Visiones de la Antigua Angkor

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Visiones de la Antigua Angkor Héctor Méndez Caratini

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Catálogo de la exhibición de fotografías de Héctor Méndez Caratini

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Visiones de la Antigua Angkor

Héctor Méndez Caratini

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Portada: Vista frontal del templo Angkor Vat, Camboya 2010

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Visiones de la Antigua Angkor

Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez

Universidad del Turabo

30 de agosto - 15 de octubre de 2012

Fotografías de Héctor Méndez Caratini

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Mensaje del Rector

La fotografía es la memoria que inmortaliza momentos y lugares importantes de la historia personal y de la cultura de un pueblo. El valor de una fotografía recae en su capacidad de hacernos recordar, reconstruir y aprender de ese instante, periodo o lugar.

La exposición Visiones de la Antigua Angkor del fotógrafo puertorriqueño Héctor Méndez Caratini cumple a cabalidad con esta descripción. A través del trabajo magistral de este artista las personas podrán transportarse en el tiempo para conocer, a través de los visuales, la trascendental historia detrás de las paredes de este monumento del siglo VIII AC. ubicado en el reino surasiático de Camboya.

Este trabajo brinda un gran aporte a la educación a través del enriquecimiento de la cultura universal. Presenta, además, el testimonio social de la civilización jémer. Una historia llena de símbolos religiosos, cósmicos, de poder, de lucha y de liberación matizada por las tonalidades en sepia de cada una de las 63 fotografías.

La Universidad del Turabo, como promotora de la cultura, se honra en tener en nuestro museo la exhibición de este destacado fotógrafo. Agradezco la colaboración de todas las personas que han hecho posible la misma. Los invito a adentrarse en la historia del templo símbolo de Camboya y Patrimonio de la Humanidad.

Espero que la disfruten.

Dennis Alicea, Ph.D.RectorUniversidad del Turabo

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Mensaje de la Directora

El Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez presenta la obra fotográfica de Héctor Méndez Caratini, Visiones de la Antigua Angkor que nos permite ver las imágenes de lugares remotos a los cuales no tenemos fácil acceso. En el 1992 la UNESCO reconoció el recinto sagrado de Angkor como parte del Patrimonio Mundial de lugares históricos de valor excepcional, lugares entre los que ya se encontraba, desde el 1983, nuestra ciudad histórica de San Juan, también considerada como parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Esperamos que con esta exhibición los estudiantes, profesores y el público en general puedan disfrutar y aprender sobre esta antigua civilización y su arquitectura majestuosa, a través de las fotografías tomadas por Méndez Caratini, estimulando así en ellos el estudio de las religiones hinduista y budista.

La producción de Méndez Caratini es conocida por sus ensayos fotográficos sobre los Petroglifos, las Haciendas Cafetaleras, sus viajes por el Caribe y Venezuela en los que profundizó en el estudio de las culturas afroantillanas. En el caso de Ankgor Vat, la actual Camboya, la arquitectura de estos maravillosos templos, es la que capta su imaginación y nos la hace visible a través de su magistral obra.

Carmen T Ruiz de Fischler Ph.D.DirectoraMuseo y Centro de Estudios HumanísticosDra. Josefina Camacho de la Nuez

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6Héctor Méndez Caratini con las apsaras en Angkor Vat, Camboya 2010

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Héctor Méndez Caratini ha sido, ya casi por cuatro décadas, nuestro cronista fotográfico por excelencia. Subrayo lo de cronista, porque su fotografía se mantiene distante del reportaje periodístico y se ocupa del estudio exhaustivo, nada circunstancial, de un sujeto. Es una fotografía que ya tiene su sitial privilegiado en la tradición del fotoperiodismo ensayístico, tal y como se definió en la mejor época de la revista Life. Como en Puerto Rico este periodismo fotográfico es raro, experimental y esporádico, tenemos que pensar en la fotografía ejemplar de Jack Delano y Edwin Rosskam como su antecedente inmediato. Justo cuando Jack Delano se distanció algo de la fotografía, ahí empezó la aventura fotográfica de Méndez Caratini, su pasión por captar las vicisitudes y cambios del Puerto Rico contemporáneo.

Su concepción de la fotografía como testimonio social nos ha ofrecido desde la serie de los presos nacionalistas y las fiestas de Loíza, en los años setenta, hasta los excéntricos rodeos boricuas y las carreras de “fiebrús” del automovilismo en los albores del Siglo XXI. También ha testimoniado, con gran sobriedad ideológica aunque intensa simpatía, la lucha contra la Marina en Vieques. Ha logrado un cuerpo de vídeos y fotografías de gran valor etnográfico, testimonios para entender la religiosidad popular antillana y brasileña, ahí quedan sus documentales sobre el Gagá y Vudú dominicano, el culto de María Lionza en Venezuela, los Orixás de Bahía.

Esta exposición que ahora nos ocupa, Visiones de la Antigua Angkor, establece de inmediato sus semejanzas con la serie Haciendas Cafetaleras de Puerto Rico. En ambos trabajos se usa ese sepia sobre la fotografía en blanco y negro que nuestro fotógrafo identifica con la memoria misma. El sepia también le otorga parte de su cualidad visionaria a este sorprendente conjunto de fotografías. Es el sepia un acento que se le coloca a la mirada que desfamiliariza estos templos del Imperio Jémer, que los convierte en una recordada —quizás soñada—

Las visiones de la Antigua Angkor, o esas visitas fantasmales

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alucinación de piedras y raíces locamente entrelazadas. Es decir, el sepia le añade esa extrañeza a lo que son recintos muchas veces vistos en reproducciones para revistas turísticas. Y, por momentos, frente a estas fotografías, es como si volviéramos, así, en la añejada frescura de estas imágenes, un poco en la máquina del tiempo, al descubrimiento de estos templos por la expedición francesa que los desveló en 1861.

Méndez Caratini, en la tradición del viajero romántico del Siglo XIX, o sea, el viajero explorador más que el mero turista novelero, ha querido contemplar las ruinas de la Angkor desde la perspectiva del testigo único. Y aquí notamos otra relación con el trabajo de las Haciendas Cafetaleras. En ambos ensayos fotográficos la mirada del fotógrafo no admite la de otros testigos, es decir, intenta captar, sobre todo, la desolación de ese lugar. Son sitios que parecen abandonados, excepto por la mirada fantasmática del fotógrafo, porque es como si éste visitara esos sitios con la presencia subrepticia, y a la vez delicada, de los fantasmas. He aquí la originalidad de estas fotos: su lirismo, el toque leve de la mirada, también resulta perturbador, ya que esas ruinas parecen estar ahí sólo para nosotros, y de ahí su cualidad visionaria. Son fotos que nos hablan en susurros, de manera íntima, como ocurre con los aposentos del pintor danés Wilhelm Hammershøi, casi ausentes éstos de la figura humana.

En las fotografías del templo de Ta Prohm vemos cómo estas ruinas son estranguladas por árboles gigantescos, como la Ceiba pentandra. Es entonces que estas fotografías nos comentan el paso del tiempo. Esas piedras esculpidas por la imaginación humana —aunque piedras al fin— representan un tiempo que rebasa por mucho nuestra estadía en el planeta y que, a la postre, son rotas por el tiempo vegetal. Porque la vegetación sí crece implacablemente, hasta destruir la huella humana en la piedra. De ahí debemos deducir que lo vivo, lo vegetal y animal,

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es infinitamente más cruel que lo mineral. Esta exposición nos ofrece esa visión vertiginosa. Nos tropezamos con esta revelación, justo ahora que hemos perdido la capacidad para sonreír como esos budas, ahí semiocultos entre los troncos y raíces. Una sonrisa del Buda en piedra, casi estrangulada por las raíces de alguna Ceiba, es un precario intento por instalar la serenidad en el corazón humano.

Cuando Piranesi dibujó las ruinas de la Roma imperial, también sitiadas, asoladas y estranguladas por el reino vegetal, a veces incluía aquellas equívocas poses de viajeros y arqueólogos; eran poses a mitad de camino entre el asombro y el espanto. Aquella era la sensibilidad romántica; la nuestra está más susceptible a una especie de perplejidad, la captación de cierta ironía trágica, como la de ese magnífico templo de Angkor Vat reflejado en las aguas de una laguna. Y nos preguntamos si el espejismo que vemos en las aguas resultaría más real que esas bellísimas torrecillas, testigos mudos de la cercana guerra de Camboya en los setenta, indiferentes a las crueldades del Jémer Rojo. De hecho, una sola figura humana que pasara huyendo, o persiguiendo, cerca de esas ruinas, sería un testimonio sobre cuán impasibles e indiferentes siempre lucen las nubes, los cielos y los dioses, ahí también reflejados en el estanque.

En esta muestra el arte fotográfico de Héctor Méndez Caratini se convierte en meditación; es un llamado, mediante la concreción de las imágenes, a una actitud metafísica. Se trata de un arte maduro, de gran complejidad en sus incitaciones, de evidencias inapelables en sus hermosas superficies. Sin duda es una culminación en la carrera de nuestro gran fotógrafo y cronista.

Edgardo Rodríguez JuliáEn Guaynabo, a 5 de junio de 2012

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La historia de la Dinastía Angkor, y de sus históricos monumentos, está íntimamente ligada a la historia del Imperio Jémer. Más de dos docenas de reinos, envueltos en seis siglos de interminables, sangrientas batallas, figuran en las crónicas de este altamente desarrollado imperio, de su ascenso y caída. La Dinastía Angkor comenzó su desarrollo entre el periodo de 802 a 1431 DC. Durante gran parte de este periodo, Angkor era la capital de la antigua Camboya. El reino de Ayutthaya (localizado en la actual Tailandia), invadió y conquistó a Angkor en 1431, causando como consecuencia el abandono y eventual deterioro de este majestuoso complejo religioso de ciudad-templo.

El nombre “Angkor” se deriva de la antigua palabra nagara, que en sánscrito significa “ciudad” (ciudad real y territorio controlado por el reino o el estado), modificado a nokor, se convierte en angkor. Angkor Vat literalmente significa la “Ciudad de los Templos” y Angkor Thom la “Ciudad Magnífica”. Angkor se utiliza hoy en día para designar al reino camboyano que ejercía el control sobre la población jémer, desde el siglo noveno hasta el quince. El mismo abarcaba los territorios localizados en el oeste, en la frontera moderna con Tailandia y Burma, hasta Vat Phou, en Laos, por el norte, y el Reinado de Champa, en Vietnam, por el este.

Las ruinas arqueológicas del complejo Angkor, compuestas por más de mil templos, están localizadas en medio de densas selvas y tierras agrícolas al norte de Tonlé Sap -el “Gran Lago” que se encuentra al norte de la moderna ciudad de Siem Reap- y al sur de las montañas de Kulen. Angkor es uno de los lugares arqueológicos más importantes del Sudeste asiático. Se extiende por unos 400 kilómetros cuadrados y encierra admirables vestigios de las distintas capitales del Imperio Jémer. Entre estos monumentos se destaca el célebre templo de Angkor Vat y el de Bayón, situado en Angkor Thom, el cual está decorado con innumerables esculturas. Las historias sobre los mitos de la creación decoran los numerosos relieves tallados en sus líticas paredes.

Reflexiones en el Tiempo Eterno

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La posición estratégica de Angkor le permitió, en el segundo siglo DC., controlar el comercio de las rutas marítimas alrededor de la Región Delta del Río Mekong, el Golfo de Tailandia y el Itmus de Kra –que separa el este de Asia, de la India. Fue este comercio con la India el que introdujo a los jémeres a las religiones hinduista y budista. El arte jémer, su arquitectura y creencias religiosas provienen directamente de la India, cuyas influencias fueron cruciales en el desarrollo de la cultura jémer. El mosaico de ideas provenientes de este milenario país fueron implementadas en el plano terrenal por un gobierno altamente centralizado, y que era reflejo de su cosmos religioso.

La jerarquía de los dioses era representada en el mundo de los hombres. El rey estaba en la cima del orden social y era responsable por la prosperidad del reino –igual que el dios supremo que mantenía el orden cósmico y la unidad de las esferas celestiales. Los monarcas de Angkor adoptaron el concepto hindú devaraja, “el dios que es rey” o “el rey de los dioses”, en la cual el rey era adorado como la rencarnación del dios Vishnú, la suprema deidad hindú, el protector. Cada rey construyó su propio templo-monte. La mayoría de los templos de la Dinastía Angkor estaban dedicados a Vishnú o Shivá. La religión hindú predominó hasta finales del siglo doce, cuando fue remplazada por el budismo mahayana.

Angkor es el complejo religioso más grande del mundo. Es una de las maravillas de la arquitectura, y símbolo del preciado legado que le dejó la civilización jémer a la humanidad. En 1992 la UNESCO reconoció los célebres templos y palacios de Angkor como uno de los lugares más importantes, cuyo “valor excepcional” lo hace meritorio para integrar su prestigiosa lista del Patrimonio Mundial.

Héctor Méndez CaratiniEn Isla Verde, a 25 de mayo de 2012

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12La gopura de la Puerta del Norte, Angkor Thom, Camboya 2010

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13Una cara colosal representa al Buda de la Compasión, Bayon, Camboya 2010

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14Las raices mas dramáticas se encuentran localizadas en la esquina noroeste del gopura este del cuarto recinto, Ta Prohm, Camboya 2010

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15Las raices de una ceiba (Ceiba petandra) crecen en las paredes de un templo en el segundo recinto, Ta Prohm, Camboya 2012

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16Devatas talladas en la pared a ambos lados de varias falsas ventanas con balaustres, Preah Khan, Camboya 2012

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17Un agujero revela una gran ceiba creciendo en el techo del templo, Preah Khan, Camboya 2012

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18Albañilería caída, Preah Khan, Camboya 2012

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19Apsaras talladas en la pared, Angkor Vat, Camboya 2010

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20Vista lateral del templo mayor, Takeo, Camboya 2012

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21La torre central del santuario, Angkor Vat, Camboya 2010

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22Una linga,el símbolo de Shiva, Preah Khan, Camboya 2010

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23Una apsara bailando tallada en una de las columnas de la galería exterior, Bayon, Camboya 2012

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24Una de las bibliotecas, Angkor Vat, Camboya 2010

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25Una estatua de Vishnú, que reinaba supremo sobre los dioses y el universo, Angkor Vat, Camboya 2012

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26Una garuda gigante sosteniendo nagas en sus garras, Terraza del Elefante, Camboya 2012

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Fotografías © 2012 Héctor Méndez Caratini

El libro Visions of Ancient Angkor, de portada dura, con 148 páginas y 128 fotografías color sepia, se puede conseguir en : http://www.blurb.com/bookstore/detail/2917242

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