Viernes 09 de Enero de 2015.Democracia y Controles

download Viernes 09 de Enero de 2015.Democracia y Controles

of 3

description

artículo periodístico

Transcript of Viernes 09 de Enero de 2015.Democracia y Controles

Viernes 09 de enero de 2015Mal de pocaHemos perdido democraciaEl desencanto democrtico que recorre el mundo se agudiza en el pas, donde el kirchnerismo elimin remedios capaces de mitigarlo, como la existencia de rganos de control independientes y una economa ms igualitariaPorRoberto Gargarella|ParaLA NACION106El mundo atraviesa una larga etapa dedebacle democrticaque en la Argentina, como en otros pases, se agrava a partir de defectos locales. Lacrisisa la que me refiero muestra contornos diversos, aunque se ha tornado ms visible a partir de algunas explosiones de hartazgo colectivo de claro parecido de familia con la crisis argentina de 2001: manifestaciones de indignados en Grecia y Espaa; movimientos de protesta como los de Occupy Wall Street en Estados Unidos; movilizaciones populares como las de Tnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen o Bahrein.Las protestas de hoy tienen que ver, sin duda, con las promesas de ayer. En efecto, las democracias nacieron invocando la utopa de la decisin y el control completos: todos resolviendo todo, todo el tiempo. Tales promesas resultaran cruciales para dotar de legitimidad a las nuevas organizaciones polticas, pero en sustancia mostraran una vida efmera: algunos tomaran prontamente el control sobre los asuntos de todos. Por eso, el cansancio democrtico actual no debe verse como una muestra del fracaso del sistema representativo, sino de su xito.El sistema institucional nunca se propuso asegurar el "gobierno del pueblo por el pueblo", sino contener sus peores riesgos: la amenaza que el poder de las mayoras impona sobre el desigual orden establecido. Las instituciones representativas se orientaron entonces a separar, antes que a vincular, a los representantes con el pueblo. De all que se optara por un sistema poltico basado en "controles internos" (de una rama del poder sobre las otras) ms que "externos" (del pueblo sobre los representantes). De all, tambin, que se evitara o desmontara casi la totalidad de los puentes existentes entre gobernantes y gobernados (cabildos locales, mandatos imperativos, revocatoria de cargos, etctera) y el vnculo entre ambos quedara reducido al del voto peridico: una sola oportunidad para expresarse, cada varios aos, sobre todos los asuntos. De este modo, la ciudadana quedaba sometida al chantaje que hoy vive: el pueblo no puede decir siquiera "esto s, pero no aquello". No hay matices posibles: puede votar slo por s o por no, pero se le exige racionalidad reflexiva y capacidad de discriminar.Los problemas de este estado de cosas son muchos, y ayudan a explicar los desencantos y hastos del presente. Hacia el pasado, representantes que, sin la mnima preocupacin por los contenidos del voto, se arrogan un respaldo completo hacia lo ya hecho. Hacia el futuro, representantes que, sin tomar en cuenta los matices y las reservas que conlleva cada voto, asumen los votos propios como aval completo para lo que gusten imponernos.En nuestro pas, los aos de kirchnerismo han reproducido en buena medida los males democrticos propios de poca, que (es importante insistir en esto) lo trascienden como fenmeno poltico. De todos modos, hay al menos tres elementos que el kirchnerismo "agreg" a la generalizada debacle democrtica, agravndola.El primer elemento negativo adicionado por el kirchnerismo tiene que ver con su sistemtica destruccin de los organismos de control interno. En efecto, una mayora de pases compensan la crisis democrtica que padecen (alimentada por la falta de controles populares o externos) a partir de la adopcin de fuertes sistemas de control interno. El kirchnerismo ha logrado, de un modo nico en democracia, el desmantelamiento o el bloqueo de la totalidad de los rganos de control interno existentes (desde la Inspeccin General de Justicia hasta la Fiscala de Investigaciones o la Oficina Anticorrupcin). A ello ha sumado uno de los datos ms significativos del perodo, esto es, el monitoreo de la Justicia desde los servicios de inteligencia del Estado (SI), un hecho aberrante que la poltica dominante ya toma como natural. La "guerra" que hoy se percibe entre ciertos sectores de la Justicia y el Gobierno debe verse -al menos en buena medida- como producto de ese desguace de los controles internos, que ha impedido el dilogo y la mutua ayuda entre los poderes del Estado. En la actualidad, cada sector intuye que est peleando por no morir, y acta en consecuencia.En segundo lugar, algunos pases compensan el poder discrecional que ha ganado para s el poder poltico -que quita sentido a la democracia- con un poder econmico distribuido ms igualitariamente. El kirchnerismo, en cambio, ayud a concentrar y extranjerizar la economa y -lo que es ms importante- teji fuertes redes de negocios con los operadores ms poderosos del rea (minera, petrleo, gas). De este modo, la desigualdad poltica result funcional a la desigualdad econmica existente. Otra vez, sin embargo, este proceso de cambio acelerado por el kirchnerismo no le result por completo favorable, por lo que el Gobierno, a su pesar, slo consigui ventajosos negocios con una significativa, pero no completa seccin de los grupos econmicos dominantes. Nuevamente, esta "victoria incompleta" explica algunas de las tensiones econmicas reinantes y el hecho -paradjico para algunos- de un kirchnerismo enfrentado a la vez que cmplice del poder econmico concentrado.En tercer lugar, el kirchnerismo oper como pocos otros sobre el "aparato ideolgico" de la democracia (por ejemplo, a travs de la persecucin poltica y el control econmico sobre los medios de comunicacin), llenando la escena pblica de voces tiernamente complacientes hacia el Gobierno. De todas formas, el control oficial de este terreno no fue completo, lo cual redund en la actual polarizacin de la escena comunicacional: vivimos hoy, entonces, entre angelicales loas y temerarios ataques contra el Gobierno.En definitiva, la debacle democrtica que es propia de la poca aparece agravada en nuestro pas, por los modos en que el kirchnerismo quebrant tres remedios capaces de moderarla: la presencia de rganos de control independientes; una economa ms igualitaria, y una comunicacin no concentrada ni sometida al dinero.La descripcin anterior, sin embargo, contrasta notablemente con la pintura que suele presentar el oficialismo sobre este tiempo: el Gobierno no habla de un "ocaso" sino, por el contrario, de un "reverdecer" democrtico que habra tenido lugar con la llegada del kirchnerismo. Ms all de la exactitud o no de la afirmacin (el "renacer" de la poltica, en todo caso, parece ms vinculado con el estallido de 2001), cabra responder a ella de al menos dos maneras. Ante todo, es muy posible que muchos jvenes se hayan vuelto a entusiasmar con la poltica democrtica viendo el modo en que el (primer) kirchnerismo "combata" contra sectores de enorme capacidad extorsiva (una Justicia conservadora; grupos econmicos dispuestos a todo en defensa de sus intereses; medios de comunicacin orientados slo a la ganancia). Sin embargo, el relato anterior merece, al menos, dos correcciones. El primer problema es que dicho relato niega, oculta o deja de lado el modo en que aquellos "combates" se orientaron primariamente a la creacin de males de signo opuesto: una Justicia adicta; un nuevo polo de poder econmico, tan ineficiente y corrupto como los existentes, y medios de comunicacin impdicamente alineados con el Gobierno. En segundo lugar, y lo que es ms importante, ese "renacimiento" de la poltica habra quedado otra vez hundido dentro de la lgica definitoria de este tiempo: proclamacin de derechos ("ms participacin", "ms derechos sociales"), sin la consecuente transferencia de poder institucional, necesaria para garantizar la vida y estabilidad de tales derechos.Lo dicho encuentra expresiones dolorosas (por caso, la ley antiterrorista es ley, pero no la Asignacin Universal). Pero el punto es ms amplio: el hecho es que la movilizacin poltica no ha sido acompaada de mayor poder decisorio en manos del pueblo; ni de mayor control popular sobre los agentes de gobierno; ni de cambios destinados a atender y respetar la voluntad democrtica invocada (consultas obligatorias a las poblaciones locales frente a la explotacin minera). Hemos perdido tanto democracia poltica como econmica.El autor es abogado especialista en derecho constitucional y socilogo.