Violencia cotidina

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Sobrevivir a la violencia Violencia cotidina LA VIOLENCIA DE GÉNERO COMO VIOLENCIAS COTIDIANAS La violencia en sus diferentes manifestaciones es un tema que nos atraviesa a todas y a todos. Tanto las mujeres como los varones suelen ser objeto y sujeto de violencia, aunque la situación de subordinación social de la mujer favorece que esta se transforme, con mucha mayor frecuencia, en la destinataria de violencias estructurales y coyunturales. La resistencia a conocer y escuchar sobre las violencias es un mecanismo defensivo que se utiliza cuando no se tolera el displacer. Se niega o disimula una realidad incómoda y amenazante que dificultará el reconocimiento de ciertos comportamientos como violentos y la asunción de una actitud crítica frente a los mismos. La evitación y el rechazo se manifiesta por sensaciones de incomodidad y de ataque a las intimidad, posturas corporales defensivas, expresiones verbales encubridoras o silencios cómplices. Un hecho violento —golpes, violación, abuso— genera diversos tipos de expresiones tanto en la comunidad como en la víctima y el agresor. Violencias y género «La violencia de género es todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual y psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertas tanto si se producen en la vida pública como en la privada». El concepto de género, por lo tanto, será una categoría de análisis nece- saria para el estudio de la mujer y lo femenino, que debe incluirse en todas las disciplinas, puesto que no se es

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Sobrevivir a la violencia

Violencia cotidina

LA VIOLENCIA DE GÉNERO COMO VIOLENCIAS COTIDIANAS La violencia en sus diferentes manifestaciones es un tema que nos atraviesa a todas y a todos. Tanto las mujeres como los varones suelen ser objeto y sujeto de violencia, aunque la situación de subordinación social de la mujer favorece que esta se transforme, con mucha mayor frecuencia, en la destinataria de violencias estructurales y coyunturales.

La resistencia a conocer y escuchar sobre las violencias es un mecanismo defensivo que se utiliza cuando no se tolera el displacer. Se niega o disimula una realidad incómoda y amenazante que dificultará el reconocimiento de ciertos comportamientos como violentos y la asunción de una actitud crítica frente a los mismos. La evitación y el rechazo se manifiesta por sensaciones de incomodidad y de ataque a las intimidad, posturas corporales defensivas, expresiones verbales encubridoras o silencios cómplices. Un hecho violento —golpes, violación, abuso— genera diversos tipos de expresiones tanto en la comunidad como en la víctima y el agresor.

Violencias y género

«La violencia de género es todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual y psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertas tanto si se producen en la vida pública como en la privada».

El concepto de género, por lo tanto, será una categoría de análisis nece- saria para el estudio de la mujer y lo femenino, que debe incluirse en todas las disciplinas, puesto que no se es solamente humano sino que se es un sujeto con género. Tanto el lenguaje como la historia intelectual y las formas sociales están generizadas. No obstante, el concepto de género no debe hacer homo- génea la diferencia, es decir, es necesario no hacer invisibles las determi- naciones heterogéneas que hacen a la identidad de las personas, tales como raza, religión, clase social, sexo. (Santa Cruz y otras, 1992

Efectos psicosociales

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Podemos integrar las perspectivas enunciadas hasta ahora para ampliar la definición de violencia de género: abarca todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y/o física.

Del latín passivus, derivado de pati, padecer. Se aplica a la persona o cosa   que   es   objeto   de   una acción,  por  oposición  al  agente  o   sujeto  activo  que   la   rea- liza.  Se  aplica,   también,  a  estar  o permanecer   inactivo,   sin   realizar   ninguna   acción en relación con otros. (Moliner, 1994). La «pasividad femenina» es un estereotipo construido culturalmente que sitúa a las mujeres en posición de víctimas por el solo hecho de ser mujeres. La pasividad está feminizada porque el imaginario atribuye a las mujeres, en el contexto de la violencia, las características de sumisión, obediencia, propen- sión a ser atacadas, poca capacidad de defensa y miedos concretos frente a la fuerza y el poder del agresor. Este estereotipo aumenta la imagen de vulnerabilidad e indefensión y, al mismo tiempo, las condiciones de posibilidad para ejercer violencia. Las mujeres han sido adiestradas en la pasividad, la sumisión y la dependencia y no es fácilmente pensable que ejerzan conductas agresivas u hostiles para defenderse.

Entonces, es así como se transforman en víctimas, por el hecho de ser muje res y no por ser atacadas. Son estas creencias, fuertemente arraigadas en el imaginario, las que van a condicionar las formas de pensar, los comporta- mientos de hombres y mujeres y las condiciones materiales y subjetivas para ejercer violencia.