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    LA IDEA MODERNA DE VIVIENDA

    Concepcin Diez-Pastor Iribas

    IE Universidad

    Introduccin

    Durante los aos veinte se produjeron importantes cambios en la vivienda europea

    que dieron lugar a una transformacin sustancial en el modo de habitarla y de entender-

    la, gran parte de los cuales continan vigentes en la actualidad. Fue una revolucin en

    toda regla impulsada por una situacin social y econmica que transformara el concep-

    to de vivienda por completo sin que haya vuelto a revisarse desde entonces. Se trataba

    de dar respuesta a las necesidades generadas por la Primera Guerra Mundial en Alema-

    nia, donde los problemas eran ms acuciantes, pero que no tardaron en trasladarse al re-

    sto de Europa. En Frankfurt, las autoridades, al mando del arquitecto jefe Ernst May,

    organizaron un complejo plan de accin que se propuso la construccin masiva de vi-

    viendas de alquiler de primera calidad al menor coste.

    Ernst May era partidario de las teoras de la ciudad jardn desde que, tras titular-

    se, haba ampliado su formacin en Inglaterra con Raymond Unwin por consejo de su

    profesor muniqus y miembro del Deutscher Werkbund, Theodor Fischer, que estaba

    guiado por el fundador del Werkbund, Hermann Muthesius, quien haba pasado aos en

    Inglaterra, estudiando y recopilando datos sobre todo tipo de viviendas para publicar

    despus suDas Englische Haus(Muthesius, 1904), libro clave de la evolucin de la vi-

    vienda en Europa a lo largo del siglo XX.

    El primer ejemplo del plan, la colonia Rmerstadt, combinaba con gran tino los

    ingredientes de la ciudad-jardn con los propios del momento. En 1929 estuvo termina-

    da para servir de ejemplo del congreso de los CIAM que el propio May haba convoca-

    do, en el que esperaba poder exponer los primeros resultados de su plan y recabar nue-

    vas ideas.

    Das Existenzminimum

    En 1929 el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) y el Comit

    Internacional para la Resolucin de los Problemas Arquitectnicos Contemporneos

    (CIRPAC) organismo director de los CIAM-, convocaron en Frankfurt su segundo

    congreso bajo el ttulo Das Existenzminimum(el mnimo existencial), problema que sehaba convertido en acuciante en la Europa de la postguerra tras la Primera Guerra

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    Mundial. El anfitrin, el arquitecto jefe de la ciudad de Frankfurt Ernst May, reclamaba

    de los congresistas propuestas dibujadas sobre el tema de la bsqueda de nuevos tipos

    de alojamiento, en un intento por conseguir el confort mximo con parmetros econ-

    micos mnimos.

    La difcil situacin econmica y social que se viva en aquellos aos situ a la ar-

    quitectura a la cabeza de las artes en tanto que disciplina clave en la recuperacin del

    nimo de los artistas, por un lado, y de la sociedad, por otro, apelando a su capacidad

    de involucrar a las dems artes y a toda la poblacin en la reconstruccin de las ciuda-

    des, devastadas tras la Gran Guerra, al tiempo que, gracias a su vertiente industrial, ejer-

    ca de motor de las maltrechas economas. Los costes de la reconstruccin eran tan ele-

    vados y las necesidades que atender tan perentorias que, vistos los precios astronmicos

    que empezaban a alcanzar las nuevas viviendas, se opt por reducir las necesidades al

    mnimo imprescindible para resolver el problema del alojamiento con la mayor eficacia

    y rapidez, y corregir de paso las graves deficiencias que se venan detectando en las vi-

    viendas al uso desde haca un siglo. En un esfuerzo sin precedentes, se estudi la vi-

    vienda desde todos los puntos de vista posibles para reducir el tamao de las distintas

    piezas, buscando nuevos mdulos y sistemas constructivos que cumplieran las normas

    de la calidad ptima, mximo confort y rapidez de ejecucin y, al mismo tiempo, permi-

    tieran abaratar los costes, supeditando siempre los intereses particulares a los generales.

    Se plantearon las soluciones ms innovadoras en materia de programas de necesida-

    des, tipos y disposiciones que contribuyeron a abaratar los costes y a situar la arquitec-

    tura en el primer orden de las disciplinas sociales y en motor del resurgimiento econ-

    mico. Europa se convirti as en un muestrario de excelentes ejemplos de vivienda y en

    productora de los nuevos tipos que se exportaron al resto del mundo.

    Desde el punto de vista social, el CIAM de Frankfurt fue un xito gracias a las so-

    luciones que all se presentaron, de coste asequible y tamao mnimo, enfocadas a re-solver el problema acuciante del realojo; pero desde el artstico no lo fue menos, consi-

    derando que la prioridad era proporcionar una vivienda digna a una poblacin que lo

    haba perdido todo. Las soluciones propuestas en Das Existenzminimumno slo eran

    eficaces, sino tambin creativas e ingeniosas, obra de artistas que pensaban ms en sus

    congneres que en s mismos.

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    Antecedentes y evolucin

    En 1918 Hermann Muthesius analizaba de nuevo el problema del que partira el

    debate del CIAM de Frankfurt de 1929 (Muthesius, 1918). Tras su primer estudio del

    problema de la vivienda en Gran Bretaa (Muthesius, 1904) consecuencia de la indus-

    trializacin-, y de las soluciones que se haban propuesto, planteaba ahora sus equiva-

    lentes para la Alemania que empezaba a despegar y propona nuevas soluciones a los

    problemas que surgan, actualizando gran parte de las ideas que haba avanzado en su

    primer libro. Los principios ms importantes de la cuestin, ms all del precio que

    consideraba anecdtico-, se sintetizaban en el punto de vista constructivo, social y tico.

    Ante a las nocivas consecuencias de la guerra franco-prusiana en la vivienda, en

    los aos veinte se opt en Alemania por la construccin extensiva, impulsada por desa-

    rrollo de los medios de transporte Lacasa, 1924). El terreno a las afueras de las ciudades

    era ms asequible que en las zonas urbanas y ello permitira desarrollar viviendas pe-

    queas, pero con otros valores aadidos. Muthesius, sin embargo, adverta (1918) de

    que la vivienda barata no era una reduccin de la villas, sino que deba de tener su pro-

    pia definicin derivada de unas necesidades diferentes.

    Pero sus recomendaciones no se cean slo a la configuracin interior de las vi-

    viendas. Al contrario, propona diferentes posibilidades que incluan la novedosa agru-

    pacin en fila, a ser posible en rectngulo con la fachada en el lado menor, de la cual

    daba hasta las medidas. La fachada podra reducirse hasta los 4 metros y la planta debe-

    ra tener entre 30 y 60 metros cuadrados. Si era mayor de 60, deberan parearse. Las vi-

    viendas as dispuestas deban agruparse en conjuntos o colonias, dentro de lo que Mut-

    hesius llam barrios mnimos, de los que describi hasta las calles. El referente deba

    buscarse en las calles de los pueblos y ciudades pequeos, lo que dara un carcter ms

    rural, y por lo tanto, ms humano, al conjunto. Al aumentar el nmero de viviendas as

    construidas y reducir los tipos, era posible producir en serie muchos de los elementosque integran la construccin, como puertas y ventanas, lo que abaratara los costes

    enormemente. En definitiva, haba conseguido aplicar los parmetros de la nueva indus-

    tria a la construccin de las viviendas para reducir su coste. Muthesius no haca ms que

    afirmar el espritu con el queque fund el Deutscher Werkbunden 1907: la difusin de

    los principios objetivos de la ptima calidad, que fue decisivo en la consolidacin del

    racionalismo, as como en el avance de la arquitectura, y se cristaliz con la aparicin

    del Movimiento Moderno y del Estilo Internacional.El aspecto clsico, ms prximo a lo vernculo, de la arquitectura que Muthesius

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    defendi, en la lnea de Heinrich Tessenow (1919), basado la voluntad de elevar lo an-

    nimo y popular a la categora de culto como partidario que era de la arquitectura de lo

    esencial, pronto llamara la atencin de Mies van der Rohe y otros jvenes arquitectos.

    Aquella no era ms que la tendenciasachlich, que se encuadraba en elHeimatstil, el re-

    gionalismo que propugnara Hermann Muthesius(1904). De Tessenow se deduca la au-

    sencia total de formalismo que adopt ms tarde el funcinalismo radical. Hellerau

    (1912), la ciudad de la msica y primera ciudad jardn que se hizo fuera de Inglaterra,

    fue la mejor muestra de sus teoras.

    Una tercera referencia previa a la Primera Guerra Mundial vena a aadirse a la

    corriente general de renovacin y simplificacin de la arquitectura, en este caso repre-

    sentada por los franceses Auguste Perret y Tony Garnier. ste, un academicista sincero

    en sus inicios que produjo poco despus su propio revulsivo, en palabras de Reiner Ban-

    ham(1960: 36), representaba el idealismo y la creatividad de lo sencillo. En sus propias

    palabras, Puesto que toda arquitectura descansa en falsos principios, la arquitectura de

    la antigedad fue un error. SLO LA VERDAD ES BELLA. En arquitectura la verdad

    es producto de los clculos que se hacen para satisfacer necesidades conocidas con sig-

    nificados conocidos (Banham, 1960: 36). Su Cit Industrielleera un proyecto imagina-

    rio que no fue publicado hasta 1917 (Pawlowski, 1967: 9; y Ragon, 1971: 258) y tuvo

    escasa repercusin hasta la Exposicin de Artes Decorativas e Industriales de Pars, de

    1925. El proyecto promueve el empleo del hormign armado, cuya esttica, impuesta

    por su uso racional, invade hasta el ltimo detalle. En las viviendas propona las cubier-

    tas aterrazadas, la desornamentacin, la produccin en serie y la reduccin a lo mnimo,

    principios defendidos entonces en toda Europa. Perret, en cambio, representaba la tcni-

    ca pura y descarnada del hormign armado que haba convertido en inventiva a partir de

    los descubrimientos de Franois Hennebique, los cuales haban abierto un horizonte sin

    lmites y lo convirtieron en el material ms importante desde entonces. Su maestra en elempleo de la nueva tcnica le convirti en una autoridad en la materia.

    La idea revolucionaria

    La devastacin material y social en la que se vio inmersa la Europa de la postgue-

    rra, y Alemania sobre todo, present su cara ms amarga al tener que hacer frente al re-

    alojo de una poblacin que haba perdido todo lo que tena, incluso su hogar. A ello se

    sumaba el hecho de que la mano de obra necesaria en la reconstruccin, los hombres encondiciones fsicas de realizar duros trabajos, bien haban perecido, bien tenan graves

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    lesiones. Por otro lado, las economas exhaustas no daban de s para atender las necesi-

    dades de la poblacin, que empezaba a dar muestras de extenuacin fsica y psicolgica.

    Fue el trabajo de las brigadas de artistas lo que restaur el nimo y puso a la poblacin a

    reconstruir el pas. Aquellos jvenes creativos organizaron a la poblacin para que cada

    cual encontrara algo que hacer a su medida y se sintiera til y partcipe. Sin embargo, no

    se trataba de dar soluciones provisionales que quiz nunca sera posible reparar, sino al

    contrario, de dar respuestas definitivas poniendo la mxima eficacia en el empleo de los

    exiguos medios con los que se contaba. Para ello no caba ms remedio que aprovechar

    las condiciones al mximo y aplicar todo el potencial creativo de los artistas para dar

    con autnticas soluciones al gravsimo problema.

    La Guerra no slo haba diezmado la poblacin y arruinado la economa, sino que

    haba transformado radicalmente el concepto de familia. Rara era la que no haba perdi-

    do al menos a uno de sus hombres o al cabeza de familia. La situacin no daba ya para

    mantener grandes casas puesto que las mujeres se vean en la obligacin de trabajar para

    mantener a sus familias. La opulencia burguesa de aos anteriores dej paso a la socie-

    dad del trabajo, que era inmenso si se quera levantar el pas. En consecuencia, la vi-

    vienda debera reflejar todos aquellos cambios. Ya no era necesario pensar en grandes

    estancias, que eran caras de calentar, ni en una gran cocina, que ahora iba a usarse una o

    dos veces al da; ni siquiera en numerosos dormitorios, porque las economas no permi-

    tan ya tener ms de uno o dos hijos; y los salones y comedores de otras pocas podran

    dejar paso a otro tipo de habitacin ms funcional, capaz de fomentar el contacto fami-

    liar. Y en cambio la Guerra haba demostrado que era necesario pensar en la higiene,

    por lo que era imprescindible incluir al menos un cuarto de bao en cada vivienda.

    Aunque Alemania sufri la crisis de lleno, se trataba de un problema comn a to-

    dos los pases que participaron en la Gran Guerra, lo que hizo que la idea de organizar

    un congreso sobre la vivienda mnima tuviera tan excelente acogida. Todos los miem-bros del CIAM, entre ellos Espaa, acudieron a la convocatoria. El xito del congreso

    de Frankfurt fue rotundo, gracias a la diversidad, riqueza y originalidad de las ideas

    mostradas. El ejemplo cundi rpidamente por toda Europa.

    Desde que se empezaron a explorar nuevas soluciones para salir de la crisis, Ale-

    mania haba tomado la delantera gracias a Ernst May y su plan para Frankfurt. Por me-

    dio de la organizacin de grupos de arquitectos jvenes de diversas disciplinas, cuyo

    nico cometido era proponer soluciones, consigui aportar numerosos ejemplos de vi-viendas que seguan ciertos parmetros acordados: economa de medios materiales, efi-

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    cacia energtica, sencillez constructiva, mximo confort y dimensiones mnimas para

    poder realizar una vida digna y dignificante. Aquellas propuestas no se quedaron en me-

    ros bocetos abstractos (Mart Ars, 2000:118-125), sino que se trata de elaboradas solu-

    ciones que sirvieron para replantearse la construccin de viviendas. Lo que se propuso

    May fue una seria investigacin desde parmetros cualitativos que abarcaban desde la

    funcin hasta los modos ms creativos para cumplirla, entre los que tuvieron un papel

    relevante los estudios perceptivos, para lo que tambin incluy paisajistas en su equipo,

    haciendo gala de su formacin junto a Raymond Unwin (fig. 1).

    Entre sus colaboradores, la principal responsable del xito de los nuevos modelos

    fue la arquitecta austriaca Grette Schtte-Lihotzky, encargada de estudiar la cocina y

    buscar el modo de reducirla para adaptarla a los parmetros de la vivienda mnima.

    Schtte-Lihotzky deba proponer una cocina que cupiera en una vivienda de menos de

    90 metros cuadrados y contara, al mismo tiempo, con todo lo esencial para su ptimo

    funcionamiento. Inspirndose en la cocina del vagn-restaurante de un tren hizo tres

    propuestas de las que la ms pequea fue la que mayor repercusin alcanz. Se fundaba

    en cuatro principios esenciales: la unificacin de las tareas, el trabajo eficiente, los re-

    ducidos costes y la ocupacin de la mnima cantidad de metros posibles del total de la

    vivienda.

    Hasta entonces la casa de una familia trabajadora alemana sola contar con dos

    habitaciones, de las que la cocina desempeaba una gran variedad de funciones (coci-

    nar, comer, trabajar, baarse, incluso dormir), dejando la otra, el saln, para aconteci-

    mientos importantes. La propuesta de cocina que hizo Schtte-Lihotzky estaba separa-

    da, aunque comunicada con el saln por una puerta corredera, lo que permita separar

    las funciones de guisar y trabajar de las de descansar y relajarse.

    Parta del taylorismo, que haba estudiado a fondo, el cual defenda el domstico

    como un trabajo profesional que en cuanto que tal, deba industrializarse y racionalizar-se. Pero fue el libro de Christine Frederick, The New Housekeeping, el que, al ser tradu-

    cido al alemn en 1922, produjo una gran influencia no slo en Grette Schtte-Lihotzky,

    sino tambin en Erna Meyer (Stuttgarter kche).

    Despus de un laborioso estudio para conocer a fondo las costumbres domsticas

    de la familia alemana, que le llev incluso a cronometrar las tareas domsticas, Schtte-

    Lihotzky propuso una alternativa ms eficiente al orden y distribucin del trabajo y a su

    organizacin cronolgica, en el cual fund toda su propuesta. Sin embargo, para ella eltrabajo domstico no era un problema privativo de las mujeres trabajadoras, que tenan

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    que trabajar en otros sitios, sino tambin de las de clase media, que lo hacan sin ayuda

    (sin servicio), lo cual, segn ella, producira a largo plazo un problema de estrs tal que

    acabara convirtindose en una grave amenaza para la salud pblica a largo plazo (Das

    neue Frankfurt5/1926-27). Justificaba as el taylorismo que la haba llevado tanto a re-

    ducir el tiempo perdido en tareas domsticas intiles, cuanto a tratar de mejorar los es-

    fuerzos de emancipacin de la mujer para que pudiera racionalizar su tiempo y as per-

    seguir otras metas.

    La cocina estndar tena 2.00 x 3.50 metros. Se entraba por uno de los lados cor-

    tos frente al cual estaba la ventana. A la izquierda se encontraba la cocina y, a continua-

    cin, una puerta corredera que comunicaba con el saln. En el lado derecho haba una

    fila de armarios, un fregadero y una zona de trabajo bajo la ventana, adems de una ta-

    bla de planchar plegable. No haba frigorfico. Lo reducido del tamao no se deba slo

    a motivos econmicos, sino tambin a la eficiencia, para la que Schtte-Lihotzky se

    haba tomado la molestia de medir hasta el ltimo paso necesario, de forma que se evi-

    tase cualquier recorrido que no fuera esencial. Para facilitar las cosas, la puerta era co-

    rredera, con lo que no invadira el interior de la cocina o del saln, ahorrando as super-

    ficie y esfuerzo.

    La cocina se instalaba en bloque, amueblada y con todo el equipo necesario, dado

    lo novedoso del sistema y de alguno de los aparatos como la cocina, que caus sensa-

    cin en el Frankfurt de entonces. Los muebles se pintaron de azul, color que repele las

    moscas; los cajones para harina eran de roble, que evita la aparicin del temido gusano;

    y las encimeras eran de haya, que resiste las manchas, los cortes y los cidos. Fue esta

    propuesta de Schtte-Lihotzky, la cocina de Frankfurt oFrankfurter kche, explicada

    en el CIAM de 1929, la que cambi definitivamente la manera de concebir la casa y el

    modo de habitar de los europeos y se implant en todo el mundo occidental.

    El resultado fue un xito, a juzgar por las 10000 que se construyeron slo en la co-lonia de Rmerstadt. Sin embargo los usuarios, no siempre familiarizados con su opti-

    mizacin, no eran capaces de sacarle todo el partido y la consideraban poco flexible. De

    hecho, haba sido pensada para que la utilizase un solo adulto, por lo que los nios u

    otro adulto no entraban en el esquema. Pero a pesar de todo, se convirti en el modelo

    seguido durante el siglo XX en las viviendas europeas de pequeo tamao.

    La crtica ms dura lleg en los 80. Las corrientes feministas apuntaron que, pese

    a la eficiencia indiscutible de laFrankfurter kche, su uso limitado a una sola personahaba terminado por aislar al ama de casa del resto de la vida familiar. Lo que haba em-

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    pezado en un intento por revaluar el trabajo domstico y profesionalizarlo resultaba ser

    un nuevo confinamiento de la mujer en la cocina.

    No obstante los datos que apoyaban esta crtica, sta dejaba a un lado el hecho de

    que el modelo criticado, el ms pequeo y econmico, era slo uno de los tres propues-

    tos por Grette Schtte-Lihotzky, el llamado Tipo 1. Los otros dos eran cocinas ms

    grandes en las que caban ms personas, a pesar de lo cual fueron menos trascendentes.

    El caso espaol: la vivienda mnima y el Concurso de la vivienda mnima

    Los intentos espaoles, desde 1928, de adaptarse a aquella nueva idea no dieron

    fruto hasta despus de 1976. Las trabas legales y polticas, el concepto tan distinto de

    familia y la no participacin en la Gran Guerra impidieron que calase desde el punto de

    vista social. La cuestin era cmo adaptarse a los parmetros de una economa de pos-

    guerra,por sugerentes que fuesen las propuestas, cuando el pas no estaba en crisis. Los

    primeros intentos, que a punto estuvieron de fructificar gracias al tesn de los arquitec-

    tos ms jvenes, se vieron frenados por el estallido de la Guerra Civil. En 1939 la Gue-

    rra haba terminado, pero la crisis espaola superaba, ya s, todos los parmetros cono-

    cidos, y hubo que esperar cincuenta aos a que llegaran los cambios.

    Mientras en toda Europa el inters primordial era el de dar cobijo a millones de

    personas que haban perdido todo, buscando el modo de hacer lo mejor con escasos re-

    cursos y dando con el paradigma de la vivienda mnima cuyos parmetros fueron es-

    tudiados al milmetro, aqu regan los parmetros del Reglamento de la Ley de Casas

    Baratas de 1922 en forma de disparatados mdulos de obligado cumplimiento que hac-

    an las viviendas baratas inasequibles para los bolsillos de aquellos a los que pretendi-

    damente se dirigan. Es decir, se construan viviendas burguesas con dinero del erario

    pblico con fines puramente especulativos.

    Espaa haba permanecido al margen de la Primera Guerra Mundial y la crisiseconmica afect de manera muy diferente al pas, que no tuvo que afrontar una recons-

    truccin. La necesidad de viviendas era producto de los intensos movimientos migrato-

    rios desde las zonas rurales a las ciudades, cuya carencia de viviendas no se vea paliada

    en modo alguno por la Ley de Casas Baratas, vigente desde 1911, acogindose a la cual

    avezados promotores como Iturbe se lanzaron a la construccin de barrios y colonias

    que, gracias a los mnimos garantizados, hacan imposible en la prctica el ideal de aba-

    ratar los costes y, por lo tanto, impedan proporcionar viviendas dignas y de buena cali-dad a bajo precio. Es decir, se termin por construir viviendas subvencionadas a precios

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    abusivos que slo podan adquirir las clases acomodadas, con lo que los beneficios de

    los constructores y promotores fueron astronmicos.

    La Ley conduca a un planteamiento que pasaba por atender las necesidades habi-

    tuales de una familia reduciendo el tamao de las habitaciones todo lo posible, mientras

    mantena a toda costa los tipos arcaicos y obsoletos, lejos de toda innovacin tcnica y

    arquitectnica. Cuando en el resto de Europa la situacin haba llevado a suprimir el

    servicio domstico, a reducir las necesidades y a mantener la mejor calidad constructiva

    posible, en Espaa ocurri precisamente lo contrario: segua sin desterrarse el servicio

    domstico, las viviendas contaban con el mismo nmero de habitaciones aunque de me-

    nor tamao, ya que las necesidades no cambiaban, y la calidad constructiva y proyectual

    era nfima, con notables excepciones inaccesibles para la gente de recursos limitados.

    La situacin no pas inadvertida para Ams Salvador, que as lo expres en una

    carta publicada porArquitectura(Salvador, 1929a: 296) en el nmero en el que recoga

    la noticia del concurso. Como ya haba hecho al contestar el cuestionario del CIRPAC

    (1929a), Salvador analizaba con todo detalle cada uno de los aspectos del problema de

    la vivienda mnima en Espaa y, rara habis, propona un buen nmero de soluciones,

    muchas de las cuales fueron tan claramente innovadoras que continan vigentes y for-

    man parte de la legislacin actual sobre viviendas protegidas (Diez-Pastor, 2003: 3).

    Ams Salvador iba a acudir al CIAM de Frankfurt como invitado, probablemente

    avalado por una intensa labor social constante a lo largo de toda su carrera, y por el inte-

    rs que haba demostrado por resolver las carencias de las viviendas destinadas a las

    clases populares y sin recursos, cuestiones todas ellas en las que era una autoridad reco-

    nocida. En la carta publicada en Arquitectura, don Ams resuma su estudio del pro-

    blema, del que deca que deba resolverse desde el punto de vista tcnico-

    arquitectnico, para lo que propona un plan de cuatro etapas (Diez-Pastor, 2003: 3).

    En esencia, su planteamiento era idntico al que haba establecido May paraFrankfurt y que Schtte-Lihotzky aplic para obtener sus tres soluciones para la cocina,

    con una diferencia: la sumisin de Salvador a las imposiciones del regionalismo al que,

    segn l, era necesario adaptarse (1929b). Por ello, aunque desde el punto de vista ro-

    mntico era posible introducir novedades dentro de esos estrechos lmites, el margen

    que quedaba para la innovacin era menor que en el plan de Frankfurt (fig. 3).

    La conviccin de Salvador consista en reducir los mdulos de cubicacin que

    impona la Ley de 1911, con lo que las viviendas seran rentables adems de asequiblesdesde el punto de vista tcnico, y por lo tanto accesibles a quienes ms las necesitaban.

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    Y el nico modo de conseguirlo era el que l propona: reducir las alturas de techos has-

    ta los 2.60, 2.50 e incluso 2.40 metros de altura libre entre forjados, que son, por otro

    lado, las medidas utilizadas desde entonces. Nadie antes haba planteado semejante idea.

    Salvador sostena que las alturas de 3.00 metros y ms, consideradas como mnimas por

    la ley por razones de higiene, no se justificaban, y aseguraba que era posible conseguir

    una vivienda higinica con alturas menores sin ms que ventilarla adecuadamente

    (Diez-Pastor, 2003: 3). Adems no slo era ms barata de construir, sino tambin de

    mantener, ya que el consumo energtico era significativamente menor.

    Al contestar el cuestionario que le remiti el CIRPAC, Salvador recalcaba la im-

    portancia crucial del problema de la vivienda mnima en Espaa y se preguntaba si la

    Ley de Casas Baratas bastara para resolverlo. La contestacin inmediata era que no.

    Las viviendas resultantes de aplicarla no eran ni las deseables ni las ms baratas. Slo

    resultaban baratas para quien pidiera la subvencin slo accesible a los promotores-,

    pero ni siquiera lo eran para el Estado, y mucho menos para el contribuyente. Por ello

    Salvador propona tres nuevos mdulos estructurales con varios anchos de cruja (3.40,

    3.30 y 2.30 metros) que permitieran desarrollar los nuevos tipos y encajar los programas

    de necesidades de los que hablaba.

    A partir de ellos obtena ocho tipos diferentes de vivienda que dibujaba y analiza-

    ba, y demostraba as, en la prctica, la inviabilidad tcnica de la ley. Sus propuestas no

    eran los modelos ms innovadores y modernos que revelaban la veterana del autor-,

    aunque s eran ejemplos de partida excelentes desde los que continuar la investigacin

    de un problema tan complejo. Salvador consideraba que la casa verdaderamente econ-

    mica tendra que ser la que, manteniendo los principios de la tcnica arquitectnica (es-

    tructura, distribucin, comodidad, buena calidad y correcto empleo de los materiales),

    fuese al mismo tiempo suficiente y mnima (punto ste en el que se bas el GATEPAC

    para defender su teora sobre la vivienda en 1932). Para ello era necesario, segn deca,establecer la familia media espaola, que consider compuesta por cinco o seis perso-

    nas: padre, madre y tres o cuatro hijos. Con ello era ya posible fijar un programa de ne-

    cesidades para las viviendas, con tres dormitorios dobles, sala-comedor o cuarto de es-

    tar, cocina, retrete, despensa, carbonera, bao o ducha y roperos. Las viviendas deberan

    de ser diferentes segn el medio en el que se asentasen. Para el caso del proletariado

    agrcola en el medio rural, Salvador consideraba una vivienda de una sola planta, mien-

    tras que para el del proletariado industrial urbano poda ser de dos, o incluso un piso.Las viviendas de dos plantas se podan adosar.

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    El conocimiento minucioso que tena don Ams de la sociedad espaola fue lo

    que le llev a buscar una solucin tcnica prctica y realizable en gran escala (Salva-

    dor, 1929b), lo cual sera posible si se aplicaba su plan de cuatro puntos. ste empezaba

    por proponer un programa de necesidades mnimas, que deba seguirse de la fijacin de

    los tipos de viviendas y del estudio de las disposiciones y distribucin de los programas

    en cada tipo, para terminar con la eleccin de los sistemas constructivos ms adecuados

    para que las viviendas fueran salubres, capaces y baratas.

    A pesar de lo diferente del punto de partida y de los motivos que lo haban origi-

    nado, el plan de Salvador responda a preocupaciones muy similares a las que el plan de

    Frankfurt pretenda dar respuesta, y las soluciones propuestas tenan claras similitudes.

    Como Muthesius y May, don Ams haca hincapi en la funcin, por lo que era partida-

    rio de que el programa de necesidades y la propuesta resultante estuvieran trabados de

    manera tal que las zonas de trabajo y las de descanso se usasen slo para la funcin pre-

    vista.

    No obstante, en Espaa la preocupacin social era contemplada entonces ms co-

    mo una actitud individual que responda a alguna clase de preocupacin moral asociada

    a la caridad cristiana que como una obligacin institucional. Slo en casos aislados, co-

    mo el de Ams Salvador, surgan esfuerzos sinceros por resolver las graves carencias en

    ese aspecto y, aunque haca aos que trataba de llevar sus ideas a la prctica, como pol-

    tico saba que no era nada fcil. Tal era su conviccin que consideraba necesaria incluso

    la opinin de la crtica para el desarrollo de su plan (Diez-Pastor, 2003: 5). Por primera

    vez alguien se preocupaba por aspectos de la vivienda como la ventilacin, la funcin

    adecuada para cada habitacin, las dimensiones de stas respecto del conjunto, los ar-

    marios empotrados o los bids en los cuartos de bao como necesidades que era necesa-

    rio satisfacer, y propona soluciones. Desde el punto de vista constructivo, don Ams

    plante como novedad la conveniencia de ahorrar en la estructura y en la cimentacin,los aspectos ms caros de una construccin; se preocup del aislamiento trmico tanto

    en invierno como en verano, cuestin novedosa entonces; estudi los problemas de la

    iluminacin natural y propuso la escrupulosa sencillez como medio de abaratar costes,

    eliminando todo lo superfluo. En cuanto a la gestin, su faceta de poltico le haca cons-

    ciente de la necesidad de plantear soluciones viables y prcticas que por fin tena oca-

    sin de sacar a la luz.

    El planteamiento tcnico-arquitectnico de Salvador era no tanto una dursimacrtica al sistema, concienzuda y profunda sin opiniones huecas, cuanto un plan exhaus-

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    tivo en el que expona con crudeza los fallos de la Ley de Casas Baratas y planteaba al

    mismo tiempo las soluciones, prcticas y sencillas, que era imprescindible adoptar para

    resolver un problema que prevea en aumento a partir de entonces. Soluciones que no

    por sencillas dejaban de ser novedosas y que an hoy siguen vigentes en muchos casos.

    Las respuestas de Ams Salvador al cuestionario del CIRPAC pusieron de relieve

    muchas otras coincidencias entre sus conclusiones y las que saldran del congreso de

    Frankfurt: era necesario cambiar las disposiciones legales y normativas si se pretenda

    garantizar un grado aceptable de calidad, haca falta tambin abaratar los costes y haba

    que pensar en la gente que careca de recursos. Pero hubo otro punto ms, crucial para

    los intervinientes europeos, y que aqu ni se lleg a considerar: la necesidad de otorgar

    el poder necesario a los Ayuntamientos para hacer cumplir sus propias leyes. Esa cues-

    tin - que apuntaba Hermann Muthesius en 1918 y que defendi con vehemencia Hans

    Scmidtt en el congreso de Frankfurt de 1929 (Arquitectura, 1996: 21-23)- fue, durante

    dcadas, la gran laguna del problema de la vivienda en Espaa.

    Fueron los arquitectos de la generacin del 25 quienes pusieron en prctica las

    teoras de Ams Salvador. Los numerosos artculos publicados desde 1922 en diferentes

    revistas y peridicos, en los que reflejaban la situacin nacional e internacional del pro-

    blema, sirvieron de reflexin a pesar de que la mayora de los arquitectos jvenes resul-

    taron estar muy por detrs de las propuestas de don Ams, casi treinta aos mayor que

    ellos, como se puso de manifiesto ms tarde. Los artculos de Fernando Garca Merca-

    dal, Luis Lacasa o Carlos Arniches y Martn Domnguez enArquitectura,El SoloA.C.,

    fueron decisivos.

    El retraso no tardara en reflejarse en los trabajos de los jvenes arquitectos espa-

    oles presentados al Concurso de la Vivienda Mnima, para estupefaccin del convo-

    cante, Fernando Garca Mercadal, que vea atnito cmo sus colegas confundan vi-

    vienda mnima con reduccin del tamao de la vivienda.La postura de Ams Salvador ante el CIAM de 1929 y el Concurso de la vivien-

    da mnima, reflejada en los artculos previos, origin un interesante debate que aflor

    tanto en la prensa cuanto en las tertulias. Adems de Ams Salvador y de Fernando

    Garca Mercadal, intervinieron en l otros miembros de la generacin del 25, como

    Luis Lacasa o Carlos Arniches y Martn Domnguez.

    Lacasa haba tratado el tema en 1924, al publicar su artculo Un libro alemn so-

    bre casas baratas (Lacasa, 1924). En l reseaba el libro de Hermann Muthesius, Casamnima y barrio mnimo(Kleinhaus und Kleinsiedlung, 1918) en el que ste analizaba

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    en detalle el problema del que partira el Congreso de Frankfurt. A pesar de tratarse de

    una nota bibliogrfica, Lacasa sintetiz con precisin los principios fundamentales de la

    cuestin, que seran recogidos ms tarde por Ams Salvador y cuantos trataron el tema

    en los artculos, ponencias y debates a los que el congreso dio lugar. Con la advertencia

    de que no pretenda hacer una crtica, sino resumir lo que a su juicio era ms relevante

    del libro de Muthesius, Lacasa haca una observacin que no pudo pasar inadvertida: ...

    el precio no es ms que un accidente, mientras que este nuevo tipo de vivienda contiene

    una orientacin, no slo desde el punto de vista constructivo, sino social y tico (Laca-

    sa, 1924). Frente a las perniciosas consecuencias de la guerra franco-prusiana que haba

    impuesto la construccin en altura, responsables a sus ojos del problema alemn de la

    vivienda a principios del siglo XX, en los aos veinte se observ lo que denomin en su

    artculo el actual movimiento de las construcciones bajasen Alemania, gracias al de-

    sarrollo de los nuevos medios de transporte. Ahora podan adquirirse terrenos a las afue-

    ras de las ciudades, en zonas ms baratas pero bien comunicadas, con lo que la cons-

    truccin poda ser extensiva y as mejorar su calidad (Diez-Pastor, 2003: 7).

    Aunque el libro de Muthesius planteaba numerosas recomendaciones para el pro-

    yecto y el planeamiento de las viviendas y los barrios presididas por la lgica y el senti-

    do comn, y buscaba soluciones prcticas al problema, an quedaba otra cuestin por

    resolver, de dimensiones an mayores: el problema social. Fernando Garca Mercadal,

    delegado del CIAM y del CIRPAC en Espaa y fundador del GATEPAC, haba escrito

    en 1926 -durante su estancia en la Academia Espaola en Roma- una memoria en la que

    investigaba los problemas de la vivienda (Garca Mercadal, 1926). En ella trataba la vi-

    vienda desde todos los puntos de vista posibles: el planeamiento urbanstico, los modos

    de agrupacin, los tipos, las distribuciones, los programas de necesidades, las conside-

    raciones higinicas y sanitarias, y los materiales y sistemas constructivos. Sin embargo,

    su conocimiento sobre el terreno de las soluciones que se estaban dando al problema enel resto de Europa le hizo adoptar una postura singular en su estudio, puesto que recoga

    no slo las soluciones aconsejadas en los tratados y que venan aplicndose en toda Eu-

    ropa desde haca casi un siglo, sino tambin las innovaciones aportadas por los arquitec-

    tos jvenes ms destacados del momento. Garca Mercadal hablaba por primera vez de

    arquitectos europeos como Bruno Taut, Paul Wolf, Hannes Meyer y los holandeses Du-

    dok, Berlage, Brinkman, Van der Vlugt, Oud, Wils, Gratama, Kropholler, Staal o De

    Klerk como profesionales que haban contribuido a buscar nuevas soluciones al viejoproblema de la vivienda social, gracias a los cuales las ciudades de toda Europa empe-

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    zaban a transformarse para darle todas las soluciones imaginables. Al plantear su po-

    nencia en el Congreso Nacional de Arquitectura, Garca Mercadal meta el dedo en la

    llaga del gravsimo problema espaol de la vivienda mostrando pblicamente las solu-

    ciones ms innovadoras y recalcando la obsolescencia de la Ley de 1911. Probablemen-

    te su edad hizo pensar a sus colegas que estaba llevado de puro idealismo juvenil y la

    mayora hizo odos sordos a su preclara llamada de atencin.

    Pero ni la resea bibliogrfica de Lacasa sobre el libro de Muthesius, ni la ponen-

    cia de Garca Mercadal pasaron inadvertidas para sus amigos arquitectos y algn colega

    mayor, aunque perspicaz, como Ams Salvador. No era difcil entender que el problema

    era real y mucho ms serio que un simple delirio juvenil o caritativo. Quienes trabaja-

    ban en los organismos competentes en materia de sanidad e higiene, o en otros de mbi-

    to social, como la beneficencia, saban bien que la situacin se haca insostenible. El

    problema deba de afrontarse por distintos flancos, desde la educacin individual hasta

    la crtica tcnica especializada, desde su misma raz. El propio Lacasa haba tratado el

    tema de la educacin de tcnicos en temas afines al de la vivienda en una conferencia

    pronunciada en 1931 en la Escuela Nacional de Sanidad, titulada La vivienda higinica

    en la ciudad (Lacasa, 1931), en la que se refera de nuevo al factor econmico como

    crucial para la solucin del problema de la vivienda. Deca Lacasa: Slo hay una limi-

    tacin, slo hay un factor que establece diferencias y dificultades, y ese factor (...) es el

    econmico. Segn apuntaba, mientras en el extranjero se haba conseguido subordinar

    legalmente los intereses particulares a los colectivos, en Espaa el caso era el contrario:

    los Ayuntamientos, encargados de dictar las ordenanzas, no tenan poder frente a deter-

    minados intereses particulares para hacer que se cumplieran. Este problema y el econ-

    mico constituan pues, en opinin de Lacasa, la esencia del retraso espaol en materia

    de poltica de la vivienda social, en clara consonancia con Muthesius en este punto

    (Muthesius, 1918).En la educacin social venan incidiendo desde 1926 los miembros de la genera-

    cin del 25 Carlos Arniches y Martn Domnguez desde su columna semanal enEl Sol

    (Diez-Pastor, 2005: 61-85). Su seccin La Arquitectura y la Vida tena un sugerente

    ttulo con el que buscaban atraer y formar la opinin de sus lectores poniendo temas de

    gran complejidad al alcance de quienes carecan de formacin tcnica. En aquellos art-

    culos, Arniches y Domnguez proponan un proyecto concreto y analizaban sus aspectos

    prcticos y econmicos con un lenguaje llano y directo apoyado en sus propios dibujos.As supieron por primera vez los lectores espaoles de las posibilidades de distribuir

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    una vivienda segn fuesen las necesidades, del tipo de soluciones que podan esperar,

    del agrupamiento de viviendas en hilera (viviendas adosadas) o pareadas (fig. 2), o de

    las formas de distribuir una sala o una cocina juntando ambas para obtener un nuevo

    modelo de comedor (Arniches y Domnguez, 1927a). Aunque no se trataba de inven-

    ciones suyas, s eran las ms modernas y avanzadas y fueron ellos quienes las explica-

    ron por primera vez en un peridico para los legos en la materia. En cierto sentido fue-

    ron responsables de que, a partir de entonces, los clientes quisieran tener un saln-

    comedor en lugar de un saln y un comedor, o suprimir el office antesala de la coci-

    na- de sus viviendas.

    En cada ejemplo que trataban intentaban dirigir el inters del lector hacia lo nue-

    vo, poniendo en evidencia las ventajas de las novedades y los inconvenientes de las an-

    tiguas soluciones. Esto se haca tanto ms evidente cuanta mayor atencin dedicaban a

    cada tema concreto, como ocurri cuando publicaron una serie de artculos sobre las co-

    cinas (Arniches y Domnguez, 1927b, 1927c, 1928b y 1928c). En un momento en el que

    el CIAM de Frankfurt iba a traer la revolucin a la vivienda a partir de la transforma-

    cin de la cocina, y la vivienda se iba a reducir considerablemente de tamao, en Espa-

    a la mentalidad burguesa segua imponiendo el servicio domstico fijo como condicin

    necesaria para el desarrollo normal de su existencia, con un mnimo de tres personas

    que desempearan las tareas domsticas, lo que contrastaba con la mentalidad europea

    de prescindir del extrao en casa. Sobre este punto insistieron sutil, pero eficazmente,

    Arniches y Domnguez en su seccin al exponer las ventajas evidentes que supona el

    nuevo modelo de cocina, los nuevos accesorios y materiales, y la organizacin de la vi-

    vienda como resultado de todo ello. Esa sutileza permiti introducir en Espaa la nueva

    y prctica cocina de Grette Schtte-Lihotzky presentada en el Congreso de Frankfurt de

    1929. No es de extraar que sus Conjuntos arquitectnicos (Arniches y Domnguez,

    1927a), Estudio y vivienda para un artista (Arniches y Domnguez, 1928a) y Casasin criados (Arniches y Domnguez, 1928c) publicados en La Arquitectura y la Vida

    se convirtieran en ejemplos redondos de vivienda mnima entendida a la europea, re-

    sueltos con ms acierto que los presentados al concurso que convoc Garca Mercadal

    en 1929.

    La labor formativa realizada por Arniches y Domnguez inici una corriente social

    que, de no haber calado en las capas ms progresistas de la burguesa espaola, nunca

    habra pasado de ser una moda. Sin embargo, aquella sociedad que haca gala de su in-dependencia de criterio y se preciaba de estar al tanto de los ltimos avances tcnicos y

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    cientficos no poda dejar pasar la ocasin de modernizar su vida y, por lo tanto, su vi-

    vienda. Se trataba de una corriente que no iba a tardar en poner de relieve la fractura en-

    tre la arquitectura de algunos jvenes nostlgicos y las demandas de la nueva sociedad a

    la que queran atraer.

    En efecto, en 1929 Fernando Garca Mercadal, en calidad de delegado en Espaa

    de los CIAM y del CIRPAC, convoc el Concurso de la vivienda mnima con la idea

    de presentar algunas propuestas espaolas en Frankfurt. El jurado del concurso espaol

    (Arquitectura, 1929: 286-405),en su anlisis de los proyectos, sealaba en el fallo la

    desorientacin evidente en muchos de los trabajos presentados, que prescinden de lo

    fundamental del concurso, a saber: que sea vivienda mnima. De los catorce proyectos

    presentados, decidi optar por premiar una de las dos propuestas de Jos Mara Rivas

    Eulate, de la que deca el fallo: Debido a la reducida dimensin de las habitaciones re-

    sulta el del Sr. Rivas Eulate ms conforme con la ndole del concurso. Ello a pesar de

    que la vivienda que propona Rivas Eulate contaba con cuatro dormitorios (fig. 4). La

    cuestin subyacente, sin embargo, radicaba en el sentido mismo de la expresin vi-

    vienda mnima.

    En 1932 el GATEPAC public un editorial con el ttulo de Lo que entendemos

    por vivienda mnima sobre el mismo tema, en el que el planteamiento coincida con el

    de Ams Salvador (AC, 1932: 21). No en vano, otro de los asistentes espaoles al

    CIAM de Frankfurt haba sido el entonces jovencsimo Josep Llus Sert, miembro del

    GATEPAC y redactor deA.C. El artculo era escueto y solamente esbozaba unas lneas

    generales a modo de manifiesto. El GATEPAC contemplaba un conjunto de necesida-

    des bsicas a cubrir, que expona en cinco puntos, uno ms que don Ams. La propuesta

    no contradeca en nada los planteamientos de Ams Salvador, aunque s expresaba im-

    plcitamente la voluntad del grupo de no abandonar una cuestin que convirtieron en

    otro de los principios del GATEPAC, para lo cual exponan las condiciones necesariaspara obtener lo que llamaron vivienda confortable. Con esta expresin se referan al

    mnimo confort deseable de don Ams: el mnimo confort al que tiene derecho un in-

    dividuo. La clave consista en que el confort deba de ser tambin espiritual, provisto

    por la vivienda que adems deba proporcionar optimismo por medio de colores ale-

    gres, luz y plantas, y reposo, utilizando lneas tranquilas y volmenes agradables para

    descansar la vista. Con ello corregan los defectos de las viviendas propuestas por Ams

    Salvador, actualizando y modernizando los tipos con delicadeza y respeto.

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    El planteamiento serva al GATEPAC para reclamar una nueva ley que sustituyera

    a la obsoleta Ley de Casas Baratas y, aunque era razonable, estaba demasiado resumido

    y pareca menos profundo de lo que era, por lo que daba la impresin de ser ms una

    llamada juvenil a la rebelin contra la Ley de 1911 que una propuesta seria, comparable

    a la de Salvador. Al reabrir la polmica, el grupo se situaba como protagonista de las

    reivindicaciones a pesar de que, en virtud de sus aportaciones, no era ms que un conti-

    nuador que pona en evidencia la gravedad de una cuestin todava vigente y sin resol-

    ver tres aos despus del CIAM de Frankfurt. Sin embargo, el GATEPAC tuvo el acier-

    to de proponer ejemplos concretos segn las teoras que preconizaba, lo cual le vali un

    justo reconocimiento.

    Fueron precisamente los arquitectos -segn se deduce de sus propias actuaciones

    documentadas- los que ms inters pusieron en llamar la atencin sobre la necesidad de

    cambiar la mentalidad social y poltica espaolas ante el problema de la vivienda. Ata-

    caron la cuestin desde todos los frentes a su alcance, aportando, crtica y honestamente,

    lo mejor de sus conocimientos y ponindose, como no poda ser de otra manera, al ser-

    vicio de la sociedad. Sin embargo, el clamor dur aos para no producir los resultados

    esperables ni reportar beneficios a quien deba de obtenerlos: la sociedad. Ello degener

    en una situacin endmica de negligencia poltica y legal que perpetu el dficit de vi-

    viendas durante casi medio siglo ms, y tuvo un efecto an ms pernicioso en la con-

    ciencia social: no se produjo el esfuerzo por proporcionar una vivienda suficientemente

    digna a quienes la necesitaban, ni siquiera cuando se consigui salir de la situacin tem-

    poralmente.

    Las viviendas que se construyeron entonces eran, en la mayora de los casos, esca-

    sas en nmero, de una pobre calidad constructiva, hechas con evidente limitacin de

    medios econmicos y materiales, con el slo propsito de rentabilizar la inversin. No

    se trataba de las viviendas dignas -que serviran a sus habitantes de modelo de vida queya siempre querran repetir-, de gran calidad aunque de reducido tamao, que se hacan

    en el resto de Europa, donde el problema se afrontaba con gran seriedad, sacrificando

    los intereses particulares en favor de los colectivos, sino todo lo contrario: un gran ne-

    gocio especulativo que, a costa de los intereses sociales, proporcionaba beneficios as-

    tronmicos a promotores y constructores. La sociedad espaola tendra as, en el mejor

    de los casos, un techo bajo el que guarecerse, sin obtener de l ms que un pobre ejem-

    plo de vida compuesto exclusivamente de mnimos a cubrir y confundiendo, en el mejorde los casos, excelencia arquitectnica con profusin de tics decorativos costossimos e

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    innecesarios, que vemos repetir en las generaciones herederas de aquellos ejemplos. La

    ausencia de modelos estudiados con rigor y seriedad, que fue sustituida en Espaa por

    discutibles ejemplos de los que muy pocos era deseable repetir, trajo como consecuen-

    cia en muchos casos la utilizacin de estos como si se tratase de autnticos modelos.

    El debate que se produjo sobre la vivienda mnima hasta 1936 slo cambi actitu-

    des individuales -la mayora, de arquitectos-, pero no las polticas legales, econmicas y

    sociales que habra sido necesario transformar para que el cambio hubiera tenido efecto.

    Cuando se puso por fin manos a la obra para atajar el problema, se utilizaron los par-

    metros que haban sido vlidos a finales de los aos veinte y estaban ya obsoletos. El

    concepto caduco del mnimo confort deseable no se incluy en la ley hasta 1976, al

    revisarse la Ley de Viviendas de Proteccin Oficial de 1963-68, que no se modific has-

    ta 1978, cuando por fin se introdujeron todos los conceptos propuestos por los arquitec-

    tos en los aos veinte, con medio siglo de retraso, sin tener en cuenta que, para enton-

    ces, habra sido deseable y posible- pensar en el mximo confort alcanzable, tan ale-

    jado de la aspiracin a la opulencia. Desde entonces, cuando el mximo confort alcan-

    zable ya no es tanto deseable cuanto necesario, seguimos instalados en prototipos que

    vinieron dados por una economa de guerra, a los que la nica alternativa posible parece

    ser su reduccin que, si nadie lo impide, amenaza con empujarnos a adoptar como

    nuevo modelo el capsular japons, igual de ajeno y peligroso y el ms reducido de

    todos los conocidos hasta la fecha, en contra de cualquier intento de mejorar la salud

    mental de nuestras sociedades y de nuestras ciudades.

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    Figura 1: Colonia Hhenblick. Imagen de la autora.

    Figura 2: Artculo de Arniches y Domnguez.

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    Fig. 3. Propuestas de Ams Salvador.

    Fig. 4. Proyecto ganador del Concurso de la vivienda mnima, de Jos Mara Rivas

    Eulate.

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