Visiones de la Antigüedad: boletín 008 -marzo 2011-

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Visiones de la Antigüedad 8 — Marzo 2011 MAGAZINE Clamor Mujer, son tus perjúmenes Vendedores y pregones Una vida dedicada El Cuélebre Los precios La menra de la sociedad ¿Por qué escribo? Los peones negreros Los fabulosos monos marinos El casi olvidado cocinero Juan Cabrisas

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Marzo, los últimos coletazos del invierno, la entrada de la primavera. Un mes de contrastes en el que Visiones de la Antigüedad sigue mejorando y creciendo. Para los amigos de la historia. Nº 8 de Visiones de la Antigüedad.

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Visiones de la Antigüedad Nº 8 — Marzo 2011 MAGAZINE

Clamor

Mujer, son tus perjúmenes

Vendedores y

pregones

Una vida dedicada

El Cuélebre

Los precios

La mentira de la sociedad

¿Por qué escribo?

Los peones negreros

Los fabulosos monos marinos

El casi olvidado cocinero Juan Cabrisas

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La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 2011 como el Año Internacional de la Química. El año 2011 coincide con el cente-nario del Premio Nobel de Química otorgado a Marie Curie y de la fun-dación de la Asociación Internacional de Sociedades Químicas. Marie Curie Marie Curie fue la primera persona en recibir dos premios Nobel en dos campos diferentes y la primera mujer en ser profesora en la Uni-versidad de París. Junto con Pierre Curie y Henri Becquerel, Marie fue galardonada con el Premio Nobel de Física en 1903. Fue la primera mujer que obtuvo tal galardón. Les dieron 15.000 dólares, parte de los cuales lo utiliza-ron para hacer regalos a sus familias y en comprarse una bañera. En 1910 demostró que se podía obtener un gramo de radio puro. Al año siguiente recibió el Premio Nobel de Química «en reconocimiento de sus servicios en el avance de la Química por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este elemento». Con una actitud desinteresada, no patentó el proceso de aislamiento del radio, dejándolo abierto a la investigación de toda la comunidad científica.

Staff

Miguel Ángel Maca

Óscar García Teijeiro

José Ramón Miranda

Joaquín Martínez

Alejandro García Alamán

Dr. Enrique Calvo

Turriano

Deralte

Jim Alegrías

El Boletín de los amigos de

la historia.

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Editorial

Por José Ramón Miranda

Gaviota o albatros Una canción de Carmelo Larrea, “Dos cruces”, va

como anillo al dedo a Rajoy. Sevilla tuvo que ser/

con su lunita plateada/ testigo de nuestro amor/

bajo la noche estrellada. Para Aznar, Fraga y Ra-

joy, el trío de la bencina, el fin del zapaterismo

está próximo. Sólo falta que se calme al pueblo

sufriente de esa hambre calagurritana que tiene

de urnas para que se cumplan los sueños de los

asistentes a la pasarela Cibeles de esa Conven-

ción Nacional del PP en Sevilla y de los okupas de

Génova 13, que es donde habitan las manolas, las

tres y las cuatro solas/ una vestida de verde, /

otra de malva, y la otra, / un corselete escocés/

con cintas hasta la cola. Rajoy, en torno al que

flotan todas las complacencias de su partido, se

ve como si fuera el último ganador del Festival de

Benidorm, con la prensa cojonera y las chillonas

fans a sus pies. Como decía J.A.Monroy, “tuvo

que ser en Sevilla. En Sevilla tuvo que ser. Sevilla,

sonoro enjambre de abejas espirituales, hechas

de oro y temblor, como la vio el poeta. Sevilla,

nombre que fulgura en la historia con puro deste-

llo de inmortalidad. En Sevilla pueden ocurrir las

cosas más bellas y las más absurdas. Las más su-

blimes y las más insólitas”. Las que van delante,

garzas, / la que va detrás, paloma, / abren por las

alamedas/ muselinas misteriosas. Y por encima

de todas las garzas y de todas las palomas vuela

majestuosa la gaviota victoriosa. ¿Quién serán

aquellas tres/ de alto pecho y larga cola?/ ¿Por

qué agitan los pañuelos?/ ¿Adónde irán a estas

horas? ¡Rajoy, presidente! Sal al balcón y escribe

el “víctor”. Se acabó la miseria, el paro obrero y

las canciones de ciego contra el feroz Rubalcaba,

y las baladas al estilo de “Estaba el señor don Ga-

to”. Sabido es que los ciegos y las personas con

visión reducida pueden llegar a ser grandes orni-

tólogos y distinguir mejor que nadie el canto de

las aves. Pero la majestuosa gaviota no se detiene

en cazar moscas. La gaviota, ese logo del PP, idea

Bernardo Rabassa, presidente del Club Liberal

Español, no es una gaviota, es un albatros. A Fra-

ga siempre le molestó que al albatros del logo le

llamaran gaviota. Albatros, gaviota, ¡qué más da!

Leo en diariodesevilla.es que “la Junta de Andalu-

cía ha emprendido una campaña de exterminio

de la gaviota de Cádiz, que no es Teófila Martí-

nez, sino esa ave voladora que habita en las cos-

tas marinas e interiores, marismas y zonas adya-

centes. El problema de la gaviota es lo mucho

que engaña. Tiene apariencia grácil y estética de

diseño, pero su belleza esconde una condición

depredadora y comemierda. Gaviota, albatros…,

no sabría qué decirles.

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Índice

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Selección de Noticias V.A. VA Pag. 7

Selecciones Científicas VA Pag. 35

Conociendo a…

Óscar García Teijeiro Catalina Jiménez Pag. 46

¿Por qué escribo? Miguel Ángel Maca Pag. 50

Mujer, son tus perjúmenes Deralte Pag. 52

Vendedores y pregones Deralte Pag. 54

Una vida dedicada Turriano Pag. 56

Rincón Literario

El Cuélebre J.R. Miranda Pag. 58

La “Ñ” del Profesor

Los Precios Joaquín Martínez Pag. 66

Tejiendo Agua

La Mentira de la Sociedad / Clamor Ó. García Teijeiro Pag. 70

Eulogio Gelónida, Cronista

Los Peones Negreros A. García Alamán Pag. 76

El Bazar de Jim

Los Fabulosos Monos Marinos Jim Alegrías Pag. 88

Viento de Bombardino

El Casi Olvidado Cocinero Juan Cabrisas J.R. Miranda Pag. 92

Índice

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XFDM, con Antonio Runa y Carlos Ruíz

www..forosdelmisterio.net

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Selección de Noticias V.A. Visiones de la Antigüedad

Por las manos de Thomas T. Noguchi, un forense de Los Ángeles, pasaron los cuerpos de Robert Kennedy, Sharon Tate, William Holden, Natalie Wood y el de la rubia inmortal. Y él cuenta en un libro sus secretos . Encontraron a la famosa actriz tendida sin ropa sobre la cama. En una imagen conmovedora que se transmitió como un rayo por todo el mundo, yacía muerta con un brazo extendido y la mano en el teléfono. El sargento Jack Clemmons, ins-pector de guardia en la comisaría de Los Ángeles Oeste, registró una llamada del doctor Greenson informando sobre la muerte de Monroe a las 4.25 de la mañana del domingo. "¿Marilyn Monroe?", se preguntó. Debía de ser una broma. En lugar de dar aviso a una patrulla, como hubiera hecho nor-malmente, fue en persona a comprobar la veraci-dad de la llamada. Clemmons comenzó a sospe-char de inmediato sobre las circunstancias de aquella muerte. Para empezar, había algo que no cuadraba con el tiempo: la señora Murray (la en-fermera-asistenta que cuidaba de Monroe) co-mentó que habían encontrado el cuerpo poco después de la medianoche y, sin embargo, la poli-cía no fue avisada hasta las 4.25. ¿Qué sucedió mientras tanto? El doctor Greenson declaró que había telefoneado a los estudios y a colaborado-res de Monroe, pero el sargento no se creyó que esas llamadas le hubieran podido ocupar cuatro horas. ¿Alguien se había encargado de destruir las pruebas de un delito?

Esa misma mañana fui a la oficina forense para iniciar mi jornada laboral. En mi condición de ayu-dante me tocaba trabajar todos los domingos y a veces los siete días de la semana, pues andába-mos cortos de personal y el trabajo se acumula-ba. Pero esa mañana percibí que algo extraño sucedía. El doctor Curphey había telefoneado temprano a la oficina para dejarme un mensaje. La nota que había sobre mi escritorio rezaba: "El doctor Curphey quiere que el doctor Noguchi ha-ga la autopsia de Marilyn Monroe". En una situa-ción normal era un trabajo indicado para un mé-dico forense con más experiencia. Y, sin embargo, el doctor Curphey se había molestado en llamar un domingo a primera hora para adjudicarme la tarea. (...)

El cadáver que se hallaba sobre la mesa 1 estaba cubierto por una sábana blanca. Lo destapé len-tamente y me detuve. Me costó unos instantes hacerme a la idea de que estaba contemplando el rostro de la verdadera Marilyn Monroe. (...) Sabía que el mundo entero exigiría saber qué había ocurrido con un personaje tan querido. Sintiendo ya esa carga, comencé el examen. No hallé ni una sola marca de aguja, y eso es lo que consigné en el diagrama corporal del informe. Sin embargo, curiosamente, sí encontré señales que podían indicar violencia: también apunté esos hallazgos en el diagrama. En la región lumbar, a la izquier-da, Monroe presentaba una ligera equimosis, un hematoma cárdeno resultado de una pequeña hemorragia ocurrida dentro de los tejidos. (...) ¿Pero tenía relación con su muerte o había sido fruto de un percance doméstico como, por ejem-plo, el tropiezo con una mesa? En ese momento creí que el traumatismo no tenía conexión alguna con el deceso. Tanto su ubicación, justo por enci-ma de la cadera, como sus reducidas dimensiones me hacían descartar la violencia como causa. Ha-bría resultado más lógico encontrar heridas re-cientes alrededor del cuello o la cabeza en el caso

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de que Monroe hubiera sido atacada. No obstan-te, ese hematoma sigue sin tener hoy una expli-cación. Y, tratándose de un posible indicio de vio-lencia, no deja de ser curioso que haya pasado desapercibido para la mayoría de los periodistas de investigación que se han interesado más tarde por el tema.

En mi informe expuse las conclusiones de la au-topsia. Empezaba así: "Examen externo: el cuer-po sin embalsamar pertenece a una mujer caucá-sica de treinta y seis años y buena constitución, sana, con cincuenta y tres kilos de peso y un me-tro sesenta y seis de estatura. El cuero cabelludo está cubierto por una melena de color rubio oxi-genado. Ojos azules.*...+ Se advierte una leve equimosis entre la cadera izquierda y el lado iz-quierdo de la región lumbar". A continuación, el informe pasaba a detallar el examen interno de los sistemas cardiovascular, respiratorio, hepático y biliar, sanguíneo y linfático, endocrino, urinario, reproductor y digestivo. Fue la sección que anali-zaba el sistema digestivo la que más tarde creó la controversia y llevó a decir a los partidarios de la conspiración que "probaba" el asesinato de Mon-roe, puesto que yo no había detectado ningún

rastro del paso de píldoras por el estómago o el intestino delgado. Ningún resto. Ningún cristal refractario, aunque los frascos de píldoras recogi-dos mostraban que Monroe había ingerido entre cuarenta y cincuenta nembutales y abundantes cápsulas de hidrato de cloral. Por todo ello, los defensores de la teoría del asesinato aducían que alguien le había inyectado a Monroe las drogas que la mataron.

(...) El informe del laboratorio toxicológico aún añadiría más leña al fuego. Llegó a mis manos varias horas después de que finalizara la autopsia y, nada más comenzar a leerlo, disparó mis alar-mas. Yo había enviado, junto con el hígado, muestras de sangre para realizar las pruebas de alcohol y barbitúricos. Además, había remitido otros órganos para "un posterior análisis toxicoló-gico", entre ellos el estómago con su contenido y el intestino. De inmediato me percaté de que los técnicos del laboratorio no habían examinado esos órganos: se habían limitado a analizar la san-gre y el hígado.

¿A qué se debía esa omisión en lo que hoy consti-tuye el proceder rutinario del departamento? Los datos arrojados por los análisis de la sangre y el hígado, unidos al frasco vacío de Nembutal y al parcialmente vacío (faltaban 40 cápsulas sobre un total de 50) de hidrato de cloral, apuntaban de forma tan contundente hacia el suicidio que el toxicólogo jefe, Raymond J. Abernathy, no había considerado necesario proseguir con el resto de las pruebas. En concreto, el análisis de sangre mostraba 8,0 mg% de hidrato de cloral, y el híga-do, 13,0 mg% de pentobarbital (Nembutal), en ambos casos dosis ciertamente mortales.

Aun así, debí haber insistido en que se analizaran todos los órganos, especialmente el contenido del estómago y algunos segmentos del intestino. Pero no actué con diligencia. Siendo un subal-terno, consideré inútil cuestionar las decisiones de los jefes en un asunto de procedimiento. Ade-más, las pruebas me habían persuadido, al igual que a los toxicólogos, de que Marilyn Monroe había ingerido una cantidad de fármacos suficien-te para provocarse la muerte.

Cuando al cabo de unos días se hicieron públicas las conclusiones del médico forense, los medios saltaron raudos sobre esa omisión. Yo quería rec-tificar el error, pero ya era demasiado tarde. Unas semanas después le pregunté a Abernathy

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si había conservado los órganos de Monroe que le había remitido. En caso afirmativo, aún tenía-mos una oportunidad de analizarlos. Me contra-rió escucharle decir: "Lo siento, pero nos deshici-mos de todo tras cerrarse el caso". Sabía que los medios denunciarían un encubrimiento. Acerté. Las más variadas teorías acerca de un hipotético asesinato brotaron de inmediato y han persistido hasta hoy.

Los partidarios de la teoría del crimen, trabajando con la hipótesis de que tanto la fallecida como el "diario" en su poder representaban una amenaza para Robert Kennedy, destacaban el hecho de que Kennedy había volado a San Francisco el 3 de agosto de 1962, víspera de la muerte de Marilyn Monroe. (...) Lo que algunos defendían era que Kennedy había volado a Los Ángeles para supervi-sar el asesinato de Marilyn Monroe. Según se di-jo, Robert Slatzer (amigo y confidente de Marilyn) habló con una mujer que vivía en la misma man-zana que Monroe y esta declaró que había visto a Kennedy, acompañado por un hombre que lleva-ba un maletín de médico, entrando en casa de Monroe la tarde del sábado. De acuerdo con el guión de Slatzer, el hombre del maletín le había inyectado a Monroe las drogas que acabaron con su vida.

La "prueba" de una participación directa de Ken-nedy en el asesinato de Monroe era tan estram-bótica que incluso otros adalides de la idea cons-pirativa la rechazaron. Muchos esgrimían una se-gunda teoría. Creían que el crimen fue perpetra-do por agentes corruptos de la CIA inquietos ante la posibilidad de que Monroe guardara en su dia-rio informaciones suministradas por Kennedy. Algunos datos parecían corroborar la existencia de tal diario. En 1962, Lionel Grandison era un ayudante del forense con funciones administrati-vas; él fue quien firmó el certificado de defunción de Marilyn Monroe y, según declaró más tarde, llegó a ver el diario en la oficina forense, aunque al día siguiente había desaparecido.

El conocido especialista en pinchazos telefónicos Bernie Spindel aportó otra presunta "prueba" so-bre la participación de Kennedy en la muerte de Monroe. La casa de Spindel, que estaba reunien-do datos contra Kennedy por cuenta del líder del sindicato de camioneros Jimmy Hoffa, había sido registrada por la fiscalía de Nueva York. Los parti-darios de la teoría del crimen resaltaban que Ken-

nedy era en aquel momento senador por Nueva York y amigo de Frank Hogan, fiscal del distrito. En su opinión, Kennedy estaba detrás de la ope-ración. Las cintas de Spindel, confiscadas durante el registro, nunca fueron devueltas, y este se que-relló para recuperar "cintas y otras pruebas rela-cionadas con la muerte de Marilyn Monroe que refutan con rotundidad la versión oficial sobre las circunstancias de esa muerte".

(...) El 4 de noviembre de 1984 (22 años después de su muerte) tuve ocasión de responder porme-norizadamente a las preguntas que me hicieron los dos ayudantes del fiscal responsables de la investigación oficial sobre la muerte de Marilyn Monroe. (...) Los inspectores estaban interesados en hallar respuestas a tres cuestiones derivadas de mi informe:

1. La autopsia señalaba que el estómago se halla-ba "casi totalmente vacío". ¿Cómo podía ocurrir tal cosa cuando Monroe acababa de ingerir una cantidad masiva de píldoras?

2. ¿Por qué no se hallaron comprimidos a medio digerir, polvos o alguna irritación rojiza en las pa-redes estomacales?

3. Monroe había ingerido una gran cantidad de nembutales amarillos, así que debían aparecer restos de tinte amarillo en las paredes de la gar-ganta, el esófago y el estómago. ¿Por qué no se detectó ninguna coloración amarilla?

La cuarta pregunta se refería al examen externo del cuerpo de Monroe. Se sabía que el doctor Greenson le había puesto a Monroe su inyección habitual la víspera de su muerte, pero en su cuer-po no se había apreciado ninguna marca. ¿Por qué?

Para contestar a la primera pregunta, la concer-niente al estómago vacío, inicié mi explicación recurriendo a un hecho cotidiano. Cuando prue-bas comida exótica que no "se aviene" contigo, en ocasiones sufres una indigestión, lo cual signi-fica que el estómago rechaza la comida y no per-mite que pase fácilmente a los intestinos. Sin em-bargo, cuando ingieres una comida que estás ha-bituado a comer (un filete, por ejemplo), no se produce tal indigestión y la comida pasa fluida-mente hasta los intestinos. Lo mismo sucede con las pastillas cuando las toman consumidores ha-bituales de drogas. Marilyn Monroe había abusa-do de los somníferos y el hidrato de cloral duran-

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te años. Su estómago se había acostumbrado a las píldoras, así que las digería y las "volcaba" en el tracto intestinal. (...)

Para responder a la segunda pregunta, sobre la previsible presencia de pastillas a medio digerir, polvos o irritaciones en las paredes estomacales, me remití a mi informe, donde decía que "la mu-cosa presenta *...+una difusa hemorragia local". En otras palabras, tras las paredes estomacales (la mucosa) había una mínima aunque extendida hemorragia, la irritación rojiza de la que hablaba el doctor Weinberg.

Les comenté a los inspectores que la tercera cuestión (el supuesto de que el tinte amarillo del Nembutal tenía que haber manchado las paredes internas de la garganta y el estómago) solo podía haber sido planteada por un lego en la materia. En mi carrera me he topado en numerosas oca-siones con el Nembutal. Parece tratarse de una de las drogas favoritas de quienes planean suici-

darse. Expliqué a los ayudantes del fiscal que si uno coge una pastilla amarilla de Nembutal, se la pasa por los labios para humedecerla y, por últi-mo, se frota el dedo en ella, no se mancha con ningún tinte amarillo. El Nembutal viene en una cápsula especial que no destiñe al ser ingerida.

Respecto a la pregunta de por qué no se habían hallado marcas de pinchazos cuando se tenía constancia de que el doctor Greenson sí había inyectado a Monroe, contesté que las señales dejadas por agujas quirúrgicas muy finas como la usada por el doctor Greenson se cerraban al cabo de pocas horas, borrándose así todo vestigio de ellas. Solo pueden detectarse los pinchazos muy recientes. El doctor Greenson había puesto esa última inyección cuarenta y ocho horas antes de la autopsia. Por tanto, era lógico que yo no halla-ra ninguna marca reciente.

Fuente: elpais.com 05 de febrero 2011

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La imagen más clara de que las heridas de la gue-rra civil aún siguen abiertas, ha tenido lugar este domingo en el Cementerio Municipal de Candele-da, con motivo de la inauguración de una polémi-ca fosa-mausoleo dedicada a los asesinados y desaparecidos durante la represión franquista.

El acto convocado por el Foro por la Memoria del Tiétar y la Vera, se ha visto marcado por la pre-sencia de un grupo de once mujeres que han in-crepado durante unos 20 minutos al centenar de asistentes.

Se mostraban en contra de que ese memorial construido en unos terrenos cedidos por el Ayun-tamiento con fondos del Ministerio de la Presi-dencia -25.486,57 euros-, esté ilustrado con la obra 'Alegoría de la II República', en la que apa-rece la bandera republicana.

Mientras las mujeres, que han situado en la tum-ba de sus familiares una bandera de España, can-taban canciones religiosas –'Juntos como herma-nos'- y una parte del 'Cara al sol', los participan-tes en la inauguración han rehuido el enfrenta-miento y se han centrado en el homenaje a las víctimas del franquismo, sin la presencia del poe-

ta salmantino Marcos Ana, que finalmente no ha podido asistir.

Sí lo ha hecho el presidente de la Federación Es-tatal de foros por la Memoria, José María Pedre-ño, que ha lamentado este tipo de incidentes que "no suelen darse" en Andalucía, porque "la gente está más concienciada", a diferencia de lo que a su juicio sucede en comunidades como Castilla y León o Castilla-La Mancha, según ha dicho.

Ante un mausoleo con versos de Marcos Ana y una pancarta en la que podía leerse "Verdad, jus-ticia y reparación para las víctimas del franquis-mo", Pedreño ha elogiado un acto que en su opi-nión "no es una provocación" por el hecho de que los asistentes "defiendan los valores republi-canos".

Desde su punto de vista, que la fosa-mausoleo se encuentre aún vacía en estos momentos es una imagen "que lo dice todo", debido a las "dificultades para encontrar" los restos de las personas que fueron represaliadas.

Este acto, que ha concluido con gritos de "¡Viva la república!" y con la interpretación de "La Interna-cional", ha tenido lugar después de que el Ayun-tamiento de esta localidad abulense de 5.1000 habitantes haya instado al Foro por la Memoria a eliminar la enseña que aparece en la obra "Alegoría de la II República", por considerar que incumple con el objetivo de la Ley de la Memoria

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Histórica, al hacer "cierta apología política".

El alcalde candeledano, el socialista Miguel Her-nández –como el poeta-, explicó en su día que el objetivo de este memorial es "dignificar a las víc-timas, siempre que no sea motivo de fricción".

Este memorial, que incluye también un poema de Marcos Ana y una placa explicativa, pretende honrar a las víctimas de la guerra civil y albergar los restos de aquellas no reclamadas por sus fa-miliares, aunque aún no hay ninguno.

Fuente: elmundo.es

Confinada en una celda aislada pasa los días Asia Bibi, la mujer cristiana condenada a la horca por blasfemia en Pakistán. Esa habitación de tres por tres metros es el destino de los condenados a muerte desde que se dicta sentencia hasta que se consuma. Bibi ha estado allí los últimos tres me-ses de los 20 que lleva recluida. El edificio, ahora pintado de rosa, es herencia de la colonia británi-ca y está en la ciudad de Sheikhupura, a unos 50 kilómetros de Lahore, al noroeste de Pakistán. Bibi sale en muy pocas ocasiones de su celda. Ca-da vez menos. Las amenazas de muerte de los extremistas o de atacar la prisión son cada vez más reales. Sobre todo desde que en enero pasa-do mataran al gobernador del Estado, Salman Taseer, justo por defenderla. La cabeza de Bibi tiene precio: 4.400 euros ha ofrecido un clérigo radical. Pero la mujer parece optimista y fuerte: "Confío en que Dios escuchará mis plegarias, me ayudará a salir de aquí y volveré con mi familia a mi casa", dice nada más dar un fuerte apretón

con su mano helada a la periodista. Bibi recibe a El PAÍS en exclusiva. Tras el asesinato del gober-nador no se ha concedido ningún permiso para hablar con ella. Aunque el superintendente de la prisión no la deja sola y presiona constantemente con el tiempo.

Bibi se quita el pañuelo que le cubría la cara y es-boza una sonrisa a modo de saludo. Su cara re-donda y morena aparenta menos edad de los 45 años que tiene. Explica que las horas le parecen eternas: "No hay mucho que hacer en la prisión". Sus únicas ocupaciones son leer la Biblia y otros textos religiosos y cocinarse sus tres comidas dia-rias, asegura.

"Por la mañana me hago un té y para el mediodía algo de verduras, pollo y pan. Me han improvisa-do en la celda una pequeña cocina", cuenta. Lo hace para ayudar a pasar el tiempo y se apresura a decir que las autoridades de la prisión la tratan bien. ¿Y si no estuviera aquí elrintendente? "Lo diría también", asegura con la ayuda de un tra-ductor del urdu al inglés.

Bibi atribuye su castigo a la "mala suerte". Niega en redondo las acusaciones. "Yo no cometí blas-femia. Nunca hablaría en contra del Profeta. Y creo que Dios ha visto todo y al final las cosas vol-verán a su lugar", señala con voz suave, pero fir-me. Dice que fue acusada de blasfema por tener problemas con algunas personas de su aldea, que la discriminaban a ella y a su familia por ser los únicos cristianos del pueblo.

"Un día protesté ante el recolector de impuestos porque dejaba a sus animales libres y hacían des-trozos en mi casa. Él me insultó y desde ahí co-menzó una campaña contra mi", recuerda. Bibi trabajaba como jornalera en el campo y un día, recogiendo frutas en una plantación, ofreció agua a las otras mujeres. Dos de ellas se negaron. "Me dijeron que no podían tomar del mismo cubo que una cristiana y comenzó una discusión entre no-sotras, pero nunca blasfemé".

Cinco días después, el imán local la acusó en la comisaría y comenzó el calvario que la ha dejado en esta prisión donde es la única condenada a muerte entre 2.400 presos, el 95% hombres. Bibi, como sus defensores, asegura que el proceso ju-dicial se ha visto afectado por la presión islamis-ta.

A Bibi solo se le humedecen sus ojos negros cuan-

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do piensa en su familia. "Estoy más preocupada por ellos que por mí. He oído los rumores de que también están amenazados de muerte", explica. Su esposo no falta cada semana a visitarla y siem-pre lleva consigo a alguno de sus hijos. A pesar de que esas visitas le dan mucha alegría, Bibi le pide que venga menos, cada dos semanas. Sabe que cada visita es un riesgo. Su familia no le informa completamente de todo lo que pasa por no preo-cuparla y le insisten en que todo va bien.

A quien más echa de menos es a su hija menor, Isham, de 12 años. "Es mi alegría, una niña muy buena, muy sonriente, y me duele mucho no ver-la crecer", dice mirándose las manos, que aprieta fuertemente.

La vida de toda la familia ha cambiado. El padre y los hijos están huyendo. No pueden trabajar ni ir a la escuela. Antes del asesinato del gobernador era difícil, pero posible, entrevistarlos. Ahora no. Se han vuelto uno de los objetivos principales de los radicales. Están protegidos y reciben alimen-tos del Ministerio de Minorías y de algunos gru-pos cristianos.

Bibi quiere seguir hablando, pero tras 20 minutos de entrevista el superintendente dice basta. Le ordena a la carcelera, cuyos ojos asoman tras un pañuelo marrón, que se la lleve. Bibi se vuelve a tapar la cara y se levanta de la silla. Lo tiene asu-mido: "Tengo que afrontar esta prueba con pa-ciencia y con coraje", comenta.

El proceso judicial puede durar años. Su defensa apeló la pena capital, pero nadie sabe cuándo será la próxima audiencia. Muchos piensan que lo mejor es esperar algún tiempo a que se calmen los ánimos. Por ahora, Bibi vuelve a su fría celda.

Los años 70: Detenciones y abusos te-levisados *…+ Los grupos de derechos humanos y oposito-res a Gadafi denunciaron que a lo largo de la dé-cada de los 70 las fuerzas policiales y de seguri-dad arrestaron a cientos de libios que se opusie-ron a Gadafi o que eran susceptibles de hacerlo.

Manifestaciones estudiantiles fueron reprimidas con gran dureza por las autoridades en lo que se

convirtió en baños de sangres. Los opositores fueron detenidos, encarcelados, y en algunos ca-sos dados por desaparecidos.

Las fuerzas de seguridad detuvieron a académi-cos, abogados, estudiantes, periodistas, miem-bros de la Hermandad Musulmana y cualquiera que fuera considerado "enemigo de la revolu-ción", según Human Right Watch. Gadafi amena-zó a todo aquel que le plantara cara con toda su represión.

"Yo podría emitir en cualquier momento una sen-tencia de muerte, porque la ejecución es el des-tino de cualquier persona que forme un partido político", dijo en un discurso en noviembre de 1974.

La televisión libia se hizo eco de ejecuciones, ahorcamientos y sentencias. En 1976 Gadafi au-torizó la ejecución de 22 oficiales que habían par-ticipado en un intento de golpe de Estado, ade-más de ejecutar a varios civiles.

Los 80: más desapariciones y deten-ciones En 1980 las autoridades aprobaron una política de ejecuciones extrajudiciales para todos aque-

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llos opositores en el exilio, a los que se calificó de "perros callejeros".

Según un artículo de 2009 en la revista 'Forbes' escrito por el activista de los derechos Eljahmi, el entonces subdirector de Gaddafi, Abdel Salam Jalloud emitió una justificación pública en 1980 para el asesinato de disidentes en el extranjero.

"Muchas personas que huyeron al extranjero se llevaron bienes pertenecientes al pueblo libio ... Ahora están poniendo sus ganancias ilícitas a dis-posición de la oposición liderada por (entonces líder egipcio Anwar) Sadat, el imperialismo mun-dial, y de Israel".

El intento de un golpe de Estado en mayo de 1984, aparentemente montado por los exiliados, acabó con miles de activistas encarcelados y cientos de ejecutados.

En 1988 el régimen de Gadafi abrió un poco la mano y concedió una amnistía a cientos de pre-sos políticos. Sin embargo, un año después de aquel espejismo, la represión regreso con más dureza. Según Amnistía Internacional, el Go-bierno instituyó "arrestos masivos, detenciones arbitrarias, desapariciones, la tortura y la pena de

muerte".

Los 90: asesinatos en masa En 1993, después de un fallido golpe de Estado en el que hubo militares implicados, Gadafi co-menzó una purga militar, eliminando a posibles rivales y sustituyéndolos por los leales al régimen.

En lo que los críticos llaman, los actos más san-grientos de represión, más de 1.000 prisioneros fueron asesinados a tiros por las fuerzas de segu-ridad el 28 y 29 de junio de 1996 en la prisión de Abu Salim, según Human Rights Watch.

Durante años, los funcionarios libios negaron los asesinatos en Abu Salim. El primer reconocimien-to público fue en abril de 2004, cuando Gadafi dijo que los asesinatos tuvieron lugar allí, y que las familias de los presos tenían derecho a saber lo que ocurrió.

2000: un poco de derechos humanos Según varias ONG, las autoridades comenzaron el milenio con cierta mejora en derechos humanos. Comenzó la liberación de algunos presos políticos y se permitió que los grupos de derechos huma-nos visitaran el país.

En 2001 cerca de 300 presos, entre ellos presos políticos, fueron puestos en libertad. Entre ellos se encontraba el preso político que más años ha permanecido en prisión, Ahmad Ahmad al-Zubayr Sanussi, acusado de participar en un intento de golpe en 1970 y que pasó 31 años en prisión.

Sin embargo las revueltas que tambalean el mun-do árabe han vuelto a dar muestra de lo que Ga-dafi es capaz de hacer para mantenerse en el po-der. De momento, casi 300 muertos en pocos días tras bombardear y disparar a los manifestan-tes que piden un cambio de régimen.

Fuente: Elmundo.es

¿Por qué la camisa del miliciano de Capa luce tan inmaculada en el momento de recibir un disparo mortal? ¿Estuvieron alguna vez enamorados el chico y la chica que retrató Doisneau frente al Hotel de Ville de París? ¿Cómo se llama aquel hombre que detuvo el avance de una columna de blindados en Tiananmen?

Todos los grandes iconos fotográficos cargan con

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su ración de mitología. Pero hay otros en los que la mitología ha virado hacia la leyenda negra. ¿Por qué Kevin Carter no ayudó a la niña a esca-par del buitre?

No es fácil imponerse a las leyendas, y más cuan-do estas tienen el color negro de la muerte. El fotógrafo sudafricano Kevin Carter visitó en avio-neta la aldea sudanesa de Ayod en 1993 para de-nunciar la hambruna y la guerra que sufría el país.

Antes de irse, vio a un bebé desnutrido tendido en la arena justo en el mismo plano que un bui-tre, dos símbolos poderosos que representaban la mejor metáfora de lo que sucedía en aquel lugar en aquel instante, una de las catástrofes humanitarias más importantes del siglo XX.

Carter dejó Ayod sabiendo que había conseguido una gran fotografía y así fue. 'The New York Ti-mes' la publicó días después con un efecto que él desconocía. La opinión pública se volvió contra él por no haber hecho nada para salvar a la cria-tura de las garras de ese buitre amenazante, lle-gando a acusarle de ser el auténtico carroñero de la foto. Un año después, en 1994, ganó el Puli-tzer y se suicidó.

Nadie vio morir a aquel bebé y es la propia ima-gen la que desmiente ese destino trágico, al me-nos en parte, ya que la criatura de la foto lleva en su mano derecha una pulsera de plástico de la estación de comida de la ONU, instalada en aquel lugar. Si se observa la foto en alta resolución, puede leerse, escrito en rotulador azul, el código "T3".

A Carter se le criticó por no ayudar al bebé y el mundo le dio por muerto a pesar de que el pro-pio Carter no lo vio morir, sólo disparó la foto y se fue minutos después. La realidad es que ya estaba registrado en la central de comida, en la que atendían enfermeros franceses de la ONG Médicos del Mundo.

Florence Mourin coordinaba los trabajos en aquel dispensario improvisado: "Se usaban dos letras: "T", para la malnutrición severa y "S", para los que sólo necesitaban alimentación suplementa-ria. El número indica el orden de llegada al feed center". Es decir, que Kong tenía malnutrición severa, fue el tercero en llegar al centro, se recu-peró, sobrevivió a la hambruna, al buitre y a los peores presagios de los lectores occidentales.

Con esa premisa, y la posibilidad de que la criatu-ra siguiera viva a pesar de la hambruna y la gue-rra, Crónica ha viajado a Ayod 18 años después para reconstruir la historia de aquella fotografía.

Después de varias reuniones con decenas de ha-bitantes de la aldea, una mujer que repartía co-mida en aquel lugar hace 18 años llamada Mary Nyaluak dio la primera pista sobre el paradero de la misteriosa criatura. "Es un niño y no una niña. Se llama Kong Nyong, y vive fuera de la aldea".

Dos días después, aquella pista llevaría hasta la familia del pequeño, cuyo padre identificó al pe-queño y confirmó que se recuperó de aquella hambruna pero que murió hace cuatro años de "fiebres".

Fuente: El mundo.es

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Largamente esperado por los investigadores y estudiosos del 23-F, Francisco Laína, el hombre que ejerció de presidente en funciones durante las 18 interminables horas de ocupación del Con-greso de los Diputados, accede finalmente a aportar su testimonio sobre aquellos hechos. Lo hace para EL PAÍS, preocupado por la germina-ción, en los últimos años, de versiones fantasio-sas, erróneas o deliberadamente falsas sobre el 23-F, Licenciado en Derecho, técnico de la Admi-nistración Civil del Estado y ex gobernador civil de León, Las Palmas y Zaragoza, Francisco Laína (18 de mayo de 1936, La Carrera, Ávila) abandonó su puesto de director de Seguridad del Estado y la política activa en 1982, pero se mantiene al tanto de la actualidad y sigue con particular interés la evolución del problema terrorista en el País Vas-co, su otro viejo caballo de batalla. Sobre la mesa de la sala de estar en su casa de Ávila descansa para la ocasión, subrayado y salpicado de anota-ciones, el libro El enigma del elefante, editado hace 20 años por El País-Aguilar. Dice que está escribiendo un libro en el que narra únicamente los acontecimientos de aquellas fechas que él vi-vió en primera persona y sobre los hechos de los que dispone de pruebas fehacientes.

Ágil de movimientos y con una planta física que parece desmentir su edad, Laína ha cerrado las puertas de la habitación y ya no cogerá los teléfo-nos en las horas siguientes. No quiere interrup-ciones mientras desgrana su "verdad" del 23-F, un relato rico en novedades y altamente prove-choso que permite hacerse una idea cabal de lo acontecido ese día. Lo que sigue es un anticipo

sincopado de su libro y también la respuesta cumplida a la petición de entrevista que este pe-riódico le formuló hace exactamente dos déca-das.

A propósito de la atmósfera reinante en los me-ses precedentes a la intentona golpista: atenta-dos un día sí y otro también, crisis económica, agitación e intoxicación desde los medios "ultras", división interna en la UCD gobernante, dura confrontación política..., el exdirector de Seguridad del Estado guarda en su memoria dos escenas relevantes. La primera de ellas transcurre en una iglesia de Madrid, en el funeral por una de las víctimas de ETA. Francisco Laína descubre con sorpresa que entre los asistentes al acto se en-cuentra el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero que había sido condenado a una pena irrisoria, pese a haber sido reconocido cul-pable del frustrado proyecto de asalto al palacio de la Moncloa, conocido como Operación Gala-xia.

"Tenía a mi lado al director de la Guardia Civil, José Luis Aramburu Topete, quien ha muerto ha-ce pocas semanas. Le pregunté: '¿Oye, qué hace Tejero aquí, en Madrid?'. 'Ya no tiene mando, es-tá en situación de disponible', contestó. Me que-dé pensando que aunque no tuviera mando dis-ponía de 24 horas al día para conspirar. Dejarle en Madrid libre de vigilancia fue un error de los servicios de información".

En la segunda escena, el director de Seguridad del Estado con el Gobierno de la UCD le entrega al presidente Adolfo Suárez un informe confiden-cial elaborado por los servicios de información policiales. "Antes, se lo había pasado a mi minis-tro de Interior, Juan José Rosón, pero cuando lo leyó me dijo: 'Paco, esto es muy duro. ¿Por qué no lo despachas tú directamente con Adolfo?". En el informe, de dos folios, se indicaba que el Rey no se recataba en criticar duramente al presi-dente Suárez en sus conversaciones con personas y ambientes muy diversos. Se añadía que el mo-narca expresaba abiertamente su disconformidad con decisiones adoptadas por Suárez y planteaba la conveniencia de un posible relevo del presi-dente. También se daba cuenta de una comida que el general Alfonso Armada, gobernador mili-tar de Lleida y antiguo preceptor del Rey, había mantenido con el responsable de asuntos de De-fensa del PSOE y número tres de ese partido, En-

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rique Múgica, en la casa del alcalde de esa capi-tal, Antoni Siurana. En el informe se aludía a los asuntos supuestamente tratados en esa comida y a los comentarios suscitados en torno al encuen-tro. Acudí a La Moncloa a finales de diciembre a entregar el informe. Después de leerlo detenida-mente, Suárez guardó un momento de silencio y luego me dijo: "No me cuentas nada nuevo".

Pregunta. ¿El Rey instó a Adolfo Suárez a dimitir?

Respuesta. *En este punto de la conversación, Laína se ha fumado ya el segundo cigarrillo de la larga ristra que quemará durante la entrevista+. Adolfo nunca me lo manifestó así en las abundan-tes charlas que mantuvimos antes de que la en-fermedad le minara la memoria. De todas formas, Suárez era un hombre valiente y de coraje, y el que le conocía sabía que no iba a arredrarse fácil-mente. La irrupción de Tejero en el Congreso me pilló en mi despacho estudiando un informe so-bre la construcción de la Escuela de Policía de Ávila, mientras seguía por la Cadena Ser la re-transmisión de la sesión de investidura de Calvo Sotelo. Recuerdo que de fondo se oían como un sonsonete los nombres de los diputados llamados a votar cuando surgieron los gritos y los tiros. An-tes de cinco minutos sonó el teléfono de comuni-cación con La Zarzuela, que estaba integrado en un sistema protegido llamado Malla Cero, reser-vado para las comunicaciones entre las altas insti-tuciones del Estado. Era el Rey. Me preguntó qué sabía de lo que estaba pasando en el Congreso y le tuve que decir que no más que lo que conta-ban por la radio, aunque le añadí mi sospecha de que ese teniente coronel de la Guardia Civil que acababa de ocupar el Congreso podría ser Tejero, el mismo de la Operación Galaxia.

Como primera autoridad civil, en calidad de presi-dente de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios que asumió las funciones guber-nativas, Laína habló esa tarde noche repetidas veces con La Zarzuela, casi siempre con Sabino Fernández Campo, secretario general de la Casa del Rey, pero también con el monarca. "Sobre las 19.45, el Rey me llamó para advertirme: '¡Paco, cuidado con Armada! Te paso a Sabino para que te lo explique'. Sabino me reiteró que sobrada-mente la advertencia: '¡Ojo con Armada, que está metido hasta las cejas".

A esas horas, el juego del antiguo preceptor del Rey había quedado al descubierto porque, visto

que los golpistas decían seguir órdenes de su Ma-jestad y sostenían como prueba que Armada es-taba en ese momento en La Zarzuela, el general José Juste, jefe de la poderosa División Acorazada Brunete, asentada en Madrid, había optado por tomarles la palabra y verificar personalmente el dato. Llamó a La Zarzuela, preguntó por el gene-ral Alfonso Armada y obtuvo de Sabino Fernán-dez Campo la respuesta que ha quedado para la posteridad: "Ni está, ni se le espera". A partir de ahí, los intentos del antiguo preceptor del monar-ca de ser llamado a La Zarzuela resultaron infruc-tuosos y la coartada real se fue desvaneciendo. "Reconozco que hasta entonces no había sospe-chado de Armada. Cuando hablé con Tejero, me dijo que él solo obedecía órdenes del capitán ge-neral de Valencia, Jaime Milans del Boch, y del general Alfonso Armada, y acto seguido me colgó el teléfono".

P. ¿Fue el Rey quien le designó presidente del Gobierno interino, como se ha escrito?

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R. Pese a lo que se ha dicho y escrito, la constitu-ción de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios no fue iniciativa del Rey ni de Sa-bino Fernández Campo, sino de José Terceiro Lomba, secretario general del ministro adjunto al presidente. Él se lo propuso a Luis Sánchez Har-guindey, subsecretario de Interior, y este a mí. Me pareció oportuno y se sometió a la considera-ción de Sabino y del Rey. La comisión funcionó por la vía de los hechos, y el Rey no intervino más allá de darle su aprobación y su impulso. Lo que pasó es que como director de Seguridad el que tenía más información de lo que estaba pasando era yo. Sobre el papel, los escenarios se limitaban al Congreso ocupado por Tejero; a Valencia, don-de Milans había sacado los tanques a la calle, y a la Acorazada Brunete, pero según avanzaba la noche se advertía cierta inestabilidad en los Esta-dos Mayores de algunas capitanías generales por-que, como nos indicaban los servicios de informa-ción y los gobernadores civiles, había coroneles y tenientes coroneles que pretendían extender la

situación impuesta por Milans en Valencia.

Toda la tarde noche fue un continuo pulso, una dura pelea en la que el Rey y Sabino tuvieron que aplicarse a fondo para sujetar a los regimientos. La obediencia de la Acorazada estuvo mucho tiempo en el aire, al igual que la lealtad democrá-tica de ciertos sectores de la Guardia Civil y de la policía. Lo peor en aquellos momentos, y así se lo dije a los representantes de los partidos, era que la gente saliera a la calle a manifestarse para de-fender la democracia, ya que esa era la excusa que muchos militares esperaban para restablecer la normalidad y hacerse con el control de la calle. Con Fernando Castedo, director de RTVE, tuve que ponerme muy serio para que acatara mis ór-denes.

Pretendía ofrecer una información continuada de todo lo que estaba pasando y a mí me parecía que en una situación como aquella, tan explosiva y confusa, transmitir el golpe en vivo y en directo era una irresponsabilidad que podía alentar a los involucionistas. Contra eso, el antídoto era la nor-malidad: que los transportes funcionaran, que la gente se fuera a dormir, que los colegios abrieran por la mañana...

P. ¿Hasta qué punto la autoridad democrática contó con la lealtad de las fuerzas policiales?

R. Vistas las miradas que me lanzaron algunos cuando acudí al puesto de mando del hotel Pala-ce, tuve la sensación de que muchos de los que estaban allí simpatizaban, en realidad, con los ocupantes del Congreso. El gobernador civil de Madrid, Mariano Nicolás, amigo mío, me infor-maba desde una cabina telefónica que había cer-ca del Palace -yo oía caer las monedas, mientras me daba las novedades-, porque no se fiaba un pelo de la gente que tenía alrededor. A Aramburu Topete le pregunté si podía contar con la Guardia Civil en el caso de que hubiera que entrar en el Congreso a liberar a los diputados. Su respuesta fue: "Conmigo sí, pero no sé si obedecerán mis órdenes". Por el contrario, el general inspector de la Policía, José Antonio Saénz de Santamaría, me dijo que estaba en condiciones de ofrecerme el pleno apoyo de sus hombres. Lo que no podía ofrecerme eran vehículos blindados, muy necesa-rios ya que había que contar con que los de den-tro nos responderían con fuego real. Todas las tanquetas policiales estaban en el País Vasco.

Además de eso, el problema estaba en que de

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acuerdo con los planos del edificio del Congreso, que nos costó Dios y ayuda localizar, los puntos más débiles, menos reforzados, de la estructura por los que podíamos penetrar eran justamente los tabiques de las estancias en las que mante-nían secuestrados al presidente del Gobierno y a los líderes políticos. Descartamos el asalto puesto que volar esos muros entrañaba el riesgo de herir o matar a los secuestrados. Pero de todos modos, como no quería que Tejero se sintiera tranquilo y seguro, comenzamos a cortarle las líneas telefó-nicas. Lo hicimos paulatinamente, de acuerdo con las recomendaciones de tres psicólogos llamados por Sánchez Harguindey al ministerio que nos aconsejaban no aislarle totalmente. "Esos hijos de puta me están cortando los teléfonos", se quejó Tejero a su amigo y cómplice el ultradere-chista Juan García Carrés en una de las conversa-ciones telefónicas que intervinimos. Como último recurso, Tejero terminó usando el teléfono del coche del presidente Suárez.

Esa noche, los psicólogos nos adelantaron con gran precisión el momento en el que empezarían las disensiones internas entre los asaltantes y los abandonos. Nos explicaron que al no ser unida-des regulares, sino gente diversa cogida a lazo por Tejero "para prestar un servicio muy impor-tante a la patria", sobre las nueve o diez de la mañana acabarían viniéndose abajo. Y es lo que pasó. A esa hora, bastantes guardias empezaban a descolgarse y a salir por las ventanas.

P. ¿Por qué el Rey tardó tanto en emitir su decla-ración televisiva de condena del golpe y de com-promiso con la Constitución y la democracia?

R. Contra lo que se ha escrito, el problema no fue la ocupación militar de TVE, ya que los soldados fueron retirados bastante pronto, no estarían más de una hora. De hecho, el comunicado que yo emití en mi condición de director de Seguridad antes de que se constituyera la Comisión de Se-cretarios de Estado y Subsecretarios fue difundi-do por TVE entre las 21.10 y las 21.15 del 23-F. Eso significa, teniendo en cuenta el tiempo que necesitó el cámara para llegar a mi despacho en la calle de Amador de los Ríos, grabar mi inter-vención y volver, que los estudios de TVE estaban ya libres de la vigilancia militar muy tarde, a eso de las 20.30. Me preocupaba mucho la tardanza del Rey en emitir el mensaje que previamente Sabino me había anunciado. Yo le apremiaba:

"Sabino, el mensaje del Rey tiene que salir ya", y él me respondía: "Paco, antes tiene que hablar con todos los capitanes generales, quiere tener todo amarrado". En un momento dado, me pre-guntó si yo sabía dónde estaba Ángel Campano, el capitán general de la VII Región Militar con ba-se en Valladolid, al que no había forma de locali-zarle. Llamé al gobernador civil de Valladolid y me confirmó que Campano se hallaba en la Capi-tanía General, pero, al parecer, no quería poner-se al teléfono con el Rey. Tengo que decir que las órdenes del Rey esa noche fueron impecable-mente democráticas. Sabino me apuntaba: "Paco, convendría detener al general Armada", pero yo no podía detenerle, así como así, porque a un militar le detiene otro militar y aquella noche ha-bía militares que podían hacerlo.

P. ¿El general Armada siguió pugnando por un Gobierno de salvación nacional después del men-saje real?

R. Cuando Armada salió del Congreso, una vez que su amistosa conversación inicial con Tejero

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desembocó en agria discusión, le indiqué a Ma-riano Nicolás que trajese a Armada a mi despa-cho. "¿Y si se niega?". "Venga, Mariano", le dije, "que tú eres un tipo bregado y sabes cómo se ha-cen estas cosas". Armada llegó a mi despacho con su ayudante Bonet armado y muy pegadito a él. A Bonet le dije que saliera de mi despacho y me quedé con Mariano Nicolás y con el subsecretario de Interior, Luis Sánchez Harguindey, como testi-gos. A esa hora, ya se había difundido el mensaje del Rey, o sea, que era más tarde de la 1.13 del 24 de febrero. Armada me indicó que el Rey se había equivocado, que su mensaje iba a dividir al Ejército y que, en todo caso, ese era un asunto de militares que debía resolverse entre militares. "¿Pero el Rey no es el jefe de las Fuerzas Armadas con arreglo a la Constitución? Lo que tenéis que hacer Milans, Tejero y tú es cumplir las órdenes del Rey", le subrayé. De manea sibilina, vino a decirme que lo mejor era que nos sumáramos al golpe. Al final, al ver que no nos convencía se nos derrumbó allí mismo. Mientras se tomaba un ca-fé llamé a Sabino. "Tengo a Armada en mi despa-

cho". Le pasé el teléfono, pero la conversación entre ellos no llegó ni a 30 segundos. Con la excu-sa de que necesitaría protección y como temía que siguiera enredando -nos había llegado infor-mación de que aprovechando las ausencias del jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), José Gabeiras, había estado intrigando por teléfono en las capitanías generales-, le puse una escolta para asegurarme de que iría derecho a su despacho en el Estado Mayor. La cúpula militar, los jefes de los tres ejércitos, manifestaron su lealtad al Rey des-de el primer momento y estoy seguro de que ac-tuaron con la mejor voluntad al redactar el comu-nicado en el que informaban de que asumían to-dos los poderes para asegurar la legalidad. Antes de difundirlo, lo pusieron en conocimiento del Rey que no autorizó su difusión porque consideró que podía ser mal interpretado.

P. ¿Qué hay de cierto en la versión de que el Rey se echó a llorar en la Junta de Defensa Nacional del día 24 al escuchar la cinta de las conversacio-nes telefónicas grabadas al general Armada?

R. Yo no pertenecía a la junta, pero me incorporé a ella por orden del presidente Suárez. Por indica-ción de él y aceptación del Rey puse para la escu-cha colectiva la cinta en la que Tejero, desde el Congreso, habla con García Carrés. Teníamos in-tervenido el teléfono de este último porque era un conspirador declarado que frecuentaba todos los círculos golpistas. En la cinta, Tejero le dice a García Carrés que Armada "ha venido al Congreso porque lo que quiere es la poltrona y le da igual una junta militar que un Gobierno con comunis-tas. Le he echado de aquí". Al escuchar la cinta, al Rey se le humedecieron los ojos, inclinó la cabe-za, se tapó la cara con una mano y al retirarla vi cómo le caían dos lágrimas por las mejillas. Sacó un pañuelo y se secó los ojos. Luego me dijo: "Paco, no sé cómo agradecerte lo que has hecho por la Monarquía y por mí". El cese de Milans se aprobó en la Junta de Defensa, pero no es cierto que en esa reunión Suárez diera instrucciones a Gabeiras para que detuviera a Armada y que Ga-beiras se mostrara allí renuente. El arresto de Ar-mada se concretó el día 25, en otro escenario.

A la salida de la junta, el ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún, me convocó para el día siguiente en su despacho a las 11 de la maña-na. "Vamos a detener a Armada y quiero que es-tés presente en la reunión que voy a tener con

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Gabeiras y Quintana, pero no intervengas si no te lo digo", me indicó. Llegué con algo de antelación y me encontré en la antesala del despacho con Guillermo Quintana Lacaci, el capitán general de la I Región Militar con sede en Madrid, que había frenado la salida de la Acorazada Brunete y des-baratado el golpe en su región militar. "¿Has visto qué panda de locos y de payasos tenemos?", me comentó, aludiendo a los golpistas. Llegó Gabei-ras y empezó la reunión. El ministro le preguntó cómo llevaba el asunto de la detención del gene-ral Armada. "Es que no sé hasta qué punto, él...", acertó a decir. "Es un traidor y está en esto hasta las cachas. Hay que arrestarle", le interrumpió Quintana en un tono muy excitado. Entonces, Gabeiras extrajo de una carpetita marrón una orden de arresto contra Armada, pero sin firma y se la pasó al ministro. Este la leyó y le dijo: "No,

esa orden no la firmas aquí, la firmas en tu despa-cho y me la traes", le indicó Sahagún. A los pocos minutos, Gabeiras volvió con la orden ya firmada.

P. ¿Qué decían las otras cintas grabadas aquella noche?

R. Las únicas grabaciones existentes fueron las obtenidas en las intervenciones de los teléfonos de las casas de García Carrés y de Tejero. No hay más cintas que esas. Teníamos el teléfono de Ca-rrés intervenido porque era el más sospechoso de los ultras, se movía por los círculos golpistas y hablaba a menudo con el director del diario El Alcázar, Antonio Izquierdo, que hizo un gran da-ño a la democracia. En cuanto me pasaron las cin-

tas ordené detener a García Carrés. La mujer de Tejero se pasó toda la noche al teléfono. Tenía-mos diez horas de grabaciones de ella con gente muy diversa, incluidos los periodistas Emilio Ro-mero y Luis María Anson. No se podía controlar telefónicamente a los militares a través de los servicios de información del Ministerio del Inte-rior y, a veces, el aviso de la autorización de nues-tras solicitudes de intervención telefónica les lle-gaba antes a los ultras sospechosos que a noso-tros.

P. Alfonso Guerra aludió a la existencia de 125 horas de conversaciones interceptadas de los te-léfonos del Congreso.

R. Es un cuento. Repito: no hay más grabaciones que las de la mujer de Tejero y las de García Ca-rrés, que se quedaron en la Comisaría General de

Información de Manuel Ballesteros. Yo no podía grabar las conversaciones de las capitanías gene-rales o de La Zarzuela: no se me habría ocurrido, habría sido ilegal y, además, ¡buena estaba la no-che para cometer errores! Forma parte de todos esos bulos que llevan 30 años dando vueltas: que si el maletín con el que huyó el capitán Gil Sán-chez Valiente contenía decretos del futuro Go-bierno, que si esos decretos fueron guardados en la caja fuerte del Congreso, que si la Reina había dicho en una ocasión que era partidaria de una junta militar. Todo son fabulaciones y mentiras sin dueño conocido, pero lo increíble es que to-davía sigan circulando.

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Creo que la anécdota más exitosa del género no-velado del 23-F es la que sitúa a Adolfo Suárez en La Zarzuela entre tres capitanes generales. El Rey se ausenta a atender una llamada telefónica y los capitanes militares le instan a dimitir. Cuando el presidente les pregunta que con qué autoridad plantean esa exigencia, uno de los capitanes ge-nerales extrae una pistola nacarada -lo de nacara-da parece que acentúa la credibilidad del relato-, la coloca encima de la mesa y dice: "Por esto".

Cualquiera que conociera algo a Adolfo sabe que es imposible que hubiera asistido a esa escena y no hubiera ordenado la detención inmediata de ese militar. ¡Pero si cuando viajaba a Valencia le exigía a Milans que acudiera a recibirle y a despe-dirle al aeropuerto! Jamás comentó algo parecido a eso. Hace unos días, comentaba eso mismo con su cuñado. En estas historietas inventadas, nunca hay un testigo, una fuente, una prueba, pero a fuerza de ser repetidas pasan a convertirse en la verdad de mucha gente.

P. No se expurgó la trama civil, ni se aclaró mu-cho el papel del Cesid.

R. Existió una trama civil: falangistas, excomba-tientes nostálgicos y algunos empresarios, pero no había muchas pruebas y tampoco creo que tuvieran un papel importante en el golpe. De lo que no tengo pruebas es de la posible interven-ción del Cesid en el golpe. Alguno de sus miem-bros fue condenado. Tenían una gran división in-terna y el jefe del servicio no controlaba nada. Luego, tras la sentencia, se produjo un ajuste de cuentas: voladuras de locales del servicio secreto, el incendio de la vivienda del padre del coman-dante José Luis Cortina que falleció a consecuen-cia del fuego.

P. ¿Cuál es la tesis de Francisco Laína?

R. Mi impresión es que Armada les engañó a to-dos, convenció e implicó a Milans y utilizó al Rey.

El presidente del Gobierno provisional en el 23-F llega al final de su relato con el cenicero repleto y el brillo en la mirada, como si el retrospectivo pa-seo por aquellas horas convulsas, tan trascenden-tales para la sociedad española, hubiera desatado en su interior un apretado nudo de fuertes sensa-ciones, sentimientos y afectos. Tres décadas des-pués, Francisco Laína aguarda con ilusión el reen-cuentro que los integrantes de la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios han dis-

puesto para este 23-F en el Museo Adolfo Suárez y de la Transición en Cebreros (Ávila), la cuna del presidente Adolfo Suárez. Dice que guardará siempre en su memoria el cerrado aplauso que le dispensaron sus compañeros de la comisión gu-bernativa cuando, tras la firma del llamado Pacto del Capó, los diputados y el Gobierno salieron del Congreso y volvieron a respirar, libres de la ame-naza de las armas. Cómo olvidarlo, si aquel fue el único momento en el que el presidente en fun-ciones del 23-F, un hombre de carácter, cedió ante las emociones y rompió a llorar.y consciente de que el tiempo está acabando con los protago-nistas y testigos principales de la intentona gol-pista. De hecho, él es, junto al Rey y Adolfo Suá-rez, aquejado de alzhéimer, el único supervivien-te de la Junta de Defensa Nacional que, una vez finalizado el secuestro de los diputados y del Go-bierno, se reunió en La Zarzuela la tarde del 24-F para abordar la crisis.

Fuente: elpais.com

La asociación israelí Breaking The Silence (Rompiendo el silencio) acaba de editar un libro en el que recoge un centenar de testimonios de militares de las IDF, desde soldados rasos a man-dos intermedios, en los que relatan los abusos que reciben los ciudadanos palestinos en Gaza y Cisjordania. La ocupación de los Territorios: testi-monios de soldados israelíes 2000-2010, es un repaso a las miserias cotidianas del que se honra de ser “el Ejército más moral del mundo“, narra-das por sus protagonistas, soldados comunes y corrientes que cuentan lo que vieron, lo que oye-ron y lo que hicieron en sus servicios. La obra se

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publica al cumplirse diez años de la Segunda Inti-fada y que se suma a monográficos anteriores (mujeres y ejército, Plomo Fundido, Hebrón…), con los que esta asociación denuncia, desde 2004, el cáncer que corroe a sus Fuerzas Arma-das. Lo hace con conocimiento de causa, porque quienes la crearon trabajaron en las IDF, y ahora denuncian sus males “porque queremos trans-formarlas“, como relata Yehuda Shaul, uno de sus fundadores, cuyo único deseo desde pequeño fue ser soldado de Israel. Hoy es un hombre vili-pendiado por parte de sus conciudadanos, por poner el dedo en la llaga, por quitarse la mordaza y animar a otros a hacerlo.

Shaul, ya de uniforme, tomó conciencia de que formaba parte “de una gran maquinaria, un gran sistema de ocupación, con unidades no sólo en el Ejército: en la Policía, la Policía Militar, los Tribu-nales Militares, el Gobierno, los políticos, los co-lonos…”. Por eso decidió crear la asociación, “y descubrir la brecha que existe entre la realidad que los soldados encuentran en los Territorios Palestinos y el silencio que hallan luego en su casa. Hay que forzar a la sociedad israelí a que haga frente a esta realidad dolorosa, creada des-de dentro, porque conocer la verdad del abuso contra los árabes nos hará rectificar”, señala con una fe profunda. La palabra “abusos” engloba demasiadas realidades dolorosas, como las llama Shaul: “terror sistemático”, palizas, tiroteos, de-tenciones arbitrarias incluso con civiles, “humillación” en controles y redadas, expulsión de hogares y campos de labranza, “farsas” en tribunales militares, represión “violenta” de cualquier forma de protesta, “irracionalidad pre-meditada” en el régimen de expedición de per-misos para trabajo, asistencia médica o educa-ción, “supresión” de las leyes israelíes por los deseos de los líderes colonos… “Esta vez no he-mos publicado las grandes violaciones de dere-chos humanos, sino el mal cotidiano, ramificado, que llega a todas partes, que aplican hasta los soldados más jóvenes porque repugna las prime-ras veces, pero luego se convierte en rutina… esa droga devastarora de la costumbre”, puntualiza el director de Breaking The Silence.

La promoción del libro está contando con la ayu-da entusiasta de Davil Shulman, profesor de Estu-dios Humanísticos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, uno de los mayores defensores de los

derechos humanos en Israel y de la causa palesti-na. Casi colérico, se revuelve cuando se le pre-gunta por los ciudadanos que defienden estas prácticas abusivas para mantener la seguridad del país. “Siempre se asegura que Israel actúa con criterios defensivos, es la idea generalizada, que controlamos los Territorios a nuestra manera ex-clusivamente para proteger a los ciudadanos, pero eso es incompatible con la información su-ministrada en este libro por los miembros de las IDF… ¡Dejémonos de cinismo! En este país el ser-vicio militar es obligatorio y, quien lo haya hecho en los últimos años, sabe que se están perdiendo las formas. La seguridad no es excusa para la vio-lación“, sostiene. Shulman denuncia tanto la “incitación” del Gobierno de Benjamin Netan-yahu a mantener las “malas prácticas” como la “ceguera profunda y deliberada” de gran parte de los israelíes. “No es una ceguera sobre la existen-cia de los palestinos, por supuesto, porque están ahí, sino sobre la humanidad de estas personas, sobre su igualdad natural para con nosotros los

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judíos. Es más grave aún. Es una ceguera que se traduce en apatía, abatimiento, superficialidad, silencio o pasividad en la gente común, la gente decente. Eso lleva incluso al racismo y al naciona-lismo protofascista. Por eso reconocer estos he-chos es demoralizante pero necesario, sano. Ya no podemos justificar los medios con el fin, ya no estamos en la etapa de terrorismo cruento. Se supone que vamos a negociar la paz… hay que hablar”, concluye el profesor. Es lo que han he-cho este centenar de soldados, sumados a los más de 600 compañeros que ya han dejado testi-monio de sus experiencias en el Ejército de Israel en la base de datos de Breaking The Silence. Lo que viene a continuación es un breve resumen de los relatos de siete de ellos. Son anónimos, pero la asociación tiene los datos de todos los testi-gos, por si un día las denuncian prosperan en los tribunales. Todos están dispuestos a dar la cara, con nombres y apellidos, para repetir su historia.

Testimonio 2: Granadas a las tres de la mañana.

Paracaidistas. Nablus. 2003. Hemos acometido todo tipo de situaciones muy dudosas estando de servicio en la Zona A *es decir, supuestamente bajo el pleno control de la Autoridad Nacional Palestina+. Eso significa, por ejemplo, ir el viernes, cuando el mercado está lleno, en una ciudad co-mo Tubas, para hacer un control sorpresa en el centro del pueblo. Una vez, llegamos a hacer uno de esos controles, en uno de sus días de descan-so, y empezamos a aumentar nuestras exigen-cias, en vez de observar y punto; lo hicimos como si estuviéramos en un puesto de control fronteri-zo, con la misma intensidad: inspeccionamos a todos los coches, furgonetas y autobuses que pa-saban. A 300 metros de nosotros había un peque-ño grupo de niños que comenzaron a tirar pie-dras, pero como mucho se quedaban a diez me-tros de nosotros, no nos golpeaban. Ellos comen-zaron a insultarnos y todo y, al mismo tiempo, la gente comenzó a reunirse para ver qué pasaba. Por supuesto, ese episodio fue seguido del uso de nuestras armas contra los niños, puedes lla-marlo “legítima defensa”… es lo que alegó luego nuestro superior. (…) El control no estaba motiva-do. Querían hacer visible la presencia de las IDF en el casco urbano, en la zona donde las mujeres van de compras, donde los niños juegan, querían decir “aquí estamos”. Creo que también querían iniciar un tiroteo, aunque pasado un segundo ya no sabía si nosotros éramos los responsables en el fondo, porque todo fue muy rápido y tenso. Al final salimos sin un rasguño, sin que pasara nada, pero el comandante de la compañía ya había per-dido los papeles. Ordenó a uno de los lanzagra-nadas que disparase una granada antidisturbios contra los manifestantes, o sea, los niños. El sol-dado se negó y después fue tratado terriblemen-te por el comandante de la compañía. Si no reci-bió un castigo es porque el comandante sabía que su orden había sido ilegal. Pero trató de for-ma realmente repugnante a todo el personal des-pués de aquello. Así acabó la historia. (…) Otro caso que nos ocurrió en Tubas es que estábamos de patrulla a las tres de la mañana, llevando gra-nadas de aturdimiento, y las echamos por la ca-lle. No había ninguna razón para hacerlo, sólo querían despertar a la gente. El propósito era de-cir de nuevo: “Estamos aquí. El ejército israelí es-tá aquí”. Cuando protestamos nos dijeron que si los terroristas escuchaban en la noche la presen-cia de las IDF en la aldea, entonces tal vez trata-rían de escapar. No salió nadie. Parece que el ob-

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jetivo era sólo mostrar a la población local que el ejército israelí estaba allí, y es una política que se repite: “Vamos a hacerle la vida amarga a todos ustedes hasta que decidan detener el terror. El ejército israelí está aquí, en los Territorios, y su vida será un infierno hasta que no se entreguen todos los terroristas”. Nosotros y los que lanza-ban las granadas no entendíamos por qué lo está-bamos haciendo. Tiramos otra granada más. Es-cuchamos el boom y luego vimos a la gente des-pierta. Cuando regresamos al puesto de mando nos dijeron: “Ha sido una gran operación”, pero no entendíamos por qué. Eso ocurría todos los días. Una unidad diferente cada vez, pero la ruti-na era fija.

Testimonio 5: “¿Qué es sino un gueto?”. Paracai-distas. Qalqilya. 2004. Como oficial de instruc-ción yo tenía que atender y estar cerca del co-mandante de batallón cuando hacía revisiones tácticas en el cuartel general, un trabajo muy in-teresante. El comandante puede hacer muchas preguntas y hablar con la gente. Lo que voy a contar ocurrió en mi primera –creo que también su primera- visita al muro de separación con Cis-jordania. Teníamos la intención de dar una vuelta por la noche en un jeep para hacer un reconoci-miento del terreno y ver que los soldados cum-plían con su deber, que es básicamente impedir a los pobladores cruzar a través del muro. Vio a lo lejos a algunas familias palestinas sentadas en sus sillas y empezó a chillarles: “Dime, ¿cómo haces para llegar a tal o cual sitio?”. “No podemos lle-gar –le decían-, porque está el muro”. “Ya, ya, pero debes llegar, ¿no? ¿Quieres llegar? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cómo lo haces, por dónde lo intentas?”, les decía, ridiculizándolos, provo-cando, porque sabían que no podían moverse. “Hablaba mucho con los residentes de allí. Les decía que iba a cerrarles todas las rutas, las arte-rias principales de su pueblo, igual que se había levantado la valla. Que no se iban a poder mo-ver”. (…) Yo al principio pensaba que sólo era política, que el trazado de la valla no tenía nada que ver con el ejército. Pero al final comprendías lo terrible que es. Sobre todo lo vi en Qalqilya, que está cerrado por todas partes y que tiene una sola puerta. Están encerrados con un muro y una valla doble de alambre. ¿Qué es sino un gueto? Está cerrado, y punto. Es una gran ciudad, con muchos residentes, y no es razo-nable cómo están.

Testimonio 16: “Hice que se cagara en los panta-lones”. Unidad de Policía de Fronteras. Wadi Ara. 2003. El trabajo con la población era entre-tenido. Por lo menos en Katz. “Trabajando con la gente”, nos decían, y era un giro agradable res-pecto a los meses encerrados en la base. Eso era lo que había que hacer. Entonces, de repente, cuando se construyó la valla, ya no había más po-blación con la que trabajar. Se acabó el contacto. Estaba la población israelí de la que teníamos que cuidar y luego estaba Barta´a, donde hay pobla-ción árabe. Entonces, ¿había que trasladar las operaciones a Barta´a? Al principio mantuvieron a las IDF allí, vigilando a la población árabe, pero en el fondo aquello también es Israel y estaba tranquilo, así que se olvidaron y el trabajo lo desarrollamos principalmente a lo largo de la va-lla. Los primeros días sólo mirábamos, pero lue-go nos ordenaron capturar gente que pasara cer-ca. Ahí entrábamos nosotros. Realmente la vio-lencia que vi entonces hacia la gente era peor que antes de la valla, era una humillación. Antes la vigilancia era rutina. Ahora era una opresión constante. Había soldados que derramaban a

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propósito las bolsas que llevaban los niños, que jugaban con sus juguetes. Ya sabes, para tomar uno de ellos y decir: “Mantente lejos con tus ju-guetes, no te acerques a nosotros”, y se los tira-ban lejos. (…) Los niños gritaban todo el tiempo, lloraban y tenían miedo de nosotros. Muchas veces perdían el control por el trato que dábamos a los mayores. Porque los adultos también llora-ban, por supuesto, porque eran degradados. Uno de los principales objetivos siempre era hacer que un hombre se pusiera a llorar delante de sus hijos y que hasta se cagara en sus pantalones. Yo vi gente que se hacía encima sus necesidades. La mayoría lo hacían porque eran atacadas. Eran golpeadas, algunas hasta la muerte, y amenaza-das, y gritaban de terror. Sobre todo si estaban delante de sus hijos, chillaban y se asustaban, por lo que también acababan asustando a los peque-ños. Una vez, otra vez… Hubo un hombre que se detuvo con su niño, el niño era muy pequeño, como cuatro años. Los soldados no solían golpear a los niños, pero a un policía le molestó que el adulto trajera a los niños para que tuvieran pie-dad de él. Así que le dijo: “Tú traes a tu niño para

que tenga misericordia de ti, así que ahora le va-mos a mostrar a su hijo quién eres de verdad”. Y entonces va y le pega con fuerza, y le grita, di-ciendo: “¿Qué susurras? Te voy a matar delante de su hijo, tal vez así lo sentirás más… “. Es terri-ble. Hay muchas historias como esas. El hombre se orinó de miedo delante de su hijo. (…) Hay una gran cantidad de historias que afectan al honor de los árabes, de humillación. “Vas a ver, te voy a dar, te voy a matar, voy a hacer que te cagues”, les dicen… Yo también tuve que hacerlo en oca-siones. Y lo decían de forma rutinaria, no como algo excepcional. Además, de este tema se habla-ba abiertamente, en los bares, las cafeterías… Creo que si un oficial dice que él no lo sabía, es totalmente mentira. Los oficiales de alto rango sabían lo que pasaba. Los comandantes de pelo-tón tenía menos que ver con los que lo hacían habitualmente, pero el comandante de la compa-ñía, el asistente del comandante de la compañía, los oficiales de operaciones… incluso alguno se animó y se sumó. Vale, no lo hacen directamente, no vienen y dicen: “Dale una paliza”, pero había una especie de legitimación; de lo contrario, no habría sucedido nunca.

Testimonio 4. “Él es sólo un colono civil, pero nos impone las leyes”. Fuerzas Especiales Maglan. Hebrón. 2002. Junto a otros militares, yo realicé labores de vigilancia del asentamiento de Eshko-lot y otras pequeñas aldeas cercanas. Una vez… no recuerdo en qué colonia fue… la población palestina más cercana estaba a uno o dos kilóme-tros. Había un grupo de árabes trabajando sus tierras a 500 metros de donde nos encontrába-mos, abajo, en el valle. El asentamiento estaba en lo alto de una colina, y ellos estaban abajo, traba-jando. Lo que recuerdo, aunque es un poco como una nebulosa, es que una vez que los árabes esta-ban allí cultivando vinieron de repente los colo-nos, y salieron corriendo. Habían superado la valla del asentamiento, a pesar de que no de-bían, que era una frontera… pero ellos corrieron hacia ese límite, en la zona de expansión de la colonia, que estaba en construcción. Los colonos gritaron a los palestinos. No les dispararon ni na-da, pero ellos salieron de allí asustados y dejaron de trabajar. No sé dónde fueron (…). El coordina-dor de seguridad del asentamiento, un civil, nos llamó pasado un rato y empezó a dar órdenes. “Desplegaos, venga, yo iré con un soldado”, de-cía. “Tenéis que hacer esto y aquello, contra

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ellos, porque están cruzando la frontera, están explorando nuestra tierra”. ¿Cómo voy a saberlo yo, si los veo trabajar sin más? Yo no vi nada malo en los árabes. En resumen, que el coordinador nos sigue gritando a nosotros y a los palestinos que se veían a lo lejos. “Salid de aquí, iros de aquí”, les chilla. Más tarde, al fin, me convence y voy a patrullar con él en nuestro vehículo. Enton-ces veo a una niña palestina jugando en la entra-da del asentamiento, en la carretera de acceso a la urbanización, pero aún por debajo de ese lími-te, aún fuera de la valla, en una zona que no for-ma en absoluto parte de la colonia, sino que está en el valle, abajo. Él ve a la chica y de inmediato escucho que empieza a gritarle en árabe, con el megáfono, algo así como “Rasak”. Yo no entendía lo que decía, pero sí su violencia. Entonces le pre-gunté: “¿Qué le grita a la chica?”. Y el colono me dice: “Si vienes por aquí te rompo la cabeza”, o algo por el estilo. (…) La situación allí es básica-mente la siguiente: un comandante civil, del asentamiento, es quien dice lo que está permiti-do y lo que está prohibido. Qué palestino se puede mover y cuál no. Él decide si se dispara al aire o se intimida, aunque en principio era yo el comandante con más rango en toda la unidad allí desplegada. A veces se lo recordaba, ¿verdad?, pero le daba igual. Él señalaba cuándo y a quién disparar e incluso a veces ordenaba que se hiciera a discreción. Él delineaba la política que debíamos aplicar, aunque no es una autoridad militar. Si fuera el comandante de la compañía, un oficial de la zona… Es una situación bastante curiosa cuando lo piensas, porque un civil le está diciendo a sus Fuerzas Armadas cuáles deben ser sus acciones, sus limitaciones e incluso sus pro-pias leyes.

Testimonio 48: “En realidad estamos abusando de la población”. Inteligencia. Hebrón. 2005-2008. Nosotros llevábamos a cabo labores de ob-servación en el sur de Hebrón. A veces el brigada quería jugar con nosotros. Cuándo íbamos de misiones, trataba de unirse a cierta compañía de infantería y organizar algún tipo de equipo para entrar en una casa, para ocupar un camino, lo que fuese. Una demostración de nuestra presen-cia en la zona. Se supone que una misión necesita una lógica, un objetivo, dibujar una estrategia… pero en este caso sólo quería abusar de la pobla-ción. La idea era la siguiente: el equipo de infan-tería toma el control de alguna vivienda y noso-

tros le damos cobertura, como inteligencia, para que nadie lo sepa, entrando en la casa de enfren-te, en la misma calle. Uno aquí, el otro allí. Los soldados de aquella unidad hicieron mucho ruido, rompieron cosas, y entonces lógicamente los pro-pietarios protestaron. Al final hasta quemaron neumáticos dentro de la casa, como en una trin-chera. Los soldados querían tomar el control, entraron con mucha fuerza, portando banderas y granadas de aturdimiento, como en el campo de batalla. Esa era su misión. Eso ocurrió durante muchas horas, llegamos por la noche y la acción fue durante la madrugada. (…) Cuando pregunté qué nos proponíamos me dijeron que la idea era que tal vez algún hombre armado podría salir de su escondite en la zona, si es que había terroris-tas; a continuación nosotros lo cogeríamos, por-que estábamos allí en secreto, en una esquina diferente. En realidad no salió ni un solo hombre armado, pero la casa fue igualmente destruida, su familia quedó sin vivienda. Una casa de inocentes, sólo una casa en el mapa, que el Shin Bet tenía que asegurar que no existía. Y eso es lo que realmente ve y sufre la población inocente. Y si son inocentes, ¿para qué vamos a entrar en sus casas? Yo entré en esa vivienda después y sé que la destruyeron entera, tenía las ventanas rotas, porque habían lanzado piedras, y los da-ños del fuego… estaba entera destruida. La fami-lia… no sé dónde estaba, habían tenido que huir. (…) Aquello fue en Yatta. Y así es como se hace en toda la zona, ¿sabes? La idea al principio, cuando te sientas con un mapa ante el comandante de la brigada, parece muy bonita… “Vamos a tomar el control de esta casa como una demostración de nuestra presencia. Estaremos ocultos, armados, y todo saldrá bien y será limpio”. Pero la verdad es que fuimos a un campo humilde y destroza-mos la casa de una familia, eso fue todo. Y eso pasó durante muchos días, durante mucho tiem-po. No es una actividad fuera de lo común, no, sino habitual para los soldados de Infantería, al menos. Yo mismo lo he hecho más de una y más de dos veces. La única diferencia es que nosotros siempre lo hacíamos en secreto.

Testimonio 57: Una patrulla para golpear a los árabes. Brigada Kfir. Hebrón. 2006-2007. Duran-te el servicio había un montón de incidentes… Muchísimas tonterías que nos obligaban a hacer. Teníamos que golpear a los árabes en todo mo-mento, nada especial, pero constantemente…

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Sólo era para pasar el rato. Hubo casos en los que se abrió fuego contra ellos, cuando había distur-bios, y con munición de guerra. Tenía que hacer-lo, tenía que forzarlos… eso ocurrió varias veces, sí… Tenía que decirles: “¡De rodillas, de rodi-llas!”. Estaban pensando todo el tiempo en cómo caldear más el ambiente con los palestinos, sin duda. Había militares que querían hacer de aque-llo algo entretenido e interesante, así que busca-ban métodos para sacar de quicio a los árabes. Les disparaban balas de goma, en un número considerable, y entendían que así el tiempo pa-

saba más rápido en Hebrón. Esos métodos los pensaban todos, los soldados y los comandantes. Por supuesto que los comandantes estaban allí sentados… Nunca, lo juro, nunca dejarían solos al pelotón, y lo que ocurría allí era como un secreto de estado, nadie lo podía saber. Quien no lo sabía era el comandante de la compañía, eso no. Era sólo algo nuestro, de nuestro comandante y nuestro sargento. Tenían reuniones en una sala, y los jóvenes estábamos en otra, y se sentaban a decidir lo que se iba a hacer cada día… Se planifi-caban todo tipo de cosas. A veces decíamos algu-

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nos: “¿Para qué hace falta esa patrulla?”, y nos contestaban: “Es para golpear a los árabes, o pa-ra reírnos de los niños”, para hacer todo tipo de cosas sin sentido. En esas patrullas iban toda cla-se de militares, pero los oficiales más altos no estaban en el ajo. Teníamos una reunión informa-tiva antes para ver lo que íbamos a hacer durante la patrulla. A algunos les gustaba mucho saber qué tocaba… Cuando un grupo sale a una patrulla de este tipo, no siempre es por su propia elec-ción. Todo el mundo sabe qué debe ser una pa-trulla. Esa es la misión de patrullar, para prote-ger. Pero aquí añadieron más tareas, simplemen-te siguió ocurriendo. Ya sabes. Es lo que pasaba. A algunos nos dieron bofetadas porque pusimos mala cara cuando nos designaron a esas patru-llas. No fueron pocos los golpes, y a veces no sólo las daban los jefes sino los compañeros.

Testimonio 49: “Vamos a las casas de gente inocente, todos los días, todo el tiempo”. Inteli-gencia. Todo el territorio palestino. 2004-2006. Lo que me sorprendió, lo que me hizo estar en shock permanente, es descubrir que tú, todos los días, haces misiones incorrectas, que vas a las casas… a las familias… Por ejemplo, una vez lle-gamos a casa de una familia palestina que no te-nía ni baño. Eso me extrañó mucho, pero tam-bién me causó mucho pesar, de corazón. Aquel día, los palestinos que vivían allí tenían la inten-ción de sacar unos pollos para venderlos. Fuimos capaces de entenderlos porque algunos de los miembros de mi equipo hablaban árabe. Ese era su trabajo: recoger los huevos, vender los hue-vos, vender algunas aves… La esposa no trabaja-ba, estaba en la casa con los niños. Nosotros en-tramos en la casa e impedimos que el marido saliera a trabajar. La mujer se agarró la cabeza con fuerza y empezó a llorar. “Le habéis impedi-do ganarse la vida”, decía. Un soldado le contes-tó: “Es sólo por un día”. Pero no, lo hacíamos muchos días, íbamos a hogares de personas inocentes a humillarlos todos los días, todo el tiempo. Eso es lo que hacíamos. (…) Algunos de-cían entre nosotros que podían no ser inocentes y estar escondiendo cosas. Por supuesto, los ha-bría. Otros no ponían excusas, ni lo pensaban. Han ordenado ir a las casas y vamos, es la santi-dad de nuestra misión, ¿de acuerdo? Si protestas te dirán eso, que no hay ningún problema ético en lo que estás haciendo. Que no estás dañando el código moral del ejército si los golpeas. Si se

resisten, entonces tienes permiso para golpearles más, para responder con lo que sea, no hay pro-blema en lo que se refiere al castigo. No lo hay. Así que todo está bien, y es por el bien de la mi-sión, que el fin justifica los medios, y eso es todo. Pero en realidad, ahora que repaso las misiones… No pueden asumir eso siempre con naturalidad. Había una gran cantidad de misiones que no te-nían un propósito claro, me mandaron a algunas tareas tan mal diseñadas o tan sin sentido que lo mejor era evitarlas. Lo cierto es que tenía que enfrentarme a estas familias, eso es lo que suce-día en la mayoría de los casos, que iba a hacerles daño. Digamos que en el 95% de las misiones había que ir a por una familia, fastidiarla y regre-sar. Se hacía deliberadamente, no sé si en la teo-ría pero sí en la práctica. Eso es lo que sucedió en la práctica, sí. Y entonces uno empieza a pensar en que lo que parecía desorganizado no es así, hay experiencia detrás, hay inteligencia en cada paso, detrás está el Shin Bet o quien sea. El Ejérci-to siempre tiene quien ejecute las órdenes, sean las que sean. Para ellos, esos saqueos eran consi-derados como grandes misiones.

Fuente: periodismohumano.com

Dos películas en 3D, rodadas antes de la Segunda Guerra Mundial en Alemania para el Ministerio de la Propaganda de Joseph Goebbels, han sido encontradas en Berlín por el director australiano Philippe Mora. El hallazgo ha tenido lugar en el archivo federal alemán donde yacían olvidadas hace décadas. Con esta noticia impresa en la por-tada de una edición especial del Variety se ha despertado esta mañana la Berlinale. Se trata de dos filmes de 30 minutos cada uno, de contenido

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propagandístico y realizados bajo comisión del Ministerio de la Propaganda.

Philippe Mora no es nuevo en este género de descubrimientos: con su primera película Swasti-ka, de 1973, también de temática nazi, ya desta-pó material inedito. Se trató entonces de una se-rie de grabaciones de color realizadas por Eva Braun, con una cámara 16 mm en los Alpes de Bavaria, en la localidad de Obersalzberg.

Ahora se trataría, según explica el mismo Mora en una entrevista con Variety, de dos películas de la de 30 minutos, en blanco y negro, realizadas en 1936. "Las películas están rodadas en 35 milíme-tros, aparentemente con un prisma colocado frente a dos lentes", dice el director a la revista.

Mora está en la Berlinale porque se encuentra en la fase de promoción de su último proyecto un biopic en 3D acerca de Salvador Dalí y en el que actuarán Alan Cumming y Judy Davis.

El hallazgo de las presuntas películas en 3D (el archivo federal no ha confirmado la noticia toda-vía), tuvo lugar en el ámbito de una investigación que Mora está haciendo para el documental How the Third Reich was recorded acerca el uso distor-sionado de la imagen para influenciar la opinión pública en la época Nazi en Alemania.

"Fueron realizadas por un estudio independiente para el Ministerio de la Propaganda de Goebbles,

y etiquetadas como raum films es decir, películas del espacio. Quizás esta fue la razón por la que nadie se dio cuenta nunca de que eran en 3D", añade el director.

Una de las películas está rodada en el curso de una fiesta de carnaval y está titulada como "tan real que casi lo puedes tocar". Entre las imágenes hay unos primeros planos de bratwürst, salchi-chas alemanas, que se queman en una barbacoa; la otra Seis chicas en un weekend, sería la filma-ción de un fin de semana de algunas estrellas de los estudios UFA.

El descubrimiento demostraría que los nazis se habían adelantado algunas décadas a Hollywood, donde las primeras grabaciones con rudimentos de tecnología 3D fueron realizadas en los años 50, y sin embargo, lograron el éxito de gran distri-bución sólo en los últimos años.

"Los nazis estaban obsesionados con grabarlo todo, y todas las imágenes estaban controladas. Esto formaba parte de cómo lograron el control del país y sus gente". El director, quien espera utilizar este material para su documental, dice estar convencido de que hay más grabaciones de este tipo olvidadas en los archivos.

Fuente: elpais.com

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Un libro de inminente publicación llamado 'Colonization After Emancipation: Lincoln and the Movement for Black Resettlement' ('Colonización tras la emancipación: Lincoln y el movimiento de reasentamiento de los negros') de Philipp Mag-ness revela la opinión del presidente norteameri-cano, Abraham Lincoln, respecto a los afroameri-canos que vivían en el territorio estadounidense.

Lincoln, conocido por abolir la esclavitud, preten-día deportar a las personas de raza negra libres a las colonias británicas de Belice y Guyana. El co-nocido político empezó a elaborar estos planes poco después de la emisión de la Proclamación de Abolición de la Esclavitud y estuvo desarro-llando su idea a lo largo de un año con el objetivo de librar al país de las tensiones raciales.

El libro, que será presentado al público la próxi-ma semana, contiene los documentos descubier-tos por el investigador Philipp Magness, autor del mismo, y su colaborador Sebastian Page, en los archivos de la Universidad de Oxford. “El descu-brimiento de nuevos hechos cambia la imagen de Lincoln, ya que muchos historiadores trataban de no darle tanta importancia al tema de la coloniza-ción. Y ahora sabemos que el presidente trabajó como mínimo un año más para elaborar su plan después de la firma de la Proclamación”, asegura el historiador.

Los propios afroamericanos tuvieron diferentes puntos de vista al respecto de la colonización. Uno de los esclavos más conocidos, Frederick Du-glas, estaba contra la colonización pero a la vez

decía que podía consentirse con esta. Duglas opi-naba que los europeos y los afroamericanos po-dían vivir juntos sin problema.

La idea de Lincoln no se llevó a cabo porque la colonización por parte de los afroamericanos po-dría haber sido un plan muy costoso y difícil debi-do al número de habitantes de raza negra: unos cuatro millones de personas que entonces vivían en el territorio de Estados Unidos. No obstante unos 500 de ellos fueron enviados al actual Pana-má. Pasado un año tras el comienzo de la elabo-ración de su idea, Lincoln fue asesinado.

El presidente del Grupo de Estudios sobre Lincoln en la Universidad de Illinois, destaca dos versio-nes para explicar las razones de su proyecto. Se-gún la primera versión, el presidente de EE. UU. no podía imaginar una sociedad demócrata don-de viviesen juntas las personas de las dos razas.

La otra versión supone que Lincoln quiso apoyar a los estados norteños tras la Guerra Civil, porque los algunos estadounidenses del norte dijieron que sólo apoyarían la libertad de los esclavos en caso de que estos fueran expulsados a otros terri-torios. No obstante Lincoln siempre había sido bastante claro en su opinión con respecto a la colonización, afirmando que sólo si se hacía de forma voluntaria sería posible y que nadie sería expulsado de los Estados Unidos contra su volun-tad.

Fuente: actualidad.rt.com

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Selecciones Científicas Visiones de la Antigüedad

Internet se prepara para dar el gran salto a los países pobres. Una red de tecnología avanzada y de envergadura planetaria ofrecerá cobertura de banda ancha a unos 3.000 millones de personas. Bautizado como O3b Networks (Other 3 billion, otros 3.000 millones, la mitad de la población mundial), el proyecto para conseguir un Internet global se basa en el lanzamiento de una constela-ción de satélites en órbita ecuatorial que llevarán la señal desde Nicaragua hasta Nueva Zelanda, pasando por Brasil, Nigeria, Siria, Etiopía o India.

En 2010 se calcula que unos 2.000 millones de personas tenían conexión a la Red. Pero una gran parte de la población internauta se concentra en América del Norte, Europa y Japón. El Sur vive de espaldas a la Red. El sistema para recortar la bre-cha digital consiste en llevar a los países emer-gentes o en vías de desarrollo que todavía no han entrado en la sociedad de la información grandes canutos troncales de Internet a través de satéli-tes.

Los primeros ocho artefactos se lanzarán en 2013. Una sucesión de antenas activas irá atra-pando la señal de un satélite a otro y una red de telepuertos instalados en distintos puntos del planeta permitirá bajar esos gigantescos canutos de Internet a distintas zonas del planeta.

Uno de esos telepuertos estará ubicado en el sur

de España (previsiblemente en Andalucía), desde donde se canalizará la distribución de la señal ha-cia buena parte del continente africano. Otras bases se instalarán en las islas del Pacífico, Améri-ca del Norte y del Sur, el Mediterráneo oriental, Oriente Próximo y Australia.

Después serán los operadores de telecomunica-ciones locales los que redistribuirán la señal a los usuarios, un proceso que se llevará a cabo, en la mayoría de los casos, mediante redes inalámbri-cas (Wimax o 4G, por ejemplo). Las cotas de co-bertura de banda ancha a través de cable o ADSL en África o Latinoamérica están poco desarrolla-das.

Abrir zanjas para trazar cableados a través de la selva se antoja una misión prácticamente imposi-ble. Y la ineficiente infraestructura de líneas de telefonía fija (en Nigeria cinco de cada cien hoga-res no tienen acceso al teléfono) hace del satélite el método más eficaz y barato para conectar con la web y hacerlo con la misma calidad que ofrece la fibra óptica.

Con un presupuesto de 1.200 millones de dólares (880 millones de euros), O3b está impulsado por la Sociedad Europea de Satélites (SES), que apor-ta un 30% de la inversión, el gigante estadouni-dense de Internet Google, el banco SHBC y Li-berty Global, entre otros. Como socio tecnológi-co, SES -la compañía que explota Astra- lanzará al espacio 20 satélites. Pero a diferencia de los que se utilizan, por ejemplo, para distribuir canales de televisión en Europa, no estarán situados en órbi-ta geoestacionaria (a 36.000 kilómetros de altura) sino a 8.063, lo que les permitirá ganar en veloci-dad de transmisión al estar cuatro veces más cer-ca de la Tierra.

En los satélites de comunicaciones tradicionales, la señal tarda en subir y bajar unos 0,5 segundos. Con el sistema diseñado por O3b, que sitúa los satélites en una órbita intermedia, la latencia se reduce a 0,1 segundos. Esta nueva generación permitirá conexiones más rápidas y flexibles. Prestará servicio tanto a los operadores de tele-comunicaciones, como a los proveedores de ser-vicios de Internet.

O3b permitirá recortar la brecha digital entre un Norte acostumbrado ya a coexistir con el iPhone, el iPad y las tabletas electrónicas y un Sur que vive al margen de las tecnologías de la informa-

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ción y la comunicación. "No tener acceso a banda ancha tiene consecuencias económicas y socia-les", dice José Luis Gárate, director de desarrollo de Negocio de Astra. "La gran ventaja del satélite es la cobertura y la simultaneidad. Puede llevar señal a miles de millones de personas. Es la única infraestructura que cubre el territorio de manera homogénea y con la misma calidad de servicio", explica Gárate.

Fundada por Greg Wyler, O3b puede hacer posi-ble que millones de personas de más de 150 paí-ses emergentes entren en el mundo digital y se conecten, a bajo coste y alta velocidad con el res-to del mundo. El sueño del Internet global.

Fuente: elpais.com

El trabajo de Clifford Surko puede sonar a novela de Dan Brown, pero su objetivo no es volar el Va-ticano con antimateria, sino construir el mayor almacén del mundo para esta esquiva sustancia. Este profesor de la Universidad de California des-cribió ayer en el Congreso de la Sociedad Esta-dounidense para el Avance de la Ciencia en Wa-shington un nuevo sistema para almacenar posi-trones, el reverso del electrón en el mundo de la antimateria.

Se piensa que al comienzo del universo había igual cantidad de materia y antimateria que se habrían aniquilado al instante. Pero un desequili-brio entre ambas permitió que los átomos y los electrones sean mucho más abundantes que los antiátomos y los positrones. Hoy en día la anti-materia puede generarse en grandes acelerado-

res como el LHC de Ginebra o a partir de radioisó-topos, pero en cantidades ínfimas. Además la car-ga se desvanece en unas horas o un día a lo su-mo, según explica Surko. Su dispositivo, que esta-rá listo en 2013, contendrá positrones en peque-ñas "celdas" cuyas paredes son campos magnéti-cos que evitarán que estos toquen los electrones y se aniquilen.

"Tendrá el tamaño de un coche todoterreno", explica Surko, y añade que las celdas permitirán conservar positrones durante una semana. La máquina generará menos de un billonésima de gramo de antimateria, muy lejos de las cantida-des necesarias para volar el Vaticano, pero sufi-ciente para comenzar una reacción en cadena que podría usarse en futuras plantas de fusión nuclear, señala Surko.

Fuente: Publico.es

Siempre que hablamos de ebooks y de libros digi-tales nos centramos en la idea de una persona y su lector de libros, la descarga a un ordenador y su gestión en una acción privada y solitaria.

Sin embargo, hace unas semanas Amazon dio el pistoletazo de salida a una de las funciones que el Kindle no contemplaba: el préstamo de libros. Esto, en apariencia algo menor, ha dado lugar a un enorme movimiento en la red, con la creación de varias webs dedicadas a poner en contacto usuarios de Kindle que no se conocen entre sí para poner a disposición sus libros.

Al parecer, el periodo de préstamo es de dos se-manas, más que suficiente para disfrutar de la

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mayoría de los libros, y sólo lo puedes hacer una vez, pero las webs de préstamo están en ebulli-ción. No todos los libros se pueden prestar, al parecer es la editorial la que tiene la última pala-bra sobre activar o no esa opción de libro, pero parece ser que la actividad de préstamo ha con-seguido incrementar las ventas de ciertos libros. ¿Qué va a hacer Amazon? ¿Esperaba esta organi-zación casi viral por parte de sus usuarios? Su-pongo que en los próximos meses sabremos si cambia sus condiciones.

Eso es en el Kindle y en el mercado americano, muy maduro y con miles de usuarios. ¿Y en el mercado español? Bien, los libros que se venden con el Adobe DRM a través de Libranda pueden ser prestados hasta en seis ocasiones, aunque, por lo que he leído, sin limitación de tiempo. También hay que matizar que el préstamo de Amazon se realiza a través de su web y gestiona-da en la nube, pero en Adobe DRM se realiza mediante la copia física del archivo, así que, para ser exactos, todavía no sabemos bien cómo fun-ciona.

Lo cierto es que la capacidad de préstamo debe-ría ser uno de los puntos importantes a la hora de vender ebooks, ya que genera un sentimiento de comunidad y de saber que un amigo, llegado el momento, te puede dejar ese libro que no pue-des o todavía no sabes si comprar. Aunque sean sólo seis «créditos», es de suponer que cuando los usuarios se organicen -si es que no se ha qui-tado ya el DRM de Adobe- surjan iniciativas simi-lares en España, compartiendo cultura de una manera inequívocamente legal y sin injerencia de leyes restrictivas.

Fuente: lecturalia.com

Los tres jóvenes, Jacob Jiménez, Carlos Páez y José Antonio Ruiz, han denominado a su invento "Ethan 100kW", una turbina vertical que necesita un espacio de instalación de 14 metros de diáme-tro y 20 de altura y que, además, está diseñada con unas paredes serigrafiables, lo que le permite convertirse en una gigante pantalla publicitaria.

Tres años de trabajos e investigaciones de inge-

niería y diseño han sido necesarios para este pro-yecto, que ha recibido ya informes favorables de numerosas auditorías internas de primer nivel a las que ha sido sometido y que ahora está listo para comenzar su fabricación, a la espera de que sus creadores encuentren el socio financiero de esta aventura.

El sistema, según ha explicado a Efe Jacob Jimé-nez, cubre un espacio nuevo de las energías re-novables eólicas porque está "entre los grandes parques eólicos y las pequeñas máquinas de en-tre uno o diez kilowatios que sirven para peque-ños autoconsumos", las dos opciones que existen actualmente.

Su sistema es capaz de generar 100 kw, suficiente potencia como para alumbrar una gran avenida de una ciudad con luces led o para abastecer una urbanización de veinte viviendas unifamiliares.

"Para conseguir 100 kw en energía solar se nece-sita una cubierta de mil metros cuadrados de pla-cas solares", apunta Jacob Jiménez, que además destaca que, a diferencia de los grandes parques eólicos, "Ethan 100kw", descarga en baja tensión, con lo que suministra energía directamente para la red del consumidor, sin necesidad de transfor-mación.

Cada turbina tiene un coste de unos 600.000 eu-ros (la publicidad de sus paneles gigantes podría generar unos 3.000 euros mensuales) y tiene una fácil instalación en una estructura de hormigón. "En España poner en marcha un parque eólico necesita unos siete años de trámites, un parque de unas diez turbinas necesita una inversión de entre cuarenta o cincuenta millones de euros y, como evacúan la energía en alta tensión, se nece-sitan después subestaciones de transformación hasta llevar la energía a las casas", explica Jacob

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Jiménez.

Otra de las ventajas de su invento es que está diseñado con un sistema de paredes que optimi-zan la generación de energías, sean los vientos fuertes o débiles.

Para ello, una memoria inteligente calcula la velo-cidad y dirección del viento y en base a estos da-tos hace rotar unas paredes, que optimizan la ge-neración de energía por parte de una turbina que "con vientos de dos o tres metros por segundo ya empieza a girar" y no tiene por qué detenerse, como pasa en el resto, cuando el viento es dema-siado fuerte.

Jacob Jiménez explica que su diseño de vanguar-dia hace que cualquier espacio urbano, como una rotonda o un centro comercial, pueda acoger una unidad de "Ethan 100kw", que ha sido creada pa-ra que no emita ruidos por encima de los cin-cuenta decibelios, "como una máquina de aire acondicionado".

La Universidad de Cádiz y diversas administracio-nes, como la Diputación Provincial de Cádiz o la Junta de Andalucía, han apoyado esta iniciativa que antes de tener fabricada su primera unidad ya tiene "doce intenciones de compra".

"Ofertas no nos faltan", dice Jacob, que explica

que la empresa que han creado para lanzar este proyecto, Alesia Quantum, (un nombre que entre otros símbolos incluye las iniciales de Alonso Qui-jano, el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Man-cha que se enfrentó a los molinos de viento) está a la búsqueda de un socio inversor adecuado y tiene ya propuestas de Argentina, Arabia Saudí o Alemania.

Fuente: finanzas.com

Los osos negros, en Alaska, pasan entre cinco y siete meses al año sin comer, beber, orinar o de-fecar; luego emergen de la hibernación y están prácticamente en las mismas condiciones fisioló-gicas que cuando se retiraron a dormir en el oto-ño. Unos investigadores han querido observar en detalle ese proceso de hibernación en un grupo de osos (Ursus americanus) vigilándolos constan-temente con cámaras y sensores. Sus conclusio-nes han sorprendido a los especialistas: los osos reducen poco su temperatura corporal durante la hibernación, pero su actividad metabólica cae notablemente. Lo normal es que los procesos quí-

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micos y biológicos de un organismo se reduzcan aproximadamente en un 50% por cada 10 grados centígrados de caída de la temperatura corporal, mientras que en los osos del estudio dicha tem-peratura solo es entre seis y siete grados menor de lo normal, aunque su metabolismo se ralentiza mucho más de lo esperado, hasta un 75% respec-to a los niveles normales durante el período esti-val de actividad. Además, otra sorpresa se ha pre-sentado cuando los animales han salido de la hi-bernación, ya que su metabolismo sigue en nive-les bajos durante dos o tres semanas.

Para hacer el estudio, Oivind Toien y sus colegas, del Instituto de Biología Ártica (Universidad de Alaska en Fairbanks) y de la Universidad de Stan-ford, han aprovechado un grupo de osos que ha-bían sido capturados en Alaska por las autorida-des ya que se habían aproximado demasiado peli-grosamente a zonas habitadas. Los animales fue-ron recluidos en un recinto en el bosque alejado de las actividades humanas y con estructuras si-milares a cubiles naturales. Una batería de senso-res, desde cámaras infrarrojas y detectores de movimiento en el entorno hasta chips y transmi-sores colocados en cada ejemplar para vigilar su temperatura, latidos del corazón, actividad mus-cular han permitido vigilarlos durante los meses de inactividad. Es la primea investigación que se realiza de seguimiento continuo de la hibernación de los osos en condiciones de vida naturales, afir-ma la revista Science.

Una de las osas del estudio que estaba preñada mantuvo durante la hibernación una temperatura corporal normal y solo se redujo después del par-to (la cría murió), explican los investigadores. También han identificado en los osos fluctuacio-nes de temperatura en ciclos de varios días, va-riando entre 36 y 30 grados centígrados, durante ese largo período invernal. Los niveles de meta-bolismo se han podido medir por el oxígeno con-sumido en cada momento. Durante la hiberna-ción, el corazón del oso pasa de unos 55 latidos por minuto a unos 14. Pero incluso ese ritmo de latidos se mantiene mientras el animal respira, y es aún menor entre respiraciones, que pueden espaciarse hasta 20 segundos. "Cada vez que el oso respira su corazón se acelera durante un bre-ve período de tiempo hasta casi el ritmo normal de uno de estos animales en reposo en verano, y entre un respiro y otro el ritmo cardíaco vuelve a descender", explica Toien.

"Cuando el oso negro sale del período de hiber-nación, en primavera, no ha sufrido la pérdida de masa muscular, ósea y funcional que uno espera-ría en el caso de personas que estuvieran en una situación similar de inmovilidad", dicen los inves-tigadores. Por eso ellos creen que pueden encon-trar en los osos mecanismos moleculares asocia-dos a la hibernación que den pistas sobre los hu-manos. Eso, tal vez, pueda ayudar a desarrollar terapias o tratamiento de reducción del metabo-lismo y consumo de oxígeno en los tejidos huma-nos. Los científicos incluso mencionan la idea de aplicar la hibernación a los astronautas en viajes interplanetarios muy prolongados, como los tri-pulantes dormidos de la nave Descubrimiento en la película 2001 Una Odisea Espacial, de Stanley Kubrick. Pero para eso hace falta mucha más in-vestigación, advierten.

Todo empezó como una investigación para averi-guar por qué una comunidad ecuatoriana de los Andes tenía una estatura tan bajita, un tipo de enanismo denominado síndrome de Laron. Pero

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el seguimiento durante 22 años a 99 individuos de talla baja ha desvelado que su debilidad es también su fortaleza: la misma alteración que no les ha dejado seguir creciendo también parece ser la responsable de que sean inmunes al cáncer y a la diabetes.

Ningún diagnóstico tumoral ni de diabetes en dos décadas era un dato más que llamativo que el doctor Jaime Guevara-Aguirre, del Instituto de Endocrinología de Quito (Ecuador), empezó a es-tudiar en el laboratorio. "Yo seguía a esta pobla-ción desde 1987, pero cuando empecé a alertar de la inexistencia de casos de cáncer, nadie me hizo caso, me tomaron por loco", bromea Gueva-ra-Aguirre desde Quito. Con la colaboración de Valter Longo, de la Universidad de Southern Cali-fornia (en EEUU), acaba de publicar los resultados de sus hallazgos en las páginas de la revista 'Science Translational Medicine'.

Después de compararlos con otros 1.600 parien-tes de talla normal (con tasas de cáncer y de dia-betes similares a la población general), y analizar miles de genes, los investigadores descubrieron que los individuos con síndrome de Laron eran portadores de una mutación en el gen que codi-fica el receptor de la hormona de crecimiento (la

misma que va decreciendo con la edad una vez que los individuos adultos dejan de crecer).

Su enanismo les protege Pero no es esa su única peculiaridad. Por un lado, sus células acumulan menos daños en el ADN; pero además, dichas células son capaces de 'suicidarse' en cuanto acumulan demasiados errores en su ADN (mediante un mecanismo de-nominado apoptosis). Como consecuencia de su mutación, los ecuatorianos 'bajitos' (descendientes de españoles conversos que abandonaron el judaísmo para evitar a la In-quisición) presentan menores niveles del factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1) y concen-traciones de insulina muy bajas. Por lo demás, su estado de salud es completamente normal.

Todas estas características celulares están detrás de la longevidad en otros organismos más 'sencillos', como las levaduras, las lombrices o los ratones. Sin embargo, y paradójicamente, esta población ecuatoriana no presenta una mayor esperanza de vida que sus parientes sin la muta-ción. Probablemente, reconocen los especialistas, por su elevada mortalidad por accidentes, abuso del alcohol y otros problemas no relacionados con la edad; aunque tampoco se atreven a asegu-rar que su esperanza de vida hubiese sido muy superior sin estos hábitos dañinos.

Buscando un tratamiento Entre los firmantes de la investigación se encuen-tra también un español, Alejandro Martín Mon-talvo, que participó en el trabajo entre su etapa como investigador del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (centro mixto del CSIC y la Univer-sidad Pablo de Olavide de Sevilla), y el Instituto Nacional del Envejecimiento (con sede en Balti-more, EEUU). A su juicio, a pesar de la importan-cia del hallazgo de esta población 'inmune' al cán-cer, es pronto para pensar en el uso de blo-queantes de la hormona del crecimiento como tratamientos quimiopreventivos.

Porque aunque hace tiempo que investigadores de todo el mundo indagan en la relación entre envejecimiento y cáncer, este equipo internacio-nal da un paso más al sugerir la posibilidad de bloquear la hormona del crecimiento en indivi-duos sanos como una especie de 'seguro' contra el diagnóstico de patologías asociadas a la edad, como el cáncer o la diabetes.

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De hecho, en la actualidad ya hay autorizados en EEUU algunos fármacos que bloquean esta hor-mona, y que se emplean para el tratamiento de pacientes que sufren gigantismo (acromegalia). Sin embargo, reconocen, una cosa es eso, y otra emplearlos en individuos con una talla normal como tratamiento preventivo contra el cáncer.

Las implicaciones que eso puede tener, y los posi-bles riesgos de bloquear la hormona del creci-miento en individuos sanos, han llevado al equipo de Longo a solicitar permiso para realizar un en-sayo clínico en pacientes que estén recibiendo quimioterapia. "Sería el sueño de cualquier admi-nistración: todos viviríamos una larga vida sana hasta que, al final, morimos".

Fuente:Elmundo.es

Un biopoliéster vegetal es sintetizado pa-ra fabricar envases de plástico biodegra-dable Todo indica que el nuevo material creado por un grupo de científicos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga y del Instituto de Cien-cias de Materiales de Sevilla, del CSIC, es una pro-

puesta perfecta para sustituir la infinidad de en-vases plásticos que inundan las vitrinas de los su-permercados y que constituyen un problema am-biental de envergadura: no son reciclables, se ob-tienen a partir de derivados del petróleo y pue-den transferir compuestos químicos a los alimen-tos que contienen.

Lo que estos investigadores andaluces han gene-rado en el laboratorio del Grupo de Biopolímeros Vegetales es un plástico biodegradable realizado a partir de la cutina vegetal, «un biopoliéster que se encuentra a modo de esqueleto flexible en la piel de frutos, hojas y tallos no lignificados (es decir, que no contienen un polímero denominado lignina, típico de las plantas leñosas) de las plan-tas superiores», explica Antonio Heredia, alma máter de la idea y catedrático de la mencionada universidad malagueña. Se trata de un material muy abundante en la naturaleza cuya función principal es regular el flujo de agua entre la plan-ta y el medio ambiente, actuando como una ba-rrera entre ambos. Los científicos han empleado como modelo la cutina extraída de la piel del to-mate y han conseguido generar en el laboratorio una cutina sintética con las mismas propiedades fisicoquímicas que la vegetal, y que, como ésta, también se biodegrada espontáneamente. «Una ventaja adicional de la cutina sintética es su gran

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versatilidad –añade Heredia–. Empleando deter-minadas moléculas de origen natural a modo de aditivos, se pueden modular ciertas propiedades finales del producto, como el color, la permeabili-dad, la resistencia a la rotura o la degradación, lo que permite obtener poliésteres “a la carta”, ade-cuados a un uso concreto.»

El método de síntesis de la cutina vegetal, cuya producción a gran escala generaría un impacto medioambiental muy bajo, ha sido patentado re-cientemente, y ahora los investigadores están en contacto con empresas del sector plástico para evaluar la viabilidad del proceso. Una proposición que apuesta por el progreso sostenible y que es-peremos sea positivamente encauzada.

Fuente: nationalgeographic.com.es

Biólogos especialistas en comportamiento se co-municaron con delfines en libertad, en el primer experimento de este tipo.

Después del hombre, los delfines son los anima-les más inteligentes, con un complicado cerebro

que corresponde a un alto grado de inteligencia. En cautividad se ha logrado la comunicación re-compensando sus respuestas con alimento, pero este trabajo con delfines libres fue realizado por el Proyecto Delfin Salvaje, en Florida, empleando una forma primitiva de lenguaje con sonidos, sím-bolos y accesorios.

El estudio, publicado en la revista Acta Astronau-tica, indica que se centraron en pedirse, humanos y delfines, unos a otros, objetos como pelotas y pañuelos.

Un teclado grande bajo el agua sirvió de eje del estudio, con cada tecla pintada con un símbolo diferente, que emitía un silbido con un tono pre-ciso. Cuando un delfín presionaba cierta tecla con su nariz, los científicos le arrojaban una clase de ob-jeto al agua. Con ello se esperaba que el delfín decida silbar con el tono que la tecla podría emi-tir, para que se les arroje el objeto esperado. Durante tres años los científicos jugaron con los delfines en 40 sesiones de medias horas y deter-

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minaron que las hembras jóvenes eran las más interesadas en el juego, mientras que los menos atraídos eran los machos jóvenes.

Las sesiones fueron más exitosas cuando antes los biólogos nadaron lentamente con los delfines, en especial si establecieron contacto con los ojos e imitaron sus movimientos unos a otros.

Fuente: connuestroperu.com

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Visiones de la Antigüedad

Codirector de Visiones de la Antigüedad

Por Catalina Jiménez

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Visiones de la Antigüedad

Nombre: Óscar García Teijeiro

Edad: 26

Profesión soñada: Escritor

¿Qué es para ti la historia?

La historia siempre me ha fascinado desde peque-ño, y es una de mis grandes pasiones. Indagar en los recovecos del tiempo, informarme sobre suce-sos importantes que ocurrieron y que condicionan el presente... Tener, en resumidas cuentas, visiones- y nunca mejor dicho- de otros tiempos y lugares. Aunque, eso sí, no puedo alejar del todo la sospe-cha de que la historia o, mejor dicho, los hechos históricos están relativamente manipulados. Ya sa-bes, “la historia la escriben los vencedores”, el pro-blema es que la gente de a pie rara vez sabe a cien-cia cierta quién es el vencedor.

Si existiera una máquina del tiempo a tu disposi-ción, ¿a qué época irías?

Bueno, la Edad Media es con frecuencia un destino soñado. Todo lo referente a la caballería me hechi-za por completo, tanto hechos reales como leyen-das. Por supuesto, no se me olvidan las guerras, las enfermedades, la corta esperanza de vida de la gente de entonces y muchos otros aspectos que arredrarían a cualquiera de viajar allí... Seguramen-te no sería un momento especialmente acogedor en el que refugiarse, pero el brillo cegador que te-nemos en el presente no es necesariamente mejor.

Un personaje histórico

Así sin pensar, te diría William Wallace. Sin embar-go, reflexionando un poco más, creo que uno de los personajes más interesantes de todos los tiempos es Nikola Tesla.

¿Por qué Tejiendo Agua?

El agua es mi elemento. Guarda muchas significa-ciones, pero sobre todo simboliza el cambio, el mo-vimiento continuo, la confluencia de diversas co-rrientes. No se puede atrapar, fluye. También impli-ca tranquilidad, aparente, y la ira desbocada cuan-do se combina con el viento. Da la vida, en este pla-neta, y arrasa con montañas dado el caso. Es el per-fecto ejemplo de ambivalencia. Me gusta. Y hablan-

do de agua, se me viene a la mente el nombre de John Keats y la frase de su epitafio: “Aquí yace al-guien cuyo nombre fue escrito en el agua”.

Lo que más odias

La mentira. Y es una gran empresa llevada a la prác-tica continua por nuestra especie. Casi diría que todo es mentira, nada es verdad en este mundo. La historia manipulada, los hechos manipulados, la gente manipulada... Hay muchos intereses, así que supongo que la mentira obedece a la avaricia, al egoísmo. Como ves, es una gran familia. Y guarda estrechos lazos de sangre con el ser humano.

Vencedores o vencidos ¿A quienes admiras más?

No creo que sea tanto una cuestión de vencer o de perder, sino del cómo o del tipo de pretensiones que albergaban los luchadores. Cuántos dirigentes despreciables ha alumbrado este mundo, y cuántas batallas ganaron en su momento, pero sus inten-ciones eran nefastas, así que no me causan ninguna admiración. Yo creo que un lobo, un gato, una le-chuza... merecen más admiración que muchos se-res humanos.

¿Qué opinión te merece la religión?

Inevitablemente, cuando pienso en religión pienso

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en mentira, en manipulación, en ignorancia, en pa-sividad. Sean de un credo o de otro, casi todas las religiones funcionan de la misma manera. Pero el motivo por el que soy tan duro con ellas es, proba-blemente, por sus raíces. Tienen las piernas ente-rradas en el pantanoso terreno de la dominación, el poder. Son las consortes del rey o emperador de turno.

Si cogemos como ejemplo la cristiana, que es la que más conozco, y observamos cómo los romanos “editaron e intervinieron” de pies a cabeza sus es-crituras, celebraciones y demás, ¿qué nos queda? Es un producto. Y luego con ese producto, usado deliberadamente para encadenar a la gente, vinie-ron siglos de machismo, esclavitud, conspiraciones, guerras santas, atraso social y tecnológico. La gran lacra de una sociedad. ¿Nacer con pecados? ¿Cielo e infierno? Sinceramente, me sorprende mucho que la gente se crea estas cosas. Especialmente cuando los Papas, por ejemplo, metían amantes cada noche en su lecho y traficaban con vidas y con dinero con el objeto de ampliar su influencia. Ni ellos mismos se creían lo que predicaban; saquen sus conclusiones.

La religión combinada con la razón es un buen ca-mino, pero si se sigue de forma ciega es un caos- y esto es precisamente lo que buscan los grupos reli-giosos-. La religión mezclada con la ignorancia, la falta de cultura, la ausencia de espíritu crítico... es un arma muy peligrosa que están dispuestos a usar para sacar provecho. Y eso lo vemos todos los días, a lo ancho y largo del mundo.

Quiero dejar claro que, en toda esta diatriba, ataco concretamente a las “organizaciones” que hay de-trás de las religiones, Vaticano y cía, no a los cre-

yentes. Cada uno es libre de creer en lo que quiera, pero que no trate de imponerlo. Siempre que sus creencias le sirvan para ser mejor persona y vivir en armonía con este planeta, para mí está bien.

Y para acabar, desde un punto de vista científico, me parece totalmente fuera de lugar la existencia de un ente divino. Quizá haya seres mucho más poderosos que nosotros en el universo, pero no cuento con la posibilidad de que un dios monitorice toda mi vida y al morir me haga pagar por mis pe-cados, porque para empezar para mí la vida acaba cuando te mueres. Irremediablemente. Otra cosa es que mi carne y mis huesos, pulverizados, le den de comer a las plantas y vuelvan a entrar en la ca-dena vital.

En resumidas cuentas, la religión es un intento de combatir el miedo a la noche, en su sentido más amplio.

Una película

Siendo un cinéfilo como soy, elegir una será com-plicado, pero allá va: Watchmen. Aunque parece una película de superhéroes cualquiera, esconde importantes reflexiones, mérito del cómic en el que se basa.

El libro que recomendarías a todos

Soy un tipo atípico, así que no esperéis que os reco-miende algo común. Apostaré por una obra clásica que tiene aplicaciones prácticas en todas las face-tas de nuestra vida: Sun Tzu, el Arte de la Guerra.

Conociendo a... Visiones de la Antigüedad

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¿Soportarías estar durante mucho tiempo fren-te a un folio en blanco?

He de reconocer que, de momento, tengo facilidad para escribir. Y si en un momento dado la creativi-dad no llama a mi puerta, pues a otra cosa. Tampo-co hay que hacer un drama de esto, jaja.

Sanidad pública o privada.

Te diría que lo mejor es no necesitar ninguna de las dos, pero me quedaría con la pública. Yo creo que en España, por ejemplo, tenemos una sanidad real-mente buena y que no hay necesidad ninguna de ir a centros privados. Otra cosa es pensar que por tener más dinero te van a hacer inmortal.

¿Cuál crees que será el próximo acontecimiento que revolucionará a la sociedad española?

Viendo como está el patio, con toda seguridad la próxima edición de Gran Hermano. Pan y circo para el pueblo.

Aunque es cierto que nos encontramos en épocas agitadas, por la crisis, y que se están experimentan-do revueltas populares en ciertos países. Egipto es un buen ejemplo de ello. Aparentemente, el pueblo reclama su poder, desafía al gobierno opresor y, finalmente, parece que gana. Ocurrirá en Europa

también, con el tiempo, quizá. El problema es que el pueblo está haciendo esto azuzado por elemen-tos desconocidos y, cuando se disperse toda la pol-vareda, alguien va a ganar. Y adivina: no será el pueblo.

¿Crees en el más allá?

Después de la pregunta sobre la religión, creo que está clara mi postura. No creo en el más allá en un sentido religioso. Con todo, podría achacar “apariciones” y demás fenómenos de ultratumba a situaciones perfectamente explicables con la cien-cia. Recordemos que la ciencia está muy avanzada, pero aún no lo sabe todo. Nos queda mucho por descubrir. Quizá con el tiempo descubramos que los seres vivos tienen una energía singular que al morir puede conservar cierta consistencia y provo-car fenómenos de forma puntual. Tampoco es algo que ocupe mi pensamiento a menudo, la verdad.

A modo de despedida termina la frase con la que te gustaría aparecer en un gran libro de ci-tas célebres: Disfrutar es saber que…

Disfrutar es saber que a cada segundo que pasa te mueres, pero te da igual.

Visítame en: coalescenciaoscura.blogspot.com

Conociendo a... Visiones de la Antigüedad

"La religión combinada

con la razón es un buen

camino, pero si se sigue

de forma ciega es un

caos".

Óscar García Teijeiro

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Visiones de la Antigüedad

Miguel Ángel Maca

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H ace unos días salía publicado en el dominical de una revista na-cional un artículo titulado “Por

qué escribo. Cincuenta escritores nos des-velan los secretos de su creación”. Entre las contestaciones de tantos maestros re-sulta complicado elegir la que más me ha conmovido. Ken Follet, sobrado, dice ro-tundamente que es fantástico dedicarse a algo que uno sabe hacer bien. John Boyne, en un alarde de resignación, alega que co-mo la mayoría de los escritores, no escribe porque lo haya elegido; escribe porque tie-ne que hacerlo. Andrea Camilleri, el más sincero, opina que siempre es mejor que descargar cajas en el mercado central. Lu-cía Etxebarria, samaritana, lo hace por ca-da vez que alguien dice que sus libros han servido de ayuda. Javier Marías, rebelde, decide ponerse delante de una hoja en blanco para no tener jefe ni verse obligado a madrugar.

Un popurrí de declaraciones graciosas, ele-gantes, reflexivas, incoherentes, diplomáti-cas, pero alejadas de la sinrazón de la crea-ción. No sé por qué, al ser declaraciones cortas e independientes, leí el trabajo del final al principio. Empecé por lo que dijo

Juan Eduardo Zúñiga, el concluyente del medio centenar, y terminé por el número uno, Héctor Abad Faciolince. Y volvió a su-ceder que los últimos fueron los primeros porque el punto y final me dejó la mejor de las sensaciones; existía un escritor con pluma de sentimientos.

“Porque mi cerebro se comunica mejor con mis manos que con la lengua. Porque el papel es un filtro, una coraza, entre mis palabras y los ojos del otro. Porque me odio menos escribiendo que hablando. Porque mientras escribo puedo corregir, escoger una por una las palabras y nadie me interrumpe ni se desespera mientras las encuentro. Por un ameno vicio solita-rio”.

Yo, ¿por qué escribo? Hoy no lo sé ni quie-ro averiguarlo. Supongo que porque escri-bir sin razón es una buena causa y porque el día que se abra un claro en la duda, te-mo tener un motivo para salir a pasear y dejar de hacerlo. Mientras tanto, seguiré al abrigo de las letras.

Visiones de la Antigüedad

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E n mis vivencias hay muchos olores de mujer, que en definitiva son sus aromas, el perfume que atrae

al hombre detrás de ellas como una flau-tista de Hamelin.

Me vienen a la nariz aromas de mujer lim-pia, de sudores femeninos, de axilas tra-bajadas, de sexo hambriento y excitado, de alientos matutinos en la cama común, perfumes de piel delicada ávida de cari-cias, de manos amantes que desean acari-ciar, de pies que piden besos y el olor de

cabellos recién lavados que suplican cari-cias y pechos de mujer chúcara que orde-nan ser chupados.

Vienen aromas de baños de hojas, de ja-bón de tocador, de pomadas o ungüentos perfumados, de aceite de coco y flores en la cabeza; trae el aire perfume barato o caro, agua de violetas, de rosas, clavel y jazmín, el de mujer recién duchada o aca-bada de salir del mar y trae también el de Dior y Chanel Nº 5, de cigarrillos mentola-dos y cafés, de cócteles y combinados o

Mujer, son tus perjúmenes

Por Deralte

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pieles, lencería y sedas. Olores diurnos y nocturnos que identifican a la mujer rica o pobre, bonita o fea, vestida o desnuda, triste o alegre, pero siempre mujer.

Se diluye en el humo de mi cigarrillo el olor de las comidas preparadas que im-pregnaron otra piel, el de un sexo rebelde que pedía guerra y el de un cuello que im-ploraba besos o el olor combinado debajo de una sábana compartida, en una mezcla inaudita de aromas de mujer que me lleva a tientas al recordarlos, sin que pueda de-

terminar a quien pertenecieron, porque perfume y mujer son la misma cosa en es-te momento y ¡Ay, como me sulibeyan!

Mujer, son tus perjúmenes

Por Deralte

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H ay costumbres y escenas de la vida diaria que van cayendo en el olvido por fuerza de los tiem-

pos, las leyes o los hombres. Una de ellas son los vendedores ambulantes de ali-mentos, que aún persisten en algunos lu-gares de Latinoamérica y EEUU, y sus pre-gones, que formaron parte del acervo cul-tural de los mismos.

Recuerdo los vendedores ambulantes de tamales “con pica y sin pica” de mi infan-cia, quienes con dos latas grandes se pa-seaban vendiendo sus delicias de los cua-les la más famosa, musicalmente hablan-do, fue Olga, la de los tamalitos, los de pasteles de guayaba, carne o coco, calenti-tos y olorosos en sus hornitos, los de co-quitos, matahambres y estrellones con sus tableros, los heladeros con el carrito y la

campanita avisadora y los de granizados para amortiguar el calor del mediodía tro-pical, los que vociferaban sus frutas por las calles (¡Frutas! ¿Quien quiere comprar-me frutas? Mangos, de mamey y bisco-chuelo…) empujando el carrito, los vende-dores de jugosas naranjas, que al instante pelaban y cortaban en dos mitades para disfrute de los paseadores, los maniseros con sus cucuruchos y tabletas (Maníiii, manisero se va, se va), las vendedoras de deliciosas empanadillas recién hechas co-mo Feta, los pescaderos “¡el pescado fres-co!” y los de verduras o los yerberos (traigo yerba santa pa la garganta, traigo la albahaca para la gente flaca..,) con sus hierbas medicinales y la cesta a la cabeza, o los de café, “¡El cofi, el cofi, cofi tricén!”, casi siempre niños con su termo y vasitos de papel.

Vendedores y Pregones Por Deralte

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Vendedores y Pregones Por Deralte

Recuerdo los puestos de fritas, frituras de bacalao y croquetas, los bollos de caritas de los chinos, los vendedores de ostiones, las vendedoras de vigorón y las del frito, con sus hojas de almendra limpias a modo de plato, las de las tortillas con su pana cubierta por un paño limpio, las de quesi-llos y quesadillas, las de los tacos placeros y antojitos, los de tajadas y camote y tan-tos otros.

Recuerdo los que cambiaban por botellas o metal el canillí, las tetinas o el pirulí, los carameleros, los que vendían los bolis en los buses "para que puedan sus hermanos estudiar" como el Quincho Barrilete, los de ¡la güela, la güela, la güelada! que mi-tigaba el calor en el Mercado Oriental, los vendedores de pescado frito con ensalada que iban en botes a lo largo del Río San

Juan para venderlos a los pasajeros del lanchón, los panqueleros "que se va el panquelero, rico panqué", los de las bolsi-tas de rosquetes, rosquillas y roscones y los de las “chicharritas, chicharrones, ma-riquitas y… papitas fritas”...

El tiempo todo lo cambia, todo, pero ahí quedan como recuerdo las imágenes, refe-rencias y pregones recogidos en canciones inolvidables sobre trabajos honestos casi desaparecidos, tanto como el pregón co-mo género musical o el pregonar los pro-ductos que se venden.

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“ Me llamo Justo Gallego. Nací en Mejo-rada del Campo el veinte de septiem-bre de 1925. Desde muy joven sentí

una profunda fe cristiana y quise consagrar mi vida al Creador. Por ello ingresé, a la edad de 27 años, en el Monasterio de Santa María de Huerta, en Soria, de donde fui ex-pulsado al enfermar de tuberculosis, por miedo al contagio del resto de la comuni-dad. De vuelta a Mejorada y frustrado este primer camino espiritual, decidí construir, en un terreno de labranza propiedad de mi fa-milia, una obra que ofrecer a Dios. Poco a poco, valiéndome del patrimonio familiar de que disponía, fui levantando este edificio. No existen planos del mismo, ni proyecto oficial. Todo está en mi cabeza. No soy ar-quitecto, ni albañil, ni tengo ninguna forma-ción relacionada con la construcción. Mi educación más básica quedó interrumpida

al estallar la Guerra Civil. Inspirándome en distintos libros sobre catedrales, castillos y otros edificios significativos, fui alumbrando el mío propio. Pero mi fuente principal de luz e inspiración, ha sido, sobre todo y ante to-do, el Evangelio de Cristo. Él es quien me alumbra y conforta y a Él ofrezco mi trabajo en gratitud por la vida que me ha otorgado y en penitencia por quienes no siguen su ca-mino.

Llevo cuarenta y dos años trabajando en esta catedral, he llegado a levantarme a las tres y media de la madrugada para empezar la jornada; a excepción de algunas ayudas esporádicas , todo lo he hecho sólo, la ma-yoría de las veces con materiales recicla-dos… Y no existe fecha prevista para su fina-lización.

Me limito a ofrecer al Señor cada día del

Una vida dedicada

Por Turriano

Una Vida Dedicada Visiones de la Antigüedad

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trabajo que Él quiera concederme, y a sentir-me feliz con lo ya alcanzado. Y así seguiré, hasta el fin de mis días, completando esta obra con la valiosísima ayuda que ustedes me brindan. Sirva todo ello para que Dios quede complacido de nosotros y gocemos juntos de Eterna Gloria a su lado.”

Estas son las palabras que rezan a la entrada de la catedral de la Fe, del templo dedicado a la Santísima Virgen del Pilar. Estas palabras son el resumen de una vida sin punto final; plegaria de Justo Gallego Martínez, el hom-bre que dedica su vida a Dios y persigue con-vertir un onírico plano en la realidad con la que me topé un lluvioso domingo. A pesar

de las inclemencias del tiempo no éramos pocos los visitantes que paseábamos sin nin-gún orden establecido por la construcción inacabada, tan majestuosa como peligrosa por los pasos elevados sin barandillas, sin redes, plagada de amenazantes hierros des-provistos de hermosa piel marmórea, ni car-teles de seguridad. Fue un domingo otoñal cuando Mari Carmen, Isabel, Miguel Ángel, María, Berna y yo miramos una cúpula es-quelética por la que la lluvia entraba barni-zando un altar rodeado de plásticos y latas de pintura, centro mismo del mundo de ilu-siones de un apóstol octogenario.

Una Vida Dedicada Visiones de la Antigüedad

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Por José Ramón Miranda

El CuélebreEl CuélebreEl Cuélebre

R incón Literario

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E xisten fiestas de guardar que rompen la modorra de cualquier pueblecillo escon-dido, máxime cuando algo sucede y a los

lugareños les pilla de atavío jubilar. Si a mano vie-ne el relance, será recordado por los vecinos y transmitido de boca a la siguientes generación en versión libre, aunque distorsionada, a buenas noches de que el tiempo todo lo estratifica y de que la costra pétrea resultante de tal desaviso servirá de soporte volandero a patrañas asperja-das por la leyenda, que bueno será hacer cala y cata de que en Orugarde siempre estuvo la puer-ta abierta para todos los necesitados.

Otras veces los acontecimientos se olvidan si los actores caen en renuncio, o si los pardales detentan fama de propender a echar de baranda y a observar con catalejo de aumento lo que nun-ca pasó de ser mero deslustre de sobaquillo tore-ro. Sea como fuere, lo que aquí expongo viene a cuento con algo, no sé si extemporáneo, que sucedió en aquel lugar la tarde de Viernes Santo de 1961.

En el mundo pasaban cosas con fundamen-

to: tres días antes, el martes 29 de marzo, en el cacereño Palacio de las Cabezas se había celebra-do una entrevista entre Franco y Juan de Borbón para acordar la etapa de los estudios de su hijo; Kruschev invitaba a De Gaulle a visitar la URSS; se estrenaba “Los cuatrocientos golpes” de Truffaut, y por estos pagos hacía furor “Historia de una monja”.

Pero en Orugarde no había salas de cine y los únicos monitores de televisión existentes eran disfrutados por el boticario en su casa, y por los camioneros que reponían fuerzas en un resto-rán de carretera, Casa Barragán, que no autoriza-ba a los vecinos ni a entablar partidas de guiñote ni a sentarse frente a un tazón de café toda la tar-de y poder tomar posiciones para contemplar “Gran Parada”. Argumentaba don Leoncio, co-mo si regentase un hospital de sangre y necesita-se camas disponibles ante una imprevisible catás-trofe, que se requería sitio para dar cabida a posi-bles viajeros que llegaran en autocar. Leoncio Ba-rragán Tajón, en otro tiempo jefe de cocina del sevillano Hotel Alfonso XIII y discípulo predilecto

El CuélebreEl CuélebreEl Cuélebre

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de Ángel Muro, era consciente de que por aque-llas trochas ásperas y parcheadas, cuyo único atractivo era el de servir de ruta hacia el minúscu-lo embalse “Almirante Carrero”, nunca pasaban muchos autocares; y de que, cuando eso sucedía, casi siempre lleno de calabazanos medio pensio-nistas en jornada de asueto y de carcamales que vivían de milagro e iban camino de un albergue de Educación y Descanso donde, dicho sea de paso, ni se educaban ni descansaban, jamás se detenían en su casa de comidas, que no era del montón, que su dueño tenía oficio, ganas de agra-dar a los viajeros, y que disponía de amplio apar-camiento anejo, de luces de neón a tutiplén, y de los impagables servicios de un muchacho rebota-do del seminario diocesano, con teresiana ocre y chaqueta de panilla verde hiedra, encargado de abrir la puerta y de transportar el equipaje de aquellos viajeros que se detenían a yantar, o a pasar la noche.

-- Niño, déjame pasar.

Luisillo Hijazo Tejerina trabajaba para el inglés, es decir, por las posibles yapas y por un plato de sopa, que Luisillo entendía de caldos y era sabedor de dónde tomaban sapidez y sustan-cia, o sea, de la fibrina, de la gelatina, del osmazo-mo, de la grasa y de la albúmina. También dife-renciaba una salsa a la Grimod de una salsa bren-ca, las setas buenas de las venenosas, y el civet de balde de la liebre del civet de gato. Pero Luisi-llo llenaba el baúl con sopa de tapioca y pollo a la Marengo, sus platos preferidos.

--Come chaval, a ver si estiras.

--Gracias, patrón.

Pero Luisillo ni crecía ni aborrecía. Era un saco de huesos de aspecto pálido y enfermizo que sabía declinaciones, que meaba en los descampa-dos y que en el seminario, según aseveraba su padre espiritual, carecía de la necesaria adecua-ción hormonal. Mientras los gañanes mataban la tarde de fiesta asomados a la cuneta para contar turistas, o a la acequia por ver de dar caza a algu-na rata topera, Luisillo, muy digno, paseaba por el aparcamiento con la vitola de un comodoro, o de un conserje de planta noble, honrado con poder abrir puertas a cambio de la voluntad, siempre con caución, que a veces el viajero era un sansi-rolé y perezoso zanguango que le hacía limpiar los parabrisas y portar los pesados valijones de via-jante de bombillos de retrete a cambio de una

estúpida mueca o, con un poco de buen naipe, de un cigarrillo de tabaco rubio americano.

Aquel Viernes Santo, horas antes de que la procesión del Santo Entierro saliese de la pa-rroquia para hacer un dilatado recorrido por las tortuosas callejuelas de Orugarde, Luisillo obser-vó cómo Manuel Acebal Tomey, más conocido como Manito, se acercaba desempedrando calles, aspando con los brazos, gritando frases incon-gruentes, con la escopeta cruzada al cuerpo, la canana vacía de cartuchos y el color despintado. --¡Allí... allí… en el Paguillo!

Zarandeaba a Luisillo para que le prestase toda la atención del mundo, pero éste no termi-naba de entenderle y se le fue la sangre a los zan-cajos ante lo que se presentaba como una clara pérdida de chaveta. Luisillo se dispuso a cruzar la carretera para llegar hasta el restorán y hablar con don Leoncio, pero Manito se lo impidió suje-tándole fuertemente del quebradizo antebrazo.

--Espera, hijo, espera, no se lo digas a nadie, que es preciso que exista un secreto entre noso-tros. Si lo aireases por ahí me podrían tomar por chiflado. Sabes que tengo fama de republicano y que el alcalde, el cura y el boticario me la tienen jurada.

Manito se sentó sobre una loseta de pie-dra, se limpió el sudor y le contó a Luisillo cómo había descargado toda la cartuchera sobre un ra-ro animal que le había asomado por una cueva en el solitario y montaraz paraje conocido como el Paguillo, poblado de viñedos y de almendros en flor.

--No puedo contarte más, Luisillo. Me gripó las piernas el miedo y sentí un tremendo escalo-frío. Era, para que puedas entenderme, como una especie de culebra con pelos, con orejas peque-ñas y puntiagudas, lengua bífida y larga, escamas oscuras sobre un lomo aserrado y mirada pene-trante. Los perdigones rebotaban sobre su cata-fracta y rugía como un tigre enjaulado. Cuando se me acabaron los cartuchos eché a correr por el camino de la ermita, el camino de la amargura, sin querer mirar hacia atrás, muerto de espanto. ¿Me comprendes, verdad?-- Tragó saliva antes de proseguir. --Debe de tratarse de un cuélebre…

Luisillo le miraba espantado. Jamás había oído hablar de esos animales en la escuela. Recor-dó que una vez el tío Roque, sentado en la puerta

Rincón Literario Visiones de la Antigüedad

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Rincón Literario Visiones de la Antigüedad

El cuélebre o culebre son los nom-

bres dados a una criatura legendaria,

perteneciente a la mitología asturia-

na y a la mitología de Cantabria, la

cual es descrita como un ser con forma

de dragón, similar a

una serpiente alada.

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de la barbería junto al triciclo del tullido Gonzalín, quien recitaba versos en las dulces mañanas de otoño hasta que se intoxicó con sidol convencido de que tomado a cucharadas sanaba el tabardi-llo, contó a su primo Blas cómo durante la Repú-blica dio caza a un dragón enano del tamaño de un tejón, que lo mandó disecar y lo conservó so-bre un trinchante engalanado con tafetanes has-ta que con el pillaje de la guerra desapareció pa-ra siempre.

Un viejo sedán paró en el aparcamiento. Luisillo dejó la conversación con Manito cuando se estaba poniendo más interesante y se acercó veloz a abrir la portezuela del conductor. En su interior estaba sentada una mujer rubia, y al des-cender supo que también alta, que rondaba la cuarentena y que hablaba un idioma desconocido para él. Del asiento contiguo puso pie a tierra un hombre enjuto de carnes que iba vestido de tiro-lés, con sombrero de fieltro, pasamanerías, bolsi-llos falsos y medias sobre pantalón bombacho. Luisillo se enteraría por don Leoncio, quien había leído en una entrevista en El Norte de Castilla, y de que se trataba de un tipo pintoresco, de don Hugo von Habsburgo, que habitaba en un pueblo abandonado, que la Guardia Civil le trataba de usía, que decía ser un archiduque en el exilio des-cendiente de Francisco José, que pintaba cuadros de serpientes y que escribía de botánica.

--Danke--contestó ella.

Luisillo sonrió y cumplimentó a los viajeros descubriéndose, tomó un maletín de piel de cai-mán y ambos marcharon hasta el interior del res-taurante en silencio. Pero antes de penetrar, Lui-sillo volvió tímidamente la cabeza hacia Manito y le clavó la mirada como sellando un secreto de forma tácita. También le hizo un ademán y Mani-to entendió que debía esperar a que éste con-cluyese su trabajo.

El fiel guardacoches tomó la llave de la me-jor habitación disponible, la 15, que le había en-tregado don Leoncio. Subieron las escaleras él y la viajera, que justo será decir que tenía unas panto-rrillas espléndidas. El noble, mientras, se había quedado en la barra del bar solicitando a don Leoncio un brandy Maximiliano al tiempo que to-maba de un platillo un tumbet de verduras, con patata, cebolla, tomate, calabacín y pimiento ro-jo. Ya en la amplia alcoba, Luisillo dejó el maletín sobre una silla de noche y levantó la persiana con

la parsimonia del soldado cuando iza la bandera Al frente, como un diorama de luz y de tonalida-des ocres, quedaba el Paguillo; y a su izquierda, la erecta chimenea de una fábrica de azúcar. Lui-sillo se quedó ensimismado ante el paisaje. Cuan-do se dio la vuelta para marcharse, la extranjera se desprendía de un suéter que dejaba al descu-bierto unos senos blancos y firmes. Luisillo, que sólo había visto un seno de santa Águeda sobre una bandeja en un altar del seminario, se quedó frenado y sorprendido. Ella, muy tranquila y sin perder las buenas composturas, le indicó me-diante un castellano difícil de entender que tenía hambre. Luisillo le contestó que el servicio de comedor estaba cerrado hasta las nueve de la no-che, pero que iba a intentar hacerle un bocadillo de queso y panceta, o de tortilla de patata, o de algo que encontrase a mano en el aparador de la cocina.

--Patrón, la cliente de la 15 dice que tiene apetito. Ya le he dicho que hasta las nueve no hay nada que hacer.

Rincón Literario Visiones de la Antigüedad

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--Es que los extranjeros cenan cuando los españoles merendamos, son así de excéntricos. Vamos a la cocina a ver si queda algo.

En la cocina había de todo.

--¿…Y qué le damos?—se preguntó don Leoncio rascándose el colodrillo.

--No lo sé, patrón, pero tengo entendido que los nórdicos lo toman todo medio frío y con mucha mantequilla.

--Si tú lo dices... No sé... Prepárale lo que te apetezca, esperas a que se lo eche al coleto, lue-go bajas el servicio y lo dejas en la fregadera. ¿Entendido?

--Sí, patrón, como usted mande.

Luisillo dudó. Se acercó hasta una vitrina frigorífica y tomó una copa de cristal verde que contenía crema de cachelos con foie gras carame-lizado y puré de habas a la menta. Después prepa-ró sendas lonchas de pan de chapata que untó

con tomate maduro y que regó con un chorrito de

aceite de oliva virgen extra, sirviendo de lecho a unos finos tajos de jamón serrano coronados por dos lomos de anchoas del Cantábrico cada una. Finalmente abrió un frasco de mermelada de ce-reza picota del Valle del Jerte y extendió unas cucharaditas sobre sendas rebanadas de pan tos-tado. Colocó con esmero los deliciosos manjares sobre una bandeja de alpaca y añadió el necesario servicio de cubertería, una servilleta de tela con las iniciales C.B., una copa de vino de fino cristal y una fría botella de chandonnay Palacio de Otazu, fermentado en barrica y correspondiente a la añada del 57, sensual, meloso y acariciante hasta más no poder, en el que se apreciaban en boca toques de mantequilla con un fondo de lías muy personal.

Subió las escaleras con cuidado y dio unos golpecitos en la puerta. La campana de la iglesia daba el último aviso con un tañido monocorde. La procesión iba a dar comienzo. Los vecinos, muy atildados, salían de sus casas camino de la plaza del Caudillo. Los guardias iban de gala y las seño-ras pudientes lucían vestido oscuro, tacón alto y peineta.

Un ventolín, como el que siempre soplaba para arrastrar a los espíritus cuando fallecía un contiguo, levantó polvareda. Manito seguía solo, pensativo, tal vez cavilando sobre la migración de las almas y en los poderes de ciertos hombres de bien que ahora estaban en los altares; verbigra-cia, san Trifón, capaz de amansar basiliscos con la mirada, san Sisebuto, diestro en domeñar ser-pientes, san Pascasio, perito en amainar drago-nes, san Celedonio, avezado en tranquilizar esco-lopendras...

La viajera, que acababa de salir de la ducha, abrió la puerta tapada en una toalla de baño. Lui-sillo se limitó a dejar sobre una mesa redonda la bandeja con las viandas.

--Que aproveche, señora.

--Oh, sí, sí… ¡Danke!

Ya se marchaba Luisillo cuando la viajera llamó su atención. Sacó una carterita del maletín y le largó una propina de quinientas pesetas.

--¡Danke, danke…!-- le contestó Luisillo muy contento, mientras apresaba el billete azul.

La viajera le hizo señas para que esperase. Volvió al cuarto de baño, colgó la toalla y salió

Rincón Literario Visiones de la Antigüedad

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Rincón Literario Visiones de la Antigüedad

desnuda. A Luisillo le hacían los ojos chiribitas. La viajera se había puesto una braguita negra, una camiseta blanca transparente y unas zapatillas también negras. Se sentó en la cama, miró dete-nidamente la comida y utilizando un dedo probó un poco de crema de cachelos. Le gustó. Indicó por señas a Luisillo que se sentase a su lado y que le hiciera compañía rascándole la espalda y be-biendo un sorbo de vino. Ella tenía una hambruna calagurritana. Luisillo tomó un vaso de plástico del cuarto de baño y le cedió a la viajera la fina copa de cristal. Se llamaba Gisele Stern e iba ca-mino de Portugal. Antes de que Luisillo regresase a la cocina con la bandeja, él y Gisele Stern se entrelazaron devorándose las leguas, que lucha-ban húmedas, juntas, hacia delante y hacia atrás, una y otra vez. La sangre de Gisele hervía a bor-botones y sus brazos se aferraban al cuello de Lui-sillo, mientras éste jugueteaba con sus pechos, que eran hermosos, grandes y firmes, coronados por un par de tentadoras fresas por pezones, que-dando trabados entre ayes y suspiros.

La procesión doblaba las callejuelas de Oru-garde. Un ventolín, como el que siempre soplaba para arrastrar a los espíritus cuando fallecía un contiguo, levantó polvareda fina, como polvillo de mariposa. Manito se quedó solo y pensativo, tal vez cavilando sobre la Pasión, sobre su cáliz per-sonal, o sobre lo divino y lo humano, que Manito ya no sabía qué era malo y qué era digno de aprobación por parte de aquella sociedad de co-madres y de caciques donde él sólo era un inicuo digno de la conmiseración general, siendo cons-ciente, eso sí, de que a otros por menos les en-cendían cirios.

En los días siguientes, Manito rompió el se-creto sellado con Luisillo e intentó demostrar a

los incrédulos gañanes su encuentro frontal con el cuélebre. Incluso llegó a proponer entre los in-mediatos, sin que cuajara su propuesta, una am-plia batida por el Paguillo con provisión de tiros de posta. No fue posible porque ningún vecino estuvo dispuesto a colaborar con un hombre que no iba a misa los domingos y fiestas de guardar. Sólo creyó en él Luisillo, el débil y enfermizo guar-dacoches, que se brindó a acompañarle en un posterior ojeo.

El dos de mayo, Caryl Chessman era ejecu-tado en la cámara de gas en el penal de San Quin-tín, después de doce años de agonía. Aquel mis-mo día, no sé si a esa hora, Luisillo moría aplasta-do por un camión de ganado al cruzar la carrete-ra. También ese día aniebló la vista de Manito una racha de polvo del camino. Era el ventolín que aparecía para arrastrar el alma de Luisillo ha-cia un paisaje desconocido, sin haber llegado a poder cumplir la promesa de acompañar a Mani-to hasta el Paguillo y poder ver de cerca el cuéle-bre, esa especie de liebre y culebra, o dragón y serpiente o las cuatro cosas juntas. Manito se deshizo de la escopeta y nunca más volvió a pisar esas trochas. No traía cuenta. Pasaron los años y los mozos del lugar cambiaron de hábitos, dejan-do de buscar ratas toperas en las secas acequias y de asomarse a las cunetas, por el placer de ver a los coches de los turistas pasar de largo. Los más aventureros asomaban la cresta por un gua-riche de carretera, llamado “La Reina Mora”, don-de los cuélebres no eran cosa diferente a hurga-manderas devotas de María y vetisesgadas hacia la adiposis que, entre semana, hacían importan-tes descuentos a la distinguida clientela.

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Rincón Literario Visiones de la Antigüedad

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L a publicidad en la tele yo no la veo nunca. Pero mu-

chas veces oigo en la radio anuncios o meten bajo la

puerta de mi casa panfletos publicitarios. Todos ha-

blan de lo mismo: «¡Oferta! ¡Menos caro! ¡Gana tanto si com-

pras esto o lo otro!»

Yo me pregunto: «¿Cómo voy a ganar si siempre me toca pa-

gar?...»

Según parece, estas empresas del marketing utilizan los precios

como anzuelo para captar a los clientes. Dentro de los grandes

Por

Joaquín Martínez

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almacenes ocurre lo mismo: productos en

promoción se colocan formando pirámi-

des en lugares estratégicos para que sal-

ten a la vista y destaquen más.

Oír un mensaje publicitario al día no tiene

importancia, es un mensaje más. El pro-

blema viene cuando oímos ese mismo

mensaje y otros muchos por el estilo no

una sino infinitas veces al día. Entonces ya

no podemos hablar sino de acoso, el aco-

so que la publicidad ejerce impunemente

sobre la población.

Los empresarios nos tratan como ganado,

nos consideran ganado solo apto para

consumir lo que ellos quieran.

Tanto bombardeo de anuncios es ilegal

(pues incurre en el delito de acoso, que

está tipificado por la Ley).

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La Ñ del Profesor Visiones de la Antigüedad

xxx

Tanto pregonar la baratura de los precios

tiene gato encerrado.

Con este asunto ocurre lo siguiente: cuan-

to más barato es un producto más perju-

dica al ecosistema, más contribuye a la

destrucción del medio ambiente. Es una

regla de tres que no falla nunca: cuanto

menos vale algo más incurre en la ilegali-

dad. Ejemplos, a montones:

Los huevos se venden de acuerdo con un

código que va del 0 al 3. Los que están

marcados con el O proceden de gallinas

sanas: se han criado al aire libre y sin me-

dicinas. Por el contrario, los que están ta-

chados con el número 3 proceden de galli-

nas encerradas en cajas donde no pueden

ni moverse ni extender las alas. Sujetas al

estrés y a la enfermedad, las atiborran de

medicamentos para que resistan un poco

más antes de llevarlas al matadero.

Imagino que ya lo habéis adivinado: los

huevos de categoría 3 son los más baratos

en el mercado, pero también los que más

daño están causando a la Tierra.

Con la leche sucede algo parecido: si pro-

cede de granjas-fábricas donde las vacas

apenas pueden moverse y son alimenta-

das con cuenta gotas (un ordenador fija la

cantidad diaria de cereales que ingieren),

aparte de recibir una dosis importante de

antibióticos porque caen enfermas al es-

tar hacinadas, entonces esa leche nos la

venden a unos precios de risa.

¡Y la gente va y la compra y contribuye así

a destruir la dignidad de la vida de todos

los seres que habitan el planeta!

Con la ropa es un poco la misma historia:

un tejano que no vale gran cosa procede,

qué duda cabe, de fábricas del tercer

mundo donde esclavizan poco más o me-

nos a los trabajadores, aparte de contami-

nar el entorno porque los tintes que se

emplean para fabricar esos tejidos los ti-

ran directamente a los ríos, sin que hayan

pasado por una depuradora.

Si compras papel a granel, de ese que vale

5 céntimos el kilo, ya sabes de dónde pro-

cede: allí donde antes había un bosque

milenario de robles y otros árboles mara-

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La Ñ del Profesor Visiones de la Antigüedad

villosos han puesto en su lugar un cortijo

de eucaliptos, árbol que crece muy rápido

y proporciona abundante madera de esca-

sa calidad.

¡Se están cargando los ecosistemas del

mundo para que nos metan debajo de la

puerta sus panfletos de publicidad menti-

rosa!

Y todo este abuso y atropello es legal, las

autoridades no hacen absolutamente na-

da para protegernos de los empresarios

depredadores, que están acabando con

todo a su paso.

La solución es para mí obvia: el consumi-

dor debe pagar lo que vale cada producto;

comprar menos, pero buscar la calidad de

lo que compra para que dure más. Las

gangas y ofertas disimulan demasiado a

menudo una destrucción masiva del me-

dio ambiente.

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La Mentira de la SociedadLa Mentira de la SociedadLa Mentira de la Sociedad

Y , por extensión, del sistema que la prego-na.

Mirad, yo no soy ningún experto en economía, ni tampoco en estudios sociales. No sé de bolsa, no sé cómo se gobierna un país, no sé cómo se ges-tionan los fondos recaudados por los impues-tos... En fin, no sé nada. Ni qué día es. Pero desde mi desconocimiento, desde mi igno-rancia agresiva sobre lo que es la vida, lo que son las células, el cosmos, veo líneas que quizá otros no pueden ver. ¿Qué veo? En primer lugar, y recalcando siempre mi postura ignorante, un pasivismo social aplas-

tante. Ya no hay revoluciones, ni revueltas, ni protestas (en occidente). La población acepta sin reparos lo que los gobiernos y las empresas les dan de comer, y aquí paz y después gloria. El sis-tema nos ha atado de pies y manos con todas sus virtudes consumistas, y también con el entrelaza-do de obligaciones y deberes. Así, cuando un ser humano accede a las bondades de la sociedad (sus productos, sus lugares de fiesta, etc.), se siente parte de un grupo y, por tanto, prefiere quedarse en él antes que dar un paso al frente y arriesgarse a perderlo todo. ¿A perder qué, si en el fondo no tiene nada? Pero así somos todos. Mientras dure, mientras quede algo de agua en el sucio charco del que bebemos, no hay necesi-dad de buscar nuevos lagos.

TejiendoTejiendoTejiendo AguaAguaAgua Por Óscar García Teijeiro

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La Mentira de la SociedadLa Mentira de la SociedadLa Mentira de la Sociedad En segundo lugar, veo la traición de los líderes a su pueblo. Me corrijo, no hay traición alguna. Desde siempre, en casi todas las especies con jerarquías, el líder o la líder marcan el camino a seguir. Los demás van detrás como borregos, con la excepción de períodos de lucha por el poder, cuya resolución final deja las cosas tal y como estaban, solo que con diferente rostro al que cul-par. En este sentido, únicamente podría añadir que la culpa es también de los ciudadanos, al creerse desde los albores del tiempo lo que dicen los gobiernos. No olvidemos que los emperado-res, reyes, Papas, presidentes y demás ralea, bus-can el beneficio propio- o en su defecto el suyo y el de sus allegados-. Que la gente sea feliz es una consecuencia no necesariamente buscada por un

gobierno, y no necesariamente imprescindible para la consecución de sus objetivos. En tercer lugar, no por tener información ya lo sabemos todos. Sabemos lo que quieren que se-pamos y se ríen de nosotros cuando, pecando de ingenuidad, nos vamos a nuestro pequeño reduc-to cibernético y los ponemos a caer de un pino. A ellos les da igual. Lo tienen todo bien cogido por las pelotas. Siguen ganando dinero y viviendo "mucho mejor" que nosotros, casi sin mover un dedo, mientras que el populacho se pelea por conseguir un puesto de trabajo y llevarse algo a la boca. Machos alfa, beta y pollinos; el esquema que ellos tienen en mente. Juegan con el miedo, tienen muy bien dominada la política del terror.

Bucólica estampa de un even-

to social cualquiera.

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Desestabilizan la economía para aterrorizarnos, crean guerras para aterrorizarnos- y ganar dinero- y así un largo etcétera de actividades que no comprendemos pero que ocurren todos los días. ¿Los escucháis? Siguen riéndose. Cuarto: los señores en la sombra gobiernan la educación, los medios de comunicación, la músi-ca, el cine, los productos que podemos comprar y cuyo uso nos garantizan un status cool, el dinero que se mueve, y cómo se mueve, etc. Al dominar todos estos factores, los gobiernos son igualmen-te controlados por las apetencias de estos fantas-mas invisibles, porque los gobiernos están forma-dos por personas, y las personas tienen miedo al cambio. El ser humano es previsible y comparte unas necesidades básicas independientemente de su procedencia o clase social, ergo es una es-pecie sumamente sencilla de dirigir. Si tienes di-nero, tienes recursos, y si tienes recursos, puedes hacerlo todo. Por eso el que tiene dinero hace lo que quiere, y los demás empeñan su vida en con-seguir dinero, para hacer lo que quieran. El pro-blema es que en cuestiones de dinero, "el mucho llama al poco, y no al revés", y ningún trabajador honrado reunirá la cantidad suficiente como para independizarse de la soga monetaria a lo largo de su vida. Punto número cinco: incluso en épocas de depre-sión económica acusada, tal es el caso, las em-presas ganan dinero, por ejemplo reduciendo plantilla cuando a lo mejor ni lo necesitan. El go-bierno, por extensión gana, ya que graba ese di-nero con impuestos múltiples y puede permitirse no hacer nada, puesto que recibe ingresos por mirar y callar (en resumidas cuentas, somos sus esclavos). Así se explica que los bancos, por poner un ejem-plo, aún habiendo socavado todo el entramado geoeconómico con su avaricia despiadada, a ins-tancias de lo señoritos en la sombra, por supues-to, reciban rescates millonarios y beneficios cre-cientes. ¿Es que no lo veis? Todo está perfecta-mente medido, y el que piensa que las cosas ocu-rren porque sí, por los ciclos del dinero, está más equivocado de lo que cree. Por tanto, si todos ganan menos tú, no hay necesidad de cambiar nada. ¿Y sabes por qué? Porque hay miles, millo-nes de ciudadanos. Que uno se encuentre en la

miseria, sin dinero para comer, no implica nada. Otros habrá que tengan algo ahorrado para fi-nanciar el descalabro sistémico. Mientras el titiri-tero esté ahí, él es la prioridad, y si se muere o se retira, será suplantado o relevado a una veloci-dad pasmosa. En sexto lugar, y en relación a todo lo anterior, ¿por qué creéis que hemos llegado a este punto? A los interesados, a los responsables del plan del siglo- y de muchos otros anteriores-, les parece un buen modo de hacer las cosas. Un cambio de reparto de poderes, quizá de sistema económico, quién sabe. El resultado final es inesperado. Lo único claro, sea lo que sea, es que ellos van a ga-nar, y por eso está todo como está. La sociedad, la consecuencia de todas estas es-tratagemas deleznables– y alguna más-, imita a la vida, y lucha por sobrevivir. En el fondo, analizan-do un poco los núcleos urbanos, las carreteras, los vertederos, nos percataremos de que todo el esquema guarda asombroso parecido con cual-quier organismo vivo de la naturaleza. Las perso-nas somos meras células, prescindibles. Circula-mos por las “venas de asfalto” día a día, trabaja-mos para mantener al Coloso con vida. Si falla-mos, otro ocupará nuestro lugar al momento; si nos “desviamos” del camino, los “anticuerpos” nos darán una paliza. Todo en pos de los órganos principales y, ante todo, del cerebro. Cierto que el bien del grupo redunda, a veces– pocas-, en el bien del individuo, por eso nos limi-tamos a hacer lo que nos dicen. Obedecer nos hace sentir seguros. Pensar siempre es complica-do e implica mucho más esfuerzo. Por tanto, ca-pitalismo, comunismo y cía... en el fondo, son lo mismo: hambre, frío, miedo al olvido. Herramien-tas para conducir al ganado, temeroso. Sin embargo, esos poderosos que todo lo contro-lan, como si fueran inmortales, deben saber una cosa: lo que son, su cara, sus manos, sus billetes, sus pies... será pasto de los gusanos. Con el tiem-po, nadie se acordará de ellos. Fin. Y otros vendrán detrás para continuar lo que ellos empezaron.

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¿ Has escuchado alguna vez la música? Suena de forma parecida a un gotear sin fin. Go-tas que se precipitan al vacío, una detrás de

otra, persiguiéndose infinitamente en el negro lienzo. Derramadas, surcando los claroscuros que un so-litario pintor decidió emplear en su más amada creación. Lágrimas, bien de felicidad o tristeza, que empapan la rugosa y seca corteza de obsidia-na. Y la efigie abandonada, cuyo ojo brillante obser-va la ominosa noche circundante, gira sin cesar sobre el centro de su corazón nebuloso. El polvo, la arena, la brisa y el trueno… arrastrados por la corriente inmaterial de la deriva cósmica. Enca-denados, secuestrados por los hilos de energía primigenios, que tiran rítmicamente, siguiendo las instrucciones de su amo y señor- encapuchado titiritero-. No hay paredes allí donde suena la música. El so-nido se expande como una supernova. El brillo fatal es cortejado por coros y una estrambótica orquesta. Incluso en la más oscura de las noches, sus susurros rasgan el silencio, casi como un llan-to mudo… empujando por ser escuchado… Tantas vidas se mecen al unísono, escoltadas por la piedra, el hielo y el olvido, que incluso parece que todo permanece estanco, aguardando pa-ciente la hora de su ejecución. Implorando cle-

mencia, condenando la existencia vacía y yerma, clamando por una pronta y total aniquilación. Los corazones, ya transformados en piedras la-bradas de sílice sin forma, son erosionados por el soplo cósmico, lentamente… Molidos a fuego len-to en las fraguas de la nada. El herrero ya no es-tá, pero el fuego sigue alumbrando a los extravia-dos, mientras se aglutinan a los pies del portón de ónice. Atraídos por la música. Por el llanto. Por la sole-dad compartida. Los corazones entran en deriva, se escoran a la negra noche que los observa recí-procamente. Se ven reconocidos, en el agujero sin fondo. Y el brillo giratorio, hipnotizante, los arras-tra un poco más, los acerca a su fulgurante ojo dorado y luego se los lleva a su boca, sin compa-sión. Dientes de metales aún por descubrir finali-zan el trabajo, machacando con esmero lo que millones de años se esforzaron por dar a luz. El tiempo es inclemente. Y la música su más que-rida sirena endemoniada, que embauca a los ig-norantes como una mantis religiosa para fundir-los con el flujo ardiente de la existencia. La noche brilla y ella danza sobre los restos esparcidos por la infinidad. Feliz y triste por igual, bien pudiera ser que víctima declarada de la más completa enajenación mental. Nace un mundo y muere otro. Nacen los colores y se apagan, cíclicamente. Pero el ojo siempre par-

Clamor

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padea, mirando en todas direcciones, aparente-mente inmutable. Ni su extraño vientre hinchado, en continua deflagración y lleno de macabro ali-mento, le produce satisfacción alguna. Pues en la noche, aún brillante, cuando los corazones ya no están… sólo queda la helada hebra plateada del tiempo ya pasado. De la vida desperdiciada y las estrellas titilantes que tiemblan ante la inminencia de su propia ex-tinción, constriñendo sus entrañas con el objeto de sorber un poco más de un jugo vital ya seco... Y si las mismísimas estrellas tienen miedo, ¿por qué entonan estas complicadas sinfonías?

Quizás, y sólo quizás, para que su canto se im-pregne por los más recónditos lugares del cos-mos, convirtiéndose en un eco que pervive más allá de su propia muerte. Quizás, y sólo quizás, para que ese eco retumbe en oídos de criaturas que sepan sacarle provecho. Y puede, del mismo modo, que sólo se trate de un intento vano de huir de su juicio supremo… Un grito de socorro.

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Eulogio GelónidaEulogio Gelónida

CronistaCronista

Los Peones Negreros Más se perdió en Cuba

Por Alejandro García Alamán

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Q uizá alguno de ustedes, inteligentes y cul-tivados lectores, tenga la sensación de que el ambiente político en España está

especialmente crispado, y hayan caído en la cuenta de que menudean ciertos grupos de “opinión extrema” que adoptan lo que se conoce como el “discurso del odio”. Si por un momento se les ha ocurrido pensar que se trata de un fenó-meno típico de la posmodernidad…están comple-tamente errados. Esto ya se había visto antes por tierras peninsulares. ¿Qué no les suena? Bien, pues vamos a hablar sobre algo que se oculta de-bajo de las alfombras y que ¡oh, casualidad! es esencial para entender algunas cositas de nada

que ocurrieron en este país (Espaaaaña, sí….) no hace tanto; abdicaciones, guerras, ustedes ya saben. Como habrán adivinado por el título y porque sé que tienen estudios, vamos a hablar de un trauma nacional, un drama, un escándalo, una vergüenza…la pérdida de Cuba, el desastre, el acabóse, el inicio de la descomposición nacio-nal y la muerte de miles de gatitos.

La historiografía tradicional que nos tragábamos en el cole y por tanto la versión más extendida sobre el asunto incide mucho en el abuso que los pérfidos estadounidenses cometieron sobre una

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Eulogio Gelónida, Cronista Visiones de la Antigüedad

pobre pequeña potencia de segunda fila, arreba-tándole por la fuerza bruta su queridísima colo-nia aprovechándose de un conflicto interno. Y por ello nos sabemos bien la película pero sólo a partir del incidente del Maine y las operaciones bélicas de 1898. También hace mucho hincapié en toda la histeria literaria de después de la pre-visible derrota, el pesimismo y el lamento del re-generacionismo, con ese sentido del pathos tan nuestro, que si la “España sin pulso”, que si el trauma de verse sin los últimos restos del Impe-rio, que si los nacionalismos, que si la fiesta ter-minó y hay que fregar los platos. Obviamente este análisis es incompleto, sesgado, mitología pura y dura que pasa de puntillas por un buen montón de factores clave sin los cuales es incom-prensible todo el proceso. Entre otras cosas por-que dejan en no muy buen lugar a unos cuantos prohombres, “patriotas” y padres de la Patria, claro está. Así que vamos a contar en más detalle cómo, quién y qué fue lo que realmente se per-dió en Cuba. Y lo vamos a hacer desde una pers-pectiva algo diferente (no esperen que me ex-

tienda sobre Cascorro o Teddy Rooselvet disfra-zado de boy scout), otorgándole todo el peso que se merece en esta historia a un grupo crucial para comprender no sólo este turbio asunto, sino los convulsos acontecimientos de la política pe-ninsular; el poderoso lobby negrero. Que por su-puesto ha permanecido históricamente en el anonimato y eso no lo podemos consentir, ¿a que no? Pues venga, al lío.

Cádiz, 1812. En plena Guerra de la Independencia contra las tropas napoleónicas, los liberales espa-ñoles, ante el vacío de poder dejado por Fernan-do VII, se constituyen en Cortes y proclaman una Constitución; es el principio del fin del Antiguo Régimen. En el texto de la Pepa, se define España como la “reunión de los españoles de ambos he-misferios”, lo que insinuaba algún tipo de cambio de estatus de los habitantes del Imperio colonial hispano. Sin embargo, años más tarde, en la Constitución liberal de 1837 y ya independizada la mayor parte de las colonias, la cuestión se aplazaba sine die y si eso ya lo iremos viendo, tú.

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Eulogio Gelónida, Cronista Visiones de la Antigüedad

¿Y este olvido político deliberado a qué obedece? Pues al cochino interés económico, cómo no.

Durante la época de la independencia americana, la isla de Cuba se mantuvo bajo dominio español, dado que era básicamente una enorme base de operaciones militares sometida a un férreo con-trol: estaba comandada por un Capitán General nombrado desde la Península, que reunía en su persona todos los poderes de un auténtico virrey. Por otro lado, era un gran negocio; su economía estaba orientada a la producción de tabaco y azú-car, procesado en los complejos llamados “ingenios”, que hacían amplio uso de la mano de obra esclava. De hecho, éstos sumaban una cuar-ta parte de la población de Cuba, prueba viviente de que la importación de negros era también una apetitosa fuente de ingresos. Tráfico que por otra parte era ilegal desde principios de siglo, peque-ño detalle que no impedía a una oligarquía pe-ninsular que iba desde negreros/banqueros (valga la redundancia…) como Julián Zulueta has-ta la propia familia real amasar enormes fortunas al amparo de esta ausencia de estatus político. Vamos, que la peli esta de “Libertad” no era tan torticera como pudiera parecer aunque equivo-

cara completamente el incidente en el que se basa, que no es poco.

Así que hasta mediados de siglo más o menos, Cuba era un vacío legal que tenía a todo el mun-do contento. Es decir, todo el mundo de los que importan, claro está: los terratenientes criollos con sus plantaciones y sus esclavos, y los empre-sarios y clases medias peninsulares llevándoselo crudo con el transporte de negros, sus aranceles hiperproteccionistas y la exportación de azúcar. En definitiva, no se movía ni una leve brisilla en el Caribe español. Esta prosperidad cerrada a cal y canto era observada muy atentamente por la enorme y emergente república vecina, cuyos su-cesivos intentos de comprar Cuba deberían haber puesto en guardia a las autoridades españolas de cara al futuro. Pero por el momento, el balance de potencias permitía graciosamente a España mantener la soberanía: Gran Bretaña y Francia no querían una Cuba estadounidense, ni los nor-teamericanos una isla británica.

Este equilibrio interesado sobre los lomos de los mismos de siempre se iba a romper hacia media-dos de siglo. El primer paso fue la liberalización del comercio que los regímenes liberales euro-

Ingenio cubano del siglo XIX. Metes negritos y sale azúcar. Y ron.

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Eulogio Gelónida, Cronista Visiones de la Antigüedad

peos patrocinaron, abriéndose la exportación a otros países. Pero el mercado europeo optará por el azúcar de remolacha y dejará de comprar en Cuba, con lo que los EEUU se convierten en el principal cliente de los productores cubanos (en 1890 compraban más del 90% del azúcar isleño). Además, era una nación que toleraba la esclavi-tud, con lo que algunos criollos empezaron a aca-riciar la idea de la anexión con EEUU buscando mayor autonomía, menores impuestos y sus ne-gros a buen recaudo. Todo este sueño incon-gruente de una extraña república liberal esclavis-ta se irá a la porra cuando el Sur pierda la guerra de Secesión en 1865. A partir de aquí, algunos criollos poderosos optaron por la vía reformista (dado que España el asunto de los esclavos no lo tocaba) para mejorar sus condiciones económi-cas. El rechazo del régimen de Isabel II la Fresqui-ta a conceder cualquier tipo de autonomía a los propietarios cubanos arrojó a unos cuantos a las filas independentistas, formadas por las clases medias y campesinos que no disponían de gran-des haciendas, ni esclavos, ni derechos políticos, claro.

La Revolución democrática de Septiembre de 1868 en España (conocida como “la Gloriosa”) que echó a patadas a la reina del país, parecía

que iba a traer por fin un estatus legal de provin-cia española a la isla, con la concesión de dere-chos civiles, abolición de la esclavitud y autono-mía política, todo ello prometido por los revolu-cionarios. Sin embargo, a esas alturas pocos cu-banos creían en las promesas de la administra-ción española, que les había negado todo eso durante décadas. Como será una constante du-rante todo este artículo, los vientos de reforma llegan tarde: el 9 de octubre, Manuel Céspedes, un hacendado criollo, proclama la independencia cubana desde su ingenio de La Demajagua y se alza en armas contra las autoridades metropoli-tanas en nombre de todos los que estaban hasta las narices de pagar y callar, en lo que se conoce como el Grito de Yara. Y lo que es más preocu-pante, promete la emancipación de los esclavos que se le sumen. El primer independentismo cu-bano estará por tanto formado por dos sectores sociales: los negros y mulatos en busca de su li-beración, y los campesinos y pequeños propieta-rios criollos pidiendo derechos. Las guerrillas insurgentes comenzaron una feroz guerra de saqueos, sabotajes y emboscadas. El Capitán General Lersundi contaba con tan sólo 7.000 hombres en la isla, que empleó a fondo para ahogar en sangre la revuelta, pero como tan simpático militar era bastante conservador y por

Gobierno provisional 1869

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Eulogio Gelónida, Cronista Visiones de la Antigüedad

tanto poco afecto al nuevo gobierno progresista de Sagasta y Prim, pidió rápidamente el relevo de sus funciones. Mientras tanto, la rebelión crecía y los independentistas controlaban ya las provin-cias Oriental y Camagüey. Pero como las desgra-cias nunca vienen solas, la tostada cae por el lado de la mantequilla y en cuanto tiendes la ropa se pone a llover, esta guerra estalla justo en el peor momento posible para el flamante gobierno de la Península, que verá como el asunto cubano le explota en la cara. Y ahora les advierto que viene un rollete sobre el ejército español muy necesa-rio para entender cómo se organiza la respuesta a los rebeldes. Una de las reivindicaciones principales de las cla-ses populares que se sumaron con entusiasmo a la Gloriosa, y por tanto, uno de los puntos fuertes del programa reformista de Prim era la promesa de la supresión de las odiadas “quintas”. Se trata-ba de levas obligatorias de reclutas que el Estado sancionaba cuando necesitaba tropas; se emitía un decreto que fijaba el número de “quintos” que cada Diputación Provincial debía suministrar. Hasta aquí todo normal, pero como España y yo

somos así, existía la posibilidad legal de reden-ción pagando unas 1.500 pesetas, con lo cual el cupo lo cubrían siempre las clases bajas (sin re-cursos para escaquearse) que veían cómo arbi-trariamente sus hombres eran apartados de tra-bajo y familia para ir al frente. Después de déca-das de guerras carlistas e intervenciones en Ma-rruecos, Cochinchina o México, la población esta-ba muy cansada ya del carísimo tributo de sangre que pagaba a cambio de nada y las diputaciones hacían todo lo posible por buscar dinero con que eximir a sus chicos del combate. Así que con el inicio de las hostilidades, Prim tuvo que ciscarse en su promesa y decretar una “quinta” de 25.000 hombres para Cuba, lo que provocó que las mu-jeres madrileñas salieran a la calle a protestar amargamente. Por otro lado, ya supondrán el nivel de motivación, eficacia y entrenamiento de esta clase de tropas, dirigidas por unos oficiales de clases altas que…bueno, digamos que no eran precisamente la crême de la crême de los ejérci-tos europeos. En estas circunstancias, las familias burguesas con intereses en Cuba y los negocios negreros,

Grupo de peligrosos desestabilizadores de la nación.

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Eulogio Gelónida, Cronista Visiones de la Antigüedad

decidieron ponerse manos a la obra y buscarse la vida por su cuenta para acabar con la rebelión. Frontalmente opuestos a cualquier modificación del status quo, desde el Banco de la Habana mo-vieron sus abundantes capitales y gente como Güell, Antonio López o Colomé por parte de la burguesía catalana, o negreros como Sotolongo, Pulido y otros nombres que irán saliendo, forma-ron el “partido español” y se dedicaron a reclutar los llamados “Voluntarios del Orden” por 16 reales cada uno (más del doble de lo que cobraba un peón albañil en España). Estos batallones de grato recuerdo en toda la isla se dedicaron a combatir a los independentistas, incendiar y sa-quear sus casas y haciendas y a cometer todo tipo de tropelías contra los civiles “sospechosos”.

Prim se encontraba en una difícil situación, pues-to que veía con claridad que la solución pasaba por una mayor autonomía, otorgar la ciudadanía española y abolir la esclavitud, términos que ne-gociaba con los EEUU, siempre interesados en la evolución de los asuntos cubanos y siempre pre-sionando al gobierno español. Así llegó a la isla el general Dulce, que con tan empalagoso y poco marcial nombre ya habrán deducido que traía la misión de negociar con los sublevados y pacificar la isla. Esto no lo podía consentir de ninguna ma-nera el “partido español” de los negreros, así que se dedicó a sabotear los esfuerzos de Dulce por pactar con Céspedes (los Voluntarios llegaron a asesinar al general Arango, enviado a entrevistar-se con el líder independentista). Dulce vio ense-guida que nadie estaba dispuesto a una solución intermedia y excusándose en que la guerra esta-ba prácticamente finiquitada, salió de Cuba echando pestes de los salvajes “voluntarios espa-ñoles” que “ensuciaban la bandera” patria. Pero en realidad el problema estaba lejos de resolver-se, porque el gobierno se encontraba en una cu-riosa paradoja. Por una parte, deseaba aplicar en Cuba la Constitución de 1869 y darle el estatus de provincia (lo que implicaba el fin de la esclavi-tud), pero por la otra se veía atado de pies y ma-nos ante los intereses del lobby negrero, que a fin de cuentas estaba pagando la guerra. En este contexto, los ministros demócratas res-ponsables de la cartera de Ultramar, Manuel Be-cerra primero y Segismundo Moret después, in-

tentaron sacar adelante un proyecto de ley aboli-cionista, que se presentó al Congreso en 1870. La ley Moret preveía la libertad de vientres (los hijos de esclavo nacían libres), así como un impuesto especial a la esclavitud, la liberación de los ancia-nos, de los esclavos del Estado o de aquellos que ayudaran a las tropas españolas. Era una ley es-calonada, con mucho jabón para no perder apo-yos de aquellos que en definitiva estaban finan-ciando la lucha. Aun así la oposición fue firme, destacando especialmente en su labor obstruc-cionista en el Parlamento los diputados Cánovas del Castillo y Romero Robledo. Mientras todo este jaleo tenía lugar en el Con-greso, los del “partido español” seguían haciendo negocietes no muy limpios aprovechándose del conflicto: Manuel Calvo, copropietario de la na-viera “Antonio López y Compañía” continuaba con el transporte de negros. Firma que además tenía la concesión exclusiva del traslado de tro-pas españolas a la isla; ingreso por partida doble para el Marqués de Comillas. Manuel Girona, di-rector del Banco de Barcelona, recaudaba fondos para contratar “voluntarios españolistas” y con la otra mano hacía préstamos a la Diputación bar-celonesa para pagar la redención de los quintos de la ciudad. Estos eran el bando de los “patriotas”. Pero esto no es lo peor; en su huida hacia adelante, no se detendrán ante nada.

En diciembre de 1870 tuvo lugar el asesinato de Prim, que si bien durante algún tiempo se creyó que había sido obra de los republicanos federa-les, hoy en día se piensa que corrió a cargo del duque de Montpensier, candidato al trono que ocuparía Amadeo de Saboya y que podría ocultar intereses cubanos detrás, aunque sólo sea por la curiosa coincidencia de que nada más diñarla el militar catalán, el nuevo ministro de Ultramar, Ayala, paralizó la ley Moret. Pero con el apoyo del recién estrenado monarca los gobiernos no cejaron en su propósito reformista; en 1872, el gabinete de Ruiz Zorrilla insistió en presentar al Congreso una ley de abolición de la esclavitud. Aquí los negreros sacaron las uñas y las carteras, afilaron sus colmillos y echaron espumarajos por la boca: por todo el país se fundaron los llamados “Círculos Hispano-Ultramarinos” (Barcelona por

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Eulogio Gelónida, Cronista Visiones de la Antigüedad

los Güell, Madrid por el marqués de Manzanedo, Valencia, Sevilla, Jerez, etc, etc..) , asociaciones de empresarios de todo tipo con intereses en Cu-ba. Negreros, banqueros y todos los que vendían sus productos en la isla amparados por el protec-cionismo salvaje al comercio peninsular formaron una red de presión política nunca vista hasta la fecha. Con una ferocidad y una contumacia sin límite, se dedicaron a difundir la idea de que abo-lir la esclavitud era “antipatriótico”, desatando una oleada de histeria vociferante a través de los periódicos que controlaban. La campaña contra el Gobierno arreció; la medida era una locura, el hundimiento económico de la nación, la traición a la Patria y la fractura de España. Los “Círculos” y la posterior “Liga Nacional” de productores exi-gía dimisiones y mano dura con un gobierno que llevaba a España al desastre, los diputados con-servadores trabajaban duro en las Cortes… ¿Que les suena de algo? Pues ahora no caigo, oiga. El caso es que este brutal acoso al ejecutivo se co-bró sus frutos; en un momento en que había que lidiar también con un alzamiento carlista y el des-contento de los federales republicanos, el rey se vino abajo ante la presión negrera y abdicó, hu-yendo de este país de pesadilla.

Ni que decir tiene que esta actitud mezquina, co-diciosa y cortoplacista no hacía más que compli-car la situación en el Caribe, puesto que la admi-nistración española estaba completamente des-acreditada a ojos de los cubanos y lo que es peor, de la opinión pública internacional. Los indepen-dentistas se apoyarán en EEUU, y Céspedes y Má-ximo Gómez contaban por entonces con 30.000 hombres bien organizados. Pero esto les daba igual a los “peones negreros”, que iban a la suya: que nada cambiara. En 1874 estaban íntimamen-te conectados con los sectores políticos que conspiraron para derribar a la Iª República, de tal manera que los alfonsinos, los militares y los ne-greros eran las tres caras de una misma moneda. La pieza que amalgamaba todo esto era el papá de la Restauración Monárquica, Antonio Cánovas del Castillo, prohombre patrio glosado hasta la náusea, y que si bien dio estabilidad política al país, estaba muy implicado en el simpático lobby cubano; emparentado con los Sotolongo, su her-mano José era director del Banco Español de Cu-ba y su cuñada Mercedes Tejada O’Farrill proce-día de una ilustre familia negrera. Su colega polí-tico Romero Robledo estaba casado con la hija del mencionado Zulueta. Pringado hasta las cejas estaba el hombre.

El general Valeriano Wey-ler a su llegada a Cuba.

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Así que aunque había sido ministro de Ultramar y conocía a la perfección el problema cubano, Cá-novas optó por favorecer a sus amiguetes con más inmovilismo, adornado eso sí con alguna que otra reforma. Con unos 100.000 soldados ya en la isla, el general Martínez-Campos llegó en 1876 para terminar la guerra, cosa que logró tras negociar con los rebeldes la Paz de Zanjón dos años después. Para ello tuvo que hacer impres-cindibles concesiones reformistas; por esta paz España se comprometía a otorgar a Cuba un es-tatus similar al de Puerto Rico, abolir la esclavi-tud, implantar la libertad de prensa, ayuntamien-tos, autorizar la formación de partidos políticos e incorporar diputados cubanos al Parlamento. Pe-ro cuando Martínez-Campos defendió en el Con-greso lo que había firmado en Zanjón, los an-tiabolicionistas hicieron lo de siempre y el gene-ral quedó con el culo al aire sin poder cumplir lo pactado. Para colmo, las autoridades españolas interpretaron el acuerdo de forma muy estricta y los diputados cubanos eran casi siempre de la Unión Constitucional, que adivinen a quién re-presentaba. Tras el amago de la Guerra Chiquita (1879-80), el independentismo se retiró a sus cuarteles de in-vierno y se dedicó a organizarse políticamente. La economía de los cubanos dependía totalmen-te de las exportaciones a EEUU, por lo que para ellos el librecambismo era esencial. Pero los pe-ninsulares vivían de las importaciones privilegia-das, así que la administración española tifaba por el proteccionismo sin complejos. Más divisiones y más malestar local. En 1892 José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, cuyo objetivo era tan evidente que me ahorro el comentario. El movimiento contaba con una amplísima base social y como ya han visto, con un largo historial de atributos masculinos inflados hasta el extre-mo. Que llevo más de medio artículo y aún esta-mos con los antecedentes, así que imagínense…De hecho la secesión era un proceso imparable, más habida cuenta de la torpe e interesada vi-sión de Cánovas sobre el asunto: Cuba era inne-gociablemente suelo español y por ello una cues-tión de orden interno y no un problema interna-cional, ficción que mantenía a pesar de las conti-nuas injerencias estadounidenses. No aceptaría presión o mediación alguna de otras potencias y se negaba a negociar con los rebeldes cualquier

tipo de acuerdo autonomista. Así las cosas, en 1895 volvió a estallar la guerra, en plena minoría de edad de Alfonso XIII. Cánovas optó por la solu-ción “hondonadas de yoyah”; la idea era pacificar la isla y una vez que dejaran quietas las armas, se hablaría de algo con los revolucionarios. Vamos, la cantinela de siempre que además nunca se cumplía. Los cubanos estaban cansados ya de escuchar cantos de sirena que se quedaban en nada. Al general Martínez-Campos le tocó dirigir las operaciones, y cruzó toda la isla con sus tropas, por entonces la abrumadora cifra de 300.000 sol-dados desmoralizados, mal armados y en muchos casos enfermos. Pero los cubanos obtenían sumi-nistros y voluntarios de los EEUU, estaban mejor preparados, altamente motivados y jugaban en casa; contraatacaron la retaguardia española con emboscadas que rápidamente se ocultaban en la manigua. Martínez-Campos se dio cuenta pronto de que no podría ganar la guerra sin tomar medi-das drásticas contra los civiles simpatizantes y dimitió. Cánovas decidió mandar entonces a un

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Eulogio Gelónida, Cronista Visiones de la Antigüedad

tipo hoy muy popular en Cuba, un general peque-ñajo y bigotón con muy malas pulgas; Valeriano Weyler. Este pedazo de animal reagrupó a las tropas españolas y tuvo la feliz idea de dividir la isla abriendo trochas transversales de norte a sur y dotándolas de redes de torretas y blocaos que impedían el tránsito de la población. Los cubanos debían “reconcentrarse” en las áreas designadas a tal efecto. Sí, como suena, el visionario de Vale-riano tiene el dudoso honor de inaugurar la in-fausta moda de los campos de concentración que tanto éxito tendrá en el futuro siglo XX. Pero aun así, la guerra continuaba. Obviamente la opinión pública internacional, y sobre todo EEUU no se quedó quieta mirando. En el contexto de un agresivo imperialismo por par-te de todas las potencias, con España sin un triste aliado debido a su “autismo” en política exterior y con el comercio del azúcar colgando de un hilo, el gobierno del presidente McKinley pasó de pre-sionar terriblemente a España para que acabara con la guerra y restableciera el orden (otorgando a los cubanos la autonomía) a decidir la interven-

ción en la isla de una santa vez. Con un fuerte apoyo de la opinión pública y una campaña de prensa que se hacía eco de los atropellos de Weyler (los reales y los inventados), los intereses económicos prevalecieron; los norteamericanos no podían permitirse más destrucciones en la isla, la paralización del comercio del azúcar y las pérdidas que conllevaba la incertidumbre en Wall Street, en vista de que España era inoperante para resolver el temita ella sola. A pesar de lo que diga la historiografía tradicional, en España nadie se hacía ilusiones sobre el desenlace. Sólo había dos finales posibles para impedir la entrada a saco de los USA en el conflicto y perder la isla; o se ganaba YA a guantazos (Cánovas), o se conce-día YA la autonomía (Sagasta). Cánovas le puso la decisión a la regente María Cristina encima de la mesa y ésta optó por la primera opción. Pero en verano de 1897 el líder conservador se tomó unas vacaciones en el balneario de Santa Águeda. Eternas, puesto que fue asesinado por un anar-quista italiano, aunque de nuevo se sospecha de intereses cubanos. A Sagasta le tocó lidiar el ma-rrón de la previsible crisis final y consumación del archifamoso Desastre. La concesión de autonomía llegaba, otra vez, muy tarde. Las presiones de EEUU eran demasia-do fuertes ya, con la vista puesta en una ocupa-ción; en Febrero de 1898 el Maine cumplía su “misión” estallando en el puerto de La Habana y ya había casus belli en marcha. En contra de lo que se suele leer, todos los partidos políticos es-pañoles eran perfectamente conscientes de que era imposible resistir a los norteamericanos y es-taban deseando una rápida derrota lo más indo-lora posible. Tenían muchísimo miedo de que entregar la isla sin lucha desairase a los militares, así que perderla manu militari ante una superpo-tencia era una salida honrosa que no pondría al régimen de la Restauración en riesgo de caída. Pero había que guardar bien las apariencias; era una cuestión de prestigio, y ya saben que en es-tas tonterías se pone hasta el último hombre y la última peseta. Los empresarios que tan furiosa-mente habían defendido no conceder ni el más pequeño cambio se dedicaron a colocar sus bie-nes lo mejor posible ante el previsible cambio político. La prensa y la Iglesia desataron una furi-bunda campaña patriotera tras la declaración de guerra de Abril del 98, pero la respuesta popular

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no fue tan entusiasta. Al contrario, el españolito de a pie estaba hasta el moño de la guerra cuba-na, de ver a sus familiares morir o volver con en-fermedades crónicas y del tremendo coste eco-nómico que soportaban; la derrota de Cavite en Filipinas o la de Santiago de Cuba fueron recibi-das con indiferencia por el pueblo. Tras una he-roica e inútil resistencia de los famélicos campe-sinos con uniforme que España tenía en la isla, por los acuerdos de París España reconocía a Cu-ba como Estado independiente, vendía a EEUU las islas Filipinas por 20 millones de dólares y las islas Palaos, Carolinas y Marianas a Alemania por 25 millones de pesetas. Así se liquidaban los res-tos del menguado imperio colonial español. Tras el último acto de este drama que en definiti-va padecieron en sus carnes las clases bajas es-pañolas y cubanas, se abrió un lúgubre y desme-surado debate sobre el Desastre. Muchos políti-cos, intelectuales y escritores (Unamuno, Baroja, Valle-Inclán, Joaquín Costa, y un largo etcétera) hicieron gala de un pesimismo sin límites y se dedicaron a hablar y no parar en términos un tanto histéricos de la degeneración de España, y de la necesidad de modernizarla, sanearla y po-nerla bonita y reluciente. De toda esta literatura algunos incluso han sacado la absurda idea de que aquí empezó la descomposición de España como concetu. En el fondo la realidad no era tan fúnebre como pueda parecer: a fin de cuentas el sistema políti-co de la Restauración sobrevivió intacto, e inclu-

so se le dio un impulso con las reformas regene-racionistas. La crisis había comenzado mucho an-tes, a mediados de los 80 y no tenía mucho que ver con Cuba, sino con el difícil encaje que tenían las fuerzas políticas emergentes como el obreris-mo, los partidos que funcionaban al margen del sistema de turnos o los nacionalismos periféri-cos. De hecho, el colapso final no tuvo lugar has-ta más de 20 años después de perder las colo-nias. Como ven, Cuba no fue arrebatada por los estadounidenses, sino por la mezquindad, la ava-ricia y el cerrilismo de un grupo de sinvergüenzas que tenían en la isla su particular gallina de los huevos de oro, y la torpeza e incapacidad de los gobiernos españoles para dar salida a las aspira-ciones de unos súbditos que tampoco pedían más de lo que se disfrutaba en España o terminar con el penoso tráfico de seres humanos. ¿Los empresarios del lobby negrero? Pues después de liarla parda, de forzar una abdicación, de estar detrás de nada menos que cuatro conflictos y posiblemente un par de magnicidios, cerraron el negocio de la trata y siguieron con sus otras acti-vidades empresariales como si nada. A otra cosa mariposa. Mención de honor “concrete-face” pa-ra la burguesía catalana, que tras la guerra deci-dió que Madrid no había hecho suficiente para defender sus intereses y se arrojó en brazos del catalanismo de la Lliga Regionalista. Nada nuevo bajo el sol.

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E ste tema lo hubiese podido presentar perfectamente el gran Jiménez del Oso, pues junto con lo del Gnomo de Girona y

el por qué todavía sobrevive en nuestro incons-ciente colectivo ese " busque, compare y si en-cuentra algo mejor cómprelo" de Manuel Luque, lo de LOS FABULOSOS MONOS MARINOS que se anunciaba en las contraportadas de varias publi-caciones de los 70 y 80 es otro de los grandes misterios a los que ha tenido que enfrentarse la humanidad en el pasado siglo XX.

LOS MONOS DE MAR... ESA MARAVILLA VIVIEN-TE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ¿Recordáis el anuncio aquel en revistas y cómics? Se vendía como una nueva especie marina inteli-gente y domesticable con sus castillos, almenas, reyes y reinas, tridentes... la fascinación que pro-metía aquel mundo submarino para el niño em-belesado por el poder de crear un nuevo mundo a su antojo( con sus leyes, sus torturas, su pena

Por Jim Alegrías

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de muerte, sus guerras... un universo, en definiti-va, a imagen y semejanza del de sus padres y de-más adultos) era excesiva para nuestros minúscu-los, todavía lo son, cerebelos. ¡¡Y lo mejor de todo era que la cosa de crear vida y convertirse es una especie de pseudodios pare-cía tan fácil...!! Tan solo unos polvos esparcidos en un acuario con un castillo cutre( muchísimo peor que el de He-man) y a esperar unos días y tachán…

"NUEVO MILAGRO DE LA CIENCIA... USTED PUE-DE CREAR VIDA EN SU CASA... SOLO AÑADA AGUA Y VEA COMO NACEN Y CRECEN ANTE SUS OJOS... PODRÁ DOMESTICARLOS... QUEDARÁ MARAVILLADO POR LA INTELIGENCIA DE SUS MONOS DE MAR". ¿Qué niño se podría resistir a la posesión de una especie de terrorífica isla gobernada con mano de hierro por él mismo, aprendiz avezado del Doctor Moreau ?

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El Bazar de Jim Visiones de la Antigüedad

Lo que pasa siempre, al final, es que la realidad es mucho más tacaña que nuestros sueños y es-peranzas y a aquellos niños que aspiraban a dic-tadorzuelos todopoderosos de aquel reino de ¿anfibios? inteligentes se les quedaba cara de inversores en Fórums Filatélicos y Afinsas cuando les llegaba la cajita de sus sueños por correo. Por-que más que "maravillados por la inteligencia de sus monos de mar", los ingenuos infantes nos quedábamos maravillados por la siniestra inteli-gencia de los cabrones de tierra firme que nos los vendían. Porque ese nuevo milagro de la ciencia , esa nue-va raza inteligente que daría brincos a nuestras órdenes y nos recitaría fragmentos de Kafka des-de su sofá submarino era así:

Son como renacuajos repugnantes que pertene-cen a la familia de los crustáceos, " Artemia sali-na".

"La artemia salina o gamba de salmuera son pe-queños crustáceos de 10-15 mm que vive en aguas muy salinas, tales como el gran lago salado de Utah, y posee el muy hábil atributo de que sus huevos pueden resistir el permanecer deshidra-tados durante años. Dichos huevos se recogen con frecuencia en artesas, en las que tiene lugar la evaporación comercial del agua del mar. Se secan, se tamizan y se envasan para una conser-vación prolongada al vacío, pero se hallan dispo-nibles en los comercios dentro de tarros o tubos de vidrio, en cantidades grandes o pequeñas". Unos renacuajos asquerosos que claro, ni llevan tridentes, ni se domestican, ni recitan a Kafka, ni viven dentro del castillo cutre que les pones en la pecera... una gamba repugnante que sólo se mueve para alimentarse y ensuciar el agua. Va-mos, casi como cualquiera de nosotros. Pero bueno, consolémonos con lo de que el pan-fleto publicitario señala que los " Sea Monkeys" traen una póliza de seguro en caso de muerte de los monos marinos o siniestras gambas pelágicas. Así que a los niños nos incitaban ya al genocidio de una población entera para que nos devolvie-sen los cuartos, como aprendices de sionistas en Gaza. Yo nunca pude hacerlo pues soy muy blando (se me vuelven a caer las lágrimas con el final de In-vasión USA o Desaparecido en Combate 3, de Chuck Norris), y gracias a eso ahora tengo en mi desván varios acuarios de gambas pelágicas a los que dedico horas y horas. Y además, con los años y constancia, he conse-guido que algunas me reciten fragmentos de La Metamorfosis, de Kafka.

Ejemplar de Oso Marino

en todo su esplendor.

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El Bazar de Jim Visiones de la Antigüedad

Ejemplar de Oso Marino

en todo su esplendor.

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D e entre los libros difíciles de encontrar hoy día merece la pena señalar un ejemplar de Juan Cabrisas, cocinero que

lo fuese en la Fonda de los Tres Reyes antes de marchar a Cuba. Se trata de un trabajo curioso por lo que tiene de contraste, publicado en 1858 bajo el título “Nuevo manual de la cocinera cata-lana y cubana”. Por fortuna, se conserva un ejemplar en la biblioteca del Congreso de los Es-tados Unidos. El libro (tal y como se reproduce en una edición facsímil que Editorial Planeta realizó en 1995), añade al texto original un prólo-go de José María Perceval y un glosario final que nos sirve de ayuda para poder entender el signifi-cado de determinados conceptos, expresiones y

palabras que “a este lado del Charco” no acos-tumbramos a manejar. El lenguaje del texto origi-nal, como es de rigor, reproduce todas las formas del español de mediados del siglo XIX en lo refe-rido a vocabulario, acentuación y puntuación. En una nota previa en esa edición facsímil se aclara que “El libro lleva dos marcas de rotativa. La pri-mera, barcelonesa, es la imprenta El Porvenir, de Buenaventura Bassas, situada en la calle Tallers. La otra, cubana, es la imprenta-librería de Andrés Graupera, situada en la calle del Obispo, Habana (sic). El libro original está dividido en dos partes: “Nuevo manual de la cocinera catalana y cuba-na” y “Manual de repostería, pastelería, confite-ría y licorista”. Mi pasión por los libros de cocina

Visiones de la Antigüedad

El casi olvidado cocinero Juan Cabrisas

Por José Ramón Miranda

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Visiones de la Antigüedad

El casi olvidado cocinero Juan Cabrisas

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Viento de Bombardino Visiones de la Antigüedad

me lleva a descubrir cosas del máximo interés. No pasa día sin que me entere de cómo enten-dían nuestros abuelos el placer de la mesa cuan-do las preocupaciones por el colesterol, los trigli-céridos y demás zarandajas de tipo científico no frenaban los deseos del paladar del buen comen-sal junto a un blanco mantel. Existe un aforismo, cuya paternidad se atribuye a muchos autores, que reza:

Quien come bien, bebe bien;

quien bien bebe, concededme

es forzoso que bien duerme:

quien duerme no peca; y quien

no peca, es caso notorio

que, si bautizado está,

a gozar del cielo va

sin tocar el purgatorio.

Esto arguye perfección;

luego según los efectos,

si son santos los perfectos

los que comen bien, lo son.

Al igual que sucede con los aforismos, sucede con las frases hechas. Por todo el mundo es conocido el refrán “a buen hambre no hay pan duro”. No importa demasiado a quién se le ocurriese ni cuándo. Lo cierto es que tal sentencia popular la tuvieron muy presente nuestros padres durante los tristes años de la cartilla de racionamiento. Hace unas semanas, Manuel Martín Ferrand, en un espléndido trabajo en una revista semanal contaba el origen de la conocida expresión “tampoco el congrio es mal ave”. Al parecer, días antes de su asesinato (marzo de 1921), unos compañeros de partidos invitaron a Eduardo Da-to a un banquete en Fornos. Cuenta Martín Fe-rrand al respecto: “En el tarjetón de la convoca-toria figuraba como plato principal un faisán al modo de Alcántara –relleno de foie de pato y tru-fa--, pero, en razón de la vigilia de Semana Santa, los organizadores lo sustituyeron por un congrio a la manteca negra”. En tal circunstancia, Eduar-do Dato pronunció la conocida frase.

Pero volviendo a Juan Cabrisas, no quisiera pasar por alto que el desastre del 98 dio al traste con aquella partida de españoles a Cuba en busca de trabajo. En el prólogo de esta edición facsímil se señala que “con la derrota, muchos de los gran-des capitales de la isla retornaron a Barcelona y se cerraron gran cantidad de firmas comerciales. Los indianos que vinieron después de 1898 se fueron afincando en las poblaciones catalanas donde crearon pequeñas industrias o compraron grandes extensiones de terreno”. Rosa Gil, en su libro “Els Indians”, hace una perfecta descripción de los recién llegados: “Vestidos a la americana, en conjunto de tela noble, pantalones claros, una armilla donde relucían los botones dorados, un gran pañuelo de seda al cuello y un sombrero de Panamá, llamado popularmente Jipi. En el pueblo sólo recibían como indianos a los ricos, que re-partían a su llegada puros habanos y que eran recibidos por el alcalde, (…) se les pedía partici-par en obras caritativas, en arreglos de iglesia y en los hospitales”. También, el paso de los india-nos, (coincidiendo con Güell y el Modernismo) marcaron un estilo sincretista y colonial (Lloret, Bagur, Sitges, etcétera). Juan Cabrisas escribe en este libro sobre “el mondongo criollo, sopas he-chas a la bayamesa, carne frita a lo montero-vinero, yucas salcochadas, fufús de malangas y plátanos, sopas de cazabe, boniatos y quimbom-bos, todo ello mezclado con ollas podridas a la castellana, potajes de lentejas o sopas de cuares-ma”. En la sección de repostería, Cabrisas expo-ne, entre otras cosas, la manera de hacer la cre-ma de guanábana o la tarta de ranas; las conser-vas de dulce de hicacos o de cascos de guayaba; las frutas confitadas en alcohol de ciruelas, de mirabolano, etcétera. En suma, una obra refres-cante en el que cada sabor nos trae al recuerdo sonidos dulces entre jardines con palmeras, bu-ganvillas, magnolias y caquis, el inevitable loro y los ritmos cadenciosos de habaneras y caracolas marinas en la noche morada.

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Viento de Bombardino Visiones de la Antigüedad

Macero Municipal

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