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VIII Carta Pastoral con motivo de mis 25 años de obispo Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey

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VIII Carta Pastoralcon motivo de mis 25 años de obispoMons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey

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VIII Carta Pastoralcon motivo de mis 25 años de obispos

Mons. Rogelio Cabrera López.Arzobispo de Monterrey.

Primera Edición.Agosto de 2020.Impreso en México.

ZUAZUA No. 1100 SUR.CENTRO, MONTERREY, N.L.C.P. 64000.TEL (81) 11582477www.arquidiocesismty.org

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Que la Eucaristía nos mueva para mirar contemplativamente,

discernir en comunidad, realizar una pastoral misericordiosa,

revisar nuestra vida y celebrarla.

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1Año Jubilar Sacerdotal

IntroducciónYa que por la misericordia de Dios hemos recibido este ministerio,

no nos desanimamos… llevamos este tesoro en vasijas de barro,para que quede claro que ese poder tan extraordinario

proviene de Dios y no de nosotros.2 Cor 4, 1.7

1. Desde antes de la pandemia pensaba dirigir a todosmis hermanos sacerdotes unas palabras sencillas yllenas de esperanza, compartiéndoles mi alegría poragradecer a Dios 25 años en el ministerio episcopalpara animarlos en el camino de su vida sacerdotal.Sin embargo, al vernos impedidos de celebrar juntosla Misa Crismal y viendo el sufrimiento que esteacontecimiento ha traído al pueblo de Dios, lesdediqué con ocasión del Jueves Santo mi séptimacarta pastoral llamándolos a ser animadores deesperanza.

2. Dirijo esta VIII Carta Pastoral a todos ustedes, fieles cristianos y personas de buena voluntad de laArquidiócesis de Monterrey, hablándoles como el padre que dialoga con sus hijos, el hijo que platicacon sus hermanos y como su pastor, para invitarlos a responder juntos a los retos que la pandemiadel COVID-19 y sus efectos, aún no ponderados, nos irá presentando, con el deseo también deanimarlos a buscar la luz y la fortaleza en el Espíritu Santo.

3. Sirva también esta Carta para acompañar el camino del Año Jubilar Sacerdotal que hemoscomenzado en el contexto de alegría por el Sumo y Eterno Sacerdocio de Jesucristo que el Señor meha encomendado ejercer en beneficio de toda la Iglesia universal y en específico con ustedes en laIglesia de Monterrey. Como bien saben, lo iniciamos el pasado 31 de mayo, bajo el manto de laSantísima Virgen del Roble cuando recordábamos su Coronación Pontificia, y se prolongará hasta laFiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote del 2021, día en el que festejaremos los 25 años de miconsagración episcopal.

4. Como lo he mencionado en el decreto por el que establecí este Año Jubilar, a lo largo de estetiempo privilegiaremos la reflexión sobre el sacerdocio y la labor de la pastoral vocacional. Así, laVicaría Episcopal de Pastoral, la Comisión del Clero y nuestro Seminario nos propondrán formas paraprofundizar, celebrar y vivir el sacerdocio de Cristo, ayudados por un itinerario de oración,discernimiento y espiritualidad sacerdotal.

5. Como parte de estos medios y con la confianza de quien habla con su familia, compartiré conustedes lo que siento, pienso, sueño, hago y espero hoy por hoy, como su obispo, su padre y supastor.

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Dirijo esta VIII Carta Pastoral a todos ustedes, fieles cristianos y personas de buena voluntad

de la Arquidiócesis de Monterrey, hablándoles como el padre que dialoga con sus hijos, el hijo que

platica con sus hermanos y como su pastor, para invitarlos a responder juntos a los retos

que la pandemia del COVID-19 y sus efectos, aún no ponderados,

nos irá presentando.

Sirva también esta Carta para acompañar el camino del Año Jubilar Sacerdotal que hemos comenzado en el contexto de alegría por el Sumo y Eterno Sacerdocio de Jesucristo que el Señor me ha encomendado ejercer en beneficio de toda la Iglesia universal y en específico

con ustedes en la Iglesia de Monterrey.

I. ¿Qué siento?

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6. Cuando el 30 de mayo de 1996 fuiconsagrado obispo en la Ciudad de Tacámbaro,no sentí que cumpliera con la realización deuna meta en mi vida, ni con la culminación deun proyecto anhelado por años. Por elcontrario, me sorprendió cuando me dieron lanoticia de este llamado de Dios. Sigo siendoconsciente de mis limitaciones y falta deméritos para una misión de esa naturaleza, y deque los dones que Dios me dio los debo poneral servicio de su Iglesia y de toda la humanidad.Por esto, después del impacto inicial, almomento de la consagración le agradecí a Diospor la gracia de este servicio específico que meencomendó, y le sigo agradeciendo a diario.

7. Soy consciente también del gran donrecibido, tanto cuando Dios me llamó a ser suhijo con el bautismo, como cuando me llamó aser pastor al confiarme el orden sagrado. Serhijo de Dios, en esta Iglesia a la que he servidocomo sacerdote durante casi 42 años y comoobispo a lo largo de casi 25, es la mayorbendición en mi vida. Me he entregado siempresin reservas y, aunque seguramente hecometido errores involuntarios, nunca hequerido lastimar a nadie. En palabras de SanPablo, soy como una vasija de barro que llevadentro un tesoro (cfr. 2 Cor 4, 7)

8. Y así, con la certeza del amor y la gracia deDios, después de haber vivido una experienciapastoral muy desafiante pero muy satisfactoriaen las diócesis de Tapachula y Tuxtla Gutiérrez,hace siete años llegué a Monterrey con laenorme responsabilidad de pastorear estaArquidiócesis. Dije, y lo repito, que llegaba a untren pastoral que iba a toda velocidad y queesperaba poder subirme a él. En estos años heconstatado la gran vitalidad de ustedes. Cadadía me edifica el esfuerzo de todos por viviren plenitud la entrega cristiana: laicos,personas consagradas, seminaristas, diáconospermanentes, presbíteros y obispos auxiliares.Todos han sido muy buenos conmigo y de granayuda para mis tareas pastorales. Por ellotengo una gran motivación para seguirsirviendo a esta Iglesia local. Ser obispo deMonterrey es mi responsabilidad principal ytodos los días le pido a la Virgen del Roble queme ayude a ser un buen pastor. No ceso deintentar nuevos proyectos evangelizadores, deatender las necesidades que día a día brotan entodo el territorio diocesano, de estar alpendiente de los sacerdotes, especialmente delos mayores, y de invitar a saludar y sonreírporque son claves en la pastoral.

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Ser hijo de Dios, en esta Iglesia a la que he servido como sacerdote durante casi 42 años y como obispo a lo largo de casi 25,

es la mayor bendición en mi vida.

Ser obispo de Monterrey es mi responsabilidad principal y todos los

días le pido a la Virgen del Roble que me ayude a ser un buen pastor.

9. Me siento con ánimo para enfrentar junto austedes esta crisis sin precedentes que lapandemia trae consigo. Si bien ya veníamoshablando los obispos en México de una crisisantropológico cultural (cfr. PGP 20) y de unacrisis ecológica, como lo ha adelantado el Papaen Laudato Si’ y Querida Amazonía, nadieimaginaba el tamaño y alcance de estaemergencia sanitaria, con las consecuenciasque traerá en todas las áreas de la convivenciahumana. Me anima también la presencia, losgestos y la palabra del Papa Francisco, quiennos ha invitado a darnos cuenta de queestamos en la misma barca, todos frágiles ydesorientados, pero al mismo tiempo,importantes y necesarios; llamados a remarjuntos y necesitados de confortarnosmutuamente porque en esta barca, remamostodos.

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10. Les confieso finalmente que siento una grantranquilidad por vivir todos los días laexperiencia gratificante del amor de Dios en mivida y el cobijo protector de la Virgen María.Siento su compañía en cada visita pastoral, enlas difíciles decisiones que debo tomar, asícomo en cada celebración Eucarística; alescuchar las sugerencias de mi ConsejoEpiscopal y de los demás Consejos de laArquidiócesis y, sobre todo, experimento lapresencia de Dios en la oración y la meditaciónde su Palabra.

II. ¿Qué pienso?11. Mi vida como sacerdote sigue siendo uncamino para responder a la llamada de Jesúsque exige fe y conversión constante y que, almismo tiempo, me compromete espiritual,moral, sacerdotal, eclesial y pastoralmente. Estambién un camino de maduración, de libertady de responsabilidad, en el que he podidoexperimentar la misericordia de Dios. Por lahistoria de la salvación universal y personal,sabemos que nuestro Padre ha mostradoy continúa mostrando su compasióny misericordia en su paciencia, siendo lento a lacólera y generoso para perdonar (cfr. Sal 103),además de revelar la plenitud de su amorenviando a su Hijo Único, verdadero rostro de lamisericordia. Al contemplar a Jesús ybuscar imitarlo, he podido emprender unitinerario sacerdotal de aprendizaje para sermisericordioso. Hoy me pregunto: ¿cuál ha sidoel de cada uno según su propia vocación yseguimiento de Jesús?

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… experimento la presencia de Dios en la oración y la meditación

de la Palabra de Dios.

12. Pienso, además, que tanto la IglesiaUniversal como nuestra Iglesia local tienen queadaptarse deprisa al cambio de época queestamos viviendo, más ahora en medio de lapandemia. Los acontecimientos se suceden auna velocidad vertiginosa y no siemprerespondemos con prontitud a lo que ellos nosreclaman (cfr. PGP 23). Hay movimientos comolos de las mujeres, de las minorías sexuales, delos migrantes, entre otros, que continuaránavanzando con nosotros o sin nosotros y,ya que la mayor parte de sus integrantesson católicos, es conveniente dirigirlesconstantemente una palabra de luz y aliento.También estoy convencido de que no podemosrenunciar a ofrecer la verdad en la que creemosen medio de estos cambios acelerados.Tenemos la obligación de transmitir la doctrinaque se nos ha encomendado, especialmente losmensajes del Papa Francisco que expresan suconstante preocupación por alentar una Iglesiasinodal, pobre para los pobres, sin actitudesclericalistas, de puertas abiertas y siempre ensalida que se preocupa de cuidar la casa comúny de vivir la fe en el encuentro con las demáspersonas.

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Al contemplar a Jesús y buscar imitarlo, he podido emprender un

itinerario sacerdotal de aprendizaje para ser misericordioso. Hoy me

pregunto: ¿cuál ha sido el de cada uno según su propia vocación

y seguimiento de Jesús?

13. Pienso también que la fuerza que nos muevees la Eucaristía, centro de mi vida sacerdotal.En ella están unidos el Pan de la Palabra y elPan Eucarístico en la Caridad. Creo que elayuno del Pan Eucarístico, que muchos hanvivido durante esta larga cuarentena, los hallevado a una comprensión de fe másexistencial de la Palabra de Dios comoalimento, pudiendo transformar este pan enCaridad operante, ya que el amor de Cristoalimenta y alienta el encuentro con el hermanonecesitado como manifestación de laProvidencia Divina. De esta manera, al celebrarla Palabra, al comer el Cuerpo y la Sangre deJesús y al vivir la caridad con los hermanosexperimentamos una verdadera vidaeucarística, a la cual estamos llamados.

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Tenemos la obligación de transmitir la doctrina

que se nos ha encomendado,especialmente los mensajes

del Papa Francisco que expresan su constante preocupación

por alentar una Iglesia sinodal, pobre para los pobres, sin actitudes

clericalistas, de puertas abiertas y siempre en salida que se

preocupa de cuidar la casa común y de vivir la fe en el encuentro

con las demás personas.

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14. Muchos fieles, al verse impedidos de laparticipación presencial en la Eucaristía, hansentido también hambre y sed espiritual. Estedeseo y amor eucarístico los ha llevado a unavida más libre y fiel, a una fe más madura,animada por el amor de Dios y su llamado a lavida eterna. Dentro de la experiencia de latransmisión de la Eucaristía por mediosdigitales, algunos sacerdotes me hancomentado el carácter extraño de la situación,pues la Eucaristía con el pueblo es un encuentropersonal, individual y comunitario que nos abreel corazón, nos consuela y alimenta comocomunidad en una experiencia personalcompleta, en donde estamos física, mental yespiritualmente juntos. Por supuesto que, porinternet o televisión se realizan el sacrificio deCristo, su eficacia sacramental y el encuentropersonal y comunitario con él, sin embargo, estaforma de celebrar, al tiempo que exigeesmerarse más en la homilía, difícilmentetransmite la calidez del encuentro con la familiaespiritual que se experimenta cuando laasamblea está reunida en el templo.

15. Quiero recordar a mis hermanos sacerdotesque la homilía es un encuentro personal, bienpreparado y adaptado a quien está frente anosotros. No se trata de saturar a las personascon más información, sino de mover su corazón

de manera que experimenten en sus vidas, elmismo consuelo espiritual que nosotrosmismos hemos experimentado en nuestrareflexión. Es una proclamación del amor deDios que levanta los corazones y abre nuevoshorizontes de vida, pues el Pan de la Palabra esCristo que ya está ahí, pero que ha de serservido con mucho cuidado, de manera que loscomensales puedan degustar y apreciar susabor, cuidando de no alterar el Pan, sino másbien realzando su calidad.

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16. Si la predicación es ajena a la vida de laspersonas, altera el ambiente de la asamblea y nopermite el fruto de un encuentro personal conCristo; si en la predicación se habla debanalidades o de opiniones propias, la asambleapasa de la decepción a la pena ajena y luego aldesinterés. Incluso algunos predicadores en lasredes sociales parecen más “videobloggers” enbusca de suscriptores para sus canales privados,que evangelizadores cristianos en la red. Noperdamos la dimensión y profundidad de lahomilía y la predicación. Nuestras homilíastienen que ser una experiencia que anima la vidade nuestros oyentes con la acción de Dios, comolo fue la predicación del apóstol Juan: lo queexistía desde el principio, lo que hemos oído, loque hemos visto con nuestros ojos, lo que hemoscontemplado y lo que hemos tocado con nuestrasmanos acerca de la Palabra de Vida, es lo que lesanunciamos (1 Jn 1, 1).

17. Ojalá podamos continuar en su momento, lasreuniones que algunos sacerdotes realizan parapreparar la homilía, una práctica que debemosvalorar y promover más, sobre todo en lossacerdotes jóvenes, dados más al riesgo delindividualismo. Me pregunto, ¿qué ayudanecesitaremos para mejorar nuestra relacióncon las Sagradas Escrituras, la homilía, lapredicación, la catequesis y la evangelización engeneral? Conforme pasen los meses y lascondiciones mejoren, todos tenemos que seguiraprendiendo a utilizar los recursos tecnológicosen la tarea evangelizadora, conscientes de quenunca podrá un medio sustituir un fin.

Incluso algunos predicadores en las redes

sociales parecen más “videobloggers” en busca

de suscriptores para sus canales privados, que evangelizadores

cristianos en la red. No perdamos la dimensión y profundidad

de la homilía y la predicación.

Quiero recordar a mis hermanos sacerdotes que la homilía es un

encuentro personal, bien preparado y adaptado a quien está frente a

nosotros. No se trata de saturar a las personas con más información,

sino de mover su corazón de manera que experimenten en sus

vidas, el mismo consuelo espiritual que nosotros mismos hemos

experimentado en nuestra reflexión.

18. Creo que en varias etapas de la vida de lossacerdotes y de todos los fieles, es necesarioregresar al kerigma eucarístico, para renovarnuestra fe en la Eucaristía y recomenzar con elmismo entusiasmo de nuestros inicios. Elkerigma anuncia la salvación de parte del Señory la Eucaristía es el encuentro con esa salvaciónobrada en el misterio pascual. Necesitamosreubicarnos ante este misterio para sanar yrestaurar lo que se ha vuelto monótono por larutina, dando frescura al corazón que puedaestar saturado. Este ayuno eucarístico que hanvivido los fieles y de alguna manera también lossacerdotes, pudiera ser un momento propiciopara renovar la vida eucarística y propiciar unverdadero encuentro personal con JesúsEucaristía. Les reto a pensar conmigo cómopudiera ser este kerigma eucarístico.

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Me pregunto, ¿qué ayuda necesitaremos para mejorar nuestra relación con las Sagradas Escrituras, la homilía, la predicación, la catequesis y la evangelización

en general? Conforme pasen los meses y las condiciones mejoren, todos tenemos que seguir aprendiendo a utilizar los recursos tecnológicos en la tarea

evangelizadora, conscientes de que nunca podrá un medio sustituir un fin.

III. ¿Qué sueño?19. En este momento quiero compartir conustedes algunos sueños que tengo, no sin antesdestacar algunas de las fortalezas queencuentro en nuestra Iglesia de Monterrey, sinpretender ser exhaustivo ni mucho menossoberbio ni triunfalista. Las comparto como unreconocimiento de la manifestación delos dones del Espíritu Santo inspirando nuestramirada contemplativa, discernimientocomunitario y pastoral misericordiosa. Creo quehay un gran interés por el amor de Dios y sumisericordia, por ayudarnos unos a otros aencontrarnos con Cristo y no con normas oideologías; hay cada vez más caridad, servicio ytestimonios de cercanía con los necesitados yvulnerables, así como esfuerzos por caminarjuntos de la mano del Plan de Pastoral Orgánica.

20. Estamos enfocados en nuestra formacióncristiana y hemos avanzado estableciendoprocesos e itinerarios con equipos grandes ybien integrados de catequesis y liturgia. Porotro lado, vamos descubriendo, valorandoy agradeciendo una gran riqueza de donesy carismas en todo el pueblo de Dios, haciendoun esfuerzo en el diálogo, la colaboracióny el enriquecimiento mutuo. Antes dela pandemia habíamos crecido mucho enencuentros, misiones y retiros, solidificandootras expresiones de una Iglesia en salida.Otra gran riqueza de nuestra Iglesiaes la participación de los laicos en las tareaseclesiales, entre ellos quiero señalary reconocer la gran calidad humana y cristianade todas las mujeres de nuestras comunidadesy de los jóvenes que se manifiestancon alegría en las obras evangelizadoras.Tenemos una extendida espiritualidad mariana

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como alma de la unión en muchascomunidades. Hay interés creciente por laatención a los necesitados y vulnerables, asícomo por lo social y comunitario, destacandosiempre la libertad, creatividad yemprendimiento de la cultura regiomontana.Cáritas de Monterrey es signo elocuente delamor y cuidado de los más pobres. Lacomunidad da muestras de apoyo a losmigrantes y nuestras casas de acogidamantienen vigente el valor evangélico de lahospitalidad. Espero que mantengamos estas yotras muchas fortalezas que tenemos, pues elcambio al que estamos llamados no empiezadesde la nada, sino del amor de Dios y elesfuerzo humano que existen en nosotrosmucho antes de esta emergencia sanitaria.

21. Al reconocer lo que hacemos bien,descubrimos el fruto del amor de Dios en la vidade las instancias eclesiales, de las comunidadesparroquiales, de los grupos y movimientosdiocesanos. Es verdad que siempre estaremosnecesitados de actualizarnos y de adquirirnuevos conocimientos, habilidades, actitudes ypropuestas, pero desde lo logrado hasta hoy,pues como discípulos misioneros somosllamados a levantar la mirada hacia el corto,mediano y largo plazo, con una fe cierta y unaesperanza firme. Tener presentes nuestrasfortalezas nos permite soñar.

… es necesario regresar al kerigma eucarístico, para renovar nuestra fe en la Eucaristía y recomenzar

con el mismo entusiasmo de nuestros inicios… Les reto a pensar

conmigo cómo pudiera ser este kerigma eucarístico.

Sueño con una Iglesia diocesana que acepta caminar y sentarse

a la mesa con todos, no solo en medio de esta pandemia, sino en los retos

y desafíos de cada día y de otras circunstancias extraordinarias.

22. Sueño con una Iglesia diocesana que aceptacaminar y sentarse a la mesa con todos, no soloen medio de esta pandemia, sino en los retos ydesafíos de cada día y de otras circunstanciasextraordinarias. Una Iglesia que no excluye anadie, ya sea por su atracción afectiva, su raza osu conducta moral, sino que incluye a cualquierpersona, en especial a quienes pasan algunanecesidad o viven en las periferias geográficas oexistenciales. Una Iglesia que se convierta en unlugar abierto a los heridos, lastimados,descartados y desechados ante las crisis quevivimos y viviremos en lo que respecta a lasalud, la pobreza, la economía, el trabajo, lasociedad, la ecología, la política y otrosaspectos de la vida.

23. Deseo, junto con el Papa Francisco, que vayadesapareciendo todo rastro de clericalismo ennuestra Iglesia y que el ministerio clerical seconvierta cada día más, en un serviciosacerdotal y diaconal a la comunidad a ejemplode Cristo Siervo y Sacerdote. Que mi presbiterioy mis obispos auxiliares sobresalgan por sudisponibilidad, su capacidad para el sacrificio ysu ilusión por la misión renovada y renovadora.Que el buen trato hacia los fieles nos distinga, yque, como pide el Santo Padre, no convirtamosel confesionario en una aduana infranqueable.Anhelo que los clérigos seamos discretos,sensatos y utilicemos las redes sociales paraevangelizar, y no para transmitir escándalos yfalsas noticias.

Una Iglesia que no excluye a nadie, ya sea por su atracción afectiva, su raza o su conducta moral, sino que incluye a cualquier persona,

en especial a quienes pasan alguna necesidad o viven en las periferias geográficas o existenciales. Una

Iglesia que se convierta en un lugar abierto a los heridos, lastimados,

descartados y desechados ante las crisis que vivimos y viviremos…

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24. Anhelo, además, que todos los fielescristianos, clérigos y laicos, que formamos estaIglesia seamos hombres y mujeres de oración,espirituales y caritativos. Visualizo una mayorparticipación laical -especialmente de lasmujeres- en nuestras estructuras pastorales.Mujeres y hombres laicos conforman la mayorparte de fieles en nuestra Iglesia, trabajando endiferentes tareas pastorales, y no siempre sontomados en cuenta en aquellos asuntos que lesafectan directamente. Espero que día a día laIglesia se llene de esa presencia dinámica ysensible, innovadora y cálida que representanlos laicos. Que se sientan escuchados yatendidos, tomados en cuenta y respetados ensus tareas propias.

25. Seamos una Iglesia diocesana que volteamás hacia el sur, de donde viene la mayor partede los migrantes, pero sin olvidar el norte, endonde viven y buscan mejores oportunidadesmuchos de los miembros de nuestras familias.Que veamos a quien busca un mejor futuro enmedio de nosotros, no como enemigo, sinocomo hermano al que debemos “acoger,proteger, promover e integrar” (cfr. PapaFrancisco, Jornada Mundial del Migrantey Refugiado, 2018). Que dialoguemos con ellos

8Para ser sacerdotes

animadores de esperanza

Deseo, junto con el Papa Francisco, que vaya desapareciendo todo rastro de clericalismo

en nuestra Iglesia…

Que mi presbiterio y mis obispos auxiliares sobresalgan por su

disponibilidad, su capacidad para el sacrificio y su ilusión por la misión

renovada y renovadora. Que el buen trato hacia los fieles nos distinga, y que, como pide el Santo Padre, no

convirtamos el confesionario en una aduana infranqueable. Anhelo que los clérigos seamos discretos, sensatos y

utilicemos las redes sociales para evangelizar, y no para transmitir

escándalos y falsas noticias.

para enterarnos de sus problemas, de las causasque los orillaron a salir de sus países y de susilusiones. Imagino que somos hospitalarios,incluyentes, amables y solidarios con quieneshan tomado esa difícil decisión y que, como selo han propuesto nuestras casas de migrantes,les demos el mismo trato que deseamosreciban nuestros familiares y amigos cuandoemigran al norte. Que en cada uno de ellosreconozcamos a ese migrante que fueJesucristo.

26. Les invito a que hagamos una relectura denuestro reciente Plan de Pastoral Orgánica2017-2019 desde la realidad que la pandemianos presenta y nos irá presentando, de talmanera que se aplique y consolide en los añosvenideros de forma muy encarnada. Querecuperemos los retos aún pendientes en laatención a los tres núcleos de atención pastoralque nos acompañaron a lo largo de los últimostres años: persona y familia, comunidad yciudadanía, pobreza y solidaridad. Deseo quelos objetivos, urgencias y orientacionespastorales no sean letra muerta, sino viva yrenovada por los desafíos de la pandemia y quepodamos expresarlos en proyectos pastoralesen cada comunidad, siendo capaces de unirtodos nuestros trabajos parroquiales y degrupos apostólicos en torno a la visión de estePlan.

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8Para ser sacerdotes

animadores de esperanza

Visualizo una mayor participación laical -especialmente de las

mujeres- en nuestras estructuras pastorales.

Espero que día a día la Iglesia se llene de esa presencia dinámica

y sensible, innovadora y cálida que representan los laicos. Que se

sientan escuchados y atendidos, tomados en cuenta y respetados

en sus tareas propias.

27. Día a día me pregunto cómo podemosacercarnos más a la exigencia de ser discípulosmisioneros en la actualidad, para seguircolocando a la Palabra de Dios, a la Eucaristía y alos pobres en el centro de nuestra atenciónpastoral. Quiero que el Proyecto Global dePastoral 2031+2033, que como obispos enMéxico hemos presentado de cara a los 500años del Acontecimiento Guadalupano y a los2000 años de nuestra Redención, impacte delleno en nuestra Arquidiócesis, no solo por suenorme riqueza teológica, sino para manifestarnuestra comunión con todas las diócesis deMéxico y especialmente con el Papa Francisco.

IV. ¿Qué hago?28. Como ya lo he mencionado, ser obispo deMonterrey es mi principal responsabilidad, porlo que realizo mi mayor esfuerzo, dentro de mislimitaciones, para servir a esta Iglesia particular.Dios, hasta el día de hoy, me ha dado fuerzapara realizar y disfrutar las visitas pastorales alas parroquias, acompañar a los fieles en susfiestas patronales, confirmar jóvenes, alentar alos sacerdotes y a los consagrados, construirproyectos pastorales, crear nuevas parroquias,atender al seminario, etc., no obstante lasencomiendas que tengo como Presidente de laConferencia del Episcopado Mexicano (CEM) yen el Consejo Episcopal Latinoamericano(CELAM) como Presidente del ComitéEconómico.

29. Cuento con excelentes colaboradores enquienes confío y en quienes me respaldo paradecidir los rumbos pastorales de laArquidiócesis. Me reúno periódicamente con elConsejo Episcopal, con el Consejo Presbiteral,con los Consultores, con la Vicaría Episcopal dePastoral y el Consejo de Asuntos Económicos;en ellos revisamos aquello que exige decisiones,no siempre fáciles, pero que con la ayuda delEspíritu Santo y de mis colaboradores sientouna mayor seguridad y tranquilidad. Vivimostiempos difíciles donde la sinodalidad es vital,por lo que procuro aplicarla en mi conducciónpastoral de la Arquidiócesis.

HACIA EL ENCUENTRO DE JESUCRISTO REDENTOR,BAJO LA MIRADA AMOROSA DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE

PROYECTO GLOBAL DE PASTORAL

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8Para ser sacerdotes

animadores de esperanza

Les invito a que hagamos una relectura de nuestro reciente Plan de Pastoral Orgánica 2017-2019 desde la realidad que la pandemia

nos presenta y nos irá presentando, de tal manera que se aplique y

consolide en los años venideros de forma muy encarnada.

Día a día me pregunto cómo podemos acercarnos más

a la exigencia de ser discípulos misioneros en la actualidad, para seguir colocando a la

Palabra de Dios, a la Eucaristía y a los pobres en el centro de

nuestra atención pastoral.

… veamos a quien busca un mejor futuro en medio de nosotros, no como enemigo, sino como

hermano al que debemos “acoger, proteger, promover e integrar”…

Que en cada uno de ellos reconozcamos a ese migrante

que fue Jesucristo.

30. Busco servir a todos sin distinción,acompañando especialmente a los másnecesitados. Me he hecho presente enhospitales, cárceles, escuelas, universidades,empresas, etc. Después de la Misa dominical enCatedral, atiendo a los medios de comunicacióny ofrezco mi mensaje dominical, para compartircon los fieles y con la opinión pública miposición ante los diferentes acontecimientosque nos impactan y para dar algunasorientaciones doctrinales y pastorales. Heconstatado que es muy importante manteneresta comunicación semanal.

31. Nuestros fieles no se sienten escuchados pormuchos líderes y a veces tampoco por susobispos y sacerdotes. Ya el Concilio Vaticano IInos dijo que el mundo de la ciencia, de las artes,de la economía y de la política no es unenemigo, sino un compañero de viaje. Convieneque escuchemos ese mundo, que tiene muchaspropuestas interesantes, que merecen servaloradas y, en su caso, acompañadas oaceptadas.

32. Utilizo cada vez más las redes sociales y losmedios electrónicos, tanto para la proyecciónde la Eucaristía dominical, como para compartirmensajes a través de videos temáticos. Sé queespecialmente para las nuevas generaciones,la comunicación por este medio esfundamental, y trato de llegar a ellas. Participoen videoconferencias para atender asuntosrelacionados con la CEM y el CELAM. Miteléfono celular siempre está encendido paraatender cualquier llamada o mensaje de texto.

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8Para ser sacerdotes

animadores de esperanza

Vivimos tiempos difíciles donde la sinodalidad es vital, por lo que

procuro aplicarla en mi conducción pastoral de la Arquidiócesis.

Utilizo cada vez más las redes sociales y los medios electrónicos,

tanto para la proyección de la Eucaristía dominical, como para

compartir mensajes a través de videos temáticos. Sé que

especialmente para las nuevas generaciones, la comunicación por este medio es fundamental,

y trato de llegar a ellas.

Quiero que el Proyecto Global de Pastoral 2031+2033… impacte de lleno en nuestra Arquidiócesis, no solo por su enorme riqueza teológica, sino

para manifestar nuestra comunión con todas las diócesis de México y especialmente con el Papa Francisco.

33. Al interior de nuestra Iglesia hay cada vezmás voces de mujeres y de jóvenes que se alzan yquieren ser escuchadas, por lo que he creado unConsejo Pastoral de Mujeres, pues muchas deellas ya no tienen como objetivo único en la vidael matrimonio y la maternidad, reclamando másespacios en la vida social y eclesial. Incluso ennuestra organización institucional dos jóvenesmujeres ocupan cargos de relevancia: la primerade ellas, una joven laica como vicecanciller y jefadel Departamento de Talento Humano ennuestra Curia Pastoral, y la otra, una jovenconsagrada como miembro de la ComisiónDiocesana para la Tutela de Menores y AdultosVulnerables y directora del Centro Diocesanocreado para la atención de estos. Pienso quetodas las mujeres y todos los adolescentes yjóvenes pueden aportar mucho en los proyectospastorales de la Arquidiócesis. Estoy seguro deque la pastoral juvenil cada vez irá encontrandonuevos caminos para ellos.

V. ¿Qué espero?34. Ante el escenario tan complicado que lapandemia va dejando, es necesario reubicarnosante la realidad. Hay ideas por todos ladosacerca de lo que debe cambiar y de lo que no.En cada ámbito hay voces para avanzar ensus propuestas y otras para defenderse deeste avance. Son épocas de oscuridad eincertidumbre en las que será necesario recurrira la sabiduría divina. Si de verdad queremos sermejores como Iglesia y sociedad, necesitamosatender las urgencias al mismo tiempo queconsideramos las cosas fundamentales querequieren más cuidado. No es la emergenciasanitaria la que nos lleva a cambiar, sino lallamada de Dios la que nos lo propone para vivirlo nuevo en comunidad, con esperanza,paciencia y entusiasmo.

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Al interior de nuestra Iglesia hay cada vez más voces de mujeres y de jóvenes que se alzan y quieren ser escuchadas, por lo que he creado un Consejo Pastoral de Mujeres,

pues muchas de ellas ya no tienen como objetivo único en la vida el

matrimonio y la maternidad, y reclaman más espacios

en la vida social y eclesial.

35. No nos dejemos llevar por la corrienteconsumista donde se vive para hacer o producircualquier cosa solo por hacerla, perdiendo elsentido de la vida. Espero que en este tiemponos acerquemos a las fuentes del agua vivadejando que el Señor nos sacie. Es el momentode experimentar un silencio dialogante conDios. Un confesor, un director espiritual, unmaestro de espiritualidad pueden darnos lucespara retomar el camino hacia una vida interiormás profunda.

36. Sé que tenemos muchas preguntas ya quevivimos una emergencia sanitaria que algunoshan llamado “des-estructurante” y que haconmovido las seguridades sobre las quesosteníamos nuestras rutinas diarias. Es unmomento donde estamos llamados a reconocerlos cimientos de arena de nuestra vida. Esperoque no caigamos nosotros en la negación de lapandemia buscando culpables, o peor aún,pensando que todo es un plan orquestado y quelos contagios y las muertes son falsos, sinasumir el llamado de conversión que losacontecimientos proponen desde la fe enCristo. Quienes buscan culpables, sufren por lopesado de la situación, pero renuncian a asumir

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que todos estamos en esta barca y que todostenemos responsabilidad en la salud y muchosotros ámbitos de la vida común. Entiendo queno es sencillo mantener la fe en alto, por lo quetambién espero que sigamos creciendo ennuestra oración personal, que a veces, por darmás peso a las actividades y ansias personales opastorales, puede ser marginada o suplantadaen nuestra vida. Espero que este Año JubilarSacerdotal sea un tiempo de oración y que losque sigan “primereando” en esto sean mishermanos sacerdotes.

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37. La oración nos llevará del encuentrocon Cristo a la solidaridad con todos puescuando oramos, compartimos con Él nuestrasinquietudes y preocupaciones. De ese diálogocon el Señor brotan iniciativas de misericordiaque podremos cristalizar en acciones pastoralesconcretas en favor de todos y especialmente delos más pobres y de aquellos que luchan por laverdad y la justicia.

38. Espero que vivamos lo nuevo para construirlo nuevo, animados por los dones del Espíritu.Es momento de recalcular la ruta, como con unGPS espiritual, pero para ello necesitamosreubicarnos ante Dios y re-sincronizarnos conÉl. Espero que surjan muchos testigos del Señoren medio de la vida cotidiana y de la crisis socialy económica. Espero ver a mi presbiterioconstruyendo comunidad, con la paciencia dehombres de oración y contemplación, perotambién con la fortaleza y seguridad dehombres de acción. Sencillos y tal vez frágiles,pero fuertes y valientes constructores deencuentro y del pueblo de Dios. Con Jesúsqueremos ser custodios del amor, de la verdad yde la libertad. Vivir y construir lo nuevo esvolver a la experiencia post pascual de laprimera comunidad que sabía salir al encuentroy dialogar con las culturas, comprendiendo a laspersonas de cada pueblo y época para sembraren ellas la semilla del Evangelio.

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39. Necesitamos mejores propuestas deacompañamiento individual y grupal, tanto alaicos como a sacerdotes y personasconsagradas, con una evangelización comoatención al ser humano y no solo como unamera transmisión de ideas o proselitismos.Espero que los agentes de pastoral en todas lasinstancias eclesiales eviten un cristianismo“light”, expresado en un conformismo en suvida cristiana, evangelizando con criteriosmundanos y banales. Espero mayores formasde encuentro con jóvenes y mejor colaboraciónentre secretariados y departamentos depastoral, pues necesitamos involucrar máspersonas en nuestros equipos. Espero quepodamos propiciar momentos de lecturaorante de la Sagrada Escritura, ofreciendocreativamente tiempo para el estudio, lareflexión y el discernimiento de la vida y de lasociedad. Espero que podamos comprender loque significa una cultura vocacional y que todosnos sintamos llamados para llamar en mediode los retos que nos presenta esta pandemia.

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Espero que este Año Jubilar Sacerdotal sea un tiempo de oración y que los que sigan “primereando” en esto sean mis hermanos sacerdotes.

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40. Espero que la Eucaristía nos mueva a sersolidarios entre nosotros y atentos a lasnecesidades de los más pobres. Que imitemoscada día más a las comunidades cristianasprimitivas, y seamos capaces de compartir nosolo el pan, sino también nuestro patrimonio.Nuestras Eucaristías deberán alimentarnospara alimentar, impulsarnos para impulsar,fortalecernos para fortalecer. Que la Eucaristíanos mueva para mirar contemplativamente,discernir en comunidad, realizar una pastoralmisericordiosa, revisar nuestra vida y celebrarla.

41. Que la Eucaristía sea la celebración litúrgicade una fe que se reflexiona en la catequesis yque se vive en la pastoral social. No podemostener misas, consideradas como eventossociales, desconectadas de la fe porque esta yano se vive. Sé que para muchos de nuestrosfieles la Eucaristía dominical es casi su únicoalimento espiritual. Que ella nos mueva a lospastores para preparar mejor nuestras homilías,para impulsar el compromiso social de losfieles, para que sean verdaderas “Cenas delSeñor”.

42. Que la Eucaristía alimente nuestra urgenteatención a mujeres, jóvenes y migrantes:grandes retos de la pastoral diocesana.Necesitamos que estos actores y actricesemergentes tomen más protagonismo ennuestras celebraciones eucarísticas, de talmodo que no les parezcan aburridas, buscandoque les digan algo impactante para su vida yque les atraigan. Los jóvenes, con la “culturamillennial” a cuestas, se han alejado denuestras Eucaristías. Necesitamos invitarloscon creatividad pastoral. Pronto, además,organizaremos misas dedicadas especialmentea ellos y a los migrantes.

43. Que la Eucaristía fortalezca el impulsomisionero que hoy necesitamos laicos yconsagrados, para estar disponibles a servir enotros lugares de México y del mundo entero. Ennuestra Arquidiócesis seguimos en MisiónPermanente, como fruto de la MisiónContinental a la que se nos invitó en Aparecida.Constantemente pido a mis sacerdotes quetengan esa disponibilidad, pero también loespero de los laicos. La Eucaristía debeayudarnos a dar ese salto misionero tanindispensable.

44. Que encontremos la manera en que losalejados de la Eucaristía puedan acercarse.Ya nos dijo el Papa Francisco que ella noes un premio para los perfectos sino ungeneroso remedio y alimento para los débiles.

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Vivir y construir lo nuevo es volver a la experiencia post pascual de la primera comunidad que sabía salir al encuentro y dialogar con las culturas, comprendiendo a las personas de cada pueblo y época para sembrar en ellas

la semilla del Evangelio.

La oración nos llevará del Encuentro con Cristo a la

solidaridad con todos pues cuando oramos, compartimos con Él nuestras inquietudes y

preocupaciones. De ese diálogo con el Señor brotan iniciativas de misericordia que podremos

cristalizar en acciones pastorales concretas en favor de todos y

especialmente de los más pobres y de aquellos que luchan por la

verdad y la justicia.

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Debemos buscar que nadie se sienta rechazado.No podemos abaratar los sacramentos, perotampoco ser tan rígidos al punto de privar de sugracia a muchas personas. Hay que atraer, y noalejar; incluir, y no excluir. Que la Palabra deDios llegue a todos cada domingo.

45. Hoy más que nunca observo una urgencia:los pastores tenemos que dar un mayortestimonio de pobreza, castidad y obediencia.Los abusos contra menores han generado unagran animadversión en amplios sectores de laopinión pública y muchos de nuestros fieles sesienten traicionados. Debemos reconocer que,en ocasiones hemos proyectado una imagen deimpunidad y soberbia, que nos ha llevado aperder mucha autoridad moral. Espero podamosrecuperarla, no con un discurso sino con unverdadero compromiso de cuidar y amar a losmás pequeños y vulnerables que el Señor y lacomunidad nos confían. Hemos ya comenzadoalgunas iniciativas que benefician a la Iglesiay a toda la comunidad, buscaremos poderconsolidarlas para que sacerdotes y obisposseamos un referente del respeto a la integridadde los menores y adultos vulnerables, así comopromotores del respeto y promoción de susvalores y dignidad.

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Conclusión46. Este Año Jubilar Sacerdotal quiere ser una invitación a la santidad en toda vocación, recogiendolas consolaciones y desolaciones, las heridas, aprendizajes y fortalezas de nuestro caminar. Unainvitación al banquete de la Sabiduría y del Amor en Cristo.

47. Quiero invitar a mis hermanos presbíteros y diáconos a volver a proponernos este camino de vidaen Cristo, como sus discípulos misioneros, sencillos, humildes y dispuestos a seguir aprendiendo deÉl, superando la tentación de la autocomplacencia y la autosuficiencia. Quisiera que en este añotuviéramos más momentos de oración, de lectura orante de la Palabra de Dios, de estudio, deconvivencia, de acción conjunta. Quisiera invitarlos a irnos de misión por decanatos, junto con loslaicos, por las calles de nuestros barrios y celebrar y compartir la alegría que el Señor cultiva ennosotros al ser llamados. Para esto esperaremos el tiempo prudente para respetar las normassanitarias y no poner peligro la salud de las personas. Les pido también que nos inspiremos en elejemplo de vida de los sacerdotes santos de nuestra Iglesia local y nacional: que conozcamos eltestimonio de sacerdotes de nuestro México, como los sacerdotes mártires, y que conozcamostodos la vida del Padre Raymundo Jardón, dejándonos iluminar por su testimonio.

48. A los laicos quiero invitarlos a no dejarnos solos, ni en la actividad pastoral ni en el crecimientohumano y cristiano, pues los clérigos solo nos entendemos a su servicio. Los invito a sumarse a lasiniciativas pastorales para renovar nuestra Iglesia y cuando vean que, a uno de sus sacerdotes odiáconos nos falta ánimo, busquen transmitírnoslo. De igual forma, oren por nuestra santidad,como nosotros constantemente oramos por ustedes; corríjannos con caridad cuando sea necesario ydennos una palabra de aliento cuando estamos haciendo bien las cosas. Juntos creceremos todos enla santidad. No olviden bendecirnos como hijos de Dios que son, pues en ese don maravilloso de lafiliación divina, reside la grandeza de todo cristiano.

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49. Agradezco el diálogo que han comenzado la Vicaría Episcopal de Pastoral, la Comisión del Clero ynuestro Seminario para el discernimiento, propuesta y organización de este Año Jubilar Sacerdotal.No olviden el proceso y modelo de nuestro Plan de Pastoral Orgánica 2017-2019, tomen en cuenta ellema “La Eucaristía nos mueve” y consideren lo establecido en la Misión COVID, para consolar, orar,vivir, inspirar y dar. Las Mesas Operativas como respuesta a la pandemia que hemos establecido consus distintas áreas, seguramente ofrecerán elementos de discernimiento y acción, todo esimportante y suma al “planear caminando”.

50. Gracias a todos por leer estas sencillas reflexiones, espero sean de provecho. Encomiendo esteAño Sacerdotal a Nuestra Señora del Roble pidiéndole que nos ilumine con su sencillez, estandoatentos a las palabras que nos dirige con amor de Madre: “Hagan lo que Él les diga”.

Que la Virgen del Roble, Madre de Dios y Madre nuestra, nos fortalezca con su amor.

Venerable Padre Raymundo Jardón, ruega por nosotros.

Venerable Sor Gloria María de Jesús Elizondo, ruega por nosotros.

¡Virgen Santísima del Roble, cúbrenos con tu manto!

+ Rogelio Cabrera LópezArzobispo de Monterrey

Doy fe:Pbro. F. Javier De la Torre Castaño

Secretario - Canciller

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