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I.1. LA SOCIEDAD ANTE EL RIESGO, EL PELIGRO Y LA VULNERABILIDAD no de los objetivos que tiene la Geografía como ciencia que estudia la Tierra es, desde hace algo más de un siglo, inves- tigar las intrínsecas relaciones existentes entre el hombre (y sus actuaciones) y el medio natural que le rodea, al tiempo que le sirve de base para desarrollar sus aptitudes culturales, económicas y sociales. Dentro de estas relaciones está la influencia que ciertos fenómenos naturales, que podríamos considerar ‘extremos’, tienen en las poblaciones humanas, un aspecto que estudian los geógrafos desde hace poco más de treinta años. Estos des- ajustes naturales, que son percibidos como «catástrofes», tratan de abordarse como el producto final entre unos hechos naturales y otros que provienen de la sociedad afectada. Claro está que en estas situaciones de riesgo también influyen sobremanera las actuaciones que el hombre desarrolla sobre el medio que le rodea, merced al nivel tecnológico y cultural del que éste dispone, y que provoca que estos riesgos, en principio naturales, se conviertan en riesgos inducidos. Esta circunstancia da lugar a que se determine en un momento dado cuáles de los elementos que conforman ese medio son «recursos» y cuáles son «amenazas» para el ser humano, y cómo hacer frente a ambos (CALVO GARCÍA-TORNEL; 1984). La capacidad tecnológica actual de las sociedades más avanzadas, cuya influencia ya es universal, ha hecho desarrollar VULNERABILIDAD Y RIESGO DE INUNDACIÓN EN EL ESPACIO URBANO DE LORCA: DE LA RETROSPECTIVA HISTÓRICA A LA SITUACIÓN ACTUAL Joaquín David Romera Franco otro grupo de riesgos —los tecnológicos— que nada tiene que ver con los fenómenos naturales, sean de la tipología que sean. Visto esto, se puede definir el riesgo como «la probabilidad de que se produzcan una serie de resultados posibles a partir de una acción». En sentido estricto, «existe riesgo cuando se conocen las probabilidades que se pueden asignar a sus resultados; a diferencia de la ‘incertidumbre’, en la que no pueden establecerse probabilidades», otorgándole gran importancia al factor probabilís- tico (JOHNSTON, GREGORY, SMITH; 2000). Desde el punto de vista geográfico, el riesgo se define según el profesor Calvo como «la situación con- creta en el tiempo en un determinado grupo hu- mano frente a las condiciones de su medio, en cuanto este grupo es capaz de aprovecharlos para su supervivencia, o incapaz de dominarlos a partir de unos determinados umbrales de variación en estas condiciones» (CALVO GARCÍA-TORNEL 1984). La expresión riesgo tiene por tanto una doble lectura: por un lado, el esfuerzo que debe realizar el hombre para hacer frente a las manifestaciones extremas de la naturaleza y hacerse así menos vulnerable; y por otro lado, hacer frente a los estragos que estas manifestaciones provocan en el sistema socio-económico que cada grupo hu- mano ha creado. Sin olvidar los riesgos generados por la propia actividad humana. Algunos autores catalogan como riesgos sociales aquellos en los que no hay aleatoriedad y son provocados por el hombre (crisis económicas, conflictos bélicos, ataques terroristas). Por tanto, el concepto riesgo, desde la óptica de la Geografía, supone una adaptación primero de la sociedad a los fenómenos extremos (ya sean naturales, inducidos o tecnológicos) a los que está expuesta; y la forma de hacer frente a los mismos en el momento en que se producen y a posteriori. «En la naturaleza no hay recompensas o castigos; sólo hay consecuencias» HORACE A. V ACHELL I. LA CIUDAD COMO LUGAR VULNERA- BLE. EL ESPACIO URBANO DE LORCA 159

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I.1. LA SOCIEDAD ANTE EL RIESGO, ELPELIGRO Y LA VULNERABILIDAD

no de los objetivos que tiene la Geografíacomo ciencia que estudia la Tierra es,desde hace algo más de un siglo, inves-

tigar las intrínsecas relaciones existentes entre elhombre (y sus actuaciones) y el medio naturalque le rodea, al tiempo que le sirve de base paradesarrollar sus aptitudes culturales, económicasy sociales.

Dentro de estas relaciones está la influenciaque ciertos fenómenos naturales, que podríamosconsiderar ‘extremos’, tienen en las poblacioneshumanas, un aspecto que estudian los geógrafosdesde hace poco más de treinta años. Estos des-ajustes naturales, que son percibidos como«catástrofes», tratan de abordarse como el productofinal entre unos hechos naturales y otros queprovienen de la sociedad afectada.

Claro está que en estas situaciones de riesgotambién influyen sobremanera las actuacionesque el hombre desarrolla sobre el medio que lerodea, merced al nivel tecnológico y cultural delque éste dispone, y que provoca que estos riesgos,en principio naturales, se conviertan en riesgosinducidos. Esta circunstancia da lugar a que sedetermine en un momento dado cuáles de loselementos que conforman ese medio son«recursos» y cuáles son «amenazas» para el serhumano, y cómo hacer frente a ambos (CALVO

GARCÍA-TORNEL; 1984). La capacidad tecnológicaactual de las sociedades más avanzadas, cuyainfluencia ya es universal, ha hecho desarrollar

VULNERABILIDAD Y RIESGO DE INUNDACIÓN EN EL ESPACIOURBANO DE LORCA: DE LA RETROSPECTIVA HISTÓRICA

A LA SITUACIÓN ACTUAL

Joaquín David Romera Franco

otro grupo de riesgos —los tecnológicos— quenada tiene que ver con los fenómenos naturales,sean de la tipología que sean.

Visto esto, se puede definir el riesgo como «laprobabilidad de que se produzcan una serie deresultados posibles a partir de una acción». Ensentido estricto, «existe riesgo cuando se conocenlas probabilidades que se pueden asignar a susresultados; a diferencia de la ‘incertidumbre’, enla que no pueden establecerse probabilidades»,otorgándole gran importancia al factor probabilís-tico (JOHNSTON, GREGORY, SMITH; 2000). Desdeel punto de vista geográfico, el riesgo se definesegún el profesor Calvo como «la situación con-creta en el tiempo en un determinado grupo hu-mano frente a las condiciones de su medio, encuanto este grupo es capaz de aprovecharlos parasu supervivencia, o incapaz de dominarlos a partirde unos determinados umbrales de variación enestas condiciones» (CALVO GARCÍA-TORNEL 1984).La expresión riesgo tiene por tanto una doblelectura: por un lado, el esfuerzo que debe realizarel hombre para hacer frente a las manifestacionesextremas de la naturaleza y hacerse así menosvulnerable; y por otro lado, hacer frente a losestragos que estas manifestaciones provocan enel sistema socio-económico que cada grupo hu-mano ha creado. Sin olvidar los riesgos generadospor la propia actividad humana. Algunos autorescatalogan como riesgos sociales aquellos en losque no hay aleatoriedad y son provocados por elhombre (crisis económicas, conflictos bélicos,ataques terroristas).

Por tanto, el concepto riesgo, desde la ópticade la Geografía, supone una adaptación primerode la sociedad a los fenómenos extremos (ya seannaturales, inducidos o tecnológicos) a los que estáexpuesta; y la forma de hacer frente a los mismosen el momento en que se producen y a posteriori.

«En la naturaleza no hay recompensas o castigos;sólo hay consecuencias»

HORACE A. VACHELL

I. LA CIUDAD COMO LUGAR VULNERA-BLE. EL ESPACIO URBANO DE LORCA

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en la memoria de los lorquinos. La historia deLorca está salpicada de crecidas y riadas que hancausado daños y muchas víctimas, algunas deellas relativamente recientes.

De esta forma los conceptos de riesgo, peligroy vulnerabilidad van unidos, de tal suerte que unavulnerabilidad alta, frente a un riesgo determinado,implicará una mayor intensidad del mismo y unamayor sensación de peligro y, por ello, mayoresconsecuencias. Es importante conocer los riesgosque pueden afectar a un grupo humano, cómofuncionan y los efectos que producen, para adoptarnecesarias políticas de prevención y sensibilización(políticas paliativas) que impliquen una mayorconcienciación social y hagan saber a la poblaciónqué y cómo hacer cuando se produce un fenómenocatastrófico. Todo ello sin olvidar el modelo degestión a llevar a cabo durante la catástrofe, asícomo las políticas que dictaminen cómo actuartras el desastre y las medidas que hay que tomarpara que los efectos en la población y en lasinfraestructuras básicas sean los menos posiblesy favorezcan, lo más rápido posible, volver a lasituación inicial.

El marco de investigación planteado en esteartículo no es otro que el de analizar en quésituación y cómo acecha a la ciudad de Lorca ya sus más de 90.000 habitantes el permanenteriesgo de las inundaciones teniendo en cuentariadas precedentes, obras de defensa que se hanejecutado, la situación actual de los diferentescursos fluviales que atraviesan el casco urbano,así como los factores, causas y posibles conse-cuencias que conllevan estas circunstancias.

A nivel internacional, la ONU declaró el periodo1990-2000 como el «Decenio Internacional parala Reducción de los Desastres Naturales» (DIRDN),proyecto dirigido por el geofísico Frank Pressquien once años antes había empezado a animara la comunidad científica mundial para que inten-sificara su lucha contra los desastres naturales. Elobjetivo del DIRDN es un llamamiento a la comu-nidad internacional para concertar los conocimien-tos y recursos y cooperar en reducir el sufrimiento,la destrucción, los trastornos y las pérdidas humanasproducidas por los desastres naturales. Para ellohay que incidir en las tareas de prevención alcontrario de lo que sucede normalmente. En Lati-

El concepto de vulnerabilidad se puede enfocardesde muchas perspectivas. Desde la referida alos riesgos, se podría definir como la expresióndel desequilibrio o desajuste entre la organizaciónsocial y económica de un grupo humano y elmedio que le rodea (físico, natural e incluso el‘construido’ por el hombre). Este desajuste serámás o menos importante en función de la intensi-dad de la amenaza atendiendo a tales factoresfísicos y humanos.

Toda sociedad es vulnerable a unas manifes-taciones concretas y se toman las decisiones ymedidas necesarias para que esa vulnerabilidadsea la menor posible, pues cuanto menor sea ésta,menores serán las consecuencias producidas porun suceso extremo acaecido.

El concepto de peligro, que se define como«el riesgo inminente de que pueda ocurrir algo»también está muy ligado con los conceptos deriesgo y vulnerabilidad. El peligro más bien serefiere a la sensación psicológica de tener miedode que algo, que está latente y puede manifestarseen cualquier momento desencadenando unas con-secuencias negativas, acabe por producirse. Enel caso de las catástrofes naturales, existe realmentesensación de peligro cuando hay un riesgo queprobablemente puede presentarse y amenazar ala población, sus bienes e infraestructuras. En elcaso de Lorca, como en todas las ciudades, existenmuchos ‘peligros’ que acechan a la ciudad y quepueden afectar a su población: un accidente ferro-viario, un accidente de tráfico a gran escala (mer-cancías peligrosas), un accidente en una factoría(emanación de gases peligrosos, una explosión),la rotura de la presa de un pantano (como yaocurrió en 1648 o en 1802), una epidemia, unterremoto (habida cuenta que el casco urbano estáemplazado bajo dos líneas de falla), una inunda-ción, un incendio forestal en una sierra cercana,etc. La probabilidad de que se pueda producir unacatástrofe ligada a estos riesgos existe en mayoro menor medida. La sensación de peligro que sepueda tener frente a los mismos depende de laconcienciación, el conocimiento y el saber cómoactuar antes, durante y después del suceso porparte de la población. La memoria colectiva tam-bién influye sobremanera, siendo las inundaciones,sin reserva alguna, las que están más presentes

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100.000 millones de euros. En 2005 el númerode víctimas ascendió a 95.000 y unas pérdidas de184.000 millones, teniendo especial incidencialos efectos devastadores de los huracanes Katrina,Wilma y Rita en la zona del Caribe (COCAMA 8;2006).

En el caso de España las cifras de fallecidosy pérdidas materiales por efecto de fenómenosnaturales extremos es muy bajo en relación a otrospaíses. Sólo aparecen determinados hechos aisla-dos, como la catástrofe del camping de Biescasde agosto de 1996 o la rotura de la presa de Tousen los años ochenta; por tanto, no estamos anteun problema de primer orden. En cambio, si setuvieran en cuenta los riesgos de carácter socialo tecnológico, sin duda, los accidentes de tráficose situarían en la cúspide como un verdaderoproblema nacional (2.000 fallecidos anuales enlos últimos años). En todo el mundo los accidentesde tráfico se han convertido en la novena causade muerte con 1,2 millones de fallecidos.

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I.2. LA CIUDAD: SUS RIESGOS Y VULNE-RABILIDAD

La ciudad, definida como la creación másparadigmática de la humanidad, suele ser calificadapor muchos autores como un espacio de «altoriesgo» en el que, según avanzan los tiempos,mayor es la proporción de la población mundialque reside en él. Si a finales de los años ochenta,según un estudio realizado por la POPULATION

REFERENCE BUREAU (1989), alrededor del 41%de la humanidad residía en ciudades, de las que

noamérica, por ejemplo, el 90% del dinero que sedestina a los desastres naturales va dirigido a paliarlas consecuencias de los mismos y sólo el 10%a políticas de prevención. Esta relación está aúnmás desequilibrada si se piensa en el tsunami quearrasó a finales de diciembre de 2004 las costasde Indonesia, sudeste asiático, India y algunospaíses orientales de África a raíz de un terremotoen el fondo marino de 7,9 grados, cuantificándosemás de 250.000 víctimas.

El DIRDN ha intervenido en estos años en laejecución de tres políticas: a) evaluación de losriesgos naturales que constituyen un peligro parala población; b) la puesta en marcha de planes depreparación y prevención; y c) activar los sistemasde alerta necesarios.

A pesar de que durante este periodo las víctimasy daños en bienes materiales se han reducido deuna manera importante, las catástrofes naturalesno han hecho más que aumentar en los últimosdecenios, de tal manera que entre 1960 y 1990 elnúmero de víctimas se ha triplicado. En 1995, enlas 434 catástrofes naturales más importantesregistradas en todo el mundo, quedaron afectadasunas 162.000 personas con unas pérdidas supe-riores a los 62.000 millones de dólares, siendolas inundaciones el riesgo natural más destructivopues afecta especialmente a zonas muy densamen-te pobladas como el sudeste de Asia o India.Asimismo, el 95% de los desastres naturales seproducen en los países del Tercer Mundo, acapa-rando el 97% de las víctimas anuales, pues sonlas áreas más vulnerables y expuestas a estosriesgos por sus condiciones de pobreza, el asen-tamiento equivocado de la población en zonas deriesgo ante la ausencia de planificación, de infor-mación, falta de servicios básicos (hospitales,centros de acogida, botiquines, mala accesibilidad),etc. Hay quien opina incluso que la Edad Con-temporánea se puede definir como la «sociedadde los desastres» por tener ciudades más aglome-radas, mayor contaminación en la atmósfera,mayor degradación del medio ambiente, etc.(LOZANO ASCENCIO; 2001). En 2004 el númerode personas fallecidas por los desastres naturalesen todo el planeta se calculó en 300.000 (inclu-yendo las del tsumani del sudeste asiático) lo quesupuso unas pérdidas materiales valoradas en

El caserío del barrio de San Cristóbal evita su expansiónen el llano de inundación natural del GuadalentínFoto: Archivo Histórico Municipal de Lorca.

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Son los «paisajes del miedo» a los que se refiereCALVO (2002) y que vienen a «hacer frente aposibles o pretéritas calamidades». Se calcula quese producen en todo el mundo al año un centenarde catástrofes que afectan a diversas áreas urbanas.

El fenómeno urbano, con todo lo que implica,es sumamente complejo. Quizá por eso, la ciudades un espacio muy vulnerable a fenómenos extre-mos. La vulnerabilidad de sus habitantes aumentaal tiempo que éstos también incrementan su nú-mero como consecuencia de la expansión de laurbanización que ha hecho crecer las ciudades y,con ellas, el riesgo y la sensación de vulnerabilidad.

Existen ciertos factores propios del mediourbano que se manifiestan como claros favorece-dores de una situación de vulnerabilidad físicainmediata. Estos son: a) el emplazamiento de lasciudades sobre territorios de alto riesgo evidente(en llanos de inundación, sobre una falla activa,sobre una ladera inestable, en las cercanías de unvolcán,...) por motivos históricos, culturales oeconómicos (recuérdese las inundaciones en NuevaOrleans de 2005); b) la fuerte concentración depoblación habida cuenta que las densidades urba-nas son favorecedoras de un mayor número devíctimas en caso de catástrofe; c) las caracterís-ticas en el construido y la planificación territorialson determinantes en las consecuencias de unposible fenómeno extremo: deben evitarse losfocos de infección en barrios degradados, cons-trucciones defectuosas o de mala calidad, favorecerla aireación de los edificios, restaurar zonas urba-nas degradadas (centros históricos, suburbios);también influye la mala distribución de escorren-tías, tramas urbanas que impiden la llegada deservicios básicos de emergencia, prácticas urbanasque dificultan la evacuación, la ocupación decauces, etc.; y d) la vulnerabilidad mediáticaligada al papel que los medios de comunicaciónjuegan en caso de catástrofe, pues, además detener un peso vital en la toma de decisiones,inciden en el comportamiento de las personasafectadas durante y tras la catástrofe, de tal suerteque «pueden influir en que ésta permanezca cró-nica, se dulcifique en algún grado o incluso seignore» (CALVO GARCÍA-TORNEL; 2002); un casoilustrativo fue la epidemia bacteriana de legione-

222 tenía más de un millónde habitantes, en 2006la población mundial por primera vez en la historiaes más urbana que rural en una proporción de 51y 49%. El número de ciudades con más de unmillón de habitantes es ya 400 y cada año másde 60 millones de personas emigran desde elcampo a las ciudades. Se calcula que un terciode la población urbana mundial vive en suburbiosinsalubres.

La tasa de urbanización es asimismo disparsegún las zonas del planeta. Mientras que en lospaíses más avanzados, el porcentaje de urbanosse eleva entre el 70 y el 90% de la población total(España está en el 80%); en los menos desarro-llados ese porcentaje es menor, pues en Asia yÁfrica apenas se roza el 30%. Iberoamérica essin duda la zona del planeta que mayor crecimien-to de la población urbana registra, y hoy se sitúaen el 70% (ABELLÁN, ROJO, FERNÁNDEZ-MAYORALES, RODRÍGUEZ; 1998); máxime cuandolas ciudades millonarias hoy son más numerosasy más grandes en los países pobres, donde el 90% de su crecimiento poblacional se da en estasurbes. Muchas ciudades se han convertido engigantescas metrópolis y su crecimiento es impa-rable: Tokio-Yokohama, Nueva York-Filadelfia,Seúl, Ciudad de México, Sao Paulo, Yakarta,Nueva Delhi y Bombay ya sobrepasan los 20millones de habitantes, esto es, la mitad de todala población española. A éstas hay que añadiralgunas ciudades de China que, debido al acele-rado desarrollo que vive este país en los últimosaños, han sobrepasado esta abultada cifra, comoes el caso de Shangai.

Ya sean grandes, medianas o de pequeñotamaño, las ciudades se muestran como un orga-nismo vivo que nace, se desarrolla y cambia conel paso del tiempo. En numerosas ocasiones, estoscambios vienen determinados por fenómenosextremos o de tipo catastrófico, ya sean naturales(una inundación), inducidos (rotura de una presa)o tecnológicos (accidente nuclear), y eso se mues-tra en el propio paisaje urbano, en su morfologíay en su disposición. Se trata de una adaptacióndel medio urbano a los riesgos a los que estáexpuesto. En ocasiones esa adaptación es parcialy en otras se circunscribe al conjunto de la ciudad.

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riesgo hasta alcanzar situaciones extremas inima-ginables. Nueva York, la ciudad que se autopro-clama como «capital del mundo», sufre aún lostremendos efectos del 11-S: Un tercio de su parquede oficinas ha desaparecido, más de 5.000 empresashan abandonado su sede de Manhattan, el preciodel suelo en torno a la ‘Zona Cero’ ha descendidoy miles de familias han abandonado la gran ciudady se han establecido en otras áreas del país, a loque hay que sumar además los tremendos efectospsicológicos de la población (ROJAS MARCOS;2002). Es curioso cómo el fenómeno urbano puedeser intuido como algo sólido y fuerte y al mismotiempo, débil y endeble. Así veía, en tono dramá-tico, E. WHITE (1949) la vulnerabilidad de NuevaYork: «Por primera vez en su larga historia, NuevaYork puede ser destruida. Una simple formaciónde aviones, no mayor que una bandada de gansos,puede acabar con la fantasía de esta isla, quemarsus torres, destrozar sus puentes, convertir sustúneles en cámaras de muertos, incinerar a millo-nes. Esta insinuación de mortalidad es ahora partedel alma de la ciudad».

Un intento de minimizar los efectos de unposible fenómeno catastrófico es la aplicación deuna legislación efectiva e integral, que en el casode España tiene muchas deficiencias. Se hacenecesaria la aplicación de medidas de prevencióneficaces que equilibren una balanza de riesgos consaldo negativo, donde la iniciativa privada, consus actuaciones y política mercantilista, incrementala vulnerabilidad de la población, mientras lasinstituciones intentan minimizar los efectos deuna posible catástrofe que incluso llega, a veces,a ser casi incontrolable. Valga como ejemplo eltriste naufragio del petrolero ‘Prestige’ a finalesde 2002 que vertió miles de toneladas de fuelfrente a la gallega costa de la Muerte.

Algunos autores como BECK (2002) argumentanque ante el aumento de catástrofes a nivel interna-cional, la «humanidad está siendo sometida a unconjunto de megapeligros» que la hace víctimade un riesgo global.

Es posible que sea el espacio urbano donde semuestra con mayor claridad la compleja interrela-ción que se produce entre los diferentes riesgos yla conexión que mantienen con la sociedad donde

losis que se produjo en la ciudad de Murcia duranteel mes de julio de 2001.

La vulnerabilidad de los residentes en lasciudades depende de la intensidad con la que sedesarrolle su funcionamiento urbano, merced alos flujos demográficos y económicos que man-tiene ésta con su entorno y otras urbes según suimportancia en el sistema de ciudades en que estáintegrada. Esto implicaría un inexorable ‘efectodominó’ que aumentaría las consecuencias delfenómeno impulsor inicial. Los ejemplos de trans-misión de una situación de riesgo desde un centrourbano hacia el exterior son los de tipo bacterio-lógico, sin olvidar los relativos a la desorganizaciónterritorial que se produce en el entorno de laciudad cuando ésta sufre una crisis ante su altopoder funcional y centralizador.

CHUECA GOITIA (1968) alude en su «Brevehistoria del urbanismo» a que «la ciudad día a díase construye, pero toda construcción lleva apare-jada una destrucción, como toda vida (...). Unaciudad que se construye es a la vez una ciudadque se destruye y en la manera de articular estadoble operación reside la posibilidad de que lasciudades se desarrollen armoniosamente puestoque lo ideal es que la construcción se haga conla menor destrucción posible, la cual debe ser unareadaptación inteligente a las nuevas exigencias».El afán de construir y derribar la ciudad puedeestar ligada a políticas de restauración de centroshistóricos (París, Barcelona, Berlín, San Peters-burgo) o por otros motivos que pueden tenerconnotaciones dramáticas, ya no por fenómenosnaturales si no por otros de tipo tecnológico osocial: el derribo de una urbanización ilegal deHong Kong de 2,5 hectáreas y el desalojo de40.000 personas en 1987 o los estragos provocadospor un conflicto bélico (Beirut o Sarajevo, comocasos paradigmáticos) hacen de la ciudad «unpaisaje humano, sobre la escenografía de ladestrucción» (OLMO; 2002).

Los sucesos ocurridos el 11 de septiembre de2001 en Nueva York ante el mayor atentado te-rrorista de la historia vienen a confirmar la vulne-rabilidad de las áreas urbanas, sobre todo aquellasmegalópolis que por su condición de «ciudadesglobales» acogen funciones que aumentan el

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I.3. EL ESTUDIO DE LOS RIESGOS Y LAVULNERABILIDAD EN LORCA. UNACUESTIÓN DE NECESIDAD

«Se nos viene encima ese inmenso mar deaguas enlazadas que nos ha ocasionado la ruinadel país para mucho tiempo y la pérdida de tierrase intereses imposibles de separarse jamás (…) Laautoridad municipal aquella noche no pudo másque enviar a la Guardia Real de Caballería eInfantería, Guardia Municipal, serenos, Cuerpode Vigilancia Nocturna, la brigada de bomberos,empleados de consumo, funcionarios, todo cuantohabía al alcance de las zonas devastadas paraavisar a los vecinos del barrio de San Cristóbalque salieran huyendo mientras los habitantes dela huerta que, confiados, descansaban en susmoradas (…) La alarma fue horrorosa: lanzadala población a la calle, asustada por el imponentebramido de las desbordadas aguas, el continuotocar de las cornetas y caracolas; las corridas yel griterío de los vecinos de los sitios inundadosy peligrosos era sólo comparable al bíblico diluvio

Desde antiguo Lorca se ha intentado defender de las riadasdel río Guadalentín, como muestra este lienzo de murallamedieval a los pies del cauce. Foto: J. David Romera Franco.

(…) Allí, huertas enteras, hermosos y extensosarbolados han quedado reducidos a arenisco ypedregoso suelo; más acá las bestias y animalesque descansaban bajo los tinglados del verano,han sido arrastrados por la corriente (…) las casasdel barrio de San Cristóbal próximas a los brazalesy al río inundadas y perjudicadas; la riqueza delos riegos de Tercia, Sutullena, Campillo, Mar-chena, Tiata, Cazalla y otros hoy son bancos dearena, montones de escombros, lagunas extensasdebajo de cuyo cenagoso fango yacen miesesenteras, acinas preparadas para la tierra. Aquí yallá animales muertos envueltos en cieno, familiassin albergue, sin ropa, sin ajuar, sin que se nostilde de exagerados». (Descripción realizada dela riada ocurrida en la madrugada del 26 al 27 dejunio de 1899 en Lorca y su vega, cuya crónicafue publicada por el diario local UNIÓN NACIONAL

el 3 de julio de 1900).

El análisis de los riesgos y la vulnerabilidaden el caso específico de Lorca es muy reciente yse trata de una cuestión poco estudiada, a pesarde la existencia de unos riesgos claros y biendefinidos que amenazan a buena parte de la ciudadlorquina, entre ellos, el de las inundaciones.

Existen algunos estudios realizados por IBÁÑEZ

VILCHES, CALVO GARCÍA-TORNEL, MARTÍNEZ GUE-

VARA, CONESA GARCÍA O GIL OLCINA entre otros,sobre cuestiones concretas vinculadas a los riesgosen Lorca, sobre todo los riesgos de tipo natural.Entre todos los riesgos posibles, existen cuatroque han destacado históricamente por causarmayor número de víctimas y modificar la propiaestructura urbana y aspecto físico de la ciudad:inundaciones, terremotos, sequías y epidemias.

El propio emplazamiento del casco urbano deLorca sobre la ladera de la sierra del Caño y elllano de inundación del río Guadalentín, la elevadadensidad de población en el perímetro urbano(110 habitantes por hectárea), la irregularidad deun callejero de origen medieval con edificacionesantiguas en una parte importante de su entramado,y un desarrollo urbanístico que no ha tenido encuenta los riesgos que acechan a la propia ciudady sus habitantes, cercan la vulnerabilidad de losciudadanos de Lorca frente a fenómenos extremosde tipo catastrófico. Esto es común en buena partede las ciudades de nuestro entorno.

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estos se manifiestan. Para facilitar la gestión delos mismos es necesaria una política coordinaday efectiva donde el concepto riesgo tenga unmayor protagonismo en la planificación espacialy no pasar, como ocurre en muchas ocasiones,inadvertido. Las recientes inundaciones en algunosmunicipios del litoral de Alicante muestran unainadecuada práctica de la ordenación del territoriofrente a procesos morfo-dinámicos recurrentes.

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dias ligadas a enfermedades infecciosas por unamala salubridad urbana, contaminación industrial,o catástrofes vinculadas a fenómenos naturales;de hecho, existe una ordenanza dedicada a la«dehesa y sus daños» (ord. 211). La 244 alude ala conveniencia de «que no se venda cosa decomer, quien esté tocado de mal contagioso».Preocupación por la seguridad de los vecinos que,de una forma u otra, ha llegado hasta nuestrosdías.

Algo posteriores son las ORDENANZAS PARA LOS

RIEGOS DE LA CIUDAD DE LORCA (1831), aprobadaspor S.M. por Real Orden el 18 de noviembre ydispuestas por el Marqués del Villar, Superinten-dente de la Real Empresa de Lorca. En ellas sehacen algunas referencias a los deberes de losvecinos para no perjudicar el paso de las aguasfluviales en caso de avenida, el pago de los dañosy sanciones.

En el capítulo IX, artículo 2, se explica que«no se permitirá plantar árbol alguno en la basey ancho de los quijeros, de las acequias, brazalese hijuelas bajo pena...»; en el artículo 9 se diceque «como las tortuosidades que se observan enlos cauces son perjudiciales a la conservación deéstos y a la economía de las aguas, se irán rectifi-cando cuando sea posible, en las ocasiones opor-tunas de mondas u obras que haya necesidad dehacer en los cauces». En el capítulo X, en losartículos 19, 20 y 21, se hace referencia a losdesperfectos que pueden ocasionar las riadas enlas mondas del río o de las ramblas principalescuyos daños «serán costeados por los fondoscomunes». Otro ejemplo lo encontramos en elcapítulo XIV en su artículo 6: «cuando las avenidasde aguas turbias fuesen tales (...) se producirá unriego comunal extensivo a todos los que tenganhacienda desde el Real Pantano de Puentes».

Asimismo, en el «Catálogo de riesgos en elmunicipio de Lorca» elaborado por PROTECCIÓN

CIVIL en 1999 se cita la existencia en el términomunicipal de hasta 14 riesgos diferentes. En con-creto en el espacio urbano de Lorca se detectanlos siguientes: riesgo de inundación, sísmico,incendios forestales, rotura de presas, concentra-ciones humanas, transporte de mercancías peli-grosas, siniestro súbito en el medio urbano, acci-dente ferroviario, accidentes de tráfico rodado,

A pesar de ello, se puede afirmar que existeuna cierta conciencia social por parte de la pobla-ción, referida a la existencia de una serie de riesgosmuy marcados capaces de perturbar la vida coti-diana de la ciudad. Los lorquinos son conscientesde su vulnerabilidad respecto a fenómenos extre-mos que suponen un riesgo. No cabe duda de quela sucesión de riadas e inundaciones en la ciudadde Lorca y su huerta a lo largo de la historia, olos terremotos destructivos que han sembrado elpánico entre la población, forman parte de unamemoria colectiva que no olvida y adapta el lugardonde vive a las nuevas circunstancias. Las con-notaciones culturales y sociales que esto conlleva,marcan el carácter de los vecinos, su forma dever y comprender el territorio en el que viven, asícomo su forma de actuar.

Ya las ORDENANZAS MUNICIPALES de Lorca de1713 señalaban las directrices de lo que debía seruna «sociedad ordenada y próspera» que porentonces estaba experimentando un gran desarrolloeconómico y cultural. Estas ordenanzas venían areflejar la necesidad de un marco jurídico adecuadopara regular las actividades urbanas y rurales, altiempo que se perseguía proteger a la poblacióndel municipio (poco más de 8.000 almas dispersasen más de 2.000 km2 de superficie) de los estragosdel medio natural, prestando especial atención alriesgo que suponen ciertas actuaciones en loscauces fluviales. Así la ordenanza 24 prohíbe«labrar y sembrar en la dehesa de los ríos». Elmantenimiento del ornato público de la ciudad y su saneamiento pasa también por una decena deordenanzas en las que se pide que «cada quincedías se barran las calles» (ord. 32), «que no sehagan bóvedas, ni portales hondos» (ord. 33),«que no halla gallinas ni puercos en las calles»(ord. 35), «que no se saque ningún albañal (des-perdicio) a la calle pública ni echar agua, nilevaduras» (ord. 38 y 39), entre otras. Tambiénhay ordenanzas que tratan de regular la venta deanimales y bestias en los mercados y plazas pú-blicas; la prohibición de «no echar en la Albercaanimal muerto, ni vivo» (ord. 56); que «por lasalcantarillas no pase ganado ni bestias» (ord. 124);la imposibilidad de cultivar en ríos, ramblas oramblizos y la ordenación de las actividadesartesanales e industriales. Se muestra la preocu-pación de las autoridades locales por evitar trage-

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riesgo sanitario y los derivados de la actividadindustrial.

Este estudio aborda de forma específica elriesgo que suponen para Lorca las inundacionesprovocadas por las periódicas riadas del Guada-lentín como principal cauce fluvial que atraviesael casco urbano. Pero antes, es conveniente teneruna visión global de cómo es el espacio urbanode Lorca, cómo ha evolucionado en el tiempo,por qué es así, qué motivos han derivado en suactual emplazamiento y morfología, y en quémedida esto afecta a la vulnerabilidad de la propiaciudad y sus habitantes.

I.4. EL EMPLAZAMIENTO URBANO DELORCA COMO FACTOR DETERMINANTE

El emplazamiento de una ciudad va a determi-nar su desarrollo posterior así como su morfología,funcionalidad y estructura urbana. También influ-ye, y a veces de una forma decisiva, en la apariciónde determinados riesgos de tipo natural, inducidoo tecnológico que amenazan a la población resi-

La rambla de Tiata siempre ha constituido una infraestructuratrascendental para el riego de la huerta. Foto: ArchivoHistórico Municipal de Lorca

dente. Los emplazamientos de la mayor parte delas ciudades se concretaron hace siglos y con ellosse perseguían unos objetivos, por supuesto, untanto diferentes a los que rigen en la actualidad.Así las ciudades defensivas (como lo fue Lorca)se asentaron sobre una ladera a los pies de unafortaleza, las colonizadoras y comerciales en losfondos de valle y junto a las vías de comunicación(caso de Murcia), y las portuarias en zonas abri-gadas y fácilmente defendibles para asegurar elcomercio marítimo (un ejemplo notable lo esCartagena) (ESTÉBANEZ, J.; 1995).

En la actualidad Lorca es la tercera ciudad dela Región de Murcia, capital natural e inexcusablede una comarca natural que desborda los límitesadministrativos sobre un amplio espacio de másde 4.000 km2 entre las provincias de Murcia,Almería y Granada. Su alta dotación comercial yde servicios le hace ser centro de referencia deprimer orden en el contexto regional, lo que levalió a HORACIO CAPEL (1968) para definirla comouna «Capital Subregional», papel hoy difícil demantener al estar inmersa en un contexto econó-mico y urbano muy distinto.

El casco urbano lorquino está situado en elcentro geográfico de su municipio, a 331 metrosde altitud sobre el nivel del mar y a los pies de lasierra del Caño. Sus coordenadas geográficas lositúan en los 37º 40’ 41’’ de latitud Norte, y enlos 01º 41’ 50’’ de longitud Oeste. Su estratégicoy valioso emplazamiento está motivado por elespacio geofísico que le rodea, a causa de unaprimitiva funcionalidad militar, defensiva y colo-nizadora, lo cual ha influido decisivamente en latrama, aspecto y organización del espacio urbanode Lorca, hoy más amplio y diversificado quehace solo unas décadas.

El profesor GIL OLCINA (1968) sostiene que«el medio físico explica sobradamente la ubicaciónde Lorca». La ciudad se sitúa en el dinámicocorredor Mediterráneo, al pie de la sierra del Caño,en uno de los bordes de la depresión prelitoralmurciana como camino de paso obligado entreAndalucía y Levante. Su posición estratégicatambién le permite quedar cerca de la costa através de la sierra de Almenara y las tierras de lascomarcas del interior. A esta notable accesibilidadse une la existencia de un curso de agua (el Gua-

Estado de la margen derecha del río Guadalentín a principiosdel siglo XX. Foto: Archivo Histórico Municipal de Lorca.

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I.5. LA CONFIGURACIÓN DEL PAISAJEURBANO ACTUAL

La evolución urbana de Lorca está íntimamenteligada al pasado histórico de la misma y a lascondiciones naturales que la rodean, como ya seha visto. Cada siglo vive a su modo y esto hainfluido en dar, como ocurre en toda ciudad, unacierta peculiaridad urbana que la distingue de lasdemás.

Los orígenes urbanos de Lorca se localizanen el interior del castillo que hoy corona la ciudady que constituyó una ciudad en sí en forma deacrópolis prerromana (la antigua Eliocroca), lacual tuvo una gran importancia estratégica, osten-tando incluso una sede episcopal propia. A partirde la novena centuria, el caserío salta de la forta-leza y comienza a deslizarse por la ladera suresteen torno a lo que hoy son las peñas de San Inda-lencio y el barrio de San Juan. Se tiene constanciaque en el siglo XII la ciudad ya estaba amuralladapor varios gruesos lienzos de doce metros dealtura y coronada por un castillo musulmán,alcanzando durante este periodo el perfil completo

dalentín), elemento fundamental en una tierracálida y seca. El río, aprovechando el hundimientoen el eje anticlinal de la sierra de Tercia y la delCaño, abre a sus pies una extensa zona regableque es la huerta de Lorca, de tierras «cuya fertilidadno hay alguna que las iguale», como describió unviajero árabe allá por el siglo XII.

Por tanto, el emplazamiento actual de la ciudadde Lorca se valió de una situación estratégica enun cruce de caminos, la cercanía de una salida almar, una tierra fértil que cultivar para sustento dela población, un río, aunque de régimen irregulary espasmódico, para asegurar la subsistencia delos vecinos y los cultivos, y la existencia de unpromontorio elevado en las estribaciones de lasierra de la Peñarrubia que supone una fácil de-fensa contra las avenidas del Guadalentín y contrael peligro que significan los conflictos en tiemposbelicosos. Un emplazamiento claramente defen-sivo y de afán colonizador, no exento de dificul-tades, entre otras la existencia de unos clarosriesgos que se han manifestado históricamente yaún hoy no se han terminado de conjugar.

Panorámica del emplazamiento de la ciudad entre la sierra del Caño y la depresión prelitoral drenadopor el río Guadalentín (al fondo). Foto: Cortesía de la Gerencia Municipal de Urbanismo.

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mentales de carácter civil y religioso que teníanpor objeto dar prestigio (la Colegiata de SanPatricio nació con vocación catedralicia) y embe-llecer la ciudad en una etapa de gran bonanzaeconómica y social que iba acompañada de unacreciente jerarquización social entre los residentesen el centro urbano y los emplazados en la periferia(SEGADO BRAVO; 1990).

En el siglo XIX se producen importantes ac-tuaciones que darán lugar a la Lorca de hoy. Setrazan las primeras alamedas por el corregidorLapuente, que crearán una bella ciudad jardín, ya la vez constituirán una barrera que impedirá elcrecimiento del casco urbano hacia la huerta,agudizada cuando entre 1885 y 1890 se traza lalínea del ferrocarril, lo que hará desarrollar laciudad hacia los extremos siguiendo el eje de lacarretera nacional.

Durante la primera mitad del XIX la dinámicaconstructiva fue muy escasa debido a la sucesiónde catástrofes (rotura de la presa de Puentes en1802), epidemias, sequías, la guerra de la Inde-pendencia, etc., que paralizaron el crecimientodemográfico y económico de etapas anteriores.Sólo se empiedran y enlosan algunas calles delcentro, aunque se muestra cierto interés (pese alas penurias económicas) por mantener la ciudadhabitable. La segunda mitad del siglo es másdinámica y se abren numerosas calles y plazascomo consecuencia de las desamortizacioneseclesiástica y civil que se llevan a cabo. Estoposibilita la apertura del Camino Real de Granada(hoy calle Lope Gisbert), la creación del conjuntoarmónico que conforma el Teatro Guerra (1861)y las plazas que lo rodean sobre los terrenos delconvento de San Francisco, y la apertura de nuevascalles y plazas públicas (San Vicente, Calderón,Colón, Negrito, Santo Domingo,) que tenían porobjeto hermosear la travesía que suponía el citadoCamino Real. En 1872 se aprueba el trazado dela alameda de Espartero (hoy Avenida Juan CarlosI y paralela al Camino Real de Granada), la cualinfluirá en el posterior desarrollo urbano de laciudad. Todas estas actuaciones conformarán elensanche decimonónico de Lorca con calles rectasy de aspecto moderno. En 1879 se inaugura elprimer puente sobre el Guadalentín que comunicaSan Cristóbal con el resto de la ciudad, el cual

de ciudad islámica con calles tortuosas e irregu-lares que ascienden desde el perímetro amuralladoexterior hacia los bazares, la mezquita mayor, laalhóndiga y la alcaicería (RODRÍGUEZ MARTÍNEZ;1991, 2002). La ciudad se convierte en la capitalde la Cora de Tudmir y adquiere gran importancia(en el interior de la fortaleza se han encontradolos restos de un palacio califal, una sinagoga únicaen la península y viviendas de una judería en elsolar donde se construye un parador de turismo).Lorca se reconquista mediante capitulación en1244, y pasa a manos castellanas, lo que le harácumplir un papel estratégico indudable (conside-rada como la segunda llave del Reino) desde elpunto de vista militar y comercial al ser tierra defrontera entre los reinos de Castilla y Granada.

Con la caída de Granada en 1492 la reconquistafinaliza, y en el siglo XVI Lorca se convierte encapital de una amplísima comarca. La ciudadcrece y con ello comienza el derribo de la muralla(de la cual queda el Porche de San Antonio yvarios tramos en las calles Cava y de los Pozos,hoy en rehabilitación) y se extiende hacia la huerta.Se crea la Plaza de España (otrora de Afuera)como centro administrativo y político, se erigenalgunos conventos en los ejes de salida de laciudad (La Merced, San Francisco, Santo Domin-go) así como diversas iglesias y palacios renacen-tistas en las vías más céntricas, articuladas en losnuevos ensanches que alcanzaban hasta la actualcalle Corredera. Se construyen edificios impor-tantes que harán de Lorca centro de una comarcaagrícola y artesana (Concejo, lonja, pósito, cárcel,matadero,...) así como las primeras fuentes públi-cas en diferentes barrios (San Cristóbal, SantaQuiteria, San José) (GUTIÉRREZ CORTINES; 1990).

Durante los siglos XVII y XVIII se adviertecierto crecimiento hacia la vega en las parroquiasubicadas en la zona más funcional de la ciudad(San Mateo, Santiago y San Patricio), así comoel barrio de San Cristóbal, de origen mozárabe,al otro lado del río y de clara impronta preindus-trial. Asimismo, los barrios altos que se desarro-llaron en el medievo en directa vinculación conla fortaleza (San Juan, Santa María y San Pedro)comienzan a despoblarse y a ser ocupados porlos «pobres de solemnidad», iniciando un decliveque llega hasta nuestros días. Continúan a lo largode este tiempo construyéndose edificios monu-

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quedaba aislado en caso de riadas y avenidas(PÉREZ ROJAS; 1990, 2005).

Hasta ese momento, la ciudad de Lorca estabaconstituida por un ensanche central donde residíala oligarquía lorquina y el clero, unos barriosmedievales abandonados a su suerte y unos sec-tores periféricos (San Cristóbal y San José), decarácter industrial el primero y agrícola el segundo,que incidían en las desigualdades sociales delmomento.

Según IBÁÑEZ VILCHES (1985, 1990), en elsiglo XX se distinguen respecto al crecimientourbano dos etapas, cuyo punto de inflexión sitúaen la década de 1950. En la primera el crecimientode la ciudad es prácticamente nulo ya que laterrible emigración de los años veinte y treinta yla guerra civil española hacen estragos en laeconomía local. Hay que señalar, no obstante, doshechos que contribuirán decenios más tarde alcrecimiento lineal de la ciudad. El primero es ladesaparición del cementerio de San José en 1901(justo donde se hallaba el campo municipal defútbol) y su traslado a su actual emplazamientoen la Torrecilla, lo que supuso la extensión de laciudad por la calle Nogalte y los Carriles de Gracia(Pérez Casas) y Zenete (José Mouliaá) en direccióna Granada; el segundo, la construcción al otroextremo del casco urbano, en el camino de Murcia,del Cuartel de Infantería Sancho Dávila en 1924,que atraería el caserío hacia esta parte de la ciudad.Asimismo, en el centro urbano se urbanizan nu-merosas calles y se cierra al tráfico y se peatonalizala Corredera, que queda como la principal calle-salón (SALA VALLEJO; 1998).

Durante la segunda mitad del siglo XX laciudad va a crecer de manera constante hasta darlugar a la disposición actual, si bien este creci-miento comienza a acelerarse mediados los setenta.Lorca inicia entonces su particular boom urbanís-tico y duplica hasta hoy su perímetro urbano,salvando en numerosas ocasiones la tradicionalred de acequias y canales de la huerta circundantey sorteando diferentes cauces fluviales que frac-cionan el espacio urbano y que al final quedanmás o menos integrados.

Vista del casco histórico de Lorca, la ciudad heredada.Foto: J. David Romera Franco

El casco urbano de Lorca ha seguido un cre-cimiento lineal en torno a la travesía urbana dela N-340 (Murcia-Almería) que atraviesa la ciudaden unos seis kilómetros. Los factores que handado lugar a ese crecimiento son de dos tipos:por un lado, los físicos, al ubicarse las estribacio-nes de las sierras de Tercia y Peñarrubia, al nortey oeste, respectivamente, del casco urbano, loque impide el crecimiento en estas direcciones,así como el propio cauce del Guadalentín que ladivide en dos partes junto a la rambla de Tiata.Por el otro, los factores antrópicos, caso de la víaférrea que limita el crecimiento urbano por suborde sur, y del complejo de las Alamedas, en elque se ha impedido la edificación compacta.

Este modelo de crecimiento descompensadose inicia en los años cincuenta con la construcciónde una barriada protegida de 178 viviendas (las«Casas Baratas»), y a partir de la siguiente décadacomienzan a aparecer barrios de promoción pri-vada al pie de la N-340, tanto en sentido Granada(San José, La Viña, San Antonio) como en direc-ción a Murcia (San Diego, Los Ángeles, Apolo-nia), localizándose en este eje las mayores densi-dades. Paralelamente se desarrolla otro eje decrecimiento, la carretera de Águilas, que da origena nuevos ensanches residenciales entre la plazadel Óvalo y la rambla de Tiata, con altos bloques,así como un sector industrial desordenado (elpolígono de Serrata) en dirección a Caravaca,limitado por la rambla Salada y el río Guadalentín.

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I.6. ESTRUCTURA, MORFOLOGÍA Y FUN-CIONALIDAD DE LOS ESPACIOS URBA-NOS DE LORCA

Dando un paseo por Lorca se puede advertirdentro del perímetro de la ciudad la presencia devarios sectores urbanos con características estruc-turales, morfológicas y funcionales diversas.

—Barrios Altos: De origen medieval, se loca-lizan en las faldas del castillo (San Juan, SantaMaría y San Pedro). Muestran una trama urbanacaótica e irregular que se adapta a las dificultadesimpuestas por la topografía. Aquí la mayoría delas viviendas son humildes, de una o dos plantas,y en general de mala calidad constructiva. Acogena la población de menos recursos de la ciudad. Aesta tipología también pertenece la zona alta delbarrio de San Cristóbal, apoyada en las estriba-ciones de la sierra de Tercia y los sectores deTejares, San Lázaro y El Calvario. La falta con-secuente de infraestructuras y servicios básicosen estas zonas es una demanda casi perpetua delos vecinos. Se trata de una zona de gran extensióny de funcionalidad meramente residencial.

Los barrios altos de Lorca son de los sectoresmás vulnerables desde el punto de vista de losriesgos naturales por el emplazamiento de lasviviendas, la inestabilidad de los materiales delsubsuelo, la pendiente y estrechez de las víaspúblicas, la escasa calidad constructiva de losedificios y la falta de planificación (déficit deimbornales, grandes vías de evacuación y entradade vehículos de emergencia, hidrantes en caso deincendio; de espacios abiertos, equipamientosbásicos, etc.) Esta zona es especialmente sensiblea los movimientos sísmicos, deslizamientos delterreno, desprendimiento de rocas desde cerrosmás elevados, derrumbes de estructuras antiguasy pequeñas inundaciones cuando se producenprecipitaciones de gran intensidad cuyas escorren-tías sucias discurren a gran velocidad calle abajoante el insuficiente sistema de recogida y evacua-ción de aguas pluviales.

Desde hace varios años se están acometiendoimportantes mejoras en estos espacios urbanosdeprimidos a través del PIBAL (Plan Integral de

los Barrios Altos de Lorca): urbanización de calles,renovación de servicios básicos, colocación dehidrantes, derribo de viviendas para la aperturade nuevos espacios, recuperación de edificios deinterés histórico, tratamiento y solución a conflictossociales, laborales, integración de colectivosdesfavorecidos, etc. El plan cuenta con una dota-ción presupuestaria inicial superior a los 38 mi-llones de euros a ejecutar entre 2004 y 2011.

—Centro Histórico. Se localiza en la laderadel castillo, aunque a una cota más baja que losbarrios altos. Se corresponde con los ensanchesurbanos edificados entre los siglos XV y XIX.Acoge la casi totalidad de los edificios históricosy de interés monumental de la ciudad. A pesar dela angostura de sus calles, éstas son más regulares.En 2000 se aprobó un Plan de Rehabilitación delConjunto Histórico Artístico (PEPRI) con el objetode restaurar y dar funcionalidad a un espacio queestaba sometido al olvido y a la degradación. Desus cerca de mil edificios, el 60% se construyeronantes de 1900, el 14% están abandonados y el25% se conserva en mal estado (PEPRI; 1990).Este espacio urbano es el centro cultural, lúdicoy turístico de Lorca. La iniciativa pública «LorcaTaller del Tiempo» (2003) está contribuyendo alauge turístico de la zona, la potenciación del usode edificios históricos y la recuperación de espaciosque se habían quedado obsoletos (convento de LaMerced, recinto del Castillo, el barrio artesanoprevisto en la calle Selgas).

Los principales problemas a los que se enfrentael Casco Histórico son el deslizamiento del terreno(un ejemplo palpable son las edificaciones de lacalle Cava), un hipotético movimiento sísmicode entidad, y la humedad, especialmente en mo-mentos de lluvias intensas y prolongadas. Lasprecipitaciones de octubre y diciembre de 1989que ocasionaron importantes inundaciones en lacuenca del Segura, produjeron graves daños enmuchas viviendas del recinto histórico con des-prendimientos de cornisas, hundimientos de teja-dos y resquebrajamiento de paredes. Muchasedificaciones fueron declaradas en ruina y elconcejal de urbanismo llegó a afirmar que «elCasco Histórico de Lorca se está viniendo a abajo,ya que el grado de ruina de los edificios está

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aumentando con el exceso de humedad; en cuantose seque será fatal, porque habrá muchoshundimientos» (LA VERDAD; 10 diciembre de1989). El abandono, las prácticas especulativasy la falta de mantenimiento agudiza los problemas.En 1990 la mitad de las viviendas estaban desha-bitadas y el 35 % no tenía mantenimiento alguno.

En la zona más llana del casco urbano quedanemplazados:

—Ensanche central. Se articula entre la calleCorredera y la línea del ferrocarril, y entre el ríoGuadalentín y el barrio de San José. En él sesitúan las funciones centrales y residen más de25.000 personas. Es el principal centro comercial,financiero y de servicios de la ciudad, cuya acti-vidad urbana gira en torno a la avenida JuanCarlos I (la principal arteria) y la calle LopeGisbert, entre otras. Es un espacio sumamentecongestionado por el excesivo tráfico rodado ypeatonal, dada su alta centralidad, escaso engrandes zonas verdes y espacios abiertos, y estáafectado por la densificación de las viviendas enedificios de grandes dimensiones. La vulnerabili-dad de este espacio central es inferior a la desectores más antiguos, destacando el riesgo deincendio en bloques de gran altura y los movi-mientos sísmicos.

—Barrios pericentrales y periféricos. Sonaquellos que se han desarrollado tras la colmata-ción del centro y son ya una prolongación de él.Su funcionalidad comercial y de servicios está enauge y han experimentado un crecimiento enaltura muy importante, como ha ocurrido en elbarrio de San José. En el barrio de San Diego,zona de expansión, incluso existe un centro co-mercial de 16.000 m2, un polideportivo, centrosescolares y zonas de ocio y recreo que se localizanen el llano de inundación natural del Guadalentín,siendo una de las áreas más sensibles de la ciudad.

Los barrios periféricos quedan, dentro de ladisposición lineal del espacio urbano lorquino,más alejados de la zona centro, lo que ha permitidoque desarrollen una funcionalidad propia. Estosnuevos polígonos de viviendas están dotados demayores equipamientos y servicios que otras áreas

construidas. Las tipologías en la edificación sonmuy diversas: predominio de edificios de ordenabierto (La Isla, San Rafael, Residencial Univer-sidad, San Fernando), de orden cerrado entremedianerías (La Viña, San Antonio, Los Ángeles,Apolonia, Alfonso X), viviendas unifamiliaresadosadas y pareadas (Santa Quiteria, Virgen delas Huertas), aisladas en parcelas independientes,etc. Estas zonas nuevas quedan expuestas a diver-sos problemas: contaminación electromagnética,escorrentías sucias por lluvias intensas, caucesfluviales que atraviesan sectores urbanizados, etc.

—Ciudad jardín de las Alamedas. Pasada lalínea del ferrocarril, este espacio urbano estáestructurado en un conjunto de paseos peatonalespúblicos cuya urbanización quiere responder almodelo de las ciudades-jardín anglosajonas, conviviendas unifamiliares en parcela individual. Esbaja la vulnerabilidad de la zona aunque podríaquedar anegada por la rambla de Tiata. Su nivelde equipamientos es elevado.

—Polígonos industriales y área periurbana.Más allá del espacio urbano compacto, la ciudadamplía su influencia sobre el espacio rural próxi-mo. A las salidas del casco de la capital se localizanlos polígonos industriales de Los Peñones y elparque empresarial Saprelorca en dirección aGranada; el polígono de La Hoya y la ciudad dela automoción en la carretera hacia Murcia; y elanárquico complejo industrial de Serrata en lacarretera de Caravaca. Estos espacios dan empleoa más de 5.000 personas.

Unida intrínsicamente a la ciudad de Lorca,la huerta instalada en el valle del Guadalentínpresenta el aspecto propio de las huertas medite-rráneas con un denso poblamiento disperso estruc-turado en los caminos, canales y acequias que larecorren en varios cientos de kilómetros. El sectormás cercano al casco urbano va perdiendo sucarácter rural y se va consolidando como un áreaperiurbana donde el espacio residencial (primeray segunda residencia) gana mayor peso y se ins-talan grandes equipamientos urbanos (centroscomerciales, ciudad deportiva de la Torrecilla,hospital general Rafael Méndez, cementerio deSan Clemente, áreas de servicio, zonas de ocio,

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II. ANÁLISIS DEL RIESGO DE INUNDACIÓNEN LORCA. UNA VISIÓN RETROSPECTIVA

II.1. LA INUNDACIÓN COMO RIESGO,PELIGRO Y CATÁSTROFE

A lo largo de la historia de Lorca, las inunda-ciones producidas por las sucesivas riadas y ave-nidas del río Guadalentín han trastocado en mul-titud de ocasiones la cotidiana vida municipal.

Las inundaciones son los fenómenos catastró-ficos que mayor capacidad destructiva presentan.Constituyen la tercera parte de los acontecimientosanuales capaces de ocasionar daños económicossuperiores al 1% del PIB del país afectado, el28% de los sucesos que pueden causar más de uncentenar de víctimas mortales y el 52% de losdesastres que afectan al menos al 1% o más de lapoblación del país donde se produce. Las inunda-ciones provocan además el 40% de las víctimasde los desastres naturales que se producen anual-mente en todo el mundo.

Los lorquinos, ante el riesgo que supone laexistencia de un río con un régimen tan irregulary que, periódicamente, se muestra virulento ycatastrófico, no han tenido más remedio queadaptar una ciudad dividida por él en dos, esta-blecer un sistema de defensa que intentara dismi-nuir los estragos que el Guadalentín provoca, y

poner en práctica aquellas políticas de prevencióny sensibilización sobre la población para saberactuar en caso de producirse una situación catas-trófica.

A lo largo de la historia, se pueden contabilizarhasta más de un centenar de inundaciones cono-cidas que han hecho estragos en Lorca y, por ende,en su sistema económico, basado en gran parteen los cultivos de su extensa vega, un enormecono de deyección moldeado por los arrastres delGuadalentín.

A nivel internacional, la inundación más es-pectacular que se recuerda fue la provocada porla crecida del río Yangtsé (China) en 1931, quecausó la muerte de cuatro millones de personas.Durante el verano de 1999, las lluvias resultaronespecialmente devastadoras en el sudeste de Asia,provocando la desaparición de más de 1.500personas en Filipinas, Tailandia, Vietnam, China,Nepal, India y Corea del Sur por efecto de losmonzones propios de estas zonas. No obstante,el peor episodio catastrófico provocado por unariada en los últimos tiempos tuvo lugar en Vene-zuela, en diciembre de 1999. Toneladas de lodomezcladas con millones de litros de agua provo-caron la crecida de los ríos y arroyos que arrasarondecenas de miles de casas en el área caribeña delpaís. Además, el número de víctimas estuvo entorno a las 50.000 y más de medio millón resul-taron damnificadas.

En España, desde el Instituto Nacional deMeteorología, existe una cierta preocupación porlos efectos del cambio climático en nuestro país.Desde mitad del siglo XX se ha producido unincremento de 1,2 ºC en la zona del Cantábrico,1,3º en la vertiente atlántica y 1,4º en el Medite-rráneo. Según los modelos realizados, este incre-mento conllevará en un futuro próximo un incre-mento de los periodos de sequía, olas de calor,gotas frías, inundaciones y de la contaminaciónmicrobacteriana, siendo necesario establecer unosprotocolos a nivel regional sobre educación, pre-vención y actuación en caso de crisis. Las regionescosteras, y las del Mediterráneo en particular, sonlas más vulnerables a sufrir los efectos de lasriadas y avenidas, ya que el 90% de las víctimas

La vulnerabilidad del espacio urbano de Lorca difiere deunos sectores a otros. Foto: J. David Romera Franco.

etc.). Su posición en pleno cono de deyección delrío Guadalentín determina su alta vulnerabilidadfrente a riadas de gran magnitud.

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La fertilidad de la huerta se debe a las aportaciones perió-dicas del Guadalentín. Imagen del barrio de El Carmen aprincipios del siglo XX, con el río crecido. Foto: ArchivoHistórico Municipal de Lorca.

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por inundación desde 1990 se sitúa en esta franja(CACOMA 8; 2006). De todas formas, en Españalas grandes inundaciones de carácter catastróficono suelen ser frecuentes y éstas se limitan aaquellas avenidas que presentan largos periodosde retorno en función de variables atmosféricas,litológicas, edáficas, bióticas y de ordenaciónterritorial.

II.2. EFECTOS POSITIVOS Y NEGATIVOSDE LAS INUNDACIONES

La disyuntiva que ofrecen las inundaciones alpresentar efectos positivos y negativos, conllevauna difícil adaptación a las mismas.

Entre los efectos negativos caben destacaraquellos que afectan muy directamente a la po-blación civil: pérdida de vidas humanas, destruc-ción de las cosechas agrícolas, pérdidas en elsector ganadero y forestal, erosión de los suelos,destrucción de infraestructuras, vías de comuni-cación y servicios básicos. A esto se une el costede las reparaciones, la limpieza del escenario deldesastre (impedir las aguas estancadas, focosinfecciosos), así como la aparición consecuentedel paro laboral y ocupacional, lo que deriva,como efectos indirectos, en fuertes crisis econó-micas e incluso demográficas.

Pero una inundación, al contrario de lo quepodría pensarse en un primer momento, tambiéntiene efectos positivos y muy beneficiosos. Unainundación supone un aporte extra de agua a unas

tierras, como las de esta comarca, muy sedientas;un incremento de la fertilidad del suelo a travésde los sedimentos depositados tras la inundación(lo que se conoce en el municipio como «tarquín»).Históricamente el aprovechamiento agrícola enla huerta de Murcia y en la de Lorca dependía delagua aportada por las crecidas y los materiales ensuspensión que llevan consigo (CALVO GARCÍA-TORNEL; 1982, 1986). Las inundaciones tambiénsuponen una limpieza de los cauces y aguas es-tancadas, un aumento de la salud pública y larecarga de los acuíferos subterráneos con el au-mento de los niveles piezométricos, como ocurriótras la avenida de 1973 (LÓPEZ BERMÚDEZ, MAR-

TÍNEZ FERNÁNDEZ, SÁNCHEZ FUSTER; 1990).

El paisaje de la cuenca del Guadalentín es elfiel reflejo del funcionamiento del sistema torren-cial que soporta; apareciendo una serie de rasgoscaracterísticos que no son más que consecuenciasgeomorfológicas, las cuales vienen a suponer(NAVARRO HERVÁS; 1991):

— El desmantelamiento lento pero efectivode las laderas desprovistas de vegetación, espe-cialmente las que registran una fuerte pendiente.

— Se potencia así la fuerza de arrastre demateriales, favorecida por la elevada pendiente yla escasa vegetación, lo que se traduce en procesosde arrastre incluso de bloques de gran tamaño ypeso previamente fracturados.

El crecimiento urbano de Lorca ha invadido las proximidadesde viejos cauces (aquí el puente Nuevo en el camino de Águi-las a principios del siglo XX). Foto: Archivo Histórico Muni-cipal de Lorca.

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Vista aérea del gran cono de deyección que ha tamizado el río Guadalentín a su entrada en la depresiónprelitoral a la altura de Lorca. Foto: Gentileza de la Gerencia de Urbanismo.

— Mayor capacidad de aterramiento del Gua-dalentín y de los pantanos de cabecera (Puentesy Valdeinfierno).

— Se incrementa la deposición de potentesespesores de materiales detríticos y limos en eltramo medio y bajo, dando lugar a un derrame enforma de abanico tanto en el cono de deyecciónsobre el que se ha instalado la huerta de Lorcacomo en la desembocadura del Guadalentín en elSegura.

— Se incrementa la profundidad y el ensan-chado de las fisuras de las masas de calizas apro-vechando durante las riadas las líneas de debilidad,como es el caso del cañón del río Luchena enValdeinfierno.

II.3. CARACTERÍSTICAS DEL RÍO GUADA-LENTÍN Y DE SU CUENCA

II.3.1. Características generales

El municipio de Lorca queda integrado en el82% de su superficie por la cuenca del Guadalentín,que pertenece a la cuenca del Segura (18.870 km2)y de la que representa el 18,32% de su extensióntotal. Se localiza en el extremo suroccidental dela provincia de Murcia, ocupando parte de la zonanororiental de la provincia de Almería.

El Guadalentín es uno de los afluentes másdinámicos del río Segura por la margen derecha.Se origina en el estrecho de Puentes, por la con-fluencia de los ríos Vélez (o Corneros) y Luchena,

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* Los valores estadísticos de referencia tomados en las tablas,corresponden a la estación meteorológica del pantano de Valdeinfierno(860 metros de altitud) al encontrarse éste en plena cuenca alta deGuadalentín, considerándola como la más representativa de las queexisten en el municipio.

Meses

EneroFebreroMarzoAbrilMayoJunioJulioAgostoSeptiembreOctubreNoviembreDiciembreMedia anualAmplitud térmicaInsolación(nº horas de sol)

Valor

5,27,19,8

12,115,418,923,322,819,814,910,1

6,513,918,1

2.900

175

TABLA 1. DISTRIBUCIÓN MEDIA DE TEMPERATURAS(ºC) EN EL PANTANO DE VALDEINFIERNO

y recorre desde este punto unos 14 kilómetros endirección NO-SE hasta penetrar en la depresiónprelitoral murciana a la altura de la ciudad deLorca, entre las sierras de Tercia y Torrecilla. Sulongitud total, desde el pantano de Puentes hastasu desembocadura en el cauce del Segura, es de121 kilómetros y la magnitud de la cuenca, inclu-yendo las subcuencas de los ríos tributarios Vélezy Luchena, es de 3.458 km2 (1.798,8 km2 hastaLorca).

II.3.2. El clima

Sin duda, uno de los parámetros que más influyeen la aparición de estos riesgos ligados a lasinundaciones es el clima, que bien puede conside-rarse un claro riesgo natural.

Lorca queda emplazada en el ámbito del surestede la península Ibérica, zona que, desde el puntode vista climático, se encuentra con «el gravísimoproblema de que, estando enclavada en el mundomediterráneo, su clima se caracteriza por la escasezde precipitaciones, agravada por el reducido nú-mero de días de lluvia, la gran irregularidad delas mismas, el largo periodo de sequía estival y lafuerte evaporación favorecida por las elevadastemperaturas» (VILLEGAS MOLINA; 1986) (véasela tabla número 1*). El profesor LÓPEZ BERMÚDEZ,en la conferencia «SEQUÍA Y DESERTIFICACIÓN EN EL

CAMPO DE LORCA», incluida dentro de un ciclosobre clima y desertificación organizado en Lorcapor «Arena» en marzo de 1986, aseguró que lamitad de las provincias de Almería, Alicante yMurcia están desertizadas, situándose las 180.000hectáreas más erosionadas de Europa entre Lorcay Puerto Lumbreras; también señalaba que lossuelos se encuentran en la fase final de la erosiónal aflorar la roca madre (material parental), por loque era necesaria una acertada política de refores-tación para evitar el aterramiento de los pantanos.Al hilo, el también profesor SEGURA ARTERO

achaca el proceso de desertificación y aumentode la frecuencia de las inundaciones a la defores-tación, roturación de tierras, abandono de montes,

pastoreo, la desaparición del sistema de aparcería,la fragmentación de la propiedad (sobre todo enla huerta), la sustitución de ciclos de cultivosmenos intensivos como los de alumbres, barrillay cereales, la sobreexplotación de los acuíferos,ocupación de cauces y urbanización del espacio.

Dentro de este clima subdesértico y árido, laescasez y la irregularidad de las precipitacioneses su rasgo más destacado. Desde el litoral hastalas tierras altas del municipio lorquino, las lluviasaumentan desde los apenas 230 milímetros regis-trados en el observatorio de Águilas, pasando porlos 262 de Lorca, hasta alcanzar los 300-400 enlos arcos montañosos más elevados del flancoseptentrional. La mayor parte de las precipitacionescaen en forma de lluvia o granizo, salvo en con-tadas ocasiones que lo hace en forma de nieve enlas cotas más elevadas. El ciclo anual de las lluviasmuestra un periodo de extrema sequía estival(especialmente en la zona costera y en la depresiónprelitoral) que desde junio se prolonga hastaseptiembre. Las precipitaciones ascienden enotoño (octubre sobre todo), donde se alcanza elmáximo anual, para luego descender en inviernoy alcanzar un nuevo máximo en primavera. Deeste modo, las estaciones equinocciales concentran

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Meses

EneroFebreroMarzoAbrilMayoJunioJulioAgostoSeptiembreOctubreNoviembreDiciembreMedia anualAmplitud térmicaInsolación (nº horas de sol)

Valor

25,712,323,752,827,920,24,26,8

19,640,522,936,9

293,59

27

* Leyenda del diagrama: T’: Temperatura media anual de máximasabsolutas anuales; Tc: temperatura media anual de las máximas delmes más cálido; Osc: Oscilación térmica (Tc-Tf); Tf: Temperaturamedia de las mínimas del mes más frío; t’: Temperatura media anualde las mínimas absolutas anuales; nT: Número de años de la serieP; h: Altitud; Tm: Temperatura media anual de las medias mensuales;P: pluviometría total anual; Hp: Periodo en el que la helada esprobable; S: Estación seca.

176

TABLA 2. DISTRIBUCIÓN MEDIA DE PRECIPITACIONES(MM.) EN EL PANTANO DE VALDEINFIERNO

FIG. 1. DIAGRAMA DE WALTER PARA LA ESTACIÓN

DEL PANTANO DE VALDEINFIERNO (ADAPTACIÓN)*.

cerca del 65% de las lluvias anuales, llegándosea registrar 47 y 42 milímetros en Lorca ciudad enoctubre y abril respectivamente, mientras que enlos meses estivales las lluvias son casi excepcio-nales (GIL OLCINA; 1971) (tabla número 2).

A esta escasez e irregularidad en la distribuciónpluviométrica se une la elevada insolación y altastemperaturas durante buena parte del año, haciendode la comarca lorquina «uno de los espacios máshostiles al asentamiento humano de la penínsulaIbérica» (CALVO GARCÍA-TORNEL; 1986). La tem-peratura media anual es de 18,1ºC. La irregularidadde las lluvias está en relación con la intensidadde las mismas, habida cuenta que el número dedías de precipitación sólo asciende a 34 de media,lo que provoca que el volumen total de lluviacaída en Lorca en un año lo haga a través defuertes chaparrones cortos y de gran intensidad.Se han llegando a registrar hasta cien milímetrosen veinticuatro horas y en consecuencia la apari-ción de fuertes avenidas en el Guadalentín y susistema tributario. En la avenida del 22 de octubrede 1948 se registraron en sólo cinco horas hasta240 milímetros de precipitación (casi toda laanual) en algunas estaciones lorquinas, hasta 230milímetros en la de octubre de 1879 en seis horas,

y valores superiores a los 180 en la avenida deoctubre de 1973 (CALVO GARCÍA-TORNEL; 1969,1986).

Que la mayor parte de las inundaciones catas-tróficas documentadas en Lorca se produzcan enotoño (octubre-noviembre) tiene su origen en lasperturbaciones ocasionadas por el establecimientode un mínimo barométrico producido por el des-censo latitudinal del anticiclón de las Azores, loque implica la penetración de las borrascas arras-tradas por la Circulación General del Oeste haciael estrecho de Gibraltar para establecerse en elMediterráneo y precipitar sobre el sureste penin-sular. Si esto coincide con altas presiones locali-zadas en el centro de Europa, el aire cálido yhúmedo del Mediterráneo asciende en altura, seenfría rápidamente y provoca grandes e intensosaguaceros, produciéndose el fenómeno de la «gotafría» (GIL OLCINA; 1971). Por tanto, son la fuerteconcentración pluviométrica en unos pocos díasy horas y el carácter violento con el que se mani-fiesta los principales factores que provocan lasavenidas en el Guadalentín.

En el diagrama de Walter preparado para laestación de Valdeinfierno se corrobora lo anterioraunque se muestran sus características especiales

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FIG. 2. PERFIL LONGITUDINAL DEL RÍO GUADALENTÍN

Fuente: Calvo García-Tornel; 1968 (adaptación)

por su situación y altitud: alta amplitud térmica,valores de temperatura algo inferiores a los deLorca ciudad, una precipitación algo mayor porel efecto foenh de los sistemas Béticos, el riesgode heladas se amplía entre los meses de diciembrey marzo, y se establece un periodo seco entre losmeses de junio y septiembre (figura 1).

II.3.3. Perfil longitudinal y trazado del Guada-lentín

En los 121 kilómetros de recorrido, el ríoGuadalentín presenta un desnivel apreciable desdesu nacimiento en el pantano de Puentes a 400metros de altitud (y las cabeceras del Vélez yLuchena a 1.200 metros) hasta la desembocaduraaguas abajo de Murcia (45 metros) en un trayectorelativamente corto. Por tanto, la pendiente generales estimable y se pueden diferenciar tres tramosen toda su trayectoria. En el primero, que com-prende desde el nacimiento del Vélez y el Luchenahasta el pantano de Puentes, alcanza valores muyelevados: 3,05% para el Luchena entre Valdein-fierno y Puentes, y 1,50% para todo el curso delrío Vélez. El segundo tramo, entre el pantano dePuentes y la Ciudad del Sol, presenta una pendientedel 0,70%, estableciéndose al desembocar el ríoen la depresión prelitoral un nivel de base localque ha dado lugar a un potente sector aluvial y alendorreismo parcial de las inmediaciones de larambla de Viznaga («El Saladar»). El último tramo,cuando ya el río sigue el eje de la citada depresión,tiene una pendiente mucho más moderada (0,46%)hasta hacerse mínima en los últimos kilómetrosde su recorrido de apenas el 0,34%, como se

aprecia en la figura 2 (CALVO GARCÍA-TORNEL;1969). En la zona de El Saladar de Altobordo,ante la escasa pendiente de la zona, en etapas deavenidas o lluvias abundantes, las aguas delGuadalentín quedaban allí retenidas, causandomuchos casos de paludismo hasta su desecaciónen la primera década del siglo XX.

El cauce es muy poco sinuoso, casi rectilíneoen largos segmentos, lo que genera una grandinámica hidráulica en caso de avenida. Sólopresenta la formación de meandros cuando el ríoentra en el cono de deyección aluvial de la depre-sión prelitoral, aprovechando el nivel de baselocal creado aguas abajo de Lorca y en la zonade Tercia; y en su último tramo, junto a la desem-bocadura en el Segura. Estas deformaciones delcauce se deben fundamentalmente a los movi-mientos tectónicos que se producen en este áreadada la geodinámica que presenta la falla Lorca-Alhama con el movimiento de bloques (ITGE;1996) y la deposición de materiales. Los meandrostienen la particularidad de aumentar el riesgo deinundación de sus riberas al crearse tensionesvinculadas a la erosión lateral que se forma ensus paredes, teniendo gran trascendencia desdeel punto de vista biológico (figura 3). Suelenaparecer cuando la pendiente del lecho es escasay la carga en suspensión es elevada (GONZÁLEZ

DEL TÁGANO DEL RÍO y GARCÍA DE JALÓN LASTRA;1998). Transversalmente, el ancho cauce delGuadalentín presenta un fondo plano elevado poraluvionamiento, aunque en su último tramo em-pieza a participar de los caracteres de llanuraexcavándose un cauce no muy profundo.

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II.3.4. Suelos, capacidad erosiva y régimen delrío Guadalentín

En la cuenca del Guadalentín predominan lasmargas y arcillas, materiales en general pococoherentes que proporcionan abundantes arrastres.Las calizas apenas ayudan a regular el caudal deeste cauce debido a la acentuada pendiente fluvialy el carácter violento y corto de las precipitaciones.

Un aspecto de gran importancia en el Guada-lentín es la gran cantidad de arrastres que trans-porta, sobre todo en sus crecidas, proporcionandoa sus aguas un característico color grisáceo-oscuroy gris-blanquecino producto de la erosión de los

suelos subdesérticos sobre margas grises predo-minantes en su cuenca de recepción. El pantanode Puentes aparece rodeado de suelos grises ypardo-calizos de los macizos tributarios del Gi-gante, Culebrina y Almirez. La degradación ero-siva en el tramo alto del Guadalentín es muyelevada debido a la fuerte pendiente de la zona yla escasa protección vegetal, a lo que ha contri-buido la actividad humana. La capacidad de ate-rramiento de este río, por tanto, es enorme, lo quehará que las presas de Puentes y Valdeinfiernoqueden inservibles en poco tiempo.

Los sedimentos depositados en el tramo medio(huerta lorquina) y final procedentes de las partes

a). La rambla de Caravaca es una de las más activas de la cuenca alta del Guadalentín. Sutrazado recto y en tramos sinuoso es propio de las áreas de materiales margosos, donde el cauceha excavado en sus propios sedimentos al quedar la zona muy deforestada por la roturaciónde las tierras y el abandono del campo, como se observa en la fotografía. La sierra de LaPinosa, con grandes pendientes, ha sido reforestada en fechas recientes.

b). La entrada del Guadalentín en la depresión prelitoral ha creado un gran cono de deyeccióna través de la deposición periódica de légamos y tarquines por efecto de las inundaciones. Estoha creado un espacio fértil y muy colonizado. Como se contempla en la fotografía, los meandrosdel río en Tercia son tanto estructurales (empujes de falla) como funcionales por la debilidadtopográfica de la zona.

FIG. 3. TRAZADO DE LOS CAUCES EN LA CUENCA DEL GUADALENTÍN SEGÚN LA ZONA.

a) Cuenca alta del Guadalentín: sector de la sierra de La Pinosaen la diputación de Río. Fuente: IGN, fotografía aérea, vuelonacional de abril de 1986, 1:18.000

b) Meandros en el cauce del Guadalentín en la depresión prelitorala la altura de Tercia. Fuente: IGN, fotografía aérea, vuelo nacionalde abril de 1986, 1:18.000

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más altas, son finos, de textura areno-limosa, colorpardo-gris o pardo-amarillento y de escasa per-meabilidad, construyendo el Guadalentín suelospardo-calizos de gran profundidad en el cono dedeyección de la depresión prelitoral. Estos mate-riales de deposición dieron origen al topónimoárabe de Guadalentín (Oued-al Lentin): río defango.

Los materiales predominantes en los caucesde la cuenca del Guadalentín son las gravas,arcillas y arenas. Las gravas son raramente supe-riores a los dos centímetros, las texturas sonvariables (desde las limo-arenosas a las areno-limosas) y la estructura es de tipo granular o enbloques subangulares. Su capacidad de retenciónhídrica presenta valores medios del 25 % depen-diendo del incremento mayor o menor de limoso arcillas. Los suelos suelen ser químicamentemuy calizos, con porcentajes de carbonato cálcicodel 40 al 60 %, y el ph muestra su alcalinidadvariando de 7 a 8. La materia orgánica es muyescasa y apenas rebasa el 5 % en áreas del noroestede la cuenca (cabecera) y entre 0,5 y 2 en el resto.Las arcillas por su parte contienen ilitas y mont-morilloides que contribuyen a dar fertilidad a lossuelos, mientras que en las arenas son bastantefrecuentes el cuarzo, la mica blanca y feldespatos.

El perfil trasversal del cauce del Guadalentínen la cuenca alta muestra estar bastante pocodesarrollado y una salinidad alta. Está constituidopor capas de sucesivos depósitos de aluviones.Los estratos superiores están transformados porlas prácticas agrícolas, abonos, labores de trabajode la tierra y riegos en muchos lugares, siendoéste el horizonte antrópico (AP), apareciendotambién con frecuencia horizontes en fase detransformación (B), mientras que en las zonascon nivel freático próximo, como en la ramblaSalada de Zarcilla de Ramos, aparecen horizontes

grises del tipo Gley (G) que suelen ser más pro-fundos. El suelo de las ramblas altas de Lorca sepierde en gran cantidad por su extrema aridez ysalinidad y por la falta de vegetación en susvertientes.

Por otro lado, en las orillas del Guadalentín yen su sistema torrencial aparecen suelos contextura más gruesa de tipo arenoso y gravas debidoa la concentración de elementos gruesos en losdesbordamientos del cauce y por los arrastres odesprendimientos de ladera (figura 4). En cambio,en las hondonadas y en el tramo central del río latextura es más fina y con una permeabilidad másbaja (IOATS; 1966).

El régimen ordinario del río Guadalentín esmuy parecido al de una rambla, y muchos autoressuelen considerarlo como un «río-rambla». Lascifras medias del caudal son escasas y enmascaranuna extraordinaria irregularidad. La existencia deembalses desde fecha muy temprana (Valdeinfier-no y Puentes) no permite establecer el régimennatural del río. Los módulos absolutos del Gua-dalentín, como cabe esperar, van a ser muy exi-guos: apenas 0,5-1,07 m3 por segundo, llegandoal canal del Reguerón a un módulo de 0,04 frutode las sangrías del regadío y las evacuaciones através de canales de desviación impuestas por elriesgo de grandes avenidas. Frente a estos insig-nificantes caudales, los máximos diarios se handado en momentos de crecida: 382 m3 por segundoen la crecida de 1948 o los 2.054 de la de 1973;encontramos estiajes mínimos absolutos «en grannúmero de años» (CONESA GARCÍA, NAVARRO HER-

VAS, CALVO GARCÍA-TORNEL; 1985), destacandolos de 1962, 1965, 1970, 1978, 1981, 1993 y 2006,coincidentes con prolongados periodos de sequía.

No es extraño en estas circunstancias queCAPEL MOLINA (1987) asegure que «sorprenda que

FIG. 4. PERFIL TRASVERSAL TIPO DE LAS RAMBLAS DE LA CUENCA ALTA DEL GUADALENTÍN

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ríos, en realidad grandes torrenteras y ramblas decurso tan corto como los que riegan el sudeste,además con unas cuencas de recepción tan limi-tadas, puedan alcanzar crecidas de caudal idéntico,no solo a los grandes ríos peninsulares sino ademásal de los ríos que atraviesan América del Nortede gran cuenca de recorrido».

II.3.5. Los afluentes en el tramo alto de lacuenca: el aparato torrencial

La disposición, tamaño, pendiente, materiales,características de los cauces y cubierta vegetal deuna cuenca hidrográfica son factores que van adeterminar su comportamiento y respuesta en casode lluvias excepcionales. Al quedar enmarcadoeste artículo sobre el riesgo de inundación en elcasco urbano de Lorca, se va a incidir especial-mente en los cauces tributarios del Guadalentínlocalizados aguas arriba de la ciudad, los cualesvierten sus caudales al río que luego atraviesa elnúcleo lorquino. La superficie de la cuenca altadel Guadalentín es de 1.798,8 km2, lo que suponecasi el 50% de la superficie total de la cuenca.Este territorio, de tamaño similar al de la provinciade Guipúzcoa, drena las escorrentías ulteriormente convertidas en caudales hasta el canal principalde manera que, en caso de lluvias torrenciales, eltramo encauzado del Guadalentín a su paso porLorca evacuará las aguas de cabecera hacia lostramos medio y bajo. Desembocan en el cauceprincipal todo un sistema ramificado de barrancos,

torrentes y ramblas que, en virtud de sus complejasdisposiciones e imbricaciones geométricas dedrenaje, «constituyen el aparato torrencial másactivo de la cuenca del Segura» (NAVARRO HERVAS;

1991).

Muy significativa y determinante es la dispo-sición de los afluentes de cabecera en el funcio-namiento del sistema torrencial de la cuenca. Estadisposición resulta palmeada y muy jerarquizada,con cauces de longitudes similares y de escasorecorrido, lo cual propicia la formación de impor-tantes avenidas en época de lluvias importantes.El motivo estriba en el vertido simultáneo o conescaso intervalo de los caudales en un mismopunto o lugares próximos de confluencia, aumen-tando así y de forma progresiva la onda de crecida(véase figura 5). El pantano de Puentes es el lugardonde se solapa un mayor número de ondas decrecida de fuerte intensidad, de ahí su gran impor-tancia como infraestructura laminadora de aveni-das. Aguas abajo de Puentes las ramblas y torren-teras que vierten sus caudales al Guadalentín estándesprovistas de sistemas de protección y retención,lo que hace aumentar la onda de crecida hasta

Significativa panorámica que muestra el grado de desertización debuena parte de las tierras altas de Lorca. Vista del sector de Serratadesde la sierra de la Peñarrubia. Foto: J. David Romera Franco.

FIG. 5. RED HIDROGRÁFICA DE LA CUENCA ALTA

DEL GUADALENTÍN

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181

llegar a los sistemas de evacuación regulados enel tramo medio y bajo del cauce: rambla de Tiata,canal de la Condomina, canal del Paretón y canaldel Reguerón para evitar inundaciones en la huertade Murcia.

Todos estos cursos secundarios tienen carac-terísticas geomorfológicas diferentes dependiendode su localización, pues en este tramo alto sehallan encajados en algunas partes por el excavadodel agua en lugares de fuerte contraste litológico,lo que favorece la evolución disimétrica de lasmárgenes, a diferencia de los ubicados en el tramomedio-bajo.

Este dispositivo hidrográfico de la cuenca nosinduce a pensar que el comportamiento hídricoque muestran los cauces del tramo alto es menosdinámico, y ofrece un menor riesgo hidrológico,por la estructura y forma laxa de sus redes y elcontrol de laminación de caudales que ejercen losembalses de Valdeinfierno y Puentes. En el tramomedio y bajo están los sistemas más torrenciales,favoreciendo frecuentes fenómenos de avenidase inundaciones, por presentar solapamientos rápi-dos y progresivos de ondas de crecida en loscaudales del Guadalentín; aguas que proceden deun sistema de ramblas más funcionales y dinámi-cas y que no presentan dentro de la comarcaningún control de avenidas, especialmente lasramblas de Viznaga y de Librilla (CONESA GARCÍA;1985).

El Guadalentín, como hemos señalado, seforma en el estrecho de Puentes por la confluenciade los ríos Vélez y Luchena, colectores principalesen el tramo alto del Guadalentín, a los que afluyenotros colectores menores. Así, a lo largo de surecorrido, el río Vélez (275 km2 de cuenca) recibeel aporte del arroyo de Tirieza y las aguas episó-dicas de la rambla del Churtal. Por su parte elLuchena (382 km2) tiene su nacimiento en tierrasde mayor pluviosidad (sierra de Topares a 1.200metros de altitud), y a él se unen otros cursosfluviales sometidos en algunos puntos a regulaciónkárstica, como es el caso del río Caramel y Turrilla.Ya en territorio lorquino, la rambla Seca contribuyea su alimentación con sus aportes torrenciales.

Desde el pantano de Puentes hasta Lorca, elGuadalentín toma dirección NO-SE, convergiendoen él gran número de cauces secundarios: por suvertiente izquierda recibe las aguas episódicas delas ramblas de la Rosa, los Juanetes, de Caravacay el Barranco Hondo, que atraviesan territoriomargoso, y que en caso de avenidas le proporcio-nan gran cantidad de arrastres y un color grisáceo(el «turbión»). A ello también colabora la ramblade las Canales, sobre areniscas con alternanciade conglomerados y margas, y la rambla delEstrecho sobre materiales del Cuaternario. Por sumargen derecha, en su tramo alto el Guadalentínrecibe las ramblas de Enmedio, Ortillo, Alquerías,etc. Son menores respecto a las anteriores puessus cuencas son más pequeñas y tienen su origenen la fragmentación de rocas duras (argilitas,cuarcitas, conglomerados, pizarras,...) de difíciltransporte (CONESA GARCÍA; 1985 y NAVARRO HER-

VAS; 1990).

Pasada la ciudad de Lorca, el colector principalde la cuenca recibe otras ramblas y ramblizos,siendo las de Algeciras y Viznaga las de mayoractividad geomorfológica e hidrológica. En algu-nos sectores de la depresión prelitoral encontramoszonas semiendorreicas, como es el caso del Saladarde Altobordo (diputación de Purias), cuyo colectoraccidental es la rambla Viznaga, que recibe losaportes importantes pero esporádicos de la ramblade Nogalte, de Béjar, de la Torrecilla y algunasde la sierra de Almenara (MARLOS MARTÍNEZ,

NAVARRO HERVAS, RODRÍGUEZ ESTRELLA; 1995).

En conjunto la cuenca del Guadalentín estádivida en 21 subcuencas que presentan tamañosmuy distintos: desde los más de 200 km2 de lasramblas de Chirivel, Vélez, Caramel, Turrilla yTorrealvilla, a los menos de 50 km2 en el caso dela rambla Seca de las Chapinetas. Otras tienen untamaño intermedio, como es el caso del sistemade ramblas de La Tova o Los Juanetes. Por otrolado, las ramblas que presentan una cuenca contendencia a la circularidad son las más agresivas,pues la concentración de las aguas es más rápiday el proceso de laminación es más lento, circuns-tancia que se agrava si existen importantes desni-veles topográficos (NAVARRO HERVAS; 1986).

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II.3.6. Cubierta vegetal

Un jefe indio de Seattle, mediado el siglo XIX,afirmó que «el bosque sostiene el cielo; si secortan los árboles llega la tragedia...» En efecto,la cubierta vegetal tiene vital importancia comomedida de defensa contra las inundaciones y deprotección del suelo.

Como ya se comentó, las condiciones climáti-cas actuales de fuerte aridez que presenta la zonade Lorca no propicia el desarrollo de una cubiertavegetal de tipo arbóreo, por lo que nos encontra-mos con un medio hostil o desfavorable dondecualquier modificación o alteración introducidaen el sistema natural implica mayores dificultadespara la conservación de la vegetación y los suelos.

En la actualidad el término de Lorca apenaspresenta una tercera parte de su extensión muni-cipal vegetada (53.651 hectáreas), aunque estasituación no ha sido siempre así (tabla 3). Mileniosatrás las condiciones climáticas eran más favora-bles, propiciando zonas boscosas más extensas.

Desde el Neolítico hasta el momento actualse ha producido una fuerte degradación de la capavegetal en todo el municipio, especialmente enla cuenca alta del Guadalentín. Tras siglos deregresión de las cubiertas vegetales como conse-cuencia de tratamientos agotadores como la mi-nería, la agricultura de secano itinerante, el pas-toreo con fuertes cargas, una densa red de cañadas,

182

sendas y caminos rurales y un aprovechamientoexhaustivo de materiales leñosos para diferentesusos domésticos o comerciales, se ha pasado auna fase de tregua en las superficies de vocaciónforestal o de baja productividad agrícola (ICONA;1993).

Los factores que han desencadenado la rápidatransformación del paisaje vegetal de las tierrasaltas de Lorca son: El abandono creciente decultivos en tierras marginales que son colonizadaspor matorrales de tallas y densidades crecientes,aunque con suma lentitud de crecimiento; elabandono de los aprovechamientos de leñas,carbones y ramajes para calefacción, cocina eindustria, lo que ha incrementado por falta decuidado el riesgo de incendio; la extensión de laagricultura de regadío en unos parajes tradicio-nalmente de secano con la extracción de recursoshídricos subterráneos; y la extensión de la urba-nización dispersa que genera nuevas infraestruc-turas.

EL LIBRO DE LA MONTERÍA DE ALFONSO XI(1345) habla de la existencia en las tierras septen-trionales de Lorca de abundante caza de osos y

La rambla Salada (Zarcilla de Ramos) es un buen ejemplo delsistema torrencial de la cuenca alta. Foto: J. David Romera Franco.

Superficies

Total de superficiesTierras de cultivosCultivos herbáceosBarbechos y otras tierras no ocupadasCultivos leñososPastizalesTerreno forestalMonte maderableMonte abiertoMonte leñosoOtras superficiesErial a pastosEsparizalTerreno improductivoSuperficie no agrícolaRíos y lagos

100,0046,126,853,419,82,4

32,035,910,254,019,519,869,17,62,11,2

Distribución de latierra (en ha.)

% sobreel total

Fuente: Centro Regional de Estadística (2005).

167.70077.29420.72341.26315.3084.000

53.65119.2345.460

28.95732.7556.500

22.6502.500

703402

TABLA 3. DISTRIBUCIÓN DE LA SUPERFICIE DE LATIERRA EN EL MUNICIPIO DE LORCA

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éstos se aterran, disminuyendo su capacidad dealmacenamiento. Los de Puentes o Valdeinfiernoconstituyen de los mejores ejemplos del tríptico:erosión-sedimentación-aterramiento, ante la des-protección vegetal que presentan sus respectivascuencas de recepción. (LÓPEZ BERMÚDEZ, MARTÍ-NEZ FERNÁNDEZ, SÁNCHEZ FUSTER; 1990).

Un ejemplo. En 1950, tras unas precipitacionesabundantes que permitieron a los lorquinos vivir«en los años de las vacas gordas a causa de laslluvias que hemos disfrutado (…), el pantano dePuentes está lleno y podemos salvar la cosechade la vega» (ARCO; 1950), la capacidad de reten-ción de los dos pantanos de cabecera quedó muydisminuida por los aportes de tarquín que sesucedieron durante la riada de 1948 y con poste-rioridad, una circunstancia que preocupó a lasautoridades por la menor capacidad de retenciónde avenidas de los mismos. Así, en su inaugura-ción, Puentes era capaz de acumular 36 millonesde metros cúbicos de agua, los cuales se habíanreducido a 23 en 1948, cuando se recrece elaliviadero, para después volver a perder en pocosmeses 4 millones de metros cúbicos y quedar suvaso reducido a 19 millones.

El caso de Valdeinfierno, por poseer una cuencaaún más deforestada, es aún peor. El vaso delpantano tiene una longitud aproximada de 25kilómetros hasta la cola, recibiendo la mayor partede los légamos de la rambla Mayor. A los pocosmeses de su apertura, la presa retenía 40 metros

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Deforestación en la rambla de Torrealvilla. El acueducto de laimagen (1781) se ha venido a abajo parcialmente por el socavamientode las márgenes de margas. Foto: J. David Romera Franco.

puercos-jabalíes en invierno en las áreas de PedroPonce, cabezo de la Jara, sierra del Gigante-Culebrina o en las inmediaciones del castillo deCelda, relacionando al tiempo gran cantidad defuentes y manantiales hoy secos. La degradacióndel paisaje vegetal es temprana. Ya con la finali-zación de la Reconquista se producen las primerasroturaciones en aquellos entornos de tierras férti-les, cruces de caminos y disponibilidad de agua.Pero será en el siglo XVIII cuando se produzcala verdadera colonización del campo alto lorqui-noimpulsada por las obras de modernizaciónhidráulica de Carlos III y su consejero AntonioRobles Vives, con la consecuente deforestaciónde grandes áreas (hasta 60.000 hectáreas), que-dando solo las zonas más inhóspitas y alejadasfuera del fenómeno humanizador. MADOZ (1851)habla de la existencia en esta parte de la comarcade altos y corpulentos ejemplares de pinos, encinasy carrascas, pero talados después masivamente,«estando reducidos en el día a la clase denacientes», para la roturación de tierras y lapráctica del pastoreo, favoreciendo la apariciónde encinetes y coscojas. También hay que señalarla subasta continuada de lotes de montes depropios por parte del Concejo lorquino para ob-tener algunos ingresos ante la mala situacióneconómica que atraviesa la administración localpor la sequía, la emigración de la población y lafalta de rentas. Esta venta implicó una explotaciónde los recursos que ofrece el monte, su roturacióno la práctica de otros usos, reduciendo la masavegetal en muchos lugares.

Los efectos por la falta de una potente capavegetal se reflejan en la degradación de la capaedáfica cuando se producen las lluvias a travésdel «splash» (microproceso erosivo que provocala caída de cada gota), la generación de escorren-tías superficiales directas y rápidas con grancapacidad de arrastre, o la reducción de la capa-cidad de infiltración de los suelos y, por tanto, lapérdida gradual de fertilidad y humedad, lo quegenera un incremento del fenómeno torrencial.Las consecuencias son claras: pérdida de suelo,inviabilidad de cultivos, debilitamiento de vivien-das e infraestructuras y degradación del paisaje.Además, cuando el suelo transportado por estasescorrentías superficiales llega a los pantanos,

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de material, de ahí su pronto recrecimiento, ofre-ciendo a mitad del siglo XX una capacidad aproxi-mada de 20 millones de metros cúbicos (ARCO;abril de 1950). Como solución al problema delaterramiento en Valdeinfierno el ingeniero Fran-cisco Manrique de Lara propuso al Concejo laconstrucción de un canal que llevara los tarquinesdesde este pantano hasta los llanos de Agua Amar-ga para que, después de su decantación, las aguaslimpias quedaran represadas en Puentes, pero sualto coste lo dejó inviable.

II.3.7. Factores que favorecen las inundacionesen la cuenca del Guadalentín

Como síntesis, resumo los factores más impor-tantes que inciden en el desencadenamiento deriadas e inundaciones en la cuenca del Guadalen-tín:

—El carácter violento y torrencial de lasprecipitaciones que se producen en la cuenca.

—El predominio en la cuenca del Guadalentínde materiales poco permeables (margas, arcillas,conglomerados) que aceleran la velocidad de lasescorrentías superficiales ante su escasa capacidadde infiltración, aumentando la cantidad de arrastresy pérdidas de un suelo que no se vuelve a recupe-rar.

—La disposición palmeada y jerarquizada dela red hidrográfica de la cuenca alta del Guada-lentín, con cauces tributarios cortos, de longitudessimilares y convergentes en un mismo punto o

II.4. INUNDACIONES CATASTRÓFICASDESDE EL SIGLO XVI

Como cabría de esperar, la historia de lasinundaciones en la ciudad de Lorca es muy ampliay prolongada en el tiempo, dadas las característicasfísico-geográficas de la cuenca del Guadalentíny el emplazamiento del casco urbano, divididoen dos por este cauce, entre las sierras del Cañoy de Tercia y la depresión prelitoral. Se han pon-derado hasta 65 grandes inundaciones entre 1545y 1989. No es de extrañar que el geógrafo francésMAURICE PARDÉ (1956) calificara al Guadalentíncomo «el río más salvaje de Europa».

Numerosos estudios y publicaciones realizadospor geógrafos, ingenieros e historiadores hancuantificado desde antiguo las numerosas inunda-ciones que han asolado Lorca, con calamitosasconsecuencias para sus habitantes y numerososdaños tanto en el sistema productivo (huerta,campo, comercio e industria) como en el tejidourbano, especialmente en los barrios más cercanosal cauce del Guadalentín. Estamos, en suma, anteun río «tristemente célebre por sus desorbitadascrecidas» (LÓPEZ BERMÚDEZ; 1972).

Entre las muchas obras escritas sobre inunda-ciones y riadas en Lorca y en la Región mereceseñalarse la publicada por el COLEGIO DE INGENIE-ROS DE MURCIA en 1965, donde se especifican lossucesos acaecidos en la cuenca del Segura desdelas primeras inundaciones conocidas. De ellavamos a entresacar algunos datos de las inunda-ciones del Guadalentín hasta el siglo XIX.

La casi totalidad de las inundaciones que sehan producido en Lorca desde antiguo se deben

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Cauce del río Vélez (o Corneros) en las cercanías de La Parroquiacolmado de vegetación. Foto: J. David Romera Franco.

próximo, con lo cual las ondas de crecida se vanuniendo en el colector principal. Esto es especial-mente significativo aguas abajo del pantano dePuentes donde las ramblas no tienen ningún tipode sistemas de retención y laminación de avenidas.

—La deforestación y la carencia de una cu-bierta vegetal suficiente capaz de frenar los pro-cesos de degradación del suelo, el aterramientode los pantanos y los efectos de crecida. En lasúltimas décadas se han desarrollado algunas refo-restaciones, si bien poco efectivas.

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a las sucesivas riadas ocasionadas por el Guada-lentín, las cuales se suelen dar durante los mesesde septiembre, octubre, noviembre o abril, coin-cidentes con los periodos más lluviosos en losque se producen los fenómenos de gota fría trasun periodo de sequía más o menos prolongado.

II.4.1. Siglo XVI

Durante este siglo, es de destacar la riada deSan Luis de 1545, que las crónicas calificaroncomo «muy dañina». Menos grave fue otra de1551. La del 17 de septiembre de 1568 se produjode noche, pillando desprevenida a la población,y entonces el agua se llevó gran número de casasy muchas personas quedaron en la miseria. Dosavenidas importantes también se produjeron en1577.

II.4.2. Siglo XVII

Esta centuria comienza con la crecida delGuadalentín a principios de 1609. Según lascrónicas, tras no haber caído en Lorca ni una gotade agua durante más de ocho meses, a finales de1608 se hicieron rogativas y se sacó en procesióna la Virgen de las Huertas para reclamar al cieloel ansiado agua, tras lo cual estuvo lloviendodurante ocho días seguidos.

Una de las mayores inundaciones de la épocatuvo lugar el 5 de agosto de 1648, y fue conse-cuencia de la rotura de la primera presa de Puen-tes, todavía a medio construir. El suceso ocurrióal socavar las aguas represadas los cimientos,fundados de arena, hundiéndose la presa sobre lapoco sólida base. La avalancha de barro y aguaasaltó el barrio de San Cristóbal y entró en lascasas, llevándose muebles. También alcanzó alConvento de la Virgen de las Huertas, echandoabajo la mitad de su torre. La tragedia quedóoscurecida por las inundaciones ocurridas en otraszonas del Mediterráneo.

En la Biblioteca Nacional se conservan unosrencorosos versos que tratan de interpretar loocurrido y culpan de la catástrofe a los promotoresdel pantano primigenio:

«Como los árboles del bosque son agitados por elviento /así el soplo divino reventó el pantano. /

¿Cómo, sin el concurso de ese soplo /yacería nuestra gente sepultada, /

privada del alma del posterior socorro /bajo el abatimiento de la mole? /

¿Cómo, sin el concurso de ese soplo, /carecerían los frailes y los monjes /y los curas de ropa y alimentos? /

¿Cómo, sin él, tan despiadados hombres /harían al pueblo abandonar su tierra /

conduciendo su llanto a todas partes? /¡No extraña el que haya sido destruida /

tal cueva de sacrilegios ladrones, /propagando tamaña desventura! /

¡Queda, pues, sepultada para siempre /con los que la erigieron /

que, arrebatados a los suyos, /sean pasto de los peces!».

La riada de San Calixto, acaecida el 20 deoctubre de 1651, fue de las más dramáticas, yocasionó numerosos daños en los barrios máscercanos al cauce, destrozando buena parte de lahuerta lorquina. Días antes, el 16 y 17 del mismomes, se realizaron rogativas de gozo para pediragua. Según se cree la riada pudo matar en todala cuenca del Segura a más de 1.000 personas porel desbordamiento de los principales cauces.

Dos años más tarde, en noviembre de 1653,tras unas copiosas lluvias a primeros de mes, seproduce la riada de San Severo. Esta gran riadase llevó por delante más de 160 casas del barriode San Cristóbal, pues las aguas «montaron unapica por encima de las calles». También arruinóel Convento de la Virgen de las Huertas, a cuyaiglesia acudió mucha gente de la huerta a refu-giarse, «hasta que viendo que las aguas invadíany no paraban de crecer, tomaron en volandas a lavirgen y sin dejarse atrás las lámparas, alhajas ydemás ornamentos, salieron todos juntos, ya casinadando, y a poco de salirse se derrumbó eltemplo». Se inundó la huerta, y los barrios de SanJuan y Santiago, y las aguas destruyeron almazaras,fábricas de tundir y canterías.

Otras riadas fueron la del 23 de febrero de1656 y la de 29 de septiembre de 1664 (la riadade San Miguel Arcángel). También hubo en 1668,y otra, el 17 de marzo de 1672 (la riada de SanPatricio), tras incrementarse el caudal del ríovarios días antes, que destruyó la presa de la Torta(emplazada entre el Guadalentín y la derivaciónde Tiata), por entonces en construcción. En 1686

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tuvo lugar una nueva riada que produjo desolaciónentre los lorquinos.

II.4.3. Siglo XVIII

El año 1701 destacó por ser tremendamenteseco, y se celebraron numerosas rogativas con lasimágenes subiendo al Calvario. Finalmente, elagua llegó el 25 se septiembre a los campos yhuertas de Lorca, mas en forma de riada, ocasio-nando una gran inundación. La riada de SanGarcía, como se la conoce, «se llevó 80 varas dela presa de la Fuente del Oro» al salir el agua porla zona de El Ramblar.

Tres años más tarde, la riada de San Leovigildodestruiría el azud de los Tres Puentes, inundó losbarrios de San Cristóbal y Santa Quiteria y des-trozó una vez más el trenque de Chillerón. Mu-rieron muchas cabezas de ganado y numerosashaciendas quedaron destruidas. Similares conse-cuencias tuvo la riada del 29 de octubre de 1728,y la conocida como riada de Nuestra Señora delos Reyes, del 6 de septiembre de 1733, en la quelas aguas «alcanzaron una altura nunca vista».

El 25 de noviembre de 1741 se produjo lariada de Santa Catalina que arruinó una vez másla presa de la Fuente del Oro y dejó intransitableel camino de Andalucía. Unos años antes, un 14de abril de 1735, fue tenido por «milagro» elhecho de que las aguas del Guadalentín quedarana sólo doce pasos del Santuario, «filtrándose porun cauce subterráneo».

Otras inundaciones provocadas por riadasfueron las de 1751 y 1753. En 1777 hubo otras

tres, siendo la del 15 de septiembre la más perni-ciosa, pues destruyó el paredón de sillería de lamargen derecha que protegía a la ciudad, dondeinundó varios arrabales y se «llevó por delantelos tenderetes de la Feria, que a la sazón se estabarealizando» en el recinto ubicado frente al atriodel convento patronal.

II.4.4. Siglo XIX

Tarde del 30 de abril de 1802. Y reventó elpantano...

Para poner remedio a la escasez de agua en elcampo de Lorca tras la rotura del primitivo pan-tano, cuya presa cedió en agosto de 1648, en 1785se presentó al rey Carlos III un proyecto para laconstrucción de un nuevo pantano en el estrechode Puentes, obra del arquitecto Jerónimo Ortiz deLara que seguía la idea básica de otro anterior deTomás Zuazo.

El proyecto fue aprobado, durando las obrashasta 1788, cuando el pantano comenzó a represaragua, aunque las mismas no finalizarían definiti-vamente hasta el año 1791. La nueva presa, lamayor de las construidas en España hasta entonces,tenía 286 metros de longitud, 8 metros de anchuraen la coronación y 50 de altura, con planta recti-línea y cimentación realizada sobre pilotes demadera incrustados en la arena. La colosal presaera admirada por ingenieros de todo el mundo ycausaba asombro a todo aquel que la veía.

Dadas las escasas precipitaciones de la comar-ca, desde su inauguración nunca se había llegadoa llenar el enorme vaso del pantano. Si embargo,durante los primeros meses de 1802 se produjeronen la cuenca copiosas lluvias, en especial en elmes de marzo, cuando se llegaron a recoger hastanueve pulgadas y media de agua de lluvia (220,4milímetros), una lluvia no recordada en Lorcaque instó al Ayuntamiento a mandar a técnicosmunicipales para que revisaran las viviendas másantiguas de la ciudad y evitar así posibles desplo-mes y desgracias.

A falta de cuatro días del cataclismo, la alturade las aguas en la presa era de 56 varas, faltandosólo cuatro para desbordarse. Nadie podía esperarque la gran mole que aparentemente podía resistirla presión de millones de metros cúbicos acabaracediendo.

En zonas de alto valor agrícola, los cauces son invadidos por loscultivos, aumentando el riesgo de desbordamiento, como en larambla de Viznaga. Foto: J. David Romera Franco.

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Informado Martínez de Lara de las abundanteslluvias que caían sobre la cuenca de Puentes alConsistorio, la extrema confianza en la presa porél diseñada le hizo ignorar el peligro que se cernía,lo que finalmente provocó una catástrofe de gi-gantescas dimensiones que perduraría en el re-cuerdo colectivo durante muchas generaciones.

Era viernes 30 de abril de 1802. Cuando en elreloj de la Colegiata de San Patricio aún no habíadado las cuatro de la tarde, en toda la poblacióncomenzó a escucharse un clamor agudo y espan-table, gritos de angustia y sorpresa, voces quehablaban del pantano. Mientras, las caracolassonaban desde el tramo alto del Guadalentínalertando a la ciudad de la llegada de una granavenida. De pronto, las campanas de la iglesia deSan Juan (atalaya desde la que se domina el cauce)replicaron con gran intensidad, a la que se unieroncasi al instante el resto de parroquias, capillas,conventos y ermitas de Lorca para avisar al ve-cindario que algo horrible estaba ocurriendo. Deforma progresiva un estruendo ensordecedor seoía cada vez más próximo. Los vecinos, a la vozde: «¡El pantano ha reventado!», avisaban a fami-liares y vecinos para que abandonasen sus queha-ceres y se pusieran a salvo. La ciudad entera corriódespavorida hacia los barrios altos recogiendo afamiliares y enseres de mayor necesidad paraevadirse de la riada.

La población, desde las zonas elevadas, vioimpertérrita cómo una gigantesca ola de 12 metrosde altura arrasaba todo lo que encontraba a supaso, precedida por una gran polvareda que des-truía haciendas, casas de labranza, caminos, ca-nales de riego y desfiguraba montes cercanos alcauce. La ola entró de forma brutal en la ciudad

por los barrios de San Cristóbal y San Ginésdestruyendo viviendas, fábricas y vías públicas,impregnando todo con un fétido olor a cieno. Sevivieron momentos de angustia y pánico entre losvecinos. El Corregidor Collado, acompañado delos regidores y dos escribanos del Concejo, subióhasta San Juan, y desde allí observó con rabia eimpotencia como la catástrofe invadía a todo unpueblo.

ESPÍN RAEL (1926) relata minuciosamente elpaisaje que desde arriba se podía otear:

«El espectáculo era imponente y tremendo;las cenagosas aguas, que más que líquido parecíanuna ingente masa de polvo ceniciento, invadíantoda la superficie del valle; a su ímpetu desapare-cían árboles y edificios; el aluvión les atacaba,les hacía oscilar y, antes de verles perder su aplomoeran tragados por una inmensa cantidad de agua,de cuyos vórtices surgía una espesa nube de polvo,que se extendía sobre las aguas, haciéndolas másturbias y más densas sin que perdieran su furiosoimpulso devastador (...) Desde la puerta de SanGinés a la de la Palma y Alamedas, más la partebaja del barrio de San Cristóbal, San Diego yhasta donde la vista alcanzaba, todo era un rugientey espantoso lago sobre el que frotaban cadáveresde personas y animales, maderos a que se asíanconvulsos por el espanto de seres infelices, cunasque todavía ocupaban pequeñuelos, árboles enor-mes destrozados, aperos de labranza, muebles,enormes peñones que a pesar de su gravedad elagua impulsaba y hacía dar tumbos desconcerta-dos; los edificios que por estar fuera de la corrientese mantenían erguidos, eran sostén en sus tejadosde grupos de personas que clamaban auxilio ycompasión de Dios; y sobre toda la escena deso-ladora, un ambiente de tranquilidad y calma, unsol de un hermoso día de primavera lucía ilumi-nando tan gran desolación (...) Una hora duró elpaso de la tremenda avenida, de manera, que losúltimos rayos de sol dieron lugar a contemplar,en todo su horror, el estrago y desolación de lamisma; centenares de edificios hundidos, callesenteras desaparecidas, todo cubierto de cieno,escombros, ramaje y salpicado de cadáveres aho-gados, horrorosamente abotargados, de rostrostumefactos...».

A las tres menos cuarto de aquel funesto díay sin denotar la mínima novedad, comenzó a salir

Imagen retrospectiva del popular barrio de San Cristóbal con sucaracterístico perfil. Foto: Archivo Histórico Municipal de Lorca.

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(como bien declaró Juan de Guevara, testigo delos hechos) una creciente cantidad de agua muyturbia «del cimiento de la presa a manera depalmera —surtidor—, advirtiendo que envolvíaestacas y vigas del pilotaje y pavimento de laobra». Así continuó hasta que a las tres la presadio un estadillo regular y reventó para dar lugara un «arco horroroso» de seis metros de alturaque después quedaría ampliado tras otro ensorde-cedor estallido de mayor intensidad que haríadesaguar millones de metros cúbicos de aguaembalsada en apenas una hora, quedando a lascuatro de la tarde el gran pantano vacío y sóloocupado por las aguas perennes de los ríos Lu-chena, Vélez y Turrilla. Desaguó hasta un caudalpunta de ¡8.000 metros cúbicos por segundo!(como referencia, el caudal medio —regulado— del Ebro a su paso por Zaragoza es de 425). Lasaguas llegaron a Murcia a las diez y media de lanoche provocando también numerosos estragos.

La presa de Puentes, considerada como modelode ingeniería, había quedado simulando un enormepuente con un fantasmal arco con una luz de 21varas de anchura por 40 de largo (MUSSO YFONTES; 1847).

Las consecuencias fueron nefastas para lapoblación de Lorca y su sistema productivo.Murieron 608 personas (302 varones y 306 muje-res); 809 casas quedaron destruidas así como 229barracas de la huerta con un valor total en enseresde 12.647.665 reales. Fueron arrancados más de41.000 árboles (13.102 olivos y 28.315 frutales)y 691 fanegas de tierra inutilizada; 76 fanegasarruinadas; destruidas 1.732 fanegas de sementerode trigo, 458 de cebada, 124 de lino, 397 delegumbres y hortalizas y 119 de trigo en especie;además de 2.313 arrobas de aceite, 192 bestias y211 cerdos.

CÁNOVAS COBEÑO (1890) cita la desapariciónde dos puertas monumentales (Puerta de la Con-cepción y de los Arcángeles) junto a la Fuentedel Oro. 30 fábricas de paño quedaron arruinadas,22 de salitre, 3 de jabón, 1 de curtidos, 1 de fideos,3 batanes, 11 de tintes de lana, 1 de seda, 4 detundir paños; 8 molinos de harina, 9 de aceite, 6tahonas; 2 carnicerías, 2 cuarteles de tropa, elmatadero, el lavadero público, 9 mesones; 5 alfa-rerías y 2 fuentes de agua potable. El conventode San Diego y su iglesia resultaron seriamente

dañados, también el convento de La Merced (don-de el agua alcanzó 14 palmos de agua), y lasermitas de Santa Quiteria y Nuestra Señora de laPeña quedaron destruidas. No es de extrañar quelas pérdidas en el sector industrial fueran impor-tantes, dado que no estando todavía difundida laenergía del vapor, la pesada maquinaria de todaslas factorías se movía a través de la fuerza hidráu-lica y por tanto se hacía necesario un emplaza-miento cercano al cauce del río, especialmenteen el barrio de San Cristóbal. También quedarondestruidos miles de kilómetros de caminos rurales,acequias, canales de riego, puentes, cultivos,riegos, heredades, los azudes del río,…, con unaspérdidas económicas de gran importancia quealcanzaron los 30 millones de reales de la época.

Es bien evidente que el emplazamiento de lapresa no fue el idóneo, como ya lo había apuntadoMartínez de la Vega en 1699, y la cimentaciónresultó problemática, pues se eligió un sistemade pilotaje de madera y un emparrillado no ade-cuado. Asimismo se ignoraron opiniones de im-portantes ingenieros contrarias a las ideas deMartínez de Lara, como el futuro comportamientode la obra en una situación como la ocurrida en1802 (MUNUERA RICO; 1985). A raíz de este sucesose creó la primera Escuela de Ingenieros de Españaen Madrid.

Antonio Robles Vives, uno de los mayoresimpulsores de las obras del Reformismo Borbónicoen la comarca (Lorca fue el gran proyecto deEstado entre 1782 y 1792), encontró la muerte enlas cercanías del molino de Buenavista al sorpren-derle la riada mientras iba en su coche de caballosde camino a su hacienda, situada a una leguaaguas arriba de Lorca. A pesar de ello, los vecinosquerían coserlo a puñaladas; su cadáver hubo deser escoltado para llevarlo a la Colegiata, siendoenterrado en secreto a medianoche (SALA VALLEJO;

1995). Martínez de Lara, que sobrevivió a lacatástrofe, pudo salir de la ciudad y refugiarse enuna localidad cercana, aunque algunos años des-pués volvió a Lorca a pasar sus últimos días. Fuecondenado con una pena de destierro, a 200 azotesy diez años de galeras, aunque no la cumplió ensu totalidad al cambiarse el apellido. Se le estuvobuscando durante varios días con el objetivo dedarle muerte, pues se le hizo responsable de loocurrido.

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A modo de curiosidad, se cuenta la anécdotade lo que le ocurrió a un campesino, tras unaagobiante sequía que duró muchos meses. Corríael mes de julio de 1825, y al parecer, como nodisponía de agua para regar su propiedad, miróal cielo con los brazos levantados mientras excla-maba: «¡echad agua, Señor, hasta que yo puedabeber de pie!». Dicen las crónicas que días despuésllegó una riada con las aguas turbias del Guada-lentín que inundó la heredad de ese campesino,generando unas pérdidas de cuatro millones dereales.

Nuevas riadas se produjeron el 18 de octubrede 1831, en la que «todas las aguas del río seescapaban a los campos de Murcia por la granbrecha que se abrió junto a la cuesta de Ferrer, laque había permanecido así más de un año congran perjuicio para la agricultura» (ESPÍN RAEL;1931); la riada de Santa Brígida de 1834 (quedestruyó el puente Verde que atravesaba la ramblade Tiata); y la riada de San Francisco del 3 deoctubre de 1838 que sorprendió a la ciudad deLorca, rompiendo la muralla de defensa y anegan-do San Cristóbal, «destruyendo no pocos edificiosy causando muchas víctimas», donde las aguas,en plena calle Mayor, alcanzaron los cinco metrosde altura con un caudal superior a los 1.200 metroscúbicos por segundo. En la huerta la riada se llevóárboles, sementeros y labores, causando dañosvalorados en 7,2 millones de reales y la destrucciónde 400 casas de labranza y 200 chozas (CONESAGARCÍA; 1985).

Años más tarde se produjo la riada de SanLeón II Papa un 28 de junio de 1877. El río

Guadalentín causó enormes daños en los barrioscercanos al cauce y en las diputaciones huertanasde Campillo, Tiata y Sutullena. Más daños causóaguas abajo en Marchena tras encontrarse loscaudales con las aguas venidas de la rambla Viz-naga, que bajaba crecida como colector de larambla de Nogalte, y otras de menor entidad delas sierras de Torrecilla y Almenara.

Riada de Santa Teresa. Durante la mañana del14 de octubre de 1879 llovía a cántaros en lacuenca del río Guadalentín y en toda la del Segura.Cálculos realizados estiman en más de 90 millonesde metros cúbicos de agua los caídos durante lasdos horas que duró la tempestad en los 1.500 km2

sobre los que se extendió. Esto desencadenó unariada de impresionantes dimensiones, sólo com-parable a la causada por la rotura del pantano de1802 y a la de San Calixto de 1651. El puente depiedra de San Cristóbal –recién construido bajola dirección del ingeniero Moreno Rocafull–resistió impávido el paso de las brutales aguas. Alos inmensos caudales llegados desde la cabecera,se unieron los aportados por la rambla de Caravaca,que harán llegar a las dos y media de la tarde másde 4.000 metros cúbicos por segundo a la ciudadde Lorca, la cual quedó anegada en buena parte,registrando su paroxismo a las doce de la noche.Durante ocho horas discurrieron por el Guadalentínmás de 58 millones de metros cúbicos. Ademásde destruir los Sangradores y parcialmente losbarrios de San Cristóbal, Santa Quiteria, San Juany San Ginés, quitó la vida a 13 personas y laspérdidas económicas se elevaron a más de 1,71millones de pesetas de entonces (figura 6).

El aterramiento del pantano de Valdeinfiernoy la presa de Puentes, rota desde 1802, no evitaronla tragedia, eludiendo el importante papel quedebieron tener en el sistema defensivo de la po-blación. Tres años más tarde comenzarían lasobras de la nueva presa de Puentes.

Estremecedor es el testimonio de Daniel Jimé-nez de Cisneros recogido en su obra «POR TIERRASDE MURCIA, 1872-1879», en la que describe, contodo detalle, la situación que se vivió en Lorcaen el momento de la riada y el funcionamientode la misma en el interior del cauce:

«La tarde del 14 de octubre de 1879, estandoescribiendo en casa, oímos un gran tumulto y quehablaba de la “crecida”. El día había sido tormen-

Espectacular fotograbado del estado de la presa de Puentes trassu rotura en abril de 1802. Foto: Archivo Histórico Municipal deLorca.

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toso desde antes del amanecer (…) Al poco pasa-ron corriendo, con un chico que habían podidoretirar de las aguas a punto de ahogarse. Crecióla alarma y nos dirigimos hacia el puente, magní-fica obra, que entonces demostró su solidez.

»Llegados al puente nos asombró la enormemasa de agua que pasaba a gran velocidad bajolos tres grandes arcos rebajados. No era ilusiónóptica: el arco central estaba a punto de cubrirsemientras que en los laterales faltaba más de unmetro para llegar a las claves. Esta diferencia denivel de la superficie era debida a que el agua,violentamente rechazada por los muros laterales,más próximos en las inmediaciones del puente,se iban acumulando en el centro. El agua invadíala ciudad, llegando al patio del convento de LaMerced, y por la parte del Barrio quedaba comoun islote la masa rocosa en la que está la pequeñacapilla llamada “Madre de Dios de la Peña”. Al

sur del puente era un mar fangoso, de tono ama-rillento y rojizo que justificaba el nombre deGuadalentín. De tiempo en tiempo, se sentía elchoque de algún madero, alguna jácena de casasdestruidas que golpeaban el puente como un ariete,retrocediendo para volver a chocar con menosfuerza, hasta que la corriente le hacía derivar ypasaba como una flecha bajo alguno de los arcos.Todo el puente vibraba como una pieza, y comoal aplicar la mano sobre los pretiles se nota eltemblor, la gente no se atrevía a pasar por él; y eltemor mantenía casi incomunicadas estas dosporciones de Lorca (…) La gente que iba a verla “crecida”, se sintió un choque violento y elpuente se estremeció; huyeron despavoridos pen-sando que se hundía.

»Al día siguiente se vio una piedra enorme,de varias toneladas y la figura de almendra, medioempotrada en la grava que el agua trajo rodando,

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FIG. 6. ESQUEMA APROXIMADO DEL FLUJO DE CAUDALES EN LA AVENIDA DE SANTA TERESA (1879)SEGÚN LAS CONDICIONES DEL MEDIO FÍSICO E INFRAESTRUCTURAS EN LORCA Y SU VEGA.

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hasta chocar con el pilar que media entre el primery el segundo arco (…), pocos eran los que seatrevían a pasar el puente y éstos muy deprisa. Alas once de la noche el agua invadía las Alamedasy en el camino de Águilas llegaron las aguas agran altura» (MUNUERA RICO; 1978). Fue precisa-mente ese mismo día cuando el puente del Barrioquedaba inaugurado, dejando a todas luces de-mostrada la solidez de su estructura.

En toda la cuenca del Segura 7.000 familiasde huertanos quedaron arruinadas, 5.762 casas ybarracas quedaron destruidas, 2.949 devastadasy el número de animales muertos ascendió a22.949. La riada causó más de 1.000 muertos ydestruyó l24.000 hectáreas. Los tarquines llegarona alcanzar una profundidad de más de mediometro. La riada de Santa Teresa tuvo gran reper-cusión internacional «inundando en su día Europaentera», causando una ola de solidaridad a escalanacional y mundial (en especial desde Cataluñay Francia). Tras esta riada, en 1885 se celebró enMurcia el «Congreso contra las inundaciones dela región del Levante» como foro de análisislúdico del conjunto de problemas, dinámicas ysoluciones relativas a este riesgo natural en todala región mediterránea (CALVO GARCÍA-TORNEL;1969).

Numerosas riadas se producirán en las últimasdécadas del siglo XIX, destacando las del 7 denoviembre de 1880, mayo de 1884, meses deseptiembre de 1888, 1891 (el río Guadalentínmostró un caudal de 1.026 metros cúbicos porsegundo), 1897 y 1899, causando pocos estragosy sí gran beneficio en el mejoramiento de los

terrenos, aunque hubieran sido mayores de nohaber finalizado la construcción de la nueva presade Puentes en 1884.

La avenida del 26 y 27 de junio de 1899 pro-vocó graves pérdidas económicas para Lorca ysu comarca. El río tuvo un caudal máximo de2.000 metros cúbicos por segundo generando,sólo en Campillo, 80.000 duros en daños materia-les, según la inspección realizada por técnicos delGobierno Civil. En las horas previas las autorida-des locales intentaron tener contacto telefónicocon el guarda del pantano de Puentes pero noestaba en la oficina, hasta que las aguas rebasaronla presa. Muchos regantes y jornaleros reprocharona la Empresa del Pantano su «actitud egoísta» alno dar salida a las aguas y forzar la situación. Loscaudales procedentes de los ríos Vélez, Luchenay Turrilla, acumulados en Puentes, pronto seunieron aguas abajo a los de otras ramblas, cau-sando grandes destrozos en la ciudad y la vega.La rambla de Tiata se desbordó, quedando elbrazal de los Portillos y el canal principal deCañaveral destruidos en muchas partes, las aguasinvadieron con su tarquín muchas casas de labranzay sectores urbanos de Lorca, inundando muchasparcelas de cereales y hortalizas. Sobre las tierrasde labor de Campillo la capa de légamos alcanzólos 40 centímetros, la popular casa de Honoratoquedó maltrecha y en la barraca de Josefa Quiño-nero el agua se llevó la poca ropa y muebles quetenía. El Gobierno destinó 100.000 pesetas parasufragar los daños en las provincias de Murcia yAlmería. En Lorca se socorrió primero a la pobla-ción más humilde gracias a las gestiones deldiputado Loring, y Simón Mellado, el alcalde delmunicipio (LAS PROVINCIAS DE LEVANTE; 9 de juliode 1900).

II.4.5. Siglo XX

Tras un periodo relativamente húmedo entre1925 y 1927, y cuando la altura de la lámina deagua en el pantano de Puentes se situaba en los30-32 metros, se produce una aguda situación desequía, haciendo descender estos niveles a los 14-15 metros a finales de 1928 para satisfacer lanecesidad de abastecimiento a la población y alregadío. En la madrugada del lunes al martes del10 de junio de 1929 se produjo una tormenta congran aparato eléctrico que precipitó con especial

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Dibujo de Manuel Barberán reproduciendo la inundación de SanCristóbal de 1879. Revista «La Ilustración Española y Americana».

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virulencia en las diputaciones altas, generandoun caudal de tres metros en el canal de San Diegoy riada en el Guadalentín. Puentes aumentó sulámina de agua en unas pocas horas en quincemetros, hasta llegar a los 35,15. El tarquín acu-mulado junto a la presa ocupaba el 45% del vaso.La sequía se prolongará hasta bien entrada ladécada de los treinta, contabilizándose exiguasprecipitaciones de entre 100 y 170 milímetrosanuales. La situación será de tal magnitud que laciudad se verá abocada a la inevitable emigracióny se sucederán manifestaciones multitudinariasde agricultores y jornaleros pidiendo la liberali-zación de las aguas del pantano, como las ocurridasen 1931.

A mediados de junio de 1933 el Guadalentínvuelve a desbordarse a su paso por Lorca gene-rando una «riada inmensa», siendo la derivaciónde los Sangradores «el espectáculo gratuito deldía (…) arrastrando en sus aguas turbias muchosárboles» con «un sonido ensordecedor». La ramblade Béjar se desbordó provocando el retraso deltren correo procedente de Granada (LA TARDE DELORCA; 18 de junio de 1933).

El 22 de octubre de 1948 se produce otrainundación de importantes consecuencias. El valorde precipitación alcanzado en algunas estacionesde la cuenca fue de hasta 240 milímetros en sólocinco horas, lo que generó en el canal principalun caudal medio de 140,4 metros cúbicos porsegundo y un máximo instantáneo de 382, cau-sando daños en viviendas y vías públicas cercanasal río y amplios sectores de la huerta (Campillo,Sutullena, Tercia, Marchena). Dos años antes, el22 de abril de 1946, otra inundación causó gravesdaños en la huerta con un caudal medio en elGuadalentín de 160 metros cúbicos por segundo,recibiendo el pantano de Puentes un volumen deagua superior a los 20 hm3. Una situación similarse producirá en diciembre de 1951. En la del 28de agosto de 1952 la tormenta «sembró el pánico»entre la población por la magnitud del aparatoeléctrico y los «cegadores» relámpagos. Llovieron42 milímetros en los pantanos de cabecera, el ríosalió con una pequeña crecida, se inundaron variasviviendas, el altar mayor de San Mateo y muchascalles aparecían llenas de barro y lodo (EL LOR-QUINO; 2 de septiembre de 1952).

En el último cuarto del siglo XX destaca sobretodo la riada del 19 de octubre de 1973, la últimainundación ocurrida en el casco urbano, pero nopor ello son desdeñables las ocurridas el 19 deoctubre de 1982 o la del 13 de octubre de 1986.En esta última una tormenta con gran aparatoeléctrico a las tres de la madrugada mantuvodespierta a toda la población durante una hora.Cayeron en Valdeinfierno 100 milímetros deprecipitación en veinticuatro horas, y 55 en Puen-tes, donde subió el nivel de las aguas en tresmetros, hasta llegar a los 43,64, produciendo unaconsiderable crecida en el Guadalentín. Será elprimer desafío al que se enfrentarán las nuevasinfraestructuras realizadas a partir del Plan deDefensa de 1977: nuevos Sangradores, encauza-miento del río, de la rambla de Tiata, etc.

En noviembre de 1987 una nueva avenidacausó en Lorca pérdidas por valor de 200 millonesde pesetas. La Delegación General del Gobiernoen Murcia concedió ayudas económicas a los 16propietarios de las viviendas que habían resultadoafectadas por la inundación. En total se presentaron96 solicitudes, si bien no se concedieron algunasal no ser residencias habituales, estar deshabitadas,corresponder a un solar, no haber daños o porestar la vivienda en construcción. La mayor partede los damnificados procedían del barrio de SanCristóbal, los barrios altos y diputaciones de lahuerta. Se produjeron daños cuantiosos en lasplantaciones de lechuga (en un 80%), algodón,pimiento de bola y alcachofa en las diputacionesde La Hoya, Aguaderas e Hinojar, y especialmenteen numerosas vías de comunicación, canales deriego, etc. Las lluvias fueron muy localizadas (LaHoya, 155 milímetros; Aguaderas, 60), habiendopedrisco en Barranco Hondo. Las consecuenciasprovocadas en toda la cuenca del Segura por lasinundaciones de 1986 y 1987 urgieron la creaciónde un Plan de Defensa, que pronto quedó redactadoy aprobado, cuya efectividad en nuestros días esmanifiesta.

El 4 de septiembre de 1989 se produce unatromba de agua en las tierras altas de la cuencadel Guadalentín poniendo nuevamente en activoel torrencial sistema hidráulico de la comarca.Coy fue la diputación más afectada al desbordarsela rambla del Carretón, perdiéndose 30.000 cepasde vid, anegando tierras y carreteras. En Zarcillade Ramos y La Paca plantaciones de hortalizas,

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cereales y arbolado sufrieron cuantiosos daños.En la ciudad, las intensas precipitaciones provo-caron la inundación de muchos comercios y vi-viendas, la retirada de cuarenta vehículos, elhundimiento de una casa en la calle Selgas. Laacequia de Tercia se desbordó en la calle Charcopor la falta de limpieza y la acumulación deresiduos urbanos, y muchas vías públicas quedaronrepletas de agua y barro. La Mancomunidad delos Canales del Taibilla interrumpió el suministrode agua potable al entrar en los depósitos dedistribución tarquines y algunas redes rurales desaneamiento y agua quedaron estropeadas, siendosu recuperación labor prioritaria. En Morata latromba derribó en la carretera de Puerto Murielun puente que había sido reconstruido en dosocasiones, y una mujer de la zona falleció por losaguaceros.

Una nueva tromba de agua ocurrida el día 7obliga a la Confederación a abrir las compuertasdel pantano de Puentes ante la falta de capacidadde laminación, ocasionando una gran riada en elGuadalentín que anegó nuevamente calles y zonasde cultivo, criticando los agricultores aquelladecisión al considerarla precipitada. La ramblaViznaga también se desbordó, afectando a zonashortícolas de La Hoya, El Esparragal, Campillo yTorrecilla. Muy perjudicadas también fueron lasdiputaciones de Garrotillo y Ramonete, con variasramblas desbordadas, cortes en el suministro eléc-trico, agua potable y teléfono y pérdida de cultivos.Se produjeron igualmente cortes de agua y electri-cidad en algunos núcleos rurales de las tierras altas,

Imagen del Canal de San Diego, y la Casa Mata al fondo, en losaños 50. Foto: Ediciones Estanco de El Puente.

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la huerta y algunos barrios de la capital. En lospiedemonte de las serranías de Purias, Aguaderas,Carrasquilla y Torrecilla los torrentes destruyeronfincas enteras que habían taponado, eliminado omodificado el trazado de los cauces. El Guadalentínofrecía el día 11 a su paso por Lorca un aspecto«impresionante» (LA VERDAD; 14 se septiembrede 1989), alcanzando las aguas una altura de 1,5metros en los Sangradores. El Ayuntamiento abrióuna Oficina de Reclamaciones para atender a losdamnificados, pues los daños afectaron a planta-ciones de almendros, producciones hortofrutícolas,viviendas, fábricas de curtido cercanas al cauce ya la rambla Salada, etc. Se abrieron más de 1.200expedientes, elevándose los daños a más de 2.500millones de pesetas: 409 viviendas afectadas, unadecena de explotaciones ganaderas, miles de hec-táreas arrasadas, y 14 familias que se quedaron enla calle. De los 950 kilómetros de carreteras ycaminos municipales, 150 necesitaban reparaciones,además de los de competencia autonómica y estatal.La Delegación General del Gobierno se hizo cargodel 70% de las ayudas a través de la Agencia Localde Extensión Agraria.

Nuevamente las fuertes lluvias que se producenmediado el mes de octubre de 1989 hacen que elrío presente una imagen similar a la crecida deseptiembre y provoque nuevas inundaciones. EnÁguilas cayeron 155 milímetros en apenas treshoras, dejándola incomunicada, y en Lorca 110,alcanzándose la mayor intensidad entre las 14 ylas 15 horas del día 15 con 40 milímetros. Vuelvena producirse daños en cultivos, carreteras, vías

El Guadalentín, con el característico color de sus aguas, en lacrecida de 1997 a su paso por Lorca. Foto: J. David Romera Franco.

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II.5. ANÁLISIS DE LA INUNDACIÓN DEL19 DE OCTUBRE DE 1973

II.5.1. Precedentes y dinámica de la riada

La avenida del día 19 de octubre de 1973, laúltima gran crecida que ha sufrido el río Guada-lentín desde la de 1948, sigue todavía hoy vigenteen la memoria de cuantos lorquinos padecieronde cerca sus trágicas consecuencias. Aquel día, alas cuatro y media de la tarde, la vida de loslorquinos se vio tristemente alterada. Muchosniños y jóvenes que se encontraban dando claseen los centros escolares próximos al río, tuvieronque ser desalojados en vehículos anfibios por elEjército; los huertanos interrumpieron sus laboresen el campo mientras que centenares de trabaja-dores de las industrias y comercios ubicados enlas cercanías del cauce huyeron a toda prisa alver fábricas, talleres y establecimientos anegadospor el agua. Un 20% de la superficie urbana dela ciudad quedó convertida en un gran embalse.Las pérdidas económicas fueron superiores a los1.064 millones de pesetas, pero lo más lamentablefue la pérdida de trece vidas humanas.

La inundación de 1973 fue el resultado de unaserie de circunstancias achacables tanto a la diná-mica atmosférica y fluvial como a la actuaciónhumana. El año 1972 había sido de buenas cose-chas al distribuirse de forma más o menos homo-génea unas lluvias algo superiores a la media, norecordándose otro igual desde 1944 (LÍNEA; 9 deabril de 1972). El trigo, la cebada, los frutales y

la almendra obtuvieron grandes rendimientos, loque iba a suponer un salto socio-económico paraagricultores y ganaderos.

En enero del año siguiente, tras intensas pre-cipitaciones, el pantano de Puentes se encontraballeno por las aportaciones del río Vélez, lo queexigió abrir las compuertas y desaguar un caudalde 15 metros cúbicos por segundo con destino alos regadíos. Con esta maniobra se pretendía nocopar todo el vaso y dejarle capacidad en caso deque se produjera una nueva crecida en los ríos decabecera, cumpliendo así su función laminadora.El 19 de octubre la capacidad de desagüe dePuentes de vio desbordada ya que la parte delvaso reservada a nuevas avenidas quedó insufi-ciente, lo que obligó a dar salida a un gran caudalque luego causó los estragos por todos conocidos,llegando las aguas a saltar por encima de la coro-nación de la presa. Varios años antes ya se habíadotado a ésta de un nuevo aliviadero («el agujero»)en la margen izquierda, con mayor capacidad deevacuación de aguas. Valdeinfierno, aterrado, noservía para nada.

Entre los días 17 y 19 de octubre se produjeronen la cuenca de recepción del Guadalentín lluviasmuy intensas de carácter torrencial fruto de laformación de una gota fría centrada en el sudestepeninsular y que dio lugar a precipitaciones dehasta 200 milímetros en Valdeinfierno (casi todolo que llueve en un año) y 132 en Puerto Lumbre-ras. Esta fuerte concentración temporal e intensidadde las precipitaciones en una cuenca intensamentedeforestada, de gran pendiente en algunas áreasy afectada por unos agudos procesos de erosióny desertificación; causaron un caudal en el Gua-dalentín a la altura del pantano de Puentes de2.100 metros cúbicos por segundo y cerca de3.000 a su paso por la ciudad de Lorca (caudalsimilar al del río Orinoco de Venezuela en sutramo bajo), con un volumen circulante de 85,6hm3, llegando a alcanzar las aguas una alturacercana a los diez metros (NAVARRO HERVÁS; 1990).Según estudios realizados por CONESA GARCÍA

(1985) el periodo de retorno de esta crecida es deaproximadamente 120 años, superior a otras demenor consideración, como la acaecida en 1948cuyo periodo de retorno sitúa entre los 25 y 50años (figura 7).

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férreas y viviendas. Este año de 1989 se puedeconsiderar por el volumen de lluvia anual, casiexcepcional, como un año húmedo: En Valdein-fierno, 743 milímetros; en Puentes, 659; y enLorca ciudad 544, valores que duplican la mediahabitual con máximos mensuales, en septiembrey octubre, de entre 76 y 138 milímetros según losobservatorios como ejemplo de concentracióntípica de las precipitaciones en la ribera medite-rránea.

Aunque desde entonces se han producido al-gunas crecidas en el Guadalentín, como las deoctubre de 1996 y 1997, si bien no ocasionaronla inundación de sectores importantes, sí destaca-ron éstas por los niveles que alcanzaron sus aguastras las copiosas lluvias producidas en cabecera.

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El volumen de agua esparcida del Guadalentínfue de tal magnitud que los caudales llegarondesde las riberas situadas al norte de Lorca hastalas diputaciones de Aguaderas, Cazalla, Purias,La Escucha, Almendricos, La Hoya e Hinojar (a15 y 20 kilómetros de la ciudad) al unirse esoscaudales con los de la rambla de Nogalte (3.000metros cúbicos por segundo en el núcleo de Puerto Lumbreras), tomando a la rambla de Viznaga, enplena huerta, como colector principal.

Los embalses de cabecera, antes de llenarse,laminaron la onda de crecida, haciéndola descen-der. Su insuficiente incapacidad de retenciónpermitió sin embargo, que una vez llenos, más de85 millones de metros cúbicos saltaran por encimade la presa de Puentes, lo que obligó a abrir lascompuertas del pantano e incrementar el caudal

del Guadalentín aguas abajo. 40 millones demetros cúbicos de agua llegaron hasta el río Segura(CALVO GARCÍA-TORNEL; 1985).

II.5.2. Las trágicas consecuencias

La riada dio al traste con la vida de 13 personasen Lorca y más de ochenta en Puerto Lumbreras.Una vida vale más que todas las pérdidas mate-riales. Existe una grabación en vídeo sobre eldesastre de 1973, inédita y excepcional, «cuandoel cielo se desplomó» sobre Lorca y Puerto Lum-breras, con presentación de López Burgos, guiónde José Alcázar y colaboración de Pedro Tudela,que muestra lo acontecido en aquellos días.

En un primer momento las noticias sobre laspérdidas económicas, sobrevaloradas, llegaban

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FIG. 7. HIDROGRAMA DE LA AVENIDA DE 1973 A LA ALTURA DEL PANTANO DE PUENTES

En este hidrograma se puede constatar como la avenida fue súbita y enapenas hora y media desde su inicio, se alcanzó el caudal máximo: 2.100 metroscúbicos por segundo en Puentes y cerca de 3.000 a la altura de Lorca. Dichocaudal se mantuvo más o menos constante durante cerca de dos horas, a partirde ese momento, la onda de crecida desciende bruscamente hasta las once dela noche del 19 de octubre (900 metros cúbicos por segundo). Desde ahí y hastalas 6 de la tarde del día 20, el embalse de Puentes desagua todo el volumenhídrico derivado de la laminación de avenida hasta que cierra bruscamentesus compuertas y la avenida se da por finalizada a las 8 de la tarde de esemismo día tras 27 horas de crecida.

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muy confusas, aunque indudablemente éstas de-bían ser muy elevadas. Sólo en el sector agrariose habló de la pérdida del 50% de las cabezas deganado porcino (80.000), 2.800 de vacuno, 15.000de lanar, 55.000 aves, 49.000 conejos y 18.000hectáreas de tierra afectada (con pérdidas de 450millones de pesetas); además de 500 hogaresdestruidos, graves desperfectos en las redes deluz, agua y teléfono, canales de riego, infraestruc-turas viarias, espacios públicos… (LÍNEA Y LA

VERDAD; varios números de octubre de 1973).

EL AYUNTAMIENTO DE LORCA (1973) elaboróposteriormente el «Informe sobre la situacióncreada en el municipio, por la inundación conse-cuente al desbordamiento del río Guadalentín ya las lluvias torrenciales del día 19 de octubre de1973» con el objeto de valorar los daños causadospor la inundación y los factores causales queintervinieron en sus drásticas consecuencias conel fin de obtener la concesión de ayudas por partede las diferentes administraciones para repararlos daños ocasionados.

Este informe describe de manera minuciosalas causas y consecuencias que engendraron lafatídica riada de 1973: «La riada del 19 de octubreha constituido una catástrofe de enormes propor-ciones que no sólo ha ocasionado víctimas sinotambién cuantiosos daños en los más diversossectores económicos y de los servicios públicos.El río, incapaz de contener en su cauce el desco-munal caudal que traía, se desbordó, causandoserios estragos en ambas márgenes. A su paso porla población, las aguas saltaron sus muros laterales,inundando zonas urbanas completas y rebasandola capacidad de los servicios de evacuación. Lorcase ha visto convertida en un extraordinario em-balse, cuya superficie se ha extendido a más del20% de su núcleo urbano. El aciago atardecer yla noche del citado día, son ya una huella tristee imborrable para Lorca por los trágicos momentosde angustia que se han vivido». Los daños enviviendas resultaron cuantiosos: 150 edificios enruina, 80 infraviviendas inhabitables, 900 vivien-das gravemente dañadas y otras 300 afectadas enmenor grado. Los sectores urbanos de San Cris-tóbal, San Diego, La Alberca, San Ginés, SantaQuiteria y las diputaciones de la huerta fueron

los más afectados por su proximidad al cauce.Para paliar el grave problema de la vivienda queexistía y que se había agravado con la inundación,el Ministerio de la Vivienda habilitó 150 viviendasprefabricadas en varias zonas de la ciudad. La redde agua potable y alcantarillado quedó seriamentedañada en 400 kilómetros y 29.000 m2 de acerastuvieron que ser reconstruidas.

Las consecuencias para el campo de Lorcafueron nefastas una vez que la economía localiniciaba un proceso de crecimiento y el municipiose veía beneficiado por las remesas y los emigran-tes que comenzaban a retornar para instalarse enla huerta y, con el dinero obtenido, construir unavivienda, montar un cebadero y abrir una nuevaetapa en sus vidas (CAPEL SÁEZ; 1972). Más de53.000 árboles arrasados, 2.800 hectáreas decultivo destruidas; pérdidas en maquinaria y redesde riego por valor de 175 millones de pesetas alquedar destruidos 86 kilómetros de canales decemento y dañados otros 300 de canales de aguasturbias; 16.045 cabezas de ganado perdidas y 40millones de pesetas en daños en viviendas yenseres. En total 800 millones de pesetas enpérdidas materiales. El sector industrial resultósumamente afectado, habida cuenta de que lamayor parte de las factorías urbanas se localizabanen torno a las márgenes del río Guadalentín y larambla Salada; en total 72 empresas resultaronafectadas y las pérdidas ascendieron a 218 millonesde pesetas. En el sector comercial se vieron per-judicadas 99 empresas que sumaron pérdidas porvalor de 45 millones de pesetas al quedar las callesmás próximas al cauce con varios metros de alturade agua. El paro laboral aumentó casi 5.000 per-sonas de las que 1.800 estaban vinculadas al sectorcomercial, repercutiendo negativamente en laeconomía local (tabla 4).

Al mismo tiempo resultaron dañados centrospúblicos como varios grupos escolares (en elSagrado Corazón de Jesús más de 400 chiquillosy profesores tuvieron que ser desalojados por elejército en embarcaciones al quedar anegada laprimera planta y un centenar en el colegio SanJosé de las Alamedas), la escuela de MaestríaIndustrial, centros culturales, el asilo de San Diegoque acogía a 40 ancianos, la lonja municipal

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Fuente: Ayuntamiento de Lorca. Informe Municipal sobre la inun-dación del 19 de octubre de 1973 (adaptación).

(pérdidas de 10 millones de pesetas), el recintoferial de Santa Quiteria (6 millones), la plaza deabastos de las Hortalizas, desperfectos en la tomadel canal de la Condomina y en las instalacionesde la Casa Mata.

La calle de los Pozos a la mañana siguiente a la inundación. Foto:Tomás (aparecida en el diario La Verdad el 27 de octubre de 1973).

También decenas de kilómetros de carreteras,caminos de la huerta y de infraestructuras básicastanto en el casco urbano como en las diputacionesfueron dañadas. Resultó muy afectado el transporteferroviario al quedar la línea Lorca-Baza dañadaen algunos tramos, lo que obligó a cerrar el tráficode trenes durante quince días. Un tramo de 300metros de vía comprendido entre el puente deHierro y la estación de San Diego quedó despla-zado 50 metros hacia el sur por las aguas, abrién-dose provisionalmente la estación de San Diego(clausurada hacía cinco años) y realizando trans-bordos por carretera a otras estaciones (GARCÍA

LÓPEZ; 1990).

En la mañana del 22 de octubre llegaron aLorca en helicóptero los ministros de Agricultura,Vivienda, Relaciones Sindicales y de Comercio,que habían observado desde el aire los devasta-dores efectos de la inundación, quedando sorpren-didos ante la magnitud de la tragedia. TomásAllende, ministro de Agricultura, declaró a losmedios informativos que «en general, la catástrofees de una extensión pocas veces conocida» y que«en la vega Baja la situación es relativamentebuena pues no ha habido arrastre de tierras; enLorca la situación ha sido más grave y se hanperdido miles de cabezas de ganado». El directorgeneral de Obras Hidráulicas, Fernández de laMora, en relación con el estado de la presa dePuentes (por el malestar general de la poblaciónante la posibilidad de su rotura como consecuenciade la riada) expresó, no sin cierto sensacionalismo,que: «la presa está perfectamente; ha soportadouna avenida de 13 millones de metros cúbicos; si

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Superficie urbana inundadaSuperficie rural inundada (en ha.)

1. UrbanismoEdificios en ruinaChabolas inhabitablesViviendas gravemente dañadasViviendas dañadas en menor gradoTotal viviendas dañadasViviendas necesarias a construirCaminos afectados (de una red de 210 km.)Superficie de calles y aceras perjudicadas (en m2.)Coste de los daños producidos en monumentos (en ptas.)Daños en viviendas, cebaderos, granjas, muebles, enseres, piensos (en ptas.)Escuelas y grupos escolares afectados

2. AgriculturaCultivos permanentesÁrboles arrasados (frutales, almendros, vides, etc.)Otras plantaciones (en ha.)Cultivos temporalesSuperficie asolada (en ha.)Cereales (tierra cultivada o no, en ha.)Cauces de cemento para riego destruidos (en km.)Pérdidas en maquinaria agrícola, mondas y obras (en ptas.)

3. GanaderíaCerdosNovillosOvejasCabrasAves, conejos y pavosTotal cabezas de ganado perdidas

4. Sector industrialEmpresas afectadasDaños en edificios e instalaciones (en ptas.)Daños en maquinaria y utillaje (en ptas.)Daños en stoks (en ptas.)Daños en otros conceptos (en ptas.)Total

5. Sector comercialEmpresas afectadasDaños en edificios e instalaciones (en ptas.)Daños en maquinaria y utillaje (en ptas.)Daños en stoks (en ptas.)Daños en otros conceptos (en ptas.)Total

20 %18.000

1

900300

1.4301.200

17229.000

7.000.00040.000.000

17

53.000200

1.0001.600

86175.000.000

5.40030

1.70075

9.20016.405

7521.685.00056.265.000

118.813.00022.162.000

218.925.000

998.951.0004.103.000

28.023.0004.013.000

45.090.000

TABLA 4. RESUMEN DE LOS DAÑOS CAUSADOS POR LAINUNDACIÓN DEL 19 DE OCTUBRE DE 1973 EN LORCA.

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hubiese cedido, Lorca hubiera desaparecido, quizácompletamente» (figura 8).

Las condolencias y las muestras de apoyo a lapoblación lorquina llegaron desde todos los sec-tores sociales, económicos y administrativos delpaís (se recibieron más de 200 telegramas). Lavisita de los príncipes de España, Don Juan Carlosy Doña Sofía, emocionó a la población: «Hemosquerido estar con vosotros en estos momentos dedolor». «La Iglesia siente en sus entrañas el dolory desventura de sus hijos» declaró monseñor RocaCaballeros, quien además hizo llegar una comu-nicación de condolencia desde el Vaticano; decenasde empresas ofrecieron donaciones para las vícti-mas y se hicieron multitudinarias colectas popu-lares para la recaudación de fondos para los milesde damnificados.

Otra de las consecuencias para la poblaciónfue psicológica, lo que se ha venido en llamar«síndrome postraumático» (ROJAS MARCOS; 2002),pues la población, traumatizada y en alerta cons-tante, aún no ha asumido la realidad, de maneraque todo se magnifica. Así, tres noches despuésdel 19 de octubre se produjo en Lorca una granalarma por el falso rumor de la rotura de la presade Puentes, lo que vino a hacer aún más trágicala desgracia de muchas familias. Eran las oncede la noche cuando en un programa local de RadioPopular de Lorca, en plena emisión, desde unteléfono abierto una voz preguntó: ¿«es verdadque ha reventado el pantano»? Nadie esperó unsegundo, la ciudad entera se sobresaltó y el pánicocundió entre la población. Familias enteras salieronde sus casas despavoridas, apenas con lo puesto,cogieron sus vehículos sin control

Fotografía: Cortesía de la Gerencia Municipal de Urbanismo de Lorca.

Obsérvese el estado en que quedaron los exiguos muros de canalización del cauce y cómo el lechodel río está a la misma cota o incluso superior al del espacio edificado. Las aguas circularon en unadoble dirección: siguiendo el trazado del cauce más allá de los Sangradores (cuya colocación en ellecho del río no impidió la inundación de parte de la huerta al quedar desprotegida la rambla deTiata), y el llano de inundación natural en San Diego y Tercia. También se muestra la barrera quesupuso la línea del ferrocarril (el talud quedó desintegrado), inundando buena parte del casco urbanode la ciudad, y cómo el cauce del Guadalentín quedó ‘desfigurado’ por la brutalidad de las aguas.

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FIG. 8. PANORÁMICA DEL RÍO GUADALENTÍN A SU PASO POR LORCA TRAS LA INUNDACIÓN DE 1973

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o a pie y se dirigieron a los sectores urbanoselevados lejos del cauce. Se dijo que San Cristóbalquedó desierto en apenas diez minutos, dejandomuchas casas abiertas y las luces encendidas (LA

VERDAD; 1973). La falsa alarma llegó inclusohasta la huerta de Murcia, produciendo la conse-cuente inquietud de la población.

La huerta también se despobló hacia el castilloy sierras cercanas a medianoche. Ricos y pobressalieron despavoridos ciudad arriba buscandorefugio. Cuando se comprobó que todo era falso,se reconocieron los comportamientos exageradosy ridículos que se habían producido (SALA VALLEJO;1998). El miedo de la población a que volviera arepetirse una inundación de consecuencias inima-ginables, instigó en plena madrugada situacionesde pánico e inseguridad ante un riesgo latente.Valga como ejemplo una descripción recogida enprensa: «la carretera de Águilas parecía una ver-bena con tanta luz en todas direcciones. Oímosla radio; nos lanzamos a la calle y oíamos unmurmullo que se agrandaba: el agua… pero no,no era el agua del pantano reventado; era el mur-mullo de la gente que huía hacia Pulpí, haciaPurias, hacia los montes cercanos. Kilómetros decoches por las carreteras de salida. Cientos decoches en las calles sin respetar señal alguna enun gigantesco desorden».

Peor situación se registró en Puerto Lumbreras,donde el desbordamiento de la rambla de Nogaltese llevó por delante calles enteras, causando másde 80 muertos: «una parte del pueblo ha desapa-recido, incluyendo las casas más modernas. Enel pueblo reina la confusión. La gente está en lascalles ayudando en las tareas de desescombro»,reseñaba una crónica periodística, la cual proseguíacon las palabras de un vecino castigado por lariada: «ya ve usted en qué ha quedado el esfuerzode toda una vida». Más de 200 casas quedaroninutilizadas, 500 vecinos en la calle y dañadosmuchos servicios municipales: matadero, depura-dora, lonja, redes de abastecimiento y saneamiento,caminos. (ROMERA SÁNCHEZ; 1998). El alcaldede la localidad, Juan García Caballero, cuentacon lágrimas en los ojos: «vi varias olas enormesque lo tapaban todo y contemplé impotente comolas casas eran levantadas en vilo, como si las

hubieran minado, y como los hombres se debatíanentre el fango».

II.5.3. La gestión de la catástrofe

Desde un primer momento, el alcalde de Lorca,José María Campoy Camacho, quien con rotun-didad había dicho que «de esta salimos», establecióel centro coordinador de emergencia y operacionesen la alcaldía. El municipio vivía unos momentosde aguda crisis. La gestión de la catástrofe corrióa cargo de autoridades locales, regionales, nacio-nales y de diversas organizaciones y cuerpos yfuerzas de Seguridad del Estado (Guardia Civil,Cruz Roja, la Marina, Bomberos, el Ejército —regimiento Mallorca 13, brigadas de la base deRota—, Policía Local, Nacional) quienes partici-paron en labores de rescate y salvamento junto amiles de voluntarios anónimos llegados de todaspartes. Se constituyó una Junta Especial de Eva-luación de Daños y Asistencia a Damnificadosintegrados por miembros de la Corporación mu-nicipal, arquitectos, Cámara de Comercio, orga-nizaciones empresariales y sociales, funcionariosy especialistas en diferentes materias (veterinaria,educación, urbanismo). Se estableció como prio-ritaria la evacuación de personas dependientes,con problemas de movilidad y atrapados por lasaguas: centros escolares, edificios públicos, elasilo de ancianos de San Diego, centros médicos,obreros de la zona industrial de Serrata que sehabían refugiado en los tejados de las naves,viviendas y locales y suministro de víveres yalimentos a la población. Después se incidió enel entierro de decenas de miles de animales concal para evitar epidemias, la vacunación masivade la población, la restitución progresiva de losservicios elementales que habían quedado destrui-dos por la riada (redes de agua potable y sanea-miento, líneas telefónicas y de tendido eléctrico,vías de comunicación), limpieza de vías públicas,gestión de las ayudas y recuperación de inmuebles(figura 9).

Desde Lorca, la noticia de la inundación nofue fácil, pues la ciudad había quedado incomu-nicada y sin fluido eléctrico. Ésta se produjo através de un comunicado a la radio costera deÁguilas, quien lo transmitió a un barco para que

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éste diera parte del suceso al puerto de Cartagenay de ahí al Gobierno de Murcia. Algunas carreterastambién estaban cortadas por el desbordamientode algunas ramblas. Aquella tarde-noche, muchosvecinos que habían pasado el día fuera y desco-nocían lo sucedido, al llegar a Lorca encontraronuna ciudad muda, entristecida y sin aliento.

Los días posteriores a la riada sirvieron paracomprobar la magnitud de la catástrofe. Las nubeshabían desaparecido y lucía un tiempo despejado,lo que constituía una «noticia gozosa», segúnindica el enviado especial del diario barcelonésTELEEXPRES, puesto que una nueva tromba deagua hubiera magnificado el suceso. En su crónica,el citado enviado especial comentaba la saturaciónen aquellos días de hoteles, pensiones y fondasde Lorca y Puerto Lumbreras, y la falta de ali-mentos, llegando incluso a cerrar un restaurantelorquino por la falta de pan.

Se creó la Junta Rectora del Patronato«Onésimo Redondo» para la reparación de lasviviendas afectadas por la inundación, y se abrie-ron varios centenares de expedientes que reflejabanla magnitud del trágico hecho, que ha pasado,como otras tantas inundaciones, a las páginas dela historia local.

Mientras tanto, miembros de la Policía Armadapatrullaron los barrios de San Cristóbal, SantaQuiteria, San Diego y San Ginés para «evitar losasaltos a las viviendas afectadas puesto que estosdistritos hubieron de ser evacuados el mismoviernes». En Lorca se instalaron 150 viviendasprefabricadas de 80 m2 en diversos lugares de laciudad (Cañada de Morales, La Viña y frente alatrio del Convento Virgen de las Huertas) paraacoger a los damnificados pues las aguas alcan-zaron los tres y cuatro metros de altura en sectorescercanos del río como en San Ginés o la calleHorno donde el 50% de las viviendas fueronderribadas y otras muchas arruinadas. Las vivien-das provisionales contaban con entrada, tres ha-bitaciones dormitorio, cocina y aseo. El Ministeriode la Vivienda envió 600 camas con sus corres-pondientes mantas y colchones; y el Ayuntamientoproporcionó 50 camiones-cisterna para abastecerde agua potable a los núcleos y viviendas aisladascuyas redes quedaron inservibles.

Rápidamente comenzó a prepararse un dispo-sitivo de vacunación masiva (era obligatoria)contra el tifus ya que la putrefacción de las aguasconstituía un grave riesgo para la salud. El 23 deoctubre ya se había vacunado a 5.000 personas yenterrado en fosas comunes con cal a miles deanimales en estado de putrefacción. Se aceleró laconstrucción de un nuevo Centro de Higiene enel Pósito municipal y se atendió a los heridos dela inundación en el ambulatorio de la ResidenciaSanitaria Santa Rosa de Lima, recientementeconstruido y a punto de ser inaugurado.

En Lorca, en cuanto la población se iba ente-rando que hacia la ciudad se dirigía una gran oladesde el pantano, se produjeron situaciones denerviosismo y pánico. La noticia corrió de bocaen boca y las gentes comenzaron a movilizarseen masa hacia los lugares elevados: «el pánicofue general, pescamos miles de miedos» dijo unvecino del barrio de San Cristóbal a la prensa;«¡4.000 ‘perricas’ ahora perdidas! y mis conejosy algunos pollos; estoy harta de llorar» sentenciabaotra vecina de Santa Quiteria. Lamentos tambiénen las fábricas de curtidos anegadas por el aguay el fango. En la de la familia Periago, en la queel agua alcanzó los tres metros de altura, todoresultó destrozado al quedar inservibles materias

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FIG. 9. ZONAS INUNDADAS DEL MUNICIPIO DE LORCAPOR LA AVENIDA DE 1973 (APROXIMACIÓN)

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primas, maquinaria, acabados y un pedido de 840piezas con destino a Japón, dejando a 72 trabaja-dores en el paro y unas perdidas de 4,5 millonesde pesetas. Otra, Sucesores de J. Ruiz, del puentede los Carros, quedó sumida en 75 centímetrosde barro afectando a 8.000 pieles, 200 motoreseléctricos y a los secadores de cristal.

El sector industrial de Lorca y el Guadalentínsiempre han mantenido una relación de ‘amor yodio’ y un ejemplo ilustrativo es precisamente elsector del curtido. Tradicionalmente las fábricasde curtidos se han ubicado en los alrededores delcauce a uno y otro margen al tener la necesidadde proveerse de agua suficiente para desarrollarsu actividad y la existencia en sus inmediacionesde una población especializada y cualificada paradesempeñar tales funciones, en un momento enel que aún no había llegado la revolución de lostransportes particulares. La proliferación de estetipo de industrias comenzó en la década de 1890cuando llegaron a existir hasta once establecimien-tos distribuidos en la calle San Fernando, Puentede los Carros, Charco y Mayor en el barrio deSan Cristóbal y en la calle Rambla, Los Tintes yfrente a la fuente del Oro en el barrio de Santiago-San Ginés. En 1944 eran trece las fábricas conuna distribución similar. La demanda de grandescantidades de agua favoreció esta implantacióncon el aprovechamiento directo de los caudalesdel río o a través de la perforación de pozoscartesianos. El río también proporcionaba, a faltade una depuradora, un lugar donde verter losresiduos químicos generados (SEGURA ARTERO EIBÁÑEZ VILCHES; 1990).

Esta circunstancia cambia radicalmente a raízde la inundación de 1973 cuando todas las fábricasresultan gravemente afectadas por este emplaza-miento vulnerable. Desde entonces se produce unabandono gradual del entramado urbano paralocalizarse en la zona de Serrata en torno a lascarreteras del Pantano y de Caravaca, conformandoun importante centro industrial pero desordenado,sin urbanizar y sin servicios a las empresas. Estosupuso una fuerte inversión por parte de los in-dustriales, ocupando parcelas superiores a los5.000 metros cuadrados, pero que amortizaron almodernizar su aparato productivo y conseguirmayores y mejores rendimientos en la etapa debonanza que vivió el sector en los años ochenta.

II.5.4. Causas y medidas correctoras de defensa

El informe municipal sobre la avenida del 73hace especial hincapié en la falta de un acondi-cionamiento previo del cauce, capaz de soportaruna avenida extraordinaria, afirmando que «laprincipal causa de la catástrofe se debe a que ellecho del río se encuentra al mismo nivel quecalles del barrio de San Cristóbal y más alto queel de Santa Quiteria y San Diego» (figura 10).Otra causa fue la construcción de una «nuevapresa de no mucha altura, que atravesaba el ríoen zona urbana, más arriba de los Sangradores»,y la derivación de los escasos caudales habitualesa la estación elevadora de la Casa Mata, centrodistribuidor para el regadío lorquino. Esta presa,de arena y construida por la Confederación Hi-drográfica del Segura, actuó ese día como barreraal igual que el elevado trazado de la línea férreaentre el puente de Hierro y la estación de SanDiego, lo que propició la inundación de todo elsector de San Diego y la parte baja de San Cristóbalcon una lámina de agua de metro y medio dealtura.

Más de 100 metros de esta línea de ferrocarrilquedaron «cortados y arrasados» entre las esta-ciones de San Diego y Sutullena. En la construc-ción de este tramo no se tuvo en cuenta el riesgode avenida e inundación y no se efectuaron lassalidas de desagüe necesarias para evitar lo quelamentablemente se produjo. Asimismo, el informeespecificaba que la línea de ferrocarril debíaapartarse del núcleo urbano pues «se conseguiríaasí asegurar que este medio de comunicación nosufriera las eventualidades de una atroz inundacióny que el crecimiento de la ciudad no estuviese tanexcesivamente condicionado por la vía férrea».

Las endebles murallas de protección del ríono resistieron la envestida de las aguas y quedaronrotas «por diversos sitios», y donde no lo hizo, elagua «saltó sobre ella un metro de altura aproxi-madamente, convirtiendo los sectores afectadosen auténticas y extensas lagunas alborotadas porla fuerte y rápida corriente de aguas». Estas mu-rallas, de escaso porte, altura (apenas unos 5-6metros), anchura y un trazado escaso, dejaronimportantes zonas urbanas desprotegidas. Además,en el lecho «crecen numerosos eucaliptos que

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entorpecen el paso de las avenidas», lo que hizoromper el malecón de Santa Quiteria, saltar lasaguas por el huerto de la Rueda y dar mayor poderdestructivo a los caudales. Mientras los pantanosde Puentes y Valdeinfierno permanecían desdehacía años «llenos de tarquín y barro», viendodisminuida su capacidad de retención. «Tampococon el pantano existen comunicaciones telefónicasapropiadas, ni ningún otro medio de enlace quepueda transmitir a Lorca noticia de su estado orégimen, lo que aumenta la intranquilidad delvecindario».

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FIG. 10. ESTADO DEL CAUCE DEL GUADALENTÍN A SU PASO POR LORCA EN 1967

Fotografía: Cortesía de la Gerencia Municipal de Urbanismo de Lorca.

Puntos de referencia: 1. Deforestación de las sierras próximas a la ciudad y en general de todala cuenca, 2. Carretera de Granada, 3. Rambla de Tiata, 4. Sangradores dejando paso libre a la ramblade Tiata, 5. Barrera del talud del ferrocarril, 6. Llano natural de inundación del Guadalentín, 7. Canalde Tercia (o de San Diego), 8. Inexistencia de muros de defensa, 9. Derivación de las aguas a la CasaMata a través de un muro de arena, 10. Misma cota del cauce respecto a las calles próximas (obsérvesela poca capacidad que ofrecen los arcos del puente), 11. Pretiles del puente de San Cristóbal, 12. Barriode San Cristóbal, 13. Zona industrial y canal de aguas claras (embovedado), 14. Barrio de San Juan ySan Ginés, 15. Aterramiento del cauce y necesidad de dragado, 16. Zona desprotegida de La Ribera ylugar de entrada de las aguas de avenida.

Por todo esto, las medidas correctivas que sehace necesario tomar para evitar nuevas inunda-ciones y cuya ejecución debiera ser prioritariason:

—Ahondamiento del lecho del río, buscandoel nivel de cota de décadas anteriores (al menoscinco metros) y con él «la defensa apropiada dela ciudad frente a las inundaciones, primando éstefin sobre cualquier otra consideración de regadío»,fijándose la seguridad colectiva como principalobjetivo frente a los intereses económicos ligados

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a uno de los sectores más importantes de la co-marca.

—Desaparición de la presa de derivaciónexistente a la altura de la Casa Mata.

—Rebajamiento del nivel de los Sangradorespara que queden a la misma cota que el cauce unavez dragado.

—Limpieza del cauce, la cual debe realizarsecon regularidad para evitar obstáculos que pudie-ran dificultar el libre paso de las aguas tanto enel tramo urbano como aguas arriba del mismo.

—Encauzamiento del río a su paso por Lorcapara garantizar la seguridad de los vecinos queresiden en la zona al menos un kilómetro antesdel recorrido urbano.

—Corrección de vertientes para evitar unaexcesiva concentración de caudales en lugaresvulnerables del colector principal.

—Realización de repoblaciones forestales queincrementen la protección de los suelos y mitiguelos procesos erosivos, especialmente en lugaresde gran pendiente y materiales susceptibles.

—Recrecimiento o construcción de nuevaspresas en los pantanos, tanto en Puentes como enValdeinfierno, así como el dragado de los mismospara la ampliación de los vasos de recepción. Estomejorará su funcionalidad como reguladores decaudales y laminación de avenidas.

—Construcción de nuevas medidas de defensaen los cauces que tributan al Guadalentín entreel pantano de Puentes y el casco urbano paralaminar las aguas de avenida y evitar que la ondade crecida aumente súbitamente en pocos kilóme-tros, prestando especial atención a las ramblas deCaravaca, de la Rosa, de Los Peñones, de Enmedioy de los Diecisiete Arcos.

—Mejora de las comunicaciones entre lospantanos y la ciudad para informar de anomalías,crecidas, posible riesgo para la población, evacua-ción de la misma, etc.

Como ya se verá, y a pesar de la perentoriedadque demandaban las obras de defensa del cascourbano de Lorca y su huerta como áreas másvulnerables, la ejecución de las mismas se realizócon sumo retraso, incidiéndose más en el sistemade defensa de la ciudad de Murcia.

II.5.5. Después de la catástrofe

Las tareas de limpieza y reconstrucción fueronlentas y duraron muchos meses. Se prometieron«ayudas extraordinarias contra el paro obrero enlas zonas afectadas por la inundación» y el IRYDAse encargó de la reconstrucción de caminos einfraestructuras agrarias. Se solicitaron desde laCámara de Comercio ayudas a fondo perdido paralos empresarios afectados y se concedieron prés-tamos especiales para las familias. También seprometió desde el Gobierno un Instituto Politéc-nico para Lorca, una vez que la escuela de Maestríahabía sufrido graves desperfectos. En un principiose destinaron 15 millones de pesetas para obrasde empleo comunitario para la reconstrucción.

Un año después, el diario INFORMACIONES ECO-

NÓMICAS (19 de enero de 1974) señalaba las«pocas ayudas y muchas dificultades que encon-traban los vecinos para la recuperación», a causade unas obras tan lentas. Todavía en enero de1974 la totalidad de caminos rurales, infraestruc-turas y obras de defensa aún permanecían comoquedaron tras la riada. EL DIARIO DE BARCELONA

criticaba, en su edición del 20 mayo de 1974, quetodo «no habían sido más que promesas» para laszonas del sudeste afectadas por las inundacionesya que «apenas se ha hecho algo en estas zonas»,añadiendo que mientras tanto, en la rambla deNogalte, un año después de la tragedia «se hareanudado el tradicional mercado semanal lo queincrementa hasta 81 el número potencial de vícti-mas junto a los escombros que se conservantodavía como testigos de la tragedia».

En enero de 1975, un informe del IRYDA (Ins-tituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario)da cuenta de las obras que había acometido esteorganismo desde la inundación. En total se habíaninvertido 117 millones de pesetas: asfaltado delos caminos más importantes (Villaespesa, deVera, Torrecilla, de Cartagena…), dotando depavimento ordinario sin riego asfáltico a otrosmuchos (Baldazos, Condomina, Central de Caza-lla, Casa Peña… y las carreteras de Zarcilla deRamos a La Paca, la de las Terreras, la de Zarcillade Ramos a El Rincón, la de Las Terreras a Zar-zadilla de Totana, entre otras, totalizando 67kilómetros y 29,1 millones de inversión); se repa-

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raron casi 100 kilómetros de acequias y azarbespor valor de 13,1 millones de pesetas; se recupe-raron 804 fincas que cuantificaban 1.980 hectáreascon un coste de 35,1 millones; y se efectuaronlabores de auxilio permanente en muchas cochi-queras. Para 1975 se repararían más caminos (deAlmendricos a Pulpí, de la Malvaloca, de CampoLópez a Purias, de Aguaderas a Altobordo, deMorata y de Henares), carreteras comarcales tanimportantes como la de Pulpí y se mantendríanlos auxilios económicos por importe próximo a36 millones de pesetas.

El Asilo de San Diego fue objeto de una im-portante remodelación y mejora tras quedar muyafectado por la inundación, aunque no será hastaagosto de 1975 (BOE del 25 de agosto) cuandose subasten las obras, presupuestadas en pocomás de 20 millones de pesetas, y que corrieron acargo de la Dirección General de Arquitectura ymuchas donaciones de particulares. Los ancianosquedaron acogidos en el hospital de San Juan deDios, donde permanecerán hasta la reapertura delcentro en octubre de 1978 (tras cinco años). Delos que vivieron la tragedia sólo quedaban ochoancianos, los cuales pudieron disfrutar de unnuevo asilo con calefacción, ascensor, agua ca-liente, dormitorios de dos y tres camas, zona deservicios, un gran jardín para pasear y un edificioanexo nuevo; la renovación del mobiliario fuetotal.

En febrero de 1976 se aprobaron ayudas a 27expedientes de ganaderos que solicitaron subsidios,con una dotación media de entre 39.000 y 441.000pesetas y un montante total de 6,7 millones depesetas. También se concedieron ayudas a decenasde familias para la reconstrucción de sus hogares,mientras que las familias que lo habían perdidotodo continuaban en las tres barriadas de viviendasprefabricadas habilitadas al efecto.

De las 1.200 viviendas solicitadas al Ministeriode la Vivienda sólo fueron concedidas 232 paraacoger a otras tantas familias. La licencia porparte de la Comisión Municipal Permanente fueaprobada en mayo de 1976, tras el cotejo delproyecto, y al cabo de algunos meses comenzaronlas obras. La zona elegida para la construcciónde este nuevo polígono residencial fue el final de

La Cañada de Morales fue uno de los tres emplazamientos para lasviviendas prefabricadas. Foto: Juan Franco Romera.

la avenida de Cervantes, junto a la rambla de Tiatay la carretera de Águilas, en lo que fue finca dela familia Frías. Las 232 viviendas quedaronagrupadas en 15 bloques de 16 casas cada uno,entre espacios abiertos y zonas ajardinadas, siendoadjudicadas las viviendas el 3 de octubre de 1979según una baremación establecida entre las muchassolicitudes. A los pocos meses comenzarán aaparecer problemas por lo deficiente de la ejecu-ción de las obras, y fueron reiteradas las protestasde los nuevos inquilinos a causa de un mal aisla-miento de los edificios, humedades, grietas ydemás desperfectos.

Este nuevo barrio, que recibió por decisiónpopular el nombre de San Fernando, no fue sufi-ciente para acoger a la totalidad de las familiasque malvivían en las casas prefabricadas, demanera que los campamentos de La Viña y Virgende las Huertas sí quedaron desmontados seis añosdespués de la inundación, pero no el de Cañadade Morales, donde 40 familias continuaban con-denadas a vivir en pésimas condiciones. Estasituación de chabolismo, propio del Tercer Mundo,acabó con la entrega el 3 de noviembre de 1988por parte de la Comunidad Autónoma de 22 vi-viendas, construidas frente al colegio Juan Gon-zález, en la que los ocupantes debían pagar, segúnel modelo de vivienda, un alquiler mensual deentre 4.000 y 8.000 pesetas. A la mañana siguiente,y tras ¡15 años de espera!, las excavadoras derri-baban un poblado provisional que adoptó el perfilde un barrio marginal. Debieron pasar ocho añosmás hasta que los afectados del barrio de SanPedro (muchos vivían en míseras chabolas) tuvie-ron una vivienda en condiciones como derechoconstitucional reconocido.

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II.6. LOS SUCESIVOS PLANES DE DEFEN-SA CONTRA AVENIDAS

Simón Mellado Benítez, alcalde de Lorca,envió en julio de 1900 un escrito al Ministerio deAgricultura, Industria, Comercio y Obras Públicasen el que solicitaba a los técnicos encargados derealizar el Plan Nacional de Obras Hidráulicas,aprobado en 1902, las siguientes obras de defensaen el municipio:

—Ensanchar el vertedero de los Sangradoresque sólo mide 17,5 metros lineales y la construc-ción de nuevas compuertas.

—La prolongación del muro o azud de losTres Puentes hasta el puente Nuevo de la carreterade Águilas en una longitud de 1.060 metros parasalvaguardar las Alamedas y Sutullena.

—Elevación del puente Nuevo por la progresivaelevación del terreno por aterramiento de la ramblade Tiata.

—La monda de la rambla de Tiata pues au-menta el nivel de inundación y favorece el palu-dismo por el estancamiento de las aguas.

—La construcción de un canal de derivacióny túnel en la margen derecha del Guadalentín ala altura de la sierra de la Peñarrubia para mandaraguas claras a los cultivos de Torrecilla, Almen-dricos, etc.

—Mejorar la carretera de Lorca a los Bañosde la Fuensanta que en etapa de crecida quedacortada por muchos sitios así como la ejecuciónde la carretera de Ramonete y la que comunicaríaLumbreras con Pulpí.

—Con todo ello se ejecutarían obras que ge-neran muchos puestos de trabajo y jornales.

En una ocasión Manuel Lorenzo Pardo estuvoen Lorca para dar una conferencia sobre el PlanNacional de Obras Hidráulicas de 1939 (LA

TARDE DE LORCA; 10 de diciembre de 1934). Esteplan estuvo vigente hasta 1985, y gracias a él sellevaron a cabo numerosas obras de infraestructura(pantanos, canales para trasvasar agua, presas delaminación de avenidas, azudes) y de colonizacióndel campo español que eliminaban visiones desolución parciales y favorecían políticas nacionalescoordinadas. En él se analizaba el déficit de

producción que tenía el sector agrario para abas-tecer a la población española, pues entre 1922 y1932 se importaron desde fuera producciones convalor superior a 1,23 millones de pesetas, cuando900.000 ha. «se podían producir perfectamenteen España»; se señalaba que se debían poner enregadío durante veinticinco años 530.000 nuevashectáreas, o igualar regadío y secano aunque lasuperficie a transformar aumentaría a las 1,45millones de hectáreas, es decir, habría que duplicarla superficie de regadío que había en España enlos años treinta.

Este plan también tenía con objeto primordialacabar con el desequilibrio hidrológico existenteentre las diferentes cuencas hidrográficas. ElMinistro de Obras Públicas de la Segunda Repú-blica, Indalecio Prieto, tras comprobar en Lorcaen 1932 la situación de extrema sequía y el ate-rramiento de los pantanos, escuchó las reclama-ciones de los vecinos sobre la traída de las aguasdel Castril y Guardal, un proyecto que reconociócomo «de gran magnitud». Prieto se asombró delos efectos de la sequía, la cual, afirmó, «vadevorando la vega de Lorca», lo que quizá leinspiró para idear un canal de trasvase desde lacuenca del Tajo a la del Segura, obra que nocomenzaría a ser ejecutada hasta el Plan de Desa-rrollo de 1966, y concluida en 1981, fecha en laque las aguas llegan a Lorca.

Anteriores a este plan fueron, entre otros, elPlan de Defensa contra Inundaciones de 1886, yel Plan Gasset (1933), nunca ejecutado. De formasimultánea aparece en la cuenca del Segura en1927 la llamada «Mancomunidad de municipios»cuya finalidad fue la creación de diversas infraes-tructuras para el correcto abastecimiento del aguapotable, aunque no será hasta 1947 cuando ladespués Mancomunidad de los Canales del Taibilla(MCT) adquiera personalidad jurídica propia, yla prioridad que al uso agrícola se le da al aguaen los sucesivos planes hidráulicos será sustituidapor las necesidades de abastecimiento urbano(GIL OLCINA, MORALES GIL; 1995). La MCTgestiona en la actualidad una compleja red deinfraestructuras hidráulicas (canales, pantanos deregulación, depuradoras, túneles, estaciones deelevación, redes de distribución) que abastece a

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casi dos millones de personas, lo que ha permitidoel crecimiento urbano y económico de las grandesciudades de la cuenca (Alicante, Elche, Murcia,Cartagena, Lorca, Orihuela), abasteciéndose delos ríos Taibilla, Segura, trasvase Tajo-Segura,captaciones subterráneas y desalinizadoras.

Con el Plan de Mejora del Regadío de Lorcade 1961 se desarrollaron algunas obras de defensa,pero hacía mayor incidencia en las infraestructurasrelativas a canales, acequias y partidores. En 1974también se elaboró un Plan Coordinado de Obrasde larga y discontinua ejecución.

En 1977 el Ministerio de Obras Públicas yUrbanismo (MOPU) lleva a cabo la redacción deun Plan General de Defensa contra Inundacionesque quiere desarrollar en la cuenca del Seguracomo consecuencia de las inundaciones de 1973en Lorca, Puerto Lumbreras y la vega Baja. ElPlan tiende a reducir un 90% el riesgo de inunda-ción en ciudades de mayor vulnerabilidad comoOrihuela, Cartagena, Murcia y Lorca. Este plancontemplaba en territorio lorquino:

—Construcción de unos nuevos Sangradoresy un azud en la boca de la rambla de Tiata paraque las aguas claras llegaran al regadío de formacontrolada.

—Canalización del río y prolongación de losmuros de defensa aguas arriba y abajo de la ciudad.

—Recrecimiento de la presa de Puentes encinco o seis metros para limpiarlo de fondo ydarle mayor capacidad (hasta 32 millones demetros cúbicos) y otras obras complementarias.

El coste total del plan (29 tomos) es de casi400 millones, a ejecutar en diez años, y las obrasen Lorca suponían el 35 % del presupuesto, dadoel déficit de infraestructuras de defensa que laciudad presentaba. En los años ochenta se ejecu-taron las dos primeras actuaciones de defensa delcasco urbano mientras que las obras de recreci-miento de la presa no se efectuaron a pesar de lostrabajos de replanteo y estudio realizados en 1986.Sí se produjeron algunas mejoras en el aliviaderoy se robusteció el muro con una nueva pantallade hormigón en la cara posterior de la presa.

Por último, el Plan de Defensa Contra lasAvenidas de 1987 ha finalizado los trabajos dedefensa en el espacio urbano de Lorca y su vega.Su origen estriba en las trágicas inundaciones quetuvieron lugar entre 1986 y 1987 y en la necesidadde completar las obras que faltaban por ejecutardel Plan de 1977. El Plan adquiere por su impor-tancia el rango de Ley (R.D. 4/1987, de 13 denoviembre), y su trascendencia en toda la cuencaes evidente si tenemos en cuenta las actuacionesllevadas a cabo:

—Defensa frente a avenidas en la margenizquierda del río Mundo: construcción de laspresas del Bayco, de los Charcos, del Boqueróny en encauzamiento de la rambla de Minateda.

—Aminoración de avenidas de la cuenca delrío Mula mediante la construcción de las presasde Pliego, Doña Ana, Los Rodeos y recrecimientode la presa de La Cierva.

—Defensa frente avenidas en la rambla delMoro, del Judío y del Cárcabo (Altiplano) me-diante la construcción de presas de laminación.

—Construcción de un canal de cinco kilóme-tros entre los ríos Argos y Quípar para la defensade la vega de Calasparra.

—Encauzamiento de la rambla del Hondón enCartagena.

—Mitigación del desbordamiento de las vegasMedia y Baja del Segura mediante el encauza-miento del río desde la Contrapasada hasta ladesembocadura en Guardamar del Segura, concapacidad en Orihuela de 400 metros cúbicos porsegundo. El proyecto, que dividía el canal en sietetramos y reducía la longitud del río de 74 a 50kilómetros por la eliminación de muchos mean-dros. Obtuvo un accésit del premio internacionalPuente de Alcántara en 1994.

—En la cuenca del Guadalentín el plan con-templa la mitigación de avenidas en el río mediantela construcción de una nueva presa en el pantanode Puentes, el acondicionamiento del canal delParetón en Totana hasta la rambla de las Moreras,

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el encauzamiento del Reguerón en el tramo bajoy la construcción de sendas presas en las ramblasde Algeciras y José Bautista, en las proximidadesde Librilla. También estaba previsto el recreci-miento en cinco metros de la presa de Valdein-fierno, pero aún no se ha ejecutado, valorándosela posibilidad de construir una nueva presa en lazona.

El proyecto de encauzamiento del río Seguraaguas abajo de la ciudad de Murcia contempló laeliminación de numerosos meandros que resultanpeligrosos en situaciones de avenida al ralentizarel paso de las aguas y destruir las márgenes yzonas de cultivo. Esta posibilidad sin embargo

no se consideró en los importantes meandros queel Guadalentín describe aguas abajo de Lorca,entre las diputaciones de Tercia y Marchena.

El coste total del Plan de 1987, dividido endos fases, ascendió a 443 millones de euros (casi75.000 millones de pesetas). Los beneficios indu-cidos se estimaron en 1991 en 1 billón de pesetasal año, no sólo por las inversiones y gastos demantenimiento, sino por los costes económicosque el sistema productivo y social iba a evitar almitigar posibles catástrofes. Desde su ejecuciónlos daños provocados en episodios de lluviastorrenciales han descendido notablemente consti-tuyendo, sin duda alguna, el sistema hidrológicode defensa más importante de España.

Vista panorámica del cauce del río Guadalentín a su entrada en el barrio de San Cristóbal. Foto: J. David Romera Franco.

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III. LA VULNERABILIDAD DEL ESPACIOURBANO DE LORCA EN LA ACTUALIDAD

III.1. OBRAS DE DEFENSA LLEVADAS ACABO EN EL MUNICIPIO

Desde antiguo, el pueblo lorquino ha convividocon el riesgo latente de un río de lecho amplio yseco durante años, pero salvaje a veces, intentandominimizar los efectos de sus crecidas y aprovecharsus aguas con la construcción de diferentes infra-estructuras, entre las que destacan los pantanosde Puentes y Valdeinfierno, los Sangradores, laderivación de la rambla de Tiata, canales de riego,boqueras, acequias,... El profesor CALVO (1969)calificó este sistema de «realmente impresionante»,capaz de derivar y salvar a la huerta de Murciade más de 1.000 metros cúbicos por segundo,aunque la capacidad de embalse de Valdeinfiernoes muy limitada por el aterramiento que padece.

ÁNGEL ELUL, en un trabajo sobre el regadíolorquino realizado a finales de los años treinta,señalaba en relación al carácter torrencial delGuadalentín y sus afluentes, que «aparecen enordinario en seco y experimentan crecidas enormesa lo largo de los periodos, por cuyos efectos todaprecaución es poca». Por aquel entonces la ciudadde Lorca presentaba unos sistemas de defensacontra las avenidas un tanto endebles, que lahacían muy vulnerable, como se demostró en lariada de 1948. También apuntaba que «los diquesde defensa de la población son obras sólidas ysuficientes para su objeto aunque habrían querecrecerse para mayor seguridad», en tanto que«los Sangradores sufren el inconveniente de losaterramientos del río, disminuyéndose así el caudalque debería derivarse por la rambla de Tiata». En1936, y para este concepto de defensa, el Estadoinvirtió en Lorca 607.268,29 pesetas en diversasobras. Desde entonces, se han hecho muchas obrasde mejora y defensa, de tal suerte que la cuencaalta-media del Guadalentín «es la más modificadade cuantas integran la cuenca del Segura», puesdesde principios del siglo XX se han venidorealizando más de 130 proyectos aprobados, comobien apunta el profesor CONESA GARCÍA (1985).

III.1.1. Los pantanos de Puentes y Valdeinfierno

La construcción de los embalses de Puentes yValdeinfierno aguas arriba de Lorca es muy anti-gua. Tras varias tentativas en la Edad Media, laconstrucción definitiva no se producirá hastamarzo de 1785, según proyectos de los arquitectosVillanueva y Martínez de Lara. La obra contó conel apoyo de Carlos III, siendo de destacar el papelde Floridablanca y su Comisionado Regio, elilustrado lorquino Antonio Robles Vives.

La lucha por el agua en esta ciudad se remontaa periodos relativamente tempranos. Ya en 1370,cuando Lorca era un importante bastión militar,se plantea por primera vez a Enrique II la necesidadde transferir las aguas de las fuentes de Archivela tierras lorquinas; petición que se realizó endiferentes momentos hasta tres veces con la fuerteoposición de Caravaca. En 1574 se propone comosolución alternativa el trasvase de aguas desdelas cabeceras de los ríos Castril y Guardal, afluen-tes del Guadiana Menor, aunque desde el principiotuvo graves problemas técnicos y de financiación,pues resultaba costosísimo, además de contar conla fiel oposición del Duque de Alba. Lorca, siemprecon el firme apoyo de Murcia y Cartagena, alentóotros estudios que hicieran viable el proyecto peroresultaron frustrados. Finalmente, en 1621 seaprueba dicho plan de trasvase y se conceden296.000 ducados para su financiación (GIL OLCI-

NA; 1992). No obstante, problemas entre los co-rregimientos de Murcia, Lorca y Cartagena dina-mitarían para siempre este anhelado y utópicoproyecto, reivindicado por el pueblo de Lorcahasta bien entrado el siglo XX.

En 1594, como consecuencia de la construcciónen Alicante del pantano de Tibi, y para poner fina los efectos provocados por las sequías periódicasque empobrecían la economía de la ciudad, Lorcacomenzó a plantearse la posible construcción deun pantano que regulara las aguas del río Luchena.En 1609 el rey Felipe III pidió informes a todoslos municipios españoles para ampliar la superficiede cultivos de regadío, y viendo las posibilidadesque ofrecía la huerta lorquina se pensó en laconstrucción de un pantano en la cabecera delGuadalentín. Dos años más tarde, el Consistorio

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pidió informes al respecto al arquitecto del citadopantano alicantino. En un principio la oligarquíalorquina, por sus intereses, se opuso enérgicamentea la obra pues consideraba que así se eliminabanlos tarquines que enriquecían los suelos de la vegalorquina. A pesar de ello, el concejo aprobó elproyecto, con un costo de 50.000 ducados que serentabilizarían con el censo de las rentas. Elproyecto se envió a Madrid, y se solicitó un nuevoinforme cuyo coste, aún mayor, no hacía posiblesu ejecución. Seis años más tarde el plan delpantano resurgió sin éxito. En 1629, Felipe IV losometió a la Junta de Población del Reino; en1633 se comisionó a López Madera, pero por laescasez de recursos económicos el proyecto quedóde nuevo abandonado. La perentoriedad de estainfraestructura hizo que los propios vecinos en1647 decidieran iniciar las obras por su cuentasegún el proyecto de Tomás Zuazo, pero estainiciativa nuevamente queda en saco roto cuandola primitiva presa, ya a medio construir, es des-truida por una avenida meses después (MARTÍNEZ,SASTRE; 1982).

Fue, pues, en 1785 cuando los arquitectosVillanueva y Martínez de Lara presentan al Condede Floridablanca el proyecto, ahora de dos panta-nos, que se veía conveniente construir en la cuencaalta del Guadalentín. La financiación se realizó,en parte, con fondos obtenidos en las aduanasmarítimas situadas entre las provincias de Alicantey Almería. Las obras alcanzaron un coste total,tras cuatro años y tres meses de obras, de11.507.709 pesetas, casi el doble del presupuestoinicial. En 1770 se crea la Junta de Aguas paraadministrar la nueva dotación hídrica del regadíolorquino.

Los pantanos de Lorca suponían la plasmaciónplena de los proyectos del Reformismo Borbónicoen la comarca. Sus objetivos iban dirigidos aprevenir en la medida de lo posible las avenidasdel Guadalentín, reservar agua para abastecimientode los regadíos de la vega lorquina en etapas desequía y desbloquear el estancamiento agrícolaal aumentar la superficie de regadío (proyectadaen 47.000 fanegas más de tierra —13.137hectáreas—). También pretendían aumentar laproducción y los recursos alimenticios de la po-blación, favorecer el comercio exterior a través

del puerto de Águilas e incrementar las posibili-dades de trabajo y de desarrollo económico parala sociedad local.

Desde el principio de su funcionamiento lospantanos lorquinos se consideraron obras«nefastas», según tres parámetros económicosalejados de los principios antes descritos: a) bajóel rendimiento de las tierras, hasta tal punto quelos «infelices labradores regantes» tienen grandesdificultades para el riego; b) disminuyó la cantidadde agua que contenía una hila (que equivale a177,5 litros por segundo), y si antes se podíanregar de 4 a 6 fanegas, ahora sólo se podía regaruna; c) por la filtración y la evaporación de lasaguas represadas, a la vez que se impedía la salidade los tarquines que actuaban como abono naturalde los suelos aluviales (MULA GÓMEZ, HERNÁNDEZFRANCO, GRIS MARTÍNEZ; 1986).

La oligarquía lorquina, que había controladoel agua del río sin problemas, se enfrentaba ahoracon los pantanos a una intervención de los caudalespúblicos para perjuicio de sus intereses. Taleseran las circunstancias de crispación que inclusoapareció un panfleto difamatorio en 1789 contraRobles Vives, representante de la Corona en lasReales Obras de los Pantanos de Lorca, que decía:«Robles. Mira que te vas precipitando. No sabeslos genios de tus paisanos. Tu muerte está yapremeditada si no te enmiendas. Las aguas delpantano y del canal todo se lo se lleva el diablo.Y a ti también. Aviso saludable» (SALA VALLEJO;1995). Nadie creería que la rotura de Puentes de1802 acabaría con su vida.

Finalmente, el 15 de agosto de 1788, se inau-gura el pantano de Valdeinfierno en el estrechodesfiladero que el río Luchena ha excavado entrelas sierras del Gigante y la Culebrina, a 700 metrosde altitud. Dispone este pantano de una cuencade recepción de 454 km2. Con capacidad para 20millones de metros cúbicos, pronto quedó colma-tado por los sedimentos y en 1850 era ya inservible.Entre 1891 y 1897 se recrece la presa 15 metros,obras dirigidas por Alberto Figueroa, y pasa atener 21 millones de metros cúbicos, capacidadde embalse que no tardaría mucho tiempo encolmatarse de nuevo. A los pocos años de recre-cerse la presa se produce la rotura de las compuer-

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tas del pantano, perdiendo éste su importantefuncionalidad y vulnerando la seguridad de lapoblación. No tendría la administración centralmucho interés en solucionar el problema cuandoen 1923 las compuertas aún no estaban colocadas,quedando un pantano «iluso» que no servía paranada. Ese mismo año se encarga a la División delSegura la actualización de los precios del proyectode reparación redactado en 1913 (LA TARDE DELORCA; 17 de febrero de 1923). En 1987 contabacon una capacidad de sólo 14 hectómetros cúbicosde agua, quedando uno ocupado, y en la actualidadel pantano está prácticamente inservible. El Plande Defensa contra Avenidas de 1987 preveía elrecrecimiento de la presa, pasando de los 42metros actuales a 52 así como la realización deun ambicioso proyecto de repoblación forestal entoda su cuenca de recepción.

El 31 de diciembre de 2005 quedó finalizadala redacción por parte de técnicos de la DirecciónGeneral de Calidad y Evaluación Ambiental delMinisterio de Medio Ambiente del anteproyectopara la construcción de una nueva presa en Val-deinfierno, aguas arriba de la actual. Esto supondrádotar al pantano de 45 hectómetros cúbicos decapacidad, cuadriplicando la actual. Se ha calcu-lado que el volumen de légamos a retirar es de1,6 millones de toneladas que una vez extraídosse expondrán para su secado según granulometríasy se cubrirán con vegetación. La presa actualdejará de prestar su función y se conservará paraser visitada como monumento hidráulico, al igualque la de Puentes. Aún no se tiene noticia delinicio de las obras.

El pantano de Puentes se pone el funciona-miento el 8 de diciembre de 1788 en la confluenciade los ríos Vélez y Luchena, en el mismo sitiodonde se realizaron obras en 1647. La cuenca derecepción de este embalse es de 1.490 km2. Con-taba la primitiva presa con una altura de 50 metrosy con capacidad para 102 millones de metroscúbicos. Este embalse no se concibió como infra-estructura para laminar avenidas, sino para rete-nerlas totalmente o ganar tiempo para poder tomarlas medidas de evacuación necesarias y evitardaños mayores (IBÁÑEZ VILCHES; 1990). Comoya se ha señalado, el emplazamiento de la presaen lugar inadecuado, la cimentación con un sistemade pilotes de madera y un emparrillado que habíasido rechazado por diversos arquitectos, y desco-nocer el comportamiento de la obra en caso desituaciones extremas, propició una de las mayorescatástrofes que quebrantó durante décadas la vidade Lorca. La rotura de la presa un 30 de abril de1802 causó 608 muertos y perdidas valoradas en30 millones de reales. La avenida destrozó lahuerta y arrasó los barrios de San Cristóbal, SanDiego, Santa Quiteria y Virgen de las Huertas(MUNUERA RICO; 1985). El pantano, lleno hastauna altura de 56 varas, se vació en sólo una hora,vertiendo río abajo un caudal aproximado de 8.000metros cúbicos por segundo.

MUSSO Y FONTES (1847) calculó a posteriorique el pantano de Puentes de Martínez de Lara«podía represar tres tantos más de agua que laque le dan dichos ríos (Luchena, Vélez y Turrilla)y éstos necesitarían, para llenar el pantano, tresaños y cerca de diez meses». El profesor GILOLCINA (1986) subrayó la enorme trascendenciade su construcción al ser una de las mayores obrasdel Reformismo Borbónico y uno de los pantanosmás grandes de Europa. Pero mayor repercusióntuvo su rotura en 1802, pues su impacto fueinmenso al desmoronarse la que se había consi-derado una presa modelo en su construcción. Así,el miedo a nuevas catástrofes frenó en mediocontinente, al menos durante cincuenta años, laconstrucción de pantanos, hasta que se determi-naron con claridad las causas del suceso y setomaron las medidas en ingeniería necesarias paraevitar estos riesgos. Durante mucho tiempo des-pués, y tras la trágica catástrofe, que tuvo ecointernacional, la idea del pantano no volverá a

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Vista del pantano de Valdeinfierno, aterrado por la deforestaciónde su cuenca, en el que se aprecia la presa original y el recrecimientode 1897. Foto: J. David Romera Franco.

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aparecer hasta muchos años después. La cuestióndel agua seguía latente, y en el año 1861 la ciudadentera se echó a la calle, capitaneados por MussoFontes, para pedir la solución al problema delagua con el alumbramiento de los Ojos del Lu-chena.

No será hasta 1884 cuando, tras meses deobras, concluyan las obras de la nueva presa queha estado funcionando hasta fechas recientes,situada 200 metros más debajo de la presa des-truida. Tenía capacidad para 36 millones de metroscúbicos, si bien en la década de 1930 y comoconsecuencia del relleno de tarquines quedó re-ducida a 21 millones. En 1930 se coloca unanueva compuerta en el pantano con un presupuestode 290.000 pesetas. La presa, de 48 metros dealtura desde el lecho del río y 72 desde la base desus cimientos (roca caliza del Mioceno), y 290metros de longitud en su coronación, fue capazde almacenar un volumen de hasta 78 millonesde metros cúbicos. Su fábrica, de mamposteríahormigonada y sillería en esquinas, tuvo un costede 2,96 millones de pesetas. A finales de la décadade 1970 su capacidad de represado había dismi-nuido hasta los 12 millones de metros cúbicos acausa del aterramiento (HERNÁNDEZ FRANCO,MULA GÓMEZ, GRIS MARTÍNEZ; 2002), capacidadsimilar a la que tendrá en 1987, momento en elque apenas acogía un hectómetro cúbico de agua.La capacidad de desagüe del pantano era de 300metros cúbicos por segundo tras la ampliaciónque se produjo del aliviadero en 1973, y de 120las compuertas de fondo. En 1928 la presa fueadquirida por la Confederación Hidrográfica delSegura por 2,7 millones de pesetas y 2,5 millonespor las aguas apresadas.

La construcción de la presa de 1884 para lasnuevas generaciones, una vez que la catástrofede 1802 quedaba cada vez más diluida en eltiempo, suponía un cambio en el comportamientode agricultores, jornaleros, propietarios y familiasresidentes de las riberas y la huerta, y tambiénpara el habitante de la ciudad. Un cambio queademás de introducir una nueva ordenación de lavega como espacio físico, afecta a la psicologíadel lorquino. Entre 1802 y 1884, esto es, durantecasi un siglo, Lorca y el valle del Guadalentínquedaron desprotegidos en casos de avenidas

extraordinarias al no existir presa alguna en elestrecho de Puentes por la oposición frontal de laoligarquía local en pro de sus intereses particulares.Esta circunstancia hacía que el río y su entornofueran vistos como un elemento estático que enpocas horas podía entrar en funcionamiento yconvertirse en un gran elemento de destrucción,lo que hizo de la huerta un espacio vulnerablepoco favorable al asentamiento de la poblacióncampesina. Con la nueva presa los ribereños secreen seguros y comienzan a surgir nuevas vivien-das, hermosos huertos a las orillas del Guadalentín,canales y acequias, se recuperan viejas casas delabranza que darán albergue a cientos de familiasy a miles de animales. La huerta se vuelve ahabitar, se convierte en un espacio seguro con lanueva «fortaleza babilónica», vivo y agradable,y surgen barracas, cabañas de madera, caña ybarro, granjas, etc. «La huerta se puebla de unmodo maravilloso, con edificios de habitaciónpermanente y con comodidades para todos losservicios y necesidades del labrador y su familiay al recolectar sus cosechas, en vez de trasladarlas mieses a otro sitio, fiados de la casi seguridadde lo imposible de las inundaciones, las retieneny trillan en los mismos pagos donde las producen»(UNIÓN NACIONAL; 3 de julio de 1900). El progre-sivo poblamiento de la huerta de Lorca se hamantenido con el paso del tiempo y se ha aceleradoen las últimas décadas, lo que la ha convertido enun espacio difuso densamente poblado en el queresiden más de 20.000 personas, consolidándosepoco a poco como el área periurbana de la ciudaden la que se están produciendo importantes cam-bios en su organización territorial y funcional.

En el año 1990 se redacta por técnicos de laConfederación Hidrográfica del Segura el proyectode lo que será la cuarta presa de Puentes, incluidadentro del Plan de Defensa contra Avenidas de1987. Este plan dio total prioridad a la construcciónde esta gran infraestructura a raíz de la inundaciónde 1973, de manera que se calcularon todos losparámetros para que no se volviera a repetir unhecho similar. La nueva presa, de gravedad y conmayores dimensiones y capacidad que la de 1884,se localiza justo donde existieron las dos primeraspresas (1647 y 1788), aguas arriba de la preexis-tente. Las cifras hablan por sí solas: longitud de

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II.1.2. Encauzamiento del río Guadalentín asu paso por Lorca

El encauzamiento del río Guadalentín a supaso por Lorca ha sido una reivindicación cons-tante tanto del Concejo municipal como de lasociedad lorquina desde hace muchas centuriasal quedar la población desprotegida en caso degran avenida. De ahí las terribles consecuenciasque tuvieron las riadas de San Calixto, la provo-cada por la rotura de la presa de Puentes, la deSanta Teresa o la de 1973. La defensa de Lorcay su población pasaba inevitablemente por laconstrucción de muros de defensa en las márgenesdel Guadalentín. Tradicionalmente habían existidounos malecones de arena que intentaban protegerel casco urbano, destruidos en cada avenida.

La primera iniciativa de la que se tiene noticiapara encauzar las aguas del río se remonta aseptiembre de 1770, en pleno Reformismo Bor-bónico, cuando el ingeniero militar Juan de Esco-fet, a propuesta del Real Consejo, redacta unproyecto para la construcción de un canal dehormigón en el centro del cauce para conducirlas aguas claras desde la presa de la fuente delOro (cuesta de Ferrer) hasta los Tres Puentes enla rambla de Tiata. El proyecto fue aprobado el19 de julio y las obras fueron subastadas un mesmás tarde, siendo ejecutadas por el maestro alarifeJuan Solera. La iniciativa fue un absoluto fracasopor el enarenado y cegamiento continuo de estecanal (quizá por el desconocimiento por parte delingeniero del régimen del Guadalentín) en lascrecidas de 1771, 1772 y 1773 a pesar de lasembocaduras y malecones construidos para evitarestragos. Cegado en su totalidad por los légamos

La presa de Puentes de 1884 propició una nueva ordenaciónterritorial de la vega de Lorca al quedar ésta defendida.Foto: Archivo Histórico Municipal de Lorca.

La cuarta presa de Puentes mejora la anterior, quedando emplazadaen el lugar que ocuparon las presas de 1647 y 1788. Foto: J. DavidRomera Franco.

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coronación, 382,6 metros; altura sobre los cimien-tos, 61 metros; capacidad, 48 millones de metroscúbicos en condicionales normales (capaz delaminar una gran avenida) y 61,8 ocupado el vasoal máximo; posee un aliviadero capaz de desaguarhasta 5.100 metros cúbicos por segundo (nueveveces más que el anterior), y 241 las compuertasde fondo. En su construcción se utilizaron 260.000metros cúbicos de hormigón y se excavaron 1,77millones de metros cúbicos de tierra y sedimentos(tarquín). Las obras fueron dirigidas por el inge-niero de la CHS Antonio Maurandi Guirado,siendo ingeniero técnico de Obras Públicas JoséSantoyo Santoyo.

En principio se barajaron dos opciones: elacondicionamiento del pantano con la presa yaexistente o la construcción de otra nueva capazde aguantar una avenida con el doble de potenciaque la de 1973, solución finalmente elegida. Laadjudicación de las obras no se produce hastamediados de 1992 a consecuencia de la primeracrisis del Golfo que paralizó otros grandes pro-yectos en España y media Europa. Finalmente lapresa fue inaugurada en el año 2000, quedandola presa de 1884 -con un perfil tipo «Levy» quela hace ser una de las más contorneadas y bellasde España- como monumento hidráulico únicoen el Estado. La eficacia de esta gran infraestruc-tura ya quedó demostrada en los últimos periodosde lluvias torrenciales, por ejemplo, las acaecidasdel 27 de septiembre al 9 de octubre de 1997, del21 al 27 de octubre de 2000, del 17 al 24 deseptiembre de 2001 y del 16 al 18 de octubre de2003.

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del río se decidió la suspensión de unas obrascuyo coste superó los 107.000 reales (ESPÍN RAEL;1931).

En 1773 se construyó un muro de mamposteríajunto al azud y los Tres Puentes para proteger albarrio de Santa Quiteria. Cuatro años más tarde,en septiembre, una avenida destruyó por variaspartes el paredón de sillería situado en la margenderecha del cauce que protegía el casco urbanoinundando arrabales y llevándose las casetas dela Feria.

En 1806 el arquitecto Salvador Gozálvaez Rosproyectó y dirigió las obras de construcción delos muros de defensa del río Guadalentín a supaso por Lorca para defensa del barrio de SanCristóbal y la ciudad. Los muros eran de mam-postería, de entre 4 y 5 metros de altura y discurríandesde la ermita Madre de Dios de la Peña hastala cuesta de Ferrer en las inmediaciones de losSangradores, siendo éste el primer encauzamiento.Estas obras fueron acompañadas con la construc-ción del importante canal de San Diego, con suspuentes, y las compuertas de la Casa del Fiel(Casa Mata) para captar las aguas del Guadalentínpor medio de un malecón transversal en el río yllevarlas a los campos de Tercia, La Hoya yAmarguillo (ESPÍN RAEL; 1931). Con la construc-ción del puente de Moreno Rocafull se levantanenormes pretiles de sujeción y protección en lamargen derecha del Guadalentín. Este sistema dedefensa se mantendrá, casi sin mantenimiento,hasta la avenida del 19 de octubre de 1973 a pesardel aterramiento que sufrirá el cauce tras el pasode riadas tan importantes como la de 1879 ó 1948.

El 12 de julio de 1969 el alcalde de la ciudad,Marcos García Molina, envía un escrito al Inge-niero Director de la Confederación Hidrográficadel Segura, haciéndole constar que «el río Guada-lentín, a su paso por Lorca, tiene una extraordinariaanchura y sus márgenes son muy bajas; extremoéste que tiene una especial significación en lostemporales y en los momentos en que el caucebaja lleno de agua causando graves inundaciones».En diciembre de 1971 técnicos de la ConfederaciónHidrográfica del Segura elaboran un informe enel que se marcan las actuaciones a desarrollar enun plan de defensa y acondicionamiento del Gua-dalentín a su paso por Lorca, tomando comoreferencia las peticiones realizadas desde la Her-mandad Sindical de Labradores y Ganaderos:

—Automatizar las compuertas de los Sangra-dores.

—Hacer desaparecer los desagües del brazalde Marchena.

—La limpieza del cauce del río.

—Canalización del río entre el puente viejodel Barrio y el puente de Hierro con proyecto,por entonces, ya redactado y en fase de aprobación;no siendo necesaria la canalización entre el puentede Hierro y el de la Torta pues «no ofrece peligrode inundación» al estar ya canalizado.

—Ejecución de pequeños muros, mondas yobras de defensa para el barrio de Santa Quiteriay carretera de Águilas.

El 18 de abril de 1972 es aprobado el proyectodefinitivo con un coste total de 3.139.054,37pesetas, debiendo aportar el Ayuntamiento el12,5%. Pronto comenzarán los problemas entrela administración local y el Ministerio de ObrasPúblicas en cuanto a la financiación de las obras,lo que retrasará la ejecución de las mismas. El 19de octubre de 1973 tiene lugar la trágica inunda-ción que asola buena parte del casco urbano ydeja tras de sí trece víctimas. Tras la riada seinician los trabajos de limpieza y dragado de losfangos del Guadalentín, trabajos que fueron «muyagradecidos» por los vecinos del barrio de SanCristóbal.

En 1977, tras casi diez años de trámites buro-cráticos, las obras, incluidas en el Plan de DefensaContra Avenidas aprobado ese mismo año, seinician con carácter de urgencia bajo la direccióndel ingeniero de la Confederación Hidrográficadel Segura José Bautista Martínez. Se hacía nece-sario que las obras de encauzamiento avanzaranrápido «con el fin de resolver de una vez por todasel principal problema de la ciudad de Lorca»,según manifestaron las autoridades locales. Y asífue. A mediados de 1978 la canalización ya sehabía concluido en el tramo comprendido entreLa Peñica y el puente de Hierro (1.200 metros)en ambas márgenes y se había dragado el caucehasta dejarlo entre 3 y 5 metros más bajo. Enconjunto estas obras importaron un gasto de másde cien millones de pesetas, siendo la primeraactuación de defensa contra avenidas que se llevóa cabo en la ciudad tras la riada de 1973.

En 1981, una vez acabadas las obras en elcauce principal, se procede al dragado de la rambla

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por varios cauces, especialmente en momentosde avenida. En Lorca, estos no solo sirven paracruzar el Guadalentín y la rambla de Tiata sino,también, para cruzar otros cauces menores. Unade las referencias más antiguas que se tienen delos puentes de Lorca es de 1563 (ESPÍN RAEL;2004) cuando Ximen López de Guevara pidiópermiso para pasar con su carro sobre el puentede Gimeno que atravesaba a la altura de la MediaLuna en San Diego el canal de Tercia. En 1621se trabajó en la reparación del puente de La Palma,situado en la acequia de los Molinos. En 1679 sealude al llamado puente de Moraleja a la alturadel carril de Caldereros (o de los Gitanos), y en1737 se descubre junto a él un trozo de la conduc-ción de la fuente del Oro. Cuatro años antescomienza a levantarse el puente de la Feria, demampostería junto al atrio patronal, que todos losaños se hacía de madera aunque las obras nopudieron terminarse al ser arrastrado por unariada.

El primer puente que existió en las proximida-des del Guadalentín, del que se tiene noticia yaen 1743, fue el puente de los Carros, sito sobrela acequia vieja de Tercia para facilitar la uniónentre la Puerta de la Concepción y la plaza de SanGinés con San Cristóbal, barrio que quedabaaislado en caso de avenida del resto de la ciudad.En 1820, el mal estado de este puente obligó a laredacción de un nuevo proyecto de reedificaciónbajo la dirección de Julián Rodríguez, mandandoel Ayuntamiento 10.000 ladrillos, herramientas yútiles de obra, de cuyo costo debía hacerse cargoel Sindicato de Riegos. La falta de recursos obligóa que el tablero fuera de madera -procedente de

de Tiata para aumentar su capacidad de evacuaciónhasta los 150 metros cúbicos por segundo. Lasobras quedarán concluidas con la construcciónde sendos muros laterales para la protección delbarrio de Santa Quiteria, El Quijero, la zona delas Alamedas y Sutullena en un tramo cercano alos 3 kilómetros.

Todavía en septiembre de 1984 se pide desdeel Ayuntamiento la supresión de los dos badenesque unen los barrios de Santa Quiteria (a la alturadel Recinto Ferial del Huerto de la Rueda) y SanDiego y su sustitución por un puente; así comola prolongación de los muros de protección delGuadalentín 200 metros más abajo desde losSangradores. Estas obras se adjudicarán en no-viembre de 1985, finalizándose en el verano de1987 con un presupuesto de 28 millones de pese-tas, aunque el puente solicitado se convertirá enun nuevo badén, el cual todavía existe con lo queen caso de avenida estas dos márgenes quedaríanincomunicadas.

Así queda configurado el actual sistema dedefensa de los sectores urbanos de Lorca, restandosólo la ampliación, varias veces solicitada a laConfederación Hidrográfica del Segura, de losmuros de protección del Guadalentín desde elbarrio de San Cristóbal hasta los viaductos de laautovía del Mediterráneo para protección de laribera de San Miguel y de los nuevos desarrollosurbanos.

Canalización del río Guadalentín a su paso por la ciudad paradefensa de la población. Foto: J. David Romera Franco.

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Imagen del río Guadalentín hacia 1980. Se observa la posición delos Sangradores dejando libre la entrada a la rambla de Tiata, eldragado del cauce y las obras en la nueva canalización aúnincompleta. Foto: Gentileza de la Gerencia Municipal de Urbanismo.

III.1.3. Puentes para una necesaria comunica-ción

Los puentes son infraestructuras básicas paraponer en comunicación sectores urbanos divididos

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árboles de las Alamedas- cubierto de escombrosy arena para el piso. Este puente debía ser el iniciodel gran puente que se tenía proyectado desde elsiglo XVIII. De este tiempo es el sólido puenteNuevo que salva la rambla de Tiata a la altura delcamino de Águilas, mandado a construir porRobles Vives, hecho de mampostería y con sustres arcos de medio punto. También hay referenciasa pequeños puentes como el de San Francisco en1745 y del Alcázar en 1792. En 1817 se construyesobre la rambla de Tiata en el paraje de El Espejico,según proyecto del director de la Real Empresade Lorca, Antonio Prat y por orden del Corregidor,el conocido como puente Verde, una estructurade madera de 126 pies de largo por 9 de ancho ydos rampas de mampostería a su entrada y salida.Se llamó así por el color en que se pintaron susmaderas, quedando destruido por la avenida de1879 (ESPÍN RAEL; 1931).

La construcción de un puente sobre el ríoGuadalentín había sido desde hacía varias centu-rias una clara reivindicación del propio Concejoy de los vecinos del barrio de San Cristóbal, puesestos quedaban aislados y desprotegidos cuandose producían riadas. Se trataba, por tanto, de unainfraestructura estratégica, que había sido abordadadesde tiempo atrás.

El primer intento se produjo en 1553 cuandose consigue provisión real para la construcciónde un puente, proyecto que recae en SebastiánBocanegra. Como no gustó el diseño realizadopor éste se encargaron los planos a JerónimoQuijano, si bien quedó finalmente sin ejecutar.En 1772 los vecinos de San Cristóbal vuelven ademandar un puente, para lo que el Concejosolicita al Consejo Real su aprobación. Una vezobtenida, se encarga el proyecto a Lucas de losCorrales, quien lo emplazó frente a la puerta deSan Ginés, presupuestándolo en 650.000 reales.Tampoco esta vez se llegó a construir (MUNUERARICO; 1978).

Dos años más tarde se consigue por parte delEstado nueva aprobación para la construcción detan necesario puente, y tras ser solicitado por elcomisionado Herrán y Torres se piden planos yproyecto al ingeniero Jerónimo Martínez de Laraen 1777. Martínez de Lara proyectó un puentemuy similar al existente en Barcelona sobre elLlobregat, pero no tuvo efecto al entrar Españaen guerra contra Inglaterra. El puente, con un

coste de 611.785 reales, debía tener cinco arcosrebajados, una longitud de 88 varas, pilares yarcos de sillería procedente de la cantera de Mur-viedro y mampostería de La Velica con cimenta-ción sobre pilotaje. Este puente resultaba vitalpara prolongar las conducciones de agua potableprocedentes del manantial de Zarzadilla de Totanahacia el centro urbano, que carecía de fuentespúblicas.

En 1807 el arquitecto Salvador Gozálvez Ros,nuevo responsable de las Reales Obras en laciudad, redacta un nuevo proyecto de puente sobreel río que enlazaría la plaza de San Ginés y elpuente de los Carros (un poco más aguas arribarespecto al actual). Tenía una longitud de 100varas, con desarrollo de 45 grados, por 12 deanchura (mayor que la del proyectado en 1777),añadiendo los pretiles de acceso, y 5 ojos para elpaso de las aguas. Se iba a llamar «Puente deFloridablanca», pero tampoco llegó a ejecutarse.En 1817 y en 1835 se volvió a retomar la cuestióndel puente, pero la falta de fondos y su alto costehicieron imposible su realización, construyéndoseen su lugar el citado puente Verde en Santa Quiteria(ESPÍN RAEL; 1931).

Finalmente, en 1865 comenzaron las obras delque sería uno de los puentes de piedra de mayoresdimensiones del sureste peninsular, una obra delingeniero lorquino Juan Moreno Rocafull (pro-pietario en su día del palacio que hoy acoge elMuseo Arqueológico). El puente fue diseñadomeses antes, y cuenta con más de 100 metros delongitud sólo en su tramo central, visible en laactualidad el tramo que salva el Guadalentín. Lasobras fueron sufragadas por el Estado gracias alas gestiones realizadas por el diputado a Cortespor Lorca Posada Herrera, y aunque sufrió algunasinterrupciones por falta de presupuesto, fue inau-gurado el 14 de abril de 1879, ayudando muchopara su ejecución final el también diputado LopeGisbert. El puente incidió sobremanera en laurbanización de este sector del barrio de SanCristóbal y en la zona de La Alberca por susdimensiones y por su emplazamiento elevado, alque se asciende a través de grandes rampas yescaleras de entrada y salida, las cuales prontoquedarán urbanizadas, si bien las edificacionesno debían quedar ajustadas a la nueva estructura.La ciudad, al crearse el nuevo eje de comunicación,y con la apertura de las calles Santo Domingo,

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Lope Gisbert y Príncipe Alfonso, inicia la conso-lidación del ensanche decimonónico entre laCorredera y la alameda de Espartero, zona ahorade crecimiento residencial y de negocio, dejandomarginada una parte antigua de la ciudad quehabía sido de paso habitual y núcleo de la vidaciudadana (calle Cava y adyacentes).

De bella factura, este monumento hidráulico,modelo para la construcción de otros muchospuentes, destaca por el contraste de colores queofrece la mampostería y los sillares que lo con-forman, procedentes, respectivamente, de Mur-viedro y La Velica. En conjunto, el río es salvadopor tres grandes arcos de bóvedas rebajadas paradarle mayor capacidad, sustentados por dos vastospilares de perfil semicircular, y como remate líneashorizontales en el franco superior que le dan ciertaelegancia. A estos tres arcos se unieron los pretilesde sujeción en la margen derecha y otro arcomenor, de diferente factura, que hubiera actuadocomo túnel ferroviario si se hubiese ejecutado lalínea férrea proyectada entre San Diego y Cara-vaca. En las rampas de acceso al puente existenotros ojos menores cegados, la estructura alcanzauna longitud total de 369 metros entre la plaza dela Estrella y la curva de Santo Domingo. En elprimer centenario del puente se colocó, en elcentro del mismo, un monolito conmemorativode esta efeméride.

En 1910 Francisco Manrique de Lara proyectóun nuevo puente para sustituir al puente Verde,destruido en 1879, al objeto de unir Santa Quiteriacon la alameda de los Tres Puentes. Es el llamadopuente de la Torta, que sufragado por el Sindicatode Regantes, tuvo un coste de 14.512 pesetas yquedó destinado al paso de personas y bestias(PÉREZ ROJAS; 1990, 2004). Obra pionera en lautilización del hormigón en España, consta de unsolo arco de 45 metros de luz, y tablero sostenidopor viguetas que se apoyan sobre los montantes.En 1981 se encontraba ya en una situación deruina inminente y se procedió a su restauración.Su originalidad y elasticidad contrasta con lasobriedad del puente de San Cristóbal.

Otro puente de Lorca es el puente de Hierro,del ingeniero inglés Nelly Kennedy, colocadosobre el río en 1892 para salvar el tramo quediscurría entre las estaciones de ferrocarril de SanDiego (1885) y Sutullena (1890) que ahora, me-diante esta interesante obra de ingeniería, quedaban

unidas. A principios de 1891 la dirección faculta-tiva de la línea Murcia-Granada solicita permisoal Sindicato de Riegos para la construcción de laestructura, la única en su género en la Región. Elpermiso fue concedido pero a condición de elevarsu altura unos metros más para no sufrir los efectosde las avenidas. La riada de 1973 casi lo destruyeal dejar el violento paso de las aguas casi desnudoel pilar central de piedra que lo sustentaba y queluego hubo que sustituir por otro de hormigón.Consta de dos tramos de 50 metros cada unosustentados por un pilar central a 8 metros dealtura. En 1993 fue sustituido por otro de mayorcapacidad, quedando el puente antiguo a su ladocomo testimonio de la arquitectura ferroviaria enhierro de finales del siglo XIX.

En las últimas décadas, ante el crecimientourbano y del tráfico rodado, se hizo necesaria laconstrucción de otros puentes. Así, sobre la ramblade Tiata, los puentes del Tocino (1972) y deVallecas (de principios del siglo XX pero ampliadodespués); sobre el río Guadalentín, los de SanDiego, como prolongación de la avenida JuanCarlos I (1981), los viaductos de la autovía delMediterráneo (1988), y la vanguardista pasarelade Manterola junto a la Casa Mata (2003); tambiénhay otro previsto a la altura de La Peñica. A estosse unen otros puentes y pasarelas situados en otroscauces que cruzan la ciudad (rambla de la Pulgara,de las Señoritas, Las Chatas, etc.).

El puente por fin se hizo realidad en 1879, según proyecto de MorenoRocafull, con una sobria y elegante construcción. Foto: J. D. RomeraFranco.

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III.1.4. Los «Sangradores» para beneficio ydefensa de la huerta

Además del encauzamiento del río Guadalentína su paso por la ciudad y de la rambla de Tiatatras la inundación de 1973, para protegerla de lascrecidas del Guadalentín; hay que resaltar laespecial significación para el regadío lorquino laconstrucción de los «Sangradores», arranque dela derivación de la rambla de Tiata respecto alcolector principal.

Los Sangradores (de sangrar, exprimir al máxi-mo las aguas) no son más que una especie depresa artificial con compuertas, mecanizadas ono, que permiten la entrada controlada y reguladade los caudales del Guadalentín (ordinarios o decrecida) como complemento a las dotacionesdistribuidas desde la Casa Mata a la demanda deagua en el regadío de Lorca. Estas infraestructuras,al igual que las tradicionales «lumbreras» o«boqueras», permiten la captación y aprovecha-miento máximo de unos recursos hídricos super-ficiales muy escasos en esta zona semiárida delsureste peninsular (MORALES GIL; 1968). LosSangradores en Lorca siempre se han situado enla confluencia del río Guadalentín con la ramblade Tiata, cauce que permite llevar las aguas hastala huerta de Campillo, Torrecilla y Cazalla.

Como cabe esperar, su origen es tan antiguocomo antigua es la práctica agrícola en la vegalorquina. Se sabe que en 1672 ya se estaba cons-truyendo la presa de la Torta en la confluenciadel Guadalentín con la rambla de Tiata, aunquepronto quedó arruinada por la riada de San Patricio

ese mismo año. En junio de 1733 se inauguranunos Sangradores, obra del ingeniero militar JuanEscofet, además de un muro que alcanzaba hastalos Tres Puentes. En 1831, y como consecuenciade la avenida del 18 de octubre, los Sangradoresquedaron casi destruidos, y se ordenó su prontareconstrucción. La dirección de la obra estuvo enmanos del ingeniero Eugenio Fourdinier, directorfacultativo de los riegos de Lorca, haciéndoseunos nuevos Sangradores constituidos por unacasa elevada para el guarda con compuertas ycinco tajamares de sillería; además de otras repa-raciones, como la del azud en 66 varas, y elencauzamiento de las aguas para beneficio de lahuerta. En apenas cuatro meses las obras estabanacabadas, siendo un recreo para la población(ESPÍN RAEL; 1931). Con la riada de 1879 resul-tarán muy perjudicados, rehaciéndose de nuevoal cabo de algunos meses.

Los Sangradores que existieron a principiosdel siglo XX estaban provistos de un aliviaderode 17 metros de longitud con 5 desagües y tabla-chos de madera. En 1929 se hizo un nuevo cierreal aliviadero y los tablachos se sustituyeron porprimera vez por compuertas, cinco chapas dehierro en la galería de fondo para ser accionadasmanualmente y «reguladas con toda voluntad»(ELUL; 1939). Diversas mejoras se producirán en1952 (795.000 pesetas) tras la riada de 1948quedando así hasta la avenida de 1973 en la quelos Sangradores sufrieron algunos desperfectos.Es entonces cuando se cuestiona la verdaderaefectividad de esta infraestructura que desde hacíavarios siglos había estado emplazada a un ladodel cauce del propio Guadalentín para dar paso,a través de las compuertas y el azud, a los caudaleshacia la rambla de Tiata y a un sector de la huerta.Por lo visto, la situación de los Sangradores noera la más adecuada pues la rambla de Tiataquedaba desprotegida en caso de una avenidaexcepcional y buena parte de la vega al no haberobstáculo o presa alguna; es por lo que se produceun cambio en la ubicación de los mismos, esta-bleciéndose los nuevos y actuales Sangradoresen la boca de la rambla de Tiata en su derivaciónrespecto al Guadalentín.

A pesar de quedar contemplada en el Plan deDefensa de 1977, su construcción en el tiempo

La construcción de nuevos puentes ha favorecido una mayorinterconexión entre ambas márgenes del río. Foto: J. D. Romera

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también se dilató en demasía, quedando mientrasla huerta muy vulnerable a nuevas crecidas. En1978, cinco años después de la inundación, laprensa local denunciaba el retraso en la ejecuciónde las obras: «todavía se cierne sobre todos deque en caso de lluvias de volúmenes parecidos—a los de la avenida de 1973—, sin duda, losdesbordamientos podrían volver a tener funestasconsecuencias (…), se estudiaron mejoras queservirían para evitar estos peligros, pero quedamucho por hacer» (LÍNEA; 19 de octubre de 1978).Así las cosas, no será hasta diciembre de 1983cuando se saquen a subasta las obras con unpresupuesto superior a los 308 millones de pesetasy en abril de 1984 cuando se adjudiquen a unaempresa de Madrid, que rebajó el coste un 30%,teniendo un plazo de ejecución de año y medio.

El mismo mes de abril se iniciaron las obras.El proyecto contemplaba cuatro actuaciones dife-rentes, planificadas por este orden: construcciónde un aliviadero de 100 metros de longitud por50 de ancho, de los de tipo «labio fijo», diseñadopara restar velocidad y presión a las aguas deavenida al salvar el desnivel de casi 10 metrosque crea un nuevo azud, cuya pequeña presatendrá la altura justa para enviar a la rambla deTiata un caudal nunca superior al de la propiacapacidad de la rambla ya encauzada; desmontajey destrucción de los antiguos Sangradores (que

serían volados con dinamita en marzo de 1985 enmedio de una gran expectación popular); cons-trucción de las compuertas, en un espacio de 45metros de ancho, y de los muros de proteccióncomplementarios, lo que permitirá la ampliaciónde la avenida de Santa Clara. Finalmente, y enuna segunda fase, el Estado, con el dinero que sehabía ahorrado en la adjudicación, lo invirtió enla prolongación de los muros de defensa delGuadalentín, por debajo del puente de Hierrohasta más allá del badén que también se construyóen Santa Quiteria, importando las obras 50 millo-nes de pesetas más (figura 11).

Por fin, tras 13 años de contratiempos y esperas,las obras fueron inauguradas en abril de 1986.Los técnicos dijeron a los medios de comunica-ción: «hay garantía total de que no habrá en elfuturo más inundaciones en Santa Quiteria yCampillo» (LA VERDAD; 22 de agosto de 1984).Los Sangradores, en su nuevo emplazamiento,cuentan con dos compuertas totalmente automa-tizadas, las cuales derivan las aguas ordinarias ode avenida a varios sectores de la huerta de Lorca:una lo hace, a través de la rambla de Pulgara,hacia la diputación del mismo nombre, Cazalla,Marchena y Tamarchete, y la otra las conduce através de la rambla de Tiata a las diputaciones deCampillo y Torrecilla. El murete que divide ambasdirecciones se construyó en septiembre de 1990.

FIG. 11. OBRAS LLEVADAS A CABO CON LA CONSTRUCCIÓNDE LOS ACTUALES SANGRADORES.

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III.1.5. La derivación del Paretón, el canal delReguerón y otras presas

Otra infraestructura fuera del ámbito municipal,pero de gran importancia para evitar la inundaciónde otras poblaciones del valle y de sus cultivos,es el canal de derivación del Paretón de Totana,que en caso de avenida, desvía las aguas hacia elmar a través de la rambla de las Moreras, en lascercanías de Mazarrón, evitando así inundacionesen la huerta de Murcia. Ya en 1672 se redactó elPlan de Serrano que proponía una desviaciónartificial de las aguas de crecida del Guadalentínal Mediterráneo, aunque luego se abandonó porfalta de recursos económicos. No será hasta elPlan de Defensa de 1977 cuando se pongan enmarcha las obras, dotando a esta infraestructurade una capacidad de evacuación de 800 metroscúbicos por segundo. Recientemente, con el Plande Defensa contra Avenidas de 1987, se ha incre-mentado dicha capacidad hasta los 1.200 metroscúbicos, según datos de la Confederación Hidro-gráfica del Segura.

Por otro lado, existe una derivación similar enla confluencia del río Guadalentín con el canalde La Condomina, en la diputación de Marchena.Desde muy antiguo los regantes de esta zona delvalle construían periódicamente un dique trans-versal de arena en el centro del cauce para derivarlas aguas de avenida hacia sus tierras a través delos canales de La Condomina y de Contreras. Trassucesivas reivindicaciones, la ConfederaciónHidrográfica construyó en el verano de 1930 una«magnífica presa de piedra y cemento con suscompuertas reguladoras», con un coste de 186.000pesetas, regándose desde entonces cientos dehectáreas de trigo aprovechando los exiguos cau-dales del Guadalentín y sus crecidas (LA TARDEDE LORCA; 30 de agosto de 1930). Los citadossangradores han sufrido diferentes reformas, laúltima hace algunos años.

Curiosamente, a raíz de la devastadora inun-dación de Santa Teresa de 14 de octubre de 1879,la creada Junta de Socorro de Lorca y el Ayunta-miento piden a las autoridades competentes elestudio y ejecución de unos sangradores y canalde derivación de avenidas en la margen derechadel río Guadalentín, a la altura del molino deBuenavista, para llevar las aguas de avenida a loscampos de El Esparragal, Purias, Torrecilla, LaEscucha y Bujércal mediante un canal con túnelbajo la sierra de La Peñarrubia, evitando un riesgopara la ciudad, y permitiendo una redistribucióndel riego al ser ampliado éste a nuevas zonas. Alno obtener respuesta, esta reivindicación se volvióa hacer efectiva tras la riada del 26 y 27 de juniode 1899. El costo de la obra, aunque podría sermuy elevado, eliminaría caudales peligrosos parael casco urbano y la huerta.

Los Sangradores existentes entre finales del siglo XIX y 1952.Foto: Archivo Histórico Municipal de Lorca.

Los Sangradores existentes entre 1952 y 1973. Foto: EdicionesEstanco de El Puente.

Vista de las compuertas de los Sangradores actuales, ahora empla-zados en la derivación de Tiata junto al nuevo azud.Foto: J. David Romera Franco.

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Por otro lado, el Reguerón (1989) es un canalde 2.850 metros de longitud que modifica ladesembocadura natural del Guadalentín aguasabajo del núcleo de Murcia. Defiende las zonasde cultivo cercanas con muros de hormigón demasa de seis metros de altura y posee una capa-cidad de evacuación de 250 metros cúbicos porsegundo. El complejo de defensa se completa condos presas en la zona de Librilla: la presa porgravedad de José Bautista (o del Romeral), con265 metros de coronación, 33,5 metros de alturay capacidad para 5,55 hm3; y la presa de la ramblade Algeciras, de 80 metros de altura, 636 metrosde longitud de coronación y una capacidad de 42hm3. Tiene estructura de materiales sueltos, núcleocentral de mallas y espaldón de conglomerados.Una de las presas más grandes de toda la cuenca,recoge las aguas procedentes de sierra Espuña.

III.1.6. Repoblación forestal y corrección devertientes

La cubierta vegetal arbórea en el municipiode Lorca se limita hoy a espacios montañososreducidos, quedando muy pocos reductos de bos-que mediterráneo original, y en casi su totalidadlo existente es producto de las diferentes actua-ciones de repoblación forestal que, con mayor omenor fortuna, fueron realizadas en distintosperiodos. Las intensas roturaciones efectuadas apartir del siglo XVIII con la colonización de lastierras altas de la comarca, y la utilización de lamadera para consumo público o particular, hizodesaparecer espacios boscosos comunales y ace-lerar los procesos erosivos, con la posterior pérdidade suelo.

ELUL (1939) alude a la necesidad de reforestarla cuenca del Guadalentín siguiendo las directricesdel Plan de Inundaciones de 1886, acometida «deforma metódica y perseverante», siendo necesariollevar a cabo los trabajos de «rectificación dependientes y desvíos de cauces, con los que larepoblación forestal y plantaciones de toda clase,contribuirán a consolidar terrenos de franca erosióny retener las corrientes superficiales para la recargade los manantiales». De esta manera los arrastressólidos disminuirían, reduciendo así el peligro deaterramiento en los pantanos y favorecería laexplotación de los recursos subálveos. Durante

la Segunda República, la creación del PatrimonioForestal del Estado propició el inicio de numerososrabajos de repoblación forestal en la cuenca delSegura, amén de la impecable reforestación desierra Espuña por parte de Codorníu.

En 1940 hay un Plan Nacional de RepoblaciónForestal, de Ximénez de Embún y Luis Ceballos,basado en la colocación en una primera fase deconíferas xerófilas, para luego completar el trabajocon la devolución del terreno a las frondosaspredominantes a través del PATRIMONIO FORESTAL

DEL ESTADO (ICONA; 1993). De este plan es larepoblación que se hace del barranco de Albaricos,con 33 hectáreas de pino en la falda del Castillo,donde en junio de 1953 comienzan a realizarselos primeros hoyos para evitar los arrastres deaguas pluviales en la zona de San Lázaro. Patri-monio Forestal pidió al Consistorio que pusierados guardas para garantizar la seguridad, así comola construcción de un camino de dos metros deanchura para acceso a la fortaleza. El Ayuntamientoacordó después aprobar una dotación de 100.000pesetas para elaborar un plan de repoblación, enlo que podría ser el pulmón de Lorca, y embellecerasí la población (EL LORQUINO; 2 de junio de1953). También se rumoreó en 1956 que el Estadopodría realizar la repoblación de toda la sierra delCaño y la Peñarrubia, con dos millones de pinosy una inversión de seis millones de pesetas, partede los cuales procedían de la ayuda estadounidensedada a nuestro país, pero esto no se llevó a cabo.

A raíz de la riada de 1973, en Lorca se inicianimportantes labores de repoblación forestal porparte del ICONA, entre las que se cuentan lareforestación de 300 hectáreas en la sierra deTercia, 150 en la zona de El Espejico (sierra dela Peñarrubia), 500 en los parajes de Los Revertesy Tornajos, en la sierra de la Culebrina, y en otroslugares próximos a la ciudad. En 1975 se hicieronrepoblar 100 nuevas hectáreas en Tercia, 130 enlos Abadíes, 70 en El Espejico y otras 150 hectá-reas en el Campico Flores, situándose la inversiónentre las 12.000 y 13.000 pesetas por hectárea.En los años 80 y 90 se irán sucediendo nuevasrepoblaciones, algunas de dudosa efectividad, enlas sierras del arco subbético lorquino (Gigante,Culebrina, Pedro Ponce, Almirez), así como aque-llas que flanquean la ciudad (Peñarrubia, la To-rrecilla, Tercia, cejo de los Enamorados) merced

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a los sucesivos planes de restauración hidrológico-forestal, con rango de Ley, puestos en marcha enla cuenca dado su carácter de urgencia. En 1989se repueblan las sierras de Enmedio, Nogalte yrambla de Béjar.

En 1990 y 1991 se desarrolló un convenioentre el ICONA y la Comunidad Autónoma deMurcia (Agencia Regional de Medio Ambiente)para fomentar la repoblación y evitar el desnudode las cuencas y su erosión. En Lorca se incidióespecialmente en la sierra de la Peñarrubia, enlas cuencas de las ramblas de Las Chatas y de lasSeñoritas que vierten sus aguas hacia el cascourbano. La repoblación en esa sierra fue de 36hectáreas, y en el barranco de las Señoritas seconstruyeron dos diques y se repoblaron 15,5hectáreas de esa cuenca; se hicieron también 5diques en la rambla de El Espejico o de la VentaMouliaá. Las obras costaron 81 millones de pese-tas, y se ejecutaron en seis meses. Para sorpresade muchos, en la rambla de las Señoritas se en-contró un dique roto, de época de Carlos III,conocido como El Pantanico.

La Asociación de Lucha contra la Erosión,Desedificación y Avenidas consideró estas actua-ciones como inadecuadas al implantar un modelode repoblación con especies de crecimiento lento,poca base arbustiva y excesivo protagonismo dela técnica del aterrazamiento, cuyo este resultadoestá hoy a la vista. El Ayuntamiento, por su parte,señaló que la técnica utilizada era agresiva conel suelo y la vegetación, pues ésta apenas brotacon las terrazas, manifestando a su vez que existíanrepoblaciones realizadas hace 15 años donde«apenas han crecido los pinos», de tal modo quela erosión, «más que ralentizarse se acelera» (LA

VERDAD; 26 de noviembre de 1990).

También se realizó un estudio geohidrológicode las laderas del Castillo de Lorca, que tantosproblemas daban, y aún dan, a los barrios altos,debido a desprendimientos y corrientes pluviales,realizándose las primeras intervenciones por partedel IRYDA en 1976. El resultado fue un fracasodada la elevada pendiente de los taludes (hastaun 40%), la mala constitución del terreno, la faltade suelo y el exceso de construcciones. En vistade esto, se prevé como solución la colocación dealbarradas de gaviones, especialmente en losbarrancos de Albaricos y San Pedro, a base depiedras sueltas recubiertas por una tela metálica,previa excavación del terreno, a fin de retener elsuelo y evitar la erosión. Los trabajos se ejecutaronsobre una superficie de 4,21 hectáreas en toda laladera del Castillo, y se plantaron 4.000 pinos,acacias y otras especies arbustivas, finalizandolos mismos en noviembre de 1977.

También se invirtieron 12 millones en trabajosde corrección hidrológica por medio de diques en7 ramblas de Tercia, 12 en la rambla de Béjar y4 en la rambla Salada. Sí se ha incidido más enla corrección de vertientes en diferentes barrancosy ramblas de la cuenca de los municipios alme-rienses de Vélez Rubio (La Ramblica, El Chapa-rral, Ciprés, Carrascalejo, La Parra,...), VélezBlanco (Hoya Molino), y Chirivel (Jalí, Talas,Los Castillicos, Frac, Ciruelo,...) a fin de frenarla erosión, retener el suelo y evitar el aluviona-miento de Valdeinfierno y Puentes, entre otrasmuchas más ramblas de la cuenca alta. (CONESA

GARCÍA; 1985).Los proyectos de reforestación en la cuenca alta son muy beneficiosospara controlar la erosión y la pérdida de suelo. Vista desde la sierradel Almirez. Foto: David Romera Franco.

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La corrección de vertientes en la cuenca del Guadalentín es relati-vamente reciente y muy necesaria para evitar la erosión remontante.Presas en el cerro de La Paca. Foto: J. David Romera Franco.

III.1.7. La desecación de El Saladar de Alto-bordo

Una de las principales preocupaciones quetenían los vecinos y agricultores de Purias, Alto-bordo, La Escucha y Campillo de finales del sigloXIX y principios del siguiente era la existenciadurante buena parte del año de una zona enchar-cada y salobre en un paraje cuya denominaciónnoda lugar a engaños: El Saladar. Desde hacía muchotiempo se venía demandando la construcción deun canal de desagüe a través de la rambla Viznaga,de al menos dos kilómetros, desde esta zonasemiendorréica al Guadalentín, como colectornatural de la zona. Los casos de paludismo enesta área del municipio eran frecuentes en etapade lluvias abundantes al verse afectadas más de7.000 fanegas de tierra (LAS PROVINCIAS DEL

LEVANTE, 2 de diciembre de 1899).

El encharcamiento salobre de El Saladar seexplica por la colmatación y afloramiento de lasaguas subálveas del gran acuífero que hay bajola depresión prelitoral murciana con ocasión delluvias abundantes o avenidas (acuífero hoy exte-nuado y, desde 1988, catalogado como

«sobreexplotado»), y por el escaso declive topo-gráfico. La falta de légamos o tarquines en lastierras al quedar represados en Valdeinfierno yPuentes explica en parte el carácter salino de estosterrenos, tradicionalmente desérticos y sin explo-tación, foco importante de infecciones. El Saladarestuvo en «pletórica producción» entre 1880 y1900 (ALMANAQUE DE SAN JOSÉ DE CALASANZ;1919) coincidiendo con un periodo bueno delluvias y la apertura de compuertas del reciénestrenado pantano de Puentes. Los regantes apro-vecharon la ocasión y exprimieron las aguas clarasy turbias procedentes del río, de manera que loslégamos y demás materiales acabaron por cegarla salida natural de la rambla de Viznaga, convir-tiendo aquel territorio en un pantano insalubre.

En la década de 1910 se ejecutaron obras paraun canal que desaguara la zona, apareciendoentonces tierras «enfermas» de gran humedadcargadas de sales (sulfato y cloruro de sodio y enmenor cantidad sulfato de magnesia). DIEGO-

CHACÓN (1919) comenta al respecto que las salesprocedían del río Turrilla y afluentes que a travésdel Guadalentín y el sistema de regadío llegabanhasta este lugar, siendo agarradas por las arcillas.En 1918 los efectos del desagüe y lavado de losterrenos por parte de los agricultores pareció darbuenos resultados pues la zona fue totalmentecultivada. Los agricultores se afanaron con larecogida de la capa salobre, allanando bien losterrenos, y labraron intensamente para romper lacapilaridad del suelo con lo que las aguas subte-rráneas ya no afloraron, disolviéndose las salestras su evaporación.

La desecación del El Saladar, donde llegó ahaber un campo de aviación durante la guerra,fue obra del ingeniero jefe de Obras Públicas yex delegado regio de los Riegos de Lorca, RicardoEgea López, que inició las gestiones en 1895, ytras muchos esfuerzos consiguió fondos paraconstruir el primer canal de desagüe en el parajede Aneal. En vista de los buenos resultados, entre1905 y 1910 se acometen otros canales similarescon dirección a la rambla de Viznaga. Las obrasfueron financiadas por el Sindicato de Riegos yla empresa del Pantano de Puentes, y contó conla colaboración de importantes fuerzas vivas dela ciudad.

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III.1.8. Lorca recupera el Guadalentín: la re-generación urbana y otras mejoras

Tras la avenida e inundación del 19 de octubrede 1973, se crearon y mejoraron otras infraestruc-turas menores pero asimismo importantes. LosPlanes de Defensa Contra Avenidas de 1977 y1987 incidieron sobremanera, por ejemplo, en elrevestimiento de acequias y canales de riego, ytambién en la mejora sanitaria y de gestión demuchos manantiales de las diputaciones altas delmunicipio, destacando el túnel en el de La Pacay el de la sierra del Caño. Asimismo se construyóun canal en los Ojos del río Luchena, principalsurgencia de la comarca, con un caudal de 511metros cúbicos por segundo. Se estableció ademásun laboratorio de análisis de aguas en la CasaMata hacia 1978, y se incorporaron los caudalesprocedentes de los pozos del IRYDA y de muchosparticulares al sistema hídrico general.

También se ha procedido a la monda estivalde los brazales de las diputaciones de la huerta(Campillo, Cazalla, Marchena, La Hoya, Tercia,Sutullena); y se han ejecutado algunos proyectosde reparación y mejora de acequias, canales deriesgo, etc. En la actualidad, la ejecución del Plande Modernización de Regadíos, paralizado durantemucho tiempo a pesar de su clara necesidad, hasupuesto la mayor transformación que ha sufridoel regadío tradicional en muchas décadas. Conactuaciones en los sectores de Tercia, Campillo,Cazalla y Tamarchete, este costoso plan permitirála puesta al día de las 12.500 hectáreas del regadíotradicional con el entubamiento de canales yacequias, implantación de mejores sistemas dedistribución y gestión de los recursos hídricos,ampliación de los caminos rurales y la supresiónde muchos canales de aguas turbias; ello, a costade la desaparición de elementos y estructuras queforman parte del tipismo huertano local.

El 20 de abril de 1980 llegaban a la ciudadpor primera vez, a través del canal de la margenderecha, al distribuidor de la Casa Mata, las aguasdel Trasvase Tajo-Segura. En este trasvase seinvirtieron más de 16.730 millones de pesetas, yse beneficiaron más de 128.000 hectáreas, de lasque 25.020 estaban en Lorca y el valle del Gua-dalentín, con un volumen inicial de trasvase de65 hm3 anuales (PUBLICOSA; 1978). Ese mismo

año se constituyó la Comunidad de Regantes deLorca. (SALA VALLEJO; 1998).

Por último en mayo de 2003 se lleva a cabouna gran actuación de regeneración urbanísticaen el entorno del cauce del Guadalentín a su pasopor la ciudad, según proyecto del arquitecto JavierManterola. La actuación consiste en la construc-ción de una vanguardista pasarela peatonal conuna innovadora doble planta curva y gran peinetasustentadora, un paseo volado sobre el río apoyadoen el muro de contención de la margen izquierda,limpieza e iluminación del puente viejo de SanCristóbal, tratamiento urbanístico del puente deSan Diego, urbanización de la calle San Fernando,y el desbroce, limpieza y ajardinamiento conalfombra de césped del cauce, además de paseos,fuente y canal de agua. Esta actuación, ademásde aportar una estampa más moderna de Lorca,ha permitido a los lorquinos hacer uso de un granespacio de ocio y, además, ha eliminado cualquiertipo de obstáculo que pudiera dificultar el fácil yrápido discurrir de las aguas en caso de avenida.La intervención se ha desarrollado entre la antiguaermita de La Peñica y el puente de San Diego(900 metros), y ahora se tramita por parte deAyuntamiento y Confederación Hidrográfica larecuperación del cauce, con un tratamiento similar,hasta el puente de Hierro, y desde el barrio deSan Cristóbal hasta los viaductos de la autovíadel Mediterráneo, así como la construcción de unnuevo puente a la altura de La Velica. Con ellose conseguiría para la ciudad la recuperación totaldel río, integrándolo en el paisaje urbano, en untramo de casi dos kilómetros.

Lorca siempre ha dado la espalda a su río, loque ha privado a sus riberas de edificaciones decierto carácter que le habrían aportado ciertapersonalidad, como en Murcia. Es evidente queesta iniciativa pública ha supuesto un beneficiode los sectores urbanos inmediatos y ha propor-cionado nuevo atractivo a una zona que, traspadecer los efectos de la inundación de 1973, sehabía quedado obsoleta y casi sin función. Lo quefueron lúgubres callejuelas, solares vacíos, viejasnaves industriales, viviendas destartaladas y aban-donadas, talleres de almacenaje y un aspectodesolador; es hoy un renovado y abierto espaciourbano de parques y modernas edificaciones que

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acogen a nuevas generaciones de lorquinos, y danuna nueva imagen, actividad y vida a esta zonainmediata al Guadalentín. Se trata, en definitiva,de una política de intraurbanización y gentrificaciónmunicipal que pretende contribuir a un necesariocambio en la funcionalidad posindustrial de todala zona, cuyos resultados ya se están comprobando(ROMERA FRANCO; 2002).

III.2. SITUACIÓN ACTUAL DEL RIESGODE INUNDACIÓN EN EL CASCO URBANODE LORCA

Para la profesora NAVARRO HERVÁS (1990) laszonas del municipio de Lorca más vulnerablespara sufrir los efectos de una inundación «son lospiedemonte de las sierras de Tercia, Torrecilla yAlmenara, donde se ubican las poblaciones deLorca y Puerto Lumbreras, y pequeños núcleos,justo en la desembocadura de cursos torrenciales,difíciles de controlar y cuyas riadas se producende forma súbita», de la misma manera que «lasamplias depresiones, áreas de cultivo por excelen-cia, donde el proceso de avenida es más lento,

aunque se desencadenan efectos más catastróficosal solaparse ondas de crecida de cursos afluentes».

La ciudad de Lorca queda emplazada entre lasladeras correspondientes a las estribaciones de lasierra del Caño, al noroeste, y la sierra de Tercia,al norte, las cuales están separadas por el llanode inundación que el río Guadalentín ha excavadoaprovechando la debilidad del anticlinal que separaambos accidentes topográficos. Es precisamenteaquí donde el Guadalentín, que desde su formaciónen el estrecho de Puentes ha mantenido una orien-tación NO-SE, gira unos 45 grados y marca unanueva orientación hacia el noreste que va a serdeterminante en el comportamiento y dinámicade las aguas de avenida en el casco de la población.Al mismo tiempo, a partir de aquí, el río abre ungran cono aluvial de deyección en la huerta deLorca que abarca desde la sierra de Enmedio hastala de Almenara, y desde la sierra de Tercia haciala rambla Viznaga, con una extensión aproximadade unos 400 km2. El hecho de que buena partedel casco urbano de Lorca quede sobre las citadasladeras, propicia que éste quede fragmentado enunidades urbanas más pequeñas como consecuen-cia del paso de los torrentes y ramblas que vienen

El Guadalentín se ha recuperado para ser integrado en la ciudad como nuevo espacio de ocio urbano.Foto: J. David Romera Franco.

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Cauces: 1. Río Guadalentín, 2. Rambla Salada, 3. Rambla de los Arcos, 4. Rambla de Tiata, 5. Ramblade La Pulgara, 6. Rambla de Las Chatas, 7. Rambla de las Señoritas, 8. Rambla del Pino. Sectores urbanos:A. Corazón de María, B. Polígono de Serrata, C. San Cristóbal, D. San Diego, E. Los Ángeles, F. San Juan,G. Santa María, H. San Pedro, I. Santiago, J. Zona centro, K. Alamedas, L. Santa Quiteria, M. Virgen de lasHuertas, N. San Lázaro, Ñ. El Calvario, O. Casco Histórico, P. San José, Q. La Isla, R. San Fernando, S.Sutullena, T. Alfonso X el Sabio, U. La Viña, V. San Antonio, W. Polígono de Los Peñones, X. Tiata, Y. Pulgara,Z. Tercia.

FIG. 12. CAUCES QUE ATRAVIESAN EL PERÍMETRO URBANO DE LORCA (2003).

Foto de satélite: Quickbird, Dirección General del Medio Natural, 2003.

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presión a las aguas de avenida sobre el muro, queéstas discurran con mayor rapidez y tiendan aconcentrarse en el centro del cauce y no en susmárgenes (figura 13).

Estéticamente, ahora que se ha regenerado elcauce, el conjunto ofrece una perspectiva de granneutralidad, si bien se pudo optar por una imagenmás integradora y menos agresiva para con losedificios monumentales aledaños, en cuanto acolor, textura y composiciones geométricas en lostaludes de contención se refiere, como ha ocurridoen otras ciudades donde el cauce ha quedadomejor integrado.

El estado de conservación de la canalizaciónes bueno en todo su recorrido, aunque se apreciandesconches junto a La Peñica y en el quiebro querealiza junto a la carretera de La Parroquia. Laaltura media del muro es de 6 a 7 metros, aunquese advierte la pérdida de un metro y medio en lamargen izquierda, en las cercanías de la pasarelaManterota, por aterramiento en el sector que máspresión hídrica recibe. La inclinación del taludtambién varía frente a la mayor homogeneidadque se aprecia en la rambla de Tiata. Así, en lamargen izquierda entre La Peñica y la pasarelapeatonal se observa el tramo más homogéneo,con una inclinación del talud de 10 grados, siendode 15 en la margen derecha (Ctra. La Parroquia).Los sectores de menor inclinación (y con menorcapacidad de oposición a las aguas) se localizanjunto al puente de San Cristóbal (pretiles anexos)y junto a la Casa Mata, con valores de 0 a 2 grados.También casi verticales son los muros situadosmás allá del puente de San Diego hasta los San-gradores. En Santa Quiteria el talud adquierenuevamente valores de entre 15 y 20 grados de

de cotas más elevadas y atraviesan el entramadode la ciudad, con el consiguiente riesgo para lapoblación (figura 12).

La superficie que drena el Guadalentín y susistema hidrográfico en la cuenca alta, hasta laciudad, es de 1.798,8 km2, extensión similar a lade la provincia de Guipúzcoa.

III.2.1. Río Guadalentín

El Guadalentín atraviesa el casco urbano, desdela desembocadura de la rambla Salada junto albarrio de San Cristóbal y frente a La Velica, hastael punto en el que terminan los muros de canali-zación del río aguas abajo del badén de SantaQuiteria, en una longitud de 1.895 metros. El ríodivide, por tanto, en dos grandes sectores el tejidourbano, división que además de física también espsicológica, al distinguir los lorquinos «El Barrio»(margen izquierda) y «La Ciudad» (margen dere-cha), unos espacios edificados que totalizan 550hectáreas (166 y 384 respectivamente). Ahorabien, cada vez se aprecian menos diferencias ymás uniformidad en la estructura urbanística ysocial de uno y otro lado, ya que ambos sectoreshan crecido mucho y esa simple dualidad es hoymás amplia. Lorca posee una población que superalos 90.000 habitantes, cuando en 1991 era de sólo65.000.

La principal obra de defensa respecto a lascrecidas y avenidas extraordinarias del Guadalentína su paso por Lorca es el encauzamiento quemuestra el río (convertido en canal), que sustituyóa otra preexistente de menor porte y mucha menoslongitud, quedando la ciudad desprotegida antegrandes caudales, como mostró la riada de 1973cuando los muros quedaron desbordados dosmetros por encima. Esta canalización está consti-tuida por un talud de hormigón relleno de mam-postería de entre 5,5 y 7 metros de altura, y unaanchura media de 1,75 metros en la base, y 0,70en la parte superior, quedando rematado por unamoldura a modo de cornisa que pronuncia laslíneas horizontales del muro. El talud se desarrollaen ambas márgenes del cauce en una longitud de1.410 metros en la margen izquierda y algunosmenos en la margen derecha, presentando en lamayor parte de su recorrido una inclinación haciael cauce de 10 a 15 grados con objeto de restar

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FIG. 13. MODELO DE TALUD UTILIZADO EN ELENCAUZAMIENTO DEL RÍO GUADALENTÍNA SU PASO POR LORCA.

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inclinación, siendo este tramo el último en ejecu-tarse.

La longitud de la canalización resulta clara-mente insuficiente aguas arriba del barrio de SanCristóbal y la zona de San Ginés. Los nuevosdesarrollos urbanos de la carretera de Caravaca,la zona industrial de Serrata más próxima al caucey las viviendas del barrio Corazón de Maríaquedan desprotegidos pues, en caso de gran ave-nida, toda la zona quedaría inundada, como señalaun estudio realizado por PROTECCIÓN CIVIL en2007. Igualmente, la ribera de San Miguel, en lamargen derecha del río, queda ausente de protec-ción a pesar de encontrarse dispersas decenas deviviendas y otras construcciones en pleno llanode inundación natural del Guadalentín. Por ellose hace necesaria la prolongación de los murosde protección del río desde su actual inicio hastalos viaductos de la autovía del Mediterráneo (950metros), asunto que se está estudiando en laComisaría de Aguas.

También es necesaria la limpieza periódicadel cauce en todo el tramo alto del Guadalentín,especialmente en verano, ya que los matorralesy arbustos que se concentran en él constituyen unobstáculo para el libre discurrir de las aguas encaso de avenida y pueden llegar a taponar puentesen los tramos medio y bajo.

La anchura del cauce en el espacio urbanolorquino es diferente según el sector. Cuando elGuadalentín penetra en la ciudad a la altura de larambla Salada la anchura de éste es de 90 metros,que se amplía hasta los 108 en la curva de lacarretera de La Parroquia. A partir de aquí lasdimensiones del canal se van reduciendo progre-sivamente hasta los 75 metros en el puente deSan Cristóbal, los 68 a la altura de la Casa Matay los apenas 46 metros en el puente de San Diego.En apenas 1.000 metros el cauce pierde el 58%de su capacidad como si se tratara de un gigantescoembudo. La existencia en este último tramo deuna fábrica de cerámica en una margen y lasinstalaciones de la CHS (Casa Mata) en la otraimpidieron ampliar la dimensión del río en lasobras de urgencia que se ejecutaron. Desde elpuente de Hierro el canal vuelve a ampliar suanchura, hasta los 100 metros en el azud de los

Sangradores y los 105 aguas abajo de Santa Qui-teria, recuperando la anchura antes perdida.

La canalización de Lorca se proyectó, bajo ladirección del ingeniero José Bautista Martínez,para permitir al Guadalentín transportar un volu-men máximo de 1.400 metros cúbicos por segun-do, lo que resulta insuficiente si tenemos en cuentaque en la riada de 1973 los caudales superaronlos 2.000, y en la riada de 1879 los 3.000, con unperiodo de recurrencia en ambas de cien años.Asimismo, se advierte la existencia de dos aber-turas a la altura de la fuente del Oro y la CasaMata, lo que en caso de gran avenida provocaríala inundación de zonas próximas, siendo necesarioaumentar la altura de las escaleras de acceso hastala coronación del talud. Precisamente, estas aber-turas del muro se sitúan allí donde el cauce seestrecha y la lámina de agua alcanzaría mayoraltura (véase fotografía de la crecida de 1997).

La capacidad máxima de desagüe de la nuevapresa de Puentes, si hubiera que abrir las com-puertas en caso de que el vaso se llenara en unaavenida extraordinaria, es de 5.100 metros cúbicospor segundo, lo que implica una salida tres vecesmayor de caudales de lo que es capaz de soportarel tramo encauzado a su paso por Lorca. A estose suman las aguas de las ramblas que desde elpantano de Puentes vierten en el río, especialmentelas de Caravaca, Los Peñones, La Rosa, de Enme-dio y de los Diecisiete Arcos. Para que esto suce-diera habría que recurrir a avenidas con un periodode recurrencia de varias centurias. Esto es pocoprobable, merced a los sistemas de predicción yprevención existentes en la actualidad.

La zona urbana más vulnerable de Lorca es elbarrio de San Diego. Esta zona está localizada enpleno llano de inundación del Guadalentín; dehecho, no es hasta fechas recientes cuando seproduce la colonización de este espacio, tradicio-nalmente reservado a la producción agrícola porla fertilidad de sus suelos aluviales y el caráctertorrencial del río. Esta circunstancia ha influidoen la morfología del Barrio, con sus característicasviviendas en las laderas de la sierra de Terciacomo emplazamiento defensivo y más económico(SASTRE FERNÁNDEZ; 2006). La nueva canalizaciónha sido un factor clave de defensa y desarrollo deeste sector de la ciudad. Es precisamente aquídonde el canal cambia de dirección hacia el sur,

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describiendo una curva de aproximadamente 30grados, lo que generaría sobre el muro que da laespalda a la Casa Mata, y hasta pasado el puentede Hierro, mayor presión hidráulica al recibir ‘decara’ los caudales, como se comprueba observandoel cauce desde el puente de San Cristóbal. Además,este es el sector más estrecho y donde el talud esprácticamente vertical, y ofrece menor resistenciaante una avenida extraordinaria. Detrás del taludqueda el distrito de San Diego, donde se concen-tran importantes equipamientos: un polideportivo,un centro de salud y ambulatorio, un centro co-mercial de 16.000 metros cuadrados, varios centroseducativos, jardines y espacios abiertos, la iglesiaparroquial, un asilo de ancianos y decenas deestablecimientos comerciales y viviendas.ssssss

Asimismo, en caso de gran avenida y desbor-damiento del cauce, existen dos barreras queagudizarían la inundación al impedir la salida delas aguas huerta abajo: la rampa que asciende alpuente de San Diego desde la rotonda de la MediaLuna, delante del centro comercial, y un talud de

Obsérvese como la lámina de agua en esta crecida de 1997 aumenta su altura junto al puente de San Diego,por el ‘efecto embudo’ que provoca el estrechamiento del cauce. Queda más claro si se observa la evoluciónde la altura de las aguas siguiendo los muros de canalización. Foto: J. D. Romera Franco.

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arena de diez metros de altura por el que discurrela línea férrea entre Águilas y Murcia, cuya aber-tura para dejar paso a la calle Juan Antonio Dimases insuficiente para evacuar las aguas, como yaocurrió en la inundación de 1973.

La estructura de los puentes que hay sobre elGuadalentín deja entrever el carácter torrencialde este río. El puente de San Cristóbal demostróuna capacidad máxima de paso de 3.000 metroscúbicos por segundo en la riada de 1879, cuandolas aguas llegaron a ocupar todo el arco central.El puente de San Diego no ofrecería resistenciaalguna al no ocupar casi espacio en el cauce, ysus pilares, paralelos al canal, son completamentecirculares. La pasarela Manterola tampoco ofre-cería oposición al quedar toda ella suspendida porencima del cauce.

Con la reciente regeneración del cauce se creóun estrecho canal para aguas de estiaje ocasional,junto al muro de la margen derecha, de 5 a 6metros de anchura y 0,5 de profundidad, con motade tierra, fondo pedregoso en buena parte y pre-sencia de vegetación espontánea.

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En la imagen, sumamente significativa, se aprecia como el río Guadalentín describe un caucecanalizado hacia el sur para adentrarse en la huerta lorquina como área de inundación natural. Encaso de gran avenida el tramo de la canalización que mayor presión recibiría sería el de la margenizquierda, en el tramo de la Casa Mata. En caso de rotura el barrio de San Diego sería el másafectado, y sus efectos se verían incrementados por las barreras del talud de la línea férrea y lasubida al puente de San Diego. La falta de canalización al inicio del tramo urbano provocaría lainundación de los sectores urbanos próximos. Obsérvese la reducción progresiva en la anchura delcauce.

Puntos de interés: 1. Llano de inundación natural, 2 Azud de los Sangradores, 3. Casa Matay abertura de acceso en la canalización, 4. Fuente del Oro y abertura de acceso en la canalización,5. Puente de San Cristóbal, 6. Pretiles del puente, 7. Antiguas fábricas de curtidos, 8. Murallamedieval de defensa, 9. Regeneración urbana, 10. Canal de caudales ordinarios, 11. Canalizacióndel río, 12. Vía de comunicación vulnerable y punto sensible para la entrada de aguas, 13.Desembocadura de la rambla de los Arcos, 14. Talud vulnerable a falta de una canalización, 15.Vegetación, 16. Falta de canalización, 17. Desembocadura de la rambla Salada. Servicios para laciudad: A. Complejo polideportivo Europa, B. Hipermercado y centro comercial, C. Instituto, D.Centro de salud y ambulatorio, E. Iglesia parroquial de San Diego y residencia de ancianos, F.Colegio Sagrado Corazón de Jesús, G. Centro de visitantes y Gerencia de Urbanismo, H. Ermitade La Peñica, I. Jardines y zonas verdes, J. Recintos feriales de Santa Quiteria y Huerto de la Rueda.Las líneas punteadas representan dos barreras a la salida de hipotéticos caudales extraordinarios.

Fotografía: Cortesía de la Gerencia de Urbanismo de Lorca.

FIG. 14. ANÁLISIS DEL CAUCE DEL RÍO GUADALENTÍN A SU PASO POR LORCA EN 2003

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III.2.2. Rambla de Tiata

La rambla de Tiata es el segundo cauce fluvialmás importante que cruza y bordea la ciudad deLorca, aunque ELUL (1939) consideraba «queaunque así se nombra, no es rambla; sino unaboquera y cauce de riegos eventuales que seaprovechan para el heredamiento de Albacete».Su recorrido en zona urbana, entre las compuertasde los Sangradores, desde donde parte comoderivación del Guadalentín, hasta el puente Nuevoen el barrio de San Fernando, es de 1.790 metros,y su capacidad máxima de desagüe de 150 metroscúbicos por segundo.

Como resultado del Plan Contra Avenidas de1977, se canalizaron ambas márgenes de esta

rambla entre los Sangradores y la conexión de laautovía de Águilas y la ronda Sur, con una longitudpor margen de 3.300 metros. La anchura de larambla de Tiata oscila entre 30 y 45 metros entodo el recorrido urbano, lo que permite manteneruna misma altura de lámina de agua en todos sustramos. Al igual que el Guadalentín, dentro de laciudad cambia su orientación, de forma muysuave, y pasa de tener una dirección sur, entre losSangradores y el puente de Vallecas, a describirseguidamente forma semicircular, con una direc-ción NE-SO.

La rambla de Tiata, como tal, no llega a des-embocar en un cauce determinado sino que sedifumina ramificándose entre las zonas de regadíode Sutullena y Campillo por medio de canales yacequias (acequia de Enmedio, riego de la Cua-drilla, riego de las Zahúrdas, del Cañaveral, canaldel Velopache, canal Nuevo, canal de Tamarchete,etc).

El régimen de la rambla de Tiata depende,como es de suponer, del régimen del río Guada-lentín. También es una decisión humana la quedetermina su caudal a través de la regulación enlos Sangradores. La función de estas compuertasson, por un lado, impedir que las zonas regablesse inunden y provoquen graves daños en caso deavenida, al actuar como presa, y al tiempo, actuarcomo laminador de avenidas al permitir derivarlos caudales suficientes y necesarios para dotara estas áreas del riego que necesitan. Esto suponerestar vulnerabilidad a un espacio densamentepoblado y susceptible de quedar anegado dada ladebilidad de su perfil topográfico, esto es, lasAlamedas y las urbanizaciones que se sitúan entorno a la avenida de Cervantes, los barrios de

Panorámica del río Guadalentín (al fondo la rambla Salada) asu paso entre la Ribera de San Miguel, el polígono de Serrata yel barrio Corazón de María. Foto: J. David Romera Franco.

Canalización del cauce del Guadalentín. Tramo vertical del taluden la zona de la Casa Mata. Foto: J. David Romera Franco.

Cauce de la rambla de Tiata a su paso por Santa Quiteria, al fondoel puente de la Torta. Foto: J. David Romera Franco.

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Santa Quiteria, San Fernando, Virgen de las Huer-tas, El Quijero y Sutullena.

Por último, bajo el cauce de la rambla de Tiatadiscurre el canal del Trasvase Tajo-Segura, queva desde la estación elevadora de la Casa Matade forma subterránea bajo la rambla hasta el parajede La Alberquilla, para continuar después haciaPuerto Lumbreras y la provincia de Almería.

III.2.3. Rambla de La Pulgara

Otra de las zonas urbanas más sensibles detoda la ciudad son las barriadas de Santa Quiteriay Virgen de las Huertas. Se da la circunstancia deque es aquí donde las aguas tienen la posibilidadde bifurcarse en caso de que los Sangradores noprestaran su servicio, quedando en ese caso estosbarrios convertidos en ‘una isla’ al estar fraccio-nados y rodeados, al este, por el río Guadalentín,la rambla de Tiata, al oeste, y la rambla de LaPulgara que los atraviesa por su centro. Además,las principales calles de estas barriadas estántrazadas de forma paralela a los cauces, lo quefacilita el discurrir de las aguas y potencian lainundación de los espacios residenciales.

La rambla de La Pulgara es un cauce, de pe-queño tamaño, que surge como derivación de larambla de Tiata a partir del puente de la Torta,que toma las aguas de los Sangradores para en-viarlas a las zonas de Pulgara, Tercia, Cazalla yTamarchete. Se encuentra canalizada con murosde mampostería a su paso por Santa Quiteria y essalvada por varias pasarelas peatonales. Tiene unalongitud en zona urbana de 700 metros, que dis-curren entre el puente de la Torta y las cercaníasdel convento patronal, donde se convierte en uncanal de riego, manteniendo una anchura media

de entre 10 y 15 metros. Algunas fachadas traserasde las viviendas de la calle Horno que dan alcauce en su margen izquierda, están sustentadasdirectamente sobre el muro de protección de larambla, pareciendo en ocasiones una prolongaciónde aquéllas, quedando varias ventanas a bajaaltura.

Al norte de la ciudad discurren dos ramblasque desembocan en el Guadalentín, en las cerca-nías de San Cristóbal: las ramblas Salada y losArcos.

III.2.4. Rambla Salada

La rambla Salada nace apenas a 10 kilómetrosde la ciudad en el collado del Mosquito (623metros), en la sierra de Tercia. Es una de lasramblas más importantes de la zona, como de-muestra la dimensión de su cauce. Durante surecorrido, por la elevada pendiente de las vertientesy la deforestación, recibe algunos ramblizos dealto poder erosivo, generando caudales abundantesy de gran velocidad: rambla de las Chapinetas,de Peña Rajada, la del Mosquito y el barrancoHondo, entre otras. La rambla Salada, tras circun-valar la sierra de Tercia por su borde occidental,con un cauce poco profundo y algo sinuoso, girabruscamente cuando recibe al barranco Hondo endirección sur, y tras ser atravesada por la carreterade Caravaca, antes de alcanzar la fábrica de ce-mento, discurre en un tramo de margas muy llano,donde ha sido capaz de crear sus propios meandros,depositando los materiales procedentes de la sierrahasta su desembocadura en el río Guadalentín,entre fábricas de curtidos, a 200 metros del barriode San Cristóbal.

La rambla Salada tiene un comportamientosimilar al del Guadalentín, aunque a menor escala,pues en caso de lluvias intensas llega a experi-mentar su propia crecida, como ocurrió en 1973,inundando varias empresas industriales.

Su cercanía a la carretera de Caravaca puedeprovocar la inundación de la misma, así como delas naves industriales predominantes en esta zonay algunas áreas de concentración de viviendas (ElLugarico, Corazón de María).

Su desembocadura, a escasos metros del cascourbano, constituye un riesgo notable para la po-blación, pues en este lugar el Guadalentín ya noestá canalizado y la debilidad de los materialesque conforman la mota del río podría derivar larotura del malecón y la inundación de la zona;cuando el caudal es importante llega a sobrepasar

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Imagen de la rambla de La Pulgara entre las viviendas del barriode Santa Quiteria y Virgen de las Huertas. Foto: J. David RomeraFranco.

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el puente de la carretera del Pantano. En 1979 laComisión Municipal Permanente solicitó a laDiputación Provincial la construcción de un nuevopuente en la C-15 (carretera del Pantano), pues«las recientes lluvias torrenciales han puesto derelieve, una vez más, la toma de medidas urgentespara evitar el desbordamiento de la rambla Salada,que ha vuelto a poner en peligro la vida de nume-rosos ciudadanos y ocasionando daños en lasedificaciones y bienes existentes en la zona;viviendo la población lorquina momentos de grantensión».

III.2.5. Rambla de los Arcos

La rambla de los Arcos es más pequeña (unalongitud de 2,3 kilómetros) y su cuenca de recep-ción es más reducida que la de la rambla Salada.Nace a sólo 350 metros de altitud en las cercaníasdel paraje cueva Colorada. Tras discurrir bajo laautovía del Mediterráneo, esta rambla, de trazadorectilíneo y estrecho, se adentra en la zona indus-trial de Serrata y continúa su trazado paralelo ala carretera de Caravaca, hasta alcanzar el Mata-dero Comarcal. Desde aquí, entre viviendas ynaves industriales, desemboca en el Guadalentína la altura de la ermita de La Peñica por mediode un canal cubierto de hormigón cuya luz superalos dos metros.

La problemática de la rambla de los Arcos, apesar de discurrir por suelo urbano, no deberíasuponer un riesgo elevado por su corta longitudy pequeña cuenca de recepción, aunque existe unpuente antiguo junto a la empresa de Olcina que,por su estrechez, podría convertirse en una barreraque inundaría toda la zona. Algunas viviendasestán adosadas a la propia rambla, lo que, ademásde desprendimientos, podría ocasionar problemasmayores.

En el otro extremo de la ciudad, en el sur,discurren otras tres ramblas que desde la sierrade la Peñarrubia se adentran en el espacio urbanode Lorca, sobre los barrios de La Viña, San Anto-nio, Bertrand y el polígono industrial de LosPeñones: son las ramblas de las Chatas, las Seño-ritas y del Pino. Desembocan en la rambla deTiata, en la diputación de Sutullena, y las tresdiscurren paralelas entre sí y atraviesan sectoresurbanos de reciente construcción en los que habitancerca de 10.000 personas.

Estas ramblas tienen en común que procedende sectores ubicados a mediana altitud (sobre los600 metros), aunque sus cuencas de recepción noson especialmente amplias y se nutren de multitudde pequeños ramblizos fruto de la accidentadatopografía que atraviesan. La fuerte pendiente

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Las ramblas Salada (1) y de los Arcos (2) desembocan a pocos metros del barrio de San Cristóbal, tras atravesarimportantes sectores urbanizados. Foto: J. David Romera Franco.

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podría derivar mayor velocidad de las aguas sino fuera por las tareas de repoblación forestal ycorrección de vertientes llevadas a cabo en laPeñarrubia en los años noventa. No superan loscuatro kilómetros de longitud, pero también ge-neran sus propios caudales, como quedó demos-trado durante las obras de la autovía del Medite-rráneo (1988); estos trabajos taparon las ramblas,dando lugar en época de lluvias a grandes lagosque producían inestabilidad en los nuevos taludesarcillosos creados, por lo que debieron realizarsediversas salidas para dejar pasar los caudales.

III.2.6. Rambla de las Chatas

La rambla de las Chatas atraviesa el polígonoresidencial de La Salud, entre los barrios de LaViña y Alfonso X El Sabio. Nace en las proximi-dades del mirador del Valle, en la sierra de laPeñarrubia, y recibe las aguas de los ramblizosdel paraje de La Quinta. Cuando llega al cascourbano atraviesa una urbanización de dúplexadosados a ella, gira y discurre paralela a la calleRubén Darío y continúa en línea recta en direcciónNO-SE hacia su desembocadura en la rambla deTiata. Antes, atraviesa el camino Viejo del Puertoa través de un badén que queda cubierto de aguacuando se producen copiosas lluvias.

En 2001 la rambla de las Chatas, a su pasopor el polígono de La Salud, se embovedó a lolargo de su recorrido urbano (350 metros) paraabrir sobre ella una calle para la barriada, elimi-nando así una barrera física que ahora queda

camuflada. Se sanearon los cimientos de algunosbloques de viviendas y se le dio una altura altramo embovedado de unos 3 metros, con unaanchura variable dependiendo de la disposiciónde los edificios. El problema se plantea cuando,por la abundante vegetación arbórea que hay enla cuenca de la rambla, existe la posibilidad deque un árbol o incluso un vehículo taponen laentrada del tramo embovedado y se inunde elbarrio. Un cartel a la entrada del túnel advierteque no es aconsejable estacionar vehículos allí.

III.2.7. Rambla de las Señoritas

La rambla de las Señoritas, paralela a la ante-rior, sita a poco más de 500 metros, separa elbarrio de La Viña de la subestación eléctrica deIberdrola. Esta rambla nace a 710 metros de altituden la sierra de la Peñarrubia y, durante cuatrokilómetros de recorrido, recibe los aportes depequeños ramblizos. La densidad arbórea en lacuenca es importante y esto evita el arrastre demateriales, a pesar de la fuerte pendiente dealgunos sectores.

La rambla, tras zigzaguear en su tramo alto ymedio, llega con un cauce rectilíneo al espaciourbano de Lorca tras atravesar la autovía delMediterráneo. El consistorio lorquino ha habilitadoen la zona cocinas para barbacoas y plantadodiversas especies arbóreas para protección delsuelo y recreo de los vecinos. El riesgo se presentacuando, en caso de lluvias torrenciales, algún

Tramo canalizado de la rambla de las Chatas a su entrada en elpolígono de La Salud (La Viña). Foto: J. David Romera Franco.

Un cartel avisa del riesgo que supone aparcar en el cauce de unarambla que atraviesa el camino Viejo del Puerto. Foto: J. DavidRomera Franco.

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ejemplar arrancado puede taponar el puente (deescasa luz) de la carretera de Granada y provocarla inundación de la zona. El segundo tramo urbanoque atraviesa esta rambla, entre la carretera deGranada y el camino viejo del Puerto, fue tambiénembovedado en 2004; sobre él se ha abierto unnuevo vial de circulación de similares caracterís-ticas al de la rambla de las Señoritas.

Embovedar varios tramos de ramblas y el pasode éstas sobre un espacio urbano moderno, repletode edificios de viviendas y establecimientos co-merciales, son los riesgos más importantes de lazona. En estas ramblas no existen medidores decaudales. La inmediatez de la sierra de la Peña-rrubia y de la sierra del Caño respecto a estossectores urbanos, donde estas ramblas nacen, asícomo las pequeñas dimensiones de sus respectivascuencas, no implica un riesgo de inundación muyimportante a primera vista, aunque no es posibledeterminar el comportamiento de las mismas enel caso de lluvias de carácter torrencial o excep-cional.

III.2.8. Rambla del Pino

La rambla del Pino, por su parte, separa elbarrio de San Antonio del polígono de Los Peño-nes. Nace en las proximidades del cabezo delPino, a más de 500 metros de altitud, y tambiéndesagua sus caudales en la rambla de Tiata. Ensu cauce hay árboles plantados de gran porte(eucaliptos), y el puente de la carretera de Granadaestá a un nivel suficiente como para no presentarproblemas en la evacuación de las aguas fluviales.

III.2.9. Problemas en los sectores elevados dela ciudad

Por último, hay que resaltar el propio riesgoque supone para los lorquinos el hecho de que, ala hora de producirse precipitaciones de granintensidad, buena parte del callejero de la ciudadesté enclavado sobre laderas. La situación esespecialmente llamativa en los barrios emplazadosen sectores elevados, donde las calles tienen granpendiente y las aguas alcanzan gran velocidad. Aesto se une la escasez, en algunos sectores, decolectores e imbornales que acojan unas escorren-tías, que son del 100% en el espacio urbano porsu nula infiltración.

Aquellos sectores urbanos que están en con-tacto directo con cerros, cabezos o barrancossufren, cuando se producen lluvias intensas, losefectos provocados por las «escorrentías sucias»(agua, lodo, barro, arenas, piedras, suciedad), quellegan a alcanzar hasta las vías urbanas más cén-tricas ante un insuficiente sistema de defensa ycontención. Antaño, algunas calles de los barriosaltos eran auténticos ríos al no estar asfaltadas nipavimentadas; como muestra, algunos topónimosdel callejero local: ramblilla de Tejares, ramblillade San Lázaro (que desde el barranco de Albaricosllegaba hasta la línea de ferrocarril), la calleRambla Alta, Rambla Baja o rambla de San Ginés.Las escorrentías sucias son cada vez menos fre-cuentes gracias a las obras de mejora que se hanvenido realizando desde los años sesenta en zonashumildes de Lorca, cuando eran los propios veci-nos, con la colaboración del Ayuntamiento (Planesde Acción Comunitaria), los que pavimentaban yurbanizaban las calles.

En la actualidad se está ejecutando el PLANINTEGRAL DE LOS BARRIOS ALTOS DE LORCA (PI-

BAL), con el que se pretende «poner al día» estaszonas urbanas hoy desestructuradas y con impor-tantes problemas urbanísticos y sociales. El plan,que tendrá una vigencia de ocho años, divide estaszonas en seis grandes distritos que habitan 12.000personas. Se invertirán 36 millones de euros quetienen por objeto mejorar el hábitat urbano conla renovación de las redes de abastecimiento,limpieza, pavimentación, colocación de imbornalese hidrantes, rehabilitación de fachadas y edificioshistóricos; expropiar viviendas o solares para lacreación de nuevos espacios abiertos y ensanchede calles; rehabilitar el tejido urbano construido;mejorar las comunicaciones y accesibilidad; fo-mentar la integración y cohesión social medianteprogramas de formación, centros sociales, progra-mas de inserción...; y favorecer el desarrolloeconómico con la implantación de pequeñas em-presas y la creación de nuevos equipamientos.Todas estas mejoras deben solucionar los proble-mas vinculados al riesgo de lluvias intensas o decarácter torrencial, como anteriormente se hacomentado. La reciente concesión por parte delas autoridades europeas de un PLAN URBAN paralos Barrios Atos de Lorca, supone un impulsomás a la hora de conseguir estos objetivos priori-tarios.

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III.3. SISTEMAS DE PREVENCIÓN Y AC-TUACIÓN ANTE UNA INUNDACIÓN

Hasta bien entrado el siglo XX, el sonido delas caracolas y el rebato de las campanas fueronlos únicos métodos para advertir a la poblacióndel peligro de una riada. Desde los años noventaviene funcionando en la cuenca del Segura eldenominado «Sistema Automático de InformaciónHidrológica» (SAIH), que proporciona informa-ción sobre el estado de pantanos, ríos y algunasramblas significativas. El SAIH, dependiente dela Confederación Hidrográfica del Segura, estáconstituido por un sistema de infraestructurastecnológicas que tiene por objeto la captación dedatos hidrológicos, hidráulicos y meteorológicosen cualquier situación de tiempo estable o adverso.Estos datos se envían, a través de una red deradiofrecuencia con estaciones repetidoras, a uncentro de recepción donde a partir del análisis einterpretación de estas estadísticas se determinan,en caso de avenida, las actuaciones a llevar a cabopor parte de la CHS para la protección de lapoblación y el sistema productivo.

Con el SAIH además se pretende optimizar eluso de los escasos recursos hídricos de la cuencadel Segura (cuyo déficit estructural asciende a460 hm3), la minimización de los efectos catas-tróficos ligados a una situación de crisis, y ser unreferente coordinador de la información hídricade la cuenca a tiempo real entre las distintasunidades y servicios implicados en la gestión dela crisis.

Por otro lado, el Consejo de Gobierno de laComunidad Autónoma aprobó en sesión del 3 deagosto de 2007 el llamado «Plan Especial deProtección Civil ante el Riesgo de Inundacionesen la Región de Murcia», PLAN INUNMUR, elabo-rado por técnicos de Protección Civil. Con élqueda completado el catálogo de planes de emer-gencia, obligatorios para todas las regiones espa-ñolas, establecidos por la Norma Básica Estatalde Protección Civil. Este plan se encuentra enrelación directa con el proyecto «METEOMUR»,Protocolo de Seguimiento de Fenómenos Meteo-rológicos Adversos de la Región de Murcia, elcual está adscrito al Plan Nacional de Predicción

Los barrios Altos de Lorca son los más afectados en situaciones de lluvias intensas por los arrastres, la pendiente de las víaspúblicas y la antigüedad de las viviendas. Foto: J. David Romera Franco.

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ciones, garantizando su adecuada integración enel mismo.

—Catalogar los medios y recursos específicosde las actuaciones previstas en las situaciones deemergencia.

En el Plan también se ha establecido una«tormenta de diseño» que en 24 horas precipite100 milímetros que, según la media histórica, sesuelen producir especialmente entre las once lamañana y las dos de la tarde. Con esta informaciónse ha creado cartografía de todas las zonas sus-ceptibles de sufrir inundaciones importantes. Entotal son 33 de los 45 municipios de la Región deMurcia los que cuentan con el riesgo de sufrir enla actualidad inundaciones, en mayor o menorgrado, después de haberse analizado más de 100localidades y 711 puntos conflictivos. Lorca quedacalificado como municipio de «alto riesgo», de-biendo tener un Plan de Emergencia Local. Igual-mente, en el Plan están integrados todos los PLANESDE EMERGENCIA DE PRESAS existentes en la Regiónde Murcia.

Se establecen tres zonas de riesgo para vivien-das, comercios, industrias y servicios básicossegún el periodo de retorno de las avenidas: zonaA, para las zonas inundadas por riadas con periodode retorno 50 años que alcancen o superen los 30centímetros; zona B, para aquellas afectadas porriadas con periodo de retorno de 100 años; y zonaC, las zonas perjudicadas por avenidas con unretorno de 500 años que son al tiempo y estadís-ticamente las más perjudiciales.

Los niveles de gravedad determinados enfunción de la alerta meteorológica y la envergaduray dimensión de la inundación son cuatro: nivel 0,para aquellas alertas que prevean fuertes inunda-ciones con carácter muy localizado que puedensuponer un peligro para las personas y bienes,actuando medios locales y/o regionales; nivel 1,para las inundaciones que afectan a varios muni-cipios, actuando medios locales y/o regionales;nivel 2, para inundaciones de carácter catastróficodonde se hace necesaria la presencia de efectivosy medios estatales; y nivel 3, para las inundacionescon gran periodo de retorno donde la seguridadde varias comunidades autónomas, o el país ensu conjunto, está en juego.

En el caso concreto de Lorca el documentoestablece como zonas con especial vulnerabilidadel espacio de huerta más cercano al cauce para

y Vigilancia de Fenómenos Meteorológicos Ad-versos creado por el Instituto MeteorológicoNacional en 1996, adaptado a la nueva normativaeuropea y sustituido por el Plan Nacional dePredicción y Vigilancia de Meteorología Adversa:«METEOALERTA». El Plan Meteomur tiene porobjeto la detección, análisis, diagnóstico y deter-minación de posibles consecuencias de fenómenosatmosféricos adversos en el territorio regional,en caso de actuaciones necesarias, para poner enalerta a las administraciones competentes.

EL PLAN INUNMUR persigue «establecer laorganización y los procedimientos de actuaciónde los recursos y servicios públicos que intervienenfrente a una emergencia por riesgo de inundacionesen la Región de Murcia».

Las funciones básicas a desarrollar por elpresente Plan son las siguientes:

—Describir y cuantificar aquellos aspectosrelativos al territorio regional que resultan rele-vantes para fundamentar el análisis de las zonascon riesgo de inundación potencial.

—Identificar las áreas inundables conforme alos criterios establecidos en el apartado 2.2.1 dela Directriz Básica, así como su clasificación enfunción del riesgo y de la estimación, en la medidade lo posible, de las afecciones y daños quepudieran producirse en caso de inundación.

—Establecer sistemas de previsión y alerta,basados tanto en los sistemas existentes de pre-dicción y vigilancia meteorológica, como otrosde previsión e información hidrológica.

—Establecer los procedimientos de alertanecesarios ante inundaciones producidas por roturao funcionamiento incorrecto de presas, tanto a lapoblación como a las autoridades municipales.

—Especificar los procedimientos de informa-ción a la población.

—Definir las directrices para la elaboraciónde los planes de actuación de ámbito local deaquellos municipios que estén afectados por elriesgo de inundaciones.

—Definir la estructura organizativa y los pro-cedimientos para la intervención en emergenciaspor inundaciones en la Región.

—Articular la coordinación con el Plan Estatalde Protección Civil y los Planes de ProtecciónCivil de carácter local ante el riesgo de inunda-

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riadas con periodos de retorno de 50 años, siendomayor el espacio afectado para las avenidas de100 y 500 años. Para la ciudad contempla unahipotética inundación de las zonas más cercanasal cauce en caso de riadas con periodo de retornode 50 años, mientras que para aquellas de mayormagnitud, la zona cubierta por las aguas seríatoda la ribera de San Miguel, la zona de la ramblaSalada y parte de la aglomeración industrial deSerrata desde los viaductos de la autovía delMediterráneo hasta el barrio de San Cristóbal ycarretera de Caravaca. También se vería afectadala zona baja de San Cristóbal, tomando comolímite la calle Eulogio Periago, atrio de la iglesiaparroquial y las calles Mayor, Caballón y OrtegaMelgares, quedando anegado por las aguas todoel barrio de San Diego y avenida de Europa, asícomo la zona del complejo polideportivo Europay camino de Cartagena.

Por parte de Protección Civil de Lorca, en1999 se elaboró un «CATÁLOGO DE RIESGOS PARAEL MUNICIPIO DE LORCA» en el que destaca demanera especial el riesgo de inundaciones en elcasco urbano: «no hay duda, sin miedo a equivo-carnos, que la peligrosidad más elevada de unriesgo en nuestro municipio viene determinadapor el riesgo de inundaciones, al igual que en lorelativo a vulnerabilidad y a exposición». Estacircunstancia motivó la elaboración de un PlanMunicipal Especial de Intervención frente a Fe-nómenos Meteorológicos Adversos, de acuerdocon el punto 3.4.4. sobre Planes de Actuación deÁmbito Local de la Directriz Básica de Planifica-ción de Protección Civil, ante el Riesgo de Inun-daciones.

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Sorprende a las personas llegadas de fuera el sistema de defensade la cuenca del Guadalentín ignorando el carácter torrencial yesporádico de su funcionamiento. Foto: J. David Romera Franco.

También existe un Plan de Intervención quetiene por objeto intervenir frente al riesgo deinundación y de las lluvias torrenciales en elmunicipio de Lorca, salvaguardando «en la medidade nuestras posibilidades las vidas y los bienesde los lorquinos, además de acciones solidariasa través de actuaciones de apoyo a otros municipiosvecinos que lo precisen».

Los objetivos de este Plan de Intervención sonesencialmente seis, según la situación previa,durante y después de que se produzca una hipo-tética catástrofe:

—Informar a los vecinos de las medidas quedeben adoptar para su autoprotección.

—Estructurar adecuadamente los recursosdisponibles para una adecuada intervención.

—Estudio de la situación de emergencia ygestión de los recursos necesarios.

—Intervenir en las labores de rescate y salva-mento que puedan llegar tener lugar.

—Asistencia y apoyo básico de subsistenciaa la población que lo necesite.

—Rehabilitación y reconstrucción de los ser-vicios básicos esenciales.

Asimismo, en el citado catálogo, se cita quecon los medios disponibles en la actualidad en elmunicipio de Lorca «se podría afrontar una inun-dación de carácter limitado que afectase a unbarrio de la ciudad o a uno de los núcleos de laspedanías». En caso de que se produjera una inun-dación de carácter catastrófico o de gran magnitud«sería necesaria la intervención de medios yrecursos del exterior, tanto en labores de salva-mento, abastecimiento y albergue, así como larestitución de los servicios básicos para lacomunidad».

III.4. LORCA COMO ESPACIO VULNERA-BLE EN EL CONTEXTO REGIONAL

Para finalizar este artículo se ha optado pormostrar una imagen global de peligrosidad en elespacio urbano de Lorca en relación con otrasciudades de la Región, según unos datos muyilustrativos procedentes del «Atlas inventario delos riesgos naturales de la Región de Murcia»,elaborado por los técnicos del INSTITUTO TECNO-LÓGICO-GEOMINERO DE ESPAÑA (1993). En lo que

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un porcentaje algo moderado a lo que cabríaesperar en comparación a los índices que presentanotras localidades de la Región (Murcia con el100%, Alcantarilla con el 80%, Cartagena con el20). Hay que recordar que una parte importantede la ciudad está emplazada sobre el llano deinundación natural del Guadalentín y algunossectores urbanos están comprimidos entre caucesde mayor o menor entidad.

IV. A MODO DE CONCLUSIÓN

Puede que tras la lectura de este trabajo deinvestigación, quizá el lector mire la ciudad pordonde se mueve de forma, si se quiere, diferenteo, al menos, desde otra óptica, y alcance a valorarmás ampliamente cuanto hay a su alrededor, losproblemas e incluso las hipotéticas solucionesque favorezcan su entorno. Lo que sí está claroes que todo lugar es estimado por sus habitantescuando es un «espacio vivido», un medio quedebe ser conocido y analizado de manera fielpor quienes se preocupan, de una forma u otra,por él.

Como se comprueba, según los estudiosrealizados por el citado Instituto Tecnológico, laciudad de Lorca tiene un grado de peligrosidad«alto». Comparten con Lorca esa categoríaprecisamente los núcleos cuyos cascos urbanosestán sobre la ladera de un cerro o en susproximidades (Cieza, Totana, Alhama de Murcia,Archena y muchas pedanías de Murcia) y/odiscurre por sus cercanías un río, torrente o rambla,que suponen un riesgo para la población.

Asimismo, el citado atlas clasifica el grado depeligrosidad de las principales ciudades murcianasen función de los riesgos naturales que las acechany sus posibles consecuencias. Según este cuadro,Lorca es la ciudad, en cuanto al grado depeligrosidad, con mayor grado de vulnerabilidadde las principales urbes de la Región, con unacatalogación de «alto» en movimientos de ladera(barrios altos), en sismicidad, y una peligrosidadde inundaciones del 15%; es decir, en caso deavenida con un periodo de retorno de entre 50 y100 años, el 15% del casco urbano de Lorcaquedaría anegado por las aguas. No obstante, es

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ÁguilasAlcantarillaAlhama de MurciaArchenaCalasparraCaravacaCartagenaCiezaJumillaLa UniónLorcaMazarrónMolina de SeguraMulaMurciaPuerto LumbrerasSan Pedro del PinatarTotanaYecla

Ciudad Nivel de peligrosidadNULONULOALTOALTONULOBAJONULOALTO

MEDIONULOALTO

MEDIONULONULO

NULO (ALTO EN PEDANÍAS)MEDIONULOALTONULO

TABLA 5. GRADO DE PELIGROSIDAD DE LOSPRINCIPALES CENTROS URBANOS DE LA REGIÓN DEMURCIA.

TABLA 6. GRADO DE PELIGROSIDAD RELATIVA DELOS PRINCIPALES CENTROS URBANOS DE LA REGIÓNDE MURCIA.

se refiere al grado de peligrosidad de las principalesciudades, el citado atlas muestra la siguiente tabla:

MEDIOALTOALTOALTOBAJOBAJO

MEDIOMEDIOMEDIOMEDIOALTOBAJOALTOBAJOALTOALTO

MEDIOALTOBAJO

Ciudad P e l i g r o s i d a d r e l a t i v aSismicidad Inundaciones*

ÁguilasAlcantarillaAlhama de MurciaArchenaCalasparraCaravacaCartagenaCiezaJumillaLa UniónLorcaMazarrónMolina de SeguraMulaMurciaPuerto LumbrerasS. Pedro del PinatarTotanaYecla

NULONULOALTOALTONULOBAJONULOALTO

MEDIONULOALTO

MEDIONULONULONULO

MEDIONULOALTONULO

(*) N O T A S1.— Las zonas de riesgo son las edificadas en laderas y adyacentes.2.— Las zonas de riesgo son en principio todas las del casco urbano.3.— Grandes avenidas: Periodo de retorno de 50 a 100 años. En las ramblas, 25 años. Seindica el porcentaje en grandes inundaciones.

NULO80%

NULO3%3%

NULO20%3%5%

ALTO15%

NULO10%

NULO100%10%

NULO6%

NULO

Movimiento de ladera

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Lorca afronta los nuevos tiempos con el sistema de defensa contra inundaciones más eficaz de su historia.Foto: J. David Romera Franco.

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Es bien sabido que los riesgos, si se muestranmuy cercanos o se revelan con cierta frecuencia,tienden a minimizarse, pues la población acabapor acostumbrarse a convivir con ellos. Piénseseen espacios urbanos tan vulnerables como Venecia(hundimiento de la ciudad e inundaciones), SanFrancisco (terremotos por la actividad de la fallade San Andrés), Nápoles (expuesta al volcánVesubio) o las terribles tormentas e inundacionesque asolaron Nueva Orleáns recientemente. Setrata en muchos casos de riesgos que durante lamayor parte del tiempo no se manifiestan y semuestran dormidos en apariencia, sobre todo enel caso de fenómenos de carácter geodinámicocomo las inundaciones, pero que pueden desen-cadenarse en cuestión de horas, minutos o segun-dos, causando daños y pérdidas de diferente con-sideración. Todo esto tiene su peso en lamentalidad colectiva y pervive generación trasgeneración.

En este sentido, un caso ilustrativo es el trabajoelaborado en 1985 por el profesor CONESA GARCÍA,autor de la encuesta realizada a un centenar ymedio de personas de las zonas más vulnerablesde Lorca que vivieron diferentes inundaciones

(las de 1948 y 1973). Los resultados más signifi-cativos fueron que el 40% de los encuestadoscreían posible la anegación del área en la quehabitaban, especialmente el barrio de San Cristó-bal, una de las barriadas afectadas históricamentepor las inundaciones; el 88% de los encuestadoshabían vivido una o más inundaciones, lo que leshacía entender que el área donde vivían era muyvulnerable y, por tanto, podrían volver a sufrir lasconsecuencias de una nueva riada. Los vecinosmás escépticos, si bien entendían que las posibi-lidades de inundación quedaban reducidas conlas obras de defensa que se habían llevado a cabo,eran pesimistas y seguían pensando que el riesgopersistía. Una postura más optimista presentaronlos comerciantes de esta barriada, y situaciónsimilar se encontró el citado profesor en el barriode Santa Quiteria y en la zona periurbana deSutullena, zonas de inundación natural y conriesgo muy elevado de padecer el desbordamientodel Guadalentín y la rambla de Tiata.

Bien es cierto que el paisaje urbano, dinámicoy alterable en el tiempo, se muestra, en apariencia,sólido e inamovible, débil y vulnerable a la vez.

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Otra cosa es la actuación de los distintos orga-nismos a lo largo de la crisis catastrófica, crisisque dura más o menos en función de la intensidady características de la misma. Igual importanciatiene una política de recuperación rápida y eficazpara alcanzar de nuevo la deseada situación denormalidad. No hay que olvidar que la calidad devida y el nivel de bienestar de los ciudadanostambién dependen de la sensación de seguridadque les proporciona el lugar donde residen y pasanbuena parte de su vida.

Todo el mundo es consciente de que la natu-raleza es un sistema complejo que, desde suarmonía y equilibrio, resulta impredecible. Sus‘actuaciones’ son aleatorias y las consecuenciasderivadas de las mismas pueden llegar a ser trá-gicas. La sociedad no puede luchar contra losriesgos naturales, pero sí puede vivir y adaptarsea ellos, tomando las pertinentes medidas de alertay defensa para que la población sea menos vulne-rable a sus consecuencias más lastimosas.

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—Diario de Barcelona (Barcelona)

—El Lorquino (Lorca)

—Informaciones Económicas (Madrid)

—La Tarde de Lorca (Lorca)

—La Verdad (Lorca y Murcia)

—Las Provincias del Levante (Murcia)

—Diario Línea (Murcia)

—Teleexpres (Barcelona)

—Unión Nacional (Lorca)