio tiempo que se plasmaba en nuestro mbito la autntica imagen del hombre libre, con clara conciencia de sus necesidades inmediatas y de su porvenir. Notoriamente se desarrollaba un extraordinario sentido de responsabilidad individual y colectiva, de orden y de organizacin. El indio principiaba a recobrar su personalidad perdida en siglos de esclavitud. Pronto sera capaz de plantear el reto histrico al enemigo, para recuperar su libertad, y esta conviccin inicial nos llevara, a la larga, a la concepcin misma de la revolucin. Por las tardes, despus del trabajo, nos sentbamos haciendo rueda, sobre piedras o en el suelo, para comentar la jornada o hacer nuevos planes. Das inolvidables! Los recuerdo con emocin porque fueron los ms felices y fecundos de mi vida; y con pena, al pensar que la adversidad y la estupidez hayan desmoronado tantas esperanzas. Qu jornadas aquellas! Cientos de indios trabajando sin salario, alegremente, unidos en el ayni o achocalla, la fraternal institucin del trabajo aymara.Unos hacan adobes, otros cortaban piedras, aquellos aportaban semillas, estos removan la tierra con sus yuntas, los de ms all trillaban el grano al ritmo de las canciones pastoriles; y todos en conjunto, levantaban los muros del edificio, forma plstica, exterior, de ese otro edificio espiritual que iban construyendo al recuperar la fe en sus destinos y en su condicin de grupo social. Les hablaba... Temas inagotables acerca de la escuela y sus proyecciones en el futuro; de su funcin econmica y social; de las secciones que tendra, el por qu de cada una; de las enseanzas que se daran tanto a padres como a hijos; de la importancia de esta obra para todo el campesinado de Bolivia y para el de Amrica; les remarcaba que de sus esfuerzos dependa el porvenir de la raza, que muchos pueblos del continente nos observaban con admiracin y respeto. El indio supo que tras de sus montaas ingentes haban otros pueblos y otras razas y otras naciones... Me acuerdo que, cierta vez que retornaba a la escuela, un joven campesino, Apolinar Rojas, aos antes encarcelado por haber pretendido levantar una escuela, me sali al encuentro saludndome, en castellano, con la siguiente frase: - Seor, qu dice el mundo de nosotros! 82

Y bien, en esas palabras se condensaba todo un mundo de nuevas ideas que conmovan a la pampa. El indio apreciaba la magnitud de su esfuerzo y saba que su obra se proyectara en el mbito americano donde el nombre de Warisata resonara como emblema de redencin en todos los confines donde hubieran pueblos como el suyo y explotados como ellos. En estas reuniones vespertinas me di cuenta del valor y persistencia de las viejas instituciones indgenas. Hablar, por ahora, del Consejo de Amautas, que empez a germinar con espontneo fluir, para convertirse en el ORGANUM de la escuela, el motor que dimanara fuerza y orientara actividades. Las reuniones se sistematizaron, se sujetaron a un orden impuesto por el propio indio. En ellas se planeaba el trabajo, se nombraba comisiones; se empez a pasar lista de los concurrentes; se establecan turnos para la elaboracin de adobes u otros trabajos, y en fin, se organiz toda una maquinaria productiva que funcionaba sin la menor falla. Todo como resultado de un proceso de autodeterminacin, pues yo no fui como un dictador o un dspota, sino nicamente como un amigo que sugera o ayudaba al despertar de la conciencia y de las aptitudes de trabajo de los indios.

2. El indio y la cultura vernculaEn efecto, soy un convencido de las condiciones del indio para desempear funciones de gobierno y de administracin. En el perodo anterior a Warisata, viv con l por espacio de ocho aos consecutivos, en ocasin de haberme dedicado a actividades agropecuarias en haciendas del altiplano y los valles. Entonces pude apreciar todo el valor de sus virtudes individuales y sociales. Me di cuenta de que el pas no ha hecho otra cosa que subestimarlo y envilecerlo por todos los medios, sin lograr, empero, destruir sus tradiciones y su cultura verncula, enraizadas desde mucho antes de la fundacin del Imperio Inkaico. En las haciendas en cuestin, en las cuales fund asimismo escuelas, gobernaban y administraban los indios. Ellos disponan el trabajo, determinando las fechas para efectuar las siembras, los barbechos o las cosechas; y siempre lo hacan con responsabilidad y exactitud, conocedores como son de las influencias del clima o de las estaciones sobre las sementeras; tenan a su cargo, aunque no saban leer ni escribir, la comercializacin y cuenta detallada de los productos; adems, ejercan administracin de justicia tomando conocimiento de cualquier problema interno y resolvindolo, en la mayora de los casos, con hondo sentido humano. Entre las autoridades indias eljilakata (voz proveniente de jila yjatha, palabras de visible origen cinico con que se seala a la autoridad patriarcal) era el de mayor jerarqua, seguido del alcalde y el comisario. Este tro se entenda con todo el movimiento de la hacienda, y por cierto que lo haca a conciencia y con absoluta honradez. Esta experiencia me permiti comprender fcilmente el problema del autogobierno de Warisata, el cual, desde el comienzo, dio buenos resultados, y an dir que resultados maravillosos, como que en sus reuniones deliberaba acerca de graves problemas que ataan no solamente a la co-

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munidad, sino a la nacin toda. En el Consejo de Amautas se invertan los papeles, pues ramos nosotros, los maestros, quienes aprendamos. Nunca olvidar las palabras severas y exactas que con pausado fluir pronunciaban Avelino Siani, Mariano Huanca, Rufino Sosa, Apolinar Rojas, Belisario Cosme y tantos otros. En su densa expresin denotaban cabal conocimiento de su mundo y de su destino, pero adems no se reducan a su problema, sino que lo ubicaban como uno de los problemas de la nacionalidad, de la cual empezaban a hablar con genuino inters. La oscuridad y estrechez en las que hasta entonces haban vivido, se convertan en anchos y claros horizontes donde el nombre de su tierra, Bolivia, empezaba a cobrar sentido y realidad. La revista "Semana Grfica", dirigida por ese magnfico periodista que fue Francisco Villarejos, public en su edicin del 6 de agosto de 1933 una crnica en la que transcriba el siguiente prrafo, tomado del discurso de salutacin de un viejo amauta: "Miles de indios estamos diseminados en la pampa, hurfanos de luz. Que no nos olviden los gobiernos y la Patria Bolivia ser grande, porque as como hemos mandado a nuestros hijos al Chaco, la haremos respetar siempre en todos los confines". No ha de verse en estas emociones la intromisin desfigurada del chauvinismo, sino el hecho de que el indio se integraba a la nacionalidad por un proceso natural, revitalizando lo que antes haban sido las naciones kolla e inkaica, que dorman en sus viejas tradiciones sin que ninguna violencia hubiera podido destruir sus races. El indio saba que era el motor de la vida nacional. Saba esta verdad incontrastable y fecunda, y desde entonces toda su actividad cobraba un sentido distinto: el trabajo, que antes haba sido seal de su esclavitud, lo era ahora de su liberacin, y en donde quiera que estuvieran, estaban posedos de una fe que nada poda abatir. Saban que, sin ellos, nada hubiera sido posible en Bolivia: ellos haban extrado de la tierra los minerales que daban riqueza al pas y los frutos de que se sustentaban las ciudades; ellos haban abierto caminos, tendido lneas ferroviarias, construido ciudades; ellos, en fin, haban defendido al pas en la guerra. Ese sentimiento de la propia importancia les confera seguridad y altura de miras, y desde entonces nunca ms se sintieron humillados por las persecuciones, que soportaban porque tenan una tranquila confianza en nuevos amaneceres donde no hubiera opresin ni injusticia. As fuimos forjando el sentido de nuestros criterios histricos y filosficos, de nuestros planes de organizacin y de trabajo, de nuestro gobierno y administracin. Nada les era ajeno a los indios, puesto que todo era tomado de la vida misma de ellos; de ah su esplndida floracin, su plena vitalidad que a tantas gentes asombr cuando fueron a visitarnos a Warisata. Nada les era extrao o complejo: no era sino el desarrollo de su misma actividad, proyectada al plano de estos nuevos e imprevistos quehaceres; y toda esa experiencias que da a da acumulbamos, es la que se trasunt en el estatuto de educacin indigenal que fue algo as como nuestra "carta magna", bajo cuyas normas Warisata pudo extender su actividad a todos los confines patrios. Nada ms sencillo, en realidad: dejbamos al indio que desarrollara sus propias iniciativas y deliberara, en los menudo como en lo grande, en 84

lo fcil como en lo difcil. Era de ver su aptitud responsable en el cuidado de los materiales de construccin, en el despacho de los pedidos formulados por los maestros de taller y la albailera, en el sealamiento de cuotas de adobes, ladrillos, paja, estuco, combustibles; en el control y recepcin de materiales aportados por los cooperativistas, que solan rechazar algunas veces por no estimar buena su calidad; en el establecimiento de roles de trabajo, etc., etc. Comprndase el sentido que tena todo esto para aquellas gentes poco ha dobladas ante el infortunio y la opresin inacabables...

3. La poltica tradicional y el indioMencionar un aspecto de la profunda confianza que haban adquirido los indios de Warisata para con las enseanzas que les suministrbamos. Antes de la creacin de la escuela, los campesinos eran muy requeridos por los polticos criollos a fin de obtener su apoyo electoral, muchas veces decisivo. Claro que despus de conseguido esto, nadie ms se acordaba de los "ciudadanos" del campo que haban contribuido al triunfo. Al ao, si no me equivoco, de nuestra aparicin, fui visitado por los dos candidatos contendientes en las elecciones para diputados; cada uno de ellos trat de conquistar mi apoyo, vista como estaba la magnitud de mi influencia en la zona. No quiero referirme a la serie de maravillas que se me ofrecieron... Quines eran aquellos seores? No importa quienes fueran: ellos representaban todo un proceso histrico que la escuela trataba de liquidar para siempre. Iba a comprometerme con alguno, en mrito a las promesas que se me hacan? Nada de eso: rechac de plano el papel de agente electoral con que se pretenda seducirme, y as lo hice saber a los campesinos. Estos aprobaron mi actitud y comprendieron perfectamente el engao en que caan al prestarse al poco limpio juego "democrtico" con que cada cierto tiempo se les daba facultad para elegir a sus verdugos. As qued establecido que los indios no iran a depositar su voto mientras ste no fuera absolutamente libre y mientras no fuera en favor del propio indio, convertido en representante, o de alguien plenamente identificado con su causa1. Esto nos llev a la necesidad de familiarizar al indio con prcticas democrticas, acordando por unanimidad que las autoridades indgenas en la escuela, o consejeros, seran elegidos por votacin directa de los miembros de la comunidad. Tampoco esto era extrao a ellos, ya que el indio tiene vieja tradicin democrtica y conoce el ejercicio de la poltica. No otro sentido tienen los ulakas precoloniales y los cabildos de la Colonia que con el mismo nombre han llegado hasta hoy. El indio no es simplemente un ejecutor de rdenes, sino que posee un profundo sentido analtico y de observacin, al servicio de grandes aptitudes volitivas. Nuestras reuniones vespertinas, etapa embrionaria de los grandes consejos de administracin1. Las prcticas de la "politiquera' reaparecieron en Warisata a partir de 1963 y se acentuaron bajo las dictaduras militares inauguradas por el General Barriente, con efectos desastrosos para la unidad del campesinado. Hoy (1983) las pugnas resultantes son inconciliables (N. del E.).

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y de los Parlamentos Amautas, tena un contenido poltico; en ellas se discutan nuestros puntos de vista en lo educacional, agrario, gubernamental, econmico, etc., dndose aprobacin, por mayora de votos, a las diferentes iniciativas presentadas, las cuales pasaban a constituirse en leyes de la escuela. As la colectividad qued definitivamente incorporada a la vida escolar.

Hemos olvidado un tanto a los llokallas (nios) que en bullicioso conjunto se ubicaban en la capilla, junto al cementerio. Al lado, en una choza pircada de piedra, de no ms de cuatro metros cuadrados, funcionaba el taller de mecnica y cerrajera. Y en ambos locales el maestro mecnico alternaba el golpe del martillo con el uso del silabario. No vamos a criticar las poco apropiadas condiciones del local que nos serva de escuela, de apenas 4 x 9 metros de superficie, sin suficiente luz ni ventilacin y con el piso al natural. En l improvisbamos bancos y asientos de adobe donde los nios copiaban las frases o palabras normales que les pona de muestra por la maana. El mecnico cuidaba del orden naciendo escapatorias del taller. Menos mal que quedaba poco del ao escolar y ya vendran las grandes vacaciones para que se acabara esa tortura para los muchachitos. No fui a Warisata para machacar el alfabeto ni para tener encerrados a v - los alumnos en un recinto frente al silabario. Fui para instalarles la escuela activa, plena de luz, de sol, de oxgeno y de viento, alternando las ocupa-4 dades, hasta desaparecer por completo en Warisata, no obstante conti-) miaban con gran fuerza en las regiones vecinas; lo que no dejaba de tener una influencia negativa. Finalmente, nuestra gente qued totalmente sustrada a esos espectculos, ya que habamos realizado en la escuela toda una serie de actividades sociales y recreativas que despertaron grandsimo inters: encuentros de ftbol y basket ball, teatro al aire libre con exhibicin de danzas, juguetes cmicos, coros y muchsimas otras distracciones. Para poner piso a las habitaciones compramos madera de eucalipto en Sorata y madera de cajones en La Paz; estos cajones eran de aquellos grandes embalajes de camiones Chevrolet. Ambas adquisiciones las hici mos a precios muy bajos. El transporte de este material, as como de otros implementos, requera imperiosamente de un camin de propiedad de la escuela. Impelido por esta necesidad hube de adquirir un viejo Chevrolet, con llantas casi inservibles, en la suma de Bs. 1.000. Pagu al contado cua trocientos pesos, debiendo cancelar el saldo a plazos. Esto hizo que mi ma dre creyera que verdaderamente me haba vuelto loco. La santa viejecita, , M todo luego se acaba pero tu claridad eternamente en las tardes se vaca. Cuando a t te miramos en el corazn mucha luz penetra y adentro como en el lago otro firmamento refulge. Resplandeces intensamente!... Clara estrella de la tarde alegra de los abuelos desde los tiempos ms remotos enciendes tu fuego blanco. As tambin despus para otras gentes derramars el polvo de plata para embellecer la vida. Resplandeces intensamente!... f

Uru irnak phokask ukaja jumaujaca samaraita chiar purkir arumarusa jankkomampiu koachaita Wali kkajiri alajpacharu suma khaniri chuyma mankjaru

Ac jiskka jakaanja takewa janka tucusi kjanamasti wiayawa jaippunacana warsusi 120

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Los conocedores del idioma aymara apreciarn la extraordinaria belleza de estos versos y su profundsima ternura. Lamento no disponer de la msica que los acompaaba, y con la cual la cancin flotaba dulcemente en la pampa warisatea. Semejantes son muchas otras obras de Gonzles Bravo, expresin viva de la tierra y del indio americano1.

5. Efectos de una crnica

El artculo de "LA SEMANA GRFICA" tuvo, como hemos dicho, una enorme resonancia, y cuan grande sera su efecto, que hasta la Direccin General de Educacin Indigenal se propuso ver qu es lo que pasaba en Warisata, pues que hasta entonces lo ignoraba por completo. Para ello, nos envi una nota pidiendo los planes y programas que habamos elaborado, junto a un cuestionario de circunstancias. Como era la ocasin para poner los puntos sobre las es, respondimos con un extenso oficio, del que voy a transcribir las partes principales porque por primera vez pusimos por escrito todo lo que habamos hecho y las concepciones tericas que venamos elaborando. Tuve que referirme, en tal nota, a las dos escuelas normales rurales que continuaba sosteniendo la Direccin, y las cuales ya le costaban al Erario alrededor de Bs. 70.000. Mientras a nosotros se nos haba dado, como gran cosa, 2.500! Hice notar al Director General que esas escuelas, de normales slo tenan el nombre. Una normal rural deba ser el resultado de "muchos aos de trabajo, cuando se hubiera alcanzado una cultura superior" que permitiera el ingreso de "jvenes indios formados en las actuales escuelas de trabajo o profesionales, de las que en Bolivia existe una sola, la de Warisata"... "una tendencia perniciosa est influenciando a nuestros compaeros normalistas: la de pretender academizar los establecimientos que dirigen, con grave peligro de las escuelas indigenales que van camino de una absurda intelectualizacin, cuando precisamente el sentido de la nueva escuela nos trae manifestaciones contrarias". "Continuaremos por mucho tiempo ms en la postracin... si las escuelas rurales en lugar de estimular el desarrollo del (espritu de trabajo), aptitudes manuales, etc. en el nio, han de hacer del indio un intelectualoide presto a abandonar las labores del campo o las pequeas industrias, para convertirse al doctorismo burcrata... de que es tan fecundo nuestro pas". "Cules son los resultados (de esas escuelas normales) en tres aos de vida que llevan? Cuntos maestros han egresado de ellas? Los egresados, se dedican al magisterio? En qu porcentaje? Cunto vienen costando esos establecimientos hasta la fecha? Graves interrogaciones las que haca al Director General, el que, si hubiera respondido, no hubiera tenido ms remedio que confesar el completo fracaso de aquellas escuelas "normales" tan intiles como costosas. "Estimo -dice la carta- que el tipo de escuela a difundirse... es el ensayado en Warisata. Con el devenir del tiempo, cuando se hayan logrado los1. El lbum manuscrito de don Antonio Gonzles Bravo, con siete canciones, ha sido entregado en 1991 al entonces Ministro de Educacin, Mariano Baptista Gumucio, para que ste, a su vez, lo depositara en el Museo Pedaggico. Fue para nosotros una decisin muy difcil, porque nos desprendamos de un tesoro invalorable (Nota de C.S.M.).

frutos y el indio se halle convenientemente preparado, se le abrirn las puertas de las normales, de los institutos de ciencias, artes, etc., como consecuencia directa de la evolucin que haya sufrido en el orden social e intelectual, debido al esfuerzo propio, que impone este primer impulso y a la accin perseverante de las escuelas... de trabajo, cuyo objetivo primordial entraa la necesidad de atender armnica e integralmente todas sus facultades, dentro y para su medio". Transcribiendo el Director General una nota que habamos enviado al Ministerio, parte de la cual se public en el diario "La Razn" del 29 de mayo de 1932, deca: La denominacin de normal se ha suprimido para este plantel... el tipo esco-B lar que estamos implantando es sin duda el que mayores resultados reportar al desarrollo de la cultura indigenal, por conformar su accin educativa a las modalidades tnicas, geogrficas, histricas, folklricas y sociales, que permitirn desarrollar en el nio sus inclinaciones propias, tendencias, aptitudes peculiares... convirtindolo ms tarde en un elemento preparado y consciente para la lucha por la vida... Intensificado su cario por la tierra, la educacin tomar un aspecto integral... Nada se habr hecho en favor de la causa que nos ocupa, si no (transformamos) el medio social en que se encuentra, habitundolo a una vida superior, con prcticas higinicas y normas... Ningn resultado dieron las escuelas rurales fundadas para alfabetizar al indio. Lo substancial, lo bsico, reside en transformar su estructura social, elevando su nivel social y su dignidad. La escuela elemental alfabetizadora crey cumplir su deber nutriendo el cerebro de los nios indgenas con conoci-mientoB intiles, olvidando su alma, sus virtudes peculiares, su tradicin secular. La enseanza terica se anula si no va acompaada de la prctica... Mientras por una parte se impone cambiar de medio social, por otra es menester conservar al indio en su medio fsico, de acuerdo a cuyas condiciones ha de establecerse el plan educativo y de instruccin que dar fisonoma propia a las escuelas indigenales. Despus de esto, en mi carta haca breves comentarios acerca de nuestras dificultades econmicas; describa el funcionamiento de la escuela y su organizacin administrativa, haciendo conocer al Director General lo que era el Parlamento Amauta y sus funciones. A continuacin describa el estado de la obra material y lo que proyectbamos hacer, refirindome a la construccin de apriscos y secciones para ganado lanar, vacuno, porcino, etc.; la escuela cuenta para este objeto con 7 hectreas de tierra cedidas por ; entusiastas indgenas... Nos ocupamos ahora de construir viviendas para los ., profesores, conclusin de diferentes secciones, experimentos con el cultivo del trigo... esta funcionando con excelentes resultados la seccin de hilados y tejidos..." "En la seccin de carpintera se ha fabricado parte del mobiliario des, tinado a las salas de clases: mesas personales y bipersonales, de estilo montessoriano... la seccin de mecnica y cerrajera tiene construidas sillas como complemento al mobiliario... y catres pralos dormitorios... La seccin de tejera, cuya necesidad es indispensable en toda escuela rural, ha prestado importantes servicios... el ao pasado se han fabricado 10.000 ladrillos, y este ao, cerca de 8.000... En la actualidad, septiembre de 1933, alcanza a 45.000 '' el nmero de ladrillos elaborados por los alumnos y que ya fueron utilizados... Para finalizar la obra se requiere 20.000 ladrillos ms, que se estn fabricando... la albailera sigue a las dems secciones en sus resultados... el edificio construido por padres de familia... acredita esta aseveracin".

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6. Planes, tcnica, rgimen de vida, programasAl elaborar planes captados de la composicin social de la comunidad, de sus formas de vida, etc., tuvimos en cuenta que la mujer desempea un papel preponderante en la familia. Es el alma del hogar. Como madre, como esposa y como hija, soporta el peso de las responsabilidades inherentes a cada una de estas etapas de la vida. A su solicitud y cuidado est entregada la educacin de sus hijos; a su actividad, la orientacin y manejo del hogar; a su energa y fortaleza, las rudas tareas de labranza y otras. Ejerce una triple misin: espiritual, moral y material. Sin embargo, al hablarse de la educacin del indio jams se ha pensado en la madre, la esposa o la hija: fuerzas vivas, resignadas... que cumplen con abnegacin y sacrificio la ardua labor que les ha forjado el destino... Teniendo en cuenta la trascendencia de educar a la mujer, la escuela abri sus puertas al elemento femenino, que concurre asiduamente en apreciable nmero. Consiguientemente, la escuela tena carcter mixto, para nios de ambos sexos y para adultos2. Rgimen disciplinario. Est sometido a un gobierno propio que, integrado por los alumnos, acta reprimiendo actos de indisciplina, velando por la regular asistencia a la escuela, dictando y aplicando sanciones para los casos de incumplimiento, cuidando de la limpieza, proporcionando medios y materiales de construccin, etc. Mtodo educativo. Mediante sistemas de educacin activa se practica los nuevos postulados pedaggicos que permiten la distribucin espontnea de la poblacin escolar en grupos concordantes con sus afinidades espirituales, carcter, simpata, tendencias, aptitudes, etc., con la finalidad de descubrir la vocacin del nio para su posterior profesionalizacin. Las hectreas de tierra propias de la escuela fueron tambin distribuidas entre los nios, dando lugar a un ensayo de explotacin individual, de acuerdo a las orientaciones del maestro. El producto cosechado, agrcola o industrial, se destina al sostenimiento de la escuela, que como centro de actividad de la comunidad est encaminado a formar la nueva sociedad indgena basndola en sus sobrevivientes instituciones culturales. Se ensaya cultivo de hortalizas y legumbres que, aparte de su rendimiento econmico, sirve para variar el rgimen alimenticio de los alumnos... No se descuida la arborzacin que proporcionar ms tarde materiales de construccin. Igualmente, dndose preferencia al cultivo de un jardn entregado al cuidado de los mismos nioB, se puede disponder de flores para las salas de clases. La seccin de ganadera, avicultura, etc., tambin entregada a la atencin de los alumnos, constituye una de las actividades de mayor importancia por su fin educativo y su rendimiento econmico.... La seccin de tendencia profesional, orientando al alumno hacia el taller de sus simpatas o aptitudes, permite la preparacin de carpinteros, albailes, mecnicos, ceramistas, ladrilleros, sombrereros, tejedores, etc., que juntamente con sus conocimientos de ganadera, agricultura, avicultura, etc., harn del indio un elemento imprescindible... de acuerdo a su medio: el campo. Este mtodo educativo, iniciado en la escuela de Warisata, influir decisivamente en la transformacin del hogar indgena y de su economa, mediante nuevos sistemas de trabajo, higiene, moral, civismo y solidaridad. Rgimen de vida: el Internado. La escuela no tendra fisonoma propia y todo el plan enunciado sera impracticable sin el internado, al cual ingresarn los mayores de 14 aos, dndose preferencia a los procedentes de haciendas y comunidades ms alejadas del centro escolar (ms tarde, al ampliarse el Internado, se admita a nios de seis y siete aos). El internado 2. En 1962 comprobamos que se haba suprimido la Seccin Femenina de Warisata.

modificar radicalmente los hbitos de vida. Adquirirn normas de higiene, orden y buenas costumbres. Su alimentacin en el internado, a base de productos cultivados por ellos mismos, transformar su rgimen nutritivo, por haberse introducido el consumo de artculos ig