Viñales: naturaleza para descubrir

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Viñales (Cuba), naturaleza para descubrir. Texto y fotografías: José Andrés Martínez García, Biólogo [email protected] La naturaleza exótica y variopinta de Cuba llamó la atención de los viajeros y naturalistas que arribaron a sus costas a lo largo de los siglos. Su esplendor botánico fue descrito minuciosamente a finales del siglo XVIII por el sabio alemán Alexander Von Humboldt, reconocido por ello como el segundo descubridor de la mayor de las Antillas. Para quienes por vez primera se acercan a su naturaleza, la diversidad de especies, la mayoría de ellas desconocidas para un visitante europeo y el elevado número de endemismos, hacen de la experiencia un ejercicio de verdadero descubrimiento. “La naturaleza inspira, cura, consuela y fortalece …”. José Martí. El Parque Nacional de Viñales, localizado en la provincia más occidental de Cuba (Pinar del Río), es uno de los catorce parques nacionales del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Nos encontramos ante un paisaje singular dominado por elevaciones montañosas calizas aisladas, de laderas abruptas y cimas redondeadas conocidas como mogotes, separadas por fértiles valles intramontanos (poljés). El Valle ha sido declarado “Paisaje Cultural de la Humanidad”, siendo las actividades económicas principales la agricultura y el turismo, descansando el sector primario especialmente en la producción tabacalera, entre otros cultivos. Una flora privilegiada. La Isla exhibe una de las floras más interesantes del mundo: unas 6.700 especies, el 50% exclusivas. Si bien no existen familias de plantas endémicas, se reportan en cambio alrededor de 65 géneros que sí lo son. La flora de Cuba pertenece a la región floral neotropical y al dominio de las Antillas. El elenco florístico de Pinar del Río difiere mucho del de Oriente, en razón de que la parte

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Descripción de un recorrido por el Parque Nacional de Viñales (Cuba).

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Viñales (Cuba), naturaleza para descubrir.

Texto y fotografías: José Andrés Martínez García, Biólogo [email protected]

La naturaleza exótica y variopinta de Cuba llamó la atención de los viajeros y naturalistas que arribaron a sus costas a lo largo de los siglos. Su esplendor botánico fue descrito minucios amente a finales del siglo XVIII por el sabio alemán Alexander Von H umboldt, reconocido por ello como el segundo descubridor de la mayor de las Antillas. Para quienes por vez primera se acercan a su natura leza, la diversidad de especies, la mayoría de ellas descono cidas para un visitante europeo y el elevado número de endemismos , hacen de la experiencia un ejercicio de verdadero descubrimient o.

“La naturaleza inspira, cura, consuela y fortalece …”. José Martí.

El Parque Nacional de Viñales, localizado en la provincia más occidental de Cuba (Pinar del Río), es uno de los catorce parques nacionales del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Nos encontramos ante un paisaje singular dominado por elevaciones montañosas calizas aisladas, de laderas abruptas y cimas redondeadas conocidas como mogotes, separadas por fértiles valles intramontanos (poljés). El Valle ha sido declarado “Paisaje Cultural de la Humanidad”, siendo las actividades económicas principales la agricultura y el turismo, descansando el sector primario especialmente en la producción tabacalera, entre otros cultivos.

Una flora privilegiada.

La Isla exhibe una de las floras más interesantes del mundo: unas 6.700 especies, el 50% exclusivas. Si bien no existen familias de plantas endémicas, se reportan en cambio alrededor de 65 géneros que sí lo son. La flora de Cuba pertenece a la región floral neotropical y al dominio de las Antillas. El elenco florístico de Pinar del Río difiere mucho del de Oriente, en razón de que la parte

occidental estuvo separada de la oriental un largo periodo de tiempo hasta el mioceno. Cuba Occidental se considera una región fitogeográfica. El árbol que en los llanos cultivados domina el paisaje de Cuba es la palma real (Roystonea regia), remanente de los bosques semideciduos que eran la vegetación predominante en Cuba. Oriunda de la Isla y del sur de la Florida, es el árbol más abundante. Sus pencas (hojas) se usan para el techo de las viviendas y con las yagüas (vainas foliares) se envuelven las hojas del tabaco. El palmiche (fruto) cuelga abundantemente en racimos que brindan excelente alimento para cerdos. La Palma Real adquiere la categoría de símbolo de majestuosidad y gallardía, siendo el indicador semiótico referencial más visible, incluido en el escudo nacional cubano (el llamado escudo de la palma real). Ahora bien, a medida que nos acercamos a Pinar del Río es posible observar otra palma de notable interés, la palma barrigona (Colpothrinax wrightii). Nativa de la Isla de Cuba, esta palma es una especie endémica de las sabanas y pinares del occidente cubano y la isla de la Juventud. Está considerada en peligro de extinción en la Lista Roja de Flora vascular cubana. Cabe mencionar igualmente la llamada palma corcho (Microcycas calocoma), -que en realidad no es botánicamente ni una palma ni una cicas-. Se trata de una especie endémica de lugares muy concretos de Pinar del Río, en peligro crítico, y considerada un fósil viviente. Esta joya de la naturaleza cubana es la única especie declarada Monumento Natural Nacional y puede observarse en el jardín botánico (orquidiario) de Soroa. El pino ocupa un lugar importante en la toponimia cubana dado su peso en el paisaje vegetal. En esta provincia del occidente encontramos dos especies endémicas y simpátricas. Pinus caribaea (pino macho), endémico de Pinar del Río y la Isla de la Juventud (Isla de Pinos) y Pinus tropicalis. En el Valle de Viñales la vegetación característica está constituida por pinares y encinares que ocupan una estrecha franja entre las cadenas de mogotes. El estrato arbóreo está dominado por Pinus tropicalis y encinos (Quercus oleoides ssp. sagraeana). Esta vegetación natural ha sido sustituida en parte por una secundaria compuesta por especies alóctonas como el marabú o aroma blanca (Dichrostachys cinerea) o la pomarosa de los ríos (Syzgium jambos). Otras especies abundantes en los fondos de valle son el almendro de los trópicos o de la India (Terminalia catappa), la salvadera (Hura crepitans), el bambú o caña brava (Bambusia vulgaris), la piña de ratón (Bromelia pinguin), el algarrobo de olor (Mimosa speciosa o Albizia lebbeck), el guaje o leucaena (Leucaena leucocephala o L. glauca); así como herbáceas como la dormidera o viví-morí (Mimosa pudica), la malva blanca (Urena lobata), el abrecamino (Koanophyllon villosum), etc. Los mogotes son uno de los principales centros de endemismos de Cuba y el Caribe, con un buen estado de conservación debido a su inaccesibilidad. Alrededor de la base de estas formaciones calizas quedan restos de un bosque que en el valle ha sido trasformado para la agricultura. Aparecen, entre otras especies, Bursera simaruba y Ceiba pentandra. Las ceibas resultan verdaderamente espectaculares, puesto que llegan a alcanzar los 40 metros de altura y 3 metros de diámetro. Oriunda de Cuba aparece también en las Antillas y otras regiones tropicales.

Los ejemplares bien desarrollados funcionan como un ecosistema donde viven diversidad de especies epífitas y trepadoras, así como numerosos animales. Otro bonito árbol es el almácigo (Bursera simaruba) que se distingue fácilmente porque la epidermis del tronco, muy fina, de color cobrizo, se desprende espontáneamente en largas tiras. Es considerado una joya de las fértiles tierras cubanas. No obstante, la formación más destacable es el llamado “complejo de vegetación de mogote” con especies como el ceibón de mogote o drago (Bombacopsis cubensis), palma barrigona de sierra (Gaussia princeps) y el guano, palmito de sierra o miraguano (Leucothrinax morrisii o Thrinax microcarpa). Otras especies dignas de reseñar son el roble caimán, (Ekmanianthe actinophylla), la yagruma (Cercropia peltata), la bonita de sierra (Spathelia brittonii) y los jagüeyes (Ficus sp.), cuyas raíces se abren paso a través de las paredes calizas verticales. En la Isla se utiliza la expresión “como la yagruma” como sinónimo de “hipócrita”, por los dos colores de las hojas (del haz y el envés). Sobre estos paredones se localiza un matorral xeromorfo también rico en endémismos como Siemensia pendula y Agave tubulata. Destaca por su bella flor el palo guaco (Solandra longifolia). Es un árbol emblemático la majagua (Hibiscus elatus), endémico de Cuba y Jamaica, que se caracteriza por sus flores que cambian de amarillo a rojo carmesí con la maduración. Ha dejado huella en la toponimia del país. Pueden observarse con profusión bromeliáceas silvestres. Se trata de plantas epífitas que se asientan sobre las ramas de los árboles (frecuentemente en las ceibas) y que se conocen en la isla como curujeyes. El curujey (géneros Tillandsia o Guzmania) se conoce también con el nombre de “planta del caminante” por el uso que acostumbraba a darse al agua almacenada en la base de sus hojas en roseta (“de un curujey, prendido a un jobo, bebo el agua clara”…escribe José Martí).

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• Palma corcho (Microcycas calocoma). 1

• Palma Barrigona (Colpothrinax wrightii). 2

• Ceibón de mogote (Sphatodea campanulata). 3

• Guano de sierra (Thrinax morrisii). 4

• Barrigona de sierra (Gaussia princeps). 5

• Yagruma (Cercropia peltata). 6

• Palo guaco (Soladra longifolia). 7

• Almacigo (Bursera simaruba). 8

• Encino (Quercus oleoides ssp. sagraeana). 9

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• Bletia purpurea. 10

• Spathoglotis plicata. 11

• Mariposa (Hedychium coronarium). 12

• Viví-morí (Mimosa púdica). 13

• Majagua (Hibiscus elatus). 14

• Malva blanca (Urena lobata). 15

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Mención especial merece la mariposa (Hedychium coronarium), planta exótica y fragante perteneciente a la familia de las Zingiberáceas que, desde el siglo XIX, aparece naturalizada en los lugares húmedos de las serranías. La planta era muy apreciada desde tiempos coloniales por las mujeres, que entonces se adornaban y perfumaban con sus flores. Tanta es su popularidad que en 1936 fue declarada la Flor Nacional de Cuba por una comisión de botánicos y jardineros. La razón se encuentra en las resonancias históricas y culturales, aunque no sea autóctona de la Isla: durante las guerras independentistas, sus ramos intrincados servían de escondite a las mujeres patriotas para transportar importantes mensajes clandestinos.

Entre las orquídeas cubanas puede observarse en la zona la especie de hábito terrestre Bletia purpurea. Es la más frecuente de las Bletia cubanas. Se caracteriza por las flores pequeñas de color rosa pálido con crestas amarillas en el labelo. Generalmente cuando florece pierde sus hojas. Otra especie exótica naturalizada es Spathoglotis plicata, que florece todo el año.

Debe tenerse en cuenta que el clima favorece el crecimiento de una gran variedad de especies alóctonas y, al mismo tiempo, muchas plantas cultivadas como ornamentales aparecen naturalizadas en el paisaje forestal de la isla. Entre esta flora cabe citar: el framboyán (Delonix regia, originario de Madagascar, cultivado y naturalizado), el tulipán africano o espatodea (Spathodea campanulata), distintas variedades de hibisco conocidas en Cuba como flores de chivo (Hibiscus rosa-sinensis), la bouganvillea (Bougainvillea spectabilis), el fausto azul (Thunbergia laurifolia), la alamanda (Allamanda cathartica) y un largo etcétera.

En Cuba y otras islas antillanas el mencionado marabú o aroma blanca (Dichrostachys cinerea ssp. africana) es una especie invasora que se considera una plaga muy seria. Es, de hecho, la más importante de las plantas invasoras de la isla. Gusta de lugares abiertos y soleados, presentando una amplia tolerancia a suelos diversos y a la sequía. Todo ello, unido a las abundantes espinas, a la dureza de los tallos, a la dispersión de semillas por el ganado y a la proliferación por retoños radicales, hace que llegue a formar tupidas espesuras. Además, su corte o quema contribuye a aumentar el número de retoños radicales.

• Tulipán africano (Sphatodea campanulata). 16

• Cardenales (Hibiscus rosa-sinensis). 17

• Fausto azul (Thunbergia laurifolia). 18

• Geranio de la jungla (Ixora coccinea). 19

• Palo borracho (Ceiba speciosa). 20

• Alamanda (Allamanda cathartica). 21

• Marabú (Dichrostachys cinerea). 22

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Paraíso de la ornitología.

Cuba es una isla muy agradecida para la observación de aves. La avifauna cubana cuenta en la actualidad con 350 especies, 28 de ellas endémicas.

Un simple paseo por el malecón habanero permite ver con facilidad pelícanos (Pelecannus occidentalis). En los jardines abundan los ubicuos y endémicos totíes (Dives atroviolaceus).

En los itinerarios que discurren por el Parque Nacional de Viñales pudimos observar, entre otras, especies como:

Carpintero jabao (Melanerpes superciliares), pitirre abejero (Tyrannus dominiensis), bijirita trepadora (Mniotilta varia), zorzal gato (Dumetella carolinensis), zorzal real (Turdus plumbeus), sinsonte (Mimus polyglottos), distintas palomas (como la tojosa o Columbina passerina), el negrito (Melopyrrha nigra).

El sinsonte es un paseriforme natural de América del Norte, México y el Caribe. Es conocido por imitar las llamadas de otras aves, sonidos animales e incluso ruidos de máquinas. Este rasgo políglota es recordado por el cantautor cubano Silvio Rodríguez en su canción La Maza (Unicornio, 1982).

Si no creyera en la locura de la garganta del sinsonte

si no creyera que en el monte se esconde el trino y la pavura.

En cuba se usa la expresión “está como plátano para sinsonte” para referirse a algún alimento que está listo para comerse o, en sentido figurado, para referirse a una persona preparada para algo importante.

En las zonas encharcadas del valle abundan ardeidas y limícolas como las cigüeñuelas o cachiporras (Himantopus mexicanus), las garzas azules (Egretta caerulea) y posados en los árboles o tendidos eléctricos se observan con facilidad al judío o chismoso (Crotophaga ani), un cucúlido conocido también como “guardián de los campos”.

Extremadamente común es la aura tiñosa o buitre americano cabecirrojo (Cathertes aura) que sobrevuela las poblaciones busca de carroña y desperdicios. Algunos consideran que este ave no existía en las Antillas antes de la conquista española, que se habría establecido en Jamaica a fines del siglo XVII, desde donde pasó a la Isla. En Cuba se usa la expresión “aura no come aura”.

No resulta difícil observar al tomeguín de pinar (Tiaris canorus), especie endémica de la Isla, cuyos machos se caracterizan por su celo pendenciero. Se le conoce en el oriente como senserenico.

Mención especial merece nuestro encuentro con el colibrí.

"Antes de que naciera el mundo, él ya existía: refrescaba la boca del Padre Primero con gotas de rocío y le calmaba el hambre con el néctar de las flores", escribe Eduardo Galeano.

Es relativamente fácil observar aquí el zunzún esmeralda o zumbador (Chlorostilbon ricordii). Incluso cerca de las poblaciones y jardines. La subespecie es endémica de la Isla. No así el otro picaflores, el zunzuncito, pájaro mosca o trovador (Calypte helenae), mucho más escaso. Este último, el ave más pequeña del mundo, es un endemismo de Cuba con escasas localidades en la Isla, entre otras, la Península de Guanahacabibes (Pinar del Río).

"Al alba, saluda al sol. Cae la noche y trabaja todavía. Anda zumbando de rama en rama, de flor en flor, veloz y necesario como la luz. A veces duda, y queda inmóvil en el aire, suspendido; a veces vuela hacia atrás, como nadie puede. A veces anda borrachito, de tanto beber las mieles de las corolas. Al volar, lanza relámpagos de colores”.

También pudimos observar en Viñales el barrancolí cubano o cartacuba (Todus multicolor). Al volar, emite un sonido característico con las alas, lo que ha dado lugar a su nombre común de pedorrera. Se trata de un pequeño pajarillo endémico de las Antillas que ha evolucionado a través de procesos de especiación alopátrica, de forma que cada gran isla del Caribe tiene hoy en día su especie particular. Resulta complicado observarle y casi imposible fotografiarlo. Una verdadera maravilla para quien guste de pajarillos diminutos y coloreados.

No resulta difícil, en cambio, encontrarse con otra especie tan espectacular como única: el tocororo o guatiní (Priotelus temnurus). El tocororo es el ave nacional, endémico de la Isla y elegida como tal porque su plumaje luce los colores de la bandera cubana. Pertenece a la familia de los trogónidos, una exclusiva estirpe de aves tropicales que incluyen a los trogones y los quetzales, con unas 40 especies. El canto del tocororo, por suerte, es uno de los sonidos que se escuchan por toda la Isla. Un lugar privilegiado para su observación son Las Terrazas, un pequeño edén en el corazón de la Sierra del Rosario (Pinar del Río).

• Garza azul (juveniles y

adultos). 23

• Zunzún esmeralda o

zumbador. 24

• Cartacuba o Barrancolí

de Cuba. 25

• Tocororo o Guatiní. 26

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• Ceiba (Ceiba pentandra). 27

• Mogotes del Valle de Viñales. 28-32.

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• Anolis equestris. 33

• Anolis bartschi. 34

La tierra de los Anolinos. Un grupo muy importante de reptiles son los Anolinos, que en la Isla agrupa a unas 40 especies. Los anolis son máquinas de trepar que con sus acrobacias desafían la gravedad. Hay dos especies autóctonas de lagartijas que viven asociadas a los paredones y riscos verticales en Viñales; una de ellas, Anolis bartschi, es considerada por muchos especialistas como la más bella de Cuba. Conocido vulgarmente como “Lagartija de los mogotes o Lagarto de paredón”, es exclusivo de la zona de mogotes de Guane, Viñales y San Andrés de Caiguanabo, localidades de la provincia de Pinar del Río. Los machos pueden alcanzar una longitud aproximadamente de 11,4 cm y la hembra alrededor de los nueve centímetros. Las patas son largas y los dedos tienen desarrolladas las laminillas adhesivas en la parte inferior, lo cual les permite andar casi en cualquier posición por las paredes de los farallones y techos. Un carácter que lo diferencia de las demás especie del género es su pliegue gular, que está en posición transversal, sin alcanzar una gran dimensión, y no longitudinal como en el resto de las especies. Este anolis habita sobre las rocas y farallones calizos, refugiándose con frecuencia en las oquedades y cuevas. No es raro observar en los troncos de árboles otro endemismo cubano, el conocido como chipojo verde (Anolis equestris). Suelen vivir en zonas boscosas y de abundante vegetación, resguardándose a la sombra de los árboles, que raramente abandonan.

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• Leiocephalus carinatus. 35

Pudimos observar igualmente el iguanoideo perrito de sierra o de mogote, también conocido como iguana de cola enroscada (Leiocephalus carinatus).

La diversidad malacológica. Si la visita a la Isla se realiza en la época de lluvias es posible sorprenderse con la belleza de los moluscos cubanos. Los campeones son los caracoles pertenecientes a los géneros Polymita (en oriente cubano) y Liguus (en muchas partes de la isla y cayos, incluido el occidente). Las Viana del occidente (Pinar del Río) se comparan por su coloración vistosa con los Polymita del oriente. Existe una sola especie (Viana regina) y tres subespecies distribuidas por las distintas sierras y mogotes de Pinar del Río, provincia donde se encuentra restringida. Adheridas a las rocas calizas de los riscos y farallones calcáreos, Viana es por esta razón una especie emblemática de su fauna. Entre la numerosa comunidad de moluscos que reside en cada ladera de los mogotes se encuentran asimismo los topos de la hojarasca (Farcimen), las émoda (Emoda sagraiana) y, destacando por su gran tamaño (unos cinco centímetros) Zachrysia guanensis, endemismo occidental cubano. Mención especial merece la especie Liguus fasciatus. Las conchas de los ligus son de las más bellas, variablemente coloreadas y de mayor tamaño dentro de los moluscos terrestres de la isla. Es conocida desde antiguo la presencia de Liguus fasciatus en las colecciones de la aristocracia europea, existiendo colecciones con sus conchas anteriores a su descripción original (como lo atestiguan los óleos del siglo XVII del pintor holandés van der Ast).

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• Liguus fasciatus. 36

• Viana regina. 37

• Veronicella tenax. 38

• Zachrysia guanensis. 39

Veronicella tenax (Filicaulis tenax) es, por su parte, el mayor molusco terrestre de Cuba, con un tamaño superior a los 20 cm. Su forma es muy alargada cuando se encuentra en movimiento y más oval en reposo; abunda en los farallones calcáreos de los mogotes de Viñales.

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• La geología de Viñales favorece la formación de simas,

cuevas y galerías. En las fotos, la Cueva de Santo Tomás.40-

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